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Los 400

Tres pasos para salir de la frustración



Y se juntaron con él todos los afligidos, y todo el que estaba
endeudado, y todos los que se hallaban en amargura de espíritu, y fue
hecho jefe de ellos; y tuvo consigo como cuatrocientos hombres.”   1
Samuel 22:2 

Aquellos 400 hombres que estaban en la cueva con David, era gente
en amargura de espíritu, gente frustrada.  Habían llegado al punto de
la decepción espiritual, habían llegado al grado de frustración
personal.  Quizás, tú, estás viviendo un momento en que tus
expectativas, tus metas, tus sueños se han visto detenidos; has
llegado a sentirte frustrado.  Pues hay esperanza para tu vida. 
Cuando vives frustración, esto lo que dice es que, en algún momento,
esperaste que las cosas cambiaran, aspiraste a algo.  Es imposible
que tengas frustración, si primero no has aspirado a algo mejor en tu
vida.  Las cosas no han salido como pensabas, y por eso
experimentas frustración; pero declaramos que hasta hoy.  Hoy
comienzas a salir de esa etapa frustrante, hacia todo lo que Dios
tiene preparado para tu vida, y darás testimonio de que Dios ha hecho
una obra milagrosa, maravillosa. 

Pero, ¿cómo comenzar a moverte fuera de la frustración, fuera de ese


estado de amargura?  Hay tres cosas muy simples, pero muy
poderosas, que tú tienes que hacer cuando experimentas momentos
de frustración. 
En primer lugar, tú tienes que aprender a descansar; esto, no
meramente en el término espiritual de descansar en Dios, sino
también en el término físico, natural.  Cuando tienes un gran deseo,
una gran meta, una gran expectativa, eso conlleva energía, fuera,
conlleva intentarlo, luchar por eso.  Todo lo que tú quieres alcanzar
te va a costar energía, te va a costar fuerza.  Si inviertes tus
energías, si las gastas en perseguir algo, y no lo logras, no lo
alcanzas, ahora estás vacío de la emoción de recibir lo que querías, y
estás vacío físicamente, o sea, desgastado, sin energías.  Es
diferente cuando haces fuerza y logras lo que esperas; al lograrlo,
eso sobrepasa el desgaste físico.  La Biblia nos dice que, cuando una
mujer da a luz, el dolor del parto pasa a un segundo plano, tan pronto
tiene al bebé en sus brazos.  Pero imagina tener el dolor del parto, y
no tener el hijo.  Eso es lo que pasa con la frustración; persigues
algo, gastas tus energías, tus fuerzas, y si no lo tienes, te falta el
gozo porque no obtuviste lo que buscabas, y tampoco tienes la
energía que invertiste en algo que no dio resultado.  Tienes que
aprender a descansar.  Para salir de la frustración, tienes que tomar
tiempo de descanso.  Por supuesto, no es que te la pases la vida
durmiendo; así nunca alcanzarías nada.  Pero, si persigues algo, tú
primera reacción es seguir y seguir; pero el descanso es lo que
permite que recobres las fuerzas necesarias para alcanzar lo que
Dios te ha prometido. 

En segundo lugar, para comenzar a salir de la frustración, es


necesario liberar tu mente; tienes que comenzar a mirar las nuevas
oportunidades y posibilidades que vienen para ti.  Cuando
experimentas frustración, es porque estás enfocado en algo en
particular, y cuando no lo obtienes, te frustras.  Tu expectativa, tu
meta, tu desilusión, te llevan a encerrarte en ese problema.  Tu
mente se enfoca en lo que viviste, en lo que no pudiste hacer; y es
importante que haya un cambio en tu mente, una nueva dirección,
para que puedas comenzar a ver las cosas que tienes que aprender
de esta temporada, las cosas que tienes que hacer diferente, las
cosas que tienes que cambiar, y comenzar a liberar tu mente fuera
del problema, fuera del momento de fracaso, para comenzar a ver las
oportunidades y posibilidades que Dios tiene para ti.  Tienes que
romper esas ideas negativas y liberar tu mente de todo aquello que
ha causado tu frustración. 

En tercer lugar, para salir de la frustración, tú necesitas cambiar tus


patrones, tus hábitos.  Todos tenemos una manera de hacer las
cosas; patrones de pensamiento, rutas y alimentación habituales.  Si
estás frustrado, lo peor que puedes hacer es continuar con la misma
rutina, seguir haciendo las mismas cosas, tomando las mismas
rutas.  Es importante darle a tu mente y a tu corazón la idea de que
hay que prepararse para algo nuevo.  Cosas tan sencillas como
reacomodar los muebles, tomar una nueva ruta hacia tu trabajo,
interrumpir tu agenda diaria; si te levantas a las 6AM, ahora levántate
15 minutos antes.  Romper los patrones que has estado siguiendo, te
ayuda a romper con ese periodo de frustración en tu vida. 

Dios quiere llevarte a la transformación total, que tú seas como uno


de estos 400 de David que, dice la Biblia, comenzaron afligidos,
endeudados y en amargura de espíritu, pero luego hicieron grandes
proezas.  Fueron luego los valientes de David, gente próspera, que
fueron capaces de levantarse por encima de las circunstancias que
estaban viviendo.  Y esto mismo es lo que estamos creyendo que
Dios va a hacer en tu vida.  

Todavía lo quieres

Algo que te ayuda a vivir un tiempo de transformación, es tener


nuevas expectativas, esperar algo de parte de Dios en tu vida.  La
expectativa que tú tengas, determina la mayoría de tus actitudes,
relaciones y acciones.  De acuerdo a lo que tú estás esperando,
visualizando, de acuerdo a lo que tú deseas es que tú te relacionas. 
¿Quieres cambios en tu vida?  Cambia tu expectativa, espera lo
mejor, y no lo peor.  Dios dijo, en Jeremías 29:11: Porque yo sé los
pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice el Señor,
pensamientos de paz y no de mal para daros el fin que esperáis . 
Dios quería que el pueblo tuviera la expectativa correcta, una nueva
expectativa de cosas nuevas y maravillosas. 

A través de toda la Biblia, Dios siempre buscaba levantar la


expectativa de la gente, porque tú no puedes cambiar tus actitudes,
tus acciones ni tus relaciones, si no cambias primero tu
expectativa.  Una persona que no tiene grandes expectativas, se
relaciona con gente mediocre, y no con gente que le ayude a llegar al
nuevo nivel de vida que Dios tiene para ella.  Una persona que no
tiene expectativa, se deja ir; come lo que sea, no hace ejercicios, no
estudia.  Por el contrario, una persona que espera algo, trabaja
diligentemente en diferentes cosas, para lograr alcanzar todo aquello
que espera.  Es por esto que es vital que tengas la expectativa
correcta en tu vida. 

Hay oportunidad de cosas nuevas y mejores para tu vida; no tienes


que vivir de la manera que has estado viviendo.  En Isaías, Dios le
dice al pueblo: Ensancha tus estacas, tus cuerdas.  En otras
palabras: Haz espacio.  A una nación estéril, Dios le dice: Vas a
crecer, te vas a levantar, pronto darás a luz; alarga tus cuerdas,
ensancha tu tienda, crece porque voy a hacer algo más grande
contigo.  Cuando tienes expectativa, tomas acciones diferentes,
cambias tus actitudes, tus amistades; todo comienza a
transformarse.  Tú no puedes ser uno de Los 400, si no tienes
expectativa de algo grande.  Olvida a aquellos que dicen que no
creas; esa gente no está esperando nada.  Cree que, de las deudas,
Dios te va a sacar a la libertad económica; de la aflicción, a un nuevo
nivel de libertad de paz y de gozo.  Tú serás testimonio de que el
Dios al que le sirves cambió tu lamento en baile, cumplió cada una de
tus expectativas. 

Dios, cuando crea el mundo, particularmente con Noé, en la


recreación del mundo, Dios le dice: He puesto el tiempo de la siembra
y de la cosecha, he puesto unas temporadas, unas épocas.  Las
temporadas nos van diciendo que vienen cambios, te dejan saber que
algo va a ocurrir.  Cuando viene el otoño, por ejemplo, las hojas
comienzan a caer; comienzas a ver señales de que algo va a cambiar;
y eso comienza a crear en ti expectativa de algo nuevo.
Lamentablemente, los fracasos del pasado llevan a la gente a reducir
sus expectativas.  Sin darnos cuenta, bajamos los estándares de
aquello que esperamos, comienzas a conformarte.  Una persona que
no puede ver las nuevas temporadas con nuevas posibilidades y
decide conformarse, se queda atada en el pasado. 

Lo peor que puede pasar es que tus problemas te hagan reducir tus
expectativas a tal grado que aceptes cualquier cosa en tu vida como
lo más grande de Dios, sin darte cuenta que lo que estás recibiendo
está íntimamente ligado a la expectativa que estás teniendo.  Quizás
estás pasando una situación económica, y la fe que estás teniendo es
una fe, no de progreso, victoria y conquista, sino una fe de
comodidad, una fe para acomodarte.  Son las personas que dicen que
no esperan mucho, que no desean mucho, pensando que eso es ser
humilde, que así no ofenden a Dios y todo les llega más rápido. 
Estas personas lo que pasa es que se están dejando llevar por el
marco de referencia de su pasado.  Esto les pasó a Sarah y
Abraham.  Dios dijo que les daría un hijo, y Sarah comienza a reírse. 
El tiempo que había vivido ya le hacía esperar menos de lo que Dios
tenía para ella.  Al bajar sus expectativas, ella misma le entrega a su
esposo su sirvienta y, eventualmente, aquello le trae tristeza,
amargura, dolor.  Pero el problema fue de Sarah; el problema fue que,
como el tiempo seguía pasando, sus expectativas se hacían menos. 

Tú no puedes ser como Sarah.  Tú tienes que ser como Caleb, que
después de sus ochenta años, todavía seguía creyendo que la
montaña que Dios le había prometido, se la iba a dar.  Si tú quieres
ser de estos 400, tienes que volver a levantar tus expectativas.  No
importa si han pasado veinte años, treinta, cincuenta, ochenta; eleva
tus expectativas.  Dios va a cumplir el deseo de tu corazón.  Sin
importar el tiempo que haya pasado, hoy es un buen día para decir:
Llegó mi temporada de cambio, y voy a seguir esperando con la
misma pasión por todo aquello que Dios me ha prometido. 

En Juan 5, se nos habla del paralítico de Betesda.  Los treinta y ocho


años que había pasado allí detenido, cuando llega Jesús delante de
él, le hacen poner como excusa lo que otros no habían hecho por él. 
Una persona que ha perdido las expectativas, es una persona que
está buscando responsables de su circunstancia actual.  Cuando
pierdes la expectativa de lo que Dios va a hacer, sin darte cuenta lo
que estás es haciendo al mundo responsable de lo que Dios va a
hacer por ti.  La pregunta para ti hoy es: ¿Quieres ser sano? 
¿Quieres ser libre de deudas?  ¿Quieres cambiar tu vida?  ¿Te
atreves a creer?  Dios te lo quiere dar, pero han pasado treinta y
ocho años, ¿todavía lo quieres?  Si lo quieres, lo puedes tener.
Alumbrando tus ojos

“En el principio creó Dios los cielos y la tierra.  2  Y la tierra estaba


desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo,
y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas.  3  Y dijo Dios:
Sea la luz;  y fue la luz.”  Génesis 1:1 

Para que pudiera comenzar una temporada de transformación para


aquello que estaba desordenado y vacío, en tinieblas, lo primero que
tenía que llegar era la luz.  En la Palabra, la luz representa
revelación.  Lo primero que Dios hace es encender la luz de todo
aquello que estaba en desorden, para poder mirar.  Cuando tú
quieres transformación económica, una de las primeras cosas que
tienes que pedirle a Dios es que sea la luz en tu vida, que tengas
revelación en tu vida. 

Tienes que tener revelación de las cosas que están fuera de orden,
vacías, de las áreas que están en tinieblas.  Tienes que permitir que
la luz se encienda en tu vida, para tú poder recibir la revelación y
comenzar a ver la transformación que necesitas.  A oscuras, nunca
podrás experimentar la gloria de Dios sobre tu vida, la transformación
financiera que necesitas.  Pídele a Dios que encienda la luz de tu
espíritu, de tu mente, de tu interior, para que puedas experimentar el
poder transformador de una revelación. 

Todo lo que tenemos a nuestro alrededor depende de la luz; las


flores, los árboles, el sistema entero.  De la misma manera, la única
forma en que tú te puedes sostener es a través de una revelación. 

Cuando Cristo fue tentado por el enemigo, la primera tentación fue


hacia su cuerpo, fue por hambre.  El enemigo le tienta a convertir
piedras en pan para su sustento.  Pero Jesús hace una declaración
muy poderosa: No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra
que sale de la boca de Dios .  Jesús sabía que la única forma de
sostenerse durante la temporada del desierto, y aun fuera del
desierto, era una palabra de revelación, recibir una revelación divina
que le diera la luz para entender lo que tenía que hacer, cómo salir
del problema. 

Hoy se enciende la luz en tu vida.  Vas a descubrir dónde es que está


el desorden, el problema, la dificultad, dónde es que tienes que
mejorar; revelación viene de parte de Dios, para transformar tu vida,
en el nombre poderoso de Jesús. 

En Efesios 1, Pablo oraba: “17  para que el Dios de nuestro Señor


Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y
de  revelación  en el conocimiento de él,  18  alumbrando los ojos de
vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él
os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los
santos,” 

Los creyentes, los 400, no vivimos por información, sino por


revelación.  Una de las tendencias de las personas que quieren
progresar, prosperar, tener éxito en su vida, es el leer, el estudio, el
aprendizaje.  El problema es que la gente que depende de la
información depende de lo que otro ha pensado, lo que otro ha
recibido.  Van a seminarios, conferencias; y todo eso está bien;
necesitamos información, aprender; pero los creyentes vivimos por
algo más que mera información, vivimos por revelación.  Revelación
es un grado más alto que depende de tu relación directa con Dios,
donde los ojos de tu entendimiento se abren a una nueva realidad. 
La revelación viene directamente de Dios.  Cuando tienes revelación,
estás adelantado a los demás, tienes ventaja.  El que tiene una
revelación, tiende a no ser comprendido por aquellos a su alrededor. 
Las personas que son innovadoras, en algún momento dado, son
criticadas.  No los entienden, porque el que recibe la revelación
tiene que pasarte la información para que tú la proceses por tus
pensamientos, y es muy difícil captarlo de la misma manera.  Quizás,
has tenido la experiencia de saber algo dentro de ti, pero te quedas
sin palabras al tratar de explicarlo.  Y es que tú recibiste la
revelación directa de parte de Dios.  Por eso, siempre que te
compartimos una palabra, le pedimos a Dios lo mismo que pidió
Pablo: Que tus ojos sean alumbrados, que tu entendimiento sea
alumbrado, que tú lo recibas directamente de Dios, porque es esto lo
que cambia tu vida para siempre. 
Cuando tú recibes revelación, no importa la información contraria que
te den, no hay forma de cambiarte, no hay estadística, no hay idea
del mundo que cambie la revelación que Dios te ha dado.  Por eso es
que tú necesitas recibir la revelación de la prosperidad, de la libertad
económica.  No meramente el uno dos tres, sino la revelación
directa, para que tus ojos se abran y puedas entender lo grande que
Dios tiene para tu vida. 

Que se encienda la luz de tu mente, de tu espíritu, y puedas entender


que tú no vives por información, tú vives por la revelación que Dios te
ha dado, que contradice la información del mundo; y Él te ha
prometido darte victoria, basada en esa revelación. 
Tu escoges

Para vivir una vida transformada por Dios, la vida plena que Él tiene
para ti, tú tienes que entender el poder de tus decisiones.  Aquella
decisión de los 400 hombres de ir a la cueva de Adulam y hacer a
David rey, fue lo que transformó sus vidas para siempre; transformó
deuda en libertad, amargura en victoria.  Una secuencia de
decisiones los llevó al estado en que se encontraban, y una nueva
secuencia de decisiones provocó que vivieran en libertad.  Uno de
los ladrones en la cruz al lado de Jesús le dijo al otro: Nosotros por
nuestras acciones hemos llegado hasta aquí.  Sus decisiones
pasadas le llevaron allí, y una nueva decisión hizo que aquel hombre
disfrutara del paraíso.  Una decisión en tu vida puede transformar las
consecuencias de todas las malas decisiones de tu pasado. 

“14  Muchos pueblos en el valle de la decisión; porque cercano está el


día de Jehová en el valle de la decisión.”  Joel 3:14 

Hay mucha gente en el valle de la decisión; no saben qué decidir, qué


hacer; Dios está levantando un ejército, diciéndoles que
transformaran sus herramientas de agricultura, en armas de guerra;
Él estaba diciendo: Decídete, porque llegó el momento; yo voy
contigo y te voy a dar la victoria.  Hay momentos en que Dios está
esperando que alinees tus decisiones con las de Él, para que tú
puedas tener la victoria.  Una decisión puede transformar toda tu
vida para siempre.  Tú tienes que decidir: Voy a salir de este tiempo
de maldición, de pobreza, de dificultad; me voy a levantar, le voy a
creer a Dios. 
En 1 Reyes 18, el profeta dice al pueblo: ¿Hasta cuándo claudicaréis
vosotros entre dos pensamientos? Si Jehová es Dios, seguidle; y si
Baal, id en pos de él. Y el pueblo no respondió palabra .  El profeta
exigía respuesta inmediata, pero el pueblo titubeaba.  Hay quienes
todavía no saben si creer que Dios les quiere prósperos, bendecidos. 
Les han hecho creer que Dios no quiere eso para ellos, que no es lo
correcto.  Hoy llegó tu momento de decidir si creerle a la gente o
creerle a Dios.  Decide prosperar, salir de las deudas; cree que, a
pesar de las crisis y dificultades, Dios te va a levantar y te va a dar la
victoria.  Tu libertad económica comienza con esta decisión. 

