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EL MAR

ALDO ARAEL

Para mi hija Aurora.


EL MAR
Aldo Arael

PERSONAJES

E
A
F

ESCENA I
Quiet - Deep Sleep.

En la penumbra de un cuarto blanco, sentado en un sillón también blanco, sus ropas se ven
desgastadas, viejas, pero también del mismo color: blancas. Ve una televisión donde se observan unas
cortinas movidas por el viento, a un lado de él, una computadora abierta, encendida, una página de
whatsapp donde intenta en vano escribir algo, no lo logra, recarga su cabeza en el respaldo del sofá, se
meza los cabellos. Abre su boca para tratar de respirar, parece que no lo logra. Respira al fin.

A: ¡Debo borrar todo! ¡debo borrar todo! ¡Que nada exista!

Se para, camina rápidamente por todo el pequeño cuarto, la única ventana visible es la del televisor.
Brinca al sofá y se acurruca en él. Se tapa los ojos con las manos.

A: ¡Cúbrase mi vista de lo que no quiero ver…! Hay una luz que me guía cuando cierro los ojos, una
forma cada vez más fuerte y grande… Aquí dentro, aquí está. Es como una estrella repleta de
sensaciones, una presencia elástica que respira y exhala el tiempo que vuelve… ¡No voy a abrir los ojos!
¡No los voy a abrir porque ahí está esa forma cada vez más y más oscura! Tengo que apretarlos para
llenarme de nuevo de estrellas, para estar de nuevo en contacto con mis espejos, ese otro mundo.

Se para en el sillón, quiere saltar, pero su cuerpo no responde.

A: ¡Sáquenme ya de este encierro! que tengo ganas de llorar, de moverme y no puedo.

La pantalla de la televisión brilla cada vez más intenso y una luz cegadora brota de ella iluminando por
completo únicamente a A.

A: Luz destellante no me heredes el dolor, enséñame a amarte.

La luz inunda el lugar totalmente.

ESCENA II
Vine a escuchar el mar.
A, logra saltar y cae en las aguas del mar, las olas ondean en calma. El sonido del mar apenas presente.

A: Di un gran salto mar y caí justo en tus entrañas. Vine a escucharte, pero apenas te oigo. Te veo, pero
me hablas muy bajito. Debes conceder mi estadía. Quería estar así, bañarme en tus olores, en las
fragancias de tus brisas, las que chispean en los terrenos del agua. Me gusta tu aroma, hueles a lluvia, a
paz, me calma… Pero tienes silencios… escondes voces, lo entiendo. Tampoco somos tan diferentes.
Los dos tenemos sales, más cuando alguien cae en las corrientes de nuestras olas… más.

Afuera del mar se escucha lejana la voz de una niña.

E: El mar, callado.
A: Las arenas moviéndose. Tan blanco he de verlo, broto de lo más profundo del mar, donde mi cuerpo
topa firme con cualquier objeto que se ponga en frente, casi ahogándolo con embestidas ¡y si!… llegar a
la orilla, terminando al fin en esta rebaba blanca; lo único bueno que he podido entregarte.
E: ¿Qué has visto de mí?
A: Quisiera verte más…, que el sol no fuera tan peligroso y salir a encontrarte. Y conocer las
oscuridades del ancho mar. Pero no ha sido posible, no sé si un día lo será. Hoy, solo quiero seguir
viendo el sol cada vez más cerca, sin que se aleje y me deje solo…, esta extraña sensación de paz, me
hace sentir que sigo cayendo. ¡Que ya no me siga moviendo los caminos!...
E: Es el mar que te arrastra hacia mí. Aquí estoy…

A, flota hacia E, pero choca contra una pared de cristal, como si de dos dimensiones se tratara. E,
queda al otro lado. A, parado de nuevo en el centro de la habitación blanca.

ESCENA III

La pared de cristal que contiene el mar y la luz que irradia E, impiden que A, vea claramente su rostro.
Avanza hasta la pared, pero se detiene cuando escucha su propia voz, ve su propia cara llamándolo
desde la pantalla del televisor.

