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Sam Burns Lobo renacido

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

Nota a los lectores


Nuestras traducciones están hechas para quienes
disfrutan del placer de la lectura. Adoramos muchos
autores pero lamentablemente no podemos acceder a
ellos porque no son traducidos en nuestro idioma.
No pretendemos ser o sustituir el original, ni desvalorizar
el trabajo de los autores, ni el de ninguna editorial.
Apreciamos la creatividad y el tiempo que les llevó
desarrollar una historia para fascinarnos y por eso
queremos que más personas las conozcan y disfruten de
ellas.
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este libro más que un Gracias y se prohíbe a todos los
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Queremos seguir comprando libros porque nada
reemplaza el olor, la textura y la emoción de abrir un
compañero nuevo así que encomiamos a todos a seguir
comprando a esos autores que tanto amamos.
¡A disfrutar de la lectura!
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podremos hacerte llegar muchos más.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

Para mi marido; estaré cubierta de nieve contigo


cualquier día.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

Sinopsis
Gavin Lloyd ha sido un hombre lobo durante diez meses y todavía está
tratando de acostumbrarse. Quiere establecerse en una vida agradable y
tranquila, administrar su cafetería con su manada y aprender a ser un
cambiaformas. Pero ahora la gente dice que es una especie de mesías
profetizado. No sabe cómo esperan que los ayude cuando ni siquiera ha
descubierto cómo ayudarse a sí mismo.

Miles Parker ha vivido en Kismet, Colorado toda su vida, y hasta ahora


no ha sido más que una existencia simple y mundana. Entonces, Gavin se
mudó a la ciudad, con sus brillantes ojos verdes y su habilidad para preparar
té con leche como nadie más.

Sin embargo, cuando Miles recibe una llamada para investigar un robo
en la casa de su novio en la luna llena, lo que encuentra allí desencadena una
cadena de eventos que dejarán su vida completamente transformada.

Y tal vez, en algún momento del camino, Gavin pueda darle a él la


chispa que necesita.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

Nota de la traductora
cada capítulo comienza con el título de una canción y se supone que es
para escuchar mientras se lee.
Les dejamos la lista que hizo la autora en Spotify y el listado de las
canciones:

https://open.spotify.com/playlist/72xAw07WVDLk1q9q0u39ju?si=4a
c855b4cfe14e8e

1.- Half Light - Banners

2.- You Can’t Count On Me – Bruno Mars

3.- Linger - The Cranberries

4.- Dead of Night - Orville Peck

5.- My Favorite Mistake - Sheryl Crow

6.- Foreigner’s God - Hozier

7.- Just Give Me a Reason – Pink

8.- Butterfly in Reverse - Counting Crows

9.- Are You Out There - Dar Williams

10.- A Murder of One - Counting Crows

11.- Man in Motion - John Parr

12.- Like I’m Gonna Lose You - Meghan Trainor

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Serie Lobos de Kismet 03
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13.- Can’t Fight This Feeling - REO Speedwagon

14.- (I’ll Never Be) Your Maggie May - Suzanne Vega

15.- Closing Time – Semisonic

16.- True Colors - Cyndi Lauper

17.- The Easy Way – Westlife

18.- Boys Don’t Cry – The Cure

19.- The Mercy of the Fallen - Dar Williams

20.- I’m Gonna Be (500 Miles) - The Proclaimers

21.- Dreams - Fleetwood Mac

22.- Take Me to Church – Hozier

23.- The Cure – Lady Gaga

24.- Hey, Jude - The Beatles

25.- Birdhouse in Your Soul - They Might Be Giants

26.- Rain King - Counting Crows

27.- Wonderwall – Oasis

28.- Blackbird - The Beatles

29.- Suddenly I See - KT Tunstall

30.- Daydream Believer - The Monkees

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

Miles Parker había vivido en Kismet toda su vida, pero no comenzó a


creer en el destino hasta que conoció a Gavin Lloyd.

El hombre se había mudado a la ciudad hacía menos de un año con


sus compañeros del ejército y juntos abrieron una próspera cafetería.

Para Miles, había sido amor a primera vista.

Para Gavin, parecía ser más un baile, pero no en el buen sentido. Dos
pasos adelante, tres pasos atrás.

Miles había entrado en la tienda con la mejor de las intenciones


profesionales, quiso presentarse a las personas que abrirían la nueva tienda.
Kismet era pequeño y le gustaba conocer a los dueños de los negocios.

Lo que encontró fue un hombre asombrosamente hermoso con ojos


verde hoja y una tímida sonrisa que habría hecho llorar a Miguel Ángel. Un
hombre con la imponente presencia de las Montañas Rocosas y esa misma
gracia silenciosa.

Como ayudante del alguacil, a menudo Miles era encasillado cuando


intentaba tener una cita como “debe ser un activo”, pero él sabía cuándo había
pedido el número de Gavin que no tendría ese problema con este hombre.

Ocho meses después, todavía lo suponía, pero no podía probar nada.

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Serie Lobos de Kismet 03
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Irían a cenar, se lo pasarían genial y luego Gavin no le llamaría durante


tres semanas. Siempre era dulce y se disculpaba cuando llamaba, y sus
explicaciones eran razonables. Después de todo, el hombre era dueño de un
negocio. Ocurrían emergencias.

La mayoría de las veces, Miles tenía que ser quien cerrara la brecha
después de uno de sus largos silencios. Gavin siempre parecía sorprendido,
pero complacido, de verlo, por lo que seguía regresando, esperando que algo
cambiara.

Ahora detuvo su auto en el estacionamiento del Café Segundas


Oportunidades y deseó tener un día de dos pasos adelante. No tenía nada
interesante a lo que invitar a Gavin, solo una película que estaba seguro de
que le gustaría, pero habían pasado dos semanas desde la última cena y
estaba cansado de esperar.

Gavin estaba detrás del mostrador, limpiando la máquina de espresso.


Parecía ser una cosa quisquillosa, y Miles se alegró de no tener que lidiar con
eso. O con el café en general, pero eso era un asunto completamente diferente.

Hubo un momento allí, cuando Gavin se volvió hacia él, el


reconocimiento en su rostro, y... sí, esa mirada. Esa mirada era la razón por
la que aún no se había dado por vencido.

Sin importar cuánto le gustara, si él no pensara que el hombre estaba


interesado, se habría ido hace meses. Pero la mirada en el rostro de Gavin
cada vez que lo veía venir era todo lo que siempre había querido. Esos ojos
verdes se suavizaban, las comisuras de sus labios se levantaban y todo lo que
había estado haciendo antes quedaba abandonado, sin terminar y dejaba de
importar.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

—Hola —le saludó Gavin, en voz baja y suave, la cual reverberó a través
de Miles, y no quiso nada más que saltar sobre el mostrador y escalar al
hombre como la montaña que era.

Claro, está bien, Gavin no era tan alto como alguno de sus compañeros,
pero al mismo tiempo, los lideraba. A todos. Ellos lo sabían. Él era el único
que no parecía darse cuenta de cómo todos en una habitación se inclinaban
hacia él como las flores hacia el sol.

La boca de Miles estaba seca, y cuando se lamió los labios, no ayudó


en nada. Tuvo que aclararse la garganta para que funcionara.

—¿Mi orden habitual? —pidió finalmente.

Gavin se apoyó en el mostrador frente a él, con los labios carnosos aún
torcidos.

—¿Un vaso de leche tibia y una galleta?

—Una niebla londinense no es un vaso de leche tibia —corrigió con


fingida afrenta. Luego sonrió—. Y de las de mantequilla de maní, si tienes.

—¿Para ti, ayudante Parker? Siempre tenemos una galleta de


mantequilla de maní. —Y, literalmente, Gavin metió la mano debajo del
mostrador y sacó la galleta en cuestión. ¿Había estado guardando una allí
para alguien? ¿Para él?

Sin esperar a que Gavin se repitiera, agarró la galleta y comenzó a


comerla. El nuevo panadero de la tienda era algo especial, y esas galletas de
mantequilla de maní eran adictivas. Algunas veces, incluso compraba algunas
sin esperar que Gavin estuviera allí.

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Serie Lobos de Kismet 03
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Sin embargo, él hacia el mejor té. Sabía cómo le gustaba, poco cargado
y con un extra de vainilla. Eso podría tener algo que ver con el por qué lo
llamaba leche tibia, pero era una broma amistosa, por lo que realmente no le
importaba.

—Entonces, ¿qué estás haciendo en esta hermosa tarde? —preguntó


Gavin, y ambos se giraron al mismo tiempo para mirar por la ventana
delantera al gris cielo invernal—. Bien, en esta tarde mediocre.

—Acabo de terminar mi turno. —Habían llegado al momento de la


verdad, y antes de lo que había esperado en el encuentro. Aún así, tarde o
temprano tenía que dar un paso al frente, o simplemente terminaría saliendo
con su té y sin una cita—. Pensé que tal vez esta noche te gustaría ver esa
nueva película en el cine.

Cuando Gavin se congeló mientras bombeaba el jarabe de vainilla, Miles


ya sabía su respuesta. Era un día de tres pasos atrás.

Gavin se recuperó rápidamente, pero cuando se volvió con la bebida


terminada, lo hizo con una sonrisa de disculpa.

—Ojalá pudiera, pero tenemos una... una especie de cosa familiar esta
noche.

La familia, por supuesto, significaba sus socios comerciales: sus


compañeros ex Boinas Verdes y sus novios. Y una mujer que vivía con ellos.

Pero no Miles.

No sabía por qué no era lo suficientemente bueno para participar en las


reuniones “familiares” cuando los novios de Dez y Ash sí lo hacían. Parecía
haber una barrera allí que simplemente no podía cruzar, y no mentiría al
respecto, ni siquiera a sí mismo; dolía.

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Serie Lobos de Kismet 03
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Sawyer, Graham y la joven, Hannah, acababan de llegar a la ciudad, se


mudaron a la enorme casa en la que ellos vivían y de repente se habían
convertido en familia. Pero ni siquiera habían invitado a Miles a cruzar al
vestíbulo cuando lo recogía para la cena.

Demonios, había dejado de recogerlo porque estaba cansado de que lo


retuvieran en la puerta como un adolescente que viene por su hijo. Era
francamente deprimente, y nada de lo que hacía lo había cambiado.

Había sido tan amable como pudo con todos ellos. Intentó hablar con
todos, hacerse amigos de las personas que Gavin amaba. Pero al final,
siempre era lo mismo.

Sentía que Gavin solo estaba saliendo con él hasta que su propio novio
mágico apareciera para mudarse a la casa y convertirse en parte de su
impenetrable familia. Entonces todos olvidarían que había existido, y él
estaría solo otra vez.

Sabía que Gavin tenía una historia familiar complicada, y necesitaba y


merecía la familia que había creado para sí mismo. Su deseo de ser parte de
ella no entraba en eso.

—Por supuesto —estuvo de acuerdo mientras tomaba el té de Gavin.


Inmediatamente, lo dejó sobre el mostrador y buscó su billetera, pero el
hombre le hizo un gesto para que lo dejara.

—De la casa. Especial de luna llena.

Miles se rio de eso. Sabía que, técnicamente, no había pruebas de que


la luna llena sacara a relucir las cosas extra raras, pero como policía, seguro
que había visto muchas cosas más que salvajes durante esa época. Muchos
de los ayudantes consideraban que al ser asignados a trabajar durante noche
de luna llena estaban perdiendo algún sorteo de lotería.

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Serie Lobos de Kismet 03
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—Gracias.

Gavin se apoyó en el mostrador, con todo el cuerpo inclinado hacia


Miles, y él no pudo evitar pensar que era un señuelo. Acércate. Más cerca.
Déjame mostrarte todo lo que siempre has querido, y luego seré llamado a la
cocina y olvidaré que existes durante todo el próximo mes.

Lo único que Miles no podía entender era por qué seguía volviendo para
recibir rechazo tras rechazo. Simplemente había algo magnético en Gavin.

—¿Tal vez la próxima semana? —preguntó Gavin, y el corazón de Miles


dio un brinco por la migaja que le arrojo.

—La próxima semana sería bueno —estuvo de acuerdo, incluso


mientras se pateaba a sí mismo por ello. ¿No tenía respeto por sí mismo?—.
La película aún debería estar en cartelera. Y si no es así, podríamos
simplemente cenar. Hay un nuevo lugar vegetariano. Deberíamos ir antes de
que cierre.

Gavin se rio y asintió.

—Eso suena genial. Podríamos hacer ambas cosas.

Miles fingió conmoción, cubriendo su corazón con su mano.

—¿Vegetales y una película? Reduce la velocidad Casanova, no estoy


seguro de poder manejar tanto Gavin junto.

En una fracción de segundo, las pupilas de Gavin se agrandaron y la


expresión de su rostro se volvió hambrienta de una manera que Miles nunca
había visto en él. Se lamió el labio inferior lleno, y no pareció en absoluto un
gesto nervioso.

—Apuesto a que podrías manejarlo si realmente lo intentaras.

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Y así, Miles ya no pudo respirar. Quería intentarlo. A la mierda todo lo


demás, realmente quería intentarlo. Justo en ese momento, de hecho, a pesar
de todas las leyes de lascivia pública. Se inclinó sobre el mostrador, imitando
la postura de Gavin, hasta que sus labios estuvieron a centímetros de
distancia.

—Estaría feliz de intentarlo —ofreció.

La mirada de Gavin se dirigió a sus labios y Miles no pudo apartar la


mirada.

Esta. Esta era la intensidad que llenaba a Gavin durante una luna azul
y que le mostraba que el hombre realmente lo quería. El hecho de que aún no
hubieran tenido relaciones sexuales era un error, no una característica, y
tenía muchas ganas de corregirlo.

Sin previo aviso, Gavin se acercó y envolvió una mano firme alrededor
de su nuca, tirando de él y luego empujando sus labios juntos con fuerza.

Cuando lo besaba, siempre era firme, confiado, poderoso. Esto, sin


embargo, esto era algo salvaje. Gavin pidió entrar y lo tomó cuando se le
concedió. Aplastó sus bocas juntas, pasando su lengua dentro de Miles con
un abandono imprudente. Por ese momento perfecto y dichoso, Gavin lo
poseyó con ese simple beso.

Miles una vez más deseaba saltar sobre el mostrador, presionarse


contra Gavin de los labios a los pies y darle al hombre cualquier cosa y todo
lo que exigiera.

Quería tanto que Gavin hiciera una demanda.

En cambio, se separó y se frotó el rostro con ambas manos, con fuerza.

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—Lo siento —dijo sin destaparse el rostro—. Eso fue…

—Absolutamente perfecto —terminó Miles. Podía lidiar con muchas


cosas de Gavin, pero no iba a dejar que disminuyera ese beso fingiendo que
había estado mal—. De hecho, sería un hombre muy feliz si lo hicieras otra
vez. Ni siquiera me quejaría de tener que esperar hasta la semana que viene
para verte.

Gavin gimió y dejó caer la cabeza. Si el gemido no hubiera sido


claramente de frustración sexual, Miles podría haberse ofendido.

—Miles —saludó Dez, saliendo de la cocina—. Qué casualidad verte


aquí. ¿Cómo estás?

Era como si los amigos de Gavin tuvieran un sexto sentido de cuando


pensaban que estaba avanzando. Cada vez que pensaba que podría hacer un
gran avance, o al menos ser besado tan a fondo como quería, uno de ellos
aparecía e interrumpía. No creía que lo odiaran. No actuaban como si lo
odiaran. Solo que tampoco parecían querer que se acercara a Gavin.

Le dio a Dez una sonrisa forzada y asintió.

—Bien. Tú sabes cómo es. Supongo que será mejor que me vaya a casa.
Nos vemos chicos.

Regresó al auto, dejó el té en el portavasos, la galleta en el asiento del


pasajero y se quedó sentado allí, solo, por un largo rato.

Cuando sonó su teléfono, lo contestó automáticamente.

—Parker.

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—Hola, Parker —saludó una voz engatusadora del otro lado. Brown,
uno de los ayudantes más nuevos. Antes incluso de preguntar, Miles supo
con súbita conciencia lo que quería el hombre.

—Claro, trabajaré tu turno esta noche. —Sacó sus llaves y encendió el


auto. Aún vestía el uniforme de su último turno. Ni siquiera era necesario ir
a casa—. Estaré allí en unos minutos.

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La tienda se mantuvo en silencio durante largo rato después de que


Miles se fuera.

Por supuesto, Dez no iba a decir nada. Finalmente, Gavin suspiró y dijo
lo que tenía que decir:

—Tengo que romper definitivamente con él.

—¡Maldita sea, Gavin!

De todas las personas, esa era la última respuesta que esperaba de Dez.
Si alguien más entre la manada de Kismet entendía la profundidad de la
oscuridad en la humanidad, era Dez.

Sin embargo, no se le pasó por alto que rara vez lo llamaba por su
nombre real. Era extraño, ya que consideraba al hombre su mejor amigo, pero
Dez todavía lo llamaba “Cap” o de vez en cuando “Señor”, pero rara vez Gavin.

Se dejó caer contra el mostrador y solo lo miró. Eran una manada de


alfas, Dez, Ash y él, pero los otros dos siempre lo ponían a cargo. No lo
entendía del todo, y no necesariamente estaba de acuerdo, pero siempre
trataba de estar a la altura de las circunstancias cuando era necesario liderar.

Sin embargo, cuando se trataba de Miles, estaba perdido.

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Miró a Dez, buscando la respuesta que parecía no poder encontrar por


sí mismo.

—¿Qué más puedo hacer? Prácticamente salté sobre él porque la


maldita luna me tiene nervioso.

—Sí, parecía que le importó mucho. Incluso, estaba escandalizado. —


El rostro inexpresivo de Dez puso el punto en su sarcasmo, pero él ignoraba
las preocupaciones de Gavin.

—¿Y la próxima vez, cuando me crezcan los colmillos? ¿Cuándo quiera


saber por qué hay una manada de lobos en nuestro patio trasero? ¿Qué tal
cuando yo… —Miró alrededor de la tienda vacía y bajó la voz de todos modos—
…haga un maldito nudo durante el sexo? ¿Crees que todavía no le importaría?

Dez de alguna manera se las arregló para parecer preocupado y poco


impresionado al mismo tiempo. El ceño fruncido no impresionado era su
especialidad, pero no podía ocultar sus ojos dulces de Gavin.

—Entonces díselo.

—¿Crees que es buena idea?

Y eso fue todo. Dez ya no podía mirarlo a los ojos.

—Honestamente, no lo sé. No hemos llegado a conocerlo tan bien.


Parece un buen tipo, pero nunca lo invitas.

—Porque alguien en la casa siempre jodidamente me está llamando alfa,


o cambiante, o… ¿Cómo podría, Dez? No hay forma de meterlo lento. Es todo
o nada, y en el momento en que se convierte en todo, es demasiado tarde si
resulta que me equivoqué con él. —Su pecho se agitaba por el esfuerzo de
respirar y se sentía como un niño: pequeño, débil y a punto de tener un ataque

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Serie Lobos de Kismet 03
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de pánico porque había suspendido un examen de matemáticas y tenía que


decírselo a su madre.

No es que tuviera experiencia con eso.

El fracaso no había sido una opción en la casa Lloyd.

—¿Te sientes mejor? —preguntó Dez.

Gavin negó con la cabeza, luego suspiró y asintió. No era una situación
mejor, pero se sentía mejor después de haberle dicho a alguien cuál era el
problema. No podía hablar de eso con la única persona que realmente quería:
Miles.

El hombre era dolorosamente hermoso, con sus pómulos altos, rizado


cabello negro y ojos del color de la madera de cerezo. Más importante aún,
era inteligente, amable y divertido, y todo lo que siempre había querido en un
hombre.

Simplemente no había forma de saber cómo reaccionaría ante el hecho


de que Gavin y su familia eran hombres lobo. Si hubiera sabido que Miles
podría manejarlo, se lo habría dicho hace ocho meses, luego lo habría
arrastrado a su habitación y le habría hecho todas las cosas lascivas que
claramente deseaba. Todas las cosas lascivas que él deseaba también, tanto.

Trató de no permitirse pensar en eso, pero estaba bastante seguro de


que estaba enamorado de Miles. Desafortunadamente, a menos que
aprendiera a ver el futuro y supiera cómo manejaría la revelación del hombre
lobo, nunca podría decírselo.

Así que lo mejor sería romper, para ahorrarles a ambos el dolor de una
relación que no podría suceder.

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Serie Lobos de Kismet 03
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El único problema era que, cada vez que se convencía a sí mismo de


hacerlo, Miles entraba en la tienda con su sonrisa torcida, sus palabras
tímidas y su ridículo pedido de té, y Gavin se encontraba una vez más
prometiendo llamar.

Queriendo llamar.

Llamándolo.

Había intentado borrar el número de Miles de su teléfono una vez, pero


resultó que en algún momento lo había memorizado.

—Probablemente no diría nada —afirmó Dez en voz baja—. Incluso si


decide romper después de que se lo hayas dicho.

Que Dez, una de las personas más cínicas del mundo, sugiriera tal cosa
probablemente decía algo sobre la forma en que Gavin estaba actuando. Como
si no pudiera recuperarse y hacer su trabajo si perdía a un hombre.

Gavin no tenía ese lujo. Su gente contaba con él para ser su roca, y no
podía darse el lujo de no estar disponible para ellos.

—Está bien —afirmó Gavin, suavizando la emoción de su voz y, con


suerte, de su rostro. Era más difícil de lo habitual por la luna llena, pero
imaginó que era más fácil para él que para los demás.

Ese era su verdadero problema, después de todo. No Miles, sobre quien


Dez tenía razón. Miles era un hombre honorable, e incluso si odiaba a Gavin
después de enterarse de la verdad, nunca haría nada que pusiera en peligro
a la manada.

El secreto que tenía que ocultar a todo el mundo era mucho peor que
el de los hombres lobo. Era que ni siquiera era uno real.

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Serie Lobos de Kismet 03
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***

En el momento en que llegaron a casa después de cerrar la tienda, fue


obvio que algo andaba mal. Ash estaba al teléfono en la cocina, paseándose y
ordenando lo que sonaba como un montón de pizza, incluso para ellos.

Gavin apareció en el estudio para ver si tenían invitados a los que no


había olfateado, pero solo estaban las personas que esperaba encontrar. El
problema no era quién; era el estado en que se encontraban.

Graham parecía destrozado, y Sawyer estaba sentado con un brazo


alrededor de él, Hannah cargando a la bebé Paige y sentada en la mesa de
café frente a él, sostenía su mano.

Cuando vio a Gavin, saltó, el alivio claro en sus ojos.

Por eso no tenía tiempo de preocuparse por su vida amorosa. Tenía una
manada que cuidar y requería más trabajo del que uno pensaría que podrían
requerir cinco adultos y un bebé.

Demonios, el bebé era el que menos trabajo requería. Había que


asegurarse de que la alimentaran, la cambiaran y la abrazaran, y eso haría
que todo estuviera bien.

Hannah se acercó corriendo, presionando a Paige en los brazos de Dez


mientras se inclinaba hacia Gavin. Dez se sorprendió, pero aceptó sin
quejarse y fue a sentarse junto a su novio, quien seguía consolando a
Graham.

—Lyndon no está —susurró Hannah—. Es uno de los chicos omega de


la manada Martingale.

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Serie Lobos de Kismet 03
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Por supuesto. Eso preocuparía a Graham. Los omegas en la manada


Martingale habían sido lo más cercano que tenía a una familia antes de llegar
a Kismet. Gavin había pensado en invitarlos a todos cuando fueron a
buscarlo, pero había tantos problemas legales y éticos, sin mencionar la
cuestión de qué querían los niños, que dejó el asunto.

Claramente esa había sido una decisión equivocada.

—¿Alguna idea de lo que pasó? —preguntó inclinando su rostro lejos de


Graham, esperando que no estuviera escuchando. Probablemente ya lo sabía,
pero no necesitaba más estrés.

Hannah frunció el ceño, no a Gavin, sino a una mancha en su camisa


que él sospechaba que representaba una gran injusticia que ella misma había
presenciado y por la que había pasado.

—Jean, la jefa omega allí, ha estado preocupada por él. Algunos de los
otros padres llevaron a sus hijos omega a los dormitorios regulares después
del cambio de liderazgo que instituiste. Pero su madre se ha ido, y su padre
no vino por él.

—Y él no fue con su padre, ¿lo entiendo bien?

Ella negó con la cabeza y se inclinó tan cerca que él podía sentir el calor
de su cuerpo.

—Jean cree que podría estar tratando de venir hasta aquí. Trabajó con
Graham en las cocinas, y supongo que Ash y tú dejaron una impresión
duradera cuando irrumpiste en el enclave. Ella dijo que él no ha dejado de
hablar de los dos.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

El corazón de Gavin se rompió por un niño que necesitaba tanto un


modelo a seguir que se aferró a dos hombres que había conocido por una
suma total de menos de una hora.

—¿Le dijiste que estaríamos atentos?

—Lo hice —estuvo de acuerdo, luego miró a Graham, que sostenía al


bebé, y parecía más tranquilo—. Pero si está tratando de venir aquí, las
posibilidades de que incluso salga de California…

Él asintió y no respondió, porque no había forma de responder. Ella


tenía razón. Si Lyndon estaba tratando de llegar a Colorado, lo mejor que le
podía pasar era que lo atraparan antes de que abandonara el recinto
Martingale.

Por enésima vez desde que habían dejado a los Martingale recoger los
pedazos de su manada rota, se preguntó si había hecho lo correcto. Su alfa
había sido un monstruo, prácticamente salvaje, pero ¿había sido su lugar
socavarlo por completo? Y si fallaban ahora porque pensaban que Gavin era
una especie de mesías hombre lobo y, por lo tanto, infalible, ¿sería su culpa?

Aparentemente, el liderazgo que había sugerido le había fallado tanto a


este chico que pensaron que había decidido huir a medio país de distancia.
No era un comienzo auspicioso para una noche de luna llena, e iba a pesar
en su mente hasta que encontraran al niño.

Esto era lo que pasaba cuando “el lobo que se hizo a sí mismo” trataba
de liderarlos. Gavin no se había hecho nada a sí mismo, y ahora una manada
se estaba desmoronando y un niño pequeño se había perdido. Sabía que los
Martingale tenían trabajo que hacer, pero había asumido que serían capaces
de hacerlo por sí mismos una vez que el alfa podrido fuera removido del poder.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

Él no era un maldito mesías, y no iba a asumir la responsabilidad por


cada hombre lobo vivo. Conversaba con ellos, había estado hablando con ellos
semanalmente, de hecho, tratando de aconsejarles lo mejor que podía cuando
surgían problemas, pero tenía una manada de la que cuidar, y no podía hacer
mucho por las personas. que no estaban dispuestas a hacer algo por mismas.

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Serie Lobos de Kismet 03
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El turno de la tarde estaba sorprendentemente tranquilo para una luna


llena. Sin exhibicionistas en la plaza del pueblo, no más borrachos asistentes
a fiestas navideñas desde que terminó el Año Nuevo y, afortunadamente, nada
violento.

Kismet no tenía muchos delitos violentos; era demasiado pequeño y


exclusivo para realmente sustentar ese tipo de cosas. Los problemas
habituales involucraban a chicos ricos que pensaban que se les debería
permitir salirse con la suya en cosas como beber y conducir.

La multitud de vacaciones de Navidad se había filtrado para el año


nuevo y, por el momento, las cosas iban lentas. Ayudó, a la policía, no al
bienestar financiero del resort, que no hubiese casi nevado en mucho tiempo.

Pasó la mayor parte del turno de noche redactando un informe sobre la


desaparición de un perro y consolando a una familia por la probable pérdida
de su mascota.

Finalmente se despidió justo después de las dos y se dirigió a casa. Al


menos había sido un día productivo y Brown le debía un turno. No es que
pensara que conseguiría que se lo devolviese. Brown estaba a punto de ser
despedido, ya era un milagro que hubiera logrado pasar por la academia.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

Pero bueno, tal vez si Gavin cumpliera su promesa de una cita pronto,
podría llegar a usarlo para tomarse una noche libre para eso. Esa era una
dulce fantasía, y ambas cosas tenían la misma probabilidad de suceder. Tal
vez Gavin lo invitaría a su casa y también le propondría matrimonio.

El semáforo se puso en verde y acababa de empezar a avanzar de nuevo


cuando la radio se encendió con un crujido.

—La compañía de seguridad reportó una brecha en el perímetro en el


uno once de Morningside —anunció el aburrido operador nocturno. Tan
aburrido que no podía molestarse en hacer correctamente su trabajo,
reflexionó, antes de que su mente y su corazón tartamudearan.

Uno once Morningside Drive es la dirección de Gavin.

Comprobó el tráfico a su alrededor, encendió las luces e hizo un giro en


U para regresar en dirección al vecindario donde vivía el hombre.

No era gran cosa, se aseguró a sí mismo. Kismet no recibía muchos


delitos violentos. Él había estado pensando eso mismo hoy, ¿no? Además,
Gavin y dos de las personas que vivían con él eran ex-militares. Habían sido
Boinas Verdes, por el amor de Dios. Podían manejar cualquier cosa que
pudiera suceder en sus puertas.

De cualquier modo, la mayoría de esas alertas de la compañía de


seguridad terminaban siendo animales salvajes. Esto no sería diferente. Solo
un ciervo saltando de alguna manera una pared de piedra de dos metros y
medio y activando los sensores de movimiento en el interior.

La tibia tranquilidad no le impidió dirigirse a una posible escena del


crimen mientras técnicamente no estaba de servicio.

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Ninguno de los que estaban de servicio había llegado cuando él lo hizo,


y no hubo respuesta cuando llamó a la puerta principal, lo que no fue una
sorpresa, ya que eran las dos de la mañana, por lo que se dirigió a la parte
trasera de la casa. Las luces de la galería cubierta trasera aún estaban
encendidas, así que tal vez alguien se había levantado.

Demonios, tal vez ellos mismos activaron accidentalmente la alarma.


La gente que se acostaba tarde a veces hacía locuras. A lo mejor, después de
todo, pillaba al que hacía nudismo, aunque si estaba en una propiedad
privada, no había nada ilegal en ello.

—¿Hola? —gritó, pero no obtuvo respuesta. Sin embargo, había ruido


en la pendiente, así que se dirigió al bosque.

La nieve era vieja y estaba profundamente marcada por huellas de


zapatos y, curiosamente, por lo que parecían perros. Gavin nunca había
mencionado tener perros, y Miles no creía haber visto alguno en la casa desde
su puesto permanente en el porche. Sin embargo, definitivamente había
gruñidos en algún lugar más adelante, así que tal vez los tenían, y el perro, o
los perros, habían encontrado a quien saltó la pared.

Caminó hacia arriba a través de los restos de nieve en el suelo, tratando


de estar atento a las personas, pero no vio mucho más que nieve, sombras y
pinos. Cuando encontró la pared, y al hombre vestido como un ladrón, no
estaba acosado por perros.

Estaba rodeado de lobos.

La mano de Miles inmediatamente cayó sobre su arma, pero ¿qué


diablos iba a hacer con eso? Había al menos cuatro lobos, sin mencionar al
probable ladrón.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

Parecía que el hombre estaba reconsiderando toda su vida, y era


probable que huyera en la primera oportunidad, y esa brecha probablemente
fuese por los lobos matando a Miles en lugar de él.

Afortunadamente, aunque se giraron a mirarlo, los lobos no cambiaron


de objetivo.

—Ayúdame hombre —suplicó el ladrón—. Tienes que disparar a estas


cosas.

Miles consideró sus opciones.

En primer lugar, había habido pocos lobos, si es que alguno, en su área


en muchos años. En segundo, estaba bastante seguro de que los
conservacionistas estaban a favor de los lobos en estos días. Algo acerca de
que los depredadores son buenos para el ecosistema.

Si pudiera evitarlo, definitivamente preferiría no matar a los lobos.

Por otro lado, ¿por qué diablos estaban dentro del muro que rodeaba la
casa de Gavin? Deberían estar del otro lado. ¿Habrían herido a las personas
que vivían en el complejo? No, eso no parecía probable. No había visto sangre,
o ningún signo de ataque.

De hecho, dada la plétora de huellas de patas, Miles podría asegurar


que los lobos vivían dentro de la propiedad. La familia de Gavin
probablemente los tenía como mascotas exóticas. No es de extrañar que no
quisieran que un policía visitara su casa si tenían lobos viviendo en ella.

Contuvo su suspiro de frustración. Realmente no quería tener que


arrojar al paño a la gente de Gavin, maldita sea.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

—Mira —le dijo al ladrón—, no están atacando. No creo que vayan a


hacerlo. Así que te darás la vuelta, lentamente, y pondrás las manos contra
la pared.

El hombre se burló y lo miró fijamente.

—¿Estás bromeando, cerdo?

¿Cerdo? ¿En serio? Miles puso los ojos en blanco.

—Si lo prefieres, podría dejarte aquí con ellos. Demonios, ni siquiera


estoy de servicio. No necesito estar aquí.

Uno de los lobos, uno negro gigante, dio media vuelta y caminó hacia
Miles. No iba a mentir, si el lobo hubiera actuado de otra manera que no fuera
aburrido, podría haberse aterrado al verlo. En cambio, la gran cosa se acercó
a él y empujó su nariz contra su vientre, empujándolo unos centímetros hacia
atrás.

Si alguna vez hubo una señal lobuna para “vete, humano”,


probablemente fuera esa.

Miró al ladrón, cuya boca estaba abierta por la sorpresa.

—¿Eres jodidamente amigo de estos monstruos?

Uno de los otros lobos, uno grande y rubio dorado, gruñó y dio un paso
amenazador hacia él, y él ladrón se calló.

Miles para ese momento estaba jodidamente asustado, pero se armó de


valor y se quitó las esposas del cinturón. El lobo negro gigante resopló y se
alejó de él. Se dirigió hacia el ladrón, aparentemente ya no interesado en
Miles. La forma en que caminaba era inusual, como si una de sus patas
traseras no soportara el peso.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

Miles no sabía que los lobos podían sobrevivir así, pero algo en eso lo
hizo feliz. El lobo negro era aterrador, por supuesto, por lo que cualquier
lesión no lo hacía menos peligroso, pero era bueno saber que los lobos se
cuidaban entre ellos.

Se sacudió la distracción y levantó las esposas.

—Tu escoges, amigo. Un viaje al recinto del centro, o te quedas aquí en


Segundas Oportunidades con los, um, perros.

Uno de los lobos ladró, y Miles podría haber jurado que era una risa.

Esta vez, el ladrón se volvió hacia la pared y levantó las manos.

Miles miró a los lobos por un segundo antes de marchar hacia adelante,
usando los movimientos eficientes que le habían enseñado en la academia
para mover los brazos del hombre detrás de su espalda y ajustar las esposas.
Fingió que no estaba aterrorizado, pero estaba seguro de que los lobos podían
oler el miedo, y probablemente este estaba saliendo de él como el peor hedor
de todos los tiempos.

Ninguno de los lobos se movió hacia él. En realidad, ninguno de ellos


se movió en absoluto.

Se giró a sí mismo y al ladrón, y condujo al hombre de regreso a la casa,


manteniendo su confianza a su alrededor como si fuera un escudo que
pudiera protegerlo de los dientes largos y afilados. Y la rabia. ¿Los lobos
portaban rabia?

Los lobos se quedaron atrás. Tan pronto como se alejaron de ellos, el


hombre trató de escapar y huir, y como resultado, terminó tropezando y
cayendo directamente sobre el policía que se suponía que estaba designado

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

allí, el ayudante Tim Tomlinson, quien había sido acompañado hasta la colina
por Gavin.

El ayudante Tomlinson levantó una ceja hacia Miles, quien se encogió


de hombros.

—Estaba en el vecindario. —Tomlinson no parecía creer eso, pero ¿qué


más podía decir? ¿Estaba preocupado por el tipo que ni siquiera es mi novio?
No, es mejor parecer demasiado entusiasta, y no desesperadamente amoroso.

—Hay una manada de malditos lobos por ahí, y él trató de alimentarme


con ellos —gritó el tipo, un poco histérico, y fue su turno de obtener la ceja
dudosa de Tomlinson.

—¿Es metanfetamina o algo más serio? —le preguntó el ayudante al


hombre, quien comenzó a balbucear acerca de no estar drogado. Tomlinson
miró a Miles—. ¿Viste una manada de lobos por ahí? ¿Intentaste alimentarlos
con nuestro amigo el ladrón?

Miles no miró a Gavin. Miró a Tomlinson a los ojos y torció los labios de
una manera que transmitía disgusto.

—Mi dinero está en la coca.

Y eso fue todo. Tomlinson cambió sus esposas por las suyas, el ladrón
fue tildado de mentiroso y, de repente, Miles era uno.

Le había mentido a su propio departamento por un hombre al que


probablemente no le gustaba ni la mitad de lo que le gustaba a él. No
bromeaban sobre las pendientes resbaladizas, y Miles ya estaba tratando de
imaginar cómo escribiría el informe con la menor cantidad de mentiras
posible.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

Se ofreció a ir al centro y Tomlinson lo rechazó.

—Haz el informe por la mañana. Has trabajado dieciséis horas hoy y es


hora de que duermas un poco.

Tomlinson y su compañero se fueron con el ladrón en la parte trasera


de su auto, dejando a Miles solo en el camino de entrada con Gavin, por quien
acababa de mentir.

Por primera vez en su relación, Miles descubrió que, literalmente,


preferiría estar en cualquier lugar que no fuera la compañía de Gavin. De
vuelta con los lobos, tal vez, ya que no necesitaba tener una conversación
tensa con ellos. Como era de esperar, no había señales de lobos.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

A la mierda su vida.

No, en serio, a la mierda toda su vida y todo lo relacionado con ella.

Si alguna vez hubo una posibilidad de que Miles aceptara la revelación


del hombre lobo, ahora simplemente se había ido por la ventana.
Probablemente había sido atropellado un par de veces por la ridiculez de un
maldito ladrón tratando de entrar en la casa.

¿Qué podría haber estado pensando el hombre? ¿Qué las personas con
un muro de piedra de dos metros y medio no tendrían seguridad?

Gavin suspiró, largo y profundo, y se quedó mirando el camino


pavimentado bajo sus pies.

—Lo siento por esto —murmuró.

—Por favor, dime que eres una especie de conservacionista o algo así —
respondió Miles.

—¿Eh?

Él gimió y se frotó los ojos.

—Ya sabes, conservacionistas. Estás tratando de, no sé, repoblar lobos


en el área o protegerlos de personas ignorantes con armas, o... alguna cosa.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

Bueno, eso era peor. Ya era bastante malo que Miles se hubiera metido
en medio del lío. Gavin no quería tener que mentirle encima. Pero…

—Espera, ¿cuáles son las otras opciones?

—¿En serio? Gavin, por favor, dime que no tienen una manada de lobos
como mascotas exóticas. Por favor. —La mirada en los ojos de Miles fue
suficiente para herir el corazón de Gavin. Claramente quería creer lo mejor de
él, incluso mientras pensaba que accidentalmente había tropezado con algo
poco ético.

Gavin lo miró a los ojos, lo sostuvo y repitió:

—No tenemos una manada de lobos como mascotas exóticas. Los lobos
no son buenas mascotas. Son animales salvajes.

Miles resopló aliviado, así que al menos pareció creerle. Era cierto,
después de todo. Gavin nunca intentaría tener un lobo como mascota. Sonaba
suicida en el mejor de los casos, pero, sobre todo, era un abuso de una
criatura que debería ser libre.

Aun así, siendo Miles, no podía dejarlo. Su curiosidad e inteligencia


eran dos de sus mejores características, por lo que Gavin ni siquiera se
sorprendió cuando siguió con un:

—¿Entonces que es la manada de lobos en tu propiedad?

—Es una manada de lobos —le dijo Gavin. No quería mentirle, pero
incluso bailar alrededor de la verdad era una manera de mentir. No sabía por
qué se molestaba—. Son libres de irse en cualquier momento. Yo no los
controlo.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

—Tienes un muro alrededor de tu propiedad —señaló Miles, siempre


con la voz de la razón.

Gavin asintió, pensando rápidamente.

