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UNIVERSIDAD ADVENTISTA DE CHILE

Facultad de Teología

Articulo Académico

El discipulado en el
Antiguo Testamento

Presentado en cumplimiento de la asignatura:


Discipulado

Por:
Paulo Silva

Profesor:
Ramon Pérez

Chillán, Día 15 de noviembre del 2023.


Introducción

A menudo se dice que el discipulado, es un concepto que surge con un fuerte énfasis en la misión

expresado a través de la Biblia en el libro de Juan 28:16-20. En este pasaje nos habla de la gran

comisión dada por Cristo, “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos

en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las

cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.

Amén.”

No hay duda de que el concepto de “discípulos” surge en el tiempo de Cristo. Pero a pesar de eso

no quiere decir que no se haya expresado o haya indicios en el AT, de que este mandato de

transmisión de enseñanzas, preparación no haya ocurrido en generaciones anteriores.

En esta investigación presentaremos argumentos bíblicos, donde se manifiesta de forma clara este

proceso del discipulado, donde existía una transmisión oral de un conocimiento, una preparación

minuciosa, exhaustiva para generar una conducta esperada, seguida de una enseñanza practica

con un propósito fundamental para su vida, y con la función de preparar a otros a través de esta

transmisión de forma práctica o praxis.


Contexto del AT

“Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y

hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te

levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; y las

escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas.” (Deuteronomio 6:6-9). Esta era la orden

por Dios para su pueblo, la transmisión oral y practica dentro del hogar era un deber sagrado de la

familia como institución divina.

A continuación, veremos a profundidad algunos antecedentes bíblicos de “discipulado” en el

antiguo testamento, su proceso de preparación intensiva y contemplativa en los primeros años, el

énfasis practico después de una edad mas adulta con un propósito para convertirse en maestro y

enseñar a otros alumnos o seguidores.

(1) El discipulado era un proceso teocéntrico y diario.

Una palabra hebrea traducida por discípulos es ‫( ֻּמ ד‬limud). La Biblia de las Américas la tradujo

por discípulos en Isaías 50:4. “Mañana tras mañana me despierta, despierta mi oído para escuchar

como los discípulos”. Esto refleja una comunión. Este texto esclarece que el discipulado era un

proceso diario, y de iniciativa divina. Isaías es explícito al informar que Dios era el verdadero

discipulador. Los discípulos eran “discípulos del Señor” (Isaías 8:16), pues eran “enseñados del

Señor” (Isaías 54:13). Dependemos de Dios para despertar, escuchar y aprender. La traducción de

“limuden” Jeremías 2:24 y 13:23, como “costumbre”. Por nosotros mismos no podemos ser
discípulos del Señor, pues como un burro salvaje, nos “acostumbramos al desierto”. Y así como

el etíope no puede cambiar su piel, y ni el leopardo sus manchas, nosotros tampoco podemos

hacer el bien, pues estamos acostumbrados a hacer el mal.

El proceso de discipulado, sin embargo, no era antropocéntrico, o centrado en el hombre, sino

teocéntrico, causado y conducido por el Señor Dios. Si consideramos el AT todavía válido en

relación al tema, debemos tener mucho cuidado con la idea de que somos discipuladores, pues el

resultado del proceso debe ser alguien a la imagen de Cristo y no del hombre. Usar la expresión

“discipulador” exige humildad. El cumplimiento de la orden “haced discípulos” (Mateo 28:19),

en realidad, es para dejarnos llenar del Espíritu Santo (Efesios 5:18) y ser “testigos” de Cristo

(Hechos 1:8), y revelarlo en nosotros a aquellos a quienes predicamos el evangelio (Mateo

24:14).

