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Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
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2. EL ORDEN PÚBLICO ECONÓMICO
El Derecho civil patrimonial se asienta sobre una serie de principios esenciales que organizan la
actividad económica. Estos principios, que son vinculantes (es obligatorio cumplirlos), se conocen
como orden público económico y definen la estructura básica del sistema económico de una
sociedad en un momento determinado. Así, el orden público económico estará constituido por
aquellas reglas que son básicas en el orden jurídico global y con arreglo a las cuales en un
momento dado aparece organizada la estructura y el sistema económico de la sociedad.
En la Constitución Española hay una serie de artículos de contenido económico que tiene por
objetivo determinar a qué sujetos se le atribuyen los bienes económicos y cómo se realiza el
intercambio y circulación de dichos bienes.
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TEMA 2
DERECHO DE LA PERSONA. LA REPRESENTACIÓN
1. LA PERSONALIDA JURÍDICA
1.1. La personalidad jurídica. La capacidad de la persona: capacidad jurídica y capacidad de
obrar
Desde el punto de vista jurídico ser persona equivale a tener aptitud para ser sujeto de
derechos y obligaciones. Todos los seres humanos tienen la consideración de personas.
El ordenamiento jurídico también concede aptitud para ser titular de derechos y
obligaciones a ciertas organizaciones humanas siempre que cumplan los requisitos legales. En
estos casos hablamos de personas jurídicas, para diferenciarlos de los seres humanos
considerados individualmente, denominados personas físicas.
La capacidad jurídica es la aptitud para ser sujeto de derechos y obligaciones y la tiene
toda persona por el mero hecho de serlo. La capacidad jurídica es una consecuencia indisoluble de
la personalidad jurídica. Tanto las personas físicas como las jurídicas tienen capacidad jurídica.
La capacidad de obrar consiste en la aptitud para adquirir derechos, asumir
obligaciones, ejercitar esos derechos y obligaciones y realizar eficazmente actos jurídicos. A
diferencia de la capacidad jurídica, la capacidad de obrar no es igual en todas las personas.
Mientras que toda persona tiene capacidad jurídica, la capacidad de obrar es graduable: puede
ser plena o estar limitada: la minoría de edad y la incapacitación. Las personas con capacidad
de obrar limitada no pueden ejercer eficazmente los derechos que les pertenecen ni celebrar
negocios jurídicos sin la intervención de otras personas que actúen en su lugar (representación
legal) o los asisten en la realización de actos jurídicos (curador).
Por otra parte, cuando una persona es insolvente, es decir, no tiene bienes suficientes para
pagar sus deudas, y es declarado en concurso de acreedores, se le imponen ciertas limitaciones en
relación con los bienes que forman parte del concurso, es decir, aquellos bienes que van a ser
utilizados para pagar a sus acreedores.
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muerte efectiva. La declaración de fallecimiento está prevista para supuestos en que un sujeto ha
desaparecido durante largo tiempo sin que se tengan noticias del mismo (10 años) o ha
desaparecido con ocasión de un acontecimiento que ha supuesto un riesgo real para su vida
(transcurridos 3 meses del siniestro sin que se tengan noticias del desaparecido). Genera
solamente una presunción de muerte, ya que cabe la posibilidad de que el declarado fallecido
aparezca, en cuyo caso debe dejarse sin efecto la declaración de fallecimiento. En tal hipótesis el
que había sido declarado fallecido tendrá derecho a recuperar los bienes que se hubiesen entregado a sus
herederos, sin embargo, la disolución del matrimonio es definitiva.
2.2. La emancipación
Existe una situación en la que el menor, antes de alcanzar la mayoría de edad, tiene una
situación parecida a la de la mayoría de edad. Es la emancipación.
El menor puede ser emancipado, a partir de los 16 años, por decisión de sus padres y con el
consentimiento del menor o por concesión judicial. También se le considera emancipado si
vive de manera independiente con el consentimiento de los padres, entendiéndose como
independencia económica (trabaja). Asimismo, puede quedar emancipado si contrae matrimonio.
Cuando el menor está sujeto a tutela y no patria potestad (menor huérfano) puede obtener el
denominado “beneficio de a mayor edad” que es equivalente a la emancipación.
La emancipación habilita al emancipado para actuar como un mayor de edad, aunque con
algunas excepciones, donde necesita el consentimiento de sus padres o del curador.
2.3. La incapacitación
La incapacitación es una limitación o modificación de la capacidad de obrar que puede
afectar a aquellas personas que, debido a una enfermedad o deficiencia persistente, de carácter
físico o psíquico, no pueden valerse por sí mismas.
En la sentencia debe determinar, atendiendo al grado de discapacidad del afectado, en qué
medida ha de quedar modificada su capacidad y si debe quedar sujeto a tutela o a curatela. El
tutor es representante legal del incapacitado, lo que significa que va a realizar actos y negocios en
sustitución de éste, debiendo además administrar sus bienes. El curador no es un
representante legal, es un sujeto que asiste al incapacitado a la hora de prestar consentimiento y
realizar ciertos actos o negocios completando su capacidad. La tutela supone un mayor grado de
limitación de capacidad.
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Lo normal es que la modificación de la capacidad de obrar tenga lugar en relación con personas
mayores de edad. No obstante, la ley permite que se refiera a un menor de edad si se prevé que la
enfermedad o deficiencia persistirá después de la mayoría de edad. En este caso, cuando el menor
alcanza la mayoría de edad, se prorroga la patria potestad de sus padres (la tienen tanto el
padre como la madre) consiste en una serie de derechos y obligaciones que tienen los padres sobre
los hijos. Los padres tienen como regla general la representación legal y administración de los
bienes de los hijos; se exceptúan los derechos a la personalidad (honor, imagen...) y la venta de los
bienes inmuebles de los hijos).
La capacidad de la persona que se ha modificado judicialmente no es definitiva. Puede que
sus causas no sean duraderas o que los síntomas se alivien. En tal caso, puede instarse un nuevo
proceso para modificar o dejar sin efecto la sentencia inicial. Tanto la sentencia como la resolución
deben inscribirse en el Registro civil.
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aquellas que persiguen un fin de lucro, conocidas como sociedades, y la asociación en sentido
estricto, que carece de fin lucrativo.
Tradicionalmente se ha identificado la noción de “fin de lucro” con la intención de obtener
ganancias para repartirlas entre los miembros de una agrupación. Sin embargo, existen
agrupaciones de personas que no persiguen un fin de lucro en el sentido expuesto, pero que tienen
como finalidad la obtención de ventajas económicas para sus asociados (cooperativas).
Las cooperativas no siempre reciben un porcentaje o participación de las ganancias obtenidas
por la cooperativa, pero extraen ventajas económicas derivadas de un ahorro de gastos o la
consecución de una mayor remuneración o mejores condiciones laborales.
En sentido estricto, el concepto de asociación hace referencia a las agrupaciones de personas
que persiguen un fin “extrapatrimonial” (religiosos, culturales, deportivos, etc.).
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Las fundaciones son organizaciones sin fin de lucro, pero además sus fines han de ser de
interés general, lo que implica que han de conllevar un beneficio para la comunidad. Es preciso
que la finalidad fundacional beneficie a colectivos genéricos de personas (enfermos de cáncer),
estando prohibido las fundaciones familiares y la que destinen prestaciones a beneficiarios
determinados.
Un elemento esencial para que pueda existir una fundación es la dotación, que es el patrimonio
inicial con base al cual se crea esta persona jurídica. Esa dotación puede estar compuesta por bienes
y derechos de cualquier clase, pero ha de ser suficiente para el cumplimiento de los fines
perseguidos por la fundación que se pretende constituir.
Pueden crear fundaciones tanto las personas físicas como jurídicas. Para ello deben
manifestar su voluntad de destinar un conjunto de bienes a un fin de carácter general. La escritura
pública de constitución debe contener los estatutos de esta e identificar las personas que van a
formar parte del órgano de gobierno de la fundación (patronato). Para que la fundación alcance
personalidad jurídica es necesario que se inscriba en el Registro de Fundaciones
correspondiente.
Pueden considerarse elementos esenciales de la fundación la dotación, el fin no lucrativo y de
interés general y la existencia de una organización, que debe plasmarse en los estatutos.
En cuanto a los órganos de la fundación, el órgano de gobierno y representación de esta entidad
se denomina Patronato, compuesto por un mínimo de tres miembros que han de elegir entre ellos
un presidente. El cargo de patronato es gratuito, es decir, no se percibe por ello ninguna
remuneración. El Patronato debe cumplir los fines de la fundación y administrar diligentemente
el patrimonio fundacional, y no tiene que limitarse a gastar el patrimonio de la fundación en la
realización de los fines previstos por el fundador. Lo normal es que la fundación realice actividades
económicas que le permitan obtener un mayor grado de cumplimiento de los fines perseguidos e
incrementar el patrimonio de la fundación. La gestión de la fundación es supervisada por un órgano
administrativo que se denomina Protectorado, y que depende, bien de la Administración
General del Estado (competencia estatal) bien de las Administraciones autonómicas (ámbito
autonómico).
Las fundaciones se extinguen p o r las causas establecidas en e l ar t í cu l o 31 de la
Ley de Fundaciones. La extinción debe ir seguida de un procedimiento de liquidación, realizado por el
Patronato bajo control del Protectorado, debiendo destinarse los bienes sobrantes a entidades no lucrativas
de interés general.
4. LA REPRESENTACIÓN
4.1. Concepto y tipos de representación
Existe representación cuando una persona, actuando en interés de otra, gestiona un
asunto de ésta última. El asunto gestionado ha de tener carácter jurídico y ha de obligar al
representante a relacionarse con una tercera persona. Existen tres protagonistas: representante,
representado y tercero, con quien el representante se relaciona.
Quien actúa en representación de otra persona debe hacerlo siempre en interés del
representado, llamado dominas o principal, pero puede actuar en:
Nombre propio, es decir, sin comunicar al tercero que está realizando una gestión
ajena, denominado representación indirecta.
Nombre del representado, en cuyo caso se pone en conocimiento del tercero que el
asunto gestionado pertenece al dominas o representado, denominado representación
directa.
La posibilidad de gestionar asuntos ajenos puede derivar de la voluntad del representado o de la
ley. En el primer caso estamos ante un supuesto de representación voluntaria. En el segundo
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caso se habla de representación legal.
La representación legal es un medio de suplir la limitada capacidad de una persona,
tanto los padres como el tutor son representantes legales. En estos casos es la propia ley quien
autoriza al representante a actuar en nombre e interés del menor o incapacitado y gestionar sus
asuntos. La representación legal es siempre un supuesto de representación directa, y los efectos
de la actuación del representante se producen directamente en la esfera jurídica del representado.
En la representación legal el representante es el único posible autor del negocio, ya
que se presupone que el representado no puede actuar válidamente por sí mismo. Esto constituye
una diferencia respecto de la representación voluntaria.
La representación voluntaria es una forma de colaboración entre representante y
representado que permite a éste ampliar sus posibilidades de actuación por medio del representante.
Puede ser directa o indirecta. Cuando la representación es directa los efectos jurídicos de la
actuación del representante se producen directamente en la esfera jurídica del representado. En
cambio, cuando la representación es indirecta es el representante quien queda vinculado
con el sujeto con quien ha contratado (tercero).
A. El apoderamiento
El negocio dirigido a la concesión del poder de representación se denomina apoderamiento.
El sujeto que concede el poder es llamado poderdante y la persona que recibe el poder, en
cuya virtud queda legitimado para actuar en nombre del representado, es denominado
apoderado. El apoderamiento en un negocio jurídico unilateral.
Para otorgar el poder el poderdante debe tener la capacidad de obrar que sea necesaria para
celebrar el negocio de que se trate. El poder de representación habilita al apoderado para actuar en
nombre y representación del poderdante, pero no le obliga a ello.
En la práctica es frecuente que el apoderamiento tenga su causa en la existencia de un contrato de
mandato previo. El mandato es un contrato por el cual una persona se obliga a hacer alguna
cosa por cuenta o encargo de otra. El mandato puede ir acompañado de un poder de
representación (mandato representativo) o no ir acompañado de él (mandato sin
representación).
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Si el representante traspasa los límites del poder, el negocio que haya realizado no vincula al
dominus y es ineficaz ante él.
C. El representante sin poder
Si un sujeto realiza cierto negocio actuando en nombre ajeno pero sin que se le haya otorgado un
poder de representación, denominado representante sin poder o un falso representante, los
negocios que celebre en nombre del representado no vinculan a éste a menos que los
ratifique.
