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Mario Carretero
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Alberto Rosa María Fernanda


González
(compiladores)
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Anna E. Berti • Florentino Blanco • Nadia Bortoli •


Ignacio Brescó de Luna
Jorge Castro - José Antonio Castorina Cristina del
Barrio Inés Dussel Olga Hoyos. Jesús Izquierdo
Martín • Miriam Kriger Federico G. Lorenz •
Jorge Manzi • Luis Osandón Millavil
Ana Pereyra Nicole Tutiaux-Guillon
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Enseñanza de la historia
y memoria colectiva
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Capítulo 1
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RECORDAR, DESCRIBIR Y EXPLICAR EL PASADO, ¿QUÉ,


COMO, Y PARA EL FUTURO DE QUIÉN?
Alberto Rosa
¿VIVE LA HISTORIA? ¿QUÉ HISTORIA VIVE?
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iPequeña tarea hablar de para qué sirve la historia y cómo ense ñar
historia, cuando algunos proclaman su muerte!
"La idea de la muerte de la Historia (con mayúsculas) no es para desechar
de un plumazo como algo absurdo. Lo que encierra este eslogan es algo
bastante serio. Es la proclamación del fin de las gran des narraciones, otra de
las formas de la muerte de Dios que pro- . clamó Nietzsche, y que trae como
consecuencia la mundanización del sentido. Es la renuncia a toda teleología
trascendental. Supone pensar que no está prescripto que la Historia
(trascendental) nos lle vará a ningún sitio, a ningún Piliito Omega final. Si
aceptamos esta idea, no dispondremos de ninguna regla para distinguir entre lo
progresista y lo reaccionario, e incluso nos cuestionaremos la idea de progreso,
convirtiéndola en algo relativo. No existirá, entonces, nin guna racionalidad
trascendental que podamos alcanzar de algún modo, y que nos diga cómo
llegaremos a la culminación cósmica
· que dé sentido a la existencia colectiva e individual. Nos la tendre mos que
inventar, primero, y compartirla, después. Será un proceso continuo de
búsqueda de sentidos convencionales, un combate agó nico entre
diversas posturas, sin que podamos vislumbrar un punto final que acabe con
esta dialéctica continua.......... ... .. Pero si nos quedamos sin Historia
Trascendental, eso no quiere decir que nos quedemos sin historiografin. La
historia que hacen los ;** historiadores es un esfuerzo intelectual y
trítico por explicar el cam

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bio a lo largo del tiempo. Requiere técnicas para


segmentar el cam bio y constituir el tiempo, para diferenciar entre
estados históricos y las transiciones entre éstos, para acotar escenarios,
para reconocer agentes y agencias, para identificar las acciones y los
propósitos que en cada momento condujeron a nuevas situaciones. En
definitiva, requerimos desarrollar una racionalidad que permita describir,
ex plicar y crear sentido. Algo que en sí mismo da lugar a un proceso de
construcción de reglas, de disciplinamiento, que haga posible constituir un
discurso con pretensiones de verdad, si bien ésta toma una forma un tanto
peculiar.
Las verdades de la historia se sostienen sobre la referencialidad a los
documentos y monumentos que nos llegan del pasado, pero tam bién
sobre las teorías, los métodos y las técnicas que permiten describir y
explicar los acontecimientos que resultan de interés en cada presente.
Por eso los productos de la historia son construcciones que tienen
fecha de caducidad: porque los problemas del pasado que requieren
explicación cambian en cada presente, porque las teorías,
los métodos y las técnicas cambian, porque los restos del pasado :
cambian de significación en relación con lo que sucede en el futuro
de esos acontecimientos, un futuro que ahora está ya en nuestro
pasado o es nuestro presente. Por eso, cada generación tiene que :
rehacer la historia toda. En palabras de un chiste ruso con resonancias
orwellianas, "el pasado es imprevisible".
La historia, pues, se basa en el recuerdo, pero no es sólo recuer do. Es
también un conjunto de artefactos intelectuales para la cons titución de la
experiencia colectiva, para darle significación, para
entenderla en nuestro presente y para preparar el futuro. Es un con
..:junto de procedimientos reglados (fruto del esfuerzo de generacio..
nes de especialistas) para, imaginando disciplinadamente
un pasa
do, ponernos de acuerdo en la comprensión del presente y planifi .::
car el futuro. Es memoria, pero no es sólo memoria. . . . ..
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como consecuencia que la enseñanza de la historia no pueda limi tarse al


