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After The Storm (Después de la Tormenta)

by Esther Perel
Psychoterapy Networker Julio/agosto 2010

La infidelidad en retrospectiva

El deseo de tener finales felices para historias humanas tristes esta


probablemente alojado la mayoría del ADN de los terapeutas. Cuando la “historia
triste” es sobre una infidelidad que amenaza al matrimonio, los terapeutas
generalmente apuntan hacia su resolución preferida: salvar el matrimonio. Hemos
tendido a pensar sobre esta historia en términos de una narrativa directa y de tres
partes: Parte 1: una pareja esta destrozada por el descubrimiento de una
infidelidad y nos viene a consultar. Parte 2: les ayudamos a traspasar la crisis
inmediata, atender las heridas subyacentes del matrimonio, y mirar profundamente
las cicatrices de la infancia. Proveemos compasión y consejo si es necesario, y
alentamos una nueva confianza, perdón e intimidad en la relación. Parte 3: como
nuestro final preferido, la pareja se va de la terapia semanas o meses mas tarde
con su matrimonio reparado, más fuerte e incluso transformado –o al menos
mejorado. Consideramos el tratamiento como exitoso; la pareja ha superado la
tormenta. Por supuesto, hay algunas parejas que rechazan esta historia tan limpia,
y en vez de eso, usan la terapia como un escape del matrimonio. Pero,
esperanzadamente, aún viven felices para siempre.

Sin embargo, generalmente no tenemos idea de lo que realmente pasa en el “para


siempre”. Ayudar a las parejas a recuperarse de la crisis inmediata es esencial,
pero, ¿qué pasa con ellos luego de que se van de la terapia? ¿Los
discernimientos adquiridos pueden conducir a la pareja a través de años de
matrimonio, con los tira y afloja de la vida domestica común? ¿Hubo una breve,
segunda luna de miel antes de que el matrimonio volviera a su condición pre-
terapia? ¿Se divorciaron una vez fuera de la mirada benevolente del terapeuta?
¿Algún miembro de la pareja hizo más transgresiones? A menos que estemos
entre los pocos terapeutas que buscan retroalimentación periódica de nuestros
clientes, simplemente no sabemos, y sin saber qué impacto tuvo nuestro
tratamiento en estas parejas, tenemos una vaga idea de qué funcionó y porqué.
Cuando las parejas nos dejan, miramos lo que el futuro les depara; sin embargo,
estoy intrigada sobre lo que podríamos aprender al mirar hacia atrás.

Por muchos años, he estado contactando parejas que he tratado para averiguar
más acerca del impacto a largo plazo de la infidelidad que los trajo a terapia. A las
parejas que se mantuvieron juntas, les ofrecí una entrevista de seguimiento
gratuita para discutir como consideraban la infidelidad de manera retrospectiva, y
cómo integraron la experiencia en la narrativa de su relación. Todos los
matrimonios son similares en cuanto a que el confrontar una infidelidad fuerza a la
pareja a reevaluar su relación, pero son distintos en cómo la pareja vive el legado
de la infidelidad. Yo ya sabía que estos matrimonios a los que les estaba
haciendo el seguimiento habían sobrevivido; ahora quería evaluar la calidad de
esa supervivencia. ¿Cuáles fueron los amortiguadores útiles que sostuvieron a la
pareja? ¿Pensaron que la terapia ayudó?

No obstante algunas especificidades, identifiqué tres patrones básicos en la


manera en que las parejas se reorganizan después de una infidelidad –nunca
sobrepasan la infidelidad realmente, se levantan con un elástico y luego sueltan, o
lo dejan bien atrás. En algunos matrimonios, la infidelidad no es una crisis
transicional, sino un hoyo negro que los atrapa en un círculo interminable de
amargura, venganza y autocompasión. Estas parejas roen eternamente el mismo
hueso, circulan y recirculan las mismas quejas, se reiteran mutuamente las
mismas recriminaciones y se culpan entre ellos por su agonía. El porqué se
quedan en el matrimonio es generalmente tan desconcertante como el porqué no
pueden traspasar su antagonismo mutuo.

