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“AUTORRETRATO EN UN BUGATTI VERDE”

TAMARA DE LEMPICKA
ANÁLISIS Y COMENTARIO DE UNA OBRA

1. CONTEXTO HISTÓRICO - SOCIAL.


2. ESTILO AL QUE PERTENECE LA OBRA Y SUS CARACTERÍSTICAS.
3. AUTOR, OBRA Y ESTILO AL QUE PERTENECE.
4. ANÁLISIS ICONOGRÁFICO E ICONOLÓGICO: SIGNIFICADO DE LA OBRA Y SU
REPERCUSIÓN EN EL MOMENTO.
5. ANÁLISIS DESCRIPTIVO, FORMAL Y TÉCNICA, COMPOSICIÓN, COLOR, LUZ,
ESPACIO, TEXTURA, FORMAS, ASPECTOS TÉCNICOS, LÍNEAS, … .
6. ANTECEDENTES Y/O INFLUENCIAS.
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La obra “Autorretrato en un Bugatti verde” es un autorretrato de la artista polaca Tamara de
Lempicka, que pintó en París en 1929. Fue encargado por la revista de moda alemana “Die
Dame” para servir como portada de la revista, para celebrar la independencia de la mujer
moderna. Es uno de sus trabajos más conocidos y ejemplo destacado del retrato Art déco.

El desarrollo de la economía mundial, la denominación “felices años veinte” o “años locos”


corresponde al momento de prosperidad económica que tuvo Estados Unidos desde 1920
hasta 1929, como parte del periodo expansivo de un ciclo económico. Esta prosperidad
benefició a toda la sociedad e hizo que la economía siguiera creciendo a un ritmo que no se
había registrado antes, generando una burbuja especulativa. Pero esta prosperidad duraría
un corto periodo de tiempo, finalizando el 24 de octubre de 1929, conocido como el Jueves
Negro, y con la llegada del Crack del 29 que culminaría finalmente con el advenimiento de
la Gran Depresión. En la Primera Guerra Mundial, EEUU había exportado grandes
cantidades de armamento y otros productos a los países europeos. Al finalizar la guerra, la
economía de Europa quedó tocada seriamente; Inglaterra, al igual que muchos otros países
europeos, tenía deudas de guerra con EEUU, lo que lógicamente favoreció su economía al
ser receptor de estas. Ante el exceso de demanda, Estados Unidos creció vertiginosamente
mientras Europa se reconstruye. La expansión de Estados Unidos se basó en una profunda
transformación productiva, dominada por la innovación técnica. De esta forma se
disminuyen costes y se aumentaba la producción, obteniendo mayores beneficios y se
popularizó en esta época el uso del teléfono, el automóvil y los electrodomésticos. Estos
aparatos eran demasiado caros y fue entonces cuando se aplicó por primera vez la venta a
plazos. Esto creó una oleada consumista que hizo que se comprara tanta hasta el extremo
de que los consumidores se endeudan por encima de sus posibilidades. También fue objeto
de popularidad la difusión de la radio como medio de comunicación de masas, ya que era
un dispositivo económico y al alcance de toda la población. También tuvieron efectos
positivos la demanda de la construcción de rascacielos. Todo esto tuvo una gran influencia
en el mercado de trabajo, dejando la tasa de desempleados en Estados Unidos muy baja.
También tuvieron efectos positivos la demanda de la construcción de rascacielos. Todo esto
tuvo una gran influencia en el mercado de trabajo, dejando la tasa de desempleados en
Estados Unidos muy baja. En estos tiempos la fábrica Ford, con la producción del modelo
de coche T de Ford, innovó con la utilización de la cadena de montaje, este sistema

