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EDUCACIÓN INFANTIL II Ciclo2019

UNIDAD V: JUEGO Y DIBUJO:

TEMA I: ETAPAS EL DIBUJO: PRE-ESQUEMATISMO


Y ESQUEMATISMO.

Dibujos Pre-esquemáticos: Se considera que los dibujos de los niños entre


4 y 7 años de edad, como resultado de la evolución de un conjunto
definido de líneas hacia una configuración representativa definida,
pertenecen a esta etapa. Los movimientos circulares y longitudinales
evolucionan hacia formas reconocibles, y estos intentos de representación
provienen directamente de las etapas del garabateo. Generalmente el
primer símbolo logrado es un hombre.

La figura humana se dibuja típicamente con un círculo por cabeza y dos


líneas verticales que representan las piernas. Estas representaciones
"cabeza-pies" son comunes en los niños de 4 a 5 años. No debe llamar la
atención que la primera representación sea una persona, ya que la
importancia de las personas en los dibujos de los niños es bien evidente a
lo largo de toda la infancia.

La representación de un personaje "cabezón" o "renacuajo" se torna más


elaborada con la adición de los brazos que salen a ambos lados de las
piernas, con el agregado de un redondel entre ambas piernas que
representa el vientre, y en algunas ocasiones, con la inclusión del cuerp

De manera global se pueden citar las siguientes características dentro


de esta etapa:

PRIMERA FASE: INICIAL (también llamada pre-esquemática):

Se inicia entre los tres y cuatro años, y se supera alrededor de los cinco o cinco
años y medio.

Aparecen representaciones comprensibles por el adulto.

La primera representación que aparece, de manera general, es la figura


humana en forma de renacuajo.

Paulatinamente aparecen objetos de interés para el niño.


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Cambia muy a menudo la forma de representar un mismo objeto.

El niño se concentra en representar las formas, el color tiene un interés


secundario.

Coexisten objetos reconocibles con formas incomprensibles (garabatos).

Esporádicamente pueden aparecer trasparencias.

En tercera dimensión modela objetos reconocibles.

SEGUNDA FASE: MEDIA (también se puede encontrar como un pasaje


entre las etapas pre-esquemática y esquemática):

Se inicia entre los cinco o cinco años y medio y se supera alrededor de los seis
años y medio o siete.

Se interesa por representar la forma de los objetos.

Aparecen la línea del suelo, o la franja del cielo.

Hacia la finalización de la fase, la forma representativa de cada objeto se va


estabilizando, no la cambia con tanta frecuencia con lo que lo hacía antes.

Los objetos representados pueden aparecer a veces por razones expresivas o


emocionales algunas alteraciones formales, tales como supresión de partes,
exageración de tamaños, del número de elementos o detalles, color
notoriamente diferenciador, etc. Estas alteraciones transitorias, muy positivas,
indican una relación flexible del niño con su medio.

El color sigue siendo subjetivo, excepto para algunos elementos de la naturaleza,


árboles, cielo, sol, etc.

En tercera dimensión arma escenas (modelado, armador, etc.).

TERCERA FASE: PLENITUD:

Se inicia entre los seis años y medio o siete y se supera alrededor de los ocho
o nueve años.

Los cambios más notables se producen en el manejo del color: ahora es objetivo y
genérico.

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La forma de los objetos se estabiliza, este es un patrón personal de
representación que logra cada niño, y que utiliza cada vez que necesita
representar un mismo objeto.

El esquema de figura humana está constituido por formas geométricas que


separadas del contexto pierden significación.

Continúan alteraciones formales por causas emocionales o expresivas


mencionadas en la fase anterior.

Etapa esquemática (de 7 a 9 años).


Se desarrolla un concepto definido de la forma. El niño intente describir en
sus dibujos partes de su ambiente. Ya existe una relación objeto-color y al
tratamiento del espacio se incluye el factor tiempo. En un mismo dibujo suelen
aparecer diferentes secuencias de tiempo o distintas acciones que han tenido
lugar en momentos separados.