Un segundo patrón es visible en parejas que permanecen juntas porque honran


los valores de compromiso y continuidad, lealtad familiar y estabilidad. Quieren
permanecer conectadas a su comunidad de amigos y colegas mutuos o tienen una
fuerte afiliación religiosa. Estas parejas pueden sobrepasar la infidelidad, pero no
necesariamente trascenderla. Sus matrimonios vuelven a una versión más o
menos similar a cómo era antes de la crisis, sin efectuar ningún cambio
significativo en su relación.

Para algunas parejas, sin embargo, la infidelidad se convierte en una experiencia


transformadora y catalizadora de renovación y cambio. Este resultado muestra
que la terapia tiene el potencial de ayudar a las parejas a reinventar su matrimonio
al revelar la resiliencia y los recursos que cada miembro pone sobre la mesa.

Atascados en el pasado

“Cada vez que Marc no contesta el teléfono, me acuerdo de como él no


contestaba cuando estaba con otras mujeres” dice Debbie, aún resentida después
de tres años desde que descubrió la infidelidad –el último de una serie de flirteos
extramaritales. Casada con Marc por 14 años, ella decidió quedarse con él
aparentemente para preservar la familia. Constantemente le hace sentir que él es
el afortunado ya que ella no lo echo de la casa; como si él fuera el único que
perdería todo lo construido si se divorciaran.
Desde la transgresión, Debbie asumió un sentido de superioridad moral creyendo
que Marc nunca había asumido lo errado de su conducta. En sus ojos, perdonarlo
no repararía el matrimonio, sino que por el contrario, le daría a él una carta blanca,
permitiéndole sentir que ya no tenía razón para sentirse culpable. Su negativa a
sentir “lo pasado, pasado está”, como decía ella de manera sarcástica, era
evidente cuando hablaban de sexo. “Quiero hacer el amor” decía Debbie, “pero
sería como decirle a él que ya todo esta bien”. Ellos no han tenido sexo desde la
infidelidad, tres años atrás, excepto durante unos pocos días justo después del
descubrimiento, cuando el sexo es, por lo general, usado para evitar la pérdida.
No hay manera de que él la pueda tranquilizar acerca de su renovado compromiso
hacia ella, dice Marc, cuando ella solo le responde con sarcasmo y
condescendencia. Muchas veces, añade, ella arruina lo que podrían ser
momentos perfectos entre ellos –el recital de piano de su hija o una comida con
amigos. “No existen momentos perfectos”, dice ella de manera burlesca. Con voz
cansada él le dice, “Estoy aquí y estoy listo para reconstruir”. Ella contesta, “No
me he decidido aún”. Ella se sentía tan rechazada por Marc que aún no siente que
él realmente quiere estar con ella, explica. Su diálogo se torna rígido, cerrado y
predecible. Cuando Debbie habla de las infidelidades, Marc oscila entre
justificarse y culparse. Él dice que ella no era una inocente observadora, citando
las continuas críticas y el mal temperamento que precedieron sus aventuras. Aún
cuando el mal estado de su matrimonio antes de las infidelidades era una
construcción en conjunto, dice Marc, Debbie se niega a tomar ninguna
responsabilidad en el empeoramiento de su relación tanto en el pasado como en
la actualidad. El piensa que ha expresado culpa, vergüenza y remordimiento, pero
que eso nunca será suficiente. La infidelidad permanece en el epicentro de su
relación, y la adhieren a todos los conflictos entre ellos.

De hecho, es probable que esta pareja hubiera tenido las mismas interacciones
miserables y no hubiera habido infidelidad. Parejas como estas viven en un estado
permanente de aflicción, compartiendo una celda en la prisión marital. Para la
pareja traicionada, el traicionador se convierte en la suma total de las
transgresiones, con algunas cualidades exoneradas. Para el traicionador, la
pareja traicionada se convierte en la suma total de la furia vengativa. Me recuerda
esta frase: “el resentimiento es como tragar veneno y esperar que el otro muera”.

