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En realidad la esclavitud aún no ha sido abolida, sólo le han cambiado de forma y ahora se ve así:

Tarjetas de crédito
Juan L recibe alrededor de 500 dólares al mes, además tiene algunas tarjetas de crédito que
juntas suman 2000 dólares en deuda. Por los créditos Juan paga cada mes el 15% de su salario,
es decir 75 dólares.
Devolver gradualmente el dinero y no pagarle más intereses a los prestamistas no es una
posibilidad para Juan, en primer lugar él es prisionero de algo llamado «pago mínimo», si él deja
de realizarlo al menos una vez, entonces deberá vivir con sólo la mitad de su sueldo durante un
año (o más) y él simplemente no puede permitirse eso.
Por otra parte, el mundo en el que Juan vive está lleno de tentaciones; hay tantas cosas que
puede comprar que él no ve ninguna otra salida que continuar año tras año engordando a los
bancos a costas suyas.
Un hecho curioso: Juan hace tiempo sueña con abrir su propio negocio incluso si la rentabilidad
anual fuera de 30% o menos, pero para poder hacer tal cosa tendria que saldar primero la deuda
con los bancos, y bueno, él no puede hacerlo porque el sistema no se lo permite.
Automóviles
A Carlos G le gustan los automóviles, antes él andaba en servicio público pero luego ahorró para
comprarse un chevette viejo, no se sintió bien y ahora se moviliza en un Lancer que compró a
crédito. Anda mal de dinero y a veces debe ahorrar hasta en lo más importante como por ejemplo
vacaciones o ir al médico, pero Carlitos no puede ni imaginarse su vida sin su automóvil.
Él debe pagar mensualmente el crédito con el que compró su Lancer, abonar al pago por los
accesorios que le vendieron en el concesionario y por el seguro que es absurdamente caro,
además tiene que resolver un montón de pequeños problemas con el estacionamiento, los
arañazos, el cambio de aceite y las pequeñas reparaciones. Eso, sin contar que debe llenar el
tanque de combustible 3 veces por semana.

Carlos no se queja mucho, cada centavo invertido en el autito está completamente bien justificado,
lo único es que si él calculara cuánto le cuesta mantener a su tesoro, se daría cuenta que su
amigo de ojos rasgados y cuatro ruedas consume la tercera parte de su salario y la mitad de su
tiempo libre.
Carlitos ha podido comprarse un Fiat bien mantenido o nuevo en versión económica, para andar
tranquilo y no pagar seguros de riesgo por los créditos (y los créditos mismos), además sería
económicamente más facil mantenerlo si le apareciera un arañazo o un poco de oxido, no sería
muy costoso comprarle repuestos; además estaría tranquilo de dejar su automovil prácticamente
en cualquier lugar sin miedo a que le roben las partes y arreglarlo en cualquier garaje de barrio por
un par de dólares y sin tener que pedir cita previa.
Si, es posible que el hubiera podido hacer eso, pero si le dices a Carlos que tiene un automovil
que no coincide con su nivel de ingresos quizá él ni te mandará a freir espárragos, sino que alzará
las cejas, rezongará y hará un gesto de «estás loco».
Pequeños gastos
Iván H trabaja como fontanero a domicilio: 30 dólares aqui, 60 allá, y 15 por allí.. Al fin de cuentas
debería quedarle un salario mensual bastante decente, pero Iván anda siempre corto, con algo de
cambio y nada más.
¿Por qué?
Porque Iván gasta como gana: sin contar. 15 dólares para ir a casa, 30 para almorzar en un
restaurante. Cómo él dice «trabajas y trabajas y el dinero no se ve».
Si Iván tuviera un pequeño cuaderno para anotar sus ingresos y sus gastos se quedaría pasmado
y al borde del desmayo pues vería que comer en restaurantes cada día no es sólo 30 dolaritos
cada vez, sino un poco menos de 8 mil dólares al año (contando que coma en casa los fines de
semana); Iván vería que andar en taxi es cómodo y práctico pero si anduviera en bus o metro
durante dos meses podría comprarse el PC nuevo con el que sueña hace tres años y le sobraría
para ropa nueva. Pero como cualquier otro esclavo del sistema, Iván no sabe llevar las cuentas de
su dinero.
Bodas y cumpleaños
Lucero P se va a casar; ella trabaja como ayudante de contabilidad y su prometido es técnico
junior en mantenimiento. El presupuesto de la nueva familia es de alrededor de ochocientos
dólares al mes.
La boda les costará 9 mil dólares.
¿No sería mejor que Lucero y su prometido fueran tranquilos a la notaría, se casaran y celebraran
su union juntos en algún restaurante bonito y romántico? ¿Para qué necesita un maestro de
ceremonias, una orquesta en vivo, una orda de borrachos y compañeros de trabajo que no sabían
que ella existía?

¿Para qué meterse en deudas, dejar en la ruina a sus padres y alimentar a personas que, seamos
sinceros, pueden comer por cuenta propia? Lucero no es tonta y entiende que si no celebrara su
boda nadie le daría mayor importancia, encogerían los hombros y lo olvidarían al día siguiente.

