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MODULO III

SISTEMA NERVIOSO
El sistema nervioso es el amo del control y la comunicación del organismo. Cada
pensamiento, acción o emoción es un reflejo de su actividad. Se comunica con las
células del organismo mediante impulsos eléctricos, que son rápidos y específicos y
generan respuestas casi instantáneas. Para desempeñar su papel, el sistema nervioso
cuenta con tres funciones que se solapan entre sí, como un centinela, utiliza sus
millones de receptores sensitivos para observar los cambios que tienen lugar tanto
dentro como fuera del organismo. Estos 228 cambios se denominan estímulos y la
información recogida se llama aferencias sensitivas. Procesa e interpreta las aferencias
y decide qué hacer en cada momento, proceso conocido como integración. A
continuación, emite una respuesta activando músculos o glándulas (efectores)
mediante las eferencias motoras.
Un ejemplo ilustrativo de cómo actúan conjuntamente estas tres funciones: cuando
estamos conduciendo y vemos un semáforo en rojo en nuestro camino (aferencia
sensitiva), el sistema nervioso integra esta información (la luz roja significa “parar”) y
envía la respuesta motora a los músculos de la pierna y el pie derechos, de modo que
el pie derecho se dirige al pedal del freno (la respuesta).
El sistema nervioso no trabaja solo para regular y mantener la homeostasis del
organismo; el sistema endocrino es el siguiente sistema controlador en importancia.
Mientras que el sistema nervioso funciona con rápidos impulsos eléctricos, los órganos
del sistema endocrino producen hormonas que se secretan a la sangre. Por este motivo
es característico del sistema endocrino que sus efectos tarden más en producirse.
FUNCIÓN ESTRUCTURAL
Desde el punto de vista estructural, todos los órganos del sistema nervioso se clasifican
en dos grandes subdivisiones: el sistema nervioso central y el sistema nervioso
periférico (véase la Figura 7.2).
EL SISTEMA NERVIOSO CENTRAL (CNS)
está compuesto por el encéfalo y la médula espinal, que ocupan la cavidad dorsal del
organismo y actúan como los centros de mando e integración del sistema nervioso.
Interpretan la información sensitiva aferente y emiten instrucciones de acuerdo con las
experiencias pasadas y las condiciones del momento.
EL SISTEMA NERVIOSO PERIFÉRICO (PNS)
la parte del sistema nervioso fuera del CNS, está compuesto básicamente por los
nervios que nacen del encéfalo y de la médula espinal. Los nervios espinales
transportan impulsos desde y hacia la médula espinal. Los pares craneales transportan
impulsos desde y hacia el encéfalo. Estos nervios son cables de comunicación que unen
todas las partes del organismo transportando los impulsos desde los receptores
sensitivos hasta el CNS y desde el CNS hasta las glándulas o los músculos efectores. En
las páginas posteriores de este capítulo se abordan en detalle los órganos que
componen el CNS y el PNS

LA CLASIFICACIÓN FUNCIONAL
se ocupa tan sólo de las estructuras del PNS. Se clasifica en dos subdivisiones
principales.
La división sensitiva o aferente consiste en nervios (compuestos por fibras nerviosas)
que transportan impulsos hacia el sistema nervioso central desde los receptores
sensitivos situados en distintas partes del organismo. Las fibras sensitivas que
transportan los impulsos de la piel, los músculos esqueléticos y las articulaciones se
denominan fibras sensitivas (aferentes) somáticas (de soma, cuerpo), y las fibras que
transmiten impulsos de las vísceras se denominan fibras sensitivas viscerales o
aferentes viscerales. La división sensitiva mantiene al CNS continuamente informado de
todo lo que sucede dentro y fuera del organismo.
La división motora o eferente transporta los impulsos desde el CNS hasta los órganos
efectores: músculos y glándulas. Estos impulsos activan los músculos y las glándulas, es
decir, efectúan (provocan) una respuesta motora. La división motora se subdivide a su
vez en dos partes:
1. El sistema nervioso somático (SNS) nos permite controlar conscientemente (o
voluntariamente) los músculos esqueléticos. Por ello, a esta subdivisión se la suele
denominar sistema nervioso voluntario. Sin embargo, no toda la actividad muscular
controlada por esta división motora es voluntaria. Los reflejos de los músculos
esqueléticos, como el reflejo de retirada, por ejemplo, se ponen en marcha
automáticamente por parte de esas mismas fibras.
2. El sistema nervioso autónomo (ANS) regula funciones automáticas o involuntarias,
como la actividad del músculo liso y cardiaco y de las glándulas. Esta subdivisión,
denominada habitualmente sistema nervioso involuntario, se compone a su vez de dos
partes, el simpático y el parasimpático, que característicamente provocan efectos
contrarios. Lo que uno estimula, el otro lo inhibe.
Aunque resulte más sencillo estudiar el sistema nervioso en función de sus
subdivisiones, hay que tener en cuenta que estas subdivisiones sólo se establecen por
conveniencia. Es importante recordar que el sistema nervioso actúa como una unidad
coordinada, tanto estructural como funcionalmente.
NEURONAS
Las neuronas o células nerviosas están muy especializadas en la transmisión de
mensajes (impulsos nerviosos) de una parte del organismo a otra.
Clasificación
Las neuronas se pueden clasificar según su función o según su estructura.
CLASIFICACIÓN FUNCIONAL
Esta clasificación agrupa a las neuronas según la dirección en la que viaja el impulso
nervioso con respecto al CNS. Según este principio, las neuronas se dividen en
sensitivas, motoras y de asociación (interneuronas). Las neuronas que transportan
impulsos desde los receptores sensitivos (en los órganos internos o la piel) hasta el CNS
son neuronas sensitivas o aferentes (aferente significa, literalmente, “ir hacia”). Los
somas de las neuronas sensitivas siempre están situados en un ganglio fuera del CNS.
Las neuronas sensitivas informan continuamente acerca de lo que sucede fuera y
dentro del organismo.
Las terminaciones dendríticas de las neuronas sensitivas están asociadas generalmente
a receptores especializados que se activan por cambios específicos que suceden en las
inmediaciones. Los complejísimos receptores de los órganos de los sentidos especiales
(vista, oído, equilibrio, gusto y olfato)
Los tipos de receptores sensitivos más sencillos presentes en la piel (órganos sensitivos
cutáneos) y en los músculos y tendones (propioceptores) Los receptores del dolor
(realmente simples terminaciones nerviosas) son los menos especializados de todos los
receptores cutáneos. También son los más numerosos, porque el dolor avisa de que se
está produciendo o se va a producir un daño al organismo. Sin embargo, la
estimulación intensa de cualquier receptor cutáneo (por ejemplo, por calor abrasador,
frío extremo o una presión excesiva) también se interpreta como dolor. Los
propiorreceptores detectan cuánto estiramiento, o tensión, está presente en los
músculos esqueléticos, en sus tendones y en las articulaciones. Envían esta
información al encéfalo de modo que éste pueda realizar los ajustes adecuados para
mantener el equilibrio y la postura normal.
Las neuronas que transportan impulsos desde el CNS hasta las vísceras, músculos y
glándulas son neuronas motoras o eferentes. Los somas de las neuronas motoras
siempre están situados en el CNS.
El tercer tipo de neuronas se denomina interneuronas o neuronas de asociación.
Conectan las neuronas motoras y las sensitivas en las vías nerviosas. Al igual que las
neuronas motoras, sus somas siempre están situados en el CNS.