Cuando parejas como Marc y Debbie vienen a terapia, es generalmente por la


insistencia del miembro que ha tolerado la infidelidad, quien busca a alguien que
de crédito a su duelo, decepción y confusión. Igual de frecuente es el que los
miembros traicionados necesiten confirmación moral, viéndose a si mismos como
las víctimas y a sus parejas como los responsables, o más aún como los villanos
que no tienen salvación. Un primer paso es explicarles que esta gran condena los
distrae de abordar los asuntos realmente importantes. Les doy una perspectiva
neutral que les permita explorar los motivos y el significado de la infidelidad. Pero
en estas parejas que son tan reactivas, hay poco espacio para la neutralidad
porque ellos toman la sugerencia de auto-reflexión como un ataque personal:
“¿estas diciendo que porque me duermo a las 9 todas las noches es mi culpa que
él haya tenido una aventura?, diría el miembro traicionado. “¿y que si no quiero
tener nada que ver contigo en lo sexual? ¡Me niego a aceptar la culpa por tu
engaño!”.

También tengo que abordar la obsesión con la infidelidad que parece permanecer
al centro de estas relaciones, algunas veces por años. La persona traicionada
incesantemente repite las historias en su cabeza y busca las mentiras, aún si es
humillante hacer esto. Se convierte en un detective amateur. Una persona
traicionada me dijo, “reviso su computador, reviso su teléfono. Cuando me fui por
un fin de semana, llamé a la casa insistentemente y nadie contestaba. Cuando
supe que había dejado a los niños con su hermana, al instante pensé que lo
estaba viendo de nuevo”. A esto, su esposa contestó con amarga resignación, “él
nunca me pregunta, solo asume”. Información precisa –su esposa estaba en una
actividad perfectamente inocente- dispersa la desconfianza, pero la calma solo
dura hasta el próximo ataque de inseguridad. Este ciclo hace imposible que el
miembro traicionado se sienta amado de nuevo.

Creo que la confianza genuina descansa en nuestra habilidad de tolerar lo que no


conocemos sobre el otro, y mientras más vayamos descubriendo cada detalle,
mas vamos a poder confiar. En estas parejas, las experiencias pasadas de
abandono y rechazo son fuertes y no permiten que se re-establezca la confianza.
El reclamo de un sentido de realidad después de la revelación de una infidelidad
es esencial para el miembro traicionado, pero algunos permanecen atados a su
búsqueda investigativa –revisando estados de cuenta de tarjetas de crédito y
cuentas telefónicas, escuchando llamadas telefónicas.

En un esfuerzo por apaciguar sus ansiedades, estas personas establecen un


régimen de control en el que la intimidad se confunde con la vigilancia. Las
innumerables preguntas son más que nada sobre aspectos intrusivos más que
sobre la cercanía. Las interrogaciones, prescripciones e incluso la evidencia
forense fallan en aliviar sus miedos primarios. Les ayudo a moverse desde su
posición de detective a investigador o explorador. En vez de buscar los detalles
sórdidos, sería mas iluminador hacer preguntas que examinen el significado de la
infidelidad, por ejemplo: ¿Cómo avivó tu amante otras partes de ti?, ¿pensaste en
mi cuando esto estaba pasando?, ¿tuviste miedo de perderme, o a tu familia, o a
los niños? ¿En que momento te diste cuenta que te querías quedar? Si una
infidelidad es un proyecto solitario, encontrarle el sentido es una aventura en
conjunto. Parejas como Marc y Debbie, desafortunadamente, no llegan a hacerse
estas preguntas. Ellos quieren que su pareja no cambie. Para ellos la terapia
parece ser parte de una penitencia mas que una experiencia reparadora – no hay
absolución en vista.

Una característica que empuja la inhabilidad de moverse puede ser el dolor


subyacente. Le pregunté a otro de mis clientes qué quisiera de su relación ahora
que han pasado cinco años desde las múltiples infidelidades de su esposa. El
responde, “ir para atrás seis años”. Le dice a ella, “antes yo pensaba que,
independiente de cualquier cosa, yo era tu hombre. Y tu me abandonaste”. Para
él, es el duelo inconsolable el que no le permite sentirse seguro y estar en un
permanente estado de infelicidad. Para ella, su sensación tortuosa de culpa y
fracaso es eterna. Siendo testigo del insoportable dolor de él, le refuerza la
magnitud de su vergüenza y culpa. Mientras tanto, la vida con los niños y con el
trabajo continua, pero la infección no se cura.