Los 400 hombres de 1 Samuel 22, decidieron muchas cosas que los
llevaron hasta aquel lugar, pero una nueva decisión transformó todas
las cosas en libertad, gloria y victoria.  Y así puede pasar en tu vida
hoy.  Toma la decisión correcta, y tu vida va a ser transformada. 

Tú tienes que decidir a quién vas a creer.  Al momento de entrar a la


tierra prometida, Moisés envió doce espías; diez regresaron con un
mal reporte, diciendo que no podrían hacerlo; dos volvieron con el
reporte correcto, diciendo que sí podrían hacerlo; que había gigantes,
pero Dios les daría la victoria.  Lamentablemente, la mayoría del
pueblo creyó a los diez.  Muchas veces, la mayoría manda, pero la
mayoría no necesariamente está en lo correcto.  La mayoría se dejó
influenciar por aquella información, al punto que su corazón
desfalleció.  Por creerle a esos diez, el pueblo entero no entró a la
tierra prometida. 

La gente a la que tú le estás creyendo está determinando tu futuro. 


Tus decisiones están permitiendo esto.  Eres tú quien escoge a quién
creer, y la Biblia dice, en Crónicas: Creed en Jehová vuestro Dios, y
estaréis seguros; creed a sus profetas, y seréis prosperados .  Tu
prosperidad viene de escoger a quién le vas a creer.  Créele a quien
tiene la revelación correcta para que tu vida sea transformada. 

Tienes que escoger si crees la información del mundo o las promesas


de Dios.  Los diez espías creyeron en la información que estaban
mirando; vieron con sus ojos naturales lo que estaba pasando. 
Josué y Caleb creyeron lo que Dios les había dicho: Que Él les iba a
dar la victoria, que aquella tierra les pertenecía.  Tú tienes que
escoger si crees en lo que percibes con tus ojos, o le crees a Dios y
sus promesas.  Una decisión te ha llevado al problema que tienes
hoy, y otra decisión te sacará del mismo. 

Hay quienes no se atreven a tomar decisiones; operan en indecisión. 


Y es que, cuando tomamos una decisión, somos responsables de las
consecuencias, y es el miedo a enfrentarlas lo que detiene a la gente;
pero el no tomar una decisión te limita y hace que alguien más decida
por ti; y tendrás entonces las consecuencias de lo que otro decidió. 
Temes tomar una decisión por miedo a arriesgarte a lo que ocurra;
pero, hoy, camina con fe, toma decisiones con determinación,
sabiendo que sí vas a tener los resultados de tus decisiones, pero
qué bueno que nadie tiene que decidir por ti.  Tú puedes decidir
comenzar a ser libre desde hoy. 

La gente te desmotiva de tomar ciertas decisiones, no quieren que tú


hagas ciertas cosas porque ellos no quieren hacerlas y no quieren
que tus decisiones les pongan presión a ellos.  A pesar de lo que el
mundo diga, tú tienes que decidir hoy creerle a Dios, porque tú vas a
ser el resultado de las decisiones que tú tomes hoy. 

¿Qué reporte tú estás creyendo?  Créele a la promesa de Dios,


promesa de abundancia y de bendición, de cosas más grandes. 

Robara el hombre a Dios

“Como no conviene la nieve en el verano, ni la lluvia en la siega, Así


no conviene al necio la honra.    2  Como el gorrión en su vagar, y
como la golondrina en su vuelo, Así la maldición nunca vendrá sin
causa.”  Proverbios 26:1-2 

Cuando experimentamos problemas y maldición, hubo algo que lo


provocó.  No todo lo negativo lo provocamos nosotros, pero algo lo
provoca.  Hay 5 cosas que la Biblia nos muestra que provocan
pobreza en nuestra vida.  De estas cinco, sí muchas veces nosotros
somos responsables.  Los problemas no salen de la nada; algo los
provoca.  Si tú conoces cuál es la raíz, la causa de un problema,
puedes trabajar para eliminarlo. 

1. Desobediencia.  Cuando desobedecemos a Dios, o alguna ley


espiritual o natural, experimentamos pobreza.  En Génesis 3, Dios
dice a Adán que, por causa de que pecó, por desobedecerle, la
tierra sería maldita.  Hay quienes pretenden tener resultados
económicos desobedeciendo a Dios, los principios naturales y
espirituales, aquellas cosas que gobiernan el mundo financiero. 
Dios es un Dios de misericordia y amor, Él perdona nuestros
errores, pero muchas veces tenemos que vivir con las
consecuencias de nuestras malas decisiones.  Tenemos que
alinearnos con la palabra de Dios, alinear nuestra vida y
pensamientos, sabiendo que, en la medida que nuestras vidas
sean gobernadas por la palabra de Dios y obedezcamos, Dios nos
dará la victoria.  Dios dice a Josué que medite en el libro de la ley,
de día y de noche, para que hiciera prosperar su camino, y todo le
saliera bien.  Era Josué el responsable de que su camino
prosperara, si él obedecía la voz de Dios y sus mandamientos. 
Esa es la promesa que Dios te ha dado.  Deuteronomio 28 te habla
de todas las bendiciones de la obediencia; y las bendiciones de la
obediencia son prosperidad.  Dios ha prometido aumentarte,
prosperarte, reprender al devorador, siempre que tú obedezcas su
voz.  Así que, si has estado experimentando problemas
financieros, puede que hayas desobedecido alguna regla, alguna
ley, algún principio; desobedeciste a Dios en algo que tenías que
hacer.
2. Ignorancia.  Pensamos que lo que no conocemos, no nos
afecta, pero lo que tú no conoces te detiene, te paraliza.  Dios
dice, en Oseas 4: Mi pueblo fue destruido porque le faltó
conocimiento.  Y continúa diciendo: “Por cuanto desechaste el
conocimiento…”  Y eso es lo más triste, porque una cosa es que
se te haya ocultado alguna información; otra, la enseñanza que tú
rechazas por no prestar atención, por no dedicarle tiempo, por no
salir de viejos preceptos.  La Biblia dice que el que desecha el
conocimiento va a destrucción.  Por eso, si quieres erradicar la
pobreza de tu vida, tienes que dejar a un lado la ignorancia.  La
gente próspera es gente que estudia la palabra de Dios, estudia
los principios económicos de la tierra, no son ignorantes a las
leyes que rigen sus regiones, a lo que acontece a su alrededor. 
Así que saca la ignorancia de tu vida.
3. Incredulidad.  Tú puedes tratar de obedecer a Dios, pero sin
fe no lo podrás hacer.  En Salmos 35, dice la Biblia: “…digan
siempre: Sea exaltado Jehová, Que ama la paz de su siervo .” 
Exaltado sea Jehová, que quiere que tú prosperes, que tú
progreses.  Esto es lo que tú tienes que creer.  La religión ha
hecho creer que a Dios no le importa tu situación económica, que
tú no deberías estar creyendo por prosperidad.  La gente cree que
Dios los quiere salvar y sanar, pero muy pocos creen que Dios los
quiere prosperar.
4. Miedo.  Cuando una persona vive en miedo, no puede aplicar
en su vida los principios espirituales, no se atreve a tomar
decisiones, a hacer lo que tiene que hacer para provocar la
bendición y multiplicación que Dios le ha prometido; el miedo le
paraliza, le hace huir, yendo en retroceso en lugar de progreso. 
Dice la Biblia que el temor del hombre pondrá lazo, mas el que
confía en Jehová será exaltado .  Tienes que eliminar de tu vida el
miedo al mañana, a quién va a suplir y cómo, el miedo a qué va a
pasar.

5. Incumplimiento.  El Dios al que servimos ha establecido


principios espirituales que provocan en nosotros bendición. 
Malaquías 3 nos habla claramente de las consecuencias de no
diezmar y ofrendar a Dios. 
“8  ¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado. Y
dijisteis: ¿En qué te hemos robado? En vuestros diezmos y
ofrendas.    9  Malditos sois con maldición, porque vosotros, la nación
toda, me habéis robado.”  Malaquías 3:8-9 

¿Cómo se le roba a Dios, si al fin y al cabo lo que tienes en tu bolsillo


le pertenece a Él?  Retengas el diezmo o no, con lo que tú te quedas
en tu mano le sigue perteneciendo a Dios.  Cuando lo entregas a la
casa del Señor, todavía le pertenece a Dios; siempre le pertenece a
Dios.  Siendo así, entonces, ¿cómo se le roba a Dios?  Pues Dios
dice que tú le robas porque le quitas la oportunidad de Él poder hacer
algo a favor tuyo.  Una cosa es la misericordia de Dios, que no nos la
merecemos; otra cosa es cuando actuamos en fe, activando ciertos
principios espirituales.  Dios quiere multiplicarte, Él quiere que tú
salgas de vivir de la misericordia para vivir en su favor, en la gracia,
en aumento.  Atrévete a diezmar, a ofrendar, a creerle a Dios por
multiplicación en tu vida. 

Mira que te mando

“6  Esfuérzate y sé valiente;  porque tú repartirás a este pueblo por


heredad la tierra de la cual juré a sus padres que la daría a
ellos.    7  Solamente esfuérzate y sé muy valiente…”  Josué 1:6-7a  

En Josué 1, vemos el momento en que Josué se enfrentaba a un


grande reto en su vida; tenía que llenar los zapatos de uno de los
hombres más poderosos de la historia de Israel; tenía que continuar
el legado que había dejado uno de los patriarcas, de los hombres más
significativos en la historia del pueblo de Dios; Moisés, un hombre
que liberta a sobre dos millones de personas de mano de Faraón, un
hombre que, con su vara, hizo milagros.  No era cualquier cosa,
cualquier hazaña la que Josué tenía que hacer; no tan solo tenía que
llenar el espacio que había dejado Moisés en la mente de la gente,
sino que tenía que completar lo que Moisés no pudo completar. 
Josué debe haber pensado que, si Moisés, con todo lo grande que fue
y con la relación que tuvo con Dios, no pudo hacerlo, cómo podría él
lograrlo.  Y llegó el momento en que Dios tuvo que hablarle a Moisés
y decirle que había llegado la época, el nuevo tiempo, la nueva
temporada para su vida y para el pueblo de Israel.  Dios le dice que
se levante. 

En varias ocasiones, Dios le dice: Esfuérzate y sé valiente.  Para


poder prosperar en la vida y ser libre económicamente, mucha gente
comete el error de pensar que las cosas suceden de la nada.  Cuando
tú quieres prosperar, tienes que saber que hay dos factores; estos
son los mismos que se repiten en Josué; esfuérzate y sé valiente.  Si
tú eres de Los 400, de los valientes que estamos creyendo por
libertad económica, hay dos características que tienes que tener; la
primera de ellas es esfuerzo. 

Esforzarte es hacer más allá de tus fuerzas.  Se dice que Michael


Jordan, de los mejores basquetbolistas de la historia, luego de
terminar un partido, se quedaba en la cancha, haciendo tiros
adicionales.  Tiger Woods, un famoso golfista, luego de terminar un
torneo, daba golpes extra para practicar aquella habilidad que él
tenía que desarrollar.  Todo el mundo quisiera tener lo que han
alcanzado ambos, en lo natural, pero no todos están dispuestos a
hacer el esfuerzo extra.  Dios le dice a Josué que, si iba a completar
aquello, tenía que esforzarse; la diferencia la harían su esfuerzo y su
valentía. 

Este año, decide hacer el esfuerzo, actúa con valentía.  ¿Qué es


aquello que tienes que atreverte a hacer para que tu vida cambie? 
¿Qué es eso que no te has atrevido a hacer?  Llegó el momento de
que decidas enfrentar los retos con valentía, con autoridad, con
fuerza, y de creerle a Dios que algo va a ocurrir. 
Dios quiere que te esfuerces y que seas valiente para que hagas
prosperar tu camino.  Aquellos que se esfuerzan, que son valientes,
Dios les dice: Todo te saldrá bien. 

Dios le dice a Josué: Esfuérzate y sé valiente.  Tú prosperas


esforzándote y con valentía; haciendo más allá de tus fuerzas, y
teniendo enfrentando lo que tengas que enfrentar.  Dios le repite
estas palabras en varias ocasiones en este primer capítulo a Josué. 
En el verso 7 se añade una palabra más: Solamente, convirtiendo
aquello en una motivación.  Pero, en el verso 9, dice más: Mira que
te mando que te esfuerces y seas valiente .  O sea, pasa de una
sugerencia a una inspiración, a una orden.  Cuando tú quieres
prosperar, progresar, alcanzar grandes destinos, tú tienes que saber
que lo que vas a alcanzar es una orden que Dios te está dando, y no
una sugerencia. 

Dios no te sugiere que te esfuerces y seas valiente; Él te da la orden


de que te esfuerces y seas valiente para que prosperes en tu
camino.  A veces, sientes la urgencia en tu interior, el Espíritu Santo
dándote esa orden.  Tienes que salir a trabajar, a luchar; quizás no
tienes fuerzas, estás desmotivado, y la gente no entiende por qué
sigues.  Pero es que hay algo en tu interior que te ordena, que te
obliga, que te hace someterte a hacerlo.  Dios no te está dando una
sugerencia.  Él te está dando una orden: Mira que te mando;
esfuérzate y sé valiente.  Esfuérzate y pierde el temor, esfuérzate y
olvídate de tus enemigos, esfuérzate y olvídate de tu pasado,
esfuérzate y enfrenta el futuro que Dios tiene para ti, esfuérzate y
comienza a caminar hacia todo lo que Dios te ha prometido. 
Recibe esa orden del Espíritu.  Ya no es una sugerencia.  Mira que te
mando a que salgas de las deudas, que te esfuerces y seas valiente;
tu camino va a prosperar, todo te va a salir bien, Yo voy a estar
contigo y, dondequiera que tú vayas, verás mi mano poderosa. 

Hoy viene un sentido de urgencia y de autoridad sobre tu vida, que te


pone en el momento para tomar acción, para caminar y para seguir
hacia adelante hasta alcanzar todo lo que Dios te ha prometido.  Dios
te dará la victoria en el nombre poderoso de Jesús.  Ya Dios te ha
hablado, te ha motivado; hoy te está dando una orden.  Levanta esa
empresa, ese negocio; comienza a crecer, conquista tu destino, y
alcanza todo lo que Dios te ha prometido.  

Tus emociones y tus finanzas

La Biblia habla mucho del tema de las finanzas, por su conexión con
nuestras emociones.  En Mateo 6, Jesús habla acerca de la presión
emocional que siente una persona cuando no tiene su confianza en
Dios, específicamente en cuanto a la provisión para sus
necesidades. 

No podemos negar que, en momentos críticos económicos, nuestras


emociones se distorsionan; llegan el miedo, la preocupación, la
ansiedad; perdemos el sueño.  Tienes que aprender, a través de la
Palabra, a tomar control y autoridad sobre tus emociones; el dinero
no es lo que debe darte este control, esta paz emocional.  Tu paz y
libertad emocional, tu capacidad de manejar tus emociones van a
demostrar la fe, la expectativa y la confianza que tienes en Dios, y
entonces vas a tener los resultados económicos que debes tener. 

Tus emociones deben ser resultado de tu confianza y seguridad en


Dios.  Confías en Dios, estás seguro en Él, de que Él va a proveer; por
lo tanto, experimentas paz, tranquilidad, control, aun en medio de las
peores circunstancias económicas; y, eventualmente, recibirás la
provisión que necesitas.  La fórmula no puede estar al revés.  Si la
fórmula es: Tengo dinero, tengo paz; entonces estás viviendo bajo la
fórmula del mundo.  Innegablemente, las situaciones económicas
tienen un efecto en las emociones, pero tú tienes que tomar control
desde el espíritu, para entonces ver el resultado en tu economía.  No
puedes pensar como el mundo; que si tomas control de tu economía,
entonces tendrás paz en tu corazón, mente y emociones, para
entonces poder disfrutar de lo que Dios tiene para ti. 

Si tus emociones están descontroladas; si tienes miedo,


preocupación; la solución no es el dinero, la solución es Dios.  El
dinero llegará.  Hay quienes tienen mucho dinero, y su alma se
pierde.  Jesús habló de un hombre rico que hizo graneros más
grandes, y el Señor le dice: Esta noche se llevan tu alma.  No que
fuera a morir, sino que, por más que hiciera provisión, si su confianza
estaba en el dinero, tan pronto el cambio económico llegara, sus
emociones se iban a descontrolar, su alma se iba a perder. 

Toma autoridad sobre todo pensamiento contrario; háblale a tu


mente, a tu corazón, para que tengas la confianza de creerle a Dios
por tu libertad económica, la seguridad de que Dios va a suplir lo que
tú necesitas; y paz va a venir a tu vida, y el reflejo de esa paz y esa
confianza será que verás en tu vida los milagros económicos que tú
necesitas. 

Tú éxito no depende de la cantidad de dinero que tú tengas o puedas


acumular.  De lo contrario, muchos no alcanzaríamos lo que, delante
del Señor, es una vida exitosa.  Como creyentes, para tener éxito,
tenemos que reconocer el Dios al que servimos y su intención en
nuestra vida; qué es lo que Él quiere, y lo que no.  Tu revelación de
Dios, el Dios que tú conoces, y no tu dinero, determina tu éxito.  No
es el dinero lo que añade valor a tu vida; si tienes buena autoestima,
si te consideras valioso, a pesar de tus circunstancias,
eventualmente se verá el reflejo de ese valor que pones en tu vida,
por causa de lo que Dios ha hecho por ti en la cruz del Calvario,
entonces verás resultado en el mundo exterior. 