Debemos crear un ambiente de testimonio y enseñanza y pasar “un buen tiempo con las personas,

con la confianza de que, tarde o temprano, el Señor hará que se decidan por el bautismo”

(BURRILL, 2009, p. 27, énfasis nuestro). Nuestra parte es importante, pero infinitamente

pequeña en comparación a la de Dios, ya que “solamente el Creador puede hacer las grandes

cosas, como convertir, ganar, llevar al arrepentimiento o a la decisión – toda la autoridad es

solamente de él” (BRUNNER, 1990, p. 1097, énfasis nuestro).

(2) El discipulado era una relación más de padre e hijo

La educación principal iniciaba por la casa bajo un liderazgo notable del padre, hasta que fuera a

la escuela de los profetas, como parte de un proceso continuo permanente durante toda la vida del

joven.
El término ‫ ַלֵּבן‬,‫ ְּב ׄנו‬,‫( ֵּבן‬bēn, bənw, labēn) aparece 4.834 veces en el AT, siendo traducido 10 veces

como “discípulos” (2 Reyes 2:3, 5, 7, 15; 4:1, 38, 5:22, 6:1, 9:1), una vez como “discípulo”

(Amós 7:14), 2.547 veces como “hijos”, y 1.923 veces como “hijo”.

Este uso del término hebreo para discípulo que se expresa, y abundante para hijos,

principalmente indica referencia mayoritaria al respecto genético de la filiación, pero también

sugiere que en los escritos del AT hay una relación entre las palabras discípulo e hijo. No es

forzar a las Escrituras a concluir que desde Génesis se presentan aspectos de discipulado en las

relaciones entre padres e hijos (Génesis 18:19; Éxodo 12:26; Deuteronomio 4:10; 6: 6, 7).

Recordemos las palabras de Elena de White: “Nuestra obra por Cristo debe comenzar con la

familia, en el hogar” (Consejos para la iglesia, p. 108).

escuelas de los profetas reflejaban este modelo. Esos hombres de Dios no actuaban simplemente

como maestros, sino como padres. La expresión “el que servía al hombre de Dios” en 2 Reyes

6:15 parece referirse a un joven a quien Eliseo trataba como hijo. Si cada familia en Israel

hubiera provisto un lugar de piadosa y sana instrucción, posiblemente no habría habido necesidad

de las escuelas de los profetas, ya que “En la vida común, la familia era escuela e iglesia, y los

padres eran los maestros, tanto en las cosas seculares como en las religiosas” (La educación, p.

41).

Las declaraciones del NT referidas a la generación espiritual de un hijo, además de reflejar el

lenguaje de Génesis, capítulo 5, apuntan a la mencionada relación padre-hijo y a las escuelas de

los profetas. Por ejemplo: Pablo le escribió a Filemón: “te ruego por mi hijo Onésimo, a quien he
engendrado en mis prisiones” (Filemón 10). Él llamó a Timoteo “verdadero hijo en la fe” (1

Timoteo 1:2; 2 Timoteo 1:2).

A su vez, el apóstol Juan llamó a sus lectores “hijitos” (1 Juan 2:1). Evidentemente, este ex hijo

del trueno aprendió de Jesús el concepto de discipulado padre e hijo basado en el AT. Jesús dio:

“Hijitos, estaré con vosotros un poco más de tiempo…” (Juan 13:33). Como notamos, hay raíces

del AT en el lenguaje de Jesús, Pablo y Juan. Sin duda, esto es relacionamiento genuino, porque

va más allá del estudio bíblico, de la reunión en la iglesia o en el grupo pequeño. Por otro lado,

no deberíamos olvidar que la casa de Dios también era un escenario de discipulado.

El término hebreo ‫( ַּת ְלִמ יד‬talmîd), en 1 Crónicas 25:8, es traducido como discípulo. “Y echaron

suertes para designar sus cargos, todos por igual, tanto el pequeño como el grande, tanto el

maestro como el discípulo”. Aunque haya diferencias funcionales evidentes entre los servicios

del antiguo templo del AT y de la iglesia actual, esta continúa siendo un lugar de discipulado,

donde los dones del Espíritu Santo se ponen al servicio de Cristo (Romanos 12:3-13).