Para estas parejas, es difícil mirar atrás porque nunca fueron hacia adelante. La
infidelidad se convirtió en la narrativa de su unión. El matrimonio técnicamente
puede sobrevivir, pero su ser pareja esta muriendo en la vid. Cuando la infidelidad
se transforma en la marca de la vida de la pareja, algo se ha roto y no puede
volver a repararse. La relación esta permanentemente dañada.

Los sobrevivientes

El viernes, Joanna estaba lista. El sábado, no pudo firmar el arriendo. Ella había
fantaseado sobre este momento por casi dos años; dejaría a su marido, Michael, y
se mudaría con su amante, Eric, y se sumergiría en el estado de dicha y
sensualidad tanto le faltaba en su vida. Eric la había llenado de afecto y una
sensación de importancia –atención que solo recibía de sus hijos, dado que
Michael se había excusado de estos gestos diciendo que él no era ese tipo de
hombre. El cansancio se había movido sigilosamente en su matrimonio, dejándola
a ella sintiéndose mas apegada al habito de estar casada que al hombre que
alguna vez amó.

La transgresión de Joanna fue un intento de recapturar lo que previamente había


compartido con Michael y que no quería perder: un sentido de importancia o de
pertenencia, alivio a la soledad, y un sentimiento de que la vida era básicamente
buena. Anhelos no satisfechos de estos sentimientos son los que llevan a
muchos adúlteros a cometer una infidelidad. Joanna planificó muy
cuidadosamente su partida, pero al final no lo pudo hacer. Pensó en los 24 años
que había estado con Michael, en su solida amistad con él, en la lealtad de él, en
las comodidades de su vida, y lo mas importante, sus hijos –dándose cuenta de
que una vez que convirtiera su infidelidad en la relación primaria, no había vuelta
atrás. Muchas veces las personas comienzan a ver lo que quieren preservar en el
momento en que la infidelidad esta a punto de salir de la clandestinidad. Tal vez
es también cuando se dan cuenta que el amante era exactamente eso: un amante.

Joanna no quería dejar a Michel en parte por miedo y en parte porque lo amaba.
No tenía claro qué era más fuerte, si el miedo o el amor. “Parte de mi estaba muy
desilusionada de mi misma por no ser capaz de dejar a Michael, y me preguntaba
si estaba dejando ir al amor de mi vida”, recordaba Joanna. “Pero parte de mi
sentía alivio de quedarme y no destruir a mi familia”. Michael oscilaba entre pánico
y furia, entre rogándole que se quedara y haciendo que se fuera. “No podía creer
que ella estuviera lista para arriesgar todo por este hombre, Eric, y me sentía
atrapado porque sospechaba que las razones de ella para quedarse no tenían
mucho que ver conmigo. Era mas sobre lo que teníamos que sobre mi”.

En el centro del dilema de Joanna hay un conflicto de valores, inherente a la


infidelidad misma, no solo a su resolución. Cuando las personas hablan acerca de
sus miedos, generalmente están reflexionando sobre sus valores. Cuando dicen,
“No quiero destruir a mi familia”, también están diciendo que valoran la continuidad
de la familia. Cuando se refieren a la historia con su pareja, expresan su respeto
por la lealtad y compromiso. El seguir la flecha de Cupido es similar a perder la
brújula de la propia moral, y en un sentido, la infidelidad hace aflorar una crisis de
identidad: cómo reconciliar la fascinación de una experiencia con el sentimiento de
que es un error. Para Joanna y otros en su lugar, mentir es más agonizante que
excitante. Ellos no se proponen traicionar a sus parejas. Algunas veces, como en
el caso de Joanna, están motivados por el anhelo de no seguir viviendo sin lo que
mas quieren: pasión –no en el sentido sexual, pero como una búsqueda de estar
vivo y de tener vitalidad erótica. Aún cuando una luz de pasión puede ser
intoxicante, muchos de nosotros nos estremecemos ante la posibilidad de perderlo
todo. La volatilidad y lo impredecible de un deseo es aterrador.

