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Tercer Año

Psicología Social
Material Teórico
“…la función del coordinador es la de co-pensor, no conduce al grupo, tampoco es el dueño, no ocupa el
lugar del saber y su tarea se circunscribe a colaborar en la localización de obstáculos epistemofílicos y
epistemológicos que puedan estar frenando la tarea. "Opera en el campo de las dificultades de la tarea y la
red de comunicaciones. Su instrumento es el señalamiento de las situaciones manifiestas y la interpretación
de la causalidad subyacente...”

Enrique Pichon-Rivière

AL COORDINADOR DE GRUPOS
Carlos Margiotta

 No hay grupo sin conflicto.


 El conflicto es el motor del grupo, es su vida y su razón de ser.
 La coordinación es una función, no es un rol, por eso está más allá de tu persona.
 El grupo intentará sacarte del lugar de la función para hacerte jugar un rol como
integrante.
 La función del coordinador consiste en mostrar cómo el grupo realiza su tarea e
intervenir para que supere sus obstáculos.
 El grupo es el protagonista de su proceso. El coordinador es el acompañante, el
representante de la ley, el garante del proceso.
 Cuando estés frente a un grupo, no hagas juicios de valor, no califiques, no incluyas
opiniones personales ni hagas conocer tu posición ideológica.
 El grupo es lo que es más allá de tus deseos.
 Las intervenciones del coordinador no son buenas ni malas, son operativas o no lo son.
 No uses la interpretación en forma reiterada, puede ser perjudicial. Hay muchas otras
formas de intervención muy operativas.
 El coordinador es esclavo de la teoría y libre en la práctica. El integrante de grupo es libre
en sus intervenciones siempre que lo haga con respeto.
 Cuando tengas una intervención en la punta de la lengua, no la digas impulsivamente.
Hay que esperar, pensar, confirmar y decirla cuando el grupo pueda escucharte.
 El grupo siempre te dirá cuando una intervención es operativa o no.
 Cuando no comprendas lo que ocurre en un grupo y no sepas qué decir, no digas nada.
 Recuerda que un grupo está realizando su tarea cuando puede articular: PENSAR-
SENTIR-HACER.
 Si te sentís con mucha ansiedad, preocupación y estás confundido, si no tienes ganas de
trabajar, y no puedes escuchar, es posible que el grupo te esté atravesando con sus
fantasías.
 Si has perdido el rumbo y sientes que no sabes qué hacer en forma reiterada: consulta a
algún colega idóneo, supervisa tu relación con el grupo y sobre todo trabaja lo que te
pasa.
 En el trabajo con un grupo es necesario desarrollar la capacidad de anticipación.
 Es necesario aprender a escuchar, esperar y tener interés por investigar.
 Es importante tener una actitud receptiva para que el grupo pueda depositar sus
ansiedades más primitivas sobre la figura del coordinador.

El grupo como ámbito de aprendizaje: El sujeto es emergente de una trama de vínculos. Es protagonista y
determinante de lo histórico y lo social. Él hombre siempre está en situación. El aprendizaje es un proceso de
apropiación instrumental de la realidad para transformarla. Se trata de un “aprender-aprendiendo “Todo
grupo obra como instrumento de aprendizaje.”

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Coordinación Grupal y Psicología Social

Ronaldo Wright

“Coordinación” es la denominación que habitualmente damos a la función que desempeña el


Psicólogo Social que trabaja como operador en un grupo, sea tanto en el ámbito psico-social como
en el socio-dinámico y en el institucional-comunitario. Coordinador (co = juntos, y ordinátor = el
que pone en orden) es quien dispone cosas diversas de modo que formen un conjunto armónico o
produzcan los resultados apetecidos. Es un co-pensor, un co-pensador que reflexiona junto con
todos los integrantes de un grupo, operando con su técnica en la temática de que se trate y de
acuerdo con los objetivos que ese colectivo se proponga alcanzar (ver. aprendizaje, diagnóstico
institucional, planificación laboral, creación artística, organización deportiva, etc.).

La tarea específica de coordinación habrá de centrarse en los miembros que integran el grupo,
articulando la producción colectiva que fluye a través de cada componente para así tender hacia
una integración de las subjetividades de quienes lo conforman. Es decir, se construye un
dispositivo en función de un objetivo común (trama vincular) aunque sin descuidar las
individualidades de las personas coordinadas (trazo singular). El rol coordinador consiste en
crear, mantener y fomentar la comunicación intragrupal, en la inteligencia de que el grupo mismo
obtendrá un más completo grado de elaboración y funcionamiento de los niveles más integrados y
superiores de sus miembros, con un rendimiento que normalmente no podrían alcanzar si operan
de forma individual.

Del mismo modo que la base esencial de una preparación psicoanalítica se aprende pasando uno
mismo por el análisis personal y singular, decimos que la técnica de coordinación solamente se
puede conseguir a través de la experiencia individual de cada operador psicosocial. En los
distintos grupos, el coordinador percibirá, mediante su atención flotante, las situaciones
significativas mientras desarrollará además una capacidad de escucha múltiple, sin ejercer
liderazgo y siempre orientándose en pos de preservar la direccionalidad de la tarea grupal
específica. Podríamos pensar la función del coordinador como un describir los procesos en su
cómo más que en su esencia, privilegiando a su vez las modalidades sobre las esencialidades.

Cuando la dinámica grupal se encuentre atravesando por períodos de confusión -de distinta
intensidad y duración- será tarea de la coordinación tender a facilitar el diálogo y restablecer la
comunicación entre los componentes del grupo. La idea es evitar los enfrentamientos
estereotipados, de modo tal que los antagonismos y las contradicciones se resuelvan en un
proceso dialéctico en sucesivas síntesis superadoras. La táctica suele estar dirigida a la revisión de
los esquemas referenciales, considerando a éstos como el “conjunto de experiencias,
conocimientos y afectos con los que los individuos piensan, sienten y actúan”. Este proceder debe
ser de constante indagación-acción, con el propósito de resolver las situaciones dilemáticas y
discusiones que surjan.

Algunas de las herramientas e instrumentos empleados por el coordinador son: 1) el señalamiento


de lo explícito, de lo manifiesto; y 2) la interpretación de lo implícito, de lo latente grupal. Los
señalamientos son intervenciones con un fuerte grado de eficacia y que despiertan en el grupo la
posibilidad de seguirlas pensando; como por ejemplo, advertir un punto de partida falso. En
cambio, las interpretaciones son deducciones del sentido latente que aparecen tanto en las
manifestaciones verbales como de comportamiento de los miembros del grupo en cuestión. Al
interpretar, el operador psicosocial busca sacar a la luz aquellas modalidades del conflicto
defensivo y apunta, en último término, al deseo que se formula en toda producción de lo
inconsciente.

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Podemos además destacar que las intervenciones de la coordinación, al poseer un sólido
contenido simbólico y metafórico (especialmente en las denominadas interpretaciones), no
necesitan de la exactitud -que desde ya no poseen- como tampoco corresponde evaluarlas con un
criterio de verdad, sino concretamente desde su operatividad; es decir, desde su específica y
puntual utilidad para romper modelos estereotipados y de clausura grupal. Cabe también acotar
que, en algunos grupos clara y manifiestamente productivos esta exposición o des-cubrimiento de
lo implícito, de lo latente, de lo inconsciente, puede surgir espontáneamente a partir del trabajo
de sus integrantes. En tales casos, solemos hablar de desocultación más que de interpretación.

En lo atinente a la antes mencionada atención flotante, que no es otra cosa que una forma de
escuchar a los componentes del grupo, se hará intentando no conceder un privilegio a ningún
elemento del discurso, lo cual implica concretamente que el Psicólogo Social dejará funcionar lo
más libremente posible su propia actividad inconsciente, suspendiendo en alto grado las
motivaciones que habitualmente dirigen su atención. Tal como ya expresáramos en la edición del
pasado mes de abril de El Semejante, la posición del coordinador oscilará entre una ataraxia no
respondiente y una cálida sensibilidad, en pos de cohesionar eso de lo heterogéneo que hallamos
en todo grupo. Podríamos resumir las cualidades del coordinador con estas palabras: arte, ciencia
y paciencia

EL ROL DEL COORDINADOR DE GRUPOS (Parte 1)


ROMÁN MAZZILLI.

Introducción.

El coordinador es un posibilitador, un facilitador, que crea ciertas condiciones para que la tarea se
desarrolle, para que la gente vea, diga, haga, se relacione como pueda. Crea condiciones.

De acuerdo a las matrices de aprendizaje que una persona trae, ligadas a otros aprendizajes,
estamos acostumbrados a que haya una persona que sabe, la que se pone al frente de una clase. El
coordinador. O cualquier rol asimétrico. Un terapeuta. Un maestro.

Y quizás no sea así. Quizás no sea que el coordinador es el que sabe en un grupo.

El que sabe es todo el grupo cuando trabaja colectivamente. El coordinador tiene una tarea
específica que es observar la marcha de esa relación tan particular que el grupo establece con la
tarea. Pero nada más. No es una cuestión del que sabe, el que interpreta, el que conoce más a la
gente que la gente misma.

Mi idea es poner en discusión la interpretación como herramienta central para los coordinadores
de grupo, sobre todo en el trabajo en la comunidad, herramientas que se tomaron de otros
saberes como el psicoanálisis.

El coordinador interviene. Pero no interviene porque sabe la verdad como un oráculo (al oráculo
se le preguntaba y él señalaba la verdad de las cosas), sino que interviene más que para buscar una
verdad oculta, para operativizar.

El trabajo de coordinación en los grupos es buscar la operatividad, lograr el desbloqueo de ciertos


obstáculos que pueda haber en una dinámica.

No es una búsqueda de verdades ocultas, o de establecer quién es el que está diciendo la verdad (y
quién no). De eso se tiene que encargar el grupo (si es eso lo que quieren, llegado el caso).

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Los mitos.

El coordinador reflexiona con el grupo. También hay un trabajo interno (que puede expresarse, o
no). Quizás el grupo nunca se entere de una cantidad de pequeñas intervenciones que están en
proceso, en germen, que tal vez están por salir, o que quizás nunca salgan.

Una actitud es esperar que el grupo resuelva con protagonismo.

Hay veces que hay intervenciones que van madurando en la reflexión interna, pero el coordinador
espera para ver si el grupo es el que puede. Porque si no, estaría reemplazando el protagonismo.
Estaría dirigiendo, liderando.

En el grupo se despliegan y entrecruzan transferencias y contratransferencias. En general, uno


puede decir que la transferencia es tratar a una persona como a aquel otro individuo que yo
conocí en otro tiempo y circunstancia. Sin darse cuenta. La transferencia es algo inconsciente. Si
eso no se limpia, si eso no se habla, si no hay posibilidad de comunicar lo que está pasando, se
entorpece realmente el vínculo.

Se puede decir que en los grupos hay cuestiones transferenciales, que cuando se trabaja lo
vincular en general se pueden ir aplacando. Al coordinador le pasa lo mismo. No es una cuestión
de los integrantes solamente.

Yo creo que en todos los sentidos el coordinador es miembro del grupo. Hay textos que no lo
dicen así, de esta manera. Se pensaba que el grupo estaba ahí (y el coordinador estaba por fuera).
Yo creo que no es así. El coordinador participa de todo tipo de lazos libidinales, deseantes,
económicos, institucionales, lo mismo que el grupo.

La diferencia es una diferencia de asimetría porque hay un rol prescrito: el coordinador tiene una
tarea concreta que hacer, a diferencia de los integrantes. Serían dos tareas distintas. Pero en lo
humano, en lo personal, al coordinador le pasan las mismas cosas. El hecho que sea un
profesional que cuenta con determinadas herramientas no lo libra de ciertas cuestiones como
conmoverse, emocionarse, aburrirse, tener simpatías, o antipatías. Lo que sucede es que el
coordinador tiene una cantidad de instrumentos para no volcar ese mundo interno,
inconscientemente, sin mediación alguna, al grupo.

Entre los integrantes eso no es un problema. ¿Por qué uno se va a estar cuidando si "te dije" o "si
no te dije"? Lo mejor es la espontaneidad, lo mejor es decir lo que uno piensa. Pero en el rol
coordinador esto no es así. Porque sería inoperante.

 El coordinador tiene teorías en su equipaje.


 Hay puntos de vista.
 Instrumentos.
 La intervención.
 Las maneras de intervenir.
 Preguntas.
 Señalamientos.
 Interpretaciones.
 Y hay una cantidad de cuestiones de su mundo interno.
 Todo eso, al mismo tiempo, está operando.

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Son elementos que en el análisis uno puede separarlos, para verlos. Y uno lo analiza como si fuese
que no está ligado a todo lo demás. Pero está todo junto. Eso es lo complejo de lo humano. Lo
humano es holístico. Aunque nosotros teóricamente lo separemos, no está separado para nada.

La función central del coordinador es ayudar a crear condiciones de posibilidad para que las cosas
que tienen que suceder ocurran.

Obviamente, que el coordinador está atento a la relación que un grupo establece con su tarea. La
tarea explícita y la tarea implícita. El rearmado del conocimiento. La trama vincular. El
coordinador está atento a eso.

Estar atento es crear condiciones de posibilidad. Cuando las condiciones de posibilidad están
obstruidas, cuando hay problemas de comunicación, cuando las dificultades son vinculares, el
coordinador operará en el campo donde ve que hay obstáculos.

A mí me parece que si hay algo que un integrante del grupo tiene para decir, el coordinador está
ahí para que esa persona pueda finalmente decir su palabra. Y no mucho más....

El resto es trabajo de la gente, de todo el grupo. Si es más, ya estamos reemplazando.

Los grupos generalmente trabajan solos. Yo no creo que el coordinador no sea necesario. Yo creo
que sí lo es. Pero en realidad, el objetivo tiene que ser la autogestión de la gente. Crear
condiciones y que la gente se haga, en un sentido autogestiva.

Hay mitos, prejuicios, estereotipos, ligados a la coordinación, que alimentan, casi sin darse
cuenta, una manera de ver este rol (ahí arriba).

Cuando yo coordine, cuando me toque, ese día voy a saber, voy a poder leer lo que pasa en un
grupo, hacer hipótesis...-

Son las cosas que uno lee en los apuntes, que uno supone. Que el coordinador está ahí, callado,
sabiendo lo que pasa. Y de repente define una hipótesis:

-¡Esto es lo que pasa...!-.

El grupo no sabe. Por algún motivo, el grupo no sabe y hay una persona que sabe.

Para mí, eso es un mito.

Es obvio que si hay un rol diferenciado de alguien que está mirando cómo trabaja un grupo, se
supone que hay cosas que está viendo y que quizás debe tener ciertas ideas.

Pero los demás también...

Lo que pasa es que los demás están más metidos vivencialmente, corporalmente, etc., y hay una
persona que está quizás más retirada, en algún sentido, de ese acontecer, de esa intensidad de lo
que va pasando, y se supone que ya ese mínimo retiro le da ciertas posibilidades al coordinador.

Pero es un mito que un coordinador realmente lea a un grupo.

Desde mi punto de vista, no hay nada que leer porque no hay un texto.

¿Uno que lee?

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Lee algún tipo de lenguaje. Pero los lenguajes que el coordinador tiene enfrente son muy
complejos. Primero, es un grupo humano multideterminado, de gente distinta, heterogénea. Basta
pensar que ya estar con una persona es algo complejo. Lo experimentamos a diario, aún con
personas con las que convivimos toda una vida. Cuesta mucho pensar lo complejo que puede ser
entonces estar en un grupo para decir "leo".

Un integrante dice:

-El grupo está trabajando...-.

De repente aparece el coordinador con una intervención:

-Lo que está pasando en el grupo es esto...-.

Es como si fuese que alguien tuviese la verdad de lo que realmente pasa en un grupo.

Bueno, no sucede eso. No existe.

Primero, no hay ninguna verdad que tenga que ser develada.

En el grupo pasan millones de cosas a la vez que nadie puede captar por sí solo.

Lo que uno hace, desde un rol prescrito y diferenciado, es tomar una de las líneas posibles, que a
veces la toma por la propia verticalidad, por la propia personalidad del coordinador, porque le
llama la atención especialmente algo. Y sobre eso trabaja. Pero es un "algo". Un "algo" entre medio
de muchísimas verdades, de una multitud de cuestiones.

 El coordinador no trabaja con la verdad


 Trabaja con la operatividad
 No es una cuestión de verdad o mentira.
 Ni siquiera es una cuestión de objetividad.

Es una cuestión de cómo operativizo ciertas situaciones que me parecen que están trabadas,
obstaculizadas, en el acontecer, en el fluir de un grupo en su relación con la tarea.

EL ROL DEL COORDINADOR DE GRUPOS (Parte 2)


ROMÁN MAZZILLI.

El grupo no tiene nada de estático. Todo grupo es distinto y cada reunión es diferente a la otra.
Cuándo uno va a coordinar a un grupo no tiene idea con qué se va a encontrar.

Hay una cantidad de herramientas que el coordinador tiene para ir construyendo hipótesis. Que
le sirven. Pero le sirven en función de no aferrarse como si fueran certezas o verdades. Son
caminos posibles.

El grupo avanza, hay varias reuniones, se trabaja, se va "haciendo grupo" en muchos sentidos. El
coordinador a medida que el trabajo crece va teniendo hipótesis. Hipótesis individuales. Las
maneras grupales de ser. En una reunión de Supervisión el coordinador puede decir:

-Este grupo tiene tales características...-.

Son hipótesis que después puede corroborar, puede ratificar o rectificar.

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Pero muchas veces tenemos opiniones de los movimientos de la gente en base a la franja de
tolerancia propia.

-Tal persona es histérica...-.

Es muy difícil dar un diagnóstico psiquiátrico, psicológico, aún para la gente más reconocida en
esos ámbitos. Armando Bauleo dice que los pacientes cambian cuando les cambian el terapeuta.
Afirma que en la Argentina hay pacientes crónicos de más de veinte años en el Borda y que les
han cambiado el equipo que los atendía y al año salieron. Es más bien el pánico que tiene el
psiquiatra o el médico que los atiende, su cronificación, cómo lo estereotipa, cómo lo captura,
cómo lo rotula, es más eso muchas veces que el padecimiento puntual del paciente.

Esos padecimientos también se van modificando, se mueven (salvo casos muy puntuales).

La certeza es una palabra que se usa para la psicosis. Se dice que cuando hay una opinión muy
firme y que no se modifica, que no se mueve, se lo llama "certeza psicótica". Solamente en los
psicóticos está esa necesidad que las cosas no cambien.

-No me cambies nunca lo que vos decís porque me moves el mundo y se me va todo al diablo...-.

La certeza no nos sirve a nosotros.

Al coordinador tampoco.

Lo que no significa que no tenga una idea acerca de lo que pasa en un grupo, lo que pasa en una
persona, lo que le pasa a él mismo.

 Ideas.
 Hipótesis.
 Que construya sus pequeños castillos.
 Pero a condición que no se los crea....
 Que sean cuestiones operativas.
 ¿De qué se trata coordinar?
 Se trata de tener la mirada en la operatividad, en el trabajo del grupo, en el trabajo
propio.
 No certeza. No verdad.
 No es que yo esté haciendo una proclama del "todo vale" ni de la "mentira".

Digo que no estamos persiguiendo una cuestión filosófica de Verdad-Mentira, ni se trata de una
discusión entre dos personas para saber quién es el que tiene la verdad.

Nosotros estamos para que se trabaje, para que se desarrolle la tarea, para que se arme el
conocimiento.

Obviamente, si uno ve que después del Teórico el grupo se está yendo muy lejos de la cuestión y
siguen y siguen y no salen de ahí, quizás hay actitudes docentes que puede tener un coordinador,
sobre todo cuando pasa el tiempo y uno ve que ciertas cuestiones siguen flojas, o dadas vuelta.
Ahí tiene sentido decir que tal tema también se lo podría ver desde otro lugar. Pero no en el
sentido de "la verdad", sino de la operatividad. Hay que tener en cuenta la necesidad del grupo
que siempre va a estar ligada a la resolución de la tarea, a la resolución de conflictos puntuales
que pueda haber, a reparaciones, y también necesidades propias.

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Pero en todo momento es central la franja de tolerancia que tiene el coordinador o el terapeuta,
quien sea que trabaja con gente. Si uno es una persona que por historia familiar, por la vida que
tiene (que tuvo), tiene un recorrido donde las discusiones son mal vistas, los gritos son mal vistos,
o entra en pánico porque hay gritos porque en su familia se evitaba esa situación y quizás después
de alguna discusión sus padres se separaron, por ejemplo, quizás ese coordinador ve en el grupo a
la gente levantar la voz y cree entonces que hay agresión.

 Quizás no hay agresión.


 Por eso digo que no hay verdad.
 Hay verdades internas.

Si alguien, de repente, dice algo y uno piensa "¿qué está diciendo...?", no es que esa persona
mienta. Es la verdad de esa persona.

El coordinador también tiene una verdad. Y tiene una franja que cuanto más la pueda ampliar,
mejor. Para trabajar en grupo y -sobre todo- para conocerse y saber cuáles son los puntos ciegos,
aquellas situaciones en las que uno resbala. Porque si uno resbala con los gritos, ¿qué va a
pasar...? Porque cuando la gente levante la voz, va a empezar a "ordenar el tráfico", no va a dejar
hablar. Y quizás no esté pasando nada. O si es alguien que tiene pánico al silencio (por su historia,
porque no lo soporta) cualquier silencio en un grupo va a empezar a ser interrumpido, o hasta
interpretado. Y quizás eso tampoco tenga nada que ver...

La persona del coordinador es un dato importantísimo. El coordinador tiene que trabajarse y


participar de alguna supervisión de los trabajos que haga. Es la única manera de no equivocarse
demasiado.

Otro mito es que el coordinador entiende todo. El mito que lo sabe todo. Lo puede. Que es
objetivo. Que posee una mirada objetiva.

Yo personalmente creo que no hay miradas objetivas. Hay miradas subjetivas. Sólo miradas
subjetivas.

Y no es algo pobre que uno tenga una mirada subjetiva.

Si se parte de cuestiones como la transferencia y la contratransferencia, o el análisis de la persona


del coordinador, etc., y teniendo en cuenta el instrumental y los espacios que el coordinador tiene
(si hace terapia, si hace algún trabajo terapéutico, aunque sea ínfimo, solo, consigo mismo, los
espacios de supervisión), se puede ver que hay ciertos resguardos para que el coordinador no
vuelque su mundo interno sin ninguna mediación sobre el grupo. Y punto. Nada más. Pero toda
su mirada es una mirada subjetiva. Es de acuerdo a qué persona es, con qué elementos cuenta en
su equipaje, con qué elementos de su vida. Si es alguien que le gusta el cine, si es una persona que
disfruta la literatura, la música. Si es alguien que leyó. Que no leyó. Con todo eso hará algo y
tendrá un estilo.

 “El Coordinador no es un lugar de pereza, debe trabajar (una consecuencia de ello es la importancia
de su reunión con los Observadores) revisando sus intervenciones en la reunión grupal con lo cual
también se sitúa como sujeto escindido con sus propios interrogantes y dudas. El Coordinador queda
así situado en un eje: Pichon-Rivière (como creador de un nuevo campo de saber: una Psicología
Social autónoma) – Docente de la clase – Coordinador – Grupo, pero no debe entenderse el lugar del
Coordinador como intermediario sino que cada uno de los integrantes del grupo tiene una relación
singular en relación a la clase. Esto hace que el Coordinador debe hacer trabajar a cada uno desde
su estilo, desde su saber y no como seres puramente carentes o receptivos (la posición de los

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alumnos que Paulo Freire denuncia como de educación bancaria). Los Integrantes del grupo
desarrollarán su formación desde saberes previos, desde sus estilos personales, sus rasgos propios.
No hay homogeneidad en el grupo, solo en la Tarea.”
Gladys Adamson

LA VERTICALIDAD DEL COORDINADOR DE GRUPO


HORACIO C. FOLADORI

El enfoque clásico de los grupos operativos pone el acento en la unidad entre intervención e
investigación. Así en la medida en que -por medio de la intervención de la coordinación- se
esclarecen las determinaciones mas inconscientes del proceder grupal se tiene acceso a material
suplementario que da cuenta de sus procesos y de la manera en como ellos se encuentran
determinados. La investigación es de la causalidad, es de aquello que produce el movimiento
grupal, es del devenir del presente con miras a lograr su control o modificación en un cambio
diferente previsto, planificado. En todo caso también es de la repetición del cambio mecánico de
la imposibilidad de cambiar. En esta perspectiva el equipo coordinador cuenta con los
instrumentos técnicos que posibilitan ese acercamiento (según el modelo de un telefoto) y ver
más allá de lo que el grupo está en posibilidades de ver en ese momento.

No escapa a esta visión las aportaciones de Goldmman quien con sus conceptualizaciones sobre la
conciencia real y sobre la conciencia posible establece parámetros para determinar que es posible
ver por parte del grupo. No en vano también la supervisión técnica alude a ese ver más allá de lo
que el equipo técnico está en situación de visualizar en ese momento.

Sostengo que este enfoque debe ser repensado por múltiples razones a saber:

1) La posibilidad de ver del equipo coordinador está determinada por su verticalidad. Es extraño
que este punto de la verticalidad de la coordinación no haya merecido atención especial en la
bibliografía pichoniana. Siempre se habla de la verticalidad de los miembros, de su conjunción
con una horizontalidad donde determinada emergencia autoriza un nexo con lo inconsciente que
debe ser decodificado. Siempre se pone el énfasis en las verticalidades paralelas y las
determinaciones de ellas para lograr un asiento en la horizontalidad -indiscriminada por
momentos- del devenir grupal. Y es casualmente en esa verticalidad de la coordinación que
pueden descubrirse sus obstáculos. Aquellos que tiene que ver con la paternidad técnica, con las
identificaciones, y, sobre todo, con sus inserciones institucionales, en primer lugar su familia. Vale
decir, las dificultades del proceso de esclarecimiento grupal pasaran irremediablemente por el rol
fijo de la coordinación y esta visión más abarcativa, entrenada especialmente, supone también un
entrenamiento en el no ver a partir del rechazo de determinadas teorías, marcos referenciales,
ideologías compartidas o no y afiliación más a menos consciente a un imaginario social y a un
modo de producción que lo determina; sino totalmente, al menos en parte. Sostengo entonces
que esa verticalidad no es más que un nuevo lugar de desconocimiento de las determinaciones
sociales que la coordinación por su verticalidad no está en condiciones de visualizar.

2) La paradoja estalla sistemáticamente en todos los grupos, porque para saber sobre el grupo, se
supone que hay que preguntarle a la coordinación. Es ese el lugar indicado para detectar un saber
imbuido de una cierta magia -diría Levi-Strauss- que le confiere un particular poder sobre el
saber: seleccionar, buscar el 'timing', formular la intervención, evaluar su forma y grado de
elaboración, etc. Ahora bien, ¿Cómo se puede saber sobre la coordinación en el proceso grupal?
¿De qué manera es posible aproximarse a lo que ocurre en ese rol tan difícilmente apagado o en
erupción en momentos insospechados? Colocarse donde el paciente menos lo espera, decía Freud.

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En todo caso, sobre la relación del coordinador con el grupo opina el observador, en esa función;
pero ello no desmarca al observador del mismo lugar de enclaustramiento en que esta el
coordinador: el observador también está implicado en el proceso. Por tanto solo puede saber de la
coordinación el grupo. El caso es de que pueda manifestar ese saber, que pueda ser escuchado,
que tenga acceso a un espacio grupal donde su participación opere también un esclarecimiento
grupal, en sentido amplio, incluyendo a la coordinación. Esto tiene consecuencias imprevisibles,
ya que habría que repensar el problema del dispositivo con todas sus implicancias. Un dispositivo
al servicio de una investigación viciada desde el inicio.

3) Si de investigación se trata conviene preguntarse quien investiga en el grupo. Se ha afirmado


que el proceso grupal es esclarecido por la coordinación, se supone. También podría pensarse el
opuesto; que es el propio grupo que se esclarece o se analiza a sí mismo, como decía Foulkes, para
lo cual habría que comprender las intervenciones de la coordinación en términos de expresiones
más o menos verbales con pretensiones -tal vez delirantes- de asumir un particular saber sobre el
grupo. ¿De qué se trata entonces? De pensar que la coordinación está mucho más 'metida' dentro
del grupo de lo que siempre hemos creído y considerado; es más, se debe poder dilucidar si la
calidad de su saber no es expresión de la implicación que su verticalidad le determina.
¿Disolución del rol? ¿Sin condiciones?

4) El requerimiento de un rol técnico se justifica por sí mismo: El grupo necesita que exista un
lugar de donde pueda ser asesorado. En todo caso, la necesidad del rol técnico no debe
condicionar la verticalidad de la coordinación. La ilusión es coartiva; en base al supuesto saber de
ese lugar es que el grupo funcionara. Esto parece bastante obvio. Lo que no resulta tan sencillo de
entender es aquello que hace al imaginario de la coordinación, a ese lugar asumido desde donde
se entiende que la lectura es posible, lectura que rechaza toda cuestión sobre el saber de la
coordinación emanada del grupo. Lectura que se constituye en el mejor de los casos, en un
emergente más del proceso grupal, de ninguna manera en la 'lectura'. A mi modo de ver esto
implica una serie de cuestiones técnicas que deben ser comentadas.

a) La formulación de la intervención en términos de interpretación (desde el más allá) genera por


un lado incomprensión para los no iniciados y rechazo. Cuando se trabaja con algunos sectores de
culturas diferentes, la intervención analítica, en su formulación clásica (véase Gear y Liendo)
genera desconcierto. Nadie sabe de qué habla el coordinador, más allá de que haya dado cuenta o
no de las ansiedades básicas y haya manejado un lenguaje accesible a lo grupal. Sin embargo, su
construcción alude a una traducción donde en muchos casos no se puede ver la conexión. A su
vez, la actitud que caracteriza al visionario lo desplaza fuera del grupo y genera en la coordinación
el tener que recurrir a actitudes de seducción, chistes o al aislamiento (tómenlo o déjenlo, me
vale) como una forma de ser incluido, en las ultimas.

b) Si la mejor intervención es aquella que no hay que no hacer, también la mejor interpretación es
aquella que cuando se hace no se parece en nada a una interpretación. Dicho en otros términos,
¿por qué no pensar el comentario de la coordinación de manera que hilvane el discurso grupal y
que no lo corte? ¿Por qué no intervenir desde el grupo y no desde fuera de él? ¿Por qué no
incluirse en términos de un sobrino más del pato Donald, completando una parte del discurso, en
lugar de hablar desde el pato Donald?

c) Suponer que el grupo se analiza y se operativiza a sí mismo, es poder colocarse uno mismo en
el grupo y pensar la intervención personal (desde el rol del coordinador) interrogando al grupo
sobre la propia verticalidad, la que podría ser puesta de manifiesto. Esto no supone hablar de uno
en términos históricos, sino abrir a asociaciones que podrían en todo caso esclarecer núcleos de
problemática donde el propio coordinador aparece amarrado a la tarea latente.

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La intervención del coordinador en Pichon-Rivière.

Es conocida la mención de Pichon a la doble alternativa del coordinador: intervenir es para


señalar o interpretar, lo cual alude a un modelo clásico dentro del psicoanálisis. Anzieu no deja de
interrogarse sobre la pertinencia de la interpretación en situaciones de enseñanza. Su conclusión
jerarquiza la interpretación por varias razones: la necesidad de esclarecer la transferencia, la
necesidad de actuar sobre los fundamentos inconscientes de la enseñanza que permite o impide
comprender el problema de que el inconsciente se manifieste en todas partes.

Por otro lado, la manera en cómo la interpretación es formulada, toca directamente las
conclusiones de Ezriel privilegiando el 'aquí y ahora' en toda situación grupal, y, agregamos, con
mayor razón en las situaciones de los grupos de aprendizaje y de esclarecimiento.

Los instrumentos de la coordinación se reducen a introducir una visión jerarquizada en la


horizontalidad grupal. Ahora bien, la intervención debe ser dirigida a esclarecer algún aspecto de
la tarea a la que el grupo se aboca; en el decir de Pichon, poder dar cuenta de las resistencias
frente al aprendizaje, apuntar al obstáculo epistemofílico, destacando las ansiedades implícitas en
el proceso.

Si hablamos de tarea conviene detenerse un instante para reflexionar acerca de su implicancia,


vale decir, establecer las diferencias con otras formas clásicas, analíticas, de coordinación grupal.
Y he aquí que Pichón introduce una importante innovación. Hacer girar el grupo en torno a la
TAREA es poner el énfasis de la estructura grupal en función del trabajo, delimitar la dinámica a
partir de las necesidades de la producción: Una visión materialista del grupo. La tarea se convierte
entonces, en el decir de los institucionalistas, en el agente provocador, por cuanto genera sin más
una situación de desafío: su abordaje requiere de una fuerte conmoción grupal. Ya no se trata del
divague grupal sobre el que se esclarece un sentido latente; ya no se trata de descubrir una
emocionalidad producida por el ente grupal a efecto de resonancia, rebote, anotación en
determinada fantasía propuesta.

Menos aún, de lograr una conjunción de aparatos psíquicos, al margen de sus determinantes
sociales. Pichon insiste una y otra vez en el Factor Aglutinante, convocante, de liderazgo que la
tarea presenta: el grupo se reúne en torno a un trabajo del psicoanálisis del cual la conciencia
poco puede dar cuenta. Discriminar si el grupo está o no en tarea se convierte así en un encargo
prioritario, tarea que el grupo asume en tanto compromiso compartido de realizarla. En el más
puro sentido freudiano, Pichon parte de la superficie psíquica, de la conciencia, evitando como
otros contemporáneos, dar cuenta de niveles profundos, de una manera hasta salvaje.

En este marco, la coordinación se justifica por cuanto su cometido tiene que ver con una eficacia
real: mostrar al grupo sus dificultades de frente al abordaje, incorporar paulatinamente diversos
aspectos que van quedando raleados por los procesos disociativos grupales, confrontar al grupo
con su producción y mostrar su ECRO en operación el que daría cuenta de las posibilidades e
imposibilidades de su accionar.

