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Apuntes de Clases (2021) Derecho Constitucional II

ESTADOS DE EXCEPCIÓN CONSTITUCIONAL

1. Noción y reglas generales.

Si bien la Constitución de 1980, a pesar de ser la primera en la historia


constitucional chilena que regula de forma sistemática esta materia, no define en
términos generales los estados de excepción constitucional, es posible considerarlos
como aquellas situaciones, delimitadas en tiempo y espacio, en las que, por decreto
del Presidente de la República, se autoriza la limitación generalizada de ciertos
derechos fundamentales, en los casos y modos que la Constitución expresamente
indica.
A este respecto, el artículo 39 de la Carta señala que “El ejercicio de los derechos y
garantías que esta Constitución asegura a todas las personas sólo pie ser afectado bajo las siguientes
situaciones de excepción (…)”. No obstante, es preciso recordar que, la afectación del
ejercicio de los derechos y garantías constitucionales no sólo puede realizarse
válidamente dentro de esto estados de excepción, como sucede, por ejemplo, con la
afectación de la libertad que imponen ciertas medidas cautelares y penas propias del
sistema penal, referidas a cada persona y caso concreto. De allí que haya que
puntualizar que la limitación extraordinaria que autorizan los estados de excepción es
aquella de carácter generalizado, y solo mientras se mantengan vigentes dichos
estados.
En este sentido, y como se entiende desde la teoría general de los derechos
fundamentales, especialmente en base a su estructura principial y aplicación vía
ponderación, cada limitación de derechos fundamentales debe respetar ciertos
estándares mínimos, entre los cuales destacan la necesidad de la limitación y su adecuación
a los fines perseguidos por ella. Por ello, cuando el artículo 39 enumera las situaciones
de excepción que autorizan esta afectación de garantías, termina señalando que ellas
sólo serán consideradas tales “cuando afecten gravemente el normal desenvolvimiento de las
instituciones del Estado”. Así, solo en esos casos, podrán considerarse válidas las
limitaciones a los derechos fundamentales que se decreten dentro de un estado de
excepción constitucional.
No obstante, por el artículo 45 de la Constitución queda claro que “Los
tribunales de justicia no podrán calificar los fundamentos ni las circunstancias de hecho invocadas por
la autoridad para decretar los estados de excepción constitucional”, lo que reafirma el carácter
eminentemente político y discrecional de esta atribución presidencial, sin que su
decisión de decretar un estado de excepción, en sí misma, sea controlable por la vía
jurisdiccional. La única posibilidad de control judicial recae “sobre las medidas particulares
que afecten derechos constitucionales”, es decir, no sobre la declaratoria de la excepción en
sí, sino en contra de las medidas lesivas que afecten concretamente a una persona (por
ejemplo, una expropiación, o una limitación de desplazamiento), respecto de las cuales
“siempre existirá la garantía de recurrir ante las autoridades judiciales a través de los recursos que
corresponda”, tales como, por ejemplo, las acciones de protección y amparo, las que

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siempre estarán sujetas al cumplimiento del presupuesta de la ilegalidad o arbitrariedad


