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El espejo

El espejo me mira fijamente, es redondo, pequeño, y se puede abrir y cerrar, el espejo empieza a
sacar de sus dos orificios a los lados tímidamente sus alas doradas. Esperando que no le dé
absolutamente nada,

Ese espejo me da incertidumbre, lo he visto a dos cuadras a la derecha y dos cuadras a la izquierda,
ese espejo está esperando darme buena suerte, ese espejo vuela. Ayer estaba en el tejado de la casa
bajaba su vuelo a la altura de la ventana redonda, y lo ví, volando desde el techo, haciendo
movimientos en círculos en el aire, girando para volar. Voló y regresó a la calle sin salida. Lo perseguí
con mi buzo azul, el que me permite volar a la derecha. Besé dos veces su reflejo y este con sus alas
me arañó los labios y la garganta.

Los labios estaban húmedos por la sequía del aire, húmedos de ansias de usar el buzo rojo, que me
permite volar hacia la izquierda. Porqué se que fue para la derecha y descubriré su destino. Una vez
partí me topé con un vaso lleno de agua, el vaso me secó. Pero al fin y al cabo el espejo volador
desapareció y lo encontré en el vaso de agua, donde se suman las lagrimas del vuelo. Donde refleja
el brillo de la luna, tan lejos que parece cerca. Me zambullí en el vaso, y lo recorrí, ¿dónde estas reloj
volador? En el techo antes de salir en tu perdida, te encontré, te llamé, y partiste, te escribí y me
leíste. Sr. Reloj Volador, venga a mi hogar a sentirse incómodo, y desplazado. Reloj que no quise
encontrar, porque sus alas carecen de filo. Y la luna desaparece, Sr Reloj Volador, ahora juntos
cenemos y colemonos en esa fiesta, intercambiemos ideas que olvidamos, pero ante todo
permanece prófugo, prófugo de mis encuentros. Prófugo de mi amnesia y de mi culpa por lo que
haré solamente cuando tus aguijas marquen por última vez las 11:59.

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