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GRUPOS

El grupo humano

Lo actividad g r u p a l c o o r d i n a d o

Lo formación del g r u p o

E l g r u p o y e! c a m b i o social
466 Psicología social y Trabajo social

U n a de las escenas clave de M o ' Better B l u e s m u e s t ra la n e g o c i a c i ó n entre Moe y

J o s h F l a t b u s h , los dos h e r m a n o s p ro p i e t a r i o s del cl u b de jazz d o n d e transcurre gran

p a r t e de la acción de la p e lí c u l a , y el director de la b a n d a q u e en ese momento toca

en el cl u b . La negociación se salda con un fracaso, d e b i d o a l a i n t ra n s i g e n c i a de los

dos propietarios y a su actitud explotadora y despectiva hacia los m ú s i c o s .

Como ambos son judíos, los críticos acusaron de a n t i s e m i t i s m o a Spike Lee, di­

rector de la película, acusación de la que éste se defendió vigorosamente en un ar­

tículo publicado en el New York Times, en el que a fi r m a b a lo siguiente:

A causa de Moe y Josh Flatbush, considerados erróneamente «villanos» ... algunos críticos sugieren

que fomento el antisemitismo ... Esto es, s e n c i ll a m e n t e , falso ... Desafío a c u a l q u i e ra a que me diga por qué

no puedo presentar a dos propietarios de un club que resultan ser judíos y que explotan a los músicos de

jazz que trabajan para ellos. Es cierto que no todos los propietarios judíos de clubes son así, pero éstos sí

lo son.

Spike Lee aprovecha para devolver la crítica y arremete, a su vez, contra el es­

tablishment cinematográfico de Hollywood:

No todas las personas negras son chulos, asesinos, presidiarios, violadores o toxicómanos, pero eso no

ha impedido que Hollywood haya escrito papeles de este tipo para los afroamericanos ... Los periodistas

me preguntan: Spike, ¿por qué no hay drogas en tus películas?, como si los afroamericanos fuesen las úni­

cas personas en este mundo que consumen drogas y como si los directores afroamericanos fuesen los úni­

cos directores obligados a abordar este asunto en su trabajo.

En las dos citas anteriores, al responder a las críticas y al formular su contracrí­

tica, Spike Lee plantea el problema de la conducta grupal. Para la Psicología social

una de las cuestiones básicas relativas al grupo humano es lo que, con palabras de

Insko y Schopler (1987, p. 237), podríamos denominar como discontinuidad entre la

conducta interindividual y la intergrupal. Existe discontinuidad cuando resulta po­

sible distinguir la conducta puramente individual de la conducta grupal. Así, vemos

que Moe y Josh Flatbush son unos propietarios explotadores, pero Spike Lee afirma

que ello no tiene nada que ver con el hecho de que sean judíos. En la misma línea,

los protagonistas negros de sus películas no se drogan porque ser negro no implica

necesariamente consumir drogas. Sin embargo, es evidente que muchas personas, a

diferencia de Spike Lee, piensan que es propio de los judíos explotar a sus asalaria­

dos y que consumir drogas es una de las conductas típicas de los negros americanos.

Para ilustrar de una forma aún más clara la diferencia entre la conducta indivi­

dual y la grupal, Sole, Marton y Hornstein realizaron, en 1975, dos experimentos so­

bre atracción y ayuda. ¿Cuántas veces no nos hemos preguntado por la mejor forma

de «caer bien» a alguien que acabamos de conocer? También muchas veces nos he­

mos planteado cómo conseguir que alguien nos preste su ayuda al encontrarnos en

una situación apurada. Sole y sus colaboradores diseñaron específicamente dos ex­

perimentos con el fin de contestar a estas dos cuestiones.

Estudios anteriores demostraban la existencia de una relación positiva entre si­

m i l a r i d a d y atracción. Partieron, por tanto, de la hipótesis de que incrementando la

similaridad que se percibe en una persona desconocida, aumentaría también la

atracción h a ci a e ll a . A ñ a d i e ro n una matización i m p o r t a n t e : no cualquier similaridad

es capaz de generar atracción; sólo a q u e ll a que tiene que ver con aspectos realmente

importantes para la persona q u e va a e x p e r i m e n t a r la atracción. Un problema adi-


Grupos 467

c i o n a l surc.ía c o n l : 1 couductn de ayuda: ; , h a s t a con s e n t i r a t r a c c i ó n h a c i a otra per­

� 0 11 :i p a r aq u e �e p re s e n t e , � i 11 m á s , c o n d u ct a de a y u d a ? Los a u t o r e s creen que no.

El p r i m e r c :-. p c 1 i 111 c 11 t o c o u x t a h n de c i n c o c o n d i c i o n e s e x p e r i m e n t a l e s o r d e n a d a s

e n [ u n c i ó n d el g r : , d o d e s i m i la r i d a d e n t r e el s u j e t o e x p e r i m e n t a l y u n a p e r s o n a cuyas
1

opiniones �L' d e s cr i b í a n ( l .' c o n d i c i ó n : a u s e n c i a t o t a l de s i m i l a r i d a d ; 5 . ª c o n d i c i ó n :

� i m i la r i d a d t o r a l ) . Los c u a t r o a s u n t o s sobre los q u e d i c h a p e r s o n a e x p r e s a b a -su­

p 11 e s t :1 m e 11 t c - su o p i n i ó n e ra n de gran i m p o r t a n c i a para el s u j e t o e x p e r i m e n t a l. En

el s e g u n d o e x p e r i m e n t o , el p ro c e d i m i e n t o era i d é n t i c o , si se e x c e p t ú a el h e c h o de

que los c u a t ro a s u n t o s e r a n de escasa i m p o r t a n c i a . El sujeto tenía que i n d i c a r el gra­

do de a t ra c c i ó n q u e sentía por la persona cuyas o p i n i o n e s acababa de conocer. Tras

e ll o . se le d a b a la o p o r t u n i d a d de prestarle ayuda para s a l i r de u n a s i t u a c i ó n a p u r a ­

d a . ayuda q u e , por cierto, no i m p l i c a b a n i n g ú n tipo de esfuerzo o molestia excesiva

para el sujeto.