—Cierto, pero los lobos entraron solos. Estoy seguro de que pueden
usar la misma salida que tomaron para entrar. —De nuevo, no era mentira.
Solo evitaba señalar el hecho de que los lobos tenían forma humana cuando
habían entrado en la propiedad.

Eso ralentizó las preguntas, al menos por un minuto, mientras Miles


procesaba.

—¿No te preocupa cómo entraron?

—Nadie más parece haberse colado de esa manera —señaló Gavin—. El


ayudante Tomlinson dijo que la compañía de seguridad llamó por el intento
de robo, por lo que todavía están en alerta.

Y maldita sea, iba a tener unas palabras con ellos. Se suponía que
debían llamar a la casa ante cualquier alarma antes de notificar a la policía.
Había tenido su teléfono con él toda la noche, con el timbre encendido, y no
había recibido llamadas. Su manada no necesitaba a la policía para
protegerlos.

Miles asintió y miró a su alrededor.

—No sé mucho sobre lobos, pero es extraño que estén usando tu


propiedad como una especie de base, ¿no?

—¿Base?

Miles agitó una mano hacia el costado de la casa.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

—Han dejado tantas huellas atrás, deben haber estado aquí por
bastante tiempo, Gavin. Seguramente te diste cuenta.

Gavin asintió. Por supuesto que se había dado cuenta. Y, por supuesto,
Miles, inteligente y observador, había notado las huellas de lobo en la nieve.

—Ya no tengo idea de lo que es normal, Miles. Hay lobos en la


propiedad. Solo es así. —Parecía exhausto, incluso para sí mismo, y no era
de extrañar. No estaba cansado físicamente. No, la luna llena lo mantenía
despierto y alerta hasta cerca del amanecer, como solía hacer. Pero en todos
los demás sentidos, no podría estar más agotado.

Le estaba mintiendo. Interfiriendo en la carrera del hombre,


colocándolo en la posición en la que sintió que necesitaba mentir.

Miles, de hecho, había mentido para protegerlo. Mintió porque pensó


que podría estar violando la ley y estaba dispuesto a protegerlo. Miles había
protegido a la manada del escrutinio no deseado y Gavin quería besarlo.

—Entonces, ¿dónde están todos los demás? Pensé que era… —Miles
señaló con la mano airosamente, tratando de fingir que el despido anterior en
la tienda no lo había molestado—. Una noche familiar, o lo que sea.

—Es bastante tarde —señaló Gavin, con la esperanza de no tener que


mentir sobre eso.

—Correcto —asintió Miles, bajando la cabeza—. Supongo que debería


irme.

—No, eso no es lo que… —Gavin no había tenido la intención de obligar


al hombre a irse. De hecho, ahora que parecía que iba a hacerlo, no quería
nada más que se quedara. Por una bebida. Por la noche. Por siempre.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

Algo en él aulló de alegría ante esa idea.

Impulsivamente, se inclinó hacia el espacio de Miles y juntó sus labios.


Sus intenciones eran buenas. Solo quería mostrar afecto al hombre por el que
sentía algo.

Las intenciones no contaban mucho en la luna llena.

Nunca estaba fuera de control, exactamente, simplemente nervioso.


Tenso. Listo para saltar sobre cualquier cosa con ambos pies, algo que Gavin
no hacía la mayor parte del tiempo. Pero él siempre había querido saltar sobre
Miles. La luna llena parecía darle el permiso que tanto deseaba.

Atrajo a Miles, tan cerca que pudo sentir cada aliento que el hombre
tomaba, y saqueó su boca. Cuando se echó hacia atrás para tomar aire, Miles
dejó escapar un pequeño gemido entrecortado, pero no hizo ningún
movimiento para alejarse.

—Entra —susurró Gavin. Era más una orden que una petición, pero
eso no pareció hacer ninguna diferencia para Miles, quien asintió sin abrir los
ojos. Una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios y asintió de nuevo. Gavin
no esperó las palabras, o que el hombre cambiara de opinión. Lo levanto en
brazos y entró en la casa.

Cerró la puerta principal detrás de él; ya habían tenido suficientes


problemas esa noche con extraños en la propiedad.

Sin otra palabra, llevó a Miles por las escaleras hasta su espacio en la
casa.

El piso de arriba era abierto y bien ventilado, dispuesto como una


imitación de una enorme cabaña de troncos, con madera expuesta por todas
partes y sin más paredes que las que separaban el baño.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

Miles, a pesar de que era la primera vez que entraba en la casa, ni


siquiera miró a su alrededor. Siguió mirando a Gavin, pasando los dedos por
su cabello y sonriendo, como si él, con su aburrido corte de pelo rubio y su
genérica mandíbula cuadrada de militar, fuera el hermoso.

No tenía idea de cómo Miles no pasaba horas al día mirándose al espejo,


con esos rizos perfectos y ojos cálidos y amorosos. Siempre era doloroso
apartar su mirada de él.

Así que Gavin no apartó la mirada mientras dejaba a Miles en su cama.


Sin una palabra, le quitó el cinturón, con su arma y otros accesorios de su
trabajo, y colocó todo en la mesita de noche. No fue tan cuidadoso con el resto
del uniforme, simplemente se lo quitó y lo arrojó detrás de él.

Necesitaba ver a Miles. Todo de Miles.

Era tan hermoso como había imaginado; delgado y nervudo, pero de


ninguna manera blando, cubierto de firmes y suaves extensiones de músculo.
Tenía la mandíbula cubierta de barba de las cinco después de un día muy
largo de trabajo y esta raspaba contra las yemas de los dedos de Gavin.

Quería sentirlo en sus muslos.

Entrelazando sus dedos a través de los rizos oscuros de Miles, tiró de


él hasta que estuvo sentado en el borde de la cama. Su pene estaba erguido,
presionando contra su vientre, y sus pupilas estaban tan dilatadas que sus
ojos se veían negros. No habían hecho nada más que besarse, y ya se veía
depravado.

Él estaba mirando el bulto en los jeans de Gavin como si quisiera lamer


la mezclilla.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

—Miles. —Cuando Gavin dijo su nombre, levantó la mirada y la fijó en


sus ojos por un momento antes de apartar la mirada. Como lo habría hecho
un lobo sumiso.

Así que Gavin tomó sus mejillas y levantó su rostro para poder mirarlo
de nuevo.

—Quiero que me desabroches. Entonces vas a sacar mi pene y


chuparlo. ¿Sí?

Miles asintió, su respiración entrecortada ante la orden. Gavin arqueó


una ceja, por lo que prácticamente respiró.

—Sí.

—¿Es eso lo que quieres, Miles?

—Joder, sí. —Pareció volverse más audaz, ya que el sexo estaba


claramente sobre la mesa. Como si Gavin lo hubiera desnudado sin tener la
intención de jodérselo—. Sabes muy bien que he querido chuparte desde
nuestra primera cita.

Era un punto justo. Miles nunca había sido tímido acerca de lo que
quería. Él había sido el que se había contenido.

Volvió a tirar del cabello de Miles, tirando de su cabeza hacia atrás, y


se inclinó para reclamar sus labios. Mientras se inclinaba, mordió ese
hermoso y carnoso labio inferior.

—Entonces ponte a trabajar. Ahora.

Las manos de Miles se dispararon, tratando de accionar el botón de la


bragueta de Gavin tan rápido que sus dedos casi se enredaron. Hizo una

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

pausa, respiró hondo y, de manera mucho más eficiente, bajó la cremallera y


apartó el bóxer.

Cuando el pene de Gavin se liberó, Miles se lamió los labios, respirando


con dificultad y estirando la mano para estabilizarlo. La mirada en sus ojos
se volvió determinada cuando se inclinó hacia adelante para lavar la cabeza
con la lengua.

No le tomó mucho tiempo envolver sus labios alrededor de él y comenzar


a presionar, tratando de que todo encajara en su boca. No iba a suceder, pero
fue un maldito buen esfuerzo.

—Mmm —tarareó Miles a su alrededor, mirando a Gavin, con una


pregunta en sus ojos.

El corazón de Gavin se derritió un poco. Su dulce ayudante quería


tranquilidad. Eso era bastante fácil de proporcionar.

—Eres tan bueno, cariño. —Apretó su mano en el cabello de Miles y lo


empujó una fracción hacia adelante, haciéndolo gemir alrededor de su boca
llena. A él también le gustaba un poco de mangoneo, al parecer—. Joder, eres
perfecto, ¿eh?

En ese momento, Miles envolvió sus brazos alrededor del trasero de


Gavin y tiró de él con fuerza, forzando su pene hacia dentro tanto como pudo,
con espasmos en la garganta alrededor de la punta mientras trataba de evitar
las arcadas.

Gavin gimió y echó la cabeza hacia atrás. Trató de encontrar más


palabras de elogio, pero las sensaciones se hicieron cargo.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

Miles se deslizó hacia arriba y luego hacia abajo, ahogándose con su


pene una y otra vez, y todo lo que Gavin pudo hacer fue murmurar, "Tan
perfecto" una y otra vez.

Cuando la fricción y el calor húmedo hicieron que sus bolas


comenzaran a levantarse, usó su agarre en el cabello de Miles para sacarlo.

Miles se quedó sin aliento, con los ojos llorosos, y miró a Gavin
esperanzado.

—Eso fue tan jodidamente bueno, cariño. —Soltó el agarre del cabello
del hombre y usó ambas manos sobre sus hombros para empujarlo hacia
atrás—. Tan bueno para mí. Pero no quiero correrme en tu boca. He estado
deseando ese hermoso trasero desde nuestra primera cita.

Otra mentira. Lo había querido en el segundo en que lo había visto en


esos malditos pantalones calientes de uniforme, mucho antes de su primera
cita.

—¿Vas a abrirte para mí?

Miles asintió y luego, rápidamente habló:

—Sí. Por favor, joder sí, Gavin.

—¿Qué quieres, cariño? Dime. —Levantó la mano y acarició la mejilla


de Miles.

—Quiero que me rompas el culo. Jódeme en el colchón. Hazme sentirlo


mañana. —Levantó una pierna larga y la envolvió alrededor del trasero de
Gavin, tratando de atraerlo—. ¿Por favor?

Fue entonces cuando Gavin recordó.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

—No tengo condón.

—No me importa, Gavin, solo por favor jódeme.

¿Y qué podía responder él a eso?

—Lo que quieras, cariño.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

Se dio cuenta, en ese momento, que no había pensado que alguna vez
llegarían al dormitorio.

Pero allí estaba Gavin, con las pupilas muy abiertas y los ojos
entrecerrados, con aspecto salvaje mientras se inclinaba sobre él.

Recordó la manada de lobos en el bosque, y se estremeció. Tal vez


habían elegido el patio trasero de Gavin como hogar porque reconocían la
jodida alfa-calidad del hombre. Los lobos buscaban eso, ¿verdad?

Gavin lo atravesó con dos dedos resbaladizos a la vez, y Miles jadeó,


pero no podía dejar de mirarle. No se había dado cuenta de cuándo o dónde
había conseguido el lubricante, y si se lo hubieran preguntado, le habría dicho
que se olvidara de eso y simplemente lo jodiera.

Esa era una idea terrible, una idea que podía terminar muy
dolorosamente, pero su paciencia estaba tan agotada que ya no le importaba.
Necesitaba a Gavin dentro de él.

—Por favor —repitió, como, si lo dijera las suficientes veces, Gavin


dejaría de jugar y simplemente lo jodería.

Gavin le dirigió una sonrisa maliciosa que hizo que su corazón latiera
más rápido.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

—¿Lo necesitas, cariño?

—Sí —jadeó—. Mucho.

Gavin agarró una almohada de la cabecera de la cama y, levantándolo


con facilidad, la colocó debajo de sus caderas. Ni siquiera se molestó en
quitarse el resto de los vaqueros, simplemente se subió a la cama, se posicionó
y empujó hacia adelante con un golpe brutal que hizo que Miles gritara y se
encorvara.

No para alejarse, oh no. Fue duro y rápido y exactamente lo que


necesitaba.

Gavin agarró sus muñecas y las sostuvo sobre la cama por encima de
su cabeza, mirándolo a los ojos. Su mirada tenía toda la intensidad que Miles
sabía que había en él, pero que normalmente retenía.

—¿Así, mm? —Se echó hacia atrás y golpeó de nuevo sin mover la
cabeza ni perder el contacto visual—. ¿Eso es lo que querías?

Miles envolvió sus piernas alrededor del trasero de Gavin, empujando


hacia la siguiente fuerte estocada.

—Sí. Joder, dámelo. Todo.

Con eso, Gavin tomó su boca otra vez, en un besó duro y magullador,
sus dientes chasquearon mientras tomaba lo que quería. Mordisqueó su
camino por la mandíbula de Miles, luego por el cuello, y mordió con fuerza en
la curvatura. Solo eso fue casi suficiente para enviar a Miles al límite, la
presión de los dientes en su cuello, ese cuerpo fuerte encima de él,
sujetándolo, dándole todo lo que tenía.

Era todo lo que quería.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

Los muslos de Gavin eran como acero debajo de los suyos, y su rostro
no mostró tensión cuando se echó hacia atrás para mirarlo nuevamente. Ni
siquiera se vislumbraba un esfuerzo físico. No estaba sin aliento en lo más
mínimo por joderlo como una máquina, pero esa intensidad salvaje en sus
ojos apenas estaba contenida. Parecía que quería morder, y Miles no tenía
ninguna duda de que le dejaría hacerlo.

Ni siquiera estaba seguro de por qué era importante.

Gavin liberó una mano, de alguna manera todavía sujetándolo


fácilmente con solo una, y extendió la otra entre ellos para palmearle el pene.
Apenas lo había envuelto con su mano, apretándolo una vez, cuando el
mundo de Miles se hizo añicos a su alrededor. Fue el orgasmo más alucinante
que había tenido en su vida. Gavin mantuvo su mirada sobre él en todo
momento, sus embestidas constantes y su mano tirando del pene.

Solo después de que Miles bajó un poco, jadeando, Gavin aumentó su


propia velocidad, inclinándose una vez más para presionar sus dientes en el
cuello de Miles. Sin morderlo profundo, solo sosteniéndolo así mientras se
ponía rígido y se acurrucaba alrededor de su cuerpo, corriéndose en silencio.

En su interior.

Algo que nunca pensó que encontraría tan satisfactorio.

Casi esperaba que Gavin se levantase de un salto y tomara un trapo


húmedo para lavarlos, pero en lugar de eso, se quedó así durante mucho
tiempo, y cuando salió, no se alejó. Todo lo que hizo fue moverlo hasta que su
cabeza quedó sobre una almohada cerca de la cabecera, y luego se acurrucó
casi agresivamente, con su rostro aún presionado contra su cuello.

***

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

Miles se despertó con una sonrisa en su rostro. Claro, cada músculo de


su cuerpo dolía, pero era el tipo de dolor que amaba. El tipo de dolor que rara
vez tenía. No había demasiados hombres por ahí que pudieran manejarlo
como lo había hecho Gavin, y le había encantado cada segundo.

Por un momento, se permitió disfrutar del sentimiento. Gavin


finalmente había hecho algo con las constantes miradas ardientes que se
lanzaban el uno al otro, y había sido absoluta y jodidamente perfecto.

Se giró para encontrarlo, boca abajo en la cama, respirando profunda y


uniformemente. El hombre se había levantado demasiado tarde la noche
anterior y Miles no creía que se hubiera quedado dormido cuando él mismo
lo había hecho. Como no quería despertarlo, se deslizó de la cama lo más
lenta y silenciosamente posible.

Gavin se movió un poco, murmuró en sueños y abrazó la almohada con


más fuerza. ¿Había dicho su nombre? No. No podría haber sido eso. Gavin
podría sentir algo por él, pero seguro que eso había sido solo una ilusión.

Medio quería quedarse allí, acurrucarse con Gavin y pasar la mañana,


pero tenía la sensación de que no estaba en las cartas. A Gavin le gustaba
pensar bien las cosas, y algo le dijo que no había pensado en nada la noche
anterior. Eso significaba que necesitaría un tiempo a solas para procesar lo
que había sucedido entre ellos. Miles podría manejar eso.

Se tomó un momento para recoger su ropa, esparcida por el suelo en


todas direcciones. Había sido algo increíble de ver al serio Gavin soltándose
realmente.

Terminó de vestirse y se detuvo a mirar al hombre por un momento,


durmiendo como un muerto. Podría acostumbrarse a esa imagen. La espalda

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

musculosa de Gavin, subiendo y bajando en la respiración constante del


sueño profundo, justo al lado de donde el mismo había pasado la noche.

Oh, sí, podría acostumbrarse a esto con demasiada facilidad.

Se tomó un momento para recoger su cinturón, esforzándose por no


hacer ruido, aunque la naturaleza de la cosa era hacer ruido. Pistola, radio,
esposas, era como si todos los artículos en él estuvieran diseñados para evitar
que las personas cercanas durmieran. No ayudó que hubiera quedado
atrapado debajo del cable de una lámpara. Sin embargo, se las arregló para
liberarlo sin tirar la lámpara y hacer tanto ruido como desorden, y cuando
levantó la vista, Gavin todavía estaba dormido.

Con el cinturón en una mano y los zapatos en la otra, se deslizó hacia


la escalera.

Se detuvo en la parte superior para ponerse los zapatos y el cinturón.


El olor a comida subía por las escaleras, y dado que estaba atrapado dando
un paseo de la vergüenza, pensó que al menos podría hacerlo completamente
vestido.

No es que estuviera avergonzado.

¿De qué había que avergonzarse? Había sido jodido, bien y


completamente, por el hombre con el que había estado saliendo durante ocho
meses. No era un gran escándalo. Las otras personas en la casa conocían muy
bien el concepto, ya que la mayoría de ellas se acostaban con otros
regularmente.

Se sacudió las pelusas, respiró hondo y bajó las escaleras con la cabeza
en alto.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

Dez levantó la vista de donde estaba preparando huevos revueltos y


friendo beicon, y se quedó inmóvil, mirándolo.

—Dulzura, ¿está listo el tocino? Necesito un poco de carne extra. —El


novio de Dez, Sawyer, exclamó desde otra habitación. Cuando Dez no
respondió de inmediato, entró. Cuando vio a Miles, también se congeló—.
Mierda santa.

—Hola —fue lo más inteligente que Miles pudo reunir para decir. Sabía
en qué se estaba metiendo y, sin embargo, de alguna manera, era más
incómodo de lo que había imaginado.

—Ancestros, Ash, al menos déjame ponerme los pantalones —dijo una


voz desde la misma dirección por la que había venido Sawyer. Se oyó el ruido
de una puerta al cerrarse, ¿la puerta de la terraza trasera?, y el sonido de
unas garras en las baldosas, como un perro.

—Ash, no… —Sawyer salió antes de que un lobo entrara en la cocina.


El lobo dorado gigante de la noche anterior, Miles estaba seguro. Nunca antes
había oído hablar de un lobo de ese color.

Un gran lobo negro con cojera. La cojera de Dez.

Un enorme lobo dorado llamado Ash. Ash, el hermoso hombre rubio


que era uno de los hermanos de armas de Gavin.

Por un momento, el cerebro de Miles se negó a procesar la información


que se le ofrecía. Era demasiado ridículo.

Especial de luna llena, había dicho Gavin el día anterior. ¿La mayoría
de la gente se juntaba en las lunas llenas? Gavin tuvo una reunión familiar
en luna llena. Una pequeña familia inclusiva en la que Miles nunca había sido

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

capaz de penetrar, sin importar lo mucho que lo había intentado, lo amable


que había sido.

Parpadeó, mirando al lobo y al novio de Ash, Graham, que entró detrás


de él, con los ojos muy abiertos y nervioso.

Hubo un golpe sobre ellos, y todos miraron al techo. Fue seguido


rápidamente por pasos apresurados, y luego un Gavin muy desnudo
corriendo escaleras abajo.

Dudó cuando los vio a todos de pie en la cocina, pero no por haber
entrado desnudo en la habitación. No, fue ver a Miles, ver la sorpresa de Miles,
lo que lo hizo detenerse.

Miles apenas escuchó a Dez arrastrando a todos fuera de la cocina


detrás de él. Todo en lo que podía concentrarse era en Gavin.

Gavin, que había estado fuera de control la noche anterior como nunca
lo estaba.

En la luna llena.

Gavin, quien lo había mordido.

Su mano voló a su cuello, aún sensible donde lo había mordisqueado.

Gavin lo observó, y la conmoción y el horror en su rostro fueron


suficientes para responder cualquier pregunta que Miles pudiera haber
tenido.

—Yo nunca…

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

—Por supuesto que no —asintió Miles, aturdido—. Tienes a tu familia.


Tu... tu manada ¿Para qué diablos me necesitarías? Ninguno de ellos me
quiere aquí tampoco.

Dio media vuelta y se dirigió a la puerta.

—Miles —dijo Gavin, acercándose a él.

—No me toques. —No sabía cómo, pero su voz era mortalmente


tranquila. Por dentro, estaba bastante seguro de que estaba teniendo un
ataque de nervios—. Me marcho. Necesito… —¿Qué diablos necesitaba? ¿Un
trago fuerte? ¿Una conveniente conmoción cerebral para hacerle olvidar los
últimos diez minutos? ¿Los últimos ocho meses?—. Tengo que irme —
terminó, y Gavin no trató de detenerlo cuando se fue.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

6

Su instinto había sido tranquilizarlo, como casi siempre. Como de


costumbre, sus instintos no hicieron ningún favor con Miles. Había asumido
que el hombre quería saber que estaba a salvo, que no lo había mordido y
convertido en “un monstruo”.

Eso era lo que la gente siempre quería en las películas. Querían no ser
hombres lobo.

No querían que sus novios las mordieran sin permiso.

¿Era eso lo que Miles había querido?

Débilmente, escuchó a Dez hacerse cargo de la otra habitación,


enviando a todos a desayunar mientras la comida que había preparado en la
cocina estaba en la estufa junto a Gavin.

No estaba seguro de cuánto tiempo pasó antes de que algo suave lo


golpeara en el pecho. Lo atrapó por instinto y lo miró, apartando los ojos de
la puerta por primera vez desde que Miles se había ido.

Desde que lo había dejado.

Pantalones deportivos. Dez, probablemente, ya que olían bastante a


Sawyer y a él. Eso estaba bien; le quedarían. Se los puso mecánicamente, sin
volver a levantar la mirada.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

Un enorme plato de huevos y lo que tenía que ser un cuarto de


kilogramo de tocino aparecieron en el mostrador junto a él con un ruido sordo.
Un momento después, Dez estaba colocando otro a su lado, entonces se sentó
en una de las sillas.

—Ash nunca se lo va a perdonar a sí mismo —declaró Dez casualmente.

Gavin podría haberse derrumbado de alivio.

Sí.

Esto era lo que necesitaba. Necesitaba solucionar problemas que no


eran suyos. Problemas que él no había creado. Problemas con los que
realmente podría ayudar.

—Ash no hizo nada malo —aseguró Gavin, como si Dez no lo supiera


ya—. Es la casa de la manada, y Ash nunca debería sentir que no puede ser
él mismo dentro de ella.

Por eso nunca antes había invitado a Miles. No se trataba de lo que él


quería, nunca podría tratarse de eso. Tenía que ser lo mejor para la manada,
o Gavin estaría siendo un idiota egoísta.

Había visto malos alfas antes. El alfa que había creado a Dez y a él
mismo había sido un monstruo salvaje que ni siquiera había tenido una
manada. El alfa de la manada de la infancia de Ash había antepuesto sus
propios deseos egoístas a las necesidades de todos, y la manada se había
derrumbado bajo su pobre excusa de liderazgo.

Sus hermanos lo llamaban su alfa. Lo habían puesto a cargo. Habían


agregado a su pequeña manada, tres omegas y un bebé. No les fallaría del
mismo modo que otros alfas les habían fallado en el pasado.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

Demonios, la manada de la infancia de Ash parecía pensar que era una


especie de criatura de profecía, como si eso no fuera ridículo y más presión
de la que cualquier persona debería enfrentar.

—Lo sé —estuvo de acuerdo Dez después de un rato, y después de al


menos dos tiras de tocino—. Y él también. Pero todos lo hicimos también,
¿no?

—¿Hicieron qué?

Dez puso los ojos en blanco y pateó la silla frente al plato extra.

—Siéntate. Come. No puedo sermonearte mientras estás parado ahí


mirando como si estuvieras a punto de romperte.

¿Estaba por hacerlo? se preguntó.

Se sentó en la silla y se quedó mirando la comida. Como Dez no dijo


nada, tomó un trozo de tocino y se lo comió. Se deshizo en su boca.
Normalmente, así era como le gustaba su tocino. Esta mañana, no estaba
seguro.

—Has pasado tanto tiempo preocupándote de que Miles descubriera la


verdad, todos lo hemos hecho, que ninguno de nosotros pensó en cómo lidiar
con eso cuando se enterase.

—Se fue —señaló Gavin, como si hubiera alguna posibilidad de que Dez
no se hubiera dado cuenta.

El hombre puso los ojos en blanco y acercó el plato a Gavin.

—Por supuesto que lo hizo. Acaba de descubrir que los hombres lobo
son reales. Y que le hemos estado mintiendo al respecto durante ocho meses.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

Gavin finalmente tomó el tenedor y comenzó a comer. Habían estado


mintiendo. Él había estado mintiendo. Había tomado esa decisión, y la
manada no la había cuestionado. Bueno, excepto por Dez. Fue el único que
lo desafió en eso.

—Todavía es Miles —continuó Dez después de unos cuantos bocados


más—. Por razones que nunca entenderé, él te ama. Irá a casa y lo pensará.
Que el mundo como él lo conoce es una mentira. Que estabas guardando
secretos. Y eventualmente, como es un tipo bastante inteligente, lo pondrá
todo junto. Ahí es cuando vendrá a hablar contigo.

—¿Hablar conmigo? —preguntó Gavin, dejando caer su tenedor y


mirando a Dez—. No viste la mirada que me dio. Tú no… él nunca me va a
perdonar, Dez. Nunca.

—Mierda.

—Él piensa que no lo necesito. Eso es lo que dijo. —¿Por qué diablos no
había dicho algo? ¡Cualquier cosa! Se desplomó hacia adelante y empujó sus
huevos alrededor de su plato—. Me odia.

Se le ocurrieron todas las formas en que podría haber hecho mejor las
cosas. Podría haber abordado el tema hace meses. Invitar a Miles a una
carrera de luna llena y ser honesto. Invitarlo a la manada.

Morderlo.

¿Podría incluso morder a la gente? Tenía serias dudas. No podía


convertirse en un lobo como los demás.

—El Lobo que se hizo a sí mismo —musitó. Las profecías eran ridículas.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

Aun así, la fantasía de morder a Miles se había formado en su mente


menos de un mes después de que él mismo se convirtiera en un lobo. En el
momento en que conoció al hombre, quiso morderlo.

Se preguntó si era una parte normal de ser un alfa, que cada vez que
hablaba con una persona por más de unos momentos, comenzaba a sopesar
si lo adicionaría a su manada. Esta persona era calmante, y esa era creativa,
y la otra era sabia. De vez en cuando, su mente encontraba una y pensaba.
“Ellos. Serían una buena adición a la manada”.

Por supuesto, él nunca había actuado en consecuencia. No haría eso a


menos que las circunstancias fueran muy, muy diferentes de lo que eran.

Sin embargo, nunca había tenido ganas de morderlos como con Miles.
Mierda, en realidad había mordido al hombre. No llego a romper la piel ni
nada por el estilo, pero había pasado tanto tiempo con los dientes en su cuello
la noche anterior que era asombroso que Miles pudiera creer que no quería
convertirlo.

Le parecía que había sido patéticamente obvio.

Quería que Miles fuera un lobo. Quería a Miles en la manada. Quería


quedarse con Miles para siempre.

—¿Y si nunca me perdona?

Dez volvió a empujar el plato.

—Come tus malditos huevos y no seas ridículo. El chico está


completamente enamorado de ti. Dale un poco de tiempo. Regresara.

Era un pensamiento agradable y extrañamente optimista por parte de


Dez. Por lo general, era su pequeño rayo de oscuridad, tratando de arrojar

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

una nube sobre todos los revestimientos plateados de la manada. Gavin


habría esperado que él fuera el primero en sugerir la posibilidad de que Miles
se hubiera ido para siempre.

Tal vez, hoy ese era su trabajo.

¿Por qué volvería Miles? Había pasado ocho meses mintiéndole. Todo
había sido una mentira, y él era un maldito hombre lobo. Casi lo había
mordido anoche, y ni siquiera sabía qué le haría eso al hombre.

Su propia transformación había sido horrible, pero indolora.

Bien, había estado sufriendo en ese momento. El alfa salvaje había


volado a través de él y sus hombres como si fueran soldados de plástico. Gavin
no estaba seguro de qué había estado tratando de hacer el alfa, tirando de él
por un brazo, dislocando el hombro y dejándolo colgando unos centímetros
por encima del suelo.

Momentos antes, había visto al monstruo arrojar a Dez por la


habitación con el inmenso poder en sus mandíbulas, como si el enorme
hombre fuera una muñeca de trapo. Había pensado en ese momento que
estaba muerto.

Su mejor amigo.

Gavin no era más que un sobreviviente. O al menos un bastardo que se


iba a vengar antes de morir. Así que le había arrancado la garganta al
monstruo con sus desafilados dientes humanos.

Pensar en eso todavía le daba ganas de vomitar. Apartó la comida y


apoyó la cabeza en el mostrador.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

Dez pareció sentir el cambio en su estado de ánimo y no preguntó.


Simplemente puso una mano en su hombro y la dejó allí. Se quedaron así
hasta que la manada llegó a casa desde dondequiera que hubieran ido a
desayunar.

Gavin se incorporó, inclinó la cabeza, dijo un rápido "Gracias" a Dez y


corrió escaleras arriba. La manada podría vivir sin él por un día. Eran
inteligentes, fuertes y autosuficientes. Apenas lo necesitaban en absoluto.

Nunca había imaginado estar tan agradecido por eso.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

Hombres lobo.

Los hombres lobo eran reales.

Gavin era uno de ellos.

Miles se detuvo en una licorería de camino a casa y, después de mirar


los estantes durante un rato, compró una botella de vodka.

Y una de tequila.

Hombres lobo.

Llegó a casa y se sentó en su pequeña mesa de comedor, poco más que


una mesa de juego, y se quedó mirando las botellas frente a él. Lo había
imaginado, seguramente. Sacó locas conclusiones.

La verdad era lo que había asumido al principio: tenían una manada de


lobos como mascotas. Una manada de lobos que permitían entrar en la casa
y que nombraron como a los miembros de su grupo.

Eso no parecía ridículo en absoluto.

Por otro lado… hombres lobo.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

Casi llama a Gavin para aclararlo. ¿Son hombres lobo, o simplemente


mentiste sobre todo el asunto de los lobos como mascotas?

Y luego Gavin diría:

—¿Hombres lobo? Miles, ¿has estado bebiendo? —y ambos reirían.

Bueno, y estaría molesto porque Gavin le había mentido.

Excepto que no lo había hecho.

Estaba tan seguro de eso como nunca lo había estado de nada. Puede
que Gavin no le haya estado dando toda la información, y sí, la omisión era
una mentira a su manera, pero no había estado mintiendo activamente. No
tenían lobos como mascotas.

Fragmentos y pedazos de la conversación volvieron a él mientras se


sentaba allí mirando la bebida.

Los lobos entraron solos.

Son libres de irse en cualquier momento.

Ya no tengo idea de lo que es normal, Miles.

Por supuesto que habían entrado por su cuenta y eran libres de irse.
No eran solo lobos; eran humanos y lobos. ¿Cómo podría Gavin tener idea de
lo que era normal cuando era un maldito hombre lobo?

Miles abrió la botella de tequila.

Cuando llegó el mediodía, el tequila iba por la mitad y se estaba


inspeccionando el cuello en el espejo.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

Gavin había dejado un buen chupetón allí, como un adolescente


demasiado entusiasta que intentaba marcarlo para que todos supieran que
estaban juntos. O un hombre lobo que quería que todos supieran que era su
territorio.

Miles se rio y apoyó la cabeza contra el espejo.

Su territorio.

Tal vez también había querido mearlo. Si es así, tenía malas noticias
para él, estaba a favor de las marcas adolescentes, pero nunca iba a estar
interesado en los deportes acuáticos.

No había una real herida en la piel.

Lo había repasado una docena de veces, comprobando para estar


seguro. Al principio, estaba convencido de que temía esa posibilidad. ¿Qué
pasaría si se convirtiera en un monstruo en la próxima luna llena y comenzara
a atacar a la gente?

Lentamente, mientras revisaba una y otra vez, su estado de ánimo se


volvía más y más oscuro, se dio cuenta de que no era nada de eso. No tenía
miedo de lo que podría hacer como hombre lobo. Conocía a un grupo de
hombres lobo y sabía que no atacaban a personas inocentes cada luna llena.

No, era mucho más patético que eso.

Si Gavin lo hubiera convertido accidentalmente en un hombre lobo,


habría tenido que aceptarlo, ¿no? No más días de tres pasos atrás. No más
días “ocupados con la familia, tal vez en otro momento”. No, si lo hubiera
convertido accidentalmente en un hombre lobo, entonces estaría atrapado
con él, tendría que cuidarlo.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

Si Gavin lo hubiera mordido, tendría que quedárselo.

Pero incluso en luna llena, un poco salvaje y descontrolado, Gavin


había tenido el control suficiente para no quedar atrapado con él de forma
permanente.

En unos días, el moretón se desvanecería.

La sensación de las manos de Gavin sobre su piel ya había


desaparecido, despojada por el estrés de la mañana y el efecto adormecedor
del alcohol.

Y ese era el final de todo, ¿verdad?

Esta era la nueva normalidad. Esta era su vida sin Gavin.

A las cinco, la botella de tequila estaba vacía y Miles dormía.

***

La botella de vodka sin abrir se burló de él durante los días siguientes,


recordándole por qué la había comprado cada vez que pasaba por delante de
la cocina.

No tenía mucho tiempo para pensar en hombres lobo y lunas llenas y


la sensación de ser tan indeseable que Gavin ni siquiera lo mordió cuando
estaba fuera de control.

No pensaba en eso a primera hora cuando se despertaba y antes de irse


a dormir por la noche.

Nop.

No había tiempo en absoluto de hacerlo.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

Cómo paso a través de su semana de trabajo, no tenía idea. Aceptó


algunos turnos extra, pero el sheriff se dio cuenta en algún momento y le dijo
que necesitaba “reducir” las horas extra, porque se veía horrible.

De acuerdo, entonces el sheriff tenía sesenta años y en realidad había


dicho que estaba “pareciendo un poco envejecido, hijo”, pero era lo mismo.

Antes de que se diera cuenta, habían pasado seis días, y estaba a


puertas de dos días libres seguidos, ninguno de los cuales quería.

La botella de vodka lo miraba fijamente desde su lugar en la mesa.

***

¿Qué estaba haciendo?

Oh, no mucho.

No había abierto el vodka. No estaba borracho.

Sin embargo, estaba sentado en su automóvil en el estacionamiento del


Café Segundas Oportunidades, mirando por la ventana delantera.

Gavin estaba allí, trabajando. No fue una sorpresa, ya que normalmente


estaba allí por la noche. Gavin trabajaba constantemente, incansablemente,
más que nadie que conociera.

Sus ojos se arrugaron en las esquinas mientras le sonreía a una


anciana y le entregaba una taza. Miles podía imaginar cómo brillarían esos
resplandecientes ojos verdes y sabía que estaba diciendo algo dulce que hizo
que la mujer se sonrojara y se riera.

No era una sonrisa dirigida a él. Probablemente nunca volvería a estar


dirigida a él.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

Una parte suya se preguntó por qué los lobos no lo habían matado.

Ahora era una amenaza para ellos, ¿no? Conocía su secreto y podría
causarles problemas. No muchas personas escucharían si comenzara a gritar
hombre lobo. O, bueno, ninguna.

Era una tontería, ¿por qué alguien iba a creerle?

Aun así, el hecho de que supiera su secreto tenía que convertirlo en un


problema. Tal vez que él lo supiera rompía algún tipo de ley de hombres lobo.
Debían tener leyes. Él no lo sabía.

Sin embargo, nadie le había dicho una palabra. No había recibido la


visita de ningún miembro de la familia de Gavin, ¿o era manada? No había
recibido la visita de ningún miembro de la manada de Gavin.

Sin amenazas, sin preguntas, sin miradas, sin gruñidos... ni siquiera


una canasta de galletas de “bienvenido a saber que existimos” mezcladas con
arsénico. Si hubieran sido de mantequilla de maní, se las habría comido de
cualquier modo.

Gavin se giró y miró hacia afuera, y sus ojos se encontraron con los
suyos.

Todo su rostro cayó, y eso era algo que él había hecho. Había matado
su sonrisa. Lo había hecho miserable.

Debería entrar, ¿verdad? ya que lo habían visto. Sus manos se


apretaron en el volante. La distancia entre el coche y la tienda era
francamente insuperable.

Gavin estaba a todo un universo de distancia de él, entre su manada


de lobos, que vivían, comían y dirigían una cafetería juntos. Era un trabajo

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

tan extrañamente mundano para los hombres lobo, pero funcionaba bien
para ellos. Se habían convertido en una sensación local de la noche a la
mañana, y todas las personas que Miles conocía y con las que trabajaba iban
allí, tanto por los atractivos propietarios como por el café, que le dijeron que
también era excelente.

Sin embargo, el café lo enfermaba, y eso se sintió aún más como un


fracaso cuando el hombre que amaba vendía la cosa para ganarse la vida.

El hombre que amaba.

¿El hombre lobo que amaba?

Se golpeó la cabeza contra el volante. ¿Por qué estaba aquí? Debería


dejarlo ir de una vez por todas. Gavin no lo quería. Tenía lo que quería y no
necesitaba que lo acosara para tener citas dos veces al mes.

Debería dejarlo en paz.

Hubo un golpe en su ventana, y su cabeza se levantó para mirar hacia


la tienda. Gavin todavía estaba dentro, todavía en la caja registradora. Todavía
mirándolo.

Vacilante, miró por la ventana, donde estaba el oscuro, enorme y


ceñudo Dez Sullivan.

Con un vaso en la mano.

Miles encendió el auto y abrió la ventana, y Dez le empujó el vaso. El


olor de su habitual niebla londinense se elevó como una maldita ambrosía.

—Lo sé, apesta, todos mentimos. La mayoría de nosotros incluso lo


sentimos. Sabes por qué lo hicimos, y eres lo suficientemente inteligente como

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

para saber que teníamos que hacerlo. Supéralo rápido —declaró Dez—. Todos
estamos hartos de que él este deprimido.

Tan pronto como Miles tomó la taza, Dez se giró y se alejó sin decir una
palabra más.

¿Deprimido?

Volvió a mirar hacia la ventana, donde Gavin seguía mirándolo,


mordiéndose el labio.

Naturalmente, fue entonces cuando la radio de Miles cobró vida y exigió


su atención. Borrachos y desorden en la plaza del pueblo, y él era el oficial
más cercano, por supuesto. Suspiró, dejó el té en el portavasos y subió la
ventanilla.

Mientras ponía el auto en marcha, levantó los dedos de su mano


izquierda del volante en el gesto más lastimoso de todos los tiempos. A
cambio, Gavin le dedicó una pequeña sonrisa y un gesto propio.

Así que los hombres lobo eran reales y Gavin era uno. ¿Realmente era
un factor disuasivo?

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

Dez frunció el ceño por la ventana.

—¿En serio? Le hiciste té, y él simplemente... se marchó.

—Su radio dio un aviso —señaló Sawyer—. Debe haber sido llamado a
trabajar.

—Podría entrar y darle las gracias antes de irse, al menos —murmuró


Dez, pero no continuó con la cuestión, solo agarró un trapo y comenzó a
limpiar los mostradores con extremo cuidado.

Ese pequeño saludo con la mano, incluso el hecho de que hubiera


aparecido había sido mucho más de lo que esperaba.

Toda la manada se había pasado la semana diciendo que Miles volvería,


que lo amaba y que no se iría. Gavin había pasado la semana pensando que
no tenían idea de lo que estaban hablando. No podían.

