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Bourdieu 2007 La Creencia y El Cuerpo
Bourdieu 2007 La Creencia y El Cuerpo
el sentido
práctico
Bourdieu, Pierre
Él sentido práctico - l a ed. - Buenos A ires : Siglo X X I Editores
A rgentina, 2007. / / 456 p. ; 23x16 cm.
ISBN 9789871220847
Prefacio g
Bibliografía 439
2 El término oUr.quiwn o^we utiliza Spinoza para designar esta " voluntad cons
tante" , producida por el condicionamiento, a través del cual " el Estado nos
moldea para su uso y que le permite conservarse" (A . M atheron, hidividu el
société cliez Spinoza, París, Éd. de M inuit. 1969, p. 349), podría reservarse
para designar los píiblicos testimonios de reconocimiento que todo grupo
exige de su.s miembros (particularmente en las operaciones de coopta
ción), es decir los tributos simbólicos esperados de los indiriduos en los
intercambios que se establecen en todo grupo entre los individuos y el
grupo: porque, al igual que en el don, el intercambio es su fin en sí mismo,
el homenaje que el grupo reclama se reduce generalmente a naderías, es
decir a ritos simbólicos (ritos de pasaje, ceremoniales de cortesía, etc.), a
formalidades y formalismos cuyo cumplimiento " no cuesta nada" y que
parecen tan " naturalmente" exigibles (" es lo menos..." , " no le va a costar
nada avenirse a..." ) cine la abstención dene valor de desafío.
l l O EL SENTIDO PRÁ CTICO
4 " Ese género de pensamientos que acostumbro llamar ciego o incluso simbó-
lico nos sirve en álgebra, en aritmética y hasta un poco casi en todas partes"
(Leibniz, " M editationes de cognitione, ventate et ideis" , Opuscida philoso-
phica selecta, París, Boivin, 1939, p. 3).
5 Leibniz, NouveauxEssais, 11, cap. X X I , § 34 (Éd. Janet, I, p. 163). " ¿Q ué
necesidad hay, decía también Leibniz, de saber siempre cómo hace uno
aquello que hace? ¿Las sales, los metales, las plantas, los animales y otros
mil cuerpos animados o inanimados saben acaso cómo se hace lo que ellos
hacen, o tienen necesidad de saberlo? ¿Es preciso que una gota de aceite o
de grasa entienda de geometría para hacerse redonda en la superficie del
agua?" (Leibniz, Théodicée, Éd. Janet, I, p. 401).
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solo hecho de volver a colocar el cuerpo en una postura global apropiada para
evocar los sentimientos y los pensamientos que le están asociados, en uno de
esos estados inductores del cuerpo que, com o bien lo saben los actores, hacen
surgir estados del alma. Es así com o la atención dirigida a la puesta en escena en
las grandes ceremonias colectivas se inspira no sólo en la preocupación (evi
dente por ejemplo en el aparato de las fiestas barrocas) por dar una represen
tación solemne del grupo, sino también, com o lo muestran tantos usos de la
danza y del campo, en la intención indudablemente más oscura de ordenar los
pensamientos y de sugerir\o& sentimientos a través del ordenamiento riguroso
de las prácticas, la disposición regulada de los cuerpos, y en particular de la ex
presión corporal de la afectividad, ya sean risas o lágrimas. El principio de la
eficacia simbólica podría encontrarse en el poder que otorga sobre los otros,
y especialmente sobre sus cuerpos y sus creencias, la capacidad colectivamente
reconocida de actuar, por medios muy diversos, sobre los montajes verbomo
tores más profundamente ocultos, ya sea para neutralizarlos, ya sea para reac
tivarlos haciéndolos funcionar mimèticamente.
Se podría decir, def ormando la frase de Proust, que las piernas, los brazos
están llenos de imperativos adormecidos. Y uno no terminaría nunca de enume
rar los valores hechos cuerpo por la transustanciación operada por la clandes
tina persuasión de una pedagogía implícita, capaz de inculcar toda una cos
mología, una ética, una metafísica, una política, a través de mandatos tan
insignificantes como " estate derecho" o " no sostengas el cuchillo en la mano iz
quierda" y de inscribir en los detalles en apariencia más insignificantes del vestir,
de la compostura o de las maneras corporales y verbales los principios fundamen
tales de la arbitrariedad cultural, situados así fuera de la influencia de la con
ciencia y de la explicitación. La lógica de la transferencia de esquemas que hace
de cada técnica del cuerpo una suerte de pars totalis, predispuesta a funcionar se
gún el paradigma pars pro toto, y por lo tanto a evocar en todo momento el sis
tema completo del que ella forma paite, confiere un alcance general a las obser
vaciones aparentemente más circunscritas y circunstanciales. La astucia de la
razón pedagógica reside precisamente en el hecho de arrebatar lo esencial con
la apariencia de exigir lo insignificante, como el respeto de las formas y las for
mas del respeto que constituyen la manifestación más visible y al mismo tiempo
la más " natural" de la sumisión al orden establecido, o las concesiones de la cor-
tesía [politesse], que siempre encierran concesiones/?ofo'í¿cas [politiques]S'
mejante lógica tiende a producir su propia conf irmación, suscitando la " vo
cación" por las tareas a las cuales uno está destinado, amorfati que refuerza la
creencia en el sistema de clasificación vigente, haciéndolo aparecer co m o
f undado en la realidad - lo que de hecho es, puesto que contribuye a producir
esa reahdad y porque las relaciones sociales incorporadas se presentan con
todas las apariencias de la naturaleza, y no solamente a ojos de aquellos que
sirven al sistema de clasificación dominante.
