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BOYLER – LA REVOLUCIÓN CIENTIFICA
Palabras clave
Ideas principales
Newton como ejemplo en la ultima parte : Isaac Newton es considerado por muchos
contemporáneos y discípulos como la figura que finalizó la revolución científica. Su
capacidad para unir los elementos dispares de la Nueva Ciencia y presentarlos de
manera coherente lo convirtió en una figura destacada.
Como logros principales destacbles, Newton escribió los Principia en 1687 y la Optica
en 1704, destacando como obras fundamentales que le dieron fama. Su capacidad
para formular leyes matemáticas que rigen el universo y su contribución a la teoría de
los colores fueron destacadas así como los principios matemáticos de la filosofía
natural: La obra principal de Newton, los Principia, anunciaba la ambición de revelar
las leyes matemáticas ocultas que gobiernan el universo. Estableció definiciones y
leyes fundamentales del movimiento, aplicándolas luego al estudio de cuerpos celestes
y formulando la ley de la gravitación universal.
El texto aborda la cuestión de si hubo realmente una "revolución científica" en el siglo XVII.
Tradicionalmente, se ha afirmado que sí, argumentando que hubo cambios fundamentales en
la forma en que la cultura occidental veía el universo y en los métodos utilizados para
investigarlo. Se considera que estos cambios fueron tan radicales que merecen ser calificados
como revolucionarios, dando lugar al nacimiento de la ciencia moderna.
Sin embargo, en años recientes, las opiniones de los historiadores sobre la revolución
científica han experimentado revisiones. Se cuestiona la idea de si realmente existía un único
método científico durante el siglo XVII, y se señala que los hombres de ciencia de esa época
se dedicaban a diversas actividades que podrían no encajar completamente en las ideas
modernas sobre la ciencia. También se destaca la importancia del mecenazgo en el apoyo a la
investigación astronómica, como en los casos de Galileo Galilei y Tycho Brahe.
El texto concluye mencionando que, a pesar de las revisiones en las opiniones de los
historiadores, todavía hay razones para utilizar el concepto de "revolución científica", ya que
muchos protagonistas de esa época creían estar participando en un proceso revolucionario.
La pregunta sobre si hubo realmente una revolución científica queda abierta para su análisis
a lo largo del capítulo. Además, se adelanta que el capítulo abordará las transformaciones en
astronomía, la filosofía mecanicista y la figura de Isaac Newton.
Después se narra la vida y obra de Tycho Brahe, un astrónomo danés del siglo XVI. A pesar
de ser de la nobleza, Tycho enfrentó dificultades para dedicarse a la astronomía, pero
finalmente recibió el apoyo del rey, quien le concedió una isla para construir su observatorio.
Tycho realizó observaciones detalladas de la Estrella Nueva en 1572, destacando la falta de
paralaje estelar. Aunque no era un seguidor del modelo heliocéntrico de Copérnico, sus
observaciones contribuyeron a la precisión de las tablas astronómicas.
Tycho Brahe se estableció en Uraniborg, donde diseñó instrumentos astronómicos de alta
precisión sin utilizar telescopios. Sus observaciones jugaron un papel crucial en la creación
de tablas astronómicas utilizadas para calendarios y festividades religiosas. A pesar de
simpatizar con Copérnico, Tycho dudaba del movimiento de la Tierra y propuso un sistema
en el que la Tierra permanecía en el centro, con el Sol y la Luna girando a su alrededor.
El texto luego aborda la evolución de la filosofía natural en los siglos XVI y XVII, destacando
la transición hacia enfoques mecanicistas para comprender la naturaleza. Filósofos como
Descartes y Boyle propusieron visiones mecanicistas del universo, describiéndolo como una
máquina gigante. Descartes postuló vórtices para explicar los movimientos planetarios,
mientras que Boyle se centró en partículas y corpúsculos para explicar fenómenos naturales.
La filosofía mecanicista buscaba eliminar las cualidades ocultas y describir la naturaleza en
términos de principios mecánicos simples. La obra de Boyle, en particular, destacó la
importancia de la experimentación para respaldar estas ideas. Aunque algunos filósofos
como Hooke sugirieron que el microscopio podría revelar las partículas fundamentales, la
mayoría aceptó la necesidad de hipotetizar su existencia para construir explicaciones
filosóficamente sólidas de la naturaleza.
Boyler destaca que muchos filósofos naturales sostenían que el libro de la naturaleza estaba
escrito en el lenguaje de las matemáticas, lo que suponía un cambio fundamental en el estatus
epistemológico y social de las matemáticas. Aunque tradicionalmente se consideraba que las
matemáticas eran inferiores a la filosofía natural, los defensores de la Nueva Ciencia
argumentaban que las matemáticas eran esenciales y que la filosofía natural debía expresarse
en términos matemáticos.
También se menciona que las matemáticas, especialmente las prácticas como la geometría y
la aritmética, tenían un estatus social inferior en comparación con la filosofía natural. Sin
embargo, su utilidad en exploraciones, viajes marítimos y actividades prácticas las hacía
cada vez más importantes. A medida que aumentaban las exploraciones y se necesitaban
mapas más precisos, las matemáticas aplicadas se volvían indispensables.
Se aborda la cuestión del estatus de las descripciones matemáticas del mundo natural y cómo
algunos críticos señalaban que estas descripciones no siempre se cumplían en el mundo real,
sino en un mundo idealizado desde el punto de vista matemático. La certidumbre de las
conclusiones obtenidas mediante el razonamiento matemático también era objeto de debate.
Se revela que Newton, además de sus contribuciones científicas, se dedicó a investigar textos
bíblicos y antiguos en un intento de recuperar un conocimiento perdido. Newton también
incursionó en la alquimia en busca de este conocimiento oculto.
Se menciona que Newton se rodeó de discípulos para defenderse de críticas, especialmente de
las acusaciones de Leibniz sobre la autoría del cálculo matemático. La fama de Newton era
inigualable en Inglaterra y en el continente, considerado el precursor del racionalismo
ilustrado.
El capítulo finaliza cuestionando la idea de una revolución científica única y subraya que las
percepciones sobre este periodo deben considerarse desde diversas perspectivas. Se destaca la
importancia de comprender qué sucedió y qué trataban de lograr los protagonistas en lugar
de forzar categorías históricas específicas.