A: (Desde el televisor hablándole a A, que está parado en el centro del cuarto.) Todo vuelve a un
recuerdo, a vida pasada…
A: (Hablando al televisor.) Pero de momentos felices…
A: (Desde el televisor.) Aunque dibujan en los ojos arrugas, de esta vida que no se detiene.
A: (Hablando al televisor.) Donde entregas más que momentos, que solo deberían ser nuestros y se nos
claven en el alma, por si algún día de ¡mi vida!... ha de volver.

Se escucha la risa libre de una bebé. A, corre por toda la habitación buscando de donde proviene la
risa. Ya no está nadie tras la pared de cristal.

A: Ha de volver, has de volver, siempre presente como lo más hermoso que me ha dado la vida y
también por eso, vale la pena vivirla.

Formas, siluetas sin rostro, cruzan rápidamente tras el cristal, van de un lado a otro, como si cada uno
estuviera en su propio cuarto blanco solitario.
A: (Desde el televisor.) Descubrí un mundo maravilloso, en los caminos que hemos recorrido juntos,
llenos de nuestras existencias.
A: (Observando el transitar de las figuras tras el cristal.) Siempre hemos encontrado seres amados,
viajando entre vidas que nos permiten soñar despiertos. (Las figuras se detienen y lo ven fijamente,
murmurando palabras inentendibles, a través del cristal.) ¡Y que nos sepa a primer encuentro y a las
veces que nos ha faltado el aire!

Una luz empieza a brillar y trata de abrirse paso entre las figuras oscuras.
E: ¡Rompe las distancias y cúbreme de sueños!

Gritando a través del cristal, las figuras se arremolinan cubriendo la luz, pegando su cara al vidrio.

A: Ven. Por tí me vuelco en dragón, con mi largo y peligroso hocico. Veo tus flores y me matan si no
estás. Anhelo ramos de rosas y tengo sueños eternos y me vuelvo a despertar sin saber qué realidad
estoy viviendo. ¿Y mi cola?…
A: (Desde el televisor.) No hables porque nos veremos en el reflejo de nuestro propio fuego.
A: (Queda como hipnotizado viendo el cristal.) La tierra está ardiendo y me da miedo lo que encuentro.

Las formas comienzan a agitarse violentamente.

A: Almas nocturnas, ya. Váyanse ya de los tiempos difíciles. Lleven a otro lado sus desgracias y
váyanse lejos de las mías… Ya no me traigan sus noches de insomnio.
E: ¿En dónde crees que terminará todo?
A: El infierno vino a mí, lograba cruzar los paraísos, me llenaba de ardiente sol, un paisaje demasiado
soleado que nacía para lograr verlo. Animales corriendo, pintados con fuego, como si el sol brillara
adentro, muy adentro. Tuve razón de mí, cuando comencé a ver las estrellas, corriendo al paralelo de un
río que nos refleja con diferentes formas y colores.
E: ¡Ya estoy aquí! Nací en los tiempos que predecían mis ancestros, todos concretados, lo ví. Vi mis
raíces y mi historia… ¡Te ví y no me importaron sus infiernos! ¡Se que enfrentarás todo por mí!

La luz intensa hace que las figuras caigan al piso. En el televisor deja de verse el rostro de A. Y desde el
cielo caen nubes gordas, oscuras, que obligan a A, a acostarse en el piso, tratando de que no avancen
más sobre él. Las olas del mar han entrado al cuarto, hacen que A, flote sobre ellas.

ESCENA V

Las aguas del mar inundan el cuarto haciendo que A y todos los objetos que ahí están, floten entre las
olas calmadas.

