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TEMA 1

INTRODUCCIÓN AL DERECHO CIVIL PATRIMONIAL

1. EL DERECHO PATRIMONIAL COMO PARTE DEL DERECHO CIVIL


1.1. El derecho civil patrimonial
El Derecho civil forma parte del Derecho privado, que es aquel sector del ordenamiento que
regula las relaciones entre particulares. Al Derecho civil se le conoce también como Derecho
privado común o general, puesto que se aplica a todas las personas.
El Derecho civil es la rama del ordenamiento jurídico que se encarga de regular con carácter
general las relaciones de los particulares como sujetos de obligaciones y derechos, como
integrantes de una familia y como titulares de un patrimonio y de relaciones patrimoniales.
Dentro del derecho civil, una parte del mismo es el Derecho civil patrimonial, que se puede
definir como aquella parte del derecho civil que comprende las normas y las instituciones a través
de las cuales se regulan las relaciones de carácter patrimonial de los hombres. Las materias
que engloba el Derecho civil patrimonial han sido clasificadas en Derecho de obligaciones y
contratos y Derecho de cosas:
En el Derecho de obligaciones y contratos se estudia el régimen general de las relaciones
obligatorias entre deudor y acreedor, así como las fuentes de las mismas.
El Derecho de cosas se centra en la relación de poder entre los sujetos y las cosas.

1.2. El Código Civil y las leyes especiales


El grueso de las normas de Derecho civil patrimonial se encuentra recogido en el Código Civil,
ley que se dictó en 1889 y que sigue vigente en la actualidad. Sin embargo, junto con este texto
legal, existen una variedad de leyes especiales que tienen por objeto materias concretas que
han ido surgiendo con posterioridad o que necesitaban un desarrollo más desarrollado.

1.3. El Derecho civil común y los Derechos Autonómicos


Aunque la Constitución Española atribuye al Estado la competencia exclusiva sobre la legislación
civil, también reconoce la validez y la posibilidad de desarrollo de algunas normas civiles en ciertas
Comunidades Autónomas. Son los denominados Derechos forales, esto es, Derechos
autonómicos que se aplican con carácter preferente allí donde existen.

1.4. Nuevas tendencias en el Derecho civil patrimonial


El contexto social y económico actual ha variado mucho respecto del existente en el momento de
promulgar el Código Civil. A esto han contribuido cambios en niveles muy diversos.
La internacionalización de los mercados ha influido en el alcance de la contratación. De ahí
que haya habido intentos de simplificar la contratación mediante el establecimiento de una
regulación uniforme.
La inclusión de España en la Unión Europea también ha tenido sus repercusiones porque
muchas de las modificaciones legislativas han venido de la mano del Derecho comunitario, que
ha impulsado todavía más la unificación jurídica.

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2. EL ORDEN PÚBLICO ECONÓMICO
El Derecho civil patrimonial se asienta sobre una serie de principios esenciales que organizan la
actividad económica. Estos principios, que son vinculantes (es obligatorio cumplirlos), se conocen
como orden público económico y definen la estructura básica del sistema económico de una
sociedad en un momento determinado. Así, el orden público económico estará constituido por
aquellas reglas que son básicas en el orden jurídico global y con arreglo a las cuales en un
momento dado aparece organizada la estructura y el sistema económico de la sociedad.
En la Constitución Española hay una serie de artículos de contenido económico que tiene por
objetivo determinar a qué sujetos se le atribuyen los bienes económicos y cómo se realiza el
intercambio y circulación de dichos bienes.

2.1. El derecho a la libertad en la empresa


Una de las directrices del orden público económico es la “libertad de empresa en el marco de
la economía de mercado”. Se trata del elemento central de nuestro sistema económico, pues supone
reconocer la iniciativa privada en la actividad económica, es decir, el derecho y la libertad de
los sujetos privados para desarrollar una actividad económica.
El reconocimiento d la libertad de empresa implica para los poderes públicos tanto la
obligación de no interferir en la actividad de los particulares como la obligación de garantizar las
condiciones que aseguren la posibilidad de ejercicio de tal derecho.
La libertad de empresa, aun siendo pieza clave del sistema económico, no es ilimitada. Los
poderes públicos están legitimados para adoptar medidas restrictivas de la iniciativa privada y la
libertad de empresa. Sin embargo, estas intromisiones tienen como finalidad garantizar el libre
juego de la economía de mercado.
Además, también los poderes públicos pueden intervenir en la economía y planificar el
sistema económico. La libertad de empresa tiene que interpretarse de forma conjunta con la
iniciativa pública y la planificación de la actividad económica, al formar los tres el núcleo de la
“Constitución económica”.

2.2. La iniciativa pública en la actividad económica y la planificación estatal de la economía


La Constitución Española subordina la riqueza del país, cualquiera que sea su titularidad, al
interés general. Esta idea, tras reconocer el derecho a la propiedad privada, también lo limita por las
necesidades de la colectividad, es decir, por su función social.
“La iniciativa pública en la actividad económica”, es decir, el Estado se convierte en un
competidor de los particulares pues puede participar en el mercado desarrollando actividades
económicas. Eso sí, con limites. En primer lugar, porque la intervención del Estado con empresa en
la actividad económica tiene que estar justificada por el interés general. Por otra parte, porque
tiene que someterse a las reglas del mercado y respetar la libertad de empresa y todas sus
implicaciones, siendo las más importantes las reglas de libre competencia.

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TEMA 2
DERECHO DE LA PERSONA. LA REPRESENTACIÓN

1. LA PERSONALIDA JURÍDICA
1.1. La personalidad jurídica. La capacidad de la persona: capacidad jurídica y capacidad de
obrar
Desde el punto de vista jurídico ser persona equivale a tener aptitud para ser sujeto de
derechos y obligaciones. Todos los seres humanos tienen la consideración de personas.
El ordenamiento jurídico también concede aptitud para ser titular de derechos y
obligaciones a ciertas organizaciones humanas siempre que cumplan los requisitos legales. En
estos casos hablamos de personas jurídicas, para diferenciarlos de los seres humanos
considerados individualmente, denominados personas físicas.
La capacidad jurídica es la aptitud para ser sujeto de derechos y obligaciones y la tiene
toda persona por el mero hecho de serlo. La capacidad jurídica es una consecuencia indisoluble de
la personalidad jurídica. Tanto las personas físicas como las jurídicas tienen capacidad jurídica.
La capacidad de obrar consiste en la aptitud para adquirir derechos, asumir
obligaciones, ejercitar esos derechos y obligaciones y realizar eficazmente actos jurídicos. A
diferencia de la capacidad jurídica, la capacidad de obrar no es igual en todas las personas.
Mientras que toda persona tiene capacidad jurídica, la capacidad de obrar es graduable: puede
ser plena o estar limitada: la minoría de edad y la incapacitación. Las personas con capacidad
de obrar limitada no pueden ejercer eficazmente los derechos que les pertenecen ni celebrar
negocios jurídicos sin la intervención de otras personas que actúen en su lugar (representación
legal) o los asisten en la realización de actos jurídicos (curador).
Por otra parte, cuando una persona es insolvente, es decir, no tiene bienes suficientes para
pagar sus deudas, y es declarado en concurso de acreedores, se le imponen ciertas limitaciones en
relación con los bienes que forman parte del concurso, es decir, aquellos bienes que van a ser
utilizados para pagar a sus acreedores.

1.2. Comienzo y fin de la personalidad


A. Comienzo de la personalidad
Las personas jurídicas adquieren personalidad jurídica cuando se constituyen con arreglo a las
leyes y cumplen con los requisitos exigidos.
Las personas físicas adquieren personalidad jurídica en el momento del nacimiento, antes
del nacimiento el ser humano no tiene personalidad jurídica. No obstante, se otorga una cierta
protección al concebido y no nacido (nasciturus). Al concebido se le tiene “por nacido para todos
los efectos que le sean favorables”, siendo estos efectos de carácter patrimonial. Cuando nace es
necesario inscribir el nacimiento en el Registro civil.
B. Fin de la personalidad
Cuando una persona jurídica se extingue o se disuelve acaba su personalidad jurídica.
Cuando se trata de personas físicas, la extinción de la personalidad se produce como consecuencia
de la muerte o la declaración de fallecimiento. La prueba oficial de la muerte es su inscripción
en el Registro civil.
La declaración de fallecimiento es una presunción de muerte establecida en una
resolución judicial, que permite que se produzcan los mismos efectos jurídicos que en caso de

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muerte efectiva. La declaración de fallecimiento está prevista para supuestos en que un sujeto ha
desaparecido durante largo tiempo sin que se tengan noticias del mismo (10 años) o ha
desaparecido con ocasión de un acontecimiento que ha supuesto un riesgo real para su vida
(transcurridos 3 meses del siniestro sin que se tengan noticias del desaparecido). Genera
solamente una presunción de muerte, ya que cabe la posibilidad de que el declarado fallecido
aparezca, en cuyo caso debe dejarse sin efecto la declaración de fallecimiento. En tal hipótesis el
que había sido declarado fallecido tendrá derecho a recuperar los bienes que se hubiesen entregado a sus
herederos, sin embargo, la disolución del matrimonio es definitiva.

2. LIMITACIONES A LA CAPACIDAD DE OBRAR


2.1. La minoría de edad
La minoría de edad se caracteriza por ser una situación de dependencia y sumisión del
menor a sus padres o al tutor, quienes tienen la obligación de velar por ellos, alimentarlos,
educarlos, etc. Tanto los padres como el tutor son los representantes legales del menor, lo que
significa que les corresponde realizar actos jurídicos en sustitución de éste, y además deben
administrar sus bienes.
Sin embargo, los menores no tienes totalmente vedada la posibilidad de realizar actos con eficacia
jurídica. La ley les permite realizar ciertos actos y contratos cuando cuentan con una cierta
edad. Así, a partir de los 14 años, el menor puede otorgar testamento notarial y puede contraer
matrimonio con dispensa judicial. Y a parir de 16 años puede celebrar contratos de trabajo y
administrar los bienes que haya adquirido a consecuencia de su trabajo.
Si el menor tiene suficiente entendimiento y madurez (capacidad natural), y con
independencia de su edad, puede adoptar donaciones, adquirir la posesión material de
bienes y ejercitar sus derechos de la personalidad. Igualmente, debe ser él quien otorgue el
consentimiento al tratamiento médico.

2.2. La emancipación
Existe una situación en la que el menor, antes de alcanzar la mayoría de edad, tiene una
situación parecida a la de la mayoría de edad. Es la emancipación.
El menor puede ser emancipado, a partir de los 16 años, por decisión de sus padres y con el
consentimiento del menor o por concesión judicial. También se le considera emancipado si
vive de manera independiente con el consentimiento de los padres, entendiéndose como
independencia económica (trabaja). Asimismo, puede quedar emancipado si contrae matrimonio.
Cuando el menor está sujeto a tutela y no patria potestad (menor huérfano) puede obtener el
denominado “beneficio de a mayor edad” que es equivalente a la emancipación.
La emancipación habilita al emancipado para actuar como un mayor de edad, aunque con
algunas excepciones, donde necesita el consentimiento de sus padres o del curador.

2.3. La incapacitación
La incapacitación es una limitación o modificación de la capacidad de obrar que puede
afectar a aquellas personas que, debido a una enfermedad o deficiencia persistente, de carácter
físico o psíquico, no pueden valerse por sí mismas.
En la sentencia debe determinar, atendiendo al grado de discapacidad del afectado, en qué
medida ha de quedar modificada su capacidad y si debe quedar sujeto a tutela o a curatela. El
tutor es representante legal del incapacitado, lo que significa que va a realizar actos y negocios en
sustitución de éste, debiendo además administrar sus bienes. El curador no es un
representante legal, es un sujeto que asiste al incapacitado a la hora de prestar consentimiento y
realizar ciertos actos o negocios completando su capacidad. La tutela supone un mayor grado de
limitación de capacidad.

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Lo normal es que la modificación de la capacidad de obrar tenga lugar en relación con personas
mayores de edad. No obstante, la ley permite que se refiera a un menor de edad si se prevé que la
enfermedad o deficiencia persistirá después de la mayoría de edad. En este caso, cuando el menor
alcanza la mayoría de edad, se prorroga la patria potestad de sus padres (la tienen tanto el
padre como la madre) consiste en una serie de derechos y obligaciones que tienen los padres sobre
los hijos. Los padres tienen como regla general la representación legal y administración de los
bienes de los hijos; se exceptúan los derechos a la personalidad (honor, imagen...) y la venta de los
bienes inmuebles de los hijos).
La capacidad de la persona que se ha modificado judicialmente no es definitiva. Puede que
sus causas no sean duraderas o que los síntomas se alivien. En tal caso, puede instarse un nuevo
proceso para modificar o dejar sin efecto la sentencia inicial. Tanto la sentencia como la resolución
deben inscribirse en el Registro civil.

3. LAS PERSONAS JURÍDICAS


3.1. Concepto y tipos de personas jurídicas
La ley reconoce personalidad jurídica a determinados entes compuestos, bien por un
grupo de personas que se unen para conseguir una finalidad común, bien por un patrimonio que se
adscribe a la consecución de un fin.
En el primer caso, la concesión de personalidad jurídica permite unificar las relaciones
jurídicas de un grupo de personas de forma que la agrupación en su conjunto pueda actuar en el
tráfico jurídico como si se tratara de un individuo. De este modo, la entidad puede ser titular de
derechos y obligaciones y tener un patrimonio propio, independiente del patrimonio de cada
uno de sus miembros, celebrar contratos, etc.
En el segundo caso, la personalidad jurídica es el mecanismo del que se vale el ordenamiento
jurídico para permitir que un conjunto de bienes sea destinado al cumplimiento de un fin y
que la organización creada pueda intervenir sin dificultad en el tráfico jurídico, siendo titular de
derechos y obligaciones, etc.
En cualquier caso, toda persona jurídica debe actuar a través de sus órganos, que son las
personas físicas, pertenecientes a la entidad, que toman decisiones y las ejecutan. Por eso, los
órganos de la persona jurídica personifican a la entidad.
En relación con los tipos de personas jurídicas suele distinguirse entre personas jurídicas de base
asociativa o sustrato personal, y personas jurídicas de sustrato patrimonial.
Dentro de personas jurídicas de sustrato personal se encuentran las asociaciones y las
corporaciones, que están compuestas ambas por un grupo de personas.
 Las asociaciones se crean por la voluntad de los particulares, que se ponen de
acuerdo para agruparse con objeto de conseguir cierta finalidad
 Las corporaciones son creadas por la ley y están dirigidas a ejercer funciones
públicas o fines que el Estado considera de relevancia social.
Son personas de base patrimonial las fundaciones, que son organizaciones creadas por
una persona (fundador) que destina un patrimonio a la consecución de un fin de interés
general.
También suele distinguirse entre personas jurídicas que persiguen fines de interés general y
personas jurídicas que persiguen fines de interés particular.

3.2. El concepto de asociación en sentido amplio. Asociación y sociedad


En sentido amplio, el concepto de asociación hace referencia a cualquier grupo de personas
que se une para obtener un fin común a todas ellas. Sin embargo, hay que distinguir entre

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aquellas que persiguen un fin de lucro, conocidas como sociedades, y la asociación en sentido
estricto, que carece de fin lucrativo.
Tradicionalmente se ha identificado la noción de “fin de lucro” con la intención de obtener
ganancias para repartirlas entre los miembros de una agrupación. Sin embargo, existen
agrupaciones de personas que no persiguen un fin de lucro en el sentido expuesto, pero que tienen
como finalidad la obtención de ventajas económicas para sus asociados (cooperativas).
Las cooperativas no siempre reciben un porcentaje o participación de las ganancias obtenidas
por la cooperativa, pero extraen ventajas económicas derivadas de un ahorro de gastos o la
consecución de una mayor remuneración o mejores condiciones laborales.
En sentido estricto, el concepto de asociación hace referencia a las agrupaciones de personas
que persiguen un fin “extrapatrimonial” (religiosos, culturales, deportivos, etc.).

3.3. La asociación: concepto, constitución, funcionamiento


La asociación puede definirse como una agrupación de personas que persiguen un fin común,
no lucrativo y de carácter extrapatrimonial. Este fin puede ser de interés particular o de
interés general.
El hecho de que el fin de la asociación deba ser de carácter no lucrativo no le impide
desarrollar actividades económicas. Las asociaciones suelen constituirse sin patrimonio
previo y se nutren habitualmente de las cuotas de los socios, por lo que necesitan ingresos para
poder llevar a cabo los fines perseguidos. La Ley reguladora del derecho de asociación (LODA) les
permite realizar actividades económicas que sean de carácter ocasional o instrumental, como medio
para obtener ingresos que permitan la consecución de sus fines.
La asociación se constituye mediante el acuerdo de un mínimo de tres personas, que debe
plasmarse en un documento, público o privado, denominado “acta fundacional”, que debe
contener los estatutos de la asociación. Los estatutos son las reglas de funcionamiento de la
asociación.
De especial importancia son los órganos de la asociación, cuya existencia es indispensable para
que tal entidad pueda actuar en el tráfico. Ha de haber dos órganos: la Asamblea General, que es
el órgano supremo, está compuesta por todos los asociados y adopta decisiones por acuerdo de la
mayoría, y un órgano de representación, encargado de la gestión daría de la asociación y la
ejecución de los acuerdos de la Asamblea, que está compuesta por varios asociados y se denominada
Junta Directiva, formada por un presidente, un secretario y varios vocales.
La figura de la asociación se caracteriza por la existencia de los siguientes elementos:
pluralidad de miembros, fin común no lucrativo y de carácter extrapatrimonial y la existencia de
una organización que permita su funcionamiento y que ha de ser fijada en los estatutos.
La asociación adquiere personalidad jurídica en el mismo momento de su constitución,
mediante la celebración del acuerdo de constitución y la elaboración de los estatutos. La inscripción
en el Registro de Asociaciones no es requisito para que la asociación alcance personalidad.
Las asociaciones se disuelven por las causas previstas en los estatutos o por acuerdo de
los asociados. También pueden disolverse por las causas establecidas en el artículo 39 C.c. y por
sentencia judicial. Una vez disuelta la asociación hay que proceder a liquidar el patrimonio
asociativo y dar al remanente el destino previsto en los estatutos, el cual no puede ser el reparto
entre los asociados.

3.4. La Fundación: concepto, constitución, funcionamiento


La fundación nace porque una persona o personas (fundador) deciden utilizar ciertos fondos
(dotación) para crear una organización destinada a la consecución de ciertos fines de interés
general.

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Las fundaciones son organizaciones sin fin de lucro, pero además sus fines han de ser de
interés general, lo que implica que han de conllevar un beneficio para la comunidad. Es preciso
que la finalidad fundacional beneficie a colectivos genéricos de personas (enfermos de cáncer),
estando prohibido las fundaciones familiares y la que destinen prestaciones a beneficiarios
determinados.
Un elemento esencial para que pueda existir una fundación es la dotación, que es el patrimonio
inicial con base al cual se crea esta persona jurídica. Esa dotación puede estar compuesta por bienes
y derechos de cualquier clase, pero ha de ser suficiente para el cumplimiento de los fines
perseguidos por la fundación que se pretende constituir.
Pueden crear fundaciones tanto las personas físicas como jurídicas. Para ello deben
manifestar su voluntad de destinar un conjunto de bienes a un fin de carácter general. La escritura
pública de constitución debe contener los estatutos de esta e identificar las personas que van a
formar parte del órgano de gobierno de la fundación (patronato). Para que la fundación alcance
personalidad jurídica es necesario que se inscriba en el Registro de Fundaciones
correspondiente.
Pueden considerarse elementos esenciales de la fundación la dotación, el fin no lucrativo y de
interés general y la existencia de una organización, que debe plasmarse en los estatutos.
En cuanto a los órganos de la fundación, el órgano de gobierno y representación de esta entidad
se denomina Patronato, compuesto por un mínimo de tres miembros que han de elegir entre ellos
un presidente. El cargo de patronato es gratuito, es decir, no se percibe por ello ninguna
remuneración. El Patronato debe cumplir los fines de la fundación y administrar diligentemente
el patrimonio fundacional, y no tiene que limitarse a gastar el patrimonio de la fundación en la
realización de los fines previstos por el fundador. Lo normal es que la fundación realice actividades
económicas que le permitan obtener un mayor grado de cumplimiento de los fines perseguidos e
incrementar el patrimonio de la fundación. La gestión de la fundación es supervisada por un órgano
administrativo que se denomina Protectorado, y que depende, bien de la Administración
General del Estado (competencia estatal) bien de las Administraciones autonómicas (ámbito
autonómico).
Las fundaciones se extinguen p o r las causas establecidas en e l ar t í cu l o 31 de la
Ley de Fundaciones. La extinción debe ir seguida de un procedimiento de liquidación, realizado por el
Patronato bajo control del Protectorado, debiendo destinarse los bienes sobrantes a entidades no lucrativas
de interés general.

4. LA REPRESENTACIÓN
4.1. Concepto y tipos de representación
Existe representación cuando una persona, actuando en interés de otra, gestiona un
asunto de ésta última. El asunto gestionado ha de tener carácter jurídico y ha de obligar al
representante a relacionarse con una tercera persona. Existen tres protagonistas: representante,
representado y tercero, con quien el representante se relaciona.
Quien actúa en representación de otra persona debe hacerlo siempre en interés del
representado, llamado dominas o principal, pero puede actuar en:
 Nombre propio, es decir, sin comunicar al tercero que está realizando una gestión
ajena, denominado representación indirecta.
 Nombre del representado, en cuyo caso se pone en conocimiento del tercero que el
asunto gestionado pertenece al dominas o representado, denominado representación
directa.
La posibilidad de gestionar asuntos ajenos puede derivar de la voluntad del representado o de la
ley. En el primer caso estamos ante un supuesto de representación voluntaria. En el segundo

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caso se habla de representación legal.
La representación legal es un medio de suplir la limitada capacidad de una persona,
tanto los padres como el tutor son representantes legales. En estos casos es la propia ley quien
autoriza al representante a actuar en nombre e interés del menor o incapacitado y gestionar sus
asuntos. La representación legal es siempre un supuesto de representación directa, y los efectos
de la actuación del representante se producen directamente en la esfera jurídica del representado.
En la representación legal el representante es el único posible autor del negocio, ya
que se presupone que el representado no puede actuar válidamente por sí mismo. Esto constituye
una diferencia respecto de la representación voluntaria.
La representación voluntaria es una forma de colaboración entre representante y
representado que permite a éste ampliar sus posibilidades de actuación por medio del representante.
Puede ser directa o indirecta. Cuando la representación es directa los efectos jurídicos de la
actuación del representante se producen directamente en la esfera jurídica del representado. En
cambio, cuando la representación es indirecta es el representante quien queda vinculado
con el sujeto con quien ha contratado (tercero).

4.2. La representación voluntaria: el apoderamiento. La actuación del representante sin poder


La representación voluntaria supone que una persona autoriza a otra para que gestione
sus intereses. Los efectos jurídicos de la actuación del representante se producen directamente
en la esfera jurídica de este último (representado). Pero para que se produzca esta consecuencia
no basta con que el representante actúe en nombre ajeno, es necesario que exista un poder de
representación. La representación directa exige dos elementos:
a) Contemplativo domini, que consiste en la revelación, por parte del representante, de
que actúa en calidad de tal y con el fin de que los efectos de su actuación recaigan en otra
persona.
b) Poder de representación, es la autorización que concede el dominus al representante
para que actúe en su nombre y pueda influir sobre su patrimonio o afectar su esfera
jurídica.

A. El apoderamiento
El negocio dirigido a la concesión del poder de representación se denomina apoderamiento.
El sujeto que concede el poder es llamado poderdante y la persona que recibe el poder, en
cuya virtud queda legitimado para actuar en nombre del representado, es denominado
apoderado. El apoderamiento en un negocio jurídico unilateral.
Para otorgar el poder el poderdante debe tener la capacidad de obrar que sea necesaria para
celebrar el negocio de que se trate. El poder de representación habilita al apoderado para actuar en
nombre y representación del poderdante, pero no le obliga a ello.
En la práctica es frecuente que el apoderamiento tenga su causa en la existencia de un contrato de
mandato previo. El mandato es un contrato por el cual una persona se obliga a hacer alguna
cosa por cuenta o encargo de otra. El mandato puede ir acompañado de un poder de
representación (mandato representativo) o no ir acompañado de él (mandato sin
representación).

B. Límites del poder


El apoderamiento habilita al representante para actuar sólo dentro de los límites
establecidos en el propio poder de representación. El dominus puede autorizar al apoderado a
gestionar todos sus negocios (poder general) o para que gestione sólo algún asunto
determinado (poder especial). Para que el apoderado pueda realizar actos de disposición sobre
los bienes del poderdante es preciso que se otorgue expresamente la facultad de que se trate. Hace
falta un poder expreso.

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Si el representante traspasa los límites del poder, el negocio que haya realizado no vincula al
dominus y es ineficaz ante él.
C. El representante sin poder
Si un sujeto realiza cierto negocio actuando en nombre ajeno pero sin que se le haya otorgado un
poder de representación, denominado representante sin poder o un falso representante, los
negocios que celebre en nombre del representado no vinculan a éste a menos que los
ratifique.
La ratificación es una declaración de voluntad del dominus en virtud de la cual acepta las
consecuencias jurídicas de la gestión el representado. Si el dominus ratifica el negocio
realizado por el representante sin poder, entonces sí quedará vinculado por él. La ratificación
puede ser expresa o tácita, es decir, derivada de hechos concluyentes de los que quepa deducir la
voluntad de aceptar el negocio realizado por el falso representante.
Si el dominus no ratifica el negocio celebrado por el representante sin poder, dicho negocio es
ineficaz frente a él; se habla de nulidad, pero en realidad el negocio no es nulo, ya que basta con
que se produzca la ratificación del dominus para que el negocio sea eficaz. Si no tiene lugar la
ratificación, el representante sin poder quedará vinculado frente al tercero con quien
contrató y estará obligado a indemnizarle por los daños y perjuicios causados.
D. Incumplimiento de instrucciones
Este es el caso en que el representante, teniendo poder de representación y ejercitándolo dentro
de sus límites, incumple alguna de las instrucciones dadas por el poderdante. En este caso el
negocio es eficaz, y el representado queda vinculado. No obstante, el representante que ha
incumplido las instrucciones incurrirá en responsabilidad frente al dominus y deberá
indemnizarle de los daños causados.
E. Revocación del poder
El poder de representación puede ser revocado por el poderdante a su voluntad y sin
necesidad de expresar causa alguna. La revocación deber ser puesta en conocimiento del
apoderado para que surta efectos, ya que de otro modo se corre el riesgo de que este último siga
actuando en nombre del representado.
Si el representante contrata con un tercero una vez que se ha revocado su poder de
representación, los efectos que se producen son los mismos que si hubiera actuado con poder
de representación, es decir, el negocio celebrado por el representante no vinculara al dominus.
Pero sí al representante, provisto del inicial poder de representación, generó la confianza del
tercero en la existencia de su poder de representación, puede ocurrir que el dominus quede
vinculado como consecuencia de esa situación de apariencia.

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TEMA 3
EL CONTRATO

1. EL CONTRATO: CONEPTO Y CLASES


1.1. Concepto
El contrato existe desde que una o varias personas consienten en obligarse, respecto de otra
u otras, a dar alguna cosa o prestar algún servicio. El contrato se configura entonces como una
de las fuentes de las obligaciones y tiene fuerza de ley entre las partes en el sentido de que nacen de
él obligaciones que tienen que ser cumplidas por los que han consentido.

