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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTONOMA DE


HONDURAS

REDACCION GENERAL

Historia del Arte en Honduras

Licenciado: Luis David Reyes López

Sección: 0801

Alumno: Ariana Soad Mendoza Velásquez

No. Cuenta: 20241001663

Fecha: 14/03/2024
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INDICE

PRESENTACIÓN ............................................................................................................................ 3

INTRODUCCIÓN ............................................................................................................................ 4

(Capítulo I).................................................................................................................................... 6

(Capitulo II)................................................................................................................................. 12

CONCLUSION .............................................................................................................................. 15

BIBLIOGRAFÍA............................................................................................................................. 16

ANEXOS ...................................................................................................................................... 17
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PRESENTACIÓN

EL ARTE EN HONDURAS

El talento y la creatividad de los artistas hondureños se refleja en una variedad de

ramas artísticas, como ser: la escultura, la literatura, la pintura en todas sus facetas, el

cine, la fotografía, la danza y la música, entre otros. A lo largo del tiempo se ha vivido

el surgimiento de artistas jóvenes y mayores, con estilos clásicos y contemporáneos, con

tendencias que han marcado la carrera de cada uno, dejando un legado que conforma el

patrimonio cultural de Honduras y nuestra identidad nacional.

Diversas instituciones de ámbito público y privado, apoyan continuamente a los artistas

hondureños a través de publicaciones, exposiciones, muestras, proyecciones y variedad

de eventos que difunde nuestra riqueza cultural.


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INTRODUCCIÓN

El arte en Honduras En la etapa colonial de la república de Honduras, tenemos a Gracias

a Dios como favorecido por ser el primer eje de expresión cultural y artística, pero después toma

su lugar Comayagua al erigirse como la capital en 1973. La pintura en el territorio de la actual.

Honduras existe desde tiempos precolombinos, lo cual se encuentra aún en pleno proceso de

descubrimiento pues no ha existido los recursos y voluntades necesarias para encontrar

estas raíces de la cultura precolombina en Honduras como lo demuestran los recientes

procesos de investigación de la Ciudad Blanca en la región de la Mosquita en el oriente

del país. Con la llegada del europeo colonizador se dan diversas técnicas que se

introdujeron durante la colonización española y que sufrieron modificaciones como

efecto del mestizaje que luego de la independencia se ahondan aún más por factores

endógenos y exógenos como efecto de las transformaciones vigentes en dicha coyuntura.

Los pintores más destacados que ha tenido Honduras son José Antonio Velásquez y

Carlos Garay., el pintor Velásquez, fue reconocido como el primer pintor primitivista de

América. Expuso sus obras en EE. UU. y América Latina, así como en un buen número

de países de Europa y Asia.

Resaltan durante el período de consolidación del Estado de Honduras pintores como

Pablo Zelaya Sierra hasta Arturo López Rodezno. También, en 1940 fue fundada la

Escuela Nacional de Bellas Artes, situada en Comayagüela, D.C. con el fin de enriquecer

los conocimientos de los futuros pintores de Honduras. La arquitectura se ha desarrollado

desde tiempos precolombinos en Honduras resalta la civilización maya, varias de estas

obras se encuentran en la ciudad de Copan, El Puente, Yarumela, y los naranjos para sólo

mencionar tres centros ceremoniales poblacionales de la civilización en mención aún

continúan descubriéndose magnas obras de las poblaciones nativas como en el caso de

Ciudad Blanca. – En la época colonial resalta en el campo de la arquitectura la dirigida al


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campo militar de defensa como ser las Fortalezas del Castillo de san Fernando en la bahía

de Omoa y la Fortaleza de santa bárbara en Trujillo en el departamento de Colón; en el

caso de la arquitectura civil los puentes en las ciudades de Tegucigalpa y Comayagüela

como el Puente Mallol y en diversas localidades del país de gran relevancia en nuestra

historia.
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José Antonio Velázquez

(Capítulo I)

José Antonio Velásquez fue un artista hondureño autodidacta. Su trabajo

representa escenas callejeras típicas hondureñas, claramente estilizadas y frecuentemente

retratadas desde un punto de vista elevado y representadas con los ricos colores

endémicos de la cultura centroamericana. A menudo elogiado como uno de los primeros

pintores primitivos estadounidenses, su estilo se asocia con el arte naif. Además de sus

pinturas más conocidas, también trabajó en diversas épocas en fotografía y escultura.