Le había mentido, y eso nunca podría ser aceptable. ¿Cómo podría


perdonarlo? Ni siquiera él había sido quien finalmente le había dicho la
verdad; había sido descubierto.

Una mano gentil presionó su hombro y no se sorprendió al descubrir


que era Graham, su panadero residente con su toque suave.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

—No le mentiste sin razón. Estabas protegiendo personas.

Gavin suspiró y asintió, tratando de no mirar el lugar donde el auto de


Miles había desaparecido calle abajo.

—Lo sé. Sé que tenía que hacerlo, y si tuviera la misma opción, lo haría
de nuevo. ¿Pero no es esa la mitad del problema?

—¿Qué quieres decir?

—No me siento mal por mentir, solo que eso lo haya lastimado. No
siento hacerlo. —Gavin había crecido en un mundo de “lamento herir tus
sentimientos” y disculpas falsas similares dadas en nombre de la cortesía
sobre la honestidad, y nunca quiso ser la persona que ofreciera una falsa
disculpa.

Graham apoyó la cabeza en el hombro de Gavin y suspiró.

—Eres demasiado duro contigo mismo. Lo sientes. No te arrepientes de


haberlo hecho, pero realmente lamentas haber tenido que hacerlo. Lamentas
que tus acciones lo hayan lastimado.

Sin embargo, ¿cómo podría ser eso suficiente?

—Deberías ir con él —agregó Graham después de haber guardado


silencio un rato.

Gavin había estado dividido sobre eso toda la semana. ¿Le daba espacio
y le permitía ser él quien se acercará, si Miles alguna vez quisiera hacerlo, o
iba en tono de súplica a preguntarle si había alguna forma de que pudiera
arreglarlo? Cada vez que se decidía por uno u otro, su incertidumbre se
interponía y empezaba a convencerse de la otra opción.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

Y todos pensaban que era una especie de gran líder. Resopló con
disgusto. Ni siquiera podía tomar una simple decisión ni para salvar su vida.

Graham frunció el ceño.

—No, lo digo en serio. Deberías buscarlo.

Obviamente, había pensado que el resoplido estaba destinado a él. No


había razón para decirle la verdad, ya que solo complicaría las cosas, sin
mencionar que le producía ansiedad a la manada por el hecho de que su
supuesto alfa era un insípido adolescente enamorado.

Aparentemente, Gavin ya no le decía la verdad a nadie.

—Le estaba dando espacio —respondió en lugar de aclararlo.

—Eso tenía sentido antes —estuvo de acuerdo Graham—. Fue una


buena idea. Pero ahora él ha dado el primer paso, ¿no? Obviamente quería
entrar, pero tampoco es fácil para él. Así que es tu turno de ceder un poco.

Por mucho que quisiera estar en desacuerdo, Graham era el más


sensible entre ellos. Él más empático y comprensivo. Si pensaba que debería
ir tras Miles, probablemente debería hacerlo.

Aun así, dudó durante un largo rato antes de asentir.

—De acuerdo.

—Gracias, mierda —murmuró Dez en voz baja—. La añoranza nos iba


a matar a todos.

***

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

La tarde siguiente, Gavin pasó una cantidad ridícula de tiempo


preparándose para ir a ver a Miles. No iba a decirle a nadie que pasó media
hora en su armario mirando cada prenda que tenía. De cualquier modo, no
había sido por la ropa. Había sido otra forma de aplazar el hecho de afrontar
las cosas.

Si iba a verlo, ese podría ser el final de su relación. Si lo rechazaba, eso


era todo. Él no era una especie de acosador que seguiría al hombre tratando
de convencerlo de que pertenecían el uno al otro.

Miles tenía derecho a no elegirlo, y la posibilidad de que eso sucediera


le ponía los nervios de punta.

Además, si hubiera admitido ante la manada que le tomó media hora


elegir unos jeans negros y un suéter verde, se habrían reído de él. A Miles
siempre le había gustado el suéter, no es que pensara que una pieza de ropa
fuera a inclinar la balanza a su favor.

O la mentira había sido demasiado, o no lo había sido.

Una vez que estuvo en el auto, fijó su curso. Ya no había vuelta atrás,
no había más dudas. Había tomado la decisión, y estaba hecho. Así que no
vaciló en la ruta ni pasó mucho tiempo sentado en su automóvil cuando llegó.

Por lo menos, hacía demasiado frío para sentarse en un automóvil que


había apagado. No sabía cómo lo había hecho Miles, aunque supuso que la
gente de la zona estaba más aclimatada que su pequeña manada.

Dioses, hacía menos un grado últimamente, y los lugareños todavía


deambulaban en mangas cortas y sandalias.

Se arrastró escaleras arriba hasta el apartamento de Miles y tocó el


timbre, con la cabeza gacha, y luego se concentró en su propia respiración.

69
Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

No había razón para sacar conclusiones precipitadas sobre cómo irían las
cosas. Miles siempre lo había sorprendido. Era una de sus cosas favoritas
sobre el hombre.

La puerta se abrió para revelar a un Miles a medio vestir, abrochándose


el uniforme y luciendo acosado.

Gavin frunció el ceño. Esto no era parte de su plan. Se suponía que


debía invitarlo a cenar, hablarle dulcemente con un té y un tiramisú
ridículamente sensibleros, y luego rogarle que entendiera. Sin embargo, no
podía decir todo eso frente a un Miles preparándose para el trabajo. Todo lo
que salió fue.

—No trabajas los jueves por la noche.

Eso le valió una sonrisa distraída cuando Miles lo invitó a pasar,


alejándose de la puerta.

Parecía una buena señal, en general. Si no estuviera dispuesto a


escuchar, le habría dicho que se largara. Miles era así de directo; era una de
las cosas que le gustaban, amaba, de él. Sorprendente y sencillo. Parecía
imposible, pero ahí estaba.

—Brown olvido otro turno —gritó Miles desde la cocina—. Uno pensaría
que si un hombre completa el entrenamiento, está preparado para hacer el
trabajo, pero aparentemente no es así.

Gavin frunció el ceño ante eso. El ayudante Brown había estado en la


tienda y no le gustaba el tipo. No tenía una razón racional para esa aversión,
o al menos, no la tenía antes. Ahora, el hombre estaba arruinando sus planes.

—¿No tienen suficiente respaldo?

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

Miles volvió a salir de la cocina con una barra de granola en la mano.

—No. Con Martínez fuera por licencia de maternidad, eso significa que
tenemos una escasez peligrosa de personal. Es un pueblo pequeño, car... —
Miles hizo una pausa mientras cortaba el “cariño”, un apodo que había estado
usando de vez en cuando durante meses, y su rostro se contrajo con algo
parecido al arrepentimiento.

—Miles... —empezó a decir, pero él lo interrumpió con un movimiento


de cabeza y una mano levantada. Gavin tragó saliva. Aquí era. Aquí era donde
Miles le decía que perdiera su número.

Pero entonces Miles entró en su espacio personal, mirándole


profundamente a los ojos. No era adorable ni sexy, sino seria. Contenida.

—Viniste a hablar. Sobre… sobre las cosas de las que tenemos que
hablar. ¿Verdad?

Gavin asintió. No estaba seguro de cómo seguir eso. Era por lo que
había venido. ¿Debería soltarlo todo? ¿Esperar?

—Quiero tener esta conversación —aseguró Miles, metiendo la barra de


granola en su bolsillo y agarrando su cinturón multiusos—. Pienso... si nada
más, creo que nos debemos el uno al otro tener esta conversación.

Bueno, eso no presagiaba nada bueno. Se parecía mucho a “Tenemos


que hablar”, y Gavin sabía que necesitaban hablar, pero en este caso, se sintió
como un precursor de un adiós. En ese momento, finalmente se dio cuenta
de lo mucho que no quería que fuera eso, lo mucho que quería que Miles se
quedara.

—¿Pero?

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

Los labios de Miles se torcieron en un ceño fruncido de preocupación.

—Pero nada. Quiero quedarme, pero incluso si no estuviéramos faltos


de personal, no podría evadir el turno extra. Hay un niño en la montaña.

—¿Hay... hay qué? ¿Falta alguien?

—No exactamente. —Miles terminó con su cinturón y agarró la


chaqueta de su uniforme—. Algunos empleados del resort vieron a un niño
esta mañana en el lado norte de la carretera. Dijeron que estaba solo y que
no podía tener más de ocho o nueve años. Intentaron detenerlo, pero salió
corriendo.

Un niño.

Lyndon.

Era ridículo, ¿no? Un niño de nueve años no podía viajar solo de


California a Colorado.

Pero Graham había demostrado que alguien con las probabilidades en


su contra podía hacer cosas increíbles, incluso si hubiera sido un poco mayor
que Lyndon.

—¿Necesitas ayuda? —preguntó Gavin, y no estaba seguro de si


esperaba un sí o un no.

Miles negó con la cabeza.

—Quiero decir, sí, obviamente, pero no funciona de esa manera. —Hizo


una pausa y se mordió el labio, con incertidumbre en sus ojos, antes de
girarse para recoger su placa—. Supongo que probablemente sería bueno
tener a alguien con tus, eh, habilidades, trabajando con nosotros. Pero eso va
en contra de las regulaciones.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

Gavin asintió, tratando de parecer comprensivo cuando en realidad, su


mente iba a mil por hora. Entonces sacudió la cabeza y se volvió hacia Miles,
centrándose de nuevo en el asunto en cuestión.

—Vamos a hablar. ¿Todavía quieres hacerlo?

—No voy a hacer ninguna promesa sobre lo que sucederá después —


declaró Miles, sin mirar a Gavin a los ojos—. Pero creo que al menos merezco
que me digan la verdad.

—Estoy de acuerdo.

—Bueno. —Con eso, Miles se volvió hacia la puerta, por lo que Gavin
se adelantó—. Todavía se supone que tengo mañana libre. ¿Eso funciona para
ti?

Fue dicho tan superficialmente que el resultado de la reunión parecía


inevitable. Aun así, no había otra salida.

—Por supuesto.

Como si estuviera decidido a confundir a Gavin, Miles le dedicó esa


brillante sonrisa mientras salía y se volvía para cerrar con llave su
apartamento.

—Bueno. Te veré luego.

De todos los resultados posibles, no esperaba irse a casa sin tener idea
de lo que les deparaba el futuro. Sin embargo, lo más importante en ese
momento era el niño desaparecido. Si era Lyndon, y a pesar de que el sentido
común decía que no lo era, Gavin creía que era él, la manada necesitaba
comenzar a buscar inmediatamente.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

Estaba en la quinta de las treinta y siete cabañas al oeste del resort


Kismet en el lado norte de la carretera. Alrededor de la mitad pertenecían al
complejo en sí, pequeños alquileres de escapadas de vacaciones, y el resto
eran casas de vacaciones para gente rica. Cualquiera y todas tenían el
potencial de ser un escondite para un fugitivo, o más importante, un niño que
necesitaba ayuda.

Miles había sido asignado para revisar las cabañas, una por una, e iba
a llevar una eternidad. Sospechaba que iba a terminar trabajando más allá
del turno original de Brown, tan lejos como estaban algunas de las
ubicaciones. Bueno, si la nevada inminente no lo detenía, de todos modos.

Llamó a la puerta principal, escuchando si había movimiento al otro


lado. Cuando no escuchó nada, llamó otra vez, volvió a llamar, revisó el
perímetro de la cabaña; generalmente solo hacia un barrido en busca de
personas que pudieran estar escondidas en la propiedad. Ninguna hasta
ahora parecía probable que tuviera a alguien en ellas, todas frías, oscuras y
vacías.

Aun así, al menos tenía algo potencialmente bueno para pensar


mientras hacía su búsqueda. Por primera vez, Gavin había acudido a él.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

Oh, Gavin había venido a buscarlo para algunas citas. Incluso habían
comido en el apartamento de Miles una o dos veces, aunque ninguno era un
gran chef.

Pero nunca, después de unos días de distanciamiento, Gavin había sido


el primero en contactarlo. Miles había pasado ocho meses persiguiendo al
hombre y Gavin finalmente había dejado de correr.

Quizás.

Sus dulces ojos verdes habían estado tan serios y, si no sé equivocaba,


preocupados. Tal vez solo estaba preocupado por lo que iba a hacer con el
secreto de su gente, pero eso no tenía sentido. Si hubiera estado planeando
contarle a la gente sobre los hombres lobo, ya lo habría hecho.

Distraídamente, se preguntó si realmente había gente que cazaba y


mataba hombres lobo, como en la televisión. Si era así, probablemente eran
idiotas mucho más grandes y mucho menos bonitos. En la vida real, los
hombres lobo eran de los más bonitos.

Volvió a subir a su coche patrulla y llamó a la estación.

—Debes darse prisa —respondió el ayudante James, su voz nasal


sonaba aún más estresada de lo habitual—. El pronóstico se está volviendo
más feo a cada minuto.

—Necesitamos esa nieve —argumentó Miles. Si había algo que la ciudad


necesitaba desesperadamente, era una nevada decente. Nadie quería ir a una
estación de esquí sin nieve y el pueblo dependía de los ingresos de esos
turistas.

James hizo una pausa, algo que el hombre rara vez hacía. No es que no
le gustara, pero era una especie de sabelotodo.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

—Lo sé —finalmente estuvo de acuerdo—. Pero se va a poner feo


bastante rápido. No deberías estar en la ladera de la montaña en una cabaña
remota cuando ocurra. En el mejor de los casos, te quedarás atrapado allí.

—Bastante justo —estuvo de acuerdo Miles. Observó los copos secos y


polvorientos de una ráfaga de nieve golpear el parabrisas de su patrulla.
Podría ponerse feo rápido, pero según el pronóstico, todavía tenía horas. Solo
necesitaba darse prisa, eso era todo—. Está bien, voy a pasar a la siguiente,
pero es posible que no pueda hacerlas todas antes de que llegue lo peor de la
tormenta.

—Esperemos que esas personas estuvieran equivocadas acerca de que


el niño estaba herido. —El tono de James era sombrío, y por una buena razón.
Un niño herido en la ladera de la montaña cuando caía una tormenta de nieve
significaba que estaba casi muerto.

No era propio de los lugareños hacer sonar la alarma por algo como un
niño escalando rocas, por lo que no pensó que fuera eso. Dijeron que el niño
se veía sucio, que vestía ropa rota y uno de ellos pensó que había visto sangre
en su camiseta. No sonaba como un niño jugando un poco lejos de casa.

No había desaparecido ningún niño de las cercanías, y habían buscado


en las listas nacionales lo mejor que pudieron y no habían encontrado nada
útil. No parecía probable que un niño de ocho años hubiera llegado de Florida
a Colorado en dos días.

Miles encendió su motor y se dirigió a la siguiente cabaña.

Justo después de las tres, los copos de nieve comenzaron a crecer, no


en frecuencia, sino en tamaño. Durante las próximas horas, pasaron de ser
cosas diminutas y secas a grandes bolas húmedas de copos de nieve

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

triturados. No había pensado que el aire se había enfriado tanto, pero


definitivamente no era meteorólogo, así que no sabía cómo funcionaba.

Lo que sí sabía, por vivir y conducir en la nieve toda su vida, era que la
nieve seca era mucho más segura que esto.

Intentó apurarse, pero no podía conducir más rápido a menos que


quisiera matar a alguien, es decir, a sí mismo, y era difícil apurar los controles
en las cabañas sin pasar por alto ninguna señal persistente. Si el niño estaba
solo, podría ser muy bueno escondiéndose. Y no importa cuán autosuficiente
fuera, ningún niño debería estar solo.

Cuando llegó a la cabaña quince, una mucho más alejada de la


carretera de lo que le gustaba, la nieve empezaba a acumularse. No era la
nieve ideal para esquiar, pero era más de lo que habían logrado durante la
mayor parte del año, así que trató de estar agradecido por ello.

Pero luego pensó en un posible niño desaparecido solo en la ladera de


la montaña, y no podía estarlo tanto.

Llamó a la puerta de ésta un par de veces. Era lo suficientemente


grande como para que alguien en la parte de atrás no pudiera oír un llamado.
No había huellas en la nieve nueva, por lo que, si el niño estaba allí, estaba
bien instalado. Miles no vio ningún indicio de que una persona se moviera
dentro, ni algo fuera de lugar.

Sacudió la cabeza y volvió al coche.

—Hola, James —habló en la radio—. Voy por la quince, pero no creo


que vaya a llegar mucho más lejos en esta tormenta.

—Deberías volver a la ciudad —estuvo de acuerdo James de buena


gana. Se había preocupado más y más a medida que avanzaba la tarde, a

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Sam Burns Lobo renacido

pesar de su inquietud por el niño—. No le vas a hacer ningún bien a nadie si


te quedas atrapado ahí.

—Bien —estuvo de acuerdo—. Regresaré.

Hizo un giro de cinco maniobras en el camino, no queriendo girar


accidentalmente demasiado cerca del borde de la superficie plana y deslizarse,
y se dirigió de nuevo por el camino de kilómetros de largo hacia la autopista.

Estaba a más de un kilómetro de la última de la casa o de la carretera


cuando una forma pequeña de cuatro patas salió disparada frente al auto y
frenó de repente.

Durante una década, Miles había estado conduciendo en la nieve. Sabía


muy bien que no debía frenar de repente en caminos resbaladizos y nevados.
Trató de no entrar en pánico, soltó los frenos, trató de nivelar la rueda, pero
ya era demasiado tarde para eso.

No hubo tiempo para reprenderse a sí mismo con “debería haberlo


hecho”, ya que el auto giró, deslizándose completamente para mirar en la
dirección opuesta. Luego, con una inevitabilidad repugnante, las llantas del
lado del conductor resbalaron del borde de la carretera y todo el automóvil
cayó por el barranco junto a él.

Hubo una sensación surrealista cuando el auto giró, como si estuviera


teniendo uno de esos extraños sueños en los que su auto podía volar.

Su automóvil no podía volar.

Cuando se fue por el borde, volteándose de lado y golpeándolo con


fuerza contra la puerta del lado del conductor, su cerebro seguía
reproduciendo “Estoy a punto de morir”, seguida de “Espera, eso no puede

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ser correcto”. Es un jueves común y corriente. Ni siquiera había llegado a


hablar con Gavin, y maldita sea, estaba enamorado de ese imbécil.

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Menos de una hora después de que llegase a casa después de hablar


con Miles, toda la manada, menos Hannah y Paige, estaban en la montaña
buscando a Lyndon. Gavin había dado órdenes estrictas de reportarse cada
media hora, y que cuando la tormenta empeorara, se detendrían para pasar
la noche.

No había certeza de que el niño descubierto estuviera desaparecido, y


mucho menos que fuera su fugitivo. No iba a perder a alguien por una teoría
a medias sobre un chico que ni siquiera podría estar en Colorado, y mucho
menos en su montaña.

Con el fin de evitar que Graham hiciera algo imprudente, envió a los
demás en parejas. De todos modos, tenía más sentido enviar a Ash con
Graham y a Dez con Sawyer. Trabajaban mejor juntos.

No, no estaba celoso de que todos hubieran encontrado eso.

El área que Miles había indicado era enorme. Estaba en medio de las
Montañas Rocosas y había mucho territorio que cubrir.

Gavin solo podía esperar que los otros, con sus instintos y sentidos de
hombres lobo, tuvieran una mejor oportunidad de encontrar al chico que él.

Como tal, los envió más cerca de la ciudad, ya que los empleados del
resort habían visto al niño, por lo que era probable que él estuviera más cerca.

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Así fue como terminó en la parte de Kismet donde estaba la antigua


cabaña de su familia. No estaba seguro de si aún la poseían, pero ya no le
importaba mucho. No había hablado con ninguno de ellos en una década.

Su hermana había tratado de comunicarse una vez, cuando él estaba


en Afganistán, pero cuando recibió su carta, ya era demasiado tarde para
responder. ¿Y qué se suponía que iba a decir? Lo siento, el hombre al que
llamaste tu hermano ya no existe, ha sido cambiado por el mundo real.

No importaba. No tenía tiempo de distraerse con el pasado. Necesitaba


mirar hacia el presente. A la nieve, y al posible niño desaparecido. ¿Cachorro?
No iba a llamar al chico “omega”. Ese era un término que seguramente ya
había sido utilizado como arma contra el pequeño, y él no iba a aumentar ese
trauma.

Estaba helado, incluso con su abrigo de lana.

Era bueno que los demás pudieran transformarse en lobos para la


búsqueda. Su pelaje evitaría que se congelaran en la ladera de la montaña.

Esperaba que Lyndon pudiera cambiar.

Gavin... Gavin tenía algunas de las habilidades que Ash le había dicho
que podía esperar, su audición era mejor y su sentido del olfato fuera de serie.
Probablemente era más fuerte que antes, pero no levantaba pesas, por lo que
era difícil juzgar. Su pene se había anudado una vez mientras se masturbaba,
y eso había sido jodidamente horrible. Algunas veces sanaba más rápido.

Algunas veces, sin embargo, no lo hacía.

No tenía garras ni colmillos ni una curación rápida confiable. Y no había


lobo.

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Sam Burns Lobo renacido

Sawyer dijo que no había un lobo separado; que era sólo una parte de
quién era él.

Dez dijo que se sentía diferente, pero igual, lo cual fue muy útil. Gracias,
Dez.

Graham y Ash no entendían la idea misma de la separación del hombre


de la condición de lobo, habiendo nacido de esa manera y nunca considerando
lo contrario.

Hannah había sido de gran ayuda, señalando el salvajismo de Gavin en


la luna llena. Ella había llamado a eso sus “instintos de lobo”.

El problema era que no se sentía como instinto. Se sentía como un


fracaso. Se sentía como si perdiera el control, y no podía permitirlo, nunca
podía perder el control.

Llegó a la cima de una colina y, por un segundo, creyó percibir un


olorcillo a perro mojado. Sin embargo, se desvaneció de inmediato, cubierto
por los olores mucho más fuertes y angustiosos a gasolina, humo y sangre.

Había rastros de calor en el aire, volutas de humo que subían desde el


otro lado de la colina, que resultó ser una carretera secundaria, y no solo una
colina. El camino a la cabaña de Carpenter, se dio cuenta. Habían sido los
vecinos más cercanos de su familia durante muchas vacaciones de invierno
en su infancia.

Corrió por el camino de grava hasta el borde del terraplén, y cuando


vislumbró el otro lado, su estómago amenazó con vomitar.

Una patrulla policial.

La patrulla de Miles.

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Oh, no. No, no, no, no, no. . . Eso no podía pasar. Miles no podía...

Corrió por el costado demasiado rápido, perdiendo tracción y


tropezando para golpear el fondo de rodillas.

La patrulla yacía sobre su techo, Miles todavía abrochado en el asiento


del conductor. Estaba colgado boca abajo, inconsciente, con sangre goteando
por un lado de su cara.

Sin más que pensarlo, Gavin corrió al costado del auto. La puerta no
quería abrirse, destrozada por el vuelco que la había puesto boca abajo, así
que la sacó de su marco y la arrojó a un lado.

Con la mayor delicadeza posible, trató de sujetar a Miles mientras lo


liberaba del cinturón de seguridad.

Aún así cayó, con demasiada fuerza, e hizo un pequeño ruido de asfixia
en la parte posterior de su garganta. Cuando Gavin lo tumbó de espaldas, la
sangre comenzó a gotear de su nariz.

Comprobó su pulso, pero no era lo suficientemente fuerte. No muy


adecuado. Al menos respiraba con tranquilidad, un pequeño favor en medio
de una situación terrible.

—¿Miles? —La voz de Gavin era quejumbrosa, tal vez un poco histérica,
mientras sacaba su teléfono y presionaba el botón para llamar a Dez—. Miles,
cariño, tienes que estar bien. Todavía no has tenido la oportunidad de
gritarme por mentirte.

Obtuvo una “conexión” de un mensaje que, de hecho, no conducía a


ninguna conexión. Sin ninguna razón lógica, volvió y probó con Sawyer. Luego
nueve-uno-uno.

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Sam Burns Lobo renacido

Nada funcionó, porque no tenía una maldita señal. Llamar a mil


personas no lo iba a mejorar.

Miró dentro del auto, pero la mayor parte de la parte delantera estaba
aplastada más allá del reconocimiento, y la radio definitivamente estaba fuera
de servicio. Fue un milagro que las piernas de Miles no estuvieran
destrozadas, pero ambas parecían estar bien.

La cabaña de Carpenter no podía estar muy lejos y Gavin no tenía otras


opciones. No debería mover a Miles, ya lo había movido demasiado, pero no
podía dejarlo en la nieve, sangrando, ni siquiera para pedir ayuda.

No podía correr el riesgo de que cuando regresara…

Gavin negó con la cabeza y echó los hombros hacia atrás. Por el amor
de Dios, era un soldado entrenado. No iba a dejarse llevar por el pánico solo
porque la parte herida fuera la persona más importante de su mundo.

Recogiendo a Miles en sus brazos, echó a correr hacia la cabaña de


Carpenter. Aunque nadie estuviera allí, recordaba que tenían teléfono fijo.
Podría pedir ayuda.

Estaba más lejos de lo que recordaba, pero marchó lo más rápido que
pudo. Mientras tanto, se encontró murmurando a Miles, diciéndole las cosas
que deseaba haber dicho cuando tuvo la oportunidad. Había mucho de “así
que soy un hombre lobo” y “por favor no te mueras”.

No podría haber repetido nada de eso más tarde, pero no importaba.


Era más una distracción para él que algo importante.

Los Carpenter no estaban en casa. Odiaba romper la puerta,


especialmente si la ambulancia tardaba en llegar. Quería poder encender la

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Sam Burns Lobo renacido

calefacción y que no se fuera todo el calor directamente por una puerta rota.
Miles necesitaba entrar en calor.

Así que se dirigió hacia atrás, donde recordó que la puerta que conducía
a la cocina tenía una ventana. Con cuidado, dejó a Miles en el suelo a sus
pies, por mucho que odiara hacerlo. Rompió la ventana, metió la mano y
rebuscó hasta que encontró la cerradura.

Su brazo salió ensangrentado, pero estaba bien. Él sanaría. Rápido o


no, no importaba.

Llevó a Miles al interior y cerró la puerta detrás de él, corrió la cortina


sobre el cristal roto y prometió mentalmente a los Carpenter que les compraría
una ventana nueva. Una puerta completamente nueva, incluso. Mientras
Miles estuviera bien, encontraría la manera de arreglarlo todo.

El teléfono estaba sobre una mesa en el pasillo, lo tomó y lo presionó


contra su oído.

Nada.

Sin tono de marcado, sin señal de ocupado, solo aire muerto.

Casi gritó y tiró la cosa, pero no lo hizo por el hecho de que todavía
estaba sosteniendo a Miles.

Su móvil aún no tenía conexión. Sacó el de Miles del bolsillo, pero


tampoco tenía conexión.

No había tiempo para gastar en buscar más teléfonos, más conexión.


Eso había fallado. Era hora de que hiciera lo que pudiera. Tenía
entrenamiento básico en primeros auxilios, más que básico, incluso, pero no
estaba preparado para lidiar con esto.

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Sam Burns Lobo renacido

Puso a Miles, con cuidado, sobre la alfombra frente a la chimenea en la


sala principal de la cabaña, y revisó sus signos vitales nuevamente. Pulso aún
más débil, y su respiración comenzaba a sonar sibilante.

Gavin ni siquiera sabía qué estaba mal. ¿Hemorragia interna? ¿Órganos


dañados?

Joder, ¿por qué no había ido a la escuela de medicina como quería su


madre?

Miles se estremeció de cuerpo entero, y eso le dio un propósito, al


menos. Calor. Encontró el termostato, todavía funcional, y encendió la
calefacción. Luego se volvió hacia la vieja chimenea de ladrillo. Estaba
preparada, llena con periódicos arrugados, para encender el fuego. Así que
hizo un trabajo rápido con eso también, y unos segundos más tarde, el
periódico estaba en llamas y dispuso los leños.

Se apresuró a regresar con Miles.

Dulce, hermoso, perfecto Miles. A quien le había mentido. Miles, con


quien quería pasar el resto de su vida.

Miles, quien se estaba muriendo.

Y Gavin, que ni siquiera era lo suficientemente hombre lobo como para


morderlo.

Gritó su ira y dolor al techo, y en algún lugar en medio de su grito, se


convirtió en un rugido. Lo cortó, jadeando, y cuando cerró la boca, sus dientes
ya no encajaban del todo bien. Un lobo. Él era… él tenía…

Ni siquiera se detuvo a pensar en las consecuencias o la posibilidad de


fallar. Se inclinó, abrió los dos primeros botones del uniforme de Miles para

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

dejar al descubierto su cuello y mordió en el mismo lugar que había


mordisqueado en la luna llena.

La piel debajo de sus dientes se rompió fácilmente y el sabor de la


sangre llenó su boca. No chupo de él, no era un maldito vampiro, pero dejó
sus dientes allí durante mucho tiempo, como si una exposición prolongada
hiciera más probable que funcionara.

Eso era todo, ¿verdad? Los hombres lobo mordían a las personas y se
convertían. El mordisco de Dez había sido a la mitad de su hombro, y si no lo
hubiera girado, podría haberlo matado. En cambio, se curó mucho antes de
que lo sacaran en avión, y el médico preguntó de quién era la sangre que tenía
sobre el hombro.

Cuando Gavin se echó hacia atrás, sacó su pañuelo del bolsillo y lo


presionó contra la herida. Era una media luna perfecta de marcas de dientes
a ambos lados; nada como la carne desgarrada de Dez.

Si eso era lo que tenía que hacer, tendría que encontrarlo en sí mismo
para hacerlo. Había matado al alfa, incluso si la sensación del cuello del
hombre bajo sus dientes humanos romos todavía le provocaba pesadillas.

Esto era diferente de eso, se recordó a sí mismo mientras trataba de no


tener arcadas por el persistente sabor a sangre en su boca. Morder a Miles
era ayudarlo.

Se negó a estar horrorizado por lo que había hecho, pero, oh dioses, ¿y


si no funcionaba? Se sentó allí, sosteniendo el pañuelo contra su cuello
durante mucho tiempo, demasiado asustado para mirar debajo por temor a
encontrar nada más que carne desgarrada.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

11

Cada parte de sí estaba en llamas. Era como cuando tenía diez años y
tuvo una reacción alérgica a la morfina, pero en lugar de esos dolorosos
pinchazos en una de sus extremidades que se le desparramo por todo el
cuerpo, esto era una docena de veces peor, como si también estuviera
tratando de pararse sobre la extremidad dañada, y los pinchazos en su
extremidad eran en realidad en cada centímetro de él.

Pensó que tal vez estaba tratando de gritar, pero todo lo que salió fue
un sonido lastimero y diminuto. Ni siquiera había logrado abrir la boca.

—¿Miles? —Esa era la voz de Gavin. ¿Qué estaba haciendo Gavin en el


infierno? Maldita sea, ¿por qué él estaba en el infierno? Siempre había tratado
de ser una buena persona—. Oh dios, Miles, lo siento mucho. Por favor, no,
no llores. No quise hacerlo…

¿Estaba llorando? No podía decirlo. No se sentía mojado. Se sentía como


si estuviera siendo comido vivo por dentro. Tal vez estaban en una película de
ciencia ficción y un monstruo saldría de su pecho en un momento.

¿Pero por qué?

Intentó recordar…

El camino. Su patrulla. Había chocado su patrulla.

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¿Era así como se sentía morir?

Hubo una presión firme en su cuello, y ese lugar dejó de doler primero.
Los músculos de su cuello se aflojaron y la parte posterior de su cabeza golpeó
algo blando. Luego, la falta de dolor fluyó como una ola a través de su cuerpo,
lenta, lánguida, y podría haber tenido un orgasmo solo por la sensación de
dolor desvaneciéndose.

Tal vez era un poco más pervertido de lo que jamás había pensado, si
la simple falta de dolor iba a producir eso en él.

Se dio cuenta, muy de repente, de que la presión en su cuello era una


mano.

La mano de Gavin, susurró algo dentro de él. Pero eso era una tontería,
¿Cómo podía saberlo? Había oído la voz de Gavin. Era una extensión de eso:
una presunción de conocimiento basada en el sentido común.

Alfa, le dijo la misma voz. Gavin. El Alfa está angustiado. Arréglalo.

Se obligó a abrir los ojos, medio esperando que volviera el dolor, pero
nada de eso sucedió. En todo caso, los rastros persistentes de su memoria se
desvanecieron al ver los perfectos ojos verdes de Gavin, húmedos y
preocupados por él.

Miles siempre se había alegrado de ver a Gavin. A veces


irracionalmente, como si pudiera alejarse flotando ante la más mínima migaja
de atención de él. Esto era lo mismo, pero en estéreo.

Estaba feliz de ver a Gavin y estaba feliz de ver a Gavin. Pero no había
dos de él, o una voz en su oído, pero todo era más grande, más fuerte y solo…
más.

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Respiró hondo y sus pulmones se expandieron con facilidad. Estiró los


hombros, los brazos, las piernas, en busca de algún indicio de dolor o, de
hecho, algún indicio de por qué había sentido dolor, y no encontró nada.

De hecho, se sentía como si acabara de despertar cinco años más joven


y lleno de energía. Energía para arreglar la preocupación del alfa, agregó su
cerebro.

¿Y qué mierda era un alfa?

Gavin apartó la mano del cuello de Miles y quiso agarrarle, quedársela


para él.

En esa mano, Gavin tenía un pañuelo, uno ensangrentado, y eso era


extraño. Siempre había sido bastante extraño que Gavin llevara un pañuelo
como un héroe de una película de 1940, pero ¿sangre?

Miles buscó su propio cuello y todo lo que encontró… bueno, fue


extraño. Pensó que todo indicio de que Gavin había mordido su cuello había
desaparecido en el transcurso de la semana, pero había pequeñas hendiduras
de sus dientes debajo de sus dedos.

Estaba un poco tierno, como si Gavin lo hubiera mordido nuevamente


mientras estaba…

Vaya.

Gavin lo había mordido en el cuello mientras estaba inconsciente.

Debía haber estado muriendo.

Y ahora no lo estaba. Y debido a que Gavin podía odiarse a sí mismo y


sacrificarse como nadie más, se estaba castigando a sí mismo por tomar una
decisión repentina cuando él no era capaz de consentir.

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Miles tendría que mostrarle algún consentimiento, decidió. No tenía


nada que ver con la energía adicional que se arrastraba por sus extremidades
o la necesidad casi desesperada de complacer a Gavin, no es que ese
sentimiento fuera completamente nuevo, sino con lo que Miles quería.

Y dado que la sensación de euforia del dolor que se desvanecía lo había


dejado, todo lo que quería...

Lo que quería era lo que siempre quiso: a Gavin.

Sin decir palabra, empujó hacia arriba y casi cayó sobre el regazo de
Gavin, sus extremidades eran tan torpes e inútiles como cuando era un
adolescente. Miró rápidamente a su alrededor y se dio cuenta de que no tenía
idea de dónde estaba, pero casi de inmediato, su atención se desvió de nuevo
a Gavin.

Hermoso, fuerte y poderoso Gavin.

Le sonrió, todavía parecía preocupado y enfermo. Eso tenía que parar.


Le dio un beso en los labios.

La expresión no desapareció.

Parecía que iba a tener que sacar las armas grandes. Presionó hacia
adelante en el cuerpo de Gavin y descubrió, como era de esperar, que estaba
duro. Por supuesto que lo estaba.

Estaba vivo, sentado en el regazo de Gavin, y ya no le dolía.

La expresión en el rostro de Gavin no presagiaba nada bueno si entraba


en razón, por lo que Miles decidió anularlo de forma preventiva. Chocó sus
bocas, al principio con un chasquido de dientes y un toque de sangre, la suya

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o la de Gavin, no lo sabía, y luego más suavemente, deslizando su lengua


dentro de la boca, lento pero exigente.

Gavin, como solía hacer, se rindió ante él. Por supuesto, por lo general
cedía a los besos y luego se liberaba antes de que las cosas fueran más lejos,
por lo que decidió solucionarlo de inmediato.

—Te deseo —murmuró, separando sus labios solo el tiempo que tomó
para declarar sus necesidades—. Te quiero en mí. Ahora.

—Mmph… —musitó Gavin contra sus labios. Probablemente se suponía


que era su nombre, o el comienzo de una discusión sobre por qué no podían
tener relaciones sexuales justo después de que casi muriera, pero en lo que
le incumbía, esa era una razón aún mayor para tener relaciones sexuales. En
este momento. Aquí mismo. Necesitaba saber que estaba vivo. Necesitaba que
Gavin supiera que él estaba vivo.

Necesitaba estar vivo.

Puso ambas manos contra el pecho de Gavin y empujó, sorprendido y


un poco preocupado cuando ese pecho firme y fuerte cedió. ¿Estaba Gavin
tan aterrorizado que simplemente iba a darle lo que quisiera?

En la mayoría de las circunstancias, la mayoría de los días, eso no


habría sido lo que Miles quería en absoluto, y sospechaba que Gavin lo sabía.
Este día, todo era diferente.

Sin dudarlo, comenzó a desnudar a Gavin como si fuera el mejor regalo


de cumpleaños. Y era algo así como su cumpleaños, ¿no? Su renacimiento.
Se rio para sus adentros mientras abordaba la doble hilera de botones del
precioso pero molesto abrigo de lana de doble botonadura de Gavin. Se lo
quitó de los hombros y lo tiró a un lado. La camiseta fue aún más fácil,

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lanzada para unirse al abrigo. Los jeans eran un poco más duros, y tuvo que
concentrarse para desabrochar los botones y bajar la bragueta.

Los calzoncillos de seda eran un buen toque, y muy Gavin. Solo él


usaría viejos jeans gastados con bóxer de seda negra debajo de ellos. Siseó
cuando Miles se los bajó y se quitó rápidamente los zapatos, los calcetines y
luego los malditos vaqueros.

—Realmente espero que los Carpenter no estén subiendo por el camino


—murmuró Gavin.

Miles lo miró.

—¿Quién?

—Los dueños de este lugar.

Miles se detuvo y volvió a mirar a su alrededor, pero se aburrió casi al


instante. En lugar de preocuparse por su entorno, se giró y se tragó todo el
pene de Gavin.

Estaba a media asta, lo que interpretó como un insulto y un desafío,


así que empujó hacia abajo hasta el fondo, girando la lengua alrededor de la
cabeza y mirando a Gavin mientras lo hacía. Seguramente sus ojos ardientes
distraerían a Gavin de la casa, o cualquier otra cosa que se interpusiera entre
Miles y montar ese magnífico pene.

Pareció funcionar, ya que el rostro de Gavin se transformó de labios


mordidos y cejas fruncidas a labios entreabiertos y ojos en blanco en solo
unos segundos.

—Miles.

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Sam Burns Lobo renacido

—Mmm —respondió alrededor de su boca llena. Se balanceó arriba y


abajo, observando cómo el pecho de Gavin se arqueaba y la cara se contraía.
Sí, claramente todavía sabía lo que estaba haciendo.

Gavin gimió y se agachó para enredar sus manos en su cabello,


empujando sus caderas hacia arriba en cada movimiento descendente. No lo
estaba forzando, pero el más mínimo indicio de eso hacía que Miles quisiera
frotarse contra la pierna de Gavin.

Todavía con su uniforme destrozado.

Ugh.

Se sentó y se quitó la camisa del uniforme, tirando de los botones sin


importarle si se salían. De cualquier manera, estaba ensangrentado y
desgarrado; no importaba si perdía todos sus botones.

—Miles —susurró Gavin, recuperando su voz cuando Miles dejó de


chuparlo—. Tú no quieres…

—Te diré lo que quiero —prometió Miles mientras se inclinaba para


envolver sus labios alrededor del pene de Gavin nuevamente. Antes de
hacerlo, señaló—: Serás la segunda persona en saber lo que quiero, justo
después de mí.

La protesta de Gavin se apagó de nuevo al sentirlo sobre él. Empujó


todo el camino hacia abajo, incluso cuando Gavin se puso completamente
duro y era imposible meter todo en su boca sin ahogarse hasta morir. Tal vez
algunas personas pudieran manejarlo, pero no era uno de ellos.