Por ello, si de la tarea se trata, no queda más que interrogarse sobre la misma, abrir una y otra vez
el cuestionamiento de una acción que se desmenuza y la integra en un juego dialéctico
permanente de metabolización y de producción. Sostenemos, por tanto, la tesis de que para
Pichon la intervención del coordinador constituye el interrogante que emerge del proceso grupal.
Más allá de la manera en que se la formula (y habría que discutir si la forma no podría ser
invalidante de su espíritu), la intervención constituye el emergente grupal crítico, que
problematiza la conclusión grupal: en el fondo no puede dejar de ser una pregunta sobre el cómo,
el para qué, el por qué, el cuándo, etc.

11
Esto no quiere decir que la coordinación es la única que puede hacer preguntas, en todo caso es
una pregunta desde el sitio del 'preguntón' que por constituirse como tal, reniega de su lugar del
saber, lo que no implica que un imaginario grupal le confiera dicho saber por saber, casualmente
y contradictoriamente por saber plantear la pregunta. Es la pregunta que destruye el concreto
pensado, que aborda una reestructuración del mismo sin dejar de generar cierta confusión grupal,
ya que se demuestra de que forma la conclusión previa a la que se arribó no es otra cosa que un
fenómeno ilusorio. 'Cada vez que interviene el coordinador nos hacemos bolas', da cuenta del
desconcierto producido por una intervención que ha abierto más preguntas de las que ha cerrado.
Por tanto, no se trata de explicar nada, menos se trata de construir linealmente; la construcción
no puede ser más que un efecto de diferenciación apuntalada por una determinada resaca grupal,
efecto de una desilusión producida. Preguntarse por la tarea, aludir a cierta desintoxicación
eficientista, sumirse con el grupo en las profundidades de un desconocimiento que se amplía una
y otra vez. 'Salto al vacío o desarrollar el arte de no comprender'. Porque este pensar y sentir en el
grupo y con el grupo la coordinación no puede interrogarse de afuera, en todo caso, si de un
emergente se trata es porque su verticalidad resulta congruente con el momento grupal. A mi
juicio, esta virtud pichoniana de descentrar la transferencia, la horizontaliza a la coordinación: el
imaginario no es una cuestión del narcisismo de un individuo que sufre delirio de auto-referencia,
es un problema de accionar y de descubrir hasta qué punto todos se involucran en la producción y
de qué manera las relaciones de producción pueden ser modificadas.

ESTILOS DE COORDINACION DE GRUPOS


Sabemos que la dificultad del desempeño de este rol, en la práctica, no sólo en relación al manejo,
manipulación de los grupos, sino también en lo que acontece con respecto a la intervención
operativa en un proceso grupal.

Ambas situaciones nos hacen pensar en un rol para producir enfermedad o para promover la
salud grupal.

No cualquier persona, por más voluntad y empeño que ponga en su acción, puede llegar a buen
puerto, sin haber vivenciado lo suficiente, la coordinación, desde el lugar de integrante de un
grupo, y sin haber puesto en práctica ese rol desde la formación de pre-grado. Además ningún
grupo amerita la misma respuesta para la misma situación, y por lo tanto, la experiencia permitirá
pulir el diamante en bruto.

La coordinación es una forma particular de relación entre un sujeto y un grupo. Entre ellos se
comunican y aprenden juntos a la luz de un proceso de acercamiento mutuamente deseante. Es
decir que se llega al momento de la coordinación después del planteamiento de necesidades
comunes. Así, se produce el encuentro entre las necesidades y los deseos del coordinador, con las
necesidades o deseos del grupo.

El coordinador cumple un papel fundamental, cual es, ser facilitador de la comunicación y el


aprendizaje, y participa activamente con el grupo en la construcción de nuevos conocimientos.

El coordinador debería abrir el espacio para canalizar todo tipo de información, no guardándola o
cosechándola para sí, sino, por el contrario, poniendo esa información en juego de modo que
circule. De esta manera el coordinador estaría tomando distancia del lugar del supuesto saber,
aun cuando algunos grupos intenten, muchas veces, colocarlo en él, para posibilitar la autonomía
y el crecimiento del grupo. Si no fuera así, estaría detentando el poder bajo una actitud de
posesión de la verdad.

12
Tiene una función muy activa, ya que se ocupa de señalar al grupo lo que está ocurriendo y
describe sus hipótesis lanzando al grupo a nuevas formas de pensar.

Así, la tarea del coordinador apunta a promover y prevenir la salud de los integrantes, evitando
interpretaciones fuera de encuadre, que resultan agresivas o invasoras.

Las funciones de un coordinador de grupos son múltiples y complejas, enumeramos algunas de


ellas:

 - Crear, fomentar y mantener la comunicación.


 - Promover y proponer actividades que faciliten el vínculo y la tarea.
 - Detectar y señalar los obstáculos que se presentan en la tarea.
 - Visualizar y contribuir a la elaboración y resolución de contradicciones.
 - Analizar las ideologías subyacentes.
 - Promover la indagación y el descubrimiento de nuevos aportes.
 - Mantener y sostener el encuadre dentro del tiempo del grupo.
 - Detectar las situaciones emergentes.
 - Analizar la funcionalidad de los roles.
 - Reflexionar acerca de las relaciones de los integrantes entre sí y con la tarea.
 - Ayudar al reconocimiento de necesidades y objetivos comunes.
 - Hacer explícito lo implícito de la actividad grupal.
 - Acompañar el aprendizaje grupal desde el campo afectivo al conceptual.

El coordinador debe aprender a mirar al grupo y a la tarea como mutuamente modificantes. Esto
posibilitará tener una lectura más profunda del acontecer. Contribuirá a una intervención
pertinente y eficaz, atendiendo al surgimiento de obstáculos. La tarea es esencial para el proceso
grupal y junto con ella, el vínculo que se establece entre los integrantes. Según Pichon-Rivière “el
coordinador mantiene con el grupo una relación asimétrica requerida por su rol específico: el de
copensor. Su tarea consiste en reflexionar con el grupo acerca de la relación que los integrantes
del grupo mantienen entre si y con la tarea prescripta”.

Por lo tanto, el coordinador no puede dejar de observar los dos planos del acontecer grupal: el de
las relaciones entre los integrantes y el de las relaciones de aquellos con la tarea. Es como si se
produjera una interrelación dialéctica permanente. De esta manera podrá visualizar obstáculos en
las relaciones (competencia, malos entendidos) y, otras veces, esos obstáculos estarán en relación
con el objetivo (incumplimiento de la tarea).

Es importante tener en cuenta la interdependencia de estos dos planos:

 - El objetivo grupal encuadra las relaciones de los integrantes (por él se relacionan). Un


conflicto en las relaciones puede obstaculizar la tarea. Por ejemplo, un clima de
desconfianza, un clima violento, un clima depresivo.
 - Las relaciones entre los integrantes permiten la construcción del grupo como tal y la
realización de las tareas que llevan al cumplimiento del objetivo. Las dificultades con el
objetivo conllevan a introducir conflictos en las relaciones. Por ejemplo, si no se pueden
lograr las metas propuestas es posible que comiencen a faltar a las reuniones algunos
integrantes, ante las ausencias el grupo se desarma.

Por lo tanto, el coordinador para evitar la interferencia de obstáculos en el proceso grupal, tiene
que estar atento a los dos niveles de análisis, de lo contrario pueden darse distintas situaciones:

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 a- Si el coordinador no presta atención a la relación con el objetivo, es posible que el
grupo comience a perder efectividad, como si el capitán de un barco dejara el timón y el
barco marchara a la deriva; las tareas se transforman en un “sin sentido”, no se halla la
operatividad, la pertinencia en relación al objetivo y además, aparecen otras necesidades
como más importantes, se priorizan y a veces esas necesidades son también personales.
 b- Si el coordinador no se ocupa de las relaciones entre los integrantes, aparecen
obstáculos propios de las relaciones humanas, que quedan sin resolver, acumulándose
hasta que el problema crea un clima de tensiones poco favorable para la realización de la
tarea.
 c- Si el coordinador dirige su mirada específicamente al corazón de las relaciones, el
grupo gira alrededor de una situación de “Ombliguismo”, transformándose en un grupo
centrado en el grupo. De esa manera se pierde el por qué y el para qué de la integración.
 d- Si el coordinador no tiene en cuenta los obstáculos en ambos planos, cree
ingenuamente que logrará cumplir con los objetivos si el grupo se lo propone, si trabaja
en esa línea. De alguna manera con esta modalidad pasa por alto algo muy importante,
que es: desconocer la “resistencia al cambio”.

Sabemos que es imposible para el coordinador abarcar la totalidad de los fenómenos que ocurren
en el campo grupal. Cada uno hace un recorte de la situación, una lectura determinada que, por
otro lado, no es inocua. En ella se ponen en juego supuestos y concepciones implícitas, tan
arraigadas en el coordinador, como el cúmulo de teorías que cuenta en su haber.

ESTILOS DE COORDINACIÓN.

 Económico: solo se motiva por incentivos económicos, es egoísta y pretende su bienestar


personal por sobre el del conjunto social. Esta manera de concebir a las personas dificulta
la confianza mutua y la organización en el cumplimento de una misión compartida.
 Social: Este líder no le importa tanto el incentivo económico ni el control de las tareas
encomendadas. Atiende más a los sentimientos, al sentido de pertenencia e identidad de
los colaboradores.
 Autorrealizado: este líder su interés es ser y sentirse exitoso y para tener reconocimiento
social y personal. Se auto motiva y autodisciplina por un sentido de orgullo y autoestima
frente a las responsabilidades. Es un liderazgo centrado en el trabajo.
 Complejo: Tiene motivaciones complejas. El liderazgo debe ser situacional (flexible y
adaptable).
 Liderazgo operativo: no hay un estilo bueno, depende de la tarea y los procedentes.
 Protector: No puedes, yo lo hago, Descalifica a los integrantes
 Autocrático: se plantea asimétricamente, jerárquicamente, prejuicioso, dictador, modelo
autoritario. Deberías... tienes que... indica procedimientos sin explicarlos. Ordena y
decide por el grupo, impone orden, proposiciones categóricas, distante.
 Demagógico: puede ser burlón, seductor, sonriente, finge interés, se ofrece como modelo,
actitud de triunfo.
 Dependiente: Temeroso, Sumiso, temeroso, pendiente que le den un lugar, se da por
vencido y de desanima.
 Evitador: desvalorizado en su capacidad intelectual, todo es suficiente, está bien, no
cuestiona, esta como satisfecho y desinteresado.
 Abandónico: Esta centrado en sí mismo.
 Acompañante. Co-pensor: organizador, firme, Serio, es atento y se interesa en el otro
además de que es amable.

14
Grupo y Transferencia en Enrique Pichon Rivière
Carlos Fumagalli

El objetivo de este trabajo es profundizar aspectos del artículo «Transferencia y


contratransferencia en la situación grupal» escrito por E. Pichon-Rivière con la colaboración de
Ana P. de Quiroga en 1970. Para tal fin se incluirán algunas puntualizaciones a la luz de conceptos
extraídos de distintos artículos correspondientes a otros momentos de la obra de E. Pichon-
Rivière. Al mismo tiempo se harán relaciones y comparaciones con otros autores, en particular H.
Ezriel y J. Rickman y un enfoque sobre los fenómenos transferenciales en el encuadre del grupo
operativo.

Ante todo es necesario señalar que E. Pichon-Rivière participa del criterio que considera que la
transferencia no es exclusiva de la situación analítica manifestándose también en otras
circunstancias, distinguiendo entre fenómenos transferenciales y su conceptualización e
implementación técnica, considerando tanto el contexto como el encuadre en que se producen.
Para E. Pichón Rivière la resistencia y la repetición se mantienen como características esenciales
de la transferencia, relacionando estos conceptos al obstáculo, la resistencia al cambio y el
estereotipo.

Transferencia y Grupo Interno

También y como punto a destacar corresponde decir que su propuesta sobre la transferencia en la
situación grupal. E. Pichón Rivière la desarrolla a partir de la idea de una dramática interna que
tiene una dimensión inconsciente, del mundo interno configurado como un escenario, del
argumento que organiza el grupo interno del sujeto, concepto central y antecedente fundante de
la psicología social.1 Es por esto que al referirnos a la transferencia en grupo puede decirse que los
sujetos intentan poner en escena su dramática interna, su argumento interno, produciéndose un
encubrimiento de las personas reales presentes en el grupo actual por «personajes» que remiten a
la historia del sujeto.

La indagación del grupo interno y su confrontación con el grupo externo, su carácter dialéctico o
dilemático es un referente básico en el pensamiento de E. Pichon-Rivière; grupo interno que tiene
su fuente y origen en las experiencias del sujeto en su contexto familiar cumpliendo una función
de modelo de posteriores experiencias, con un desarrollo progresivo y complejización en función
del proceso de socialización.

Es con el antecedente de haber caracterizado el mundo interno como grupo interno, como
estructura dinámica con una permanente movilización de objetos, de vínculos, de experiencias
internalizadas con connotación afectiva y simbólica,*que E. Pichon-Rivière define a la
transferencia como «proceso de adjudicación de roles inscriptos en el mundo interno de cada
sujeto»

En el marco de esta perspectiva la comprensión de los fenómenos transferenciales requiere incluir


como idea complementaria las características dramáticas que tiene el grupo, en tanto personas en
interacción compartiendo un tiempo y un espacio. E. Pichon-Rivière sostiene en el artículo citado:

«La estructura interaccional del grupo no sólo permite sino que estimula la emergencia de
fantasías inconscientes. A esto nos hemos referido cuando hablamos del modelo dramático. La
fantasía inconsciente, crónica del acontecer intrasubjetivo del grupo interno del sujeto, el grupo

15
interno de cada integrante y el grupo externo poseen un común denominador: la estructura
dramática. Por drama entendemos la acción que relaciona personas por medio de la
comunicación, siendo el rol el instrumento del encuentro, que determinará formas de interacción
y que excluirá otras».

Es entonces desde esta línea de pensamiento que la situación grupal tiene para los sujetos las
características de una puesta en escena, cumpliendo el grupo la función de espacio transicional en
el que el sujeto tiende a dramatizar sus argumentos internos; espacio grupal en que las escenas
grupales que se despliegan, de las que el sujeto es a la vez «coautor», son a su vez convocantes de
escenas, de personajes internos y de niveles arcaicos del psiquismo. Son las escenas internas
connotadas por una dramática significativa para el sujeto, las que al ser proyectadas producen
fenómenos transferenciales.

E. Pichon-Rivière, H. Ezriel y J. Rickman

En «Transferencia y contratransferencia en la situación grupal» E. Pichon-Rivière incorpora a su


propuesta algunas conclusiones de H. Ezriel sobre la transferencia en grupos. Este autor afirma
que los residuos de conflictos infantiles no resueltos constituyen fantasías inconscientes sobre las
relaciones del individuo con sus objetos. Son estas fantasías las que determinan las tentativas del
individuo para establecer una clase de relación específica entre sí mismo y los objetos del mundo
exterior. En un grupo, los miembros proyectan sobre los otros su objeto fantasmático y tratan de
hacerlo conforme a su propio deseo. Si hay concordancia en lo proyectado cada miembro
desempeñará un rol y se advertirá una «tensión común» que Ezriel denomina «común
denominador» de las fantasías inconscientes.

Para Ezriel la transferencia del sujeto en un grupo es una resultante de la actitud frente al «común
denominador» grupal respecto a la cual asume diferentes roles, poniendo en escena, conflictos no
resueltos. La transferencia Ezriel no la considera exclusivamente como una relación con la figura
del coordinador, sino que se establece respecto de un «común denominador» en cuya formación
participan todos los integrantes. Para este autor serían las diferentes experiencias individuales
frente a la situación edípica la razón determinante de los distintos roles asumidos y adjudicados.

E. Pichon-Rivière incorpora ideas de Ezriel con coincidencias respecto a lo disposicional de la


transferencia como conflicto inconsciente que da lugar a su expresión dramática, pero las
refuncionaliza y redefine a partir de conceptos propios: el concepto de portavoz y la articulación
de lo vertical y lo horizontal, nociones fundamentales en la comprensión del acontecer grupal que
tienen por antecedente la indagación de la dinámica del grupo familiar, relacionados a la vez a la
teoría del emergente. A diferencia de Ezriel puede pensarse que en E. Pichon-Rivière el ínter
juego entre asunción y adjudicación de roles como serie de encajes recíprocos remite tanto a la
historia previa del sujeto, («prehistoria grupal configurada por las fantasías básicas de los
sujetos»), como a la historia grupal que están compartiendo y a la dinámica de las depositaciones.

E. Pichon-Rivière clarifica plenamente su perspectiva marcando las diferencias al tratar lo


histórico en el grupo, como problema que remite a la relación sujeto-grupo. Hace para esto
referencia al punto de vista de J. Rickman, quien fue uno de los primeros analistas en interrogarse
sobre la transferencia en grupos.

Para Rickman existía diferencias entre lo que denominó una psicología unipersonal, bipersonal,
tripersonal y multipersonal. La psicología multipersonal corresponde al plano del grupo y su
conceptualización requiere de la comprensión de las «fuerzas psicológicas» que operan cuando
varios individuos están reunidos. Para este autor una de las diferencias entre la situación analítica
individual y grupal resulta de considerar la infancia que tiene todo sujeto por haber pasado por

16
una etapa de inmadurez y dependencia, circunstancias que permitirían comprender la
transferencia en un sentido cronológico e histórico como reminiscencia de situaciones infantiles
que se reactualizan en la relación analítica.

Si los grupos como dice Rickman carecen de una historia en términos de infancia, de alternativas
de desarrollo, es válido plantearse como cuestión pertinente a la transferencia, qué ocurre en los
grupos desde el punto de vista histórico: «¿cuál es la historia de un grupo? ¿Qué es lo arcaico en el
grupo? “como lo hace E. Pichon-Rivière.

En otros términos: ¿qué ocurre en los grupos en tanto estos no tienen una única historia infantil
en el análisis de la transferencia?, ¿es válido hablar de una transferencia grupal?, ¿cómo se
interpreta la transferencia?

La problemática epistemológica que surge de la relación sujeto-grupo en el campo de la


transferencia grupal. E. Pichon-Rivière la resuelve desde el análisis de la relación dialéctica
individuo-grupo. Con respecto a esta temática corresponde recordar que E. Pichon-Rivière
siempre estuvo atento al problema de marcar las diferencias entre » grupos centrados en la tarea»
y otros tipos de grupos desde criterios relacionados a la técnica y que hacen al modo de abordar la
transferencia.

Los problemas epistemológicos que presentan la grupalidad han estado significativamente


presentes en el pensamiento de E. Pichon-Rivière. En l963 al concluir el Prólogo del libro de F. K.
Taylor «Un análisis de la Psicoterapia Grupal» decía: «…ese «empirismo caótico» a que se refiere
Pontalis. Evidentemente, una tarea nos hace falta realizar: la ubicación ideológica de los distintos
esquemas referenciales empleados. La acusación de «artificialismo» a veces bien fundada, lo
mismo que la de cierta «mistificación».

F. Bourricaud escribe a propósito de esto: «El estudio de los pequeños grupos sin pasado, sin
localización territorial precisa, resulta peligroso cuando sólo hace uso de mecanismos psicológicos
superficiales y pone de manifiesto los estereotipos, dejando escapar la profundidad espacial, el
espesor temporal de la realidad social»

Objetos Transferenciales

Para E. Pichon-Rivière el campo grupal se caracteriza por «transferencias múltiples», es decir por
la presencia de múltiples objetos transferenciales. Encontramos aquí un enfoque que tiene
semejanzas con el propuesto por A. Bejerano, quien plantea cuatro tipos de objetos
transferenciales, tres interiores al grupo a) transferencia central: el coordinador; b) transferencias
laterales: los otros participantes; c) el grupo como tal.) y un objeto exterior al grupo: el mundo
exterior.

“Las fantasías transferenciales emergen tanto en relación con los integrantes del grupo como en
relación con la tarea y el contexto en el que se desarrolla la operación grupal» (E. Pichon Riviere.
Transferencia y contratransferencia en la situación grupal. ).

«Frente a esta tarea o frente al grupo como totalidad los integrantes experimentan ciertos signos
de fantasías inconscientes que en ese momentos son compartidas» (E. Pichon-Rivière. El concepto
de portavoz.)

Tarea y Transferencia como hipótesis de Trabajo

17
«La transferencia debe ser entendida como la manifestación de sentimientos inconscientes que
apuntan a la reproducción estereotipada de situaciones, características de la adaptación pasiva».
(E. Pichon-Rivière. Transferencia y contratransferencia en la situación grupal)

«El abordaje de los procesos transferenciales que tiñen la interacción grupal deber tener en
cuenta esa relación básica: grupo-tarea». (E. Pichón Rivière. Transferencia y contratransferencia
en la situación grupal)

En «Transferencia y contratransferencia en la situación grupal» E. Pichon-Rivière establece


significativas relaciones entre transferencia y aprendizaje. Se refiere al aprendizaje como
apropiación de la realidad que implica reestructuración de los vínculos, al fracaso en el
aprendizaje de la realidad como fracaso de la integración, a un saber previo que puede llegar a
impedir el cambio, a un sujeto que requiere reconocerse como temporal en un aquí-ahora en
relación con su pasado a la vez que con un proyecto que lo incluye existencialmente.

A partir de estos conceptos, que entre otros forman parte del esquema referencial del coordinador
de un grupo operativo, la transferencia desde un punto de vista teórico-técnico tendría el carácter
de una hipótesis de trabajo basada en el criterio de que la tarea se realiza en transferencia. Como
fenómeno, una de sus significaciones es la de manifestarse como un tipo de obstáculo relacionado
a un estado de inhibición en el proceso de aprendizaje, presentándose como resistencia
(resistencia al cambio) desdibujándose así la tarea como objetivo explícito a la vez que referente y
valor permanente del encuadre.

A nivel latente los contenidos reprimidos o disociados son los que otorgan significación a los
distintos objetos transferenciales: grupo, integrantes, contexto, coordinador y a la misma tarea4.
La indagación de este nivel por parte del coordinador es la que posibilita comprender la evolución
y articulación de los «componentes emocionales» que se generan durante el proceso grupal y que
pueden ser evaluados según el grado de integración o escisión.

Desde un punto de vista teórico-técnico la relación grupo, coordinador, tarea ha tenido múltiples
y significativos desarrollos. En función del tema que nos ocupa resulta interesante recordar la
propuesta que hizo Ernesto C. Liendo, al señalar que “cada emergente grupal está sometido a
cinco presiones estructurales: la estructura individual, la estructura grupal, el coordinador, la
tarea y la institución a la que el grupo pertenece».

La estructura grupal incluye al coordinador y pone en evidencia situacional el vínculo


transferencial (transferencia central) resultante del momento que está atravesando el grupo frente
a la tarea manifiesta: momento paranoide, depresivo o confusional, adquiriendo entonces el
vínculo transferencial el carácter de transferencia instrumental (en esta circunstancia el
coordinador pasa a ser depositario de la tarea del grupo) basada en la disociación, la depositación
de ansiedades y la adjudicación de rol. Este autor relaciona, aunque no los considera equivalentes,
las vicisitudes del vínculo idealizado o persecutorio a los supuestos básicos de dependencia y
ataque y fuga de W. Bion, y reflexiona sobre la contratransferencia señalando la posibilidad que
por contra identificación el coordinador no comprenda el acontecer latente de la estructura
grupo-coordinador-tarea.

Lo antes mencionado está orientado a subrayar cómo el obstáculo en su significación


transferencial puede ser comprendido como un «producto de la realización misma de la tarea»
constituyéndose un vértice de lectura que considere los fenómenos transferenciales en la
situación grupal, entre los que se pueden incluir los supuestos básicos de Bion como fenómenos
idiosincráticos de grupo, enmarcados en la representación que tienen los sujetos de la tarea a
realizar.

18
Otras Referencias sobre la Transferencia en E. Pichon-Rivière

Tal como fue anticipado para profundizar lo expuesto desde el pensamiento de E. Pichon-Rivière,
nos proponemos hacer un recorrido de tipo diacrónico a través de su obra.

Como antecedentes de su propuesta podemos considerar «Teoría del Vínculo» donde se refirió a
la transferencia como un vínculo interno que es «ficticio» en tanto el analista tiene las
características de una figura anterior, en otros términos, reviviendo el analizado a través del
analista el vínculo con los primeros objetos. Lo característico de la transferencia sería entonces un
ínter juego entre el pasado y el presente, la reedición de una modalidad de relación, un revivir sin
recordar. La transferencia puede ser caracterizada entonces como «reedición de modelos de
vínculos inscriptos en el mundo interno» o «como modelos de relación vigentes en el mundo
interno».

«No existen relaciones impersonales ya que el vínculo de dos se establece siempre en función de
otros vínculos históricamente condicionados en el sujeto y que acumulados en él, constituyen lo
que llamamos el inconsciente…. Entonces, cuando deposita sobre otro sujeto mediante el
mecanismo de desplazamiento o de proyección un determinado objeto interno, establece con él
un vínculo ficticio, como lo es por ejemplo el vínculo transferencial, donde el analista llega a tener
las características de una figura anterior y tiene operancia en el tratamiento justamente por eso:
porque a través de la transferencia se puede revivir el vínculo primitivo que el paciente tiene con
sujetos primarios, de su primera época de vida. De esa manera se puede rectificar la naturaleza de
esas imágenes y hacer el aprendizaje de la realidad, el aprendizaje en sentido general». (Teoría del
vínculo).

En «Teoría del vínculo» también se refiere al análisis de los contenidos latentes que están en
relación con los vínculos racionales en un proceso dialéctico «en términos de espiral».

«Un vínculo racional con alguien siempre incluye una situación latente, podemos decir irracional;
entonces ese vínculo irracional es lo que se volverá racional durante el proceso de análisis»

Respecto a la regresión en la transferencia:

«Durante el mecanismo de la regresión se hace más superficial lo profundo. Es una actualización


de estratos profundos que se vuelven operantes a través de un pattern de conducta que se
reactiva»

«… hacer una regresión y repetir en la transferencia una pauta de conducta anterior, revivir una
situación histórica determinada, rectificarla en el contexto de la situación psicoanalítica actual y
aprender de nuevo como si hiciera un re-aprendizaje de lo que vive»

E. Pichon-Rivière en una «Nueva problemática para la psiquiatría» se refiere indirectamente a la


transferencia diciendo «El perturbador de todo el contexto de conocimiento es el tercero, cuya
presencia a nivel del vínculo y del diálogo condiciona los más graves disturbios de la
comunicación y del aprendizaje de la realidad”. Recordemos que noción de vínculo sustituyó a la
noción de relación de objeto, que en esta oportunidad definió como una Gestalt que es al mismo
tiempo bipersonal y tripersonal incluyendo la dimensión temporal.

Al escribir el prólogo al libro de David Liberman «La comunicación en terapéutica psicoanalítica»


hace un enunciado equivalente:

“Otro punto de partida y que forma parte de su esquema referencial, conceptual y operativo es el
de considerar al proceso psicoanalítico como un proceso dialéctico, en espiral, con la intervención

19
bicorporal, pero siempre tripersonal, que el tercero «escamoteado», negado, etc. de la situación
triangular aparece como el «modificador del campo» y puede ser comparado con el ruido en la
teoría de la información».

También en «Grupos Operativos y Enfermedad única» trabajo sobre psicoterapia grupal, E.


Pichon-Rivière se refiere a la técnica de grupo operativo diciendo:

«Implica el análisis de los aspectos referentes a la transferencia en el grupo, que se expresa a


través de un portavoz, quien expresa algo en relación (vínculo positivo o negativo) con el
coordinador y que en un primer período es dispersa, escindida en pedazos, caótica, débil,
inestable y que a medida que progresa la tarea del grupo va mostrando mayor cohesión»

También se refiere en este trabajo a la contratransferencia relacionándola a los estilos de


liderazgo.

En un texto anterior, «La noción de tarea en psiquiatría» relaciona transferencia con pretarea
diciendo «En el contexto de la situación terapéutica correctora, la situación transferencial y
contratransferencial ocurre principalmente en el ámbito de la pretarea». Sabemos que este
enunciado se hace especialmente significativo en el análisis del proceso grupal y en particular en
la etapa inicial del grupo.

En 195l en «Algunas observaciones sobre la transferencia en los pacientes psicóticos» E. Pichon-


Rivière se refiere extensamente a la transferencia desde un marco de referencia que incluye ideas
de S. Isaacs sobre la fantasía inconsciente y la teoría de M. Klein sobre las posiciones Esquizo-
paranoides y depresivas, relacionando la situación transferencial con la identificación proyectiva
(es la identificación proyectiva que configura, según mi experiencia, muchos aspectos de la
situación de transferencia), mecanismos de control y apaciguamiento del perseguidor.

“En la situación transferencial el paciente repite fantasías que tuvo durante los primeros años de
su vida y que constituyen el contenido profundo de la situación transferencial en lo que se refiere
al impulso hacia el objeto como a los mecanismos de defensa que están incluidos como un todo
en la situación»

Esta perspectiva, aunque modificada la volvemos a encontrar en 1970. “Lo transferido serían
fantasías incluidas en el establecimiento de los vínculos tempranos…»

Otras consideraciones

En el artículo que es motivo del presente trabajo E. Pichon-Rivière profundiza la relación pasado-
presente como instancias temporales al afirmar que la transferencia en el pasado implica el
rechazo de un deseo, agregando que el rechazo se sitúa en una estructura vincular y será
«provocado por una sentimiento en relación al objeto» planteando entonces que el proceso
transferencial permitiría inferir las características del estancamiento en el aprendizaje de la
realidad, completando esta idea al indicar que la repetición es reproducción opuesta al
aprendizaje. Si seguimos una de las perspectivas que propone Freud respecto a la transferencia,
puede decirse que el contenido del deseo aparece como presente y no como pasado, que el sujeto
no recuerda, que repite en vez de recordar.

Este criterio estaría presente en Pichon-Rivière: el recuerdo como referencia del pasado es lo que
le permitiría al sujeto reubicarse respecto a su deseo, al «otro» de su deseo. Pero en tanto el sujeto
no tiene signos de su pasado el deseo como afecto es vivido como presente ligándolo a otra
persona estableciendo una «falsa conexión”, un «falso encuentro», una conexión que se establece

20
por «analogía emocional» correspondiente a otra situación, a otro o entre otros, en otro lugar, en
un antes que representa a la vez una situación de ansiedad. De esta manera se reactualizaría el
conflicto que lo llevó a reprimir; si el sujeto recuerda, el pasado se desactualiza, lo histórico es
resignificado desde el presente, reelaborando así sus experiencias anteriores.

Por último es indicado incluir algunas aclaraciones que sobre el concepto de transferencia en E.
Pichon-Rivière hiciera Ana. P. de Quiroga en algunas de sus clases al referirse al tema. Para E.
Pichon-Rivière la transferencia sería un proceso presente en toda interrelación entre mundo
interno-externo con la siguiente aclaración: el carácter resistencial de la transferencia lo refiere al
hecho de que esta se intensifique o se congele. El fundamento de este enfoque radica en el hecho
de que no nos podemos conectar con otros sino desde los modelos previos. Desde la definición de
la transferencia como «actualización de modelos vinculares inscriptos en el mundo interno» se
revaloriza lo transferencial situándolo no sólo en el terreno de la resistencia, debido a que no
podemos aprender algo nuevo si no es ubicándonos desde lo conocido. Sería resistencial cuando
se intensifica encubriendo de manera significativa una realidad externa, operando entonces como
obstáculo en el conocimiento de una nueva realidad vincular estereotipándose.

Al concluir estas puntuaciones sobre el concepto de transferencia en la obra de E. Pichon-Rivière,


que seguramente pueden ser ampliadas, corresponde aclarar que he tratado de destacar una línea
de pensamiento que si bien presenta modificaciones se mantiene en lo esencial. Cuando E.
Pichon-Rivière desarrolla el concepto de transferencia situándolo en el proceso grupal,
relacionándolo a la vez con la técnica de los grupos operativos, nos encontramos con un texto de
cuya temática puede decirse, una vez más, es inherente al pasaje del psicoanálisis a la psicología
social.

“Cada grupo repite la experiencia grupal de miles de años, experiencia sagrada que se repite una y otra vez
pero que al mismo tiempo es fuente de creación.”

Hugo Basile

NIVELES DE ARTICULACIÓN DE LA TRAMA VINCULAR


COORDINADOR – GRUPO – TAREA.
Si abordamos la transferencia grupal, como expresada desde un portavoz, debemos referir el tema
a un esquema dinámico que utilizaba Pichon-Rivière: “el esquema de las tres D”. En términos
generales decimos que en el contexto del grupo operativo, el depositario es el grupo que desplaza
en uno o varios sujetos que emergen como portavoces, una fantasía. Para Pichón la fantasía se
presenta como una escena, donde el sujeto se instala en una situación de impotencia, expectante
y pasivo, reeditando estilos de relación.

Nuestro planteo es que no solo reedita para no recordar sino que estructura la escena como modo
de resolver, en el aquí y ahora, lo que en otro tiempo y espacio no fue satisfecho. Este intento
apunta a una búsqueda de aquella situación vincular inicial que sí lo satisfizo. Es la necesidad,
escenificada como deseo, lo que pone en marcha el proceso de intercambio.

Lo que vemos es que frente a la situación, el sujeto reitera situaciones conflictivas, estereotipado,
impotentizado y paralizado. El grupo tiende a depositar masivamente el obstáculo en ese
portavoz o en varios portavoces, como mecanismo de preservación.

21
Esta escena se estructura en términos de roles, porque estos operan como los instrumentos
concretos de interacción. Lo que vemos coexistiendo es que todo intento de cambio se entrelaza
dialécticamente con la resistencia que opera como miedo.

La transferencia es resistencia, es repetición, pero al mismo tiempo es proyecto, intento de


modificación de aquello que está enquistado y no resuelto.

Es la contradicción resistencia – proyecto, lo que lleva a que el coordinador interprete los niveles
de disociación en que se escenifican las dicotomías entre el hacer, el pensar y el sentir, en la
construcción de las relaciones recíprocas de los integrantes entre sí y con el objeto de
conocimiento. Estos movimientos alternantes y coexistentes llevan a procesos de
desestructuración y reestructuración, que emergen como cualidades nuevas, reactivando modos
de intercambio primarios, que configuran situaciones de resistencia. Estos movimientos de
progresión – regresión constituyen la característica central del proceso.

