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¿Cómo minimizar los daños de las

heladas en la uva de mesa?


Existen tratamientos que contemplan la activación del follaje de la planta y
la administración de distintos planes nutricionales, entre otras labores.
Conozca más acerca de estas técnicas a continuación.
Viernes, 05 de junio de 2015 a las 8:30

- El primer paso es procurar que la planta salga del estado de estrés y se reactive sola. Una vez que esto
ocurra, dar inicio a las estrategias de mitigación
Crédito: Gentileza de Humberto Mendoza

Helada invernal versus primaveral


Uno de los aspectos más importantes de las últimas heladas es que están ocurriendo en épocas
anormales, por lo que no es fácil brindar alternativas viables para el manejo de las uvas de mesa.
“Uno podría decir que si nos encontramos a fines de invierno y los brotes aún son pequeños se
debería prender fuego para calentar las temperaturas, ya que es una práctica común. Pero en esta
época no. De igual forma, se podría regar el follaje para romper las capas de hielo, sin embargo,
ahora los brotes son muy grandes. Los frutos están en una etapa muy avanzada y cualquier mal
manejo podría ocasionar un daño mayor”, sentencia Antonio Ibacache.
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Andrea Tapia Mayer


Rodrigo Echeverría posee 20 hectáreas (Ha) de uva de mesa, en la Rinconada de Los
Andes, Región de Valparaíso, de las cuales la mayoría corresponde a Sultanina y Red
Globe. La elección de estas variedades no fue al azar, sino con plena consciencia de
que eran las que mejor resistían los potenciales daños de las bajas temperaturas, muy
comunes en esa zona. Sin embargo, estas medidas no fueron suficientes para evitar
que su producción escapara indemne de las últimas heladas que afectaron a buena
parte del país hace algunas semanas.

“Se estima un 5% de daño de la producción total de mi campo y con lo dañado, se


producirá menor cantidad y volumen de cajas en packing, lo que podría afectar la
empleabilidad en la zona. Las pérdidas se estiman en 2 mil cajas, lo que significa
alrededor de US$ 6 mil si se considera un pago de US$ 3/caja. Y este daño es menor
si se compara con el de mis vecinos, ya que elegí variedades acordes a las
temperaturas de mi sector”, comenta Echeverría, quien además es presidente de la
Asociación de Agricultores de Los Andes.

Las 20 ha del ex presidente de Fedefruta corresponden sólo a una pequeña fracción


de las más de 53.000 ha plantadas con uva de mesa que existen en el país, según
cifras de Odepa.

Pese a que en algunas zonas los daños provocados por las heladas son irreparables,
existe un porcentaje importante de plantaciones que aún pueden ser recuperadas,
para lo que existen métodos y procesos específicos que aún pueden ser realizados por
los productores.

“Lo más importante a la hora de enfrentarse a una helada es no entrar en pánico y


comenzar a realizar manejos de repoda, fertilización o riego. Se debe procurar que la
planta salga del estado de estrés y se reactive sola. Una vez que esto ocurra se debe
dar inicio a las estrategias de mitigación del daño producido”, explica Carolina Cruz,
ingeniera agrónoma de la Universidad Católica de Valparaíso y consultora privada de
uvas de mesa.
Determinar el nivel de estrés y daño
Las vides se pueden ver expuestas a tres tipos de estrés: hídrico, UV (radiación) o
térmico, ya sea por altas o bajas temperaturas. En el caso de las heladas, la gravedad
del asunto radica en que el agua contenida al interior de las células se congela,
aumentando su volumen a tal punto que las rompen y se deshidratan.

El factor principal que determina el daño de una helada no es su intensidad, sino su


duración.

“Se puede tener heladas donde la temperatura baja a menos cuatro, pero que duran
media hora, lo que no generará grandes daños. En cambio, si hay una helada de
menos uno que se prolonga por muchas horas, tal como ocurrió en el último evento,
los tejidos de las plantas se verán daños de forma severa”, comenta Cruz.

Debido a que el impacto de la helada varía mucho dependiendo del estado fenológico
de la planta, el tiempo y temperaturas de exposición, y la ubicación del campo, antes
de definir cuáles serán los pasos a seguir, los productores deben determinar el nivel
de daño —el que puede ser clasificado en cuatro niveles— a partir de la situación de
cada cuartel o sector específico.

Los niveles de daño son los siguientes:


1) Daño por quemazón de brotes en el tercio terminal sin compromiso del
racimo. Se da cuando los brotes están verdes, sanos, y sus puntas se queman sin
comprometer el cultivo por completo.

En el caso de las últimas heladas, es probable que esta situación se haya manifestado
con mayor fuerza en las regiones de Atacama y Coquimbo, donde los brotes de las
plantas habían pasado los 50 cm y algunas variedades se encontraban en la fase
previa a flor.

2) Daño por pérdidas de brotes más la inflorescencia (futuros racimos). Se


da cuando se queman los brotes de las yemas primarias y quedan dos yemas
secundarias que, si se activan con productos adecuados (continuar leyendo para saber
los detalles), estimulan la brotación lateral. Eso sí, es necesario evaluar el porcentaje
de brotes perdidos de yemas primarias.