del acto reclamado.
Continuando con lo anterior, la misma norma recién citada deja claro que,
cuando se practiquen requisiciones o limitaciones al derecho de propiedad que
importen privación de alguno de sus atributos esenciales y que causen daño, darán
derecho a indemnización en conformidad a la ley; situación que claramente es
extensible a los demás derechos constitucionales. La ley orgánica sobre estados de
excepción desarrolla esta materia, señalando en sus artículos 17 y siguientes algunas
normas especiales, como la obligación de practicar inventarios para la práctica de
requisiciones, y una regla de prescripción especial de un año desde el término del
estado de excepción, para la interposición de acciones indemnizatorias.
Asimismo, entre las reglas generales aplicables a los distintos estados de
excepción regulados por la Constitución, el artículo 44 establece una reserva de ley
orgánica constitucional para la regulación de esta materia, contemplando “lo
estrictamente necesario para el pronto restablecimiento de la normalidad constitucional”,
estableciendo además expresamente que “no podrá afectar las competencias y el
funcionamiento de los órganos constitucionales ni los derechos e inmunidades de sus respectivos
titulares”. Dicha ley corresponde a la ley 18.415, de junio de 1985, la que se mantiene
plenamente vigente regulando, desde la época del régimen militar, la declaración y
aplicación de los estados de excepción constitucional hasta el presente, siempre bajo
la limitación material que impone la Constitución en cuanto al principio de necesidad,
ya mencionado, y la prohibición de afectar el funcionamiento de los órganos
constitucionales.
Entre los aspectos regulados por esta ley, cabe señalar la distinción que realiza
entre la suspensión y la restricción de los derechos constitucionales, como dos formas de
afectación de derechos de naturaleza y forma diversa que contempla la Constitución:
“Artículo 12.- Entiéndese que se suspende una garantía constitucional cuando
temporalmente se impide del todo su ejercicio durante la vigencia de un estado de excepción
constitucional.
Asimismo, entiéndese que se restringe una garantía constitucional cuando, durante la
vigencia de un estado de excepción, se limita su ejercicio en el fondo o en la forma.”
Por tanto, esta distinción, que apunta a la totalidad o parcialidad de la
afectación del derecho, en cuanto se autorice a “impedir” o “limitar” su ejercicio,
habrá que tenerla presente al analizar las afectaciones de derechos que se permiten
por la Constitución en cada estado de excepción constitucional, los que varían caso a
caso, como veremos a continuación.
En cualquier caso, una regla general aplicable a todos los estados de excepción,
además de los principios de necesidad y adecuación ya mencionados, es su delimitación
temporal y territorial: en cada decreto de declaración de un estado de excepción
constitucional, el Presidente debe indicar el plazo por el cual se realiza dicha
declaratoria, y el territorio sobre el cual estas reglas de excepción resultarán aplicables.

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2. Estados de Asamblea y de Sitio.

Dentro de los presupuestos de hecho que considera la Constitución para la


declaración de un estado de excepción constitucional, se encuentra la situación de
“guerra exterior”, por la cual el Presidente de la República puede decretar el Estado de
Asamblea, que, siendo el más lesivo o gravoso de los estados de excepción, permite
limitar los siguientes derechos constitucionales:
a. Suspender o restringir:
a. Libertad personal,
b. Reunión,
c. Libertad de trabajo;
b. Sólo restringir:
a. Asociación,
b. Inviolabilidad de las comunicaciones privadas,
c. Propiedad.

Para ello, el presidente debe contar con el acuerdo del Congreso Nacional, el que
debe dar su respuesta dentro de 5 días, entendiéndose que lo aprueba tácitamente si
no se pronuncia. Con todo, mientras pende la decisión por parte del Congreso, la
Constitución autoriza al presidente a declarar este estado de forma inmediata, con la
posibilidad de ser controlado en su decisión por los tribunales de justicia, de manera
excepcional dentro de la regulación constitucional, como vimos.
Finalmente, en cuanto al plazo, sólo podrá extenderse este estado por el tiempo
que dure la guerra. Y conforme a la ley orgánica respectiva (artículo 8°), solo podrá
declararse por un plazo máximo de noventa días, pudiendo el Presidente de la
República solicitar nuevamente su prórroga o su nueva declaración si subsisten las
circunstancias que lo motivan.
Por su parte, el Estado de Sitio, procede en casos de “guerra interna o grave conmoción
interior”, y también necesita del acuerdo del Congreso Nacional, en los mismos
términos ya señalados, siendo igualmente posible su declaración inmediata, pero sólo
para restringir el derecho de reunión. En cuanto al plazo, sólo puede ser declarado por
el plazo de 15 días, prorrogables mediante la misma tramitación que su declaración
inicial.
Finalmente, por la declaración del estado de sitio, es posible realizar las siguientes
limitaciones a los derechos constitucionales:
a. Suspender o Restringir:
a. Reunión;
b. Sólo restringir:
a. Libertad de locomoción, y
b. Permitir el arresto de personas en sus moradas o en lugares que la
ley determine y no sean cárceles ni estén destinados a la detención o
prisión de reos comunes (libertad personal y seguridad individual).

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3. Estados de Catástrofe y Emergencia.