1.2. Clases
A. Contratos consensuales, reales y formales
Los contratos consensuales se perfeccionan, es decir, obligan por el solo consentimiento
de las partes sin necesidad de que éstas exterioricen la voluntad de una determinada forma.
Los contratos reales son aquellos que necesitan para su perfección, además del
consentimiento de las partes, la entrega de una cosa. Ej.: contratos de préstamos, depósito y
prenda.
Algunos contratos requieren que el consentimiento se manifieste de una forma especial
para que sean válidos. En estos contratos, los contratos formales, la forma se convierte en
solemne o ad substantiam, es decir, requisito de validez, con lo que su ausencia conlleva la nulidad
del contrato.
B. Contratos unilaterales y bilaterales
Los contratos unilaterales generan obligaciones sólo a cargo de una de las partes
(contrato de préstamo) mientras que en los contratos bilaterales ambas partes se obligan
recíprocamente una respecto de la otra (contrato de compraventa).
El hecho de que un contrato sea bilateral o unilateral está relacionado con el número de
obligaciones que de él nacen.
C. Contratos gratuitos y onerosos
En los contratos gratuitos una de las partes realiza un sacrificio patrimonial que no se
ve compensando por ningún beneficio como contrapartida. Ej.: donación.
En los contratos onerosos ambas partes realizan un sacrificio patrimonial que se ve
compensado con el correlativo beneficio que obtienen por el cumplimiento de la otra. Ej.:
compraventa. Todos los contratos bilaterales son onerosos, pero no todos los onerosos son
bilaterales.
D. Contratos típicos y atípicos
Los contratos típicos son contratos que están regulados de un modo específico en la ley.
Esto no implica que las partes, haciendo uso de su autonomía privada y dentro de sus límites, no
puedan convenir un contenido distinto del señalado legalmente. Ej.: compraventa, donación,
arrendamiento.
Los contratos atípicos son aquellos que carecen de regulación legal expresa y que surgen
de la combinación de contratos legalmente contemplados. Ej.: contrato de leasing.

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2. LA AUTONOMÍA DE LA VOLUNTAD
La dignidad de la persona y la libertad de empresa tienen su plasmación en el ámbito del Derecho
privado y en el principio de la autonomía de la voluntad, principio que implica conceder a los
sujetos el poder de autorregular sus intereses particulares. El Código dispone que los contratantes
puedan establecer los pactos, cláusulas y condiciones que tengan por conveniente siempre que no
sean contrarios a las leyes, a la moral, ni al orden público.

2.1. La ley
La ley es aquella que no puede ser excluida o alterada por pactos de las partes pues protege
un interés general o contiene derechos y obligaciones esenciales y no renunciables.

2.2. La moral
La moral hace referencia a un conjunto de valores éticos generalizados y admitidos por la
opinión colectiva en una sociedad determinada. Al ser un concepto jurídico indeterminado, es
cambiante y relativo, es decir, referido a una comunidad, momento y lugar concretos.

2.3. El orden público


Al igual que su vertiente de orden público económico, el orden público es un concepto jurídico
indeterminado que engloba un conjunto de principios implícitos dentro de los ordenamientos
jurídicos, esenciales e inderogables por los particulares. Principios constitucionales como la
dignidad y libertad de la persona o los derechos fundamentales.

3. LOS ELEMENTOS DEL CONTRATO


El Código Civil señala que no hay contrato sino cuando concurren los siguientes requisitos:
consentimiento de los contratantes, objeto cierto que sea materia del contrato y causa de la
obligación que se establezca.

3.1. Consentimiento
El contrato se basa en la voluntad de las partes que consienten en obligarse, manifestándose
este consentimiento por el concurso de la oferta y la aceptación sobre la cosa y la causa que han de
constituir el contrato.
A. Capacidad para contratar
Según el Código Civil, no pueden prestar consentimiento los menores no emancipados ni los
incapacitados. Los contratos celebrados por menores o incapacitados por sí solos no son contratos
nulos sino contratos anulables. El fundamento de estas limitaciones es garantizar la libertad en la
formación del consentimiento de los contratantes, por lo que éstos deben contar con las aptitudes
mentales suficientes.
Distintas de las incapacidades generales son las prohibiciones legales para contratar. La
consecuencia de vulnerar estas prohibiciones es su nulidad radical por contravención de una
norma imperativa.
B. Autocontratación
Hay autocontratación cuando un contrato se celebra por una persona que actúa por nombre
e interés propio y también en el de otro sujeto al que representa, o bien se celebra por una
persona en nombre de dos sujetos diferentes, cuya representación ostenta. No obstante, la
jurisprudencia ha negado la validez del autocontrato cuando existe la posibilidad de que un sujeto
utilice la posición que ocupa de manera que peligre su imparcialidad.
En la actualidad, la autocontratación se acepta si ha existido consentimiento del representado y si

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no se evidencia en el caso concreto un conflicto de intereses.

3.2. Objeto
El segundo elemento esencial del contrato es un objeto cierto que sea materia del contrato.
Pueden ser objeto del contrato todas las cosas que no estén fuera del comercio de los hombres, así
como los servicios no contrarios a las leyes o a las buenas costumbres, siempre que no sean
imposibles y estén determinados. En todo caso, los requisitos que tiene que cumplir el objeto de un
contrato son: posibilidad, licitud y determinación.
A. Posibilidad
El objeto del contrato tiene que ser un bien posible, es decir, una cosa o derecho de existencia
actual o futura, o un servicio cuya ejecución sea posible.
El Código Civil se refiere a la imposibilidad duradera y puede ser una imposibilidad material o
jurídica, total o parcial. Por otra parte, la imposibilidad tiene que ser originaria. La consecuencia de
que el objeto no sea posible es la nulidad del contrato por falta de uno de sus elementos esenciales.
B. Licitud
El requisito de licitud respecto de las cosas se concreta en su comerciabilidad, ya que pueden
ser objeto de contrato todas las cosas mientras que no estén fuera del comercio de los hombres. En
cuanto a los servicios, el Código Civil entiende como ilícitos los contratos contrarios a las leyes o
a las buenas costumbres.
C. Determinación
El Código Civil exige que el objeto sea una cosa determinada en su especie, no siendo la
indeterminación en la cantidad un obstáculo siempre que sea posible determinarla sin
necesidad de nuevo convenio entre los contratantes. El objeto, en el momento de perfeccionarse el
contrato, debe quedar determinado o ser determinable.

3.3. Causa
El tercer elemento esencial del contrato es la causa. La causa a la que nos referimos es la causa
del negocio jurídico: la función económica típica del contrato, función que justifica que el
ordenamiento jurídico le reconozca validez y efectos a dicho negocio jurídico.
La causa en los contratos onerosos es la prestación o promesa de una cosa o servicio por la
otra parte; en los contratos remuneratorios, el servicio o beneficio que se remunera, y en los
gratuitos, la mera liberalidad. La causa se concibe como la finalidad económico-social del
contrato. Sin embargo, a veces son importantes los motivos particulares de los sujetos de la
celebración del mismo (causa concreta), pero solo cuando sean conocidos y exteriorizados por
ambas partes contratantes y hayan sido determinantes para la celebración del contrato.
Los requisitos de la causa son existencia, licitud y veracidad. Un negocio con causa
inexistente o con causa ilícita es nulo, no produce efecto alguno. Hablamos de causa ilícita
cuando las partes, al celebrar el contrato, persiguen una finalidad que es contraria a las leyes o a
la moral. Por último, la causa debe ser verdadera pues, de existir falsedad en la cusa, el contrato
será nulo. Habrá causa falsa cuando la finalidad concreta de las partes no coincida con la finalidad
económica de ese contrato.

4. LA FORMA DEL CONTRATO


Todos los contratos requieren forma, que será el modo en que se manifieste la voluntad de las
partes, lo que puede producirse de distintas formas. Por una parte, de forma expresa, bien
verbalmente o por escrito y, en este caso, en documento privado o público. Pero también se

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puede emitir el consentimiento mediante declaraciones tácitas de voluntad o hechos
concluyentes.
Los contratos serán obligatorios, cualquiera que sea la forma en que se hayan celebrado,
siempre que en ellos concurran las condiciones esenciales para su validez. Sin embargo, en
ocasiones concretas la ley exige que el consentimiento se exteriorice con una formalidad
especial de modo que, en caso contrario, el contrato es nulo por carecer de uno de sus elementos. En
estos casos se dice que la forma es ad solemnitatem o ad substantiam, es decir, necesario para que el
contrato sea válido.

5. LA FORMACIÓN DEL CONTRATO


5.1. Los tratos preliminares
El proceso de formación del contrato puede ser de forma instantánea, aunque es frecuente que las
partes mantengan conversaciones o intercambien información, es decir, realicen una serie de actos
preliminares encaminados a la celebración del contrato, denominados tratos preliminares.
Los tratos preliminares no constituyen una relación jurídica, es decir, no obligan a las partes a
concluir un negocio jurídico, pero sí pueden tener trascendencia jurídica. Por una parte, para la
interpretación del contrato, puesto que sirven para conocer la voluntad de las partes. Por otra,
porque a pesar de su carácter no vinculante, sí que puede derivarse algún tipo de
responsabilidad de la ruptura de los tratos preliminares si una de la partes no ha observado el
deber general de comportarse conforme a la buena fe que preside esta fase de formación del
contrato. Es lo que conocemos como responsabilidad precontractual o por culpa in contrahendo.

5.2. La oferta y la aceptación de la oferta


El contrato se perfecciona por el concurso de la oferta y de la aceptación. Oferta y
aceptación tienen en común que se trata de declaraciones de voluntad emitidas por un sujeto
(oferente y destinatario de la oferta), que son de carácter recepticio (tienen que ser recibidas por la
persona a la que van dirigida) y que tienen que contener una intención clara de vincularse
contractualmente.
Se entiende por oferta la declaración de voluntad de carácter recepticio emitida por el
oferente con el propósito de celebrar un contrato, lo que sucederá una vez que haya sido aceptada
por el destinatario. Por otra parte, la oferta puede estar dirigida a una persona concreta o bien a
un número indeterminado de ellas, lo que se denomina oferta al público. La oferta está vigente
mientras no haya caducado. El oferente puede revocar la oferta antes de la aceptación siempre que
no fuera irrevocable.
La aceptación es la declaración de voluntad del destinatario de la oferta, dirigida al
oferente, por la que manifiesta su intención de quedar vinculado por el contrato ofertado. La
aceptación tiene que ser tempestiva, es decir, tiene que llegar al oferente antes de que haya
caducado la oferta aunque cabe la aceptación tardía si el oferente la admite. La aceptación debe
concordar con los términos de la oferta pues, en el caso contrario, no sería una aceptación sino una
contraoferta.
Por último hay que señalar que, en ocasiones, en el momento de celebración del contrato, una de
las parte hace entrega a la otra de una cosa a cuenta del precio, cumpliendo la entrega la función de
prueba de la perfección del contrato y denominándose esta figura como arras confirmatorias.

5.3. Contratación entre personas distantes


Cuando la oferta y la aceptación se producen de forma simultánea no hay problemas para
determinar en qué momento se ha perfeccionado el contrato. Sin embargo, si entre la manifestación
de la oferta y la aceptación trascurre un período de tiempo puede surgir la duda de cuándo
concurren ambas y se perfecciona el contrato.

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El Código Civil opta por la llamada teoría de la recepción: hay consentimiento desde que el
oferente conoce la aceptación o desde que, habiéndosela remitido al aceptante, no puede
ignorarla sin faltar a la buena fe. Así, se entenderá perfeccionado el contrato cuando la aceptación
haya entrado en la esfera de control del oferente. Hay una excepción a esta regla y es el supuesto de
la contratación mediante dispositivos automáticos. En este caso el consentimiento existe, no
desde que la aceptación llega al oferente sino desde que el aceptante la manifiesta.
Cuando oferente y aceptante se encuentran en lugares distintos, además de determinar en qué
momento se produce la perfección el contrato, es de interés señalar el lugar de celebración del
contrato para identificar el régimen jurídico aplicable.

5.4. Contratos preparatorios: el precontrato y el contrato de opción


Entre la fase de tratos preliminares y la perfección del contrato, las partes pueden cerrar
acuerdos preparatorios del contrato definitivo de tal forma que la entrada en vigor de éste queda
diferida a un momento posterior. A este contrato se le denomina precontrato o promesa de
contrato.
Según la teoría dominante, por el precontrato las dos partes se reservan la facultad de exigir en un
momento posterior la puesta en vigor del contrato proyectado. Por lo general, se entiende
que en el precontrato tiene que estar ya determinados o ser determinables los elementos
esenciales del contrato proyectado porque, de lo contrario, no podría exigirse la puesta en vigor de
este último y sería necesario un nuevo acuerdo de las partes. Por eso los requisitos del precontrato
son los mismos que los del contrato.
Si el derecho a exigir la puesta en vigor del contrato proyectado está atribuida, no a las dos partes,
sino sólo a una de ellas, estaremos ante un contrato de opción.

6. EL CONTRATO CON CONDICIONES GENERALES


La evolución y globalización de los mercados ha provocado que se celebran multitud de
contratos homogéneos, ya que es más eficiente establecer una regulación estandarizada para
todos ellos. Por lo tanto, una de las partes (predisponente) determina el contenido del contrato,
mientras el otro contratante (adherente) sólo puede rechazar o aceptar sin participar en la
redacción del contrato.
El contenido predispuesto se conoce como condiciones generales de la contratación. Según
esta ley, son condiciones generales aquellas cláusulas predispuestas cuya incorporación al contrato
sea impuesta por una de las partes, con independencia de quien las haya redactado, y con la finalidad
de ser incorporadas a una pluralidad de contratos. Las denominadas cláusulas no negociadas
individualmente son cláusulas predispuestas por el empresario e impuestas al consumidor,
sin necesidad de tener que incorporarlas a una pluralidad de contratos.
Aunque la contratación mediante condiciones generales tiene aspectos positivos es evidente que
entraña un peligro de abuso del predisponente hacia el adherente. La ley prevé dos formas distintas
de control de las condiciones generales. En primer lugar existe un control de
incorporación, que pretende garantizar que el adherente haya podido conocer y entender las
condiciones generales. Una vez incorporadas formalmente al contrato, las cláusulas tienen que pasar
un control de contenido, del tal forma que si la condición contradice una norma imperativa o
prohibitiva, se nula de pleno derecho salvo que la norma establezca un efecto distinto.

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TEMA 4
INTERPRETACIÓN E INTEGRACIÓN DEL CONTRATO. EFICACIA E
INEFICACIA CONTRACTUAL

1. LA INTERPRETACIÓN DEL CONTRATO


La interpretación del contrato es aquella actividad que pretende preciar el sentido de la
declaración contractual común de las partes y atribuirle un alcance y unos efectos jurídicos.
A la hora de interpretar el contrato, existen dos perspectivas. Desde una perspectiva puede
indagarse la voluntad real de los contratantes, con independencia de cómo se expresara su voluntad
al exteriorizarla. Esto se conoce como interpretación subjetiva. Sin embargo, para determinar la
voluntad común de los contratantes es necesario recurrir a la interpretación objetiva, que es
aquella que recurre a criterios objetivos, basados en el significado razonable de las palabras en un
contexto similar, así como la confianza suscitada en la otra parte.
El Código Civil recoge una serie de reglas de interpretación de los contratos de carácter
vinculante y de las que se extraen tres principios: el principio de la voluntad de las partes
(voluntad común), el principio de buena fe, que implica que las partes actuaron de forma
correcta al redactar el contrato, y el principio de conservación del contrato, que significa que
el contrato ha de interpretarse en el sentido más favorable para que sea válido y eficaz.
Las reglas de interpretación de los contratos contenidas en el Código Civil son:
 Interpretación literal aunque con primacía de la voluntad real de las partes. Si los
términos de un contrato son claros y no dejan duda sobre la intención de los contratantes, se
estará al sentido literal de sus cláusulas, salvo que las palabras parezcan contrarias a la
intención evidente de los contratantes, en cuyo caso prevalecerá la intención sobre las
palabras.
 Interpretación a favor de la conservación del contrato. Si alguna cláusula admitiere
diversos sentidos, se optará en la interpretación por el más adecuado para que produzca
efectos.
 Interpretación sistemática. No cabe una interpretación aislada de las cláusulas sino que hay
que interpretarlas conjuntamente pues existe una relación entre todas ellas.
 Interpretación finalista. Las palabras que puedan tener distintos significados serán
entendidas en aquel que sea más conforme a la naturaleza y objeto del contrato.
 Interpretación según los usos. Introduce “el uso o la costumbre del país” como ayuda
para entender la declaración de voluntad de las partes.
 Interpretación “contra proferentem” de las cláusulas oscuras. La interpretación de las
cláusulas oscuras de un contrato no deberá favorecer a la parte que hubiese ocasionado la
oscuridad.
 Reglas de cierre. Si la interpretación no ha sido posible mediante las reglas anteriores, se
recogen una serie de criterios. Si las dudas se refieren a circunstancias accidentales del
contrato y éste es gratuito, se resolverán a favor de la menor transmisión de derechos e
intereses, mientras que si el contrato es oneroso, la duda se resolverá a favor de la mayor
reciprocidad de intereses. Por el contrario, si las dudas recaen sobre el objeto principal
del contrato, no pudiendo determinarse la voluntad de los contratantes, el contrato será nulo.

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2. LA INTEGRACIÓN DEL CONRATO


El contenido del contrato está formado por normas que proceden de la autonomía de la voluntad
de las partes, así como también por normas de otras fuentes de derecho contractual:
 Ley. Se alude a la ley dispositiva, aquella que opera de manera supletoria, ya que las normas
imperativas son de obligado cumplimiento con independencia de que existan lagunas.
 Usos. Sirven para integrar el contrato, rellenando posibles lagunas.
 Buena fe. Es un modelo de conducta que impone a los contratantes una serie de deberes de
comportamiento leal, justo y adecuado.

2.1. La integración publicitaria


Una aplicación concreta del Código Civil y del principio de buena fe es la integración de la
publicidad en el contenido del contrato aunque no se haya mencionado expresamente. Es decir, lo
ofrecido en la publicidad forma parte de las obligaciones contractuales aunque no se haya
incluido específicamente en el contrato.

3. LA EFICACIA DEL CONTRATO


El contrato es obligatorio para las partes. Desde el momento en el que las partes
consienten en concluir el contrato quedan obligados por lo en él establecido. Los contratos deber ser
cumplidos por las partes y deben cumplirse de la manera acordada en ellos.
Los contratos no pueden dejarse al arbitrio de una sola parte. Un contrato es siempre
un acto bilateral en el sentido de que no puede ser decidido unilateralmente por una de las partes
del mismo.
Los contratos sólo vinculan a las partes y sus herederos. Si los derechos y obligaciones
que surgen del contrato son susceptibles de trasmisión, los herederos de la parte que concluyó el
contrato también estarán vinculados a él, pues heredarán esos derechos y obligaciones tras la
muerte del contratante.
Los contratos no vinculan a terceros no intervinientes en los mismos. Esto no quiere decir
que los terceros no deban respetarlos. Es posible que un contrato contenga una estipulación a
favor de tercero. Esto acontece cuando las partes del contrato (estipulante y contratante)
convienen que la prestación que uno de ellos (el prominente) debe por razón del contrato beneficiará
a un tercero. Ese tercero beneficiario puede pedir que se realice la prestación estipulada en su favor.

4. LA INEFICACIA DEL CONTRATO


Hablamos de ineficacia de los contratos en cualquier caso en el que el contrato no produzca
los efectos deseados por las partes y que pudieran esperarse del mismo. Hay tres categorías
generales de ineficacia de los contratos.

4.1. Nulidad
Un contrato nulo no produce ningún efecto jurídico. Siendo el contrato nulo, las partes
pueden comportarse como si no se hubiera celebrado y no cumplirlo. Pero, si se ha efectuado
alguna prestación, todo deberá volver a la situación en que se encontraba con anterioridad a la
conclusión del contrato, como si dicho contrato nunca se hubiera otorgado. Un contrato nulo lo es
desde el momento mismo en que se concluye, nulidad ab initio (desde el principio).
Las causas de nulidad de los contratos son la infracción de una norma imperativa, la
inexistencia de alguno de los elementos esenciales, que el objeto sea indeterminado o ilícito, que
la causa sea ilícita y falta de forma cuando es requerida.
Se entiende que la nulidad opera ipso iure. Esto quiere decir que no es necesario que se inicie
una acción judicial para solicitar que se declare el contrato nulo; las partes podrían comportarse
como si el contrato no se hubiera celebrado nunca. La acción para solicitar que se declare la nulidad

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de un contrato puede instarse en cualquier momento pues no existe plazo para ellos, es
perpetua. Finalmente, debemos decir que la nulidad puede ser parcial.

4.2. Anulabilidad
La anulabilidad no protege intereses públicos como la nulidad, son los intereses privados de
las partes del contrato; se pretende con ella proteger a una de las partes.
A. Causas de la anulabilidad
a) Vicios del consentimiento:
Error. El error constituye un falso conocimiento de la realidad que lleva a la emisión
de una declaración no querida realmente. Para que el error en el consentimiento invalide el
contrato el error debe ser esencial, es decir, debe recaer sobre elementos del contrato
que han sido determinantes a la hora de tomar la decisión de contratar. Ahora bien, las
circunstancias tenidas en cuenta por alguna de las partes como presupuesto del negocio, para
que puedan dar lugar a un error relevante, deben haber sido conocidas por el otro
contratante, bien porque se las haya comunicado, bien porque se deduzcan del contexto o de
los usos.
Además, nuestros tribunales han añadido el requisito de la excusabilidad. El error es
inexcusable si pudo ser evitado empleando la diligencia. Con el requisito de
excusabilidad se pretende impedir que se proteja al que ha sufrido el error cuando no
merece protección por su conducta negligente.
También ha de tenerse en cuenta el comportamiento de la parte que no sufre el error,
porque puede ocurrir que ésta, con su conducta, haya provocado el error. En este caso,
aunque el que yerra no haya sido diligente al concluir el contrato, el interés de la otra parte
no será digno de protección y por lo tanto el contrato podrá anularse.
Violencia. Existe violencia cuando, para obtener el consentimiento, se emplea una
fuerza irresistible. La violencia invalida el consentimiento, tanto si es ejercida por la otra
parte del contrato como si lo es por un tercero que no intervenga en el contrato.
Intimidación. Hay intimidación cuando se inspira a uno de los contratantes el temor
racional y fundado de sufrir en su persona o bienes un mal inminente y grave. La
amenaza deber ser de tal naturaleza que pueda influir en el ánimo de una persona sensata,
pero para determinar si efectivamente ese temor es racional y fundado y puede entenderse
que la amenaza ha llevado al afectado a contratar se tienen en cuenta las
circunstancias personales, la edad y condición de la persona.
El llamado temor reverencial es el temor de defraudar a las personas a las que se tiene
respeto, no anula el contrato.
Dolo. Hay dolo cuando con palabras o maquinaciones insidiosas (contienen un engaño
oculto) de parte de uno de los contratantes es inducido al otro a celebrar un contrato
que, sin ellas, no hubiera hecho. Para que el dolo produzca la nulidad de los contrataos,
deberá ser grave y no haber sido empleado por las dos partes contratantes. También
constituye dolo la omisión de hechos o circunstancias determinantes para la conclusión
del contrato y respecto de los que existe un deber de informar.
Para que el dolo conlleve la anulación del contrato deben concurrir varios requisitos: una
maquinación engañosa dirigida a provocar la declaración que sin él no hubiera concluido
el negocio. Que sea grave y que no haya sido causado por un tercero ni usado por las dos
partes.
El dolo incidental no es grave porque no afecta a un elemento del contrato que ha sido
fundamental a la hora de contratar, sino a alguna circunstancia accesoria, y no produce
la anulabilidad del contrato, sólo obliga al que lo empleó a indemnizar los daños y

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perjuicios.
También invalida el contrato el llamado dolus bonus, que hace referencia a las actuaciones
permitidas y reconocidas socialmente para conseguir que la otra parte concluya el contrato.
b) Falta de suficiente capacidad de obrar.
c) Falta de consentimiento del cónyuge cuando sea necesario para el contrato.

B. Ejercicio de la acción de anulabilidad


La anulabilidad no se produce ipso iure, sino que es necesario que se ejercite la
correspondiente acción para que sea declarada por la autoridad judicial. Se dice por ello que la
acción de anulabilidad es constitutiva. Si la acción no se ejercita en el plazo establecido por la ley,
el contrato queda purificado o subsanado, es decir, deviene definitivamente eficaz.
La acción para solicitar la anulabilidad del contrato no puede interponerla la parte que la causó,
sino solo la persona cuyo interés está siendo protegido. La acción para solicitar la declaración
de anulabilidad tiene un plazo de cuatro años. Una vez transcurrido ese plazo sin haberse
interpuesto la acción de anulabilidad el contrato será eficaz y ya no podrá atacarse por esa causa.
Por otra parte, los contrataos anulables pueden ser confirmados. La confirmación es la
declaración de voluntad de la parte que estaría legitimada para pedir la anulación del
contrato, haciéndolo válido y eficaz y quedando por ello las partes vinculadas definitivamente por el
contrato. Para realizar la confirmación es necesario que se conozca la causa de anulación y que dicha
causa haya cesado, pues de otra forma la confirmación tendría el mismo defecto que el contrato
anulable.

4.3. Consecuencias de la ineficiencia por nulidad o anulabilidad


Cuando se ataque un contrato porque exista una causa de anulabilidad y la autoridad judicial lo
anule, las consecuencias de la anulación serán las mismas que las de un contrato nulo de pleno
derecho. La consecuencia es que el contrato no produce efectos (nulidad) o no los producirá el que
inicialmente los tuvo (anulabilidad).
Una vez que el contrato se haya declarado ineficaz, los contratantes deben restituir
recíprocamente las cosas que hubieran sido materia del contrato, con sus frutos, y el precio con los
intereses. El Código prefiere una restitución in natura; esto es, la restitución de las cosas que
fueron objeto de contrato. Si tal restitución no es posible porque las cosas para entonces han
desaparecido, la obligación de devolverlas se convierte en una obligación monetaria. Si una parte no
puede restituir la cosa porque se haya perdido, deberá restituir los frutos percibidos y el valor de la
cosa cuando perdió, con los intereses desde la misma fecha.

4.4. Rescisión
El Código Civil establece una serie de casos en los que un contrato válido puede devenir
ineficaz porque produce un perjuicio que el Código considera ilícito. Se trata de las rescisión de
los contrataos, tipo de ineficiencia que no se debe a un defecto en la formación del contrato, sino
que tiene su origen en que los efectos que el contrato produce pueden ser fraudulentos para una
de las partes o para terceros afectados por el contrato.
Las principales causas de rescisión son numerus calusus, de manera que no existen otros casos de
rescisión de los contratos sino los establecidos en la ley. La rescisión es un remedio subsidiario, lo
cual supone que sólo pueda acudirse a él si no existe otro remedio para ese perjuicio. La causa de
rescisión más relevante en la práctica es la de los contratos celebrados en fraude de acreedores,
los cuales son rescindibles cuando éstos no puedan de otra manera cobrar lo que se les deba.
Cuando el deudor ha concluido contratos para perjudicar a sus acreedores, el acreedor está
legitimado para interponer una acción rescisoria, la denominada acción pauliana. Esta acción
confiere al acreedor el poder de atacar las enajenaciones que el deudor ha llevado a cabo cuando el

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deudor se ha colocado en una situación de insolvencia y la enajenación hecha por el deudor tiene
carácter fraudulento. La enajenación tiene la consideración de fraudulenta cuando se realiza a título
gratuito, pues no es justo que el deudor beneficie a terceros en perjuicio de sus acreedores.
El efecto de la rescisión de un contrato es que obliga a las partes del contrato rescindido a
restituir las cosas objeto de contrato con sus frutos y el precio con sus intereses. La restitución
no tiene lugar cuando la cosa objeto de contrato está legalmente en posesión de un tercero de
buena fe. En este caso, la obligación de restitución se convierte en una obligación de la persona que
causó la lesión de compensar el daño causado.
La acción para pedir la rescisión dura cuatro años. Se entiende que es un plazo de caducidad, es
decir, no susceptible de interrupción.

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TEMA 5
LA OBLIGACIÓN

1. LA OBLIGACIÓN: CONCEPTO Y ELEMENTOS


En Derecho Civil, la obligación es un vínculo entre dos personas determinadas del que
derivan pretensiones de una contra otra o pretensiones recíprocas entre los sujetos.
Los sujetos de la obligación son el deudor y el acreedor. El acreedor es titular de un derecho
subjetivo (derecho de crédito) que le permite dirigirse al deudor (sujeto del deber jurídico) y
exigirle el cumplimiento de la prestación.
También puede aludirse a la obligación en un sentido más amplio como la relación obligatoria,
que es un instrumento para que las personas puedan realizar actividades de cooperación social,
como el intercambio de bienes y servicios. En la relación obligatoria todos los derechos, facultades,
deberes y cargas que la conforman aparecen orgánicamente agrupados. Por ello, la relación
jurídica obligatoria no es exclusivamente el derecho de un sujeto a exigir y el deber del otro de
realizar la prestación, sino el conjunto de derechos y obligaciones que ligan.
Los elementos de la obligación son la deuda y la responsabilidad.
 La deuda indica el deber de realizar una prestación.
 La responsabilidad significa la sujeción o sometimiento del patrimonio del deudor al poder
del acreedor para ejecutar el crédito y cobrarse con cargo a los bienes del mismo, y posee dos
características:
o Es patrimonial, lo que significa que el deudor responde del incumplimiento de sus
obligaciones con sus bienes.
o Es de carácter universal, lo que quiere decir que el deudor responde con la totalidad
de sus bienes, tanto presentes como futuros.
Ambos elementos se encuentran unidos. No existe responsabilidad sin previo deber jurídico ni
existe deuda de la que no sea responsable. Por tanto, no deben mantenerse como fenómenos
separados pues forman parte de un todo, que es la obligación en su conjunto.