Ana P. Quiroga señala que la reedición está determinada por diferentes causas, incluyendo un
factor disposicional, desde un ayer que adquiere características de un hoy, y en segundo lugar,
alguna escena actual que entre en consonancia con la interna y que actúa como desencadenante.
Diríamos que la escena actual desencadenante se constituye en emergente en tanto vehiculiza
distintos aspectos de cada uno de los integrantes, que le permite reconocerse, identificarse con la
situación.

Es entonces cuando el coordinador funciona como un depositario “operativo”, en tanto contiene


en sí, traduce, descifra, el significado de este deslizamiento.

Desde este lugar Pichón plantea que el restablecimiento grupal de una trama vincular reactiva la
estructura y dinámica del propio grupo interno, con el cual todo sujeto se incluye en el grupo.

Es por esto que decimos que el grupo es inicialmente un ámbito, un escenario donde se despliega
lo intrasubjetivo desde lo intersubjetivo, desde las formas actuales de interacción

Pichon-Rivière: Dinámica grupal y fantasías inconscientes


El concepto de fantasía inconsciente es un concepto definidamente freudiano que Pichon-Rivière
retomó con el fin de aplicarlo a la dinámica de los grupos.

El primer problema a enfrentar es el del discernimiento entre las fantasías y aquello que llamamos
realidad. Así, podemos preguntarnos qué es una fantasía sino es una realidad. Esta paradoja la
enfrentó también Freud cuando hizo explícito que, en verdad, era necesario diferenciar entre dos
realidades: la realidad de los hechos y la realidad psíquica. Es decir, no estamos hablando de algo
que no existe, que es la fantasía, y algo que sí existe, que es la realidad. Po otra parte, las fantasías
operan continuamente en nosotros, están presentes siempre, y no únicamente en espacios
pasibles de ser encuadrados.

Características de las fantasías:

 En primer lugar, en todas las fantasías el sujeto que fantasea está siempre presente, ya sea
como actor o como espectador;
 Las fantasías no son imágenes visuales aisladas, sino que hay una trama: las escenas están
estructuradas como si formaran parte de un guión;
 Algo dentro del sujeto provoca las fantasías. Para Freud éstas constituían una expresión
de deseos; más específicamente, deseos prohibidos, y por lo tanto deseos inconscientes.

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Partiendo de esta idea de que en el origen de toda fantasía es posible rastrear un deseo
que la motiva y la explica, Freud sostiene que sería lícito decir que el “dichoso nunca
fantasea; o sea, la fantasía surge ante una situación de desdicha para obturar la diferencia
entre la carencia y la satisfacción. Según esta dialéctica, la fantasía sería la primera
estrategia para alcanzar la satisfacción.

Pichon retoma estas nociones para relacionarlas con las fantasías que se producen en el grupo.
Según Pichon el grupo posibilita la emergencia de fantasías como resultado del encuentro con los
otros, con el encuadre y con la tarea. En relación a esto afirma: “La estructura interaccional del
grupo no sólo permite sino que estimula la emergencia de fantasías inconscientes.”

El factor facilitador por el cual se produce este incremento del fantasear puede ubicarse en la
existencia de un común denominador entre las fantasías y el grupo.

El grupo es un espacio dramático que Pichon denomina mundo o grupo interno. Lo define como
“una crónica interior de la realidad exterior”. No es fiel ni textual respecto de la realidad exterior;
más bien la realidad la vamos a interpretar e interiorizar de acuerdo al sentido que le demos en
ese mundo interno que también tiene su propia historia y que se va estructurando a partir de las
primeras experiencias infantiles de satisfacción con los primeros personajes.

El grupo sería, según esta mirada, la mejor pantalla porque coincide con esta articulación
dramática. Es decir, el grupo es una estructura dramática que va a configurar escenas y por medio
del encuadre se buscará decodificar esta fantasmatización provocada.

Según Anzieu, “los integrantes de un grupo están en él de la misma manera como se ingresa en un
sueño”. ¿Qué hacemos al replegarnos en el dormir? Nos distanciamos de la realidad, nos
concentramos en nosotros. Del mismo modo, cuando entramos en un grupo, necesitamos
apartarnos de la realidad concentrándonos en el espacio grupal. En el sueño se encienden
nuestras fantasías; la realidad retorna pero transformada. Ocurre lo mismo en el grupo: entramos
al grupo y dejamos fuera la realidad; nos apartamos de ésta para reencontrarnos en nuestro
espacio grupal con otra realidad diferente. Asimismo, en el grupo las fantasías también pueden
revestir el matiz de realización de deseos.

Ahora bien, el hecho de que en el grupo confluyan las fantasías de distintos individuos puede
llevar a una serie de fenómenos:

 El repliegue, o sea que algún miembro pueda sentirse jaqueado o amenazado; o bien que
se imponga el silencio o se brinde un tiempo para encontrarse;
 la coincidencia, esto es, que nuestras fantasías coincidan con las de los otros;
 la negación de una fantasía, por la cual alguien le desmiente a otro miembro lo que trae
como emergente;
 la dominancia, es decir, la fantasía de un miembro incluye al resto.

El grupo existirá como grupo cuando se pueda estructurar un denominador común. Dicho
denominador común es el que promueve la resonancia. Y uno de los objetivos será precisamente
develar el denominador común de las fantasías.

“Las fantasías se expresan por medio de uno o varios portavoces, quienes dan indicios que
permiten al coordinador la decodificación de la adjudicación de roles” (Pichon-Rivière)

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Según su óptica, interpretar a un grupo es iluminar y confrontar dos tiempos: el presente, el aquí
y ahora de la situación grupal, y el tiempo pasado de nuestra fantasmática, en el cual fue
estructurada.

Pichon afirma que el trabajo del coordinador es un trabajo “arqueológico”, en el sentido de ir


trabajando la prehistoria del grupo, o sea, la historia individual de sus integrantes, por la cual se
fueron configurando las fantasías. En esa dinámica, el portavoz será quien intersecte lo vertical,
es decir, su propia historia, con lo horizontal, que es lo compartido por el grupo, el denominador
común que los atraviesa.

LA RESONANCIA FANTASMÁTICA
Lo que ocurre con la resonancia fantasmática en el grupo. En la medida que un integrante
presenta un fantasma cuya estructura es más o menos cercana a los fantasmas de los demás
integrantes del grupo, con más facilidad o dificultad empezarán los otros a vibrar en la misma
longitud de onda.

Para llegar al concepto más amplio de resonancia fantasmática, Anzieu hace todo un recorrido.
Primero, habla de la doble referencia. Dice que hay una relación entre los mitos populares y las
fantasías inconscientes. No hay sociedad que no tenga mitos, leyendas, creencias, de la misma
manera que no hay individuo que no tenga fantasmas. El fantasma le hace eco al mito. El
fantasma resuena en la medida que existe el mito, que da un sonido. Y a su vez el mito le hace eco
al fantasma. Es una reproducción y retroalimentación constante donde es indistinto determinar
qué es lo primero y qué lo posterior. A esto se refiere el fenómeno de la doble referencia. Los
mitos populares son desarrollos que intentan dar una explicación a la organización política,
geográfica, cosmológica, etc. de los pueblos. Los mitos darían cuenta de las fantasías
inconscientes de los individuos que componen una sociedad.

Algunos miembros del grupo le van a servir a otros como soportes para sus pulsiones, es decir,
puntos de identificación con los cuales un sujeto puede identificarse con otro. En esto se basa la
resonancia fantasmática, que es el agrupamiento de algunos miembros del grupo sobre uno de
ellos, el cual les hace ver a los demás, a través de sus palabras, de sus conductas, de actos de
cualquier tipo, sus fantasmas individuales inconscientes.

La resonancia se da cuando varias personas se encuentran y cada uno proyecta su fantasma


individual inconsciente sobre los otros y trata de hacer actuar a los otros de acuerdo al fantasma
propio. Si ello corresponde a los fantasmas individuales de cada uno de los otros, los otros van a
jugar ese rol que le ha adjudicado el portador del fantasma, estableciéndose de esta una tensión
común. El concepto de tensión común es fundamental, es el principio de la resonancia
fantasmática y es el principio de la situación grupal, porque a partir de ella se van a desarrollar
todas las ideas que posteriormente culminan en el desarrollo que hace la escuela francesa sobre el
"aparato psíquico grupal".

Con el concepto de resonancia fantasmática se intenta abandonar la teorización de una fantasía inconsciente
grupal. Se plantea entonces que en los grupos las fantasías son individuales, y aunque puedan ser
compartibles, no por eso dejan de ser individuales.

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¿PARA QUÉ SIRVE EL GRUPO OPERATIVO DE APRENDIZAJE?
¿PARA QUÉ ESTÁN EL COORDINADOR Y EL OBSERVADOR?
ALEJANDRO SIMONETTI

Los alumnos de las Escuelas de Psicología Social suelen hacerse estas preguntas cuando, después
de escuchar una clase teórica, los dividen en grupos pequeños, con las sillas en rueda y les
proponen que hablen libremente sobre el teórico que escucharon.

Como uno o una de la rueda se presentó como coordinador o coordinadora y presentó a otro u
otra como observador u observadora, que tomará nota de lo que se hable en el grupo, a veces
alguno de los alumnos le pide, a la persona que dijo que coordinaría al grupo, que aclare algún
tema que para él no quedó claro en la clase.

Habitualmente, la persona que coordina le pregunta al resto de los integrantes que digan lo que
les parezca sobre la pregunta del compañero, lo que a algunos les causa extrañeza, porque les da
la impresión de que la persona que coordina se niega a lo que parecería ser parte de su función:
continuar enseñando el tema en cuestión.

A veces la persona que coordina explica que su función es ayudarlos a comunicarse entre sí sobre
lo que entendieron del teórico, sus dudas, las preguntas que pueden hacerse entre ellos, la
relación coincidente o divergente con sus experiencias personales sobre el tema, sus lecturas al
respecto o cualquier tema que les parezca oportuno relacionar con el teórico.

Esta situación es consecuencia de la aplicación al aprendizaje de un dispositivo grupal que creó


Enrique Pichon-Rivière y un grupo de psicoanalistas, psicólogos, sociólogos y personas de otras
profesiones, que colaboraron con él para crear una manera de coordinar grupos que aprovechara
los conocimientos previos de las personas del grupo que enriqueciera, al ser comunicados y
conversados, el proceso del grupo hacia su objetivo, cualquiera que fuera.

Enrique Pichon-Rivière era psiquiatra y psicoanalista y aportó a las ciencias sociales el


descubrimiento del psicoanálisis sobre la influencia de las experiencias infantiles de las personas
sobre las posiciones que toman ante los diferentes temas.

Por ejemplo, si el tema es la familia, es probable que no sean idénticos los sentimientos de alguien
criado en una familia numerosa que los de un hijo único.

Un tema determinado produce en cada persona sentimientos que pueden dificultar o facilitar la
percepción de un tema y ver o no ver determinados aspectos de ese tema.

Del mismo modo, la sociología y la antropología le enseñaron a Pichon a darse cuenta de que el
origen social, el tipo de cultura o la situación económica actual o pasada de una persona también
afectan la percepción de un tema y permiten a unos ver aspectos del tema que otros no perciben.

Si se discute sobre la alimentación vegetariana, por ejemplo, no es indiferente, para la posición


que tome, que la persona trabaje de carnicero o de verdulero.

Poniendo a un grupo de personas a conversar sobre un tema teórico, cada uno podrá aportar
percepciones que su infancia, su clase social, su origen cultural y su actual o pasada situación
económica le facilitan o dificultan ver y que las otras personas no perciben.

25
Estas influencias de la infancia y la situación social de cada uno son volcadas al grupo, a través del
diálogo, en situación de paridad, sin que nadie, ni siquiera quien ejerza la coordinación del grupo,
determina quién dice o no dice la verdad.

Es imposible la objetividad absoluta, la verdad sobre el tema, pero, al escuchar otros puntos de
vista, cada uno podrá mirar el tema “con los ojos” de sus compañeros, moviendo
momentáneamente su punto de vista al punto de vista de los otros compañeros, logrando lo que
Pichón llama una “objetividad creciente”, que nunca será absoluta, pero que irá creciendo a
medida que uno incluye en su manera de ver, aspectos de la manera de ver de los otros que le
parecen aceptables.

El coordinador y el observador también están influenciados, en su percepción, por todas esas


influencias de su vida pero, como deben funcionar como mediadores entre los puntos de vista de
los otros integrantes y facilitar la comunicación de sus percepciones, se abstendrán de aportar sus
posiciones, dado el lugar de poder que suele atribuirse a los que ocupan funciones especiales
dentro del grupo y evaluar el proceso de aprendizaje de los alumnos.

La verdad es la representación del tema en la mente de los integrantes y es imposible, dada la


influencia de los factores nombrados, que constituyen su subjetividad, una objetividad absoluta.

Pichon define al grupo operativo como “un grupo centrado en la tarea”.

Le pide al coordinador que acompañe a los alumnos, con sus intervenciones, para que expresen lo
que ven, sienten, piensan y hacen en sus vidas cotidianas, sobre el tema de la clase teórica que
escucharon.

Dice que la “tarea explícita” del grupo operativo es hacer aquello para lo que el grupo existe.

En el caso del grupo operativo de aprendizaje, la tarea explícita es hablar de lo que ven, sienten,
piensan y hacen en su vida cotidiana sobre el tema del teórico, coincidiendo o no con lo que dijo
el docente y lo que afirman sus compañeros de grupo.

Pero Pichon también afirma que “bajo esa tarea explícita”, el grupo operativa tiene la “tarea
implícita” de elaborar, entre todos, las diferencias de puntos de vista procedente de las
subjetividades de cada integrante.

Esa “tarea implícita” implica que los integrantes del grupo se conozcan entre ellos, que cada uno
tenga una “representación interna” de sus compañeros, para comprender los motivos que pueden
estar influyendo en sus posiciones.

A esto le llama Pichon una “mutua representación interna”.

 No es lo mismo, para comprender el punto de vista de una integrante sobre el tema


familia, saber o no saber que es una madre de seis hijos o una persona soltera.
 No es lo mismo saber o no saber que es empleador de una pequeña empresa o un
empleado de oficina.
 No es lo mismo saber que es hijo único o el mayor de varios hermanos.
 No es lo mismo saber o no saber que es un habitante urbano desde su niñez o alguien
criado en una aldea de un pueblo originario.

Pero estos conocimientos entre ellos tienen un solo objetivo: descubrir los factores que pueden
estar influyendo en su percepción del tema teórico que se desarrolló en la clase, lo que constituye
su tarea explícita.

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Un grupo operativo de aprendizaje se diferencia en eso de un grupo operativo terapéutico, donde
las personas se conocen para modificar aspectos de su personalidad que le ocasionan sufrimiento.

Esto no quiere decir que el grupo operativo de aprendizaje no produzca efectos saludables en las
personas, dado que puede satisfacer la necesidad humana de expresar las propias posiciones y
sentimientos en grupos humanos donde sean escuchados y ayudados por los otros.

La unidad del proceso del grupo operativo, que Pichon llama “unidad de trabajo”, está
constituida por tres pasos.

El primer paso es la presentación de una determinada situación interactiva (la Psicología Social es
“la ciencia de las interacciones orientada al cambio social planificado”) en la que unos integrantes
interactúan con otros.

A este paso Pichon lo llama “el existente”, la situación existente en este momento temporal del
grupo.

El segundo paso es una “interpretación” del coordinador sobre los factores que están
produciendo esta situación, que a veces es comunicada al grupo y otras veces, cuando el
coordinador no considera adecuado ponerla en palabras, puede tomar otras formas como el
“señalamiento”, repetición de algo que se dijo para que el grupo lo recuerde y lo tenga en cuenta,
una “pregunta” que ayude al grupo a reflexionar sobre determinado punto de la interacción, un
“juego” que muestre, a través de una acción, lo que está pasando o una “reconstrucción”, que
recuerde al grupo lo que fue pasando, desde el comienzo de la reunión hasta el momento que se
produce la situación en la que están.

Este paso sería “la intervención”.

El tercer paso es lo que ocurre en el grupo después de la intervención del coordinador.

A veces, el efecto de la intervención es la aclaración del obstáculo que estaba produciendo la


situación en cuestión.

Otras veces, cuando la intervención no fue adecuada o el grupo se resiste a tenerla en cuenta, el
resultado es la continuación de la situación como si no se hubiera dado la intervención o la
reacción negativa del grupo a la intervención.

A cualquiera de estas respuestas a la intervención, Pichón la llama “el emergente”, la situación que
emerge de la intervención.

De acuerdo a lo que interpreta el coordinador sobre “el existente”, la intervención puede


orientarse a promover la utilización de lo escuchado en el teórico para tratar de aclarar y elaborar
la situación, es decir la promoción de la tarea explícita.

En otros casos el coordinador interviene señalando un malentendido que esta provocando un


obstáculo.

En un grupo alguien dijo “estaban ahí hablando mal de mí”.

Y en el grupo había una persona llamada Anahí, que entendió la frase como “estaba Anahí
hablando mal de mí”.

Esto puede provocar el enojo de Anahí y es difícil que el grupo pueda abocarse a su tarea explícita
mientras este malentendido no sea aclarado.

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Otras veces la intervención se dirige a la mutua representación interna, que permite un mayor
conocimiento de lo que los otros quieren decir, al conocer más como son los otros y porqué
toman las posiciones que toman.

Estas situaciones interactivas en las que se producen las unidades de trabajo se van dando a través
del proceso de la reunión de grupo operativo y son precedidas por una situación en que el grupo
todavía no está actuando como grupo y los integrantes están “con un pie fuera del grupo”,
hablando en subgrupos separados sobre temas diferentes y es normal que ese “momento de
apertura” sea inconexo y el grupo, por más que “sea” grupo, todavía no “está grupo”, no está
interactuando en conjunto hasta que todos estén hablando de algo o escuchando a los que
hablan, lo que Pichón llama “situaciones de desarrollo”, en las que se dan las unidades de trabajo.

Del mismo modo, es normal que el grupo, a cierta hora cercana al cierre, empiece a desconectarse
y cada uno empiece a sentirse “con un pie afuera”, reconectándose con las actividades que cada
uno tendrá que hacer cuando sea la hora de cerrar el grupo y las conversaciones empiecen a ser
separadas, alguien pone su cartera en la falta, otro mira el reloj o pregunta por la hora y dos
conversen sobre la posibilidad de que uno lleve al otro en su auto.

Estos son los momentos temporales, momento de apertura, momentos de desarrollo y momento
de cierre.

En cada uno de esos momentos temporales, el grupo puede relacionarse de diferentes modos con
su tarea: son las “instancias de trabajo”, que se dan en cualquiera de los momentos temporales:
una instancia de “tarea explícita”, en la que el grupo hace aquello para lo que está reunido, la
elaboración de lo escuchado en el teórico, la “tarea implícita”, en la que el grupo interactúa para
superar un obstáculo que le impide abordar su tarea explícita, la “pretarea” en la que el grupo se
aparta de su tarea, por distintos motivos y con diversos grados de estancamiento y la instancia de
“proyecto”, en la que el grupo se concentra, durante un tiempo adecuado, a preparar algo que
hará después de la finalización del grupo, durante el período entre dos reuniones, como reunirse a
estudiar la bibliografía indicada en la clase, realizar un trabajo de campo, etc.

El objetivo de la reunión de grupo operativo de aprendizaje es parte del objetivo general de la


Psicología Social, “ciencia de las interacciones orientada al cambio social planificado”, es decir
que, al final de la reunión, algo haya cambiado para bien en el aprendizaje de las personas, lo que,
de una manera u otra influirá sobre los otros grupos en que las personas desarrollan su vida
cotidiana porque, como decía Pichon,

“…así como el enfermo contagia enfermedad, el que sana contagia salud y el que aprende contagia
aprendizaje”

Unidad de Trabajo. Emergente. Portavoz. Emergente de Apertura


Clase dictada en la Primera Escuela Privada de Psicología Social Dr. Enrique Pichon-
Rivière – (Betty Miranda)

1. Grupos centrados sobre el sujeto. Allí planteaba que son grupos donde la interpretación de los
mensajes que cada sujeto trae al grupo son visualizados por su coordinador como algo de tipo
personal. El ejemplo de esto sería el Psicoanálisis de Grupo centrado en el sujeto. Pichon hacía
una crítica a este tipo de grupos centrados en el sujeto en tanto que lo que planteaba es que esto
no solamente no consideraba la enorme riqueza que tiene el campo interaccional sino que
además lo criticaba como un tipo de grupo donde era como una especie de “confesión pública”-

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2. Un segundo tipo de grupo sería el grupo centrado en el grupo. Así como el primero tomaba
como único elemento a considerar la verticalidad del sujeto, en el grupo centrado en el grupo el
elemento a considerar era lo que nosotros llamamos horizontalidad. La crítica que Pichon hacía a
este tipo de técnica es que es una técnica que no llega a penetrar en nadie, en tanto lo que se
toma es al grupo como totalidad.

3. Por último, definía a la técnica operativa como la técnica del grupo centrado en la tarea, dónde
él juega con dos elementos haciendo una síntesis del tipo de problemática polar que se da ya sea
un polo considerando el individuo en el grupo solamente, o en el otro considerando al grupo
como totalidad. Surge así esta concepción operativa del grupo centrado en la tarea dónde él va a
manejarse con dos elementos, que serían la VERTICALIDAD y la HORIZONTALIDAD y la tarea
consistiría en el abordaje del objeto de conocimiento vertido a través de la clase teórica y por otro
lado el objeto de conocimiento que implica la integración en el grupo. Este abordaje del objeto de
conocimiento tiene dos niveles. Uno, es el nivel explícito. A través de este nivel podemos
descubrir, inferir, otro plano que llamamos lo implícito y lo vamos descubriendo a través de
cortes en la red comunicacional, a través de lagunas y a través de distintos grados de exigencias
que nos hacen ver que dentro de esta red aparecen elementos que hacen pensar en la existencia
de un obstáculo. Este obstáculo para Pichon está ligado a la noción de resistencia al cambio,
provocada por la existencia de los dos miedos básicos: el miedo a la pérdida y el miedo al ataque.

La tarea del coordinador consiste en resolver estas situaciones estereotipadas que surgen por la
intensificación de las dos ansiedades básicas. El proceso de esclarecimiento tiende a romper
situaciones dilemáticas en las que la opción que se plantea es por sí o por no, llevando a un grupo
a una posibilidad o a una marcha dialéctica que implica una posibilidad o una solución que
llevaría a un crecimiento grupal. A partir de sucesivas síntesis.

Nuestra tarea como agente corrector –plantea Pichon-Rivière- sería remover estas situaciones de
estancamiento. El grupo va de este nivel explícito a lo implícito a través de señalamientos o
interpretaciones por parte del coordinador (no necesariamente es el coordinador, pero esto lo
vamos a ver luego) al plano de lo implícito que se hace explícito y así sucesivamente.

A partir de lo explícito que sería lo dado, Pichon lo llama el existente, el coordinador va a


organizar distintas hipótesis que transmite al grupo como una interpretación. La interpretación
toca en el punto de urgencia del grupo y Pichon define a ese punto de urgencia como la vecindad
entre lo explícito y lo implícito. Su tarea consiste entonces, en explicitar lo implícito.

Entonces tenemos: el existente, lo dado, a través de lo explícito. Nosotros partimos de un


supuesto técnico: habría dos lenguajes o dos modos de codificar que tienen que ver con estos dos
planos de los que venimos hablando. La interpretación operativa es aquella interpretación que
tomando los elementos que se dan en la situación permite una inferencia, permite organizar una
hipótesis del acontecer subyacente que está configurando un obstáculo que le impide al grupo
desarrollar su tarea de modo abierto. Pero, ¿cómo se visualiza esto? La posibilidad de llegar a este
plano es a través de distintos indicios que son vehiculizados por uno o más portavoces. El
portavoz es alguien que percibe y que da la dirección, vehiculiza y orienta a esta mirada receptiva
del coordinador y del observador.

Pichon investiga esto a través de todo lo que trabajó sobre grupo familiar. Y él plantea que el
enfermo aparece como portavoz de todo un sistema interaccional, de una compleja red
interaccional y aparece como vehículo que muestra por lo estereotipado, por lo masivo, las
características de la estructura grupal.

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Si pensamos ahora a partir de lo que serían los momentos temporales de un grupo, podemos
pensar que en el mismo comienzo de una reunión grupal aparecen multiplicidad de variables que
desde el rol de coordinador y observador van siendo seleccionados, por su propia selección
perceptiva y van clasificando cómo se van organizando internamente las distintas interacciones y
mensajes que se van transmitiendo.

Podemos pensar que el emergente de apertura sería la primera situación que aparece en el campo
grupal. Por ejemplo, un grupo se reúne y empiezan a tomar cierta temática de la clase, o si fue
mejor o peor que con el docente anterior y toman en un determinado momento un concepto de la
clase. De pronto es como si uno fuera ubicando por cierta redundancia, donde aparece dentro de
ese existente algo que a uno le empieza a llamar particularmente la atención: se empieza a
configurar una situación. Es como si uno estuviera mirando una esquina desde un edificio alto y
ve que transitan coches, gente y parece que fuera todo lo mismo, hasta que en un determinado
momento empieza a haber una conducta especial, alguien está como merodeando la situación de
la esquina y a uno se le organiza perceptualmente de una manera distinta, es como que uno
empezara a seguir estas conductas. Pero lo que podríamos pensar es que cuando los integrantes se
reúnen en un grupo cualquiera cada uno lleva como suyo un modo particular de entender la
realidad. Ese modo particular va a tener un espacio compartido en el grupo y en estas
interacciones donde el objetivo tiene tanto que ver con la cooperación -es un grupo que se reúne
para cooperar- y en tanto tiene un objetivo común. Esto entra a jugar dentro del campo grupal en
la multiplicidad de situaciones y por las características que los vínculos van teniendo en esta
situación hacen que cada uno de nosotros pueda ser radares en determinadas situaciones o
aspectos de este momento grupal.

Entonces, entre todos se va armando, no solo por la verticalidad que hace sensible a ese
integrante por la cual puede mostrarse y expresar algo que está aconteciendo, sino que además
entre todos se va organizando la condición de emergencia de algo que sintetiza lo que está
sucediendo. Hay un doble juego que sería: por un lado, el portavoz se identifica con algo que está
ocurriendo y cuando lo expresa se produce un segundo fenómeno de identificación, porque puede
ser aceptado o rechazado. Si el portavoz es aceptado y logra consenso en lo que expresa, se
convierte situacionalmente en líder. Digo situacionalmente, porque hay que diferenciar qué es un
líder y qué es portavoz. A menudo aparecen planteados como sinónimos. Pichon hace una
diferenciación y lo que plantea es que el líder es aquel personaje que define la situación y orienta
la acción. La diferencia sería que el portavoz define la situación. Y que en ese particular momento
tiene una condición de liderazgo.

Por ejemplo, cuando el portavoz no logra consenso, en el caso del chivo emisario (porque este
también es un portavoz) él expresa algo que inmediatamente es rechazado y negado, es como si
no se pudiera aceptar esta identificación. Por un fenómeno de disociación lo que se hace es
segregarlo. Aparentemente no hay identificación, pero se lo segrega como para mantenerlo bien
distante y se establece una disociación entre líder y chivo. Es interesante ver un grupo cuando hay
una preocupación muy particular por la pertenencia, entonces aparece como una necesidad de
disociación, se pone en el chivo lo malo y aparece como un acuerdo tácito, dice Pichon, entre el
líder y el chivo. El chivo aparece como el representante de aquello que viene a perturbar el
maravilloso idilio que hay en el grupo, pero es alguien que muestra como portavoz que en
realidad hay situaciones de conflicto dentro del grupo que será necesario trabajarlas,
interpretarlas y llevarlas al plano de lo explícito para que puedan ser trabajadas

30
El Trabajo de Campo en Instituciones
(La entrada al terreno institucional)

Prof. Lic. Cristián Varela Titular: Psicología Social - Titular: Psicología Institucional

Las resistencias organizacionales.

El investigador de terreno que se inicia en la práctica de observar el funcionamiento o la vida


social de una institución, suele tropezar con un primer obstáculo en las puertas mismas de la
organización; no pocas veces el acceso al campo se ve trabado por una serie inacabable de
requerimientos burocráticos, inquisitorias, solicitudes de entrevistas, presentación de notas, etc.
Desde el momento en que se enuncia la intención de realizar una observación, la institución
presenta su faz más defensiva, se muestra celosa de sí y hasta es posible percibir actitudes
paranoides en las conductas de sus agentes. Las resistencias organizacionales también pueden
presentarse una vez que el equipo ha logrado ingresar y se encuentra ya en tarea de observación:
los encuentros previamente acordados con autoridades y responsables se dilatan o suspenden, los
miembros o empleados que en un primer momento mostraron buena disposición cambian de
repente su actitud.... Respuestas maníacas y depresivas. Frente circunstancias de este tipo, es muy
posible que el investigador novel experimente la situación como un rechazo dirigido a su propia
persona, como si se tratara de excluirlo a él, de impedirle la tarea. Como se verá más adelante, no
se trata de una cuestión personal, pero en la medida en que lo tome así, el problema se irá
retroalimentando con las actitudes que a modo de respuesta muestre el investigador. Pues sus
fantasías de rechazo derivarán en conductas regresivas de temor y culpa, o en las formas opuestas
de insistencia y contraataque. Acorde con las primeras actuará temeroso, como pidiendo
disculpas y deseando en su fuero íntimo que la situación termine lo antes posible; querrá huir de
ahí. Si se sitúa en posición opuesta, la institución se le presentará como un poder al que hay que
vencer y adoptará conductas más o menos necias, obcecadas, como quien insiste en atravesar una
pared por donde no hay puerta. Dicho en buen lenguaje kleiniano el sujeto caerá en posiciones
maníaco depresivas o esquizo paranoides. Aunque logre acceder al campo, la observación ya
estará viciada de entrada, disminuida por la ceguera del observador, en razón de estar mirando ya
sea de manera temerosa o de manera temeraria. El rechazo auto cumplido. Pero no siempre las
fantasías de los investigadores se disparan como respuesta a las resistencias de la organización. A
veces los temores comienzan a operar antes de entrar al campo, en el momento mismo de elegir
el lugar de observación. Inhibidos de antemano, los practicantes podrán verse impulsados a elegir
terrenos donde el acceso es de por sí complejo: instituciones totales, organizaciones con
tendencias sectarias, lugares desconocidos donde no se cuenta con contacto alguno, etc. A veces
también esos temores los llevan a presentarse a las puertas de la institución en actitud más
dispuesta al rechazo que a la aceptación. Todo se desarrolla como si los practicantes estuvieran
actuando en función de no iniciar la tarea. En todos estos desenlaces posibles–que por supuesto
no agotan la gama– está presente una misma matriz lógica, errónea; son producto de una
concepción de la situación, de un planteo equivocado que consiste en entenderla como una
confrontación entre el yo del investigador y la institución, en donde a veces el yo intenta vencer
las resistencias de la institución, otras donde se siente atacado por ella, otras dónde de antemano
se da por vencido. Pero si este equívoco puede entenderse como una desviación neurótica del
sujeto, como la manera en que él ve las cosas, al mismo tiempo no deja de ser algo que promueve
la institución.

Las fantasías inconscientes del observador En tiempos del servicio militar obligatorio era
costumbre que los viejos conscriptos recomendaran a los ingresantes dejar de lado toda
reivindicación de hombría al entrar al cuartel, aludiendo a la inutilidad de confrontar con la

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institución. Pero nadie maneja su propio yo a voluntad ni puede desprenderse de él para colgarlo
en el perchero al ingreso del establecimiento. Los atributos del yo,sus objetos, las fantasías del
sujeto, etc., estarán siempre en juego; y estarán tanto más presentes cuanto más inconscientes
sean. Resultaría extraño, por ejemplo, que un acto de observación, de investigación, no estuviera
ligado inconscientemente con un deseo de voyeur, con una fantasía de espiar lo que no debe ser
visto. La experiencia de supervisar el trabajo de quienes se inician en estas prácticas demuestra
cómo la presencia de esta fantasía, acompañada del esfuerzo puesto en reprimirla y del
sentimiento de culpa por el deseo indebido, configuran una situación que conspira contra las
capacidades del observador, limitándolo, inhibiéndolo y llevándolo a sabotear el cometido que se
propuso. En el psiquismo del sujeto, la escena institucional se liga inconscientemente con la
escena familiar, por ser la familia la institución que lo constituye y la primera que transita. Por lo
tanto, todo encuentro con una institución es un sentido un reencuentro, pues para el sujeto
significa ingresar en un orden de cosas respecto del cual posee de antemano una serie de
supuestos; supuestos no sólo fantaseados sino también reales, ya que de alguna manera sabe a
dónde ingresa. Este saber es producto de la continuidad social que existe entre la organización
familiar que lo constituyó como sujeto y la organización social con la que ahora se vincula, siendo
la primera de ellas el lugar donde se aprenden las reglas que se juegan en las demás instituciones.
Observar una institución significa –psíquicamente– ingresar al mundo de los adultos e intentar
develar sus secretos. Implica inconscientemente ir al encuentro de la escena primaria de la que
habla Freud: el acto sexual de los padres, que es el acto fundacional, siempre fantaseado pero
nunca constatado, de la institución familiar; inconscientemente fantaseado, omnipresente, pero
vedado a la investigación empírica. Un paso más allá, investigar instituciones significa levantar el
manto mistificador que oculta no sólo los orígenes reales de la organización sino su falta, sus
fallas actuales, sus imperfecciones, sus intereses no confesados.