REFLEJOS
Aunque existen muchos tipos de comunicación entre las neuronas, buena parte de lo
que el organismo tiene que hacer todos los días está programado como reflejos.
Los reflejos son respuestas rápidas, involuntarias y predecibles a los estímulos. Los
reflejos tienen lugar en las vías neuronales denominadas arcos reflejos y en ellos están
implicadas estructuras del CNS y del PNS. Los reflejos presentes en el organismo se
clasifican en reflejos somáticos y autónomos. Los reflejos somáticos incluyen todos los
reflejos que estimulan los músculos esqueléticos. Cuando retiramos rápidamente la
mano de un objeto caliente, se está produciendo un reflejo somático.
Los reflejos autónomos regulan la actividad de los músculos lisos, el corazón y las
glándulas. La secreción de saliva (reflejo salivar) y las variaciones del tamaño de las
pupilas oculares (reflejo pupilar) son dos de esos reflejos. Los reflejos autónomos
regulan funciones corporales tales como la digestión, la eliminación, la presión arterial
y la sudoración.
El reflejo de dos neuronas; implican sinapsis entre una o más interneuronas del CNS
(centro de integración) Como siempre se produce cierto retraso en las sinapsis (el
tiempo que tarda el neurotransmisor en difundirse por la hendidura sináptica) cuantas
más sinapsis existan en una vía refleja, más lento será el reflejo. La exageración,
distorsión o ausencia de los reflejos es un indicio de que el sistema nervioso está
alterado. Frecuentemente, la modificación de los reflejos precede a otras señales del
trastorno.

PROTECCIÓN DEL SISTEMA NERVIOSO CENTRAL


El tejido nervioso es muy blando y delicado, y las irreemplazables neuronas resultan
dañadas incluso por una presión mínima. La naturaleza ha intentado proteger el
encéfalo y la médula espinal rodeándolos de hueso (el cráneo y la columna vertebral),
membranas (las meninges) y una solución amortiguadora (el líquido cefalorraquídeo).
La protección frente a las sustancias dañinas de la sangre la proporciona la llamada
“barrera hematoencefálica”.

Traumatismos craneoencefálicos
Los traumatismos en la cabeza son una de las primeras causas de muerte accidental.
Considérese, por ejemplo, lo que sucede cuando no se abrocha el cinturón y el coche
colisiona con la parte trasera de otro coche. La cabeza está en movimiento y se detiene
bruscamente al chocar contra el parabrisas. El encéfalo no resultará dañado sólo en el
lugar del golpe, sino que también sufrirá lesiones por el contragolpe, al chocar con el
extremo contrario del cráneo. Una conmoción tiene lugar cuando el daño al encéfalo
es pequeño.
La persona puede estar mareada, “ver las estrellas” o perder la conciencia brevemente,
pero no se producen alteraciones encefálicas permanentes. Una contusión cerebral es
el resultado de una importante destrucción del tejido. Si la corteza encefálica se
lesiona, la persona puede seguir estando consciente, pero las contusiones graves del
tronco encefálico siempre provocan un coma de duración variable, desde horas al resto
de la vida, por la lesión del sistema reticular activador. Los traumatismos
craneoencefálicos pueden causar la muerte por hemorragia intracraneal (sangrado de
los vasos que se han roto) o por edema cerebral (hinchazón del encéfalo debida a la
respuesta inflamatoria a la lesión).
Cuando las personas que inicialmente están despiertas y lúcidas tras un traumatismo
craneoencefálico presentan un deterioro neurológico progresivo, lo más probable es
que estén sangrando o sufriendo las consecuencias del edema; en ambos casos se
comprime el vital tejido encefálico.

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