“Si son muchos los brotes del cargador dañado habrá perdidas en la producción
esperada, en especial si se trata de variedades de menor fertilidad, como Superior. En
el resto, la mayoría de las variedades rojas presentan alta fertilidad en yemas
secundarias, por lo que se puede pensar en lograr el número de racimos necesarios en
una segunda generación”, afirma Cruz.

3) Daño por compromiso de madera frutal o cargadores. Se da cuando los


brotes están sostenidos sobre los cargadores, donde cada uno tiene de 3 a 12 yemas.
Cuando hiela fuerte, no solo se queman los brotes, sino también los cargadores que
los sustentan los que a su vez se deshidratan y se ponen blancos.

“Aquí los cargadores tienen todos los brotes secos, deshidratados y blanquecinos, no
verdes, como es lo normal”, dice la experta.

Por lo general este daño es provocado por heladas con temperaturas inferiores a 5°
bajo cero, las cuales se mantienen por un período de exposición largo, es decir cuando
se sobrepasa la media hora de exposición.

Es importante saber que si se produce un daño de este tipo la posibilidad de producir


fruta comercialmente exportable es nula, por lo que al agricultor no le quedará más
que pensar en formar material para el próximo año. “Es importante determinar bien
este daño, de lo contrario los efectos de la helada podrían manifestarse hasta por dos
temporadas”, asegura Cruz.

4) Daño a troncos o pérdida de las plantas. Se da cuando se produce un daño


total de las parras y no se pueden recuperar. Esto se puede manifestar en plantas en
formación y especialmente en variedades de madera blanda como Crimson o Autumn
Royal. Las plantaciones que no lignificaron bien en el otoño podrían ser las más
susceptibles.

“Las vides son muy tolerantes al frío cuando están en receso (la yema invernante
puede resistir hasta 15° bajo cero). Sin embargo, una vez que brotan, la sensibilidad
es pareja a todas las variedades. Por lo tanto la que aguante mejor las bajas
temperaturas será producto de su estado fenológico al momento de la helada y la
capacidad de producir fruta proveniente de yemas secundarias”, explica la consultora.

Cabe destacar que en yemas hinchadas o de algodón hay menos agua libre, por lo
que estos tejidos se defenderán mejor y estarán cubiertos por la lanosidad que
además servirá como barrera protectora. “Lo que se congela es el agua intracelular,
por lo tanto siempre habrá más daño cuando tienes presencia de brotes”, asegura
Cruz.

De acuerdo a su experiencia, las variedades que más sufren con este daño son
aquellas más tempranas como la Superior y Flame, en sectores como Aconcagua.
Entre las más tardías destaca la Red Globe en la zona norte.

Cubrir los costos


A la hora de evaluar los daños del huerto, es importante que el productor cuente con
fruta suficiente, que le permita cubrir los costos de la puesta en marcha de una
estrategia de mitigación de daños.

“Se deben contar los racimos por planta. A partir de ese resultado se podrán sacar
algunas conclusiones. ¿Hay un número aproximado mínimo? Eso dependerá de la
variedad, precio y lugar, entre otras cosas”, explica Martín Silva, ingeniero agrónomo
de la Universidad Católica y consultor privado en uva de mesa.

En Copiapó, por ejemplo, la fruta alcanza un precio de venta más alta que en otros
lugares del país, por lo que un productor podría vivir con 2 mil cajas/ha.

Establecer las estrategias


Una vez establecido el nivel de estrés y daño de la planta, se debe decidir cuál es la
estrategia de mitigación más adecuada para el predio.

- Activar el follaje
La concreción de esta acción dependerá de si el parrón en cuestión perdió o no los
brotes. En los que no hubo pérdida de racimos sino daño parcial de los brotes, la idea
es recuperarlos con el fin de que continúen creciendo y no se activen las yemas
ubicadas en la base de las hojas.

“Con este daño se produce el mismo efecto que si despuntamos y eliminamos el ápice,
es decir se pierde el fenómeno de inhibición correlativa del ápice a las yemas y se
revientan todas. Por lo tanto, se deberán aplicar productos fitoreguladores en base a
auxinas que reemplazarán el efecto del ápice en estos casos. Una opción es Kelpak a
razón de 5 lts/ha”, dice Cruz.

En cambio, si el brote se perdió, la idea es activar las yemas secundarias para lo que
se pueden hacer aplicaciones de fitoreguladores en base a citoquininas, que
fomentarán ese efecto. “En el mercado hay varios productos de origen natural en base
a extractos de algas, entre ellos el Crop, Byozime, Stimplex, Calibra. Así también
existen otros de origen químico como Splendor. Lo importante es que todos
estimularán la brotación si se aplican en dosis bajas (Ejemplo: Crop 0,5 lt/ha y
Splendor 40 cc/ha)”, agrega Cruz.

Las siguientes medidas deben ser realizadas independiente del nivel de daño que sufra
el parrón y aunque no hayan síntomas visibles en él. Lo cierto es que se parte de la
base que ha sufrido estrés por frío, por lo que debe ser tratado.