La naturaleza de las instituciones

Las instituciones se presentan siempre bajo un rostro idealizado que no coincide con su realidad
concreta. José Ingenieros las incluye dentro de la ley de la simulación en la lucha por la vida;
sostiene que al igual que las especies humanas y animales, se presentan como lo que no son y esto
hace a su supervivencia. Lourau, al descomponer a la institución en sus tres momentos
dialécticos, ubica en la dimensión universal lo que él denomina unidad imaginaria de la
institución; esta unidad resulta siempre desmentida, negada, por la fragmentación de las
realidades particulares que ahí se verifican en acto en toda institución. Deleuze y
Guattari5definen a las instituciones como máquinas sociales que funcionan a condición de estar
descompuestas, esto es, funcionan siempre de manera imperfecta. Para Freud6, la institución es
producto de una ilusión, es resultado de la creencia de los sujetos de ser amados por igual por un
líder o entidad superior; este supuesto, las más de las veces inconsciente, en el caso de la
institución religiosa se expresa claramente en la expectativa de los fieles de no ser abandonados
por dios. Aún lo que se conoce como teorías de la organización, que se presentan como formas
racionales de estudio de las mismas, como ciencias o técnicas con un objeto claro y delimitado, al
hacer hincapié en la necesidad de definir la visión y misión de cada organización, caen tal vez sin
quererlo en el reconocimiento de la dimensión imaginaria, proyectiva, del fenómeno
institucional. Están de hecho planteando que las organizaciones no funcionan sino es en relación
con una creencia, con un horizonte inexistente al que hay que imaginar y con el que hay que
comprometerse. Organización e institución. Sin ser materia de este texto, tal vez convenga hacer
una breve aclaración respecto de los términos organización e institución. Para el lenguaje
corriente son términos homólogos y es en este sentido que aquí se los está utilizando. En lo que
hace al discurso teórico, las diferencias dependen en gran medida de los autores y las corrientes.
En términos generales, cabe decir que la institución, como tema, es materia de preocupación de la

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filosofía prácticamente desde sus orígenes, para luego pasar a incluirse dentro las ciencias sociales
cuando éstas surgen e fines del siglo XVIII, principios del XIX. Ligada a la filosofía, a la Iglesia, al
derecho, a las ciencias sociales, al Estado y a la cuestión política, la institución ha sido materia
constante –transversal aunque obliterada–del pensamiento occidental. Por su parte la
preocupación por la organización surge a partir de los estudios sobre la administración que se
inician a principios del siglo XX, con Taylor en los EE.UU. y Fayol en Francia, en directa relación
con los procesos de industrialización, por un lado, y de consolidación de la burocracia del Estado
moderno, por el otro. El avance de las ciencias físico naturales, especialmente de la biología, dota
luego al tema de la organización de un estatuto de mayor cientificidad. Finalmente, es el
desarrollo de la organización empresa y la preeminencia que cobra en el mundo contemporáneo
lo que lleva a instalar al objeto organización a niveles de teorías que se sustentan de los avances
de la física, la bioquímica, la cibernética, la comunicación.... Si se requiere una rápida distinción
entre ambos términos, convendría entender por institución a las formas y modos de relación
entre los sujetos y con el mundo que toda sociedad establece y sanciona tanto explícita como
implícitamente (el derecho, la educación, la religión, la familia, el modo de producción). La
existencia de la institución requiere de formas materiales que indistintamente pueden
denominarse instituciones u organizaciones (vg. un tribunal, una escuela, un templo, una familia,
una empresa). Con lo cual, las organizaciones pasan a ser formas materiales que responden a un
ordenamiento determinado, en función de un objetivo y una racionalidad que las excede, y que se
sitúa por fuera de ellas, en un nivel que corresponde a la institución. La racionalidad de una
empresa es dictada por las leyes de la economía, las de una iglesia por el dogma, la de una escuela
por la pedagogía, estando, todas ellas, atravesadas además por los dictados de la institución
Estado, por su racionalidad.

La falla institucional.

Retomando la cuestión del ingreso al campo de observación, cabe señalar que ir al encuentro de
una institución en particular, desconociendo la naturaleza de las instituciones en general, suele
producir un tropiezo con el escalón, con el desfasaje, que existe entre lo que ellas son y lo que
dicen ser. A veces ocurre que los practicantes se fascinan con el hallazgo con el que han
tropezado, con la falla que han detectado, desconociendo que eso debe darse por sabido de
antemano, que esa diferencia constituye un elemento que hace, por así decirlo, a la naturaleza
esencial de las instituciones. Aunque con arreglo siempre en lo material, las instituciones son una
ficción, una invención social sustentada en una idea, una construcción histórica cuya piedra basal
es un concepto a priori. Nada aporta el descubrimiento de una distancia entre el ideal y la
realidad institucional (salvo algo de narcisismo al yo del investigador que cree sí situarse por
encima de ella); descubrimiento que, en la medida en que se haga explícito, conlleva el riesgo de
enviar a los practicantes por una vía que pronto desembocará en la salida, por efecto del rechazo
de la institución. El “saber no sabido” que los sujetos tienen sobre las instituciones del medio al
que pertenecen, el hecho de poseer en sí los mismos supuestos que hacen a la existencia de las
instituciones de su cultura -por ser los sujetos producto de esas instituciones- lleva a veces, no a
tropezar con la falla institucional, sino a buscarla. Puestos en posición de investigadores más
cercanos al detective que al cientista, actúan orientados por la hipótesis de que ahí hay una falla a
descubrir, una “mentira” a denunciar, un secreto a develar. Son las deudas del sujeto con la
institución familiar, las demandas y confrontaciones entonces no saldadas, las que ahora bajo el
rol de observador intentan solucionarse en un escenario desplazado. Será siempre posible
descubrir esa dimensión fallida de la institución, pero, nuevamente, el resultado será el
“descubrimiento de la pólvora”, como suele decirse, sin beneficio para ninguna parte. Las
implicaciones del observador. Cuando los practicantes se hallan demasiado implicados con el
ideal de la institución, suele producirse el efecto contrario consistente en tender puentes sobre

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esa falla, cerrando los ojos a esa realidad, negando las evidencias que desmienten al ideal. Desde
el momento en que el observador se identifica conla institución, adquiere sus ojos y, en
consecuencia, los datos de la realidad tienden a ordenarse según la visión que ella promueve;
comienza a ver en ese campo sólo lo que la institución pretende mostrar, pasando por alto todo
aquello que atenta contra el ideario, sosteniendo lo fallido de la institución. En consecuencia, no
produce otro material de observación que la información que se le brinda y expone. Por estas
razones, los practicantes que se inician deben evitar elegir como objeto de estudio aquellas
instituciones con las que mantienen vínculos de pertenencia o referencia, pues en ellas la
implicación está por demás jugada de entrada. Otro efecto que producen las implicaciones –no
analizadas– del observador con la institución, con el imaginario de la misma, con su objeto, su
misión o sus ideales, es la tendencia a pasar a la acción. El observador cae presa del furor
curandis, de la fantasía de actuar dentro de la institución sumándose a las prácticas que ésta
realiza o tomándola como objeto de intervención, para “curarla”, en lugar de limitarse a observar.
No se trata en estos casos de la observación participante, que es una técnica que requiere sus
recaudos y condiciones, sino de la actuación de un impulso donde la tarea de observación es
sobrepasada y sustituida por la acción. Este impulso no es ajeno a las ansiedades que despierta en
el sujeto la evidencia de las fallas institucionales y la dificultad en aceptarlas. Mediante la acción
se trata de restañar rápido las imperfecciones de la institución, que en última instancia remiten a
las fallas del propio sujeto que observa.

En la medida en que el deseo de curar esté presente como supuesto en los practicantes al
momento mismo del inicio de la observación, ya durante los primeros contactos, se produce de
entrada en ellos un desánimo por el hecho de no encontrar respuestas para esa intención. Viven la
sensación de estar actuando sin demanda por parte de la institución, lo cual los desorienta porque
pierden el horizonte de la tarea, están a la espera de un llamado que no llegará. Esto se traduce,
nuevamente, en un sentimiento de ser rechazados o en la sensación de estar invadiendo un
territorio ajeno, con la culpa consecuente que esto implica. Queda claro que en el caso de una
práctica de observación, la demanda corre por cuenta de la institución de investigación o
formación que encarga, promueve o legitima la tarea, y no de la que es objeto de estudio;
demanda a la cual el propio observador debiera sumarse, aceptando ser el demandante y no el
demandado. Como se ve, es por efecto de la naturaleza misma del fenómeno institucional –y no
por defecto subjetivo– que pueden producirse determinadas fantasías en el ánimo de los
observadores: voyeurismo, ilusión de descubrimiento, de detective, furor curandis, de invasión... .
Sin embargo debe tenerse presente que producto de esa naturaleza misma, existe una dificultad
que es de tipo estructural, anterior a las manifestaciones ya analizadas-

Psicohigiene y psicología institucional.


José Bleger

¿Qué es la psicología institucional?

Es una rama de la psicología que se encarga de estudiar los procesos humanos dentro de una
institución.

La psicología institucional se caracteriza por el ámbito y por sus modelos conceptuales, dentro de
su estrategia se incluye el encuadre de la tarea y la administración de los recursos.

Hay 2 proposiciones:

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A: pasar de la psicoterapia a la psicohigiene, entendida esta como población sana y con
modalidades de prevención)

B: para ello se impone un pasaje de lo individual a lo social

TIPOS DE INSTITUCION

Burgess menciona cuatro:

 Culturales básicas: familia, iglesia, etc.


 Comerciales: empresas privadas y del estado
 Recreativas: cine, teatro, etc.
 Control social formal: poder judicial

Young le agrega:

 Sanitarias: hospitales, clínicas


 Comunicación: transporte, medios de comunicación

DIFERENCIAS ENTRE UN PSICOLOGO INSTITUCIONAL Y UN PSICOLOGO QUE TRABAJA


EN UNA INSTITUCION

Psicólogo institucional: Es un asesor un consultor, con total independencia profesional y


económica, diagnostica la situación y propone actuar sobre determinados niveles o factores, es
básicamente un agente de cambio, Logra un distancia óptima.

Psicólogo que trabaja en una institución:

Es un empleado, acata ordenes, realiza tareas encomendadas, sirve de factor tranquilizante,


Bleger sostiene que lo económico no debería comprometer la total independencia profesional,

No se debería realizar estudios sin cobrar ya que desvalorizaría la tarea.

INFORMACION QUE EL PSOCOLOGO DEBE POSEE PARA ESTUDIAR UNA INSTITUCION

 Ubicación geográfica y relación con la comunidad


 Instalaciones y procedimientos con los que satisface su objetivo
 Origen y formación
 Objetivos de la institución
 Relación con otras instituciones
 Evolución, historia, cambios, tradiciones
 Evaluación de resultados de funcionamiento

OBJETIVOS DEL PSICOLOGO INSTITUCIONAL

Demarcar objetivos de su tarea: el objetivos principal es la psicohigiene, mejorando la salud y el


bienestar de los integrantes de la institución, el psicólogo como técnico de la relación
interpersonal, asesora pero no decide ni ejecuta si no que deja en manos de quien corresponda las
solución de los conflictos

Aceptar o no los objetivos de la institución y los medios que esta utiliza para alcanzarlos: Para
ellos debe conocerlos previamente, ante el desacuerdo no debe aceptar el trabajo ya que la ética
del encuadre prima

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Diagnósticos: Identificar el problema central en función de la totalidad de la institución

METODO DE TRABAJO INSTITUCIONAL

Consiste en el método clínico, guiado por las técnicas psicoanalíticas, se caracteriza por la
observación detallada, cuidadosa y completa, realizada en un encuadre riguroso, se define por lo
que llamamos indagación operativa, sus pasos son:

 Observación de los sucesos


 Comprensión del significado de los sucesos
 La comprensión de la forma en que los sucesos se relacionan
 La intervención oportuna a modo de interpretación, señalamiento o reflexión
 Elaboración de hipótesis con su verificación, ratificación, rectificación, enriquecimiento o
propuesta de una nueva.

REGLAS DE LA TECNICA DEL ENCUADRE

El psicólogo institucional debe:

 Establecer las reglas que lo conviertan en asesor y no en empleado


 Esclarecer el carácter de la tarea profesional a realizar
 El psicólogo acompaña a entender los problemas, no decide
 Establece como y cuando ira formando los resultados
 Los plazos fijos se aceptan solo para diagnósticos
 No tomar partido con ningún sector de la institución
 Investigar las resistencias a fomentar o no cambios
 Considerar a la institución como sana y normal solo cuando pueda explicitar sus
conflictos y poder solucionarlos

INSERCION DEL PSICOLOGO EN LA INSTITUCION

Los contactos entre el profesional y la institución tienden a establecer el encuadre, y conocer el


grade insight que la institución tiene de sus problemas, si no hay demasiado insight no debe
incluirse como consultor

GRADO DE DINAMICA DE LA INSTITUCION

Lo patológico de una institución no se relaciona con la existencia de conflictos si no con la


imposibilidad o dificultad para explicitarnos, manejarlos y resolverlos dentro del marco de la
institución

Cuanto más bajo sea el grado de dinámica de la institución más difícil será para el profesional
defender el encuadre y así mismo.

 Conflicto: por lo general encubre a otro conflicto (desplazamiento del conflicto)


 Problema: variables o disyuntivas de una situación que necesitan una dirección
 Dilema: Opciones irreconciliables (una u otra)

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PSICOLOGIA DE LAS INSTITUCIONES

Se entiende al estudio de los factores psicológicos que se hallan en juego en la institución por el
mero hecho de que en ellas participan seres humanos, cada individuo tiene comprometida su
personalidad en la institución.

Estas instituciones pueden verse limitadas en su capacidad de ofrecer seguridad, gratificación y


desarrollo eficiente de la personalidad.

Se habla de adaptación que es el sometimiento a la alienación y la estereotipia institucional, que


es diferente a la integración.

GRUPOS DE LA INSTITUCION

En la tarea del psicólogo dentro de la institución, el encuadre de su trabajo es institucional pero


su técnica es grupal.

Hay 3 tipos de instituciones:

 Grupos Primarios: grupo familiar, predominan las identificaciones proyectivas, conflictos


emocionales
 Grupos formalizados o Estereotipados: incomunicación, fragmentación, tienen una
estructura de grupo primario
 Grupo secundario: tienen mejor grado de dinámica, sin caer en la estereotipia

PSICOLOGIA DE EQUIPOS DE PSICOLOGOS

Hay que implementar la psicología de las instituciones al grupo de trabajo, delimitando roles,
tareas, tipo de comunicación, es imprescindible que el grupo trabaje como grupo operativo bajo
supervisión externa.

Técnica de grupo operativo, unidad de operaciones


Oscar Brichetto

Aspecto importante de la técnica de grupo operativo es lo que se denomina unidad de


operaciones. Dicha unidad está formada por tres elementos: Existente, interpretación y
emergente.

Por existente Pichon entiende todo aquello que se da de hecho en un momento dado de la
situación grupal. Al existente le sigue una interpretación que, en este contexto, podemos definir
como la intervención que el coordinador hace de acuerdo a su comprensión de lo que está
sucediendo en la situación grupal, proponiendo al grupo una nueva visión de la misma. La
respuesta a esta interpretación es el emergente, que podemos definir, a su turno, como la nueva
situación que se genera en el grupo a partir de la intervención Esto en razón de las múltiples
críticas que ha tenido la aplicación de estas herramientas en los procesos grupales , por lo demás
se trabajan a parte por que como el lector podrá notar al final de la lectura, las técnicas se
constituyen hoy en herramientas que pueden servir como medios para alcanzar mayor eficacia
que el resto de intervenciones. El modelo con el que se explica el funcionamiento de los grupos de
aprendizaje sirve para ilustrar lo anterior.

1. Existente. 2. Intervención. 3. Respuesta Grupal 4. Emergente.

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 Intervención (Señalamiento, pregunta, técnica interactiva, indicación, etc.). El existente
hace referencia a la estructura grupal puesta en acción, es decir, al momento en que se
contraponen los elementos en un mismo espacio y tiempo.
 La intervención se entiende como la acción del coordinador que si bien parte de una
interpretación trasciende hacia la intervención ofreciendo al coordinador una amplia
gama de posibilidades a la hora de movilizar obstáculos y colaborar con el grupo en su
proceso de aprendizaje.
 La respuesta grupal consiste en que luego de la intervención el grupo reelabora, retrabaja
con el fin de ir puntuando y concluyendo.
 El emergente recrea el carácter de movilidad de la estructura, luego de la conclusión,
emerge una nueva tesis que será reflexionada y discutida con el grupo, enviando al grupo
nuevamente al lugar de la producción. .
 LA INTERPRETACIÓN. Se da el carácter de interpretación al acto mediante el cual un
sujeto explica la realidad a partir de un marco referencial, es decir, traduce a un lenguaje
técnico para explicar desde un campo teórico los fenómenos que está observando. En los
grupos de aprendizaje la interpretación se constituye en el elemento del que parten las
demás intervenciones pues de lo contrario ¿desde qué lugar se podría intervenir? Vale la
pena recordar las palabras de Didier Anzieu “El lewinismo y el freudismo son comparados
y globalmente rechazados por algunos monitores que, considerándose como Rimbaud,
sueltan las amarras y conciben al grupo como una aventura, barco ebrio sobre el que
descienden, estrechamente confundidos con los participantes, los ríos impasibles.”. No es
necesario reforzar más la idea, todo acto de intervención ha sido antecedido por una
interpretación, aunque, no toda interpretación es enunciada al grupo, recuérdese que la
elección de la forma de intervenir es una respuesta que el coordinador ha dado a la
pregunta por cómo interrelaciona los niveles de funcionamiento grupal con su historia
personal, en un tiempo y espacio preciso. Estas características hacen de la interpretación
una herramienta compleja, por un lado el tipo de población que conforma el grupo va a
influir en la eficacia de la interpretación, especialmente en grupos infantiles o de
adolescentes ya que pueden ser vistas como persecutorias, aún con algunos grupos de
adultos la interpretación puede ser tan acertada que devele en el grupo situaciones tan
encubiertas que al contrario de facilitar la producción generan temores en los integrantes
lo que hace cerrar la producción grupal. De otro lado, las fases por las que atraviesa el
grupo influyen de manera determinante en los efectos de la interpretación y posterior
desarrollo del grupo, por ejemplo, en la primer fase el coordinador es visto como un ser
diferente con mayores capacidades que el resto del grupo, cada interpretación reforzará
esta idea. Estos motivos hacen que el coordinador además de realizar la interpretación,
deba decidir si la enuncia al grupo o busca estrategias alternas para facilitar la
elaboración de la situación problemática. Si el coordinador decide verbalizar la
interpretación devolverá a manera de hipótesis tratando de ubicarse en el lugar de quien
analiza una situación, procurando que el grupo comprenda que es una apreciación y no la
simple imposición de un marco referencial que a manera de enunciado concluye. “Parece
ser”, “da la impresión”, “es como sí”, son palabras que dan cuenta de la posición personal
de quien interpreta, abren la discusión, generan un proceso dialéctico, facilitan el
abordaje de la situación y propician la producción grupal.
 EL SEÑALAMIENTO. Consiste en nombrar una situación grupal que el grupo no
visualiza como importante o no relaciona con el logro de los objetivos como por ejemplo:
la llegada tarde de algún compañero, murmullos entre parejas, quejas por fuera de las
sesiones de grupo, burla a compañeros o al coordinador, críticas al ambiente físico, entre
otras. La finalidad consiste en causar en el grupo un efecto de develar la relación implícita

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entre estructura grupal- sujeto –objetivo y la situación presentada. El señalamiento da al
grupo la sensación de ser observados y que lo que aparentemente dejan escapar o ven
como un hecho sin importancia posiblemente tenga sentido si el grupo se ocupa de él. El
punto particular del señalamiento consiste en hacerlo de manera que vaya al grupo como
tal y no al individuo, pues de hacerlo así se estaría pasando el límite entre grupos de
aprendizaje y grupos terapéuticos. Las preguntas al grupo que vendrían luego del
señalamiento serían ¿Por qué está pasando esto? ¿Ustedes por qué lo han permitido?
 LA DEVOLUCIÓN. Consiste en restituir al grupo su producción, dando cuenta de lo que
han elaborado hasta ese momento. Esta responde a tres objetivos básicos6, en primer
lugar consolidar la reflexión y discusión, por la posición de poder y de saber del
coordinador, cuando el grupo escucha lo que ha elaborado surge un efecto de
consolidación de la información. En segundo lugar la devolución selecciona y articula los
elementos primordiales de la producción. Y en tercer lugar los prepara para el cierre, les
anuncia que es tiempo para ir concluyendo el tema, de modo que deben centrarse en lo
que queda por discutir o reflexionar de manera rápida. Si bien es cierto que los grupos no
se rigen por el tiempo cronológico la devolución busca agilizar y potenciar la discusión a
partir de instaurarse como un espacio de retroalimentación.
 LA PUNTUALIZACIÓN. Parte de que el grupo en su proceso de elaboración aborda una
tesis, la discute y genera una conclusión, muchas veces los grupos consideran sin razón
que deben continuar hablando del mismo tema, o seguir trabajando sobre la misma
situación, la tarea del coordinador consiste en puntuar a modo de tejedor cuando el
hilado se ha completado, colocar el punto en el justo espacio de modo que el grupo inicie
un nuevo proceso de discusión y reflexión. Así el coordinador tendrá la función de grabar
con precisión los momentos más importantes del trabajo sobre un tema y luego
devolverlos al grupo de manera organizada y coherente dando cuenta de cómo ha sido
abordado, las conclusiones que se han generado y los aprendizajes que el grupo ha
logrado manifestar.

El modelo grupal Pichoniano / Portavoz y Emergente / En “El


Grupo Operativo” de Enrique Pichon Rivière: Análisis y Crítica”
Adrián Buzzaqui Echevarrieta.

VERTICALIDAD Y HORIZONTALIDAD.

Verticalidad y horizontalidad son dos dimensiones presentes en la configuración del portavoz.


Con estos términos Pichon alude a una dimensión del comportamiento que se refiere por una
parte a la singularidad del portavoz, al sujeto que enuncia el acontecer grupal (la verticalidad) y
por otra, a lo colectivo, representado por el portavoz, a una cualidad que pertenece a la propia
trama vincular (la horizontalidad).

Lo vertical y lo horizontal: interjuego de roles, portavoz.

Ambas dimensiones, vertical y horizontal, se hacen efectivas en el comportamiento, en el


desempeño de los roles, en su interjuego. Y es el portavoz el que “expresa” esas dimensiones con
mayor intensidad:

“Hablamos de la articulación de dos niveles en el grupo: lo vertical, relacionado con lo histórico,


lo individual de cada sujeto, que le permite la asunción de determinados roles adjudicados por los

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otros integrantes del grupo; lo horizontal es lo compartido por el grupo, el común denominador
que los unifica. Ese común denominador, esos rasgos compartidos pueden ser de naturaleza
consciente. Hemos llamado a esos modelos – denominadores comunes de naturaleza
inconsciente– universales del grupo o fantasías básicas universales.

“Lo vertical de cada sujeto, sus circunstancias personales, lo colocan en disponibilidad para
establecer la ‘falsa conexión’, actualización o analogía emocional, operándose un proceso
transferencial. Esa disponibilidad lo convierte en el sujeto apto para desempeñarse como portavoz
de un conflicto, que es vivido como propio pero que denuncia a la vez lo conflictivo de la
situación interaccional y la relación con la tarea.

“Lo vertical del sujeto y lo horizontal del grupo se articulan en el rol. La dialéctica individuo-
grupo, verticalidad-horizontalidad, se hace comprensible por el concepto de portavoz, vehículo –a
través de una problemática personal– de una cualidad emergente que afecta toda la estructura
grupal y que nos remite como signo a las relaciones infraestructurales, implícitas, en las que están
comprometidos todos los integrantes del grupo. […] Muchas veces esa horizontalidad, acontecer
grupal, sólo puede ser decodificada por la sumación de lo verbalizado o actuado por varios
portavoces”

En “El concepto de portavoz” (clase dictada en 1970) Pichon acota esta relación:

“Lo vertical es lo personal, lo histórico que se actualiza, lo horizontal es lo presente, lo grupal”.


Pueden observarse varios planos: por una parte lo personal, o individual frente a lo grupal, y por
otra, lo presente (el grupo no tiene historia: Rickman) y lo histórico (lo actualizado).

SINCRONÍA Y DIACRONÍA.

Esos dos niveles del comportamiento, verticalidad y horizontalidad remiten a los problemas de la
sincronía y la diacronía en el grupo. Se ha planteado que muchas técnicas grupales se apoyan en
una concepción empobrecedora de la realidad (subjetiva) en la medida que sólo atienden al
momento actual, que sólo se mueven en el eje de la sincronía.

Algunas lecturas de la perspectiva de la “dinámica de grupos” justifican tales consideraciones.


También las técnicas que enfatizan en el “aquí y ahora”, en la medida que refuerzan esa
dimensión sincrónica. Un desarrollo importante de las técnicas grupales lo constituye el “grupo
de discusión”, que enfatiza justamente en un análisis de las actitudes y motivaciones en un recorte
‘fotográfico’, ahistórico.

Por último, una de las críticas más contundentes realizadas a las técnicas grupales corresponde a
Pontalis, para quien el empirismo y la artificialidad evidencian el carácter mistificador de muchas
experiencias grupales.

La posición de Pichon no evita esta cuestión entre sincronía y diacronía. Antes bien, quizá debido
a su perspectiva psicoanalítica (en definitiva el psicoanálisis siempre consistió en una
reconstrucción de la historia del analizando), pone especial cuidado en ambas dimensiones:
presente y pasado. Los conceptos de verticalidad y horizontalidad atestiguan esta preocupación.

Puede verse la opinión de Pichon en relación con los grupos y la dimensión diacrónica:

“Rickman sostiene que los grupos como entidades carecen de historia, entendida la historia en
términos de infancia, de alternativas de los procesos de desarrollo. Nos interesa señalar, sin
embargo, que el conocimiento de las fuerzas que operan en el grupo, de la génesis de muchas de
ellas, sólo puede lograrse por una tarea ‘arqueológica’, por la reconstrucción de una prehistoria

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grupal configurada por las fantasías básicas de los sujetos expresión a su vez de ansiedades básicas
que emergen ante la situación de cambio por la tarea”.

PSICOLOGÍA SOCIAL: VERTICALIDAD Y HORIZONTALIDAD.

En su artículo “Una nueva problemática para la psiquiatría”, de 1967, Pichon explicita su posición
frente a la psiquiatría, para lo cual utiliza las dimensiones de verticalidad y horizontalidad en el
comportamiento. La consideración de esas dimensiones diferencian su propuesta de psicología
(dinámica, histórica y estructural) de la psiquiatría, a la que considera anclada en lo fenoménico y
descriptivo, e incapaz, por lo tanto, de incluir esa complejidad del comportamiento.

Se trata del intento de articular e incluir las dimensiones sociales por una parte, y las
intrapsíquicas, por otra. Si en otros momentos esta cuestión se planteará en relación con
conceptos tales como grupo interno, vínculo, portavoz, con lo que se alude a las hipótesis
fundamentales que utiliza, el uso de las nociones de verticalidad y horizontalidad, cercanas a la
observación y directamente enlazadas a la situación grupal agrega un elemento más a lo que
pocos años después denominaría como psicología social:

“La doble dimensión del comportamiento, verticalidad y horizontalidad, se hace comprensible


entonces por una psicología dinámica, histórica y estructural, alejada de la psiquiatría tradicional,
que se mueve sólo en el campo de lo fenoménico y descriptivo.

La doble dimensión condiciona aspectos esenciales del proceso corrector. La corrección se logra a
través de la explicación de lo implícito”

LA NOCIÓN DE PORTAVOZ, ELEMENTO DIFERENCIADOR ENTRE TÉCNICAS GRUPALES.

Hemos afirmado anteriormente que esta noción, que se instala entre lo propiamente individual y
lo colectivo (grupal), y que encuentra sus fundamentos tanto en hipótesis psicoanalíticas
(identificaciones, fantasía inconsciente, etc.) como en hipótesis de origen sociológico y
psicológico (la noción de rol, mecanismos de adjudicación y asunción) era considerada por
Pichon como uno de los pilares de su modelo grupal.

En “Historia de la técnica de los grupos operativos”, uno de los últimos artículos en que las
elaboraciones pichonianas son expuestas con claridad y rigurosidad, se propone la noción de
portavoz como uno de los elementos diferenciadores de la técnica de grupo operativo respecto de
otras modalidades. Si bien se trata de una referencia realizada al mencionar las diversas técnicas
grupales y la clasificación que hace Pichon, parece pertinente realizarla enfatizando en este nuevo
aspecto. Así, la forma en que sea considerado el lugar y función del portavoz da lugar a uno u otro
enfoque:

“Los grupos operativos se definen como grupos centrados en la tarea. […] Observamos que hay
[otras] técnicas grupales centradas en el individuo: son algunos de los llamados ‘grupos
psicoanalíticos o de terapia’, en los que la tarea está centrada sobre aquel que para nosotros se
llama portavoz. Nuestra posición ante esta técnica es de crítica en tanto entendemos que desde
esa perspectiva la situación grupal no es comprendida en su totalidad, sino que la puntería de la
interpretación va dirigida a aquel que enuncia un problema que generalmente es considerado
personal, no incluyendo en la problemática al resto. El otro tipo de técnica es la del ‘grupo
centrado en el grupo’, en el análisis de la propia dinámica. Técnica que está inspirada en las ideas
de Kurt Lewin, en la que se considera al grupo como una totalidad. No incluyen sin embargo el
factor último que hemos señalado nosotros, la relación sujeto-grupo, verticalidad-horizontalidad,
originando así los ‘grupos centrados en la tarea’

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El portavoz, aparece así como el elemento bisagra: si el grupo terapéutico psicoanalítico se centra
en el portavoz (ignorando la dimensión de la horizontalidad), desinteresándose por la
constelación grupal, la ‘dinámica de grupo’ o corrientes similares observan solamente los efectos
de horizontalidad (inevitablemente, a través de los movimientos de los distintos portavoces),
excluyendo el análisis de lo intrapsíquico.

Y no se trataría de plantear que la técnica del grupo operativo es más abarcativa o que incluye más
niveles en su análisis, sino de algo diferente: son diversos puntos de vista, diversas maneras de dar
cuenta del proceso grupal.

EL EMERGENTE.

La relación entre los términos portavoz y emergente no es evidente por sí misma. En momentos
parecen sinónimos, o al menos aludir a la misma categoría de fenómenos (“un portavoz es
tomado como un emergente de tal o cual proceso”, “el portavoz o emergente del grupo familiar”,
“la enfermedad, emergente de una estructura patológica, mostrada por el portavoz”, etc.). El
‘emergente’ parece ser destinado a un uso más técnico, o procedimental, en tanto el portavoz se
coloca más en el lugar de la teoría. Sin embargo, otras veces es al revés, el portavoz constituye un
rol observable, el emergente es una ‘cualidad’ de lo grupal. Posiblemente este solapamiento no se
deba a que los términos estén insuficientemente precisados, sino a que la materia que se intenta
abordar presenta diversos matices, dimensiones, etc.

En todo caso, parece necesario puntualizar los elementos fundamentales de la noción de


emergente y su relación con la teoría del portavoz, habida cuenta de que el emergente será el
instrumento básico –tal como lo denomina el mismo Pichon– de intervención en el grupo
operativo.

Un primer elemento a destacar se refiere a la preeminencia de uno u otro término. En “Teoría del
vínculo”, un texto de 1956-57, Pichon habla de emergente y casi no se refiere a la idea de portavoz.
Sin embargo, en la lectura grupalista (que toma a Pichon como impulsor de una psicología social
más que como un pionero también en la psiquiatría y en el psicoanálisis) ha sucedido a la inversa:
de la noción de portavoz se deriva hacia emergente, que ha pasado por ser una categoría más
volátil e inaprehensible. Es verdad que Pichon mismo, en sus textos sobre grupos va definiendo
mucho antes el concepto de portavoz que el de emergente. Sin embargo, el texto del 56/57, por
sus características y extensión (se trata de un curso dictado en la APA) ocupa un lugar diferente al
de muchos de los artículos (en general, de pocas páginas, y muy apretados en su redacción). En
ese texto hemos visto ya que el concepto de esquema referencial aparece muy elaborado, y
también las nociones de depositación, incluso de roles, todas ellas en dependencia de la hipótesis
fundamental: la teoría del vínculo.

Veamos la elaboración que realiza Pichon sobre la noción de emergente en esa primera época de
sus trabajos sobre grupos, promediados los años 50. Afirma que la relación entre el emergente y la
estructura que lo determina (grupo, grupo familiar, etc.) no es una relación sólo causal, sino
también significativa.

Pichon intenta ir más allá de una idea genérica (“lo personal es siempre social”, etc.) y descriptiva,
para buscar categorías que permitan una acción sobre el objeto, una posibilidad de
transformación (en este texto será la cura, en otros momentos será el aprendizaje):

“El emergente mental que es el cuadro psiquiátrico que estamos observando en el consultorio,
tendrá una relación no sólo causal, sino significativa con la estructura que lo determinó. Es decir

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que para comprender un delirio es importante realizar la investigación del conjunto de fuerzas
que actúan en el medio grupal del cual emerge la enfermedad mental” (1956-57, pág. 27).

Y continúa:

“Enfocando así la psiquiatría, ésta resulta mucho más operacional que si se la enfocara pensándola
solamente en los términos abstractos de una nosografía no referencial en cuanto a los aspectos
sociales”

Por otra parte, esta noción de emergente responde a una determinación múltiple, y no a una
causalidad mecánica. Pichon se refiere a una ‘causalidad gestáltica’, indicando que diversas
tensiones (fuerzas) de la estructura producen tal o cual fenómeno emergente:

“La relación de causalidad que existe entre la estructura y el emergente psicótico no es una
relación de causalidad directa y mecánica; se trata de una causalidad gestáltica en el sentido de
que todas las tensiones de la estructura que convergen en un punto dado hacen salir un
emergente”. Y continúa: “Quiero decir que es un todo que está actuando a través de un miembro
de la familia. Es la totalidad de las tensiones creadas por el desajuste de una estructura familiar,
por ejemplo la pérdida del liderazgo del padre, lo que produce una movilización de tensiones en
dicho grupo. La modificación provocada por la pérdida del liderazgo del padre dentro de la
estructura total hace que el emergente psicótico se manifieste en ese momento. Es decir que
determinado sector converge en un determinado punto en que está situada esa persona, que
entonces se transforma en el portavoz de las tensiones del grupo a través del grupo”

El concepto de emergente es postulado en relación con la ruptura del funcionamiento de la


estructura (familiar, grupal). Es decir, se trata de una cualidad emergente, de una situación o
novedad emergente. Hay aquí una diferencia en relación con el concepto de portavoz, que se
puede referir a elementos más permanentes del funcionamiento de un determinado grupo. En
cambio, el carácter dinámico del emergente puede observarse en relación con la ruptura de la
homeostasis del grupo:

“La psicosis es el emergente nuevo y original que aparece como consecuencia de la ruptura del
equilibrio familiar”

Y agrega:

“Por eso, cuando tratamos a un psicótico vamos descubriendo poco a poco que dicho psicótico, a
través de su psicosis, se transforma, en cierta medida, en líder de su grupo familiar. Asume
funciones de liderazgo por el hecho de ser el miembro más enfermo. De esta manera vemos con
frecuencia cómo un paciente internado, sea en un hospital o en un sanatorio, controla a su medio
familiar y empieza a mandarnos a su familia, hace que seamos molestados por ella, que perdamos
la paciencia e inclusive que nos peleemos con la familia o con el enfermo, provocando en nosotros
una conducta irracional en la acepción común de la palabra”.