El éxito en la vida depende, además, de los riesgos que estés


dispuesto a tomar.  Muchos piensan que solo gente de dinero toma
grandes riesgos; pero fue cuando tenían poco que lo arriesgaron
todo.  El riesgo no es proporcional a la cantidad de dinero que tienes,
sino a la cantidad de dinero que te sobra cuando te atreves a hacer
algo. 

Así que el éxito es resultado de varias cosas: De lo que conoces de


Dios, de lo que piensas que vales y de los riesgos que estás dispuesto
a tomar en tu vida para alcanzar el éxito que Dios te ha prometido. 
Tu libertad económica depende de tu confianza en Dios. 

“25  Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de
comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de
vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el
vestido?”  Mateo 6:25 

No que Jesús menospreciara el alimento y el vestido; lo que está


diciendo es: Aprecia la vida porque es más que eso.  Y en los versos
siguientes, el Señor muestra lo que elimina el afán de tu vida:
Conocerle.  Si Él tiene cuidado de las aves, de la yerba, de las flores,
de su creación, ¿no eres tú parte de lo que Dios creó?  ¿No cuidará
Él de ti? 

Cuando te acercas a Dios con prejuicios, con una consciencia


errónea, no lo haces entendiendo realmente el bien que Él quiere
para ti.  Estos versos nos enseñan, además, el deseo de Dios de
cuidar de ti.  Nunca podrás prosperar pensando como los religiosos;
que Dios no se mete en tus finanzas, que Él no tiene cuidado de estas
cosas, que no va a guardar de ti en esta área.  Si pensaras que lo que
Dios hace es quitar, ¿cómo te acercarías a Dios?  Vivirías con miedo,
con temor, afanado, atado al sistema del mundo. 
El éxito no depende de la cantidad de dinero que tengas, sino de la
revelación que tengas de Dios; y esta revelación debes ser que Él
cuida de la creación de la que tú eres parte, por lo que también cuida
de ti.  Jesús dijo en una ocasión: Si vosotros, siendo malos, sabéis
dar buenas dádivas a vuestros hijos, cuánto más vuestro Padre que
está en los cielos. 

Tu valor

Cuando tú conoces a Dios y sabes lo que Él quiere para tu vida, tu


vida cambia; no automáticamente, pero cambia.  A Jacob, en
Génesis 28, Dios le dice: Te voy a prosperar, a bendecir, estoy
contigo.  Jacob no prosperó de inmediato; veinte años después
vemos el resultado de esa revelación; pero todo comenzó con una
revelación. 

Jacob tenía que sentir como que estaba en problemas con Dios, tenía
que sentirse miserable; había engañado a su padre, a su familia;
estaba en el exilio, huyendo; su hermano quería matarlo; tenía que
estar en depresión, no sabía qué hacer; pero se encontró con Dios.  Y
Dios le dice: Yo soy el Dios de tu padre, de Abraham, de Isaac; Yo te
prometí y le prometí a él que te iba a prosperar.  Cuando cambia su
consciencia acerca de Dios, y se da cuenta que Dios no está enojado
con él, este hombre recibe confianza, seguridad en su corazón. 
Jacob se levanta y dice: No puedo creer que, después de todo lo malo
que yo he hecho, me he encontrado con Dios.  Ese momento cambió
su vida.  Cuando salió de ahí, seguía siendo el mismo Jacob,
naturalmente pobre, pero con la revelación de que Dios lo quería
prosperar.  Aquella revelación sería vital para lo que Jacob viviría
por los próximos veinte años.  Iba a ser engañado en múltiples
ocasiones, iba a trabajar en exceso, le iban a cambiar el acuerdo
muchas veces; y Dios sabía que, si Él iba a prosperar a Jacob, tenía
que revelársele a él.  Pero la prosperidad de Jacob se manifestó
veinte años después. 

Una de las razones por las que la gente no prospera y por lo que el
mensaje de prosperidad es criticado, es porque hay mucha gente que
viene con la falsa ilusión de que hoy escuchan el deseo de Dios, y
mañana su cuenta va a estar llena.  Dios puede hacer milagros
grandes económicos, Él puede bendecirte de un día para otro; pero,
cuando miramos la palabra del Señor, lo que vemos es que la
prosperidad de los hombres y mujeres de Dios, vino a través de
procesos en su vida, que comenzaron a través de una revelación. 

El éxito en la vida de un creyente no comienza con dinero, sino con


una revelación de quién es Dios.  Cuando tú recibes esa revelación, y
comienzas a caminar en ella, comienzas a ver entonces los
resultados y, al final de la historia, podrás decir: Dios prosperó mi
camino.  

Otro factor determinante en tus finanzas es la revelación de quien tú


eres para Dios.  Si tú no entiendes el valor que tiene tu vida, no te va
a caber en la mente el pensamiento de que tú vas a prosperar. 
“26  Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en
graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros
mucho más que ellas?”  Mateo 6:26 

Tu afán es que tú no te das cuenta cómo Dios cuida de todo a tu


alrededor, y si Él cuida de eso, tú eres más importante, más valioso
para Él.  Cuando vemos el sacrificio de Cristo y lo que debe
representar para tu vida el conocer que Dios no escatimó ni a su
propio Hijo para darte libertad, para darte vida, para librarte del
infierno, de la muerte, del pecado; que, cuando nadie daba un
centavo por ti, Él dio su vida por ti en la cruz del Calvario, eso nada
más te debe decir cuán importante tú eres para Él, el valor que tú
tienes para Él.  Dios ya ha expresado lo valioso que tú eres
entregando a su Hijo por ti; si Él ha hecho ya algo tan grande, lo más
grande; tu libertad económica es algo mucho más simple que la vida
del Hijo de Dios.  Lo que Él tenga que hacer por tu situación
económica es como nada. 

El bajo concepto que, a veces, tenemos de nosotros, nos lleva a


pensar que no somos dignos de prosperar.  La religión, por ejemplo,
nos ha hecho sentir como poca cosa, como viles pecadores, como
malas personas, gente indigna.  La religión nos condena; pero,
cuando vemos la palabra del Señor, es todo lo contrario.  Una de las
cosas que Dios quiere trabajar contigo es en relación al valor que tú
percibes de ti mismo, porque esto es algo que cambia tu vida; cambia
tu proyección, la manera en que te ves, la manera en que el mundo te
ve.  Por eso, hoy, debes recibir en tu corazón que el resultado
económico que tengas en tu vida estará íntimamente ligado al valor
que tú te pongas. 
El mundo es rápido en juzgarte, en condenarte.  Cuando el Señor hizo
milagros de sanidad, de restauración, en muchos de ellos, estaba el
aspecto de la dignidad de la persona envuelto.  El Señor se detiene a
hablar con la mujer del flujo de sangre.  Se supone que ella no lo
tocara a él; esa mujer estaba excluida de la sociedad.  Jesús se
atrevió a detenerse a hablar con ella, y devolverle la dignidad.  A la
mujer adúltera, le dijo: Que nadie te condene más.  Zaqueo, que era
un hombre que nadie quería saber de él, cuando Jesús entra a su
casa, le devuelve la dignidad, el honor, lo honra ante la sociedad. 
Cuando tú entiendes el valor que tienes para Dios, tu vida cambia
para siempre. 

Tus emociones están muy ligadas a tu autoestima.  Toda persona


que piensa que teniendo más dinero mejora su autoestima, está mal.
Si tienes buena autoestima, tendrás las emociones correctas que
provocarán que en tu vida haya más abundancia; no es al revés. 

Tú tienes valor para Dios.  Tu vida vale para Él.  Cuando tú


comienzas a cambiar tu concepto de vida y de quien tú eres para
Dios, tu vida cambia para siempre. 

Arroja tu capa
Para vivir la vida que Dios quiere que tú vivas, es importante que
aumentes tu capacidad de tomar riesgos.  Tu nivel de fe se refleja en
el grado de incertidumbre que tú estés dispuesto a manejar.  La
persona que quiere todas las cosas seguras, firmes en su vida,
claras, estables, no necesita ejercer fe.  El camino de fe no lo
conoce todo, pero cree que todo es posible, sabe que Dios va a obrar
a favor suyo, que Dios tiene cuidado de nosotros; por lo tanto, se
atreve a tomar riesgos.  No se puede prosperar sin tomar riesgos, y
la fe nos permite tomar riesgos. 

Quizás tú estás limitado, detenido, no te has atrevido a hacer ciertas


movidas, cosas que Dios te ha pedido que tú hagas, única y
exclusivamente por el riesgo que representan.  Quieres una base de
seguridad para, entonces, atreverte; pero tú no te puedes robar la
segunda base, con el pie en la primera; tienes que despegarte de esa
seguridad y arriesgarte para poder llegar más lejos. 

Una de las demostraciones de tu fe es arriesgarte, creyendo que lo


que Dios va a hacer es grande y permanente.  Tienes que atreverte a
tomar riesgos en tu vida, riesgos por fe; creerle a Dios, actuar y
caminar a pesar de la incertidumbre a tu alrededor, porque sabes que
Dios te va a prosperar, que Él te va a bendecir. 

En Marcos 10, vemos el momento en que el ciego Bartimeo clama a


Jesús por sanidad:
“49  Entonces Jesús, deteniéndose, mandó llamarle; y llamaron al
ciego, diciéndole: Ten confianza; levántate, te llama.    50  El entonces,
arrojando su capa, se levantó y vino a Jesús.”  Marcos 10:49 

Bartimeo arroja su capa, y llega delante de Jesús; arroja su capa,


pero sigue ciego.  Él no recibe el milagro hasta que se acerca a
Jesús y habla con él; pero, antes de acercarse a Jesús, dejó su
capa.  ¿Qué es lo importante de esto?  Se nos dice que esto era un
ciego que mendigaba.  En aquellos tiempos, la gente pagaba un
impuesto para mendigar; por lo tanto, Bartimeo había comprado
aquella capa, había pagado los impuestos para poder sentarse junto
al camino y pedir dinero.  Cuando Jesús llama a Bartimeo, la primera
acción de fe de él fue arrojar la capa, queriendo decir: Yo voy a
buscar mi dinero; no vuelvo a este lugar, al lado del camino; no
vuelvo a mendigar.  ¿Qué hubiera hecho gente que no quiere
arriesgarse?  Hubieran ido donde Jesús con la capa en la mano, por
si el milagro no se daba.  Bartimeo soltó la capa en un acto de fe,
diciendo: Jamás volveré a mendigar, a depender económicamente de
esa capa que me hace mendigo; voy a ser sano. 

Tú necesitas arrojar tu capa.  Hay cosas de las que tú has estado


dependiendo, en vez de estar dependiendo de Dios.  Hoy, el mensaje
de Dios para tu vida es: Ten confianza; levántate, te llama.  Atrévete
a salir, a decir: Me voy a levantar. 

Vive por la seguridad de que Dios va a hacer tu milagro.  No vuelvas


a depender de las cosas de tu pasado.  Atrévete a arriesgar, a
creerle a Dios que Él va a hacer algo sobrenatural en tu vida.  Hoy te
exhortamos, como exhortaba la gente a Bartimeo: Ten confianza;
levántate, te llama.  Arroja tu capa.  Lo que Dios va a hacer en tu
vida va a ser tan grande, que jamás volverás al mismo lugar donde
estabas. 

Bartimeo, con aquella acción de arrojar la capa, estaba diciendo:


Jamás vuelvo a estar aquí al lado del camino, junto al camino, al lado
del camino.  Declara hoy que arrojas tu capa; ve con confianza,
delante del Señor; arriésgate.  Bartimeo iba ciego; arrojó la capa, y
seguía ciego; pero él decía: Cuando llegue allí, voy a quedar sano, y
jamás vuelvo a este lugar. 

Créele a Dios por tu milagro; arroja, creyendo que Dios va a hacer una
obra milagrosa en tu vida.  Bartimeo recibió la sanidad, no en el
instante en que lanzó la capa; la capa era demostración del riesgo
que él estaba dispuesto a tomar para alcanzar el milagro.  Cuando
estás dispuesto a arriesgar, demuestras que confías en que eso no es
lo único que Dios te va a dar, en que Dios te va a sacar de ese lugar, y
te mueves hacia el futuro que Dios tiene para ti. 
El deseo de Dios
Hay diferentes tipos de pobreza, de escasez; hay diferentes niveles. 
Está la pobreza natural o física por causa de la necesidad de algo
material; está la escasez económica; la mental; porque hay personas
que sus pensamientos le llevan a la pobreza.  Y la peor de las
pobrezas, la espiritual.  Cuando alguien carece espiritualmente,
carece todo entonces; puedes tener dinero, finanzas, pero si
espiritualmente escasea Dios en tu vida, eres la persona más pobre
del mundo.  Si lo que tienes es solamente dinero, pero no tienes
conexión con Dios, entonces no eres una persona realmente
próspera. 

Varias cosas nos llevan a la pobreza, ya sea espiritual, mental o


natural.  Algo que hace que llegue la pobreza a tu vida es no conocer
el deseo, la intención de Dios.  La religión, la tradición ha provocado
que nos sintamos mal, que pensemos que, mientras menos dinero y
cosas materiales tengamos, más espirituales somos.  Se ha
espiritualizado la pobreza, y todo lo relacionado a la abundancia es
malinterpretado.  El deseo de Dios es prosperar a sus hijos.  3 Juan
1:2 dice: Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las
cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma .  Dios desea
que tú prosperes, que progreses. 

En el Antiguo Testamento, Dios da diez mandamientos que, quien los


siguiera, prosperaría.  Dios le dijo a Josué: Nunca se apartará de tu
boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él,
para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito;
porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien . 
Por lo tanto, la persona que prospera es aquella que vive bajo los
principios de la palabra del Señor. 

Jesús dijo que sería difícil que un rico entrara al reino de los cielos;
pero también dijo “Ahora ha llegado la salvación a esta casa” cuando,
en el capítulo siguiente, Zaqueo, un rico, puso en orden su relación
con las finanzas, entrando en un nivel de relación con Dios como
nunca antes.  Pero, sobre todas las cosas, el seguir a Cristo era lo
que terminaría prosperando abundantemente al joven rico.  Los
discípulos se preocuparon con el comentario de Jesús, y preguntaron
cómo entonces entrarían ellos al reino de los cielos.  Y el Señor
dice: Cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o
padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá
cien veces más, y heredará la vida eterna .  Él estaba diciendo: Yo te
voy a prosperar; tu decisión de seguirme te va a prosperar.  De la
misma manera, tú no vas a llegar a la pobreza, mientras comprendas
que el Dios al que tú le sirves quiere bendecirte, prosperarte, verte
bien. 

Deuteronomio 28 nos habla acerca de las bendiciones de la


obediencia, de donde podemos inferir que se llega también a la
pobreza por la desobediencia a los principios de la palabra del
Señor.  Todas estas bendiciones, dice la Palabra, que vendrían por
escuchar atentamente la voz de Jehová y poner por obra sus
mandamientos.  En contraste, del verso 15 en adelante, habla acerca
de las maldiciones de la desobediencia, que vendrían por no oír la voz
de Jehová para procurar cumplir sus mandamientos.  El resultado de
la desobediencia es pobreza, problemas. 

Tú sabes lo que va a pasar si tus hijos desobedecen; no es que tú


tengas un mal deseo para ellos, pero tú sabes que, si no hacen lo que
tienen que hacer, eventualmente llegarán a maldición.  De la misma
manera, es el deseo de Dios que tú prosperes; y para esto, tienes que
obedecerle.  Si entendieras esto, obedecerle sería fácil.  Cuando tú
no entiendes el deseo de Dios, entonces, obedecerle es complicado. 
Si tus hijos entendieran que tú lo que deseas es lo mejor para ellos,
cuando tú dieras una instrucción, no vendrían pensamientos de
rebeldía, sino que concluirían que lo que les exiges es porque es para
su bien. 

La persona que se rebela es la que piensa que aquel a quien tiene


que obedecer no tiene las mejores intenciones.  Eso fue lo que pasó
con Eva.  La serpiente le dijo: Dios te ha dicho que no comas de este
árbol porque Él sabe que, si lo haces, serás igual que Él.  En otras
palabras, puso duda en la intención de Dios al decirles que no
comieran de aquel árbol.  Y ahora, cuando Eva pierde su perspectiva
de quién es Dios y lo que quiere para ellos, piensa que Dios lo que
quiere es retener algo de ellos, algo demasiado bueno, algo que Él –
por capricho – no les quiere dar.  Cuando tú piensas de esta manera,
vives en rebeldía. 

El joven rico era rico precisamente por cumplir con la ley.  Él


preguntó a Jesús cómo obtener la clase de vida que Jesús tenía, a lo
que Jesús respondió: Cumple con los mandamientos, con la ley.  Y el
joven rico dijo: Siempre la he cumplido.  Por eso era un hombre
próspero, bendecido; porque había cumplido con la ley.  Todo aquel
que cumple con la ley, es una persona que progresa, que prospera y
que es bendecida.  Aquel que desobedece, pagará las consecuencias
de su desobediencia. 

Si tú quieres vivir en bendición, tienes que entender que desconocer


el deseo de Dios para tu vida trae pobreza, y que también la
desobediencia te empobrece.  El no obedecer a Dios, muchas veces,
es resultado de no conocer el deseo de Dios.  Cuando tú conoces que
el deseo de Dios es prosperarte y bendecirte y lo mejor para ti,
entonces, todo lo que Él te pide lo haces con gozo, con alegría. 
Procura sabiduría y planifícate

La pobreza es resultado de diferentes circunstancias, pero mucho


más de nuestras decisiones.  Hay ciertas decisiones que tú tienes
que tomar en tu vida para poder vivir por encima de ese nivel de
pobreza financiera, emocional o espiritual. 