La ratificación es una declaración de voluntad del dominus en virtud de la cual acepta las
consecuencias jurídicas de la gestión el representado. Si el dominus ratifica el negocio
realizado por el representante sin poder, entonces sí quedará vinculado por él. La ratificación
puede ser expresa o tácita, es decir, derivada de hechos concluyentes de los que quepa deducir la
voluntad de aceptar el negocio realizado por el falso representante.
Si el dominus no ratifica el negocio celebrado por el representante sin poder, dicho negocio es
ineficaz frente a él; se habla de nulidad, pero en realidad el negocio no es nulo, ya que basta con
que se produzca la ratificación del dominus para que el negocio sea eficaz. Si no tiene lugar la
ratificación, el representante sin poder quedará vinculado frente al tercero con quien
contrató y estará obligado a indemnizarle por los daños y perjuicios causados.
D. Incumplimiento de instrucciones
Este es el caso en que el representante, teniendo poder de representación y ejercitándolo dentro
de sus límites, incumple alguna de las instrucciones dadas por el poderdante. En este caso el
negocio es eficaz, y el representado queda vinculado. No obstante, el representante que ha
incumplido las instrucciones incurrirá en responsabilidad frente al dominus y deberá
indemnizarle de los daños causados.
E. Revocación del poder
El poder de representación puede ser revocado por el poderdante a su voluntad y sin
necesidad de expresar causa alguna. La revocación deber ser puesta en conocimiento del
apoderado para que surta efectos, ya que de otro modo se corre el riesgo de que este último siga
actuando en nombre del representado.
Si el representante contrata con un tercero una vez que se ha revocado su poder de
representación, los efectos que se producen son los mismos que si hubiera actuado con poder
de representación, es decir, el negocio celebrado por el representante no vinculara al dominus.
Pero sí al representante, provisto del inicial poder de representación, generó la confianza del
tercero en la existencia de su poder de representación, puede ocurrir que el dominus quede
vinculado como consecuencia de esa situación de apariencia.
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TEMA 3
EL CONTRATO
1.2. Clases
A. Contratos consensuales, reales y formales
Los contratos consensuales se perfeccionan, es decir, obligan por el solo consentimiento
de las partes sin necesidad de que éstas exterioricen la voluntad de una determinada forma.
Los contratos reales son aquellos que necesitan para su perfección, además del
consentimiento de las partes, la entrega de una cosa. Ej.: contratos de préstamos, depósito y
prenda.
Algunos contratos requieren que el consentimiento se manifieste de una forma especial
para que sean válidos. En estos contratos, los contratos formales, la forma se convierte en
solemne o ad substantiam, es decir, requisito de validez, con lo que su ausencia conlleva la nulidad
del contrato.
B. Contratos unilaterales y bilaterales
Los contratos unilaterales generan obligaciones sólo a cargo de una de las partes
(contrato de préstamo) mientras que en los contratos bilaterales ambas partes se obligan
recíprocamente una respecto de la otra (contrato de compraventa).
El hecho de que un contrato sea bilateral o unilateral está relacionado con el número de
obligaciones que de él nacen.
C. Contratos gratuitos y onerosos
En los contratos gratuitos una de las partes realiza un sacrificio patrimonial que no se
ve compensando por ningún beneficio como contrapartida. Ej.: donación.
En los contratos onerosos ambas partes realizan un sacrificio patrimonial que se ve
compensado con el correlativo beneficio que obtienen por el cumplimiento de la otra. Ej.:
compraventa. Todos los contratos bilaterales son onerosos, pero no todos los onerosos son
bilaterales.
D. Contratos típicos y atípicos
Los contratos típicos son contratos que están regulados de un modo específico en la ley.
Esto no implica que las partes, haciendo uso de su autonomía privada y dentro de sus límites, no
puedan convenir un contenido distinto del señalado legalmente. Ej.: compraventa, donación,
arrendamiento.
Los contratos atípicos son aquellos que carecen de regulación legal expresa y que surgen
de la combinación de contratos legalmente contemplados. Ej.: contrato de leasing.
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2. LA AUTONOMÍA DE LA VOLUNTAD
La dignidad de la persona y la libertad de empresa tienen su plasmación en el ámbito del Derecho
privado y en el principio de la autonomía de la voluntad, principio que implica conceder a los
sujetos el poder de autorregular sus intereses particulares. El Código dispone que los contratantes
puedan establecer los pactos, cláusulas y condiciones que tengan por conveniente siempre que no
sean contrarios a las leyes, a la moral, ni al orden público.
2.1. La ley
La ley es aquella que no puede ser excluida o alterada por pactos de las partes pues protege
un interés general o contiene derechos y obligaciones esenciales y no renunciables.
2.2. La moral
La moral hace referencia a un conjunto de valores éticos generalizados y admitidos por la
opinión colectiva en una sociedad determinada. Al ser un concepto jurídico indeterminado, es
cambiante y relativo, es decir, referido a una comunidad, momento y lugar concretos.
3.1. Consentimiento
El contrato se basa en la voluntad de las partes que consienten en obligarse, manifestándose
este consentimiento por el concurso de la oferta y la aceptación sobre la cosa y la causa que han de
constituir el contrato.
A. Capacidad para contratar
Según el Código Civil, no pueden prestar consentimiento los menores no emancipados ni los
incapacitados. Los contratos celebrados por menores o incapacitados por sí solos no son contratos
nulos sino contratos anulables. El fundamento de estas limitaciones es garantizar la libertad en la
formación del consentimiento de los contratantes, por lo que éstos deben contar con las aptitudes
mentales suficientes.
Distintas de las incapacidades generales son las prohibiciones legales para contratar. La
consecuencia de vulnerar estas prohibiciones es su nulidad radical por contravención de una
norma imperativa.
B. Autocontratación
Hay autocontratación cuando un contrato se celebra por una persona que actúa por nombre
e interés propio y también en el de otro sujeto al que representa, o bien se celebra por una
persona en nombre de dos sujetos diferentes, cuya representación ostenta. No obstante, la
jurisprudencia ha negado la validez del autocontrato cuando existe la posibilidad de que un sujeto
utilice la posición que ocupa de manera que peligre su imparcialidad.
En la actualidad, la autocontratación se acepta si ha existido consentimiento del representado y si
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no se evidencia en el caso concreto un conflicto de intereses.
3.2. Objeto
El segundo elemento esencial del contrato es un objeto cierto que sea materia del contrato.
Pueden ser objeto del contrato todas las cosas que no estén fuera del comercio de los hombres, así
como los servicios no contrarios a las leyes o a las buenas costumbres, siempre que no sean
imposibles y estén determinados. En todo caso, los requisitos que tiene que cumplir el objeto de un
contrato son: posibilidad, licitud y determinación.
A. Posibilidad
El objeto del contrato tiene que ser un bien posible, es decir, una cosa o derecho de existencia
actual o futura, o un servicio cuya ejecución sea posible.
El Código Civil se refiere a la imposibilidad duradera y puede ser una imposibilidad material o
jurídica, total o parcial. Por otra parte, la imposibilidad tiene que ser originaria. La consecuencia de
que el objeto no sea posible es la nulidad del contrato por falta de uno de sus elementos esenciales.
B. Licitud
El requisito de licitud respecto de las cosas se concreta en su comerciabilidad, ya que pueden
ser objeto de contrato todas las cosas mientras que no estén fuera del comercio de los hombres. En
cuanto a los servicios, el Código Civil entiende como ilícitos los contratos contrarios a las leyes o
a las buenas costumbres.
C. Determinación
El Código Civil exige que el objeto sea una cosa determinada en su especie, no siendo la
indeterminación en la cantidad un obstáculo siempre que sea posible determinarla sin
necesidad de nuevo convenio entre los contratantes. El objeto, en el momento de perfeccionarse el
contrato, debe quedar determinado o ser determinable.
3.3. Causa
El tercer elemento esencial del contrato es la causa. La causa a la que nos referimos es la causa
del negocio jurídico: la función económica típica del contrato, función que justifica que el
ordenamiento jurídico le reconozca validez y efectos a dicho negocio jurídico.
La causa en los contratos onerosos es la prestación o promesa de una cosa o servicio por la
otra parte; en los contratos remuneratorios, el servicio o beneficio que se remunera, y en los
gratuitos, la mera liberalidad. La causa se concibe como la finalidad económico-social del
contrato. Sin embargo, a veces son importantes los motivos particulares de los sujetos de la
celebración del mismo (causa concreta), pero solo cuando sean conocidos y exteriorizados por
ambas partes contratantes y hayan sido determinantes para la celebración del contrato.
Los requisitos de la causa son existencia, licitud y veracidad. Un negocio con causa
inexistente o con causa ilícita es nulo, no produce efecto alguno. Hablamos de causa ilícita
cuando las partes, al celebrar el contrato, persiguen una finalidad que es contraria a las leyes o a
la moral. Por último, la causa debe ser verdadera pues, de existir falsedad en la cusa, el contrato
será nulo. Habrá causa falsa cuando la finalidad concreta de las partes no coincida con la finalidad
económica de ese contrato.
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puede emitir el consentimiento mediante declaraciones tácitas de voluntad o hechos
concluyentes.
Los contratos serán obligatorios, cualquiera que sea la forma en que se hayan celebrado,
siempre que en ellos concurran las condiciones esenciales para su validez. Sin embargo, en
ocasiones concretas la ley exige que el consentimiento se exteriorice con una formalidad
especial de modo que, en caso contrario, el contrato es nulo por carecer de uno de sus elementos. En
estos casos se dice que la forma es ad solemnitatem o ad substantiam, es decir, necesario para que el
contrato sea válido.
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El Código Civil opta por la llamada teoría de la recepción: hay consentimiento desde que el
oferente conoce la aceptación o desde que, habiéndosela remitido al aceptante, no puede
ignorarla sin faltar a la buena fe. Así, se entenderá perfeccionado el contrato cuando la aceptación
haya entrado en la esfera de control del oferente. Hay una excepción a esta regla y es el supuesto de
la contratación mediante dispositivos automáticos. En este caso el consentimiento existe, no
desde que la aceptación llega al oferente sino desde que el aceptante la manifiesta.
Cuando oferente y aceptante se encuentran en lugares distintos, además de determinar en qué
momento se produce la perfección el contrato, es de interés señalar el lugar de celebración del
contrato para identificar el régimen jurídico aplicable.
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TEMA 4
INTERPRETACIÓN E INTEGRACIÓN DEL CONTRATO. EFICACIA E
INEFICACIA CONTRACTUAL
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4.1. Nulidad
Un contrato nulo no produce ningún efecto jurídico. Siendo el contrato nulo, las partes
pueden comportarse como si no se hubiera celebrado y no cumplirlo. Pero, si se ha efectuado
alguna prestación, todo deberá volver a la situación en que se encontraba con anterioridad a la
conclusión del contrato, como si dicho contrato nunca se hubiera otorgado. Un contrato nulo lo es
desde el momento mismo en que se concluye, nulidad ab initio (desde el principio).
Las causas de nulidad de los contratos son la infracción de una norma imperativa, la
inexistencia de alguno de los elementos esenciales, que el objeto sea indeterminado o ilícito, que
la causa sea ilícita y falta de forma cuando es requerida.
Se entiende que la nulidad opera ipso iure. Esto quiere decir que no es necesario que se inicie
una acción judicial para solicitar que se declare el contrato nulo; las partes podrían comportarse
como si el contrato no se hubiera celebrado nunca. La acción para solicitar que se declare la nulidad
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de un contrato puede instarse en cualquier momento pues no existe plazo para ellos, es
perpetua. Finalmente, debemos decir que la nulidad puede ser parcial.
4.2. Anulabilidad
La anulabilidad no protege intereses públicos como la nulidad, son los intereses privados de
las partes del contrato; se pretende con ella proteger a una de las partes.
A. Causas de la anulabilidad
a) Vicios del consentimiento:
Error. El error constituye un falso conocimiento de la realidad que lleva a la emisión
de una declaración no querida realmente. Para que el error en el consentimiento invalide el
contrato el error debe ser esencial, es decir, debe recaer sobre elementos del contrato
que han sido determinantes a la hora de tomar la decisión de contratar. Ahora bien, las
circunstancias tenidas en cuenta por alguna de las partes como presupuesto del negocio, para
que puedan dar lugar a un error relevante, deben haber sido conocidas por el otro
contratante, bien porque se las haya comunicado, bien porque se deduzcan del contexto o de
los usos.