Pasemos ahora a c o n s i d e ra r los resultados de ambos experimentos. En el pri­

mero de ellos (asuntos de alta importancia), la atracción aumentaba significativa­

m e n t e en función directa de la s i m i l a r i d a d , obteniendo valores mínimos cuando no

existía ningún grado de similaridad y máximos cuando era total. Sin embargo, en el

segundo experimento (baja importancia), la atracción no guardaba relación con la

similaridad y, de hecho, el grado de atracción no variaba significativamente desde la

primera a la quinta condición. Se confirma así la hipótesis según la cual, para gene­

rar atracción, la similaridad ha de darse en asuntos importantes.

Por lo que se refiere a la conducta de ayuda, en los dos experimentos alcanzaba

niveles significativos sólo cuando la similaridad con el desconocido era total (5.ª con­

dición). Lo más llamativo de este resultado es que la conducta de ayuda no guardaba

ninguna relación con la atracción. Así, mientras en el primer experimento la atrac­

ción aumentaba de forma continuada desde la primera a la quinta condición, la con­

ducta de ayuda sólo lo hacía en esta última. En el segundo experimento, la atracción

no aumentaba en función de la similaridad, pero sí se producía un incremento sig­

nificativo de la conducta de ayuda en la quinta condición.

Sole y sus colaboradores concluyen que la atracción no genera ayuda, pero la

coincidencia total de opiniones sí. La razón es clara: la persona que coincide plena­

mente con nosotros es considerada como alguien de nuestro grupo. Ello explica

también por qué es necesaria una coincidencia total. El desacuerdo en un ítem ge­

nera ambigüedad con respecto a la otra persona, lo que hace difícil que se la consi­

dere del mismo grupo.

Así pues, la conducta de ayuda es, en esta situación, una conducta grupal, que

aparece sólo cuando se ha formado el grupo. En cambio, la atracción es individual

porque se presenta incluso en algunos casos en que no se ha formado el grupo.

EL GRUPO HUMANO

La segunda cuestión básica r e l a t i v a al grupo h u m a n o en Psicología social (recuér­

dese que la p r i m e ra era la d i s c o n t i n u i d a d e n t r e la c o n d u c t a intergrupal y la ínterin-


468 Psicología social y Trabajo social

d i v i d u a l ) es c u á n d o u n c o n j u n t o de p e r s o n a s c o n s t i t u y e u n grupo psicológico real.

Los negros y los judíos son agregados s o c i a l e s . Como acabamos de ver, los antise­

m i t a s y q u i e n e s albergan prejuicios h a c i a los negros d i f í c i l m e n t e a d m i t i r á n q u e la

c o n d u c t a de un judío o de un negro p u e d a ser i n t e r i n d i v i d u a l. A h o ra b i e n , como se­

ñ a l a S p i k e Lee en su artículo, no todos los judíos ni todos los negros se c o m p o r t a n

igual. Es abusivo pretender q u e actúan siempre como m i e m b ro s de un grupo deter­

minado.

Esto es lo mismo q u e observó Pitt-Rivers en G ra z a l e m a . Para ser «grazalerne­

ñ o » , hijo del pueblo, era preciso haber n a c i d o en Grazalema. Esta pertenencia gru­

pal sólo podía perderse con la muerte. S i n embargo, lejos de Grazalema un graza­

l e rn e ñ o se podía convertir en un g a d i t a n o ( en A n d a l u cí a ) o en un andaluz ( en el

resto de E s p a ñ a ) . De igual forma, esa hostilidad hacia los pueblos vecinos, que es

como un reflejo del apego hacia el pueblo propio, desaparece cuando el interlocutor

es un extranjero. El g r a z a l e rn e ñ o es capaz de mostrar s o l i d a r i d a d con los de Ubri­

que, a los que tilda de falsos y fanfarrones, si está hablando, pongamos por caso, con

un inglés (Pitt-Rivers, 1989, pp. 44-46).

Definición y características

Las condiciones necesarias y suficientes para que un determinado colectivo se con­

vierta en un grupo psicológico son tres, según Bar-Tal (1990, p. 4 1 ) : 1 ) que los com­

ponentes de ese colectivo se definan como miembros del grupo; 2) que compartan

las creencias grupales, y 3) que exista algún grado de actividad coordinada. La pri­

mera y tercera condición se subsumen en la segunda, ya que la creencia grupal fun­

damental es «somos un grupo». Si los individuos no comparten esta creencia, enton­

ces no se consideran miembros del grupo y, por tanto, no podrán desplegar una

actividad coordinada.

Son creencias grupales aquellas convicciones que los miembros del grupo son

conscientes de compartir y que consideran definitorias de su grupalidad. Aunque su

contenido puede ser muy variado, es compartido por todos. Eso es lo que realmente

importa. Como ya hemos visto, la creencia fundamental es «somos un grupo». Ella

es la que implanta la existencia del grupo en las mentes individuales. Cuando esto ya

se ha logrado, la creencia fundamental sirve de base para la adquisición de creencias

grupales adicionales, que varían de unos grupos a otros pero cuya función es idén­

tica: definir el carácter único del colectivo de individuos que se consideran a sí mis­

mos un grupo.