Para estos miembros de la pareja, la excitación sexual y lo que ellos llaman


deseos egoístas de mayor “satisfacción” romántica no son incentivos lo
suficientemente fuertes como para sacarlos de las obligaciones mas significativas
y de recompensas a largo plazo como lo son la familia. Se afirman de la premisa
“cuando te casas, haces un compromiso y lo debes respetar”. Estas parejas
valoran la integridad familiar, seguridad, continuidad y familiaridad por sobre la
montaña rusa del amor romántico. Puede haber un amor profundo y duradero y
lealtad en estas parejas, pero la pasión no se muestra prominentemente en el
menú. Hacer lo que es correcto crea un todo que ayuda a la persona infiel a
reconciliarse con los sacrificios que hacen. Sin embargo, mientras los valores de
las personas permanecen intactos, la decisión de quedarse en el matrimonio
puede ser desgarradora.

Cuando trabajo con estas parejas, siempre realizo sesiones individuales y en


conjunto, manteniendo confidencial toda la información de las sesiones
individuales. El propósito de las sesiones individuales es proveer de un espacio
privado para que cada miembro de la pareja pueda resolver su dilema individual,
sin importar el tiempo que esto tome. Con estas parejas, el proceso terapéutico es
de razonamiento y pensamiento racional como una manera de calmar la
turbulencia de sus emociones. Nuestras sesiones tienen el objetivo de guiarlos a
través de la crisis y de anclar su relación. Parejas como Joanna y Michael fueron
creando cuidadosamente un camino para cada uno en su matrimonio, y mucho de
lo que buscan en la terapia post-infidelidad es reclamar un sentido de control. No
están buscando renovaciones masivas en su relación; simplemente quieren volver
al hogar que conocen y descansar en la almohada familiar. En el camino, hacen
enmiendas, renuevan sus votos, y se aseguran de tapar las goteras.

En terapia, exploro las riquezas de una infidelidad, lo que encontraron en su


relación con el “otro” y qué pueden rescatar de ésta para llevar a su relación
primaria. Hacemos un bosquejo de las nuevas enmiendas para su vida, en
singular y en plural. Consideramos el dolor de terminar la infidelidad –el hecho de
que “es lo correcto, pero duele”- y siempre les pregunto cómo se imaginan a si
mismos en 10 años más. Con la persona traicionada, examinamos las idas y
venidas de la confianza, la sensación de lo efímero que se filtró en la relación, y su
deseo de volver a la familiaridad. La terapia le ofrece a las parejas como Joanna y
Michael un espacio para evaluar lo fundamental en sus vidas. También abordamos
el dolor que persiste aún cuando la pareja permanece junta. Uno de mis pacientes
me dijo, “unos pocos años atrás, cundo tuve mi accidente automovilístico,
recuerdo haber pensado cuánto apoyo recibí de mis amigos y familiares. Con una
pierna rota, el dolor es visible, todo el mundo sabe que estas sufriendo y todos
empatizan. Pero cuando una pareja decide seguir junta después de una
infidelidad, es fácil pensar que todo esta bien. La gente no pregunta nunca mas, y
uno queda viviendo con un dolor invisible”.
Joanna y Michael finalmente fueron capaces de retomar una vida similar a la que
tenían antes de la crisis. “No estábamos preparados para divorciarnos por esto,
pero no vemos la infidelidad como buena bajo ningún punto de vista. Fue como
una locura temporal”, resume Michael. Escuchándolos, es claro que los dos
estaban aliviados de haber podido superar esta crisis. De vez en cuando, Michael
puede sentir un incremento de inseguridad dado que Joanna y Eric se encuentran
ocasionalmente por trabajo, pero esta sospecha es intermitente y fácilmente
absorbida. El podría preguntar, “¿cuando fue la ultima vez que lo viste? ¿Tiene
una nueva novia? ¿Hablan de cosas personales? En ocasiones, el humor es el
perfecto antídoto. Una vez, cuando Michael le preguntó a Joanna si ella pensaba
que Eric aun estaba interesado en ella, le contestó, “no creo, pero aquí esta su
numero de teléfono. Lo puedes llamar y preguntarle”.

