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son todos los gastos que se generan en cada etapa, desde la instalación de la planta de producción
hasta el envío requerido hacia el consumidor. Por lo general, los costos de distribución son
elevados, aunque se suelen amortizar elevando el precio de los productos finales. Un ejemplo es
cuando un producto tiene un largo canal de distribución (mayorista, distribuidor, minorista,
etcétera) y cada parte tiene una merecida ganancia. Sin embargo, en otros casos pueden ser casi
inexistentes, dado que el productor es el mismo ente que distribuye el artículo.
Se habla de costo de distribución como de aquellos costos que permiten que un producto en su
fase final (es decir, listo para ser ofrecido al consumidor) llegue a dicho consumidor. Se trata de un
costo compuesto de diferentes elementos, tales como el embalaje, el almacenamiento y el
transporte, entre otros.
Permite que el producto en cuestión llegue al cliente, la importancia del costo de distribución
también radica en el hecho de que aumenta el precio final del producto en cuestión. Es decir, a la
hora de estimar el precio de un producto que se ofrece al público, no basta con tener en cuenta el
coste derivado de su fabricación, sino que será indispensable contar también con todos los gastos
asociados a los procesos logísticos asociados desde su fabricación hasta que llega a manos del
cliente final en tiempo y forma estimados.
➢ Gastos de transporte
➢ Gastos de almacenamiento
Una vez fabricados los productos, se necesita de un lugar físico para guardarlos hasta el momento
de su venta. Los gastos provenientes de este almacén son, justamente, los denominados costos de
almacenamiento, y el más común es el alquiler.
Son aquellos gastos que aparecen cuando se vende directamente un producto o servicio al cliente.
Un claro ejemplo de estos tipos de gastos son los viajes y salarios de los vendedores.
➢ Gastos de publicidad y promoción
➢ Gastos de pérdidas
Es normal que, dentro del proceso de distribución, algunos productos no lleguen a destino. Por
ejemplo, los alimentos perecederos, si no arriban en un tiempo determinado, se echan a perder.
Otro ejemplo podría ser el deterioro de productos, los cuales no pueden ser puestos a la venta y
deben ser reemplazados por otros en buen estado. Si bien estos gastos en términos nominales son
los menores, siempre deben ser incluidos y no menospreciados.