LA ACTIVIDAD GRUPAL C O O R D I N A D A

La tercera característica d e fi n i t o r i a del grupo, según Bar-Tal , es la actividad grup al

coordinada. Si un c o n j u n t o de personas se categori z an a s í mi s m as como si mi l ares

h a s t a el pu n t o d e creer «somos un grupo » , es l ó gico s u p o n e r que ac tuarán tam bién


Grupos 469

de m a n e ra s i m i l a r. l l o r w i t z y R a b b i c ( 1 9 8 9 , en B a r - T a l , 1 9 9 0 , p. 67) ll e g a n i n cl u s o a

a fi r m a r q u e la v e r d a d e ra e s e n c i a de l a g r u p a l i d a d es l a i n t e r d e p e n d e n c i a de los

m i e m b ro s d e l g ru p o c u t re sí. D u ra n t e m u c h o s a ñ o s , é s t a fue l a o p i n i ó n p r e d o m i n a n ­

te en P s i c o l o g ía s o c i a l.

S i n e m b ar g o , l a a p o r t a c i ó n de Tajfel y sus e s t u d i o s sobre la s i t u a c i ó n g ru p a l mí­

n i m a c o n s i s t e p r e c i s a m e n t e en m o s t ra r q u e se puede crear un grupo s i n u n a expe­

r i e n c i a p r e v i a de i n t e r d e p e n d e n c i a grupal. Ello ocurre t a m b i é n en la v i d a c o t i d i a n a

con m u c h a frecuencia, de fo r m a especial en a q u e ll o s casos en los q u e u n a o varias

personas fo r m u l a n creencias q u e , a l ser aceptadas por otras m u c h a s , constituyen u n a

nueva r e a l i d a d sobre la que se a s i e n t a la formación de un grupo. Asociaciones vo­

l u n t a r i a s , grupos re ligi osos, políticos y otros muchos siguen el proceso descrito por

Tajfel: las creencias se fo r m u l a n en prim er lugar y el grupo se forma a c o n t i n u a c i ó n .

F u n c i o n e s g r u p a l e s y formas de i n t e g r a c i ó n

Las observaciones de Horwitz y Rabbie pueden ser útiles si se las entiende como

una llamada de atención sobre la realidad social del grupo y sobre la necesidad de

considerar a éste como algo más que un mero constructo cognitivo. Los grupos exis­

ten porque satisfacen unas determinadas funciones y difícilmente podrían llevarlas a

cabo sin realizar algún tipo de actividad. Ello no niega la importancia de su base cog­

nitiva, sin la cual el grupo, simplemente, no sería tal.

Las funciones a desarrollar por el grupo se pueden resumir, siguiendo a More­

land (1987), en tres principales, que se corresponden con los tres tipos de integración

social que promueven. Por integración social se entiende el establecimiento de vín­

culos entre personas. El primer tipo de integración sería el ambiental, que se mani­

fiesta en la formación de grupos allí donde el ambiente proporciona los recursos ne­

cesarios. Serían aquellos grupos que se forman por razones de vecindad, de

convivencia en el lugar del trabajo, etc.

El segundo tipo de integración es el conductual. Ocurre cuando los miembros del

grupo dependen mutuamente entre sí para alcanzar sus objetivos o para satisfacer

sus necesidades. Hasta tiempos recientes éste era el tipo de integración estudiado

preferentemente por la Psicología social. Sin duda, los objetivos a conseguir o ne­

cesidades a satisfacer pueden ser muy variados. Moreland señala las siguientes: el

«ajuste inclusivo», o posibilidad de que la persona transmita su dotación genética a

la siguiente generación; la evaluación social, o forma de conseguir información acer­

ca de uno mismo y su ambiente social; la reducción de la ansiedad social y la defini­

ción de la propia identidad y la autoimagen.

La integración afectiva conforma el tercer tipo. En esencia consiste en que las

personas, al formar el grupo, desarrollan sentimientos compartidos. En este sentido,

la atracción m u t u a entre dos o más personas puede ser el comienzo de la formación

de un grupo. Lo m i s m o ocurre con la atracción hacia el grupo en cuant o tal o hacia

los objetivos g ru p a l e s . Un caso especial lo constituye la cristalización o formación

del grupo en torno a la fi g u ra de un líder con un atractivo especial.

Estas funciones sólo se pue den ll e v a r a cabo si se realizan una serie de activida­

des conjuntas, que v a r i a r á n según la n a t u ra l e z a del grupo y el tipo de integración


470 Psicología social y Trabajo social

q u e k c a ra c t e r i c e . e n t r e o t ro s fa c t or e s . P e ro , s i n d u d a , u n o de los m a y o r e s p ro b l e ­

m a s q u e se k p l a n t e a a c u a l q u i e r g ru p o ya f or m a d o es el de q u e los n u e v o s i n t e ­

g r a n t e s a d q u i e r a n l a s c o n d u c t a s g ru p a l e s cl a v e , a q u e l l a s q u e p e r m i t e n d e s e m p e ñ a r

l a s f u n c i o n e s d e l g ru p o q u e c o r r e s p o n d e n a su t i p o de i n t e g ra c i ó n .