Gavin apretó la mano en su cabello y empujó hacia su boca, mirándolo


a los ojos mientras tragaba alrededor de su húmedo pene. Cuando lo logró,
estaba resbaladizo por la saliva, exactamente como lo necesitaba.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

Sonrió, tiró lo que quedaba de su ropa y se movió para sentarse a


horcajadas sobre las caderas de Gavin. Antes de que pudiera protestar una
vez más, se llevó un dedo a los labios y sacudió la cabeza.

—Segundo en saber, ¿recuerdas? —Y minuciosa y lentamente, se


deslizó hacia abajo sobre el pene de Gavin.

Era demasiado grande, demasiado para manejar sin el lubricante


adecuado, y tan jodidamente sexy. Miles no pudo evitar el gemido que se le
escapó.

—Joder, eres tan caliente.

Gavin emitió un sonido forzado y sus dedos agarraron los muslos de


Miles como si fueran bandas de hierro, pero se había quedado sin hablar, con
los ojos oscuros y la mandíbula apretada.

Miles puso sus manos sobre las de Gavin y lo miró a los ojos.

—Estás tratando tanto de no moverte, ¿no es así? ¿Qué tanto quieres


joderme?

De alguna manera, los ojos de Gavin se oscurecieron, delgados anillos


verdes de iris alrededor de piscinas negras sin fondo. Tal vez fue su
imaginación, pero cuando mostró los dientes en una mueca salvaje, parecían
más puntiagudos que de costumbre.

Miles se inclinó hacia delante, lamiéndose el labio inferior y luego


pasándolo entre los dientes.

—Deberías. Deberías ponerme de espaldas y joderme, alfa.

Y Gavin gruñó, volteándolos para que Miles estuviera de espaldas,


jodiéndolo con una intensidad brutal. Fue más, mucho más fuerte, más duro

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

que la noche de luna llena, pero incluso más que esa vez, Miles disfrutó de
ella.

Gavin empujó las rodillas de Miles sobre sus hombros y estableció un


ritmo castigador, jodiéndolo como si su vida dependiera de ello. Todo lo que
Miles pudo hacer fue acostarse debajo de él y tomarlo, jadeando y cayendo en
la sensación de ser jodido por Gavin. Su alfa. El hombre que amaba.

—G… Gavin… —se las arregló para ahogarse, cuando la fricción entre
sus cuerpos amenazó con empujarlo por el borde. No sabía lo que quería, pero
él… él necesitaba…

—Córrete —ordenó Gavin, con una voz más profunda y resonante de lo


que jamás había escuchado, y las sensaciones se apoderaron de él. Las
chispas atravesaron todo su cuerpo; su visión se llenó de ellas, y de Gavin.
Su cabeza cayó hacia atrás contra la alfombra debajo de él, y gritó, o tal vez
fue un gemido. No podría decirlo.

Gavin se tensó sobre él, con el cuello doblado y los labios entreabiertos
en un grito silencioso cuando se corrió en su interior.

Miles nunca había imaginado que la segunda vez podría ser mejor que
la primera, pero de alguna manera había hecho añicos todas las expectativas.
Él sonrió, un cálido resplandor llenándolo. Envolvió sus brazos libremente
alrededor de Gavin mientras el hombre colapsaba a su lado. Miles sonrió y
hundió el rostro en su hombro.

—Te amo.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

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Por un rato quedó a la deriva, de alguna manera feliz y avergonzado al


mismo tiempo. Miles estaba vivo y, al menos por un momento, no lo había
odiado. Finalmente, Miles se movió contra él mientras dormía y eso terminó
de despertarlo.

Se incorporó y miró a Miles, quien parecía feliz. Saciado. Infiernos,


incluso presumido.

Era hora de que se levantara y se pusiera a trabajar.

Recogió su ropa, la dobló cuidadosamente y la colocó en la esquina de


la mullida alfombra frente al fuego. No quería vestirse y ponerse a sí mismo y
a Miles en una diferencia de poder inmediata cuando despertara, pero
tampoco quería vagar desnudo por la cabaña, así que se puso el bóxer.

Su abrigo, lo puso a secar sobre el ladrillo frente al fuego, que crepitaba.


Se tomó un momento para verificarlo y agregar un tronco, moviendo la rejilla
con cuidado. No sería bueno quemar la casa.

Lo siguiente en la lista fue revisar sus teléfonos nuevamente. Nada en


los móviles. Fue a probar el teléfono fijo del pasillo. Estaba enchufado, el
teléfono cargado, pero cuando lo encendió, no pasó nada.

Increíble.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

Sistemáticamente, registró toda la casa. Había otro teléfono en el


dormitorio, también desconectado. Debía ser en toda la casa. La electricidad
estaba funcional, pero no la línea telefónica.

No había ropa en el armario ni en los cajones, por lo que supuso que


nadie llegaría a casa y encontraría a Miles desnudo sobre la alfombra.

Miles desnudo era todo suyo.

Sacudió la cabeza para deshacerse de esa tontería y se volvió hacia la


cocina. No estaba bien abastecida, pero podría haber sido peor. Había
productos enlatados, la mayoría de los cuales no habían caducado. Un
montón de sopa, lo que mejoró su estado de ánimo. Al menos no estarían
comiendo latas de judías verdes. También había una reserva de bocadillos
azucarados como pasteles para el desayuno y pastelitos de chocolate rellenos
de crema, que no eran apetitosos, pero sí comestibles.

Probablemente a Miles le gustarían. Le gustaba el azúcar y la comida


chatarra.

Encontró cinta adhesiva en un cajón y rápidamente la usó para


bloquear el agujero que había hecho en la ventana. No era perfecto, pero al
menos evitaría que lo peor del aire entrara y saliera. Tal vez protegería un
poco el interior de la casa de los elementos. Dadas las circunstancias, parecía
lo mínimo que podía hacer.

Había un armario lleno de té, lo que supuso que era algo bueno. Miles
disfrutaba del té y a él le era indiferente. Sobre todo, bebía agua, por aburrido
que fuera. Había mucha crema en polvo, que podría ser suficiente para
reemplazar la leche y hacer feliz a Miles.

Reunió su tesoro, apilando las latas de sopa frente al microondas junto


con los tazones y cucharas limpias que encontró. El té Earl grey fue a parar

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

al mostrador junto al hervidor eléctrico y algunas tazas. Llenó la tetera en el


fregadero, y varias jarras de agua, que estaba buena. Las tuberías seguían
funcionando, pero no había forma de saber cuánto duraría en medio de una
ventisca.

Pensando en la ventisca... Salió corriendo por la puerta trasera para


comprobar el estado de la pila de madera. Se veía bien, bien mantenida. Sacó
algunas piezas adicionales para reponer, ya que sospechaba que iban a
quemarse rápidamente. Recordaba haber estado constantemente frío durante
las primeras semanas después de convertirse, así que pensó que Miles
también lo estaría.

En general, había lugares peores donde podrían haber quedado


atrapados, pero si la nevada duraba más de unos pocos días, iba a ser un
problema.

Sin embargo, eso no sucedería... Él esperaba. También era su primer


invierno completo en Colorado, así que no había forma de saberlo. Su familia
siempre venía una semana, dos a lo sumo, a esquiar o a pasar las vacaciones.

Tomó la leña extra para apilarla junto a la chimenea, agregó una pieza
y reemplazó la rejilla nuevamente.

Finalmente, se derrumbó sobre la alfombra al lado de Miles, quien


roncaba suavemente, y dejó caer su reserva de pasteles y pastelitos en la
alfombra y los clasificó. Chocolate, arándano y más chocolate. Al parecer,
alguien era fanático de esas cosas.

Miró a Miles y trató de no dejar que la abrumadora bola de culpa se


abriera camino desde su estómago.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

En este punto, ya se había aprovechado de él de todas las formas


posibles. Le había mentido durante meses, lo mordió y lo convirtió en un
hombre lobo, y tuvo sexo con él, dos veces ahora, bajo falsos pretextos.

La primera vez, no había admitido que era un hombre lobo. La segunda,


no había admitido que Miles era un hombre lobo.

Se estaba convirtiendo en un mentiroso consumado.

¿Cómo diablos se suponía que iba a decirle que era un hombre lobo?
“Entonces, sobre esa conversación que se suponía que debíamos tener,
supongo que ahora es aún más importante”. O tal vez, “Así que los hombres
lobo son geniales, ¿verdad? ¡Felicidades!”

Una cosa era segura, no podía volver a acostarse con él sin decírselo.
Probablemente estaba lleno de energía licantrópica recién descubierta o algo
así, y por eso había estado tan entusiasmado con el sexo.

Bueno, eso o la necesidad habitual de afirmar la vida jodiendo o siendo


jodido después de pensar que ibas a morir. Los dioses sabían que Gavin había
hecho eso. Demonios, una vez después de una misión, Dez y él casi
cometieron el error…

Esa vez, sin embargo, hizo lo correcto y se detuvo, porque como oficial
al mando de Dez, habría sido muy poco ético. Además, agregar sexo a una
relación tendía a quitarle el sentido común básico, e incluso entonces,
necesitaba a Dez para mucho más que sexo.

Un poco como necesitaba a Miles ahora, solo que con Dez era un cien
por ciento menos sexy, por lo que era más fácil alejarse. Sin ofender a Dez,
pero nunca le habían gustado los hombres más altos que él. Superficialmente,
tal vez, pero algo en él lo irritaba.

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Sam Burns Lobo renacido

Probablemente no había ayudado que Dez y él fueran ambos activos


implacables. Se habrían fastidiado el uno al otro en una semana, como
máximo, y nunca habrían tenido sexo que los satisficiera a ambos.

Miles tarareó en sueños y extendió la mano, tratando de acariciar a


Gavin. Cuando no lo encontró de inmediato, se despertó. Cuando su mano
encontró un envoltorio de bizcocho relleno de crema, se echó hacia atrás y
sus ojos se abrieron de golpe.

Observó los pastelillos que cubrían la alfombra y arqueó una ceja.

—¿No me digas que esta es la reserva de la cocina?

—No todo, pero pensé que sería tu parte favorita.

Miles se frotó el rostro mientras se sentaba, inconscientemente


inclinándose hacia el fuego. Finalmente, examinó la pila, levantando las cejas.

—Este es tu infierno, ¿no? ¿Sin pescado? ¿Espinaca? ¿Corazones de


alcachofa?

—Hay una lata de sopa que parece que podría tener espinacas. Estoy
seguro de que sobreviviré. —Gavin empujó uno de los pastelitos de chocolate
en su dirección—. Sé que te he visto comer esto.

Miles lo recogió y lo miró antes de que una expresión triste cubriera


todo su rostro.

—Claro, pero eso fue antes de Graham y sus galletas, ya no es lo mismo


Me echaste a perder.

Gavin hizo una mueca y no respondió. ¿Qué podría decir? Seguro,


piensas eso ahora. Espera hasta que te des cuenta de que eres un hombre lobo.

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Sam Burns Lobo renacido

—Oye —exclamó Miles, dejando caer el pastelillo y extendiendo la mano


para tomar la suya—. No lo dije de mala manera. Estoy seguro de que estarán
bien. ¿Supongo que no podemos salir de aquí?

Gavin parpadeó. Ni siquiera había considerado irse. Dio un salto y fue


hacia la puerta, abriéndola para mirar la nieve que se había acumulado desde
que había traído a Miles.

—Vaya —susurró Miles, acercándose por detrás, todavía desnudo y


contemplando el suave y silencioso manto blanco.

—Eso sería un no —confirmó Gavin, y las palabras resonaron en la


nieve a su alrededor, pareciendo una docena de veces más fuertes de lo que
habían sido. Se estremeció y cerró la puerta.

Miles se estremeció enormemente, respiró hondo y asintió. Entonces se


apoyó en él.

Maldita sea. Convertirse en un hombre lobo no arreglaba


automáticamente todas las cosas. Él sabía eso. Y además había tenido sexo
rudo con un hombre que casi había muerto, y ahora lo mantenía de pie frente
a una puerta abierta que conducía a montones de nieve que le llegaría hasta
los muslos. Cogió a Miles en brazos y lo llevó de regreso a la alfombra frente
al fuego.

Miles no protestó. Ni siquiera se movió cuando Gavin lo dejó en el suelo,


barriendo los bocadillos azucarados del camino y colocándolo paralelo al
fuego, a solo unos centímetros de los ladrillos. Todo lo que hizo fue mirarle.

—Necesito mantenerte caliente —murmuró Gavin, como si necesitara


explicarse, por todas las cosas—. Casi mueres.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

Cayó sobre su trasero al lado de Miles, mirando la alfombra negra


peluda justo al lado de su pecho. No podía mirarlo a los ojos, porque entonces
tendría que explicar por qué no solo estaba vivo, sino que estaba en una forma
asombrosamente buena para alguien que había estado muriendo unas horas
antes.

Tenía que responder sus preguntas. Simplemente no sabía cómo decir:


"No podía perderte", sin hacer exactamente eso.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

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No pudo evitar alcanzar a Gavin, y ni siquiera lo intentó. Tomó su mano


y la sostuvo con fuerza, la acercó a su pecho y la presionó contra su corazón.

Por un momento, cerró los ojos y se concentró en eso. La mano de Gavin


en su corazón. Su latido. Thump-Thump. Thump-thump. El pulso de Gavin
en su propia muñeca, latiendo al mismo tiempo que el suyo.

Era bastante obvio que se sentía culpable, pero ¿por qué?

No podía ser la situación de la comida. No había elegido el lugar en el


que habían quedado varados. La cabaña número quince, sospechó Miles, que
había estado a la venta durante casi un año. Era un milagro que el lugar
tuviera comida, y mucho menos algo adecuado como sustento regular.

¿Quizás Gavin se sentía mal porque no los había llevado de regreso a la


ciudad? Eso era tonto. Estaban en medio de una nevada y tuvieron suerte de
que el accidente hubiera sido tan cerca de un lugar como este.

Al diablo con eso, tuvo suerte de que hubiera estado allí.

Tan jodidamente afortunado.

Si Gavin no hubiera acudido, aunque hubiera sido cualquier otra


persona, Miles sospechaba que estaría muerto. Incluso si hubiera sido una

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ambulancia la que se lo hubiera encontrado... casi mueres, había dicho Gavin,


triste y nervioso y evitando su mirada.

La parte del accidente no podía haber sido culpa de Gavin, a menos que
fuera un lobo muy, muy pequeño. Miles no lo había visto bien, pero lo que
sea que había corrido frente a su auto, había sido del tamaño de un zorro
pequeño, no del tamaño de un lobo adulto.

Entonces, si no había sido quien puso su vida en peligro, sino quien lo


encontró y lo llevó a un lugar seguro, eso solo dejaba una cosa evidentemente
obvia por la que sentirse culpable.

Lo había mordido, convirtiéndolo en un hombre lobo, sin permiso.

Miles trató de procesar eso. Todavía no sabía lo que implicaba ser un


hombre lobo. Hasta ahora había habido un dolor horrible, todo ese exceso de
energía, la necesidad de que Gavin le jodiera y esa extraña sensación de
necesidad de complacer al Alfa. Por complacer a Gavin.

El dolor, sospechaba, había sido lo que se sentía al convertirse en un


hombre lobo. Ojalá que fuera una experiencia única y que nunca debiera
repetirla.

La energía había estado bien, aunque extraña, y la torpeza que la


acompañaba parecía estar desapareciendo.

Querer que Gavin se lo jodiera no era nada nuevo. Sentir que lo


necesitaba era una cosa pequeña, apenas diferente de antes.

La necesidad de complacer a alguien había estado con Miles toda su


vida. Era uno de los rasgos principales de su personalidad, le gustara
admitirlo o no. Su padre había estado ausente, trabajando la mayoría de las
veces y desinteresado cuando estaba allí. Así que Miles había tratado de

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

complacer a los maestros, luego a los profesores, luego a sus oficiales


superiores. Querer complacer al “alfa” era nuevo y diferente, pero solo en la
terminología, no en la práctica.

Miles no había usado el término alfa antes; no era realmente parte de


su léxico. Alfa era como se llamaban a sí mismos cierto tipo de hombres, que
a su vez llamaban a personas como Miles “machos beta” como un tonto
insulto, como si tener emociones fuera vergonzoso.

Gavin definitivamente no era ese tipo de hombre. Sin embargo, era el


tipo de hombre que esos hombres desearían ser, así que tal vez había algo de
validez en eso.

Si todas esas cosas eran lo que significaba ser un hombre lobo, Miles
tenía dificultades para objetarlo. Además, probablemente lo más importante,
ser un hombre lobo significaba que todavía estaba vivo. No le importaba si ser
un hombre lobo venía con ese horrible dolor regularmente, torpeza
permanente o cualquier otra consecuencia.

Estaba vivo, y ese era su estado preferido.

Conocía a Gavin demasiado bien para pensar que el permiso después


del hecho haría mella en su culpa, así que no se molestó en hacerlo. Pocas
cosas distraerían a Gavin de su creciente agujero de autodesprecio.

Uno era un propósito, algo que lo mantuviera ocupado, así tenía que
dejar de pensar en lo que le molestaba. La otra era demostrar que estaba
inequívocamente errado, algo casi imposible, ya que Gavin era un bastardo
obstinado que generalmente estaba convencido de que tenía razón.

El problema era que, de hecho, por lo general, la tenía. No era el tipo de


hombre que se formaba opiniones sin una razón.

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Así que una distracción seria.

—¿Qué estabas haciendo ahí fuera? —preguntó Miles, soltando lo


primero que se le ocurrió como una distracción. Cualquiera que fuera la
razón, estaba agradecido por ello, pero era un lugar extraño para que el
hombre deambulara.

Gavin hizo una mueca y le dio un apretón a su mano

—El niño. —Se mordió el labio y finalmente miró a Miles, lo cual fue
una mejora—. Sé que no debería haber usado esa información para... No sé,
para hacer cualquier cosa, pero estábamos preocupados. Existe una remota
posibilidad de que sepamos quién es, y teníamos que buscarlo.

Esa era información completamente nueva. Rodó sobre su costado,


frente a Gavin.

—No mencionaste eso antes.

—Parece demasiado improbable —explicó Gavin—. Se escapó de su


casa en California. Un niño fugitivo de nueve años no viaja por tres estados
solo para ver a personas que le gustan, ¿verdad?

Miles no respondió, solo levantó las cejas.

Gavin suspiró y bajó la cabeza.

—Sí, está bien, creemos que podría ser Lyndon. Ha sido intimidado por
ser, um, cierto tipo de hombre lobo… —Gavin se interrumpió y se mordió el
labio, luego suspiró y sacudió la cabeza—. Un omega. Es complicado, y no voy
a fingir que lo entiendo, pero Lyndon es un omega, y algunas personas
piensan que acosarlos está bien. Es algo así como nosotros, como sociedad,

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Sam Burns Lobo renacido

tratábamos a las mujeres hace cincuenta años. O cómo algunos de nosotros


todavía lo hacemos, supongo.

—Alfas y omegas —dijo Miles, todavía agarrando la mano de Gavin


contra su pecho, pero pasando la otra por la mullida alfombra—. Eres un alfa.
¿Mi alfa?

Las pupilas de Gavin se dilataron ante eso, y Miles se quedó con la clara
impresión de que quería joderlo nuevamente. ¿Solo por decir que era su alfa?
Ahora eso era algo que requería más experimentación.

—Sí… —afirmó Gavin, con voz áspera, y se detuvo para aclararse la


garganta antes de continuar—: Si quieres que lo sea. Incluso después…

—Shh —dijo Miles, llevándole un dedo a los labios. Gavin levantó una
ceja sin impresionarse y Miles le sonrió—. Supongo que se supone que debo
ser más respetuoso con mi alfa que eso, ¿eh?

Gavin puso los ojos en blanco y no se molestó en responder, incluso


cuando Miles retiró el dedo.

—Entonces, ¿eso me convierte en un beta?

Gavin soltó un pequeño gemido, su cabeza cayó hacia atrás mientras


miraba al techo.

—No lo sé. ¿Quizás? No te sientes como un alfa. Solo he sido un hombre


lobo por menos de un año. Lo que sé llenaría un folleto muy delgado. Ni
siquiera cerca de llenar un libro.

—¿Entonces no hay un Manual para los Mordidos Recientemente? —


preguntó Miles, y Gavin le lanzó una mirada exasperada. Levantó la mano
libre—. Solo preguntaba. Pero no importa. Estabas buscando al niño, que es

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Sam Burns Lobo renacido

un omega y se escapó porque estaba siendo intimidado. ¿Por qué vendría


aquí?

—Graham también es un omega. Crecieron en el mismo lugar. Es… son


básicamente uno de esos cultos del fin del mundo, pero supongo que están
esperando profecías de hombres lobo o algo así. —Gavin negó con la cabeza,
como si ni siquiera él pudiera creer lo que estaba diciendo—. De todos modos.
Graham los dejó y ellos lo secuestraron. ¿Recuerdas en septiembre cuando
recibí una llamada y tuve que salir temprano de una película?

Lo recordaba. Gavin no era el tipo de hombre que se tomaba las


promesas a la ligera, así que cuando volvió al cine y le dijo que tenía que irse,
supuso que era importante.

—Tuvimos que ir a buscar a Graham cuando fue secuestrado. Y


supongo que dejamos una impresión en este chico cuando aparecimos allí.

Gavin parecía avergonzado, pero Miles podía verlo todo como si hubiera
estado allí. Fuera lo que fuera un omega, tanto Graham como el chico lo eran.
Y estos caballeros blancos, Gavin, Ash y Dez, habían ido cabalgando para
proteger a Graham, salvarlo del culto. De repente, esa era la referencia del
niño para la perfección. Quería ser Graham. Quería que Ash, Gavin y Dez
también fueran a salvarlo del culto. Del acoso.

Entonces, cuando se derrumbó porque la intimidación era demasiado,


fue a buscar a sus héroes. Ellos lo salvarían.

Solo había una manera de estar seguro de que era el mismo niño, pero
no había nada de malo en darle a Gavin la información que tenía.

—Dijeron que el niño tenía entre siete y nueve años. Pelo rubio algo
largo, camiseta blanca manchada, vaqueros rotos. No dieron muchos detalles,
pero dijeron que se movía como si fuera a algún lado, corrió cuando lo

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llamaron. No quería que lo encontraran. —Miles se incorporó, con las piernas


cruzadas y frente a Gavin—. Se ajusta a tu niño desaparecido, ¿no?

—Lo hace. Los Martingale son rubios y bonitos, y Graham dijo que
Lyndon es un Martingale.

—Así que saliste a buscarlo, sin siquiera saber si era él, buscando en
la ladera de la montaña a un niño que apenas conoces —señaló Miles. Quería
que Gavin viera algo bueno en sí mismo, pero en cambio, hizo una mueca.

—Los demás sabrán que estoy fuera de contacto ahora. Espero que no
se empujen a una búsqueda. Saben que puedo cuidar de mí mismo. —Miró
hacia el frente de la cabaña, como si pudiera telepáticamente llamar a sus
compañeros hombres lobo.

Por un capricho, Miles le dio una oportunidad. Vuelve aquí y bésame,


exigió con su mente. Gavin se volvió hacia él, pero no parecía particularmente
enamorado. Oh, bueno.

—Esperemos que Dez los tenga a todos de regreso en la casa para


ahora. Pueden manejar la nieve. —Gavin miró hacia donde Miles todavía se
aferraba a su mano, pero no se apartó. No, él sonrió. Era una pequeña
sonrisa, pero allí estaba.

—Los lobos son buenos con la nieve, ¿verdad? —preguntó Miles. Volvió
a mirar hacia la puerta. Tal vez si pudiera, era una idea tan extraña, casi
ridícula, pero, si pudiera convertirse en lobo, podrían salir de allí. Un lobo
podría atravesar esa nieve.

Gavin inclinó la cabeza y asintió levemente.

—Lo son.

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Esa fue una respuesta preocupante. Obviamente, no pensaba que esa


fuera una solución.

—Yo, um, ¿no puedo ser uno? ¿Aún? —Esperaba que ya lo fuera, si ese
era el problema.

—¿Qué? No, estoy seguro de que… está bien, bueno, no estoy seguro,
pero… —Gavin giró el cuello, rompiendo el contacto visual y negándose a
mirarlo de nuevo. Ni ira, ni mentira, exactamente, decidió Miles. Vergüenza.
Gavin estaba avergonzado de lo que sea que estaba pasando en su cabeza—.
Deberías estar descansando. Acabas de cambiar, y casi mueres antes de eso.
Tenemos que cuidar de ti primero y preocuparnos por salir de aquí en segundo
lugar. No es como si pudiéramos ir a buscar a Lyndon en este momento.

Miles suspiró ante eso, pero asintió. Por mucho que le gustaría buscar
al niño un poco más, no era razonable. Y por mucho que quisiera saber qué
estaba pasando por la cabeza de Gavin, preguntar no era la manera de
averiguarlo. Necesitaba darle tiempo.

Si alguien había pasado por algo más que Miles ese día, probablemente
era Gavin. Después de todo, él había estado inconsciente. Solo había tenido
unos segundos para enfrentar su propia mortalidad, ni siquiera minutos
completos. No sabía cuánto tiempo había lidiado Gavin con la idea de
perderlo.

La vaga idea de lidiar con lo opuesto hizo que el dolor lo atravesara, y


antes de que se diera cuenta de que se había encogido, se dobló, Gavin lo
envolvió.

—¿Miles?

Lo único que se le ocurrió fue la cosa que absolutamente necesitaba


saber, antes de que cualquier otra cosa pudiera importar.

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—¿Tengo razón? Eres mi alfa. Estás conmigo. No te… no te irás.

—Por supuesto —susurró Gavin—. Por supuesto que seré tu alfa. Estoy
contigo, y nunca me iré. No hasta que... a menos que tú quieras que lo haga.
Todo depende de ti, cariño. Todo es tu elección.

Como si las palabras fueran mágicas, Miles sintió que todo su cuerpo
se relajaba contra Gavin, apoyándose en él y respirando su aroma perfecto.
Sudor, madera, nieve, lana, alfa y todo Gavin. Si era su elección, entonces no
había elección en absoluto. Se quedaría con él para siempre.

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Sam Burns Lobo renacido

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Los estados de ánimo de Miles eran como un yo-yo, y solo podía


aguantar y esperar que, fuera lo que fuera lo que le había hecho el mordisco,
se equilibrara. Por otro lado, el hombre casi había muerto y luego se había
convertido en un hombre lobo. Miles siempre fue apasionado, era una de las
cosas que amaba de él. Todas esas cosas combinadas podrían explicarlo.

No creía que fuera tan diferente de antes de ser mordido, pero eso
podría deberse a que solo era la mitad de un hombre lobo. Pero Dez era el
mismo Dez de siempre, solo que se ponía peludo de vez en cuando.

Miles estaría bien. Estaba abrumado. ¿Y quién podría culparlo?


Francamente, estaba lidiando con el cambio mejor que él.

Gavin estaba calentando sopa en el microondas y preparando té en la


cocina cuando Miles entró, se apoyó en la encimera y observó.

Era tan fácil de “cocinar” que incluso Gavin no tuvo problemas con eso.
No podía hacer huevos, pero esto era difícil de estropear. Sopa, en un
recipiente, en el microondas durante dos minutos. Earl grey sumergido en
agua hirviendo durante poco menos de un minuto, luego aproximadamente
la mitad de leche. No estaba seguro de cómo se traducía eso en crema en
polvo, pero sospechaba que la respuesta no iba a ser la cosa más sabrosa del
mundo. Incluso podría ser un poco más fuerte de lo que le gustaba a Miles.

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Además, el té en el armario no había sido Earl Grey simple, había sido


Earl Grey con lavanda, y Gavin no estaba seguro de lo que pensaba de eso.
La lavanda era... fuerte.

Podía ser un poco demasiado, especialmente para los nuevos lobos.

Cuando terminó, lo puso frente a Miles y esperó.

—¿Soy un experimento?

—Nunca has probado nada como un lobo antes. Es... —Suspiró y volvió
a mirar el microondas, negándose a mirarlo a los ojos—. Es diferente.

Podía distinguir la silueta del hombre en el borde de su visión cuando


inclinó la taza hacia arriba para probarla e inmediatamente la dejó, haciendo
un pequeño ruido de asfixia. Gavin quería intervenir y disculparse, darle
palmaditas en la espalda, ofrecer ayuda, pero ¿en qué podía ayudar?

—Veo a que te refieres.

Permanecieron en silencio hasta que el microondas sonó para indicar


que había terminado. En lugar de abrirlo, Gavin se quedó mirándolo un poco
más.

—Podría ser un té malo. —Miles se quedó en silencio por un momento,


esperando una respuesta, luego se acercó para apoyarse en el costado de
Gavin—. No puedes simplemente superar esto ya, ¿eh?

Gavin se giró para mirarlo.

—¿Superar esto?

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Sam Burns Lobo renacido

—Me mordiste —dijo Miles, y ahí estaba, entre ellos. Justo donde
siempre estaría—. Me encontraste muriendo, me mordiste y ahora soy un
hombre lobo.

Gavin tragó saliva y asintió. El microondas sonó de nuevo,


aparentemente para recordarles que había terminado, pero aún no había sido
abierto.

—Estás muy enojado contigo mismo por eso —continuó Miles,


esperando nuevamente a que Gavin respondiera.

Esta vez no pudo.

¿Estaba enojado consigo mismo por morder a Miles? Estaba enojado


porque no había habido una mejor manera, pero incluso si su teléfono
hubiera funcionado y hubiera llamado a una ambulancia, Miles podría haber
muerto fácilmente camino al hospital.

Gavin sabía muy bien que no todas las heridas sufridas como humano
se curaban como hombre lobo, pero de todos modos había mordido a Miles.
No porque tuviera creencias mágicas o pensara que el universo era un lugar
justo. Había sido su única esperanza.

Esa había sido su elección, morder a Miles o verlo morir. O tal vez
morderlo y verlo morir.

Había sido la peor elección, y había hecho la única que podía. Nunca
se lo habría perdonado si hubiera muerto.

—Lo estoy —finalmente respondió.

Miles recogió el té y se lo tendió a Gavin.

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—Sabes lo ilógico que es eso, y eso también te está molestando,


¿verdad?

¿Cómo lo conocía tan bien este hombre?

—Y en este momento, estás pensando que incluso mi té favorito ya no


me sabe bien debido a una extraña cosa de hombre lobo. —Hizo una pausa,
ladeó la cabeza y añadió—: Eso es todo, ¿eh? ¿Hay una extraña forma sobre
disfrutar las cosas como hombre lobo?

Gavin asintió y finalmente abrió el microondas para revolver la sopa y


volver a ponerla por otro minuto.

—Muchas cosas saben mal. Ya no me gustan tanto los refrescos. O


muchos sabores artificiales que solía pensar que estaban bien.

—¿Sabes de qué está hecho Earl Grey? —preguntó Miles.

—Té, se supone. Camellia sinensis. Dado que es británico,


probablemente una de las variedades de la India.

—Y bergamota —agregó Miles—. No sé mucho al respecto, pero supongo


que es algún tipo de cítrico. No tiene nada de artificial, si es un buen té. Como
las cosas que tienes en la tienda.

Gavin frunció el ceño, pero no estuvo en desacuerdo. Los únicos


sabores sobre los que realmente había cambiado de opinión eran los
artificiales, porque algo en su gusto elevado los hacía saber más artificiales
de lo que había pensado antes.

Miles sostuvo el té frente a su cara y, reflexivamente, tomó un sorbo.


Era arenoso con crema en polvo que de alguna manera era demasiado rica y
demasiado ligera al mismo tiempo.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

—Pero cariño, a veces el té es simplemente malo.

Gavin, tratando de no ahogarse con el horrible intento de té o escupirlo


por todas partes, tuvo que ahogar su risa. Se las arregló para tragar el
repugnante brebaje, y un segundo después estaba doblado, riendo en silencio,
grandes lágrimas corrían por su rostro, y tuvo que apoyarse en sus rodillas.

—¿Entonces eso fue un sermón?

Miles sonrió satisfecho de sí mismo.

—Sí.

—¿Es así como va a ser ahora?

—Oh, cariño —dijo Miles con una brillante sonrisa, acercándose a él y


empujándolo hacia atrás contra el fregadero, luego estiró la mano detrás de
él para verter el té—. No tienes idea. Ahora que estás atrapado conmigo, vas
a tener que escucharme todo el tiempo.

Eso lo golpeó como un puñetazo en el estómago.

—Oh, mmm. —Extendió la mano y tomó el rostro de Miles con ambas


manos, ahuecando suavemente sus mejillas—. No estoy atascado contigo.

Miles arqueó una ceja que le decía eso es una mierda, y no sabía cómo
explicar cuán equivocada era la idea. Había querido a Miles, había querido
estar con él, tanto que había arriesgado la seguridad de su manada por ello.
Atascado nunca fue un término que usaría para describir su relación. Pero
admitir eso era admitir debilidad, algo en lo que nunca había sido bueno.

Así que solo suspiró y apoyó su frente contra la de Miles.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

—No me mires así. Cualquiera que piense que está atascado contigo
está equivocado. Es afortunado.

La sonrisa traviesa resurgió ante eso.

—Afortunado, ¿eh? ¿Cómo te sientes acerca de ser afortunado en este


momento?

—Un poco preocupado —confesó Gavin—. Quiero decir, casi mueres. Y


nosotros ya... una vez.

Miles sonrió soñadoramente ante eso y asintió.

—Seguro que lo hicimos. Fue increíble. Diez de diez, volvería a hacerlo.

—¿Tal vez después de la cena y una siesta? —preguntó Gavin, tratando


de mantener su voz neutral. No quería que Miles se sintiera culpable, pero
también quería asegurarse de que tuviera suficiente comida y descanso.

Miles suspiró.

—Oh, bueno, supongo, si quieres ser un aguafiestas.

El microondas volvió a sonar y Gavin no pudo decir si era la primera


vez o la decimoquinta. Aun así, le llamó la atención, así que se acercó y sacó
la sopa, entregándosela a Miles con una toalla para asegurarse de que no se
quemara los dedos.

—¿Supongo que solo agua para beber? —preguntó Gavin.

Miles frunció el ceño como un niño de cinco años al que se niega su


mezcla de bebida preferida, pero asintió.

—Supongo.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

Se sentaron frente al fuego y comieron su sopa, y Miles no tardó mucho


en sacar otro tema incómodo.

—Dijiste que este es el lugar de Carpenter. Ha estado a la venta durante


al menos un año, por lo que los propietarios se fueron antes de que te
mudaras aquí.

Gavin se frotó la nuca, donde se acumulaba la tensión, y suspiró.

—Mi familia tiene una casa de vacaciones en la ciudad. Tenían, tal vez,
no sé si aun la tienen.

Miles sabía que Gavin no estaba en contacto con su familia, así que al
menos no preguntó sobre eso. En cambio, asintió pensativo.

—Eso tiene sentido. Entonces, ¿las personas que vivían aquí eran
amigos de la familia?

—Una especie de vecinos. Una pareja joven, dinero tecnológico. Mi


padre siempre se quejaba y negaba con la cabeza sobre cómo no tenían el
asesor financiero adecuado o lo que sea.

—Suena como un imbécil —afirmó Miles, y Gavin tuvo que esforzarse


mucho para no reírse alrededor de su cucharada de sopa.

Finalmente, tragó y asintió.

—Excelente resumen del carácter de mi padre, sí.

Terminaron su sopa y lavaron los platos, y Miles se preparó una taza


de té sin lácteos. No parecía muy satisfecho con eso, pero tampoco se
atragantó, así que tal vez Gavin no había arruinado su cosa favorita después
de todo.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

No estaba del todo seguro de por qué buscó el cargador de teléfono de


repuesto que había encontrado en un cajón del dormitorio, pero incluso si no
se conectaba, parecía una buena idea tenerlo disponible. De hecho, aprovechó
el momento para poner un mensaje de texto a Dez en su cola de salida, con
la esperanza de que cuando la cosa se volviera a conectar, se enviaría
automáticamente.

A salvo, atrapado con Miles. Tuve que morderlo. G.

Resumía demasiado toda la situación, hacía que pareciera mucho más


simple de lo que era, pero no era como si pudiera incluir toda la historia, y
todas sus preocupaciones y miedos, en un mensaje de texto. O diez mensajes
de texto. Además, había aprendido muy bien en el ejército a nunca enviar un
mensaje de texto con el que no se sintiera cómodo si se filtraba a todo el
mundo.

Tal vez no estaría encantado de que el mundo pensara que era un tipo
pervertido con un fetiche de morder, pero no había nada condenatorio allí.
Nada que gritara “¡Hola, soy un hombre lobo!” Por el momento, tendría que ser
lo suficientemente bueno.

Cuando colgó el teléfono y se volvió hacia Miles, estaba profundamente


dormido, tirado sobre la alfombra frente al fuego crepitante. Gavin se rio entre
dientes y fue a sacar la manta de la cama. Agregó un leño al fuego antes de
acostarse junto a Miles, los cubrió con la manta y, en unos momentos, él
mismo se durmió.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

15

Se despertó cuando llamaron a la puerta y su primer instinto fue de


molestia. Quería quedarse con Gavin, aquí en este pequeño mundo donde
solo existía su relación sin influencias externas. Había soñado que estaban
en medio de la nevada por siempre, obligados a simplemente comprar la casa
y aprender a vivir con sopa calentada en el microondas y té aguado.

Sí, lógicamente, sabía que la sopa se acabaría. No era probable que eso
sucediera con el té, ya que era mediocre, pero la sopa sería un problema, y
no solo porque eran básicamente latas de sal sorprendentemente insípida.
Sin mencionar el agua y la electricidad y una docena de cosas más, pero había
sido un sueño, y nada de eso había importado.

Solo Gavin y él habían importado, y había sido agradable.

Hablando de Gavin, se estaba estirando y frotando su rostro. Miles


reconoció el momento preciso en que se dio cuenta de lo que estaba pasando,
o al menos recordó dónde estaba, porque todos los músculos de su cuerpo se
tensaron.

Levantó la cabeza y miró a Miles.

—Ese es…

—Será mejor que ustedes dos tengan puestos los malditos pantalones
—vino el murmullo desde afuera de la puerta principal. A Miles le pareció que

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

eso era nuevo. ¿Podría haber oído eso ayer, un murmullo tan bajo desde el
lado equivocado de una puerta?

Frunció el ceño en dirección a la puerta.

—Eso depende de tu definición de pantalones.

—Soy americano. Tengo la definición americana normal de pantalones.


—Dez resopló y movió los pies—. Ahora abre la maldita puerta. Hace frío aquí.

Gavin se deslizó fuera de su improvisada cama y se dirigió a la puerta,


abriéndola el tiempo suficiente para dejar entrar a Dez y luego mirar hacia
afuera mientras la cerraba.

Miles se sentó, dejando que la manta se acumulara alrededor de sus


caderas en lugar de exponer el hecho de que no estaba usando pantalones
según la definición de nadie, y no quería estarlo particularmente.

—¿Supongo que la nevada no era tan mala?

Dez miró nerviosamente a Gavin, rascándose la nariz y sin mirar a


nadie a los ojos.

—O la nevada era exactamente tan mala como creo y tú solo ignoraste


mi mensaje —declaró Gavin, con la voz plana y el ceño fruncido.

La cabeza de Dez se levantó de golpe.

—No lo hice. ¿Qué mensaje?

Eso hizo que Gavin se detuviera. Miró rápidamente a Miles y luego a


Dez.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

—Oh, por el amor de Dios, Cap, me escuchó en la puerta principal. Es


obvio que lo mordiste. ¿Qué fue, hipotermia? —Se volvió y miró a Miles, luego
inclinó bruscamente la cabeza—. Y bienvenido a la manada.

Solo así.

Bienvenido a la manada.

Miles podría haber caminado sobre una nube, su corazón estaba muy
ligero. Sin duda, sin burla, sin lista de preguntas sobre sus intenciones, solo
bienvenido. Habían sido pocas palabras, seguro, pero era Dez. Su imagen
debería ir en la definición del diccionario de pocas palabras.

—Accidente automovilístico —respondió Miles por Gavin cuando éste


se quedó callado.

Eso pareció preocupar a Dez.

—Pero estás bien. Quiero decir, ¿nada roto? Nada que debamos
intentar...