“3  Con sabiduría se edificará la casa, y con prudencia se afirmará;  4  Y


con ciencia se llenarán las cámaras de todo bien preciado y
agradable.”  Proverbios 24:3-4 

En aquellos tiempos, se guardaba la abundancia en cámaras, en


cuartos; y esta escritura nos dice que estas cámaras se llenan de
abundancia cuando el hombre tiene sabiduría, ciencia,
entendimiento.  Cuando carecemos de las ideas, los pensamientos,
la revelación correcta; cuando no procuramos el conocimiento en
todas las dimensiones, en nuestras cámaras hay escasez.  Como
creyentes, tenemos que tener claro que nos movemos en diferentes
dimensiones; la natural, la espiritual; y tenemos que sabernos mover
en ellas. 

En una ocasión, Jesús dijo: ¡Cuán sagaces son los hijos de las
tinieblas!  En otras versiones, dice: ¡Ojalá los hijos de la luz fueran
tan sagaces como los hijos de la tinieblas, y utilizaran las riquezas
injustas para tener recompensas eternas!  Jesús reconocía que
puedes ser muy inteligente espiritualmente, pero carecer de
sabiduría en lo natural.  Una cosa no compensa la otra; hay sabiduría
natural, y sabiduría espiritual, y tenemos que movernos en ambas. 
La Biblia nos habla, en 1 Reyes, de aquella viuda que va donde el
profeta y le dice: Tu siervo me dejó endeudada de tal manera que se
vienen a llevar a mis hijos.  Aquel era un hombre creyente; servía al
profeta, por lo tanto, servía a Dios.  La unción de este hombre, su
contacto con el profeta, no evitó las malas decisiones que le llevaron
a endeudarse; porque tenemos que ser sabios con la unción, con el
poder y en el espíritu, y tenemos que ser sabios en lo natural.  La
cuenta de banco no se llena si no estás aprendiendo.  No se trata de
tener títulos universitarios.  Hay gente próspera que no tiene un
título universitario, y hay gente pobre que sí lo tiene.  Hay gente
próspera que no ha pisado una universidad, pero han sido lo
suficientemente inteligentes para aprender por su cuenta acerca de
negocios.  El problema es que hay quien nunca busca ninguna
sabiduría; no buscan cómo aprender algo nuevo, cómo progresar;
muchos no buscan la sabiduría de la Palabra.  La Biblia habla acerca
de cómo tratar con tu jefe, con tus empleados, con momentos
difíciles, con tu familia, con tus semejantes, con tus finanzas. 
Cuando tú comienzas a estudiar la Palabra, Dios te da revelación; por
lo tanto, desaparece la pobreza de tu vida. 

Cuando tú eres sabio mental y espiritualmente, y aprendes la


sabiduría de Dios, tu vida económica comienza a cambiar.  Hoy es un
buen día para que tú decidas perseguir la sabiduría.  Aspira a esto
para que entiendas todo lo que Dios tiene para ti. 

“5 
Los pensamientos del diligente ciertamente tienden a la
abundancia; Mas todo el que se apresura alocadamente, de cierto va
a la pobreza.”  Proverbios 21:5 
Una de las cosas que provoca que una persona llegue a pobreza es
vivir alocadamente, sin planificación, sin la debida dirección hacia lo
que tiene que hacer.  Cuando tú no planificas, alguien lo hace por ti;
cuando tú no estableces un plan, alguien lo va a hacer por ti. 

Planificar es proyectarse hacia el futuro, establecer metas con


fechas en que deben ser alcanzadas.  Esta planificación te permite
tomar las decisiones correctas.  Si deseas bajar de peso, necesitas
planificarte.  La tentación de comer lo erróneo cambiaría si, de
antemano, decides lo que vas a comer.  Si miras el menú y preguntas
por las ofertas, tu mente divaga entre estas opciones y, por no
planificarte de antemano, ahora estás dirigido por el impulso. 

Esto nos lleva a otra razón por la que llega pobreza: El tener
prioridades incorrectas.  La poca planificación te lleva a tener malas
prioridades, y las malas prioridades te hacen vivir bajo impulsos
emocionales. 

“17  Hombre necesitado será el que ama el deleite, Y el que ama el


vino y los ungüentos no se enriquecerá.”  Proverbios 21:17 

El hombre que vive alocadamente, que no planifica, que permite que


las tentaciones lo lleven de un lado a otro, que se deja llevar por los
impulsos, no se enriquecerá.  Toda compra es una decisión
emocional.  Compras comida porque tienes hambre, pero el lugar
donde decides comer y lo que decides comer es emocional.  No
tienes que comerte el pastel; el problema es que sientes que
mereces ese disfrute, por lo duro que has trabajado.  Cuando
permites que sean tus impulsos los que te lleven a tomar tus
decisiones económicas, tu vida se distorsiona.  Piensas que no lo
haces así, porque todo lo compras en oferta; pero probablemente
compras cosas que no necesitas, meramente porque están en oferta;
eso es una decisión emocional. 

Hace falta sabiduría, planificación y establecer tus prioridades


correctas, para que no vivas bajo los impulsos de tu carne.  Si tú
quieres vivir en riqueza, en bendición, aprende estas tres cosas.  El
Dios al que tú le sirves quiere que tú vivas en abundancia.  Busca de
Él, de su sabiduría, su revelación, y experimenta esa libertad en la
que Él quiere que tú vivas

El rescate de tu vida
La escasez circunstancial es parte de los ciclos de la vida.  Todos
vamos a tener estos momentos de escasez.  Las circunstancias
cambian, ya sea por nuestras decisiones, por las de otro, o porque
simplemente cambian, y llega escasez.  Pero la pobreza como tal,
tiene que ver con el espíritu, con la mente, con nuestras decisiones,
con nuestro conocimiento. 

Una persona que vive en presunción es una persona que, de manera


alocada, toma decisiones hoy, asumiendo que en el futuro todo va a
estar bien, no por fe, sino irresponsablemente. 

“No te jactes del día de mañana; Porque no sabes qué dará de sí el


día.”  Proverbios 27:1 
No pienses que mañana vas a tener la misma fuerza que tienes hoy,
la misma gente, las mismas conexiones.  El problema es que muchos
planifican sus vidas, asumiendo que todos los factores van a
permanecer constantes; es así que cometen el error de tomar
deudas.  Tomamos una deuda bajo presunción, pensando que la
vamos a pagar en el futuro, basado en los recursos o factores con los
que contamos hoy.  Tienes hoy tal trabajo, recibes cierta cantidad de
dinero, y piensas que por los próximos treinta años va a ser igual. 
Pero sabemos que no necesariamente es así; las cosas cambian, y en
estos tiempos vivimos a velocidades impresionantes; por lo que no
debemos asumir que los factores van a permanecer constantes.  Lo
único constante con lo que tú puedes contar hoy y siempre, es Dios. 
Las deudas no se toman por fe; te dan un préstamo basado en los
factores presentes, que no son constantes en tu vida. 

“13  ¡Vamos ahora! los que decís: Hoy y mañana iremos a tal ciudad, y
estaremos allá un año, y traficaremos, y ganaremos;  14  cuando no
sabéis lo que será mañana.  Porque ¿qué es vuestra vida?
Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y
luego se desvanece.    15  En lugar de lo cual deberíais decir: Si el
Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello .”  Santiago 4:13-
15 

No cometas el error de asumir que los factores que tienes hoy son
constantes por el resto de tus días; ten cuidado, no presumas de
eso.  Quizás algún día tuviste esa idea, y hoy experimentas un
tiempo de pobreza, escasez y tristeza, porque habías hecho planes
con gente que, por la razón que sea, ya hoy no están.  Por eso es que
tienes que aprender a depender única y exclusivamente del Dios
Todopoderoso.  No es que no pienses que todo va a estar bien, es
que no tomes decisiones basadas en factores que tienes hoy, pero
que tú sabes que no son constantes, consistentes; porque eso sería
presunción; estarías cometiendo un grave error y, eventualmente,
llegaría la pobreza a su vida. 

Una de las peores cosas que muchos cristianos hacen es prestarse


para ser codeudor o fiador.  Decide hoy que tú no le das tu firma a
nadie para un préstamo.  No seas fiador de nadie.  Cuando tú
comprometes tu palabra de esta manera, tú no sabes cuántas cosas
van a cambiar en la vida de esa persona, que eventualmente
afectarán el compromiso que esa persona está haciendo para el cual
tú estás fiando.  Si tú lo vas a hacer, tienes que estar listo para
cumplir con ese compromiso.  El día que tú pongas tu firma, tú tienes
que estar consciente que, si esa persona no paga, tú vas a tener que
pagar; tienes que asegurarte que tus decisiones financieras no se
vean afectadas por las decisiones de otros. 

“6  Instruye al niño en su camino, Y aun cuando fuere viejo no se


apartará de él.    7  El rico se enseñorea de los pobres, y el que toma
prestado es siervo del que presta.”  Proverbios 22:6-7 

Tan pronto tú prestas tu firma, estás firmando tu sentencia,


haciéndote esclavo de esa deuda.  Hoy, muchos están resentidos
con otros; tomaste la decisión de darle tu firma a alguien, y ahora esa
persona te quedó mal.  O quizás prestaste dinero a alguien, y te han
quedado mal.  Tienes que tener cuidado.  No des tu firma; no pongas
tu firma en ningún lugar, a no ser que estés dispuesto a responder
cuando las cosas cambien. 
La pobreza llega, además, por no aceptar consejo de gente sabia. 
Quien no acepta consejos en su vida, nunca prospera. 

“8  El rescate de la vida del hombre está en sus riquezas; Pero el pobre
no oye censuras.”  Proverbios 13:8 

El pobre no oye advertencias, consejos; o los oye de personas que


están peor que él.  Hay quienes critican a los que prosperan, a los
que progresan, en vez de acercarse y escuchar consejo de cómo lo
hicieron; pero entonces, prestan atención a otros que no han tenido
resultados positivos, terminando en el mismo lugar de fracaso. 
Aprende a buscar consejo, a asesorarte, a preguntar a la persona
correcta por su opinión, gente que tú sabes que está teniendo
resultado.  Busca y sigue consejo, y permite que tu vida sea
dirigida. 

No vivas en presunción, no seas codeudor de nadie, y aprende a


buscar consejo; no rechaces el consejo de las personas indicadas. 
No te apresures esfuérzate
La avaricia trae pobreza a la vida de una persona.  Hay una línea fina
entre la fe de querer lograr, alcanzar, y el convertirnos en personas
avaras.  No todo el que quiere y procura alcanzar algo en su vida es
una persona avara.  Muchas veces se nos acusa de avaros por creer
por cosas más grandes, pero…

“22  Se apresura a ser rico el avaro, y no sabe que le ha de venir


pobreza.”  Proverbios 28:22 

Hay una línea fina que debes entender en cuanto a lo que es la sana
expectativa de cosas grandes, la ambición de querer algo más, y lo
que es ser avaro.  Este verso nos da una clave de lo que es ser
avaro.  Una persona avara es alguien que se apresura a la riqueza. 
Avaricia no es tan solo querer más, guardar más; avara es la persona
que, en su mente, necesita o quiere acumular riquezas rápidamente. 
Cuando quieres apresurar tus resultados económicos es porque en tu
mente hay un pensamiento de avaricia.  Viéndolo desde esta
perspectiva, muchas de nuestras deudas – por no decir todas – son
producto de la avaricia.  Asumimos deudas, tratando de apresurar un
nivel para el cual no estamos listos, para el que no hemos trabajado. 
Una cosa es tener la ambición de alcanzar lo que Dios ha dicho que
tiene para ti, estando dispuesto a trabajar por ello; otra, el querer
apresurarlo al punto de endeudarte, en lugar de creerle a Dios que él
te lo puede dar, si tú te esfuerzas. 

Abraham se convirtió en un hombre avaro en un momento dado.  Es


la avaricia lo que lo lleva a intimar con Agar para tener el hijo de la
promesa.  Tratando de acelerar el proceso de lo que Dios le dijo que
iba a tomar un tiempo, se volvió avaro; quiso ahora lo que le tomaría
un tiempo. 

Una de las tentaciones de Jesús estaba relacionada a la avaricia, al


querer algo antes de tiempo, sin pasar por el proceso, apresurarse a
tenerlo, sin entender que, al apresurarlo, eventualmente, te lleva a la
pobreza.  El enemigo le dijo: Si me adoras, te voy a entregas todos
estos reinos.  La verdad es que eso fue lo que Cristo vino a buscar. 
Vino a buscar tener autoridad y potestad sobre los reinos.  Pensarás
que él la tenía, pero no; cuando Adán peca le entrega al enemigo esa
autoridad; por eso es que esto sí constituía una tentación.  Si ya
Jesús tenía autoridad sobre todos los reinos, sin pasar por la cruz,
entonces ¿por qué pasar por la cruz?  Si él tenía autoridad sobre
todos los reinos, entonces no era una tentación.  Si alguien te pide
que hagas algo a cambio de un auto, pero las llaves que tiene para
darte son las de tu auto, entonces eso no te motiva o te tienta a
hacer nada porque ese auto ya es tuyo y tú no tienes que hacer nada
para tenerlo, te pertenece.  Una tentación llega cuando hay algo que
tú no tienes y te ofrecen una forma rápida de tenerlo.  Si Jesús
adoraba al enemigo ese día, el enemigo le entregaría los reinos ese
día, sin tener que pasar por la cruz, pero aquella sería la forma
rápida, avara, y Jesús hubiera terminado sirviéndole al enemigo. 
Pero Jesús no le adoró, no apresuró lo que le tomaría un tiempo;
prefirió estar tres años y medio más aquí en la tierra, y pasar por la
cruz y por todo proceso necesario para obtener lo que Dios le había
dicho.  Y Dios le dio la victoria. 
La persona que se apresura a la riqueza, es avara.  Cuando tratas de
evitar el proceso necesario para alcanzar algo, lo que estarás
adelantando es la pobreza para tu vida. 

“19  El que labra su tierra se saciará de pan; mas el que sigue a los
ociosos se llenará de pobreza.”  Proverbios 28:19 

Una persona ociosa no es otra cosa que una persona vaga, que no es
capaz de esforzarse y de continuamente trabajar por aquello que Dios
le ha prometido.  Si hay algo que se nos dice en la palabra del Señor
es que los ociosos no tienen parte dentro del reino de los cielos. 
Pablo dijo en una ocasión que el que no trabaje que no coma.  Hay
gente que no puede trabajar; a esos tenemos que ayudarles, pero hay
gente que pueden trabajar, pero simplemente no quieren, pretenden
que todo se les dé en la mano. 

No hay otra manera de progresar y de prosperar que no sea


esforzándote.  No se trata de que no vayas a descansar; el descanso
es parte de lo que Dios hace para nosotros prosperemos; pero si no
hay esfuerzo, sacrificio, nada va a ocurrir.  Sal de ese estado de
vagancia, de ocio, y atrévete a vivir por encima de la pobreza. 
NO RETENGAS MAS
Una de las razones por las que llega pobreza a la vida de una persona es cuando esta
menosprecia su potencial y el potencial de los recursos que tiene en su mano.  Muchas
veces, no nos sentimos capaces de lograr, de alcanzar; menospreciamos los recursos que
Dios ha puesto en nuestra mano; como son pocos a nuestros ojos, y nosotros también lo
somos a nuestros ojos, entonces no activamos lo necesario para que eso se multiplique. 
Pensamos que para hacer cosas grandes requerimos de grandes recursos; pero los grandes
recursos llegan si tú eres capaz de ver el potencial en los recursos que tengas en tu mano y
en tus capacidades y la capacidad de Dios de transformar todas esas cosas. 

En Mateo 25:14, en adelante, vemos la parábola de los talentos.  Un señor tiene varios
servidores, entre los que reparte talentos, y se va; cuando regresa, pide cuentas, y uno de
ellos dice: Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y
recoges donde no esparciste; 25  por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la
tierra; aquí tienes lo que es tuyo.  La percepción que tenía este hombre de su señor,
provocó miedo en su vida.  El miedo te paraliza, te hace pensar que vas a fracasar, que lo
que tienes no es suficiente, que no eres capaz, que no vas a llenar las expectativas. 

“26  Respondiendo su señor, le dijo: Siervo malo y negligente, sabías que siego donde no
sembré, y que recojo donde no esparcí.  27  Por tanto, debías haber dado mi dinero a los
banqueros, y al venir yo, hubiera recibido lo que es mío con los intereses.”  Mateo 25:26-
27 

En otras palabras: Si tú no crees que tú seas capaz de hacer algo con lo que te di, pues
dáselo a alguien que crea que sí puede hacer algo con eso.  Puedes estar molesto con el auto
que tienes, pero regálalo y te vas a dar cuenta que, lo que tú no le sacas a ese auto, alguien
se lo va a sacar.  Lo mismo con tu negocio y todo lo demás.  Hay quienes son capaces de
tomar los pequeños talentos y multiplicarlos.  Si tú fueras esa persona, tu vida cambiaría:
“28  Quitadle, pues, el talento, y dadlo al que tiene diez talentos.  29  Porque al que tiene, le
será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.  30  Y al siervo
inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes.”  Mateo
25:28-30 

El problema del siervo inútil fue que, cuando tuvo ese talento, pensó que no era mucho, que
no era suficiente, que lo iba a perder.  Pero el señor le dijo: Debiste haberlo arriesgado. 
Cuando menosprecias tu potencial y el potencial de tus recursos, pobreza llega a tu vida. 
Por eso no puedes permitir que el miedo se meta en tu cabeza, en tu interior.  Atrévete a
arriesgar, a creer, toma las acciones correctas para ver multiplicación en tu vida; y Dios
tomará ese pequeño recurso que tienes hoy en tu mano, y hará de él algo grande,
multiplicándolo de forma sobrenatural. 