De acuerdo con el texto constitucional, el estado de catástrofe resulta procedente


ante aquellas situaciones que importen una “calamidad pública”, tales como incendios,
terremotos, o una situación sanitaria de gravedad, como la que actualmente sustenta
el estado de catástrofe nacional que se encuentra vigente desde marzo de 2020.
A diferencia de los estados de sitio y de asamblea, para la declaración de un
estado de catástrofe el Presidente de la República no requiere del acuerdo del Congreso
Nacional, sino simplemente informar a este de las medidas que se tomen con ocasión
del estado de excepción decretado, como serían, por ejemplo, restricciones al ejercicio
del derecho de locomoción, reunión o propiedad. Sólo para el caso de que el
Presidente deseare extender por más de un año el estado de catástrofe, requerirá del
acuerdo del Congreso Nacional. Con todo, el Congreso puede dejar sin efecto la
declaración del estado de catástrofe transcurridos 180 días desde esta si las razones
que la motivaron hubieran cesado. Además, conforme al artículo 8 de la ley orgánica
rectora en la materia, los estados de catástrofe deben declararse por un plazo máximo
de noventa días, siendo prorrogables por el mismo Presidente de la República
mientras subsisten las circunstancias que lo motivan.
En virtud de esta excepción constitucional, el Presidente de la República se
encuentra habilitado únicamente para restringir los siguientes derechos:
i. Locomoción,
ii. Reunión,
iii. Propiedad, y
iv. Autorizado para decretar aquellas medidas administrativas de carácter
extraordinario que sean necesarias para el restablecimiento de la
normalidad.
El ejemplo más claro y próximo del estado de catástrofe en Chile, lo
encontramos en el declarado a partir de la contingencia sanitaria provocada por la
pandemia de covid-19, a través del decreto 104 de 18 de marzo de 2020 del
MINISTERIO DEL INTERIOR Y SEGURIDAD PÚBLICA: “Declara estado de excepción
constitucional de catástrofe, por calamidad pública, en el territorio de Chile”1, y sus
sucesivas prórrogas, las últimas de las cuales han debido ser aprobadas por el
Congreso Nacional, conforme se estudió anteriormente.
En similar sentido, el estado de emergencia, que resulta aplicable ante
situaciones de “grave alteración del orden público” o “grave daño para la seguridad de la Nación”,
tampoco requiere del acuerdo del Congreso, sino sólo informar de las medidas
respectivas, salvo que se trate de prorrogar por más de una vez. Esto, porque por regla
general esta declaración tiene un plazo de 15 días prorrogables por 15 días más.

1BIBLIOTECA DEL CONGRESO NACIONAL (2020). Decreto 104 de 18 de marzo de 2020, del Ministerio
Del Interior Y Seguridad Pública: “Declara estado de excepción constitucional de catástrofe, por
calamidad pública, en el territorio de Chile”. Texto completo disponible en el siguiente enlace [fecha de
consulta: 24 de agosto de 2021]: https://www.bcn.cl/leychile/navegar?idNorma=1143580&idParte=0.
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Declarado un estado de emergencia, el Presidente tiene únicamente la


posibilidad de restringir dos derechos:
i. Locomoción, y
ii. Reunión.
Es en base a la autorización de limitación de los derechos de locomoción que,
por ejemplo, tanto en los estados de excepción decretados como emergencia el año
2019, y como catástrofe el 2020, se decretaron toques de queda en determinadas regiones
del país, en el primer caso, y en todo el territorio nacional, en el segundo.
En ambos casos, también, opera una misma regla constitucional, contenida en
los artículos 41 y 42 del Texto fundamental, en virtud de la cual, decretado uno de
estados de excepción, las zonas respectivas quedan “bajo la dependencia inmediata del Jefe
de la Defensa Nacional que designe el Presidente de la República”, quien “asumirá la dirección y
supervigilancia de su jurisdicción con las atribuciones y deberes que la ley señale”.
Conforme a lo anterior, es la ley 18.415 la que determina cuáles serán las facultades
y deberes del Jefe de Defensa Nacional durante estos estados de excepción, entre las
cuales se encuentran (artículos 5° y 7°):
a. Asumir el mando de las Fuerzas Armadas y de Orden y Seguridad Pública que
se encuentren en la zona declarada en estado de excepción, para los efectos de
velar por el orden público y de reparar o precaver el daño o peligro para la
seguridad nacional que haya dado origen a dicho estado, debiendo observar las
facultades administrativas de las autoridades institucionales colocadas bajo su
jurisdicción;
b. Controlar la entrada y salida de la zona declarada en estado de excepción y el
tránsito en ella;
c. Dictar medidas para la protección de las obras de arte y de los servicios de
utilidad pública, centros mineros, industriales y otros;
d. Ordenar el acopio, almacenamiento o formación de reservas de alimentos,
artículos y mercancías que se precisen para la atención y subsistencia de la
población en la zona y controlar la entrada y salida de tales bienes;
e. Determinar la distribución o utilización gratuita u onerosa de los bienes
referidos para el mantenimiento y subsistencia de la población de la zona
afectada;
f. Establecer condiciones para la celebración de reuniones en lugares de uso
público;
g. Difundir por los medios de comunicación social las informaciones necesarias
para dar tranquilidad a la población.
Asimismo, en virtud de los artículos 4° y 6° de la ley se establece una regla de
delegación de funciones en el Jefe de Defensa, conforme a la cual, declarado el estado de
catástrofe o emergencia, las facultades conferidas al Presidente de la República podrán
ser delegadas, total o parcialmente, en los jefes de la Defensa Nacional que él designe.
Sobre esta delegación, le ley puntualiza que el Presidente de la República la
realizará, al igual que las atribuciones que ejerza por sí mismo, mediante decreto