Velásquez obtuvo elogios de la crítica durante su vida y fue incluido en la primera Bienal

de Arte Latinoamericano de 1951. Su vida y su arte sirvieron de inspiración para una

película titulada El mundo de un pintor primitivo en 1973, que aumentó su exposición y

aceptación en todo el mundo. Nacido el 8 de febrero de 1906 en Caridad, Honduras, José

Antonio Velásquez es el pintor más importante que ha tenido Honduras. Este prestigioso

artista hondureño fue además de pintor: escultor, fotógrafo, comerciante, y político.

Biografía [editar]José Antonio Velásquez, nació el 8 de febrero de 1906 en Caridad, un

pequeño pueblo del departamento de Valle, en el país de Honduras. En 1931, José

Antonio Velásquez contrajo matrimonio con Raquel Madariaga, con quien procreó seis

hijos: José Antonio, Julio César, Tulio Enrique, Aída Raquel, Reina Virginia y Elia Ruth.
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Luego de la muerte de sus padres, Velásquez abandonó Caridad y se trasladó a la

costa norte de Honduras en busca de mejores condiciones de vida, que ese tiempo ofrecían

las compañías bananeras. Posteriormente; Velásquez se hizo barbero, trabajo que

desempeñó alternamente con el telegrafista. Fue precisamente este oficio, el que llevó a

Velásquez a trasladarse como empleado a San Antonio de Oriente, un pequeño lugar,

localizado a unos 30 kilómetros de Tegucigalpa; capital de Honduras. Velásquez llegó a

amar tanto a este pueblo, por lo que éste, se convirtió en la inspiración de la mayor parte

de sus obras. Además de ello; Velásquez fue alcalde del pueblo en tres períodos. En su

oportunidad, José Antonio Velásquez fue considerado; el primer pintor primitivista de

América. Por invitación de la Unión Panamericana Velásquez expuso sus obras en 1954

en la ciudad de Washington. Luego fue invitado a Costa Rica por el presidente José

Figueres en 1971.Después de esto, la fama de Velásquez se fue expandiendo, por lo que

sus obras; también fueron expuestas en un buen número de países del orbe. Entre estos se

encuentran: España, Portugal, Francia, Italia, Suiza, Checoslovaquia, Holanda, Australia,

China, Japón, la Unión Soviética, Venezuela, México entre tantos otros. José Antonio

Velásquez falleció el 14 de febrero de 1983, dejando un cuadro incompleto.

Trayectoria artística

Hizo un arte ingenuo o primitivista, nombres todos con que se conoce a este género. El

mismo tiene sus fuentes en las pinturas espontáneas del hombre primitivo y también en

lo que los niños dibujan abundantemente. A mediados del Siglo XIX destacaron al

respecto el empleado de Aduanas Henri Rousseau, el jardinero André

Bauchant en Francia. Fue minucioso en sus obras, semejante al francés Louis Vivin, quien

pintaba los edificios de Paris ladrillo por ladrillo. Lo mismo se aprecia en los cuadros

velasquistas donde se ven las tejas pintadas una por una, las lomas con los pinos contados,

los perros orinando sobre las paredes o los troncos y las personas ocupadas en algo. Por
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invitación de la Unión Panamericana expuso sus obras en 1954 en Washington. Luego

fue invitado a Costa Rica por el presidente José Figueres en 1971. Después de esto, su

fama se fue expandiendo, por lo que sus obras; también fueron expuestas en numerosos

países del orbe. Entre estos se encuentran: España, Portugal, Francia, Italia, Suiza,

Checoslovaquia, Holanda, Australia , China, Japón, Unión Soviética, Venezuela, México

entre tantos otros. Elia Ruth recordó que como padre, José Antonio "fue excepcional,

contábamos con él en todo tiempo, nos enseñó la humildad y a pesar de todos los honores

que recibió, siempre decía que pintar era algo especial que Dios le había dado y que lo

único que quería era dárselo a su patria, porque era un patriota insigne". Después de

muchos años viviendo en San Antonio de Oriente, José Antonio se trasladó a Tegucigalpa,

donde siguió pintando a diario, menos el domingo, aunque muchas veces ese día se

dedicaba a dibujar. El domingo 13 de febrero de 1983, un día antes de su muerte, José

Antonio estuvo dibujando en su cama. Dejó un cuadro con un dibujo y un lienzo a medio

pintar, además del reconocimiento internacional a Honduras con su pincel.