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permitía incrementar la producción y reducir costes para democratizar su producto. En
Europa, después de todo el sufrimiento que había impuesto la guerra, los supervivientes y
especialmente los más jóvenes se lanzaron a una desenfrenada búsqueda del tiempo
perdido. Hay en los años 20 un rotundo cambio de actitud que se refleja en todos los
aspectos de la vida. Fiestas extravagantes llenas de alcohol y muchos excesos, en las que
participaban los adictos a la vida bohemia y a los clubes de jazz, los escritores y los grandes
artistas de la época. Todos se encontraron en la llamada “edad de oro”: Dalí, Picasso,
Buñuel, Hemingway, los Fitzgerald… . Uno de los cambios más radicales de esta época fue
la liberación de la mujer, que adquirió un gran protagonismo en la vida laboral y en el ocio.
La guerra cambió el papel de la mujer en la sociedad. La necesidad de que las mujeres
ocuparan los puestos de trabajo de los hombres dio lugar a su emancipación. Surgió la
femme fatale, una mujer agresiva que veía al hombre como su igual. La mujer con su look
de pelo corto (“a lo garçon”), fumaba incesantemente (porque era algo atractivo y sexy), y
bebía alcohol. Se rompe así con el estereotipo de mujer “ángel del hogar” que debía
preservar sus valores y dignidad porque si no nadie le aceptaría en sociedad.

El art déco fue un movimiento de diseño que se popularizó entre 1920 y 1939, cuya
influencia se extendió en algunos países hasta la década de 1950. Se dio a conocer en la
Exposición Internacional de Artes Decorativas e Industriales Modernas, en París en 1925 (el
término se acuñó en una retrospectiva celebrada en 1966 en París y es una apócope de la
palabra francesa décoratif). Influyó en artes tales como la arquitectura, el diseño de interior,
el diseño gráfico, el diseño industrial y la moda, así como en artes visuales como la pintura,
el grabado, la escultura y el cine. Aunque muchos movimientos del diseño tienen raíces o
intenciones políticas o filosóficas, el art déco era casi puramente decorativo, por lo que se
considera un estilo burgués, algo que tiene en común con el modernismo o art nouveau. A
pesar del eclecticismo de sus influencias formales y estilísticas, el Art Decó posee identidad
propia, no se trata de un historicismo ni de un anacronismo, es fiel a su época y deja
entrever la noción futurista de la Revolución industrial. Su significación gira en torno al
progreso, lo urbano, la maquinaria, etc. Elegante, funcional y moderno, el art déco fue un
avance frente al art nouveau en la generación de un nuevo repertorio de formas acordes
con la modernidad e innovación de su tiempo. Ambos movimientos se suceden en el tiempo
y tienen en común el ser eminentemente decorativos, lujosos, exclusivos y dirigidos a las
clases burguesas. Se diferencian principalmente en que mientras que en el modernismo
domina la línea curva y el arabesco, así como las formas orgánicas y naturales, en el art
decó es la línea recta y la geometría la protagonista. El Arte Decó fue un estilo opulento y su
exageración se atribuyó a una reacción contra la austeridad forzada producto de la Primera
Guerra Mundial. De manera simultánea a una creciente depresión económica y al fantasma
del acercamiento de la Segunda Guerra Mundial, había un deseo inmenso por el
escapismo. La gente gozó de los placeres de la vida y del Art Decó durante la era del Jazz.
Este movimiento es una amalgama de muchos estilos y movimientos diversos de principios
del siglo XX; se inspira en las primeras vanguardias: Constructivismo, Cubismo, y
Futurismo; también en el Art Nouveau, del que evoluciona y también del estilo racionalista
de la escuela de la Bauhaus. Los progresivos descubrimientos arqueológicos en el Antiguo
Egipto influyeron en el art deco, aportando líneas duras, solidez y monumentalidad. Utiliza
también motivos de las culturas prehispánicas azteca, maya o inca y motivos inspirados en
los objetos de los descubrimientos arqueológicos de Mesopotamia, de los vikingos o de los
pueblos africanos o indios. Como estilo de la edad de la máquina, utilizó las innovaciones
de su tiempo para sus formas: líneas aerodinámicas, iluminación eléctrica, la radio, los

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rascacielos. Se basa principalmente en la geometría imperante del cubo, la esfera y la línea
recta, además de los imprescindibles zigzags. Sensación de “monumentalidad”. Mucho uso
de la simetría, de los ornamentos y de los elementos decorativos. Trata de representar
algunas abstracciones que se muestran en la naturaleza: rayos luminosos radiantes, fluidos
acuáticos, nubes ondulantes, etc. Predomina el uso de tipografías de palo seco, empleadas
a tamaños grandes, como titulares, y en publicidad. Se usan mucho las mayúsculas. Los
materiales preferidos son aluminio, acero inoxidable, laca, madera, piel de tiburón y piel de
cebra.