Aquel señor le estaba diciendo: No me hubiera molestado que lo hubieras intentado.  Los
que hacemos negocios sabemos que estamos tomando riesgos; él sabía que podía perder
aquel talento; pero sabemos también ver potencial donde otros no lo ven; sabemos que el
Dios al que le servimos va a responder y nos dará una grande victoria.  Quizás, hoy, el
miedo te ha llevado a la parálisis.  Has tenido oportunidades, pero el miedo te ha
paralizado.  Tú necesitas tener la perspectiva correcta de tu Señor, para tomar las acciones
correctas que te lleven a alcanzar todo lo que Dios te ha prometido. 

“38  Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro
regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir.”  Lucas 6:38 

La pobreza llega, además, por falta de generosidad.  A través de toda la palabra del Señor,
una de las cosas que se requiere del creyente es la capacidad de desprenderse por fe y en fe
de los recursos que tiene, y ser generoso.  Esa generosidad tiene que ir en diferentes
direcciones: Hacia Dios, hacia tus hermanos en la fe, hacia el prójimo; no se limita a una
sola dirección.  Es necesaria la generosidad en todas las áreas de tu vida. 

“24  Hay quienes reparten, y les es añadido más; y hay quienes retienen más de lo que es
justo, pero vienen a pobreza.”  Proverbios 11:24 

Cuando una persona da, cuando comparte, cuando es generosa, reparte y llega abundancia a
su vida.  Pero hay personas que retienen más de lo que deberían retener.  No todo lo que tú
recibes lo tienes que dar, pero tampoco todo lo que tú recibes lo tienes que retener.  Tienes
que tener la proporción correcta entre lo que te vas a quedar, y lo que vas a repartir; porque
aquel que reparte, recibe más, mientras que el que retiene más de lo que debe, de lo que es
apropiado, eventualmente llega a pobreza.  Así que retener más de lo debido no provoca
riqueza en tu vida, sino todo lo contrario.  El que retiene de más, su mente está llena de
pobreza; guarda de más por miedo al mañana; su patrón de pensamiento es incorrecto. 
Guardar más no te enriquece; ser generoso te prospera, te bendice. 

Tú tienes que vivir en un nivel de generosidad.  Como creyente, dentro de tu presupuesto,


debe haber espacio para la generosidad.  Quizás has adquirido ya unas responsabilidades
económicas, y hoy estás en deudas que te dificultan; pero comienza hoy.  La persona que
reparte tendrá más; el que retiene más de lo que debe, llega a pobreza.  

ESPIRITU DE SABIDURIA Y REVELACION


Las personas que prosperan y progresan son aquellas que valoran el tener la información
correcta.  Los grandes empresarios, los que realmente tienen éxito, están siempre al tanto de
lo que está pasando a tu alrededor.  Son gente que lee, que estudia, que conoce la
importancia de ir a seminarios, de leer literatura concerniente a su área, que saben y
reconocen que tener información es vital para la toma de decisiones.  Nosotros, como
cristianos, sabemos que, más que información, tenemos que vivir por la revelación de Dios,
que es la que puede hacer la diferencia entre la pobreza y la riqueza, entre la escasez y la
abundancia.  Cuando aprendes a apreciar el poder de la revelación en tu vida, varias cosas
comienzan a ocurrir. 

En Efesios vemos varias peticiones que Pablo hace a Dios por la iglesia de Éfeso y los
creyentes.  Estas nos muestran cuáles son las cosas por las que debemos orar: 

“Por esta causa también yo, habiendo oído de vuestra fe en el Señor Jesús, y de vuestro
amor para con todos los santos, no ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de
vosotros en mis oraciones, para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de
gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de Él, alumbrando
los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que Él os ha
llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos,”  Efesios 1:15-18 

Pablo ora para que Dios nos dé espíritu de sabiduría y de revelación, alumbrando los ojos
de nuestro entendimiento.  Tú puedes tener entendimiento natural, pero no tener
alumbrados los ojos de ese entendimiento.  Pablo está diciendo que, cuando hay sabiduría y
revelación, los ojos de tu entendimiento se abren para ver otras cosas.  El entendimiento es
limitado, es información; pero, cuando llega el espíritu de entendimiento y revelación, tus
ojos se abren para ver una perspectiva diferente, para mirar las cosas más amplias, para
verlas de otra manera, desde otro punto de vista.  Cuando vives bajo información, vives
limitado por los hechos, de aquello que ya se ha establecido; pero, cuando Dios toma ese
entendimiento y lo alumbra con su sabiduría y revelación, comienzas a ver la vida desde
una perspectiva muy diferente.  Así que, necesitamos entendimiento, tenemos que recibir
información, pero tenemos que pedirle a Dios que tus ojos se abran para ver la sabiduría y
la revelación de eso que estás entendiendo. 

La palabra de Dios se manifiesta en varios niveles; contiene mucha información que se


puede aplicar; pero, cuando oras, se abren tus ojos y ves cosas que no podías ver con tu
entendimiento.  Dios te muestra sabiduría, revelación; su Espíritu activa tus ojos
espirituales para ver otra dimensión de la información.  Si tú quieres prosperar, tienes que
entender lo importante de la información, de la revelación y de la sabiduría.  El mundo
tiene información, pero Dios puede darte sabiduría y revelación para llevarte a un nuevo
nivel. 

A través de toda la Biblia, varias cosas ocurren con los hombres y mujeres que reciben
revelación y sabiduría para tiempos en particular: 1. Su condición cambia.  2. Su
comprensión cambia, llevándoles a ubicarse en el lugar correcto para ver la mano de Dios
obrar a favor de ellos.  3. Su curso de vida cambia; sus decisiones cambian, dirigiéndoles al
lugar que Dios les ha prometido.  Ahora les gobierna esa revelación, esa sabiduría. 

La persona que solo vive bajo información toma decisiones erróneas.  En un momento
dado, hubo riñas entre los empleados de Lot y los de Abraham.  Tuvieron que separarse;
Abraham le dijo a Lot que escogiera para qué lado irse.  Lot vio que los campos cerca de
Sodoma eran muy bonitos; la información en aquel momento le decía que la mejor decisión
era irse a aquellos campos.  Esa información lo llevó a prosperar temporeramente, pero
eventualmente se convirtió en maldición para su vida.  Al final, Lot sale huyendo de aquel
lugar, y pierde a su esposa.  Nunca más volvemos a saber de Lot, pero sí se nos dice mucho
más de Abraham.  En ese momento en que Lot toma una decisión basada en información,
Dios le da a Abraham revelación y sabiduría; le dice: Mira los cielos.  Abraham estaba
mirando el monte rocoso que le había tocado; la información decía que Lot había tomado la
mejor parte.  Pero Dios le dice: Mira bien, te voy a dar revelación; te voy a prosperar, te
voy a engrandecer, te voy a bendecir; tu condición va a cambiar, tu comprensión de quien
Yo soy va a cambiar, y el curso de tu vida va a cambiar; abre bien los ojos. 

Así vemos a través de toda la palabra la vida de uno tras otro cambiar cuando recibe
revelación y sabiduría.  José fue vendido, estuvo esclavo, preso; pero un día el rey tuvo un
problema y lo mandaron a buscar; y José recibió sabiduría y revelación basado en el
entendimiento, en la información, en las ideas que el rey tenía en ese momento, y la
condición, la comprensión y el curso de vida de José cambiaron para siempre.  Él
comprendió que aquel sueño significaba siete años de escasez y siete de abundancia, que
tenían que prepararse.  Con esto, su condición de esclavitud, de preso, cambia a un lugar de
riqueza; y el curso de su vida, que iba de mal en peor, cambia para siempre. 
Que el espíritu de sabiduría, de revelación, se manifieste en ti de manera sobrenatural,
cambiando tu comprensión de los asuntos, tu condición y el curso de tu vida.  Tú vas a ver
todas las cosas transformarse en tu vida, en el nombre que es sobre todo nombre. 

4 pasos hacia la promesa

A veces, estamos esperando que Dios haga cambios en nuestras vidas, sin entender que los
cambios que provocarán el cumplimiento de la promesa de Dios para nosotros tenemos que
hacerlos nosotros.  Son tus decisiones, los cambios que tú hagas, los que permitirán que
Dios se mueva a tu favor, y que su promesa su manifieste de manera sobrenatural. 

Para progresar, tiene que haber cambios.  Lamentablemente, para muchos, los cambios que
vienen son sorpresivos, difíciles, duros.  Si tú no eres de los que provocan cambios, los
cambios provocarán en ti reacciones.  Los cambios naturales, los cambios de la vida,
cambios sobre los que no tenemos control, no son tan poderosos como los cambios que tú
provocas, cuando tomas decisiones a favor de lo que Dios te ha dicho que tienes que hacer. 
Cuando eres tú quien decide hacer cambios, ves la mano de Dios obrar a favor tuyo.  

“Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu


padre, a la tierra que te mostraré. 2  Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y
engrandeceré tu nombre, y serás bendición. 3  Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que
te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra. 4  Y se fue
Abram, como Jehová le dijo; y Lot fue con él. Y era Abram de edad de setenta y cinco años
cuando salió de Harán.”  Génesis 12:1-4 
Dios le dijo a Abraham que lo usaría para iniciar la familia de la fe; Dios tenía ya el plan
preparado, tenía una amplia visión de quién sería Abraham, el padre de la fe.  Pero no podía
ocurrir mientras Abraham no decidiera que iba a hacer cambios.  Hay quienes quieren que
su vida económica cambie, sin ellos cambiar, sin tomar decisiones; no se atreven a hacer
cambios por miedo a lo que va a pasar.  Y los miedos comienzan a aterrar tus
pensamientos; pero si no haces cambios, serás víctima de los cambios que vendrán por
obligación a tu vida.  Y no es lo mismo hacer un cambio obligado, que hacerlo por fe. 

Deja de vivir una vida de reacciones.  Los cambios impuestos no son cambios de fe, sino
reactivos; ponen presión en tu vida, provocan tristeza y dolor.  Que los cambios en tu vida
sean reactivos; provoca cambios por fe.  Toma decisiones por fe, sabiendo que la acción
que vas a tomar pone en riesgo muchas cosas, pero el cambio es necesario para poder
alcanzar lo que Dios te ha prometido. 

Dios le pidió a Abraham que hiciera cuatro cambios en particular.  Le dijo que cambiara
de localización, de relación, de liderato y de dirección.  Cambiar de localización no
implica, necesariamente, salir de tu tierra, sino un cambio de ambiente.  Este cambio le da a
tu mente la señal de que las cosas van a mejorar. 

Algo que atrasó a Abraham por un tiempo, es que Dios le dijo que cambiara de relación,
que dejara su parentela; pero Abraham se llevó a Lot.  No es que vayas a abandonar tu
familia; tú no escoges tu familia, pero sí escoges tus amigos.  Y tu futuro financiero está
más ligado a los amigos que tú tengas, que a tu familia.  Tus relaciones son un factor muy
importante en tu destino económico.  Hay quienes se relacionan con gente con la que se
sienten más cómodos, y no con gente que les provoquen a llegar a un nuevo nivel.  Son
gente que, lamentablemente, no escogen sus relaciones de la forma correcta. 

Abraham cometió el error de llevarse a Lot; y Lot no cabía en el nuevo lugar.  En tu vida,
hay gente que pertenece a tu pasado, gente de tu presente, y gente de tu futuro.  No todo el
que está contigo hoy, ha sido llamado a estar contigo mañana.  Tus relaciones te atrasan o
te adelantan; te aceleran o te detienen.  Lot provocó riñas, contiendas; Abraham tuvo que
separarse de él.  Puede parecer que lo abandonó, pero eventualmente, Lot se mete en
problemas, y fue Abraham quien va a buscarlo.  Ama a la gente, pero reconoce que hay con
quienes no puedes andar porque, mientras estés con ellos, y ellos piensen de la manera en
que piensan, te van a atrasar. 

Hay gente en tu vida que son Lots, que te detienen; los espacios no se están llenando con la
gente correcta porque la gente incorrecta está en tu vida.  No los retengas más, porque esto
limita el potencial de las nuevas relaciones que Dios tiene para ti.  No confundas tu amor
con el estorbo que puede ser esa persona para tu alcanzar lo que Dios te ha dicho.  Abraham
amaba a Lot, y lo demostró en el momento en que Lot lo necesitó; pero Abraham supo
reconocer que no podían andar juntos en el camino.  Mientras se lo llevó, se atrasó. 

Cambia de liderato.  Necesitas nuevos mentores, nuevos líderes, gente que te lleve a ser
todo lo que Dios quiere que tú seas.  Dios le dice a Abraham que salga de casa de su padre. 
Busca un nuevo líder, un nuevo mentor, una nueva temporada para tu vida.  A veces, sin
darnos cuenta, estamos bajo el liderato incorrecto; nos dejamos llevar, y escogemos un líder
basado en lo que queremos que el líder sea para nosotros; pero el líder de tu vida debe ser
basado en lo que Dios quiere que tú hagas.  Cuando Dios pone líderes en tu vida es basado
en el potencial que Él quiere desatar, en las cosas que Él quiere desarrollar en ti. 

Y, si quieres bendición financiera, cambia de dirección.  Decide, hoy, que ya no puedes


seguir en ese camino.  Ve tras lo que Dios te ha prometido; busca la promesa de Dios.  Este
camino a veces es complicado, porque no siempre sabemos con claridad para dónde vamos,
pero sabemos con quién vamos, quién nos dirige.  A lo mejor tú no tienes claro el camino
delante de ti, pero tienes claro quién te está pidiendo que cambies, y quién va a dirigir cada
uno de esos pasos.  Cuando es Dios quien dirige tus pasos, tu vida cambia para siempre

LA VOZ DE LA DEUDA

El problema financiero, las deudas te hablan.  Te dicen: Lo vas a perder todo, vas a
fracasar.  Tu situación económica llena tu mente de ansiedad.  Necesitas fe y acción para
vivir en la libertad económica que Dios te ha prometido.  Y, así como las deudas te hablan,
cuando recibes el producto de tu esfuerzo y del favor de Dios, esas voces se callan. 

“6  Instruye al niño en su camino, Y aun cuando fuere viejo no se apartará de él.” 
Proverbios 22:6 

Según el contexto, el escritor está mostrando lo importante de instruir a tus hijos en el área
económica.  Si tú no lo haces, el mundo, las situaciones y las circunstancias lo van a hacer;
y tú no sabrás qué voces estarán escuchando.  Desde el verso 1, dice: Enséñale a tus hijos
que es importante tener un buen nombre, es tu riqueza más grande; si vas a prosperar, que
la manera no denigre tu nombre.  Dice que Dios hizo tanto al que tiene dinero como al que
no; que la riqueza es recompensa de la honra y temor a Dios, y de la humildad.  Estos
versos nos dicen que tenemos que enseñarles a nuestros hijos a tener una correcta
perspectiva del dinero; que el dinero no viene de la nada, sino que es producto de la fe, del
trabajo, del esfuerzo.  Tenemos que enseñarles que el dinero no es la respuesta máxima; es
una buena respuesta a muchos problemas, pero no es la máxima.  La respuesta más grande
es el Dios al que tú le sirves que provee y trae libertad a tu vida. 
“19 
Por el placer se hace el banquete, y el vino alegra a los vivos; y el dinero sirve para
todo.”  Eclesiastés 10:19 

La traducción literal del inglés, sería: El dinero es respuesta a todas las cosas.  Cuando
hablamos en relación a las finanzas, hay 3 cosas que el no tener dinero nos habla
negativamente; pero lograr tenerlo y creerle a Dios por ello, aclara nuestra manera de
pensar y elimina esas voces de nuestra vida. 

Las deudas.  Cuando no tienes dinero, las deudas te dicen que lo vas a perder todo, que
tienes que tener ansiedad, estar preocupado, desesperado.  Las deudas te aturden; pero
cuando tú comienzas a creerle a Dios por las finanzas, el dinero viene a ser la respuesta a
saldar esa deuda; por lo tanto, la voz de la ansiedad, de la preocupación, desaparecen de tu
vida.  Así que, cuando el dinero llega, es una respuesta a la deuda; y la respuesta es callarle
la boca, y decirle: No más presión, no más ansiedad, puedo vivir tranquilo, porque tengo la
respuesta a la voz que has estado teniendo, voz de pobreza, de escasez. 

Podríamos pensar que deberíamos estar tranquilos, confiados a pesar de las deudas; pero si
tú has entrado en deudas, sabes lo difícil que es servir a Dios con las presiones de las
deudas en tu vida; pero, cuando eres capaz de encontrar esa libertad económica, callas la
boca de aquel del que has sido esclavo por las decisiones del pasado. 

La visión.  La visión es un sueño, una meta, aquellas cosas que tú quieres alcanzar, que
Dios ha puesto en tu corazón.  La falta de dinero te dice que no lo puedes tener, que no lo
puedes alcanzar, que no puedes llegar a que esa visión se manifieste.  Pero, cuando llega
dinero a tus manos, le dice a la visión que se puede cumplir; dice: Hazlo, complétalo. 