2. LAS FUENTES DE LAS OBLIGACIONES


En Derecho Civil, fuente es origen; en el caso de las obligaciones es el surgimiento de éstas. Por
tanto, las fuentes de las obligaciones son:
a) La ley. Las obligaciones derivadas de la ley no se presumen y son exigibles las determinadas
en el Código o en otras leyes especiales y que se regirán por los preceptos de la ley.
b) El contrato. Las obligaciones pueden surgir por actos voluntarios de las personas como la
celebración de un contrato. Este contrato es un acto voluntario y de él nace la obligación.
c) Los “cuasi contratos”. Los cuasi contratos son hechos lícitos y voluntarios de los que
resulta obligado su autor para con un tercero, y en ocasiones puede surgir de esos mismos
hechos una obligación recíproca entre el autor del hecho mencionado y tercero. Gestión de
negocios.
d) Conductas delictuales. Son considerados como fuente de la obligación de restituir las cosas
objeto del delito y de la obligación de resarcir los daños y reparar los perjuicios causados
por él.
e) Los actos y omisiones en los que intervenga culpa o negligencia. Nace una obligación

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de indemnizar porque mediante una acción antijurídica una persona ha causado daño a
otra y ese daño debe ser reparado.

3. LAS OBLIGACIONES CON PLURALIDAD DE SUJETOS


Las partes en la relación obligatoria se denominan deudor y acreedor, pudiendo ser sujeto de
relaciones obligatorias todas las personas, tanto físicas como jurídicas. Pero hay que tener en cuenta
que pueden concurrir una pluralidad de sujetos tanto en la titularidad activa como en la pasiva. Son
obligaciones en las que la titularidad activa (crédito) estará formada por dos o más acreedores o
la titularidad pasiva (deuda) estará formada por dos o más deudores.
3.1. Las obligaciones mancomunadas
Las obligaciones mancomunadas son aquellas obligaciones en las que habiendo una
pluralidad de personas en la titularidad activa o en la pasiva, el crédito o la deuda se dividen en
tantas partes como acreedores o deudores haya, considerándose créditos o deudas distintos unos de
otros. Como la deuda o el crédito se dividen en partes hay autores que prefieren denominarlas
“obligaciones parciarias”. El Código Civil establece una doble presunción:
 En primer lugar, presume que es mancomunada la obligación en la que concurren varios
acreedores o varios deudores. Quiere decir que, si las partes no han establecido otro
régimen jurídico distinto, hay que considerar que la obligación en la que aparecen varios
sujetos en el crédito o en la deuda es mancomunada. Esta presunción confirma la regla de no
solidaridad.
 En segundo lugar, se presume que las partes en las que se divide el crédito o la deuda son
iguales. Ahora bien, los sujetos que han intervenido han podido dividir la obligación en partes
distintas, manifestándolo expresa o tácitamente al constituirse la obligación.
Si la obligación tiene varios acreedores, se dividirá en tantos créditos como acreedores haya.
Cada acreedor sólo puede reclamar la parte que le corresponda y es el único legitimado para
recibir el pago de dicha parte. Si la obligación mancomunada lo es con una pluralidad de
deudores cada uno lo será de su parte correspondiente, sin que ninguno esté obligado a suplir
la insolvencia de los otros. Al quedar dividida la deuda, cada uno de los deudores se libera respecto al
acreedor con el cumplimiento de la parte que le corresponde.
3.2. Las obligaciones solidarias
En las obligaciones solidarias puede haber varios acreedores o varios deudores.
 Si son varios acreedores frente a un solo deudor, la solidaridad será activa, teniendo
cualquiera de los acreedores derecho a pedir al deudor el cumplimiento por entero de la
prestación a su favor.
 Si son varios los deudores y un único acreedor, la solidaridad será pasiva o solidaridad
de deudores, teniendo cada uno de ellos la obligación de cumplir por entero la prestación a
favor del acreedor.
 Varios acreedores en el lado activo y varios deudores en el lado pasivo, en cuyo caso se habla
de solidaridad mixta.
La función que la solidaridad cumple en el tráfico jurídico es distinta según se trate de solidaridad
activa o pasiva. La solidaridad activa establece que el deudor puede pagar la deuda a cualquiera
de los acreedores solidarios; pero si hubiera sido demandado judicialmente por alguno de los
acreedores, a éste deberá hacer el pago. Los acreedores solidarios tienen un poder de disposición
sobre el crédito en su totalidad, cualquier acreedor puede llevar a cabo actos dispositivos o
modificativos sobre el crédito. Si se produce el pago a favor de uno de los acreedores o si cualquiera
de los acreedores solidarios realiza actos jurídicos extintivos o modificativos de la obligación que
perjudiquen a los demás acreedores, se deriva de los mismos un derecho de reembolso a favor de
estos frente a aquel, limitado a la parte que cada uno tenga en la obligación, que en principio se

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presume igual.
La solidaridad pasiva cumple una función de garantía, ya que el acreedor puede exigir el
cumplimiento de la totalidad de la prestación a su favor a cualquiera de los deudores o si lo prefiere,
a varios o a todos ellos y, mientras que la deuda no resulte pagada por completo, el acreedor, aunque
haya reclamado a un deudor, podrá reclamar a los demás. Por tanto, el acreedor podrá exigir el pago
total de la deuda a aquel o aquellos que sean solventes. Si uno de los deudores solidarios es
insolvente, su falta de solvencia es suplida por los codeudores a prorrata de la deuda de cada uno.
El pago por cualquiera de los deudores tiene como consecuencia la extinción de la obligación y la
liberación de todos los deudores frente al acreedor. La llamada relación externa, junto a otros
destinados a la relación entre los deudores vinculados solidariamente, o entre los acreedores entre sí,
la relación interna.
En la relación externa la idea primordial es que cada deudor debe la totalidad de la
prestación. En cambio, en la relación interna prima la idea de que cada deudor lo es por su parte
correspondiente y, por tanto, la deuda debe dividirse entre todos los codeudores.

4. EL OBJETO DE LA OBLIGACIÓN. CLASES DE OBLIGACIONES


4.1. Requisitos del objeto de la obligación
El objeto de la obligación es lo debido por el deudor al que se denomina en general
“prestación”. Tal comportamiento, puede constituir en dar, hacer o no hacer alguna cosa. La
prestación ha de ser posible, lícita y determinada.
4.2. Clases de obligaciones
En primer lugar, la obligación puede ser positiva, comportamiento positivo del deudor
consistente en dar o hacer algo, o negativa, comportamiento negativo del deudor consistente en no
dar o no hacer algo.
La obligación es de dar cuando la prestación a realizar consiste en un comportamiento dirigido
a entregar una cosa.
Las obligaciones de dar pueden ser genéricas y específicas. Las específicas son las que recaen
sobre cosas concretas y determinadas desde el momento de la perfección del contrato y que suelen
ser insustituibles. En estas obligaciones el deudor sólo cumple entregando la cosa predeterminada.
Las genéricas son aquellas donde la cosa objeto de la prestación se encuentran determinadas a
través o mediante su pertenencia a un género. Por género se entiende un conjunto más o menos
amplio de objetos. Son habitualmente objetos de las obligaciones genéricas las denominadas cosas
fungibles, cosas que son sustituibles entre sí, que se determinan por su peso, número o medida.
Una vez seleccionado y aportado el bien o los bienes del género, la obligación genérica se
transforma en una obligación específica.
La obligación es de hacer cuando se impone al deudor un comportamiento positivo
consistente en el desarrollo de una actividad para satisfacer el interés del acreedor.
Las obligaciones de hacer pueden clasificarse en fungibles o no personalísimas e infungibles o
personalísimas. En las fungibles, el cumplimiento de la obligación puede ser realizado por personas
diferentes al deudor, la actividad es de carácter sustituible e intercambiable. En las infungibles, la
realización de la prestación sólo satisface el interés del acreedor cuando la lleva a cabo el propio
deudor, de ahí que la obligación se extinga cuando muere el deudor.
Asimismo, las obligaciones de hacer pueden ser de medios o de resultado. En las obligaciones
de medios, el deudor cumple desplegando de modo diligente la actividad debida, aunque no se

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consiga un resultado. En las obligaciones de resultado el deudor sólo cumple cuando se obtiene
el resultado pactado.
La obligación de no hacer es un comportamiento negativo desempeñado por el deudor
consistente en una omisión o una abstención.
La omisión puede tener dos manifestaciones: la simple y la mera actividad o la consistente en
que el deudor permita al acreedor realizar una actividad sin poner obstáculos a la misma. En caso de
incumplimiento de la obligación de no hacer, el acreedor tiene derecho a que se deshaga lo
indebidamente realizado y, si ello no fuera posible, a que se le indemnicen los daños y perjuicios
causados por el incumplimiento.
Cuando la prestación consiste en la entrega de una suma de dinero, la obligación se denomina
pecuniaria o dineraria. La deuda es de dinero cuando éste funciona en la obligación como medio
de cambio de cosas y de servicios. El acreedor busca la entrega de una cantidad determinada de
dinero. La deuda de valor, cuando el dinero no es lo buscado por el acreedor y funciona como
sustitutivo de otros bienes o servicios. Consiste en entregar el valor en dinero de un bien o servicios.

5. LA RELACIÓN OBLIGATORIA RECÍPROCA O SINLAGMÁTICA


Las obligaciones recíprocas son aquellas en las cuales los dos sujetos de la relación se
encuentran obligados.
Los deberes de prestación se encuentran entre sí ligados por un nexo o unión de
interdependencia. A este nexo de enlace se le denomina sinalagma. La doctrina distingue entre
sinalagma genérico y sinalagma funcional.
El sinalagma genérico significa que en el origen de la relación obligatoria cada deber de
prestación constituye para la otra parte la causa por la cual se obliga a realizar su propia prestación.
Una obligación no hubiera nacido sin la existencia de la otra, de modo que la inicial
inexistencia de una de las prestaciones o su desaparición tiene como consecuencia que el otro deber
de prestación aislado carezca de sentido.
El sinalagma funcional se refiere a su cumplimiento. El vendedor no está obligado a entregar
la cosa vendida si el comprador no le ha pagado el precio o no se ha señalado en el contrato un plazo
para el pago. Nadie puede ser obligado a cumplir mientras la otra parte no haya
cumplido.
El carácter sinalagmático de la obligación determina las siguientes consecuencias:
 Un régimen específico en materia de mora o retraso en el cumplimiento de la obligación. En las
obligaciones recíprocas ninguno de los obligados incurre en mora si el otro no cumple.
 La facultad concedida a cualquiera de las partes de resolver el vínculo obligacional, en el caso
de que haya sido incumplida la obligación recíproca. La facultad de resolver las obligaciones
se entiende implícita en las recíprocas, para el caso de que uno de los obligados no cumpliere lo
que le incumbe.
 Otra consecuencia es la posibilidad que tiene cualquiera de los obligados de utilizar en su
defensa la llama excepción de incumplimiento contractual cuando el otro sin haber
cumplido le reclama el cumplimiento. Ninguna de las partes puede demandar el
cumplimiento de la obligación contraria, sin cumplir u ofrecer el cumplimiento de la
obligación propia.

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TEMA 6
EL CUMPLIMIENTO DE LAS OBLIGACIONES

1. EL PAGO: SUJETOS, REQUISITOS OBJETIVOS, MOMENTO Y LUGAR DEL CUMPLIMIENTO


1.1. Concepto
El pago es una forma de extinción de las obligaciones consistentes en la realización por el
deudor de la prestación debida. El pago tiene un triple efecto:
 Extintivo: cuando el deudor paga, se extingue la obligación.
 Satisfactivo: el acreedor ve satisfecho su interés cuando el deudor cumple la obligación.
 Liberatorio: el cumplimiento de la obligación marca el momento desde el cual el deudor se
libera de su vínculo con el acreedor.

1.2. Sujetos
Los sujetos intervinientes en el pago son: solvens, que es quien paga o cumple la obligación; y el
accipiens, que es quien recibe o a favor de quien se realiza la prestación. El llamado a realizar el
pago (solvens) es el deudor. Y, el llamado a recibirlo (accipiens) es el acreedor. Sin embargo, el
pago puede realizarlo una persona que no sea el deudor y considerarse cumplida la obligación.
A. Solvens
En las obligaciones de dar no será válido el pago hecho por quien no tenga la libre
disposición de la cosa debida y capacidad para enajenarla. Sin embargo, si el pago hubiere
consistido en una cantidad de dinero o cosa fungible, no habrá repetición contra el acreedor que
la hubiese gastado o consumido de buena fe.
 En cuanto a la capacidad para realizar el pago, se deducen las siguientes conclusiones:
El pago realizado sin la capacidad requerida para ello no es un pago regular y, por tanto,
no podrá considerarse cumplimiento de la obligación.
El solvens debe tener la libre disposición de la cosa debida y capacidad para enajenarla, por
tanto, el pago por quien carece de la capacidad exigida para ello es anulable.
Las prestaciones de hacer, por su propia naturaleza no se pueden restituir o devolver. Se
entiende que el pago por el incapaz de una obligación de hacer o de no hacer será válido. Por
tanto, siempre quedará la posibilidad de impugnar el negocio que dio lugar al nacimiento de
la obligación, con la consiguiente pretensión de restitución del valor estimado.
 En cuanto al accipiens, en caso de que el pago no sea válido, se pueda reclamar al acreedor
que lo recibió salvo que hubiere gastado la cosa o consumido de buena fe.
B. Pago por tercero
El pago lo puede hacer una persona distinta del deudor, tanto si el deudor lo sabe como si no
lo sabe; e incluso si se opone a ello. Y tanto si quien paga tiene un interés propio en la obligación
como si no es así.
Por una parte, en relación con la obligación, el pago por tercero no podrá ser rechazado por el
acreedor y, por tanto, se considerará válido. Por otra parte, una vez que el tercero realiza el pago de
una deuda ajena, el Código prevé tres procedimientos para reequilibrar su patrimonio
interviniendo de algún modo el patrimonio del deudor:
 Subrogación del tercero en la obligación pagada: mediante la subrogación, el tercero
(solvens) se coloca en la misma situación jurídica que ocupaba el acreedor a quien él

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pagó. Para que se produzca la subrogación es requisito indispensable que el tercero no haya
pagado ignorándolo el deudor. Se presume la subrogación cuando un acreedor pague a otro
acreedor preferente, cuando un tercero sin interés en la obligación pague con aprobación
expresa o tácita del deudor o cuando el tercero que pague tenga interés en el
cumplimiento de la obligación.
 Acción de reembolso a favor del tercero: el tercero puede reclamar al deudor lo que
hubiera pagado. La obligación inicial se ha extinguido y se ha generado una nueva, que incluye
como acreedor al tercer solvens y que tiene por objeto el reintegro de lo pagado.
 Acción de enriquecimiento a favor del tercero (actio in rem verso): si el tercero paga
sin el consentimiento del deudor, pero sin que este se oponga (ya que el deudor ignora
que otra persona paga la deuda en su lugar), el tercer solvens dispone únicamente de una
acción de reembolso, no tiene, por tanto, derecho a subrogarse. Por último, si el tercer
solvens actúa pese a la oposición del deudor, sólo le corresponde acción para repetir
aquello en lo que el pago hubiera sido útil al deudor.
C. Accipiens
El pago deberá hacerse a la persona en cuyo favor estuviese constituida la obligación, o a
otra autorizada en su nombre. Como regla general, al Accipiens tan solo se le requiere tener
capacidad para administrar. Si careciese de ella, los llamados a recibir el pago serían las
personas que ostentasen su representación. Tampoco podrá considerarse válido el pago aceptado
por el acreedor que no tiene la libre disponibilidad sobre el crédito.
D. Pago a tercero
En relación con el Accipiens, también es válido el pago que se realiza a un tercero autorizado
por el acreedor, sea la autorización expresa (cuando facilito mi cuenta bancaria) o tácita (si en el
taller entregan el coche reparado al chofer del dueño del vehículo).
También resulta un pago que libera al deudor el hecho de buena fe a quien estuviera en
posesión del crédito y, por tanto, fuese un acreedor aparente. Pero dado que la buena fe se predica
del Solvens, este pago, aunque libera al deudor, podrá ser impugnado por el verdadero acreedor,
que deberá dirigirse contra el acreedor aparente que cobró lo que no le correspondía.
Por último, el Código Civil admite también la validez del pago realizado a favor de un
tercero que ni siquiera sea aparente, ni actúe con autorización del acreedor. Pero, en este caso, se
considera pago y libera al deudor sólo en la medida en que se hubiera convertido en utilidad del
acreedor.

1.3. Requisitos objetivos del pago


Aparte de los requisitos subjetivos (sujetos y capacidad), para que el pago despliegue
válidamente todos sus efectos, se extinga la obligación y el deudor se libere, es preciso que respete
una serie de condiciones de carácter objetivo. El pago debe responder a las exigencias de identidad
e integridad, si no se cumplen el acreedor podrá negarse a aceptar la prestación ofrecida.
 Identidad: para que la prestación se acepte como pago, debe ser idéntica a la debida, de
modo que el acreedor no está obligado a recibir un pago inexacto: no puede tratarse de algo
distinto, y el acreedor no podrá exigirla de calidad superior, ni el deudor entregarla de calidad
inferior.
 Integridad: el acreedor tiene derecho a exigir que la prestación se realice por entero y,
hasta ese momento, no se entenderá pagada la deuda. Además, de ello se deriva que el pago no
pueda fraccionarse o dividirse en pagos parciales a voluntad del deudor. Para ello, requerirá
la aprobación del acreedor y, de no concurrir ésta, el acreedor puede negarse a aceptar el pago
sin incurrir en mora.

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 Obligaciones:
 Puras: son exigibles desde luego.
 Condicionales: son exigibles cuando se cumplen la condición.
 A plazos: son exigibles cuando el día llegue.

1.4. Momento, lugar y prueba del pago. Gastos del pago


Según el Código Civil, la obligación es exigible desde el momento de su nacimiento, salvo
que se haya dispuesto un plazo de vencimiento.
Para que el pago sea válido debe haberse realizado en el lugar designado por la obligación. Si
no se designa por la obligación, tratándose de una obligación de dar una cosa determinada, el lugar
del pago es aquel donde existía al momento de constituirse la obligación y, en cualquier otro caso,
el domicilio del deudor. Si el pago no se verifica en el lugar debido, podrá ser rechazado por el
acreedor sin incurrir en mora y el pago no se considera realizado.
En cuanto a la prueba de pago, la ley no impone la obligación de entregar recibo como
prueba de que se ha realizado el pago, pero ello deriva de la buena fe y de los usos. De tal modo que
se admite que el deudor exija al acreedor la entrega de un recibo.
Por último, el Código Civil establece que es el deudor quien corre con los gastos necesarios
para ejecutar la prestación. Sin embargo, los gastos judiciales que derivan de la reclamación
judicial del cumplimiento será el juez decidirá quién debe pagarlos.

2. FORMAS ESPECIALES DE CUMPLIMIENTO: DACIÓN EN PAGO Y CESIÓN DE BIENES A LOS


ACREEDORES

2.1. Dación en pago


La dación en pago es una forma de extinción de una obligación en la que el acreedor
admite que el deudor cumpla con su obligación ejecutando una prestación distinta de la pactada,
bien entregándole una cosa, o bien aceptando que le dé una cosa diferente a la que el deudor debía
entregar.
Por tanto, en la dación en pago, la obligación previa es transforma en una especie de
“compraventa”, en la que el crédito que se ostenta contra el deudor pasa a ser una especie de “precio”
del bien o bienes que se entregan en sustitución de la prestación inicialmente pactada. Por tanto, se
transmite la propiedad de los objetos. Y el efecto que se consigue es la extinción de la
deuda, con independencia de que el valor de lo entregado coincida o no con el importe de la deuda.

2.2. Cesión de bienes a los acreedores


El deudor puede ceder sus bienes a los acreedores en pago de sus deudas. Esta cesión, salvo
pacto en contrario, sólo libera a aquél de responsabilidad por el importe líquido de los bienes
cedidos.
En este caso, de igual modo que en la dación en pago, mediante acuerdo las partes convienen en
la alteración del principio de identidad del pago, admitiendo que el deudor entregue bienes propios
al acreedor, con la finalidad de extinguir la deuda, en lugar de efectuar la prestación inicialmente
pactada. Sin embargo, a diferencia de la dación en pago, los efectos extintivos de la entrega no
son inmediatos. En realidad, el acreedor lo que recibe es sólo la posesión y la administración de
tales bienes facultándosele para efectuar la venta de los mismos y cobrarse con dicho importe. Por el
contrario, si lo entregado fuese de mayor valor que el crédito reclamable, el remanente
pertenece al deudor y debe serle entregado.

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3. LA MORA DEL ACREEDOR. EL OFRECIMIENTO DE PAGO Y LA CONSIGNACIÓN


En la obligaciones de dar, el Código ofrece al deudor una forma de liberación para los casos en
los que éste está actuando correctamente y pretende realizar la prestación debida, pero se
encuentra bien con que el acreedor obstaculiza injustificadamente que se verifique el pago, bien
con que, por cualquier circunstancia no imputable al deudor, resulta imposible la entrega al
acreedor.

3.1. La liberación del deudor a través del ofrecimiento de pago y la consignación


La consignación se presenta en el Código como una forma de liberación del deudor, en los
casos en que éste está actuando diligentemente y realizando la prestación debida, pero el acreedor
obstaculiza injustificadamente que se verifique el pago, ya que el acreedor no puede negarse a
recibir el pago cuando éste reúna los requisitos de identidad e integridad.
Para que la consignación de la cosa debida libere al obligado, deberá ser previamente
anunciada a las personas interesadas en el cumplimiento de la obligación. La consignación será
ineficaz si no se ajusta estrictamente a las disposiciones que regulan el pago.
La consignación se hará por el deudor o por un tercero, poniendo las cosas debidas a
disposición del Juzgado o del Notario, en los términos previstos en la Ley de Jurisdicción
Voluntaria o en legislación notarial. Los gastos de la consignación, cuando fuera procedente, serán
de cuenta del acreedor.
La aceptación de la consignación por el acreedor o la declaración judicial de que está bien
hecha extinguirá la obligación y el deudor podrá pedir que se mande cancelar la obligación y
la garantía. Mientras tanto, el deudor podrá retirar la cosa o cantidad consignada, dejando
subsistente la obligación. Si, hecha la consignación, el acreedor autorizase al deudor para retirarla,
perderá toda preferencia que tuviere sobre la cosa. Los codeudores y fiadores quedarán libres.
El procedimiento de liberación consta de dos fases: ofrecimiento de pago y consignación. De no
ser materialmente posible el primero (ofrecimiento), será la consignación la que produzca por sí
sola los efectos liberatorios para el deudor.

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TEMA 7
EXTINCIÓN Y MODIFICACIÓN DE LAS OBLIGACIONES

1. LA CONDONACIÓN
La condonación o perdón de la deuda se produce cuando el acreedor manifiesta su voluntad
de que quede extinguida la obligación y liberado el deudor sin recibir contraprestación a
cambio. Implica un acto de liberalidad porque el deudor queda liberado mientras que el acreedor no
ve satisfecho su derecho a crédito.
La condonación tiene como carácter esencial la gratitud y es irrevocable. La idea fundamental
es que no hay argumentos en el Código para impedir que el acreedor pueda por sí solo renunciar al
derecho de crédito y extinguir la obligación sin contar con la voluntad del deudor.
La condonación puede ser expresa o tácita. Hay condonación expresa cuando la voluntad del
acreedor de perdonar la deuda se manifiesta de forma expresa mediante un documento escrito.
Y hay condonación tácita cuando la voluntad de extinguir el derecho de crédito es el resultado de un
comportamiento inequívoco por parte del acreedor. Ambas formas estarán sometidas a los
preceptos que rigen las donaciones inoficiosas.
En la solidaridad activa o de acreedores el perdón de la deuda llevado a cabo por cualquiera de
los acreedores extingue la obligación, si bien el acreedor que ha perdonada la deuda tendrá que
abonarles la cantidad que cada uno debería haber cobrado si no se hubiera condenado la deuda.
En la solidaridad pasiva la remisión hecha por el acreedor afecta a todos los deudores y si es
total producirá la extinción de la obligación. Cabe la posibilidad de que el deudor realice la
condonación a favor de tan solo uno de los deudores, en cuyo caso el deudor quedará liberado
frente al acreedor y los demás deudores verán reducido el montante de la deuda en la parte de aquél.

2. LA CONFUSIÓN DE LOS DERECHOS DE ACREEDOR Y DEUDOR


La unión de los conceptos de acreedor y deudor puede ocurrir cuando el deudor adquiera el
crédito o cuando el acreedor adquiera la deuda y también por la adquisición simultánea por un
tercero del crédito y la deuda.
El fundamento de la norma de extinción es que nadie puede ser deudor o acreedor de sí
mismo. Si ambas titularidades se reúnen, la obligación se extingue.
En relación a las obligaciones mancomunadas, la confusión no extingue la deuda
mancomunada sino en la porción correspondiente al acreedor o deudor en quien concurran los dos
conceptos. Y en relación a las obligaciones solidarias, la confusión con cualquiera de los
acreedores solidarios o con cualquiera de los deudores solidarios extingue la obligación.

3. LA COMPENSACIÓN
La compensación es un medio de pago o cumplimiento de la obligación que puede producir
la extinción total o parcial de una o varias deudas a la vez. Tendrá lugar cuando dos personas,
por derecho propio, sean recíprocamente acreedoras y deudoras la una de la otra.
Podemos distinguir entre compensación legal o voluntaria. La compensación legal es la que
aparece regulada en el Código Civil. La voluntaria es la que se produce por voluntad de las
partes cuando falta alguno de los requisitos para que pueda llevarse a cabo la compensación legal.
Para que proceda la compensación legal es necesario que se den una serie de requisitos que
afectan a las obligaciones a extinguir. Entre los requisitos objetivos destacan:
 Los créditos y las deudas a extinguir deber ser homogéneas.
 Las deudas deben estar vencidas. La deuda está vencida cuando ha llegado el día fijado para

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su cumplimiento.
 Las deudas deben ser líquidas.
 Que sobre ninguna de las deudas haya retención judicial o contienda promovida por terceras
personas y notificada debidamente al deudor.
Los requisitos subjetivos son:
 Que exista reciprocidad de créditos y deudas.
 Que acreedor y deudor lo sean por derecho propio.
 El crédito y la deuda deben tener la misma categoría jurídica dentro de la relación obligatoria.
El efecto de la compensación consiste en extinguir una y otra deuda en la cantidad
concurrente. El automatismo significa que opera retroactivamente, es decir, que se considera
extinguida la obligación desde la coincidencia de crédito y deuda. La extinción se produce
únicamente en la cantidad concurrente. Lo que quiere decir que si una de las deudas o créditos es
superior al otro, se estará ante un supuesto de pago parcial.