Además, nuestros tribunales han añadido el requisito de la excusabilidad. El error es
inexcusable si pudo ser evitado empleando la diligencia. Con el requisito de
excusabilidad se pretende impedir que se proteja al que ha sufrido el error cuando no
merece protección por su conducta negligente.
También ha de tenerse en cuenta el comportamiento de la parte que no sufre el error,
porque puede ocurrir que ésta, con su conducta, haya provocado el error. En este caso,
aunque el que yerra no haya sido diligente al concluir el contrato, el interés de la otra parte
no será digno de protección y por lo tanto el contrato podrá anularse.
Violencia. Existe violencia cuando, para obtener el consentimiento, se emplea una
fuerza irresistible. La violencia invalida el consentimiento, tanto si es ejercida por la otra
parte del contrato como si lo es por un tercero que no intervenga en el contrato.
Intimidación. Hay intimidación cuando se inspira a uno de los contratantes el temor
racional y fundado de sufrir en su persona o bienes un mal inminente y grave. La
amenaza deber ser de tal naturaleza que pueda influir en el ánimo de una persona sensata,
pero para determinar si efectivamente ese temor es racional y fundado y puede entenderse
que la amenaza ha llevado al afectado a contratar se tienen en cuenta las
circunstancias personales, la edad y condición de la persona.
El llamado temor reverencial es el temor de defraudar a las personas a las que se tiene
respeto, no anula el contrato.
Dolo. Hay dolo cuando con palabras o maquinaciones insidiosas (contienen un engaño
oculto) de parte de uno de los contratantes es inducido al otro a celebrar un contrato
que, sin ellas, no hubiera hecho. Para que el dolo produzca la nulidad de los contrataos,
deberá ser grave y no haber sido empleado por las dos partes contratantes. También
constituye dolo la omisión de hechos o circunstancias determinantes para la conclusión
del contrato y respecto de los que existe un deber de informar.
Para que el dolo conlleve la anulación del contrato deben concurrir varios requisitos: una
maquinación engañosa dirigida a provocar la declaración que sin él no hubiera concluido
el negocio. Que sea grave y que no haya sido causado por un tercero ni usado por las dos
partes.
El dolo incidental no es grave porque no afecta a un elemento del contrato que ha sido
fundamental a la hora de contratar, sino a alguna circunstancia accesoria, y no produce
la anulabilidad del contrato, sólo obliga al que lo empleó a indemnizar los daños y
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perjuicios.
También invalida el contrato el llamado dolus bonus, que hace referencia a las actuaciones
permitidas y reconocidas socialmente para conseguir que la otra parte concluya el contrato.
b) Falta de suficiente capacidad de obrar.
c) Falta de consentimiento del cónyuge cuando sea necesario para el contrato.
4.4. Rescisión
El Código Civil establece una serie de casos en los que un contrato válido puede devenir
ineficaz porque produce un perjuicio que el Código considera ilícito. Se trata de las rescisión de
los contrataos, tipo de ineficiencia que no se debe a un defecto en la formación del contrato, sino
que tiene su origen en que los efectos que el contrato produce pueden ser fraudulentos para una
de las partes o para terceros afectados por el contrato.
Las principales causas de rescisión son numerus calusus, de manera que no existen otros casos de
rescisión de los contratos sino los establecidos en la ley. La rescisión es un remedio subsidiario, lo
cual supone que sólo pueda acudirse a él si no existe otro remedio para ese perjuicio. La causa de
rescisión más relevante en la práctica es la de los contratos celebrados en fraude de acreedores,
los cuales son rescindibles cuando éstos no puedan de otra manera cobrar lo que se les deba.
Cuando el deudor ha concluido contratos para perjudicar a sus acreedores, el acreedor está
legitimado para interponer una acción rescisoria, la denominada acción pauliana. Esta acción
confiere al acreedor el poder de atacar las enajenaciones que el deudor ha llevado a cabo cuando el
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deudor se ha colocado en una situación de insolvencia y la enajenación hecha por el deudor tiene
carácter fraudulento. La enajenación tiene la consideración de fraudulenta cuando se realiza a título
gratuito, pues no es justo que el deudor beneficie a terceros en perjuicio de sus acreedores.
El efecto de la rescisión de un contrato es que obliga a las partes del contrato rescindido a
restituir las cosas objeto de contrato con sus frutos y el precio con sus intereses. La restitución
no tiene lugar cuando la cosa objeto de contrato está legalmente en posesión de un tercero de
buena fe. En este caso, la obligación de restitución se convierte en una obligación de la persona que
causó la lesión de compensar el daño causado.
La acción para pedir la rescisión dura cuatro años. Se entiende que es un plazo de caducidad, es
decir, no susceptible de interrupción.
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TEMA 5
LA OBLIGACIÓN
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de indemnizar porque mediante una acción antijurídica una persona ha causado daño a
otra y ese daño debe ser reparado.
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presume igual.
La solidaridad pasiva cumple una función de garantía, ya que el acreedor puede exigir el
cumplimiento de la totalidad de la prestación a su favor a cualquiera de los deudores o si lo prefiere,
a varios o a todos ellos y, mientras que la deuda no resulte pagada por completo, el acreedor, aunque
haya reclamado a un deudor, podrá reclamar a los demás. Por tanto, el acreedor podrá exigir el pago
total de la deuda a aquel o aquellos que sean solventes. Si uno de los deudores solidarios es
insolvente, su falta de solvencia es suplida por los codeudores a prorrata de la deuda de cada uno.
El pago por cualquiera de los deudores tiene como consecuencia la extinción de la obligación y la
liberación de todos los deudores frente al acreedor. La llamada relación externa, junto a otros
destinados a la relación entre los deudores vinculados solidariamente, o entre los acreedores entre sí,
la relación interna.
En la relación externa la idea primordial es que cada deudor debe la totalidad de la
prestación. En cambio, en la relación interna prima la idea de que cada deudor lo es por su parte
correspondiente y, por tanto, la deuda debe dividirse entre todos los codeudores.
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consiga un resultado. En las obligaciones de resultado el deudor sólo cumple cuando se obtiene
el resultado pactado.
La obligación de no hacer es un comportamiento negativo desempeñado por el deudor
consistente en una omisión o una abstención.
La omisión puede tener dos manifestaciones: la simple y la mera actividad o la consistente en
que el deudor permita al acreedor realizar una actividad sin poner obstáculos a la misma. En caso de
incumplimiento de la obligación de no hacer, el acreedor tiene derecho a que se deshaga lo
indebidamente realizado y, si ello no fuera posible, a que se le indemnicen los daños y perjuicios
causados por el incumplimiento.
Cuando la prestación consiste en la entrega de una suma de dinero, la obligación se denomina
pecuniaria o dineraria. La deuda es de dinero cuando éste funciona en la obligación como medio
de cambio de cosas y de servicios. El acreedor busca la entrega de una cantidad determinada de
dinero. La deuda de valor, cuando el dinero no es lo buscado por el acreedor y funciona como
sustitutivo de otros bienes o servicios. Consiste en entregar el valor en dinero de un bien o servicios.
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TEMA 6
EL CUMPLIMIENTO DE LAS OBLIGACIONES
1.2. Sujetos
Los sujetos intervinientes en el pago son: solvens, que es quien paga o cumple la obligación; y el
accipiens, que es quien recibe o a favor de quien se realiza la prestación. El llamado a realizar el
pago (solvens) es el deudor. Y, el llamado a recibirlo (accipiens) es el acreedor. Sin embargo, el
pago puede realizarlo una persona que no sea el deudor y considerarse cumplida la obligación.
A. Solvens
En las obligaciones de dar no será válido el pago hecho por quien no tenga la libre
disposición de la cosa debida y capacidad para enajenarla. Sin embargo, si el pago hubiere
consistido en una cantidad de dinero o cosa fungible, no habrá repetición contra el acreedor que
la hubiese gastado o consumido de buena fe.
En cuanto a la capacidad para realizar el pago, se deducen las siguientes conclusiones:
El pago realizado sin la capacidad requerida para ello no es un pago regular y, por tanto,
no podrá considerarse cumplimiento de la obligación.
El solvens debe tener la libre disposición de la cosa debida y capacidad para enajenarla, por
tanto, el pago por quien carece de la capacidad exigida para ello es anulable.
Las prestaciones de hacer, por su propia naturaleza no se pueden restituir o devolver. Se
entiende que el pago por el incapaz de una obligación de hacer o de no hacer será válido. Por
tanto, siempre quedará la posibilidad de impugnar el negocio que dio lugar al nacimiento de
la obligación, con la consiguiente pretensión de restitución del valor estimado.
En cuanto al accipiens, en caso de que el pago no sea válido, se pueda reclamar al acreedor
que lo recibió salvo que hubiere gastado la cosa o consumido de buena fe.
B. Pago por tercero
El pago lo puede hacer una persona distinta del deudor, tanto si el deudor lo sabe como si no
lo sabe; e incluso si se opone a ello. Y tanto si quien paga tiene un interés propio en la obligación
como si no es así.
Por una parte, en relación con la obligación, el pago por tercero no podrá ser rechazado por el
acreedor y, por tanto, se considerará válido. Por otra parte, una vez que el tercero realiza el pago de
una deuda ajena, el Código prevé tres procedimientos para reequilibrar su patrimonio
interviniendo de algún modo el patrimonio del deudor:
Subrogación del tercero en la obligación pagada: mediante la subrogación, el tercero
(solvens) se coloca en la misma situación jurídica que ocupaba el acreedor a quien él
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pagó. Para que se produzca la subrogación es requisito indispensable que el tercero no haya
pagado ignorándolo el deudor. Se presume la subrogación cuando un acreedor pague a otro
acreedor preferente, cuando un tercero sin interés en la obligación pague con aprobación
expresa o tácita del deudor o cuando el tercero que pague tenga interés en el
cumplimiento de la obligación.
Acción de reembolso a favor del tercero: el tercero puede reclamar al deudor lo que
hubiera pagado. La obligación inicial se ha extinguido y se ha generado una nueva, que incluye
como acreedor al tercer solvens y que tiene por objeto el reintegro de lo pagado.
Acción de enriquecimiento a favor del tercero (actio in rem verso): si el tercero paga
sin el consentimiento del deudor, pero sin que este se oponga (ya que el deudor ignora
que otra persona paga la deuda en su lugar), el tercer solvens dispone únicamente de una
acción de reembolso, no tiene, por tanto, derecho a subrogarse. Por último, si el tercer
solvens actúa pese a la oposición del deudor, sólo le corresponde acción para repetir
aquello en lo que el pago hubiera sido útil al deudor.
C. Accipiens
El pago deberá hacerse a la persona en cuyo favor estuviese constituida la obligación, o a
otra autorizada en su nombre. Como regla general, al Accipiens tan solo se le requiere tener
capacidad para administrar. Si careciese de ella, los llamados a recibir el pago serían las
personas que ostentasen su representación. Tampoco podrá considerarse válido el pago aceptado
por el acreedor que no tiene la libre disponibilidad sobre el crédito.
D. Pago a tercero
En relación con el Accipiens, también es válido el pago que se realiza a un tercero autorizado
por el acreedor, sea la autorización expresa (cuando facilito mi cuenta bancaria) o tácita (si en el
taller entregan el coche reparado al chofer del dueño del vehículo).
También resulta un pago que libera al deudor el hecho de buena fe a quien estuviera en
posesión del crédito y, por tanto, fuese un acreedor aparente. Pero dado que la buena fe se predica
del Solvens, este pago, aunque libera al deudor, podrá ser impugnado por el verdadero acreedor,
que deberá dirigirse contra el acreedor aparente que cobró lo que no le correspondía.
Por último, el Código Civil admite también la validez del pago realizado a favor de un
tercero que ni siquiera sea aparente, ni actúe con autorización del acreedor. Pero, en este caso, se
considera pago y libera al deudor sólo en la medida en que se hubiera convertido en utilidad del
acreedor.
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Obligaciones:
Puras: son exigibles desde luego.
Condicionales: son exigibles cuando se cumplen la condición.
A plazos: son exigibles cuando el día llegue.