—No, Dez —interrumpió Gavin, en voz baja y triste—. Nada como eso.
No sé qué le pasaba, pero la mordedura parece haberlo arreglado.

Ambos miraron a Miles como si consideraran llevarlo al hospital de


todos modos. Estaban preocupados por él.

Porque era manada.

Abrazó la manta contra su pecho y les sonrió. Probablemente parecía


un tonto, pero ¿qué importaba?

—Entonces, ¿cómo nos encontraste? —preguntó Miles, sólo para


cambiar de tema.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

—He estado peinando cada camino en este lado de la montaña desde el


amanecer —respondió Dez. Señaló la puerta—. Pusimos un quitanieves en la
camioneta hace un tiempo, ya que parecía lo más sensato. Solía conducir una
cuando era adolescente en Nebraska, así que no fue difícil volver a
acostumbrarme. Funcionó bastante bien.

Ciertamente lo había hecho. Bueno, excepto por el hecho de que ahora


Miles no podía estar a solas con Gavin. Supuso que su tierna fantasía de días
de sexo desinhibido nunca iba a suceder, pero Dez podría haberle dado un
maldito día más.

—¿Quieren irse a casa ahora? —Dez miró el fuego y luego la pila de


ropa en el suelo. Se volvió hacia Miles, con los ojos entrecerrados—.
Mentiroso. Tu ropa interior está ahí.

Miles le dedicó una brillante sonrisa, pero no se molestó en responder.

—Está bien, Dez. —Gavin se levantó y señaló hacia la cocina en la parte


trasera de la cabaña—. Ve a calentar un poco de agua para el té o algo
mientras rectificamos la falta de pantalones.

Dez obedeció y Miles suspiró. Realmente no quería volver a ponerse los


pantalones.

Gavin, pareciendo leer su mente, pasó una mano por su cabello.

—No tienes que usarlos para siempre. El tiempo suficiente para


llevarnos a casa.

Las palabras golpearon a Miles en el pecho y se alojaron allí. El tiempo


suficiente para llevarnos a casa.

A nosotros.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

A casa.

Al igual que todas las adiciones anteriores al grupo de Segundas


Oportunidades, de repente era uno de ellos. Estaba emocionado y entristecido
de que esto fuera lo que se necesitaba para que eso sucediera. Tuvo que casi
morir, ser mordido y convertirse en uno de “nosotros”, de una manera muy
real, muy física.

No podía guardar rencor por eso; no estaban equivocados al


preocuparse por los no hombres lobo o al defenderse. Miles no creía que
realmente hubiera sido capaz de entender desde el exterior.

Demonios, todavía no entendía toda la situación, pero una gran parte


de él estaba impaciente por irse a casa, y no solo porque sería la primera vez
que realmente perteneciera a algún lugar, incluida la casa de su infancia.
Había algo instintivo al respecto, algo en su alma que se inclinaba con fuerza
hacia el hogar, la seguridad y la manada, que quería saltar y brincar en el
mismo lugar, tan emocionado que no podía evitarlo.

Era un cachorro emocionado, esperando que Gavin lanzara la pelota


para poder perseguirla y, de alguna manera, no se sentía en absoluto ridículo
al respecto.

Justo cuando terminaba de abotonarse los pocos botones que le


quedaban a la camisa del uniforme, Dez volvió a entrar, con un pastelillo de
chocolate colgando de su boca. Gavin levantó una ceja y él sacó el pastelillo
de la boca, ofreciendo una defensiva.

—¿Qué? He estado peinando la zona durante horas tratando de


rescatar tu trasero. Tengo hambre.

—¿No podrías esperar media hora para llegar a casa y comer algo que
no esté hecho de jarabe de maíz y aceite vegetal hidrogenado?

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

Dez se encogió de hombros mientras mordía un trozo del pastelillo.

—Lo prometo, puedo comer dos veces. Nunca decepcionaría a Graham,


y él está en casa horneando estresado, así que será un desayuno increíble.

Condujeron a través de la ciudad, y los únicos otros vehículos en el


camino eran aquellos con quitanieves, tratando de hacer transitables otros
caminos además de la carretera, y luchando con la tarea.

Cuando llegaron al enorme camino circular de la casa, Miles empezó a


preocuparse de nuevo. ¿Y si los demás no lo aceptaban como lo había hecho
Dez?

Dez siempre había parecido el más distante, claro, pero estaba bastante
seguro de que esa era solo su personalidad. En realidad, no le disgustaba.
¿Qué pasaría si los demás simplemente no quisieran a otro miembro en la
manada? Peor aún, ¿y si pensaran que no era lo suficientemente bueno para
su alfa?

Gavin prácticamente lo sacó de la parte delantera de la camioneta,


envolviendo un brazo alrededor de sus hombros y arrastrándolo. Se inclinó y
mordisqueó el lóbulo de la oreja de Miles, luego susurró:

—Está bien, cariño. Ellos ya te aman. Estarán encantados.

Debía de ser completamente transparente si había sido tan obvio. Trató


de tragarse su miedo y caminar con más confianza hacia la casa.

En el momento en que estuvieron dentro, fueron acosados. Antes de


que Miles entendiera lo que estaba pasando, Gavin y él estaban en el centro
de un abrazo grupal. Ambos fueron apretados con fuerza, tocados una y otra
vez, en el rostro, el cuello, el hombro. La bebé Paige fue empujada a sus

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

brazos, y en lugar de gritarle al extraño que la sostenía, ella arrulló felizmente


y extendió la mano para abofetearle la mejilla.

Oliéndole. Estaba siendo olfateado por un bebé, que oficialmente sabía


más sobre ser un hombre lobo que él.

—Sí —la voz de Dez vino de un lado, hablando por teléfono—. Lo tengo,
sheriff. No parece demasiado herido, en su mayoría solo nervioso. Tenías
razón, fue un accidente. Supongo que se salió del camino cerca de una de las
cabañas. —Se acercó para pararse frente a Miles y se detuvo, con una
pregunta en sus ojos. Miles asintió, por lo que agregó—: Te dejaré hablar con
él.

—¿Eres tú, Miles? —preguntó el sheriff tan pronto como cambió al bebé
por el teléfono.

—Sí, señor —respondió, y su voz salió áspera—. Me temo que mi


patrulla está volcada en una carretera secundaria fuera de la última cabaña
que revisé.

—¿A quién le importa eso? —preguntó el sheriff, calentando su


corazón—. Nos ocuparemos de eso cuando la nieve se derrita. Lo que importa
es que estás bien. Estás bien, ¿verdad? ¿Necesitas que envíe una ambulancia?

—No señor, estoy bien. Solo algunos moretones y rasguños, en su


mayoría.

Hubo una larga pausa, luego una respiración profunda.

—Me alegra oírlo, Parker. Hemos estado preocupados desde que te


quedaste incomunicado ayer. Se supone que hoy es tu día libre de todos
modos. Toma mañana también. Y el domingo. No es que vayamos a estar

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

demasiado ocupados, con la mitad de las líneas telefónicas caídas y más de


la mitad de los locales atrapados por la nieve. Todo está trabado.

Miles sabía que eso no era estrictamente cierto. Había muchos


problemas adicionales que surgirían en momentos como este para reemplazar
la falta de robos, borrachos y disturbios. Un montón de búsqueda y rescate,
por ejemplo. Aun así, no estaba seguro de poder manejar eso, al menos no
hasta que hubiera descubierto todo este asunto del hombre lobo. Tal vez
entonces, sería aún mejor en eso.

Le devolvió el teléfono a Dez aturdido, y Dez le entregó el bebé una vez


más. Ella chilló de alegría por este ingenioso juego.

—¿Estamos seguros de que este es un buen intercambio para ti? —


Miles le preguntó a Dez—. Quiero decir, el bebé es probablemente el mejor
trato.

Sus ojos se abrieron cuando se dio cuenta de lo inapropiada que había


sido la broma, pero Dez se rio.

—Solo un trato desequilibrado si te quedas con el bebé, pero


eventualmente tendrás que devolvérselo a su madre, ya que no puedes
alimentarlo.

Miles le sonrió a Dez, luego al bebé y finalmente a su madre. Entonces


sus ojos buscaron a Gavin.

Le tomó un momento encontrar al hombre, que se había retirado a la


cocina, sentado en el mostrador allí, mirando... no a Miles, ni a la multitud
que lo rodeaba, ni siquiera a lo que parecían los rollos de canela más
decadentes que había visto nunca, cubiertos con caramelo y nueces, sino a
sus propias manos.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

Maldita sea. Se suponía que convertirse en lobo arreglaría esto. La


manada había agarrado a Miles con ambas manos, algunas de ellos
literalmente, y lo estaban aceptando. A menos que Sawyer colgando de su
cuello fuera una nueva forma de evitarlo.

Entonces, ¿por qué Gavin estaba al otro lado de la habitación como si


alguien lo hubiera pateado? Al parecer, había vuelto al baile. Dos pasos
adelante, tres pasos atrás.

Esta vez, Miles se lo iba a poner imposible a Gavin. Esta vez, tenía a
toda la manada de su lado. Terminaría con este maldito baile frustrante.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

16

Miles empezó su camino como un hombre lobo como si hubiera nacido


para eso. Sostuvo a Paige hasta que tuvo hambre, luego se la devolvió a su
madre sin ni siquiera un temblor de su parte. Soportó todo el contacto, el
olfateo y la invasión de su espacio personal de una manera que él nunca había
logrado.

No es que no quisiera tocar a la gente, y no es que la manada lo obligara.


Simplemente siempre había estado claro que a su manada le gustaba que la
tocaran mucho más de lo que él se sentía cómodo.

A su familia nunca le había gustado mucho el afecto físico. Había


recibido una palmadita en la espalda de su padre cuando lo nombraron mejor
estudiante de su clase de graduación en Yale. Su madre le había hecho un
gesto de aprobación a su discurso. Su hermana pequeña tomó su mano y la
apretó, y se había entendido que lo hacía con el mayor cariño.

Probablemente lo habría abrazado si hubiera sabido que se iría de su


vida una semana después.

Desde que se convirtió en hombre lobo, había comenzado a tocar a las


personas con mucha más frecuencia, más fácilmente y, algunas veces, sin
siquiera darse cuenta. Se encontraría con un brazo alrededor de Graham, o
inclinado sobre el hombro de Dez para mirar algo, y se sorprendería consigo
mismo.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

Nunca se habían molestado. Él fue el único que se sorprendió por su


comportamiento.

Dado el susto que habían tenido, el hecho de que Lyndon todavía estaba
desaparecido y posiblemente atrapado en una ventisca, Gavin se aseguró de
tocar a cada uno de ellos, especialmente a Graham. Su panadero residente de
tacto suave era más sensible que la mayoría y sentía una conexión con el
omega perdido de la manada de su nacimiento.

Como de costumbre, Gavin se sentó en el mostrador, rodeado por su


manada. Miles estaba allí, en una silla a tres asientos de distancia, y se sentía
como a la mitad de otra nación.

Miles pertenecía a la manada ahora.

Había sido egoísta por su parte quedarse a Miles para sí mismo. Para
mantenerlo alejado de la manada y de todo lo relacionado con la manada. Se
había dicho a sí mismo que era para protegerlo tanto a Miles como a ellos,
pero la verdad era más egoísta y lamentable: sabía que esto sucedería.

Sabía que la manada amaría a Miles, y el hermoso y carismático Miles


los amaría a ellos también. ¿Y cómo podría competir con eso? Eran todo lo
que él no era.

El rostro de Miles prácticamente brillaba por toda la atención, y les


sonrió a todos, apenas notando que Gavin no estaba a su lado.

Era infantil por parte preocuparse por eso. Lo importante era que Miles
fuera feliz, así que mantuvo su gran boca cerrada. Comió su desayuno
azucarado, felicitó a Graham, se sentó y actuó como el alfa que ellos
necesitaban que fuera.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

No era que no los amara, no amaba el trabajo la mayor parte del tiempo,
pero de vez en cuando, por mucho que amaba todo acerca de su manada, el
trabajo de alfa se sentía como una carga.

No podía imaginarse ser como el alfa de la manada de Ash y Graham,


disfrutando de la posición y usándola para fingir que era mejor que otras
personas. Era una responsabilidad, no un galardón.

—Cuéntanos qué sucedió —pidió Graham, finalmente sentándose a


comer una vez que estuvo seguro de que todos habían sido servidos. Era un
viejo hábito, en el que estaban trabajando, ya que él no era un sirviente. Pero
parecía hacerlo sentir cómodo, así que mientras supiera que no era un
requisito, trataban de no mencionarlo y arrojar una luz incómoda sobre él—.
No conozco muchos lobos mordidos, así que no he escuchado historias. Sólo,
una especie de cuentos de hadas.

Sawyer asintió y apuntó con su tenedor a Graham.

—Lo que dijo. Tuvimos algunos mordidos, pero en su mayoría eran


niños de parejas de lobos que nacieron humanos.

Graham jadeó y lo miró fijamente.

—¿Eso pasa?

—Por supuesto. Si uno de los padres fue mordido, es muy común. A


veces incluso con un abuelo humano. —Todos se volvieron hacia Miles.

Gracias a dios. Incluso si no fuera inherentemente su historia, Gavin


no quería contarla. Era casi tan malo como la historia de cómo había
terminado siendo medio lobo.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

—Estuve inconsciente durante la parte importante —admitió Miles,


luciendo nervioso, mirando a Gavin como si pensara que tal vez se suponía
que era un secreto.

Graham jadeó y se inclinó.

—¿Despertaste como un lobo?

Gavin encontró esa mirada preocupada y trató de comunicar con sus


ojos que Miles debería decirle a la manada lo que quisiera. Tanto o tan poco,
la verdad o una mentira, no importaba; lo respaldaría si afirmara que los
extraterrestres lo habían hecho.

—Tuve que pisar los frenos inesperadamente —explicó Miles mientras


rompía el contacto visual con Gavin, volviéndose hacia Graham—. Algo salió
corriendo frente al auto, y fue solo instinto. Pero el auto giró y luego se deslizó
por el costado del terraplén. Me golpeé la cabeza y lo siguiente que supe fue
que estaba despertando junto a Gavin.

—Eso es tan horrible —susurró Graham, luego extendió la mano y


apretó el hombro de Miles. Era muy simple para él. Ni siquiera asoció que
había sido mordido y el no consentir.

Sin embargo, los ojos de Dez estaban puestos en Gavin, con un peso en
ellos que normalmente no encontraba allí. Dez lo sabía.

—No vi el auto cuando llegué —dijo, con voz apagada.

Miles lo miró con el ceño fruncido por la concentración.

—Fue... Fui por el lado norte. Tal vez a un kilómetro, kilómetro y medio
de la cabaña.

Las cejas de Dez se levantaron.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

—Eso es más de diez metros de caída en algunos lugares. No es de


extrañar que no viera la patrulla.

—La patrulla aterrizó sobre su techo —agregó Gavin.

Todo el mundo se quedó en silencio por un momento, luego Sawyer dijo,


en voz muy baja.

—Tienes suerte de que Gavin te haya encontrado.

Miles asintió con vehemencia.

—Estaría muerto. Si hubiera sido cualquier otra persona. —Miró a


Gavin a los ojos y la sostuvo—. Si alguien más me hubiera encontrado ahí,
incluso si hubiera sido justo después del accidente, estaría muerto. Y estoy
muy, muy contento de estar vivo.

Estaba destinado a quitar la culpabilidad de Gavin por morderlo sin


permiso. Gavin lo apreció, entendió que lo habían dejado en una posición
terrible y que no había habido una “buena” elección. Pero eso no cambiaba el
hecho de que había mordido al hombre, cambiado toda su vida, sin siquiera
preguntar.

En la última conversación que habían tenido antes del accidente, Gavin


había prometido explicar sobre todo sobre los hombres lobo. Tenía la
esperanza de que tal vez, algún día, podría sugerirle a Miles que accediera a
recibir un mordisco.

De Ash, tal vez.

Ni siquiera sabía que él fuera capaz; ciertamente no había planeado


sugerir que su novio se convirtiera en lo que equivalía a ser su hijo en el

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

mundo de los hombres lobo. Ash probablemente pondría los ojos en blanco y
le diría que no era así como la gente lo veía, pero, aun así, se sentía extraño.

Se sentía controlador, y a Gavin no le gustaba. Había pasado demasiado


tiempo de su vida siendo controlado como para que le gustara la idea de
controlar a alguien más.

La manada interrogó a Miles sobre su nueva condición de lobo y, a


pesar de las miradas que seguía lanzando en dirección a Gavin, estaba claro
que estaba disfrutando de la atención.

—¿Sawyer? —llamó Dez mientras estaban terminando su desayuno—.


¿Podrías llevar a Miles a su casa y conseguir algo de ropa? Creo que
probablemente debería quedarse aquí hasta que se acostumbre a las cosas.

—Probablemente querrá mudarse —señaló Ash—. Quiero decir, él es


manada. Sería extraño para él vivir al otro lado de la ciudad.

Dez frunció los labios y le dio a Ash una mirada sofocante.

—Pero esa será su decisión. Tenemos espacio para él, por supuesto,
pero Miles elige eso.

Ash suspiró y asintió como un cachorro regañado hasta que Graham


se levantó de su asiento y dijo:

—Deberíamos ir con ellos. Necesito comprar algunas cosas en el


supermercado y dicen que va a nevar otra vez esta noche. Tengo que
asegurarme de que tenemos suficiente chocolate caliente para un par de días.

Sawyer los miró, pero antes de que pudiera abrir la boca, Dez volvió a
hablar.

—Gavin me va a ayudar con algo. El resto de ustedes adelante.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

Miles miró a Gavin a los ojos y no fue difícil ver su lucha interna. Quería
quedarse con él, pero quería su ropa. Por no hablar del chocolate caliente.
Probablemente trataría de engañarlos a todos para que tomaran té.

Toda la manada estaría bebiendo Earl Grey para cuando terminara.

—Diviértanse —ofreció Gavin con un débil intento de sonreír—. Ten


cuidado en el camino, Sawyer.

Éste asintió y todos se giraron para salir. Dez gritó:

—No me importa lo que diga Ash sobre sus reflejos superiores, no dejes
que conduzca mi camioneta.

Escucharon en silencio mientras la manada se amontonaba en la


camioneta de Dez y el pequeño sedán de Ash, y se alejaban.

Finalmente, cuando la puerta mecanizada se cerró detrás de ellos y los


motores se desvanecieron en la distancia, Dez lo miró.

—La pierna está mal hoy. Vamos a sumergirnos en el jacuzzi mientras


me dices exactamente cuánto necesitas que te patee el trasero.

Así lo hizo Gavin. Le contó todo lo que había pasado, cada momento,
incluso su miedo de no poder morder a Miles. Nadie, ni siquiera Dez, sabía el
alcance de su desconexión de ser un hombre lobo, pero no necesitaba
mencionar eso para contar la historia.

Además, era Dez. Probablemente ya lo sabía, si es que alguien lo sabía.

Cuando Gavin terminó, estaban sentados en el jacuzzi interior de la


casa, Dez con la pierna estirada en un banco largo, haciendo muecas y
masajeando su pierna mala.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

—¿Empeora con el frío? —preguntó Gavin, agradecido de haber


terminado y esperando cambiar de tema.

Dez asintió.

—Sí. El fisioterapeuta dijo algo sobre el frío y los cambios de presión. —


Después de un momento, se recostó contra el borde del jacuzzi y miró a Gavin
con ojos evaluadores—. Tienes que parar.

—Parar… —Gavin quería fingir que la conversación era sobre la pierna


de Dez, el clima o, literalmente, cualquier otra cosa que no fuera Miles—.
¿Parar qué, específicamente?

—Hiciste lo que hiciste. Tienes razón, no fue genial, pero no es como si


tuvieses una buena opción. —Rodó los hombros, pero no apartó esos ojos
negros de él—. Pero todavía lo estás haciendo sobre ti, y ya no lo es. Se trata
de él ahora. Miles es quien tiene que vivir con la decisión que tomaste. Así
que tienes que dejar que decida cómo se ve eso para él. Si es con nosotros,
contigo, genial. Si no, entonces lo apoyamos como necesite.

—¿Cómo soy tu alfa, de nuevo? —preguntó Gavin. Su tono era ligero,


pero estaba completamente serio.

Dez resopló y echó la cabeza hacia atrás.

—El hecho de que seas el alfa no significa que no necesites apoyo. Tú


eres quien me dijo eso, cuando eras mi CO en lugar de mi alfa. Sé honesto,
dijiste.

—Todavía lo eres.

Con un suspiro de satisfacción propia, Dez negó con la cabeza, pero no


parecía inclinado a debatir con acaloramiento.

137
Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

—Tú eres el que te mantiene honesto. Solo hago lo que me pediste, y te


recuerdo que lo hagas. Felicidades, por cierto. No lo arruines, y Miles será
bueno para la manada. Me pregunto si el “compañero del alfa” significa algo.

Gavin gimió y hundió la cabeza entre las manos.

—Oh, no. No digas eso. Graham seguirá las escrituras de los lobos y
nos contará cómo Miles va a quedar embarazado mágicamente y dar a luz al
heredero de todos los tipos de lobos o algo así.

Dez se echó a reír, y un momento después, se había convertido en algo


ruidoso y a pleno pulmón. Por mucho que quisiera sacar a relucir las cosas,
discutir los problemas inherentes a su dinámica de poder o recordarle a Dez
que él no era el mesías de nadie, Gavin no pudo evitarlo, después de un
momento, se unió.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

17

Se acomodó en el asiento del pasajero de la camioneta de Dez, enorme


y vacío excepto para Sawyer y él. Todos los demás habían optado por ir en el
auto de Ash, lo que tenía cierto sentido.

—¿Han pensado alguna vez en conseguir algún tipo de furgoneta?

Sawyer ladeó la cabeza, pero no apartó los ojos de la carretera. Esa


debía ser la razón por la que Dez estaba de acuerdo con que Sawyer condujera
su camioneta, se lo tomaba muy en serio.

—¿Qué, como un vehículo de carga comunal? ¿O como una minivan


para que podamos acomodar a más personas que en un automóvil?

—Ambos, supongo. Quiero decir, tomar dos autos para hacer


mandados es un poco demasiado.

Sawyer ladeó la cabeza en ambos sentidos y luego asintió.

—Quiero decir, sabes que no solemos ir todos en estos viajes, supongo.

—¿Solo querían deshacerse de nosotros? —No se sentía del todo bien,


y lo último que Miles quería hacer era quejarse, pero estaba preocupado.

Tal vez estaba perdiendo los estribos o sacando conclusiones


precipitadas sobre cómo funcionaba ser un hombre lobo, pero estaba

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

convencido de que podía sentir a Gavin. Era posible que estuviera inventando
cosas, pero sintió una pesadez opresiva en su dirección, y no quería nada más
que volver corriendo a la casa y arreglarlo. No podía mientras estaba haciendo
mandados con todos excepto con Gavin.

—No. Bueno, no y sí. —Sawyer se mordió el labio y soltó un largo


suspiro—. Ash es un alfa, pero en muchos sentidos... no, no realmente. Le
gusta cuidar a las personas, pero no es del tipo que tomará decisiones
realmente difíciles. Como, ya sabes, morder a un tipo inconsciente sin pedirle
permiso porque si no lo haces, se va a morir.

Miles casi se atragantó con nada.

—¿Están todos bailando alrededor de esto?

Sawyer resopló y sacudió la cabeza.

—Joder, no. Ash y Graham probablemente ni siquiera se den cuenta de


lo que pasó. Nacieron lobos. Sí, antes de que preguntes, yo también, pero no
crecí en un culto exclusivo de lobos.

—¿Entonces Dez y Gavin necesitan hablar de eso? ¿Gavin está en


problemas con algún tipo de anciano hombre lobo? ¿Un consejo? —Miles no
mentiría, no le gustaba esa idea. No quería que enfrentara ninguna
repercusión por tomar una decisión que le había salvado la vida.

Una vez que Sawyer dejó de reír, negó con la cabeza.

—No. No estamos tan bien organizados como pueblo. Es más, como


países vecinos que acordaron cumplir con reglas similares, y todos estamos
obligados al sistema de honor por el hecho de que, si un idiota nos expone a
la humanidad, todos moriremos.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

—Eso tiene sentido. —Era demasiado fácil imaginar a la humanidad


volviéndose contra los hombres lobo como un común desconocido, incluso si
los mismos habían sido sus amistosos vecinos el día anterior. Demonios,
deseaba que fuera más difícil de imaginar—. Está bien, entonces Ash y
Graham, ¿y Hannah? No va a entenderlo.

—Hannah podría. Dejó su manada y recibió un curso acelerado de


mierda sobre la humanidad. No sé cómo Ash no terminó siendo cínico, pero
de alguna manera, pasó por lo mismo que Dez y Gavin y salió mirando el
mundo como un niño en Navidad. —Sawyer redujo la velocidad casi a paso
de tortuga, poniendo el guiño casi medio kilómetro antes de girar hacia el
complejo de apartamentos donde vivía Miles—. Pero en términos generales,
no, no entenderán por qué podría haber un problema. No entenderían por qué
alguien podría no querer ser un hombre lobo.

—Entonces, ¿qué le va a decir Dez a Gavin? —Eso era lo único


importante. Si no tendría problemas por haberlo mordido, su estado de ánimo
era todo lo que importaba. Si Dez iba a lastimar a Gavin, eso importaba.

Sawyer consideró durante un largo rato mientras rodeaba el edificio


para aparcar en el espacio de Miles.

—No voy a mentir, obviamente estaba preocupado por lo que pasó


contigo. Pero también es Gavin, así que no creo que Dez haya sacado ninguna
conclusión. Gavin nunca te habría hecho daño a propósito.

—Él no me lastimó en absoluto. Me salvó la vida.

—Cambiándote, y sin preguntar si estabas de acuerdo con eso. —Antes


de que Miles pudiera dar una refutación defensiva, Sawyer levantó una
mano—. Créeme, lo sé. Es mejor estar vivo. Pero tu vida cambió por eso, y si

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

Gavin no pasara un tiempo pensando en eso, no sería él. Y, francamente, no


confiaría en él ni la mitad de lo que lo hago si no lo hiciera.

—Ojalá me hubiera mordido en la luna llena —susurró Miles en el frío


estacionamiento mientras Sawyer apagaba la camioneta. Las palabras
parecieron hacer eco en el aire vacío y se estremeció.

Sawyer lo miró con ojos demasiado inteligentes y conocedores.

—Tal vez deseaste eso, pero creo que ahora lo conoces mejor. Es mejor
así. Esto es lo mismo para ti, pero mejor para él.

Miles ladeó la cabeza, pero no interrumpió.

—Te mordió porque te quiere. Te necesita. No podía vivir con la opción


donde ya no existieras. Pero no lo hizo porque es incapaz de controlarse a sí
mismo. Lo hizo porque se preocupa por ti. De esta manera, también puedes
confiar en que no perderá el control ni hará cosas egoístas.

Era completamente lógico, por lo que Miles asintió. Sabía, en algún


nivel, que habría sido malo para Gavin morderlo en la luna llena. Ni siquiera
lo había querido; diablos, no estaba seguro de que, si tuviera la opción, habría
estado de acuerdo en absoluto. Nunca se había tratado de ser mordido o de
ser un hombre lobo. Simplemente quería que Gavin lo deseara tanto como él.

Habiendo superado la mordida real y mirándolo desde el otro lado, se


sentía como un regalo. Era una segunda oportunidad en la vida, y estaba
seguro de que habría algunos inconvenientes, pero aún no los había visto.
Hasta ahora, todo había sido familia y aceptación y todo lo que siempre había
querido. Tenía que haber algo malo en ello, ¿verdad?

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

—Vamos —dijo Sawyer, saltando fuera de la cabina del camión—.


Tomemos las cosas que necesitas. Puedes buscar el resto cuando te des
cuenta de lo maravillosos que somos y de que no quieres vivir sin nosotros.

Miles no pudo evitar la sonrisa que se dibujó en su rostro ante eso.

—En ese caso, deberíamos haberlo hecho hace meses.

—Ese es el espíritu.

Mientras empacaba una maleta, Miles se encontró esperando que


hubiera desafíos para ser un hombre lobo. Cuanto más duro lo pasara, más
podría pedir la ayuda de Gavin, y más tiempo pasaría antes de que alguien se
preguntara por qué se estaba quedando. No es que Sawyer pareciera pensar
que alguna vez volvería a mudarse a su apartamento.

Tenía que admitir que el lugar olía mal ahora. Olía a él mismo, pero con
un sabor agrio que no le gustaba. No sabía si era el apartamento o
simplemente el olor de su vida sin nadie más en él, pero decidió que, contra
viento y marea, y tendría que ser un viento y una marea muy fuerte, ya que
estaban en las malditas Montañas Rocosas. Iba a encontrar una manera de
hacer suyos a los hombres lobo de Segundas Oportunidades.

Su manada.

Su familia.

Tendría a Gavin y a ellos también, y nunca más tendría que estar solo.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

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Miles era el hombre lobo perfecto.

Gavin solo estaba un poco amargado por eso. Después de todo, no era
como si quisiera que fracasara. No, quería que fuera exitoso y feliz y tuviera
todo lo que deseaba.

Dez tenía razón, en el sentido de que Gavin no tenía que ser parte de
esa felicidad. Si formaba parte de su vida dependía de Miles.

El hombre bajó las escaleras y entró en el estudio con el libro en alto.


La copia de Gavin de Frankenstein.

Gavin miró con el ceño fruncido a Sawyer.

—¿Qué le haces a mi libro?

Estaban jugando a un juego que Sawyer les había dicho que se usaba
a menudo para enseñar a los lobos jóvenes cómo rastrear por el olor. Iba por
la casa poniendo cosas de diferentes olores en lugares donde no estaban
generalmente, y luego hacía que la gente los oliera. Dez había estado tan
desinteresado como Gavin en aprender a cazar, no iban a empezar a cazar
ciervos para comer, pero Ash se llenó de alegría infantil ante la idea, y Miles
parecía estar disfrutando mucho.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

Así que Dez y Gavin solo se sentaron en el sofá con los pies en alto y
observaron cómo todos los demás jugaban al juego de Sawyer. Gavin no
mentiría, en realidad parecía un poco divertido. O tal vez solo era divertido
ver a todos los demás divertirse.

Hasta ahora, hubo una naranja en la chimenea, algunas galletas en la


sala de ejercicios y una colección de flores en la extraña guarida o cueva o lo
que fuera en el sótano.

Y ahora, el libro de Gavin.

—No dañé tu libro —prometió Sawyer, pero todavía tenía esa sonrisa
complacida que indicaba que Miles había encontrado uno de los objetos. Abrió
el libro y sacó un cuadrado de papel, sosteniéndolo en alto—. Puse esto en
esos asquerosos cristales de eucalipto de Dez.

No había necesitado decirlo, no realmente. En el momento en que sacó


la cosa del libro, había sido evidente en toda la habitación cuál era el olor.
Era malditamente impresionante que Miles lo hubiera captado mientras aún
estaba allí. Gavin no lo había hecho. Tal vez no lo había intentado, pero eso
no significaba que dejara de poder oler las cosas.

Básicamente, todo sobre Miles era impresionante.

Dez le dio un pequeño empujón en el costado.

—Estás babeando.

Él empujó en respuesta

—Jódete.

—Un poco pervertido para mi gusto, jefe.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

Al otro lado de la habitación, Sawyer suspiró.

—Niños. Estoy rodeado de niños.

Ash sacó la tarjeta perfumada de la mano de Sawyer, olfateó con


disgusto en su dirección, murmurando para sí mismo que no sabía cómo se
la había perdido.

—¿Fue este el último?

—Sí —asintió Sawyer—. ¿Deberíamos intentarlo de nuevo con cosas


diferentes?

Gavin casi podía oler la vacilación de Miles. O sentirla. Alguna cosa.


Estaba inquieto, levantándose sobre las puntas de sus pies y volviendo a caer,
como un niño que necesita ir al baño. Decidió sacarlo de su miseria.

—¿Qué pasa?

—Yo, um, yo solo… —Miró alrededor de la habitación, se sonrojó y bajó


la cabeza para mirar sus pies—. Ustedes van a pensar que soy ridículo.

Dez se rio, y muy deliberadamente, pero no muy sutilmente, lo convirtió


en tos.

—Si no te habías dado cuenta, acabamos de terminar de jugar un literal


juego de niños. Un grupo completo de adultos buscando en la casa algunas
galletas. No creo que tengamos derecho a juzgar lo ridículo.

—Ni siquiera si estás a punto de preguntar a dónde fueron a parar el


resto de las galletas —coincidió Graham. Ash volvió sus ojos traicionados
hacia él, lo que aclaró cualquier pregunta sobre dónde habían ido las galletas.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

Gavin nunca estaba seguro de cómo Ash seguía siendo voluminoso con
músculos en lugar de una barriga, con tantas galletas de su novio como
comía. Debía de estar corriendo veinticinco kilómetros por día para
recuperarse.

—Me preguntaba en qué momento, ya sabes. —Miles se interrumpió y


se mordió el labio antes de continuar—. Nos convertimos en lobos.

Ash soltó una carcajada breve y aguda y hundió la cabeza entre las
manos.

—¿Ridículo? —preguntó Miles, como si la risa confirmara su imagen


negativa de sí mismo.

—No —dijo Gavin, sacudiendo la cabeza y extendiendo una mano en


dirección a Miles. No estaba seguro de lo que estaba pidiendo, pero Miles se
acercó a él sin dudarlo, inclinándose y apretando su hombro con fuerza
mientras Gavin envolvía un brazo alrededor de sus caderas. No se levantó y
Miles no se sentó, pero funcionó—. No es una pregunta ridícula en absoluto.

—Podemos, por supuesto —respondió Dez cuando nadie más habló—.


Lo has visto por ti mismo.

Miles asintió, mirándolo fijamente, esperando más información.

Cuando nadie más habló, Dez suspiró y puso los ojos en blanco.

—¿En serio? ¿Nadie? ¿Soy el único adulto en esta habitación?

—Claro que sí, Panequesito de miel —asintió Sawyer, dándole una


sonrisa traviesa y un guiño.

—Por lo general, solo cambiamos en luna llena, a menos que haya una
razón para ello —dijo Dez, volviéndose hacia Miles e ignorando a todos los

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

demás. Una risita recorrió la habitación, y él también la ignoró—. Quiero


decir, podemos cambiar cuando queramos. La luna llena, la oscuridad de la
luna. Ahora mismo, si quieres.

Miles escuchó atentamente y luego asintió.

—Eso tiene sentido. Parece estar en línea con lo que ya he visto.


Además, ¿no tienes que hacerlo? Nosotros, eso es. No tenemos que cambiar
sí o sí. ¿Alguna vez?

—Así es —estuvo de acuerdo Graham, pero su voz contenía algunas


dudas—. Quiero decir, técnicamente, nunca estamos obligados a cambiar.
Técnicamente, tampoco tenemos que hablar, levantarnos o ducharnos.

Una bola de hielo comenzó a formarse en su estómago. Esa no era una


conversación que él quisiera tener. Entendió que, especialmente para aquellos
en la manada que habían nacido lobos, parecía un anatema el nunca cambiar.
Era algo tan básico para su naturaleza; simplemente era así. Los amaba y
comprendía que no lo decían con crueldad.

Ni siquiera sabían que estaba luchando con eso. Habría sido difícil para
ellos saberlo, ya que se había asegurado de guardarse sus problemas para sí
mismo.

Así era como siempre lidiaba con los problemas. Expresarlos en voz alta
era indecoroso en el mejor de los casos; eso era lo que su madre le había
enseñado. Había crecido, aprendido y superado esa ridícula noción.

Principalmente.

Pero realmente deseaba que los miembros de su manada pensaran en


cómo sus palabras afectarían a los nuevos lobos antes de abrir la boca. Lo
que implicaba que cambiar era tan importante ya que otorgaba tanta

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

importancia a la capacidad. Podría hacer que Miles se sintiese presionado


para tener éxito y que le resultase más difícil hacerlo.

Así que apretó ligeramente la cadera de Miles para llamar su atención.

—Ten en cuenta que nacieron hombres lobo. Lo ven un poco diferente


a ti, y eso está bien para todos. No tienes que hacerlo si no estás listo.

Finalmente, Miles se sentó, medio encima de Gavin, con la cabeza sobre


su hombro.

—¿Pero y si lo pospongo y lo pospongo y nunca estoy listo?

—Entonces eso es lo que haces —afirmó Gavin, estirando la mano para


pasar los dedos por su cabello sedoso—. No te conviertes en un lobo, y
simplemente te quedas como el viejo hombre lobo Miles para siempre.

Miles lo miró a través de sus bajas pestañas oscuras, el bastardo


coqueto. Sabía cómo presionar todos sus botones a la perfección.

—Sí —asintió Sawyer desde el otro lado de la habitación, rompiendo el


hechizo antes de que Gavin pudiera hacer algo al respecto—. No va a causar
ningún retroceso o locura lunar o lo que sea si no cambias. —Dijo “locura
lunar” como si estuviera presentando una película de terror de grado B para
un viernes por la noche en un canal de televisión local, y Gavin sospechó que
era un término que había escuchado antes.

Parecía un término que aparecería en la tradición de los hombres lobo,


así que no era una sorpresa.

Miles se incorporó y miró a los lobos que lo observaban.

—Está bien, digamos que quiero intentarlo. Como hoy. Justo en este
minuto. ¿Como podría hacerlo?

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

Los hombres lobo natos se miraron entre sí con inquietud, algo que
hacían a menudo cuando les surgía el tema de cómo cambiar. Era un poco
como silbar, pensó Gavin. Las personas que eran capaces de hacerlo
pensaban que era simple, pero luego invariablemente se encontraban
confundidos al tratar de describir cómo hacerlo.

Tal vez las habilidades físicas eran simplemente difíciles de enseñar.

—Debes haber estado sintiendo la atracción de la luna ya —respondió


Dez finalmente cuando todos los demás habían estado en silencio demasiado
tiempo para su gusto.

Miles ladeó la cabeza y luego asintió vacilante.

—Creo que sí. Quiero decir, no es una especie de impulso salvaje e


incontrolable o algo así. Solo un poco como cuando me olvido de comer por
mucho tiempo.

Dez pareció satisfecho con eso y continuó:

—Así que cierras los ojos, imaginas ser un lobo, y algo así... deja que el
tirón te lleve.

Era similar a todo lo que otros miembros de la manada habían dicho o


intentado explicarle a lo largo de los meses. También sonaba como ahogarse
para él. No solo ahogarse sino ser cómplice de su propio ahogamiento;
aceptando la inevitabilidad de respirar agua.

Tal vez estaba siendo dramático, pero nunca había sido bueno
siguiendo instrucciones como “déjalo ir”.

Aparentemente, Miles no tuvo ese problema, porque de repente, Gavin


ya no tenía un regazo medio lleno de un hombre hermoso, sino un regazo

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

lleno de un lobo vestido con la ropa de Miles. Era un poco pequeño, con un
pelaje marrón exuberante y esos mismos ojos, los ojos marrón rojizos de
Miles, de los que Gavin nunca podía apartar la mirada.

—Wow —fue todo lo que dijo Dez.

Sawyer dio un pequeño silbido, porque por supuesto que podía silbar.

—Bien hecho, Miles. Te juro que podrías haber nacido lobo.

Miles se movió incómodo y parecía que estaba arrepintiéndose de todas


sus decisiones, por lo que Gavin lo ayudó a quitarse la camiseta y la sudadera
que había estado usando. Eso pareció satisfacerlo, mientras saltaba por la
habitación, de repente un cachorrito emocionado, olfateando, oliendo e
incluso lamiendo algunas cosas.

Era entrañable, pero entonces, ¿cuándo no era entrañable?

Gavin no quería estar celoso, pero maldita sea, ¿Por qué convertirse en
lobo no podía ser tan fácil para él también? No quería quitárselo a Miles; él
solo quería lo mismo para sí. Solo quería ser el alfa que todos parecían pensar
que ya era. Demonios, esperaban que él fuera un mesías hombre lobo, y ni
siquiera podía curar un corte de papel con regularidad.