A: (A las nubes.) ¿Por qué se detienen al momento en que las veo? Solo me aplastan con su cuerpo. Allá
afuera todo se detuvo, igual que ustedes, la gente se detuvo, el tiempo se detuvo. Y yo sigo flotando en
este mar, sin poder dejar de ver el cielo, con rostros oscuros, plasmados, amenazantes y mi reflejo inerte.
Mar, dime que es cierto lo que estoy viendo! ¡Dime que no es un desvarío de mis insomnios! ¡Una
aurora rodeada por 51 palomas detenidas al son de mi mirada, de mis parpadeos, las conté. Me toman
entre sus patas, me llevan hacia las nubes, las cruzo y me dejan recostado sobre ellas… Pero ahí está el
sol. ¡El terrible sol…! Puedo ver el universo y todo su esplendor al apretar fuertemente los ojos. Este
mundo de estrellas al cual ahora pertenezco, que un día me formó como un torbellino de constelaciones
en un solo abrir y cerrar de ojos.
E: ¿Cuántos mares has recorrido?
A: Todos.
E: ¿Hay más?
A: Al principio, el mundo se oscurecía bajo una capa gigantesca de estrellas… Pero ahora está tu luz.
Solo tu luz.

Empieza a girar el sofá y vemos sentada a una niña rubia.

E: ¿Dónde camino que estés tú para encontrarnos nuevamente?


A: Aquí, cerca de tí. Siempre cerca. Pero aún no logro traspasar los espejos de mis realidades, los que
develan mi futuro… Les pongo la mirada enfrente con mis seis ojos que forman uno, el que me muestra
los caminos, pero no… No sé donde encontrarte, donde volver a besarte, dónde revivir esos momentos
que son tan nuestros… ¡Dónde! ¿Dónde? Vuelvan.
E: Me gusta como huele el mar, porque huele a tí, a mis recuerdos, el que volando recorro hasta su mero
centro. De dónde vienen mis sentimientos, los sonidos y todo lo que aún no conozco de mí. Con un
panorama muy limitado a mi alcance; al menos cuando camino a nuestro encuentro.
A: A mí tomando otras decisiones, poniendo atención en qué rumbo avanza el mar, ¡sus olas! meciendo
el destino en que llego al fondo. Viendo pasar mis decisiones. Las olas me tocan el rostro, me
transportan a las realidades más profundas, sus aromas que me inundan, su sal grabada en mis labios de
tanto beber. Los caminos que en el fondo recorro porque eres mar…
E: Hace tiempo veo correr las nubes en el cielo. En esta ciudad perdida que ahora habito.
A: Hace tiempo no me sentía tan solo. De estar bajo el agua con el cuerpo vacío de la noche anterior.
Insatisfecho, con miradas de intriga por no estar aquí.
E: No pertenezco a estos tiempos. Sé que lo sabes…
A: No supe más del mar, se me fue su aroma por la orilla de hechizos ríos. Por un momento creí cuando
me dijo que la misma agua inundaría nuestros cuerpos.
E: Este mar sigue avanzando.
A: Y yo me voy hundiendo cada vez más.

El mar escapa por la rendija de la puerta, quedando todo como estaba al principio, solo las nubes
continúan sobre él. E, ya no está sentada sobre el sillón.

ESCENA VI

De las nubes se desprenden formas que lo rodean. Son rayos de luz que lastiman a A, que lo hieren,
figuras de luz con forma de humanos que se deshacen en pedazos, convirtiéndose en lanzas que lo
clavan en lo más alto de la pared, el televisor deja ver un gran risco. Las formas de luz se resquebrajan
en trozos filosos de piedra, de mármol que se mueven vertiginosos y rebotan en las paredes blancas. La
niña rubia, de pie, no hace ningún movimiento para esquivarlos. Suena Beautiful Relaxing.

E: Dicen que cuando se duerme pasan tantas cosas… Pero esto no fue un sueño. Solo un recuerdo…
F:
Maldito.
Bastardo.
Sucio.
E: Ven.
F:
Desterrado
Enfermo.
E: Llega ya.
F:
Contaré tus secretos.
Todos sabrán quién eres.
¿Quieres que lo grite a los cuatro vientos?
Desaparecerás cuando lo haga.
E: ¡Llega ya a mi vida!
F:
Contaré tus secretos.
Desaparecerás cuando te conozcan.
Nada quedará oculto.
Pecador.
E: Te necesito.
A: Lárgate sol con tus rayos.
F:
Te quedarás solo.
Como un parásito pegado a estas paredes blancas.
Viendo eternamente ese televisor que no conduce a nada.
No hay ventanas.
No hay salidas.
Así estarás encerrado en largas paredes sin salida.
A: Vete
F:
¿Por qué?
A: ¿Por qué?
E: ¿Por qué ahora cuando al fin llegué?
A: Ven. Sana nuestras penas. ¡Llega a este anhelado encuentro!