recuerdo de algunos pasados y al olvido de otros. Evidente mente la
historia es recuerdo y olvido, pero, además, es mucho más. Por eso, si
antes hemos hablado muy sucintamente de la historia, vamos ahora a
detenemos, necesariamente de forma muy breve, a hablar de la
memoria. .
Según lo que hemos dicho más arriba, la historia es una práctica .
epistémica disciplinada que genera una forma de conocimiento con
pretensiones de verdad, la cual se basa en una racionalidad cons truida y
convencionalizada entre quienes dominan esa forma de arte.
La memoria, por el contrario, es lina facultad individual. Dicho de otra
manera, es una entidad supuesta (ficticia), responsable de los recuerdos y
de los olvidos, y capaz, por tanto, de poder imagi nar lo ya desaparecido, o
de renunciar a hacerlo. Estrictamente, lo único que existe es el recuerdo,
mientras que el Olvido es la ausen: cia de recuerdo, sea porque en el
pasado algunos acontecimientos no llegaron a codificarse (no fueron
considerados entonces como significativos), o porque fueron activamente
inhibidos, o porque no cuadran con los propósitos o el argumento
desde los cuales se enuin cian los recuerdos que ahora se evocan.
Todo recuerdo se basa en restos que el pasado ha dejado en tex tos, en el
paisaje o en nuestro sistema nervioso. Pero, al mismo tiem po, todo
recuerdo tiene una forma en el habla. Como dice White (1971), esa forma
tiene ella misma contenido; incluye una explica ción, una hipótesis de
mundo, una ideología. En definitiva, el re cuerdo nunca es neutral en tanto
se pliega a las necesidades del pre
sente en que se evoca, y tiene una función para la
preparación del ...futuro más o menos inmediato. Algo semejante pasa
con la historia,
pero, mientras ésta es una práctica social reglada,
disciplinada, con .:: salvaguardias (siempre insuficientes) para la
generación de una ver- . ** dad convencional, el recuerdo individual no
tiene por qué plegarse . . a ninguna regla convencional. El recuerdo se
genera al servicio del
presente inmediato. Los actos del recuerdo son, también, al mismo "
tiempo, actos emocionales, del afecto, del pensamiento, y están alser i
vicio de las necesidades de acción inmediata. En suma, el recuerdo es
práctico y la historia es contemplativa, aunque los
resultados de esa contemplación (nunca neutral) puedan
atener correlatos prácticos
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¿ES LA HISTORIA UNA FORMA DE MEMORIA?..
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:: La historia es una forma de memoria, pero no todas las


formas
de memoria son historia. El argumento que voy a tratar de
desarro llar es que la historia no puede agotarse en la
memoria, lo que trae:
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cuando se incorporan como instrumentos para


el pensamiento y la
acción.
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incluso su imposibilidad. Lo que importa, en el caso del


psicoanálisis, es la interpretación que se hace en cada
presente: los recuerdos y los olvidos de cada ocasión,
de cada presente. Pero aquí es donde aparece una
importante diferencia entre memoria e historia. El
historiador no puede tener olvidos, tiene que confrontar
fuentes, pero el individuo que recuerda la mayoría de las
veces no puede, no quiere, o no lo necesita; y, además,
no tiene por qué hacerlo de forma reglada, socialmente
convencionalizada, pues tiene sus propios hábitos de
pensamiento. Para el historiador, por el contrario, es
imprescindible observar las reglas de su arte. Para él, los
rangos de gris entre verdad y falsedad, si bien no
desaparecen, son por fuerza más reducidos: dispone de
más criterios regłados para elegir suis recuerdos y olvidos;
está condenado a tener mayor responsa bilidad; por eso es
socialmente útil, porque su función es "disipar las
ilusiones y remediar los olvidos que fomentan los usos
que de la historia hacen en cada momento el poder o las
clases socialmente hegemónicas" (Carreras y Forcadell
Alvarez, 2003, p. 42), "recuperar el pasado de los
vencidos que los vencedores se aprestan a sepultar"
(Benjamín, 1974; citado por Carreras y Forcadell Alvarez,
2003).
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Hasta ahora venimos hablando de la memoria como una