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TEMA 7
EXTINCIÓN Y MODIFICACIÓN DE LAS OBLIGACIONES
1. LA CONDONACIÓN
La condonación o perdón de la deuda se produce cuando el acreedor manifiesta su voluntad
de que quede extinguida la obligación y liberado el deudor sin recibir contraprestación a
cambio. Implica un acto de liberalidad porque el deudor queda liberado mientras que el acreedor no
ve satisfecho su derecho a crédito.
La condonación tiene como carácter esencial la gratitud y es irrevocable. La idea fundamental
es que no hay argumentos en el Código para impedir que el acreedor pueda por sí solo renunciar al
derecho de crédito y extinguir la obligación sin contar con la voluntad del deudor.
La condonación puede ser expresa o tácita. Hay condonación expresa cuando la voluntad del
acreedor de perdonar la deuda se manifiesta de forma expresa mediante un documento escrito.
Y hay condonación tácita cuando la voluntad de extinguir el derecho de crédito es el resultado de un
comportamiento inequívoco por parte del acreedor. Ambas formas estarán sometidas a los
preceptos que rigen las donaciones inoficiosas.
En la solidaridad activa o de acreedores el perdón de la deuda llevado a cabo por cualquiera de
los acreedores extingue la obligación, si bien el acreedor que ha perdonada la deuda tendrá que
abonarles la cantidad que cada uno debería haber cobrado si no se hubiera condenado la deuda.
En la solidaridad pasiva la remisión hecha por el acreedor afecta a todos los deudores y si es
total producirá la extinción de la obligación. Cabe la posibilidad de que el deudor realice la
condonación a favor de tan solo uno de los deudores, en cuyo caso el deudor quedará liberado
frente al acreedor y los demás deudores verán reducido el montante de la deuda en la parte de aquél.
3. LA COMPENSACIÓN
La compensación es un medio de pago o cumplimiento de la obligación que puede producir
la extinción total o parcial de una o varias deudas a la vez. Tendrá lugar cuando dos personas,
por derecho propio, sean recíprocamente acreedoras y deudoras la una de la otra.
Podemos distinguir entre compensación legal o voluntaria. La compensación legal es la que
aparece regulada en el Código Civil. La voluntaria es la que se produce por voluntad de las
partes cuando falta alguno de los requisitos para que pueda llevarse a cabo la compensación legal.
Para que proceda la compensación legal es necesario que se den una serie de requisitos que
afectan a las obligaciones a extinguir. Entre los requisitos objetivos destacan:
Los créditos y las deudas a extinguir deber ser homogéneas.
Las deudas deben estar vencidas. La deuda está vencida cuando ha llegado el día fijado para
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su cumplimiento.
Las deudas deben ser líquidas.
Que sobre ninguna de las deudas haya retención judicial o contienda promovida por terceras
personas y notificada debidamente al deudor.
Los requisitos subjetivos son:
Que exista reciprocidad de créditos y deudas.
Que acreedor y deudor lo sean por derecho propio.
El crédito y la deuda deben tener la misma categoría jurídica dentro de la relación obligatoria.
El efecto de la compensación consiste en extinguir una y otra deuda en la cantidad
concurrente. El automatismo significa que opera retroactivamente, es decir, que se considera
extinguida la obligación desde la coincidencia de crédito y deuda. La extinción se produce
únicamente en la cantidad concurrente. Lo que quiere decir que si una de las deudas o créditos es
superior al otro, se estará ante un supuesto de pago parcial.
4. LA NOVACIÓN
La novación es la acción o efecto de novar, lo cual significa sustituir con una obligación
otra otorgada anteriormente, la cual queda anulada en este acto. El Código Civil regula la novación
como modo de extinguir las obligaciones.
Conviven la novación extintiva y la modificativa, lo que quiere decir que una obligación
puede ser sustituida por otra posterior, extinguiéndose la primera, o se pueden introducir en
la obligación simples cambios o alteraciones de alguno de sus aspectos no fundamentales, en
cuyo caso el negocio se mantiene. La novación extintiva no se presume y es de interpretación
restrictiva, debiendo entenderse que las partes han querido la novación modificativa como efecto
más débil. Para que la novación sea extintiva es necesario que se den los siguientes requisitos:
Que la obligación extinguida sea una obligación válida.
Que exista voluntad de novar, pero si no han declarado su voluntad es necesario que la
antigua y la nueva sean de todo punto incompatibles, para que se produzca el efecto
extintivo de la novación.
Cuando la obligación principal se extinga por efecto de la novación, solo podrán subsistir las
obligaciones accesorias en cuanto aprovechen a terceros que no hubiesen prestado su
consentimiento.
4.1. La modificación de las obligaciones: cesión del crédito y subrogación por pago
A. La cesión al crédito
La cesión al crédito es una forma de novación de las obligaciones en la que el acreedor cede
el derecho de crédito que posee frente al deudor a un tercero que lo adquiere. Es una novación
subjetiva porque hay un cambio de acreedor.
Hay cesión de crédito cuando, por virtud de un acuerdo de voluntades entre el antiguo y el nuevo
acreedor, la titularidad del derecho de crédito se trasmite al segundo, quien se subroga o asume la
posición jurídica del primitivo acreedor.
Los sujetos de la cesión de créditos son el cedente (antiguo) y el cesionario (nuevo). El
llamado “deudor cedido” no es parte del negocio de cesión porque no tiene que manifestar su
consentimiento para que produzca efectos la cesión.
El objeto de la cesión es todo crédito que sea trasmisible. Únicamente no lo serán aquellos sobre
los que recaiga una prohibición legal o aquellos sobre los que las partes hayan decidido
convencionalmente su intransmisibilidad.
La cesión de un crédito no precisa, para su validez, otra forma que la requerida con carácter
general para el negocio jurídico utilizado para realizar la cesión.
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Relación entre el cesionario y el deudor cedido. Desde el momento en que se otorgan los
consentimientos del cedente y del cesionario. Aunque el deudor cedido no interviene en el
negocio de cesión, debe tener conocimiento de la cesión. La notificación debe realizarla el
cedente o el cesionario ambos de común acuerdo.
Relación entre cedente y cesionario. Es la que surge directamente como consecuencia del
negocio de cesión, que es el que produce la transmisión del derecho de crédito del cedente al
cesionario. En estos casos el cedente de buena fe responderá del precio recibido y de los
gastos. El de mala fe responderá siempre del pago de todos los gastos y de los daños y
perjuicios.
Relación entre el cedente y el deudor cedido. Si el deudor cedido paga al cedente
antes de habérsele notificado la cesión, el pago está bien hecho y produce la extinción de la
obligación y liberación del deudor. Después de la notificación el deudor cedido es ya deudor del
cesionario y a éste último tendrá que realizar el pago para quedar liberado.
B. La subrogación por pago
La subrogación es la sustitución de un nuevo acreedor en lugar del antiguo. La
subrogación transfiere al subrogado el crédito con los derechos a él anexos, ya contra el deudor, ya
contra terceros, sean fiadores o poseedores de las hipotecas.
La diferencia entre la cesión de créditos y la subrogación en el crédito se encuentra en que la
cesión es el cauce para realizar el interés de la circulación del crédito, que se considera un
bien patrimonial susceptible de tráfico jurídico. La subrogación tiene su fundamento en el interés
del subrogado para recuperar un desembolso patrimonial que ha efectuado al acreedor
satisfecho, ya que normalmente se produce en los casos en que la deuda ha sido pagada por un
tercero.
Se presumirá que hay subrogación cuando el acreedor pague a otro acreedor preferente,
cuando paga un tercero con la aprobación del deudor y cuando pague un interesado en el
cumplimiento de la obligación.
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TEMA 8
EL INCUMPLIMIENTO DE LAS OBLIGACIONES
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B. Efectos de la mora
La obligación de indemnizar por los daños causados por el retraso. No obstante, cuando
se trata de una obligación pecuniaria la indemnización consiste en el pago de intereses. Se
dispone que se abonarán los intereses convenidos por las partes o, si las partes no pactaron el tipo de
interés, el interés legal.
La obligación de indemnizar si, con posterioridad a la mora, la prestación deviene de imposible
cumplimiento por caso fortuito. A esta consecuencia se la denomina habitualmente perpetuario
obligationis.
C. Cesación y purga de la mora
Los efectos de la mora cesan para el deudor cuando éste cumple su obligación o cuando el
acreedor le concede un nuevo plazo para cumplir. También cuando es el propio acreedor quien
incurre en mora. En este caso se habla de cesación de la mora.
Si el acreedor renuncia a reclamar al deudor cualquier indemnización debida por haber
incurrido en mora. En ese caso se habla de purga de la mora.
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empresario pueda ocasionar la huelga.
La actividad de los auxiliares o dependientes del deudor. El deudor responde siempre
por los hechos de sus dependientes y auxiliares.
Los fallos que tengan su origen en los materiales o elementos utilizados en la actividad
empresarial o profesional.
En cambio, pueden considerarse supuestos de caso fortuito o fuerza mayor, y el deudor no
responde:
Los actos y decisiones de la Administración que impidan cumplir la prestación siempre
que fuesen imprevisibles, y el deudor no haya podido evitarlo haciendo todo lo que está en
su mano.
Los fenómenos y eventos naturales siempre que no debieran haber sido previstos, por
ser habituales en la zona de que se trate o sean consecuencia de la propia negligencia del deudor.
Sin embargo, esto no impide que el acreedor pueda usar otros remedios, como la acción de
cumplimiento o la resolución.
Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
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podría optar entre exigir al deudor la indemnización de los daños y perjuicios sufridos o bien
adquirir el commodum representationis (otro objeto parecido que cumpla la misma función).
En este caso, si el valor del commodum representationis no cubre todos los daños producidos podría
reclamar además una cantidad adicional hasta cubrir esos daños.
4. LA RESPONSABILIDAD CONTRACTUAL
Hablamos de responsabilidad contractual para aludir a la obligación del deudor de
reparar los daños que su incumplimiento ha provocado al acreedor. Sólo puede utilizarse
cuando el incumplimiento es imputable al deudor.
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El daño emergente comprende el valor de la prestación no realizada.
El lucro cesante comprende las ganancias que el acreedor habría podido obtener si
la obligación no hubiese sido incumplida. Para considerar la ganancia como probable hay que
estar al grado de previsibilidad conforme al curso normal de los acontecimientos.
El daño moral alude fundamentalmente a los sufrimientos, disgustos, molestias o
incomodidades que el acreedor pueda padecer como consecuencia del incumplimiento.
En cualquier caso, corresponde al acreedor que ejercita la acción de responsabilidad
contractual probar la existencia y alcance del daño derivado del incumplimiento.
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TEMA 8
EL INCUMPLIMIENTO DE LAS OBLIGACIONES
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B. Efectos de la mora
La obligación de indemnizar por los daños causados por el retraso. No obstante, cuando
se trata de una obligación pecuniaria la indemnización consiste en el pago de intereses. Se
dispone que se abonarán los intereses convenidos por las partes o, si las partes no pactaron el tipo de
interés, el interés legal.
La obligación de indemnizar si, con posterioridad a la mora, la prestación deviene de imposible
cumplimiento por caso fortuito. A esta consecuencia se la denomina habitualmente perpetuario
obligationis.
C. Cesación y purga de la mora
Los efectos de la mora cesan para el deudor cuando éste cumple su obligación o cuando el
acreedor le concede un nuevo plazo para cumplir. También cuando es el propio acreedor quien
incurre en mora. En este caso se habla de cesación de la mora.
Si el acreedor renuncia a reclamar al deudor cualquier indemnización debida por haber
incurrido en mora. En ese caso se habla de purga de la mora.
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empresario pueda ocasionar la huelga.
La actividad de los auxiliares o dependientes del deudor. El deudor responde siempre
por los hechos de sus dependientes y auxiliares.
Los fallos que tengan su origen en los materiales o elementos utilizados en la actividad
empresarial o profesional.
En cambio, pueden considerarse supuestos de caso fortuito o fuerza mayor, y el deudor no
responde:
Los actos y decisiones de la Administración que impidan cumplir la prestación siempre
que fuesen imprevisibles, y el deudor no haya podido evitarlo haciendo todo lo que está en
su mano.
Los fenómenos y eventos naturales siempre que no debieran haber sido previstos, por
ser habituales en la zona de que se trate o sean consecuencia de la propia negligencia del deudor.
Sin embargo, esto no impide que el acreedor pueda usar otros remedios, como la acción de
cumplimiento o la resolución.
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podría optar entre exigir al deudor la indemnización de los daños y perjuicios sufridos o bien
adquirir el commodum representationis (otro objeto parecido que cumpla la misma función).