La s o c i a l i z a c i ó n g r u p a l de los n u e v o s m i e m b r o s

M u c hos grupos son de adscripción voluntaria, y las personas deciden libremente si

entrar o no a formar parte de ellos. Moreland y Levine (1989) han elaborado un mo­

d e l o de las fases de socialización grupal por las que ha de pasar cualquier persona

hasta llegar a ser un miembro p l e n a m e n t e aceptado por uno de estos grupos así

como de las fases que llevan al abandono definitivo de éste. Con ciertas restriccio­

nes, el modelo podría aplicarse a la mayor parte de los grupos de adscripción obli­

gatoria (como los formados en razón de la raza, sexo, edad o religión), dado que és­

tos comparten muchos de los problemas a los que alude.

La entrada en un grupo ya formado plantea al individuo problemas de adapta­

ción a un contexto con normas, objetivos y relaciones ya establecidos. Para el grupo,

el problema surge de la necesidad de integrar al nuevo aspirante sin desatender por

ello las actividades grupales habituales. La solución está en alcanzar un compromiso

satisfactorio para ambas partes, lo que exige que éstas procedan previamente a la

evaluación de las alternativas disponibles: tal vez el individuo encuentre mejores

oportunidades en otros grupos y al grupo posiblemente le convenga efectuar una se­

lección entre los candidatos para quedarse con el más idóneo. Cuando se logra el

compromiso, se produce un cambio en la relación individuo-grupo, cambio al que

los autores denominan transición de rol.

El problema de la socialización grupal de los miembros corresponde a la primera

cuestión grupal de Insko y Schopler, la discontinuidad entre conducta interindivi­

dual e intergrupal y, en esencia, se reduce a cómo superarla; es decir, a cómo una

persona llega a ser miembro de un grupo y a actuar como tal. El proceso es complejo

e incluye una serie de cambios en la relación individuo-grupo que ocurren a lo largo

del tiempo, si bien de manera contingente, ya que dependen de los compromisos a

los que hayan podido llegar las dos partes implicadas. El Cuadro 1 muestra un re­

sumen de las fases de socialización propuestas por los autores.

En cada fase, la evaluación mutua genera una actividad por parte del grupo y

otra complementaria por parte del individuo. En la primera fase, por ejemplo, el

grupo intenta reclutar nuevos aspirantes mientras éstos buscan nuevo grupo (reclu­

t a m i e n t o vs reconocimiento). Un nivel de compromiso adecuado proporciona la

« e n t ra d a » , q u e se salda con la incorporación de un nuevo miembro al grupo. Esta es

la c o n d i c i ó n para q u e se ponga en marcha la segunda fase, y así sucesivamente. Cada

fase tiene u n a d u ra c i ó n v a r i a b l e (no se t ra t a de periodos con una duración preesta­

b l e c i d a ) . El m o t o r q u e pone en m a r c h a el i n i c i o del cambio d e n t ro de cada fase es la

b ú s q u e d a de un n u e v o c o m p ro m i s o y el broche fi n a l del cambio es la transición de

rol.
Grupos 471

Cuadro 1 . F a s e s en l a s o c i a l i z a c i ó n g r u p a l de l o s n u e v o s m i e m b ro s ( a d a p t a d o

de M o r e l a n d y L e v i n e , 1 9 8 9 )

Conducta Conducta Transición Resultado final


Fase
del grupo del individuo de rol de la fase

Nuevo
1.•: investigación Reclutamiento. Reconocimiento. Entrada.
m i e m b ro .

Intentos de cambio Intentos de cambio Aceptación. Miembro de

del individuo por del grupo por parte pleno derecho.

parte del grupo para del individuo para


2.•: socialización
q u e respete más los atender más a sus

objetivos g r u p a l e s . necesidades perso-

nales.

Negociación de rol: Negociación de ro l : Divergencia. Miembro

a s i g n a c i ó n de un rol adquisición de un m a r g i n a l.
J.•: mantenimiento
e s p e c i a l i z a d o dentro ro l especializado

del g r u p o . dentro del g r u p o .

4.•: resocialización Asimilación. Acomodación. Salida. Ex m i e m b ro .

En ocasiones, estabilización del


s.•: recuerdo Tradición. Reminiscencia.
compromiso a u n nivel bajo.

LA F O R M A C I O N D E L G R U P O

La segunda cuestión grupal en Psicología social es cómo un determinado colectivo

de personas se convierte en un grupo psicológico. Hemos visto que esto es posible

gracias al proceso de categorización. Una cuestión relacionada es la formación de un

nuevo grupo, su consolidación, la forma en que llega a desintegrarse y a desaparecer

como tal grupo. Worchel y cols. (1992) han revisado la evolución temporal de mu­

chos grupos diferentes y se han beneficiado de la colaboración de Reykowsky, que

estudió la del Sindicato Solidaridad, en Polonia, y de Bar-Tal, que hizo lo propio con

pequeños partidos políticos en Israel antes y después de las elecciones de 1989.

La conclusión de Worchel y sus colaboradores es que, pese a la diversidad de los

grupos estudiados, el proceso de formación y desarrollo grupal es bastante homo­

géneo, y que modifica la conducta individual, los procesos grupales y las relaciones

que se establecen con otros grupos. El modelo de estos autores propone seis estadios

que configuran la totalidad del proceso de formación y desarrollo del grupo. Como

en el caso de Moreland y Levine, los estadios no tienen una duración prefijada, y el

paso de uno a otro es contingente de la consecución de un nivel óptimo de consoli­

dación del estadio de partida. Los retrocesos a un estadio anterior también resultan

posibles en ocasiones. Los seis estadios se enumeran y describen a continuación.