función: individual que sirve para almacenar experiencia,
para recuperarla, O para ignorarla; además de servir
para mantener la idea del mí mis mo como el polo
alrededor del cual se articula esa experiencia? Mi
memoria no es sólo lo que permite recordar lo que ha
pasado a mi alrededor, lo que me ha pasado a mí, lo que
yo he hecho; sino que, además, me permite imaginarme a
mí mismo como una entidad que se conserva a través de
todos los cambios. Es, por lo tanto, impresa cindible para
la constitución y el mantenimiento de mi identidad. Por
eso mis recuerdos son siempre interesados: lo que resulta
dis cordante para la imagen de mí mismo desaparece, se
olvida, se in hibe. Mis actos del recuerdo son, al mismo
tiempo, actos de identifi cación. Yo me identifico cori una
historia personal, que tiene una cierta forma literaria
(trágica, romántica, dramática, irónica, etc.), además de
incluir elementos socio-culturales varios: discursos, sím
bolos, etc. Mi identidad personal es, al mismo tiempo,
identidade social, y ambas se basan en el recuerdo, pero
también en el olvido Hay partes de mi pasado que
atesoro, pero también hay otras que re pudio, que ignoro,
que me gustaría que no hubieran existido. Hay par tes de
mi pasado que no me son útiles para argumentar la idea
que yo tengo de mi futuro y que, por tanto, descarto de
mi argumento.
Pero, además, los actos del recuerdo, cuando se
comunican, son también actos del habla. Algo que
nos lleva a una reflexión sobre la relación entre
memoria y verdad. Dejemos de lado los casos obvios de
fabulación (aunque serían bastante relevantes para
nuestro argumento), la mentira fácilmente
detectable-cuando se introduce un recuerdo claramente
falso con intención de engañar (o enga ñarse)- o las
omisiones intencionadas de acontecimientos que
pueden cambiar la significación del relato. Lo que
nos interesa son las zonas de gris. ¿Cuándo podemos
decir con certeza que un relato del pasado es totalmente
verdadero, sin dejar nada fuera?, ¿cuándo puede decirse
que se refiere la verdad, toda la verdad y nada más
quae que la verdad? Si consideramos la memoria
individual, se trata de : algo extremadamente difícil.
Pensemos, por ejemplo, en un proceso de psicoanálisis
en donde se pone de manifiesto lo intrincado de
toda esta relación entre memoria y verdad, su enorme
dificultad, e
157

MEMORIA COLECTIVA E HISTORIA


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La memoria es una facultad individual, pero los


colectivos tam bién recuierdan. Lo hacen a través de
prácticas del recuerdo. Para ello, le atribuyen un valor
simbólico a elementos del paisaje, crean . artefactos
para el recuerdo (monumentos, memoriales), establecen
rituales para el recuerdo o crean narraciones que
dan cuenta de acon tecimientos significativos del
pasado. Todo esto actúa como proce- .dimientos
para sintonizar a los miembros del grupo, para
hacer que recuerden lo mismo, que sientan de formas
similares, que generen las mismas actitudes, que sus
formas de actuación estén coordina das, que compartan
la misma moral. En definitiva, que pasen de ser un
conjunto de individuos a constituir una comunidad, de
ser un
conjunto de yoes a ser un ilosotros. iniLa memoria
colectiva es, pues, todo lo que acabamos de mencio-...
.nar, pero también los mitos, el arte, los relatos
compartidos, todo un
imaginario que hace resonar en cada uno los
mismos significados,
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quiénes la poseen, sobre quién dispone de las claves para