En este caso, si el valor del commodum representationis no cubre todos los daños producidos podría
reclamar además una cantidad adicional hasta cubrir esos daños.
4. LA RESPONSABILIDAD CONTRACTUAL
Hablamos de responsabilidad contractual para aludir a la obligación del deudor de
reparar los daños que su incumplimiento ha provocado al acreedor. Sólo puede utilizarse
cuando el incumplimiento es imputable al deudor.
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El daño emergente comprende el valor de la prestación no realizada.
El lucro cesante comprende las ganancias que el acreedor habría podido obtener si
la obligación no hubiese sido incumplida. Para considerar la ganancia como probable hay que
estar al grado de previsibilidad conforme al curso normal de los acontecimientos.
El daño moral alude fundamentalmente a los sufrimientos, disgustos, molestias o
incomodidades que el acreedor pueda padecer como consecuencia del incumplimiento.
En cualquier caso, corresponde al acreedor que ejercita la acción de responsabilidad
contractual probar la existencia y alcance del daño derivado del incumplimiento.
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TEMA 9
CONTRATOS EN PARTICULAR I
1. COMPRAVENTA Y PERMUTA
En el contrato de compraventa se produce el intercambio de una cosa determinada por
un precio cierto, en dinero o símbolo que lo represente. La permuta es un contrato por el que se
intercambia una cosa por otra. Tiene las mismas características que la compraventa, de la que
se diferencia básicamente por la falta de precio cierto.
Cuando en el contrato las partes se entregan una cosa y además dinero, se calificará por la
intención de los contratantes. Se tendrá por permuta, si el valor de la cosa excede al del
dinero, y por venta en caso contrario.
2. LA COMPRAVENTA
2.1. Caracteres del contrato de compraventa
Bilateral. Genera obligaciones recíprocas para ambos contratantes.
Consensual. Se perfecciona por el consentimiento de las partes sobre la cosa y el precio.
Obligatorio. El contrato de compraventa tiene eficacia solamente obligatoria porque no
supone la transmisión inmediata de la propiedad de lo vendido. La compraventa sirve de
causa a la transmisión de la propiedad del objeto vendido, pero ésta se produce mediante la
entrega.
Oneroso. Ambas partes hacen un sacrificio económico e intercambian prestaciones que
tienen un contenido patrimonial.
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que le hubiera podido ocasionar la conclusión del contrato. Si ambas partes conocían la
pérdida de la cosa, el contrato será nulo por falta de objeto y no habrá lugar a
indemnizar.
Licitud: La cosa objeto tiene que estar en el comercio y ser susceptible de apropiación. Las
cosas extra commercio no pueden ser objeto de compraventa. Si se venden cosas que no son de
lícito comercio la compraventa será nula.
Determinación: La cosa objeto de contrato debe ser determinada o determinable.
B. Precio
El precio es la suma de dinero que el comprador entrega al vendedor a cambio de la cosa. Debe
reunir los siguientes requisitos:
Consistir en dinero o signo que lo represente. Esto es precisamente lo que distingue la
compraventa de la permuta. El pago del precio puede ser en efectivo, en tarjeta de crédito,
cheque, letra de cambio, etc.
Real. El precio debe existir, no puede ser simulado.
Cierto: El precio tiene que estar determinado o ser determinable sin necesidad de que las
partes tengan que celebrar un nuevo convenio. Si es posible fijar el precio con referencia a otra
cosa cierta o dejar que lo señale una persona determinada que no sea uno de los contratantes.
Pero si este tercero no puede o no quiere fijarlo, el contrato será nulo por falta de precio.
Hay que mencionar la existencia de precios fijados por una norma. Se trata del llamado
precio legal o normado, establecido por el legislador por razones de política social o económica.
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asegura el cobro del precio.
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el comprador. Además, si el vendedor actuó de mala fe, deberá pagar los daños y
perjuicios causados al comprador y los gastos voluntarios o de puro recreo u ornato que
hubiera hecho el comprador en la cosa.
Saneamiento por vicios o defectos ocultos. Si la cosa vendida no puede usarse para
su destino debido a defectos ocultos existentes en el momento de la compraventa y que, de
haberlos conocido el comprador, no la habría adquirido o hubiera pagado menos por ella. El
vendedor no será responsable si los defectos no estaban ocultos. Tampoco será
responsable el vendedor si el comprador es un perito que por su profesión debía fácilmente
conocerlos, aunque no sean perceptibles. Para que exista obligación de sanear por parte del
vendedor es necesario que concurran los siguientes requisitos:
Vicio. La cosa vendida debe tener un defecto que la haga impropia para su uso o disminuye
ese uso considerablemente.
Oculto. El defecto no puede ser manifiesto en el momento de la compraventa.
Grave. El defecto debe ser de tal importancia que el comprador no hubiera comprado la cosa
de haber sabido su existencia.
Anterior al contrato de compraventa. La cosa debía tener el vicio antes de la perfección
delcontrato de compraventa.
La prueba de la existencia del vicio, su gravedad y su carácter oculto incumbe al comprador.
La obligación de sanear cuando existe un vicio o defecto oculto supone que el comprador
dispone de una opción entre desistir del contrato (actio redhibitoria), pagándosele los
gastos o solicitar los gastos, o solicitar una rebaja proporcional del precio a juicio de peritos
(actio quanti minoris).
Si la cosa vendida se pierde completamente por razón de los vicios ocultos, el vendedor debe
devolver el precio y pagar los gastos del contrato si los pagó el comprador. Pero si el
vendedor conocía los vicios que han dado lugar a la pérdida de la cosa, deberá también
abonar los daños y perjuicios causados.
Es posible pactar un aumento, disminución o extinción de la responsabilidad del
vendedor por razón de los vicios. No obstante, para que sea posible, la renuncia debe ser
expresa y que el vendedor no conociera los vicios o defectos de lo vendido.
Finalmente, el Código Civil establece un plazo de seis meses para la interposición de la acción
solicitando el saneamiento por vicios ocultos, siendo el dies a quo el momento de la entrega de
la cosa vendida (5 meses para los consumidores).
El TRLC obliga al vendedor a entregar al consumidor un bien “conforme” con el contrato de
compraventa. El concepto de conformidad puede definirse como la adecuación de la cosa
vendida a lo pactado o a lo que el consumidor pueda esperar conforme los usos de tráfico.
Saneamiento por gravámenes ocultos. Si un inmueble se vende con gravámenes no
mencionados en la escritura que, de haberlos conocido el comprador, le hubiera hecho desistir
de la compra. El comprador podrá optar, durante un año desde el otorgamiento de la
escritura, entre ejercitar la “acción rescisoria” o solicitar una indemnización por los
daños y perjuicios.
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a) Si lo que se vende es una cosa genérica, el riesgo de la pérdida de la misma no se transmite
al comprador mientras no se produzca la especificación, es decir, hasta que el
vendedor no concrete las cosas dentro del género y las ponga a disposición del comprador.
b) Si lo que se vende es una cosa específica, el riesgo de la pérdida de la cosa antes de la entrega
sin mediar culpa del vendedor lo sufre el comprador que deberá pagar el precio
prometido por ella aunque no recibe el bien comprado.
3. LA DONACIÓN
3.1. Concepto y características
La donación es un contrato donde el propietario de una o varias cosas (donante) transfiere la
propiedad de las mismas a otra persona (donatario) sin recibir nada a cambio. Las
características del contrato de donación son las siguientes:
Gratuito. El donante realiza una transmisión de contenido patrimonial sin recibir nada a
cambio. El donante tiene una clara intención de enriquecer o beneficiar al donatario; es
a lo que se denomina animus donandi.
Perfección. El contrato se perfecciona cuando el donante conoce la aceptación del
donatario. La diferencia sobre el momento del conocimiento y la aceptación se explica en el
caso de que no sea simultánea la declaración del donante y la aceptación del donatario.
Dispositivo. La donación es un contrato dispositivo y no obligatorio. La donación
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transmite la propiedad de la cosa vendida automáticamente al donatario cuando se cumplen los
requisitos de validez de la donación.
3.4. Límites
El donante tiene que reservarse lo necesario para vivir en un estado correspondiente a sus
circunstancias. Además, se establece que ninguno podrá dar ni recibir por vía de donación más
de lo que pueda dar o recibir por testamento. Si la donación excede de lo establecido se
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califica de inoficiosa. Esta regla se establece para proteger a los herederos legítimos del
donante. Si la donación supera el valor de lo que se puede disponer por testamento, será reducida
en el exceso.
Por otra parte, se limita también la responsabilidad por evicción del donante. Por eso, el Código
Civil establece que el donante no queda obligado al saneamiento de las cosas donadas. Es
el donatario el que se defenderá de la evicción.
Por último, cuando una donación se haga conjuntamente a varias personas, el Código
Civil establece que se entenderá hecha por partes iguales y que no se dará entre los beneficiarios
el derecho de acrecer, salvo disposición en contrario del donante. Se exceptúa las donaciones
hechas conjuntamente a ambos cónyuges, entre los cuales sí se da el derecho de acrecer, salvo
que el donante lo hubiera excluido expresamente.
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contrato, que no sólo ha de ser apta para servir al uso al que se va a destinar, sino que deberá
encontrarse en buen estado de conservación.
Una vez entregada la cosa, mientras dure el arrendamiento, el arrendador deberá hacer las
reparaciones necesarias para que pueda servir para el uso al que se ha destinado. Tales
reparaciones podrán efectuarse, si es preciso, en contra de la voluntad del arrendatario si fueran
urgentes e inaplazables. Sobre el arrendatario recae la carga de informar al dueño de los
desperfectos en el plazo más breve posible, debiendo tolerar las obras aunque le ocasionen
molestias y le priven de parte de la finca. Si la reparación durase más de cuarenta días, tendrá
derecho a la disminución del precio del arrendamiento e, incluso, si la obra hiciera inhabitable la
finca para el arrendatario, éste podrá resolver el contrato. Por otra parte, el arrendador ha de
mantener al arrendatario en el goce pacífico de la cosa.
Respecto a las obligaciones del arrendatario, le corresponde pagar el precio del
arrendamiento en los términos convenidos y usar la cosa arrendada conforme al uso o destino
pactado. Debe igualmente poner en conocimiento del arrendador en el plazo más breve posible, toda
usurpación o novedad dañosa que provenga de un tercero, así como la necesidad de
reparaciones. Si no lo hace, responderá de los daños y perjuicios ocasionados al propietario por su
negligencia. Asimismo, responderá del deterioro o pérdida de la cosa, a no ser que se pruebe que fue
ocasionado sin culpa. Finalmente, al concluir el arrendamiento, tendrá que devolver la cosa.
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Para que la cesión del arrendamiento sea válida, es necesario que el arrendador la
consienta. En cambio, el Código Civil autoriza al arrendatario a subarrendar todo o parte de la cosa
arrendada, salvo cuando el contrato de arrendamiento lo prohíbe.
5.1. Plazo
En los arrendamientos de vivienda, la duración del contrato puede ser libremente pactada
por las partes, aunque la ley prevé un plazo mínimo de tres años. Es decir, los contratos de
duración menor a tres años se prorrogarán obligatoriamente hasta alcanzar el plazo de tres años,
salvo que el arrendatario le comunique al arrendador que no está interesado en prorrogar el
arrendatario o que el arrendador necesite la vivienda para sí. Transcurridos los tres años, el contrato
se prorrogará por uno más si ninguna de las dos partes hubiese comunicado a la otra su
voluntad de no renovarlo.
El arrendatario puede desistir del contrato y abandonar la vivienda, previa notificación al
arrendador, cuando hayan transcurrido al menos seis meses, pero deberá indemnizarle por los
perjuicios que le cause si así se pactó en el contrato. En tal caso, la indemnización consistirá en una
cantidad equivalente a una mensualidad de la renta por cada año del contrato que reste por cumplir.
Si falleciera el arrendatario durante el transcurso del contrato, podrán subrogarse (ocupar la
posición del arrendatario fallecido) ciertos familiares (el cónyuge, los descendientes, etc.).
En la actualidad, el comprador de una vivienda que está alquilado ya no tiene que soportar que
el piso esté ocupado por un inquilino, aunque en el momento de la venta no haya transcurrido el
periodo mínimo de tres años. En consecuencia, podrá darlo por finalizado e instar el desahucio del
ocupante. No obstante, en este caso se permite que el inquilino permanezca un máximo de tres
meses en la vivienda y se le reconoce el derecho a ser resarcido por los daños y perjuicios sufridos.