A la mitad de la habitación, la cabeza de Miles se levantó y se volvió


para mirar a Gavin. Dio un brinco, se subió al sofá y se plantó sobre todo su
cuerpo, con la cabeza apoyada en su pecho sobre su corazón.

Gavin no tardó más de diez segundos en ceder a sus instintos muy


humanos y acariciar al hombre, quien resopló en su oído y se acomodó sobre
él.

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Sam Burns Lobo renacido

Y ya no podía mantener sus celos. Era un poco difícil estar amargado


porque no podía ser un lobo, cuando tenía más de cincuenta kilogramos de
un suave y peludo Miles sobre su regazo.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

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Cuando volvieron con su maleta esa tarde, Gavin había dicho algo sobre
una habitación azul, pero Sawyer puso los ojos en blanco y pasó volando junto
a él, hacia el espacio de Gavin en el piso de arriba. Miles se encogió de
hombros y lo siguió.

Cuando subió las escaleras, Sawyer había estado apartando las cosas
de Gavin en los cajones.

—Se esforzará por darte espacio, así que si no lo quieres, tendrás que
ser bueno ignorándolo o diciéndole que se detenga. Gavin siempre ha sido
demasiado caballero para su propio bien.

La voz de Gavin había subido las escaleras, exasperada y resignada.

—Sabes que puedo oírte.

—Sí —asintió Sawyer, y continuó.

Y así fue como Miles terminó con todas sus cosas en la habitación de
Gavin, metidas en cajones al lado de las del alfa. No estaba seguro de si estaba
nervioso o eufórico.

A medida que su primer día juntos llegaba a su fin, lo que


definitivamente estaba, era preocupado. Quería acostarse con Gavin, incluso

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

si no había sexo de por medio. Por supuesto, él preferiría que hubiera


toneladas de sexo, pero eso era un poco menos importante.

El problema era que sin importar lo que quisiera, tampoco quería


forzarse a sí mismo o a su presencia sobre Gavin. Quizás el hombre prefería
dormir solo.

Consideró volver a convertirse en lobo.

A Gavin parecía gustarle como un lobo. Era pequeño y había sido capaz
de acostarse encima de él sin lastimarlo. No sería demasiado intrusivo como
un bulto al final de la cama, ¿verdad? Además, si entraba como un lobo, sería
una forma de dejarle claro a Gavin que estaba allí porque quería; no solo
buscaba sexo.

¿Por qué era todo tan jodidamente complicado?

Cuando Gavin agarró su libro y subió las escaleras, Miles lo siguió


vacilante. Llegó a tiempo para verlo deslizar el libro en su lugar, asegurándose
de que estuviera al ras con los demás y mostrando una sonrisita de
satisfacción al prístino estante.

Miles nunca se lo admitiría a Sawyer, pero así había descubierto dónde


estaba el eucalipto. Gavin nunca dejaría un libro sobresaliendo medio
centímetro cuando todos los demás estaban en el mismo orden. Había
llamado su atención, y cuando fue a investigar, olió las sales.

Gavin se giró y, cuando vio a Miles, sus ojos se abrieron un poco. Fue
entonces cuando la preocupación amenazó con hacerse cargo y Miles necesitó
un momento para comprender algo que lo había estado molestando todo el
día.

Demonios, tal vez más.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

Estaba preocupado, sí. Pero no estaba tan preocupado. Era esa


sensación de sonido envolvente de antes, pero aún más amplia. Había más
sentimientos además de los suyos propios.

Por ejemplo, tal vez debería, pero no se sentía en lo más mínimo


culpable por nada, de pie allí mirando a Gavin. Se sentía feliz, nervioso y
todavía un poco abrumado por la forma en que había cambiado su vida en las
últimas cuarenta y ocho horas. Le preocupaba haberse pasado de la raya.
Pero no se sentía culpable.

Era como antes, cuando había estado deambulando por la guarida y de


repente sintió un fuerte golpe de algo feo. ¿Enfado? ¿Tristeza? Ambos, de
hecho, y enfocados hacia adentro. Autodesprecio.

Miles estaba familiarizado con el odio a sí mismo. Demonios, el


autodesprecio y él eran viejos compañeros de cuarto.

Sin embargo, no lo había estado sintiendo en ese momento. No tenía


motivos para odiarse a sí mismo cuando todo el asunto del hombre lobo se
estaba dando tan fácilmente. En todo caso, estaba mejorando a medida que
avanzaba.

No, el odio venía de otro lado.

Miles cerró los ojos para no poder ver la mirada en el rostro de Gavin y
preguntó:

—Entonces, ¿Sawyer arrancó alguna página?

La molestia que lo inundó fue rápidamente seguida por el sonido de


Gavin sacando el libro de su lugar y hojeándolo. La irritación se calmó y el
libro volvió a la estantería.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

—No. ¿Por qué?

Abrió los ojos para encontrar a Gavin observándolo con curiosidad, y


dio los dos pasos necesarios para invadir su espacio personal.

—Porque necesitaba saber si eso realmente estaba sucediendo. Lo


lamento.

Gavin frunció el ceño y se mordió el labio, juntando las cejas. No


preguntó a qué se refería, por lo que sospechó que ya tenía una pista. No hubo
una renovada culpa por mantener las cosas en secreto, por lo que Miles
sospechaba que, fuera lo que fuera, también era nuevo para Gavin.

—No sé qué está pasando —admitió finalmente, sonando como si fuera


una horrible confesión.

—No has sido un hombre lobo mucho más tiempo que yo —señaló
Miles—. Y me gusta Ash tanto como cualquiera, pero no es como si él fuera el
primer chico en el que pensase cuando busco un maestro.

Mantuvo su voz en un tono bajo, de modo que, a menos que lo


intentaran, los demás no escucharían la conversación. Miles no quería que
Ash se sintiera mal, pero no podía imaginar que el hombre hubiera sido la
mejor opción para enseñar a dos nuevos traumatizados alfas cómo ser
hombres lobo. Sospechaba que no se había sentido a la altura de la tarea y,
por supuesto, siempre hacía lo mejor que podía, así que no quería
restregárselo.

Mientras tanto, Sawyer estaba haciendo un trabajo increíble


enseñándole a Miles cómo ser un lobo. Tal vez había perdido su vocación como
maestro.

Los labios de Gavin se torcieron divertidos, pero no dijo nada.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

Miles abrió la boca para continuar, pero suspiró.

—Las conversaciones privadas son difíciles cuando todos en la casa


pueden escucharte.

Sin otra palabra, Gavin se acercó a una caja en la pared, presionó


algunos botones y una música suave se filtró desde las paredes. Había
altavoces por todo el suelo, se dio cuenta con fascinación. El sistema de
sonido era una parte de la casa.

—Esto ayudara —dijo Gavin mientras regresaba. Envolvió un brazo


alrededor de la cintura de Miles y lo condujo hacia la cama—. Si comienzas a
gritarme, todos te escucharán, pero a menos que se esfuercen mucho, no te
escucharán ahora.

—Simplemente no quieres que te grite —reprendió Miles, pero mientras


lo hacía, apoyó la cabeza en el hombro de Gavin—. ¿Es esto raro? ¿Qué pueda
sentir lo que tú sientes?

—No me parece. Estoy seguro de que Ash lo atribuiría a algún tipo de


magia de hombre lobo, y Sawyer simplemente pondría los ojos en blanco y
diría que te mordí, así que por supuesto que es normal, pero...

Miles lo miró y esperó. Era bastante obvio que Gavin no quería


continuar, pero él realmente lo necesitaba. Necesitaba entender lo que les
estaba pasando. ¿Era una cosa normal de hombre lobo?

—Dez y Sawyer nunca han mencionado algo así, pero no lo harían. No


está en su naturaleza. —Gavin marcó con un dedo mientras se sentaba en la
cama y comenzó a quitarse la ropa, comenzando por los calcetines y
arrojándolos en el cesto de la ropa sucia en la esquina de la habitación—. Ash
y Graham mencionan su vínculo algunas veces, pero también parecen pensar

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

que son una especie de “compañeros predestinados” de cuento de hadas o


algo así. —Marcó otro dedo, sacudiendo la cabeza con desconcierto.

Una parte de Miles quería poner los ojos en blanco ante el concepto, y
otra parte de él, bueno... otra parte de él quería tener un cuento de hadas.

—Predestinados, ¿huh?

Gavin se encogió de hombros.

—Es difícil imaginar que, si el destino existe, este grupo de inadaptados


fuese lo que se pretendía.

Por la forma en que frunció los labios y se interrumpió, Miles estaba


seguro de que había algo más en la historia. Mejor encontrar una manera de
sortear la barricada que tratar de abrirse camino a través de ella, así que
probó algo diferente.

—Tal vez Ash lo está romantizando, lo que parece un personaje, pero


quiero decir, los hombres lobo son reales. La idea de que tengan algún tipo de
vínculo emocional no parece tan ridícula como hace una semana.

—Hay vínculos de manada —afirmó Gavin, asintiendo—. Algunas veces


puedo sentir emociones a través de ellos, pero no así de... fuerte.

—¿También tengo algo de eso?

Gavin asintió, se mordió el labio y permaneció en silencio durante un


largo momento antes de volver a hablar.

—Tengo la mala costumbre de decirle a la gente que están en la manada


en lugar de dejar que elijan por sí mismos. No quiero hacerte eso, pero eso no
significa que no te quiera con nosotros.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

Eso fue adorable, dulce y, francamente, inesperado.

—Está bien —asintió Miles. Se detuvo un momento para pensar las


cosas. Gavin seguía bailando lejos de él. La manada había mantenido su
distancia al principio, pero ahora habían dejado entrar a Miles con un
abandono imprudente.

¿Qué quería si las cosas no funcionaban entre Gavin y él?

Oh, ¿a quién diablos estaba engañando? No podía imaginar renunciar


a Gavin. Ni esta noche, ni mañana, ni después de mil oportunidades perdidas,
ni mil tres días más después.

Maldita sea, estaba enamorado de Gavin.

—¿Se me permite estar en la manada? —preguntó finalmente. Al


instante, Gavin asintió—. Bueno. Entonces eso es lo que quiero. Quiero estar
en la manada. ¿La manada de Segundas Oportunidades?

—La manada Kismet —corrigió Gavin—. Somos los únicos hombres


lobo en Kismet, y es nuestro territorio. La mayoría de las manadas llevan el
apellido de su alfa o de su familia fundadora, pero eso no nos parecía correcto.

—Quiero ser parte de la manada Kismet —afirmó Miles y miró a Gavin


expectante.

Por una fracción de segundo, estuvo aterrorizado de que se riera y


retirara la oferta, pero eso era una tontería. En cambio, Gavin le dedicó esa
suave sonrisa.

—Entonces eres parte de la manada Kismet. Estamos felices de tenerte.

Miles no estaba seguro, pero pensó que tal vez la sensación de Gavin
en su pecho se encendió más que antes. Aún más, media docena de otras

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

pequeñas y distantes emociones aparecieron dentro de él. Sin más que un


pensamiento, pudo diferenciarlas a todas. Cada miembro de la manada
Kismet tenía un lugar en su corazón, incluso la pequeña Paige, que dormía
profundamente en su cuna en el piso de abajo.

Esos pequeños destellos de energía dentro suyo, hizo fácil saber que lo
que tenía con Gavin no era un vínculo de manada. Era demasiado grande,
demasiado fuerte.

Y sin sorprender precisamente a nadie, Gavin seguía estresado. Miles


envolvió sus brazos alrededor de su cintura y tiró de él hacia abajo sobre la
cama hasta que yacieron juntos, mirando el techo.

—Hay algo más. Algo que te estaba molestando esta tarde.

Gavin dio un profundo suspiro.

—¿Hice algo malo?

—¿Qué? No. No, has sido perfecto. Eres perfecto. —La tristeza que se
abrió en Gavin ante las palabras fue una sorpresa, incluso si Miles ya sabía
que algo andaba mal.

Se giró y pasó un brazo alrededor del pecho de Gavin, besando su


hombro desnudo.

—Entonces, ¿por qué yo siendo perfecto apesta para ti?

Gavin suspiró y rozó con la mejilla la parte superior de la cabeza de


Miles.

—Seguro que hizo que fuera más difícil no agarrarte y arrastrarte hasta
aquí. —Su tono era falsamente ligero, y Miles supo que sus dos pasos hacia

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

adelante por el día habían terminado. Eso estaba bien. Había sido un día de
avances, en general, y eso era lo más importante.

Además, era difícil quejarse, acostado en una cama tamaño king tan
suave como una nube, el hombre que amaba acostado a su lado. Aceptándolo.
Se acurrucó junto a Gavin, metiendo el rostro en el hombro del hombre y dejó
de preocuparse, al menos por un día más.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

20

Una semana después del arreglo, todos comenzaron a llamar a la


habitación de Gavin: La habitación de Miles y Gavin. Él hizo un puchero y
fingió ofenderse, pero nadie se dejó engañar.

A las dos semanas, habían tomado los días libres de Miles para ir a
buscar todo lo que quedaba en su apartamento, y discutió con el arrendador
la posibilidad de romper el contrato, ya que no había razón para seguir
pagando por un apartamento al que nunca volvería.

Cuando colocaron la última chuchería en su lugar en la estantería de


Gavin, Miles le dio un suave beso y se acostaron juntos en la cama.

Por lo que podía decir, solo le quedaban dos problemas en la vida.

El primero, y más importante, era que Lyndon seguía desaparecido. Las


autoridades humanas ya habrían renunciado a encontrarlo si se hubiera
denunciado su desaparición; un niño que se había ido un mes tenía pocas
posibilidades reales de ser encontrado. Tal vez un hombre lobo tenía más
posibilidades de sobrevivir que un niño humano, pero cuanto más tiempo
faltaba, peor era.

Gavin no sabía por qué, pero estaba convencido de que el chico estaba
en Kismet o venía a Kismet.

A Kismet.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

Era el chico que había sido visto hace un mes escalando la montaña.
¿Por qué no había venido a la manada? ¿Se había perdido? ¿Atrapado en la
tormenta? ¿Murió de hipotermia?

En lugar de sentarse a obsesionarse, o elaborar estrategias, seguía


caminando. Constantemente. A lo largo de la carretera, por los senderos
transitables y las carreteras secundarias, dondequiera que pudiera llegar a
pesar de que la nieve se estaba acumulando.

Desafortunadamente, fue como si la primera ventisca hubiera abierto


una compuerta y, aunque no volvió a empeorar tanto, no había amainado lo
suficiente como para recuperar la patrulla de Miles. Dez había llevado al
sheriff y a un mecánico para que la inspeccionaran, y habían determinado
que iba a ser una pérdida total, demasiada dañada para salvar algo.

Miles no dejaba de decirles que estaba bien, que tanta nieve significaba
dinero para el centro turístico, para el pueblo... diablos, para la cafetería. Y
eso era ciertamente correcto. Se habían visto obligados a llenar el horario de
todos, toda la manada trabajando tanto como estaban dispuestos y eran
capaces.

Sin embargo, cuatro, cinco si uno contaba a la bebé Paige, eran de


California. Incluso el centro de California, donde estaba el complejo familiar
de Ash, nunca ni remotamente tan frío o nevado como Kismet. Entonces el
contingente californiano estaba sufriéndolo.

Estaba un poco frío y había mucha nieve incluso para Gavin, pero había
nacido en Nueva Inglaterra y estaba acostumbrado al frío. Se envolvía en su
abrigo de lana y una gruesa bufanda, y estaba bien.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

El pobre Sawyer, del sur de California, tenía dos suéteres, un abrigo,


botas forradas de piel y tantas bufandas como pudiera envolverse mientras
aún podía ver a su alrededor.

Gavin no le pidió a Sawyer que buscara con él.

No le preguntó a nadie; era su responsabilidad, no la de ellos, pero


especialmente no le preguntó a Sawyer.

Ese era el segundo problema. Siempre acechando en el fondo de su


mente estaba todo lo que prometía el lobo. Gavin, una especie de figura
mesiánica. No era solo demasiado, era francamente ridículo.

Se había convertido en un hombre lobo, seguro. ¿Pero lo había hecho


realmente? Todavía no se había convertido en un lobo real, así que tal vez lo
que realmente hizo fue convertirse en un pseudo hombre lobo.

¿Cómo diablos se suponía que iba a hacer algo especial e


impresionante? Solo era Gavin Lloyd, copropietario de la cafetería. Ni siquiera
servía tazas de espresso tan bien como Dez, y era francamente malo haciendo
espuma con la leche.

Está bien, tal vez no lo hiciera mal, simplemente solo bien.

Era la historia de su vida. “Simplemente solo bien” en todo lo que hacía.


Nunca entendería por qué la gente pensaba que era otra cosa.

Estaba llegando al final de las horas útiles de búsqueda de ese día.


Había recorrido toda la carretera desde el complejo hasta casi volver a la
carretera donde Miles había tenido el accidente. No estaba increíblemente
lejos, pero mientras buscaba, tomaba mucho tiempo.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

Dio media vuelta y se dirigió hacia el Range Rover. Regresaría y haría


el siguiente tramo mañana si la nevada no era tan mala durante la noche. Los
siguientes dos días eran sus días libres en la cafetería, por lo que no tenía
nada mejor que hacer con su tiempo. Tal vez vería si el lugar local tenía equipo
de esquí. Siempre había disfrutado eso cuando era niño, y podría ayudarlo a
cubrir más terreno en busca de Lyndon.

Mientras tanto, era hora de regresar a casa y comenzar su ritual


habitual de luna llena. Todos se reunían para una gran cena para llevar,
generalmente con una cantidad nauseabunda de carne que él pasaba la mitad
de la noche diciéndose a sí mismo que no era el hombre lobo que estaba
tratando de matar a sus hombres. Al menos nadie en la manada se burló de
él cuando pidió que toda la carne estuviera bien cocida. Era muy consciente
de que no era la mejor manera de comerla. Sin embargo, era la única forma
que no le provocaba arcadas hoy en día.

Entonces su manada se desnudaría, cambiaría y correría libre por el


bosque.

Y él se encogería en la galería cubierta con una cerveza, solo.

Este mes, se llevarían a Miles con ellos al bosque y él tendría que fingir
que estaba bien.

Estaba bien.

Se merecían a Miles, y él se los merecía a ellos.

Gavin solo deseaba...

Los deseos son para las personas que no pueden hacer que las cosas
sucedan, la voz de su madre interrumpió el pensamiento.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

Por decepcionante que fuera pensó que tal vez él era una de esas
personas. Aun así, por alguna razón, estaba sonriendo cuando estacionó en
el camino de entrada de la casa, en su espacio al lado de todos los demás.

Tal vez él era del tipo de deseos. Tal vez él no lograba que las cosas
sucedieran, pero si eso fuera cierto, todavía lo hacía muy bien por sí mismo.
Tenía su propia familia; no la que le dieron, sino una que él había construido,
pieza por pieza. Juntos, Ash, Dez y él habían formado algo más grande que
cualquier familia con la que hubiera soñado cuando era niño, cuyo padre
trabajaba constantemente y cuya madre rondaba, observaba y juzgaba
constantemente.

Entró en la casa con el aroma de lasaña y casi suspiró de felicidad.


Graham cocinaba comida italiana como excusa para hacer el pan de ajo
favorito de Ash, pero eso no importaba. Incluso si fueran horribles, cosa que
no eran, lasaña significaba no bistec, costillas o chuletas de cerdo.

Le había costado mucho esfuerzo ocultar su reacción ante las chuletas


de cerdo, pero lo había logrado. No le había pedido a Graham que no las
volviera a hacer exactamente, pero cada vez que el hombre mencionaba la
idea de hacer chuletas, Gavin sutilmente sugería otra cosa.

Como lasaña.

Apenas había llegado a la puerta cuando Sawyer apareció con dos copas
de vino.

—Pretenderemos que tenemos clase esta noche, para que Miles no nos
odie —dijo mientras le entregaba una a Gavin.

—A Miles le gusta la cerveza —gritó el hombre desde su lugar en el


mostrador de la cocina. Aun así, fue una copa de vino tinto lo que levantó

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

para tomar un sorbo—. O incluso agua. Ni siquiera puedo decir si este es un


buen vino.

—Miles hasta preferiría un vaso de leche.

Ante la sugerencia, Graham hizo una mueca.

—¿Con salsa de tomate?

—Con cualquier cosa. —Gavin se acercó y se sentó junto a Miles ante


el mostrador. Nadie ocupaba su lugar junto a él si tenía algo que decir al
respecto. No es que generalmente lo intentaran, a menos que Paige estuviera
quisquillosa. Al parecer, era una gran admiradora de Miles, y Gavin no podía
culpar a Hannah por aprovechar ese hecho para calmar al bebé cuando le
estaban saliendo los dientes.

Miles se volvió y le sonrió, y él estaba... curiosamente animado. No


estaba exactamente relajado la mayor parte del tiempo, pero algo parecido a
eso. Esta noche, su sonrisa era demasiado amplia, y su pie se balanceaba
hacia arriba y hacia abajo donde lo tenía apoyado en el travesaño de la silla
en la que estaba sentado.

Cuando Gavin ocupó su asiento, Miles se inclinó y tanto el vínculo entre


ellos como su olor aumentaron en su conciencia. Él rozó sus labios juntos,
suavemente, pero nada que se pareciera siquiera a algo dulce.

Cuando se apartó, se lamió el labio inferior y miró fijamente a Gavin a


los ojos, con las pupilas dilatadas.

Al otro lado de la habitación, Sawyer se aclaró la garganta.

—Entonces, no sé qué tan bien te hemos advertido sobre esto, Miles,


pero la luna llena tiende a sacar el lado más salvaje de una persona.

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Sam Burns Lobo renacido

—Lo supuse —asintió Miles, sin romper el contacto visual con Gavin—.
Recuerdo bastante bien la última luna llena.

El aliento de Gavin quedó atrapado en su pecho. Se preguntó si a


alguien le importaría que se saltaran la cena.

—No —espetó Sawyer, estirando la mano y separando sus rostros uno


del otro—. Comer primero. Correr segundo. Joder, por último. Y nada de joder
en la cocina.

Gavin suspiró, pero dejó que Sawyer lo empujara hacia atrás. Por
mucho que quisiera arrastrar a Miles escaleras arriba y pasar toda la noche
mostrándole cuán enérgico podía ser en esta época, sería de mala educación
cambiar el ritual de luna llena de toda la manada. Siempre cenaban, luego
salían a correr.

Gavin tomó un largo trago de su vino, y no por primera vez, o por


centésima primera, deseó que su metabolismo no se hubiera acelerado tanto
que el alcohol ya no lo afectara mucho.

La última vez, había bebido una botella entera de vodka, y la reacción


principal había sido lo que le sucedería a cualquiera que bebiera una botella
entera de vodka. Bueno, no, no había muerto. Solo terminar vomitando.
Mucho.

Mejor evitar eso, así que simplemente se sentó allí, tomó un sorbo de
vino y esperó su lasaña, la lasaña de Graham, que siempre era increíble.

Podía esperar para arrastrar a Miles a su habitación como un hombre


de las cavernas. Lo miró por el rabillo del ojo y fue fácil ver que Miles estaba
haciendo lo mismo.

Iba a ser una noche interesante.

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Sam Burns Lobo renacido

21

Gavin no estaba feliz.

Eso se quedó en la mente de Miles en el momento en que entró en la


casa. El problema era que su mente parecía haberse convertido en un colador
esa mañana. De hecho, el sheriff lo había enviado a casa temprano esa tarde
porque seguía encontrándolo con la mirada perdida.

—Es lo mismo que mi esposa siempre hace cuando, eh, se está


enfermando —le había dicho a Miles, y luego insistió en que se fuera a casa—.
Y cuídate.

Miles no recordaba muchas historias sobre la enfermedad de la esposa


del sheriff, pero le costaba tanto concentrarse que no había forma de estar
seguro de nada.

Bueno, cualquier cosa que no fuera Gavin.

Lo había olido en el momento en que había entrado por la puerta, todo


terroso y masculino y Gavin. Era el único hombre de la manada que usaba
algo parecido a una colonia, una loción para después del afeitado con aroma
a sándalo y tabaco, y era algo sutil, pero lo hacía único entre todos los demás
aromas masculinos de la casa.

Todo en Gavin lo hacía único. Miles se preguntó si él era un lobo más


grande que Dez. Tal vez un enorme gris con sus propios ojos verdes brillantes.

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Sam Burns Lobo renacido

Eso sería hermoso. No es que pudiera pensar en un lobo que no lo fuera,


especialmente si escondía a Gavin detrás de su pelaje.

Podría ser uno de esos pequeños como los del desierto con orejas
gigantes, y Miles aún pensaría que era hermoso. Tal vez no majestuoso, pero
si hermoso. Y además, si ese fuera el caso, aprendería a luchar como un lobo
para proteger a su adorable pequeño lobo.

Toda la tarde, su mente había estado saltando incontrolablemente de


una cosa a la siguiente. Probablemente no debería haber conducido a casa.
Tal vez en la próxima luna llena, pediría el día libre.

No era de extrañar que Gavin hubiera estado tan salvaje esa noche un
mes antes.

Miles sonrió maliciosamente al recordarlo y alargó el pie vestido solo


con el calcetín para deslizar el tobillo alrededor del de Gavin. Gavin apenas
reaccionó externamente, solo una pequeña, casi imperceptible sonrisa, pero
también se inclinó hacia el toque.

Oh, sí. Tal vez Gavin lo estaba ocultando mejor que él, pero la luna lo
afectaba igual de bien. Quería correr escaleras arriba y llegar a lo bueno
también.

—Bien —exclamó Ash tan pronto como hubo comido su segundo plato
de lasaña—. Platos, luego correr.

Todos estuvieron de acuerdo, y con eficiencia militar, los platos fueron


lavados y guardados unos momentos después de que se recogiera el último
plato.

Todos se dirigieron a la terraza trasera excepto Gavin, que fue al


frigorífico y sacó la botella de vino. Se sirvió otra copa.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

Apenas Miles abrió la boca para decir algo, Dez le puso una mano firme
en el hombro. Sus ojos eran amables, pero conocedores, mientras negaba con
la cabeza. Sin una palabra, soltó la mano y siguió a Sawyer a la galería.

Miles no sabía nada sobre la dinámica de la manada en las noches de


luna llena. Dijeron que habían salido a correr, pero la última luna llena, Gavin
había estado en la casa cuando los demás estaban fuera. ¿Por qué era eso?
Pero también, ¿por qué ésta sería diferente?

Entonces, en lugar de presionar en un punto posiblemente doloroso,


asintió y siguió a los demás.

Prácticamente estaba saltando de anticipación para cuando todos se


desnudaron y comenzaron a cambiar. Estaba tomando un poco de tiempo
para acostumbrarse a la desnudez, pero la falta total de miradas sexuales de
los lobos nacidos ayudó mucho con eso. Si a ellos no les importaba quién
viera sus cuerpos, ¿por qué debería importarle a él?

Por supuesto, todos eran musculosos y no tenían cicatrices, a diferencia


de Miles nacido humano. Desafortunadamente, la cicatriz de su apéndice no
había desaparecido mágicamente cuando Gavin lo mordió. Incluso si no fuera
por el toque de su conciencia corporal, habría cambiado lo antes posible
porque hacía mucho frío afuera. Respiró hondo y, al soltarlo, siguió las
instrucciones de Dez.

Todavía lo sorprendía lo fácil que era simplemente mudar su piel


humana, deslizarse sobre cuatro patas y sentir el viento alborotando su
pelaje.

A diferencia de los demás, cuando Gavin salió, no se desnudó. Llevaba


su sudadera, un par de calcetines cálidos y una manta.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

—Tengan cuidado, muchachos —les indicó en voz baja mientras se


sentaba.

Miles no pudo evitarlo. Gimió y empujó su cabeza peluda contra la


mano de Gavin. El alfa obedeció acariciándolo, rascándole detrás de las
orejas, y luego le hizo una seña al también cambiado Dez.

—Sigue a Dez y sé bueno, ¿eh? Nada de frustrar ladrones.

Ante esa burla, Miles le dio un ladrido molesto, no era como si hubiera
hecho que el ladrón eligiera su casa, y se unió a Dez.

La carrera fue increíble, a pesar de que faltara Gavin. El viento


alborotando su pelaje, la sensación de sus compañeros de manada corriendo
a su lado y la luna en el cielo; todo era estimulante de una manera que nunca
había sentido. Sin embargo, la ausencia de Gavin era algo que sentía
profundamente, y estaba seguro de que el resto de la manada también. De
vez en cuando, uno de ellos se volvía a mirar hacia la casa.

Incluso Paige, la cachorra más torpe y adorable de todos los tiempos,


gimió y trató de regresar por su alfa faltante.

Corrieron juntos, aullaron juntos, se persiguieron alrededor de los


bancos de nieve y jugaron y lucharon por el dominio que no significaba nada
para ninguno de ellos. Dez dejó que Sawyer lo derribara y fingió estar muerto
hasta que Sawyer le mordió la oreja, se levantó de un salto y volvió a perseguir
a su novio. ¿O era compañero?

Oh, quién sabe. Todos lo estaban inventando a medida que avanzaban.


Incluso los lobos nacidos se encontraban en un territorio desconocido, en esta
manada de personas que se habían conocido como extraños y construyeron
su familia desde cero.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

Había conllevado más trabajo que una familia nacida, pero era mucho
mejor por ello. Moriría por cualquiera de estas personas. Paige, serpenteando
entre las piernas de todos y ladrando a la nada. Hannah mirando, pero sin
interferir. Ash, enorme, dulce y tonto. Graham, su pareja perfecta. Sawyer,
sarcástico y divertido. Incluso el enorme Dez, eternamente con cara de
gruñón.

Y especialmente Gavin.

Ladró para llamar su atención, luego echó la cabeza hacia atrás en


dirección al porche. Dez asintió bruscamente, más reconocimiento que
permiso, y volvió con los demás.

Sin otro pensamiento, Miles fue hacia Gavin.

Gavin, quien todavía estaba sentado en el porche, leyendo en su lector


electrónico a pesar de la enorme cantidad de libros de bolsillo y tapas duras
que tenía en los estantes de su habitación.

¿O era nuestra habitación ahora? Gavin había despejado espacio en el


armario y en los estantes, además de lo que Sawyer le había impuesto.

Aun así, todo se sentía tan tenue, a pesar del vínculo que los mantenía
unidos, a pesar del mordisco que los uniría para siempre. Miles no podía
definirlo, pero sabía que algo todavía los mantenía separados.

Gavin levantó la mirada mientras él se acercaba, con una suave sonrisa


en sus labios carnosos.

—Hola. Deberías estar corriendo con la manada.

Sin siquiera resoplar, Miles saltó encima de Gavin y se movió hacia


atrás, desnudo y sentado a horcajadas sobre su regazo.

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Sam Burns Lobo renacido

—Terminé de correr. Ahora es el momento de cazar.

—¿Y qué es lo que pretendes cazar? —preguntó Gavin mientras dejaba


su e-reader a un lado, mirándolo.

Miles se inclinó hasta que su rostro quedó a unos escasos centímetros


del de Gavin. Podía sentir el aliento del hombre sobre su rostro.

—No yo cazando —susurró—. Yo siendo cazado. Ven a buscarme, alfa.

Y dio media vuelta y corrió hacia la casa, sin molestarse en esperar y


ver si Gavin lo seguía.

Él lo haría.

Apenas había llegado a la puerta cuando escuchó a Gavin corriendo


detrás de él, y sus instintos aullaron para moverse más rápido. Tenía que
darle al alfa una persecución adecuada, incluso si era solo hasta el dormitorio.
Tenía que demostrar su habilidad, su valor.

Parecía algo que lo habría confundido hace un mes y, sin embargo, no


sentía que convertirse en lobo lo hubiera convertido en una persona distinta.
Sólo diferente.

Cuando llegaron a las escaleras, Gavin estaba justo detrás de él, lo


suficientemente cerca como para estirar la mano y tocar su tobillo mientras
subían corriendo las escaleras. Sin embargo, no lo agarró, solo lo siguió.

Cuando llegaron arriba, Miles se arrojó sobre la cama de Gavin,


decidido a llegar primero. Tenía que…

El brazo de Gavin rodeó su pecho y lo mantuvo en su lugar justo al lado


del borde de la cama. Se inclinó hacia adelante y le mordisqueó el lóbulo de
la oreja, algunas respiraciones pesadas antes de que se estas se equilibraran.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

—Tratando de alejarte de mí, ¿verdad? —Gavin le susurró al oído.

Miles empezó a negar con la cabeza, pero la boca de Gavin estaba tan
cerca de su oído que no quería desalojarlo.

—No, alfa. Nunca.

La mano de Gavin se deslizó por su pecho desnudo hasta su vientre,


juntando sus cuerpos con fuerza. La sensación de las suaves sabanas contra
su espalda le recordó a Miles que Gavin todavía estaba vestido, mientras que
él estaba completamente desnudo. La sensación envió un destello de
electricidad a través de él. Gimió, y todo su cuerpo se sintió demasiado
caliente, casi vibrando con energía o locura lunar o algo así.

—Si no estabas tratando de escapar, eso significa que querías que te


atrapara, ¿verdad? —El aliento de Gavin se abanicaba sobre su oído y envió
un escalofrío por su columna.

—Sí, alfa.

Gavin empujó hacia adelante, la dura longitud de su pene contra la


espalda baja de Miles.

—¿Y por qué querías que te atrapara, cariño?

—Quiero… —No, eso no estaba bien—. Necesito. Necesito que me jodas,


alfa. Por favor. —Lo último salió como poco más alto que un susurro. Miles
nunca había sido el tipo de hombre que pensaba que el sexo era necesario
para una buena relación. Después de todo, había salido con Gavin durante
ocho meses sin tenerlo.

Pero ahora, en este momento, la comezón que había estado creciendo


debajo de su piel todo el día le gritaba al oído que sí, esto, y solo esto, podía

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Sam Burns Lobo renacido

arreglar lo que estaba mal con él. Necesitaba que Gavin lo inclinara sobre la
cama y lo jodiera.

—¿Estuviste bien, en tu carrera con la manada? —preguntó Gavin, su


voz sedosa y suave, mientras acariciaba el espolvoreado de vellos
desparramados en el vientre de Miles, lentamente a la deriva por el camino
cada vez más delgado hacia su pene.

Miles asintió.

—Sí, alfa. Por ti. Siempre es bueno por ti.

—Oh, ya lo sé, cariño. Eres tan bueno para mí. —Gavin apartó la mano
sin llegar al pene de Miles y le dio un ligero golpe en el trasero. Miles optó por
no leer la oleada de calor que lo atravesó. Con la otra mano, Gavin enroscó su
mano en el cabello y lo empujó hacia adelante hasta que estuvo obscenamente
inclinado sobre la cama, exhibiendo su trasero—. Manos debajo de la cabeza
—ordenó.

Instantáneamente, Miles obedeció, entrelazó sus dedos y apoyó su


frente sobre ellos. La punta de su verga goteando estaba rozando la cama en
una provocación horrible y tentadora.

Detrás de él, Gavin sacó el lubricante de la mesita de noche y lo arrojó


sobre la cama antes de pasar un dedo desde la parte superior de la columna
de Miles, hasta su trasero, deslizándolo directamente dentro de él.

La voz de Gavin cuando habló sonó divertida.

—¿Te preparaste para mí? —Luego llegó la preocupación—. No he sido


demasiado rudo antes, ¿verdad?

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

—No —afirmó Miles con voz áspera. Su voz no quería funcionar, con
Gavin deslizando un dedo grueso, luego un segundo, dentro y fuera de él sin
problemas, rápidamente—. Por favor más. Igual que... Igual que antes. Me
gusta rudo.

—Bueno, odiaría decepcionarte —susurró Gavin, y la confianza volvió.


Sus dedos se deslizaron y antes de que Miles pudiera quejarse, fueron
reemplazados por su pene, deslizándose dentro con un suave empujón.

El primero fue lento, probando, asegurándose de que Miles estaba listo.


En todo caso, se sentía demasiado preparado, por lo que trató de empujar
contra Gavin.

Gavin se inclinó a su lado y susurró:

—Sube las rodillas a la cama.

Miles no estaba seguro de por qué, pero obedeció y luego se dio cuenta
de que la posición le quitaba palanca. Todo lo que podía hacer era arrodillarse
allí y aceptar lo que le daba.

Afortunadamente para él, su alfa era más que generoso. El segundo


golpe fue más rápido, más fuerte, y empujó a Miles hacia adelante, las caderas
corcoveando y su pene rozando la cama. Después de eso, no hubo pretensión
de golpes controlados. Gavin empujó dentro de él, más fuerte y más rápido en
un ritmo creciente, sus respiraciones ásperas y sus caderas golpeando contra
el trasero de Miles fueron los únicos sonidos en la habitación.

Miles mordió su mano mientras los brutales empujes continuaron


dándole un poco de fricción a la vez que su pene presionaba contra la suave
manta. Solo había una forma de conseguir más contacto entre su pene y la
manta.

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Sam Burns Lobo renacido

—Más duro, alfa. Por favor.

Gavin obedeció sin cuestionar ni provocar, jodiéndolo duro contra la


cama, dándole justo lo que necesitaba. Su pene se arrastró sobre la manta y
todo su cuerpo se convirtió en un cable vivo, sacudiéndose hacia adelante y
hacia atrás con los empujes hasta que...

Cuando Gavin se empujó hasta el fondo la presión dentro de él aumentó


de repente, el pene se empujó con fuerza entre su cuerpo y la manta. Todo se
volvió blanco mientras él temblaba y se corría, sacudiéndose hacia adelante
y hacia atrás, su cuerpo buscando tanto la fricción de la manta como la
presión de Gavin dentro de él.

La presión no se desvaneció cuando Gavin se subió a la cama detrás de


él y los puso a ambos de lado.

—Esto es un poco inesperado —susurró Gavin. Su voz y su vínculo


estaban teñidos de nerviosismo—. ¿Te… um, te habló Sawyer sobre los
nudos?

Vaya. Miles sonrió. Eso explicaba muchas cosas.

—Sí. Él lo hizo. —Giró la cabeza hasta que pudo ver el rostro de Gavin
y besó la parte más cercana de él que pudo encontrar, su barbilla sin afeitar.
Puso el brazo de Gavin alrededor de la parte superior de su pecho y lo presionó
contra él—. Es jodidamente caliente. Todo tuyo ahora. Y eres todo mío.

Era imposible pasar por alto la forma en que Gavin sonrió en su nuca,
o el pequeño beso que plantó allí. Una parte de Miles quería que fuera un
mordisco, no un beso. Una reclamación. Pero esto era suficiente.

Por ahora.

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Serie Lobos de Kismet 03
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***

Miles se despertó, aún acostado sobre la manta.

¿Hacía siempre este frío fuera de las mantas o se había apagado la


calefacción? Por lo general, acostarse debajo de las mantas con Gavin
acurrucado contra él era suficiente para mantenerlo caliente.

Gavin ya estaba acurrucado contra él.

Se giró y miró por encima del hombro para encontrarlo exactamente


donde había estado cuando se quedaron dormidos.

Gavin. Su alfa. Su novio. Parecía un maldito ángel allí tendido, con los
ojos saltando bajo los párpados cerrados, profundamente dormido. Sus
pestañas de color marrón dorado eran largas y un poco más oscuras que el
cabello de su cabeza, y Miles tuvo la ridícula necesidad de contarlas.

Luego se imaginó a Gavin diciendo las cosas sucias que había dicho la
noche anterior, y otro impulso lo tomó por completo. Se estremeció en el aire
frío, y eso terminó de decidirlo. No podía mover a Gavin sin la ayuda del
hombre, así que tuvo que despertarlo.

Si el resultado neto de eso era que volvieran a tener sexo antes de volver
a dormir, eso no parecía una tragedia terrible.

—Gavin —susurró, y se inclinó para besarlo. Despertar a traumatizados


ex-soldados era algo peligroso, y Miles había encontrado que la manera más
fácil de asegurarse de que el subconsciente de Gavin supiera que no era un
enemigo acercándose sigilosamente a él mientras estaba vulnerable, era
despertarlo con un beso.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

Los ojos de Gavin se abrieron, somnolientos y vidriosos, luego, cuando


ganaron claridad, se abrieron casi cómicamente.