interpre tar el nosotros, sobre quiénes son los que están de
acuerdo con el sentido y con el destino de la colectividad. En
definitiva, sobre quié nes son los leales a la esencia de la
patria, o los traidores a ella. La batalla del discurso histórico
se convierte en la batalla por la identidad, se funde con la
batalla por la definición de quié comunidad política, de
qué cives, de qué ciudadanía. 1. Estos usos justificatorios
de la historia no son privativos de la
historia nacionalista ni dependen de que el agente
histórico sea la corona, la nación o el Estado. Su naturaleza
característica no cam bia, incluso si se establece otro
sujeto de la historia, si el agente pasa a ser las clases
sociales, un grupo ideológico o social, las minorías étnicas o
las naciones incluidas en un Estado, o, incluso en el caso
de la llamada historia pública-si se trata de una corporación
que contrata a un historiador para que ayude a conformar su
imagen priblica dentro de una estrategia de marketing
Estas formas de historia, aunque auxiliadas por la tecnología
his toriográfica, se centran en la construcción de memorias
para el con sumo público, en confeccionar recuerdos y
narraciones prêt-à-porter para el consumo de un público que
se supone más o menos inerme ante esta estrategia. Están al
servicio de la creación de las memorias que interesan a
quienes tratan de imponerlas, independientemente de
que estén al servicio del poder o que pretendan disputarlo a
quien aho- ra lo detenta para ocupar su lugar. Son formas
de historia tributarias del recuerdo volcado a la lucha
agónica presente: son formas de re cuerdo militante,
menos preocupadas por la construcción de una ra
cionalidad explicativa que por la construcción de
un relato que con
venga a los propósitos del presente o de los deseos de un
futuro parti- 7 .: Cuar. En definitiva, el espíritti agónico del
contemplativa
militante secuestra la acti- ..tud
preocupada por la interpretación de la realidad.
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las mismas sensaciones, lo que nos permite vivir en el


11osotros, dis tinguiéndonos de los otros. .
Cuando una comunidad lleva tiempo viviendo junta, ha desa
Tollado Fa sus formas de simbolización, de emoción, de
recuerdo compartido, de celebración de la identidad propia.
En las comuni dades llamadas primarias, en etnias
constituidas desde hace mucho tiempo, esta identidad es ya
fuerte, ha desarrollado sus sistemas de cohesión No
necesita de aparatos externos para hacer más fuerte su
identidad, su cohesión interna.
Pero, zqué sucede cuando esa comunidad se hace más
grande, cuando se funde con otras, cuando cambian los
modos de gestión de sus maursos, de suis conflictos,
cuando aparecen nuevas formas de autoridad? Entonces,
hay que generar nuevos artefactos para la constitución del
11osotros, la legitimación del poder, la gestión del conflicto y
la eliminación de la posibilidad de la disidencia. Nace así la
historia, y, luego, la enseñanza de la historia. Algo que ha he
cho posible la existencia de las comunidades imaginadas
sobre las que se sostienen los Estados nacionales.
La reciente compilación de Carreras y Forcadell (2003) nos
ofre ce un conáinto de magníficos estudios sobre los lisos
públicos de la
• historia. Este trabajo nos recuerda como los historiadores
derivan
de los cronistas reales, o cómo la Real Academia de la
Historia (de España) se funda en el siglo XVIII, recibiendo
entre sus encargos
"ajustar la historia a los intereses políticos de la nación y
derechos .. de la Corona, sosteniéndolos contra los de las
naciones rivales, o de
las provincias conquistadas". (Pérez Garzón, 2003, p. 113).
Una fun . ción que los historiadores parece que aceptaron
con gusto, a pesar
de que elestado patrimonial del Antiguo Régimen diera
paso a los - Estados-mación liberales de los siglos XIX y
XX. En ese sentido, un
historiador francés de la época de la Primera Guerra
Mundial llegó a decir que "mientras es deber del ciudadano
mantener la patria en: el presenk; defenderla en el
pasado es el deber del historiador" (ci
tado por Carreras y Forcadell, 2003, p. 26). Para
los historiadores, "si ::.. bien la historia es tina
ciencia, el patriotismo era una virtud a cuyo
servicio debía ponerse esta forma de
conocimiento" (ibidem). De 3. esta manera, la
historia se pone al servicio de la política, inau
gurándose una lucha discursiva (y con demasiada
frecuencia no sólo simbólica) sobre cuál es la
correcta interpretación del pasado, sobre
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LA HISTORIOGRAFÍA COMO CONSTRUCTORA


