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Dramatización de la Zulianidad

Narrador: En Maracaibo vivían dos hombres conocidos por los apodos Roñoquero y Mamblea, se las pasaban por el
saladillo y el empedrao echando cuentos tan exagerados que dejaban a la gente con la boca abierta, además competían
entre ellos para ver quién decía la mentira más grande.

Un día estaban frente a la basílica de la ciudad y Roñoquero miro hacia arriba las cúpulas de la iglesia, entonces
Mamblea le preguntó.

Mamblea: hey mijo y vos qué estay mirando.

Roñoquero: La hormiguita aquella, que va bajando de la cúpula, la veis.

Mamblea: chico no la veo

Roñoquero: ve, vos tenéis que estar ciego chico, ahí está mira, no la veis

Mamblea: no, no la veo, hey pero le escucho los pasos

Narrador: Días después, se volvieron a encontrar.

Roñoquero: Mira Mamblea, vos sabéis que una vez fui a santa bárbara, chico y conseguí una mata que da unos plátanos
que medían 4 metros cada uno.

Mamblero: No me digas chico, que yo lo que estoy es cansao, porque estaba haciendo un sartén de 20 metros.

Roñoquero: de 20 metros qué molleja de sartén, y eso es que pa qué chico.

Mamblero: pa qué va ser, pa freír los plátanos esos que vos viste en santa bárbara.

Narrador: no es nada que siempre andaban pa arriba y pa abajo, es más dicen que trabajaban en un aserradero que
quedaba cerca del malecón. Y otra mentira era está.

Mamblea: si de chiva lo estoy contando.

Roñoquero: y que hiciste?

Mamblea: me puse a caminar y caminar, caminaba, monte y monte, en eso me quedé paralizado, hasta que no sabéis lo
que vi.

Roñoquero: y como queréis que lo sepa

Mamblea: hasta que no lo adivináis, me encontré, nada menos que con una mata de arepitas, estaban cargaditas,
estaban amarillitas, hummm. Un olor, ya podéis imaginar, me subí a la mata y después, no me podía bajar de lo lleno
que estaba.

Roñoquero: eso es casi igual a lo que me pasó a mí por los lados de encontrados.

Mamblero: no me vas a venir a decir que vos también te encontraste con una mata de arepita

Roñoquero: No Mamblea eran de pescado frito, estaban tostaditos y calientes, comí hasta decir bueno está, antes de
volver pa Maracaibo fui con una busaca y la llene y la llene como con trecientos pescados, que arranque la mata.

Mamblero: y pa que cargabas con tantos pescados fritos pa Maracaibo

Roñoquero: pa cómemelo con las arepas que vos te encontraste.

Narrador: La forma de estos dos amigos creció tanto que, por eso en Maracaibo, cuando alguien es exagerado, le dicen,
hey vos le ganáis a Roñoquero y a Mamblea.

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