—¿Miles?

—Uh, mmm. Es tarde y tengo frío y quiero meterme debajo de la manta


—explicó Miles a toda prisa—. Además, tienes que joderme de nuevo. —Se
mordió el labio en lo que esperaba que fuera una manera sexy y le dio a Gavin
los mejores ojos de cachorro que pudo manejar. Realmente lo necesitaba
dentro de él otra vez. Ahora.

En lugar de joderlo o taparle con la manta, Gavin tocó su frente, como


si fuera un niño pequeño con un resfriado. Por alguna razón, eso lo hizo
palidecer.

—Estás ardiendo —susurró, y comenzó a alejarse—. Iré a buscar a


Sawyer, tal vez sepa sobre las enfermedades de los hombres lobo, y…

—Sawyer no —insistió Miles—. No necesito a Sawyer. No necesito nada


más que a ti dentro mío.

Gavin hizo una pausa, las palabras se cortaron y, afortunadamente, no


se alejó más. Si Miles hubiera pensado que la habitación estaba fría con él,
sin él sería absolutamente insoportable, como si fuera uno de esos tipos
canadienses que se sumergen desnudos en helados lagos.

En lugar de irse, Gavin lo levantó, retiró la manta y los metió a ambos


debajo de ella, luego anunció en voz alta:

—Computadora, sube la temperatura en el dormitorio principal cinco


grados.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

La computadora confirmó, y las rejillas de ventilación de la habitación


comenzaron a zumbar un momento después.

Miles sonrió feliz.

—Perfecto. Ahora, ¿qué hay de ese sexo?

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22

Miles estaba en celo.

Él había pasado la noche sin tener idea de que tal cosa fuera posible.
Solo los omegas entraban en celo, ¿no? Y Sawyer estaba convencido de que
Miles era un beta. Lo que tenía sentido, ya que la gran mayoría de los lobos
eran betas. De hecho, todos los lobos mordidos que Sawyer había conocido
antes de la manada Kismet habían sido betas.

Pero siempre ellos tenían que ser únicos, ¿no? Gavin y Dez tenían que
ir siendo inesperados alfas, y ahora, el primer lobo que había mordido se
convirtió en un omega.

Miles. Miles se convirtió en un omega, y lo primero que había hecho


como tal había sido entrar en celo. Su piel estaba caliente, estaba sudando,
temblando y exigiendo sexo. Sonaba exactamente como lo había explicado
Sawyer. Pero, escuchar una descripción clínica y ver a un ser querido pasar
por ello eran cosas diferentes.

Aun así, Sawyer había dicho que los celos eran inofensivos y que la
única salida era atravesarlos. Atravesarlos, con mucho sexo.

Así que Gavin hizo rodar a Miles sobre su espalda para poder cubrirlo
con su cuerpo, con la esperanza de que se sintiera más cálido, empujó las

182
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Sam Burns Lobo renacido

piernas de Miles hacia arriba hasta envolver holgadamente su cintura y se


deslizó dentro de él nuevamente.

Ya estaba resbaladizo, y Gavin se dio cuenta de lo que se había perdido


la noche anterior. Miles no se había preparado previamente para joder con él.
Había estado naturalmente lubricado. Se estremeció involuntariamente
mientras se hundía en ese calor apretado y acogedor, y Miles gimió con
abandono.

Los otros iban a escucharlos, ya que hacía mucho tiempo que habían
regresado a casa, pero Gavin pensó que ya que había escuchado a suficiente
de ellos teniendo sexo, que todos podrían vivir con lo opuesto. Suponiendo
que no estuvieran ya distraídos haciendo lo mismo.

Miles apretó su pene y Gavin abrió los ojos para ver cómo estaba.
Estaba mirándolo fijamente, probablemente consciente de que su atención se
había desviado, y claramente queriendo volver a concentrarlo en sí mismo.
Cuando supo que lo tenía de regreso, sonrió.

—¿Me vas a anudar de nuevo, alfa? —susurró, con voz tímida y


burlona, pero había esperanza en ello. Nostalgia. Tal vez un indicio de
demanda.

Cuando la mayoría de la gente lo llamaba alfa, su instinto era negarlo


o disminuir la importancia del título en una manada con tres alfas. Con Miles,
sin embargo, avivaba un fuego en su estómago. Para Miles, quería ser su alfa.

Gavin se inclinó y presionó un suave y dulce beso en los labios de Miles.

—Lo haré —estuvo de acuerdo, lo más afirmativamente posible—. Y


luego vamos a tomar una siesta, y luego lo voy a hacer otra vez. Voy a pasar
el día siguiente jodiendo contigo a cada momento que estés despierto.

183
Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

Miles emitió un pequeño gemido y se arqueó hacia arriba, y un segundo


después, un calor resbaladizo se extendió entre sus cuerpos.

—Te gusta mucho eso, ¿verdad, cariño? ¿Te gusta la idea de que te joda
toda la noche y luego todo el día? ¿Llenarte con mi pene? —Miles, cuyos ojos
estaban fuertemente cerrados, asintió y gimió—. Habla. Dímelo todo.

Por un segundo, Miles jadeó por aire mientras Gavin seguía


deslizándose dentro y fuera de él, sin darle un momento para recuperar el
aliento después de su orgasmo.

—Lo quiero —finalmente se obligó a decir—. Quiero que me jodas hasta


que me quede dormido con tu pene dentro de mí. Quiero despertar contigo
todavía jodiéndome.

Y tal vez estaba cansado o alterado por la luna llena, pero eso fue
suficiente para Gavin. Empujó a Miles con fuerza, asegurándose de que su
pene se plantara profundamente dentro de él mientras su nudo se formaba
por segunda vez esa noche, solo la tercera vez que sucedía, atrapándolo y
sujetándolo profundamente dentro mientras una ola tras ola de placer se
estrellaba sobre él.

Entre orgasmos, los giraba para que Miles se tumbara encima de él,
tirando de la manta a su alrededor para protegerlo. Hacía un poco de calor y
humedad en la habitación, pero cualquier cosa que Miles necesitara para
estar cómodo, lo conseguiría.

Miles se apretó alrededor de su pene y sonrió somnoliento cuando


Gavin respiró hondo. Su pene pulsó y otra ola de orgasmo se apoderó de él.

Un momento después, la respiración de Miles se estabilizó y cayó


dormido, tal como quería, con Gavin todavía dentro de él.

184
Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

***

Gavin se quedó medio dormido mientras su cuerpo se aflojaba


lentamente y soltaba el agarre de Miles. Eventualmente pudo salirse y
hacerlos rodar sobre sus costados, envolviéndose alrededor de Miles para
mantenerlo caliente.

Cuando se despertó, vio el cuerpo esbelto de Miles retorciéndose contra


él, el culo presionando su pene ya duro. Parecía que la maldita cosa no se
había relajado por completo desde su primera cogida de la noche.

Al recordar la demanda anterior, combinada con el manejo brusco que


Miles parecía preferir, Gavin lo hizo girar sobre su vientre. Con poca fanfarria
y sin previo aviso, empujó dentro del pobre culo maltratado de Miles. Este se
apretó a su alrededor por reflejo, y Miles se despertó sobresaltado. Cuando se
dio cuenta de lo que estaba pasando, gimió en la almohada.

—Maldición, Gavin. Jódeme.

El hombre era un demonio sexual, no había otra respuesta. De alguna


manera, durante ocho meses de celibato, Gavin no se había dado cuenta de
que Miles quería todo el sexo que pudiera darle.

Y Gavin quería darle todo.

***

Mientras yacían allí, a la deriva y saciados después de su cuarta ronda,


llamaron a la puerta. Confiado y breve, fue una especie de golpe utilitario.

—¿Sí, Dez? —respondió suavemente.

185
Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

—Dado el olor que impregna la casa, asumo que Miles y tú tuvieron una
pequeña sorpresa anoche. —Su tono, aunque tranquilo y sereno, tenía un
toque de diversión.

Gavin puso los ojos en blanco, a pesar de que Dez no podía verlo. Él
sabría que estaba poniendo los ojos en blanco, y eso era suficiente.

—Como ya sabes lo que está pasando, vete.

Hubo una risa suave, seguida de pasos que se alejaban.

—Que tengas un buen día, Cap. También cubriremos la cafetería por ti


mañana. Cuando haya terminado, tus piernas serán papilla.

Gavin quería ofenderse. Era un ex boina verde, maldita sea. Todavía


corría, y estaba en gran forma. Su muslo izquierdo dio una punzada cuando
lo movió, y maldijo por lo bajo. Era bueno que estos celos solo duraran un día
más o menos, o para el final no podría caminar.

Maldito Dez.

186
Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

23

Sawyer estaba, a falta de un término mejor, inspeccionándolo.

Le sostuvo la barbilla entre el índice y el pulgar mientras la giraba de


esta manera y, como si mirándole lo suficiente, pudiera ver cómo se había
convertido en un hombre lobo omega. Aparentemente, era importante e
imposible.

—Simplemente no lo entiendo —admitió finalmente, quitando la


mano—. Quiero decir, es genial. Me encanta ser un omega ahora que estoy
aquí, así que felicidades por ganar la lotería. Pero nunca en mi vida escuché
que un lobo mordido se convirtiera en uno. Se supone que es imposible.

—La manada nunca hablaba mucho sobre los omegas —intervino


Graham desde el otro lado del mostrador de la cocina donde estaba
preparando algún tipo de masa—. Pero habían dicho que era imposible que
los lobos mordidos también fueran alfas.

Sawyer asintió hacia él.

—Yo tampoco había oído hablar de eso antes de venir aquí. —Saltó a la
silla junto a la que estaba Miles y tomó su vaso de agua—. Todo sobre esta
manada es nuevo.

—Es Gavin —declaró Graham con naturalidad, y Miles no estaba


seguro de por qué, pero eso no le gustó.

187
Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

Graham estaba llamando a Gavin especial e importante, y Miles estaba


de acuerdo en que él era ambos, entonces, ¿por qué un escalofrío de miedo
recorrió su columna cuando Graham lo dijo en voz alta?

En lugar de expresar su preocupación, preguntó:

—¿Qué significa eso? Quiero decir, claro, es jodidamente especial, pero


¿por qué es especial?

—Él es el lobo prometido —respondió Graham.

Por la forma en que lo dijo, Miles sintió que el término debía estar en
mayúscula. Claramente esto era algo importante para Graham. Pero si era
realmente tan importante, ¿Por qué Gavin no lo había mencionado?

Sawyer miró a Miles y rápidamente puso los ojos en blanco, luego desvió
la mirada.

—Vi eso —regañó Graham sin levantar la vista.

Sawyer le sacó la lengua.

—Eso también.

—Quería que vieras eso. —Sawyer soltó un largo y profundo suspiro y


volvió a mirar a Miles—. La manada de Graham era súper religiosa mientras
crecía.

—Creemos en las escrituras del lobo, si eso es a lo que te refieres —


aclaró Graham, su tono suave y sin afectación, como si la clara incredulidad
de Sawyer no lo afectara en absoluto. Si estaban hablando de una religión,
Graham claramente tenía un vínculo muy saludable con la suya. Creencia,
pero no obsesión.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

Aun así, una gran parte de Miles no quería saber qué era “el lobo
prometido”. Gavin nunca lo había mencionado. De hecho, a veces parecía un
poco vacilante con Graham. Miles no quería sacar conclusiones precipitadas,
pero podría estar relacionado.

Aun así, no era de los que esconden la cabeza en la arena cuando


surgen problemas.

—Cuéntame sobre eso —le pidió a Graham.

Aunque Sawyer suspiró como si alguien acabara de decir: Lee el código


fiscal estatal en voz alta y luego pruébame. No se levantó y se fue. En la jerga
de Sawyer, eso significaba que no quería admitirlo, pero también quería saber.

La mirada que Graham lanzó en su dirección decía que conocía las


intenciones de Sawyer tan bien como Miles, pero también optó por mantener
la boca cerrada al respecto.

—Las profecías son vagas —admitió después de un momento de


silencio, con los labios hacia abajo en leve insatisfacción—. Hablan de cómo
ahora los hombres lobo se esconden entre los humanos. Sobre cómo todos
somos parte de un todo, pero también separados unos de otros porque
tenemos que vivir en las sombras. Como Sawyer ya te dijo, no hay unidad,
solo una afiliación suelta de diferentes manadas, y la mayoría no están
dispuestas a respaldarse entre sí, y mucho menos poner su bienestar en juego
por el otro.

—Ese no es problema de Gavin —señaló Sawyer, y Miles se alegró de


no tener que hacerlo. Era terrible, pero ¿qué tenía que ver con Gavin?

—¿No lo es? —Graham preguntó, mirándolos, la misma actitud


tranquila en cada línea de su cuerpo. Estaba tan relajado y feliz, que Miles

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

estaba un poco celoso—. No es solo su problema, por supuesto, pero se


supone que el lobo prometido nos dará la unidad que nos falta.

Miles hizo una mueca ante eso.

—Y crees que ese es Gavin.

Graham levantó los ojos de su masa, sorprendido.

—Oh, sí. Él es el lobo que se hizo a sí mismo.

—Él... ¿Hizo qué?

—Supongo que mordió al alfa y no al revés. —Sawyer se estremeció y


se pasó la palma de la mano por el rostro—. Tengo que decirlo, solo de
pensarlo me estremezco. Gavin es un hombre más fuerte que yo. Me habría
muerto.

Miles pensó que eso era probablemente cierto para la mayoría de las
personas, incluidos otros soldados.

—¿Entonces eso lo convierte en el tipo que se supone que debe unir a


los hombres lobo?

Graham asintió sin levantar la mirada de su masa.

Tal vez Miles estaba siendo ingenuo o estaba dejando que su


experiencia dictara sus opiniones, pero no sabía por qué los hombres lobo
necesitaban unirse. Hasta ahora, parecía que estaban en muy buena forma.
Más fuertes, más rápidos y con mejores sentidos que los humanos, y luego
estaba la capacidad de convertirse en malditos lobos.

Habría dicho que no tenían un sentido de historia compartida, pero eso


era porque se había encontrado con una manada de lobos que en su mayoría

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

habían sido mordidos. Su historia compartida involucraba mucho de cada


uno, y no una identidad de toda la especie. No tenían un lobo prometido.

Por supuesto, algunos lobos de otras manadas, como Graham y Sawyer,


se les habían unido.

Eso ya era una especie de unidad, ¿no?

Miles se volvió hacia Sawyer.

—¿Qué suelen hacer las manadas cuando un extraño entra en su


territorio?

—Descubrir sus intenciones. —Sawyer ladeó la cabeza e hizo una


mueca—. Por lo general, les dan un límite de tiempo y un cordial “piérdete” a
menos que haya alguna razón para no hacerlo.

—¿Una razón cómo cuál?

—Negocios o alianzas, intercambios de bienes y miembros,


conversaciones de paz entre clanes enemistados —señaló Sawyer
enumerando con los dedos—. No muchas razones, en realidad.

Miles señaló la cocina.

—Básicamente, en cierto modo, Gavin, toda la manada de Kismet, se


ha involucrado como una unidad de una manera que los hombres lobo no
suelen hacer.

Todos se detuvieron y consideraron eso. Al menos, Miles esperaba que


eso fuera lo que estaban haciendo. Podía entender querer la unidad, pero
odiaba la idea de poner la responsabilidad de eso, a nivel mundial, sobre
Gavin.

191
Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

Él podía liderar, era un maldito líder increíble. Pero no podía obligar a


los hombres lobo de todas partes a unirse si no querían hacerlo. Eso estaba
en ellos.

—Algo en lo que pensar. —Graham finalmente concedió antes de volver


a su masa.

Sawyer palmeó a Miles en el hombro.

—No te preocupes. Creo que la mayoría de nosotros pensamos que es


una mierda de todos modos. No esperamos que Gavin nos salve de nosotros
mismos.

Miles asintió a Sawyer, se levantó de la silla, bebió lo último del té en


su taza y se dirigió a la puerta. Tenía un turno en la estación, el primero desde
el descubrimiento de ser un omega, y no veía ninguna razón para no seguir
con su vida.

Así que era un tipo de hombre lobo diferente al normal. Caramelo en


lugar de chocolate o vainilla, té en lugar de cualquier café. No era más
estresante que ser un hombre lobo y, hasta ahora, ser un hombre lobo había
sido mucho menos estresante de lo que parecía en las películas.

En cuanto a que Gavin fuera una especie de mesías hombre lobo,


parecía mucho para pedirle a alguien, pero eso no importaba. Miles estaba
allí para cuidarlo ahora, y no dejaría que esta profecía sin sentido lo lastimara.

Si sucedía el que Gavin ayudara a que los lobos vieran que estaban
mejor trabajando juntos, entonces bien.

Sino, y las profecías eran tan ficticias como él pensaba que eran,
también estaba bien. Menos presión sobre Gavin, seguro.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

Miles tenía la sensación de que esto era lo que estresaba a Gavin todo
el tiempo. Decirle a un hombre que se suponía que arreglaría todos los
problemas de toda una raza era un peso ridículo, más allá de improbable. Y,
por supuesto, siendo Gavin, lo habría internalizado y decidido que incluso si
no creía en las profecías, debería asumir esa responsabilidad.

Sin embargo, estarían bien. Pasará lo que pasará, la manada Kismet


podría manejar lo que llegará. Todos se apoyarían mutuamente; así era como
trabajaban, y Miles estaba más que agradecido por ello.

***

La oficina no se sentía diferente a antes. No estaba seguro de por qué


había esperado que lo hiciera, pero cada vez que se convencía de que no
estaba afectado por todo el drama del hombre lobo, se sorprendía cuando algo
no era más dramático.

Rellenó y archivó informes e hizo todas las cosas aburridas que nadie
pensaba que hicieran los policías. Todos imaginaban persecuciones a alta
velocidad, que nunca ocurrían en Kismet, o tiroteos, que rara vez pasaban.
No pensaban en el hecho de que un simple caso de hurto requería media
docena de formularios, con toda la información redundante sobre la víctima
y el perpetrador en cada uno.

Todavía quedaban unas pocas horas en su turno cuando levantó la


mirada para ver a una mujer acercarse a la recepción. Había algo familiar en
ella, pero eso no era inusual en un pueblo pequeño como el de ellos. Habría
vuelto a su trabajo y se habría olvidado de ella si el escritorio mismo no
hubiera estado vacío.

James debió haber corrido al baño justo a tiempo para que alguien
entrara.

193
Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

Miles bostezó y se estiró mientras se levantaba, luego se dirigió para


abrir la puerta divisoria y salió detrás del mostrador.

—¿Puedo ayudarla, señorita…?

—Lloyd —informó—. Gwen Lloyd. No es... es decir, no estoy segura


exactamente de a quién debo ver, pero creo que alguien podría estar ocupando
la cabaña de mi familia.

Miles parpadeó y la miró en silencio por un segundo antes de ponerse


en movimiento. Lloyd. Volvió a mirar sus ojos verde hoja y su cabello castaño
dorado, y tragó saliva. No podía decir nada sobre Gavin. Miles sabía muy bien
que no estaba en contacto con su familia, así que no importaba cuánto
sospechara que ella estaba relacionada con él, no podía decirle nada.

Éticamente, tampoco podía decirle nada a Gavin, ¿verdad? Bueno no.


Podía mencionar haberla visto, pero no por qué ni dónde. Tendría que hacerlo
en cuanto llegara a casa. Antes de eso, si tuviera un momento para tomar su
teléfono del cajón inferior cerrado con llave de su escritorio.

Los ocupantes ilegales, como los tiroteos, eran poco comunes, pero no
desconocidos en Kismet. Especialmente en las cabañas más caras que
permanecían vacías la mayor parte del año, era una tentación para algunas
personas.

Francamente, a Miles le costaba mucho culparlos. Las cabañas vacías


eran un desperdicio de espacio vital, y él nunca había estado sin hogar, por
lo que no podía imaginar cómo se sentía.

En lugar de decir algo al respecto, le ofreció una sonrisa y le hizo una


seña a la puerta que llevaba a su escritorio.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

—Si quiere venir conmigo, señorita Lloyd, podemos completar el


papeleo y enviaremos una patrulla para que revise la cabaña.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

24

Le gustaba lavar platos en la cafetería. Era una tarea que nadie más
disfrutaba, por lo que le gustaba poder quitársela de encima a todos, pero
también era agradable y tranquila. Podías pasar mucho tiempo pensando
mientras lo hacías.

No siempre aprovechaba ese tiempo de la mejor manera, como cuando


lo pasó pensando en los días anteriores con Miles y más sexo del que había
tenido en los dos años anteriores.

Diablos, cinco años.

Todavía estaba resultando difícil mantener la sonrisa tonta fuera de su


rostro. No es que a nadie le importara, pero era una sensación extraña,
caminar con sus emociones en su rostro.

Siempre había pensado que era parte de por qué todos lo llamaban “un
buen líder”, su tendencia a controlar sus propios sentimientos. Los últimos
días habían dejado claro que nadie esperaba o quería eso.

Todos los días, su manada seguía enseñándole algo nuevo.

Inexplicablemente, se encontró tarareando una canción de una banda


de chicos de su juventud. Está bien, tal vez no inexplicablemente.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

Miles y él habían estado saliendo durante nueve meses, claro, pero el


último mes de ese tiempo lo fue todo. La última semana. El último día, cuando
ninguno de los dos había querido salir de la habitación, incluso cuando el
celo de Miles había retrocedido.

Era mejor que la mejor vida que jamás había imaginado para sí mismo.
Tal vez las cosas iban a ser difíciles, especialmente si la gente esperaba que
él fuera, como dijo Dez con falta de respeto, el Hombre lobo Jesús. Pero por
primera vez, estaba empezando a pensar que tal vez podrían manejar incluso
eso, siempre y cuando estuvieran todos juntos.

Incluso si solo era la mitad de un hombre lobo, Gavin, el tipo


mayoritariamente humano, no era demasiado horrible.

—Cap. —La voz de Dez se abrió paso a través de la neblina feliz de


Gavin, y su tirantez hizo que se le erizara el vello de la nuca. Algo tenía a Dez
alerta, y eso rara vez era una buena señal.

Agarró la toalla más cercana y se secó las manos mientras salía de la


cocina.

Dez estaba enviando al joven barista a limpiar las mesas cuando salió,
pero su conversación se perdió para Gavin.

Todo lo que podía ver era a Gwen.

Su hermana pequeña, parada allí en su cafetería, mirándolo como si


hubiera regresado de entre los muertos y fuera un auténtico milagro. ¿Había
lágrimas en sus ojos? Abrió la boca, pero parecía que no podía pronunciar las
palabras, y la cerró de nuevo.

Sin apenas pensarlo, Gavin saltó sobre el mostrador y tomó a su


hermana en sus brazos.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

—Gwenny.

—Gabby —susurró ella en respuesta, el ridículo apodo que su madre


siempre había detestado. Así fue como Gwen, de un año, logró pronunciar su
nombre por primera vez, su primera palabra, y él pensó que era lo mejor que
había hecho. Sin embargo, siempre había pensado que todo acerca de su
hermana pequeña era lo mejor, así que tal vez su juicio era prejuicioso.

Nah.

Le echó los brazos al cuello y sollozó mientras él la mecía de un lado a


otro. No había razón para callarla, ya que su madre no los encontraría y les
recordaría que los Lloyd no lloraban. Después de todo, llorar era para los
débiles.

Gavin se preguntó si su madre apreciaría la cantidad de veces que había


visto a soldados derrumbarse en Afganistán. ¿Pensaría que todos ellos eran
débiles, por necesitar una liberación emocional mientras atravesaban el
infierno?

Probablemente.

Afortunadamente para Gavin, hacía tiempo que se había dado cuenta


de que esto era una prueba de que la visión del mundo de su madre estaba
equivocada, y no al revés.

—¿Qué haces aquí, cariño? —preguntó, cuando sus sollozos


disminuyeron.

—¿En serio? La primera vez que me ves en una década, y todo lo que
puedes hacer es preguntar por qué estoy aquí. —Ella se echó hacia atrás y lo
golpeó en el pecho, luego sacudió la mano y miró fijamente sus pectorales—.
Ow. ¿Cuándo te convertiste en super-Gavin? No solías estar hecho de acero.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

Él se rio entre dientes, luego pasó un brazo alrededor de su cintura y la


condujo hacia las sillas mullidas en la parte trasera de la cafetería donde
tenían reuniones después de horas. Algo acerca de agregar el olor de su
hermana al olor de su manada le atraía en un profundo nivel instintivo.

—No me creerías si te lo dijera.

Dez resopló desde su lugar detrás de la máquina de espresso.

—Sí, es difícil de creer que un soldado pasó años haciendo una rutina
ridícula de ejercicios.

Gwen miró a Dez y se mordió el labio.

—Eres uno de los dueños de este lugar con Gavin, ¿verdad?

Sin dudarlo, Dez dejó caer lo que estaba haciendo y se acercó al


mostrador trasero, extendiendo la mano.

—Desmond Sullivan, y sí. Debes ser la hermanita de la que solía hablar


todo el maldito tiempo.

—¡No lo hacía! —protestó Gavin.

Dez se burló, pero ignoró a Gavin y se inclinó hacia Gwen mientras ella
tomaba su mano y la estrechaba.

—Todo el maldito tiempo. La pequeña Gwen, bebé genio, será bióloga.

Huh. Bien, tal vez él había hecho eso. Una o dos veces. Mientras bebían.
Había tratado de no mencionar a su familia, pero era difícil vincularse con
otras personas sin contar historias de experiencias compartidas, como tener
una hermana pequeña de la que estaba orgulloso.

199
Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

Gwen prácticamente resplandecía por los elogios y, por un segundo, a


Gavin le preocupó tener que advertirle a Dez de que podría secuestrarlo. En
cambio, ella se dio la vuelta y lo abrazó de nuevo, aplastando su rostro contra
su pecho. Su voz era pequeña cuando dijo:

—Pensé que te habías olvidado de mí.

¿Olvidarla? Oh, diablos. Dez le lanzó una mirada dura por encima del
hombro de Gwen y Gavin se encogió. Tenía mucho que compensar,
claramente. Parecía más simple para todos si rompía el contacto por
completo. No había querido contactar a Gwen en secreto y darle algo que ella
tuviera que ocultar a sus padres. Ya era bastante difícil vivir con sus padres
cuando uno no guardaba secretos; por eso Gavin había salido ante ellos
cuando tenía catorce años. Su madre inmediatamente comenzó a considerar
la subrogación; ser gay estaba bien para ella, siempre que él todavía estuviera
dispuesto a engendrar y criar a la próxima generación de Lloyd.

Pero ninguno de sus padres hubiera querido que Gwen hablara con
Gavin después de que los abandonara, de eso no tenía ninguna duda.

El joven barista les trajo bebidas, y la siguiente hora se dedicaron a


discutir lo que cada uno había estado haciendo durante la última década.
Gwen todavía estaba en la buena voluntad de sus padres. De hecho, estaba
en la escuela de posgrado, aunque Gavin dudaba mucho de que su madre
aprobara la bioquímica.

Negocios, derecho, medicina o ciencias políticas, ese era el límite de lo


que se suponía que los Lloyd deberían estudiar. Exactamente como el título
casi inútil de Gavin. Había asegurado su posición como oficial y luego había
hecho muy poco por él.

200
Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

Todo el tiempo que estuvieron sentados allí, Gwen siguió revisando su


teléfono, por lo que eventualmente él arqueó una ceja hacia ella.

—¿Hay algún lugar donde necesites estar?

—Oh, no, en absoluto —aseguró, extendiendo la mano y agarrando la


suya con un agarre impresionante—. Solo estaba comprobando. Te
mencionaron a ti, a tu tienda, en uno de esos correos electrónicos que el resort
envía a los propietarios locales, ya sabes. El nuevo negocio en la ciudad que
a todos les encanta, dirigido por tres fabulosos empresarios ex militares.
Gavin Lloyd, empresario, ex-militar. Por eso vine a quedarme en la cabaña.
No he esquiado en años.

Él sabía de eso. Era inusual que el resort hablara de negocios que no


manejaban, pero con la escasa nevada a principios de la temporada, habían
estado agarrando pajitas para atraer a la gente. Habían pedido permiso para
incluir una foto de la manada… O al menos Gavin, Dez y Ash. A Gavin le
había parecido un poco espeluznante, pero pensó que una oportunidad era
una oportunidad, incluso si era un poco extraño.

Por otro lado…

—¿Qué tiene eso que ver con tu teléfono?

—Oh, estoy esperando una llamada. La policía dijo que irían a revisar
la cabaña y me llamarían después.

Gavin miró a Dez por encima del mostrador, y Dez inclinó la cabeza
hacia la puerta. No fue difícil de leer, si Gavin necesitaba irse, debería hacerlo.

—¿Por qué la policía está revisando la cabaña?

Gwen suspiró y frunció el ceño hacia su bebida.

201
Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

—No la hemos usado en más de un año, y creo que tal vez alguien está
ahí, ya sabes. —Miró a su alrededor, se inclinó hacia adelante y susurró—.
Usurpándola. No quiero ser horrible, pero no podía entrar si hubiera alguien
allí.

Gavin frunció el ceño ante la idea antes de recordar que Miles y él


básicamente habían hecho lo mismo a solo un kilómetro de distancia en la
cabaña de los Carpenter. Es cierto que quienquiera que se hubiera metido no
estaba atrapado allí, pero de todos modos era difícil juzgar.

Incluso aunque se puso en contacto con la Sra. Carpenter, ahora la


Srta. Jones, para explicarle la situación, había irrumpido para empezar. La
mujer había sido completamente comprensiva y solo pidió que se reemplazara
la ventana. Cuando él se ofreció a reemplazar la sopa y otros alimentos que
habían comido, ella solo se rio y le dijo que estaba contenta de que todo
estuviera allí para que lo usaran.

—¿Qué te hace pensar que hay alguien ahí? —finalmente le preguntó a


Gwen.

—El pomo de la puerta principal estaba roto. Parecía que alguien lo


había quitado con un martillo o algo así. Rompió la madera. —Suspiró y
sacudió la cabeza—. Tal vez fue solo un robo y debería haber entrado y
comprobado, pero pude ver desde la puerta principal que había una luz
encendida en la cocina, así que pensé que tal vez todavía estaban allí.

—Así que fuiste a la policía. —Ella asintió y él le apretó la mano—. Era


lo que había que hacer.

Gavin no podía interceder legalmente en nombre de sus padres, pero


podía hacerlo en silencio antes de que se enteraran. Asegurarse de que nadie
lastimara a su hermana y ver si podía mitigar algún problema para

202
Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

quienquiera que estuviese allí. Bueno, suponiendo que no fuera un convicto


fugado o un ladrón o algo así.

De cualquier manera, si los policías eran los que entraban, el ocupante


ilegal no se escaparía fácilmente, incluso si no hubiera hecho nada malo.

Asintió a Dez, quien no parecía sorprendido.

—¿Por qué no vamos y lo comprobamos?

Sus ojos se redondearon.

—¿Sin la policía?

Extendiendo una mano para ayudar a que se levantara, le dio una


sonrisa fácil.

—Empresario ex militar, ¿recuerdas? Además, la policía de Kismet es


bastante eficiente. Puede que ya estén allí.

En el mostrador, Dez puso los ojos en blanco y se rio entre dientes.

—Enamorado. La única explicación posible.

Gavin lo fulminó con la mirada.

—Oye. Los policías de Kismet son muy buenos en su trabajo.

—Uno de ellos, de todos modos —estuvo de acuerdo Dez.

—El que conocí era agradable —intervino Gwen. Entonces todo su


rostro se iluminó—. ¿Estás saliendo con él? Era el oficial, um…

203
Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

—¿Oficial demasiado bonito para el bien de alguien? —le preguntó


Dez—. ¿Cabello oscuro rizado y grandes ojos marrones como el maldito
Bambi?

Gwen sonrió ampliamente ante la descripción.

—¡Estás saliendo con él!

Gavin miró a Dez mientras salían, con un brazo todavía envuelto


alrededor de su hermana.

—Salir no es la palabra correcta.

—No sé por qué no —afirmó Dez detrás de ellos—. No puedes decir


casado hasta después de que hagas la pregunta.

Maldito sea el hombre.

Sin embargo, no estaba equivocado.

204
Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

25

Dado el hecho de que su propio coche patrulla todavía estaba boca


abajo en una zanja en una carretera sinuosa secundaria, Miles no estaba
seguro de cómo lo habían engañado para ir a ver cómo estaba la cabaña de
los Lloyd.

James se había disculpado, por supuesto, y Miles no dudó ni por un


segundo que se habría ofrecido a intercambiar posiciones, pero él seguía
siendo uno de los hombres de rango bajo en la lista de la estación, y no estaba
calificado para ocuparse de ella por su cuenta y enviar a James a revisar una
cabaña.

Aun así, sospechaba que James casi se había ofrecido de todos modos
cuando se dio cuenta de que la cabaña en cuestión estaba a solo un kilómetro
de donde Miles casi había muerto. Sugirió que podrían llamar a uno de los
ayudantes que ya estaba fuera o posponerlo hasta el siguiente turno, pero eso
era una tontería.

No había ninguna razón para sacar a un oficial de una llamada que ya


estaba respondiendo, o cambiar turnos, o hacer que Gwen Lloyd esperara
hasta mañana para poder irse a casa. Miles era un ayudante del sheriff
totalmente capacitado y era capaz de conducir por una carretera estrecha y
nevada.

205
Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

Estaba entrenado en conducción de persecución, por ridículo que fuera.


Había sido un requisito en la academia, por lo que tenía habilidad. Había
estado conduciendo durante los inviernos de Kismet casi la mitad de su vida.
Un pequeño animal corriendo frente a él en una ocasión no lo convertía en un
mal conductor o incapaz de hacer su trabajo.

—Sigues diciéndote eso —murmuró, mirando el velocímetro. Diez


kilómetros por hora. A este ritmo, tendría suerte de llegar a la cabaña en su
próximo turno.

Bien, así que estaba un poco nervioso. Tenía motivos para estarlo,
¿bien? Casi había muerto hace menos de un mes. La nieve que casi lo había
matado todavía estaba en el suelo, y él conducía el mismo tipo de automóvil
en el mismo tipo de camino, y no iba a volver a suceder.

Cuando la cabaña quedó a la vista, su alivio no podía ser exagerado.


Luego se dio cuenta de que la cabaña de Lloyd era una de las más grandes de
la montaña.

Por supuesto que lo era.

La familia de Gavin era rica.

La manada no era exactamente pobre, pero la casa de la manada estaba


construida como una cabaña de troncos, con líneas tradicionales que
ocultaban la modernidad y el tamaño de la casa en el interior.

La cabaña de Lloyd era una obra de arte, de extrañas proporciones, gris


y alienígena.

Durante el viaje solo había visto otro automóvil desde que comenzaron
las nevadas, por lo que mientras se limpiaba el camino, la capa de nieve más

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

reciente solo mostraba las huellas de la patrulla de la policía y la camioneta


de Gwen Lloyd.

Tal como había dicho Gwen, se podía ver una luz en algún lugar de la
casa. La cocina, había dicho, y eso tenía tanto sentido como cualquier otra
cosa.

La puerta seguía cerrada, lo que parecía un pequeño milagro, dado el


estado en que se encontraba. La perilla parecía haber sido arrancada y luego
colocada cuidadosamente dentro del espacio vacío.

Llamó a la puerta, ya que ese era el protocolo, aunque sabía que se


suponía que no había nadie en casa.

—Ayudante del sheriff, abran.

Un segundo después, la luz se apagó. Se preguntó por la lógica en eso.


Quién pensaba: Oh, si apago las luces justo en frente de ellos, no sabrán que
estoy aquí.

Sin embargo, los delincuentes a veces hacían cosas extrañas, así que
continuó con un suspiro. Volvió a llamar, esta vez con más estridencia, y se
dio cuenta de por qué parecía que la puerta seguía funcionando. Su golpe la
abrió unos centímetros, algo dentro de la casa crujió. Algo había sido
empujado contra la puerta en el interior.

Con un sonido como el de un disco y luego un golpe hueco que hizo eco
en la nieve, el pomo de la puerta se soltó de su precario agarre, había sido
ensamblado como un rompecabezas y sostenido en su lugar con el objeto
pesado que habían sujetado detrás.

Un segundo después, se escucharon pasos rápidos desde el área de la


luz que se había apagado, adentrándose más en la casa.

207
Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

Miles suspiró y apoyó el hombro en la puerta, con la esperanza de no


estar empujando una antigüedad de valor incalculable. O por el aspecto de la
casa, alguna obra de arte moderna de valor incalculable, por la que, sin duda,
y tal vez groseramente, estaba menos que preocupado.

Cuando la quitó del camino, agradeció descubrir que solo había sido
una silla de respaldo alto que parecía incómoda. Sin embargo, no tuvo tiempo
de pensar en eso, ya que los pasos se detuvieron y el siguiente sonido fue un
portazo.

***

Miles no iba a mentir, estaba tentado de dejarlos ir. No porque fuera


menos papeleo, aunque lo era. Pero porque realmente no quería tener que
arrestar a alguien que solo había estado buscando un lugar cálido para
dormir.

La casa no se veía como si hubiera sido destrozada o algo así, y por la


sensación gélida del lugar, la calefacción no estaba encendida. Solo había un
pequeño fuego en la chimenea de la sala de estar con un nido de mantas
frente a él. A Miles le recordaba demasiado a la desafortunada aventura de
Gavin y él.

Sin embargo, era su trabajo hacer algo.

Entonces su cerebro realmente conectó los puntos.

Un nido frente al fuego. Un nido muy pequeño. El olor a lobo


impregnando la casa, cuando sabía muy bien que Gavin no podía haber sido
el hombre lobo la última vez que había estado en esta casa.

Una pequeña criatura de cuatro patas corriendo frente a su auto a solo


un kilómetro de aquí. Como un zorro, había pensado.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

Maldita sea.

Echó a correr de inmediato hacia la parte trasera de la casa. ¿Cómo


había dicho Gavin que se llamaba el niño desaparecido? Había sido un árbol
de algún tipo, pensó.

—¡Espera! —gritó, a falta de algo mejor—. No estoy aquí para lastimarte.


O para arrestarte.

Los pasos apresurados nunca disminuyeron la velocidad.

No estaba seguro de por qué pensó que eso funcionaría. Como agente,
debería arrestar a quienquiera que haya entrado, y si hubiera sido un adulto,
eso es precisamente lo que habría hecho.

Sin embargo, sus presunciones se confirmaron cuando se arrojó por la


puerta trasera y lo primero que vio fue una pila de ropa. Lo segundo fue a un
lobo muy pequeño que corría a través de la nieve, subiendo la montaña.

Maldita sea todo.

Miles no tuvo tiempo de desnudarse, así que corrió a pie. Ninguno de


los dos iba a llegar muy lejos rápidamente, con la acumulación de nieve que
había ocurrido durante el último mes, pero tenía que desear que el joven lobo
no ganara sobre sus piernas mucho más largas.

Estaba bastante seguro de que lo haría, pero tenía que intentarlo.

Si tan solo pudiera recordar el nombre del niño. ¿Cuál era?

209
Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

26

—Supongo que tenías razón acerca de que podrían ya estar aquí —dijo
Gwen mientras entraba en el camino al lado de una patrulla de policía.

Algo al respecto estaba golpeando todas las banderas rojas de Gavin,


las campanas de alarma sonando por todo el lugar en su cerebro. La puerta
colgaba abierta, el pomo y la madera que la sostenía claramente descansaban
sobre el felpudo.

Gavin no sabía qué patrulla era de quién según el número de matrícula,


diablos, ni siquiera estaba seguro de conocer a todos los ayudantes de Kismet,
pero no tenía por qué hacerlo. El único oficial cuyo olor estaba en el aire
cuando abrió la puerta de su auto fue el de Miles.

El olor era todo Miles y angustia.

Los propios sentimientos de Gavin sobre la cabaña y las personas que


la poseían no eran importantes dadas las circunstancias. Podía pensar en lo
malditamente feo que era el lugar más tarde.

Cómo le había parecido fría y elegante cuando era un niño, y ahora


parecía... bueno, exactamente lo mismo. Fría y elegante, lo opuesto a un
hogar.