Por último, puede verse la idea de emergente en tanto cualidad de una estructura; el emergente lo
será de una estructura

“Podemos considerar al paciente que enferma como un representante de una estructura tanto
individual como familiar, y en la medida en que se conozca esa estructura, ambos aspectos podrán
manejarse como dos partes de la misma”.

Puede verse la forma en que se realiza la intervención terapéutica en base a esta idea de
estructura:

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“Descubrimos que el paciente, a través de sus familiares, envía partes de él colocadas en los otros
a averiguar sobre su estado psíquico. Con los mismos términos es posible interpretarle esta
situación a la familia. Causa sorpresa ver hasta qué punto ello resulta comprensible para los
miembros del grupo familiar y de qué manera se liga la comprensión total del grupo cuando se
interpreta como dos partes: una, la que está internada y otra, la que está afuera. Todo se organiza
en una estructura, en una Gestalt, en la que una parte es el paciente y la otra la familia. Se forma
así una totalidad y el manejo de ello como totalidad y de la enfermedad como un emergente de
dicha totalidad hace posible un manejo dinámico en espiral dialéctica de la situación médico-
paciente”.

Todas estas consideraciones permiten considerar al emergente como un signo.

Signo de una determinada estructura (sea ésta individual o familiar, o de otra clase). La noción de
emergente como signo permite abrir el espacio de la intervención: será a través de la
decodificación, la comprensión, el análisis de esos signos como se podrá realizar la intervención
(terapéutica o de aprendizaje, en el grupo o en el individuo).

Si puede deducirse esta condición de signo del emergente en el texto de 1956-57 (en una época en
que Pichon se muestra cerca de los enfoques gestálticos), en 1970 el emergente como signo será
totalmente explícito (años en que la semiótica y la lingüística ejercían ya una influencia
considerable):

“...el sujeto expresará fenoménicamente, a través de distintos signos, en la mente, en el cuerpo y


en el mundo sus relaciones vinculares. Es decir, que en este sistema de signos que es la conducta,
la aparición de signos en un ámbito determinado es un emergente significativo que nos remite a
las relaciones vinculares del sujeto, a su manera de percibir la realidad y a la modalidad particular
de adaptarse a ella. Es decir, a la modalidad particular de resolver sus conflictos” (1970e, pág. 178).

PORTAVOZ-ROL Y EMERGENTE-SIGNO.

Si el portavoz era referido fundamentalmente al interjuego de roles, el emergente será tomado en


tanto signo, que indica, alude, señala, muestra, etc., una determinada situación. La relación entre
ambos conceptos en momentos se solapa, si bien mantienen un claro matiz diferencial: Pichon
concibe al portavoz como vehículo de una cualidad emergente que afecta a toda la estructura
grupal (1970a, pág. 196). Y también señala que el emergente se refiere siempre a una cualidad
nueva, es decir, puede hablarse de emergente como una noción que alude al movimiento, al
proceso: emergencia de tal o cual elemento.

El emergente puede ser expresado por uno o varios portavoces. En este caso, puede darse de
varias formas:

 –portavoces por redundancia (lo que expresa uno es análogo a lo que expresa otro).
 –portavoces por acumulación (cada portavoz enuncia aspectos complementarios, el
emergente aparece como la suma de esos aspectos).
 –portavoces por oposición (cada portavoz enuncia aspectos contradictorios –disociados–
del suceder grupal)

¿Cuántos emergentes?: Emergentes universales, iniciales, de cierre, principales…

Sin embargo, los emergentes enuncian fenómenos o situaciones precisas, constituyen incluso el
elemento a partir del cual se realiza la interpretación. Parece necesario, entonces, precisar cuáles
emergentes y cuántos emergentes.

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Desde su uso instrumental, los emergentes se observarán durante el desarrollo del proceso grupal.
Así, se hablará de los emergentes iniciales, de cierre, temas emergentes, principales, etc. Se trata
de un uso situacional, instrumental, en el ‘aquí y ahora’ del grupo.

Se habla de ‘temas emergentes’ y se consideran los emergentes principales que aparecen en una
situación colectiva, y que girarán alrededor de diversas actitudes colectivas, prejuicios, formas de
reacción fijas, sin plasticidad, etc.

Otra forma de consideración de los emergentes la constituyen ciertas formas genéricas de los
mismos, a partir de considerar el rol como emergente de una determinada estructura, y se toma el
caso principal, el grupo familiar. En la situación triangular básica, sus elementos: padre, madre e
hijo son emergentes de las relaciones y diferencias funcionales y biológicas.

La categorización más importante es la referida a lo que se considera “emergentes universales”,


que se darán –en diversa medida y momento– en toda situación grupal: serán las fantasías de
enfermedad, tratamiento y curación; también el “secreto grupal y el “misterio familiar”. También
la situación triangular (con sus diversas formulaciones: triángulo edípico, esquema de la
comunicación –emisor, receptor, ruido, consideración del tercero –excluido/incluido– en relación
a la dupla imaginaria o narcisista, etc.) es considerada un emergente universal. Pichon lo define
así:

“Otros fenómenos que se dan en el acontecer grupal con una reiteración tal que nos permite
considerarlos emergentes universales son: el secreto grupal ligado a lo que llamamos también
misterio familiar, perturbador de la comunicación, pues este acontecimiento secreto, sea cual
fuere su significado real, se carga con sentimientos y fantasías de culpabilidad. Son emergentes
universales las fantasías del enfermarse, de tratamiento y de curación, así como la situación
triangular que dentro de nuestro esquema conceptual, referencial y operativo sostiene la teoría
del vínculo”.

Estos emergentes universales constituyen un núcleo esencial en el esquema del ‘cono invertido’,
una figura topológica con la cual Pichon intentaba expresar la estructura y dinámica grupales.

Por último, hay que considerar lo que Pichon denomina el “nuevo emergente”, que es aquél que
aparece después de realizada una interpretación en la sesión grupal, y permite observar el
movimiento grupal. Si bien se trata de una temática que se desarrollará en el capítulo siguiente, al
abordar la función de los coordinadores, puede señalarse aquí que el “nuevo emergente” indica la
nueva organización de los elementos manifiestos y latentes que surge posteriormente a la
interpretación, y en ese sentido constituye un acontecimiento sintético.

A partir de todas estas consideraciones en relación con el emergente –y su relación con el rol de
portavoz– corresponde abordar la función y tarea de los coordinadores del grupo. La observación
de los diversos emergentes que se suceden en la sesión grupal, y su eventual interpretación
constituye el eje que guía su intervención en el grupo

EMERGENTE
El emergente puede ser considerado genéricamente como el nuevo producto que resulta de una
situación previa, denominada existente. Ejemplos: a) lo que resulta luego de una interpretación es
el emergente de lo observado en el transcurso de una sesión de análisis; b) un delirio psicótico es
el emergente que resulta de la pérdida de la estabilidad grupal.

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Durante el tratamiento analítico, el psicoanálisis propone devolver lo observado a través de la
interpretación, creando una situación en espiral dialéctica entre paciente y analista: “cuando
ambos están reunidos configuran una Gestalt, y tanto el existente como el emergente deben ser
considerados como figuras que emergen del fondo organizado en cada aquí-ahora” (Pichon-
Rivière). Como puede apreciarse, este nuevo emergente será a su vez el existente a partir del cual
se configurará un nuevo emergente, y así sucesivamente.

Pichon-Rivière expresa esta situación indicando que “el existente tiene una estructura, una forma,
una configuración, es una Gestalt… y no sólo el existente es una Gestalt, sino que también lo es el
emergente, que resulta luego de la interpretación adecuada. El emergente que se configura en el
aquí-ahora… es la figura. Fondo y figura son las dos divisiones que se encuentran en cada
estructura. Lo que aparece en primer plano es para nosotros un proceso que tiene una
determinación interna. Cuando se colocan juntos paciente y analista en un campo de trabajo, lo
que resulta es una Gestalt de los dos, que es el emergente de ambos, porque lo que aparece en ese
momento en el paciente está condicionado también por la actitud del analista, por su modo de
ser, por la habitación donde trabaja, por su interpretación anterior, etc. O sea que dentro de la
concepción de la Gestalt incluimos la concepción del emergente dinámico. Continuamente se
organizan estructuras, los emergentes, que son los existentes de cada momento, a los cuales
enfrentamos con una nueva interpretación” (Pichon-Rivière).

Pichon-Rivière utiliza también la idea de emergente como parte del intento por explicar la
enfermedad mental. Cuando a causa de un determinado factor, generalmente la pérdida del
prestigio del líder familiar, “se pierde la estabilidad grupal, se condiciona la aparición de la
psicosis en uno de sus miembros, la que aparece como emergente nuevo y original, lo que hace
que dicho psicótico se transforme poco a poco en el líder familiar” y se haga cargo de la
enfermedad mental de todo el grupo. En estos casos “la psicosis es el emergente nuevo y original
que aparece como consecuencia de la ruptura del equilibrio familiar” (Pichon-Rivière), y lo que
provoca la “aparición del emergente mental del paciente está en relación directa con la aparición
de tensiones particulares en el grupo familiar” (Pichon-Rivière). El delirio del paciente es una
tentativa de reconstruir principalmente su grupo familiar, y de esta manera Pichon-Rivière
desarrolla “una psiquiatría operacional en la medida en que la neurosis o la psicosis está referida a
la estructura de la cual emerge” (Pichon-Rivière)

"El análisis sistemático de las situaciones grupales nos ha posibilitado registrar un conjunto de procesos
relacionados entre sí que nos permiten, por su reiteración, considerarlos como fenómenos universales de todo
grupo, en su estructura y dinámica”.

Enrique Pichon-Rivière

El Silencio Emergente
Leonardo Montecchi

En un inicio pensamos, personas que llegan, acomodan las sillas en círculo, alguien controla la
ventana, la abre, dice: “cambiemos un poco el aire”, otro dice: “Cierre que siento frío”. Hay quien
saluda y que no mira a nadie a la cara, otro le saca el papel a un dulce y se lo pone en la boca,
alguien más suspira y mira el reloj. Se sientan, están sentados y uno dice: “La tarea del grupo es…”.

Esta proposición funciona como signo de inicio del director de una orquesta, la fase del
afinamiento de los instrumentos ha terminado. Ahora iniciamos.

He aquí que aparece el silencio.

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En ese silencio emergen, en los participantes, pensamientos que no encuentran la vía para devenir
palabras.

“yo no comienzo esta vez, basta, espero que sea otro…”, “quisiera decir algo pero mis cosas no le
interesan a nadie”, “Me vienen a hablar, ¿y si después me pongo rojo?”, “Pero, ¿qué estamos
haciendo aquí? Era mejor si hoy hubiese ido al mercado”, “Mira cuánto tiempo y nadie habla, ¿qué
habrá pasado? Qué angustia este silencio, ya no lo soporto…que alguien hable por favor…y hablen
pues. ¿Por qué él no habla? ¿Qué espera?»

Y así sucesivamente. En ese silencio hay un murmullo que espera el momento para explicitarse.

Los varios personajes de los grupos internos de los integrantes animan la escena latente del grupo
externo. Se abre un espacio imaginario que está delimitado por el silencio.

De hecho, ese silencio que circunscribe a las personas que están aquí y ahora conmigo define la
existencia de un grupo, de este grupo. El silencio discrimina el tiempo entre un “antes que el
grupo comience” y el “inicio”. Es así que puede ocurrir que se abra la puerta y alguien llegue y
diga: “¿ya comenzó el grupo? El silencio se presenta como un inductor de la grupalidad.

En el momento del silencio el estado de conciencia del individuo comienza a disociarse, aparecen
jirones de recuerdos de grupos previos, los objetos colocados en el espacio, los ruidos externos,
pequeños detalles como la indumentaria de un integrante, los cabellos de otro, el color de las
uñas, los zapatos y las medias emergen paso a paso como de la neblina y definen el espacio
imaginario ligado a la existencia de ese grupo. El silencio emerge como el umbral entre un
adentro y un afuera y circunscribe un espacio íntimo en el que aparecen las huellas de eventos
ocurridos en un tiempo precedente. Es singular que las huellas aparezcan sólo cuando la
intimidad se ha instituido y, al mismo tiempo, la intimidad se constituye si aparecen dichas
huellas. En todo esto domina el silencio, entendido como ausencia de palabra, pero como vemos,
la ausencia de palabra no significa ausencia de comunicación.

Este silencio más bien nos muestra cómo la palabra, el diálogo, la interlocución, son un caso
particular de la comunicación. En este caso el silencio evidencia que el grupo operativo es el
contenido de un contenedor, y este contenido es lo que Bleger llama un no-proceso.

Por cierto que hay grupos que no comienzan con un silencio, siguen indiscriminadamente su
conversación como si se tratara de una plaza o de un café. No advierten la discontinuidad, lo que
era antes soy después, incluso tampoco hay un antes y un después.

En este caso la diferencia está marcada por el silencio del coordinador, el cual instituye una
asimetría en el grupo. “¿Por qué no habla?”, “¿Pero quién se cree que es?”, “¿Por qué no nos
explica nada?”

Nuevamente, el silencio es el que nos hace comprender que la situación no es una situación
común: “Date cuenta cuántos encuentros grupales he hecho, este es como esos…” En cambio no.
El silencio emerge como el vacío, un vacío que llama a la nada, una nada que sin embargo hace
emerger la existencia del grupo, su existencia concreta.

Este pasaje funciona como el espacio vacío del que nos habla Peter Brook refiriéndose al espacio
del teatro; hay que crear un espacio vacío para que pueda ponerse en escena un drama.

Y también para que pueda emerger la grupalidad es necesario que se instituyan variables
independientes, que José Bleger llama constantes, en su artículo sobre Psicoanálisis del encuadre

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psicoanalítico. Estas variables independientes son silenciosas, constituyen los elementos del
encuadre o setting. Son la parte instituida de la institución grupal.

En este caso lo instituido es silencioso, pero el silencio no significa la no existencia, al contrario.

Hace tiempo, en la discusión de un diseño experimental, mi profesor de farmacología me dijo:


“Recuerda que el cero es un número”. Es cierto, el silencio no es que sea nada, es algo. A este
respecto es clarísimo el ejemplo que nos da J. Bleger: “Una mamá está en la cocina preparando el
almuerzo, un niño está en la otra habitación jugando. No hay ninguna conversación entre ambos.
Está el silencio. Podemos escuchar los ruidos de la cocina, algún otro ruido que proviene de
afuera. En dado momento, la mamá descubre que le falta un ingrediente, abre la puerta y sale. El
niño, al oír que la puerta se abre, imagina a la mamá saliendo y se pone a llorar”.

Una escena silenciosa que hace emerger el contenedor mudo, que hace de fondo al vínculo entre
la madre y el niño. Es justamente este contenedor mudo el que permite a los participantes de un
grupo operativo disociarse de la vida cotidiana para entrar en la grupalidad.

Hablamos de variables independientes porque si el espacio y el tiempo fuesen dependientes del


proceso grupal, podrían producirse situaciones de este tipo: “Hoy nos vemos en el parque, no, a
mí me gusta más el bar…” o bien, “No hay nada más que decir, terminemos aquí, nos vemos la
próxima vez…”.

Es así como el contenedor mudo no podría constituirse como discriminación entre un adentro y
un afuera, de hecho no se produce la intimidad necesaria para que surja la imaginación grupal
respecto a ese punto específico.

El contenedor mudo, el encuadre, el setting, son la condición para que se constituya un proceso
grupal. El contenedor corresponde a ese aparato para pensar los pensamientos –del que habla
Bion- y si su construcción es defectuosa, tampoco pueden ser pensados los pensamientos y ellos
siguen siendo emociones que no se transforman en conceptos.

Es así que el silencio marca los elementos del setting grupal y la institución muda que permite
que el proceso grupal se desarrolle.

En otras palabras, el espacio y el tiempo son dos elementos de este trasfondo institucional, pero
también están los roles y funciones.

En este sentido, aquí el silencio también marca el rol del coordinador y más aún el rol del
observador. Los otros roles del drama grupal son: el informador, el líder del progreso, el líder del
sabotaje, el chivo expiatorio.

Son seis personajes, tales como el padre, la madre, la hijastra, la niña, el jovencito y el hijo, del
drama de Pirandello, y ellos buscan un autor de sus historias.

Y es aquí donde entra en el campo otro elemento, el autor del grupo, la tarea.

En el artículo clásico de 1964, de Pichon-Rivière y Bauleo, “La noción de tarea en psiquiatría”, se


analiza este elemento que funda el grupo, la tarea. Es este concepto abstracto quien convoca a los
integrantes, los que, a medida que logren superar los obstáculos afectivos y cognitivos, transitarán
desde una fase de pre-tarea a una de tarea y quizás a la de proyecto, en un continuo vaivén, sin
que nunca se logren metas definitivas ni concluyentes.

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Este trabajo mostrará cómo la tarea será- en último término- la construcción y el proyecto de la
propia vida, como una novela de la cual somos los autores, tal como nos decía Massimo
Bonfantini en un seminario reciente.

Ya he descrito el silencio del coordinador, pero quiero volver sobre este tema porque a menudo se
confunde al coordinador con el amo del grupo. De hecho, frecuentemente oigo decir “el grupo de
fulano de tal”, como si ese grupo fuese de su propiedad. Esta confusión se genera de la idea que el
discurso del coordinador sería el discurso del amo, según lo diría Lacan. El coordinador no
manda, no es el líder del grupo, no es el amo de la palabra y de los significados. Pero sobre todo,
la comunicación y los múltiples vínculos que constituyen al grupo como sujeto colectivo, no son
exclusivamente lenguaje verbal, discurso, logos. El inconsciente, si está estructurado como un
lenguaje, no es sólo verbal. El discurso, el logos, no es el centro del vínculo, es importante salir de
este logo-centrismo, como lo definía Derrida.

De hecho el coordinador calla, está en silencio. Este callarse connota su rol.

La primavera pasada, estudiantes de 4* año de la escuela experimentaron la coordinación de un


grupo de investigación del laboratorio de la escuela. Después de una supervisión con un docente
de la escuela, trajeron los emergentes de esta experiencia a la reunión plenaria de los
investigadores. Los emergentes de la experiencia se caracterizaron por el silencio del coordinador.
Durante una hora y media el coordinador no dijo nada.

Definimos esta experiencia como la afasia del coordinador. Tal como sabemos, Freud, en los
orígenes del psicoanálisis investigó sobre las afasias y había discriminado afasias histéricas: “A la
parálisis de las artes hay que agregar la afasia histérica, o mejor dicho, el mutismo histérico,
consistente en la incapacidad de emitir cualquier sonido articulado…” Freud- Histeria, 1888.

Pero en este caso, la afasia señalaba al grupo la existencia del setting, marcaba la diferencia
respecto de un encuentro común, sin coordinación, y el coordinador, con su silencio, evidenciaba
la precariedad del setting y por lo tanto, la dificultad de ese grupo para pensar los pensamientos.

El silencio no es sólo el emergente inicial de un grupo, puede manifestarse también después de


una discusión, un intercambio particularmente violento. Un integrante hace una afirmación del
estilo: -“Y así me fui como todos los otros días…”. Luego queda en suspenso y no habla. En este
momento cae un silencio inesperado.

Cada uno piensa por su cuenta, se miran a los ojos pero ven otra escena, se dejan ir a la deriva,
vagan protegidos por el setting que funciona como una alfombra voladora que los lleva de viaje, o
como una balsa que se está salvando del naufragio.

El silencio es agradable, no hay ansiedad, han aprendido a dejarse ir, no temen la interrupción de
alguien del exterior que los llama a sus deberes.

La disociación de la vida cotidiana está en acto. La ilusión grupal de la que habla Anzieu se
manifiesta en toda su potencia, las variables independientes funcionan como la piel del grupo, lo
interno está perfectamente discriminado de lo externo.

Este silencio señala un sentido de pertenencia del grupo, pero evidentemente es una resistencia
ante la tarea. La pertinencia disminuye y la ilusión es que la tarea podrá afrontarse sin esfuerzo
alguno.

Se difunde entre los presentes.

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Pero alguien interrumpe la magia, no siempre es una palabra o una proposición, puede que no sea
un enunciado, puede ser un evento que se presenta como intérprete de la situación. El sonido de
un celular que no se había apagado previamente, el abrirse de una ventana con un golpe de aire,
el tañido del campanario funciona como un despertarse de la ilusión grupal silenciosa.

Alguien dice: “nos están buscando…”

Prepotentemente el afuera retorna como amenaza, como presión sobre la ilusión grupal, como
llamado al orden. “¿De qué estábamos hablando?” y fatigosamente buscan volver a la situación
previa al silencio. “Tú decías esto y él te respondió eso otro…”. Así aparece el ángel exterminador
que retoma Buñuel en el film homónimo.

Se reconstruye minuciosamente la situación precedente, sin que por otra parte se logre. Alguien
recuerda el motivo por el que están ahí: “No sé qué están haciendo ustedes, pero yo intenté hacer
lo que nos hemos dicho…”. De nuevo retoman las interrogantes, las presiones internas, la rabia y
la conmoción. Los diálogos se dirigen más precisamente hacia la tarea.

Se sienten desilusionados, pero saben que pueden hacer algo. Así continúan y luego, cuando el
grupo termina, los integrantes se van cada uno por su lado. El grupo desaparece para luego
reaparecer a la sesión siguiente. Entre una y otra sesión está el silencio, que es el silencio de no
existir o bien, de existir en otra dimensión. El grupo se fragmenta en las singularidades que lo
componen, pero no se extingue ya que volverá a manifestarse tal día, al tal hora y en tal lugar,
hasta su término. Pero luego surgirán otros grupos que retomarán la tarea de construir la propia
existencia.

Hablo en el auto con mi amigo Massimo. Estamos yendo hacia Conegliano-Veneto a ver a
Armando que está mal. Massimo me dice que cuando la voz se apaga, también lo hace la voz que
sientes dentro de ti, después de un tiempo ella ya no se oye más.

Se siente un vacío atravesado por el viento y en ese vacío, ese bello vacío, cada uno de nosotros
trata de confabular cómo hoy intenté hacer emerger voces en el silencio profundo.

Imaginarios sociales, instituidos e instituyentes


Para Castoriadis, un imaginario social es entonces una construcción socio-histórica que abarca el
conjunto de instituciones, normas y símbolos que comparte un determinado grupo social y, que
pese a su carácter imaginado, opera en la realidad ofreciendo tanto oportunidades como
restricciones para el accionar de los sujetos. De tal manera, un imaginario no se considera en
términos de su verdad o falsedad, sino que instaura por sí mismo una realidad que tiene
consecuencias prácticas para la vida cotidiana de las personas (Castoriadis).

Imaginario social, INSTITUIDO

Según el autor, existen dos tipos de imaginarios sociales: por un lado, está el imaginario social
efectivo o instituido, al que pertenecen los conjuntos de significaciones que consolidan lo
establecido, por ejemplo las tradiciones y costumbres de una sociedad; por otro lado, el
imaginario social radical o instituyente, el cual se manifiesta en el hecho histórico y en la
constitución de sus universos de significación, como pueden ser las nuevas formas de ver y pensar
la realidad, las modas, los cambios, etcétera.

El primero está ya dado de antemano, producido a lo largo de la historia; el segundo es lo nuevo


posible. Lo instituido opera desde las significaciones sobre los actos humanos, estableciendo lo

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permitido y lo prohibido, lo lícito y lo ilícito. Ordena y regula las relaciones y acciones dentro de
una sociedad, la mantiene unida y cohesionada. Se refiere a este como ¨imaginación segunda¨, de
carácter especular, meramente reproductiva, imitatoria o combinatoria. Constituye un
pensamiento heredado, al que Castoriadis denomina pensamiento conjuntista identitario.

Lo instituyente, en cambio, opera sobre lo que no está presente. Crea una fisura en el orden
establecido, instituido, implica la transformación social. Con el término “radical”, hace énfasis en
la capacidad de invención y de creación de la psique. Es lo que permite a esta última producir
representaciones, formular lo que no está, ya que la psique humana se caracteriza por la
autonomía de la imaginación, en tanto produce un flujo representativo no sometido a un fin
determinado. El psiquismo humano está en la base de la capacidad humana del simbolismo, de la
posibilidad de crear signos, es decir, hacer posible el lenguaje.

Imaginario social INSTITUYENTE

Lo imaginario radical es el conjunto de esquemas organizadores; es la condición de


representatividad de lo que una sociedad se ofrece a sí misma. Se denomina también “imaginario
primero”, para referirse a la capacidad de crear lo que no es dado como tal en los
encadenamientos simbólicos del pensamiento ya constituido. Castoriadis plantea a la
Imaginación radical como un atributo de la psique que permite elaborar un flujo constante de
representaciones, afectos, deseos y situaciones. En este sentido, el imaginario social radical
constituye una matriz creativa desde la cual se hace posible una sociedad o institución humana
que resulta un producto novedoso, de la acción de los hombres.

Gracias a este tipo de imaginario la sociedad crea lo nuevo. En este sentido, se trata de una
capacidad. La emergencia de nuevas instituciones implica nuevas maneras de vivir, por lo cual es
una constitución activa: “El imaginario radical es incognoscible; sólo es dable acercarse a él como
condición de posibilidad y representación de lo ya dado y representado”.

En relación a los dos tipos anteriormente desarrollados, lo imaginario tiene, para el filósofo, dos
vertientes. La primera está referida al imaginario social instituyente o imaginario radical; la
segunda, al imaginario efectivo o instituido, a la psique. Ambas constituyen las dos dimensiones
irreductibles de lo imaginario, a saber, el imaginario social e individual, respectivamente, que se
relacionan dialécticamente y se encuentran en constante tensión.

El concepto subjetividad colectiva


(Su importancia para el análisis de la dimensión psicosocial del proceso socio-histórico)

Fernando Fabris

“Los acontecimientos de la vida cotidiana, con su carácter intrascendente o rutinario, aparecen ante los ojos
del investigador social como indicios plenos de significado, emergentes de una realidad que los utiliza como
signos para manifestarse”. (Pichon-Rivière).

Un primer objetivo de este artículo es definir el concepto subjetividad colectiva en tanto noción
que permite describir una dimensión específica del proceso socio-histórico y la vida cotidiana.
Otro objetivo, estrechamente relacionado al primero, es puntualizar el papel que tienen los
emergentes psicosociales en tanto signos de la cotidianeidad y del proceso socio-histórico, que
permiten analizar la subjetividad colectiva.

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Este artículo desarrolla definiciones anteriores (Fabris, 2010, 2011, 2012) y establece relaciones
entre proceso socio-histórico, subjetividad colectiva, vida cotidiana y emergentes psicosociales,
conceptos clave con relación investigaciones que vienen siendo desarrolladas en los últimos años

Los conceptos subjetividad colectiva y emergente psicosocial, tanto como proceso socio-histórico
y vida cotidiana, son abordados aquí desde el marco teórico de la psicología social de E. Pichon-
Rivière.

La subjetividad colectiva, en tanto concepto, refiere a los denominadores comunes de la


estructuración psicológica y las conductas de los integrantes de un determinado conjunto social.
Apunta a una comprensión psicosocial de la trama subjetiva del proceso socio-histórico. Se apoya
y sostiene una visión de los sujetos como seres activos, sensibles y situados; como personas que
perciben, vivencian, actúan y sienten en las circunstancias en las que participan y de las que son
tanto emergentes como actores.

Antes de desarrollar la definición del concepto subjetividad colectiva se explicitará la perspectiva


desde la que se comprende la relación entre subjetividad y proceso social, citando para ello
algunas definiciones teóricas. Luego se presentará el concepto subjetividad colectiva y se
concluirá con la definición de emergente psicosocial en tanto instrumento conceptual que refiere
a signos que, remitiendo a la cotidianeidad y el proceso socio-histórico, permiten comprender no
sólo rasgos significativos de la vida social en general sino también la subjetividad colectiva como
dimensión psicosocial del proceso socio-histórico y la vida cotidiana.

La relación entre subjetividad y proceso vincular y social no es unidireccional sino dialéctica y es


sólo admitiendo este carácter dialéctico de la relación es posible plantear con fundamento la
existencia real de una ética de la ciencia y la intervención social (Pichon-Rivière).

El concepto subjetividad colectiva se inscribe en una concepción dialéctica de los sujetos y la


historia; subraya el papel de los sujetos, en tanto agentes y cuestiona la perspectiva que los
considera meros efectos de leyes históricas omnipotentes. En este sentido se aleja de las
perspectivas estructuralistas y se acerca a perspectivas como las del estructuralismo genético
(Pichon-Rivière).

La subjetividad no remite, en tanto concepto, a un estado pasivo (o meramente receptivo) sino a


una producción activa, cognoscitiva, adaptativa, situacional e instrumental: una producción
situada y multidimensional que da cuenta a la vez que interviene en los contextos vinculares,
grupales y sociales (también en la naturaleza).

El término subjetividad colectiva, el principal que se expone en este trabajo fue utilizado en el
campo de la sociología, por Domínguez. Este autor brasileño radicado en Londres apunta a reunir
bajo esa denominación aportes de sociólogos ya clásicos que vienen siendo reconsiderados en los
últimos años con el fin de superar la fragmentación reinante en la sociología de los sesenta. El
planteo de Domínguez comprende la subjetividad colectiva como concepto que da cuenta no sólo
de las representaciones subjetivas sino también de las acciones de los sujetos, de la misma manera
que se lo considera en este artículo. Su aporte es de tipo sociológico, a diferencia del nuestro que
enfatiza los factores psicosociales del proceso social, incluidas las dimensiones psicológicas y
psicopatológicas de la subjetividad colectiva.

La subjetividad colectiva tiene lugar en el cruce de lo público y lo personal, considerándose que lo


personal no está tajantemente separado de lo público y que la participación social, comunitaria y
política no es ajena a la participación propia y específica de la vida cotidiana corriente.

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Emergentes psicosociales

Los emergentes psicosociales son hechos y procesos que teniendo lugar en el escenario de la vida
cotidiana permiten identificar los signos que da cuenta de la subjetividad colectiva como una
dimensión específica del proceso socio-histórico. Un mismo hecho o proceso social puede ser
considerado relevante desde distintas disciplinas y puntos de vista: la psicología social, los
estudios culturales, la sociología, la política, etc.

Los emergentes psicosociales en tanto momentos de la serie de hechos que configuran la


cotidianeidad, pueden pasar desapercibidos aún para los protagonistas de su producción. Sin
embargo pertenecen a la condición de reveladores de la subjetividad colectiva. Se ubican en la
relación entre lo de todos los días y lo inusual; en términos de A. Heller, entre la vida cotidiana y
la vida no cotidiana, noción interesante en tanto hace visible la presencia de lo histórico en la vida
diaria así como relación dialéctica entre lo rutinario y lo excepcional y la tensión entre lo
reproductivo y lo creativo.

La decodificación de los emergentes psicosociales permite al investigador ir de la observación y


registro de las experiencias cotidianas y las condiciones inmediatas de la vida diaria hasta el
análisis del proceso social, la vida cotidiana y la subjetividad colectiva. A modo de ejemplo
pueden ser mencionados como emergentes psicosociales, fenómenos como los cortes de ruta en la
década del noventa en la Argentina, la proliferación de asambleas barriales y comunitarias en el
entorno del año 2001, el eco de televidentes de la novela Resistiré en 2003, la masiva venta de
libros de historia a partir de ese mismo año, el miedo a la ruptura de los vínculos familiares y
amistosos en ocasión de la confrontación política del año 2008 en la Argentina y la masiva
concurrencia de la ciudadanía de este país a los festejos por el Bicentenario.

Los hechos y procesos mencionados, tienen a la vez que una significación política, cultural, social
y/ó antropológica, una significación psicosocial, que es la que desde nuestra perspectiva
disciplinaria y teórica focalizamos. Los emergentes psicosociales, en su multidimensionalidad,
aportan elementos fundamentales que permiten comprender las características de la subjetividad
colectiva y del proceso social e histórico.

Los emergentes psicosociales son hechos, procesos o fenómenos que como figura se recortan del
fondo constituido por el proceso socio-histórico y la vida cotidiana. Son intentos de respuestas
significativas al desajuste entre necesidades y respuestas sociales a esas necesidades. Los
emergentes aportan una cualidad nueva a la vida cotidiana y el proceso social, expresando en sí
mismos un modo y grado de registro y resolución de contradicciones sociales.

Los emergentes psicosociales no refieren necesariamente a una urgencia ni emergencia social,


pudiendo incluso pasar desapercibidos. Se producen en el punto de encuentro de lo cotidiano y lo
no cotidiano y marcan en general un antes y un después en la memoria social, condicionando en
parte la dirección de los acontecimientos futuros.

Aportan significados cualitativamente relevantes al proceso social e impactan en la vida diaria,


creando resonancias y subjetivaciones colectivas.

Al igual que una obra de arte o un sueño, expresan y responden no sólo a una necesidad social
especialmente significativa en un momento dado sino que condensan en sí mismos una
multiplicidad de significados personales y sociales que se relacionan a una diversidad de
necesidades y acciones de los sujetos, en el marco de un orden social que satisface, frustra,
modela y/o manipula las necesidades colectivas. Sin esta multiplicidad, integrada por
motivaciones, expectativas, representaciones, necesidades materiales y simbólicas, formas de

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memoria y olvido, y en ausencia de la naturaleza polisémica que lo funda, ningún hecho cotidiano
llega a adquirir su condición de emergente psicosocial.