Etapa del realismo (de 9 a 12 años). A esta edad los niños comienzan a sentirse
miembros de la sociedad y del ambiente en que viven. Es la etapa de la pandilla
de amigos. Sus dibujos comienzan a ser más detallados y comienzan a entrar en
la búsqueda de la proporcionalidad, la perspectiva y el movimiento, flexibilizando
las figuras. Pero todavía los dibujos son más simbólicos que representativos de la
realidad.

TEMA II: CLASIFICACION DE JUEGO

El juego simbólico.

El juego simbólico forma parte de una de las cinco conductas que surgen como
expresión de la función semiótica o simbólica. Recordemos pues que dicha
función se desarrolla durante el período preoperatorio, que es un período
preparatorio de lo que luego se construirán como las estructuras lógicas
elementales del período operatorio concreto. Entonces tenemos que en el
preoperatorio se va a reconstruir en otro plano (el de la representación) lo ya
logrado en el nivel sensorio motriz, en donde las representaciones se coordinan
aún de manera pre-lógica y el pensamiento del niño es todavía no sistemático,
impreciso y falto de la movilidad que le otorgará luego la reversibilidad operatoria.
En este contexto el juego simbólico aparece como una actividad
predominantemente asimiladora y es a través del símbolo que el sujeto va a
representar un objeto ausente bajo una forma de representación ficticia (efecto de
la acción de deformante de la asimilación), donde la ligadura entre el significante
y el significado estará en función de los intereses puramente subjetivos y lejos de

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la función convencional que ejercen los signos en el lenguaje socializado. La
función de compensación, de realización de deseos y la elaboración de conflictos
del juego simbólico le sirve al sujeto para la asimilación de lo real al yo sin tener
que adaptarse a las restricciones de lo real. El mundo en el que se desenvuelve el
niño es el mundo y el lenguaje de los adultos y en este sentido el juego simbólico
y la creación de significantes construidos por él, lo que Piaget llama “símbolos
motivados”, le permiten una forma de expresión acorde a sus necesidades. La
imaginación simbólica que implica la combinación libre y la asimilación recíproca
de los esquemas, que aparece alrededor del segundo año de vida y tiene su
apogeo entre los 2 y los 4 años, aleja al juego del simple ejercicio, aunque en el
simbolismo queden subsumidos en muchas ocasiones las acciones o ejercicios
del estadío precedente. Lo que en el período sensorio motriz eran ejercicios y
rituales lúdicos4 se transformarán luego en esquemas simbólicos debido a que
se salen del contexto de la acción habitual y se aplican a otros objetos.

Hay disociación entre el significante y el significado donde:” …el gesto ejecutado


por juego, así como el objeto al cual se aplica juegan el papel de simbolizan tés
y el gesto representado el de simbolizado.”5

Entre los 4 y los 7 años los juegos simbólicos comienzan a declinar y el símbolo
va perdiendo su carácter de deformación en vías de una representación imitativa
de la realidad. Esto va de la mano de una mayor organización del pensamiento,
la preocupación creciente por la imitación exacta de lo real en las
representaciones, ya sean éstas escenificaciones o construcciones materiales de
la representación (modelados, dibujos, construcciones de objetos concretos, etc.)
y el comienzo del simbolismo colectivo (cuando el niño juega en una escena con
diferenciación y adecuación de papeles o roles). Es allí donde según Piaget el
juego evoluciona hacia formas más adaptadas ligadas al trabajo o a la imitación.

La ritualización de los esquemas implica, dentro del período sensorio motriz, que
el esquema es sacado de su contexto adaptativo y es imitado y “jugado” por el
niño. Por ej. cuando ve la almohada desarrolla todos los gestos que realiza
cuando va a dormir.

EL JUEGO REGLADO.

El juego de reglas implica relaciones sociales o interindividuales, donde la regla


supone una regularidad impuesta por el grupo y cuya trasgresión merece
sanción. A partir de los 11 o 12 años disminuye el simbolismo de manera
correlativa a una mayor adaptación social y, como mencionáramos con
anterioridad, aparecen los trabajos manuales, los dibujos y las construcciones
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cada vez más adaptados a lo real. Este tipo de juego es el único que para Piaget
persiste en la edad adulta siendo la actividad lúdica del ser socializado.

La regla además de constituir una regularidad implica una obligación,


distinguiéndose dos tipos de reglas: las transmitidas que se institucionalizan
y surgen del contexto social pasando de generación en generación y las reglas
espontáneas que suponen convenios momentáneos.