Estas labores deben comenzar a realizarse cuando se vea un nuevo crecimiento verde,
lo que normalmente ocurre entre siete y diez días después de la helada.

- Proteger la madera
Cada vez que hay heladas se generan micro heridas en el cultivo, que pueden servir
como puerta de entrada a hongos en la madera. Las heridas se producen tanto en los
cargadores como en la madera.
Por ello, se debe proteger la madera, ya que la aparición de brazos o cargadores
débiles por presencia de hongos de la madera podría generar efectos negativos en la
planta como una menor producción durante las temporadas siguientes.

En esa línea, el uso de fosfitos de potasio —activador del mecanismo de defensa de la


planta— podría ser un aporte para la protección del cultivo.

“Las dosis dependerán del tipo de fosfito que se utilice, aunque lo ideal en la primera
pasada es usar dosis más bajas que cuando el follaje está mayormente expresado. La
dosis comercial es de 300 cc/100 lts. Las aplicaciones deben comenzar dependiendo
de las temperaturas posteriores a la helada. No obstante, siete días después del
episodio se debiera observar la emisión de una nueva brotación, por lo que es en ese
momento cuando hay que actuar”, dice la consultora.

- Regular la nutrición
Luego de las heladas es importante entregarle a la planta una serie de nutrientes
como zinc, que actúa como precursor de auxinas, y potasio, que juega un rol
estructural para recuperar la zona del cambiun y regenerar el tejido vascular (xylema y
floema). Así también se le debe proporcionar magnesio con el fin de mejorar la
actividad fotosintética de la planta y ésta trabaje con hojas bien cargadas de clorofila.
Las aplicaciones, según explica Cruz, no deben sobrepasar los 150 a 200cc/100 lts.

El zinc y potasio se deben aplicar cuando la nueva brotación tenga 10-15 cm en los
parrones de pérdida completa, y entre 7 y 10 días después de la helada, en el caso de
los que quedaron con brotes.

Es importante no aplicar nitrógeno por ningún motivo. “Si aplicamos exógenamente


ureas al follaje para activarlo, sólo lograremos intoxicar la planta y el freno estará
dado por desórdenes de tipo fisiológico”, agrega Cruz.

“El nitrógeno favorece el crecimiento de los brotes y los vuelve más sensibles a una
nueva helada. En el fondo, debilitan al cultivo y los tejidos se ponen más sensibles al
daño. Evitar la aplicación de este elemento se recomienda hasta finales de septiembre,
una vez que las temperaturas se hayan elevado y no exista riesgo de heladas”,
asegura Antonio Ibacache, ingeniero agrónomo M.Sc y subdirector de Investigación en
Viticultura y Fruticultura del Inia.

- No sobre regar
Es fundamental no regar si se tiene humedad del suelo al momento de la helada. Al
contrario, si la tierra está seca, sería necesario regar para que no se estrese la planta,
siete días después de ocurridas las heladas.

“Si el brote se perdió y se vuelve a partir, lo peor es regar en exceso. La planta para
activarse radicularmente y emitir raíces necesita oxígeno, no agua. De esta forma, una
vez que las plantas cuenten con brotes activamente transpirando se deben retomar los
riegos”, enfatiza Cruz.

“Es importante evitar riegos excesivos hasta las primeras semanas de octubre en la
zona norte. Por ello, se debe aplicar un 60% de la cantidad de agua que normalmente
se aplica en esta época”, agrega Ibacache.

- No intervenir temprano los parrones


La restricción se debe aplicar hasta que se vea la calidad del racimo, lo que ocurre
cuando está emergiendo el brote. Para eso se recomienda realizar manejos de follaje
mas tardíos (como desbrotes) hasta que el productor defina cuáles son los mejores
brotes y racimos y sea capaz de seleccionarlos.

- Efectuar una poda


Hay quienes plantean que si la helada fue fuerte y mató toda la producción, se debe
llevar a cabo una repoda con el fin de generar buenos reemplazos y madera para el
año siguiente.

“Cada cargador viejo helado debe ser repodado dejando dos yemas para que genere
su propia reposición. La idea es preparar la planta lo mejor posible para que produzca
el próximo año. Si bien se debe dejar pasar este año, al próximo se logrará una planta
productiva”, dice Silva.

Sin embargo, antes de realizar esta acción, el productor se debe asegurar que no haya
riesgo de nuevos frentes de mal tiempo.

“Si no hay riesgo de nuevas heladas se debe cortar todo lo quemado para favorecer
nuevos tejidos durante la temporada siguiente, pero si el riesgo de nuevos eventos
permanece no se debería llevar a cabo la poda”, afirma Ibacache.

No obstante, no todos los expertos están de acuerdo con esta técnica.

“Según mi experiencia en la zona norte, donde hemos pasado por este problema en
otras temporadas, no es una buena opción repodar inmediatamente un parrón helado
ya que no existen garantías de que a través de esto se estimulen las yemas
secundarias; sino que se dejan menos puntos de activación y recuperación del parrón;
se estimula fuerte la brotación de la corona, posición que no es la óptima para futuros
cargadores; y se aumenta el costo de producción, sin garantía, entre otras cosas”,
concluye Cruz.

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