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Hjelmslev, L. (1974). Prolegónemos a una teoría del lenguaje. Madrid: Gredos.

Puesto que la teoría lingüística parte del texto como dato, e intenta mostrar el camino
que lleva a una descripción autoconsecuente y exhaustiva del mismo por medio del análisis, los
estratos más profundos de sus sistema de definiciones han de ocuparse de este principio del
análisis, establecer la naturaleza del análisis y de los conceptos que de él forman parte.
Teniendo en cuenta la adecuación (es decir, teniendo en cuenta las tres exigencias que
forman parte del principio empírico), la elección de la base del análisis puede diferir de un texto
a otro. No cabe, pues, establecerla con carácter universal, sino únicamente a través de un cálculo
general que tenga en cuenta las posibilidades concebibles. Lo que es universal, sin embargo, es
el principio mismo del análisis, lo único que por el momento nos interesa. También aquí debe
seguirse bajo la guía del principio empírico, siendo especialmente la exigencia de exhaustividad
la que tiene interés práctico en este caso.
Tanto el objeto sometido a examen como sus partes tienen existencia solo en virtud de
estas dependencias; la totalidad del objeto sometido a examen puede solo definirse por la suma
total de las mismas; y cada una de sus partes puede solo definirse por las dependencias que la
unen a otras partes coordinadas, al conjunto, y a sus partes del grado próximo, y por la suma de
las dependencias que estas partes del grado próximo contraen entre sí […].
El reconocimiento de este hecho de que la totalidad no consta de cosas sino de
relaciones, y de que no es la sustancia sino sus relaciones internas y externas quienes tienen
existencia científica, no es, por supuesto, nuevo para la ciencia, pero puede ser nuevo para la
ciencia lingüística. Sin lugar a dudas, la ciencia lingüística de los últimos tiempos nos está
proporcionando en cierta medida unos conocimientos que, si se piensa detenidamente, han de
llevar por necesidad a esa concepción. A partir de Ferdinand de Saussure se ha afirmado con
frecuencia la existencia de una interdependencia entre ciertos elementos dentro de una lengua,
tal que una lengua no puede tener uno de esos elementos sin tener también el otro. La idea es
indudablemente correcta, aun cuando con frecuencia se haya exagerado y aplicado
incorrectamente. Todo apunta al hecho de que Saussure, que afirmó que una lengua es forma, y
no sustancia, reconoció la prioridad de las dependencias dentro del lenguaje.
En esta etapa de nuestra investigación debemos guardarnos de todo movimiento
circular. Si afirmamos, por ejemplo, que el sustantivo y el adjetivo, o la vocal y la consonante,
se presuponen mutuamente, de modo que una lengua no puede tener sustantivos sin tener
también adjetivos y viceversa, y que no puede tener vocales sin tener también consonantes y
viceversa, la certeza o falsedad de esas proposiciones dependerá de las definiciones elegidas
para los conceptos “sustantivo”, “adjetivo”, “vocal”, “consonante”.
Nos encontramos, pues, en esa etapa en terreno difícil. Pero la dificultad aumenta si se
considera que nuestros ejemplos, que hasta ahora hemos buscado principalmente en las
dependencias mutuas o interdependencias, se toman del sistema de la lengua, no de su proceso,
y que son precisamente estas dependencias y no otras las que hemos buscado. Además de las
interdependencias, debemos prever dependencias unilaterales, en las que un término presupone
el otro pero no viceversa, y lo que es más, dependencias más libres, que consisten en que dos
términos no formen parte de ninguna relación de presuposición, y sin embargo sigan siendo
compatibles (en el proceso o en el sistema), diferenciándose así de otro conjunto de términos,
aquellos que son incompatibles.
Advertida la existencia de estas diversas posibilidades, la necesidad práctica de una
terminología adecuada se hace urgente. Introduciremos, pues, unos términos provisionalmente
para designar aquellas posibilidades que hemos tenido en cuenta. A las dependencias mutuas, en
las que un término presupone el otro y viceversa, las llamaremos convencionalmente
interdependencias. A las dependencias unilaterales, en las que un término presupone el otro
pero no viceversa, las llamaremos determinaciones. Y a las dependencias de mayor libertad, en
las que dos términos son compatibles pero ninguno presupone el otro, las llamaremos
constelaciones.

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