Puedes tener planes, tener la visión, pero hay decisiones que tomar; y, por más maravillosa
que sea tu visión, lo que la va a liberar es el dinero.  Por supuesto, tú no puedes detenerte de
crear la visión, de creer en ella y de comenzar a actual en fe; porque no siempre los que
tenemos una visión grande vamos a tener todo el dinero en la cuenta de banco.  Si tuvieras
todo el dinero, tu visión no requeriría fe.  Tienes que creer que, cuando comiences con la
visión, el dinero comenzará a recibirse; y es entonces que se libera esa visión. 

Hay quienes dicen que el dinero es malo, pero no; la visión que Dios te ha dado se puede
completar, solo si dinero llega a tu vida.  Oro por que el dinero llegue para callar la voz de
la deuda, la que te dice que esa visión no se va a completar. 

Tu tiempo.  Tu tiempo es controlado, en su mayoría, por el dinero.  Lo que tú haces, dónde


lo haces y cómo lo haces, en el tiempo en el que lo haces, depende mucho de tus finanzas,
de tu capacidad financiera; y Dios quiere ser el dueño de tu tiempo. 

El dinero te da la autoridad para decirle a tu tiempo: Yo decido qué voy a hacer contigo. 
Cuando tenemos problemas económicos, el tiempo nos lo controlan otros; otros deciden. 
Las deudas, las dificultades provocan que tu tiempo se vea dividido en cosas que no
necesariamente son tu prioridad, tu deseo.  Hay lugares donde quisieras estar, cosas que
quisieras hacer por el Señor; pero, cuando estás en una situación económica difícil, en
realidad quien determina a dónde vas y qué haces es tu necesidad económica.  Cuando
tienes en tus manos suficiente dinero, tú puedes decirle a tu tiempo en qué lo vas a invertir. 

Aspira a vivir esa libertad económica que Dios te ha prometido.  Las deudas no deben ser
las que hablen a tu vida; no deben decirle a tu sueño a tu deseo, que no se va a cumplir.  El
dinero debe decirle: Sí, se va a cumplir.  Tu fe debe decir: Dios va a proveer el dinero, y la
visión se va a cumplir.  Te ha tocado, por un tiempo, estar atado por tu condición
económica, pero creemos contigo que hoy empieza un tiempo de libertad en tu vida, de
manera tal que un día seas tú quien le digas a tu tiempo dónde lo vas a invertir. 

CON MANO LABORIOSA


Muchos piensan que la única manera de acumular riquezas es ganarse la lotería, o sea, por
suerte.  Más allá de que, como cristianos no lo favorezcamos, aun las probabilidades están
en contra.  Hay más probabilidades de que vayas a la luna, antes que ganarte la lotería. 
Pero, para ir a la luna, tienes que pasar por un proceso, por una educación; y la gente no
está dispuesta a eso; la gente quiere tener riquezas de un día para otro y disfrutar de ellas. 
Hay una manera correcta de prosperar; tú, quita las fantasías de tu mente, para que puedas
obtener lo que Dios te ha prometido. 

“19  El que labra su tierra se saciará de pan; Mas el que sigue a los ociosos se llenará de
pobreza. 20  El hombre de verdad tendrá muchas bendiciones; Mas el que se apresura a
enriquecerse no será sin culpa.”  Proverbios 28:19-20 

Creemos en prosperidad financiera; Dios te quiere próspero.  Pero no se trata de tener fe


meramente para un milagro instantáneo que te libere de deudas.  Un alto porcentaje de las
personas que ganan la lotería, 5 años más tarde están más pobres que antes de ganarla.  Que
obtengas riquezas instantáneas no significa que las puedas retener.  Le gente que prospera
no lo hace de un día para otro, sino que tienen toda una trayectoria de tiempo y esfuerzo.  
No todo el mundo está dispuesto a pasar por todo el proceso.  La riqueza es un camino, un
proceso, se va caminando hacia ella; cuando entiendes esto, tomas pasos seguros, y cuando
llegas a esa bendición la puedes disfrutar. 

Aparte de la lotería, se ha registrado un aumento en las demandas a los seguros de


compañías por personas que lo que quieren es recibir una cantidad sustancial de dinero,
porque piensan que aprovecharse de esto es la única manera de hacerlo.  Hay quienes se
reportan enfermos a sus trabajos, pero resulta que andan de fiesta, por ejemplo; todo para
recibir un ingreso, aprovechándose, engañando. 
Aun en la iglesia, hay quienes reciben el mensaje de la libertad financiera, pero lo toman
como si se les estuviera diciendo que esto va a ocurrir de un día para otro.  La persona que
se enriquece a través de engaños, eventualmente, pagará el precio; terminará preso, lo
perderá todo.  No podemos confundir lo que es un día despertar tu fe para creer que Dios te
puede prosperar y darte la libertad económica, con la manifestación de esto.  La
prosperidad es un proceso.  Quítate de la cabeza la idea de riquezas instantáneas, para que
puedas comenzar a ser diligente en todo lo que tienes que hacer. 

“11  Las riquezas de vanidad disminuirán; Pero el que recoge con mano laboriosa las
aumenta.”  Proverbios 13:11 

Cuando no hay nada respaldando tu prosperidad, el dinero que tienes se disminuye.  Por
eso, el que gana la lotería termina más pobre que antes; no saben cómo invertirlo, cómo
procesarlo, qué hacer con eso que llegó a sus manos, y terminan en mayores problemas,
perdiendo todo.  Mas, el que trabaja con mano laboriosa, va aumentando. 

Una cosa es despertar a la realidad de Dios te quiere próspero, y atreverte a creer; otra,
meterte en la cabeza que las riquezas son instantáneas.  La diligencia, el trabajo, el
esfuerzo, el proceso es lo que permite que tú puedas acumular. 

“5  Los pensamientos del diligente ciertamente tienden a la abundancia; Mas todo el que se
apresura alocadamente, de cierto va a la pobreza.”  Proverbios 21:5 

El que se apresura, el que trata de hacerlo de un día para otro, va a llegar a la pobreza.  Dios
puede hacer un milagro en un instante, pero también hay otros que requieren un proceso, un
camino.  Hay quienes, si Dios les diera un milagro hoy, un aumento de salario, por ejemplo,
se comprarían un nuevo auto, en lugar de saldar esa deuda que tenían ya.  Optaron por
aumenta su estándar para, según ellos, vivir en un mejor nivel, pero realmente no hubo
progreso porque ahora tienen más deuda que antes.  Es mejor optar vivir en un nivel en el
que, lo que ganes, sea acumulable. 

Quita las deudas de tu vida para que, el próximo nivel que estés, sea uno sólido, firme,
seguro.  Elimina de tu cabeza la idea errónea de las riquezas instantáneas.  Hay un día en
que tú recibes la revelación de que Dios te quiere próspero, bendecido; hay un día donde
recibes la revelación de que, si tú tomas los pasos apropiados, podrás disfrutar de libertad
económica y vivir en la abundancia que Dios te ha prometido.  Pero llega primero la fe, la
convicción, y eventualmente pasas por todo el proceso.  Hoy es un día para comenzar, un
paso a la vez, para seguir hasta alcanzar lo que Dios te ha prometido. 
SABIDURIA PARA TUS FINANZAS

La sabiduría e inteligencia que puedas adquirir, y que vendrá de Dios, es lo que hará la
diferencia entre la pobreza y la abundancia.  Una persona sabia, sus caminos, sus pasos, van
hacia el futuro que Dios tiene delante de ellos.  Una persona necia es aquella que no busca
sabiduría e inteligencia, por lo que comete demasiados errores.  Probablemente, alguna vez
has dicho: Si hubiera sabido antes lo que sé hoy, estaría en una posición totalmente
diferente.  Este es un pensamiento de nostalgia que no necesariamente nos ayuda a
enfrentar nuestro presente, pero sí nos dice una grande realidad; cuando dices esto estás
aceptando que lo que te separa del destino que quieres tener o que deseas alcanzar, es tu
sabiduría.  Lo que tendrías entonces es que preguntarte qué tú necesitas saber para llegar al
lugar que quieres llegar. 

“El que posee entendimiento ama su alma; El que guarda la inteligencia hallará el bien.” 
Proverbios 19:8 

Esa palabra entendimiento, en el texto original es sabiduría.  El que posee sabiduría, ama su
alma; el que busca estudiar, aprender; sabiduría natural y espiritual.  Esta sabiduría se
adquiere a través de libros de gente inteligente que ha descubierto secretos y que nos
pueden ayudar a transformar nuestras ideas.  Y, sobre todo, la sabiduría espiritual que
proviene de la palabra de Dios.  Aquellos que aman la sabiduría, aman su alma. 

Hay varias decisiones que demuestran un momento de ignorancia en la vida financiera de


muchos.  Puede que alguna de estas tú las hayas hecho o estés a punto de tomar estas
decisiones, y esta palabra ha llegado a tiempo para ayudarte a tomarlas y poder
experimentar la libertad económica que Dios tiene para ti. 
“26  No seas de aquellos que se comprometen, Ni de los que salen por fiadores de deudas.
27 
Si no tuvieres para pagar, ¿Por qué han de quitar tu cama de debajo de ti?”  Proverbios
22:26 

En otras versiones dice que no seas de los que hacen promesas sin condiciones; que no
seas codeudor.  La única forma en que tú haces promesa sin condición como fiador es si no
tienes para pagar.  En otras palabras, si no tienes para pagar, no te comprometas y no seas
codeudor; pero si tienes para pagar, entonces sí puedes ser codeudor y hacer promesas. 

Es falta de sabiduría hacer una promesa sin establecer las condiciones a través de las cuales
esa promesa se puede cumplir.  No es lo mismo prometerle a un niño llevarlo al parque, que
aclararle que eso depende de que no llueva.  Es importante establecer las condiciones de tu
promesa cuando te comprometes, porque el mundo natural es muy cambiante.  Cuando
prometes algo a Dios, la condición es que él te provea.  Jacob prometió: Si tú vas conmigo,
si tú me prosperas, de lo que tú me des, yo el diezmo apartaré para ti.  Jacob no se
comprometió sin que hubiera una condición, una manera de que aquella promesa se pudiera
cumplir.  Cuando prometes a Dios algo, Él sabe, conoce que parte del cumplimiento de esa
promesa depende de ciertos factores y de que su favor y su gracia se manifiesten sobre tu
vida.  Por lo tanto, Dios se pone en acción esperando y creyendo que tú vas a cumplir tu
promesa, porque Él va a hacer su parte.  El no condicionar tu promesa lo que hace es poner
una presión en tu vida demasiado extrema; entonces te sientes comprometido en cumplir tu
palabra y esa decisión te puede llevar a cometer otros errores económicos. 

Otro factor que demuestra falta de sabiduría en tus decisiones financieras es firmar como
codeudor de otro.  Es mejor darle una ofrenda.  Cuando tú firmas como codeudor de
alguien, es contando con que esa persona va a mantener ese trabajo; Dios no lo quiera, se
enferma, lo despiden, cierra la compañía, se divorcia.  Son muchas las cosas que pueden
pasar para que cambie su condición; y entonces tú te encuentras con una responsabilidad de
algo que ya hoy probablemente ni le ayuda por la situación en la que ahora se encuentra. 
No es sabio ser codeudor de alguien, a no ser que tú tengas la capacidad de pagar aquello
con lo que se comprometió la persona con la que estás firmando. 

“5  Los pensamientos del diligente ciertamente tienden a la abundancia; Mas todo el que se
apresura alocadamente, de cierto va a la pobreza.”  Proverbios 21:5 

Apresurarte alocadamente es tomar decisiones emocionales.  El diligente, el que es


consistente, el que no piensa que la abundancia llega de un día para otro, sino que va paso a
paso, poco a poco, trabajando con esfuerzo, su camino es la abundancia.  Tomar decisiones
alocadamente es tomarlas sin pensar, sin analizar.  Si tuvieras dudas en cuanto a un gasto
fuera de tu presupuesto normal, como regla general, pudieras establecerte el dejar pasar
varios días antes de tomar la decisión.  ¿Para qué?  Para que se pase la emoción; porque
puede que tengas el dinero, pero quizás sea algo que, dentro de poco, ya no lo vas a querer,
o quizás puedes conseguirlo más económico.  Toma tiempo para pensar.  Todo aquel que
toma decisiones alocadamente va a la pobreza. 

“19  El que labra su tierra se saciará de pan; Mas el que sigue a los ociosos se llenará de
pobreza.”  Proverbios 28:19 
Una persona ociosa es aquella que persigue cosas sin verdadero valor, cosas sin valor
eterno o duradero; y esa persona, lamentablemente, no podrá disfrutar de riquezas
económicas.  Tu dinero representa tiempo; el tiempo que tú inviertes en un trabajo es lo que
hace que te den dinero; por lo tanto, cada vez que tú compras algo, lo que estás es
intercambiando tu tiempo por eso.  Tu tiempo ya se fue, y si con el dinero que obtuviste por
tu tiempo compras cosas que desaparecen inmediatamente, verdaderamente has perdido tu
tiempo.  En el mundo natural, por supuesto, nada dura una eternidad; pero hay cosas que
son más valiosas que otras, más importantes que otras, cosas que su efecto en tu vida
trasciende tu ahora, y te ayudan a vivir una vida llena de éxito y de plenitud; y es en esas
cosas que deberías invertir tu dinero, tu tiempo. 

Tu actitud y tus finanzas


Tu actitud es vital para tu final económico.  Por supuesto, una actitud positiva no es lo
único que tú necesitas para prosperar.  No se trata de ser positivo y pensar que por el
positivismo que tienes vas a vivir financieramente como Dios quiere que tú vivas.  Hay
quienes tienen una buena actitud, pero no cumplen con otras disciplinas, cosas que son
necesarias; pero hay otros que ahorran, trabajan, luchan, se esfuerzan, pero ciertas cosas
que suponen progreso, se convierten en retraso, todo por una mala actitud.  Una mala
actitud te puede hacer perder un tiempo de favor y gracia; un coraje, negatividad, puede
hacer que pierdas una oportunidad, que tomes decisiones erróneas en momentos
importantes de tu vida financiera, alejándote de alcanzar el plan de Dios para ti. 

Tus actitudes, al igual que tus emociones, tú tienes control sobre ellas.  Nadie más es
responsable de tu actitud.  Quizás alguien te provoca, pero tú eres quien decide cómo
reaccionas, si entiendes que eres tú quien tiene el control sobre tu actitud.  Si no tienes
control sobre tu actitud, o si así lo piensas, entonces te conviertes en víctima de la gente a tu
alrededor. 

¿Por qué es tan importante tener la actitud correcta para prosperar?  La actitud dicta tu
respuesta al presente y determina así la calidad de tu futuro.  La actitud te ayuda a crear tu
mundo en este momento y a diseñar el futuro que deseas.  En Puerto Rico pasamos el
huracán María, pero lo más importante es la actitud con la que enfrentamos cada reto que
trajo consigo.  No es el huracán, no es el problema el que determina tu futuro; tu actitud en
este momento es la que va a dictar tu respuesta al presente, determinando la calidad del
futuro que tú vas a tener. 

Una de las peores actitudes que vemos en gente que nunca prospera y progresa en su vida
es la resistencia a la corrección.  Hay quienes pierden todo su futuro por esto, por no
aceptar la corrección que se le da en un momento dado.  Tienes que aprender a recibir
corrección, a buscar corrección. 
“18  Pobreza y vergüenza tendrá el que menosprecia el consejo; Mas el que guarda la
corrección recibirá honra.”  Proverbios 13:18 

Ser pobre no te debe dar vergüenza, pero ser pobre por no tomar consejo y no hacer lo que
tenías que hacer, eso da vergüenza.  Muchos, no cambian esta actitud en su vida, se vuelven
altivos, fracasan y pierden el futuro financiero que Dios tiene para su vida. 

“17  Hombre necesitado será el que ama el deleite, Y el que ama el vino y los ungüentos no
se enriquecerá.”  Proverbios 21:17 

El que ama el deleite, el que busca placeres, el que es indulgente, será hombre necesitado.
Tienes que tener el control de saber que no puedes buscar el placer que algo te da en un
momento porque vas a perder tu riqueza. 

“17  No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo,


ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo.”  Éxodo 20:17 

Codicia no es tan solo tener envidia; la codicia te lleva a tomar acción para quitarle lo que
esa persona tiene.  Como creyentes, tenemos que aprender a celebrar las bendiciones que
Dios les ha dado a otros, a disfrutar que Dios ha bendecido a tanta gente.  La envidia es
producto de reconocer que otra persona tiene algo que tú quieres.  Un poco de envidia te
puede llevar a aspirar a algo más grande.  No se trata de que te tornes en envidioso,
llegando al punto de codiciar.  Cuando una persona codicia, busca quitarle al otro lo que
tienes, o busca provocar que lo pierda; ese es el problema.  Así hay gente en el mundo;
visten la codicia de justicia; como no lo pueden tener, que otro tampoco lo tenga.  La
persona que cae en codicia, entra en cosas totalmente erróneas. 

La persona que persigue a las riquezas en vez de permitir que las riquezas le persigan.  Las
riquezas, el dinero es algo hueco, vano en sí mismo; la persona que persigue riquezas por
meramente perseguirlas, termina en un gran vacío, en dolor y amargura.  En tu corazón, lo
que debes perseguir es a Dios y a su reino, entendiendo que estas cosas se nos van a añadir. 
No es que no tengamos necesidad de esas cosas, no es que no las deseemos, pero la persona
que las busca, vivirá siempre en insatisfacción porque la pregunta es entonces cuánto dinero
será suficiente para sentirse bien consigo mismo, para alcanzar su felicidad. 