4. LA NOVACIÓN
La novación es la acción o efecto de novar, lo cual significa sustituir con una obligación
otra otorgada anteriormente, la cual queda anulada en este acto. El Código Civil regula la novación
como modo de extinguir las obligaciones.
Conviven la novación extintiva y la modificativa, lo que quiere decir que una obligación
puede ser sustituida por otra posterior, extinguiéndose la primera, o se pueden introducir en
la obligación simples cambios o alteraciones de alguno de sus aspectos no fundamentales, en
cuyo caso el negocio se mantiene. La novación extintiva no se presume y es de interpretación
restrictiva, debiendo entenderse que las partes han querido la novación modificativa como efecto
más débil. Para que la novación sea extintiva es necesario que se den los siguientes requisitos:
 Que la obligación extinguida sea una obligación válida.
 Que exista voluntad de novar, pero si no han declarado su voluntad es necesario que la
antigua y la nueva sean de todo punto incompatibles, para que se produzca el efecto
extintivo de la novación.
Cuando la obligación principal se extinga por efecto de la novación, solo podrán subsistir las
obligaciones accesorias en cuanto aprovechen a terceros que no hubiesen prestado su
consentimiento.
4.1. La modificación de las obligaciones: cesión del crédito y subrogación por pago
A. La cesión al crédito
La cesión al crédito es una forma de novación de las obligaciones en la que el acreedor cede
el derecho de crédito que posee frente al deudor a un tercero que lo adquiere. Es una novación
subjetiva porque hay un cambio de acreedor.
Hay cesión de crédito cuando, por virtud de un acuerdo de voluntades entre el antiguo y el nuevo
acreedor, la titularidad del derecho de crédito se trasmite al segundo, quien se subroga o asume la
posición jurídica del primitivo acreedor.
Los sujetos de la cesión de créditos son el cedente (antiguo) y el cesionario (nuevo). El
llamado “deudor cedido” no es parte del negocio de cesión porque no tiene que manifestar su
consentimiento para que produzca efectos la cesión.
El objeto de la cesión es todo crédito que sea trasmisible. Únicamente no lo serán aquellos sobre
los que recaiga una prohibición legal o aquellos sobre los que las partes hayan decidido
convencionalmente su intransmisibilidad.
La cesión de un crédito no precisa, para su validez, otra forma que la requerida con carácter
general para el negocio jurídico utilizado para realizar la cesión.

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 Relación entre el cesionario y el deudor cedido. Desde el momento en que se otorgan los
consentimientos del cedente y del cesionario. Aunque el deudor cedido no interviene en el
negocio de cesión, debe tener conocimiento de la cesión. La notificación debe realizarla el
cedente o el cesionario ambos de común acuerdo.
 Relación entre cedente y cesionario. Es la que surge directamente como consecuencia del
negocio de cesión, que es el que produce la transmisión del derecho de crédito del cedente al
cesionario. En estos casos el cedente de buena fe responderá del precio recibido y de los
gastos. El de mala fe responderá siempre del pago de todos los gastos y de los daños y
perjuicios.
 Relación entre el cedente y el deudor cedido. Si el deudor cedido paga al cedente
antes de habérsele notificado la cesión, el pago está bien hecho y produce la extinción de la
obligación y liberación del deudor. Después de la notificación el deudor cedido es ya deudor del
cesionario y a éste último tendrá que realizar el pago para quedar liberado.
B. La subrogación por pago
La subrogación es la sustitución de un nuevo acreedor en lugar del antiguo. La
subrogación transfiere al subrogado el crédito con los derechos a él anexos, ya contra el deudor, ya
contra terceros, sean fiadores o poseedores de las hipotecas.
La diferencia entre la cesión de créditos y la subrogación en el crédito se encuentra en que la
cesión es el cauce para realizar el interés de la circulación del crédito, que se considera un
bien patrimonial susceptible de tráfico jurídico. La subrogación tiene su fundamento en el interés
del subrogado para recuperar un desembolso patrimonial que ha efectuado al acreedor
satisfecho, ya que normalmente se produce en los casos en que la deuda ha sido pagada por un
tercero.
Se presumirá que hay subrogación cuando el acreedor pague a otro acreedor preferente,
cuando paga un tercero con la aprobación del deudor y cuando pague un interesado en el
cumplimiento de la obligación.

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TEMA 8
EL INCUMPLIMIENTO DE LAS OBLIGACIONES

1. EL INCUMPLIMIENTO DE LAS OBLIGACIONES


1.1. Tipos de incumplimientos
Existe incumplimiento de la obligación cuando no queda satisfecho el interés del
acreedor, bien porque el deudor no ha realizado la prestación debida, bien porque la ha realizado,
pero de manera incorrecta o defectuosa.
 Incumplimiento total. Tiene lugar cuando el deudor no realiza la prestación porque
ésta no es ya objetivamente posible debido a circunstancias externas al deudor. En estos
casos se habla de imposibilidad sobrevenida.
 Incumplimiento definitivo. Tiene lugar cuando el deudor no ha cumplido la prestación y
ésta es objetivamente posible, pero ya no satisface el interés del acreedor. Es lo que ocurre
cuando el momento fijado para el cumplimiento es de especial relevancia para el acreedor.
 Incumplimiento total y definitivo. Tiene lugar cuando el deudor se niega a cumplir.
 Cumplimiento defectuoso. Puede que el deudor haya realizado la prestación en el
momento acordado, pero de forma inexacta, es decir, de modo que no coincide con lo
establecido.
 Mora del deudor. Puede ocurrir que el deudor se retrase en cumplir, pero sea todavía
posible el cumplimiento y satisfaga el interés del acreedor.

1.2. La mora del deudor


La mora es una modalidad de incumplimiento que consiste en el retraso en la ejecución de la
prestación. En principio el mero retraso no impide llevar a cabo posteriormente la prestación, que
por lo general seguirá satisfaciendo al acreedor.
En las obligaciones a término esencial, en las que el momento del cumplimiento es
fundamental para que el acreedor vea satisfecho su interés, el retraso equivale al
incumplimiento. Aquí no hay mora, sino incumplimiento definitivo.
A. Presupuestos de la mora
 Imputabilidad del retraso. No es imputable al deudor cuando se debe a un
acontecimiento imprevisible o inevitable ajeno a su ámbito de control.
 Obligación vencida y exigible. Sólo puede incurrir en mora el deudor cuando su obligación
ha vencido y es exigible. La jurisprudencia suele exigir además que la deuda sea líquida,
es decir, que su cuantía esté determinada.
 Intimación o interpretación del acreedor. Es fundamental para que el deudor quede
constituido en mora. Incurren en mora los obligados a entregar o hacer una cosa desde que el
acreedor les exija judicial o extrajudicialmente el cumplimiento de su obligación. Debe
probarse una prueba de la reclamación.
No obstante, se establecen algunas excepciones: cuando se haya pactado lo contrario o la ley
así lo establezca, cuando de la naturaleza y las circunstancias resulte que la época de
cumplimiento fuera importante, cuando se trata de obligaciones recíprocas. En las
obligaciones recíprocas ninguno de los obligados incurre en mora si el otro no cumple o
no se allana a cumplir debidamente lo que le incumbe. Desde que uno de los obligados
cumple su obligación, empieza la mora para el otro.

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B. Efectos de la mora
La obligación de indemnizar por los daños causados por el retraso. No obstante, cuando
se trata de una obligación pecuniaria la indemnización consiste en el pago de intereses. Se
dispone que se abonarán los intereses convenidos por las partes o, si las partes no pactaron el tipo de
interés, el interés legal.
La obligación de indemnizar si, con posterioridad a la mora, la prestación deviene de imposible
cumplimiento por caso fortuito. A esta consecuencia se la denomina habitualmente perpetuario
obligationis.
C. Cesación y purga de la mora
Los efectos de la mora cesan para el deudor cuando éste cumple su obligación o cuando el
acreedor le concede un nuevo plazo para cumplir. También cuando es el propio acreedor quien
incurre en mora. En este caso se habla de cesación de la mora.
Si el acreedor renuncia a reclamar al deudor cualquier indemnización debida por haber
incurrido en mora. En ese caso se habla de purga de la mora.

2. LA IMPUTABILIDAD DEL INCUMPLIMIENTO


2.1. Incumplimiento imputable al deudor: el dolo y la culpa
En el Código Civil se presupone que el incumplimiento es imputable al deudor, y por tanto,
éste debe responder, cuando el incumplimiento se debe a su culpa o negligencia, aunque, también
si ha incumplido de forma dolosa, es decir, voluntariamente y a sabiendas, con conciencia de los
daños que su incumplimiento puede provocar.
Para que el deudor quede obligado a indemnizar al acreedor, es necesario que el deudor
haya actuado dolosamente o que haya habido un incumplimiento culpable o negligente
(culposamente). La culpa o negligencia del deudor consiste en la omisión de aquella diligencia que
exija la naturaleza de la obligación y corresponda a las circunstancias de las personas, del tiempo y
del lugar.
La culpa o negligencia es la infracción de la diligencia debida, diligencia que se determina
partiendo del modelo del ciudadano medio y normalmente prudente (el “buen padre de
familia”), pero que debe modularse teniendo en cuenta la circunstancias concretas (la “naturaleza de
la obligación”, circunstancias de las “personas”, “tiempo” y “lugar”), como son la edad o aptitudes
físicas del deudor en particular sus conocimientos y su carácter profesional.
Para que el incumplimiento no sea imputable al deudor bastaría con que éste demostrara
que actuó diligentemente. Sin embargo, en la actualidad, para que el incumplimiento no sea
imputable al deudor, es necesario que el incumplimiento se deba a un hecho ajeno a su esfera de
control.

2.2. Incumplimiento imputable al deudor: el caso fortuito y la fuerza mayor


Nadie responderá de aquellos sucesos que no hubieran podido preverse, o que, previstos,
fueran inevitables. A lo que se denomina “caso fortuito” o “fuerza mayor”. Los
acontecimientos que exponen al deudor han de ser imprevisibles e inevitables, además, hechos
externos, ajenos o extraños a su esfera de control.
De acuerdo con ello, no se consideran supuestos de caso fortuito, y, por tanto, el deudor
no quedaría exonerado de responsabilidad en caso de incumplimiento en los casos siguientes:
 Los problemas que tenga el deudor con sus proveedores ya que son hechos colocados bajo
su esfera de control.
 Las huelgas de los trabajadores del deudor ya que constituye una disfunción de su empresa
y sería ilegítimo transferir a los acreedores el riesgo de que ésta se produzca y los daños que al

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empresario pueda ocasionar la huelga.
 La actividad de los auxiliares o dependientes del deudor. El deudor responde siempre
por los hechos de sus dependientes y auxiliares.
 Los fallos que tengan su origen en los materiales o elementos utilizados en la actividad
empresarial o profesional.
En cambio, pueden considerarse supuestos de caso fortuito o fuerza mayor, y el deudor no
responde:
 Los actos y decisiones de la Administración que impidan cumplir la prestación siempre
que fuesen imprevisibles, y el deudor no haya podido evitarlo haciendo todo lo que está en
su mano.
 Los fenómenos y eventos naturales siempre que no debieran haber sido previstos, por
ser habituales en la zona de que se trate o sean consecuencia de la propia negligencia del deudor.
Sin embargo, esto no impide que el acreedor pueda usar otros remedios, como la acción de
cumplimiento o la resolución.

2.3. La imposibilidad sobrevenida


Existe imposibilidad sobrevenida cuando la prestación del deudor deviene con
posterioridad al nacimiento de la obligación. Así ocurre en las obligaciones de dar una cosa
específica cuando la cosa se pierde o destruye. La pérdida o destrucción puede ser material
(caída de una joya al mar) o jurídica (expropiación forzosa).
En las obligaciones de dar cosas genéricas difícilmente puede hablarse de imposibilidad
sobrevenida porque siempre habrá cosas pertenecientes al género con las que podrá
cumplirse la obligación; genus nunquam perit (el género nunca perece).
En las obligaciones de hacer existe imposibilidad sobrevenida cuando la prestación
resultare legal o físicamente imposible. En los supuestos enunciados, dicha obligación se
extingue y el deudor queda liberado de su obligación. Esto implica que el deudor no tiene
que ejecutar su prestación, pero tampoco incurre en responsabilidad contractual ni tiene que
indemnizar al acreedor. Ahora bien, para que ello sea así, es necesario que la imposibilidad de
cumplimiento se haya producido sin culpa del deudor y antes de haberse éste constituido en
mora.
A. Efectos de la imposibilidad sobrevenida no imputable al deudor
Los efectos de la imposibilidad sobrevenida no son imputables al deudor cuando se debe a
caso fortuito y el deudor queda liberado de su obligación. La obligación del deudor se
extingue.
En el supuesto de extinción de la obligación del deudor por imposibilidad sobrevenida fortuita el
acreedor no recibirá la prestación ni tampoco podrá exigir una indemnización. Ahora
bien, si la obligación es sinalagmática y el acreedor, a su vez, debía ejecutar una prestación
frente al deudor, el acreedor podrá solicitar la resolución del contrato por incumplimiento, en
cuyo caso podrá exigir la restitución de la prestación que, en su caso, hubiera ejecutado.
Por otra parte, cuando se extingue la obligación de dar una cosa por imposibilidad
sobrevenida fortuita, corresponderán al acreedor todas las acciones que el deudor tuviere
contra terceros por razón de ésta.
B. Efectos de la imposibilidad sobrevenida imputable al deudor
Si la imposibilidad sobrevenida es imputable al deudor la obligación no se extingue. Esto
implica que aunque el deudor no pueda ya ejecutar la prestación debida, y el acreedor, por
consiguiente, no pueda ejercitar la acción de cumplimiento, puede reclamar al deudor una
indemnización que cubra el valor de la cosa y los posibles daños añadidos. Es decir, el acreedor

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podría optar entre exigir al deudor la indemnización de los daños y perjuicios sufridos o bien
adquirir el commodum representationis (otro objeto parecido que cumpla la misma función).
En este caso, si el valor del commodum representationis no cubre todos los daños producidos podría
reclamar además una cantidad adicional hasta cubrir esos daños.

3. LA ACCIÓN DEL CUMPLIMIENTO


Cuando el deudor no ha cumplido su obligación, pero todavía es posible el cumplimiento y
la prestación sigue interesando al acreedor, éste puede ejercitar la acción de cumplimiento,
dirigida a obtener el cumplimiento en forma específica o in natura, o dirigida a obtener el
comportamiento omitido por el deudor. Para ejercitar la acción de cumplimiento no es preciso que el
incumplimiento sea imputable al deudor.
A. Ejecución forzosa de obligaciones de dar
Cuando la obligación de dar se refiere a una cosa específica el acreedor puede compeler al
deudor a que realice la entrega. Si el deudor no cumple voluntariamente en el plazo establecido
por el juez, el juzgado pondrá al acreedor ejecutante en posesión de la cosa debida empleando
para ello los medios que sean precisos, pero si la cosa no puede ser hallada, el tribunal ordenará que
se entregue al acreedor una compensación pecuniaria, es decir, el equivalente económico de la
cosa debida.
Cuando la obligación de dar se refiere a una cosa genérica y el deudor no la entrega en el plazo
establecido por el juez, el acreedor podrá pedir que se cumpla la obligación a expensas del deudor.
B. Ejecución forzosa de obligaciones de hacer
Si el obligado a hacer una cosa no lo hiciera, se mandará ejecutar a su costa. La posibilidad
de que un tercero realice la prestación en lugar del deudor, con cargo al patrimonio de éste,
cuando el mismo no la ejecuta en el plazo señalando por el tribunal, sólo tiene sentido cuando se
trata de una prestación de hacer de carácter no personalísimo. Si la prestación de hacer es
de carácter personalísimo el acreedor ejecutante puede optar entre pedir el equivalente
pecuniario de la prestación o solicitar que se apremie al deudor ejecutado con una multa
por cada mes que transcurra sin llevarla a cabo.
C. Ejecución forzosa de obligaciones de no hacer
Cuando el deudor ha incumplido una obligación de no hacer se le requerirá para que
“deshaga lo mal hecho”. Pero, si esto no es posible, el cumplimiento forzoso se lleva a cabo
mediante el abono de la indemnización de los daños y perjuicios causados. También puede
ordenarse al deudor que se abstenga de repetir su conducta.

3.1. La acción de cumplimiento en el supuesto de cumplimiento defectuoso


En los supuestos de cumplimiento defectuoso o inexacto la acción de cumplimiento está
dirigida a que se ejecute correctamente la prestación. El acreedor puede solicitar, bien que se
eliminen los defectos de la prestación defectuosa, bien que se sustituya por otra o se realice
una nueva prestación corregida.

4. LA RESPONSABILIDAD CONTRACTUAL
Hablamos de responsabilidad contractual para aludir a la obligación del deudor de
reparar los daños que su incumplimiento ha provocado al acreedor. Sólo puede utilizarse
cuando el incumplimiento es imputable al deudor.

4.1. Contenido de la obligación indemnizatoria


La indemnización es colocar al acreedor en la misma situación en que estaría si no se hubiese
lesionado su derecho de crédito. La indemnización de daños y perjuicios comprende, no sólo el
valor de la pérdida que haya sufrido, sino también el de la ganancia que haya dejado de
obtener el acreedor.

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 El daño emergente comprende el valor de la prestación no realizada.
 El lucro cesante comprende las ganancias que el acreedor habría podido obtener si
la obligación no hubiese sido incumplida. Para considerar la ganancia como probable hay que
estar al grado de previsibilidad conforme al curso normal de los acontecimientos.
 El daño moral alude fundamentalmente a los sufrimientos, disgustos, molestias o
incomodidades que el acreedor pueda padecer como consecuencia del incumplimiento.
En cualquier caso, corresponde al acreedor que ejercita la acción de responsabilidad
contractual probar la existencia y alcance del daño derivado del incumplimiento.

4.2. Alcance del daño indemnizable


El Código Civil distingue entre el deudor de buena fe y el deudor de mala fe o doloso a
efectos de determinar el alcance del daño resarcible.
Por deudor de buena fe se entiende deudor no doloso, es decir el deudor meramente
negligente. El deudor de buena fe responde solo de los daños previstos o que se hayan
podido prever al tiempo de constituirse la obligación y, además, sean consecuencia necesaria de su
falta de cumplimiento. El deudor de mala fe o doloso es aquel que deja de cumplir, o lo hace
defectuosamente, de manera deliberada. El deudor doloso responde de todos los daños que
conocidamente se deriven de la falta de cumplimiento.

5. LA RESOLUCIÓN DE LA RELACIÓN OBLIGATORIA


La resolución es uno de los remedios que tiene el acreedor ante el incumplimiento del
deudor cuando se trata de contratos con obligaciones recíprocas. Cuando uno de los
obligados no cumpliere lo que le incumbe el perjudicado puede optar por exigir el cumplimiento
o resolución de la obligación. Tanto en un caso como en otro, puede pedir además, la
indemnización de daños. Si el acreedor opta por el cumplimiento, pero éste resultare
imposible, podrá pedir la resolución.
La resolución pone fin a la relación obligatoria y permite al que la ejercita recuperar la
prestación que hubiere ejecutado.

5.1. Presupuestos de la resolución


 El incumplimiento es grave o esencial. Impide la satisfacción del interés del acreedor o
supone la frustración del fin práctico perseguido por el contrato. Por lo general, el
incumplimiento de una obligación accesoria no permite resolver el contrato. En los
casos de ejecución parcial de la prestación deberá valorarse la importancia del incumplimiento
en la economía del comprador.
 El contratante que solicita la resolución no debe haber cumplido su propia
obligación. Si una parte no cumplió o cumplió defectuosamente y la otra parte, como
consecuencia de ello, deja de cumplir o cumple parcialmente su obligación, esta última si
podrá ejercitar la acción resolutoria.

5.2. Ejercicio de la facultad resolutoria. Efectos de la resolución


El legitimado para solicitar la resolución es el acreedor que padece el incumplimiento de su
deudor. El acreedor debe escoger entre exigir el cumplimiento o la resolución, pero nada
impide que se soliciten ambos remedios subsidiariamente, es decir, uno para el caso en que no
se conceda o no resulte viable el otro.
En cuanto a los efectos de la resolución, su principal consecuencia es desvincular a las partes
y liberarlas de las obligaciones que les correspondían en virtud del contrato resuelto. Si se había
ejecutado total o parcialmente alguna prestación, la resolución trae como consecuencia la
restitución de las prestaciones.

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EL INCUMPLIMIENTO DE LAS OBLIGACIONES

1. EL INCUMPLIMIENTO DE LAS OBLIGACIONES


1.1. Tipos de incumplimientos
Existe incumplimiento de la obligación cuando no queda satisfecho el interés del
acreedor, bien porque el deudor no ha realizado la prestación debida, bien porque la ha realizado,
pero de manera incorrecta o defectuosa.
 Incumplimiento total. Tiene lugar cuando el deudor no realiza la prestación porque
ésta no es ya objetivamente posible debido a circunstancias externas al deudor. En estos
casos se habla de imposibilidad sobrevenida.
 Incumplimiento definitivo. Tiene lugar cuando el deudor no ha cumplido la prestación y
ésta es objetivamente posible, pero ya no satisface el interés del acreedor. Es lo que ocurre
cuando el momento fijado para el cumplimiento es de especial relevancia para el acreedor.
 Incumplimiento total y definitivo. Tiene lugar cuando el deudor se niega a cumplir.
 Cumplimiento defectuoso. Puede que el deudor haya realizado la prestación en el
momento acordado, pero de forma inexacta, es decir, de modo que no coincide con lo
establecido.
 Mora del deudor. Puede ocurrir que el deudor se retrase en cumplir, pero sea todavía
posible el cumplimiento y satisfaga el interés del acreedor.

1.2. La mora del deudor


La mora es una modalidad de incumplimiento que consiste en el retraso en la ejecución de la
prestación. En principio el mero retraso no impide llevar a cabo posteriormente la prestación, que
por lo general seguirá satisfaciendo al acreedor.
En las obligaciones a término esencial, en las que el momento del cumplimiento es
fundamental para que el acreedor vea satisfecho su interés, el retraso equivale al
incumplimiento. Aquí no hay mora, sino incumplimiento definitivo.
A. Presupuestos de la mora
 Imputabilidad del retraso. No es imputable al deudor cuando se debe a un
acontecimiento imprevisible o inevitable ajeno a su ámbito de control.
 Obligación vencida y exigible. Sólo puede incurrir en mora el deudor cuando su obligación
ha vencido y es exigible. La jurisprudencia suele exigir además que la deuda sea líquida,
es decir, que su cuantía esté determinada.
 Intimación o interpretación del acreedor. Es fundamental para que el deudor quede
constituido en mora. Incurren en mora los obligados a entregar o hacer una cosa desde que el
acreedor les exija judicial o extrajudicialmente el cumplimiento de su obligación. Debe
probarse una prueba de la reclamación.
No obstante, se establecen algunas excepciones: cuando se haya pactado lo contrario o la ley
así lo establezca, cuando de la naturaleza y las circunstancias resulte que la época de
cumplimiento fuera importante, cuando se trata de obligaciones recíprocas. En las
obligaciones recíprocas ninguno de los obligados incurre en mora si el otro no cumple o
no se allana a cumplir debidamente lo que le incumbe. Desde que uno de los obligados
cumple su obligación, empieza la mora para el otro.

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B. Efectos de la mora
La obligación de indemnizar por los daños causados por el retraso. No obstante, cuando
se trata de una obligación pecuniaria la indemnización consiste en el pago de intereses. Se
dispone que se abonarán los intereses convenidos por las partes o, si las partes no pactaron el tipo de
interés, el interés legal.
La obligación de indemnizar si, con posterioridad a la mora, la prestación deviene de imposible
cumplimiento por caso fortuito. A esta consecuencia se la denomina habitualmente perpetuario
obligationis.
C. Cesación y purga de la mora
Los efectos de la mora cesan para el deudor cuando éste cumple su obligación o cuando el
acreedor le concede un nuevo plazo para cumplir. También cuando es el propio acreedor quien
incurre en mora. En este caso se habla de cesación de la mora.
Si el acreedor renuncia a reclamar al deudor cualquier indemnización debida por haber
incurrido en mora. En ese caso se habla de purga de la mora.

2. LA IMPUTABILIDAD DEL INCUMPLIMIENTO


2.1. Incumplimiento imputable al deudor: el dolo y la culpa
En el Código Civil se presupone que el incumplimiento es imputable al deudor, y por tanto,
éste debe responder, cuando el incumplimiento se debe a su culpa o negligencia, aunque, también
si ha incumplido de forma dolosa, es decir, voluntariamente y a sabiendas, con conciencia de los
daños que su incumplimiento puede provocar.
Para que el deudor quede obligado a indemnizar al acreedor, es necesario que el deudor
haya actuado dolosamente o que haya habido un incumplimiento culpable o negligente
(culposamente). La culpa o negligencia del deudor consiste en la omisión de aquella diligencia que
exija la naturaleza de la obligación y corresponda a las circunstancias de las personas, del tiempo y
del lugar.
La culpa o negligencia es la infracción de la diligencia debida, diligencia que se determina
partiendo del modelo del ciudadano medio y normalmente prudente (el “buen padre de
familia”), pero que debe modularse teniendo en cuenta la circunstancias concretas (la “naturaleza de
la obligación”, circunstancias de las “personas”, “tiempo” y “lugar”), como son la edad o aptitudes
físicas del deudor en particular sus conocimientos y su carácter profesional.
Para que el incumplimiento no sea imputable al deudor bastaría con que éste demostrara
que actuó diligentemente. Sin embargo, en la actualidad, para que el incumplimiento no sea
imputable al deudor, es necesario que el incumplimiento se deba a un hecho ajeno a su esfera de
control.

2.2. Incumplimiento imputable al deudor: el caso fortuito y la fuerza mayor


Nadie responderá de aquellos sucesos que no hubieran podido preverse, o que, previstos,
fueran inevitables. A lo que se denomina “caso fortuito” o “fuerza mayor”. Los
acontecimientos que exponen al deudor han de ser imprevisibles e inevitables, además, hechos
externos, ajenos o extraños a su esfera de control.
De acuerdo con ello, no se consideran supuestos de caso fortuito, y, por tanto, el deudor
no quedaría exonerado de responsabilidad en caso de incumplimiento en los casos siguientes:
 Los problemas que tenga el deudor con sus proveedores ya que son hechos colocados bajo
su esfera de control.
 Las huelgas de los trabajadores del deudor ya que constituye una disfunción de su empresa
y sería ilegítimo transferir a los acreedores el riesgo de que ésta se produzca y los daños que al

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empresario pueda ocasionar la huelga.
 La actividad de los auxiliares o dependientes del deudor. El deudor responde siempre
por los hechos de sus dependientes y auxiliares.
 Los fallos que tengan su origen en los materiales o elementos utilizados en la actividad
empresarial o profesional.
En cambio, pueden considerarse supuestos de caso fortuito o fuerza mayor, y el deudor no
responde:
 Los actos y decisiones de la Administración que impidan cumplir la prestación siempre
que fuesen imprevisibles, y el deudor no haya podido evitarlo haciendo todo lo que está en
su mano.
 Los fenómenos y eventos naturales siempre que no debieran haber sido previstos, por
ser habituales en la zona de que se trate o sean consecuencia de la propia negligencia del deudor.
Sin embargo, esto no impide que el acreedor pueda usar otros remedios, como la acción de
cumplimiento o la resolución.

2.3. La imposibilidad sobrevenida


Existe imposibilidad sobrevenida cuando la prestación del deudor deviene con
posterioridad al nacimiento de la obligación. Así ocurre en las obligaciones de dar una cosa
específica cuando la cosa se pierde o destruye. La pérdida o destrucción puede ser material
(caída de una joya al mar) o jurídica (expropiación forzosa).
En las obligaciones de dar cosas genéricas difícilmente puede hablarse de imposibilidad
sobrevenida porque siempre habrá cosas pertenecientes al género con las que podrá
cumplirse la obligación; genus nunquam perit (el género nunca perece).
En las obligaciones de hacer existe imposibilidad sobrevenida cuando la prestación
resultare legal o físicamente imposible. En los supuestos enunciados, dicha obligación se
extingue y el deudor queda liberado de su obligación. Esto implica que el deudor no tiene
que ejecutar su prestación, pero tampoco incurre en responsabilidad contractual ni tiene que
indemnizar al acreedor. Ahora bien, para que ello sea así, es necesario que la imposibilidad de
cumplimiento se haya producido sin culpa del deudor y antes de haberse éste constituido en
mora.
A. Efectos de la imposibilidad sobrevenida no imputable al deudor
Los efectos de la imposibilidad sobrevenida no son imputables al deudor cuando se debe a
caso fortuito y el deudor queda liberado de su obligación. La obligación del deudor se
extingue.
En el supuesto de extinción de la obligación del deudor por imposibilidad sobrevenida fortuita el
acreedor no recibirá la prestación ni tampoco podrá exigir una indemnización. Ahora
bien, si la obligación es sinalagmática y el acreedor, a su vez, debía ejecutar una prestación
frente al deudor, el acreedor podrá solicitar la resolución del contrato por incumplimiento, en
cuyo caso podrá exigir la restitución de la prestación que, en su caso, hubiera ejecutado.
Por otra parte, cuando se extingue la obligación de dar una cosa por imposibilidad
sobrevenida fortuita, corresponderán al acreedor todas las acciones que el deudor tuviere
contra terceros por razón de ésta.
B. Efectos de la imposibilidad sobrevenida imputable al deudor
Si la imposibilidad sobrevenida es imputable al deudor la obligación no se extingue. Esto
implica que aunque el deudor no pueda ya ejecutar la prestación debida, y el acreedor, por
consiguiente, no pueda ejercitar la acción de cumplimiento, puede reclamar al deudor una
indemnización que cubra el valor de la cosa y los posibles daños añadidos. Es decir, el acreedor

Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
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podría optar entre exigir al deudor la indemnización de los daños y perjuicios sufridos o bien
adquirir el commodum representationis (otro objeto parecido que cumpla la misma función).
En este caso, si el valor del commodum representationis no cubre todos los daños producidos podría
reclamar además una cantidad adicional hasta cubrir esos daños.