(3) El proceso del discipulado estaba basado en la Palabra de Dios y resultaba en sellar la

ley en el corazón. Deberíamos agradecer a Dios por despertarnos cada mañana para escucharlo a

través de su Palabra, ya que el resultado es maravilloso. “Ata el testimonio, sella la ley entre mis

discípulos” (Isaías 8:16). En este texto, también tradujo el término hebreo limud como

“discípulos”. El sellamiento de la ley de Dios en el corazón es una marca decisiva del discipulado

bíblico. Este sellamiento ocurría y todavía ocurre como resultado de la comunión con Dios, por la

actuación de su Espíritu (Jeremías 31:31-34; 2 Corintios 3:3-5; Hebreos 10:15-17).


Según Elena de White, un verdadero discípulo tendrá la ley de Dios sellada en el corazón, con el

énfasis en el cuarto mandamiento. “El Señor manda por el mismo profeta: ‘Ata el rollo del

testimonio, y sella la ley entre mis discípulos’. Isaías 8:16 . El sello de la ley de Dios se encuentra

en el cuarto mandamiento. Este es el único de los Diez Mandamientos que contiene tanto el

nombre como el título del Legislador. Declara que es el Creador del cielo y de la tierra, y revela

así el derecho que tiene para ser reverenciado y adorado sobre todos los demás” (El conflicto de

los siglos, p. 446).

(4) El discipulado, además de incluir comunión y relacionamiento, era un proceso

misionero. El hecho de que Dios sea el causador y el agente del discipulado no excluye la

participación humana. El mismo versículo que dice: “Mañana tras mañana me despierta,

despierta mi oído para escuchar como los discípulos”, también declara: “El Señor Dios[a] me ha

dado lengua de discípulo, para que yo sepa sostener con una palabra al fatigado” (Isaías 50:4,

énfasis nuestro). Dios despertaba a Isaías para escuchar su Palabra. En este proceso, sellaba su

ley en el corazón y le daba al profeta “lengua de sabio” para decirle “una palabra al fatigado”. El

objetivo era capacitar a Isaías para la misión (Isaías 6:1-8).

Si también le permitimos a Cristo que él sea nuestro Señor y discipulador, el resultado del

proceso será el mismo, pues “Cada verdadero discípulo nace en el reino de Dios como

misionero” (Servicio cristiano, p. 14). Considerando que “Toda la Escritura es inspirada por

Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia” (2 Timoteo 3:16),

y que no hay declaración del NT que anule estos principios de discipulado del AT, con seguridad

están vigentes y deben ser practicados.


Conclusión

Se puede observar desde un principio que el énfasis del discipulado en el AT estuvo presente

desde un comienzo, este no un proceso excluyente de la vida cotidiana, era parte de la vida del

alumno o hijo. Es importante recalcar las palabras de Jesús: “y me seréis testigos en Jerusalén, en

toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra.” Hechos 1:8. En otras palabras la

vivencia personal del evangelio comienza por casa, la educación con respecto a quien es Dios, la

importancia de reflejar en nuestro hogar primero el carácter de Dios, sin duda influirá en los

demás o en el mundo que nosotros vivamos. El motor de esta misión debe ser el amor hacia el

prójimo un amor desinteresado, pero amante por la salvación de otras personas para Cristo.
Bibliografía
 White, Elena G. de Consejos para la iglesia, p. 108, BUENOS AIRES: Asociación Casa
Editora Sudamericana. 1991
 White, La educación. BUENOS AIRES: Asociación Casa Editora Sudamericana. 2009
 White, El conflicto de los siglos, p. 446. BUENOS AIRES: Asociación Casa Editora
Sudamericana. 1858
 White, El Deseado de todas las gentes. BUENOS AIRES: Asociación Casa Editora
Sudamericana. 1898

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