“22  Se apresura a ser rico el avaro, Y no sabe que le ha de venir pobreza.”  Proverbios
28:22 

La persona que persigue la riqueza por perseguirla, llega a pobreza.  ¿Por qué?  Porque es
pobre en su espíritu, en su interior; y esa pobreza, eventualmente, la va a manifestar en todo
lo que tiene. 
PARA QUE SEAS PROSPERADO

¿Qué es una vida próspera, de bendición?  Hay quienes son ricos, pero no necesariamente
prósperos; tienen acumulación de bienes, pero no experimentan lo que la Palabra demuestra
como una vida de prosperidad y abundancia.  No toda prosperidad se mide en finanzas; hay
muchos otros factores que demuestran que eres próspero. 

Hay 5 cosas a las que tú debes aspirar, que debes perseguir, buscar, y que son parte de una
vida verdaderamente próspera.  Puede que hayas alcanzado algunas y otras no, pero cuando
te concentras en alcanzar estas cosas, te mueves realmente a experimentar la satisfacción
espiritual y personal que Dios promete en su palabra. 

“2  Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así
como prospera tu alma.”  3 Juan 1:2 

En el texto original, esa palabra deseo no se refiere a desear sino a orar; o sea, que sería: Yo
oro para que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera
tu alma.  Hay quienes piensan que la prosperidad es meramente acumulación de dinero,
pero aquí nos dice que es en todas las cosas. 

Perseguir la prosperidad sin tener claro todo lo que abarca, sería perseguir algo vano. 
Tratar de creer en prosperidad, sin tener estos puntos claros, te haría involucrarte en metas
vanas, que no traerán la satisfacción que tú esperas. 

De las cosas más importantes a las que una persona debe aspirar y perseguir es a tener una
buena familia.  Cuando una persona es capaz de tener una buena familia, buenos hijos, de
poder vivir esa vida de satisfacción en el área familiar, eso demuestra verdadera
prosperidad.  Por supuesto, este aspecto familiar es un poco frustrante para algunos, porque
no todo tu entorno familiar está determinado por ti; si fuera por ti, tendrías el control de
todo, tus hijos se comportarían de cierta manera.  Tú no puedes medir tu prosperidad por
los errores que otro ha cometido, pero sí puedes saber que la promesa de prosperidad
incluye la restauración de tu familia, la bendición familiar, generacional, aunque en algún
momento dado estén en problemas.  La señal de que hay prosperidad es que tú estés
haciendo lo correcto; tus hijos tomarán sus decisiones, pero la semilla que tú has sembrado
en sus corazones va a dar fruto.  El hijo pródigo sale de casa de su padre, lo pierde todo,
pero regresa cuando recordó que, en casa de su padre, había abundancia de pan.  Además,
el hijo entendió que el padre lo iba a perdonar.  Por lo tanto, la señal de una familia
próspera no depende de las malas decisiones de algunos, sino de que tú permanezcas en un
lugar de abundancia y de perdón y restauración. 

“Si Jehová no edificare la casa, En vano trabajan los que la edifican;  Si Jehová no
guardare la ciudad, En vano vela la guardia.”  Salmos 127:1 

Todo lo que hagas en tu vida, si no tienes un buen hogar o la posibilidad de que tus hijos
regresen al buen hogar, todo lo demás se vuelve vano. 

La segunda señal de que estás en camino a la prosperidad y que realmente eres una persona
próspera, es cuando tus necesidades básicas están siendo suplidas.  Una persona que va
camino a prosperidad es aquella que poco a poco va logrando experimentar que sus
necesidades básicas sean suplidas.  Quizás no es muy abundante, pero tienes el sustento
básico; vas camino a la prosperidad.  Hay quienes piensan que ser próspero es tener miles
de dólares en el banco, pero tú hoy estás por encima de muchos, si poco a poco estás
pudiendo suplir tus necesidades básicas. 

Cuando tú tienes para sembrar, para ofrendar, para contribuir en el reino de Dios, aunque en
tu mente sea poca cantidad, tú puedes considerarte próspero.  Una de las cosas que limita la
dádiva de algunos es que piensan que con un dólar la iglesia no puede hacer mucho.  Pero,
en tu semilla es que está la multiplicación.  Cuando no te crees próspero porque, en su
mente, lo que da es poco, entonces quita el elemento de la fe para multiplicación y recibir
mayor abundancia en su vida.  Cuando tú puedes sembrar, por pequeña que sea la cantidad
en tu mente, tú te puedes considerar una persona próspera.  No todo el mundo llega a ese
nivel. 

Cuando, aparte de todo lo anterior, eres capaz de ayudar al necesitado, con cualquier
recurso –tiempo, dinero – te puedes considerar alguien próspero.  Cuando puedes donar
cosas que ya no usas, por ejemplo, te puedes considerar próspero. 

Y, por último, cuando tienes para ahorrar, puedes considerarte próspero.  No se requieren
miles de dólares en ahorros, pero el tú poder tener una buena familia, tus necesidades
básicas suplidas, tener para sembrar, extra para ayudar a alguien, y $50 en el banco, tú
puedes decir: Yo soy próspero.  Bajo los estándares de Dios, tú eres próspero, y vas en
camino a la abundancia. 

Estas 5 cosas demuestran disciplina, fe; una persona que es capaz de ofrendar, ayudar a
otro, ahorrar; esa persona tiene disciplina, está encaminada a la riqueza y a la abundancia,
pero no puede esperar a sentirse próspero cuando tenga más; tú tienes que saber que eres
próspero ahora, en el nivel en el que te encuentras. 

QUIEN ES EL DUEÑO
Muchos quieren disfrutar de grandes recompensas de libertad económica, pero no todos
están dispuestos a tomar las decisiones necesarias para poderla alcanzar.  Pretendemos que
sea de un día para otro, pero la libertad económica es una travesía de decisiones, de cambio
de consciencia, de creerle a Dios, de hacer ajustes; y al final del camino puedes ver cómo tu
camino ha prosperado y progresado. 

Lamentablemente, no todos entienden la responsabilidad que tenemos de multiplicar


aquellas cosas que Dios nos dio.  Todos tenemos la misma cantidad de tiempo, tenemos
ciertos recursos similares; unos quizás han nacido con más oportunidades, pero todos
tenemos problemas.  Si somos capaces de ver los talentos que Dios nos ha dado con
responsabilidad y multiplicarlos, podemos entrar en nuevas dimensiones económicas y de
bendición en nuestra vida. 

En Mateo 25, vemos la parábola de los talentos.  Un señor entrega a tres siervos cantidades
diferentes de dinero, y se va.  Dos de ellos lo multiplican, el otro lo esconde.  Esta parábola
demanda mucha responsabilidad del creyente, demanda que tomemos acción sobre nuestras
vidas.  Hay dos principios que tú tienes que tener claros para poder entrar en la libertad
económica que Dios tiene para ti.  En esta parábola vemos dos siervos con resultados
similares, y otro que termina perdiendo todo lo que tiene.  Este último no perdió el talento,
sino que lo escondió; lo pierde porque no lo multiplica.  No es acusado de haber intentado y
haberlo perdido.  El dueño de aquellos talentos hubiera preferido que el siervo intentara
hacer algo.  De intentar y no lograrlo, probablemente lo hubiera aplaudido, le hubiera
corregido acerca de cómo hacerlo la próxima vez.  En las decisiones financieras, no
podemos tenerle miedo a las pérdidas.  Lo más difícil de las decisiones financieras no es
perder dinero, sino el tener la mente perdida con relación a las finanzas.  El dueño de los
talentos se dio cuenta que no podía cambiar la mentalidad de pobreza que llevó a aquel
siervo a esconder el talento.  Una cosa es perderlo, otra esconderlo; el que lo esconde, lo
pierde, pero aquel que se atreve a arriesgar, a tomar acción, puede que algún día falle, pero
algún día va a multiplicar y alcanzar algo más grande.  Y aun cuando fallamos y perdemos
algo de dinero, ganamos la enseñanza de cómo no hacer las cosas. 

Nadie puede cambiar tu mentalidad, solo tú puedes transformarla.  Nadie puede cambiar la
mentalidad que tienes con las oportunidades que se te han dado.  Todos, cada uno en su
contexto, tenemos oportunidades; algunos las aprovechan, otros las menosprecian, no por
falta de oportunidades sino por su consciencia.  Hasta que no cambies tu mente respecto a
esto, no vas a poder tomar las acciones necesarias para vivir en la libertad económica que
Dios te ha prometido. 

Si tú cambias tu manera de pensar en estos aspectos, entonces podrás tomar las decisiones
correctas.  En esta parábola, algo que vemos que tú tienes que entender es quién es el
dueño.  Cuando tú entiendes quién es el dueño, sabes la posición en la que tú estás.  Tú eres
el administrador de Aquel que es el dueño de los bienes.  El segundo principio que tenemos
que tener claro es que tenemos que rendir cuentas.  Todo el que quiere prosperar, progresar,
tiene que tener estos 2 principios claros.  Tienes que saber quién es el dueño para saber qué
es lo que Él espera de ti, tanto en el ámbito espiritual como natural, y tienes que saber que
como eres administrador, tienes que rendir cuentas.  La persona que piensa que no tiene que
rendir cuentas, vive como que nada le importa.  Pero, eventualmente, vas a rendir cuentas. 
No importa el nivel en que estés, tienes que rendir cuentas.  Si eres empresario, en el
mundo espiritual, rindes cuentas a Dios de tus acciones; pero también rindes cuentas a tus
empleados, al gobierno.  Pero lo que tienes que entender es lo importante de la atmósfera
espiritual, emocional y mental que tiene que haber en tus pensamientos para que puedas
tomar las decisiones correctas, basado en esto, con los recursos que Dios pone en tu mano. 

En tu trabajo, en tu negocio, en todo lo que haces, tú administras tu posición; estás allí para
hacer lo que aquel que está por encima de ti desea, y lo que quieren que se haga es que haya
multiplicación, aumento.  Cuando te crees dueño de las cosas y tomas control total, no
miras tu vida desde la perspectiva correcta. 

Si tú quieres prosperar económicamente, tienes que rendir cuentas.  Es parte del proceso
administrativo.  Hay que rendir cuentas al gobierno.  Todo esto toma tiempo, desgasta, pero
esa consciencia de rendir cuentas es la que te permite mantenerte inspirado en progresar, en
seguir hacia adelante, y no en tener temor.  El siervo tenía miedo porque tenía que rendir
cuentas.  Tomó decisiones por temor, pero lo que su señor quería era multiplicación. 
Cuando tú rindes cuentas, no puedes hacerlo por miedo, sino por fe.  Tienes que atreverte a
hacer cosas, a tomar decisiones; tienes que rendir cuentas, pero lo que se espera de ti es que
haya aumento, progreso.  El tener que rendir cuentas no te puede poner en una posición de
temor que te paralice; tienes que ser responsable con lo que el dueño desea para aquello que
ha puesto en tus manos. 

Si se cometen errores, se enmiendan, se consultan, se corrigen, pero al fin y al cabo el


rendimiento de cuentas que tienes que dar es que este año estamos mejor que el año pasado,
hubo progreso, aumento.  Así que el rendir cuentas no puede ser una excusa para tener un
miedo paralizante que no te permita tomar las acciones necesarias para multiplicar. 
DE QUE DEPENDE TU COMPENSACION
Para ser libre económicamente es necesario que crees la consciencia o la atmósfera correcta
en tu interior.  En esta línea, hay varias cosas que podemos ver en la parábola de los
talentos, en Mateo 25.  Un señor entrega a un siervo cinco talentos, a otro dos y a otro uno;
los primeros dos duplicaron los talentos que les fueron entregados, mientras que el último
lo escondió.  A los primeros dos, se les dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido
fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.  Pero al último, el talento que
había escondido le fue quitado y entregado al que multiplicó cinco. 

Tu compensación depende de la utilización de los recursos, pero la utilización de los


recursos depende de tu motivación.  En otras palabras, tu motivación, tu consciencia, tus
pensamientos te llevan a utilizar tus recursos; y el resultado de la utilización de los recursos
que han puesto en tu mano son los que van a provocar tu compensación.  Por lo tanto, nadie
es responsable de los resultados económicos que llegan a tu vida; y antes de buscar qué
hacer, tienes que buscar el por qué lo haces, tu consciencia, tu motivación, tu inspiración,
que esté alineada de la forma correcta.  Tu motivación determina la utilización, o las
decisiones que temas con tus recursos; y cuando tomas tus decisiones con tus recursos
correctamente, eso es lo que establece la recompensa que vas a tener. 

Los dos siervos que multiplicaron los talentos, el de cinco y el de dos, ¿qué ocurrió con
ellos?  La compensación no fue resultado de lo que hizo el señor con los talentos, sino de lo
que hicieron ellos con los talentos que les fueron dados.  Fueron compensados por la
multiplicación de los talentos que les entregaron.  Muchos quieren recibir compensación
por lo que otros han multiplicado.  Pero aquí vemos que tú vas a tener en tus manos el
resultado de las decisiones que tú has tomado con respecto a los talentos que Dios te ha
dado.  Y esas decisiones van ligadas a tu motivación.  

Por lo tanto, antes de cambiar tus acciones tienes que cambiar tus motivaciones.  Hay quien
piensa que para cambiar la compensación que están teniendo en su vida, lo que tienen que
cambiar son sus acciones; y ciertamente pueden lograr un resultado haciendo esto, pero si
no corriges el motivo, el cambio es temporero. 

Al siervo negligente, el miedo lo lleva a esconder; al hacer esto, se cumplió la profecía


personal que se había dado a sí mismo de que iba a perder el dinero.  La motivación de ese
miedo a no fallar, a no tener pérdida, lo lleva a esconder; y basado en eso es que es
compensado, y su compensación fue la pérdida.  Cualquiera pudiera compadecerse, pero a
este siervo se le dio su oportunidad y no arregló su manera de pensar.  El dueño del talento
le dice: Si pensabas de esta manera, debiste hacer esto otro.  En otras palabras: Tu miedo
debió haber sido motivación para una acción diferente; lo que piensas de mí te debió
inspirar a tomar una decisión diferente que provocara resultados positivos.  Esa misma idea
negativa, vista desde una perspectiva diferente, la pudiste haber usado como combustible,
como inspiración para provocar resultados en tu vida. 

Los resultados que tú estás teniendo tienen que ver no tan solo con tus acciones sino con tus
motivaciones e ideas preconcebidas que has puesto en tu interior acerca de aquellos a tu
alrededor, acerca del mundo. 

Quizás hoy estás paralizado, detenido mental, emocionalmente; no has podido proyectarte
de una forma diferente y estás tomando decisiones basadas en premisas erróneas que te
están llevando a la ruina económica.  Nadie es responsable de la compensación que tú
tienes en tu vida.  Solo tú eres responsable de la multiplicación. 

Tu compensación está basada en tus decisiones, en la utilización de los recursos que se han
puesto en tu mano.  La determinación de cómo tu utilizas esos recursos depende de tu
motivación, de tu consciencia, de tu interior, de tu forma de pensar, de analizar, de ver las
cosas.  Cuando tú entiendes esto, entonces te mueves en la dirección correcta, tomando las
decisiones necesarias para alcanzar la victoria. 

Le pido a Dios que el Espíritu Santo te ayude a dirigir tus pensamientos, tu vida, para que
tú puedas tomar las decisiones correctas, y tú puedas moverte hacia un tiempo de
multiplicación y aumento en tu vida. 
NO SOLO AUMENTES MULTIPLICA
Cuando Dios crea al hombre, le dice que fructifique y que multiplique.  Muchos quieren
salir de la pobreza únicamente aumentando, pero no alcanzarás la prosperidad de Dios para
tu vida, si no aplicas el principio de la multiplicación.  Tienes que aprender a multiplicar los
talentos que Dios ha puesto en tu mano.  Muchos, por causa de experiencias pasadas, de
comparaciones, detienen su potencial de alcanzar todo lo que Dios les ha prometido.

En Mateo 25, vemos la parábola de los talentos.  En ella, podemos ver cuál es el verdadero
deseo de Dios para cada una de estas personas que son sus siervos.  El señor no se quiere
aprovechar de los siervos, sino que quiere que ellos aumenten, que progresen, quiere
entregarles más.  Así que es el deseo del Señor que cuando el pone algo en manos de
alguien, esa persona lo multiplique y siga a cargo de la administración de esa
multiplicación.  Por lo tanto, es el deseo de Dios que tú puedas disfrutar de la
multiplicación que Él te ayuda a dar y que tú puedas entender que como administrador
seguirás creciendo, aumentando y teniendo mayor autoridad. 

Vemos también en esta parábola varios principios que limitan el poder de la multiplicación
en la vida de una persona.  Este hombre que enterró el talento, el dinero, nos dice la Biblia
que él tenía una perspectiva de su señor.  Él dijo: te conocía que eres hombre duro, que
siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste;  por lo cual tuve miedo.  Esa es
la percepción que tenía este hombre de su señor.  Parece ser que cuando el señor le habla
respondiendo a esa declaración que está consintiendo a esa idea: Sabías que siego donde no
sembré, y que recojo donde no esparcí. Por tanto, debías haber dado mi dinero a los
banqueros, y al venir yo, hubiera recibido lo que es mío con los intereses.  Pero lo que el
señor está diciendo es: Si ese es tu pensamiento, si tú pensabas que iba a ser duro contigo,
debiste como mínimo buscar alguien de quien pudiera tener algún tipo de resultado, aunque
no fuese el que esperaba de ti.  De él, el señor esperaba multiplicación.  De los banqueros,
esperaba intereses.  Pero, si tú crees que no puedes multiplicar, dáselo a alguien que le dé
intereses.  Pero la perspectiva de este hombre, en vez de llevarle a la acción correcta, lo
lleva a la incorrecta, lo lleva a retener, esconder, guardar; por lo tanto, no pone a producir el
talento que el señor le había entregado. 