Primer estadio: periodo de descontento. En él, los individuos que acabarán for­

mando el nuevo grupo pertenecen a un grupo en el que experimentan un fuerte sen­

t i m i e n t o de i n d e fe n s i ó n . Sus necesidades no son atendidas, la tasa de abandono del

grupo es a l t a , y la p a r t i c i p a ci ó n en las actividades grupales prácticamente inexisten-


472 Psicologfa social y Trabajo social

t i.' . Todnvía 11 0 se percibe en este 111 0 111 1.; 11 1 0 una oposición fuerte a la e s t r u c t u ra de

p o d e r d el g ru p o . Ello hace que quienes lo d e t e n t a n conserven cierto margen de ma­

niobra pnrn paliar, si no eliminar, el descontento. En este periodo se constantan

también actos esporádicos de violencia i n c o n t ro l a d a y de vandalismo.

Segundo estadio: suceso precipitante. P ro p o r c i o n a la señal p a ra la fo r m a c i ó n de

un nuevo g ru p o y el abandono del antiguo. Por su cl a r i d a d y por su carácter distin­

tivo sirve como símbolo de todo lo negativo asociado al g ru p o anterior y separa a

quienes le siguen siendo leales de quienes p ro p u g n a n una ru p t u ra . Aunque, en oca­

siones, puede originar represión por parte de la antigua e s t ru c t u ra de poder, abre

expectativas ra z o n a b l e s de un cambio en la situación.

Tercer e s t a d i o : identificación con el grupo. En s e n t i d o e s t r i c t o , marca el inicio del

g ru p o recién fo r m a d o . Se establecen fu e r t e s b a r r e ra s fr e n t e a otros grupos. Por un

lado se fo m e n t a la c o n fo r m i d a d a las normas g ru p a l e s , se censura cualquier diver­

g e n c i a d e n t ro d e l g ru p o y se e s p e ra n m u e s t ra s p ú b l i c a s de lealtad al g ru p o ; por otro,

se estimula la competición con exogrupos y se restringen los contactos con sus inte­

g ra n t e s . La pertenencia al grupo ad quiere un gran peso en la identidad del in d i v i­

duo .

C uarto estadio : productividad grupal. Los o bjetivo s g ru p a l e s son los p ro t a g o nis­

tas de e s ta fa s e . C omien z an a sur g ir difer e ncias entre los in tegrantes del grupo de

acuerdo con sus capacidades p ara lle v ar a cabo las tar e a s que per m i ti r á n alca n z a r

e s os ob j e t i v o s . Este es el criteri o que g uía t a mbién la selec c ió n de los candid a tos a

formar p arte d e l grupo . S in e m bargo , pes e a esta s difer e nci aciones, el reparto d e ntro

del grupo s i gue re glas de igua l dad : cada uno re ci b e lo m i s mo que los d emá s , i n d e ­

p e n d i e n t e m e n t e del n úm ero o val o r de s us contribuciones. Se ad m iten rel a c i o n es de

coo p era ció n con ot ros grupos si esto redunda en benefici o de la consec ución de lo s

ob j eti v os .

Q u i nto e s t a d i o : individualización. La consec uci ó n de o bjetivos indivi du ales ad ­

q u i e r e p re em inencia . Aparecen s u b grupos , y las normas de reparto son de e qui d ad:

a cad a uno , segú n su contr ib uc ió n . La ac titud hacia los exogrupos c ambia ra d i cal­

m e nte : a h o ra se busca de man era a ctiva una i nteracci ó n c oope rativ a con e llos e in­

cluso se exp loran la s posibilidade s de entrar a formar parte de e ll o s .

Sexto estadio : declive grupal. Se ca racteriza p or la ap a ri ci ó n de d u das con r es­

pecto al valor del g ru p o , la descon fi a n za que in s p ir an m uc h os miembros del grupo y

la s luc h as entre su bg rupos.

EL G R U P O V EL C A M B I O SOCIAL

Dos investiga ci o n e s mu y t r a d i c i o n a l e s en Psicolo gía s o ci a l, una debida a Lewin, y la

o t ra a Newcomb, han s e r v i d o p a ra pon er de re li eve el impor t a n t e papel del grupo en

la p ro m o ció n del c ambio so cial. La ide a cl ave es que la s pers onas, al incorporar s e a

u n g ru p o , y a l r e c i b i r el imp a c t o de los intentos de in fl u e n ci a formando parte d e es e

g ru p o , tien den a modi fi c a r de fo r m a m ás i ntensa su c o nducta individual en la dir ec­

ci ón m arcada.
Grupos 473

Fue L c w i n ( 1 9 6 5 , i n v e s t i g a c i ó n or i g i n a l de 1 9 4 7 ) q u i e n p l a n t e ó esta posibilidad

de u n a m a n e ra 111,ís cl a ra y q u i e n l a i n v e s t i g ó con u n p ro c e d i m i e n t o experimental.

En la p r i m e r a i n v e s t i g a c i ó n , r e a l i z a d a en p l e n o d e s a r ro l l o de la S e g u n d a Guerra

M u n d i a l , e l o b j e t i v o era m o d i f i c ar c i e r t o s h á b i t o s de c o n s u m o de a l i m e n t o s entre las

a m a s de casa e s t a d o u n i d e n s e s ; en concreto, p e r s u a d i rl a s para q u e a d q u i r i e s e n y co­

c i n a s e n a l i m e n t o s como hígado, r i ñ o n e s y otras vísceras, que no fo r m a b a n parte ha­

b i t u a l de la d i e t a a l i m e n t a r i a de sus fa m i l i a s . Se utilizó el método más común de pre­

s e n t a c i o n e s t i p o conferencia, tras las que una serie de expertos distribuían recetas de

preparación de estos a l i m e n t o s y enseñaban a evitar los aspectos aversivos como

olores, textura y apariencia e x t e rn a .