5.2. Renta
Las partes pueden pactar la renta libremente y, con posterioridad, cuando se cumpla cada
año de vigencia del contrato. Si éste se prorroga, la renta se actualizará en los términos
pactados por las partes y, en defecto de pacto, conforme a las variaciones que experimente el
IPC. La ley permite que, durante un plazo determinado, el pago de la renta pueda reemplazarse
total o parcialmente por el compromiso del arrendatario de reformar o rehabilitar el inmueble
en los términos pactados. En tal caso, el arrendatario no podrá pedir compensación por ello al
finalizar el contrato.
5.3. Contenido
El Código Civil reconoce al arrendatario los derechos de tanteo (derecho a adquirir con
preferencia la vivienda arrendada, cuando vaya a ser enajenada por el arrendador a un tercero)
y de retracto (en el caso de que el arrendatario no haya tenido la oportunidad de ejercitar el tanteo
porque no se le ha notificado la venta, tendrá a derecho a subrogarse en el lugar del
comprador).
Respecto a las obras, el arrendador está obligado a realizar las reparaciones necesarias
para la conservación de la vivienda. En cuanto al arrendatario, se le autoriza, previa notificación
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escrita, a realizar las obras necesarias para adaptar la vivienda cuando él, su cónyuge o familiares
que convivan con él de forma permanente sufran una minusvalía o tengan más de setenta años. Al
término del arrendamiento, el arrendatario estará obligado a reponer la vivienda al estado
anterior, si se lo exige el arrendador. De igual forma, podrá realizar obras que modifiquen la
configuración de la vivienda o de sus accesorios, aunque para ello se requiere el consentimiento del
arrendador.
Por otra parte, la cesión de contrato y subarriendo únicamente podrá tener lugar previo
consentimiento escrito del arrendador.
Por último, la resolución del arrendamiento. Las causas específicas que permiten instar la
resolución del contrato al arrendador (la falta de pago de la renta, el subarriendo o la cesión
inconsentidos, etc.) y al arrendatario (la no realización por el arrendador de las
reparaciones necesarias, las perturbaciones de hecho o de derecho en el uso de la vivienda por
parte del arrendador, etc.).
La nueva ley ha introducido la regulación del denominado “desahucio exprés”, es decir, la
posibilidad de desahuciar en un breve periodo de tiempo a aquellos inquilinos que no paguen la
renta. Ahora bien, tal medida sólo resulta aplicable a los arrendamientos de vivienda inscritos en los
que se haya previsto contractualmente que el arrendamiento quedará resuelto en caso de
impago de renta.
6. EL PRESTAMOS Y EL COMODATO
El Código Civil regula bajo la denominación de “contrato de préstamos”, tanto el préstamo de uso
(comodato) como el préstamo de consumo (mutuo o simple préstamo).
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una garantía, que puede ser personal, como la fianza, o real, como la hipoteca.
El préstamo hipotecario es un producto bancario que permite al prestatario recibir una
determinada cantidad de dinero de una entidad de crédito (prestamista), a cambio del compromiso
de devolver dicha cantidad, junto con los intereses, mediante pagos periódicos (cuotas).
Se denomina “hipotecario” porque en este tipo de préstamos la entidad de crédito cuenta con una
garantía especial para el cobro o devolución de la cantidad prestada: una hipoteca sobre un inmueble
que suele ser propiedad del prestatario. Si la persona que ha recibido el dinero no paga su deuda,
la entidad acreedora puede hacer que se venda el inmueble hipotecado en una subasta pública,
con el fin de recuperar la cantidad que haya quedado pendiente de pago.
El TRLC proporciona un concepto legal de cláusula abusiva: aquellas estipulaciones no
negociadas individualmente y aquellas prácticas no consentidas expresamente, que en contra de las
exigencias de la buena fe causen, en perjuicio del consumidor y usuario, un desequilibrio importante
de los derechos y obligaciones de las partes que se deriven del contrato.
C. El crédito al consumo
La financiación necesaria para la adquisición de bienes muebles u objetos de consumo
se regula en la Ley de crédito al consumo, que se aplica a aquellos contratos en los que el
prestamista concede o se compromete a conceder a un consumidor un crédito, bajo la forma de
pago aplazado, préstamo, apertura de crédito o cualquier medio equivalente de financiación, con la
finalidad de hacer posible la adquisición de bienes de consumo.
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TEMA 10
CONTRATOS EN PARTICULAR II
2. CONTRATO DE OBRA
2.1. Naturaleza y caracteres
En virtud del contrato de obra, una de las partes (el contratista o constructor) se compromete a
ejecutar una obra en beneficio de otra (el comitente o dueño de la obra) que, a su vez, se
obliga a pagar por ella un precio cierto. Se trata de un contracto consensual, oneroso,
sinalagmático, de carácter conmutativo y de forma libre. Además ha de ser tenida en cuenta
la Ley de Ordenación de la Edificación.
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2.3. Obligaciones del comitente
La principal obligación que asume el comitente es el pago del precio cierto que, salvo pacto o
costumbre en contra, se ha de efectuar al hacer la entrega.
El precio puede consistir tanto en un ajuste o precio alzado por la ejecución completa de la obra,
como en un precio por unidades, o “certificaciones de obra”. Esta última modalidad de pago es
frecuente en las obras inmobiliarias, en las que suele pactarse pagos parciales por cimentación,
estructuras, etc.
El comitente debe también suministrar los materiales, en todo o en parte, si así se pactó.
Por último, el comitente asume la obligación de recibir la obra una vez que ésta haya sido
completamente ejecutada y el contratista proceda a su entrega en los términos pactados.
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imputable a la actuación de alguno de los agente que intervienen en la edificación, el sujeto en
cuestión será responsable sin necesidad de entrar a valorar si su comportamiento fue o no diligente.
Aunque la LOE parte de la responsabilidad personal e individual de cada uno de los agentes que
interviene en la edificación, cuando no pueda concretarse el grado de participación de cada
agente, la responsabilidad se exigirá solidariamente. Pero además el promotor responde
siempre, aunque los defectos sean imputables a otro de los agentes del proceso constructivo.
3. MANDATO
3.1. Concepto, caracteres, clases
El mandato es un contrato consensual y gratuito. No obstante, en el caso de que el
mandatario tenga por ocupación el desempeño de servicios de la especie a que se refiere el mandato
(mandatario profesional), el mandato es oneroso.
Por el contrato de mandato se obliga una persona (mandatario) a prestar algún servicio o a
hacer alguna cosa por encargo de otra (mandante).
En este contrato rige el principio espiritualista o libertad de forma. Según el cual, el
mandato y la aceptación pueden ser de forma expresa o tácita, al igual que la aceptación, que
puede ser expresa o tácita. El mandato puede acarrear obligaciones para ambas partes o sólo
para el mandatario. El mandato, además, es un contrato basado en la confianza que el mandante
deposita en el mandatario y suele celebrarse en atención a las cualidades del deudor.
Se admite la existencia de mandato, sin que se haya otorgado previamente poder de
representación. Estaremos ante el mandato no representativo, donde el mandatario es el
obligado directamente con la persona con quien contrató. Por el contrario, tratándose de un
mandato representativo, el mandatario quedará libre de los vínculos jurídicos que contraiga,
pues quien ha de cumplir es el mandante.
3.2. Obligaciones
En primer lugar, el mandante debe anticipar al mandatario, si éste se lo pidiere, las
cantidades necesarias para la ejecución del mandato.
En segundo lugar, el mandante ha de indemnizar al mandatario los daños y perjuicios
sufridos por el cumplimiento del mandato, siempre que el mandatario no hubiera incurrido en su
gestión en culpa o imprudencia.
Por su parte, la principal obligación del mandatario consiste en ejecutar el mandato
siguiendo las instrucciones del mandante e informándole de su gestión. El Código Civil
faculta al mandatario a ejercitar un derecho de retención sobre las cosas que son objeto del mandato.
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4. EL CONTRATO DE SOCIEDAD CIVIL
4.1. Concepto y caracteres
La sociedad es una agrupación de personas que persigue un fin común de carácter
lucrativo. El contrato de sociedad civil es aquél por el cual dos o más personas se obligan a
poner en común dinero, bienes o industria, con ánimo de partir entre sí las ganancias.
El contrato de sociedad es un contrato plurilateral, en el que no existen partes con intereses
contrapuestos ya que todos los intervinientes persiguen un interés común. En este contrato las
partes no intercambian prestaciones, sino que se trata de un contrato de cooperación. Para la
consecución de ese interés y finalidad común consiste en la obtención de ganancias que han
de dividirse entre los socios. El dinero, los bienes o el trabajo que los socios ponen en común
constituyen la aportación de cada uno de ellos a la sociedad, aportación con base en la cual se
desarrollará una actividad que constituye el objeto social.
Lo habitual es que dicha actividad se lleve a cabo con la finalidad de obtener una ganancia
partible entre los socios. Pero en la actualidad se acepta que puedan existir sociedades cuyo fin no
sea éste. En estos casos la actividad desarrollada por la sociedad no va a generar unos ingresos que
luego los socios se van a repartir, es decir, tiene como fin la obtención de ventajas económicas.
4.3. Clases de sociedad civil. Contenido del contrato de sociedad: derecho y obligaciones de los
socios
En primer lugar hay que tener en cuenta que todo socio está obligado a aportar algo, ya sea
dinero, bienes o trabajo. Desde la celebración del contrato los socios son deudores de lo que se han
comprometido a aportar.
Todo socio tiene derecho a participar en los beneficios, que se repartirán de acuerdo con
los pactado y, en caso de no haber pacto, en proporción a lo que cada uno haya aportado. Si hubiese
pérdidas en lugar de beneficios, participarían, igualmente, todos los socios en las pérdidas.
De hecho es nulo el pacto que excluye a uno o más socios de participar en las pérdidas o en las
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ganancias.
En relación con la gestión de la sociedad se dispone que todos los socios se consideren
apoderados. Es decir, se presupone que cualquiera de los socios tiene facultades para administrar la
sociedad y para representar a ésta en el tráfico.
La sociedad se disuelve cuando expira el término por que fue constituida, cuando se
pierde la cosa, o se termina el negocio que le sirve de objeto, por muerte, insolvencia,
incapacitación o declaración de prodigalidad de cualquiera de los socios y por la voluntad de
cualquiera de los socios.
5. LA FIANZA
5.1. Concepto y caracteres
El término fianza hace referencia a un tipo de garantía que regula el Código Civil, aunque suele
utilizarse también para aludir al contrato que da lugar a dicha garantía. La fianza crea una relación
jurídica en la que el fiador está obligado a cumplir una obligación ajena en caso de que no
lo haga el deudor principal. Es decir, junto a la obligación que vincula al acreedor con el deudor,
nace otra obligación de igual contenido a favor del mismo acreedor.
El fiador no es únicamente un sujeto responsable por una deuda ajena, sino que es sujeto
pasivo de una obligación propia y distinta de la llamada obligación principal y obligación
garantizada, si bien a la obligación del fiador se le atribuye, respecto a la obligación garantizada,
un carácter accesorio y subsidiario. Los caracteres de la fianza son:
Accesoriedad. La fianza presupone la existencia de una obligación que se llama
principal, a la cual garantiza. Por consiguiente, si la obligación principal es nula de pleno
derecho, lo será también la fianza.
También en consecuencia de la accesoriedad de la fianza, el contenido de la deuda del fiador
sea, como máximo, el de la obligación principal, sin que pueda el fiador obligarse a más,
aunque si puede obligarse a menos. Asimismo, si no se ha pactado nada sobre el contenido de la
fianza, ésta comprenderá no sólo la obligación principal, sino todos sus accesorios.
Por último la accesoriedad supone que a la relación entre fiador y acreedor le afectan todas las
vicisitudes de la deuda principal, pero no al contrario.
Subsidiariedad. Por la fianza se obliga uno a pagar o a cumplir por un tercero, en caso de
hacerlo éste, alude al distinto plano en que se encuentra la obligación del fiador respecto de la
afianzada y a la necesidad del previo incumplimiento de la obligación del deudor para el
vencimiento de la fianza.
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exigir que la excusión de los bienes del deudor preceda a su propio cumplimiento forzoso; lo que
quiere decir que puede negarse a pagar, sin temor a ser embargado, cuando el acreedor trata
de cobrarle antes de haber procedido a ejecutar los bienes de que esté en posesión el deudor. El
beneficio de excusión debe oponerse al acreedor inmediatamente después de que éste sea requerido
para el pago.