Los emergentes psicosociales son modos de cristalización de significaciones originadas en


interacciones grupales, institucionales y comunitarias así como en las conductas de los sujetos
que intervienen en esas interacciones. Se configuran no sólo como lógicas colectivas (propias de
los fenómenos de masa o institucionales) sino también a partir de los modos singulares de
estructuración y reestructuración subjetiva de cada integrante de un conjunto social.

Las FORMACIONES IMAGINARIAS del GRUPO


(Los MITOS GRUPALES desde sus MATRICES)

Ana María FERNÁNDEZ

Procesos imaginarios que un grupo produce. Un grupo produce formas imaginarias propias. En
toda situación grupal hay una representación imaginaria subyacente, común a la mayoría de sus
miembros.

La tarea opera como convocante del grupo, pero no como fundante. Para que un grupo de
personas pueda pasar de la serialidad al grupo, se deberá ir consolidando un conglomerado de
“representaciones” imaginarias. Éstas podrán propiciar la eficacia como la ineficacia grupal, etc.

Son procesos imaginarios que pueden ser leídos en el transcurso del devenir grupal, y que hablan
de su conformación, inscripción, historia, posibilidades de desarrollo y de transformación de
dicho grupo.

 Formaciones grupales:
 La red de identificaciones cruzadas (y la red transferencial)
 Las ilusiones grupales.
 Los mitos del grupo.
 La institución (como disparador del imaginario grupal).

Estas formaciones grupales, en permanente atravesamiento, darán a cada grupo su perfil, su


identidad, único de ese grupo.

Red de identificaciones cruzadas - red transferencial –

¿Qué es lo que hace que ciertos grupos se constituyan como tal, y que permanezcan en el tiempo,
y otros no?

En los grupos este hecho depende, entre otros factores, de la constitución durante las primeras
reuniones de la “matriz de grupo”. Esta matriz grupal puede aparecer sólo si ha existido entre los
miembros del grupo una empatía que una a los diferentes miembros entre sí.

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Impacto del grupo sobre el individuo, o el Mito del “Aprendizaje
por Ósmosis”.
Gladys Adamson

El Grupo como tal, más allá de las consignas que encuadran la experiencia (consignas que no
pueden ser comprendidas en un primer momento justamente por el impacto del Grupo)
representa un monto de estímulo muy elevado para los individuos que lo componen. El Grupo
implica para cada integrante un planteo “conformar una unidad con otro u otros”. Una unidad
que trascienda su individualidad. Esta propuesta como desencadenante reactualiza los vínculos
internos signados por esta misma cualidad. Cada integrante se remite a los vínculos producto de
pretéritas experiencias de íntimas reuniones afectivas (de amor y de odio): pareja, hermanos,
hasta llegar a la máxima experiencia de conformación de una unidad con otros: la vida
intrauterina. La propuesta de integración a un Grupo produce una profunda regresión. Nos sitúa
en el escenario apto para reproducir el lugar de nuestro origen. La fantasía de aglutinación, de
pérdida de la identidad, es el temor a regresar a este nivel intrauterino. Esta hipótesis puede
parecer extrema, pero creo que no debemos subestimar la intensidad afectiva (elevación de los
niveles de ansiedad) de los primeros momentos de un grupo.

Ha sido señalado ya el temor a la aglutinación, a la indiscriminación que sufre el individuo al


integrar un grupo desconocido y sin normas a seguir. (Hay una consigna, pero está un amplio
margen a la iniciativa personal o grupal). Creemos que la incertidumbre y el temor a lo
desconocido, es a la vez temor a algo viejo y “conocido” (desconocido por inconsciente: el vínculo
intrauterino) y no solamente temido sino deseado, porque implicaría la posibilidad de máxima
protección y nutrición. Lo que sucede es que en la fantasía, su precio aparece como sumamente
elevado: la pérdida de los límites de la identidad.

El modelo alimentario que postula Pichon-Rivière como correlato inconsciente de toda situación
de aprendizaje tendría en este momento su nivel máximo de regresión. Coherente con esta
hipótesis es la descripción del “silencio nutricio”.

Creemos que hay un factor social presente en la explicación de por qué se da esta regresión tan
intensa hasta niveles tan primitivos: la falta de entrenamiento social para el enfrentamiento de
nuevos grupos. Desde lo social se fomenta la pertenencia a grupos de manera estable (Familia,
amigos, barrio, pareja, et.). El Grupo se presenta así como un conjunto de personas de una
sociedad individualista que no tienen ni especial vocación ni experiencia de crecimiento y
enriquecimiento en unidades grupales. O sea, que un aspecto instrumental del ser humano ha
quedado inhibido en su desarrollo. Esta falta de instrumentación predispondría a la regresión.

La regresión en la teoría de la Enfermedad Única de Pichon-Rivière, tiene un sentido prospectivo.


Regresar para hallar vínculos y experiencias pretéritas que lo instrumenten en el
desentrañamiento, comprensión y manejo de la nueva situación.

Cuando este primerísimo momento no es superado o permanece como aspecto parcial de una
legalidad latente, tenemos en el Grupo el “Mito del aprendizaje por ósmosis” (nombre sugerido
por la Licenciada Betty Miranda) que se caracteriza por la creencia que por asistir a la clase y
pertenecer al Grupo se aprende sin necesidad de ningún esfuerzo activo. La conducta pasiva del
grupo o de algunos de sus miembros al que muchas veces nos vemos enfrentados como
Coordinadores creo que se comprende en función, por lo menos en parte, de este Mito.

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La imagen del Coordinador en este momento corresponde a la fuente de todo lo nutricio y de
todas las sanciones.

Hay que recordar que todo lo expuesto corresponde a fantasías y mecanismos correspondientes a
un primerísimo momento en el Grupo: el momento de impacto. Los integrantes casi
inmediatamente establecen una actitud más activa que es el vínculo de dependencia-hostilidad
entre ellos y con el Coordinador

Las Tres Aperturas


Alfredo Moffatt

Un nuevo paradigma.

Con las tres aperturas proponemos pensar la terapia desde un paradigma distinto, opuesto al
actual, es un planteo ideológico que se opone a la propuesta del sistema, un esquema conceptual
que da lugar a un nuevo enfoque en la operatoria. El planteo del sistema imperante tiene que ver
con lo individual, sólo desde la palabra y únicamente dirigido hacia el pasado; nosotros
proponemos como aperturas, primero, lo grupal, luego la acción e incluir el cuerpo, y por último,
el futuro y la transformación.

El sistema propone que la unidad, el ente a analizar, es el individuo, y opera a través de la palabra.
Esta palabra, además, se concentra en el tema del pasado, en la historia sucedida. El paradigma de
este tipo de concepción, de esta epistemología en el campo terapéutico, es el psicoanálisis, que es
útil para operar con las neurosis estabilizadas socialmente, pero vamos a ver que no es operativo
para las situaciones de crisis.

El paradigma ideológico del psicoanálisis era el que impregnaba la Europa del 1900, era una
Europa en la que la sociedad estaba estabilizada. Freud nació, vivió y casi murió en su casa de la
Bergenstrasse, con Francisco José en el trono del Imperio Austro-húngaro, durante cuarenta años.
En esa sociedad, las personas sabían hasta de qué iban a trabajar sus nietos, todo era estable, y
entonces la conservación estaba asegurada. Pero en nuestro mundo de hoy, cien años después,
con una realidad de transformaciones bruscas, la consagración del pasado es inoperante. Ahora
hay cuadros en los que no podemos trabajar individualmente, cuadros en los que, si no
trabajamos en grupos, incluyendo el cuerpo y la acción con el psicodrama, no podríamos manejar
la situación.

En el aula, por ejemplo, la maestra trabaja con cada chico y trabaja con la palabra, no hay
posibilidad de un lenguaje de acción, y por lo tanto, no se puede hacer cargo de temas como la
violencia, no puede enfrentar las conductas no semantizadas, no verbalizadas, las conductas de
una población que habla a través del movimiento, como son los chicos en una sociedad en crisis.
Esto, además, tiene que ver con la conservación, como por ejemplo, estar enseñando durante
cuarenta años casi los mismos temas.

Al asistente social también, le dan el caso individual en una carpeta y tiene que continuar
interrogando al asistido, no hay otro contacto, y sólo se construye la historia clínica, que siempre
es hacia el pasado.

A este modelo, nosotros le proponemos tres aperturas:

 1) desde el individuo abrimos hacia el grupo,

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 2) en contraposición a la palabra nosotros proponemos la acción, y por lo tanto, la
incorporación de la tarea, del cuerpo. Vamos a ver que esto es esencial para trabajar, por
ejemplo, con grupos de alto riesgo, en los cuales, con la sola palabra, sería imposible,
porque se trata de existencias en la acción,
 3) además proponemos, en contraposición con el pasado, trabajar con el futuro, que
significa cambio, lo que también podemos definir como aprendizaje, pues focalizando
sólo en el pasado no hay superación, no hay aprendizaje.

El grupo, si es heterogéneo, se configura como algo dinámico, contiene contradicción entre sus
miembros. En cambio, si fuera un grupo de iguales, ya no sería un grupo, sino un ente homogéneo
de espejos.

En todo grupo hay hombres, mujeres, viejos, jóvenes, distintos temperamentos, distintos
intereses, que empiezan a interactuar y eso lo hace dinámico. Siempre que se forma un grupo,
especialmente si es un grupo en conflicto, al cabo de un cierto tiempo ya se encuentra alguna
solución, en cambio un individuo solo no puede hacerlo, porque queda encerrado en su
subjetividad.

El anterior, es un paradigma de la clase media, donde sólo se trabaja con individuos, con palabras
y con la conservación. En la sociedad tradicional todo se conserva, se repiten las palabras, pero el
acto y el cuerpo están negados, y además, todo está centrado en el individuo. En cambio, lo que
nosotros proponemos es un modelo de pensar al hombre social en su transformación.

Pero si en este modelo dinámico, nosotros negáramos los tres primeros términos (individuo,
palabra y pasado) sería también incompleto. Si nosotros solamente trabajáramos con el grupo, el
cuerpo y el futuro (que es el paradigma de cambio) y negáramos lo otro, lo del individuo, la
palabra y el pasado (que es el paradigma conservador) estaríamos cometiendo el error contrario.

Vamos a ver que el grupo en acción, configurando un futuro (que es el proyecto), es el tema de la
psicología social. Porque un grupo es funcional desde el aporte de cada individuo, el grupo es la
multiplicación de oposiciones dialécticas entre los individuos, que dan lugar a movimientos, dan
lugar a una pelea que se llama tarea, que si está bien coordinada conduce a un proyecto grupal.

El grupo existe porque existen los individuos, el grupo es la matriz de la identidad de cada sujeto,
uno no puede singularizarse si no es en un grupo. En una simbiosis, el individuo no se singulariza,
porque si uno solamente se liga con alguien, sólo es lo contrario de ese alguien; por eso la
esquizofrenia, las fobias graves y la drogadicción también tienen que ver con los vínculos
simbióticos. En el caso de los niños, el padre, el tercero, es el encargado de romper la simbiosis
madre-hijo. Si esto no sucede, ya sea por ausencia o por tratarse de alguien dominado por la
mujer, el hijo no podrá ir de la dependencia infantil a la autonomía adulta, que es incorporarse a
grupos exogámicos (fuera de la familia).

Nuestra propuesta, como concepción del hombre, se opone al psicoanálisis ideológica y


operatoriamente, y en ella se trabaja con estos tres principios: supone que el hombre es un ser
grupal, que primero acciona y luego conceptualiza con la palabra lo que hizo. Luego, la palabra
sirve para nominar, para explicar lo que pasó y lo que queremos que suceda; si no está ligada a la
acción, la palabra es letra muerta. Y por último, el pasado, la experiencia, es lo que permite
continuar la historia como un futuro. Pero ir al pasado sin que eso sirva para configurar un
proyecto, es un viaje inútil, porque la vida es un estar arrojado hacia esa esperanza o a esa
incertidumbre con que se reviste el futuro.

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Vamos a intentar hacer una síntesis dialéctica entre los dos planteos. Si trazamos un eje en el
medio, un eje de integración, vamos a ver que podemos sintetizar estos dos extremos. ¿Cómo se
sintetiza? Primero, si suponemos que el grupo es la matriz de la identidad, quiere decir que el
grupo está ligado con el individuo a través de la matriz; o sea que se es una persona sólo cuando,
a través de un grupo, se toma cuenta de su singularidad. ¿Cómo? Oponiéndose a la singularidad
del otro.

En el tiempo de los hippies, había un póster en Nueva York, que mostraba un cajón de naranjas,
en el que habían sustituido una naranja por una manzana, y abajo decía "Be yourself" (sea usted
mismo). Entonces, si hay un mundo en el que sólo hay naranjas y yo, manzana, me confronto sólo
con naranjas, lo único que sé es que no soy una naranja. No sé si soy grande o chica, porque el
otro es igual en tamaño, no sé si soy redondo porque nunca vi algo que no fuera redondo.
Supongamos que a ese mundo cae una sola banana, entonces, además del cambio de color y de
textura con respecto a una naranja, yo me doy cuenta de que soy redonda porque me confronto
con una banana, que es alargada. Pero además no sé lo que es ser lisa, y cuando cae un ananá
lleno de pinches, entonces me entero de otra cosa, de que soy lisa. Porque no me podía enterar de
que era lisa si sólo me confrontaba con cosas lisas, pero en cambio, viene algo áspero y me doy
cuenta que soy lisa. Supongamos que cae un racimo de uvas (una uva sola no existe, siempre viene
en racimo) entonces digo: "Soy única, porque hay frutas que son múltiples”. Pero, todavía, del
tamaño no sé nada, hasta que cae una gran sandía y digo: "Soy chica". Finalmente ya me enteré de
mi diversidad, ahora sé que soy redonda, lisa, soy única y no múltiple, y soy chica. Porque esta
pobre manzanita, se confrontó con otras cosas además de la naranja, porque con la naranja lo
único que sabía es que era de otro color, y además un poquito más lisita. Esas son las matrices de
identidad, la manzana ahora se dio cuenta de todas las características que tuvo porque se
confrontó en la frutera. La frutera es el grupo operativo. En él hay bananas, uvas, naranjas,
sandías, etc.

En la teoría de la información todo esto se dice de una manera bastante más complicada: un
mensaje contiene tanta información como diversidad tiene el conjunto de donde fue extraído.
(Nosotros, con la teoría de la frutera lo explicamos mucho más sencillo).

Cuando apareció la televisión nadie decía TV en blanco y negro, porque sólo había blanco y negro.
Pero desde que salió la TV en color, tengo que decir que tengo TV en blanco y negro. Supongamos
que saliera el televisor tridimensional, entonces tengo que decir “tengo un televisor en blanco y
negro y bidimensional”. Y si en el futuro hubiera televisión con olor, yo tendría que definir mi
televisor como “blanco y negro, bidimensional e inodoro…”Antes, cuando era único, yo tenía un
televisor y estaba contento.

Esto me recuerda algo que se analizaba en sociología: que cuando un habitante rural de Santiago
del Estero se trasladaba a Buenos Aires, se enteraba de todo lo que no tenía, y se sentía más pobre
que allá, en los montes santiagueños. Entonces, todo depende del conjunto del que es extraída la
información que tiene cada persona. Por eso, de una persona que viaja mucho se dice: "Es un tipo
muy viajado" porque se confrontó con los japoneses, los chinos, etc.; pero si se hubiera quedado
en su barrio, creería que su cultura es universal, que todos los humanos son como él.

Volviendo a la síntesis entre los dos paradigmas extremos, la palabra sirve para definir lo que
pasó. Entonces, podemos decir que la acción es interesante cuando es acción simbolizada. Si pasa
algo que yo no lo comprendo, pero viene alguien y dice: “pasó tal y tal cosa”, lo entiendo.
Entonces, si algo que sucede está descrito con palabras, se entiende, porque se inscribe en la
cultura, y si algo no se inscribe en la cultura, es un hecho confuso, salvaje, inentendible. Cuando
vemos una pelea en la calle y no entendemos nada, si le preguntamos a alguien: "¿Che, qué pasó?"

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y nos responde: “parece que los pescó el marido de la mina…" “¡Ah! Ya entendí”. La pelea sola no
se entiende, porque sólo es un conjunto de acciones, no tiene lectura si no está puesta en palabras
(lo que yo llamo apalabrada), la acción debe estar simbolizada.

Por último, la síntesis dialéctica entre pasado y futuro se da cuando concebimos el presente como
pasaje. El presente es el momento en que la expectativa se convierte en recuerdo, en que el futuro
se hace pasado.

El tiempo puede vivirse como que va, yo voy hacia el futuro, cuando es algo deseado, como por
ejemplo un viaje que estoy esperando ansioso, siento que voy a buscar ese futuro, o el futuro me
invade cuando yo no lo quiero, él se me viene encima y le tengo miedo, como cuando se trata de
una operación quirúrgica, por ejemplo.

El presente como pasaje es la síntesis para integrar los dos extremos, la conservación y el cambio.

Si nosotros podemos concebir el individuo dentro de un grupo, si podemos concebir la palabra


que lleva a la acción (o la acción que es relatada por la palabra), y si podemos concebir que el
pasado sirve para construir el futuro, ahí hemos integrado dialécticamente las tres
contradicciones fundamentales de la organización de la realidad: individuo–grupo, palabra–
acción y pasado-futuro.

La ideología del Ministerio de Educación propone el primer paradigma, el de la conservación


(individuo, palabra, pasado). Entonces, cuando en los seminarios que doy en los sindicatos
docentes, yo digo que este nuevo paradigma que son las tres aperturas, implica incorporarse a la
dinámica del cambio, lo toman fácilmente porque perciben que el grupo y la acción llevan a la
transformación, que es, nada menos, que el aprendizaje. Ahora, ¿por qué el sistema impone este
modelo de aislamiento? Es muy sencilla la respuesta. Porque si estamos aislados (individuo) y sólo
hablamos (palabra) de la conservación (pasado), somos fácilmente sometidos.

En cambio si estamos juntos actuamos, generamos el cambio, el futuro. El Bancadero, nuestro


centro de asistencia psicológica, se hizo en grupo y empezó con la acción, porque se empezó
reconstruyendo la casa para que luego pudiéramos asistir. Ese fue el momento más rico, donde
teníamos más cantidad de altas, de mejorías. Porque venían personas que estaban encerradas en
sí mismas: "Yo no puedo hacer nada, soy un inútil". Y resulta que empezaban a trabajar con los
ladrillos, con el cemento, en grupo, aunque se cansaban un poco, poniendo el cuerpo. Cuando
terminaban de arreglar una habitación (había 15 habitaciones destruidas), ese grupo hacía una
fiesta. La sensación de utilidad les producía felicidad, porque decían: "¡Y yo que creía que no podía
mover un ladrillo…!” Además, había conflictos, porque eran dos horas de trabajo y dos horas de
grupo, donde hablaban de las ansiedades que producía el trabajo. Si uno se quedaba, había otro
que lo empujaba "Echá más agua, que estamos haciendo el pastón", "Traé ladrillos", "No vayas tan
rápido", "Traé más arena". Eso permitía conectarse con el otro a través de la tarea; si a esos
pacientes sólo los hubiéramos puesto en rueda para que hablaran, se hubiesen mirado la cara
media hora, y con la depresión que tenían, no hubieran dicho nada. Pero la tarea los movilizó,
porque la hicieron a través del cuerpo, y se conectaban a través del cuerpo, y se querían y se
peleaban a través del cuerpo. "Esta pieza estaba rota, toda destruida, y nosotros la arreglamos".
Después se hacía una fiesta de inauguración, la gente se decía "Podemos modificar la realidad", y
eso es curarse. Curarse es poder modificar la realidad y tener un proyecto, que se hace a través del
grupo.

Entonces, estos son los seis parámetros, en tres pares dialécticos, que un psicólogo social tiene
que manejar: individuo-grupo, palabra-acción, y pasado-futuro.

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Si un sistema cultural se queda sólo con el paradigma de grupo, acción y cambio es también
inconveniente, porque se convierte en otro totalitarismo. El Comunismo Soviético cayó en eso:
todo era grupal, estaba prohibida la individualidad, la subjetividad y el psicoanálisis eran un
invento pequeño burgués (y tenían razón, pero se fueron al otro extremo). Además, el pasado
estaba negado y sólo existía el futuro socialista. Al no integrar ese pasado de autoritarismo del zar,
Stalin se convirtió luego en un zar (el que olvida el pasado está condenado a repetirlo).

Yo soy individuo porque estoy en un grupo, me singularizo, me entiendo con todas mis
características, porque me confronto con los demás. Tomemos, por ejemplo, un grupo de viejos.
¿Por qué un geriátrico anda mal? Porque son todos viejos y no aparece la vida; se van muriendo y
no hay nietos, no hay jóvenes que les hagan ver que la vida continúa. Son comunidades donde la
muerte es verdadera, porque mueren solos. En cambio, la muerte de un nono italiano, rodeado de
una enorme familia, no es una muerte terrible, porque allí está la dialéctica de la vida-muerte.

Si uno ve el presente como pasaje, uno dice: "estoy en movimiento". Si hay una historia que viene
de atrás y yo soy esa historia, quiero que continúe, porque en el pasado tengo cosas vacías, tengo
un agujero, y en el futuro, quiero repararlo. El futuro tiene sentido si yo tengo un vacío en mi
historia, y por eso son útiles esas faltas, las frustraciones, porque las frustraciones estimulan las
ganas de vivir, porque yo quiero completar aquello que no tuve.

Es bueno que los jóvenes tengan problemas, porque entonces, luchan para solucionarlos. Si el
joven tiene todo dado, sin esfuerzo, se siente como esa generación que yo vi en Europa, que
estaban hartos y no sabían qué hacer, porque todo estaba reconstruido, todo asegurado, no había
agujeros. Entonces se drogaban, porque el mundo estaba estático, y ya todo estaba hecho. Donald
Winnicott, un psicoanalista inglés muy fino, decía: “a los jóvenes, hay que dejarlos ganar, pero no
fácilmente, para que se endurezcan." Hay que ofrecerles resistencia, para que luchen.

En la actualidad, vivimos en una concepción individualista, sólo de palabras, y también de


imágenes en la televisión, donde no participa el cuerpo, y además estamos dando vueltas en una
repetición de la que no salimos. Cuando la gente, los millones de marginados, se junten y
empiecen a buscar salidas se va a producir el cambio social. La historia nos enseña que un pueblo
desesperado genera el futuro. No por nada nuestro esquema operatorio de los cuatro pasos
empieza en la contención y termina en el cambio, que es generar el proyecto.

La propuesta ideológica del sistema imperante, que impregna el psicoanálisis, se centra en el


individuo dentro de la familia pequeño burguesa, con la culpa, el superyó paterno, la castración y
el falo-centrismo (para el psicoanálisis, la mujer es un ser castrado).

Por otro lado, el paradigma que proponemos tiene que ver con la filosofía existencial, con la
transformación, que es sobre todo el tema del proyecto. Sartre dice que el hombre es un proyecto-
siendo, es una historia que vive en cada instante.

El existencialismo también trata el tema de la libertad y la elección. En un momento dado, uno


elige, y en esa elección se arroja hacia adelante. La identidad depende de elegirse a sí mismo.

Para finalizar, repetimos que estamos hablando de dos concepciones del mundo, de dos
paradigmas: la conservación y el cambio. El eje de síntesis es lo que integra los dos polos, en
realidad, si vemos en el fondo, las dos cosas son las mismas, porque el pasado y el futuro no
tienen sentido el uno sin el otro. El pasado es lo contrario del futuro, son partes de un mismo par
dialéctico. La palabra es lo que hace entendible la acción: si no hay acción no hay palabras,
porque no se puede narrar lo que no sucedió. El individuo es lo que constituye el grupo, pero el
individuo no existe si no está inserto en un grupo. Son pares dialécticos, si tomamos uno solo, la

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realidad queda renga, en cambio, si se toman los dos, se puede generar un sistema, en donde el
proyecto tiene sentido, vamos hacia un futuro, pero desde una historia. Se planifican y se realizan
acciones, con lo cual se pertenece a un grupo, a una familia, a una comunidad.

En nuestras Escuelas se trabaja en grupos operativos, y como usamos almohadones en vez de


sillas, el cuerpo está mucho más distendido y preparado para la utilización de recursos
psicodramáticos, esenciales para trabajar en situaciones de crisis. Podemos decir, que más que
enseñar, nosotros adiestramos a los alumnos para operar en esta realidad conflictiva. El
aprendizaje no es sólo teórico sino que el alumno debe comprometer su estilo emocional
personal, para ponerlo al servicio de la actividad reparadora. Parte de la formación exige trabajos
de campo, en comunidades e instituciones en situaciones conflictivas, como ser escuelas en zonas
de riesgo, adolescencia y niñez en relación con la violencia y las drogas, hospicios, nuestras
Oyitas que son comedores en villas, el Bancapibes, la Cooperanza en el fondo del Borda y el EPS
(Emergencias Psico Sociales) para situaciones producidas por catástrofes como Amia, la caída del
avión de LAPA, Cromañón, etc.

Podemos decir que la formación parte de un concepto de sociopatología, y por lo tanto, inaugura
un planteo de socioterapia, pues creemos que en este momento la ruptura de las redes sociales
hace que la familia, las instituciones, la sociedad, estén más enfermas que los individuos. De ahí,
la necesidad de un abordaje socioterapéutico.

“…el que enferma contagia enfermedad, el que cura contagia salud y el que aprende contagia
aprendizaje…”

Enrique Pichon-Rivière

Teoría grupal y familiar


Armando Bauleo.

Hay una frase de Pichon-Rivière que usaré y que puede parecer una tautología: "la familia debería
ser como un grupo operativo y un grupo operativo como una familia".

Esta definición con una característica circular trata de explicar la interacción que se establece
cuando deseamos conceptualizar tanto nuestra práctica grupal como nuestra intervención en una
familia. Es que sería difícil entender una situación familiar sin un conjunto de nociones grupales,
así como teorizar sobre los grupos sin tener en cuenta la estructura particular del grupo familiar.

Por lo tanto, para nuestra escuela de pensamiento, solo una teoría de la grupalidad nos permite
intervenir en las diversas vicisitudes de los procesos grupales.

El modelo del grupo operativo indica la situación concreta de fundación del grupo que siempre
colocamos a partir de una delimitación de una tarea a desarrollar. Es decir, la tarea sería el apoyo
que permita a un grupo de personas organizarse como una estructura grupal. Dicho de otra
manera, el paso de la 'agregación' al grupo, del conjunto a la estructura, es posible gracias a la
presencia de la tarea.

Se estipula que la tarea (o el propósito) es el soporte, ya que el tránsito desde la situación original
(como un todo) a la estructura del grupo, no es directo y unidireccional, sino 'zigzagueante',
ondulante, con formas indecisas de progreso y retroceso, con tiempos interrumpidos, en
diferentes registros y con expresiones que pasan de los minutos a la acción (y viceversa).

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Las irregularidades de este tránsito se deben al hecho de que cada participante del proceso grupal
llega allí con una idea preconcebida de lo que debería haber sido la tarea que llamó el grupo. Por
lo tanto, cada uno llega con fantasías sobre cómo debe llevarse a cabo la 'agrupación' y las formas
en que debe desarrollarse la tarea.

Dentro de un grupo terapéutico podemos traducir esas fantasías como la fantasía de cura, la
fantasía de la enfermedad y la fantasía del tratamiento.

Pero incluso antes de establecernos en la estructura grupal, debemos indicar que ese paso o
tránsito (de 'agrupación' a grupo) está envuelto e infiltrado por un sentimiento que definimos
como ansiedad confusional.

Esta ansiedad sería, en parte, causada por la comparación entre esas ideas preconcebidas y la
probable reestructuración de las mismas.

La posterior pertenencia al grupo, la necesidad de un contrato entre ellos, obliga a un reajuste y


una reorganización del mundo fantasma.

Dejamos en claro que cuando hablamos de la estructura del grupo, estamos definiendo un
instante, un recorte, un evento, un proceso grupal.

Al invertir la fórmula, tenemos que los participantes se sumergen en un proceso grupal cuyo
propósito sería la tarea estipulada, por lo tanto, cuando informamos la estructura del grupo,
estamos haciendo un recorte momentáneo en este proceso, que es un fotograma de una película.

Esto no significa que la estructura del grupo sea simple. Su complejidad deriva de la existencia de
un manifiesto y un latente. Como en el sueño, hay un discurso manifiesto (verbal o de imagen)
que sería el formado con los elementos que la censura deja pasar del universo de las ideas
inconscientes.

En el grupo, lo que se expresa, ya sean palabras, gestos o acciones, establece el plan manifiesto.

Lo indecible, los sentimientos ocultos, los deseos ocultos, las fantasías no comunicadas, las
ilusiones no compartidas, las historias secretas, constituyen el tejido que determina el grosor de
cada momento grupal.

La tartamudez, las indecisiones, las contrariedades, la ambigüedad o la ambivalencia, los actos


fallidos, la vacilación, el lapsus son signos de esa franja no trazada entre lo manifiesto y lo latente.

Pero establecer una estructura grupal significa que se ha establecido una línea, un sobre, un
continente (contenedor). Frontera imaginaria que permite una serie de pasajes de sustantivo, de
cambio de caracteres, de diferente inscripción de los actores.

Pasamos del singular al plural (del I al We) y colocamos un interior y un exterior (We and Them).
Aquí nos encontramos con un ancla para construir la identidad. El proceso grupal se desarrolla a
través de diferenciaciones y posiciones. Se instalan puntos transitorios de contacto y alienación
entre fantasías y el principio de realidad.

A su vez, dentro del contenedor, aparece un ejercicio de asociación libre, de palabras, imágenes,
sueños, utopías, cargas libidinales, impulsos emocionales.

A veces, cada uno juega el papel necesario para el desarrollo del tema, cuyo autor es una
subjetividad producida por el todo.

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Así es como se instala un colectivo de productores que crea, de acuerdo con los diferentes
tiempos, historias que intentan resolver conflictos. O, en algunas circunstancias, son la misma
solución. En otros, el síntoma, y en otros, la resistencia al cambio.

La subjetividad se desenreda, crece, involucra tiempo y espacio. Su presencia ocupa dimensiones


que no se pueden medir pero, por esta razón, son menos verdaderas. Su existencia marca la
cultura interna de cada grupo, ya que las historias individuales vuelven a significar. La otra
historia (la social) proporciona los elementos que permiten que el proceso grupal sea una
confrontación permanente entre el grupo interno y el mundo externo.

En resumen, se establece una tarea que permite la organización de una estructura de grupo que
consiste en una red de intercambios entre los participantes. Construye un código común que en
un doble nivel (de palabras y acciones) garantiza el funcionamiento de la red.

La dinámica del grupo resulta del entrelazado que ocurre entre hablar y actuar (y gesticular), por
lo tanto, no solo escuchas sino que también miras. La mirada, a veces directa y otras de lado,
proporciona líneas que serán atravesadas por las proyecciones o introyecciones que intentan
colocar a los fantasmas. El ceño mostrará diferentes versiones de los conflictos que surgen en el
grupo y, en varias ocasiones, acompañará la palabra o el silencio que rodea el veredicto.

Los conflictos son multifacéticos en su apariencia y posible interpretación.

El esquema de referencia, que deriva de la combinación de observación y enunciación, producido


por los miembros del grupo y que, a su vez, diferencia a un grupo de otro, no solo es el eje de
comunicación, sino también el de 'aprendizaje. Aprendizaje de relaciones, funciones, emociones
y, sobre todo, de comentar, es decir, de cómo decir "qué" nos ha sucedido.

Pero si nos enfrentamos al comportamiento grupal, debemos señalar un elemento central para sus
vicisitudes. El emergente sería ese elemento que, derivado de un contacto brusco entre lo
manifiesto y lo latente, atrae nuestra atención para que investiguemos el significado de esa
situación.

En otras palabras, una palabra o un gesto o una acción o un diálogo acalorado entre dos
participantes o un golpe causado por el cierre prematuro de una puerta, obligan al terapeuta a
buscar el significado de lo que está sucediendo en ese momento.

Esta búsqueda de significado terminará en una interpretación. Los elementos que provocaron el
comienzo de la investigación y que condujeron a la interpretación, los llamamos Emergentes.

Es algo que emerge, que se muestra y se esconde, una doble cara, una luz oscura, que requiere
una intervención, un esquema de referencia que acoge y disuelve un nudo latente que hace
imposible el flujo del proceso grupal.

Ahora podemos entrar en el problema familiar. Haremos esto a partir de la noción de emergente.

Dejando la línea histórico-genética y la función edípica en la construcción del grupo familiar, me


centraré en la cuestión de la intervención y mi discurso se dirige en ese momento.

"Todo estaba bien, como en todas las familias, pero el otro día, sin nada que lo hiciera suponer, a
partir de una discusión estúpida sucedió que se puso furioso, comenzó a gritar, golpeó a algunos
de los presentes, rompió lo que encontró en su camino, se encerró en su casa y no se fue anteayer
".Crisis, conflicto familiar (intentan pegarlo al individuo), irrupción psicótica, descompensación,
asombro.

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Pichon-Rivière sugirió, y la práctica lo confirmó, que la observación debe estar dirigida a
organizar a ese emergente en el grupo familiar.

¿Por qué y para qué era ese tema, y no otro, el portavoz del conflicto familiar?

Algunas ideas clave nos permiten presentarnos en la situación.

La idea de la deposición establece que en cada situación grupal hay un juego de intercambios, que
es posible gracias al movimiento de algunos elementos móviles.

Existe un enlace entre un depositante y un depositario a través del cual transita el depositado. El
momento crucial u origen de una crisis sería aquel en el que el exceso depositado (conflictos,
ansiedades, ambiciones, obligaciones, necesidades) se ha acumulado en el depositario, sin que
esto se separe de este material o lo elabore.