Frente a este procedimiento, se u t i l i z ó , por primera vez, uno alternativo deno­

minado «decisión de grupo», que i n cl u í a una discusión en grupo acerca de los pro­

bables obstácu l os q ue encon trarí a quien pretendie ra int ro du ci r un cambio ge ne ral o

específico en l os há bitos a l imen t arios de una fa mi li a . A las amas de casa p ar ti c i pa n ­

tes en estas d i scusiones g ru p a l es ta m bi é n se les p ro p or ci ona b a l a m is m a in fo r m a ci ó n

que en el pro cedi m ien t o de con fe rencia, p ero sólo una vez que los grupos se habían

impli ca d o lo s ufi cie nt e como p a ra i nteresarse p or desc u brir si se pod ían eli m i n ar los

o b st á culos m e n cionados .

En el segui mi e n to que se hizo de la act u a ci ón de l as a m as de casa que se h ab ían

e x puesto a los m ensa j es pers u as i vos, se e n co n tró que s ó lo el 3 por 100 de l a s que ha­

bían asistido a las con f erencias h ab ían int e nt a d o int rod u c i r l os a l i m e nt os en cuestión

en l as die t as de sus fam i l ias , m ie ntra s que el p orce n taje c o rr es p o ndiente e ntre las

que h ab ían asistido a la discusión de grupo era el 32 por 100. Un se gundo exp e ri ­

m e n to , en el que el int e nt o de modificar los hábit os alimenticios se centró en el au­

m e n to de l consumo de lec h e , tanto fr esca como en polvo, obtuvo r es ult a d os simila­

r es , es t a vez con un seg u i m ie nt o de las participantes a las dos y a las cu atr o seman as

de l i nt e nt o de influ encia . Se encontró mayor cambio en la condición grupal, cambio

qu e se m a nt e nía, e incluso se in c r e m e nt a b a, cuatro se m a n a s d es pués . No se trataba,

a d emá s , de un g r up o co h es i vo o muy unido.

P elz (1965, i n v e s t i g a ci ó n o r i gi n a l de 1955) se propuso la contrastación si­

m u lt á n e a de cuatro fa c t o r es r e l a c i o n a d o s co n la participación grupal. Estos

eran l a d i s c u s i ó n de grupo, la de ci s i ó n de e m p r e n der un a a cci ó n (por ejemplo,

a c e p t a r el intento de i n fl u e n c i a ) , e l co m p r o m i so públic o y el g r a d o de c o n s e n s o

dentro d el g r u p o c o n r es p e c t o a la acció n a e m p r e n de r. E n c o n t r ó que el primer

y el tercer fa cto r se mostraban i n e fi c a c e s . Lo qu e p r o d u c ía el cambio era una

combinación d el s e g u n d o y cuarto. Es d e ci r , e l p roc e s o de tomar una decisión

en g r u p o y el g ra d o en que se e s t a b l e c e un co n se n s o d e l grupo en apoyo de e s a

decisión, y ese c o n s e n s o es p e r ci b i do por t o d o s los miemb r os del grupo, es lo

que genera diferencias a fa v o r d e l m é t o do gr u p a l de ca mbio y lo ha ce superior

al de la c o n fe r e n c i a .

Es tos r e s u l t ado s s on c on ve rgent e s con la c o no c ida inv es tigac ió n rea l i za d a e n la

Univ e r s idad de Benni n g t o n por Newcomb ( 1943 , 1952) y por Newcomb y c o l s.

( 1 9 6 7 ) . B e n n i n g t o n e ra una u ni v er s idad p ri v a d a c r ead a en lo s a ñ os t rei nt a para mu­

je r es d e cl as e m e d i a a l t a . En la investigación o ri g i n a l participa ron 5 50 es tud ia nt es,

to d as muje r e s , q u e entre 1 9 3 2 y 194 0 ex p resar o n s u s p u n t os de vis t a r e l at iv o s a va­

rios asu nt os públicos de i n t e r é s p a ra l o s es t adouni d e n ses .


4 74 Psicología social y Trabajo social

Es i m p or t a n t e s e ñ a l a r q u e B c n n i n g t o n era u n a c o m u n i d a d a i s l a d a físicamente y

que l a s e s t u d i a n t e s v i v í a n en r é g i m e n de i n t e rn a d o . Se t ra t a b a de observar si se pro­

ducía a l g ú n c a m b i o de a c t i t u d en el á m b i t o d e l c o n s e r v a d u r i s m o político-económico

d ur a n t e el periodo de entre uno y cuatro años q u e las e s t u d i a n t e s p a s a b a n en la U n i ­

v er s i d a d . La dirección de ésta, así como la i n m e n s a mayoría d e l cl a u s t ro de profe­

sores, m a n t e n ía una ideología l i b e ra l , bastante a contrapelo de la de las fa m i l i a s q u e

enviaban allí a sus hijas y que se caracterizaban por un fuerte conservadurismo. Se

comprobó, en efecto, que existía un cambio en la dirección de un mayor l i b e ra l i s m o

y un menor conservadurismo en las alumnas de B e n ni n g t o n , que reaccionaban con­

tra el conservadurismo de sus propias fa m i l i a s , con el q u e inicialmente estaban de

acuerdo. Este cambio era gradual y se incrementaba en función del número de años

pasados en la Universidad.

En el estudio original (Newcomb, 1943, 1952) se documentó de forma muy de­

tallada la existencia de normas comunitarias dentro de Bennington que sancionaban

la adopción y expresión pública de actitudes no conservadoras hacia una serie de

asuntos sociales, políticos y económicos que en aquellos años (los años treinta) eran

objeto de un fuerte debate público en los Estados Unidos de Norteamérica. Obvia­

mente, el origen de estas normas había que buscarlo en la especial política formativa

que promovía la Universidad de forma muy deliberada.