La niña cierra los ojos, se cubre los oídos para no escuchar el infernal ruido de objetos que se
quiebran, voces de las formas que se distorsionan. El sol brilla fuerte en el televisor. Se escucha un
portazo, el televisor se apaga de pronto. El cuarto queda en penumbras. A, cae al piso. E, se protege en
una esquina.

A: ¡No me dejen aquí! ¡No me suelten! que no es momento aún. Qué aún debo entender lo que está
pasando y solo oigo tus pasos alejándote.
E: ¿Papá?
A: ¡Veo tu nombre! Escucho tu futuro.
E: Aquí estoy. Lo otro solo es un recuerdo que aún no acabo de entender en qué mundo pasó.
A: ¡Eres fruto del amor!
E. ¿Se amaban?
A: Por eso estás aquí.

Regresa la hermosa luz iluminando las grandes paredes.

A: Nunca te irás. He buscado tu encuentro. Hay en mi pecho esperanza y deseos de que vengas, de que
nuestro encuentro sea nuevo y abrazarnos despacio hasta que los años pasen. ¡No me dejes así, por Dios,
que espero que vuelvas!
E: ¿Qué haces metido en estas cuatro paredes?
A: Son solo espejos que reflejan mis miedos y me encierro en ellos para que no te miren a ti...
E: ¿Y porqué no tomas un mazo y haces un hueco?
A: Estoy listo. Dejé que entrara el mar y se llevara mis sales, y regara mis miedos en las orillas más
lejanas. Aquí estoy, preparado para vivir nuestros momentos, y con esperanzas en el pecho. Dejé todos
mis miedos regados a la orilla del mar. Y lo crucé hasta llegar aquí.
E: ¿Y tu conciencia dónde está?
A: Borrando los malos momentos cuando decidí ahogarme en ese mar. Ahí encontré tu risa y me
prometí nunca buscarte, solo encontrarte. Lo oscuro, los malos pensamientos, los dejé entre la
profundidad silenciosa del mar, en el fondo de la tierra… Y nadé y nadé hasta encontrar la salida. tomar
el aire necesario, siempre estaban presentes tus ojos, tus labios rojos dándome un beso de despedida, tu
rostro con tanta inocencia, sin entender qué pasaba, tus ojos con tanta ternura, tus manos que me
llamaban al encuentro y no pude tomar, no estaba cuando pasó…
E: Ya he trazado varias veces tu destino y siempre me lleva hacia tí…

E, se acerca a A, toma su mano. Las paredes crujen, caen. El sol intenso se oculta. E, se va.

ESCENA VII

A, está solo frente al mar, se escuchan el sonido de las gaviotas, de las olas. Entra E, aprisa, es una
joven.

E: ¿Dónde estás? Te busqué por toda la playa.


A: Vine a escuchar el mar, ya no siento sus olores, su aroma, el sol ya no me quema, todo está en calma.

El sol poco a poco se va metiendo. Se escucha una voz muy lejana.

F:
Contaré tus secretos.
A: No hay, los he dicho todos.
E: Ya no se seguirán moviendo los caminos.
A: Este mar que me arrastra de vez en cuando a los recuerdos.

Poco a poco se va viendo un cielo estrellado. E, cubre a A con una cobija.


E: Vamos a la cabaña, allá no está el mar, ni el sol. Solo tu computadora para que escribas. “La luz de
luna pinta tus rayos en mi piel”; me escribiste hace muchos años.
A: Sí. La luz de luna pinta tus rayos en mi piel. Sí… una historia que suplicaba que nunca te olvidaras
de mí.

Las estrellas brillan cada vez más.


Oscuro final.

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