Los exploradores

“La infidelidad fue un shock que nos forzó a movilizarnos” era la inequívoca
respuesta de Julián en una entrevista cinco años después de haberlo atendido
junto a su esposa, Claire, en terapia de pareja. “Estoy de acuerdo que nuestra
relación esta mejor ahora que antes”, dijo Claire mientras se giraba hacia Julián y
añadía, “pero igual pienso que actuaste como un idiota. No tenias que engañarme
para demostrar que nuestro matrimonio estaba en problemas”. Si bien, ellos aún
difieren en la manera en que Julián mandó su “mensaje”, ambos están de acuerdo
en que la infidelidad transformó su matrimonio.

Julián vio por primera vez a Claire parada frente a él en el casino estudiantil 15
años atrás, y se aseguró de obtener su número de teléfono antes de que ella
llegara a la caja. Con una sonrisa seductora y un aire misterioso, ella sutilmente
dudó antes de decirle su nombre y darle su número; ella lo cautivó. En esos
primeros momentos, comenzaron a asumir roles que continuarían en su
matrimonio. Julián sería el iniciador –de la vida social, del sexo, de las decisiones
sobre las vacaciones- y el protector de Claire del mundo externo. Claire sería la
refinada, aunque un poco trémula, que lo seguiría en todo y con la certeza de que
bajo el cuidado de él, ella nunca tendría de qué preocuparse. Sin embargo, lo que
sorprendió a Julián a lo largo de los años fue la cantidad de preocupaciones que
él tendría que aliviar: casi cualquier cosa podía ser alimento para la ansiedad de
Claire. Ella nunca podía llegar lo suficientemente temprano al aeropuerto, su
nerviosismo en torno a ser la anfitriona de una cena comenzaba con muchos días
de antelación; y para que ella se sintiera cómoda al tener sexo, las condiciones
tenían que ser perfectas –lo que raramente ocurría. A lo largo de los años, él se
cansó del poder de veto que ella imponía en sus vidas: “¿quieres salir? le
preguntaba él. “NO” respondía ella. “Juntémonos con amigos”. “NO”. “Quiero
hacerte el amor”. “NO”.
Con tantos NO sonando en sus oídos, Julián le dio la bienvenida al ensordecedor
si de Emma, a quien conoció en un viaje de negocios y con quien estuvo por un
año y medio. No era solo que él quisiera más sexo: él quería recapturar el
sentimiento lúdico y de libertad que el sexo le daba. La infidelidad con Emma le
trajo la sensación de vitalidad que le faltaba. Con ella, botó el letargo que sofocaba
su vida. Nuevamente experimentó la excitación, la atención al juego preliminar, la
sensación de pérdida del sentido del tiempo que colma los corazones de los
amantes.
Claire supo de la infidelidad de Julián al descubrir accidentalmente mensajes de e-
mail. Profundamente conmocionada, ella buscó terapia individual y acudió a sus
amigos. Mientras le daban su apoyo, ellos le pidieron que viera, que mientras
Julián había traicionado su confianza, ella misma –como lo dijo después- “había
traicionado mi votos”. Sabiendo que Claire no quería perder al hombre que amaba,
sus amigos la alentaron a pelear por él. Así es que ella se acercó a él y
conversaron como no lo habían hecho en años, compartiendo sentimientos y
pensamientos que hacía tiempo se habían guardado. Mientras las conversaciones
evolucionaban y comenzaban a sentir que la distancia entre ellos disminuía,
sintieron que despertaban hacia una nueva experiencia de conexión, en la que
ambos sentían mucho dolor y excitación, como nunca habían sentido antes.