Las estudiantes cuyo prestigio personal era alto entre sus compañeras resultaban

ser, todos los años, aquellas cuyas actitudes eran, de hecho, marcadamente liberales,

y así eran juzgadas por otras estudiantes que las tenían en alta estima. En este sen­

tido, es digno de subrayar que la tendencia hacia el abandono de las actitudes con­

servadoras era un fenómeno de carácter general, claramente comunitario, típico de

la mayoría de las estudiantes.

Las estudiantes consideradas como resistentes a las expectativas de la comuni­

dad mantenían, por regla general, actitudes distintivamente conservadoras, percibi­

das como tales por sus compañeras. Aquí había tres situaciones diferentes. Algunas

de estas personas sufrían aislamiento social, hasta tal punto que muchas de ellas no

eran conscientes de la existencia en su comunidad universitaria de normas anticon­

servadoras. Otras eran consideradas por el propio psiquiatra de la Universidad

como excesivamente dependientes de sus padres. También había en este grupo re­

sistente al cambio personas juzgadas por sus compañeros como rebeldes o negativis­

tas.

Los últimos datos del estudio original de Bennington se recogieron en 1940.

Veinte años más tarde, concretamente entre 1960 y 1961, se realizó un estudio de se­

guimiento, en el cual se volvió a estudiar el grado de conservadurismo de las perso­

nas que entre veinte y veintitrés años antes habían cursado estudios en Bennington.

Un porcentaje muy elevado de las 550 participantes en el primer estudio volvió a

participar en el segundo. De ellas, 129 mujeres que habían cursado en Bennington al

menos tres años fueron entrevistadas en sus casas personalmente por los investiga­

dores. A 207 que habían cursado menos de tres años se les envió un cuestionario que

devolvieron debidamente cumplimentado.

Los resultados mostraron q u e las personas que habían pasado más tiempo en la

Universidad m a n t e n í a n sus posiciones li b e ra l e s y apenas si habían experimentado

cambios hacia las posiciones conservadoras i n i c i a l e s de sus propias familias. Se apre-


e r o u n a 111 c 11 n 1 u n i f m 111 i d ; 1 d e n l ; 1 , p c r v o n u s q u e p a s a r o n m e n o s t i e m p o e n l a U n i ­

v c t v i d . u l . F n 0 1 1 , 1 , p , 1 l a h 1 , I" . l o '- c , 11 11 h 1C l '- q u e h a h i a n t e n i d o l u g a r e n la U n i v e r s i d a d

icndum ,1 p c 1 , 1 '-1 11 d u r . u u c l o <. v crntc ;if10, '- H ! U l c n t e " . f u e ra ya d e l á m b i t o u n i v c r s i ­

t. 1 1 1 0

1 1 \ C 1 d ; 1 d c 1 0 " ' f 11 i f 1 c a d n d e c ., t ; 1 , c v p c r i c n c i a -, grupalc« n o e , q u e e l g r u p o sea

, 11 : 111 11 1 e u n , l !! C n t c d e c a m h i o < o c i a l v i n o . m ;í , b i e n . q u e c u a n d o l o c s . r e s u l t a m u y e f i ­

c,11. l fa ¡ n cict 1 , 1 , c i r c u n v t n n c i a v . e l g ru p o p u e d e c o n v c r t i r s c también e n u n fa c t o r de

, c , , ..,¡ c n c i .1 a l c a m b i o . e j e r c i e n d o e n t o n c e s u n p ro f u n d o i m p a c t o <oh re l a c o n d u c t a

Cl'II c - p o n d i c n t c de � u <; m i e m b ro s i n d i v i d u a l e s .

Poco, p r o c e s o s g ru p a l e s i l u s t r a n m e j o r este p u n t o q u e el « p e n s a m i e n t o g r u p a l » .

d e - c u b i e r t o y e s t u d i a d o p o r J a n i s ( 1 9 7 2 . 1 9 8 2 ) . q u i e n lo d e f i n e c o m o u n a c i e r t a for­

m a d e p e n ,; a r q u e surge c u a n d o . d e n t r o de u n grupo c o h e s i v o . l a b ú s q u e d a de c o n ­

s c n v o l l e g a a ser t a n a c u c i a n t e q u e h a c e p a s a r a u n s e g u n d o p l a n o l a e v a l u a c i ó n r e a ­

l i s t a de lí n e a s a lt e rn a t i v a s de a c c i ó n . Del e s t u d i o i n t e n s i v o r e a l i z a d o por J a n i s de

casos reales d e grupos q u e h a b í a n a d o p t a d o d e c i s i o n e s q u e l u e g o a c a r r r e a r o n c o n ­

s e c u e n c i a s d e s a s t ro s a s , se deduce q u e el p e n s a m i e n t o g ru p a l p u e d e c a ra c t e r i z a r s e

como u n s í n d ro m e complejo, en el q u e cabe d i s t i n g u i r tres g ra n d e s c a t e g o r í a s de

procesos g ru p a l e s .

La p r i m e r a recoge aspectos d i r e c t a m e n t e r e l a c i o n a d o s con l a c o n d u c t a i n t e r g r u ­

p a l y los c o n fl i c t o s reales o percibidos con o t r o s grupos rivales o, s i m p l e m e n t e , d i ­

fe rentes. El p e n s a m i e n t o g ru p a l se caracteriza por u n a percepción e x a g e ra d a de la

«corrección y r e c t i t u d m o r a l » de los p l a n t e a m i e n t o s del propio grupo y u n a « v i s i ó n

e s t e r e o t i p a d a » , h o m o g é n e a , e x c e s i v a m e n t e u n i fo r m e y h a b i t u a l m e n t e p e y o ra t i v a

d e los m i e m b r o s d e l otro grupo.