DE PINTOR ANÓNIMO A UN ÍCONO MUNDIAL

"Como hondureños todos debemos estar orgullosos de que un artista sea un icono muy

grande, en este caso el mérito es especial porque recordemos que José Antonio Velásquez

fue un autodidacta", indicó a EFE el artista de la plástica Óscar Mendoza. Agregó que ser

pintor autodidacta "tiene un mérito inmenso, sobre todo en los niños y niñas que aprenden

a fuerza de ponerse ante el material de trabajo". Mendoza, ex docente de la Escuela

Nacional de Bellas Artes, en la capital hondureña, dijo que Velásquez quizá no tuvo la

oportunidad para asistir a una escuela de arte, pero que haya logrado un reconocimiento

a nivel internacional es un mérito personal suyo y de su familia. "Saltar de ser el

telegrafista de su pueblo y barbero de la Escuela Agrícola Panamericana (cercana a San

Antonio de Oriente) a ser un ícono mundial, me parece algo maravilloso y es cuestión de

orgullo para todos los hondureños", recalcó. Luego de la muerte de sus padres, Velásquez
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abandono Caridad y se trasladó a la costa norte de Honduras en busca de mejores

condiciones de vida, que ese tiempo ofrecían las compañías bananeras. Posteriormente,

Velásquez se hizo barbero, trabajo que desempeñó alternadamente con el telegrafista. Fue

precisamente este oficio, el que llevó a Velásquez a trasladarse como empleado a San

Antonio de Oriente en 1931, un pequeño lugar, localizado a unos 30 kilómetros de

Tegucigalpa; capital de Honduras. Velásquez llegó a amar tanto a este pueblo, por lo que

éste, se convirtió en la inspiración de la mayor parte de sus obras. Además de ello,

Velásquez fue alcalde del pueblo en tres períodos. En su oportunidad, José Antonio

Velásquez fue considerado el primer pintor primitivista de América. El artista se ciñó a

la realidad y construyó un inventario, piedra a piedra, teja a teja, árbol a árbol, animal a

animal y personaje a personaje, de todo lo que sus ojos captaron en este tranquilo pueblo

colonial hondureño, olvidado por la historia. tras el cierre de la mina de plata para la que

fue construido. Esta pintura le da al espectador una idea del mundo que comprende San

Antonio de Oriente. En el borde izquierdo, asomando entre la vegetación en la zona gris,

se encuentra la mina. Al pie del cuadro, algunos vecinos hablan o caminan por un camino

de grava que conduce al pueblo, mientras deambulan gallinas sueltas y un perro con la

cola levantada. El camino está rodeado por muros de piedra, detrás de los cuales se

encuentran las vacas pastando. Dos postes de electricidad cruzan el campo en diagonal y

son los únicos elementos alusivos a la modernidad. El pueblo está en el centro de la

composición. Su iglesia, sus techos de tejas rojizas y sus paredes blancas se asientan, sin

fricciones, entre cerros ricamente vegetados en diferentes tonalidades de verde con toques

de naranja, amarillo y morado, posiblemente de jacarandas en flor. En general, la pintura

da la impresión de un mundo coral sin contrastes, donde hombres y mujeres, animales y

naturaleza conviven en armonía, como si San Antonio de Oriente fuera una especie de

Edén históricamente realizado, visión a la que el artista se adhiere firmemente. Barbero,

telegrafista y pintor, José Antonio Velásquez nació en una familia humilde en la ciudad
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de Caridad, Honduras. Comenzó a mostrar interés por el arte a temprana edad, pero no

recibió ningún tipo de formación formal. Siempre se dejó guiar por su instinto. En 1930

llegó a San Antonio de Oriente, un pequeño pueblo colonial a veinticinco millas de

Tegucigalpa, para trabajar como telegrafista y vivió allí durante treinta años. Este pueblo

tranquilo y casi olvidado se convirtió en la principal fuente de inspiración y tema de sus

pinturas. Al principio sólo hacía dibujos, pero hacia 1933 empezó a utilizar óleos para

representar las calles adoquinadas, los tejados de tejas rojizas y las paredes blancas de las

casas, la iglesia, los animales, los vecinos, la vegetación y el entorno.

sierras. Pintó a San Antonio innumerables veces desde distintos ángulos, siempre con la

atención y fidelidad de un reportero minucioso. Al principio, sus composiciones

consistían en líneas rígidas y casi sin alteraciones de luz y color. Sin embargo, con el

tiempo y guiado por su experiencia e instinto, sus obras empezaron a ganar vida y fluidez.