Cuando parejas como Julián y Claire comienzan a reencontrarse, muchas veces


se da una revitalización del deseo, una mezcla de ansiedad y lujuria, que muchas
parejas son muy tímidas en admitir. En este torbellino emocional, las parejas
oscilan entre sentimientos opuestos: un minuto es “jódete”; y el otro es “jódeme”.
Después es “¡Sal de aquí!” seguido de “¡nunca me dejes!” A lo largo de este
drama, Claire y Julián pudieron soportar estas oscilaciones sin que ninguno
partiera a un abogado para divorciarse. El ser capaces de expresar y aceptar este
amplio rango de sentimientos sin demandar un “cierre” prematuro los hizo buenos
candidatos para una resolución positiva. Tolerancia a la ambigüedad e
incertidumbre es vital para descubrir un espacio desde el cual pueda emerger una
relación más creativa y robusta.

En mi trabajo en conjunto con Julián y Claire, hice algo que algunos terapeutas
podrían considerar arriesgado: sugerí que ella invitara a Julián a hablar de su
experiencia con Emma. Paradojalmente, descubrí que este tipo de honestidad
sobre la infidelidad, en vez de ser destructiva y dolorosa, puede ser una
demostración de lealtad hacia la pareja. Decirle al otro “OK, te mostraré quien soy.
Esto fue lo que pasó y así es como me sentí” puede ser una manera de decir “Te
amo y en realidad nunca quise dejarte; quiero decirte esto porque eres muy
importante para mi”. Efectivamente, Claire descubrió que el que Julián hablara
acerca de su intimidad con otra mujer era en sí una expresión de su intimidad con
ella –aumentando la unión entre ellos.

Algunas veces la crisis de infidelidad ayuda a las parejas a hacer una distinción
crucial, entre una relación basada en la exclusividad y una relacionada con lo
único de su conexión. La exclusividad depende del establecimiento de límites
rígidos: el énfasis es en “no permitir”, “restringir”, “no compartir con los otros”.
Antes de la infidelidad, Claire y Julián habían ido basando su relación en este tipo
de marco externo que los separaba como pareja. En contraste, a través de nuestro
trabajo en conjunto, aprendieron a valorar lo que cada uno consideraba
característico acerca de lo que significaba cada uno para el otro, con énfasis en el
“porqué habían elegido estar juntos” en vez de lo que estaba “prohibido con un
otro”. En definitiva, este exacerbado sentido de “nosotros” es el analgésico más
poderoso para relaciones que están en riesgo, aliviando el dolor y prometiendo un
panorama de renovación. Parejas como Julián y Claire logran dar vuelta el
torbellino de una infidelidad hacia un viaje emocional. Cada uno toma la
responsabilidad apropiada por el deterioro de la relación, enfocándose no solo en
enmendar la ruptura producida por la infidelidad, sino que también en reconstruir
las bases emocionales de su matrimonio. Parejas como esta, tienden a identificar
a la infidelidad como un único evento –pero no el evento definitivo- en su historia
en conjunto. En vez de ver la infidelidad puramente como un acto de fracaso y
traición, lo transforman en un catalizador para el cambio, una inspiración para el
renacimiento de la conexión.

Todo tipo de descubrimientos pueden sobrevenir de una crisis de infidelidad.


Claire, al reconectarse con sus propios recursos para capear la tormenta con
Julián, experimentó una nueva sensación de auto confianza y una nueva voluntad
para tomar la iniciativa. Mientras ella aprendía a expresar sus anhelos sexuales,
Julián se sorprendió al encontrarse con una pareja con fuerza y entusiasmo,
cualidades que no había encontrado anteriormente. Al mismo tiempo, Julián, que
ya no era el que tomaba las decisiones solo en el matrimonio, se vio extrañando la
habilidad de tomar decisiones por los dos. Aún cuando la relación era más rica e
interesante, se sentía menos segura para ambos. “No estoy seguro para nada de
adonde nos va a llevar esto, pero ciertamente no es aburrido”, dijo Julián.