Tamara de Lempicka (1898-1980), nacida en Polonia, a muy temprana edad se trasladó a


Italia. Toda su juventud transcurrió entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial, años en
los cuales estableció su principal residencia en Rusia y luego en París, más tarde se
trasladó a Estados Unidos, donde se integró en la Jet set neoyorquina. Tamara fue la
primera artista mujer en ser una estrella del glamour. Fue una de las mayores
representantes del estilo Art Déco en dos continentes; fue la artista favorita de muchas
estrellas de Hollywood, llamada “la baronesa del pincel”, fue la retratista más reconocida de
su generación entre la alta burguesía y la aristocracia, pintando duquesas, grandes duques
y las altas esferas sociales. A través de su red de amistades, fue capaz de exponer sus
pinturas en los salones de mayor élite del momento. Su producción se centra principalmente
en retratos femeninos y en desnudos de ambos sexos. Siguiendo la tendencia de la pintura
Art Decó, pintaba mujeres etéreas, con ropajes flotantes y dedos largos, si bien de una
impresión férrea y escultural por la pincelada pulida y los marcados contrastes de luces y
sombras. El título de “Perspectiva”, 1923, que se refiere hipócritamente al fondo de la
pintura, parece haber sido elegido por Lempicka para mitigar cualquier reacción
excesivamente mojada a esta clásica composición gráfica. Los cuatro desnudos de
Lempicka de 1925 exuda erotismo y poderosa feminidad. En el cuadro, “Cuatro desnudos”,
1925, aparecen cuatro mujeres contorsionadas que se reclinan en una compleja maraña de
partes del cuerpo redondeadas, muy modeladas y delineadas con precisión. Sus obras son
reconocibles a primera vista. Sus obras combinan un estilo escultórico clásico con el
cubismo y muestran a mujeres emancipadas y adelantadas a su tiempo. A las mujeres de
aquella época se les denominaba flappers; eran amantes de la vida nocturna, los lujos y
usaban el cabello recortado a la altura del mentón, a lo garçon. En sus mujeres, podemos
ver un estilo misterioso y elegante, ángulos agresivos y brillos exagerados dan a entender
que los personajes no son de carne y hueso, sino de estructuras similares a los de los
rascacielos de la época. “Retrato de Arlette Boucard”, 1928. La artista construyó una
imagen emancipada, desinhibida y libre, a menudo inspirada en las muchas amantes que
tuvo. “Mujer con vestido verde”, 1930. Se dice que Lempicka encontró un nuevo modelo
para sus pinturas en el Bois de Boulogne, un gran parque público en París que también era
el lugar donde las prostitutas a menudo ofrecían sus servicios. "Rafaela", 1927, se convirtió
en la principal musa y tema de las pinturas de Lempicka durante más de un año. El estilo de
la pintura recuerda a una obra de Caravaggio en su énfasis en la luz y la sombra. Pero en
esta imagen dramática, el foco está en la forma poderosa, sensual y escultórica de la figura
femenina desnuda. “El Músico”, 1929, es una de las pinturas de género de Lempicka. Se
basa en un tema claramente tradicional: representaciones alegóricas de las artes. En este
caso, la música se representa como una bella y elegante mujer de cabello oscuro, absorta
en la creación musical. A su llegada a los Estados Unidos, Lempicka reanudó su serie de
motivos rurales. Con la esperanza de capturar al público, alcanzó nuevas alturas de
virtuosismo técnico. Así, con bodegones de este tipo, se acercó a los efectos producidos por

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varios artistas de trompe-l’oeil en los márgenes del surrealismo.”Jarra y limones en una
silla”, 1942. El frenesí de viajes de Lempicka pudo haberse inspirado, al menos al principio,
por la necesidad de escapar de la agitación artística que estaba ocurriendo en su mente en
ese momento. Al negarse a dejar que la era la superara, sumió el corazón y el alma en la
abstracción. Comenzó con un estilo compuesto, para prestar a cada obra un tema a través
de algunos elementos figurativos; Luego, gradualmente, permitió que estos se fusionaran en
la abstracción de líneas entrelazadas. “El lector III”, 1956.