Las alucinaciones y los delirios, como algunos actos compulsivos, muestran claramente la
acumulación de los elementos, como una densa condensación de difícil asimilación para la que se
buscan diferentes espacios y tiempos para ubicarlos. El depositario, con urgencia, trata de
deshacerse rápidamente de ese equipaje que lo acosa. No se trataría de reprimirlo u oprimirlo,
sino de acompañarlo en la descarga. Pero, durante siglos, ha sido silenciado. El asilo o las drogas
psiquiátricas se usaron solo para eso. Los pacientes tranquilos son aquellos que se acostumbraron
a sus propios gastos.

De esta manera, el emergente señala la descompensación del equilibrio familiar, pero la historia
de ese emergente es un largo camino que tendremos que recorrer de manera opuesta en su
organización, para comprender algo del entrelazamiento de los factores causales.

Es interesante observar cómo el movimiento de configuración del emergente (del paciente) se


acompaña de un segundo movimiento que es el de su exclusión de la estructura familiar. La
fantasía sería que, con ese segundo movimiento, el depositario y el depositado son expulsados,
mezclados. La expulsión se convierte en un rito de purificación. En el campo imaginario, se trata
de comenzar de nuevo, de volver a dar a luz al grupo familiar. En innumerables ocasiones, la
culpa que causa esta fantasía le impide escuchar al terapeuta como tal, ya que se siente como un
juez que intenta encontrar al culpable.

La cuestión es estudiar cómo funcionó la red de intercambio, dónde falló el sistema vinculante,
nuestra preocupación se centra en las perturbaciones de los enlaces, nos preocupa el origen y el
desarrollo de las relaciones; pero nunca debemos pensar en una superpotencia individual que
pueda crear enfermedades, a pesar de las omnipotencias que algunos miembros del grupo familiar
se atribuyen a sí mismos. Es decir, el sistema depositante-depositante-depositante nos
proporciona una forma de entender la situación.

Pero, a su vez, ese sistema involucra el eje del rol otorgado -rol asumido.

Dentro de la dinámica del grupo, se establece una relación entre el grupo externo y el grupo
interno. Es decir, el grupo actual provoca, en cada miembro, el grupo interno (que lo acompaña).
El "grupo interno" sería una figura compuesta e inconsciente, organizada mediante la
identificación de características, relaciones de objeto, restos fantásticos, piezas de la novela
familiar, que es el resultado de nuestro pasado grupal y familiar.

En cada proceso grupal, otorgamos o asumimos roles de acuerdo con las necesidades y
oportunidades que surgen, algunos desean buscar un receptor, otros esperan alguna respuesta,

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cada participante coloca y se traslada a una dimensión fantástica de altibajos alternos, de
personajes que evocan otros personajes, actores que escenifican otras escenas.

En el grupo familiar, lo habitual, la costumbre, la vida cotidiana compartida durante mucho


tiempo, la impresión de estar siempre unidos, produce la ilusión que todos conocen. Es dentro o
detrás de esa ilusión que se establecen malentendidos, secretos, falta de información,
destinatarios equivocados, desplazamiento de mensajes, inversiones falsas.

La agitación entre los miembros de la familia es enorme cuando entienden que aunque
pertenecen al mismo grupo, no todos tienen el mismo grupo interno, por lo tanto, cada evento
puede tener diferentes significados para cada uno de ellos y un compromiso diferente. A pesar del
techo compartido, las historias individuales difieren.

Una última indicación. Innumerables ocasiones me han demostrado que una diferencia entre un
grupo y una familia es que este último no tiene una tarea. Es importante señalar que la familia
tiene muchos problemas porque, con razón, tiene innumerables tareas, a veces difíciles de
diversificar para decidir cuáles priorizar.

Para concluir. Primero establecemos una diferencia entre la noción y la experiencia grupal.

Esto último no solo se refiere a la experiencia de los integrantes, sino también a la recomposición
relacional que le sucede a todos, la reestructuración del grupo interno individual y el clima (o
"espíritu") que el grupo en su conjunto ha producido, combinado con los efectos de aprendizaje. o
terapéuticos que resultan de procesos grupales. De eso quedará una imagen que se desvanecerá
con el tiempo pero que dejará huellas en nuestra vida.

La noción de grupo se refiere a la conceptualización de esa experiencia, el momento de reflexión y


comprensión y, como corolario, permite las hipótesis e interpretaciones que pueden provocar los
diferentes momentos de la dinámica del grupo.

Si continuamos, nos encontramos con otras vicisitudes. Si hasta ahora hemos hablado sobre lo
que sucede en la estructura del grupo, ahora tendremos que indicar qué sucede con la
intervención en un proceso grupal. Es decir, la organización que celebra un contrato para
intervenir.

A partir de este contrato, se establece una situación grupal, es decir, una estructura triangular en
la que nos instalamos para observar la situación. Esta estructura se configurará a través de tres
funciones. Una teoría de la técnica señala las interacciones en la situación grupal

 Las funciones son:


 a) la estructura del grupo;
 b) la tarea de la estructura del grupo;
 c) coordinación.

Es decir, cada uno de estos tres polos debe tenerse en cuenta en cada operación que tenga lugar
en una situación grupal.

La no presencia manifiesta de uno de ellos nos obliga a investigar esa ausencia como un punto de
urgencia. Así es como la no presencia no se correlaciona con la no existencia para nuestro
esquema de referencia. Las ausencias son principios de investigación.

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La función de coordinación se centra en el vínculo del grupo con su propia tarea. Expresado de
otra manera, decimos que es imposible interpretar un conflicto grupal si no partimos del
elemento que lo une hoy.

Siempre, el trabajo terapéutico se lleva a cabo en circunstancias vinculantes.

En relación con la psicoterapia familiar, solo quiero agregar la importancia de señalar e


interpretar la distancia que debe mantenerse entre la biología y la función. Incluso en la familia,
como en todos los grupos, la dinámica depende de la rotación del liderazgo. Es decir, frente a los
conflictos que surgen, uno debe tratar con aquellos que son capaces de hacerlo. Al mismo tiempo,
sería otra forma de evitar los estereotipos.

Un ejemplo al respecto.

Estaba en la Ciudad de México, en el Hospital Pediátrico de la Universidad, y me pidieron que


realizara una entrevista, que el equipo observaría detrás del espejo. Era una situación familiar
singular. Un sacerdote quería adoptar una niña pequeña y, como acompañante de esta adopción,
utilizó a su madre, que se convertiría en una madre adoptiva. La situación había creado, como es
fácil de suponer, confusión y desorientación en el niño, que no hizo más que reflejar la situación
en la que cayó ese grupo con reclamos familiares.

Persona sana: ¿desde dónde abordar a la salud mental?


Hugo Basile

“Persona mentalmente sana es aquella capaz de hacer frente a la realidad de una manera constructiva, de
sacar provecho de la lucha y convertir a ésta en una experiencia útil, encontrar más satisfacción en el dar que
en el recibir y estar libre de tensiones y ansiedades, orientando sus relaciones con los demás para obtener la
mutua satisfacción y ayuda, poder dar salida a cierto monto de hostilidad con fines creativos y constructivos y
desarrollar una buena capacidad de amar.”

Enrique Pichon-Rivière.

Hablar de persona sana y de Salud Mental en este contexto en que se encuentra el mundo hoy,
quizás sea muy diferente, en muchos aspectos, al mundo que vivió Pichon-Rivière, por diversos
motivos. Fundamentalmente por el hecho de que las grandes problemáticas que cada sociedad
vivía eran propias de esa sociedad, y cada sociedad tenía, en cierto sentido, sus tiempos para
crear, desarrollar y resolver o no, esas problemáticas. Paso a enumerar solo algunas de esas
problemáticas.

Globalización económica.

El contexto actual implica un cambio fundamental en todos los planos debido a la globalización,
fenómeno dado a partir de los años noventa, que de alguna manera globaliza los problemas a
instancias de generar un pensamiento único relacionado directamente al consumo, consumo que
para ser multiplicado, exacerbado, extremado en función de la ganancia, requiere de la
aniquilación de las identidades culturales para establecer parámetros generales de consumo, esto
es, que si la cultura Toba no conoce la Coca Cola porque no forma parte de su dieta, la conozcan,
porque es necesario que la consuman, y si algún elemento cultural Toba se opone a la Coca Cola,
ese elemento cultural aparece como obstáculo y debe ser eliminando sin importar las
consecuencias de esa eliminación desde lo social, comunitario o subjetivo de esa comunidad.

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Identidad.

Hablar de cultura implica hablar de valores de intercambio humano, de relaciones sociales, de


costumbres y también de derechos humanos y civiles y de creación a partir de los mismos. Sin
embargo, el modelo neoliberal plantea no solamente a lo cultural y lo identitario como un
obstáculo para la globalización económica, sino que además incluye a los derechos civiles y
humanos entre esos obstáculos: la democracia y la validación de derechos, la participación real se
convierten, para el capital, en un enemigo del “progreso” y de la “civilización”, como ha ocurrido
desde hace quinientos años implícito en el planteo de “civilización y barbarie”.

Entonces, solo en estos párrafos ya tenemos algunos elementos para trabajar, analizando las
diferencias y mostrando nuevos problemas que ya dejan de ser fenómenos del campo individual,
familiar y social o comunitario, ya que ciertas problemáticas pasan a tomar una magnitud
planetaria. Esto implica que, por ejemplo, además de las crisis de identidad que se podían generar
hace cincuenta años a partir de las relaciones estrictamente familiares, nos encontramos con que
hoy esos problemas de identidad aparecen a partir de movimientos globales originados, en la
política y la economía.

Aceleración del tiempo.

Por otra parte, la tecnología produce un hito en la aceleración de los tiempos, achicando el
mundo de una manera formidable y al mismo tiempo terrible, ya que facilita y acelera los
negocios y por lo tanto los cambios culturales. La aceleración de los tiempos y la incapacidad de
adaptación de una sociedad a esa aceleración que implica cambios bruscos en su entorno y, por
tanto, la imposibilidad de sincronizar la propia historia posibilitando, en muchos casos, la
imposibilidad de tener una adaptación activa a la realidad por la dificultad de generar conductas
adaptativas elaboradas y adaptándose pasivamente o bien “rellenando”, “emparchando” ante la
dificultad de resolución.

El sociólogo y economista chileno Manfred Max Neef planea un ejemplo del efecto que la
globalización económica y política provocó y provoca en las diversas sociedades al decir:

“Si las políticas económicas diseñadas por economistas afectan totalmente – como, de hecho, lo
hacen- la totalidad de una sociedad, los economistas ya no pueden pretender que su única
preocupación son los problemas económicos. Tal pretensión sería poco ética, puesto que
implicaría asumir la responsabilidad por la acción, pero no por las consecuencias de la acción”.

Estas consecuencias, estos movimientos, aparecen generando modificaciones en el campo de la


subjetividad. Maristela Svampa, en su excelente libro “La sociedad excluyente” deja entrever esto a
lo largo de todo su trabajo. Sin embargo, voy a tomar dos pequeños párrafos que lo sintetizan:

“La hiperinflación confrontó a los individuos con la pérdida súbita de los marcos que rigen los
intercambios económicos, a través de la desvalorización – y desaparición- vertiginosa de la
moneda nacional. Más aún, la hiperinflación como experiencia de disolución del vínculo social
dejaría profundas huellas en la conciencia colectiva. “También plantea la necesidad de este
análisis para que “de alguna manera diera cuenta de “ese nuevo país”, tan diferente del de
nuestros mayores y tan distante de nuestras primeras experiencias de socialización”.

Es entonces que aparece también este desfasaje, o más que desfasaje descalabro, entre la
conformación del sujeto en sus tres ámbitos principales de desarrollo: la casa, la escuela y la
sociedad, y que llega a una discontinuidad en formación de la identidad. Durante años formamos,
y seguimos formando chicos para un modelo de sociedad que ya no existe.

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¿Y cómo lo encaramos desde la salud mental?

Pregunta compleja y simple a la vez.

Compleja porque ya no es posible abordarla solo desde el consultorio y desde una disciplina
determinada, máxime cuando el origen de la enfermedad mental no surge solamente del ámbito
de la familia, sino que deviene también del ámbito de lo social, por lo que requiere abarcar la
enfermedad mental desde un ámbito transdisciplinario. Y ese ámbito transdisciplinario no habla
de muchas disciplinas abordando un problema, sino de una disciplina con muchas vertientes y
enfoques epistemológicos que permita y se permita ser lo suficientemente flexible como para
intentar abordar el problema. Max Neef diría que no muchos cerebros abordando un problema
sino un cerebro con muchos enfoques, que es lo que constituye los transdisciplinario.

Lo simple, pero no fácil, es que muchos de los problemas en el área de salud mental surgen a
partir de la ausencia de derechos humanos satisfechos, o dicho de otra manera, de la falta de
satisfacción de las necesidades básicas fundamentales, es decir, hay una serie de determinantes
que crean condiciones de mayor o menor riesgo para el desarrollo de ciertas patologías, entre ellas
la elección de la violencia como forma de vincularse, que más allá de aparecer como modelo en el
ámbito familiar se potencia cuando aparece como natural en el contexto comunitario, escolar y
también mediático, ya que aparece como cosa normal en los medios de comunicación.

En este sentido, ya no alcanzan los métodos tradicionales, pensados para el tratamiento


individual o de grupos reducidos, sino que es necesario pensar también el abordaje desde
enfoques más amplios en el orden de lo social y lo comunitario para su abordaje.

Una visión abierta.

Ante estos elementos cabe pensar cuál sería entonces la mirada para tal abordaje que debería
encarar en estos tiempos la Psicología Social, que cuenta desde su origen con un modelo
transdisciplinario de abordaje al que llamamos convergencia epistemológica, y que está orientada
a la creación de dispositivos sociales de envergadura.

También cabe preguntarse, como lo he hecho en escritos anteriores, si con estas herramientas la
Psicología Social debe quedarse como espectadora para “obtener conocimiento científico” o debe
encarar otras formas de intervención con direccionalidad específica para tener una participación
decisiva en el cambio social. En muchos ámbitos de la Psicología Social, la direccionalidad en la
intervención aparece como un hecho sacrílego, sin embargo no es extraño que esto ocurra, ya que
va acompañado de una elección y una preferencia: hay más psicólogos sociales entrampados en la
búsqueda de significantes, aislados de la realidad cotidiana, que es a lo que lleva el
estructuralismo, que actuando y trabajando sobre el campo de la realidad. Si bien ciertas miradas
del estructuralismo psicoanalítico puede aportar cosas sumamente interesantes, si se quiere, en el
ámbito de lo individual, este se transforma en misticismo cuando se abarca el campo de lo social.

El campo de lo social implica esa policausalidad multiactoral que inunda la escena de la


enfermedad y de la salud, y al mismo tiempo impone urgencias que van más allá del análisis de las
estructuras individuales. El Psicólogo Social debería, desde este lugar, estar atento a los
fenómenos políticos y sociales, e interesarse en aquellos que apunten a la reconstrucción de los
lazos sociales destruidos durante el neoliberalismo, y combatiendo también en el campo de las
ideas a los que incluyan conceptos de exclusión y desintegración favorecedores y determinantes,
al tiempo que creadores de riesgo, de la salud mental.

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Los nuevos sociólogos o las líneas teóricas como Beck, Giddens y otros plantean el fin del mundo
bipolar, en el sentido de más de una ideología en juego, dándole lugar al mundo del pensamiento
único, y observan a la nueva sociedad del riesgo en manos del individualismo extremo,
visualizando un estado que solo tenga como función romper los platos rotos cuando el riesgo se
transforma en catástrofe (gestionar los daños de la ganancia sin límite). Son simples analistas y
observadores que cuentan lo que sucede y suponen lo que va a venir, pero sin plantear soluciones
o caminos alternativos. Dan por muerto cierto tipo de sistemas, como por ejemplo, el que está
resurgiendo en nuestro país. Para ellos ya no tiene sentido oponerse, ni pensar otro modelo,
simplemente ver de qué manera podemos ayudar a los excluidos si se puede, si no, no tiene
importancia, son prescindibles.

Una Psicología Social que adopte posiciones similares es una Psicología Social muerta, sin sentido
y sin utilidad. Entonces, ¿cuál es la alternativa que podemos oponer a esto?, ¿cómo la defendemos
y cómo la llevamos adelante? ¿Podemos tomar estos datos que nos da el mercado y rendirnos a la
imposibilidad que el mismo mercado plantea?, ¿o podemos todavía brindar alternativas, con un
nuevo sentido (un sentido real que el estructuralismo se empeña en ningunear, jugando de esta
manera en la misma línea del neoliberalismo)?

En trabajos anteriores ya he planteado algunos de los caminos posibles, algunas de las alternativas
a retomar y formas posibles de modificar el rumbo en busca de sentido, y también la impronta de
un modelo que muestra como la aceleración de la vida cotidiana aparece como un elemento
planificado para perder la relación con el pasado (memoria) y con el futuro (proyecto), para
centrarnos en el presente (consumo, supervivencia).

En este sentido, la apropiación crítica de la realidad y la planificación de la esperanza planteada


por Pichon-Rivière, sumados a la convergencia epistemológica y a su concepto de persona sana,
abren un enorme campo de posibilidades creativas para las intervenciones del Psicólogo Social.

Por supuesto, que este movimiento implica un poco de coraje y prepotencia de trabajo, cosa
imposible de lograr si solo pensamos en articular nuestra disciplina con “otras carreras”, o
discutiendo sobre las incumbencias, ya que si se quiere son cuestiones que están ligadas, por más
que duela, al mercado. El mercado no plantea el cambio, ni los vínculos, ni lo solidario, y el dar
queda para la iglesia. El mercado no plantea lo humano, y si bien lo humano es el lenguaje lo
humanizante tiene que ver con otra cosa que va más allá de los significantes. Si queremos una
Psicología Social que no se contamine llegamos tarde, porque Pichón ya la contaminó con el amor
y con la ayuda al prójimo, y también con esa palabra que antes nombré y que para muchos es
parte de una quimera: la esperanza, pero una esperanza constructiva, no de espera paciente sino
de espera activa, constructiva.

Desde este punto, entonces podemos plantear alternativas posibles para la Psicología Social de
cara al futuro, porque hay que construirlo, y podemos hacerlo si tomamos lineamientos
humanizantes, si podemos construir en el campo de los derechos humanos, si podemos luchar y
generar política, direccionando hacia aquello que queremos ver como resultado. Esto implica una
lucha ideológica, una visión del mundo, un mundo a construir. Sin esto, la posibilidad de pensar
una Psicología Social a futuro se transforma en una utopía, a no ser que queramos una Psicología
Social aséptica, en formol, testigo no válido de las realidades que otros planean desde otras
disciplinas.

El Psicoanálisis y la Psiquiatría no bastan para dar respuesta a problemas masivos, y tampoco la


Psicología Social si solo queda relegada a los grupos operativos en las aulas, y mucho menos si
dejamos de considerar la sincronía entre los pequeños grupos y las masas en cuanto a la finalidad

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de lo que la PS busca. “Hacer quilombo” era la definición de Pichón para la tarea del PS. Sin
embargo es común encontrar profesionales que, cuando aparece el conflicto a nivel masivo y “se
hace manifiesto lo latente” consideran que debe haber unidad, que no puede haber confrontación,
planteando el pensamiento único como forma de resolución del conflicto. O bien plantean la
despolitización de la PS como si tal cosa fuera posible. Una teoría para la escuela y otra para la
realidad.

Por otra parte, se hace necesario repensar dos aspectos desde los cuáles dinamizar y movilizar a la
PS. Por un lado la prevención y la promoción de la salud mental, en el sentido de generar
condiciones que detengan o sean paliativas ante la posibilidad de la enfermedad mental y de los
determinantes sociales que aumentan el riesgo. Por el otro, la aceptación del valor terapéutico y
psicoterapéutico de la intervención psicosocial, hecho que muchas veces se desestima en las
escuelas de PS por miedo a la confrontación con los colegios de psicólogos y psiquiatras. En este
sentido, la pregunta si la tarea del PS no resulta terapéutica para qué sirve, es inevitable. Y aquí
llegamos a una confluencia atractiva, interesante y peligrosa pero innegable: hay hechos políticos
que además de preventivos resultan terapéuticos, porque cubren necesidades básicas no
satisfechas, en personas abandonadas hace tiempo. Por ejemplo la Asignación Universal por Hijo,
que establece un “mojón” en la vida de personas que ni siquiera eso tenían, pero no por el monto
a cobrar, sino por el tener un antes y un después del cobro, algo tan simple como eso, que quienes
tenemos trabajo perdemos de vista como organizador de la vida cotidiana porque lo tenemos
incorporado.

¿Qué dispositivos, entonces, somos capaces de generar como elementos preventivos, terapéuticos
y con una direccionalidad que de alguna manera suplante viejos “satisfactores” introducidos por el
mercado y que posicionen a las personas ante una opción diferente?¿Qué otras “pobrezas”
(afectivas, de entendimiento, de identidad, de participación), que no son del orden de lo
económico (Max Neef) aparecen en nuestra población y cómo pueden ser revertidas por medio
de la intervención psicosocial?¿Qué nuevas teorías que no nos alejen de la realidad cotidiana,
visible y tangible del ser humano nos sirven para poder ser aplicadas en grandes grupos? ¿De qué
manera podemos nosotros, los Psicólogos Sociales, adaptarnos activamente a estas nuevas
realidades que se nos presentan, incorporando el vector de que posiblemente esta civilización, tal
cual la conocemos, se modifique radicalmente en un corto plazo?

De qué hablamos cuando hablamos de Salud Mental


Alejandro Vainer

El concepto de “salud mental” encierra una polisemia de sentidos. Nos podemos referir a distintos
problemas invocando su nombre. Estas líneas intentan diferenciarlos, porque no hablamos de lo
mismo cuando hablamos de “salud mental”.

 1- “salud mental” con minúscula En general se piensa en que la salud mental se opone
a la enfermedad mental. La clásica encuesta de Floreal Ferrara y Milcíades Peña, “¿Qué es
salud mental para los argentinos?” (1959) interrogaba cuáles eran las concepciones de
enfermedad y salud mental que tenía la población en dicha época. Esta idea de salud
mental, como opuesta a enfermedad mental, es la concepción que tiene la población y es
el primer sentido entre los profesionales de nuestro campo. Sentido que dependerá de las
concepciones ideológicas y teóricas sobre qué es enfermedad y qué es salud mental. En
esta acepción, salud mental es un concepto polémico porque, entre otras cuestiones,
supone que la salud puede ser sólo “mental”, sin tomar en cuenta que la salud es bio-
psico-social.

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 2-“Salud Mental” con mayúscula El concepto de campo de Salud Mental tiene su
historia particular. Es heredero del higienismo, movimiento que tenía como objetivo
prevenir los diversos problemas sanitarios en el conjunto social. La Higiene Mental surgió
a principio del siglo XX en EE. UU. Sus protagonistas buscaban el cambio de la situación
de las terapias, de los hospitales y de los enfermos internados en las instituciones asilares,
enfatizando la necesidad de la prevención. Este higienismo se oponía al alienismo y al
monopolio de las respuestas que daban la psiquiatría y su institución, el manicomio. Pero
será recién con el llamado “Estado de Bienestar” -con el cual el capitalismo respondía a
las influencias de las ideas socialistas en la clase trabajadora, y llevaba a una planificación
del Estado y su intervención en la relación entre el capital y el trabajo tendiendo a una
mejor redistribución de las ganancias- que se profundizó el higienismo con la propuesta
de instalación del campo de Salud Mental. Este fue un proyecto de transformación
científica y política en los abordajes de los padecimientos mentales a través de las
políticas de Salud Mental. Este fue un salto cualitativo de la psiquiatría hacia la Salud
Mental en varios niveles que van desde las teorizaciones a los dispositivos de trabajo y,
sobre todo, de la necesidad de la política. Esto lleva a plantear el pasaje de la hegemonía
de la psiquiatría al equipo interdisciplinario en los abordajes; de una única teoría a tener
un conjunto de teorías para operar; del manicomio a las diferentes instituciones y
dispositivos de atención y prevención del padecimiento mental; y de la atención
exclusivamente psiquiátrica del padecimiento subjetivo a contemplar la necesidad de
contar con políticas de Salud Mental. En ese contexto, los organismos internacionales,
como la Organización Mundial de la Salud (OMS), sostenían la necesidad del pasaje de la
Psiquiatría a la Salud Mental, según el tipo de Estado de Bienestar que se iba
consolidando en cada país. El consenso de este movimiento era buscar alternativas al
manicomio, mediante la prevención y promoción de la Salud Mental en la comunidad. En
1953 la OMS recomendó la transformación en comunidades terapéuticas de todos los
hospitales psiquiátricos, lo cual fue cumplido muy parcialmente por algunos países. En
nuestro país, el año clave fue 1957. Ese año se creó el Instituto Nacional de Salud Mental,
que reemplazó a la Dirección de Establecimientos Neuropsiquiátricos y a la Dirección de
Higiene Mental. A la vez se crearon las carreras de Sociología, Psicología, Antropología y
Ciencias de la Educación en la Universidad de Buenos Aires. Y casi al mismo tiempo,
Mauricio Goldenberg ganaba el concurso para hacerse cargo del Servicio de
Psicopatología del Policlínico de Lanús. Ese fue el inicio de la batalla “Antimanicomial”,
contando con todas las herramientas teórico y clínicas articuladas en políticas de Salud
Mental. La oposición aquí no es salud mental/enfermedad mental, sino de sistemas: Salud
Mental/Psiquiatría Manicomial. Pero el pasaje de la Psiquiatría a la Salud Mental no es un
capítulo concluido. Desde el inicio hubo una lucha con el poder psiquiátrico
representado por los psiquiatras manicomiales, que combatieron y combaten el pasaje
hacia la Salud Mental con variados argumentos que van desde la imposibilidad de la
interdisciplina, el desdibujamiento del rol profesional dentro de los equipos, hasta la
actual justificación de que la “verdadera” arma para tratar la complejidad del
padecimiento subjetivo son las medicaciones y no el abordaje en un equipo
interdisciplinario. Esto llevó a que cambiara el sentido de Salud Mental.
 3- “Salud Mental” como shopping El proceso de mundialización capitalista con la
hegemonía del capital financiero comenzó en la década del 70. En nuestro país se
consolidó con la última dictadura militar. Esto llevó a la desaparición del llamado Estado
de Bienestar. De esta forma se comenzó a cuestionar la idea de la necesidad de políticas
en Salud Mental. Su resultado fue una transformación del campo de Salud Mental acorde
con las necesidades del actual capitalismo con varias consecuencias:

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Estas políticas implican el abandono de los pobres y los locos, que ya no son necesarios
para la reproducción del capital financiero. Las políticas de Salud (y las de Salud Mental)
se transformaron en un gasto que había que recortar. En este contexto, el campo de Salud
Mental es cuestionado incluso por muchos profesionales con diferentes argumentos que
van desde las descalificaciones hasta el ninguneo de las experiencias transformadoras de
Salud Mental. No sólo por parte de psiquiatras manicomiales y reformistas, sino también
por algunos psicólogos y psicoanalistas que descalifican a las políticas de Salud Mental.
En muchos casos, las necesarias críticas de las experiencias y teorizaciones se convierten
en descalificaciones que llevan a desestimar experiencias en vez de contribuir para
mejorarlas. Se cuestiona desde el trabajo interdisciplinario hasta las teorizaciones,
muchas veces sin conocerlas en profundidad. Vale rescatar que muchos de los defensores
de las políticas de Salud Mental se encuentran entre Terapistas Ocupacionales,
Trabajadores Sociales y Enfermeros.
Los laboratorios medicinales se han convertido en uno de los mejores negocios, lo cual
llevó a entronizar a la medicación como la forma privilegiada del abordaje en Salud y
Salud Mental. Su administrador, el psiquiatra, de nuevo aparece hegemonizando este
campo, que más que un campo político se convirtió en un shopping de la Salud Mental, a
tono con la época.
 En este shopping de la Salud Mental conviven diferentes profesiones, profesionales e
instituciones. Cada cual atiende su “negocio”, en una convivencia pacífica con los
“competidores”. Cada cual cree que tiene el producto indicado para conseguir la salud
mental. Es por eso que se empezó a utilizar el concepto de Salud Mental sólo en forma
descriptiva para agrupar a todos los que conviven en el shopping: psiquiatras, psicólogos,
psicoanalistas, trabajadores sociales, terapistas ocupacionales, enfermeros, operadores,
etc. Ya no más un campo interdisciplinario, sólo un shopping en una lucha por la
hegemonía, en la cual los psiquiatras son los que tienen el negocio más grande (los
medicamentos de la salud mental). Desde esta perspectiva, cualquier crítica hacia el
orden psiquiátrico actual es tomada como una defensa del negocio propio (de psicólogos
o psicoanalistas) y no como una crítica al sistema del shopping.

Hoy, hasta el más manicomial de los psiquiatras habla de salud mental. Jamás dirán que se
oponen a la salud mental. Al contrario, su trabajo es promoverla mejor que otras profesiones a
través de las nuevas medicaciones. Hasta ponen “Salud Mental” de subtítulo con letra chica en
cualquier Congreso de Psiquiatría sólo para convocar “colegas del shopping”(“auxiliares de
psiquiatría” en viejos términos)para que se sientan representados en estos congresos (que más
que congresos científicos parecen promociones de marketing del shopping de la Salud Mental, en
las cuales cuanta más gente venga, mejor). Los servicios en los Hospitales y hasta los propios
manicomios pueden llamarse “de Salud Mental”, aunque su trabajo puede ser absolutamente
manicomial. Inclusive aunque tengan el barniz progresista con el sello del capitalismo del siglo
XXI: apostar a que sólo la medicación será la piedra del cambio, considerando que el resto de los
“auxiliares” sólo “entretienen” al paciente con “charlas” (psicoterapias), “talleres” (dispositivos
grupales), y otros dispositivos descalificados como “auxiliares”. Mientras, se le administra su
“verdadera” terapéutica: la medicación. Todo esto bajo una supuesta cientificidad que no la es, ya
que no toma en cuenta la verdadera complejidad de las problemáticas del padecimiento subjetivo
en su dimensión bio-psico-social. Esta complejidad es la que lleva a que el trabajo genuinamente
científico tenga que ser interdisciplinario, en equipos de trabajo organizados para situaciones
específicas, con abordajes de distintos profesionales y dispositivos. Esto es lo propuesto por los
avances científicos en nuestro campo. Por ello, la importancia política que adquiere defender los
principios básicos de la Ley 448 de Salud Mental de la ciudad de Buenos Aires.

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Quienes se oponen hablan de Salud Mental. Ninguno negará que haga salud mental. E
interdisciplina. Y que trabaja en equipo. Y que quieren externar. Y curar. Pero dentro del
shopping.

Porque una cosa son las políticas de transformación del campo de Salud Mental y otra el shopping
de Salud Mental.

Por eso es necesario diferenciar los sentidos de Salud Mental, recuperando su sentido como un
campo científico, interdisciplinario, intersectorial y político que se opone al sistema manicomial y
sus retoños actuales. De allí la importancia de desenmascarar estos usos. Porque no hablamos de
lo mismo cuando hablamos de Salud Mental

El psicólogo y la higiene mental


Para Pichon-Rivière, la higiene mental debía pensarse en relación a las estructuras
socioeconómicas y culturales. Se trataba “de lograr calidad del comportamiento social”, ya que las
causas del deterioro o mantenimiento de la cantidad de salud mental estaban relacionadas con
factores sociales y socioeconómicos, el índice de incertidumbre y la estructura familiar en estado
de cambio. Las ansiedades y conflictos eran para Pichon-Rivière de orden económico y acarreaban
un sentimiento crónico de inseguridad.

“El enfermo mental es símbolo y depositario de su estructura social, curarlo es transformarlo o


adjudicarle un nuevo rol, el de “agente de cambio social”. Así estamos en plena militancia, todo el
mundo está comprometido a través de una ideología con revestimientos científicos” (Pichon-
Rivière).

Pichon-Rivière sostenía que las teorías que provenían de diferentes posturas no eran más que
ideologías, se trata de una praxis que no disociaba principios teóricos o campos concretos, la tarea
debían centrarse no en la enfermedad, sino en la salud mental, y los grupos de trabajo en los
factores que condicionan un cierto modo de salud mental.

Bleger. Psicohigiene y Psicología Institucional

Bleger planteaba que la psicología debía ofrecer un aporte para mejorar la vida de los seres
humanos, penetrar cada vez más en la realidad social y en círculos más amplios, e incluir el
estudio de los grupos, las instituciones y la comunidad: la psicología tendría trascendencia social
y el psicólogo una función social. La primera tarea del psicólogo sería investigar y tratar la
institución misma, en este sentido una institución no sería sólo un lugar dónde el psicólogo podía
trabajar era también un nivel de su tarea, y tendría que examinarla desde el punto de vista
psicológico: sus objetivos, funciones, medios, tareas, liderazgos formales e informales, las
relaciones horizontales y verticales, etc. Un segundo nivel sería la actuación sobre los grupos
humanos, y un tercero el trabajo sobre la comunidad, considerando todos los medios de
comunicación y los organismos e instituciones existentes. Bleger sostenía que el psicólogo clínico
se encontraba lo suficientemente preparado para el ejercicio de la actividad psicoterápica, pero
que si quedan exclusivamente ligados a la terapéutica individual, la carrera de psicología podría
considerarse un fracaso desde el punto de vista social.

Bleger consideraba que la higiene mental debía ser parte de la salud pública y el psicólogo salir en
busca de la gente en el curso de su quehacer cotidiano, no esperar qué la gente enferme para
poder intervenir, sino basar su función social en la salud pública y la higiene mental. Los aspectos
psicológicos de la salud y la enfermedad son entendidos como fenómenos sociales y colectivos; los

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objetivos de la higiene mental se basan en primer lugar, en “hacer algo por el enfermo mental”
modificando la asistencia psiquiátrica y llevándola a condiciones más humanas (mejores
hospitales y mejor atención); en segundo lugar, en realizar un diagnóstico precoz de las
enfermedades mentales; rehabilitación; y por último la profilaxis o prevención de las
enfermedades mentales, trasladando el énfasis de la enfermedad a la salud y a la atención en la
vida cotidiana de los seres humanos.

El trabajo de prevención en Salud Mental.


Francisco Mora Larch

 “no deberíamos apelar a inculcar ideas, sino compartir soluciones innovadoras”


Cecilia Moise.
 Más vale prevenir que lamentar. Anónimo.