Las razónes de Lucero para tirar al aire el ingreso anual bruto de su nueva familia son dos:
primero así se lo ordena el sistema de tradiciones y costumbres; y segundo, Lucero quiere
mostrarle a todos su vestido blanco y cree que el equivalente a un año de trabajo de dos personas
es un precio justo por disfrutar de él menos de un día y tomarse un par de fotos para el recuerdo.

Está claro que los defensores de la ingenua chica podrían decir que la boda es algo que pasa una
sóla vez en la vida, pero al fin de cuentas también hay cumpleaños, velorios, fiestas de año nuevo,
etc. ¿cuánto dinero gastará Lucero cada año en estas celebraciones?
Alcohol
Fernando M se ve al espejo con cierta frecuencia y piensa que ya sería hora de inscribirse al
gimnasio, bajar esa panzita cervezera y tonificar esos músculos haciendo algo de ejercicio, por
otro lado él trabaja cinco días por semana y después del trabajo se toma una que otra jarra de
bebida fermentada.
No es que él sea alcoholico; Fernando cree que el alcohol en pequeñas dosis aunque podría no
ser de gran provecho para la salud, al menos no le hace ningun daño.

Así, el trabajo y el alcohol ocupan a tal punto sus días que físicamente no tiene tiempo de
inscribirse al gimnasio, y ni fuerzas que le quedan de hacer algo además de tomarse una cervezita
después del trabajo.
No hay ninguna razón apremiante que haga que Fernando cambie su vida, lo único, claro es que
se ve quince años mayor de lo que es y todo el tiempo se siente un poco mal, pero en general
todo está OK. El sistema lo tiene agarrado con un guante de acero, y las probabilidades que tiene
de que se suelte son, digamos, muy pocas.
Publicidad
Elena F bebe coca-cola, fuma malboro, masca chicles trident y le fascinan las hamburguesas de
McDonalds; siempre huele al último perfume de Dolce & Gabbana, y lleva el iPhone en su bolso
Louis Vuitton.
Elena piensa -o mejor- está segura que la publicidad no tiene absolutamente ningun efecto en ella,
y que los kilos de más y los dólares de menos son algo que ella eligió.

Las fauces predadoras del televisor apoyan a la ingenua Elena: «Tú, querida, eres una mujer libre,
inteligente, independiente y hermosa, siempre tomas tus propias decisiones y nadie puede decirte
a quién de nosotros traerás obedientemente tu próximo salario ¡qué libre eres!».
Articulos costosos
Jorge R no es tan rico como para comprar cosas baratas, o más exactamente, él no es nada rico.
Jorge es un pelagatos y con mucha frecuencia no le alcanza el dinero ni para comprar un café de
la máquina expendedora que está en su lugar de trabajo.

Aún así no sabe decir «olvídalo, es muy caro y no lo puedo pagar». Por eso, Jorge siempre está
comprando articulos que lo hacen parecer mucho más adinerado de lo que es en realidad. ¿Una
cazadora de cuero que vale lo mismo que dos de sus salarios? Bien, Jorge no es tan rico como
para comprar cosas baratas, poco le importa que no tenga ni idea de qué le queda bien y que no,
por eso compra la cazadora y cuando la usa se ve como un renacuajo metido en un calcetín.

«¿El último grito de la informática con forma de ordenador personal que vale 1500 dólares? ¡por
supuesto! no soy tan rico como para comprar cosas baratas: pido un crédito con intereses
estratosféricos, comeré arroz con huevo durante dos años y me voy de colado en el metro pero
tendré mi laptop plateado en casa para que pueda empolvarse y entrar a Facebook»- dice Jorge.

Podríamos preguntarnos ¿y por qué no baja un poco su perfil y compra cosas que le sirvan igual
pero que valgan 10 veces menos?

La respuesta es muy sencilla: A Jorge le da pereza dedicarle un par de horas a comparar precios y
características, ventajas y desventajas de lo que planea comprar; le parece más facil actuar como
todo un caballero de telenovela y exclamar «Lo decidí y lo compraré». Además, si no tenemos en
cuenta que tiene los zapatos rotos y los lentes pegados con cinta adhesiva, pero también una
cazadora de 1000 dólares, él no es capaz de decirle a nadie que es un pelagatos.
Remodelación
Claudia S piensa que los bienes inmobiliarios en su país son demasiado costosos, y sabe Dios
con cuánto esfuerzo ella y su familia lograron comprar su nuevo apartamento. Y ahora Claudia
está remodelando.

Tomemos por ejemplo, la cocina:


Es posible ir a una tienda de construcción y comprar la cocina más económica por, digamos, 400
dólares; por ese dinero Claudia obtendría algunos gabinetes sencillos hechos de aglomerado, sin
mayores toques de diseño pero que sirven para guardar ollas y sartenes.

