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verano 2023
Materia: Dispositivos de gobierno de la pobreza, su delimitación como objeto
de investigación en sociología.
Por esta razón, a pesar de su condición subordinada, las mujeres eran quienes
rápidamente iniciaban y lideraban las revueltas por la comida. Este proceso de
pauperización implico la modificación de las dietas de los trabajadores, del consumo
de carne, aceites, vinos y cerveza, al mero consumo de pan o periodos de escasez de
alimentos. Cabe tener en cuenta los periodos de hambruna de 1540 y 1550, y
posteriormente en las de 1580 y 1590, que fueron según la autora “de las peores en la
historia del proletariado europeo, coincidiendo con disturbios generalizados y una
cantidad récord de juicios a brujas” (p.120). Los llamados “delitos por comida”
ocuparon un lugar importante en los disciplinamientos de los Siglos XVI y XVII. En
todas partes, ya sea Francia, Inglaterra, España o Italia, masas de gente se resistían a
la destrucción de sus anteriores modos de existencia, luchando contra la privatización,
el proceso gradual de la anulación de los derechos consuetudinarios bajo los crímenes
contra la propiedad.
Los Estados promovieron nuevas leyes contra el vagabundeo mucho más rigurosas,
como el trabajo esclavo, como la pena a galeras y en caso de reincidencia, la pena de
muerte. La cercanía fundamental entre estos fenómenos y las consecuencias sociales
de la nueva fase de globalización de la que hoy somos parte nos hace pensar que
como bien dice Federici (2015): “El empobrecimiento, las rebeliones y la escalada
«criminal» son elementos estructurales de la acumulación capitalista, en la misma
medida en que el capitalismo debe despojar a la fuerza de trabajo de sus medios de
reproducción para imponer su dominio” (pág. 126) Las iniciativas estatales tenían por
objetivo disciplinar a la fuerza de trabajo, por ejemplo, prohibiendo reuniones y festejos
populares que confluían formas de sociabilidad comunitaria; disminuir los conflictos
sociales, y la fijación del trabajador en un lugar de trabajo impuesto mediante un
sistema de asistencia pública. En este aspecto, el Estado mercantilista cumplió el rol
de órgano de la clase dominante al garantizar la reproducción social de la fuerza de
trabajo que era desposeía en el mercado de trabajo por parte de los empleadores.
Como resultado, a finales del Siglo XVII, el ataque a los trabajadores que había
comenzado con los cercamientos y el proceso inflacionario de la llamada Revolución
de los Precios, se dirigió a la criminalización de la clase trabajadora, es decir, a la
formación de un extenso proletariado que era o bien encarcelado en las recién
construidas casas de trabajo y de corrección, o se veía forzado a sobrevivir fuera de la
ley y en contra del Estado
Mientras tanto para los Siglos XVI y XVII se expresa una crisis demográfica lo que
convirtió la cuestión de la reproducción y el crecimiento poblacional en relación al
trabajo y la acumulación de riquezas, en un asunto de Estado. En este aspecto, la
primera iniciativa del Estado con el objetivo de restablecer la proporción de la
población fue atacar contra las mujeres, su capacidad de control sobre su cuerpo
imponiendo duras penas a la anticoncepción, el aborto y el infanticidio. No obstante, la
condición de mujer esclava revela de una forma más explícita el sentido de la violencia
en la acumulación capitalista, con la extracción de hijos para ser vendidos en remates.
Por último, como se ha visto, en los ciclos de crisis, la clase capitalista debe poner en
marcha procesos de acumulación primitiva, es decir, procesos de colonización y
esclavitud. Esto tiene implicancias de sentido al momento de abordar los modos en
que se constituyó el Estado Nacional argentino. La mal llamada conquista del desierto,
fue una campaña militar llevada a cabo entre 1878 y 1885 por el gobierno de la
República Argentina contra los pueblos amerindios. Campañas previas como las del
General Juan Manuel de Rosas, entre 1833 y 1834 son parte del conjunto de
expediciones militares llevadas a cabo. Su objetivo era extender el efectivo domino
sobre los territorios de la región pampeana y la Patagonia, que hasta ese momento
permanecían bajo el control de distintas tribus aborígenes. A su vez, se pretendía
someter a la obediencia a los aborígenes, terminar con los alzamientos fronterizos, el
robo de caballos y ganado y la captura de mujeres y niños por parte de malones,
centrada en la figura del Cacique Cafulcurá a partir en 1872. También se buscaba
incorporar tierras para la agricultura y la ganadería. Se calcula que fueron 15.000 el
número de leguas cuadradas para estos fines. Por otra parte, se estima que fueron
35.000 los aborígenes asesinados, aproximadamente 14.000 nativos fueron excluidos
a la servidumbre. Vale mencionar que aquellos cautivos, es decir, mujeres y niños se
repartieron entre familias que requerían para servicios domésticos o la adopción
forzada, por medio de sociedades de beneficencia. Las tribus sobrevivientes fueron
desplazadas a las zonas periféricas y desérticas de la región patagónica.