3. LA ACCIÓN DEL CUMPLIMIENTO


Cuando el deudor no ha cumplido su obligación, pero todavía es posible el cumplimiento y
la prestación sigue interesando al acreedor, éste puede ejercitar la acción de cumplimiento,
dirigida a obtener el cumplimiento en forma específica o in natura, o dirigida a obtener el
comportamiento omitido por el deudor. Para ejercitar la acción de cumplimiento no es preciso que el
incumplimiento sea imputable al deudor.
A. Ejecución forzosa de obligaciones de dar
Cuando la obligación de dar se refiere a una cosa específica el acreedor puede compeler al
deudor a que realice la entrega. Si el deudor no cumple voluntariamente en el plazo establecido
por el juez, el juzgado pondrá al acreedor ejecutante en posesión de la cosa debida empleando
para ello los medios que sean precisos, pero si la cosa no puede ser hallada, el tribunal ordenará que
se entregue al acreedor una compensación pecuniaria, es decir, el equivalente económico de la
cosa debida.
Cuando la obligación de dar se refiere a una cosa genérica y el deudor no la entrega en el plazo
establecido por el juez, el acreedor podrá pedir que se cumpla la obligación a expensas del deudor.
B. Ejecución forzosa de obligaciones de hacer
Si el obligado a hacer una cosa no lo hiciera, se mandará ejecutar a su costa. La posibilidad
de que un tercero realice la prestación en lugar del deudor, con cargo al patrimonio de éste,
cuando el mismo no la ejecuta en el plazo señalando por el tribunal, sólo tiene sentido cuando se
trata de una prestación de hacer de carácter no personalísimo. Si la prestación de hacer es
de carácter personalísimo el acreedor ejecutante puede optar entre pedir el equivalente
pecuniario de la prestación o solicitar que se apremie al deudor ejecutado con una multa
por cada mes que transcurra sin llevarla a cabo.
C. Ejecución forzosa de obligaciones de no hacer
Cuando el deudor ha incumplido una obligación de no hacer se le requerirá para que
“deshaga lo mal hecho”. Pero, si esto no es posible, el cumplimiento forzoso se lleva a cabo
mediante el abono de la indemnización de los daños y perjuicios causados. También puede
ordenarse al deudor que se abstenga de repetir su conducta.

3.1. La acción de cumplimiento en el supuesto de cumplimiento defectuoso


En los supuestos de cumplimiento defectuoso o inexacto la acción de cumplimiento está
dirigida a que se ejecute correctamente la prestación. El acreedor puede solicitar, bien que se
eliminen los defectos de la prestación defectuosa, bien que se sustituya por otra o se realice
una nueva prestación corregida.

4. LA RESPONSABILIDAD CONTRACTUAL
Hablamos de responsabilidad contractual para aludir a la obligación del deudor de
reparar los daños que su incumplimiento ha provocado al acreedor. Sólo puede utilizarse
cuando el incumplimiento es imputable al deudor.

4.1. Contenido de la obligación indemnizatoria


La indemnización es colocar al acreedor en la misma situación en que estaría si no se hubiese
lesionado su derecho de crédito. La indemnización de daños y perjuicios comprende, no sólo el
valor de la pérdida que haya sufrido, sino también el de la ganancia que haya dejado de
obtener el acreedor.

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 El daño emergente comprende el valor de la prestación no realizada.
 El lucro cesante comprende las ganancias que el acreedor habría podido obtener si
la obligación no hubiese sido incumplida. Para considerar la ganancia como probable hay que
estar al grado de previsibilidad conforme al curso normal de los acontecimientos.
 El daño moral alude fundamentalmente a los sufrimientos, disgustos, molestias o
incomodidades que el acreedor pueda padecer como consecuencia del incumplimiento.
En cualquier caso, corresponde al acreedor que ejercita la acción de responsabilidad
contractual probar la existencia y alcance del daño derivado del incumplimiento.

4.2. Alcance del daño indemnizable


El Código Civil distingue entre el deudor de buena fe y el deudor de mala fe o doloso a
efectos de determinar el alcance del daño resarcible.
Por deudor de buena fe se entiende deudor no doloso, es decir el deudor meramente
negligente. El deudor de buena fe responde solo de los daños previstos o que se hayan
podido prever al tiempo de constituirse la obligación y, además, sean consecuencia necesaria de su
falta de cumplimiento. El deudor de mala fe o doloso es aquel que deja de cumplir, o lo hace
defectuosamente, de manera deliberada. El deudor doloso responde de todos los daños que
conocidamente se deriven de la falta de cumplimiento.

5. LA RESOLUCIÓN DE LA RELACIÓN OBLIGATORIA


La resolución es uno de los remedios que tiene el acreedor ante el incumplimiento del
deudor cuando se trata de contratos con obligaciones recíprocas. Cuando uno de los
obligados no cumpliere lo que le incumbe el perjudicado puede optar por exigir el cumplimiento
o resolución de la obligación. Tanto en un caso como en otro, puede pedir además, la
indemnización de daños. Si el acreedor opta por el cumplimiento, pero éste resultare
imposible, podrá pedir la resolución.
La resolución pone fin a la relación obligatoria y permite al que la ejercita recuperar la
prestación que hubiere ejecutado.

5.1. Presupuestos de la resolución


 El incumplimiento es grave o esencial. Impide la satisfacción del interés del acreedor o
supone la frustración del fin práctico perseguido por el contrato. Por lo general, el
incumplimiento de una obligación accesoria no permite resolver el contrato. En los
casos de ejecución parcial de la prestación deberá valorarse la importancia del incumplimiento
en la economía del comprador.
 El contratante que solicita la resolución no debe haber cumplido su propia
obligación. Si una parte no cumplió o cumplió defectuosamente y la otra parte, como
consecuencia de ello, deja de cumplir o cumple parcialmente su obligación, esta última si
podrá ejercitar la acción resolutoria.

5.2. Ejercicio de la facultad resolutoria. Efectos de la resolución


El legitimado para solicitar la resolución es el acreedor que padece el incumplimiento de su
deudor. El acreedor debe escoger entre exigir el cumplimiento o la resolución, pero nada
impide que se soliciten ambos remedios subsidiariamente, es decir, uno para el caso en que no
se conceda o no resulte viable el otro.
En cuanto a los efectos de la resolución, su principal consecuencia es desvincular a las partes
y liberarlas de las obligaciones que les correspondían en virtud del contrato resuelto. Si se había
ejecutado total o parcialmente alguna prestación, la resolución trae como consecuencia la
restitución de las prestaciones.

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TEMA 9
CONTRATOS EN PARTICULAR I

1. COMPRAVENTA Y PERMUTA
En el contrato de compraventa se produce el intercambio de una cosa determinada por
un precio cierto, en dinero o símbolo que lo represente. La permuta es un contrato por el que se
intercambia una cosa por otra. Tiene las mismas características que la compraventa, de la que
se diferencia básicamente por la falta de precio cierto.
Cuando en el contrato las partes se entregan una cosa y además dinero, se calificará por la
intención de los contratantes. Se tendrá por permuta, si el valor de la cosa excede al del
dinero, y por venta en caso contrario.

2. LA COMPRAVENTA
2.1. Caracteres del contrato de compraventa
 Bilateral. Genera obligaciones recíprocas para ambos contratantes.
 Consensual. Se perfecciona por el consentimiento de las partes sobre la cosa y el precio.
 Obligatorio. El contrato de compraventa tiene eficacia solamente obligatoria porque no
supone la transmisión inmediata de la propiedad de lo vendido. La compraventa sirve de
causa a la transmisión de la propiedad del objeto vendido, pero ésta se produce mediante la
entrega.
 Oneroso. Ambas partes hacen un sacrificio económico e intercambian prestaciones que
tienen un contenido patrimonial.

2.2. Elementos personales: capacidad de las partes y prohibiciones de comprar y vender


En el contrato de compraventa actúan dos partes, la parte compradora y la vendedora. La
capacidad que la persona debe tener para concluir una compraventa se rige por las reglas generales:
toda persona capaz de contraer obligaciones puede celebrar el contrato de compraventa.
Por otra parte, el Código regula una serie de supuestos en los que, a pesar de tener capacidad
suficiente para comprar y vender, se prohíbe a ciertos sujetos la compraventa de ciertos
bienes.

2.3. Elementos reales: objeto y precio


A. Objeto
El Código Civil habla de “cosa” como objeto de la compraventa. Las cosas corporales son
susceptibles de compraventa, pero también lo son los derechos, tanto reales como de crédito. El
objeto del contrato de compraventa tiene que reunir una serie de requisitos:
 Existencia: La cosa comprada tiene que existir en el momento del contrato. También
pueden ser objeto de compraventa cosas futuras. Si la cosa no existe ni pueden llegar a
existir la compraventa es nula por falta de objeto.
La necesaria existencia de la cosa plantea el problema de la compraventa de una cosa que se ha
perdido con anterioridad a la conclusión del contrato. Si la cosa ha perecido por completo
antes de la conclusión del contrato éste quedará sin efecto. Si la cosa hubiera perecido
sólo parcialmente, el comprador podrá elegir entre desistir del contrato o reclamar la
parte que reste, pagando su precio en proporción al valor de lo que quede. En ambos casos, si
el vendedor sabía que la cosa había perecido (total o parcialmente) en el momento de la
compraventa, incurrirá en culpa in contrahendo y deberá indemnizar a la otra por los daños

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que le hubiera podido ocasionar la conclusión del contrato. Si ambas partes conocían la
pérdida de la cosa, el contrato será nulo por falta de objeto y no habrá lugar a
indemnizar.
 Licitud: La cosa objeto tiene que estar en el comercio y ser susceptible de apropiación. Las
cosas extra commercio no pueden ser objeto de compraventa. Si se venden cosas que no son de
lícito comercio la compraventa será nula.
 Determinación: La cosa objeto de contrato debe ser determinada o determinable.
B. Precio
El precio es la suma de dinero que el comprador entrega al vendedor a cambio de la cosa. Debe
reunir los siguientes requisitos:
 Consistir en dinero o signo que lo represente. Esto es precisamente lo que distingue la
compraventa de la permuta. El pago del precio puede ser en efectivo, en tarjeta de crédito,
cheque, letra de cambio, etc.
 Real. El precio debe existir, no puede ser simulado.
 Cierto: El precio tiene que estar determinado o ser determinable sin necesidad de que las
partes tengan que celebrar un nuevo convenio. Si es posible fijar el precio con referencia a otra
cosa cierta o dejar que lo señale una persona determinada que no sea uno de los contratantes.
Pero si este tercero no puede o no quiere fijarlo, el contrato será nulo por falta de precio.
Hay que mencionar la existencia de precios fijados por una norma. Se trata del llamado
precio legal o normado, establecido por el legislador por razones de política social o económica.

2.4. Forma del contrato de compraventa


La forma del contrato de compraventa rige las reglas generales sobre libertad de forma. El
contrato se perfecciona desde que las partes consienten en cuanto a la cosa y el precio y es
válido sin necesidad de una forma específica.
El Código Civil exige el otorgamiento de documento público cuando la compraventa tiene
como objeto un bien inmueble. La escritura pública es necesaria fundamentalmente para que el
contrato pueda acceder al Registro de la Propiedad.

2.5. Las obligaciones del comprador: el pago del precio


La principal obligación del comprador es pagar el precio de la cosa vendida en el tiempo y
lugar establecidos en el contrato. Si en el contrato no se ha fijado el tiempo y lugar del pago,
éste deberá hacerse simultáneamente a la entrega de la cosa. Será obligación del comprador recibir
la cosa adquirida, pudiéndola consignar el vendedor si el comprador no la recibe en el momento y
lugar convenidos. Además, el comprador debe pagar los gastos de transporte salvo pacto en
contrario.
Las partes pueden acordar otra cosa, como por ejemplo, posponer el pago del precio total o
parcialmente. En los casos en que se aplaza total o parcialmente el pago del precio, para asegurar
el cumplimiento por parte del comprador, suele pactarse en el contrato lo que se denomina
condición resolutoria expresa. Se trata de una cláusula donde se acuerda que la falta de pago
del precio en el momento fijado o la falta de pago de alguno de los plazos producirá la resolución
del contrato. Se pretende con ello evitar que el contrato quede resuelto en el momento mismo del
incumplimiento. Antes de que el vendedor practique el requerimiento el comprador puede pagar y, si
lo hace, aunque sea fuera de plazo, ya no puede resolverse el contrato. Pero una vez hecho el
requerimiento, el pago del comprador es extemporáneo y no evita la resolución.
Cuando las partes acuerdan posponer el pago del precio, es muy corriente también que incluyan
en el contrato un pacto de reserva de dominio, donde se reserva el derecho de propiedad
sobre la cosa hasta que el comprador le abone la totalidad del precio, así el vendedor se

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asegura el cobro del precio.

2.6. Las obligaciones del vendedor: entrega y saneamiento


A. La obligación de entrega
El vendedor tiene la obligación de entregar la cosa vendida. Cuando el vendedor sea
propietario de la cosa vendida, la entrega, que equivale a la “tradición”, transmite la propiedad del
bien.
En cuanto al lugar de la entrega, se realizará en el lugar convenido o, en su defecto, en el
lugar dónde la cosa se encontraba en el momento de concluir el contrato o el domicilio del deudor.
Por lo que se refiere al tiempo de la entrega, el Código Civil permite al vendedor suspender
la entrega de la cosa cuando no se ha previsto un aplazamiento del pago y el comprador no le
paga; y si, en caso del aplazamiento del pago, el vendedor descubre que el comprador es
insolvente, salvo que este último afiance el pago del precio aplazado. El retraso en la entrega no
permite la resolución del contrato porque normalmente el retraso no produce la frustración del
interés del comprador. El retraso sólo desencadena los efectos de la mora.
En cuanto al modo de la entrega o tradición de la cosa, la entrega material de la cosa se
producirá cuando se ponga en poder y posesión del comprador (tradición real). Hay cosas
que no pueden ser entregadas al comprador por lo que existen otras formas de traditio que
equivalen a la entrega sin necesidad de un traspaso material de la cosa. Se produce en estos casos
una ficción que equivale a entrega (traditio ficta):
 La tradición instrumental, que tiene lugar cuando se hace la venta mediante escritura
pública.
 Traditio simbólico en la que la entrega de algo que representa a la cosa vendida
equivale a la entrega de la cosa misma, siendo también posible la tradición simbólica de
derechos.
 Además, la traditio puede tener lugar por el mero acuerdo de las partes, cuando el
comprador ya era poseedor de la cosa en cuyo caso no hay entrega material (traditio
brevi manu).
B. La obligación de saneamiento
El vendedor está obligado a la entrega y al saneamiento de la cosa vendida. Por saneamiento
entendemos las consecuencias que se producen para el vendedor en el supuesto de evicción o de
vicios ocultos.
 Saneamiento por evicción. El vendedor es responsable frente al comprador si, por no
ostentar la propiedad del bien vendido, el verdadero propietario priva al comprador,
mediante la sentencia judicial, de la cosa comprada. La evicción puede ser total o parcial. Para
que proceda el saneamiento por evicción es necesario que concurran los siguientes
requisitos:
Pérdida de la cosa por el comprador establecida en una sentencia firme.
Privación de todo o parte de la cosa vendida por haber obtenido la propiedad de la cosa por
un tercero que tiene un derecho a ella anterior a la compraventa.
Notificación al vendedor de la demanda de evicción interpuesta por un tercero.
Cuando el comprador pierde la cosa como consecuencia de la evicción, el vendedor está
obligado al saneamiento, esto es, a abonarle una indemnización dirigida a dejar el
patrimonio del comprador en la misma situación en que se encontraba antes de la
compraventa, como si la evicción no hubiera ocurrido. Puede exigirle el comprador que le
reembolse las cantidades que se refieren básicamente a la devolución del precio, de los frutos de
la cosa, las costas del pleito sobre la evicción y los gastos del contrato de compraventa si los pagó

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el comprador. Además, si el vendedor actuó de mala fe, deberá pagar los daños y
perjuicios causados al comprador y los gastos voluntarios o de puro recreo u ornato que
hubiera hecho el comprador en la cosa.
 Saneamiento por vicios o defectos ocultos. Si la cosa vendida no puede usarse para
su destino debido a defectos ocultos existentes en el momento de la compraventa y que, de
haberlos conocido el comprador, no la habría adquirido o hubiera pagado menos por ella. El
vendedor no será responsable si los defectos no estaban ocultos. Tampoco será
responsable el vendedor si el comprador es un perito que por su profesión debía fácilmente
conocerlos, aunque no sean perceptibles. Para que exista obligación de sanear por parte del
vendedor es necesario que concurran los siguientes requisitos:
Vicio. La cosa vendida debe tener un defecto que la haga impropia para su uso o disminuye
ese uso considerablemente.
Oculto. El defecto no puede ser manifiesto en el momento de la compraventa.
Grave. El defecto debe ser de tal importancia que el comprador no hubiera comprado la cosa
de haber sabido su existencia.
Anterior al contrato de compraventa. La cosa debía tener el vicio antes de la perfección
delcontrato de compraventa.
La prueba de la existencia del vicio, su gravedad y su carácter oculto incumbe al comprador.
La obligación de sanear cuando existe un vicio o defecto oculto supone que el comprador
dispone de una opción entre desistir del contrato (actio redhibitoria), pagándosele los
gastos o solicitar los gastos, o solicitar una rebaja proporcional del precio a juicio de peritos
(actio quanti minoris).
Si la cosa vendida se pierde completamente por razón de los vicios ocultos, el vendedor debe
devolver el precio y pagar los gastos del contrato si los pagó el comprador. Pero si el
vendedor conocía los vicios que han dado lugar a la pérdida de la cosa, deberá también
abonar los daños y perjuicios causados.
Es posible pactar un aumento, disminución o extinción de la responsabilidad del
vendedor por razón de los vicios. No obstante, para que sea posible, la renuncia debe ser
expresa y que el vendedor no conociera los vicios o defectos de lo vendido.
Finalmente, el Código Civil establece un plazo de seis meses para la interposición de la acción
solicitando el saneamiento por vicios ocultos, siendo el dies a quo el momento de la entrega de
la cosa vendida (5 meses para los consumidores).
El TRLC obliga al vendedor a entregar al consumidor un bien “conforme” con el contrato de
compraventa. El concepto de conformidad puede definirse como la adecuación de la cosa
vendida a lo pactado o a lo que el consumidor pueda esperar conforme los usos de tráfico.
 Saneamiento por gravámenes ocultos. Si un inmueble se vende con gravámenes no
mencionados en la escritura que, de haberlos conocido el comprador, le hubiera hecho desistir
de la compra. El comprador podrá optar, durante un año desde el otorgamiento de la
escritura, entre ejercitar la “acción rescisoria” o solicitar una indemnización por los
daños y perjuicios.

2.7. Los riesgos en el contrato de compraventa


El problema de los riesgos en el contrato de compraventa se plantea cuando, una vez
perfeccionado el contrato, la cosa sufre daños o se pierde sin culpa del vendedor antes de
que se haya realizado la entrega. Cuando esto ocurre, el Código exime al vendedor de la
obligación de entregar la cosa (siempre que no haya incurrido en mora) puesto que la pérdida
no le es imputable.

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a) Si lo que se vende es una cosa genérica, el riesgo de la pérdida de la misma no se transmite
al comprador mientras no se produzca la especificación, es decir, hasta que el
vendedor no concrete las cosas dentro del género y las ponga a disposición del comprador.
b) Si lo que se vende es una cosa específica, el riesgo de la pérdida de la cosa antes de la entrega
sin mediar culpa del vendedor lo sufre el comprador que deberá pagar el precio
prometido por ella aunque no recibe el bien comprado.

2.8. La transmisión de la propiedad. La doble venta y la venta de cosa ajena


A. La transmisión de la propiedad
El Código no contiene ninguna norma que imponga expresamente al vendedor la obligación
de transmitir la propiedad al comprador, sólo le obliga a la entrega y el saneamiento de la cosa
vendida. El comprador no tiene acción alguna contra el vendedor por no ser éste el
propietario de la cosa vendida; sólo podrá actuar contra el vendedor si un tercero le priva
de la cosa por sentencia firme en virtud de un derecho anterior a la compra.
B. La doble venta
Se produce un supuesto de doble venta cuando un propietario vende la misma cosa a
distintos compradores. Para que sea aplicable, los distintos contratos de compraventa que haya
celebrado el vendedor con los distintos compradores tienen que haber sido válidos y el vendedor no
debe haber entregado la cosa al primer comprador.
a) Si la cosa es mueble, la propiedad se transfiere al que primero tome posesión de ella de
buena fe.
b) Si se trata de un inmueble la propiedad se transfiere al que primero la haya inscrito en
el Registro de la Propiedad. Si ninguno la ha inscrito, la propiedad pertenecerá al que de
buena fe tome primero posesión del inmueble. Si ninguno de ellos toma posesión de la cosa, la
propiedad se transmite al que presente el título más antiguo, siempre que haya buena fe.
C. La venta de cosa ajena
En caso de venta de cosa ajena, el vendedor concluye un contrato de compraventa de una cosa
que no es de propiedad. A lo que se obliga el vendedor entonces es a adquirir la cosa para
entregársela al comprador, es decir, a procurar ser titular de la cosa vendida en el momento de
la entrega para poder realizar la traditio y transmitir la propiedad.
No obstante, si finalmente el vendedor entrega al comprador una cosa que no le
pertenece, el comprador no adquirirá su propiedad. El comprador tendrá contra el vendedor
la acción para exigir el saneamiento por evicción si es privado de la cosa por sentencia
firme.

3. LA DONACIÓN
3.1. Concepto y características
La donación es un contrato donde el propietario de una o varias cosas (donante) transfiere la
propiedad de las mismas a otra persona (donatario) sin recibir nada a cambio. Las
características del contrato de donación son las siguientes:
 Gratuito. El donante realiza una transmisión de contenido patrimonial sin recibir nada a
cambio. El donante tiene una clara intención de enriquecer o beneficiar al donatario; es
a lo que se denomina animus donandi.
 Perfección. El contrato se perfecciona cuando el donante conoce la aceptación del
donatario. La diferencia sobre el momento del conocimiento y la aceptación se explica en el
caso de que no sea simultánea la declaración del donante y la aceptación del donatario.
 Dispositivo. La donación es un contrato dispositivo y no obligatorio. La donación

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transmite la propiedad de la cosa vendida automáticamente al donatario cuando se cumplen los
requisitos de validez de la donación.

3.2. Elementos de la donación: capacidad de las partes, objeto y forma


A. Capacidad
Pueden hacer donaciones todos los que puedan contratar y disponer de sus bienes. El
menor emancipado puede hacer donaciones con los límites del Código Civil. No puede uno
solo de los cónyuges hacer donaciones de bienes gananciales salvo que sean liberalidades de uso.
Para recibir donaciones, basta con tener suficiente capacidad para entender y querer. El
Código Civil establece que pueden aceptar donaciones todos los que no estén especialmente
incapacitados por la ley para ello. No obstante, para recibir donaciones condicionales u
onerosas es necesario tener capacidad suficiente para contratar o, de lo contrario, tendrá
el donatario que ser representado por sus legítimos representantes. El Código Civil admite las
donaciones al nasciturus, que deberán ser aceptadas por las personas que les
representarían de haber nacido ya. Sin embargo, el hecho de la adquisición de la propiedad por el
donatario no tiene lugar hasta el momento del nacimiento.
B. Objeto
Pueden ser objeto de donación todos los bienes que puedan ser enajenados. La donación
puede comprender todos los bienes presentes del donante o parte de ellos, con tal de que se
reserve lo necesario para vivir de acuerdo con sus circunstancias y se respeten los límites del
Código. No pueden ser objeto de donación los bienes futuros.
C. Forma
Si la donación es de bienes muebles se hace de forma verbal, es necesario que la cosa
donada se entregue simultáneamente. Si la donación de bienes muebles se hace por escrito, es
necesario que la aceptación del donatario conste también por escrito.
Tratándose de bienes inmuebles, se requiere, para la validez de la donación, que se haga en
escritura pública, en la que deberán constar individualmente los bienes donados y, en su caso, el
valor de las cargas que deba satisfacer el donatario.

3.3. Tipos de donaciones


 Donaciones puras. Aquellas en las que el donante entrega voluntariamente la cosa con
intención de enriquecer al donatario, sin recibir nada a cambio.
 Modales u onerosas. Aquellas en las que el donante impone una carga al donatario. La
carga puede tener o no valor económico, pero si lo tiene, el valor de la carga tiene que ser
inferior al valor de lo donado.
 Remuneratorias. Aquellas que se hacen a una persona en agradecimiento por los
servicios prestados o por sus méritos. Hay liberalidad porque no había ninguna obligación de
remunerar o pagar al donatario y el donatario no puede reclamar lo que se le entrega.
 Liberalidad de uso. Son atribuciones gratuitas, regalos que se hacen por imposición social.
 Donaciones con cláusula de reversión. Se trata de una donación en la que se estipula que
lo donado volverá al patrimonio del donante cuando se dé cierta circunstancia.
 Donaciones mortis causa. Son donaciones mortis causas las que hayan de producir sus
efectos por muerte del donante.

3.4. Límites
El donante tiene que reservarse lo necesario para vivir en un estado correspondiente a sus
circunstancias. Además, se establece que ninguno podrá dar ni recibir por vía de donación más
de lo que pueda dar o recibir por testamento. Si la donación excede de lo establecido se

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califica de inoficiosa. Esta regla se establece para proteger a los herederos legítimos del
donante. Si la donación supera el valor de lo que se puede disponer por testamento, será reducida
en el exceso.
Por otra parte, se limita también la responsabilidad por evicción del donante. Por eso, el Código
Civil establece que el donante no queda obligado al saneamiento de las cosas donadas. Es
el donatario el que se defenderá de la evicción.
Por último, cuando una donación se haga conjuntamente a varias personas, el Código
Civil establece que se entenderá hecha por partes iguales y que no se dará entre los beneficiarios
el derecho de acrecer, salvo disposición en contrario del donante. Se exceptúa las donaciones
hechas conjuntamente a ambos cónyuges, entre los cuales sí se da el derecho de acrecer, salvo
que el donante lo hubiera excluido expresamente.

3.5. La revocación de las donaciones


La regla general es que las donaciones son irrevocables.
 Superveniencia o supervivencia de hijos. Toda donación inter vivos hecha por alguien
que no tuviera hijos es revocable si tiene hijos después de la donación o si, caso más
extraño, resulta vivo el hijo que el donante pensaba muerto cuando hizo la donación.
 Incumplimiento de cargas. La donación podrá ser revocada a instancia del donante si se
incumple la carga impuesta por él al donatario en caso de donaciones modales u onerosas.
 Ingratitud. La donación puede ser revocada a instancia del donante por causa de ingratitud, el
donatario cometiera algún delito contra la persona, honor o bienes del donante, le imputare
algún delito o le negara indebidamente alimentos.

4. EL ARRENDAMIENTO DE COSAS EN EL CÓDIGO CIVIL


4.1. Concepto, caracteres y naturaleza jurídica
El arrendamiento de cosas es aquel contrato por el que una de las partes, arrendador, se
obliga a proporcionar a la otra, arrendatario, el goce o uso de una cosa por tiempo determinado y
precio cierto. Se trata, además, de un contrato consensual, bilateral, esencialmente oneroso,
conmutativo y de duración determinada, aunque de ejecución continuada o de tracto sucesivo.