Es interesante que este último tipo de reglas generalmente se establezca en


relaciones entre pares contemporáneos y en este sentido marca un avance en la
reciprocidad y en la socialización. Como señala Piaget: “En resumen, los juegos
de reglas son juegos de combinaciones sensorio-motoras (carreras, lanzamiento
de canicas, o bolas, etc. o intelectuales (cartas, damas, etc.) con competencia de
los individuos (sin lo cual la regla sería inútil) y regulados por un código
transmitido de generación en generación o por acuerdos improvisados.”

Entre estas tres formas del juego que son de aparición sucesiva, aunque
funcionalmente en ocasiones haya superposiciones o inclusiones (por ej. la regla
enmarcando al ejercicio), veremos que surgen relaciones diversas respecto de los
juegos de construcción que, si bien para Piaget no constituyen una etapa entre las
otras en la evolución de los juego, sin embargo, señalan una transformación que
orienta la actividad hacia formas de representación más adaptada.

Los juegos de construcción son de los que mayor éxito tiene entre los niños
y uno de los que acompañan la actividad lúdica de los pequeños durante más
tiempo.

Se trata de un conjunto de piezas, de formas iguales o diferentes, con las que


pueden hacerse múltiples combinaciones, creando distintas estructuras. Los
más clásicos son los Lego, pero hoy en día existen un montón de juguetes con
estas características.

Alrededor del primer año el niño empieza a descubrir de qué se tratan hasta
alrededor de los cinco o seis años, cuando que ya se han vuelto expertos en el
arte de montar y encastrar.

En las primeras etapas se trata más que nada de un proceso de manipulación de


las piezas. Les encantan los juegos de bloques y cubos para meter uno dentro de
otro, apilarlos y, sobre todo, derribarlos. Se trata de una fase de investigación de
los objetos, aprenden a diferenciarlos por el tamaño, por el color y a relacionarlos
entre sí.

Más adelante, a medida que el niño va dominando la técnica comienza a manejar


el concepto de encastre para armar objetos, escenarios y elementos lo más
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parecido a la realidad. A la vez que el niño crece la dificultad del juego va
aumentando, debiendo coordinar de forma cada vez más precisa sus manos y
sus dedos con su vista favoreciendo la destreza y el dominio de la motricidad
fina.

A través de estos juegos los niños adquieren nociones básicas para la


comprensión del mundo que le rodea. Además de desarrollar sus habilidades
motrices manipulando las piezas, les ayuda a adquirir conceptos espaciales como
el volumen, grande-pequeño, alto-bajo, corto-largo, formas geométricas, así como
van adquiriendo algunas nociones más complejas como el equilibrio, la simetría
o la resistencia.

Son además una base para que desarrollen el juego simbólico, también llamado
juego de simulación en el niño recrea situaciones que ve en la vida real. Imitar lo
que ve y crear nuevas formas activa su propia creatividad.

Los juegos de construcción contribuyen también a que el niño sea más


organizado, pues el juego mismo hace que se acostumbre a ordenar y a
clasificar las piezas.

Pero no solamente son beneficiosos para su desarrollo motriz e intelectual, sino


también para su desarrollo cognoscitivo y emocional e incluso algún estudio
apuntó que contribuye a la rapidez en la adquisición del lenguaje.

Este tipo de juego ayuda a que el niño acepte que existen ciertas reglas físicas
que debe acatar, que no todo es como él quisiera. Esto le ayudará en el futuro
a adaptarse mejor a las normas en todas las situaciones de la vida.

Como ven, los juegos de construcción no son solamente un montón de piezas


que desparramar. Además de entretenerlos, tienen múltiples ventajas para su
desarrollo integral, por lo que se convierten en un gran aliado de los niños en
edad preescolar.

UNIDAD VI: LEY DE EDUCACIÓN NACIONAL 26.206

CAPITULO II: EDUCACIÓN INICIAL

ARTÍCULO 18.- La Educación Inicial constituye una unidad pedagógica y


comprende a los/as niños/as desde los cuarenta y cinco (45) días hasta los cinco
(5) años de edad inclusive, siendo obligatorio el último año.

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