Tendría que invitar a Gwen a quedarse con la manada. No quería a su


hermana en este lugar.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

Por ahora, se apresuró a entrar, olfateando a Miles, al peligro, a quien


quiera o lo que fuera que había irrumpido en este horrible lugar.

Un viento frío sopló a través del pasillo, y solo había una forma de que
eso sucediera, la puerta delantera y trasera tenían que estar abiertas al mismo
tiempo.

Gavin corrió sin detenerse. ¿Cuánto tiempo hacía que Miles había
llegado? ¿Hace cuánto se había ido? ¿Estaba herido? ¿Apuñalado? ¿Moriría
ahí solo en la nieve otra vez?

Dez tenía razón. Necesitaba agarrar a Miles y mantenerlo cerca tanto


tiempo como se lo permitiera. No podía seguir jugando este juego de mitad
dentro, mitad fuera que había estado jugando. Tanto Miles como él se
merecían algo mejor.

—¿Miles? —gritó desde la puerta trasera, su voz resonando en la casa


estéril detrás de él tanto como en el paisaje circundante al frente. Si tan solo
fuera un verdadero hombre lobo, podría aullar por Miles, hacerle saber que
no estaba solo y que la ayuda estaba llegando. Y luego Miles podría aullar de
regreso, para que Gavin supiera adónde diablos ir.

Fue entonces cuando recordó que su hermana también estaba allí,


corriendo justo detrás de él.

—¿Gavin? ¿Qué sucede?

—Él no está aquí.

Miró a su alrededor confundida.

—Debería estar aquí. ¿Dónde más estaría? —Se detuvo, mirando algo
por un largo momento. Gavin estuvo a punto de alejarse, salió por la puerta

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

trasera y se fue en la dirección en la que Miles debía haber entrado, pero ella
lo agarró del hombro—. Gavin.

Conocía ese tono. Esa era una Gwen horrorizada. Él se giró para
mirarla, de pie en la cocina, mirando el taburete, pegado al mostrador.

Justo en frente de lo que parecía un intento de hacer comida. ¿Por qué


alguien usaría un taburete para...?

Un niño.

Un picaporte roto, atacado como con un martillo.

El olor a Gavin desvanecido por décadas en este lugar, y un niño que


habría venido a Kismet en busca de Gavin.

Giró y salió corriendo por la puerta trasera, gritando:

—¡Lyndon! ¡Miles!

No se les veía por ninguna parte, pero el rastro que habían dejado en la
nieve era bastante obvio. El niño un lobo y Miles un humano, subiendo
directamente por la ladera de la montaña.

Gavin siseó con frustración. Se volvió hacia Gwen, quien nuevamente


lo había seguido.

—¿Quién es Lyndon?

—Niño perdido —respondió brevemente mientras desbloqueaba su


teléfono y se lo entregaba—. Gwen, necesito que hagas algo por mí. ¿Me puede
ayudar?

—Por supuesto, Gavin. Cualquier cosa.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

Él asintió y señaló el teléfono, estirando la mano para presionar el botón


y mostrar sus contactos.

—Llama... a todo el mundo. Comienza con Dez. Luego, Sawyer. Luego


Ash. Luego el... —suspiró, pero no había nada que hacer, ya que casi era el
total de su lista de contactos—, el teléfono fijo de la casa. Diles a todos que
Lyndon se ha estado escondiendo en la cabaña justo más allá de donde Miles
y yo estuvimos atrapados. Dales la dirección si la necesitan, pero deben
saberla. Diles que vengan. Los necesitamos.

Ella asintió y comenzó a desplazarse en el teléfono, buscando el nombre


de Dez.

—¿Algo más?

Puso sus manos sobre sus hombros.

—Si fuera alguien más que tú, o en cualquier otro momento, estaría
mucho mejor con esto, pero... es posible que veas cosas realmente confusas
y aterradoras. Solo sé que todos los que te pido que llames son buenas
personas. Todos te protegerían con sus vidas porque eres mi hermana. Te
prometo que te lo explicaré todo cuando vuelva. ¿Sí?

Ella asintió, sin una pizca de vacilación a pesar de las lágrimas de


preocupación que amenazaban con derramarse.

—Está sonando. Deberías ponerte en movimiento.

Asintió, se dio la vuelta y salió corriendo hacia la nieve mientras


escuchaba a Dez contestar el teléfono.

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Sam Burns Lobo renacido

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—Niño —gritó, tratando de mantener la frustración fuera de su voz. No


estaba molesto con el niño, sino con su propia incapacidad para recordar su
nombre. Todo lo que podía pensar era en un árbol que comenzaba con una L,
pero estaba bastante seguro de que Larch no era—. Nadie te va a lastimar, te
lo prometo, pero deberíamos regresar.

Su voz era ronca y áspera, y no debería estar gritando, pero ¿cómo


demonios se suponía que iba a comunicarse con el chico sino no dejaba de
huir?

Se había quedado atrás y no creía que detenerse para desnudarse lo


ayudaría a alcanzarlo. Dobló una curva en el camino, con la esperanza de que
el niño, o el cachorro, lo que sea, volviera a estar a la vista.

Cuando lo hizo, lamentó mucho haberlo deseado.

Ya no había osos pardos en las Montañas Rocosas, un hecho por el que


de repente se sintió agradecido, mirando la cara de un enojado oso negro.
Este era más que suficiente. Un oso más grande y enojado no era lo que
necesitaba.

Al otro lado del oso, el cachorro se encogía contra una pared de rocas,
gimiendo. Jesús, el pobre chico estaba teniendo un día de mierda.
Descubierto por Gwen, perseguido por Miles y acorralado por un oso.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

Miles era un tirador excelente con su arma de servicio. Pero no confiaba


en su capacidad para matar un oso con él. Este era el tipo de situación en la
que la gente decía. No dispares, solo lo enojarás ¿verdad? Era un agente de
policía, no un guardaparques. No sabía nada sobre osos.

¿Se suponía que debía verse grande o pequeño? ¿Mirarlo a los ojos o no
hacerlo?

El cachorro volvió a gemir y el oso se giró para gruñirle, dando un paso


amenazador en su dirección. Sin pensar, Miles sacó su arma y disparó al aire.
No podía dejar que lastimara al cachorro, pero, sinceramente, tampoco quería
lastimar al oso.

Era un animal inocente; el cachorro probablemente había pasado por


su guarida o tal vez cerca de sus cachorros o algo así. Miró a su alrededor,
pero no vio ningún cachorro de oso, afortunadamente.

Odiaba estar en una situación en la que podría verse obligado a lastimar


a alguien, o a alguna criatura, sin más razón que circunstancias de mierda.

El oso giró hacia él y rugió. Se abalanzó y él saltó hacia atrás.

Y como era Miles, y aparentemente tenía la peor suerte conocida por la


humanidad, perdió el equilibrio. Era una cosa típica para él. Lo siguiente que
supo fue que estaba tirado en la nieve, mirando al cielo.

Y su arma no estaba en su mano.

Maldita sea.

El oso avanzó pesadamente en su dirección, desgarbado, seguro, pero


sorprendentemente ágil para una criatura con tanto volumen.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

Miles solo tuvo unos segundos para tomar una decisión, y no fue una
decisión en absoluto. El chico tenía que ser su prioridad. Rodó hacia un lado,
hacia la pendiente, y cuando se hubo alejado un poco del oso, se puso de pie
de un salto y corrió hacia el niño.

De alguna manera, consiguió pasar sobre el oso.

Así que ahora estaba parado entre el chico y el peligro.

—Si salta sobre mí, quiero que corras —indicó con calma al cachorro
de lobo, pensando que parecería un loco para cualquiera que lo mirara,
incluido quizás el propio cachorro.

El cachorro gimió y el oso volvió a rugir, confundido y cada vez más


irritado con cada momento que pasaba.

—Lo digo en serio… —resopló y sacudió la cabeza—. Lo siento, pero no


recuerdo tu nombre. Deberías ir con Gavin y los lobos de Kismet. Ellos
cuidarán de ti.

En ese momento, el chico se apretó contra las piernas de Miles y lo miró


fijamente, sus profundos ojos marrones buscando algo y muy asustados.
Deseaba tener el tiempo y la habilidad para convencer al niño, pero no era
Gavin. Su voz no resonaba con autoridad. Todo lo que tenía era la verdad.

Se agachó y acarició la cabeza del niño.

—Te prometo que lo harán.

Consideró desnudarse y cambiar ahora, ya que, separado de su arma,


era su mejor oportunidad para defenderse. Pero en realidad, el oso era
enorme. Lo superaba fácilmente como humano, sin duda podría mutilarlo
hasta el olvido con poco esfuerzo.

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Sam Burns Lobo renacido

Como lobo podía pelear mejor, pero apenas tenía más de la mitad del
tamaño de Miles. Lo mejor que podía hacer como lobo era escabullirse y correr
para salvar la vida. Ciertamente no iba a hacerle eso a un joven, um...
cachorro

Lo que no haría por tener al enorme y aterrador Dez allí para


respaldarlo. El oso se lo pensaría dos veces antes de atacarlo.

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Sam Burns Lobo renacido

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El sonido de un disparo lo dejó helado hasta los huesos. ¿Por qué pudo
haber sido eso?

Si su creciente sospecha resultaba cierta, Lyndon había sido el


ocupante ilegal y Miles lo estaba persiguiendo.

Miles nunca le dispararía a un niño, ni siquiera a un cachorro de lobo,


incluso si el niño estuviera tratando de jugar a parecer amenazador.

¿Había habido alguien más también? ¿Había alguien más ahora?

Miles no era el tipo de hombre que descargaba su arma


imprudentemente. Una vez le había admitido a Gavin que nunca se había
visto obligado a dispararle a una persona. Lo había dicho como si le
preocupara que pensara menos de él por su relativa falta de experiencia,
cuando la verdad estaba tan lejos de eso.

Gavin estaría feliz si nadie en el mundo se viera obligado a volver a


empuñar un arma. La última vez que lo había hecho, poco menos de un año
antes, había sido una especie de despertar. Se las había arreglado para pasar
la mayor parte de una década en el ejército, engañándose a sí mismo creyendo
que su causa era noble.

Pero entonces el ejército los había enviado a cazar a East Wind.

218
Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

Los militares sabían exactamente a dónde los enviaban cuando los


enviaron a sacar al alfa anciano de su complejo protegido en las montañas.
Nombre en clave Scirocco. Gavin aún no sabía por qué, o si, el ejército había
creído que sus hombres y él podían manejar al lobo.

El hecho era que la mayoría de sus hombres habían muerto ese día.
Scirocco los había destrozado. Arrancando el brazo de Smith. Arrojó a
Akerman por la ventana de un tercer piso como si fuera un muñeco de trapo.

El sonido de la cabeza de Ash golpeando la pared fuera de esa


habitación todavía hacía que Gavin se despertara con sudor frío. La criatura
había aplastado la pierna de Dez con nada más que su enorme puño con
garras, y cuando Dez persistió a pesar del dolor, sacó su cuchillo multiusos y
se lo clavó en el costado, le mordió el hombro y lo arrojó a un lado con solo
los músculos de su cuello y mandíbula.

Y había estado él. El único hombre que quedaba con vida, o eso pensó
en ese momento. Ya no se trataba de completar la misión. No le importaba un
carajo llevar a Scirocco a sus superiores. Lo había visto matar a sus hombres,
y no iba a permitir que hubieran muerto por nada.

Así que cuando se elevó sobre él, tirándole del brazo para colgarlo por
encima del suelo, dislocando el hombro con facilidad, usó la única arma que
le quedaba y clavó sus patéticos y lamentables dientes humanos en la
garganta de la cosa con toda la fuerza que le quedaba.

Se había sentido como morder un bistec particularmente crudo, pero la


sangre no había sido diluida, no, había brotado sobre su rostro, caliente, roja,
pegajosa y horrible.

Le había arrancado la garganta a una criatura con los dientes.

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Sam Burns Lobo renacido

Y peor aún, no había muerto. Afortunadamente para él, Dez y Ash


habían sobrevivido. Tres de sus hombres en el exterior, también, quienes no
habían visto lo que sucedió. Quiénes no habían sido mordidos.

O habían sido los que estaban mordiendo.

Cuando los Martingale llamaron a Gavin el lobo que se hizo a sí mismo,


se equivocaron. Gavin había sido un chico desesperado, alcanzando la única
arma que le quedaba.

No había nacido lobo como Ash ni se lo había ganado con sangre como
Dez. Él lo había robado.

Se lo robó a un anciano hombre lobo en el desierto, quien, por lo que


sabía, no había cometido ni un solo crimen por el que mereciera ser atacado.
Después de todo, sus superiores habían mentido sobre lo que era. ¿Por qué
no mentir sobre la razón por la que se suponía que lo llevarían con ellos?

Los militares los habían sacado lo más rápido y silenciosamente posible


después de eso. Todas bajas honrosas, con buenas sumas de dinero y órdenes
de cerrar la boca. Las miradas de sospecha y miedo de sus superiores hicieron
pensar a Gavin que tenían una idea de lo que había sucedido.

En lo que Gavin y Dez se habían convertido.

La única sorpresa fue que no los hubieran metido en celdas y


diseccionado poco a poco, como probablemente pretendían hacer con
Scirocco.

Entonces, cuando Miles le confió en voz baja en medio de la noche que


nunca había disparado su arma a una persona y que algunas veces le
preocupaba no ser capaz de hacerlo, Gavin asintió y se mantuvo en silencio.

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Y, sobre todo, había pensado para sí mismo, bien.

Bueno, Miles no era el tipo de hombre que quisiera lastimar a la gente.


Era bueno que no encontrara emocionante la idea de dispararle a un hombre.
Menos mal que nunca se había visto obligado a hacerlo.

Si alguien hubiera lastimado a su Miles, si lo hubieran forzado a salir


de esa inocencia, Gavin los destrozaría con sus propias manos.

Y a diferencia de cualquier otra persona que conociera, Gavin era capaz


de eso, tanto mental como físicamente. De acuerdo, bueno, tal vez también
Dez, su hermano en todo menos en la sangre, y en cierto modo incluso eso,
incluso más que el eternamente inocente Ash.

Podía escuchar voces, bueno, una voz, más adelante, y la reconoció


como Miles. Hizo que algo se desenroscara en él. Cualquier otra cosa que
fuera, al menos Miles estaba vivo. Gavin corría como el viento, más rápido
que nunca antes. Tenía que llegar a tiempo.

Era el lobo.

Scirocco.

Pensó que podría haber sido un ser humano una vez, pero nunca lo
sabría realmente, ya que solo vio al alfa como un monstruo mitad humano,
mitad lobo, sangriento y salvaje y como había matado a sus hombres.

El rugido de un oso partió el aire delante de él, y todo se desaceleró.

Miles estaba en peligro inminente, y Lyndon también, pero no por un


hombre con un arma o cualquier otro tipo de monstruo. Un oso. El lobo
conocía a los osos. Grandes e inteligentes, pero en el fondo, no meros
asesinos. No berserkers que atacarían sin pensar y morirían antes de

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

retirarse. No había necesidad de que nadie resultara herido, si tan solo


pudiera ser lo suficientemente rápido.

Entre un latido y el siguiente, el lobo estaba allí, en él, con él y parte de


él, de una forma en la que nunca antes había estado.

Entre un latido y el siguiente, el lobo estaba allí, en él y con él y parte


de él, de una manera que ella nunca había estado antes.

De una forma en la que ella nunca había estado antes.

La loba brotó de su mente y de su cuerpo al mismo tiempo, dejando un


rastro de vaqueros hechos jirones y botas destrozadas a su paso.

Esos eran mis jeans favoritos.

Calla, chico. Tú compañero y el cachorro son lo primero.

Y no podía debatir eso. Lo serian, siempre.

Dobló una curva de un afloramiento rocoso y se encontró cara a cara


con un enorme oso negro. Le enseñó los dientes.

Vete.

El oso, aún indignado por lo que Miles o el cachorro habían hecho para
ganarse su ira, se echó hacia atrás sobre sus patas traseras y los miró
fijamente por un momento. Entonces, decidiendo que vivir para ver el día
siguiente triunfaba sobre descargar su ira en cualquiera, dio media vuelta y
se alejó por la ladera de la montaña.

Gavin y el lobo aullaron por su victoria.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

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Entre un latido y el siguiente, el lobo blanco apareció sobre la nieve.

Era la criatura más grande que jamás había visto en la naturaleza.


Fácilmente más grande que él mismo, pero también más grande que Dez. Más
grande que el oso.

No gruñó, ni tomó una postura ofensiva, solo miró fijamente al oso, que
pareció molesto por no más de un momento antes de gruñir y seguir su
camino.

Miles se derrumbó contra la pared, temblando de alivio. El cachorro se


apretó contra su costado, gimiendo lastimosamente y tratando de esconderse
detrás de él. Enganchó la nariz debajo de su brazo, como si el lobo gigante no
fuera a atacarlo a través de él.

Y no lo haría, por supuesto.

Nunca en su vida había creído que Gavin lo lastimaría


intencionalmente. Sin la menor duda, sabía que ese lobo era él. Esos ojos
frondosos eran de un color avellana más apagado en esta forma, pero los
conocía. Conocía esa mirada, esa intensidad, esa preocupación por él.

El cachorro prácticamente se subió a su regazo, encogiéndose y


gimiendo, por lo que Miles trató de consolarlo con caricias. Se sentía un poco
extraño, pero quería más contacto físico desde que se había convertido, por

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

lo que tenía sentido que los niños que habían nacido hombres lobo quisieran
más contacto.

Además, este niño acababa de pasar por lo que tenía que ser la
experiencia más aterradora de su vida. Demonios, esperaba que fuera la
experiencia más aterradora de su vida, o tendría que encontrar a quienquiera
que lo haya estado cuidando y hablar con ellos.

Apretó al cachorro de lobo contra su pecho y el cachorro comenzó a


lamerle la barbilla.

—Estás bien —prometió—. Todo va a estar bien. Gavin nos encontró.


Estamos a salvo.

De repente, Gavin estaba allí, tan enorme que cubrió la luz cuando se
paró sobre ellos, mirando a Miles y al cachorro. Se inclinó y agarró al cachorro
con los dientes alrededor de la nuca, y lo puso con cuidado sobre sus pies.

El cachorro miró a Miles, a Gavin, a Miles de nuevo, hasta que Gavin le


dio un topetazo con la cabeza. Luego se hundió en el flanco de Gavin como si
estuviera tan exhausto que apenas pudiese mantenerse en pie.

La preocupación de Gavin era clara a través de su vínculo, de alguna


manera incluso más fuerte que la última vez que hablaron. No era solo la
lectura habitual de su preocupación, sino que como si acabara de ponerse
anteojos por primera vez en su vida, era un El cachorro ha estado solo durante
un mes, necesitamos llevarlo a casa y darle de comer y meterlo en la cama.

Miles se puso en pie y trató de quitarse la nieve de los pantalones, pero


era una causa perdida. Todo su uniforme estaba empapado. Recogió al
cachorro y lo colocó tendido sobre la espalda de Gavin para caminar de
regreso a la cabaña. Parecía que sería más rápido y más seguro que dejar que
el niño se escapara de nuevo o se quedara atrás.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

Parecía más tranquilo, ahora que Gavin había tenido la oportunidad de


mostrarle un poco de afecto.

Miró al niño con el rabillo del ojo.

Te entiendo, chico. Un poco de amor de Gavin es probablemente lo que


todos necesitamos.

Antes de que abandonaran el claro, agarró su arma y la enfundó. No


quería pensar en cómo iba a explicar la ronda descargada. Disparé al aire para
evitar que un oso atacara a un lobo, no parecía suficiente.

Mientras caminaban, Miles acariciaba alternativamente la espalda del


niño y el costado de Gavin, tranquilidad tanto para él como para el niño. Él
estaba ahí. Gavin estaba allí. Todos estaban a salvo.

Pasaron junto a restos de lo que Miles estaba bastante seguro de que


alguna vez había sido la ropa de Gavin. Tal vez solo le faltó imaginación
cuando pensó que necesitaba desnudarse para cambiar, pero recordó la
primera vez, estaba molesto y atrapado en sus pantalones de chándal, sin
pulgares oponibles para quitárselos.

Tal vez un lobo gigante o lo que sea que fuera Gavin podría salirse con
la suya. Miles no pudo.

Además, ¿quién quería tener que cambiar con su ropa todo el tiempo?

Gavin se tambaleó hacia él, devolviendo su atención al par de lobos a


su lado. ¿Estaba cansado? ¿Enfermo?

No, Gavin estaba tratando de llamar su atención. Allí, debajo de ellos,


paseándose por el patio trasero de la cabaña de Lloyd, estaba Gwen Lloyd.

Miles se volvió para mirar a Gavin, con las cejas enarcadas.

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Sam Burns Lobo renacido

—¿De verdad? Quiero decir, tal vez quieras ir a casa y yo puedo


decirle…

Gavin sacudió la cabeza lo mejor que podía como lobo y volvió a caminar
por la ladera de la montaña. Tenazmente, pensó Miles, luego se rio para sus
adentros como exigía su adolescente interior. Gavin hizo una pausa y le lanzó
una mirada poco impresionada, como si hubiera oído un terrible juego de
palabras.

Gracias a Dios, cuando se acercaron a la casa, Miles pudo escuchar el


ruido de la camioneta de Dez acercándose por el camino.

Gwen miraba periódicamente el teléfono que tenía en la mano y luego


caminaba más, murmurando para sí misma sobre llamar al 911 si no volvían
en tres minutos más. Dos minutos.

—Eso no será necesario —gritó, mordiendo la bala. No podía explicar


por qué lo acompañaban dos lobos y no un humano al que había perseguido
y otro que había ido a buscarlo.

Su cabeza se levantó de golpe, todo su cuerpo se volvió hacia él. Lo miró


a él, a Gavin, al cachorro, y luego a la ladera de la montaña. Cuando llegaron
al patio, ella no rehuyó a los lobos. Ella tampoco miraba la ladera de la
montaña.

Estaba mirando a Gavin.

—Confuso y aterrador, ¿uh?

Gavin se encogió de hombros con la aproximación lupina, se acercó a


ella y apoyó la cabeza en su brazo. Ella no tuvo tal vacilación. Envolvió sus
brazos alrededor de su cuello y sollozó en él.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

Dada su propia semana de evasión, Miles quedó impresionado con la


rapidez con la que Gwen había procesado la información y simplemente la
había aceptado. Se sintió un poco menos inteligente, de hecho, por no haber
descubierto todo antes.

Gavin le dio una patada con una pata trasera extendida.

Gwen lo miró a él, a ellos, y frunció el ceño.

—Deberías, um, hacer lo que sea que hiciste. Volver a ser Gavin de dos
piernas. Entiendo lo que está pasando, pero realmente voy a necesitar que me
lo expliques.

Entonces Sawyer asomó la cabeza por la puerta trasera, sonriendo


amablemente.

—Dez y yo vamos a ir a la ferretería y comprar una puerta de entrada


de reemplazo, ¿está bien?

Gavin asintió y Sawyer se detuvo y lo miró fijamente.

—¡Wowwww! Umm —giró la cabeza para descubrir una cantidad


sorprendente de cuello, y murmuró—: Alfa.

Un momento después de que desapareció de nuevo en la casa, Gwen


miró el teléfono de Gavin en su mano.

—Sawyer dice: Traeremos pantalones para todos. ¿Ese era Sawyer?

—Si —respondió Miles—. Ese era Sawyer. Dez es su novio. Dez es bueno
con las manos, arreglará esa puerta casi de inmediato.

El cachorro volvió a gemir y Miles alargó la mano distraídamente para


rascarle la cabeza.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

—El niño aquí se disculpará por el daño y por asustarte cuando vuelva
a tener las cuerdas vocales para eso, pero no fue su intención. Debe haber
estado buscando un lugar que oliera a Gavin.

Ella lo miró, luego al cachorro, y su expresión se convirtió en pura


simpatía. Se inclinó y susurró al oído del pequeño:

—Cuando se fue de casa después de la universidad, robé su loción para


después del afeitado porque me recordaba a él. —El cachorro soltó un
pequeño gemido, pero le lamió la mejilla y ella le sonrió—. Y tú. Eres el novio
de mi hermano. ¿Por qué no dijiste nada cuando estuve en la estación?

Miles hizo una mueca. Sabía que tendría que abordarlo en algún
momento, pero no tenía muchas ganas de hacerlo.

Aparentemente, Gavin decidió que todavía no era el momento. Resopló


y rodeó a su hermana, abriendo la puerta trasera con los dientes y una pata
como si se hubiera estado convirtiendo en un lobo toda su vida.

—Supongo que Gavin quiere calentar al niño —afirmó extendiendo la


mano para que Gwen lo precediera. Su cara de no me estás engañando
esquivando mi pregunta era inquietantemente similar a la de Gavin. Así que
mientras la seguía adentro, suspiró—. No sabía nada sobre la familia de
Gavin. No hemos estado juntos tanto tiempo y…

—Casi nueve meses —gritó la voz de Gavin desde la sala de estar—. Tú


me conoces, Gwen. Conoces las habilidades de comunicación de los Lloyd.

—Las conozco —estuvo de acuerdo ella—. Nunca me mencionaste, y


tenías los labios cerrados sobre toda tu familia, por lo que él estaba
preocupado de que hubiéramos tenido una pelea. No quería que me sintiera
incómoda y que tú te sintieras infeliz, así que mantuvo la boca cerrada.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

—¿Supongo que no hubo una pelea? —preguntó mientras los seguía.

Gwen se burló y puso una mano en su hombro, luego se lució atónita


y la quito.

—Hubo una pelea, sí —dijo mirando su mano como si pudiera explicar


el comportamiento fuera de lugar de tocar a un extraño. Miles supuso que
podía explicarlo, ya que su hermano, aparentemente amado, era un poderoso
hombre lobo alfa—. Gavin y nuestro padre. Mi madre nunca haría algo tan
emotivo como discutir, así que sigue fingiendo que Gavin volverá a casa algún
día, se disculpará por su comportamiento y se sentará a cenar con nosotros
un domingo.

Gavin estaba sentado en el sofá, envuelto en una manta negra,


sosteniendo al cachorro en su regazo y rascándole la cabeza. El niño estaba
claramente en el cielo. Miles conocía el sentimiento y estaba un poco celoso.
Gavin le dio una última caricia y dejó al niño en el suelo.

—Eso significa que aún habrá ropa en mi habitación. Estoy seguro de


que sabes cuál es. Adelante, toma lo que necesites, vístete y regresa.

El cachorro vaciló, bajó la cabeza y gimió, pero Gavin lo hizo callar y le


dio una palmada en el trasero.

—No estás en problemas, Lyndon. Ve.

—Lyndon —siseó Miles. Cuando el cachorro vaciló y le lanzó una mirada


nerviosa, se frotó la nuca y le ofreció una sonrisa irónica—. Lo siento. Se me
olvido tu nombre. Estaba tratando de pensar cual era para poder pedirte que
dejaras de correr, pero no podía recordarlo.

Lyndon miró a Miles, luego a Gavin, con los ojos muy abiertos y
confundido, luego corrió hacia las habitaciones en la parte de atrás.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

—Así que eres un hombre lobo —exclamó Gwen, como un hecho y nada
histérica—. ¿Cuánto tiempo ha sido eso?

—Poco menos de un año —respondió Gavin, igual de tranquilo y con el


rostro en blanco.

Ella se sentó en una silla frente a él, una cosa de cuero con respaldo
alto.

—Tendrás que darme un minuto para procesar esto, por supuesto.

—Por supuesto.

—Hombres lobo.

Gavin asintió.

—Son algo real.

—¿Quieres que vuelva a cambiar?

Ella resopló y le hizo señas de que lo dejara.

—No seas ridículo, eres Gavin. No me mentirías sobre eso.

Él se encogió de hombros, pero se recostó en el sofá y cruzó los tobillos,


luego le tendió la mano a Miles.

—No lo haría, pero podría haber cambiado. No tienes que confiar en mí.

Miles no la miraba, demasiado ocupado cruzando la habitación para


acurrucarse al costado de Gavin. Su adrenalina estaba cayendo, y aunque
debería estar llamando a la estación para informar lo que había encontrado,
no tenía la energía mental. No tenía idea de cómo iba a explicarlo, aunque
esperaba que la respuesta fuera que había habido un allanamiento, pero ya

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

no había nadie allí. Se cancelaria la búsqueda ya que el daño a la propiedad


fue mínimo y nunca más se volvería a ver al perpetrador.

—No has cambiado en absoluto —aseguró Gwen, luego se mordió el


labio y ladeó la cabeza—. Pero has cambiado por completo. Es extraño.

Aparentemente al azar, Gavin miró alrededor de la habitación y resopló.

—Deberías volver a la casa con Miles, Lyndon y yo. Nadie debería vivir
en este mausoleo.

Soltó su labio, una suave sonrisa cruzó su rostro y asintió.

—Me gustaría mucho.

Lyndon apareció en la entrada del pasillo, luciendo diminuto con una


simple camiseta blanca, pantalones de chándal arremangados repetidamente
y calcetines de tubo blancos que probablemente le llegaban hasta la mitad de
los muslos. Su largo cabello rubio estaba despeinado, cubriendo un ojo de
manera práctica. Este era un niño muy versado en parecer pequeño.

—Lo lamento, casi mato al compañero alfa —dijo, con la voz pequeña y
llena de lágrimas, y luego agregó—: Dos veces.

Gavin ladeó la cabeza.

—¿Dos veces?

—El oso —respondió Miles, y luego hizo una suposición que había
estado dando vueltas en su mente—. Y antes. El mes pasado en la ventisca.
Salió corriendo frente a mi auto.

Gavin suspiró, más una liberación de aire que frustración, pero Lyndon
se estremeció. Miró al chico.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

—¿Por qué no viniste a nosotros?

—Estaba buscándolos. Encontré este lugar, pero no estaba del todo


bien. Pero luego casi mato al compañero alfa, ¿y por qué me querrías después
de eso? —Su voz tenía el mismo gemido que el cachorro había estado dando
cuando se apartó antes.

Gavin se inclinó hacia delante y apoyó los codos en las rodillas.

—Lyndon, eso fue un accidente. No hiciste nada malo. No estabas


tratando de lastimar a Miles, ¿verdad?

Miles notó, con autosatisfacción engreída, que Gavin no había estado


en desacuerdo con que él era el compañero alfa. Pero no iba a acicalarse.

Mucho.

Lyndon negó vehementemente con la cabeza, tanto que a Miles le


preocupo que se fuera a lastimar.

—Yo nunca haría eso, alfa…

—Gavin —corrigió él—. La manada no me llama alfa a menos que ellos


quieran. No somos así.

—¿Pero yo puedo? Estarás… —El chico se interrumpió y se mordió el


labio, con los ojos muy abiertos y llorosos.

—Hablé con el triunvirato a cargo de tu manada justo después de que


desapareciste. —El chico se encogió ante las palabras de Gavin, obviamente
convencido de que significaban que tendría que regresar—. Lamentaron la
forma en que te trataron en California y acordaron que, si venías aquí,
discutiríamos la opción de que te mudes a Kismet.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

Sin otra palabra, el chico se lanzó hacia Gavin, sollozando en su cuello


y murmurando:

—Alfa… lo siento… gracias —una y otra vez. Decía algo sobre el tono de
preocupación que estaba de que Gavin ni siquiera se encogiera con la parte
alfa del murmullo.

Gwen se levantó abruptamente.

—Bien entonces. Creo que es hora de que todos abandonemos este


museo de nuestra lamentable infancia, Gabby. Has encontrado algo mejor, y
ya es hora de que lo compartas con tu hermana pequeña y tu huésped.

La sonrisa de Gavin en respuesta a eso fue cegadora.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

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—Vamos, Miles —se quejó Lyndon desde el asiento del pasajero de su
nueva patrulla.

Cuando la nieve se derritió, lo que quedaba de la anterior no era bonito.


La estación consideró afortunada de no haberlo perdido también, el sheriff le
recordó que trabajaba demasiado y necesitaba parar cuando se cansaba o
cuando la nieve caía con demasiada fuerza y todos habían seguido adelante.

Bueno, y le habían comprado una patrulla nueva. Era bastante


agradable, y la estaba estacionando con cuidado, maldita sea, por mucha
prisa que tuviera Lyndon.

—Lo entenderás cuando aprendas a estacionar en paralelo —le dijo


Miles al niño, aunque afortunadamente ese momento estaba muy lejos.
Lyndon no tenía la paciencia para ver un episodio completo de un programa
de televisión sin desviarse a otra cosa. Conducir estaba fuera de cuestión.

Lyndon suspiró y saltó arriba y abajo en su asiento con impaciencia


mientras Miles terminaba de estacionar, pero en el momento en que la
patrulla se detuvo, se quitó el cinturón de seguridad, se arrojó por la puerta
y corrió hacia la cafetería.

Gracias a Dios, Miles no se había visto obligado a aparcar al otro lado


de la calle. De ninguna manera él habría mirado a ambos lados antes de salir
corriendo.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

A un ritmo mucho más tranquilo, salió, cerró el auto y entró. No es que


no estuviera emocionado; simplemente no quería parecer un niño de nueve
años demasiado ansioso.

Lyndon ya estaba parado en el mostrador, agitando el sobre como si


fuera un objeto sagrado y mereciera toda la atención en la tienda.

Gavin tendió la niebla londinense de Miles, perfecta como siempre, y se


inclinó para darle un rápido beso en los labios.

—Tu leche tibia, cariño.

—Justo como me gusta.

Lyndon dio un brinco de frustración, por lo que Gavin se volvió hacia


él, con una sonrisa perezosa en su rostro.

—¿Tienes algo ahí, amigo?

—Gaaaa-vin —se quejó el chico, empujándole el sobre—. Miles dijo que


estaba dirigido a ti, así que no pude abrirlo porque eso es ilegal.

—No querrías infringir la ley, ¿verdad? —preguntó Miles,


probablemente por tercera vez desde que Lyndon había visto el sobre. Él
quería mucho hacerlo, en este caso.

Gavin solo dudó un momento antes de ceder y levantar las lengüetas y


luego deslizar un dedo debajo de la solapa.

Lyndon extendió las manos.

—¿Yo puedo? Quiero leerlos. —Gavin le entregó el fajo de papeles que


había dentro y Lyndon los miró fijamente, analizando las palabras. No era el

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

lector más rápido, pero Miles supo cuándo encontró lo que buscaba. Saltó en
su lugar de nuevo—. Dice custodia. Custodia completa.

—Seguro que es lo mejor —estuvo de acuerdo Gavin—. Podría ponerse


sangriento si solo accedieran a darnos la mitad de ti.

Lo dijo en broma, pero Miles sabía la verdad del asunto. Por una
fracción de momento, el padre del niño había tratado de dar un paso adelante,
para fingir que le importaba que alguien más pidiera cuidar de su hijo. No
porque él lo quisiera, les había dicho firmemente la líder omega Martingale,
sino porque alguien más había mostrado interés, y pensó que podría sacar
algo de eso.

Así que Gavin había llevado al hombre a un lado y le había dicho


exactamente lo que obtendría si causaba problemas. Miles no sabía, o no
quería saber, lo que había dicho, pero el padre de Lyndon no había vuelto a
fingir interés por su hijo. Era hiriente, pero el chico claramente se había
acostumbrado; se había sentido mucho más incómodo cuando su padre lo
abrazó que cuando desapareció de la habitación sin decir una palabra.

Lyndon se rio como debería hacerlo un niño de nueve años, un sonido


que se estaba volviendo más y más familiar a medida que pasaban los meses.
Se subió al mostrador y arrojó sus brazos alrededor de Gavin.

—¿Debería llamarte papá?

Los ojos verdes de Gavin se abrieron de par en par por la sorpresa, y


antes de que pudiera decir una palabra, un Dez muy divertido apareció detrás
de él.

—Definitivamente deberías.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

El niño se rio de nuevo y empujó el hombro de Dez, pero volvió a caer y


los abrazó a ambos, susurrando:

—Puedo quedarme.

—Por los siglos de los siglos —agregó Gavin.

Diez minutos más tarde, Lyndon tenía una enorme taza de chocolate
caliente y un panecillo de chocolate doble del tamaño de la mitad de su
cabeza, y estaba sentado en la silla de Gavin en la parte de atrás, repasando
las enormes palabras del acuerdo de custodia.

Miles estaba apoyado en Gavin, sorbiendo su té.

—Se está acostumbrando a la escuela. Su maestro dice que es un genio.


Debería estar al día en poco tiempo.

—Se necesitaría un genio para vivir el enero que tuvo —señaló Dez a
unos pocos metros de distancia.

Gavin se encogió de hombros.

—Es un lobo Kismet. Somos muy resistentes. A veces nos toma un


tiempo darnos cuenta de lo que estamos haciendo, pero no nos damos por
vencidos hasta que lo logramos.

Dez se volvió hacia él, con una ceja levantada.

—¿Eso es cierto?

—¿Vas a hacer que me ponga de rodillas? —Gavin le preguntó, y Miles...


no tenía idea de lo que estaban hablando. ¿Gavin proponiéndole matrimonio
a Dez? Se matarían entre sí en una semana, dos alfas top como ellos.

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

Dez se encogió de hombros y se apoyó contra la máquina de espresso.

—Solo digo que Miles no te obligará. Pero se merece cosas.

Si hubiera sido alguien que no fuera Dez, Miles habría respaldado a


Gavin.

En este caso, Gavin solo le dio a su mejor amigo una sonrisa afable y
se volvió hacia Miles, y melodramáticamente, se arrodilló.

—Miles, cariño. Hemos estado viviendo en pecado durante seis meses,


pero creo que es hora de que nos casemos. Al menos, por el bien del pobre
Lyndon. No queremos que nazca bastardo.

—Esa es una mala palabra —señaló Lyndon alrededor de su


panecillo—. Y yo ya nací.

Gavin se giró y se llevó un dedo a los labios con complicidad, por lo que
Lyndon fingió cerrar la suya, con los hombros temblando mientras los
observaba.

Finalmente, se volvió hacia él.

—Eres parte de mí, Em. La mejor parte. Volví de Afganistán perdido, y


ni siquiera lo sabía, no realmente. Tú me ayudaste a encontrarme. Así que,
ya sabes, cásate conmigo. Quédate. Para siempre jamás.

Miles se inclinó para presionar su frente contra la de Gavin.

—Eso suena como una muy buena idea. Veo de dónde saca su cerebro
Lyndon.

Dez suspiró, sacudió la cabeza y murmuró:

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Serie Lobos de Kismet 03
Sam Burns Lobo renacido

—La propuesta menos romántica jamás vista —mientras se dirigía a la


cocina.

—Va a tener que organizar algo de gala cuando le pida a Sawyer que se
case con él —susurró Gavin, y Miles tuvo que contener la risa. Dez lo haría,
en un segundo, si pensara que Sawyer querría eso—. ¿Puedo levantarme
ahora?

—Parece una buena idea —coincidió Miles—. Tenemos una reunión


familiar a la que asistir esta noche. No querría que te la perdieras.

—No mientras estés allí —prometió Gavin.

Casi un año y medio saliendo, y seguían bailando. Ahora, sin embargo,


cuando Gavin daba tres pasos hacia atrás, no había posibilidad de que Miles
no lo siguiera. Lo seguiría a cualquier parte. Él valía la pena. Ellos valían la
pena.

Había vivido toda su vida en Kismet, pero no había entendido realmente


el destino hasta que le trajo a Gavin Lloyd.

Fin

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Sam Burns Lobo renacido

Staff
Soñadora
Debysg

Cazadora
Jose

Revisión y Diseño
Lelu

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Sam Burns Lobo renacido

Sobre la autora
Sam es una autora de ficción LGBTQIA+, en su mayoría alegres
romances de fantasía. La mayoría de sus libros incluyen un poco de violencia,
una buena cantidad de palabrotas y tal vez una o dos escenas de sexo. O
cuatro.

Es una escritora de tiempo completo que vive en el Medio Oeste con su


esposo y su gato. Algún día, planea ser una escritora de tiempo completo
viviendo cerca del océano con su esposo y su gato. A pesar de lo hermosas
que son las Montañas Rocosas desde lejos, definitivamente no son su destino
preferido.

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Serie Lobos de Kismet 03

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