El beneficio de excusión no tiene lugar cuando el fiador haya renunciado expresamente,
cuando el fiador se haya obligado solidariamente con el deudor, en caso de concurso o
insolvencia del deudor o cuando el deudor no pueda ser demando judicialmente dentro del
territorio español.
B. Relaciones entre el deudor y el fiador
La fianza produce efectos entre el fiador y el deudor que se manifiestan antes de que el fiador
haya pagado. El Código Civil enumera una serie de casos en los que el fiador puede proceder
contra el deudor principal, mediante el ejercicio de las acciones correspondientes, para obtener
una revelación de la fianza o una garantía que lo ponga a cubierto de los procedimientos del
acreedor y del peligro de insolvencia en el deudor. El objetivo es proteger el interés del
fiador antes del pago.
Después del pago, el fiador adquiere un derecho de reembolso frente al deudor. El
pago realizado por el fiador extingue su obligación y la del deudor. Pero por razones de equidad es
también razonable que el fiador pueda recuperar lo que ha pagado y, para hacerlo posible, se
establece que el fiador que paga por el deudor, debe ser indemnizado por éste, lo que quiere decir
que el fiador adquiere una acción de regreso o reembolso contra el deudor.
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TEMA 11
LA RESPONSABILIDAD CIVIL EXTRACONTRACTUAL
1.3. El daño
Para que surja responsabilidad resulta imprescindible la concurrencia de un daño
sufrido por un sujeto. Para fijar el monto de la indemnización por los daños patrimoniales
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producidos, se tienen en cuenta los parámetros que ofrece el Código Civil, que resulta aplicable a la
responsabilidad extracontractual:
Daño emergente. Lo constituye el daño sufrido materialmente.
Lucro cesante. Beneficios o ganancias que se han dejado de obtener como consecuencia
de haber sufrido un daño.
Daños personales. Sufre una persona por su integridad física o salud.
Por último, se ha de señalar que, de acuerdo con el principio de buena fe, el perjudicado tiene la
obligación de mitigar el daño, reduciéndolo o evitando que aumente.
1.5. La antijuridicidad
La antijuridicidad supone que la conducta que se ha realizado está prohibida por el
ordenamiento jurídico. No obstante, no concurrirá el requisito de la antijuricidad y, por tanto,
no existirá obligación de indemnizar, cuando intervengan las denominadas causas de
justificación. Se consideran causas de justificación, el daño causado en legítima defensa propia
o ajena, el estado de necesidad, que justifica la causación intencionada de un mal si con ello se
pretende evitar otro mayor, y, dentro de ciertos límites, el daño causado con el consentimiento de
la víctima.
2. LA RESPONSABILIDAD OBJETIVA
Nuestro código prevé un sistema de responsabilidad subjetiva o por culpa, pues hace
depender el surgimiento de la responsabilidad de la concurrencia de la culpa o negligencia
del agente dañante.
Junto a la responsabilidad subjetiva o por culpa, existe otro sistema de exigencia de
responsabilidad: el llamado sistema de responsabilidad objetiva. En este caso, la
responsabilidad se impone al sujeto causante del daño con independencia de que su
actuación haya sido o no negligente. En la responsabilidad objetiva o por el resultado, lo
que genera la responsabilidad no es la culpa o negligencia, sino el riesgo creado. La
responsabilidad objetiva se hace responder de las consecuencias dañosas de una actividad a quien, al
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beneficiarse de ella, ha creado un riesgo o peligro adicional.
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del perjudicado o a fuerza mayor extraña a la conducción o al funcionamiento del vehículo. Sin
embargo, no se consideran constitutivos de fuerza mayor los defectos del vehículo ni la
rotura o fallo de sus piezas o mecanismos. Cuando se trata de daño a los bienes, la responsabilidad
será exigida conforme a los daños materiales, la responsabilidad no es objetiva, sino por culpa.
La actividad de la conducción, como ocurre con otros supuestos de responsabilidad objetiva, debe
ser objeto de un seguro obligatorio. Para valorar y cuantificar los daños, el juez ha de atender a
una serie de baremos previstos por la Ley de uso y circulación de vehículos a motor.
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del empresario en estos casos es muy poco frecuente. Requisitos siguientes:
Existencia de una relación de dependencia entre el empresario responsable y el
causante del daño. No es necesario que exista un contrato laboral entre ellos, sino tan sólo
que el causante del daño se encuentre sometido a la autoridad empresarial y siga sus
instrucciones en el trabajo.
Que el daño se haya producido con ocasión del desempeño de sus obligaciones y
servicios.
El daño ha de ser haber sido ocasionado por culpa o negligencia del empleado, pues
resulta admitido que el sujeto responsable no puede responder en aquellos casos en el que
causante material del daño.
La acción contra el empresario es directa. Por último, el empresario que pague el daño
causado por sus dependientes está facultado para repetir de éstos la cantidad total que hubiese
satisfecho o la cantidad que corresponda, en proporción a su contribución en la producción del daño.
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TEMA 12
DERECHOS REALES Y REGISTRO DE LA PROPIEDAD
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3. CLASES DE DERECHOS REALES
3.1. Derechos reales plenos: la propiedad
En Derecho español sólo el derecho de propiedad confiere este poder. El Código Civil define
el derecho de propiedad o dominio como el derecho a gozar y disponer de una cosa sin más
limitaciones que las establecidas en las leyes.
No obstante, “pleno” no significa “ilimitados”. Las leyes pueden señalarle limitaciones, como le
ocurre al derecho de propiedad en relación con la función social, ya que la propiedad privada se
puede expropiar por razones de carácter social.
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contrato de opción y dentro del plazo de tiempo que se haya convenido con el propietario de la
cosa.
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La usucapión puede ser ordinaria o extraordinaria. Si el poseedor tiene buena fe y justo
título, puede llegar a adquirir la propiedad mediante la usucapión ordinaria. En cambio, si es de
mala fe o carece de título, aunque puede llegar a adquirir el derecho real a través de la usucapión,
en este caso, se tratará de usucapión extraordinaria. Desde esta distinción, los plazos posesorios
para usucapir son los siguientes:
En la usucapión ordinaria, los derechos sobre bienes muebles se usucapen a los 3
años, mientras que los derechos sobre bienes inmuebles se usucapen a los 10 años de
posesión continuada entre presentes o 20 entre ausentes.
En la usucapión extraordinaria, los derechos sobre bienes muebles se usucapen a los 6
años, mientras que los derechos sobre bienes inmuebles se usucapen a los 30 años.
5. EL REGISTRO DE LA PROPIEDAD
5.1. Fundamento y funciones
El Registro de la Propiedad fue creado por la Ley Hipotecaria de 1861 y responde a la
necesidad para el tráfico jurídico de que exista una constancia oficial de la titularidad de los
bienes inmuebles (de quién es el propietario) y de los derechos o gravámenes reales que pesan
sobre ellos. No obstante, el Registro no sólo informa, también garantiza las informaciones que
publicita, porque el Derecho les concede un determinado estatus de superioridad jurídica. De tal
manera que, quien sostenga una información divergente de la que ofrece el Registro de la
Propiedad sobre un determinado bien, será quien deba probarla.
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Principio de publicidad. La publicidad formal del registro se refiere a la regla de apertura
de los libros de consulta a todos los interesados.
Principio de legitimación. Consiste en que lo inscrito en el Registro goza de una presunción
de veracidad frente a terceros.
Principio de fe pública registral. Quien adquiere onerosamente de la persona que
considera legítimo propietario, de acuerdo con la información que publicita el Registro, es
mantenido en la adquisición, aun cuando no haya adquirido de quien verdaderamente tenía
poderes para hacer tal transmisión. A este “tercero” se le denomina “tercero hipotecario” y
está protegido por la Ley. Pero la protección que en este caso dispensa el Registro requiere como
condiciones que se adquiera a título oneroso, que se adquiera de la persona que en el Registro
aparezca con la facultad de transmitir el derecho, que su título de adquisición sea
válido, que el adquiriente tenga buena fe y que quien reclama la protección como tercero
hipotecario inscriba su título.
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TEMA 13
EL DERECHO DE PROPIEDAD Y LOS DERECHOS REALES DE GARANTÍA
1. LA PROPIEDAD PRIVADA
El derecho de propiedad es el derecho a gozar y disponer de una cosa, sin más
limitaciones que las establecidas por las leyes. La Constitución Española incorpora al
derecho de propiedad privada la existencia de que ésta cumpla, además de una función satisfactoria
del interés del propietario, una función social. El derecho de propiedad se caracteriza por
presentar las siguientes cualidades:
Perpetuidad. La propiedad dura tanto como la cosa física sobre la que recaiga.
Exclusividad. Sólo el propietario puede usar y disfrutar de aquello que le pertenece.
Abstracción de facultades. Del propietario es todo lo que pueda obtener la cosa. Por
eso se dice que el señorío que se confiere al propietario es abstracto y unitario.
Tratándose de cosas fructíferas, se entiende el fruto como el producto o utilidad que constituye el
rendimiento de la cosa conforme a su destino económico. Se distingue entre frutos naturales,
producciones espontáneas de la naturaleza, frutos industriales, producciones de la
naturaleza que requieren la intervención del hombre, y frutos civiles, los producidos por una
relación jurídica.
1.1. Límites
Las limitaciones al derecho de propiedad impuestas sobre las facultades de goce pueden
responder a un interés privado o público. De interés privado se consideran las limitaciones
impuestas al propietario por razón de las relaciones de vecindad.
La limitación al poder de disposición del propietario se refiere únicamente a las llamadas
“prohibiciones de disponer”. Se trata de la fijación de un determinado plazo durante el cual el
propietario no puede transmitir un bien o constituir un derecho real limitado sobre él.
La función social es un concepto referido a las exigencias sociales o el bien colectivo. Mediante
la noción de función social se pretende coordinar el interés egoísta del propietario con el
interés general de la colectividad.
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un derecho real limitado o en cosa ajena.
D. Acción exhibitoria
La acción exhibitoria se trata de una acción preparatoria y que busca obtener que la persona a
la que se pretenda demandar exhiba la cosa que tenga en su poder.
E. Acción de deslinde
La acción de deslinde establece las facultades de deslindar y marcar los límites de su
propiedad, cuando se producen situaciones de confusión o incertidumbre de linderos.
2. LA COMUNIDAD DE BIENES
La propiedad de una cosa puede pertenecer a varios sujetos. En ese caso hablamos de
copropiedad o comunidad de bienes. Por eso el Código Civil dice que “hay comunidad cuando
la propiedad de una cosa o de un derecho pertenece pro indiviso a varias personas”.
Cualquier comunero puede solicitar que se divida la cosa común a fin de extinguir la
situación de comunidad, pero puede ocurrir que la cosa en cuestión no sea divisible. En tal caso la
“división” puede hacerse adjudicando el bien a uno de los comuneros, que pagará a los demás
la parte proporcional al valor de sus cuotas, o vendiendo bien la cosa a un tercero y repartiendo su
precio.
Mientras dura el estado de indivisión, es necesario regular la situación, de forma que se eviten
conflictos y todos los comuneros puedan ejercitar su derecho sobre el bien común. Por último, para
disponer de la cosa común es necesario el consentimiento unánime de todos los comuneros,
si bien lo que pueden hacer cada uno individualmente y sin necesidad del consentimiento de los
demás es enajenar su cuota.
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conocido o que se invente en el futuro. El único requisito indispensable es que se trate de una
creación original.
No debe tratarse de una mera idea, sino que debe haberse plasmado y obtenido forma en
un soporte material, sea tangible o intangible. Por eso no es protegible, por ejemplo, el estilo
“cubista”, pero sí lo son, por separado, todos y cada uno de los cuadros pintados en este estilo.
La Ley de Protección Intelectual establece que son protegibles no sólo las obras completas, sino
también los “bocetos”, borradores o ensayos, las obras de todos los géneros artísticos y los objetos
protegibles son aquellos que son perceptibles por los sentidos de la vida y oído.
C. Contenido
Las facultades reconocidas por el derecho de propiedad intelectual se clasifican en dos grupos:
Facultades patrimoniales. A través de ellas, el autor controla cualquier forma de
obtener rendimiento económico (directo o indirecto) a través de la obra. La LPI menciona
la reproducción, la distribución, la comunicación pública y la transformación. Pero, cualquier
otra forma de explotar económicamente una obra, pasaría a formar parte de la exclusiva del
autor, y por tanto, debería ser autorizada por él para que se desarrollara legalmente.