En 1929, Tamara de Lempicka recibió el encargo de un autorretrato para la portada de la


revista de moda alemana “Die Dame”. La pintura la muestra en un encuadre muy cercano al
volante de un Bugatti de carreras, llevando un casquete y guantes de cuero y envuelta en
un amplio sobretodo gris. Mira al espectador con los ojos entrecerrados, perfectamente
maquillada con los labios rojos, sombra dorada y rímel, mientras las ondas de su cabello
rubio asoman en los laterales del casco con barboquejo. Se retrata como una
personificación de la belleza fría, independiente, rica e inaccesible ensalzada en aquel
momento.​ De hecho no poseía ningún automóvil Bugatti; su propio coche era un pequeño
Renault amarillo, el cual le fue robado una noche cuando ella y sus amigas celebraban en el
Café de la Rotonde en Montparnasse. “Autorretrato en un Bugatti verde”, Tamara de
Lempicka se retrata como una mujer independiente y elegante conduciendo un Bugatti
verde símbolo de lujo y modernidad. Los Bugatti son los coches más potentes de los años
20. Se considera un homenaje a Isidora Dunca, bailarina, para muchos la creadora de la
danza moderna, que murió a los 50 años en un accidente de tráfico en Suiza. La leyenda
dice que estrangulada por el chal que llevaba al cuello al enredarse en la rueda del Bugatti
que conducía. La obra representa muy bien el espíritu de los años 20, por un lado las ganas
de vivir, una vez superada la tragedia de la Primera Guerra Mundial. Por otro lado, la figura
femenina comenzó a ser una pieza clave de la modernidad, las mujeres ya habían
demostrado su valía en la Gran Guerra y ahora, luchan con fuerza por tener su lugar.

La composición del cuadro la resuelve con un primer plano cerrado de una mujer al volante
posando sobre la puerta izquierda de un deportivo, con mirada intensa, tez nacarada,
cabellos rubios, nariz griega y labios rojos. Utiliza un dibujo preciso y firme que delimita las
formas y planos geométricos que componen la obra. Los trazos recuerdan al Cubismo.
Predomina una paleta de colores donde el verde y gris metalizado dan paso a la parte
central de la escena: el rostro. En él destacan unos ojos empolvados, firmes, insinuantes, y
unos labios rojos retadores, también transmite fuerza la mano que sujeta con decisión el
volante. En la composición tienen un papel fundamental los contrastes de luces y sombras.
Esta obra hace un guiño al movimiento futurista, caracterizado por su fascinación por la
velocidad, la tecnología y la vida urbana.

Sus referentes estéticos son muy variados: oscilan entre la pintura italiana del
Renacimiento, las odaliscas del neoclásico francés Ingres y sobre todo el influjo del
Cubismo. Las líneas depuradas, facetadas y geométricas que dominan su obra también nos
remiten a Picasso, y no solo al cubista, sino también al más clásico de la “vuelta al orden”
de los años 20. Tamara de Lempicka, desarrolló sus habilidades pictóricas entre el arte de
vanguardia, como el Cubismo, el Futurismo, y el Art déco junto con la literaria "Generación
perdida".​

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Entre sus profesores en París destacan André Derain y el neo cubista André Lhote
(1885-1962). Sin duda Lothe es el que más profundamente marcó
su obra pictórica y de él asimiló un cubismo “blando”. Según Alain Blondel, Lempicka
consiguió un proceso de síntesis sorprendente y único en sus
obras entre el arte renacentista y el neocubista.

Las figuras robustas y sensuales con sus expresiones sensuales recuerdan a las bañistas
desnudas de los predecesores artísticos de Lempicka, desde Ingres y Delacroix hasta
Matisse y Picasso.

La pintora creó un estilo único que influyó con gran potencia en los estilos venideros,
incluyendo el Pop Art y el Cómic.

Objeto de deseo entre coleccionistas y famosos como Madonna o Jack Nicholson, sus
obras tienen ecos de la fotografía y de la moda y fueron rompedoras en la representación
de la mujer.

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