Su popularidad comenzó a crecer durante los años cincuenta cuando aceptó un trabajo

como barbero en la Escuela Agrícola Panamericana en El Zamorano, cerca de San

Antonio de Oriente. Wilson Pópenos, el director estadounidense de la escuela, vio su

trabajo y le ayudó a venderlo a los visitantes estadounidenses. Obtuvo oficialmente el

reconocimiento como uno de los maestros de la pintura “naif” latinoamericana, en gran

parte gracias al trabajo del crítico de arte cubano José Gómez Sicre, quien en ese momento

trabajaba en la Organización de Estados Americanos y pudo ver, en la espontaneidad del

arte “primitivo”, expresión genuina del alma del pueblo y variación “inconsciente” del

arte moderno. En 1949 el crítico incluyó a Velásquez en una exposición interamericana

que recorrió América, lo ayudó a participar en la Bienal de São Paulo, organizó una

exposición individual en la OEA en 1954 y en 1974 realizó un documental sobre su vida

y obra. El artista también participó en la Bienal Hispanoamericana de Madrid en 1951 y

recibió el Premio Nacional de Arte Pablo Zelaya Sierra en 1955. Seis años después, una
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vez ya convertido en un artista reconocido en su país, se trasladó a Tegucigalpa, donde

falleció. en 1983.
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(Capitulo II)

Obras Artísticas de José Antonio Velázquez

San Antonio de Oriente, inspiración de José Antonio Velásquez

Honduras se ha dado conocer por muchos artistas de categoría mundial, pero el pintor que

es quizá el más reconocido se llama José Antonio Velásquez, hijo predilecto de San

Antonio de Oriente. Así como amores a primera vista, José Antonio se enamoró de San

Antonio de Oriente, lugar que se convirtió en su inspiración, su estilo de pintura

“primitivista” se caracterizó por representar escenas de la vida cotidiana, dibujando al

detalle y al color “natural” cada elemento de sus pinturas, teja por teja, piedra por piedra,

pino por pino, teniendo sus obras el sello personal de incluir al perro callejero, el cura y

las señoras del pueblo; esa exquisitez de sus obras le valió para ser considerado en su

época como “El Primer Pintor Primitivista de América”. José Antonio, aunque no nació

en San Antonio, se transformó en su hijo predilecto ya que, gracias a su trabajo, la imagen

y el nombre de San Antonio de Oriente fueron conocidos en todo el mundo; invitaciones

presidenciales a Washington y Costa Rica, exposiciones en galerías de renombre en

España, Portugal, Francia, Italia, Suiza, Checoslovaquia, Holanda, Australia, China,

Japón, la antigua Unión Soviética, Venezuela y México son solo parte de los

reconocimientos recibidos. José Antonio Velásquez es hoy por hoy, fuente de inspiración

para las nuevas generaciones de artistas y es, en definitiva, un Orgullo de Honduras.

Si trazáramos una línea evolutiva del arte moderno hondureño en la que incluyéramos

únicamente aquellos pintores que fueron más o menos atentos a los signos de la época,

tampoco ahí encontraríamos un lugar para Velásquez. Su catecismo estético fue contra

reformista y sus obras siempre germinaron a espaldas de la agitación nerviosa del siglo
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XX. El grueso de su producción pictórica la realizó alejado del ruido y el bullicio de la

ciudad, teatro interminable de montoneras y golpes de Estado.