Cuando se trate de un tercero que quiera utilizar la obra que él no ha creado en alguna
modalidad económica, deberá hacerse autorizar por el titular del derecho.
La cesión puede ser gratuita o contra precio (remuneración). Además las facultades
patrimoniales de propiedad intelectual son transmisibles mortis causa.
Facultades morales. Buscan salvaguardar un elemento íntimo de unión entre el
autor y su obra. Su proximidad con la personalidad del autor justifica que se configuren como
facultades irrenunciables e intransmisibles inter vivos. Además, muchas de ellas se extinguen
con la personalidad del autor, es decir, con su muerte; estas facultades se pueden trasmitir
mortis causa.
D. Duración
La propiedad intelectual se le reconoce al autor de forma vitalicia y a sus sucesores por un
período temporal que no puede superar los 70 años siguientes al del fallecimiento del autor.
Una vez que ha expirado el derecho exclusivo de propiedad intelectual sobre una creación, se dice
que la obra “cae en dominio público”.
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4.2. La hipoteca inmobiliaria
A. Origen y constitución
La hipoteca inmobiliario es la “garantía reina” por la vigorosa protección que confiere al
acreedor, ya que se trata de un poder ejercitable sobre bienes inmuebles, lo cual, para el acreedor,
tiene la ventaja de que son bienes de casi imposible desaparición y, además, en los que el valor se
preserva.
La constitución de la hipoteca inmobiliaria puede ser voluntaria o legal. A su vez, las
hipotecas legales pueden ser expresas o tácitas. Son expresas si no se constituyen
automáticamente porque la Ley las reconoce, sino que se concede un derecho a exigir la constitución
de esta garantía real. Las hipotecas tácitas suponen que su reconocimiento legal es todo lo que se
requiere para su constitución
B. Sujetos de la hipoteca
Acreedor hipotecario: el acreedor cuyo crédito está garantizado con una hipoteca.
Hipotecante: es el dueño de los bienes inmuebles que se han ofrecido en garantía. Puede
ser el deudor de la relación crediticia garantizada “deudor hipotecante”. En caso de que se trata
de un tercero se le denomina “hipotecante no deudor” o “fiador real”.
Tercer poseedor: es quien, después de constituirse la hipoteca, ha adquirido los
bienes que hacen de garantía.
C. Objeto de la hipoteca
La hipoteca inmobiliario sólo puede tener por objeto un bien inmueble, que debe reunir la
condición de enajenable. Los bienes objeto de hipoteca pueden soportar un número ilimitado de
hipotecas; en realidad, todas las que pueda abarcar su valor económico.
D. Extensión de la hipoteca
La hipoteca se amplía naturalmente, a las accesiones naturales, mejoras realizadas en la
cosa y, en su caso, a las indemnizaciones que pudieran corresponder al hipotecante a consecuencia
de un siniestro o de expropiación forzosa. A esta extensión se le llama extensión natural o legal
de la hipoteca.
Además, se permite que mediante pacto, las partes acuerden extender la hipoteca a otros
bienes conectados con el objeto hipotecario. Esta extensión de la hipoteca se denomina
extensión convencional o pactada.
E. La obligación asegurada con la hipoteca
La regla general es que la hipoteca puede constituirse en garantía de todo tipo de obligaciones. Se
requiere que la cantidad garantizada con la hipoteca sea determinada y constante. Si la
obligación garantizada produce intereses, la hipoteca también cubre el pago de los mismos:
Si ha pasado a un tercer poseedor, sólo cubre los intereses de los dos últimos años y
la parte vencida de la anualidad corriente.
Si continúa perteneciendo al deudor hipotecario, la hipoteca asegura todos los
intereses de la obligación garantizada, sin límite temporal.
F. La protección de la hipoteca
En la hipoteca inmobiliaria el bien que sirve de garantía no pasa a estar en posesión del
acreedor garantizado en ningún momento. El Ordenamiento establece un mecanismo
precautorio específico que permite al acreedor asegurarse de que el bien garantizado se conserve sin
merma de su valor inicial. Se trata de la acción de devastación.
Tiene como finalidad reprimir los actos del propietario en menoscabo de la finca, remediar los ya
realizados y evitar posibles y sucesivos actos de disminución del valor de la finca.
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G. Efectos de la hipoteca
El principal efecto que se busca con la hipoteca es hacer efectivo el valor del bien
ofrecido enajenándolo, en el caso de que la obligación asegurada resulte incumplida; y todo ello a
través de los cauces legalmente establecidos. El procedimiento adecuado para ello es la acción real
hipotecaria.
La acción hipotecaria se ejercitará directamente sobre el bien hipotecado, resultando indiferente
quien sea el propietario del bien. Puede ejercitarla el acreedor hipotecario y prescribe a los 20 años
desde el momento en que éste la pudiera ejercitar.
Se prevén dos cauces entre los que el acreedor puede optar para la realización del bien
hipotecado: judicial y extrajudicial. Si se desea utilizar el extrajudicial, será el notario quien
procesa y organice. El cauce más empleado es el judicial. Se caracteriza porque será el Juez quien
promueva y supervise la realización económica del bien hipotecado.
Una vez realizado el bien, esto es, obtenido un precio tras la enajenación del mismo en
pública subasta, este precio se destina al pago del acreedor. Si el precio obtenido sobrepasa la
cobertura de la hipoteca, el excedente se le entrega al propietario del bien hipotecado. Si, por el
contrario, el precio obtenido no cubre el total del crédito garantizado, no se extingue la deuda por el
importe no cobrado. Esto implica que el acreedor podrá reclamar al deudor que la pague el resto del
crédito pendiente dirigiéndose, en su caso, contra el resto de los bienes del deudor en virtud del
principio de responsabilidad universal de éste.
Llegados a este punto, la hipoteca ya ha sido ejecutada y puede considerarse que desaparece.
H. Extinción de la hipoteca
La extinción de la hipoteca por realización del bien ejecutado, la hipoteca se extingue porque se
pague el crédito que garantiza o por destrucción del bien hipotecado, expropiación forzosa,
extinción del derecho constituyente.
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TEMA 14
DERECHO DE FAMILIA. LA ORGANIZACIÓN DEL MATRIMONIO
1. INTRODUCCIÓN
El matrimonio es la base del Derecho de familia. Esta rama del Derecho se ocupa de los
requisitos necesarios para contraer matrimonio, su forma de celebración y todas las repercusiones
que tiene el matrimonio. El derecho de familia se ocupa también de otras cuestiones como son las
relaciones con los hijos biológicos y con los adoptados, custodia, obligaciones de prestar
alimentos y de las distintas formas de terminación del matrimonio.
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establecidos por la ley o pueden establecer ellos un régimen económico. En caso de
invalidez de las capitulaciones matrimoniales, el régimen económico del matrimonio será el
régimen supletorio que corresponda.
Las capitulaciones matrimoniales requieren de una forma especial para su validez. Tienen que
otorgarse en escritura pública. Además, para tener efectos frente a terceros, las capitulaciones
deben inscribirse en el Registro Civil.
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El Código Civil establece que los bienes gananciales responderán frente a terceros por las
deudas contraídas por un cónyuge en el ejercicio de la potestad doméstica, en la
administración o disposición de bienes gananciales que le corresponda al cónyuge, en el ejercicio
ordinario de su profesión, en la administración ordinaria de sus bienes privativos y en caso de
separación de hecho.
En todos estos casos, sin perjuicio de que la deuda fuera contraída por uno solo de los cónyuges,
la sociedad de gananciales será solidariamente responsable con los bienes privativos del
cónyuge que contrajo la deuda.
D. Administración y disposición de los bienes gananciales
En defecto de pacto en capitulaciones matrimoniales, la gestión de los bienes
gananciales corresponde conjuntamente a los cónyuges. El Código Civil requiere el
consentimiento de ambos cónyuges para realizar actos de disposición a título oneroso de bienes y
para actos de disposición a título gratuito, aunque el bien del que se dispone sea privativo.
E. Disolución y liquidación de la sociedad de gananciales
La comunidad de gananciales puede disolverse por distintas causas; algunas de ellas conllevan su
disolución automática, otras hacen necesaria una decisión judicial al efecto.
El Código Civil regula la disolución automática y dispone que la sociedad de gananciales
concluirá de pleno derecho cuando se disuelva el matrimonio, cuando sea declarado nulo,
cuando se acuerde la separación legal de los cónyuges y cuando los cónyuges convengan un
régimen económico distinto. Pero el régimen de sociedad de gananciales puede terminar
también por decisión judicial. Esto ocurrirá cuando lo solicite uno de los cónyuges, entre las que
destaca la de llevar separado de hecho más de un año por acuerdo mutuo o por abandono del hogar.
Una vez disuelta la sociedad, puede comenzar el período de liquidación. La liquidación debe
empezar con un inventario de los bienes y las deudas gananciales. El activo incluye los bienes
gananciales y cualquier derecho de crédito que la sociedad pudiera tener contra cualquiera de
los cónyuges por deudas que éstos hubieran adquirido con la comunidad. El pasivo comprende las
deudas pendientes de la sociedad de gananciales con terceros y los reembolsos que la
comunidad tenga que hacer a los cónyuges por pagos que hayan hecho con sus bienes
privativos y que correspondieran a la sociedad de gananciales o cualesquier otros créditos de los
cónyuges contra esta última.
Una vez realizado el inventario, deben pagarse las deudas que la sociedad de gananciales
tuviera pendientes con terceros. Hecho esto, se procederá, si el caudal es suficiente y hasta donde
alcance, al pago de las indemnizaciones y de los reembolsos que en su caso deba hacerse a cada
cónyuge, realizando las compensaciones que procedan cuando el cónyuge sea deudor de la
comunidad.
Finalmente, una vez pagadas las deudas de la sociedad de gananciales frente terceros y las que
tuviera frente a cada cónyuge, el saldo restante es el “haber” de la comunidad de gananciales, el
cual se dividirá entre los cónyuges o sus respectivos herederos. Si en el momento de la
liquidación uno de los cónyuges fuera acreedor personal del otro, puede exigir que se le pague su
crédito mediante la adjudicación de bienes comunes, a no ser que el cónyuge deudor pague
voluntariamente.
El Código otorga a los cónyuges la posibilidad de pedir que ciertos bienes sean incluidos en
su respectiva mitad con preferencia a otros. Así, el Código Civil establece que cada cónyuge tiene
derecho a que se incluyan en su haber con preferencia algunos bienes de uso personal, la explotación
económica gestionada por el esposo que la solicita, el local donde ejercita su profesión y, en caso de
fallecimiento del otro cónyuge, la vivienda habitual.
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4.2. El Régimen de separaciones de bienes
Bajo el régimen de separación de bienes cada cónyuge usa, disfruta y dispone de su
patrimonio sin necesidad de que concurra el consentimiento del otro cónyuge. En este régimen, sólo
existen dos patrimonios, uno privativo del marido y otro privativo de la mujer.
En el régimen de separación cada cónyuge es propietario de los bienes que tenía al
comienzo del régimen y de todos los que adquiera una vez contraído el matrimonio y
comenzado el régimen de separación. Por lo tanto, cada cónyuge tiene la propiedad de sus
bienes y a él solo le corresponde la administración, disfrute y disposición de los mismos. Como cada
cónyuge es propietario de sus propios bienes, no hay un patrimonio conjunto. Si los cónyuges
adquieren conjuntamente algún bien les pertenecerá en régimen de copropiedad.
En este régimen cada cónyuge debe contribuir al levantamiento de las cargas familiares. A
falta de un acuerdo, los cónyuges contribuirán a ellas en proporción a sus respectivos recursos
económicos.
El patrimonio de cada cónyuge responde de las deudas que contraiga. Pero si la deuda se ha
contraído en el ejercicio de la potestad doméstica responde también subsidiariamente el otro
cónyuge.
El régimen de separación es simple mientras rige la economía del matrimonio. Pero pueden
surgir problemas cuando se extingue el régimen para saber qué bien pertenece a qué cónyuge.
Cuanto más haya durado el matrimonio será más difícil atribuir la propiedad. El Código Civil
establece que, si la propiedad de uno de los cónyuges no puede probarse, se entenderá que
el bien o derecho corresponde a ambos por mitad.
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