Muchas veces, sin darnos cuenta, tenemos pensamientos que nos dirigen a las acciones
incorrectas.  Si el señor hubiera querido solo intereses, se lo hubiera entregado él mismo a
los banqueros, pero lo puso en las manos de este hombre esperando multiplicación porque
confiaba en las capacidades de este hombre para multiplicar aquel talento.  Y muchas
veces, no nos damos cuenta que nuestros pensamientos están limitando nuestras acciones y,
por lo tanto, los resultados no son los que Dios está esperando de nosotros. 

La falta de confianza en nuestras habilidades detiene nuestra capacidad de multiplicación. 


El señor de esta parábola estaba demostrando mayor confianza en este hombre que en los
bancos.  Si él le dice: Le hubieras llevado el dinero a los bancos; es porque él sabía que
tenía esa opción, ¿por qué no lo llevó él al banco?  Porque él sabe que el banco aumenta,
pero no multiplica.  Él lo puso en manos de alguien que lo pudiera multiplicar.  Así que él
veía la capacidad de este hombre de manejar aquel talento y multiplicarlo.  Fue aquel
hombre, el siervo, quien tuvo falta de confianza en su capacidad.  Miedo llega porque tiene
una percepción incorrecta de su señor, pero aquello realmente estaba ligado a la
desconfianza que tenía en sí mismo de poder multiplicar el talento.  Y la falta de confianza
en su capacidad de multiplicar el talento lo llevó a la parálisis. 

Hay muchas cosas en el área de las finanzas que llevan a paralizar nuestra mente, nuestras
acciones, que minan la confianza que debemos tener en nuestras capacidades.  Puede que
aquel hombre se haya enterado que le dieron 5 talentos a otro, 2 a otro; al recibir solo 1,
pudo haber pensado que el señor no tenía tanta confianza en él, o pudo dudar de su
capacidad.  Probablemente la perspectiva que este hombre comienza a tener de sí mismo, lo
lleva a mirar la situación de una forma negativa en vez de ver el aspecto positivo.  En vez
de ver que el señor pudo dárselo a los banqueros pero decidió ponerlo en sus manos, y ver
esa confianza que tuvo en él, probablemente lo que hizo fue compararse con los demás y
comenzar entonces a minar su confianza. 

Quizás tú hoy no has podido progresar económicamente en tu vida porque hay eventos,
pensamientos y circunstancias que han socavado tu confianza en tu habilidad, en tu manera
de actuar; no te crees capaz, y ahora el miedo que tienes es que tienes tan poco y te crees
incapaz, y por eso no te atreves a arriesgar por miedo al peligro de perder.  Pero, al
esconder y no multiplicar, lo pones todavía en más peligro. 

Tú necesitas levantarte con confianza en ti mismo, en tus capacidades, en tus habilidades,


en lo que Dios quiere para tu vida, y que entiendas que definitivamente Dios tiene algo para
ti.  En vez de compararte con el de 5 talentos, con el de 2 talentos, en vez de mirar tus
circunstancias del pasado, tienes que sentirte agradecido que Él se lo pudo haber dado a los
banqueros, pero te lo entregó a ti; se lo pudo haber dado a otros, pero te lo entregó a ti,
porque Él cree que tú lo puedes multiplicar. 
QUE NO SE PIERDA NADA
En Juan 6, vemos la alimentación de los cinco mil. La multitud seguía a Jesús y ya era
tarde. Jesús no quiso enviarlos a sus casas con hambre, pero los discípulos solo consiguen 5
panes y 2 peces. Entonces Jesús les dice que hagan recostar a la gente, y multiplica aquellos
panes y peces.

“12 Y cuando se hubieron saciado, dijo a sus discípulos: Recoged los pedazos que
sobraron, para que no se pierda nada.” Juan 6:12

De necesidad y escasez, Jesús pasa a ocuparse de que no se pierda nada. Aquella necesidad
se suplió ese mismo día, de manera tal que hubo sobreabundancia; y de estar ocupados por
no tener, ahora se ocupaban en que no se pierda la bendición. Tú tienes que pasar esa
transición de necesidad y escasez a la sobreabundancia de Dios; tienes que cambiar tu
manera de pensar para administrar las grandes bendiciones que Dios te ha dado y que Él te
va a entregar.

Uno de los problemas cuando alguien prospera de repente es que, lamentablemente, se


quedan con la consciencia de escasez, de pobreza, y se convierten en gente que desperdicia,
que malgasta, que no pueden ver realmente el valor de aquellas cosas que Dios ha puesto en
sus manos. Dios no menospreció los 5 panes y los 2 peces, pero tampoco menospreció lo
que había sobrado, malgastándolo, dejando que se perdiera, pensando que él podía
multiplicarlos cuantas veces él quisiera así que podía perderse. Esa no fue su actitud, sino
que llevó a sus discípulos a entender que, de la necesidad, se puede pasar a la
sobreabundancia, en un periodo corto de tiempo, pero que tenemos que también cambiar la
consciencia de necesidad a una de que no se pierda nada. Si entiendes esto y haces ajustes
en tu manera de pensar, te vas a dar cuenta que tu vida económica comienza a cambiar.

Cuando tú ves que, en tu necesidad, hay un poco que Dios puede usar, y mientras Dios lo
va multiplicando, vas haciendo que no se pierda nada, vas en transición de tener necesidad,
de no menospreciar ahora en tu necesidad lo poco que tienes, y luego pasas a no
desperdiciar, tu vida entra en una dimensión económica gloriosa.

Lo primero que dicen los discípulos es que 200 denarios no bastarían para comprar comida
para aquella multitud. La primera opción fue comprar. Así que había una consciencia de lo
que se tenía y de lo que se podía hacer económicamente, y eso creó una mentalidad de
escasez en el momento. Comienza a multiplicar delante de ellos, pero pide que cuiden que
no se desperdicie nada. Este es un contraste muy curioso porque podemos convertirnos en
gente que, pensando en no desperdiciar, no gastamos ni invertimos ni multiplicamos, sin
darnos cuenta que lo que no debemos desperdiciar es la abundancia que Dios nos da.

Hay quien piensa que lo que tienen es que guardar; que no se pierda nada, pero no por
abundancia, sino por miedo, por si no tienen en el futuro. Jesús no guardó los panes y los
peces por temor a que no tuvieran más adelante; comoquiera se iban a dañar; Jesús guardó
y pidió que no se perdiera nada, por consciencia de prosperidad. Tienes que ver este
contraste porque, a veces, la escasez te hace esconder cosas que no son necesarias en tu
vida, y piensas que eso te hace ser responsable. Pero lo que tienes es que multiplicar los
pocos recursos que tienes, mientras velas que lo que se multiplica no se pierda.

Muchas veces, cuando entramos en momentos de escasez, de ansiedad, lo que hacemos es


recoger, guardar. La viuda le dijo al profeta que había colectado lo poco que tenía para
preparar la última torta para ella y su hijo comerla, y luego morir. Ella estaba recogiendo y
guardando, pero con consciencia de muerte. Jesús no guardó porque tuviera miedo a no
tener mañana, sino porque la gente próspera sabe apreciar las bendiciones que Dios les da.
Esta es una transición que tiene que haber en tu manera de pensar, para que puedas moverte
a la abundancia de Dios. Muchas veces, en tus manos hay mucha abundancia que se pierde
porque ves la multiplicación, pero menosprecias la bendición. Otros, por temor, comienzan
a esconder cosas que no deben esconder y, por lo tanto, no multiplican.

Le pido a Dios que tengas esa transición de pensamiento de escasez a la abundancia, que
hagas esa transferencia, en el nombre poderoso de Jesús.

Hay varias etapas de transición en esta historia, que nos ayudan a entender el proceso por el
que tenemos que pasar.

1. Llega una necesidad. Jesús se da cuenta, y determina que la multitud no debía regresar a
sus casas sin comer. Ante la necesidad, la primera reacción natural y carnal del hombre es
ver la escasez para suplirla. Los discípulos dicen que no tienen suficiente para cubrir la
necesidad. Tener necesidad no es problema; el problema es cuando tu mente piensa en
escasez, porque lo que piensas es que no tienes suficientes recursos para suplir la necesidad,
y el miedo comienza a apoderarse de ti.

2. Hay suficiente, pero no para resolverlo todo. Uno de los discípulos trajo un niño que
tenía, pero solo suficiente para sí mismo, y no para todo el mundo.

Así que una necesidad, al principio, provoca 2 ideas negativas: Escasez e insuficiencia. Y
muchos vivimos con estos pensamientos. Pero Dios no está buscando que tú tengas
suficiente para solucionar solo una parte del problema; Él quiere que tú tengas en
abundancia y sobreabundancia para no tan solo resolver el problema, sino para que, luego
de resuelto el problema, todavía te sobre y ahora el problema no sea de no tener, sino de
tener que recoger y guardar. Si logras sobrepasar la necesidad y la insuficiencia, y haces
preparativos para la abundancia y la sobreabundancia, el milagro va a ocurrir. La
instrucción de Jesús cuando le dijeron que no tenían suficiente, pero que había un poco, fue
que hicieran a la multitud recostarse. En otras palabras: Vamos a hacer planes para que
haya provisión. Eso fue lo que provocó el milagro y los llevó a la sobreabundancia.

Quizás tú, por la escasez y la insuficiencia, estás haciendo los planes incorrectos. Hoy Dios
te dice: Créeme a mí porque yo voy a suplir no tan solo un poco, sino en

DONDE HAS PUESTO TU CONFIANZA


21 Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.”  Mateo 6:21 

Nuestro corazón, lamentablemente, naturalmente hablando, nuestro afecto tiende a dirigirse


a las cosas materiales, físicas, naturales.  Donde hay una inversión financiera en tu vida,
hay recuerdos, memorias, y por eso tu corazón tiende a ir hacia esas cosas.  Tenemos que
corregir nuestras ideas económicas, nuestros pensamientos financieros, de manera tal que
cuando tomemos decisiones podamos hacerlo sabiendo que donde tú pongas tu tesoro, ahí
estará tu corazón.  Así que, si tú quieres que haya  más de tu corazón en un lugar, no se
trata meramente de decir “te amo”, sino que con acciones tienes que poner tus recursos en
ese lugar.  Si dices creer, amar algo, pero no hay inversión financiera, no lo demuestras.  Tu
corazón se dirige a donde están tus riquezas.  

Una de las peores cosas que puede pasar es que una persona se torne avaro.  Para poder
arreglar tu corazón, necesitas eliminar la avaricia, esa ambición desmedida que una persona
puede tener por cosas materiales, naturales. 

“24 Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o
estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.”  Mateo
6:24 

Esa palabra riquezas, según el texto original, habla de una expresión en arameo que
representaba a dios de las riquezas, al dios del dinero, de la avaricia.  Y Jesús dice que no se
le puede servir a él, y también a la avaricia desmedida.  Sin darnos cuenta, todos podemos
caer poco a poco en el engaño de la avaricia, deseando más cosas naturales que
espirituales.  Es enfocarnos en lo que tenemos, pensando que es eso lo que determina
quiénes somos.  Tu corazón, poco a poco, puede ser engañado, llevado a caer en esa
dinámica de desear poseer, y que eso sea lo que dé excitación a nuestra vida. 

Una de las cosas que hace la avaricia es poner la felicidad de una persona en las cosas
materiales.  Cuando una persona es avara pospone su felicidad para cuando tenga lo que
desea.  Hasta que no lo tenga, no es feliz.  El problema no es aspirar a más, sino que tu
felicidad dependa de obtener aquello a lo que aspiras.  Pablo fue muy claro al hablarle a
Timoteo, cuando le dijo que se cuidara de no caer en esta tentación porque podía llevarlo a
la ruina.  Y así hay mucha gente arruinadas en su mente, espíritu y corazón. 

“9 Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias
necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; 10 porque raíz de
todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y
fueron traspasados de muchos dolores.”  1 Timoteo 6:9 

Mucha gente deja de servir a Dios por la búsqueda de las cosas materiales, naturales.  Pero
lo que Dios te dé y lo que tú puedas obtener, no debe distraer tu corazón de cumplir el
propósito de Dios en tu vida. 

Una de las cosas que hace la avaricia es que nos lleva a poner nuestra confianza en el
dinero, en las cosas materiales.  Cuando haces esto, tu paz, tu tranquilidad, depende de tus
posesiones.  Cuando pones tu confianza, tu fe en estas cosas, estas se mueven y pueden ser
destruidas.  Mientras le sirvas al Dios que te provee las cosas, no hay problema; el día que
haces de las cosas tu dios, entonces todos los cambios en esas cosas harán también que tus
emociones fluctúen. 
COMO ESTABLECER VALOR
“22 La bendición de Jehová es la que enriquece, y no añade tristeza con ella.” 
Proverbios 10:22 

Tener un poco con Dios te lleva más lejos que tener mucho sin Dios.  Hay gente que tiene
muchas cosas, pero tienen tristeza, por no haberlo recibido con relación a Dios; tienen
mucho, pero no lo pueden disfrutar; lo que tienen no les lleva a vivir una vida de plenitud. 
Eso no quiere decir que Dios no puede darte más, darte aumento, incremento.  Pero es
mejor tener poco con Dios, sabiendo que con Él, lo poco que tienes, si es bendecido, vendrá
alegría a tu vida, y llegará más lejos. 

Para los discípulos, en aquel momento en que solo tenían cinco panes y dos peces, aquello
era poco; pero en las manos de Dios, con su bendición, se alimentan miles de personas. 
Nunca menosprecies lo poco que tienes, si Dios está contigo. 

¿Qué habría pasado con David, si hubiera menospreciado aquella piedrecita?  El no


hacerlo, le dio la oportunidad de conquistar un gigante, de conquistar el trono, de entrar en
el propósito, en una dimensión diferente; le abrió una puerta gigantesca.  Poco con Dios te
lleva más lejos que mucho sin Dios. 

“11 La casa de los impíos será asolada; pero florecerá la tienda de los rectos.” 
Proverbios 14:11 

Delante de Dios, y en esta sociedad, vale más quien tú eres que lo que tienes.  Si lo que
tienes va a afectar tu identidad, o si por obtener algo en esta vida vas a dañar quien eres,
entonces no tiene valor eso que buscas.  Para tu éxito, para tu vida plena, para Dios, lo que
tú eres es más importante que lo que tú tienes o puedes alcanzar.  Si para ser promovido,
comprometes tus principios, entonces no puedes disfrutar de la promoción.  Vivir de esta
manera te lleva a la amargura, a la desolación, simplemente por haberle prestado más
atención a lo que tenías o querías alcanzar, y no a quien tú eras. 

Nunca hagas nada que dañe tu identidad en Cristo, tu carácter; nada que te haga
cuestionarte a ti mismo más adelante, ni cuestionar quien eres delante del Señor.  Hoy es un
buen día para determinarte que tú no vas a permitir que lo que tienes dañe tu identidad. 
Eres lo que eres por la gracia de Dios, y solo por Él puedes continuar avanzando. 

A veces, aspiramos a ciertas cosas, pensando que al obtenerlas nos sentiremos de cierta
manera, pero luego de obtenerlas nos damos cuenta que no se siente como pensábamos; o
quizás sí sentimos lo que pensamos, pero brevemente, y luego se desvanece.  Hay cosas que
sobrevaloramos, les damos un valor mayor al que realmente tienen.  Y esto nos crea un
problema, porque al sobrevalorar algo, automáticamente estamos devaluando otra cosa.  El
valor de algo es subjetivo; algo vale de acuerdo a lo que tú pienses que vale.  Cuando
sobrevaloras las cosas, cometes el error de devaluar a la gente; miras a la gente por lo que
tiene, en vez de por lo que es. 

“4 Las riquezas traen muchos amigos; mas el pobre es apartado de su amigo. 5 El testigo
falso no quedará sin castigo, y el que habla mentiras no escapará. 6 Muchos buscan el favor
del generoso, y cada uno es amigo del hombre que da. 7 Todos los hermanos del pobre le
aborrecen; ¡Cuánto más sus amigos se alejarán de él! Buscará la palabra, y no la hallará.” 
Proverbios 19:4-7 

Miramos el valor de las personas única y exclusivamente por lo que tienen, por lo que
obtienen naturalmente, materialmente.  Tú no puedes cometer el error de sobrevalorar
ciertas cosas, al punto tal que te lleve a devaluar aquellas cosas que realmente necesitas
apreciar.  Una de las cosas es la gente.  La gente debe tener para ti más valor que el dinero,
que una posición, que aquello que obtienen.  Tú tienes que aprender a ver a la gente basado
en el propósito de Dios para sus vidas.  Por eso es que tienes que aprender a invertir en la
vida de las personas no basado en su presente, sino en su futuro, sabiendo que Dios hará
cosas más grandes y poderosas.  Dios tiene un destino más grande de lo que tú jamás
imaginaste.  Cuando aprendes a valorar la gente no por donde están hoy sino por donde van
a estar, tu vida cambia para siempre. 

La Biblia nos habla de José que, cuando estaba en la cárcel, tanto el panadero como el
copero soñaron, y él interpretó sus sueños.  Al copero, le dijo que en unos días saldría de
allí, y que se acordara de él cuando estuviera ante el rey.  José vio el valor de aquel preso,
no por el presente, sino por el futuro. 

Tú no puedes ponerle valor a las personas basado en lo que tienen hoy, sino basado en lo
que Dios va a hacer. 

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