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Facultad de Teología
Articulo Académico
El discipulado en el
Antiguo Testamento
Por:
Paulo Silva
Profesor:
Ramon Pérez
A menudo se dice que el discipulado, es un concepto que surge con un fuerte énfasis en la misión
expresado a través de la Biblia en el libro de Juan 28:16-20. En este pasaje nos habla de la gran
comisión dada por Cristo, “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos
en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las
cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.
Amén.”
No hay duda de que el concepto de “discípulos” surge en el tiempo de Cristo. Pero a pesar de eso
no quiere decir que no se haya expresado o haya indicios en el AT, de que este mandato de
En esta investigación presentaremos argumentos bíblicos, donde se manifiesta de forma clara este
proceso del discipulado, donde existía una transmisión oral de un conocimiento, una preparación
minuciosa, exhaustiva para generar una conducta esperada, seguida de una enseñanza practica
con un propósito fundamental para su vida, y con la función de preparar a otros a través de esta
“Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y
levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; y las
escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas.” (Deuteronomio 6:6-9). Esta era la orden
por Dios para su pueblo, la transmisión oral y practica dentro del hogar era un deber sagrado de la
énfasis practico después de una edad mas adulta con un propósito para convertirse en maestro y
Una palabra hebrea traducida por discípulos es ( ֻּמ דlimud). La Biblia de las Américas la tradujo
por discípulos en Isaías 50:4. “Mañana tras mañana me despierta, despierta mi oído para escuchar
como los discípulos”. Esto refleja una comunión. Este texto esclarece que el discipulado era un
proceso diario, y de iniciativa divina. Isaías es explícito al informar que Dios era el verdadero
discipulador. Los discípulos eran “discípulos del Señor” (Isaías 8:16), pues eran “enseñados del
Señor” (Isaías 54:13). Dependemos de Dios para despertar, escuchar y aprender. La traducción de
“limuden” Jeremías 2:24 y 13:23, como “costumbre”. Por nosotros mismos no podemos ser
discípulos del Señor, pues como un burro salvaje, nos “acostumbramos al desierto”. Y así como
el etíope no puede cambiar su piel, y ni el leopardo sus manchas, nosotros tampoco podemos
relación al tema, debemos tener mucho cuidado con la idea de que somos discipuladores, pues el
resultado del proceso debe ser alguien a la imagen de Cristo y no del hombre. Usar la expresión
en realidad, es para dejarnos llenar del Espíritu Santo (Efesios 5:18) y ser “testigos” de Cristo
24:14).
Debemos crear un ambiente de testimonio y enseñanza y pasar “un buen tiempo con las personas,
con la confianza de que, tarde o temprano, el Señor hará que se decidan por el bautismo”
(BURRILL, 2009, p. 27, énfasis nuestro). Nuestra parte es importante, pero infinitamente
pequeña en comparación a la de Dios, ya que “solamente el Creador puede hacer las grandes
La educación principal iniciaba por la casa bajo un liderazgo notable del padre, hasta que fuera a
la escuela de los profetas, como parte de un proceso continuo permanente durante toda la vida del
joven.
El término ַלֵּבן, ְּב ׄנו,( ֵּבןbēn, bənw, labēn) aparece 4.834 veces en el AT, siendo traducido 10 veces
como “discípulos” (2 Reyes 2:3, 5, 7, 15; 4:1, 38, 5:22, 6:1, 9:1), una vez como “discípulo”
(Amós 7:14), 2.547 veces como “hijos”, y 1.923 veces como “hijo”.
Este uso del término hebreo para discípulo que se expresa, y abundante para hijos,
sugiere que en los escritos del AT hay una relación entre las palabras discípulo e hijo. No es
forzar a las Escrituras a concluir que desde Génesis se presentan aspectos de discipulado en las
relaciones entre padres e hijos (Génesis 18:19; Éxodo 12:26; Deuteronomio 4:10; 6: 6, 7).
Recordemos las palabras de Elena de White: “Nuestra obra por Cristo debe comenzar con la
escuelas de los profetas reflejaban este modelo. Esos hombres de Dios no actuaban simplemente
como maestros, sino como padres. La expresión “el que servía al hombre de Dios” en 2 Reyes
6:15 parece referirse a un joven a quien Eliseo trataba como hijo. Si cada familia en Israel
hubiera provisto un lugar de piadosa y sana instrucción, posiblemente no habría habido necesidad
de las escuelas de los profetas, ya que “En la vida común, la familia era escuela e iglesia, y los
padres eran los maestros, tanto en las cosas seculares como en las religiosas” (La educación, p.