No puedo pensar el trabajo de prevención en salud mental, sin unirlo a las ideas del trabajo con la
numerosidad social, utilizando diversos dispositivos grupales que me permitan recurrir, como
dice Foucault a mi caja de herramientas, armada como ese portafolio de teorías y experiencias que
conserva los recorridos de mi trayecto profesional, para desarrollar una evaluación del campo de
trabajo. Implica entonces una estrategia, una logística, una táctica y una técnica.

Entiendo por logística, en términos someros, una evaluación de los recursos con que cuento en
relación al problema a enfrentar, esto impedirá algunas frustraciones tempranas a la hora de
implementar la estrategia de intervención. Uno evalúa el problema y también los recursos
teóricos, técnicos y humanos para echar mano a la obra, sabrá sus limitaciones, pero también los
alcances y las metas a las que podemos arribar.

Dice Pichon-Rivière: “En un proceso de liberación, la lucha por la salud no es solo la lucha contra
la enfermedad, sino esencialmente contra los factores que la generan y refuerzan"

Para hablar de prevención en salud mental, se hace necesario explicitar el concepto de salud, así
como de “enfermedad” mental. Lo que nos aporta Pichon-Rivière en este sentido, son términos
operativos que dilucidan su concepción de sujeto, producido y a la vez productor de su realidad
social y material. En el concepto de enfermedad mental, la teoría debería de dar cuenta de las
dimensiones en juego y jerarquizar los factores que generan, a decir de Freud ese malestar
cultural, que hace proclive a la gente a enfermar físicamente, o en su defecto al sufrimiento moral
que conllevan los cuadros descriptivos que integra la llamada psicopatología: neurosis, perversión,
psicosis y caracterologías, donde también se incluyen los llamados cuadros psicosomáticos, las
adicciones y los cuadros borderlines.

Pichon-Rivière, en ese sentido, tiene un enfoque particular sobre lo que llamamos enfermedad:
llama enfermo a todo sujeto que se adapta de manera pasiva a su medio ambiente, a aquel que no
establece una relación dialéctica entre el sujeto y su mundo, en ese sentido la enfermedad es
alienación social, expresa a través de un conjunto de síntomas, un conflicto irresuelto al
estancarse los intercambios entre mundo interno y mundo externo, hay una especie de
estancamiento, de detención del desarrollo espiralado que hace al sujeto sentirse incapaz e
imposibilitado de cambiar su mundo, e incapaz de cambiarse a sí mismo, la vivencia se vuelve
impotencia desesperanzada que genera angustias de fragmentación, o de derrumbe inconcebibles.

Para Pichon-Rivière, la salud es el cambio, lo que fluye, lo que hace apertura y cierre, en un
intercambio permanente. Lo que no cambia, lo que se repite, y se establece como estereotipia,

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expresa patología, enfermedad, por lo que define a la salud mental, como una adaptación activa a
la realidad, la que identifica como aprendizaje, al que define como “apropiación instrumental de
la realidad para transformarla”

Por lo demás, la enfermedad, se genera en las condiciones materiales de existencia, donde la


pobreza es el factor fundamental de generación de patología, desde el momento en que esas
condiciones de pobreza generan en amplios grupos humanos un factor básico de inseguridad, que
provoca la activación permanente de los miedos universales básicos: el miedo a la perdida y el
miedo al ataque. Ante la incertidumbre promovida por el medio las ansiedades pueden tornarse
intolerables, lo que provocará el derrumbe del yo, incapaz de tolerar el monto de angustia,
haciendo eclosión “la enfermedad” o el síntoma. Esto se facilita porque además del medio, el
desarrollo individual se ve condicionado por carencias y déficits que serán más insidiosos cuando
el sujeto deba sortear situaciones que le depara su propio proceso de “desarrollo”, que le hace
entrar en crisis continuas y con escaso bagaje psicosocial que le permita un afrontamiento
adecuado, para pasar a la siguiente etapa vital.

Para Pichon, no hay nada en el sujeto que no sea producto del proceso de constitución de su
psiquismo y de su subjetividad como ser humano social. Pero a la vez, el individuo no solo es
producido, sino que al mismo tiempo es capaz de conocer su medio, lo que posibilita la
transformación de ese hábitat humano, con el que mantiene un tipo de vínculo activo que lo lleva
a adecuarlo en función de sus necesidades materiales y de sus deseos subjetivos, necesidades o
deseos que siempre son cambiantes.

Para Pichon, la salud mental se define desde esta concepción de sujeto, por lo que la expresa en
estos términos: es la adaptación activa (y yo agrego, critica) a su realidad social y material.

Así, dice Pichon: “El concepto de adaptación activa que proponemos es un concepto dialéctico en
el sentido de que en tanto el sujeto se transforma, modifica al medio, y al modificar al medio se
modifica a sí mismo”. Pero además, la adaptación es activa, porque el sujeto aprende en ese
proceso, modificando sus esquemas referenciales con los que piensa y hace. El aprendizaje
implica algo fundamental, por lo que es necesario plantear su definición: “Apropiación
instrumental de la realidad para transformarla”, en este sentido, un sujeto será sano en la medida
en que aprende, y aprehende su realidad para transformarla, aquí no hay adaptación pasiva y
acrítica al medio ambiente., la salud deriva de un tipo de vínculo particular con el mundo y de la
inserción social que ha armado y construido el sujeto en relación con los otros.

De ahí que E. Galende, plantee que lo siguiente: “el objeto de la Salud Mental no es de un modo
exclusivo el individuo o los conjuntos sociales, sino las relaciones que permiten pensar
conjuntamente al individuo y a su comunidad”.

Ana Quiroga, partiendo de esta definición, agrega: “Salud mental es la capacidad de visualizar,
enfrentar y en alguna medida resolver las contradicciones internas y las que surgen en relación
con el medio: dos fuentes posibles de conflicto, la interioridad y la contradicción de necesidades”.

A la inversa, la enfermedad se define como adaptación pasiva a la realidad, el sujeto establece un


vínculo con esta realidad, que lo estereotipa en su rol, rigidizando sus habilidades, sus aptitudes y
también sus actitudes, ello derivado de los mecanismos defensivos que actúan automáticamente
en el sujeto cuando perciben que aprender significa cambiar y por consiguiente, el abandonar el
rol social rígido en el que se sentía seguro, la angustia depresiva se instala y se ubica como factor
de estancamiento y estereotipia individual. Dice Pichon (1971): “Podemos considerar a las
neurosis o a las psicosis, como una perturbación del aprendizaje de la realidad. Una perturbación

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del aprendizaje de la realidad a través de roles”. Parto de la distinción que hace Bleger (1966),
entre:

 rehabilitación,
 psicoprofilaxis,
 psicohigiene.

Mientras que la rehabilitación es la intervención técnica que actúa sobre la enfermedad tratando
de resolverla, ello puede generar efectos de reacomodo y cambio en el ámbito sociodinámico en
que el sujeto aparece como enfermo del grupo del cual proviene, la psicoprofilaxis remite a evitar
la aparición de la enfermedad, interviniendo antes de que un conflicto intra o intersistémico haga
eclosión, instalándose la perturbación en un sujeto o en un grupo. Sin embargo, la psicoprofilaxis
se mantiene en el terreno de la enfermedad, previniendo.

La psicohigiene, va más allá del ámbito de la prevención, ya que su objetivo no es prevenir


“enfermedades” sino promover el desarrollo óptimo de los sujetos en los ámbitos en que su vida se
desarrolla, se trata de enriquecer el campo de las experiencias sociales, buscando ensanchar el
horizonte de experiencias que favorecen la realización humana en plenitud.

Pero si ubicamos ese recorte establecido por los términos, y retomando los aportes de Pichon-
Rivière sobre salud y enfermedad, podemos elucidar la tarea de prevención de esta forma:

La prevención en el terreno de la salud mental, tiene como tarea fundamental, el trabajo de


identificar los factores causantes de patología o sufrimiento humano, para desde ahí, desarrollar
estrategias, y técnicas que permitan incidir en los factores claves que podrían producir la eclosión
de la enfermedad, por lo que la tarea preventiva tendría como meta:

Identificar los momentos de crisis vitales y accidentales por los que pasa un ser humano, porque
ahí hay algo del orden del cambio, que significa que después de un periodo de cierta estabilidad,
el sujeto se ve enfrentado a pasar a una etapa distinta que lo lleva necesariamente a una
reconfiguración de sus vínculos, consigo mismo y con los demás, por lo que hay riesgo de alguna
“descompensación psíquica”.

Disminuir en todos los ámbitos (psicosocial, sociodinámico, institucional y comunitario), el


monto de las angustias paranoides y depresivas, generadas por esas crisis, de tal forma que no
traspasen los umbrales de excitación tolerables para el yo.

En términos de Pichon-Rivière, se trataría de disminuir los dos miedos básicos: miedo a la pérdida
y miedo al ataque. Esto se puede plantear como un Programa de trabajo e investigación.

F.O.D.A
Como hacer el FODA para proyectos comunitarios

Cuando se implementa un proyecto comunitario, combinar decisiones y alternativas resulta


básico. Para esto es vital la movilización comunitaria y la participación activa de todas las
personas impactadas, ya sea, directamente o indirectamente. De hecho, una de las herramientas
más útiles y utilizadas en esta toma de decisiones y exploración de ideas es el FODA. Estas siglas
quieren decir: Fortalezas, Oportunidades, Debilidades y Amenazas. También se le conoce como
DAFO (por las siglas en inglés).

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La matriz FODA permite crear estrategias en varios ámbitos. Puedes usarlo tanto a nivel personal,
institucional, empresarial como comunitario. De hecho, es de gran utilidad ya que te permite
pensar no solo en el contexto actual sino también en posibilidades futuras.

Además, con esta herramienta puedes identificar posibles problemas o contratiempos antes o
durante la implementación del proyecto. Es decir, puedes: visualizar puntos débiles y convertirlos
en oportunidades o fortalezas. Anticiparte ante dificultades, posibles escenarios o complicaciones.

Por último, el FODA te va a servir para guiarte y guiar a otros durante todo el proceso. En otras
palabras, será un recurso en el que podrás apoyarte durante todo la vida del proyecto. Esto quiere
decir que el FODA es una herramienta «viva» que podrás trabajar siempre que sea necesario.
Aparte de que vas a poder incorporar tanta información como entiendas considerando siempre la
participación activa de la comunidad.

A continuación, te muestro cómo puedes utilizar el FODA y sacarle el mayor provecho. Mi mejor
consejo es que lo hagas en la fase inicial del proyecto. ¿Por qué? Porque las ideas están más frescas
y las opiniones no estarán «viciadas».

Matriz FODA aplicada en proyectos comunitarios

A nivel comunitario, esta herramienta se utiliza para abordar, principalmente, diversas estrategias
para trabajar una problemática social. Igualmente, sirve para analizar el rol y contribuciones que
pueden hacer tanto los stakeholders como el equipo de trabajo.

Algunos aspectos a considerar: el proceso de moderar/facilitar la discusión para completar esta


herramienta es crucial. Por tanto, debe ser una persona que mantenga el enfoque en los temas
que se están discutiendo. La organización de la información. En otras palabras, la persona que
facilite la discusión debe recoger de manera asertiva el sentir de los participantes. Para esto se
puede utilizar alguna dinámica de grupo.

La «ubicación» de la información. Es decir, saber reconocer el cuadrante en el que debe ir la


información que se discute. Siempre capitalizando en el conocimiento, experiencias y apreciación
del colectivo.

Proyectos comunitarios

FODA (Fortalezas, Oportunidades, Debilidades y Amenazas)

Fortalezas: son todos los aspectos positivos que deben reforzarse y mantenerse. De hecho, éstos
constituyen factores de éxito y capacidades internas de la comunidad.

Oportunidades: son todos los recursos potenciales y capacidades que se deben aprovechar.
Pueden estar presentes en el entorno comunitario o, por el contario, externamente.

Debilidades: se trata de aspectos internos que deben modificarse.

Amenazas: es todo lo que supone riesgos potenciales y que se debe prevenir. Estos no dependen
de la acción de la comunidad, al contrario, están constituidos por elementos externos.

Tipos de estrategias que puedes usar en tu proyecto comunitario implementando esta matriz

La aplicación de la matriz FODA es de gran utilidad también para construir escenarios sobre la
participación ciudadana y promover estrategias de:

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Mantenimiento: ligadas a las fortalezas. Estas estrategias se utilizan para establecer y reforzar las
acciones necesarias para potenciar y mantener los factores internos del éxito. Es decir, ¿Cómo
vamos a utilizar lo que tenemos para lograr lo que queremos?

Aprovechamiento: ligadas a las oportunidades. Estas estrategias se utilizan para aprovechar las
oportunidades favorables del entorno con el objetivo de integrarlas en la acción de la comunidad.

Corrección: ligadas a las debilidades. Estas estrategias se utilizan para corregir las situaciones que
provocan dichas debilidades.

Afrontamiento: ligadas a las amenazas. Estas estrategias se utilizan para afrontar los asuntos
desfavorables externos con el fin de eliminar y neutralizar sus efectos lo más pronto posible, en el
caso de que se pueda.

Aplicación del FODA en la gestión de un proyecto comunitario

Como puedes notar, el análisis FODA te apoya a seguir la evolución del proyecto comunitario de
cerca. A continuación, te muestro algunos ejemplos que te permitirán obtener información clave
en la planificación desde la fase inicial:

Fortalezas (la F en el FODA): es necesario saber qué es lo que tenemos y qué nos hace fuertes
frente a los contratiempos que puedan presentarse. Por ejemplo,

 Comunicación interna efectiva.


 Uso de herramientas tecnológicas.
 Equipo de trabajo capacitado para implementar el proyecto.
 Estrategias y objetivos bien definidos.
 Habilidad para innovar/ajustar de acuerdo al contexto.
 Facilidades físicas para llevar a cabo las actividades del proyecto. Pueden ser canchas,
centros comunales, etc.

También son fortalezas las siguientes:

 Partes interesadas participando activamente.


 Prioridades claramente establecidas.
 Nivel de compromiso comunitario
 Objetivos establecidos en formato SMART.
 Personal voluntario.

Oportunidades (la O en el FODA): es necesario conocer todos los aspectos externos que favorecen
la evolución del proyecto. Por ejemplo,

 Políticas públicas que puedan impulsarse a nivel del gobierno local o estatal.
 Inclusión de poblaciones diversas. Mientras más diversidad, mayor alcance.
 Incorporar la participación juvenil.
 Aumentar la conciencia social en torno a la temática.
 Capitalizar en la participación ciudadana.
 Darle visibilidad a la temática que se quiere trabajar.

Otras oportunidades pueden ser,

 Acceso a financiamiento adicional para el proyecto /sustentabilidad.


 Identificación de otras partes interesadas

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 Trabajar en conjunto con otras entidades para evitar la duplicidad de esfuerzos o
iniciativas.
 Incorporar personal voluntario. Es decir, allegar recurso humano adicional al proyecto.

Debilidades (La D en el FODA): es necesario conocer los aspectos internos que puedan afectar la
implementación del proyecto. Por ejemplo,

 No hay una estrategia/meta definida. Es decir, no hay una ruta clara a seguir.
 No existen objetivos claros.
 Se carece del personal con las competencias específicas necesarias.
 Se dispone de tecnología obsoleta. Esto es un gran reto, sobretodo, por el escenario
virtual en el que la pandemia nos ha obligado a vivir.
 Pobre ejecución de parte del equipo.
 Falta de métodos de evaluación en la implementación. La evaluación es el talón de
Aquiles en muchos proyectos.

Amenazas (La A en el FODA): Por último, es necesario conocer los aspectos externos que pueden
afectar el desarrollo del proyecto comunitario. Por ejemplo,

 Poca participación de la comunidad. O sea, las personas carecen de compromiso o


interés.
 Desastres o amenazas naturales/meteorológicas. Es decir, huracanes, tormentas,
terremotos.
 Cortes en el presupuesto o falta de financiamiento. Crisis económica.
 En conclusión,

Existen muchas herramientas que podemos utilizar cuando estamos implementando proyectos
comunitarios. El FODA es sólo una de ellas. No obstante, es de las que más recomiendo. Hacer el
FODA no solo permite que la comunidad participe y tome conciencia de la magnitud del
proyecto y de las acciones que hay que llevar a cabo sino que también funciona como una brújula
a lo largo de la implementación.

Creatividad, sujeto y sociedad


Fidel Moccio

La creatividad es una capacidad existente o potencial en todas las personas. Presenta en cada
sujeto modalidades diferentes y magnitudes variables. Es el resultado emergente de la articulación
de capacidades cognoscitivas, emocionales y prácticas y está íntimamente asociada a la
posibilidad de encontrar nexos, de forma novedosa, en gran cantidad de variables que operan
simultáneamente en una situación dada.

Esta característica se hace presente tanto en la creatividad de un hecho cotidiano simple (hacer la
comida, reorganizar los muebles, colgar una lámina en una pared, etc.) como en la creatividad
más compleja, aquella que se pone en juego en las creaciones culturales populares, como por
ejemplo el desarrollo de estrategias adecuadas en las luchas sociales.

Son formas complejas de creatividad, también, las que se presentan en la investigación científica y
tecnológica así como en el campo artístico. Creatividad es innovación. Como dice una definición
tradicional, es encontrar soluciones adecuadas a problemas nuevos o soluciones nuevas a
problemas conocidos.

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El entrenamiento de la creatividad

La creatividad es una capacidad inalienable de cada ser humano. Esta capacidad puede entrenarse
y favorecerse desde la implementación de técnicas específicas que requieren la construcción de un
“espacio creativo”, es decir un lugar donde se favorezca la comunicación expresiva y se estimule la
aparición de lo nuevo.

Los resultados logrados en el empleo de las técnicas creativas muestran su eficacia en diversos
campos: el aprendizaje, la psicoterapia, lo artístico, la promoción institucional y comunitaria. En
todos los casos permite soluciones operativas e integradoras en el sentido de formas de
pensamiento y acción que elevándose de lo inmediato guardan sin embargo un contacto estrecho
con las representaciones, imágenes y afectos que están comprometidos en la situación de que se
trate. Las técnicas creativas potencian y permiten una modalidad de funcionamiento psíquico
caracterizado por la fluidez y la flexibilidad interna así como una forma multilateral y práctica de
conexión con la situación que se debe abordar y resolver. Por medio de estas técnicas se
desbloquea, despierta y desarrolla la capacidad creativa.

Las dos fases del proceso creativo

En todo proceso creativo se presentan dos fases que se interconectan e interactúan: la fase activa y
la receptiva. Estas dos fases pueden ser observadas en la creatividad que emerge en la vida
cotidiana. A las personas se nos presentan en el diario vivir momentos creativos en los que
hallamos inesperadamente una solución que antes, esforzada e infructuosamente, habíamos
intentado lograr. Nuestra actitud habitual suele ser desechar lo que se produce espontáneamente
en ese “estado creativo” ya que lo calificamos de “irracional”, “absurdo”, “oscuro”, “insignificante”,
etc. Actúa allí una matriz mental hipercrítica que califica esa práctica u ocurrencia creativa como
una locura o falta de “racionalidad”. A esa desestima de la propia creatividad contribuyen motivos
emocionales, conceptuales, culturales e ideológicos.

La idea o imagen que “nos llega”, inquietante pero nueva, es un producto creativo que al ser
desestimado “se pierde”. Se bloquea así la posibilidad de expresión y cambio. Aunque no lo
sepamos el producto creativo es el resultado de un silencioso proceso elaborativo en el que
estuvimos ocupados, a menudo casi sin saberlo.

El producto creativo, la solución a veces imprevista a un problema que nos ocupó con
anterioridad, suele llegar de una zona de uno mismo que tenemos la impresión de no conocer;
aparece en el marco de cierta extrañeza como “algo en mi” que hace presente lo nuevo. Lo nuevo
en esa circunstancia no surge tanto del esfuerzo consciente de búsqueda sino de cierto abandono
circunstancial de esa búsqueda, aparece cuando “se deja de buscar”. Pablo Picasso, trabajador
incansable en el campo de la pintura solía decir “yo no busco, encuentro».

Esa idea o imagen inesperada se nos presenta en contextos cotidianos en cierto sentido
inestructurados: cuando se va de un lado a otro, en la calle, en el baño, al despertarse o poco antes
de dormir. En esas circunstancias de “pasaje” de una situación a otra, las defensas psíquicas y las
actitudes rígidas se debilitan y permiten la aparición de imágenes y percepciones que son la
materia prima de la idea o conducta nueva. Allí aparece el producto “espontáneo” de la
creatividad. Por supuesto que la calidad de lo que aparece en el momento creativo espontáneo
está vinculado al trabajo previo, al esfuerzo activo realizado previamente, orientado a un fin, que
es el logro del objeto de la creatividad. Aquel objeto de la creatividad o producto creativo, es lo
sepamos o no, la respuesta a una necesidad.

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Reafirmemos esta idea: el momento receptivo, espontáneo, en el cual la solución “nos llega”
guarda una relación de proporcionalidad dialéctica con el trabajo activo previo, realizado
conscientemente. Por lo tanto lo consciente y activo es parte de una totalidad orgánica que
incluye también lo espontáneo y receptivo. Son las dos fases de un proceso único. Al decir de
algunos autores crear es también dejarse crear.

Las dos fases creativas incluidas en el proceso total

Las dos fases creativas se suceden y alternan en un proceso total que tiene varios momentos. Al
ser la conducta humana un “continuo” es en cierto sentido arbitrario marcar un comienzo y un fin
del proceso creativo. A los fines didácticos podemos señalar la siguiente secuencia.

Un momento inicial en el que se entra en contacto, se registra, consciente o inconscientemente,


una necesidad. El sujeto, en esa circunstancia comienza una tarea de focalización; enfoca la
situación problemática. Se produce un estado de movilización interna o “incubación” en el cual, al
decir de Enrique Pichon-Rivière, se depositan objetos internos. De esa manera aumenta la
significación subjetiva del problema planteado y el sujeto pasa a estar inmerso en el mismo. Luego
de un trabajo elaborativo, de búsqueda interna y externa, aparece un “nuevo emergente”: la idea,
imagen o conducta creativa. El sujeto opera sobre esa imagen que como dijimos emergió en un
momento de espontaneidad; realiza un trabajo activo y consciente que va a apuntar a la
objetivación del producto creativo y eventualmente a su comunicabilidad.

Creatividad individual y social

La creatividad que se pone en juego en un sujeto es a pesar de su manifestación individual un


proceso esencialmente social. La persona “habla” en su hacer pero también “es hablado” en el
sentido de que somos en cada aquí y ahora portavoces de nuestra propia historia así como de los
otros más inmediatos y mediatos. El hecho creativo, en su aspecto más espontáneo, revela la
presencia de otros internalizados que intervienen en forma inconsciente pero eficaz. Por eso se
dice que el escritor es un “estratega” que inventa tramas pero también es una especie de
“secretario” que organiza lo que se le aparece e impone. Es el estratega del descubrimiento
aunque también un receptor de la estrategia de sus personajes internos.

Esta modalidad de funcionamiento del proceso creativo, a la que ya nos referimos, es la forma en
que se expresan, en un mismo momento, las dos fases de la creatividad: la activa y la receptiva. El
momento receptivo es en el cual “llegan” las imágenes e ideas, es un momento de espera activa y
requiere de la posibilidad de darse tiempo, aceptar lo desconocido y no convencional y encontrar
el lugar que lo favorezca. Aparece entonces la solución esperada respecto de algo en lo que
estamos inmersos. Junto con la solución esperada aparece una percepción más integrada de
nosotros mismos como sujetos, la integración de mente, cuerpo, emoción y mundo (“me volvió el
alma al cuerpo”, “percibo mejor la situación y me siento parte de la misma”).

La matriz censurante de lo creativo tiene como dijimos antes determinantes conceptuales,


emocionales e ideológicos. La organización social capitalista entrena y aprovecha la creatividad de
un sector “especializado” que se pone al servicio de la reproducción de las relaciones capitalistas.
Se intenta perpetuar la lógica de un sistema que curiosamente está organizado alrededor, no de la
satisfacción de las necesidades humanas, sino de la obtención de la máxima ganancia. Este anhelo
de la máxima ganancia, que por efecto de la “costumbre” nos parece “natural” desvirtúa las
condiciones de la creatividad misma y es el que fundamenta las formas de uso de la creatividad
por parte del poder (ej.: la publicidad comercial, la creatividad empresarial, etc.). Por eso suele ser
contradictoria la aplicación de técnicas creativas y participativas en contextos empresariales,
donde la distancia social y de poder (clases sociales) de los participantes es muy elevada y donde

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el destino de la creatividad de los empleados, obreros, trabajadores en general, es la apropiación
unilateral por parte de la empresa del beneficio logrado.

En términos generales el propio sistema, para resguardar sus “intereses” trata de inhibir y
bloquear la creatividad popular. Las formas como busca hacerlo son propias de cada coyuntura
histórico-política pero todas se asientan sobre una situación básica descripta por Carlos Marx
hace más de 150 años: la escisión capitalista de los productores respecto de sus productos así
como la enajenación respecto de las condiciones en que se produce. La alienación social de la
mayoría es la base histórico-económica de la angustia social, la inseguridad básica y el sufrimiento
producido por la presión de la escasez y por el bloqueo del poder “verse expresado” y reflejado en
el producto así como la obstrucción de la necesidad de identificación con los otros con quienes se
produce. Si bien la creatividad es un hecho social aparece como algo meramente individual,
producto de la genialidad. En la mayoría de las personas la propia capacidad creativa aparece
como algo ajeno, extranjero, no propio; un producto escindido del productor y por eso,
desechable.

Entrevistas
Instrumentos de recolección de datos

¿Qué es una entrevista?

En el proceso de una investigación y al momento de aplicar el método científico es normal tener


que llevar a cabo ciertas técnicas e instrumentos de recolección de datos.

Dejaremos en claro el concepto sobre qué es una entrevista: es una técnica de investigación,
cualitativa. Es útil para profundizar algunos aspectos tales como creencias, sentimientos,
motivaciones, valores y posibles modos de actuar. A diferencia de la observación, que permite
describir conductas tales como ocurren en el momento de la aplicación de la técnica.

La entrevista proporciona información sobre los estados de opinión de los distintos grupos sobre
hechos actuales o pasados. En ella no son importantes las cantidades o cifras estadísticas de estas
opiniones, sino la explicación de las mismas.

Es una técnica flexible, dinámica que se centra en elaborar preguntas para luego interpretarlas y
analizarlas. De gran utilidad en la investigación cualitativa ya que esta técnica obtiene
información de una conversación que se da con otro fin determinado. A pesar de ser una
conversación formal, es un instrumento de recolección de información muy importante.

Es definida como «la comunicación interpersonal establecida entre el investigador y el sujeto de


estudio, a fin de obtener respuestas verbales a las interrogantes planteadas sobre el problema
propuesto».

¿Cuál es el objetivo de la entrevista?

Paralelamente a la entrevista se encuentra el cuestionario, otra técnica de recolección de datos


que si bien suena similar a la entrevista son muy diferentes entre sí. En primer lugar, porque la
entrevista resulta ser más profunda en cuanto a aclarar dudas que surgen en el proceso de
conversación.

82
Esta ventaja y muchas otras más la colocan como una de las técnicas principales en los estudios
descriptivos y fases de exploración. A continuación, vamos a detallar los elementos que componen
a la entrevista:

Su propósito es obtener información de un tema determinado Pretende que la información sea lo


más detallada posible.

El entrevistador debe alcanzar una comprensión profunda del discurso del entrevistado.

Como técnica de investigación es una de las mejores para obtener información sobre aspectos
subjetivos de las personas/grupos y supone siempre una interacción social. Se suele asociar con la
encuesta y es importante entender que son dos técnicas completamente diferentes.

Entonces… ¿Qué es una entrevista?

Es una relación mediada por la información ya que es un diálogo entre una persona que busca la
información (entrevistador) y otra persona o grupo de personas (entrevistados) que deben tener
la posibilidad de brindar la información.

Distintos autores la vinculan con las relaciones interpersonales, teniendo en cuenta la


conversación en la vida cotidiana como referente de la entrevista. Por ello, para esta técnica se
emplea la expresión «entrevista conversacional» y se recomienda recuperar algunas de las
propiedades de la conversación.

«Si queremos saber qué piensa la gente, cuáles son sus experiencias, cuáles son sus emociones,
motivos y razones para que actúen en la forma en que lo hacen, por qué no preguntarles a ellos.»
G. Allport.

Clasificación de las entrevistas

Qué es una entrevista

Existen distintos tipos de entrevistas y diversas clasificaciones. Por ejemplo, las entrevistas
laborales o de selección de personal, las periodísticas y la de investigación. Esta última es la que
nos interesa profundizar en este post ya que, como instrumento de recolección de datos, brinda
información cualitativa relevante para abordar un problema y para cumplir los objetivos de un
estudio.

En cuanto a sus clasificaciones, deben ser entendidas de manera flexible, teniendo en cuenta que
para muchas investigaciones lo adecuado es una combinación de las mismas. La clasificación más
común es la siguiente:

 Estructuradas; Son estructuradas cuando existe un cuestionario rígido, pautado o


estandarizado, se los conoce también como estandarizada programada. Esta clasificación
corresponde al nivel más rígido. Todas las preguntas deben ser comparables, de manera
que cuando aparecen variaciones entre los entrevistados pueden atribuirse a diferencias
reales de respuesta y no al cuestionario.
 Semiestructuradas; Se trata de aquellas que se desarrollan a partir de un guion de
preguntas abiertas que se realizan a los entrevistados, pero dejando ligar para la libre
expresión. Es importante tener el guion de preguntas, para una orientación de todos los
temas que necesariamente se deben cubrir, pero no debe ser rígido.
 No estructuradas: Es la ocasión cuando no existe cuestionario, se desarrolla de una
situación abierta donde hay mayor flexibilidad y libertad. No un existe un listado

83
prefijado de preguntas a utilizar con todos los entrevistados. No se busca la
estandarización.
 Se clasifican en:
 a. Focalizadas: permiten la obtención de datos cualitativos en profundidad sobre un tema
específico.
 b. No dirigidas o en profundidad: se desarrolla en una situación abierta, donde debe
existir mayor flexibilidad y libertad
 c. Las clínicas: es la más abierta de todas y es la utilizada con fines terapéuticos por el
psicoanálisis.

Ventajas de las entrevistas

 La riqueza en la información obtenida.


 Es una técnica que posibilita la interacción.
 La facilidad para generar nuevas hipótesis, para enriquecer distintos enfoques teóricos y
brindar información útil para el uso de otras técnicas tanto cuantitativas como
cualitativas.
 Brinda mayor compresión de los datos obtenidos.

Limitaciones

 Consume más tiempo que otros tipos de instrumentos de recolección de datos.


 Presenta más riesgos para la validez y confiabilidad de los datos.
 El entrevistado responde a partir de sus representaciones o recuerdos sobre determinados
hechos.

Bueno, pero… ¿Cómo se realiza una entrevista?

La aplicación de esta técnica se planifica teniendo en cuenta una serie de aspectos o pasos
importantes que se relacionan entre sí en una secuencia lógica…

En primer lugar debemos tener en claro qué investigar, la definición del problema y el propósito.

 Conocer a quiénes investigar, analizar a las personas más adecuadas para brindar la
información necesaria.
 Resolver cómo hacerlo, construir la guía de preguntas.
 Obtener los datos.
 Procesar los datos, analizarlos e interpretarlos.
 Redactar las conclusiones y el informe final.

¿Cuáles son los medios e instrumentos de las entrevistas?

A diferencia de la encuesta, los instrumentos de la recolección de datos de la entrevista no son tan


rígidos ni pautados. Para utilizar esta técnica se trabaja con guías o guiones de preguntas en las
entrevistas semiestructuradas, en las semi dirigidas o en profundidad no existe ningún
instrumento estandarizado.

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Índice
AL COORDINADOR DE GRUPOS ....................................................................................................1
Coordinación Grupal y Psicología Social .......................................................................................2
EL ROL DEL COORDINADOR DE GRUPOS (Parte 1) .......................................................................3
EL ROL DEL COORDINADOR DE GRUPOS (Parte 2) .......................................................................6
LA VERTICALIDAD DEL COORDINADOR DE GRUPO .......................................................................9
ESTILOS DE COORDINACION DE GRUPOS ...................................................................................12
Grupo y Transferencia en Enrique Pichon Rivière ......................................................................15
NIVELES DE ARTICULACIÓN DE LA TRAMA VINCULAR COORDINADOR – GRUPO – TAREA. .......21
Pichon-Rivière: Dinámica grupal y fantasías inconscientes ........................................................22
LA RESONANCIA FANTASMÁTICA ...............................................................................................24
¿PARA QUÉ SIRVE EL GRUPO OPERATIVO DE APRENDIZAJE? ¿PARA QUÉ ESTÁN EL
COORDINADOR Y EL OBSERVADOR? ..........................................................................................25
Unidad de Trabajo. Emergente. Portavoz. Emergente de Apertura ...........................................28
El Trabajo de Campo en Instituciones ........................................................................................31
Psicohigiene y psicología institucional. ......................................................................................34
Técnica de grupo operativo, unidad de operaciones .................................................................37
El modelo grupal Pichoniano / Portavoz y Emergente / En “El Grupo Operativo” de Enrique
Pichon Rivière: Análisis y Crítica” ...............................................................................................39
EMERGENTE ...............................................................................................................................45
El Silencio Emergente .................................................................................................................46
Imaginarios sociales, instituidos e instituyentes ........................................................................50
El concepto subjetividad colectiva .............................................................................................51
Las FORMACIONES IMAGINARIAS del GRUPO ............................................................................54
Impacto del grupo sobre el individuo, o el Mito del “Aprendizaje por Ósmosis”. ......................55
Las Tres Aperturas ......................................................................................................................56
Teoría grupal y familiar ..............................................................................................................61
Persona sana: ¿desde dónde abordar a la salud mental? ..........................................................66
De qué hablamos cuando hablamos de Salud Mental ...............................................................70
El psicólogo y la higiene mental .................................................................................................73
El trabajo de prevención en Salud Mental. ................................................................................74
F.O.D.A .......................................................................................................................................76
Creatividad, sujeto y sociedad....................................................................................................79

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Entrevistas ..................................................................................................................................82

86

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