DEL PASADO E Y CONFORMADORA DEL
PRESENTE. EL PAPEL CRÍTICO DEL
HISTORIADOR":
Se repite hasta la saciedad que la historia, como
la memoria, no . ... reconstruye el pasado, sino que lo
reinventa, lo imagina. Pero esto
és válido en un sentido todavía más radical, más constitutivo
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locales, otras supraestatales, al mismo tiempo que los procesos de


globalización progresivamente vacían de contenido las posibilidades de
acción de las estructuras políticas tradicionales.
Nos encontramos, entonces, con algunas preguntas que no es tamos muy
seguros de cómo responder ¿Qué presente hay que entender?, ¿qué
pasado habría que narrar? ¿qué futuro quieremos propiciar? Estas son
preguntas propias de los científicos sociales e historiadores de todos los
tiempos. Lo que quizás es peculiar del::. nuestro, es que nos encontramos
en un momento en que sabemos que algunas de nuestras categorías
están dejando de ser válidas para entender nuestro presente, y todavía
no sabemos cuáles serán las que permitan una mejor explicación de lo
que ya está empezando a. pasar. Lo que sí sabemos con certeza
es que una historia nacional está empezando ya a estar periclitada,
que no permite ya dotar a la futura ciudadanía de los instrumentos
para dar cuenta de su pasado, para entender su presente y para
preparar su futuro.
Scon
clitado para
12

A LAS
¿QUÉ HISTORIA ENSEÑAR? DE LAS NARRACIONES DEL PASADO
HERRAMIENTAS HISTORIOGRÁFICAS Y LAS CIENCIAS
SOCIALES
que sugiere la idea de confección de una narración, o que la con cepción
del pasado como la sucesión de eventos recogidos en el relato. Se trata, ni
más ru menos, que del papel constitutivo de la realidad social pasada,
presente y futura) que tienen los ins trumentos racionales que utiliza el
científico social. Esto es una afir mación de largo alcance. Los sujetos
actuales creen que la realidad (pasada, presente y futura) está constituida
por las categorías que ahora manejamos. Categorías que se cuelan de
forma inadvertida en la confección de la narración histórica misma. Así,
los sujetos de la historia pueden ser los grandes hombres, las razas, los
pueblos, las naciones, las clases sociales, las elites, los grupos de género,
etc. Sin embargo, estas categorías son, ellas mismas, productos históricos.
Álvarez Junco (2003) sugiere que las historias que se
confeccionen para la enseñanza obligatoria no deberían conservar a
lo largo de todo el relato el mismo sujeto histórico, caracterizado en las
historias de España como los españoles desde Alupulerca hasta el
euro, sino quie er cada momento narrativo se debería señalar cuál es
el agente y las agencias históricas que participan en los procesos de
cambio. Sería entonces un relato en el que los actores, los caracteres,
van cambiando a lo largo del desarrollo de la acción: lina especie de
película pos moderna.
Esta propuesta tiene un alcance más amplio del que a primera
vista parece. De acuerdo con ella, el foco de la historia se desplaza
de la justificación de la identidad actual que se presenta, al de los
procedimientos culturales que han intervenido en su creación. La
historia no puede ser ya sólo nacional, no puede ser una historia destinada
a enfatizar in nosotros frente a los otros de dentro y de fuera de la
comunidad imaginada. Alvarez Junco propugna, incluso, una historia más
distanciada, más irónica respecto del pasado. Una historia en la que la que
yo no tenga que pensar que "nosotros con quistamos América", o que
"los ingleses rios derrotaron en Trafalgar", puesto que mis abuelos
no salieron nunca de España (aparte de que nome considero responsable
de lo que mi abuelo hiciera), ni tampoco me solidarizo con la política naval
de Manuel Godoy. .
Pero es que, además, no estamos nada seguros de cuál es el ámbito
social en el que se mueve nuestra acción personal y colectiva. Del
ámbito nacional estamos pasando a otro multicultural, del Estado : nación
estamos pasando a entidades políticas diferentes, unas más.'
López Facal (2003) nos presenta un panorama digno de reflexión a
este respecto. Un reciente informe de la OCDE de 1966 sugiere
abandonar el modelo de extensión de la enseñanza obligatoria e introducir
en ella criterios de mercado. El objetivo sería crear una minoría
altamente cualificada, y una mayoría con un entrenamien to básico,
pero muy versátil, capaz de adaptarse rápidamente a los cambios
de un mercado de trabajo basado en la temporalidad y la precariedad
laboral. Curiosamente, se viene observando en algu nos países una
caída de la inversión pública en educación, al mismo tiempo que un
crecimiento de la enseñanza privada. Simultánea mente, la Unión
Europea se propone "armonizar" los títulos uni versitarios del
continente disminuyendo su duración, al mismo tiem po que reduciría
sus contenidos teóricos y aumentaría los aplica-... dos. Por otro lado,
voces conservadoras llaman a recuperar una en-... señanza de la
Historia que contribuya a la cohesión social, a través de la
recuperación de contenidos patrióticos y religiosos, al mismo
tiempo que se reducirían los contenidos en ciencias sociales. Dicho
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nuevas. Está en nuestras manos el intentar hacerlo.
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Álvarez Junco, J. (2003): "Historia e identidades colectivas",en). ).