Calificar socialmente las propiedades y los movimientos del cuerpo, es al
mismo tiempo naturalizar las opciones sociales fundamentales y constituir el
cuerpo, con sus propiedades y sus desplazamientos, com o un operador ana
lógico que instaura todo tipo de equivalencias prácticas entre las diferentes
divisiones del inundo social, divisiones entre los sexos, entre las clases de
edad y entre las clases sociales o, más exactamente, entre las significaciones y
los valores asociados a los individuos que ocupan posiciones prácticamente
equivalentes en los espacios determinados por esas divisiones. Todo permite
suponer, en particular, que las determinaciones sociales ligadas a una posi
ción determinada en el espacio social tienden a modelar, a través de la relación
con el propio cuerpo, las disposiciones constitutivas de la identidad sexual
(com o la marcha, la manera de hablar, etc.) y, sin duda también, las disposi
ciones sexuales mismas.'
oposición entre los sexos está afirmada allí, en las prácticas o en los discursos
(desde la alternativa tajante ser un " tipo" o una " tipa" hasta el continnum)
y según las formas que debe revestir el compromiso inevitable entre el
cuerpo real y el cuerpo legítimo (con las propiedades sexuales que le asigna
cada clase social) para ajustarse a las necesidades que están inscritas en la
condición de clase.
D imensión f undamental del habitus que es inseparable de una relación
con el lenguaje y con el tiempo, la relación con el cuerp o no se reduce a
una " imagen del cuerpo" , representación subjetiva (la psicología habla de
m anera casi indif erenciada de body image o de body concept) que en lo esen
cial estaría constituida a partir de la representación del cuerpo producida y
devuelta por los otros: no se puede seguir a la psicología social cuando sitúa
la dialéctica de la incorporación en el nivel de las representaciones, la imagen
del cuerpo, feed- back descriptivo y normativo devuelto por el grupo (padres,
pares, etc.) que engendra la imagen de sí {self- imageo looking- glass self), es
decir la representación que un agente tiene de sus " ef ectos" sociales (seduc
ción, encanto, etc.) y que implica un determinado grado de autoestima {self-
esteem). Para empezar, porq ue todos los esquemas de percepción y de apre
ciación en los que el grupo deposita sus estructuras f undamentales y los
esquemas de expresión gracias a los cuales les asegura un principio de obje
tivación y, por ende, un ref uerzo, se interponen desde el origen entre el in
dividuo y su cuerpo: la aplicación de los esquemas fundamentales al propio
cuerpo, y en particular a las partes del cuerpo más pertinentes desde el
punto de vista de esos esquemas, sin duda es, debido a las inversiones de las
que el cuerpo es objeto, una de las ocasiones privilegiadas de la incorpora
ción de los esquemas.'" Pero también y sobre todo porque el proceso de ad
13 Si las sociedades sin escritura parecen tener una particular inclinación por
los juegos estructurales que fascinan al etnólogo, es a menudo con fines
mnemotécnicos: la notable homología entre la estructura de la distribución
de las familias en el pueblo y la estructura de la distribución de las tumbas
en el cementerio que se observa en Kabila (A it H ichem, Tizi Hibel) contri
buye evidentemente a facilitar la localización de las tumbas
tradicionalmente anónimas (a los principios estructurales, se añaden
marcas expresamente transmitidas).
1 ao EL SENTIDO PRÁ CTICO
18 A sí, en el juego de la qochra, que los niños pracücan en los primeros días de
la primavera (en A in A ghbel), la pelota de corcho (qodira) que se disputan,
que se pasan y que defienden es el equivalente práctico de la mujer: al
mismo tiempo y segtin los casos hay que defenderse de ella y defenderla
contra aquellos que querrían apropiársela. A l principio del partido,
cuando el conductor pregunta y vuelve a preguntar " ¿de quién es la niña?" ,
no hay ningún jugador que acepte deliberadamente la " paternidad" y le
conceda su protección: una niña debilita siempre el bando de los varones.