La s e g u n d a categoría i n cl u y e u n a s e r i e de i l u s i o n e s c o m p a r t i d a s por los m i e m ­

bros d e l g ru p o en r e l a c i ó n con la c a p a c i d a d de éste p a ra a b o r d a r los p r o b l e m a s a los

q u e se e n fr e n t a . La m á s p el ig ro s a de todas es l a « i l u s i ó n de i n v u l n e r a b i l i d a d » , e s t r e ­

c h a m e n t e c o n e c t a d a con la c o h e s i v i d a d d e l g ru p o . C o n s i s t e e n q u e los m i e m b r o s d e l

grupo c o m p a rt e n l a s c r e e n c i a s de que nada m a l o va a s u c e d e r l e s m i e n t ra s p e r m a ­

n e z c a n u n i d o s . La « i l u s i ó n de u n a n i m i d a d » es un c o m p l e m e n t o de la a n t e r i o r. Los

m i e m b r o s d e l grupo t i e n e n una percepción muy e x a g era d a d e l grado de a c u e r d o

q u e e x i s t e e n t r e e ll o s . T i e n d e n así a dar por s u p uest o que c o m p a r t e n todas o casi to­

d a s l a s c r e e n c i a s y a e v i t a r confirmar tal s u p o s i c i ó n . F i n a l m e n t e , la « ra c i o n a l i z a c i ó n »

es u n proceso q u e a c o m p a ñ a a los dos a n t e r i o r e s y que i n d u c e a s a l t a r s e e l a n á l i s i s

d e t e n i d o y c u i d a d o s o de los p r o b l e m a s que afectan al grupo y a s u s t i t u i rl o por j u s ­

t i fi c a c i o n e s a posteriori de líneas de acción que se e m p r e n d e n no como r e s u lt a d o de

l a d e l i b e ra c i ó n y r e fl e x i ó n , s i n o como e x p r e s i ó n de los deseos y m o t i v a c i o n e s . m u ­

c h a s veces n i confesa dos n i a d m i t i d o s , de la mayoría de los m i e m b r o s del g r u p o .

La t e r c e ra c a t e g o r í a i n cl u y e los aspectos más c o e r c i t i v o s , q u r..: j u e g a n t a m b i é n s u

p a p e l e n l a p r e d i c c i ó n d e l p e n s a m i e n t o g ru p a l. Los procesos a n t e r i o r e s se r ef u e r z a n

con u n a f u e r t e « p r e s i ó n h a c i a la u n i fo r m i d a d » , que se t ra d u c e e n u n r e c h a z o f r o n t a l

de l a s c r í t i c a s d i r i g i d a s por a l g u n o s m i e m b ro s a l p r o c e d i m i e n t o s e g u i d o para a lc a n ­

zar l a d e c i s i ó n g ru p a l , o q u e ll e v a a la s u p r e s i ó n d i r e c t a de la p o s i b i l i d a d de que los

m i e m b r o s del g r u p o e x p r e s e n d u d a s o reservas s o b r e la forma <k a c t u a r de la ma­

yoría g ru p a l. La « a u i o c e n s u r a » f u n c i o n a como u n m e c a n i s m o i n t e r n o con u n a fun­

ción s i m i l a r. F i n a l m e n t e , J a n i s a p u n t a a l a e x i s t e n c i a de u n a f i g u ra muy p e c u l i a r del


476 Psicología social y Trabajo social

p c n s . u u i c n t o g ru p a l , l o s H u m a d o s « g u a r d i a n e s de l a m e n t e » , m i e m b ro s del grupo

que 1 0 111 ¡ 111 a su cargo la t a r e a de m a n t e n e r l a o r t o d o x i a g ru p a l y d e n u n c i a r l a s po­

s i b le s d e s v i a c i o n e s .

E n los e s t u d i o s r e a l i z a d o s por J a n i s y o t ro s a u t o r e s p o s t e r i o r e s e l p e n s a m i e n t o

g ru p a l se revela d o t a d o de u n a e n o r m e fuerza para i m p o n e r un d e t e r m i n a d o curso

de acción a los i n t e g ra n t e s del g ru p o . Esto p u e d e ir en la d i r e c c i ó n d e l c a m b i o , o en

la d i r e c c i ó n de m a n t e n e r l a s cosas como e s t á n , en función de c u á l e s sean en ese mo­

m e n t o concreto los deseos y aspiraciones de la mayoría de los m i e m b ro s del grupo.

Pero, ¿ c u á l p u e d e ser el detonante de esta línea de actuación grupal tan acrítica?

No existe u n a respuesta ú n i c a . El autor s e ñ a l a que puede deberse a características

del propio grupo, tales como u n a a l t a cohesividad o un elevado aislamiento, y a la

ausencia de procedimientos y métodos de evaluación y contrastación de informacio­

nes. El liderazgo puede llegar a ser decisivo en el pensamiento grupal. Si es excesi­

vamente directivo, y el grupo acaba por aceptarlo, desembocar en el pensamiento

grupal será un resultado más que probable. Al líder le resultará sencillo eliminar en

los miembros del grupo la esperanza de encontrar una solución mejor de la que les

ofrece. Por último, el estrés situacional al que se ve sometido el grupo puede ser, en

ocasiones, un factor coadyuvante.

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