Una huella profunda en nuestra cultura artística Velásquez no es el pintor más importante

de Honduras, pero sí el más famoso y el mejor cotizado. Su obra cobró significativa

importancia cuando en 1954 expuso en la Galería de la Unión Panamericana de la OEA,

en Washington. La sociedad de posguerra, aún gris por los sufrimientos del ayer, acogió

conmovida sus telas pintorescas. Su éxito repentino le condujo a Europa y Asia, donde

también encontraría una audiencia sensible a su mensaje. Convertido en figura referencial

más allá de las fronteras, su patria le distinguió con el Premio Nacional de Arte Pablo

Zelaya Sierra y la Orden José Cecilio del Valle. Sin pretenderlo, nuestro pintor se había

convertido, en palabras de Bélgica Rodríguez, “en uno de los firmes valores de la pintura

primitiva en Latinoamérica”. El humilde pintor no tuvo que esperar varios años para

hacerse comprender de una forma cabal. No sufrió el desajuste crónico entre la

producción de una obra y su aprecio público generalizado, tan común en nuestros grandes

maestros, a menudo olvidados y menospreciados. Su obra se hizo entender y alcanzó la

plenitud de su significado frente a sus contemporáneos, en el momento histórico en que

fue realizada.

Es tal su huella en la cultura del país, que aún después de muerto su nombre sigue cegando

el resto de la escena artística hondureña hasta el punto de impedir la visibilidad de otros

actores y protagonistas. Cualquier aficionado al arte, viva donde viva, sabe quién fue José

Antonio Velásquez. ¿Pero sabe algo más? ¿Sabe quiénes son los otros artistas que con

sus obras han dado su consistencia múltiple a la plástica nacional? Su legado ha sido

sustancial y su descendencia infinita. Son muchos los creadores que, siguiendo su

ejemplo, profesan una fe sincera hacia el pueblo. Los hay también aquellos que, ansiosos

de emular su éxito, han incursionado en el primitivismo por razones de mercado y no por

destino o fatalidad estética. En la nómina habría que incluir a todos aquellos artistas cuyo
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modo de hacer arte responde a sistemas de valores reiterativos y pretéritos, en apego a la

normativa primitivista. Guste o no, nuestro arte sigue aferrado a las mismas obsesiones

que desvelaron a Velásquez y no es aventurado decir que seguimos siendo discípulos de

él.
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CONCLUSION

El arte ha sido una faceta que ha existido con la presencia misma del ser humano

el territorio hondureño, lo cual podemos ubicar con la llegada de migraciones de grupos

humanos, cazadores y recolectores que llegaron al istmo a finales de la última era del

hielo. Alguna evidencia de la presencia del ser humano que se tienen está en la región de

La Esperanza en el departamento de Intibucá, La Cueva del Gigante en La Paz y las

Pisadas del Diablo en Talanga en el departamento de Francisco Morazán.

Estos grupos humanos se asentaron y formaron zonas culturales al momento de la llegada

del europeo a finales del siglo XVI.

En honduras han existido muchos artistas y en su mayoría han sido reconocidos en otros

países, En la etapa colonial de la república de Honduras, tenemos a Gracias a Dios como

favorecido por ser el primer eje de expresión cultural y artística, pero después toma su

lugar Comayagua al erigirse como la capital en 1973.

En el plano de las artes visuales y específicamente en lo que se refiere a la pintura el

núcleo de Comayagua desarrollo una política que se ha definido como compra de bienes

culturales, puesto que muchas de las obras denotan que fueron importadas, esto se explica

por el hecho de que gran parte de esta producción artística fue donada por particulares;

algunas obras son magníficas copias y otras, invenciones afortunadas de los pintores

locales.

Un fenómeno significativo de la producción plástica nacional es la gran cantidad de

pintura anónima de pintura anónima en manos de familia que la utilizaban con finalidad

didáctica, para explicar a otros sus ideas religiosas, o con el fin de expresar sus propias

versiones místicas.
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BIBLIOGRAFÍA

Honduras, A. e. (s.f.). Obtenido de https://es.wikipedia.org/wiki/Arte_en_Honduras

Honduras, A. e. (s.f.). Obtenido de https://www.espaciohonduras.net/cultura/arte-


enhonduras#google_vignette

Velasquez, J. A. (s.f.).

Velasquez, J. A. (s.f.). Obtenido de https://www.swissinfo.ch/spa/honduras-arte_vel

Velásquez, J. A. (s.f.). Obtenido de https://www.latribuna.hn/2022/02/15/velasquezun-genio-


de-la-pintura/
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ANEXOS

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