Carreras
Ares y C. Forcadell Álvarez, Usos públicos de la Historia, Madrid,
Marcial
Pons Historia, pp. 47-68. Benjamín, W. (1974): La dialéctica en
suspenso. Fragmentos sobre la historia,
Santiago de Chile, Ed. Lom, 1996. Blanco, F. y Rosa, A. (1997):
“Dilthey's dream. Teaching history to under
stand the future", International Journal for Educational Research
27(3);
pp. 189-200. Carreras, J. J. y Forcadell Álvarez, C. (2003):
“Historia y Política: los usos",
en). J. Carreras Ares y C. Forcadell Álvarez, llsos piiblicos de la
Historia,
Madrid, Marcial Pons Historia, pp. 11-46. López Facal, R. (2003):
"La enseñanza de la historia, más allá del naciona
lismo", en J. J. Carreras Ares y C. Forcadell Álvarez, Llsos
públicos de la
Historia, Madrid, Marcial Pons Historia, pp. 223-256.. White, H.
(1971): Metahistory, Baltimore, Johns Hopkins University Press.
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de otra manera, no parece que have m erés en dar herra mientas


para la comprensión raciona. Ariencia, más bien se trata de continuar
impartiendo mitos mazs operativas. Por últi mo, la idea de
eficiencia, de uso práci is conocimientos, pa rece ir en contra de
suministrar herra contemplativas para el análisis de la experiencia.
Se primalt sin reflexión, siguien do las vías señaladas por quienes
tieri isi strumentos para ello.
La sugerencia de López Facal, a la ezauí me sumo, es la de
considerar que la enseñanza de la histrax in instrume
emancipación individual y social de aziación. Algo que, para ser
desarrollado adecuadamente, requera una selección de conte
nidos que facilite la explicación de la mer.ealogía del presente, al
mismo tiempo que una metodología cinéal alumnado los instru
mentos de conocimiento precisos pais tentar su presente y su
futuro. Una metodologia de trabajo que prepare para
la reflexión, :: elanálisis, la duda y la valoración de a tentos.
Una historia cuyo
marco territorial se adecue a la explica ::.. del problema
que se es tudie y que evite la repetición memorizar acrítica de
un supues to saber enciclopédico. Dicho de otraera, y como ya
hemos de fendido en algún otro lugar, una ensee: 17a de la
historia que sumi
nistre al alumno un cierto dominio de a destrezas del historiador
• y del científico social, al mismo tiem, que le permita defenderse
." de las narraciones míticas prêt-à-porter Bianco y Rosa, 1997).
Si el Estado-nación va perdiendo prartsivamente capacidad
de agencialidad, si las instituciones políticas supraestatales van
ganan do fuerza, si las corporaciones transnacionales tienen
capacidades de acción superiores a los Estados, si el concepto
de soberanía na cional se está resquebrajando, si los Estados se
descentralizan, si algunas de sus instituciones vertebradoras
iniciales (como los ejér citos) disminuyen en el número de
efectivos, en su capacidad de movilización, en şu efectividad
simbólica, nos encontramos ante un panorama un tanto
particular. La escuela pública aparece como la institución más
importante del Estado, la que moviliza mayor nú mero de
efectivos y la encargada de formar a la ciudadanía. Es, en
tonces, uno de los crisoles en los que forjar la identidad y la
ciuda * danía del futuro. Tal vez la función de la enseñanza de
la Historia no debería de ser la de transmitir racionalizaciones e
identidades: que empiezan a perder vigencia y
operatividad, sino la de estar aten
Facal, Ry
Carreras Atsons Historia, s Hopkins
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