Reinventando el Self

Parejas que se pueden recuperar exitosamente de una infidelidad generalmente


muestran un cambio significativo en el lenguaje: De “tu” y “yo” a “nuestro”, de
“cuando tu me hiciste esto” a “esto fue un evento en nuestra vida”. Hablan de
“cuando tuvimos nuestra crisis”, relatando la experiencia compartida. Ahora son
guionistas en conjunto, compartiendo los créditos por la gran producción de su
vida juntos.

Parejas que piensan en absolutos son menos capaces de integrar la infidelidad en


la nueva sustancia de su matrimonio y es más probable que se queden
estancados en el pasado. Para ellos, la infidelidad es mala y destructiva por
completo, una transgresión al compromiso y la moralidad. Un remordimiento
completo, seguido de una confesión dramática, promesas ineficaces de “nunca
mas”, perdón incondicional, y una absolución categórica son los únicos resultados
aceptables. Pero las cosas son mas fluidas para quienes ven la infidelidad como
un evento, que no importando cuan doloroso, puede contener las semillas de algo
positivo. Estas parejas entienden que el perdón no ocurre inmediatamente, y se
sienten OK con un perdón parcial. Lo más probable es que, luego de una traición,
la confianza no sea total. Cuando estas parejas hacen declaraciones como
“¿Cómo puedo confiar en ti de nuevo?, yo generalmente interrumpo, “Bueno,
depende. ¿Confianza para que?”

Sobretodo, lo que acerca a las parejas que usan la terapia para convertir la
infidelidad en una experiencia transformadora es que llegan a darse cuenta que
ésta no da respuestas claras, sino que provee de un foro indulgente en el que
pueden discutir sus ideas sobre traición, tanto sexual como emocional. Descubren
que estas discusiones pueden llegar a ser las bases de su nueva relación. Aún
cuando no desechan la idea de compromiso, aprenden a redefinirla de manera de
que se prevenga la recurrencia de infidelidades secretas y traiciones. Para ellos, la
monogamia significa lealtad emocional mutua, fidelidad, y el compromiso con la
relación primaria, aún cuando, para algunos, no necesariamente signifique
exclusividad sexual.

Descubren que la infidelidad no necesariamente apunta a fallas en la relación.


Estas parejas ven la infidelidad más como una declaración acerca de ellos mismos
que de su matrimonio. Cuando buscamos la mirada de otro, no siempre estamos
alejándonos de nuestra pareja sino de la persona en que nos hemos convertido.
No estamos buscando una pareja, sino otro Yo. Las parejas que se reinventan a sí
mismas pueden traer este otro Yo a su relación.

La gente se desvía por muchas razones – amor arruinado, venganza, deseos no


satisfechos y simplemente lujuria. A veces una infidelidad es una búsqueda de
intensidad, una rebelión en contra de los confines del matrimonio. Una unión ilícita
puede ser catastrófica, pero también puede ser liberadora, una fuente de fuerza,
de sanación. Y frecuentemente es todas estas cosas a la vez. Algunas
infidelidades son actos de resistencia; otras ocurren cuando no ofrecemos ninguna
resistencia. Desviarse puede hacer sonar una alarma en el matrimonio, señalando
una necesidad urgente de prestar atención a lo que lo aflige. O puede ser un grito
apagado que denote la muerte de la relación. Le digo a mis pacientes que la
mayoría de nosotros, en el Oeste, hoy en día, tendremos dos o tres matrimonios o
relaciones comprometidas a lo largo de nuestra vida. Para aquellos que sean lo
suficientemente valientes para intentar, se pueden encontrar a sí mismos teniendo
todos esos matrimonios con la misma persona. Una infidelidad puede significar el
final del primer matrimonio, así como el comienzo de uno nuevo.

Esther Perel, M.A., autora del bestseller internacional Mating in Captivity:


Unlocking Erotic Intelligence, es la galardonada con el premio 2009 de la Sociedad
para Terapia e Investigación sobre Sexo (Society for Sex Therapy and Research).
Esta en la facultad del Programa Internacional de estudios sobre el trauma y tiene
su practica privada en Nueva York
Psychotherapy Networker, july/august 2010

Traducción: AMR

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