Puede ir a IKEA y elegir algo un poco mejor si está dispuesta a pagar más o menos mil dólares; la
calidad, claro, no es nada del otro mundo pero si encuentra a un buen carpintero que pase un par
de días ajustando aquí y allá obtendrá algo decente, hasta puede que muy bonito.
Puede también visitar alguna fábrica de muebles y elegir de un catálogo una cocina para mandar
a hacer, eso le costaría alrededor de 4000 dólares pero sus amigas, eso sí, halagarían con su
bífida lengua la iluminación interior y los acabados.

Podría también ir a una tienda de muebles italianos y sucumbir ante el discreto encanto de la
burguesía. Allá los precios van desde 15 mil dólares o si tiene suerte podría encontrar algo de una
colección anterior pero con un descuento considerable.
Podríamos preguntarnos ¿por qué diablos teniendo tanto de dónde elegir Claudia decidió comprar
una cocina de 10 mil dólares? Si es que ese es el salario que recibe su esposo durante un (¡¡1!!)
año. Además su familia no puede ahorrar y tuvo que pedir prestado para poder acabar la
remodelación antes de fin de año.

Está bien, yo entiendo que una cocina bonita es algo importante porque va a estar ahí mucho
tiempo, entiendo también que si es italiana seguramente es de calidad, pero si Claudia no pudo
aumentar al menos un poco el precio de su apartamento con semejante mejora ¿al menos podía
pagarla tranquilamente? Lo digo en serio, ¿si Claudia hubiese gastado 3500 dólares en lugar de
35 mil no estaría más tranquila, aún si debiera cocinar y vivir en un lugar digno, pero más sencillo?
Las quejas
Ernesto P siempre le cuenta a sus conocidos una historia más increible que la anterior; de la
crisis, de algún político, de las protestas. Ernesto siempre está en desacuerdo, para él siempre
hay alguien que no tiene la razón, ya sea su jefe, el policía de tránsito, o el presidente de la
república.

Está claro que vivimos en un país libre y Ernesto tiene todo el derecho de fastidiar a todos sus
amigos y desollar vivo a quien sea con sus palabras, pero hay un pequeño problema: el pobre
Ernesto siempre anda sufriendo por problemas ajenos y es precisamente esa costumbre de
meterse en la vida de otros lo que lo hace experimentar un sentimiento de impotencia por el hecho
de saber que en alguna parte hay algo mal y él no puede hacer nada para cambiarlo.
Si alguien le explicara que el mundo es un lugar injusto y que la única manera de mejorarlo es
empezar por uno mismo, seguramente el pobre de Ernesto ya ocuparía algún cargo directivo en
su empresa, él es un tipo inteligente y con mucha energía.
Pero Ernesto, por desgracia, prefiere gastar su energía no en la creación y desarrollo de algo
nuevo, sino juzgando y condenando (al menos mentalmente) a aquellos que según él no tienen la
razón.
La familia de Ernesto sabe que él es alguien muy capaz: capaz de hacer escándalo y ser
testarudo, y pelear a puño limpio si es necesario. Sus amigos lo miran con una lástima que ya casi
ni discimulan porque tiene esa «habilidad» de crear una tormenta en un vaso de agua, pelear e
incluso ir a juicio por cosas ridículas.
La falta de sueño
Ana C duerme 5 horas cada día y a veces hasta 4. Lo primero que hace luego de abrir los ojos es
beber una taza de café y ya está ¡hora de sumergirse en el ajetreo hasta la noche!
Otra chica en su lugar se hubiera dado cuenta hace tiempo que hay algo que no está, digamos,
tan bien como debería, pero Ana hace años que no duerme lo suficiente y hace tiempo que se le
olvidó pensar. Cuando ella tiene algún tiempillo libre se sirve otra taza de café (o alguna bebida
energizante) y se sienta a matar el tiempo: ve televisión, navega en internet o sencillamente mira a
la pared mientras imagina tonterías.
Aparentemente salir del círculo vicioso es tan sencillo como meterse bajo las cobijas a las 12 de la
noche a más tardar y dormir lo suficiente durante dos semanas (al menos). De hacer eso, Ana
quedaría irreconocible: se tranquilizaría, se volvería más amable y dejaría de ladrarle a la gente, ni
hablar de la mejora en su rendimiento laboral.
Peeeero, para poder hacer eso es necesario tener un poco de fuerza de voluntad y acabar de
hacer todo lo que debe hacer antes de las once de la noche. La pobre (y somnolienta) Ana no es
capaz de hacer algo así.
Ana, que como siempre no habrá dormido lo suficiente, desperdiciará un par de horas cada día en
alguna tontería, y por haber perdido el tiempo no podrá acostarse a dormir antes de las dos de la
mañana, para levantarse como siempre a las 7:15, beberse su café y correr al trabajo. Ni hablar,
claro está, de dedicar tiempo para analizar su vida, tomar decisiones que influirán en su futuro o
pensar en algo que le permita tener mayor estabilidad económica. No, eso son sólo sueños y uno
sueña cuando duerme.

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