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supremo exento del trámite de toma de razón ante la Contraloría, pudiendo ser
firmado por el Ministro del Interior bajo la fórmula "Por Orden del Presidente de la
República" (art. 9); y que las facultades que el Presidente de la República delegue serán
ejercidas mediante resoluciones, órdenes o instrucciones también exentas del trámite
de toma de razón, pudiendo, además, en el caso de Jefes de la Defensa Nacional,
dictar los bandos que estimaren convenientes.
Estas normas de delegación resultan importantes, por cuanto de su cumplimiento
depende la validez de las medidas lesivas de derechos decretadas por los Jefes de
Defensa Nacional, tal como se discutió en Tribunales a propósito de los estados de
emergencia y toques de queda decretados en octubre de 2019 en distintas regiones del
país.
Y en esto, como en general, en todo lo relativo a las atribuciones de los órganos
constitucionales y la declaración y aplicación de los estados de excepción en particular,
conviene recordar las reglas fundamentales contenidas en los artículos 6° y 7° de la
Constitución, en cuanto consagración del principio de vinculación positiva,
supremacía constitucional y sometimiento del poder al Derecho, en virtud de los
cuales la actuación del poder público sólo es válida en los casos y formas determinados
por ley.
Así, por ejemplo, en noviembre de 2019 la CORTE DE APELACIONES DE LA
SERENA calificó de ilegal el toque de queda ordenado por Jefe de la Defensa local
durante el periodo en que rigió el estado de emergencia, ordenándole abstenerse de
decretarlo de nuevo. La Corte fundó su decisión en base a que "de la exhaustiva revisión
del Decreto Supremo N° 475 del Ministerio del Interior y Seguridad Pública, de fecha 20 de octubre
del 2019, que declaró Estado de Excepción Constitucional de Emergencia en las comunas de La
Serena y Coquimbo de la Región de Coquimbo, no aparece que el Presidente de la República haya
delegado sus atribuciones al Jefe de la Defensa Nacional de la Zona”. Y así, por tanto, “la
autoridad militar no se encontraba dotada de competencia para declarar la medida de toque de queda,
por cuanto sin haberse efectuado la delegación de facultades, la única autoridad competente para
declarar el toque de queda desde la fecha en que se decretó el Estado de Emergencia, era el Presidente
de la República quien, como se ha señalado, no ha delegado la facultad de disponer la restricción del
derecho de locomoción, mediante un decreto exento” (Sentencia de Protección Rol 3438-2019,
de 19 de noviembre de 2019)2.

2 DIARIO CONSTITUCIONAL (2019): “Corte de La Serena ordena a jefe de la defensa regional abstenerse
a decretar nuevamente toque de queda”. Disponible en el siguiente enlace [fecha de consulta: 24 de agosto
de 2021]: https://www.diarioconstitucional.cl/2019/11/20/corte-de-la-serena-ordena-a-jefe-de-la-
defensa-regional-abstenerse-a-decretar-nuevamente-toque-de-queda/.
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