Fuerza es entonces tirar la pelota a la suene y recibirla eventualmente
como un destino: el jugador designado, en efecto, debe proteger la pelota
contra todos los otros, esforzándose al mismo tiempo por pasársela a otro
jugador, pero sólo bajo condiciones honorables y aprobadas. A quel a quien
toca con su palo diciéndole " es tu hija" no puede sino declararse vencido, a
la manera de aquel que momentáneamente es el servidor de la familia d e
un rango social a menudo inf erior en la que ha tomado mujer. M ientras
que el " padre" desea el casamiento que lo libere de su custodia y le permita
volver a entrar en el juego, los pretendientes buscan la conducta de presti
gio, el rapto, golpe de fuerza sin contrapartida. El que pierde el partido es
excluido del mundo de los hombres; se anuda la pelota a su camisa, lo que
equivale a üatarlo com o a una muchacha a la que se le hace un hijo.
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24 Se podrían inteipretar según la misma lógica los análisis que Eiikson con
sagra a los yurok (véase E. H. Erikson, " O bservations on the Ytirok:
childhood and world image" . University of California Publications in American
Archaeology and Ethnology , University of California Press, vol. 35, n° 10, 1943,
pp. 257 302).
en la prolongación del acto sexual la afirmación de su potencia viril, no igno
ran que, por medio del parloteo f emenino, a la vez temido y despreciado, la
mirada del grupo amenaza siempre su intimidad; en cuanto a las mujeres, no
se puede decir, con Erikson, que la dominación masculina tiende a " restrin
gir su conciencia verbal" ^^ sino a condición de entender por ello no que
todo discurso sexual les está vedado sino que su discurso permanece hajo el
dominio de los valores masculinos de virilidad, de manera que toda referen
cia a los " intereses" sexuales propiamente f emeninos se encuentra excluida
de esa especie de culto agresivo y vergonzoso a la virilidad masculina.
El psicoanálisis, producto desencantador del desencantamiento del mun
do que tiende a constituir en cuanto tal un dominio de significación sobrede
terminada míticamente, lleva a olvidar que el propio cuerpo y el cuerpo de
los otros no se perciben nunca sino a través de categorías de percepción que
sería ingenuo tratar co m o sexuales incluso si, com o lo testimonian las risas
contenidas de las mujeres en el curso de las entrevistas y las interpretaciones
que ellas of recen de los símbolos gráficos, pinturas murales, ornamentos de
las vasijas o de los tapices, etc., remiten siempre, y a veces muy concreta
mente, a la oposición entre las propiedades biológicamente definidas de los
dos sexos. Tan ingemio co m o reducir a su dimensión estrictamente sexual
las mil acciones de inculcación difusa por las cuales se tiende a poner orden
en el cuerpo y en el mundo, p o r medio de una manipulación simbólica de la
relación con el cuerpo y con el m undo que apunta a imponer lo que es pre
ciso llamar, con M élanie Klein, una " geografía corporal" , caso particular de
la geografía o, mejor, de la cosmología.^^ La relación originaria con el padre
y co n la madre o, si se pref iere, con el cuerpo paterno y con el cuerpo ma
terno, que ofrece la más dramática ocasión de experimentar todas las oposi
ciones fundamentales de la práctica mitopoiética, no puede hallarse en el
f undamento de la adquisición de los principios de estructuración del yo y
del m undo y, en particular, de toda relación homosexual y heterosexual,
sino en cuanto ella se instaura con objetos simbólicamente y no biológica
mente sexuados. El niño construye su identidad sexual, elemento capital de su
identidad social, al mismo tiempo que construye su representación de la di
visión del trabajo entre los sexos, a partir del mismo conjunto socialmente
definido de índices inseparablemente biológicos y sociales. D icho de otro
25 E. H. Erikson, " Childhood and tradition in two american indian tribes" . The
Psy choanaly tic Study of the ChiM , International Universities Press, 1945, vol. I.
26 M . Klein, Essais de psy chanaly se. Pan's, Payot, 1967, p. 133 n.l , p. 290 n.l .
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27 V éase por ejemplo M. M ott, " Concept of mother: a study of four and five
year old children" , Child Development, 1954, 23, pp. 92104. Se ha podido
mostrar que cuando el padre realiza tareas femeninas o la madre tareas
masculinas, se presentan a los niños como " ayudando" (véase R. E. Hartley,
" Children's concept of male and female roles" , M erril- Palmer Quarterly , 1960,
6, pp. 83 91).
28 R. Dubin у Elizabeth Ruch Dubin, " Children's social perceptions: a review of
research" . Child Development, vol. 38, 1 1 " 3, septiembre de 1965; L. Kohlberg,
"A cognitivedevelopmental analysis of children's sexrole concepts and attitu
des" , The Devehpimnt of Sex Differences, E. M accoby ( со т р . ) , Londres,
Tavistock, 1967 [Desarrollo de las diferencias sexuales, M adrid, M arova, 1972].
29 Por las referencias, véase R. y E. D ubin, loe. cit.
30 W . Emmerich, 'Toung children's discriminations of parents and child
roles" , Child Develofmcnt, 1959, 30, pp. 403419; " Family role concepts of
children ages six to ten" . Child Development, 1961, 32, pp. 609624.
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