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(julio c. olvera)
Personajes:
SEÑORA: (AL TIEMPO EN QUE COMPLACIDA SE PRUEBA UN SOMBRERO) Ya me veo con este
modelito una soleada tarde en Manzanillo. Mi nuevo novio me invitó a salir el fin de semana ¡Yo
creo que me va a pedir que me case con él! (CON EL SOMBRERO EN LAS MANOS) Está precioso, lo
único malo es el precio. Oye, Juanita, tú sabes que yo soy cliente frecuente de este
establecimiento y sería justo que me hicieras un descuentito.
JUANITA: Yo qué más quisiera, doña, pero el patrón es el que fija los precios. Y ni pa´ decirle que lo
espere, por que casi casi se acaba de ir a su cita con el dentista.
JUANITA: Deveritas que no estoy autorizada y pa´ qué quiere que luego es a mí a la que le
descuentan la diferencia. (MIRANDO HACIA LA CALLE) Oiga, señora ¿que no es su coche ese que
se acaban de enganchar los de la grúa?
SEÑORA: ¡Ay, sí, Santo dios! (PETRIFICADA) Ya mi hijo me había advertido que no me anduviera
estacionando en doble fila ¿cómo no le hice caso, caray?
JUANITA: Y ya se están arrancando. Píquele, todavía los alcanza. (VIENDOLA INTENTAR SALIR A
TODA PRISA) Nada más la molesto con el sombrero.
SEÑORA: Ah, sí, claro. (DEVUELVE EL SOMBRERO, SALE RAPIDAMENTE DE LA TIENDA Y HACE
MUTIS POR IZQUIERDA)
JUANITA: (CUELGA EL SOMBRERO DETRÁS DEL MOSTRADOR, LUEGO TOMA EL BOLSO ROJO Y LO
COLOCA ENTRE LOS DEMAS DEL APARADOR, PARA LUEGO REGRESAR A SUS ANOTACIONES. UN
INSTANTE DESPUES PERCIBE A SOFÍA QUE, TRAS APARECER POR DERECHA, ADMIRA DESDE LA
ACERA LOS ARTICULOS DEL APARADOR Y DECIDE IR A LA PUERTA PARA INVITALE A PASAR) Si
gusta pasar le puedo mostrar lo que desee sin ningún compromiso.
SOFIA: Qué amable, gracias. Creo que me interesaría ver algunas cosas. (ATRAVESANDO EL
ACCESO) ¿Por aquí, verdad?
JUANITA: Sí, adelante. (SIN DESPEGARSE DE SOFIA) Mi nombre es Juanita, para lo que le pueda
servir. Si algo le agrada usted sólo me indica y yo se lo alcanzo. Ora que si anda buscando algo en
especial y no está a la vista nada más me dice y se lo busco en la bodega; ahí contamos con gran
variedad de artículos en una amplia gama de colores.
SOFÍA: Le agradecería que me permitiera apreciar la mercancía libremente. (AL VER QUE
CONTINUA JUNTO A ELLA) Si la necesito la llamo.
JUANITA: Sí, si. La tienda es suya. Siéntase como en su casa. (REGRESA A SUS ANOTACIONES EN EL
MOSTRADOR MIENTRAS SOFIA CON DETENIMIENTO RECORRE EL ESTABLECIMIENTO)
JUANITA: Desde luego, para eso estamos. Mi nombre es Juanita para lo que se te ofrezca.
PAMELA: (ENTRANDO) Yo soy Pamela, pero me puedes decir Pame. (APRECIANDO QUE EL BOLSO
CONTINUA EN MANOS DE SOFIA) Sólo iba de paso, pero vi tu tienda y se me ocurrió entrar a
curiosear. No te molestes sólo echaré un vistazo. (SE COLOCA JUNTO A SOFIA COMO
INTERESANDOSE POR OTROS ARTICULOS)
SOFIA: Disculpa. Deposité ese bolso en el aparador para poder apreciarlo mejor.
PAMELA: Pamela, me llamo Pa-me-la y quienes me agradan me pueden decir “Pame”, así es que
para usted soy Pamela.
SOFIA: Mira, “Pamela”, No te ofendas pero es obvio que un bolso tan fino y tan formal no va con
tu estilo.
PAMELA: Creo que tienes algo de razón, “Sofía”. Por eso, para restarle un poco de refinamiento lo
voy a decorar con estoperoles, le voy a bordar mi nombre con chaquira y le voy a pintar una
gárgola así de este tamaño aquí.
SOFÍA: ¡No! ¿Cómo se te ocurre siquiera pensar en afectar de esa manera una pieza tan bella y
delicada? Mira, hasta la muchacha…
JUANITA: Juanita, me llamo Jua-ni-ta.
SOFIA: Sí, sí. Mira, hasta ella se ha podido dar cuenta de tus mezquinas intenciones de
molestarme sin motivo, y peor aún, sin siquiera conocerme. (ARREBATANDOLE EL BOLSO) Yo sí
quiero y necesito verdaderamente este bolso. Me enamoré de él desde el primer momento en
que lo vi.