4.2. Elementos del contrato


Constituyen elementos esenciales de este contrato, la cesión del uso o goce de una cosa, el precio
cierto y su duración temporal, ya que se prohíben los arrendamientos perpetuos.
Respecto a la capacidad de las partes, para ser arrendador sólo se requiere la capacidad
general para administrar. Los padres y sus tutores no podrán dar en arrendamiento los bienes de
menores e incapacitados por un término que exceda de seis años, salvo que cuenten con
autorización judicial para ello.
En cuanto al objeto, el arrendamiento puede recaer sobre bienes y derechos. No son
susceptibles de arriendo los bienes fungibles que se consuman con el uso. Asimismo, salvo
excepciones, pueden arrendarse los derechos, siempre que no sean personalísimos e intransferibles.
La exigencia de precio cierto no implica que la contraprestación haya de consistir
necesariamente en una cantidad de dinero, pues se admite el pago en especie. Por eso, se dice que el
precio ha de estar determinado o ha de ser determinable.

4.3. Obligaciones de las partes


Las partes que interviene son el arrendador (es el que alquila la casa) y el arrendatario (es el
que usa la casa y paga el precio).
Las obligaciones del arrendador derivan de la obligación principal de procurar al
arrendatario el goce de la cosa arrendad. Para ello, deberá entregarle la cosa u objeto del

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contrato, que no sólo ha de ser apta para servir al uso al que se va a destinar, sino que deberá
encontrarse en buen estado de conservación.
Una vez entregada la cosa, mientras dure el arrendamiento, el arrendador deberá hacer las
reparaciones necesarias para que pueda servir para el uso al que se ha destinado. Tales
reparaciones podrán efectuarse, si es preciso, en contra de la voluntad del arrendatario si fueran
urgentes e inaplazables. Sobre el arrendatario recae la carga de informar al dueño de los
desperfectos en el plazo más breve posible, debiendo tolerar las obras aunque le ocasionen
molestias y le priven de parte de la finca. Si la reparación durase más de cuarenta días, tendrá
derecho a la disminución del precio del arrendamiento e, incluso, si la obra hiciera inhabitable la
finca para el arrendatario, éste podrá resolver el contrato. Por otra parte, el arrendador ha de
mantener al arrendatario en el goce pacífico de la cosa.
Respecto a las obligaciones del arrendatario, le corresponde pagar el precio del
arrendamiento en los términos convenidos y usar la cosa arrendada conforme al uso o destino
pactado. Debe igualmente poner en conocimiento del arrendador en el plazo más breve posible, toda
usurpación o novedad dañosa que provenga de un tercero, así como la necesidad de
reparaciones. Si no lo hace, responderá de los daños y perjuicios ocasionados al propietario por su
negligencia. Asimismo, responderá del deterioro o pérdida de la cosa, a no ser que se pruebe que fue
ocasionado sin culpa. Finalmente, al concluir el arrendamiento, tendrá que devolver la cosa.

4.4. Terminación del arrendamiento


Son causas de extinción del arrendamiento:
 El cumplimiento del tiempo previsto para el contrato sin necesidad de requerimiento,
salvo que ambos contratantes decidan prorrogarlo de común acuerdo. Por otra parte, si al
terminar el período contractual el arrendatario continúa disfrutando de la cosa durante 15 días
sin que se la reclame el arrendador, el arrendatario se entenderá prorrogado tácitamente.
 La pérdida de la cosa arrendada.
 El incumplimiento de una de las partes que permitirá a la otra solicitar la resolución del
contrato.
 Extinción del derecho del arrendador. Entre otras causas se encuentra la venta de la cosa
sobre la que recae el arrendamiento. Rige la regla venta quita renta, es decir, al comprador del
bien arrendado se le reconoce la facultad de dar por terminado el arrendamiento vigente.

4.5. El desahucio del arrendatario


El desahucio es una facultad que tiene el arrendador para proceder judicialmente contra el
arrendatario a fin de expulsarlo de la finca. Las causas que pueden dar lugar al desahucio:
 Que haya expirado el término de duración del arrendamiento.
 La falta de pago del precio convenido.
 La infracción culposa o dolosa de cualquiera de las condiciones estipuladas en el contrato.
 Destinar la cosa arrendada a usos o servicios no pactados que la hagan desmerecer.
4.6. Subarriendo y cesión del arrendamiento
En el subarriendo, el arrendatario alquila parte de la cosa arrendada a un tercero,
convirtiéndose él en arrendador de esa parte y el tercero en arrendatario. Las relaciones iniciales
seguirán rigiéndose por el contrato de arrendamiento, que coexiste con el nuevo contrato de
arrendamiento.
En la cesión del arrendamiento, el arrendatario cede a otra persona su posición
contractual, de forma que él queda fuera de la relación jurídica. Tras la cesión, el arrendatario deja
de serlo porque hay un nuevo arrendatario, que será quien tendrá derecho a usar la cosa y quien
deberá abonar la renta.

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Para que la cesión del arrendamiento sea válida, es necesario que el arrendador la
consienta. En cambio, el Código Civil autoriza al arrendatario a subarrendar todo o parte de la cosa
arrendada, salvo cuando el contrato de arrendamiento lo prohíbe.

5. EL ARRENDAMIENTO DE FINCAS URBANAS


En la actualidad, los arrendamientos de fincas urbanas se encuentran regulados por la Ley
de Arrendamientos Urbanos, que regula tanto los arrendamientos urbanos para uso de
viviendas, como los de uso distinto de vivienda, pero aplica una normativa diferente a cada uno de
ellos. En cualquier caso, tanto unos como otros se regirán, en primer lugar, por los pactos de
las partes; en su defecto, por lo dispuesto en el Título II (arrendamientos para uso de vivienda) o
Título III (arrendamientos para uso distinto de vivienda); y supletoriamente, por lo previsto en el
Código Civil. Sin embargo, existen ciertas partes de la ley (los Títulos I y IV) que se aplican de forma
imperativa a ambas clases de arrendamientos urbanos.

5.1. Plazo
En los arrendamientos de vivienda, la duración del contrato puede ser libremente pactada
por las partes, aunque la ley prevé un plazo mínimo de tres años. Es decir, los contratos de
duración menor a tres años se prorrogarán obligatoriamente hasta alcanzar el plazo de tres años,
salvo que el arrendatario le comunique al arrendador que no está interesado en prorrogar el
arrendatario o que el arrendador necesite la vivienda para sí. Transcurridos los tres años, el contrato
se prorrogará por uno más si ninguna de las dos partes hubiese comunicado a la otra su
voluntad de no renovarlo.
El arrendatario puede desistir del contrato y abandonar la vivienda, previa notificación al
arrendador, cuando hayan transcurrido al menos seis meses, pero deberá indemnizarle por los
perjuicios que le cause si así se pactó en el contrato. En tal caso, la indemnización consistirá en una
cantidad equivalente a una mensualidad de la renta por cada año del contrato que reste por cumplir.
Si falleciera el arrendatario durante el transcurso del contrato, podrán subrogarse (ocupar la
posición del arrendatario fallecido) ciertos familiares (el cónyuge, los descendientes, etc.).
En la actualidad, el comprador de una vivienda que está alquilado ya no tiene que soportar que
el piso esté ocupado por un inquilino, aunque en el momento de la venta no haya transcurrido el
periodo mínimo de tres años. En consecuencia, podrá darlo por finalizado e instar el desahucio del
ocupante. No obstante, en este caso se permite que el inquilino permanezca un máximo de tres
meses en la vivienda y se le reconoce el derecho a ser resarcido por los daños y perjuicios sufridos.

5.2. Renta
Las partes pueden pactar la renta libremente y, con posterioridad, cuando se cumpla cada
año de vigencia del contrato. Si éste se prorroga, la renta se actualizará en los términos
pactados por las partes y, en defecto de pacto, conforme a las variaciones que experimente el
IPC. La ley permite que, durante un plazo determinado, el pago de la renta pueda reemplazarse
total o parcialmente por el compromiso del arrendatario de reformar o rehabilitar el inmueble
en los términos pactados. En tal caso, el arrendatario no podrá pedir compensación por ello al
finalizar el contrato.

5.3. Contenido
El Código Civil reconoce al arrendatario los derechos de tanteo (derecho a adquirir con
preferencia la vivienda arrendada, cuando vaya a ser enajenada por el arrendador a un tercero)
y de retracto (en el caso de que el arrendatario no haya tenido la oportunidad de ejercitar el tanteo
porque no se le ha notificado la venta, tendrá a derecho a subrogarse en el lugar del
comprador).
Respecto a las obras, el arrendador está obligado a realizar las reparaciones necesarias
para la conservación de la vivienda. En cuanto al arrendatario, se le autoriza, previa notificación

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escrita, a realizar las obras necesarias para adaptar la vivienda cuando él, su cónyuge o familiares
que convivan con él de forma permanente sufran una minusvalía o tengan más de setenta años. Al
término del arrendamiento, el arrendatario estará obligado a reponer la vivienda al estado
anterior, si se lo exige el arrendador. De igual forma, podrá realizar obras que modifiquen la
configuración de la vivienda o de sus accesorios, aunque para ello se requiere el consentimiento del
arrendador.
Por otra parte, la cesión de contrato y subarriendo únicamente podrá tener lugar previo
consentimiento escrito del arrendador.
Por último, la resolución del arrendamiento. Las causas específicas que permiten instar la
resolución del contrato al arrendador (la falta de pago de la renta, el subarriendo o la cesión
inconsentidos, etc.) y al arrendatario (la no realización por el arrendador de las
reparaciones necesarias, las perturbaciones de hecho o de derecho en el uso de la vivienda por
parte del arrendador, etc.).
La nueva ley ha introducido la regulación del denominado “desahucio exprés”, es decir, la
posibilidad de desahuciar en un breve periodo de tiempo a aquellos inquilinos que no paguen la
renta. Ahora bien, tal medida sólo resulta aplicable a los arrendamientos de vivienda inscritos en los
que se haya previsto contractualmente que el arrendamiento quedará resuelto en caso de
impago de renta.

6. EL PRESTAMOS Y EL COMODATO
El Código Civil regula bajo la denominación de “contrato de préstamos”, tanto el préstamo de uso
(comodato) como el préstamo de consumo (mutuo o simple préstamo).

6.1. El comodato o préstamo de uso


El comodato o préstamo de uso es un contrato esencialmente gratuito, en el cual una de las
partes entrega a la otra una cosa no fungible para que la use por un cierto tiempo y se la
devuelva.
Los sujetos que intervienen son el comodante, cede la cosa por la que se use, y el
comodatario, es quien la utiliza. Los caracteres que configuran el contrato de comodato son la
gratitud, la duración temporal y el contrato unilateral (solo genera obligaciones para el
comodatario).
La obligación del comodatario es la devolver la cosa y por consiguiente la de conservarla con
la diligencia de un buen padre de familia. Asimismo, el comodatario está obligado a satisfacer los
gastos ordinarios que sean necesarios para el uso y conservación de la cosa prestada.

6.2. El mutuo o simple préstamo


A. Concepto y caracteres
El mutuo o simple préstamo se produce cuando el que recibe en préstamo dinero u otra
cosa fungible adquiere su propiedad y está obligado a devolver al acreedor otro tanto de la
misma especie y calidad. El derecho de propiedad del prestamista se transforma en un derecho de
crédito.
Intervienen dos el prestamista, quien tiene el derecho de crédito y presta, y el prestatario,
quien recibe el dinero y está obligado a devolver.
El simple préstamo puede ser gratuito o con pacto de pagar intereses. En la práctica el
préstamo es casi siempre retribuido. La cuantía de los intereses puede fijarse libremente por las
partes.
B. El préstamo bancario
El préstamo bancario consiste en pedir a una entidad bancaria un préstamo cuando un
particular o una empresa necesitan financiarse. Generalmente la entidad exige para su concesión

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una garantía, que puede ser personal, como la fianza, o real, como la hipoteca.
El préstamo hipotecario es un producto bancario que permite al prestatario recibir una
determinada cantidad de dinero de una entidad de crédito (prestamista), a cambio del compromiso
de devolver dicha cantidad, junto con los intereses, mediante pagos periódicos (cuotas).
Se denomina “hipotecario” porque en este tipo de préstamos la entidad de crédito cuenta con una
garantía especial para el cobro o devolución de la cantidad prestada: una hipoteca sobre un inmueble
que suele ser propiedad del prestatario. Si la persona que ha recibido el dinero no paga su deuda,
la entidad acreedora puede hacer que se venda el inmueble hipotecado en una subasta pública,
con el fin de recuperar la cantidad que haya quedado pendiente de pago.
El TRLC proporciona un concepto legal de cláusula abusiva: aquellas estipulaciones no
negociadas individualmente y aquellas prácticas no consentidas expresamente, que en contra de las
exigencias de la buena fe causen, en perjuicio del consumidor y usuario, un desequilibrio importante
de los derechos y obligaciones de las partes que se deriven del contrato.
C. El crédito al consumo
La financiación necesaria para la adquisición de bienes muebles u objetos de consumo
se regula en la Ley de crédito al consumo, que se aplica a aquellos contratos en los que el
prestamista concede o se compromete a conceder a un consumidor un crédito, bajo la forma de
pago aplazado, préstamo, apertura de crédito o cualquier medio equivalente de financiación, con la
finalidad de hacer posible la adquisición de bienes de consumo.

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TEMA 10
CONTRATOS EN PARTICULAR II

1. ARRENDAMIENTO DE SERVICIOS O LA PRESTACIÓN DE SERVICIOS


1.1. Concepto y caracteres
El arrendamiento de servicios define la prestación de servicios como aquel contrato por el
que una de las partes se obliga a prestar a la otra un servicio, a cambio de un precio cierto. La
prestación de servicios es un contrato consensual, bilateral, no formal y oneroso.

1.2. Régimen jurídico


A. Arrendamientos de servicios y de obra: diferencias
En la prestación de servicios, lo prometido por el deudor es una obligación de medios, el
deudor se compromete a ejecutar una actividad con diligencia, por lo que el acreedor no le puede
exigir la consecución de un resultado. Mientras que en el arrendamiento de obra lo que el
arrendador compromete es el resultado útil de esa actividad, de tal forma que, si tal
resultado no es obtenido, habrá incumplimiento pese a que se demuestre que actuó diligentemente.
B. Obligaciones de las partes
La obligación principal del prestador del servicio consiste en la prestación del mismo. El
servicio ha de ser prestado personalmente porque se tiene en cuenta las cualidades personales del
que ha de prestarlo. La principal obligación de la parte que contrata los servicios es el pago de
la contraprestación.
Respecto a la duración, puede contratarse sin tiempo fijo, por cierto tiempo o para una obra
determinada. Ahora bien, el arrendamiento hecho por toda la vida es nulo.
Por último, en cuanto a las causas de extinción, junto a las generales, hay que añadir las
ligadas a la relación de confianza presente en estos contratos. Así, si el servicio se contrató en
atención a las cualidades personales del prestador del servicio, su muerte provocará la
extinción del contrato.

2. CONTRATO DE OBRA
2.1. Naturaleza y caracteres
En virtud del contrato de obra, una de las partes (el contratista o constructor) se compromete a
ejecutar una obra en beneficio de otra (el comitente o dueño de la obra) que, a su vez, se
obliga a pagar por ella un precio cierto. Se trata de un contracto consensual, oneroso,
sinalagmático, de carácter conmutativo y de forma libre. Además ha de ser tenida en cuenta
la Ley de Ordenación de la Edificación.

2.2. Obligaciones del contratista


La principal obligación del contratista consiste en realizar la obra de acuerdo con los usos,
diligencia y pericia de su profesión, en el tiempo y en las condiciones pactadas, ya sea
entregando la totalidad de la obra o fraccionándola en ejecuciones parciales y, como el deudor
compromete una obligación de resultado, sólo cumplirá cuando ejecute la obra conforme a lo
acordado.
En cuanto al tiempo, los contratos de obra suelen prever el plazo de ejecución. Cuando se
trata de contratos de obras inmobiliarias es usual la inserción de una cláusula penal imponiendo al
contratista una indemnización por el retraso en la terminación.

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2.3. Obligaciones del comitente
La principal obligación que asume el comitente es el pago del precio cierto que, salvo pacto o
costumbre en contra, se ha de efectuar al hacer la entrega.
El precio puede consistir tanto en un ajuste o precio alzado por la ejecución completa de la obra,
como en un precio por unidades, o “certificaciones de obra”. Esta última modalidad de pago es
frecuente en las obras inmobiliarias, en las que suele pactarse pagos parciales por cimentación,
estructuras, etc.
El comitente debe también suministrar los materiales, en todo o en parte, si así se pactó.
Por último, el comitente asume la obligación de recibir la obra una vez que ésta haya sido
completamente ejecutada y el contratista proceda a su entrega en los términos pactados.

2.4. Los riesgos en el contrato de obra


Para determinar sobre quién recaen los riesgos del contrato de obra hay que diferenciar dos
momentos temporales diferentes. Si se produce la pérdida o destrucción de la cosa objeto del
contrato una vez que ha sido recibida por el comitente, debe entenderse que las cosas perecen
para su dueño (el comitente), quedando el contratista exento de responsabilidad.
Por el contrario, si la cosa se pierde antes de ser entregada al comitente, como el
contratista sólo cumple cuando obtiene un resultado, se entenderá que no ha cumplido su
obligación y, en consecuencia, no tendrá derecho a remuneración. No obstante, hay que distinguir
el tipo de contrato de obra ante el que nos encontremos.
Si se trata de un contrato de obra con suministro de materiales (aquél que se compromete
también a suministrar los materiales), mientras que no se entregue la obra, el contratista deberá
cargar con la pérdida de los materiales, salvo que hubiera mediado morosidad en recibir la
obra por parte del comitente. En consecuencia, el contratista pierde su trabajo y los materiales que
puso.
Por el contrario, en el simple contrato de obra (el contratista se compromete a poner
solamente su trabajo), si se pierde la cosa por caso fortuito antes de ser entregada, el comitente
pierde los materiales y el contratista no puede reclamar; por tanto, cada una de las partes
pierde lo que puso. En cambio, si hay culpa del dueño, éste deberá abonar al contratista el precio de
la obra.

2.5. Responsabilidad por defectos en la edificación


Entregada y recepcionada la obra, el contratista habrá cumplido su obligación. Ahora bien,
cuando la obra consiste en la construcción de un edificio, es posible que los posibles vicios se
manifiesten a largo plazo. El contratista de un edificio y el arquitecto responden de los daños
y perjuicios causados por su ruina, si ésta tuviese lugar en el plazo de diez años, por vicios debidos
a su respectiva actividad o profesión. El contratista amplía su responsabilidad cinco años
más, si la ruina se debe a no haber cumplido las condiciones del contrato.
 Defectos estructurales. Son los más graves, pues, como afectan a elementos estructurales del
edificio, comprometen su propia estabilidad.
 Defectos constructivos. Se trata de deficiencias que, sin afectar a la seguridad y estabilidad
del edificio, afectan a elementos constructivos o a las instalaciones, provocando el
incumplimiento de los requisitos de habitabilidad.
 Defectos de acabado. Defectos que afectan a los elementos de terminación o acabado, de fácil
detección incluso por personas que no sean expertas en la construcción.
Los plazos enumerados (diez, tres y un año) no constituyen plazos de caducidad, sino de garantía.
Desde que nacen, las acciones para exigir la responsabilidad prescribirán en el plazo de dos años.
La LOE establece un sistema de responsabilidad objetiva. Si se produce un defecto y éste es

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imputable a la actuación de alguno de los agente que intervienen en la edificación, el sujeto en
cuestión será responsable sin necesidad de entrar a valorar si su comportamiento fue o no diligente.
Aunque la LOE parte de la responsabilidad personal e individual de cada uno de los agentes que
interviene en la edificación, cuando no pueda concretarse el grado de participación de cada
agente, la responsabilidad se exigirá solidariamente. Pero además el promotor responde
siempre, aunque los defectos sean imputables a otro de los agentes del proceso constructivo.

2.6. Extinción del contrato de obra


El Código Civil enumera tres causas específicas de extinción del contrato de obra. Por un lado,
prevé el desistimiento unilateral del dueño de la obra. Por otro lado, afirma que la muerte
del contratista determinará la extinción de este contrato, cuando la obra le hubiera sido encargada
por sus cualidades personales. En tal caso, deberá abonarse a los herederos el valor de la parte de
obra ejecutada y de los materiales preparados. Se aplica esta misma regla en el supuesto en que el
contratista no pueda acabar la obra por alguna causa independiente de su voluntad. En
tal caso podrá reclamarse el valor de la parte de la obra ejecutada.

3. MANDATO
3.1. Concepto, caracteres, clases
El mandato es un contrato consensual y gratuito. No obstante, en el caso de que el
mandatario tenga por ocupación el desempeño de servicios de la especie a que se refiere el mandato
(mandatario profesional), el mandato es oneroso.
Por el contrato de mandato se obliga una persona (mandatario) a prestar algún servicio o a
hacer alguna cosa por encargo de otra (mandante).
En este contrato rige el principio espiritualista o libertad de forma. Según el cual, el
mandato y la aceptación pueden ser de forma expresa o tácita, al igual que la aceptación, que
puede ser expresa o tácita. El mandato puede acarrear obligaciones para ambas partes o sólo
para el mandatario. El mandato, además, es un contrato basado en la confianza que el mandante
deposita en el mandatario y suele celebrarse en atención a las cualidades del deudor.
Se admite la existencia de mandato, sin que se haya otorgado previamente poder de
representación. Estaremos ante el mandato no representativo, donde el mandatario es el
obligado directamente con la persona con quien contrató. Por el contrario, tratándose de un
mandato representativo, el mandatario quedará libre de los vínculos jurídicos que contraiga,
pues quien ha de cumplir es el mandante.

3.2. Obligaciones
En primer lugar, el mandante debe anticipar al mandatario, si éste se lo pidiere, las
cantidades necesarias para la ejecución del mandato.
En segundo lugar, el mandante ha de indemnizar al mandatario los daños y perjuicios
sufridos por el cumplimiento del mandato, siempre que el mandatario no hubiera incurrido en su
gestión en culpa o imprudencia.
Por su parte, la principal obligación del mandatario consiste en ejecutar el mandato
siguiendo las instrucciones del mandante e informándole de su gestión. El Código Civil
faculta al mandatario a ejercitar un derecho de retención sobre las cosas que son objeto del mandato.

3.3. Extinción del mandato


Además de por las causas generales, el Código Civil establece que el mandato se acaba por su
revocación, por renuncia o incapacitación del mandatario y por muerte, declaración de
prodigalidad o por concurso o insolvencia del mandante o del mandatario.

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4. EL CONTRATO DE SOCIEDAD CIVIL
4.1. Concepto y caracteres
La sociedad es una agrupación de personas que persigue un fin común de carácter
lucrativo. El contrato de sociedad civil es aquél por el cual dos o más personas se obligan a
poner en común dinero, bienes o industria, con ánimo de partir entre sí las ganancias.
El contrato de sociedad es un contrato plurilateral, en el que no existen partes con intereses
contrapuestos ya que todos los intervinientes persiguen un interés común. En este contrato las
partes no intercambian prestaciones, sino que se trata de un contrato de cooperación. Para la
consecución de ese interés y finalidad común consiste en la obtención de ganancias que han
de dividirse entre los socios. El dinero, los bienes o el trabajo que los socios ponen en común
constituyen la aportación de cada uno de ellos a la sociedad, aportación con base en la cual se
desarrollará una actividad que constituye el objeto social.
Lo habitual es que dicha actividad se lleve a cabo con la finalidad de obtener una ganancia
partible entre los socios. Pero en la actualidad se acepta que puedan existir sociedades cuyo fin no
sea éste. En estos casos la actividad desarrollada por la sociedad no va a generar unos ingresos que
luego los socios se van a repartir, es decir, tiene como fin la obtención de ventajas económicas.

4.2. Forma, tiempo y personalidad jurídica


El contrato de sociedad civil es un contrato consensual que puede otorgarse en cualquier
forma, salvo en el caso en que se aporten bienes inmuebles a la sociedad.
Se trata de un contrato que genera una relación de cooperación que puede pactarse por tiempo
determinado o por tiempo indeterminado. En tal caso dura por toda la vida de los asociados,
lo que significa que se extingue cuando fallece uno de los socios, salvo que los demás decidan
continuar la sociedad entre ellos o con los herederos del fallecido.
Por lo que respecta a la cuestión de la personalidad jurídica, el Código Civil dispone que no
tendrán personalidad jurídica las sociedades cuyos pactos se mantengan secretos entre los
socios, y en que cada uno de éstos contrate en su propio nombre con terceros. Esta clase de
sociedades se regirá por las disposiciones relativas a la comunidad de bienes. Se denomina
sociedad interna.
Cuando la voluntad de las partes es crear una entidad que actúe en el tráfico de manera
independiente de los socios, estaremos ante una sociedad externa y la sociedad alcanzará
personalidad jurídica en el mismo momento de celebración del contrato y sin necesidad de
inscripción en ningún Registro.
Cuando la sociedad civil no tiene personalidad jurídica no existirá, en cambio, un patrimonio
propio perteneciente a la entidad. Los bienes de la sociedad pertenecerán a los socios.
En los casos en que la sociedad no tiene personalidad jurídica, para celebrar contratos con
terceros, o bien intervienen todos los socios en el contrato, o bien interviene alguno de ellos
actuando en nombre de los demás.

4.3. Clases de sociedad civil. Contenido del contrato de sociedad: derecho y obligaciones de los
socios
En primer lugar hay que tener en cuenta que todo socio está obligado a aportar algo, ya sea
dinero, bienes o trabajo. Desde la celebración del contrato los socios son deudores de lo que se han
comprometido a aportar.
Todo socio tiene derecho a participar en los beneficios, que se repartirán de acuerdo con
los pactado y, en caso de no haber pacto, en proporción a lo que cada uno haya aportado. Si hubiese
pérdidas en lugar de beneficios, participarían, igualmente, todos los socios en las pérdidas.
De hecho es nulo el pacto que excluye a uno o más socios de participar en las pérdidas o en las

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ganancias.
En relación con la gestión de la sociedad se dispone que todos los socios se consideren
apoderados. Es decir, se presupone que cualquiera de los socios tiene facultades para administrar la
sociedad y para representar a ésta en el tráfico.
La sociedad se disuelve cuando expira el término por que fue constituida, cuando se
pierde la cosa, o se termina el negocio que le sirve de objeto, por muerte, insolvencia,
incapacitación o declaración de prodigalidad de cualquiera de los socios y por la voluntad de
cualquiera de los socios.

5. LA FIANZA
5.1. Concepto y caracteres
El término fianza hace referencia a un tipo de garantía que regula el Código Civil, aunque suele
utilizarse también para aludir al contrato que da lugar a dicha garantía. La fianza crea una relación
jurídica en la que el fiador está obligado a cumplir una obligación ajena en caso de que no
lo haga el deudor principal. Es decir, junto a la obligación que vincula al acreedor con el deudor,
nace otra obligación de igual contenido a favor del mismo acreedor.
El fiador no es únicamente un sujeto responsable por una deuda ajena, sino que es sujeto
pasivo de una obligación propia y distinta de la llamada obligación principal y obligación
garantizada, si bien a la obligación del fiador se le atribuye, respecto a la obligación garantizada,
un carácter accesorio y subsidiario. Los caracteres de la fianza son:
 Accesoriedad. La fianza presupone la existencia de una obligación que se llama
principal, a la cual garantiza. Por consiguiente, si la obligación principal es nula de pleno
derecho, lo será también la fianza.
También en consecuencia de la accesoriedad de la fianza, el contenido de la deuda del fiador
sea, como máximo, el de la obligación principal, sin que pueda el fiador obligarse a más,
aunque si puede obligarse a menos. Asimismo, si no se ha pactado nada sobre el contenido de la
fianza, ésta comprenderá no sólo la obligación principal, sino todos sus accesorios.
Por último la accesoriedad supone que a la relación entre fiador y acreedor le afectan todas las
vicisitudes de la deuda principal, pero no al contrario.
 Subsidiariedad. Por la fianza se obliga uno a pagar o a cumplir por un tercero, en caso de
hacerlo éste, alude al distinto plano en que se encuentra la obligación del fiador respecto de la
afianzada y a la necesidad del previo incumplimiento de la obligación del deudor para el
vencimiento de la fianza.