41).
los profetas. Por ejemplo: Pablo le escribió a Filemón: “te ruego por mi hijo Onésimo, a quien he
engendrado en mis prisiones” (Filemón 10). Él llamó a Timoteo “verdadero hijo en la fe” (1
A su vez, el apóstol Juan llamó a sus lectores “hijitos” (1 Juan 2:1). Evidentemente, este ex hijo
del trueno aprendió de Jesús el concepto de discipulado padre e hijo basado en el AT. Jesús dio:
“Hijitos, estaré con vosotros un poco más de tiempo…” (Juan 13:33). Como notamos, hay raíces
del AT en el lenguaje de Jesús, Pablo y Juan. Sin duda, esto es relacionamiento genuino, porque
va más allá del estudio bíblico, de la reunión en la iglesia o en el grupo pequeño. Por otro lado,
El término hebreo ( ַּת ְלִמ ידtalmîd), en 1 Crónicas 25:8, es traducido como discípulo. “Y echaron
suertes para designar sus cargos, todos por igual, tanto el pequeño como el grande, tanto el
maestro como el discípulo”. Aunque haya diferencias funcionales evidentes entre los servicios
del antiguo templo del AT y de la iglesia actual, esta continúa siendo un lugar de discipulado,
donde los dones del Espíritu Santo se ponen al servicio de Cristo (Romanos 12:3-13).
(3) El proceso del discipulado estaba basado en la Palabra de Dios y resultaba en sellar la
ley en el corazón. Deberíamos agradecer a Dios por despertarnos cada mañana para escucharlo a
través de su Palabra, ya que el resultado es maravilloso. “Ata el testimonio, sella la ley entre mis
discípulos” (Isaías 8:16). En este texto, también tradujo el término hebreo limud como
“discípulos”. El sellamiento de la ley de Dios en el corazón es una marca decisiva del discipulado
bíblico. Este sellamiento ocurría y todavía ocurre como resultado de la comunión con Dios, por la
énfasis en el cuarto mandamiento. “El Señor manda por el mismo profeta: ‘Ata el rollo del
testimonio, y sella la ley entre mis discípulos’. Isaías 8:16 . El sello de la ley de Dios se encuentra
en el cuarto mandamiento. Este es el único de los Diez Mandamientos que contiene tanto el
nombre como el título del Legislador. Declara que es el Creador del cielo y de la tierra, y revela
así el derecho que tiene para ser reverenciado y adorado sobre todos los demás” (El conflicto de
misionero. El hecho de que Dios sea el causador y el agente del discipulado no excluye la
participación humana. El mismo versículo que dice: “Mañana tras mañana me despierta,
despierta mi oído para escuchar como los discípulos”, también declara: “El Señor Dios[a] me ha
dado lengua de discípulo, para que yo sepa sostener con una palabra al fatigado” (Isaías 50:4,
énfasis nuestro). Dios despertaba a Isaías para escuchar su Palabra. En este proceso, sellaba su
ley en el corazón y le daba al profeta “lengua de sabio” para decirle “una palabra al fatigado”. El
Si también le permitimos a Cristo que él sea nuestro Señor y discipulador, el resultado del
proceso será el mismo, pues “Cada verdadero discípulo nace en el reino de Dios como
misionero” (Servicio cristiano, p. 14). Considerando que “Toda la Escritura es inspirada por
Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia” (2 Timoteo 3:16),
y que no hay declaración del NT que anule estos principios de discipulado del AT, con seguridad
Se puede observar desde un principio que el énfasis del discipulado en el AT estuvo presente
desde un comienzo, este no un proceso excluyente de la vida cotidiana, era parte de la vida del
alumno o hijo. Es importante recalcar las palabras de Jesús: “y me seréis testigos en Jerusalén, en
toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra.” Hechos 1:8. En otras palabras la
vivencia personal del evangelio comienza por casa, la educación con respecto a quien es Dios, la
importancia de reflejar en nuestro hogar primero el carácter de Dios, sin duda influirá en los
demás o en el mundo que nosotros vivamos. El motor de esta misión debe ser el amor hacia el
prójimo un amor desinteresado, pero amante por la salvación de otras personas para Cristo.
Bibliografía
White, Elena G. de Consejos para la iglesia, p. 108, BUENOS AIRES: Asociación Casa
Editora Sudamericana. 1991
White, La educación. BUENOS AIRES: Asociación Casa Editora Sudamericana. 2009
White, El conflicto de los siglos, p. 446. BUENOS AIRES: Asociación Casa Editora
Sudamericana. 1858
White, El Deseado de todas las gentes. BUENOS AIRES: Asociación Casa Editora
Sudamericana. 1898