JUANITA: (INTERPONIENDOSE ENTRE ELLAS) ¡Señoritas! ¿qué no ven que alguien podría resultar
lastimada?
PAMELA:(OBSTRUYENDO EL ACCESO) Pues de aquí no vas a salir con él. Además ¿de dónde sacas
esa ridiculez de que lo amas y lo necesitas tanto?
PAMELA: Vaya, qué profunda. También combina con tu labial (BUSCANDO) y con la fachada de
enfrente.
PAMELA: Eh…
SOFIA: Ves, como no tienes nada mejor. Tal vez yo sea un poco superficial, pero al menos soy
sincera.
PAMELA: …En realidad… me encantó la forma en que lo portabas. El caso es que lo quiero y no voy
a salir de aquí sin él.
SOFIA: Pues estarás pensando en quedarte a vivir en este lugar, chiquita, por que este bolso es
mío.
JUANITA: Bueno, ¿Ahora me quieren escuchar a mí? Miren, en la bodega debo tener otros
idénticos.
PAMELA: (ARREBATA EL BOLSO A SOFIA) ¿Entonces me harías el favor de ir por otro para “Sofía”?
SOFIA: (TOMANDO EL BOLSO DEL HOMBRO DE PAMELA) En todo caso sería para “Pamela” por
que éste es mío y llevo algo de prisa. ¿Me cobras por favor? (PAMELA INTENTA ARREBETARLE EL
BOLSO Y LA POSESION SE HACE COMPARTIDA) ¿Qué te pasa?
SOFIA: Suéltalo.
SOFIA: ¿Y quién te asegura que éste no es la copia del que te va a traer la muchacha?
JUANITA: Más vale que me lo entreguen de inmediato. (CON EL BOLSO YA EN SU PODER) Ahora
espérenme aquí, voy a la bodega por otro igual. Van a ver que ni van a saber cual es cual.
(SALIENDO POR LA PUERTA QUE DA A LA BODEGA) No tardo.
SOFIA: Yo podría reconocer ese bolso entre un ciento aunque en apariencia fueran iguales.
PAMELA: De acuerdo, pero con los ojos vendados y le voy a pedir que traiga todos los que tenga
del mismo modelo sin importar el color ¿va?
SOFIA: Es un trato…No, si yo siempre he dicho que hablando se entiende la gente. Ves como no
era necesario que armaras tan bochornoso numerito y que me hicieras tener que rebajarme a tu
nivel.
PAMELA: ¿Qué estas diciendo, infeliz paranoica? Si fuiste tú la que me armó bronca…
JUANITA: (APARECIENDO) No entiendo. No contamos con otro del mismo modelo. (REVISANDO
RAPIDAMENTE SUS ANOTACIONES) Lo raro es que ni siquiera éste lo tengo inventariado y por lo
tanto hasta desconozco su precio. (COLOCA EL BOLSO SOBRE EL MOSTRADOR)
SOFIA: Yo te doy dos mil. Tú sabes que no puede valer tanto.
SEÑORA: Por supuesto, Juanita. ¿No pensarás que…? (INTENTA EXTRAER ALGO QUE LO
DEMUESTRE)
SEÑORA: Mira, me tengo que ir rapidito, pero luego regreso por el sombrero. No lo vayas a
vender, eh. Bueno, compermisito (HACE MUTIS)
PAMELA: Horror era lo mal que esa señora combinaba el bolso con lo que traía puesto. Parecía
caja fuerte.
JUANITA: No se fijen. Es sólo una clienta. Por cierto la que más regatea.
PAMELA: Ay, sí… Bueno, no habiendo ya trinchera que defender. (A SOFIA) Que pena haber
tenido que conocerte en estas circunstancias. Se nota que en realidad eres una chava alivianada. Y
déjame decirte que admiro la forma en que defendiste lo que creías tu derecho. Lo que me duele
es que te lleves una mala impresión de mí, normalmente no soy así, digo, a no ser que haya un
bolso en juego. Hasta pronto. Luego te veo, Juanita. (HACE POR RETIRARSE)
SOFIA: Espera. Yo también me siento pésimo por tener que despedirnos de esta manera. Mira,
tengo la mañana libre y me gustaría invitarte un café.
PAMELA: ¿No tienes conductas extrañas verdad? Digo ¿tú sabes a que me refiero?
SOFIA: No ¿cómo crees? Es más, (MOSTRANDO SU ANILLO DE COMPROMISO) déjame decirte que
en un mes me caso.
PAMELA: ¡Qué bien! pues felicidades. Vayamos entonces. (SE DESPIDE DE JUANITA AHORA CON
UNA SEÑA)
SOFIA: Adiós, Juanita. (SALEN DEL ESTABLECIMIENTO Y SE DIRIGEN A LA DERECHA) ¿Podrías volver
a repetir por que te encantó el bolso?
F I N