5.2. Clases de fianza y capacidades


La fianza puede ser convencional, legal o judicial. Lo normal es que la obligación del fiador
tenga su origen en un contrato, celebrado entre el fiador y el acreedor. La fianza puede ser también
legal o judicial, en los casos que por disposición de la Ley o de providencia judicial alguien resulta
obligado a dar fiador que garantice determinadas obligaciones que le corresponden.
Por tanto podrán ser fiadores los mayores de edad. En cuanto al menor emancipado se
entiende por la mayoría de los autores que ostenta capacidad para ser fiador de acuerdo con el
Código Civil.

5.3. Relaciones entre los sujetos que intervienen en la fianza


A. Relaciones entre el acreedor y el fiador. El beneficio de excusión
El fiador no puede ser compelido a pagar hasta que el deudor incumpla su obligación.
Pero además, cuando el acreedor requiere de pago al fiador, este tiene la facultad de oponer el
llamado “beneficio de excusión” en las condiciones establecidas en la Ley, siempre que dicho
beneficio no haya quedado excluido para el caso concreto. El beneficio de excusión permite al fiador

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exigir que la excusión de los bienes del deudor preceda a su propio cumplimiento forzoso; lo que
quiere decir que puede negarse a pagar, sin temor a ser embargado, cuando el acreedor trata
de cobrarle antes de haber procedido a ejecutar los bienes de que esté en posesión el deudor. El
beneficio de excusión debe oponerse al acreedor inmediatamente después de que éste sea requerido
para el pago.
El beneficio de excusión no tiene lugar cuando el fiador haya renunciado expresamente,
cuando el fiador se haya obligado solidariamente con el deudor, en caso de concurso o
insolvencia del deudor o cuando el deudor no pueda ser demando judicialmente dentro del
territorio español.
B. Relaciones entre el deudor y el fiador
La fianza produce efectos entre el fiador y el deudor que se manifiestan antes de que el fiador
haya pagado. El Código Civil enumera una serie de casos en los que el fiador puede proceder
contra el deudor principal, mediante el ejercicio de las acciones correspondientes, para obtener
una revelación de la fianza o una garantía que lo ponga a cubierto de los procedimientos del
acreedor y del peligro de insolvencia en el deudor. El objetivo es proteger el interés del
fiador antes del pago.
Después del pago, el fiador adquiere un derecho de reembolso frente al deudor. El
pago realizado por el fiador extingue su obligación y la del deudor. Pero por razones de equidad es
también razonable que el fiador pueda recuperar lo que ha pagado y, para hacerlo posible, se
establece que el fiador que paga por el deudor, debe ser indemnizado por éste, lo que quiere decir
que el fiador adquiere una acción de regreso o reembolso contra el deudor.

5.4. Extinción de la fianza


El Código Civil dispone que la obligación del fiador se extingue al mismo tiempo que la
del deudor, y por las mismas causas que las demás obligaciones. Pero es posible que se extinga la
fianza con independencia de la extinción de la obligación principal.
Si el acreedor acepta voluntariamente un inmueble u otros efectos en pago de la deuda,
aunque después los pierda por evicción, queda libre el fiador. La prórroga concedida al
deudor por al acreedor sin consentimiento del fiador extingue la fianza. Los fiadores, aunque sean
solidarios, quedan libres de su obligación siempre que por algún hecho del acreedor no puedan
quedar subrogados en los derechos, hipotecas y privilegios del mismo.

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TEMA 11
LA RESPONSABILIDAD CIVIL EXTRACONTRACTUAL

1. PRSUPUESTOS DE LA OBLIGACIÓN DE REPARAR


La responsabilidad contractual es la que se genera por los daños que surgen en la órbita del
contrato, la responsabilidad extracontractual puede ser definida como aquella que se genera
por todos los demás daños.
El que por acción u omisión causa daño a otro, interviniendo culpa o negligencia, está
obligado a reparar el daño causado. Así pues, los elementos que han de concurrir para que surja
esta responsabilidad son el hecho dañoso (acción u omisión), la culpa o negligencia del agente, el
daño y la relación de causalidad entre éste último y el comportamiento del demandado.

1.1. Acción u omisión


El hecho dañoso que da lugar a la responsabilidad puede consistir en una acción y una omisión.
La acción puede definirse como cualquier actuación positiva, voluntaria o involuntaria, que
provoca de forma mediata o inmediata el daño que deba resarcirse.
La omisión se trata de un comportamiento que el agente no ha llevado a cabo y que, de acuerdo
con las circunstancias en las que se ha producido el evento, debería haber realizado. Por tanto,
para que la omisión sea relevante, es necesario que existiera un deber jurídico de actuar.

1.2. Relación de causalidad


La relación de causalidad hace referencia al nexo o unión que debe existir entre la
acción u omisión del agente y el daño ocasionado. El acto ha de ser causa del daño. Este
enlace se ve obstaculizado en los casos en los que la relación de causalidad puede romperse
por la intervención de causas externas:
 Cuando concurra caso fortuito o fuerza mayor. Si el daño es causado por caso fortuito o
fuerza mayor, es decir, un acontecimiento ajeno a la voluntad del demandado, éste no
responde de él y quedará a cargo de quien lo sufre.
 Cuando se produce la intervención dolosa o culposa de un tercero, que interrumpe el
nexo causal. Por ejemplo, en la cocina de un hotel saltan unas pequeñas chispas que, pese a ser
de escasa entidad, terminan desencadenando el incendio del hotel, ya que un terrorista había
colocado en la cocina un material altamente inflamable.
 Cuando el daño ha sido ocasionado por la culpa exclusiva de la víctima. La conducta
de la víctima rompe el nexo causal existente entre el acto del agente y el daño. Por ejemplo, un
sujeto que desea suicidarse se arroja a las vías del metro cuando éste pasa, sin que el
maquinista pueda frenar.
 Cuando se produce una concurrencia de culpas o de causas: tanto la víctima como
el agente contribuyen con su actuación a la causación del daño. En este caso, aunque no se
rompe el nexo causal, la responsabilidad se modera en atención a la contribución de la
víctima a su propio daño. Por ejemplo, se aprecia concurrencia de culpas en un caso de
atropello pues, aunque el peatón cruzó por un lado inadecuado, se demostró que el conductor
estaba manipulando la radio del automóvil.

1.3. El daño
Para que surja responsabilidad resulta imprescindible la concurrencia de un daño
sufrido por un sujeto. Para fijar el monto de la indemnización por los daños patrimoniales

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producidos, se tienen en cuenta los parámetros que ofrece el Código Civil, que resulta aplicable a la
responsabilidad extracontractual:
 Daño emergente. Lo constituye el daño sufrido materialmente.
 Lucro cesante. Beneficios o ganancias que se han dejado de obtener como consecuencia
de haber sufrido un daño.
 Daños personales. Sufre una persona por su integridad física o salud.
Por último, se ha de señalar que, de acuerdo con el principio de buena fe, el perjudicado tiene la
obligación de mitigar el daño, reduciéndolo o evitando que aumente.

1.4. Culpa o negligencia


La culpa del dañante constituye el principal criterio de imputación de responsabilidad civil. La
conducta que provoca la obligación de resarcir ha de reunir las siguientes características:
 Imputabilidad del autor. Para considerar culpable a un sujeto es necesario que tenga
conciencia de la posibilidad de ocasionar un daño con su actuación. Por eso no son
inimputables los menores de edad y las personas afectadas por una enfermedad de
carácter psíquico.
 Comportamiento doloso o culposo del autor. Hay responsabilidad civil en el caso de dolo,
ya que si la hay responsabilidad por una conducta negligente.

1.5. La antijuridicidad
La antijuridicidad supone que la conducta que se ha realizado está prohibida por el
ordenamiento jurídico. No obstante, no concurrirá el requisito de la antijuricidad y, por tanto,
no existirá obligación de indemnizar, cuando intervengan las denominadas causas de
justificación. Se consideran causas de justificación, el daño causado en legítima defensa propia
o ajena, el estado de necesidad, que justifica la causación intencionada de un mal si con ello se
pretende evitar otro mayor, y, dentro de ciertos límites, el daño causado con el consentimiento de
la víctima.

1.6. La reparación del daño


Si concurren los requisitos anteriores, surgirá la obligación de reparar el daño causado por parte
del agente. Ahora bien, el daño sufrido por la víctima puede ser reparado de dos formas
diferentes: de forma específica o a través de la indemnización de daños y perjuicios. En el
primer caso, la situación se repone al estado en el que se encontraba antes de que se hubiese
producido el perjuicio.
Cuando la reparación in natura no sea posible, los daños y perjuicios sufridos serán resarcidos
mediante el pago a la víctima de una indemnización. La acción para exigir la reparación de la
responsabilidad extracontractual prescribe en un año, plazo que empieza a contarse desde que la
víctima tiene conocimiento del daño sufrido.

2. LA RESPONSABILIDAD OBJETIVA
Nuestro código prevé un sistema de responsabilidad subjetiva o por culpa, pues hace
depender el surgimiento de la responsabilidad de la concurrencia de la culpa o negligencia
del agente dañante.
Junto a la responsabilidad subjetiva o por culpa, existe otro sistema de exigencia de
responsabilidad: el llamado sistema de responsabilidad objetiva. En este caso, la
responsabilidad se impone al sujeto causante del daño con independencia de que su
actuación haya sido o no negligente. En la responsabilidad objetiva o por el resultado, lo
que genera la responsabilidad no es la culpa o negligencia, sino el riesgo creado. La
responsabilidad objetiva se hace responder de las consecuencias dañosas de una actividad a quien, al

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beneficiarse de ella, ha creado un riesgo o peligro adicional.

2.1. En el Código Civil


En el Código Civil son supuestos de responsabilidad objetiva:
 El poseedor de un animal, o el que se sirve de él, es responsable de los perjuicios que
causare, aunque se le escape o extravíe. Sólo cesará esta responsabilidad en el caso de que el
daño proviniera de fuerza mayor o de culpa del que lo hubiese sufrido.
 El Código Civil consagra la responsabilidad objetiva por los humos excesivos que sean
nocivos para las personas o para las propiedades.
 El Código Civil prevé la responsabilidad por la caída de los árboles que se produzca en sitios
de tránsito. En estos casos es responsable el propietario, salvo que la caída hubiera sido debida a
fuerza mayor.
 El Código Civil regula la responsabilidad por los daños que ocasionan los edificios a terceros por
defectos de construcción. De acuerdo con el Código Civil serán responsables los técnicos
encargados de la construcción del edificio.
 El Código Civil hace responsable al cabeza de familia por los daños que produzcan las cosas
que se arrojasen o cayesen de la misma. El citado precepto atribuye responsabilidad no
por el hecho de ser propietario, sino por habitar.

2.2. Responsabilidad de la Administración


La Ley de Régimen Jurídico y Procedimiento Administrativo Común regula la responsabilidad
de la Administración por cualquier lesión que sea consecuencia del funcionamiento normal o
anormal de los servicios públicos. Se trata de un sistema de responsabilidad directa, objetiva,
general y unitario.

2.3. Responsabilidad por los daños causados en la navegación aérea


Las indemnizaciones por los daños causados en la navegación aérea a los pasajeros, a las
mercancías, equipajes o a terceras personas producidos como consecuencia de un accidente,
aparecen tasadas en la ley que regula esta responsabilidad. Esta ley acorta el plazo de
prescripción de la acción, pues el plazo previsto es de seis meses desde la fecha del accidente. Por
último, se exige la contratación de un seguro obligatorio.

2.4. Responsabilidad por daños nucleares


La Ley de responsabilidad civil por daños nucleares o producidos por materiales
radioactivos regula la responsabilidad por los daños producidos por la energía nuclear, que recae
sobre el explotador de instalaciones de este carácter. La ley exige la contratación de un
seguro obligatorio.

2.5. Responsabilidad por daños producidos en la caza


Esta responsabilidad prevé la responsabilidad de los cazadores por los daños que ocasionen en el
ejercicio de la caza. Si no pudiera identificarse al causante concreto del daño, se hará responder
solidariamente a toda la partida de caza. La ley impone la obligación de suscribir un seguro de caza
que cubra los daños a las personas derivados de la caza. Se exceptúa la responsabilidad si el daño fue
ocasionado exclusivamente por la culpa del perjudicado o por fuerza mayor.

2.6. Responsabilidad por el uso de vehículos de motor


La Ley de responsabilidad civil y seguro en la circulación de vehículos de motor establece la
responsabilidad objetiva del conductor de un vehículo de motor por los daños causados a
personas con motivo de la circulación.
Esta responsabilidad no surgirá si se prueba que los daños se debieron únicamente a culpa

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del perjudicado o a fuerza mayor extraña a la conducción o al funcionamiento del vehículo. Sin
embargo, no se consideran constitutivos de fuerza mayor los defectos del vehículo ni la
rotura o fallo de sus piezas o mecanismos. Cuando se trata de daño a los bienes, la responsabilidad
será exigida conforme a los daños materiales, la responsabilidad no es objetiva, sino por culpa.
La actividad de la conducción, como ocurre con otros supuestos de responsabilidad objetiva, debe
ser objeto de un seguro obligatorio. Para valorar y cuantificar los daños, el juez ha de atender a
una serie de baremos previstos por la Ley de uso y circulación de vehículos a motor.

2.7. Responsabilidad por daños causados por productos defectuosos


El TRLC establece un sistema de responsabilidad objetiva que se aplica a los daños causados a
cualquier sujeto por la utilización de un producto que resulta ser defectuoso. El producto
“defectuoso” es aquel que no ofrece la seguridad que cabe legítimamente esperar.
El sujeto responsable, contra el cual puede dirigirse la víctima, es fundamentalmente el
fabricante del producto, si bien cuando el producto ha sido fabricado fuera de la Unión Europea
el sujeto responsable es el importador. El perjudicado debe probar el defecto, el daño y la relación de
causalidad entre ambos. En cuanto al alcance de la indemnización, los daños personales se
indemnizan a todo perjudicado, pero los daños materiales sólo se indemnizan a los consumidores. El
régimen de responsabilidad previsto en el TRLC no impide a la víctima acudir, si lo prefiere, a las
reglas generales de responsabilidad.

3. LA RESPONSABILIDAD POR HECHO AJENO


Junto a la regla general de responsabilidad por hecho propio, el Código Civil recoge varios
supuestos en los que la obligación de responder por el daño causado surge en un sujeto
distinto al autor material del daño. Esta solución es la prevista para una serie de situaciones en
las que existe algún tipo de relación de dependencia o de subordinación entre el causante del daño y
el sujeto responsable. Se habla en estos casos de responsabilidad por hecho ajeno. En estos
casos, el perjudicado puede demandar directamente al responsable por hecho propio. Por tanto, se
trata de una responsabilidad directa.
El fundamento que motiva el deber de responder del sujeto responsable es su propia culpa por no
prevenir el daño, bien porque no ha vigilado o controlado adecuadamente al agente, porque no ha
sabido elegir correctamente a este sujeto o porque no ha sabido organizar adecuadamente las
actividades educativas.
Los padres responden por los daños causados por los hijos que se encuentren bajo su
guarda ya que, en principio, los propios menores no pueden responder por ser inimputables de
culpa civil. Respecto a la responsabilidad de los padres, el único requisito que se exige es que se trate
de un hijo menor no emancipado que se encuentre bajo la guarda del padre o madre. En caso de
padres divorciados, se considera responsable al progenitor custodio, salvo que el menos cause el
daño cuando se encontraba con el otro en cumplimiento del régimen de visitas.
El Código Civil prevé la responsabilidad de los titulares de centros docentes privados por
los daños causados por los alumnos menores de edad durante el periodo en que se hallaran
bajo la vigilancia del profesorado y realizando actividades escolares, extraescolares o
complementarias. Cuando el daño se produce en un centro docente, la víctima podrá dirigirse contra
el titular del centro docente y también contra el profesor, pero en ningún caso podrá obtener una
doble indemnización.

3.1. Responsabilidad del empresario por los hechos de sus dependientes


El Código Civil consagra la responsabilidad de los comerciantes y empresarios por los
daños ocasionados por sus empleados o dependientes en el servicio en los que estuvieran
empleados o con ocasión de sus funciones. Aunque en un principio se situó el fundamento de la
responsabilidad del empresario en una culpa in eligendo o in vigilando. Por lo que la exoneración

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del empresario en estos casos es muy poco frecuente. Requisitos siguientes:
 Existencia de una relación de dependencia entre el empresario responsable y el
causante del daño. No es necesario que exista un contrato laboral entre ellos, sino tan sólo
que el causante del daño se encuentre sometido a la autoridad empresarial y siga sus
instrucciones en el trabajo.
 Que el daño se haya producido con ocasión del desempeño de sus obligaciones y
servicios.
 El daño ha de ser haber sido ocasionado por culpa o negligencia del empleado, pues
resulta admitido que el sujeto responsable no puede responder en aquellos casos en el que
causante material del daño.
La acción contra el empresario es directa. Por último, el empresario que pague el daño
causado por sus dependientes está facultado para repetir de éstos la cantidad total que hubiese
satisfecho o la cantidad que corresponda, en proporción a su contribución en la producción del daño.

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TEMA 12
DERECHOS REALES Y REGISTRO DE LA PROPIEDAD

1. LAS COSAS Y LOS BIENES


La disciplina denominada “Derecho reales” también se denomina “Derecho de cosas”
porque los derechos reales consisten en la atribución de un poder sobre la cosa objeto de tal
derecho, y que goza de protección absoluta frente a todos.
El bien es todo aquello susceptible de producir utilidad o beneficio, es decir, es un elemento
patrimonial activo. Mientras que las cosas se identifican habitualmente como bienes tangibles y
corporales. Son un tipo de bienes, pero no agotan la categoría, por ello, existen bienes inmateriales.
El concepto de bien es más amplio que el de cosa.
1.2. Tipologías
 Cosas consumibles y cosas no consumibles. Son aquellas cosas de las que no puede
hacerse uso adecuado a su naturaleza sin que se consuman. Ejemplos: una barra de pan es
consumible, un cuadro es no consumible.
 Cosas corporales e incorporales. Son las que tienen una entidad material y esto las permite
ser susceptibles por los sentidos. Ejemplo: una mesa es corporal, la energía es incorporal.
 Cosas simples y cosas compuestas. Las cosas simples constituyen una unidad en sí
mismas, y las compuestas son las que resultan de la unidad de dos o más cosas entre sí.
 Cosas fungibles y cosas no fungibles. Las cosas fungibles son aquellas que pueden
sustituirse o reemplazarse por otras semejantes y las cosas no fungibles son las que se
consideran en el tráfico jurídico por cualidades individuales. Ejemplo: un coche antes de
matricular es fungible, una vez matriculado es cosa no fungible.
 Cosas divisibles e indivisibles. Son aquellas que al fraccionarse en porciones mantienen la
misma naturaleza y función del todo, y su valor puede definirse como proporcional al del todo.
 Cosas en el comercio y cosas fuera del comercio. Las cosas son objeto de derechos y
susceptibles de negocio, por tanto, están dentro del comercio de los hombres.
 Cosas muebles y cosas inmuebles. Se caracterizan porque no pueden moverse o
desplazarse sin detrimento de su materia, sustancia o identidad.

2. LOS DERECHOS REALES: CONCEPTO Y CARACTERES DISTINTIVOS


El derecho real es un tipo de derecho subjetivo y, por tanto, responde a la condición de ser un
ámbito de poder que la Ley reconoce a la persona sobre el mundo que le circunda.
Los derechos de crédito reconocen a su titular un ámbito de influencia que consiste en
poder exigir de otra persona un determinado comportamiento.
Los derechos reales, en cambio, recaen directamente sobre una cosa, de tal modo que la
satisfacción del interés de su titular se colma con el ejercicio de los poderes sobre la cosa que le
confiere el derecho real. Los derechos reales se caracterizan:
 Por conferir una esfera de poder directa e inmediata sobre una cosa (carácter inmediato).
 El derecho real se protege con acciones frente a cualquier tercero, frente a todos (carácter
absoluto).
 Su reipersecutoriedad, que hace referencia al hecho de que el derecho real sigue a la cosa allá
dónde se encuentre. Es decir, en cualquier lugar y bajo cualquier poseedor.

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3. CLASES DE DERECHOS REALES
3.1. Derechos reales plenos: la propiedad
En Derecho español sólo el derecho de propiedad confiere este poder. El Código Civil define
el derecho de propiedad o dominio como el derecho a gozar y disponer de una cosa sin más
limitaciones que las establecidas en las leyes.
No obstante, “pleno” no significa “ilimitados”. Las leyes pueden señalarle limitaciones, como le
ocurre al derecho de propiedad en relación con la función social, ya que la propiedad privada se
puede expropiar por razones de carácter social.

3.2. Derechos reales limitados


Los derechos reales limitados son los que recaen sobre una cosa que es propiedad de
otra persona. Por este motivo también se llaman derechos reales en cosa ajena.
A. Derechos reales de goce
Los derechos reales de goce proporcionan a su titular la facultad de utilizar y disfrutar
total o parcialmente de la cosa sobre la que recaen. Son derechos reales de goce:
 El derecho de usufructo. Permite usar y disfrutar, es decir, obtener los frutos de una cosa
ajena sin alterar su forma o sustancia, durante un período determinado o durante su vida.
 El derecho de servidumbre. Es un gravamen impuesto sobre un inmueble (predio sirviente)
en beneficio de otro perteneciente a distinto dueño (predio dominante) y que permite al titular
de la servidumbre extraer alguna utilidad concreta de la finca sobre la que recae (la
servidumbre de paso permite pasar a una finca ajena).
 El derecho de superficie o subedificación. Confiere a su titular la facultad de tener o
mantener, en un inmueble ajeno, una edificación o plantación.
 El aprovechamiento por turno de bienes inmuebles. Confiere el derecho a utilizar un
determinado inmueble durante un periodo concreto de cada año, mediante el pago de una
cantidad que se abona a la firma del contrato.
 El derecho de censo. Permite a su titular un disfrute parcial de un inmueble ajeno.
B. Derechos reales de garantía
Los derechos reales de garantía acompañan a los derechos de crédito, porque, a través de
ellos, se afianza la posición del acreedor; es decir, la aseguran que pueda ver satisfecho su
crédito.
Los derechos de garantía son el derecho de prenda, que recae sobre cosas muebles, y de
hipoteca, que recae sobre bienes muebles e inmuebles.
C. Derechos reales de adquisición preferente
Los derechos reales de adquisición preferente confieren a su titular, en caso de
enajenación o venta de la cosa, que le es ajena, la facultad de adquirirla con preferencia a
cualquier otra persona. Son los derechos de tanteo, retracto y opción.
El tanteo obliga al propietario de una cosa, que está planeado enajenarla, a que notifique las
condiciones previstas para la enajenación al titular del tanteo, para que, si las acepta, pueda ser
él quien adquiera el bien.
El retracto, en cambio, opera una vez que se ha realizada la enajenación, y permite a su titular
que la deje sin efecto para ser él quien la adquiera, con el mismo precio y las mismas
condiciones en que se verificó la enajenación.
El titular del derecho de opción puede adquirir la cosa por el precio acordado en el

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contrato de opción y dentro del plazo de tiempo que se haya convenido con el propietario de la
cosa.

4. LA ADQUISICIÓN DE LOS DERECHOS REALES


La propiedad se adquiere por la ocupación. La propiedad y los demás derechos sobre los
bienes se adquieren y transmiten por la ley, por donación, por sucesión testada e intestada, y por
consecuencia de ciertos contratos mediante la tradición. Pueden también adquirirse por medio de la
prescripción. Más en concreto se extrae que:
 En caso de transmisión convencional, el Código Civil exige para la transmisión de la propiedad o
el derecho real de que se trate, la tradición, es decir, la entrega del objeto o puesta a disposición
del mismo, bien de forma efectiva, bien simbólica.
 La causa del nacimiento o la adquisición de los derechos reales a veces procede de la propia Ley.
 La prescripción adquisitiva o “usucapión” también es una causa de adquisición legítima de
derechos reales.
Los derechos reales pueden adquirirse por dos grandes vías: bien de manera derivativa porque
el titular anterior se desprende del derecho real, lo transmite; bien de manera
originaria, esto es, sin requerir la colaboración de ningún titular previo que nos lo transmita.

4.1. Adquisición derivativa: la adquisición convencional


La adquisición derivativa puede producirse por un negocio jurídico mortis causa
(testamento) o bien inter vivos (contrato).
La primera condición imprescindible para que se verifique lícitamente es que el transmitente
sea propietario o titular del derecho que transmite. Además, para que se produzca la
transmisión del derecho real, es imprescindible la tradición o entrega de la cosa sobre la que se
constituye el derecho real. Para que se verifique la transmisión del derecho se necesita un “título”
y un “modo” o entrega.
En cuanto a la entrega o tradición, se considera realizada cuando se pone “en poder y posesión”
de aquel a quien se le hace la entrega.

4.2. Adquisición originaria


A. La accesión
La accesión consiste en el derecho del propietario de una cosa a adquirir lo que a ella se une
o incorpora. Se produce cuando las cosas unidad no pueden separarse o cuando la separación
puede provocar una pérdida económica grave.
B. La ocupación
La ocupación es un modo de adquisición de la propiedad que se caracteriza por la toma de
posesión de una cosa, con ánimo de tenerla para sí. Solo pueden adquirirse por ocupación las
cosas muebles que carecen de dueño.
En la práctica se reduce a la caza, la pesca y a la adquisición de cosas que han sido abandonadas.
En todo caso, no podrán adquirirse por ocupación las cosas extraviadas que encontremos.
C. La usucapión
La usurpación se llama también “prescripción adquisitiva” y permite la adquisición de
un derecho a través de la posesión reiterada, con manifestación pública, pacífica e
ininterrumpida del mismo.
Sólo pueden usucapirse aquellos derechos reales que sean susceptibles de posesión. Así, no podrá
usucapirse el “derecho de hipoteca” porque el acreedor hipotecario no posee el bien sobre el que
recae esta garantía.

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La usucapión puede ser ordinaria o extraordinaria. Si el poseedor tiene buena fe y justo
título, puede llegar a adquirir la propiedad mediante la usucapión ordinaria. En cambio, si es de
mala fe o carece de título, aunque puede llegar a adquirir el derecho real a través de la usucapión,
en este caso, se tratará de usucapión extraordinaria. Desde esta distinción, los plazos posesorios
para usucapir son los siguientes:
 En la usucapión ordinaria, los derechos sobre bienes muebles se usucapen a los 3
años, mientras que los derechos sobre bienes inmuebles se usucapen a los 10 años de
posesión continuada entre presentes o 20 entre ausentes.
 En la usucapión extraordinaria, los derechos sobre bienes muebles se usucapen a los 6
años, mientras que los derechos sobre bienes inmuebles se usucapen a los 30 años.

5. EL REGISTRO DE LA PROPIEDAD
5.1. Fundamento y funciones
El Registro de la Propiedad fue creado por la Ley Hipotecaria de 1861 y responde a la
necesidad para el tráfico jurídico de que exista una constancia oficial de la titularidad de los
bienes inmuebles (de quién es el propietario) y de los derechos o gravámenes reales que pesan
sobre ellos. No obstante, el Registro no sólo informa, también garantiza las informaciones que
publicita, porque el Derecho les concede un determinado estatus de superioridad jurídica. De tal
manera que, quien sostenga una información divergente de la que ofrece el Registro de la
Propiedad sobre un determinado bien, será quien deba probarla.

5.2. Organización y funcionamiento


Para que un derecho real pueda acceder al Registro, el título por el que se constituye, declara,
transmite, modifica o extingue debe constar en un documento público.
El Registro se organiza por fincas (bienes inmuebles). El folio comienza siempre con la
inscripción de dominio: esta inscripción se denomina inmatriculación. El funcionamiento del
Registro de la Propiedad se rige por los siguientes principios:
 Voluntariedad. El acceso de los hechos inscribibles al Registro de la Propiedad es voluntario.
Es decir, el derecho real como regla no se crea por la inscripción; ésta sólo es declarativa.
 Principio de rogación. Quien quiera inscribir un título ha de solicitarlo en el Registro
correspondiente.
 Principio de prioridad. En caso de que se pretendan inscribir dos derechos incompatibles, el
que llegue antes al Registro; y, en caso de que haya dos derechos inscritos sobre la misma
finca, tendrá prioridad el más antiguo.
 Principio de legalidad. Los Registradores calificarán bajo su responsabilidad la legalidad de
las formas de los documentos de toda clase en cuya virtud se solicite la inscripción.
 Principio de tracto sucesivo. Para inscribir o anotar títulos deberá constar previamente
inscrito o anotado el derecho que se transmite o constituye a nombre de la persona que
lo otorgue. En caso de que se haya interrumpido el tracto sucesivo, habrá de reanudarse éste
mediante uno de los siguientes procedimientos:
Acta de notoriedad: se trata de un procedimiento que lleva a cabo un Notario, por el que el
sehace constar la notoriedad de un hecho en virtud de la declaración de testigos y otras
pruebas.
Expediente del dominio: se trata de un procedimiento que lleva a cabo el Juez de Primera
Instancia del lugar en que radique la finca, en el que el solicitante hará valer los documentos
acreditativos de su derecho, si los tiene, y en el que el Juez citará y oirá a quienes pudieron
tener algún derecho sobre el inmueble, decidiendo finalmente sobre el derecho del
solicitante.

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 Principio de publicidad. La publicidad formal del registro se refiere a la regla de apertura
de los libros de consulta a todos los interesados.
 Principio de legitimación. Consiste en que lo inscrito en el Registro goza de una presunción
de veracidad frente a terceros.
 Principio de fe pública registral. Quien adquiere onerosamente de la persona que
considera legítimo propietario, de acuerdo con la información que publicita el Registro, es
mantenido en la adquisición, aun cuando no haya adquirido de quien verdaderamente tenía
poderes para hacer tal transmisión. A este “tercero” se le denomina “tercero hipotecario” y
está protegido por la Ley. Pero la protección que en este caso dispensa el Registro requiere como
condiciones que se adquiera a título oneroso, que se adquiera de la persona que en el Registro
aparezca con la facultad de transmitir el derecho, que su título de adquisición sea
válido, que el adquiriente tenga buena fe y que quien reclama la protección como tercero
hipotecario inscriba su título.

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TEMA 13
EL DERECHO DE PROPIEDAD Y LOS DERECHOS REALES DE GARANTÍA

1. LA PROPIEDAD PRIVADA
El derecho de propiedad es el derecho a gozar y disponer de una cosa, sin más
limitaciones que las establecidas por las leyes. La Constitución Española incorpora al
derecho de propiedad privada la existencia de que ésta cumpla, además de una función satisfactoria
del interés del propietario, una función social. El derecho de propiedad se caracteriza por
presentar las siguientes cualidades:
 Perpetuidad. La propiedad dura tanto como la cosa física sobre la que recaiga.
 Exclusividad. Sólo el propietario puede usar y disfrutar de aquello que le pertenece.
 Abstracción de facultades. Del propietario es todo lo que pueda obtener la cosa. Por
eso se dice que el señorío que se confiere al propietario es abstracto y unitario.
Tratándose de cosas fructíferas, se entiende el fruto como el producto o utilidad que constituye el
rendimiento de la cosa conforme a su destino económico. Se distingue entre frutos naturales,
producciones espontáneas de la naturaleza, frutos industriales, producciones de la
naturaleza que requieren la intervención del hombre, y frutos civiles, los producidos por una
relación jurídica.

1.1. Límites
Las limitaciones al derecho de propiedad impuestas sobre las facultades de goce pueden
responder a un interés privado o público. De interés privado se consideran las limitaciones
impuestas al propietario por razón de las relaciones de vecindad.
La limitación al poder de disposición del propietario se refiere únicamente a las llamadas
“prohibiciones de disponer”. Se trata de la fijación de un determinado plazo durante el cual el
propietario no puede transmitir un bien o constituir un derecho real limitado sobre él.
La función social es un concepto referido a las exigencias sociales o el bien colectivo. Mediante
la noción de función social se pretende coordinar el interés egoísta del propietario con el
interés general de la colectividad.

1.2. Acciones de protección


El Código Civil dice que el propietario tiene acción contra el tenedor y el poseedor de la
cosa para reivindicarla.
A. Acción reivindicatoria
La acción reivindicadora es la que procede interponer cuando el propietario ha sido
privado de la posesión sobre la cosa por alguien que carece de derecho sobre ella. Por tanto,
enfrenta siempre a un propietario no poseedor con un poseedor no propietario.
B. Acción declarativa de dominio
Con la acción declarativa de dominio se pretende la mera declaración de existencia de
la titularidad dominical, sin perseguir una condena a la restitución. Esta acción busca el
reconocimiento de la propiedad por medio de declaración judicial.
C. Acción negatoria
La acción negatoria es la acción que compete el propietario de una cosa para que se declare la
ausencia de gravámenes sobre su dominio. Se ejercitará contra quien pretenda ser titular de

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un derecho real limitado o en cosa ajena.
D. Acción exhibitoria
La acción exhibitoria se trata de una acción preparatoria y que busca obtener que la persona a
la que se pretenda demandar exhiba la cosa que tenga en su poder.
E. Acción de deslinde
La acción de deslinde establece las facultades de deslindar y marcar los límites de su
propiedad, cuando se producen situaciones de confusión o incertidumbre de linderos.

2. LA COMUNIDAD DE BIENES
La propiedad de una cosa puede pertenecer a varios sujetos. En ese caso hablamos de
copropiedad o comunidad de bienes. Por eso el Código Civil dice que “hay comunidad cuando
la propiedad de una cosa o de un derecho pertenece pro indiviso a varias personas”.
Cualquier comunero puede solicitar que se divida la cosa común a fin de extinguir la
situación de comunidad, pero puede ocurrir que la cosa en cuestión no sea divisible. En tal caso la
“división” puede hacerse adjudicando el bien a uno de los comuneros, que pagará a los demás
la parte proporcional al valor de sus cuotas, o vendiendo bien la cosa a un tercero y repartiendo su
precio.
Mientras dura el estado de indivisión, es necesario regular la situación, de forma que se eviten
conflictos y todos los comuneros puedan ejercitar su derecho sobre el bien común. Por último, para
disponer de la cosa común es necesario el consentimiento unánime de todos los comuneros,
si bien lo que pueden hacer cada uno individualmente y sin necesidad del consentimiento de los
demás es enajenar su cuota.

3. LAS LLAMADAS PROPIEDADES ESPECIALES


3.1. Propiedad de aguas y minas
Los recursos naturales quedan adscritos al dominio público. La propiedad sobre aguas y
sobre minas ha desaparecido como posibilidad de atribución privativa de su titularidad. Es decir, no
cabe hoy día la propiedad privada de aguas o de minas.
Por ello, las regulaciones se contienen en normas administrativas. Y sus aprovechamientos son
objeto de licencias y concesiones de tipo administrativo.

3.2. Propiedad intelectual


Sólo las leyes especiales que regulan la propiedad intelectual y la industrial se consideran de
Derecho privado. El Código Civil dedica dos artículos a la propiedad intelectual. En el primero se
reconoce que el autor tiene derecho a explotar su obra y disponer de ella a su voluntad. En
el segundo, se remite a la ley especial para la regulación.
La propiedad intelectual reconoce el conjunto de derechos que tiene un autor sobre cada
una de sus obras que se manifieste en un soporte material, tangible o intangible, conocido o que se
invente en el futuro.
A. Sujeto
El sujeto titular del derecho de propiedad intelectual por antonomasia es el autor. Se considera
autor a la persona física que crea alguna obra literaria, artística o científica pudiendo existir un solo
autor de una obra o varios.
B. Objeto
El objeto de la propiedad intelectual son todas las creaciones originales propias del
intelecto humano, expresadas por cualquier medio o soporte, tangible o intangible, actualmente

Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
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conocido o que se invente en el futuro. El único requisito indispensable es que se trate de una
creación original.
No debe tratarse de una mera idea, sino que debe haberse plasmado y obtenido forma en
un soporte material, sea tangible o intangible. Por eso no es protegible, por ejemplo, el estilo
“cubista”, pero sí lo son, por separado, todos y cada uno de los cuadros pintados en este estilo.
La Ley de Protección Intelectual establece que son protegibles no sólo las obras completas, sino
también los “bocetos”, borradores o ensayos, las obras de todos los géneros artísticos y los objetos
protegibles son aquellos que son perceptibles por los sentidos de la vida y oído.
C. Contenido
Las facultades reconocidas por el derecho de propiedad intelectual se clasifican en dos grupos:
 Facultades patrimoniales. A través de ellas, el autor controla cualquier forma de
obtener rendimiento económico (directo o indirecto) a través de la obra. La LPI menciona
la reproducción, la distribución, la comunicación pública y la transformación. Pero, cualquier
otra forma de explotar económicamente una obra, pasaría a formar parte de la exclusiva del
autor, y por tanto, debería ser autorizada por él para que se desarrollara legalmente.
Cuando se trate de un tercero que quiera utilizar la obra que él no ha creado en alguna
modalidad económica, deberá hacerse autorizar por el titular del derecho.
La cesión puede ser gratuita o contra precio (remuneración). Además las facultades
patrimoniales de propiedad intelectual son transmisibles mortis causa.
 Facultades morales. Buscan salvaguardar un elemento íntimo de unión entre el
autor y su obra. Su proximidad con la personalidad del autor justifica que se configuren como
facultades irrenunciables e intransmisibles inter vivos. Además, muchas de ellas se extinguen
con la personalidad del autor, es decir, con su muerte; estas facultades se pueden trasmitir
mortis causa.
D. Duración
La propiedad intelectual se le reconoce al autor de forma vitalicia y a sus sucesores por un
período temporal que no puede superar los 70 años siguientes al del fallecimiento del autor.
Una vez que ha expirado el derecho exclusivo de propiedad intelectual sobre una creación, se dice
que la obra “cae en dominio público”.

4. LOS DERECHOS REALES DE GARANTÍA: EN ESPECIAL LA HIPOTECA INMOBILIARIA


4.1. Caracteres comunes a los derechos reales de garantía
 La accesoriedad. Los derechos reales de garantía se constituyen siempre para asegurar el
cumplimiento de una obligación preexistente “principal”.
 Las facultades de realización del valor y de preferencia. Los derechos reales de garantía
no conceden al acreedor facultad de goce y uso de la cosa, aunque exista
desplazamiento posesorio. A este pacto prohibido se la llama “pacto comisorio”.
 La especialidad. Los derechos reales de la garantía recaen de forma directa y especial a
los bienes gravados y no sobre la totalidad de los bienes del deudor.
 La “reipersecutoriedad”. El acreedor podrá ejercitarlas frente a cualquiera otra
persona que después haya adquirido o simplemente tenga las cosas dadas en garantía en
su poder.
 La responsabilidad real y la personal. Cuando se constituye un derecho real de garantía, el
deudor sigue debiendo personalmente la deuda. El deudor responde de sus obligaciones
con todos sus bienes, presentes y futuros.

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4.2. La hipoteca inmobiliaria
A. Origen y constitución
La hipoteca inmobiliario es la “garantía reina” por la vigorosa protección que confiere al
acreedor, ya que se trata de un poder ejercitable sobre bienes inmuebles, lo cual, para el acreedor,
tiene la ventaja de que son bienes de casi imposible desaparición y, además, en los que el valor se
preserva.
La constitución de la hipoteca inmobiliaria puede ser voluntaria o legal. A su vez, las
hipotecas legales pueden ser expresas o tácitas. Son expresas si no se constituyen
automáticamente porque la Ley las reconoce, sino que se concede un derecho a exigir la constitución
de esta garantía real. Las hipotecas tácitas suponen que su reconocimiento legal es todo lo que se
requiere para su constitución
B. Sujetos de la hipoteca
 Acreedor hipotecario: el acreedor cuyo crédito está garantizado con una hipoteca.
 Hipotecante: es el dueño de los bienes inmuebles que se han ofrecido en garantía. Puede
ser el deudor de la relación crediticia garantizada “deudor hipotecante”. En caso de que se trata
de un tercero se le denomina “hipotecante no deudor” o “fiador real”.
 Tercer poseedor: es quien, después de constituirse la hipoteca, ha adquirido los
bienes que hacen de garantía.
C. Objeto de la hipoteca
La hipoteca inmobiliario sólo puede tener por objeto un bien inmueble, que debe reunir la
condición de enajenable. Los bienes objeto de hipoteca pueden soportar un número ilimitado de
hipotecas; en realidad, todas las que pueda abarcar su valor económico.
D. Extensión de la hipoteca
La hipoteca se amplía naturalmente, a las accesiones naturales, mejoras realizadas en la
cosa y, en su caso, a las indemnizaciones que pudieran corresponder al hipotecante a consecuencia
de un siniestro o de expropiación forzosa. A esta extensión se le llama extensión natural o legal
de la hipoteca.
Además, se permite que mediante pacto, las partes acuerden extender la hipoteca a otros
bienes conectados con el objeto hipotecario. Esta extensión de la hipoteca se denomina
extensión convencional o pactada.
E. La obligación asegurada con la hipoteca
La regla general es que la hipoteca puede constituirse en garantía de todo tipo de obligaciones. Se
requiere que la cantidad garantizada con la hipoteca sea determinada y constante. Si la
obligación garantizada produce intereses, la hipoteca también cubre el pago de los mismos:
 Si ha pasado a un tercer poseedor, sólo cubre los intereses de los dos últimos años y
la parte vencida de la anualidad corriente.
 Si continúa perteneciendo al deudor hipotecario, la hipoteca asegura todos los
intereses de la obligación garantizada, sin límite temporal.
F. La protección de la hipoteca
En la hipoteca inmobiliaria el bien que sirve de garantía no pasa a estar en posesión del
acreedor garantizado en ningún momento. El Ordenamiento establece un mecanismo
precautorio específico que permite al acreedor asegurarse de que el bien garantizado se conserve sin
merma de su valor inicial. Se trata de la acción de devastación.
Tiene como finalidad reprimir los actos del propietario en menoscabo de la finca, remediar los ya
realizados y evitar posibles y sucesivos actos de disminución del valor de la finca.

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G. Efectos de la hipoteca
El principal efecto que se busca con la hipoteca es hacer efectivo el valor del bien
ofrecido enajenándolo, en el caso de que la obligación asegurada resulte incumplida; y todo ello a
través de los cauces legalmente establecidos. El procedimiento adecuado para ello es la acción real
hipotecaria.
La acción hipotecaria se ejercitará directamente sobre el bien hipotecado, resultando indiferente
quien sea el propietario del bien. Puede ejercitarla el acreedor hipotecario y prescribe a los 20 años
desde el momento en que éste la pudiera ejercitar.
Se prevén dos cauces entre los que el acreedor puede optar para la realización del bien
hipotecado: judicial y extrajudicial. Si se desea utilizar el extrajudicial, será el notario quien
procesa y organice. El cauce más empleado es el judicial. Se caracteriza porque será el Juez quien
promueva y supervise la realización económica del bien hipotecado.
Una vez realizado el bien, esto es, obtenido un precio tras la enajenación del mismo en
pública subasta, este precio se destina al pago del acreedor. Si el precio obtenido sobrepasa la
cobertura de la hipoteca, el excedente se le entrega al propietario del bien hipotecado. Si, por el
contrario, el precio obtenido no cubre el total del crédito garantizado, no se extingue la deuda por el
importe no cobrado. Esto implica que el acreedor podrá reclamar al deudor que la pague el resto del
crédito pendiente dirigiéndose, en su caso, contra el resto de los bienes del deudor en virtud del
principio de responsabilidad universal de éste.
Llegados a este punto, la hipoteca ya ha sido ejecutada y puede considerarse que desaparece.
H. Extinción de la hipoteca
La extinción de la hipoteca por realización del bien ejecutado, la hipoteca se extingue porque se
pague el crédito que garantiza o por destrucción del bien hipotecado, expropiación forzosa,
extinción del derecho constituyente.

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TEMA 14
DERECHO DE FAMILIA. LA ORGANIZACIÓN DEL MATRIMONIO

1. INTRODUCCIÓN
El matrimonio es la base del Derecho de familia. Esta rama del Derecho se ocupa de los
requisitos necesarios para contraer matrimonio, su forma de celebración y todas las repercusiones
que tiene el matrimonio. El derecho de familia se ocupa también de otras cuestiones como son las
relaciones con los hijos biológicos y con los adoptados, custodia, obligaciones de prestar
alimentos y de las distintas formas de terminación del matrimonio.

2. EL RÉGIMEN ECONÓMICO MATRIMONIAL


2.1. Concepto
El régimen económico matrimonial es el conjunto de reglas que regulan los distintos
asuntos patrimoniales que derivan del matrimonio, las reglas y principios que gobiernan la
titularidad y administración de los bienes de las personas casadas, así como sus relaciones
económicas frente a terceras personas.

2.2. Régimen económico supletorio


El Código Civil otorga a los cónyuges la posibilidad de establecer su propio régimen
económico matrimonial, pero si no escogen uno en particular, el Código les impone un sistema
en concreto (régimen supletorio), pues no puede existir un matrimonio sin régimen económico
matrimonial.
En España existen diversos regímenes económicos matrimoniales regulados en la Ley. En las
Comunidades Autónomas de Derecho común el régimen económico matrimonial supletorio es el de
sociedad de gananciales. Existen, por otra parte, Comunidades Autónomas que cuentan con
Derecho civiles forales o especiales establecen peculiaridades al régimen económico del
matrimonio.

2.3. Régimen matrimonial primario


Hay ciertas reglas establecidas en el Código Civil que son comunes y se aplican con independencia
del régimen económico que rija el matrimonio. Una de esas reglas establece que cualquiera de los
cónyuges puede realizar actos encaminados a atender a las necesidades ordinarias de la
familia, conforme al uso del lugar y a las circunstancias de la misma (potestad doméstica).
Otro regla importante establece que es necesario el consentimiento de ambos cónyuges o
autorización judicial para disponer de la vivienda familiar. Esta limitación se establece para
proteger la residencia de la familia de la actuación discrecional de uno de los esposos que podría
enajenarla sin contar con la opinión del otro cónyuge.

3. LAS CAPITULACIONES MATRIMONIALES


Las capitulaciones matrimoniales son el negocio jurídico mediante el cual los cónyuges
establecen el régimen económico de su matrimonio.
Las capitulaciones matrimoniales pueden otorgarse antes o después de contraer
matrimonio. Si se otorgan antes, no surtirán efecto si el matrimonio no se celebra dentro del año
siguiente a su otorgamiento. Si se otorgan después, el régimen que en ellas se establezca sustituirá
al que regía el matrimonio hasta entonces, siendo efectivo el nuevo sistema económico desde el
otorgamiento de la escritura pública de capitulaciones.
En las capitulaciones matrimoniales los cónyuges pueden acordar que rija uno de los sistemas

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establecidos por la ley o pueden establecer ellos un régimen económico. En caso de
invalidez de las capitulaciones matrimoniales, el régimen económico del matrimonio será el
régimen supletorio que corresponda.
Las capitulaciones matrimoniales requieren de una forma especial para su validez. Tienen que
otorgarse en escritura pública. Además, para tener efectos frente a terceros, las capitulaciones
deben inscribirse en el Registro Civil.

4. LA SOCIEDAD LEGAL DE GANANCIALES


4.1. La sociedad de gananciales
A falta de capitulaciones matrimoniales o si estas son ineficaces, el régimen económico
matrimonial en las Comunidades Autónomas donde rige el Código Civil será el de sociedad de
gananciales.
En virtud del régimen económico de sociedades de gananciales, las ganancias obtenidas por
cualquiera de los cónyuges durante el matrimonio se hacen comunes y les serán atribuidos
por mitad a los cónyuges al disolver el régimen. Por lo tanto, en el régimen de sociedad de
gananciales pueden distinguirse tres patrimonios diferentes. En primer lugar, el patrimonio
común de los cónyuges, el llamado patrimonio ganancial, que son las ganancias de cada uno de
los cónyuges durante el matrimonio. En segundo lugar, los dos patrimonios separados de cada uno
de los cónyuges, constituidos por los “bienes privativos” de cada uno de ellos que pertenecieran a
cada cónyuge antes del matrimonio.
A. Patrimonio ganancial y patrimonios privativos
El patrimonio ganancial es el patrimonio común de los cónyuges, constituido por los
bienes gananciales, que son las ganancias que obtengan durante la existencia del régimen y los
bienes adquiridos con dinero ganancial o a costa de bienes gananciales.
El patrimonio privativo de cada cónyuge es exclusivamente de su propiedad. Son los bienes
que pertenecían a cada cónyuge antes del matrimonio y los que adquieran después a
título gratuito. También lo son los que se adquieren con dinero privativo o a costa de bienes
privativos.
La regla general es que un bien es privativo o ganancial si el dinero empleado para adquirirlo
era privativo o ganancial respectivamente; esto es, el bien adquirido tiene la misma
consideración que el dinero empleado para adquirirlo. En ocasiones, el bien puede ser ganancial
aunque se adquiera con dinero privativo o viceversa. En este caso surge un derecho de
reembolso. Los créditos que surjan de este derecho de reembolso se reclaman en el momento de la
liquidación del régimen.
Además, cuando los bienes se hayan adquirido en parte con patrimonio privativo y en parte
con patrimonio ganancial, pertenecerá pro indiviso al cónyuge en concreto y a la
comunidad de gananciales en proporción al valor de las aportaciones respectivas.
B. Cargas y obligaciones de la sociedad de gananciales
Existen una serie de gastos relativos al sostenimiento de la familia a los que debe hacerse
frente con bienes gananciales. Tales gastos deben abonarse con dinero ganancial porque se
hacen en beneficio de la familia y para el bien de la comunidad. Estos gastos son los que se califican
como realizados en ejercicio de la potestad doméstica.
C. Régimen de responsabilidad de la sociedad de gananciales
Cuando los cónyuges contraen una deuda conjuntamente responde la sociedad de
gananciales. Pero, si la deuda la contrae uno de ellos, hay que determinar qué patrimonio se
está vinculando, si el ganancial o el privativo del cónyuge que contrata, con independencia del
carácter de la deuda.

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El Código Civil establece que los bienes gananciales responderán frente a terceros por las
deudas contraídas por un cónyuge en el ejercicio de la potestad doméstica, en la
administración o disposición de bienes gananciales que le corresponda al cónyuge, en el ejercicio
ordinario de su profesión, en la administración ordinaria de sus bienes privativos y en caso de
separación de hecho.
En todos estos casos, sin perjuicio de que la deuda fuera contraída por uno solo de los cónyuges,
la sociedad de gananciales será solidariamente responsable con los bienes privativos del
cónyuge que contrajo la deuda.
D. Administración y disposición de los bienes gananciales
En defecto de pacto en capitulaciones matrimoniales, la gestión de los bienes
gananciales corresponde conjuntamente a los cónyuges. El Código Civil requiere el
consentimiento de ambos cónyuges para realizar actos de disposición a título oneroso de bienes y
para actos de disposición a título gratuito, aunque el bien del que se dispone sea privativo.
E. Disolución y liquidación de la sociedad de gananciales
La comunidad de gananciales puede disolverse por distintas causas; algunas de ellas conllevan su
disolución automática, otras hacen necesaria una decisión judicial al efecto.
El Código Civil regula la disolución automática y dispone que la sociedad de gananciales
concluirá de pleno derecho cuando se disuelva el matrimonio, cuando sea declarado nulo,
cuando se acuerde la separación legal de los cónyuges y cuando los cónyuges convengan un
régimen económico distinto. Pero el régimen de sociedad de gananciales puede terminar
también por decisión judicial. Esto ocurrirá cuando lo solicite uno de los cónyuges, entre las que
destaca la de llevar separado de hecho más de un año por acuerdo mutuo o por abandono del hogar.
Una vez disuelta la sociedad, puede comenzar el período de liquidación. La liquidación debe
empezar con un inventario de los bienes y las deudas gananciales. El activo incluye los bienes
gananciales y cualquier derecho de crédito que la sociedad pudiera tener contra cualquiera de
los cónyuges por deudas que éstos hubieran adquirido con la comunidad. El pasivo comprende las
deudas pendientes de la sociedad de gananciales con terceros y los reembolsos que la
comunidad tenga que hacer a los cónyuges por pagos que hayan hecho con sus bienes
privativos y que correspondieran a la sociedad de gananciales o cualesquier otros créditos de los
cónyuges contra esta última.
Una vez realizado el inventario, deben pagarse las deudas que la sociedad de gananciales
tuviera pendientes con terceros. Hecho esto, se procederá, si el caudal es suficiente y hasta donde
alcance, al pago de las indemnizaciones y de los reembolsos que en su caso deba hacerse a cada
cónyuge, realizando las compensaciones que procedan cuando el cónyuge sea deudor de la
comunidad.
Finalmente, una vez pagadas las deudas de la sociedad de gananciales frente terceros y las que
tuviera frente a cada cónyuge, el saldo restante es el “haber” de la comunidad de gananciales, el
cual se dividirá entre los cónyuges o sus respectivos herederos. Si en el momento de la
liquidación uno de los cónyuges fuera acreedor personal del otro, puede exigir que se le pague su
crédito mediante la adjudicación de bienes comunes, a no ser que el cónyuge deudor pague
voluntariamente.
El Código otorga a los cónyuges la posibilidad de pedir que ciertos bienes sean incluidos en
su respectiva mitad con preferencia a otros. Así, el Código Civil establece que cada cónyuge tiene
derecho a que se incluyan en su haber con preferencia algunos bienes de uso personal, la explotación
económica gestionada por el esposo que la solicita, el local donde ejercita su profesión y, en caso de
fallecimiento del otro cónyuge, la vivienda habitual.

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4.2. El Régimen de separaciones de bienes
Bajo el régimen de separación de bienes cada cónyuge usa, disfruta y dispone de su
patrimonio sin necesidad de que concurra el consentimiento del otro cónyuge. En este régimen, sólo
existen dos patrimonios, uno privativo del marido y otro privativo de la mujer.
En el régimen de separación cada cónyuge es propietario de los bienes que tenía al
comienzo del régimen y de todos los que adquiera una vez contraído el matrimonio y
comenzado el régimen de separación. Por lo tanto, cada cónyuge tiene la propiedad de sus
bienes y a él solo le corresponde la administración, disfrute y disposición de los mismos. Como cada
cónyuge es propietario de sus propios bienes, no hay un patrimonio conjunto. Si los cónyuges
adquieren conjuntamente algún bien les pertenecerá en régimen de copropiedad.
En este régimen cada cónyuge debe contribuir al levantamiento de las cargas familiares. A
falta de un acuerdo, los cónyuges contribuirán a ellas en proporción a sus respectivos recursos
económicos.
El patrimonio de cada cónyuge responde de las deudas que contraiga. Pero si la deuda se ha
contraído en el ejercicio de la potestad doméstica responde también subsidiariamente el otro
cónyuge.
El régimen de separación es simple mientras rige la economía del matrimonio. Pero pueden
surgir problemas cuando se extingue el régimen para saber qué bien pertenece a qué cónyuge.
Cuanto más haya durado el matrimonio será más difícil atribuir la propiedad. El Código Civil
establece que, si la propiedad de uno de los cónyuges no puede probarse, se entenderá que
el bien o derecho corresponde a ambos por mitad.

4.3. Régimen de participación


El régimen económico de participación supone que durante el matrimonio existe un
régimen de separación de bienes, pero, en el momento de la liquidación del régimen el
cónyuge, cuyo patrimonio se haya incrementado en menor medida tiene derecho a participar
en la ganancia del otro. El régimen de participación aúna las ventajas del régimen de separación
durante el matrimonio y las de la sociedad de gananciales en el momento de la extinción.
Durante el matrimonio, el régimen de participación juega como si se tratara de un régimen de
separación absoluta; los cónyuges conservan la propiedad de sus bienes y derechos y a cada cónyuge
corresponde la administración, goce, disfrute y disposición de ellos. Además, contribuirán a las
cargas del matrimonio en proporción a sus respectivos recursos económicos. Sólo es al
final del régimen cuando surge la posibilidad de participar en las ganancias del otro cónyuge. En el
momento de la liquidación del régimen, el cónyuge que haya obtenida más ganancias se convierte en
deudor del otro cónyuge por la mitad del valor en el que supere su ganancia a la del otro.
La existencia de ganancia se calcula comparando el patrimonio inicial y final de los
cónyuges. Si la diferencia entre uno y otro es positiva, existe ganancia, si es negativa, no existe
ganancia, pero el otro cónyuge no participa en las pérdidas.

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