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“La dismaternidad en la mujer delincuente”, de Cesare Lombroso, publicado en 1899 en la revista Criminología Moderna da

respuesta a las críticas observadas por Griffith, director general de las cárceles inglesas, sobre la idea de “dis-maternidad”.
Griffith: en cárceles las presas mostraron afectaciones hacia sus niños. Lombroso creía que el amor materno podía mostrarse
como ficticio en ciertas ocasiones, y que dicha acción era una forma de “simulación” para buscar compasión o para
proporcionarse una distracción en el espacio de encierro.

Lombroso expresa que la criminalidad de la mujer está atada a su “función social: al amor y a la maternidad”, y vincula el
delito a la falta de “caracteres femeniles”. Los divide en corporales (aspecto viril, vellos desarrollados, cabellos oscuros) y
morales (la dismaternidad y la falta de pudor).

El autor definió la dismaternidad como la aversión hacia los hijos, y considera que es característico de los criminales.

Como se dijo, respecto de las mujeres delincuentes en la cárcel, sostuvo que había situaciones que en apariencia podrían
asociarse a la maternidad pero que para él formaban parte de una ficción temporal.

Planteó que el sentimiento materno que mostraban algunas mujeres en ese contexto debía entenderse en el marco de una
vida alterada por el encierro, muy distinta de “la habitación en el mundo libre, donde los instintos perversos tienen libre
desahogo”.

Comparó la “dismaternidad” con el horror hacia el trabajo, para él tan característico en el criminal nato, por los largos
momentos de ocios de la cárcel, muchas veces los presidiarios son los más activos trabajadores del mundo, para pasar el
tiempo.”

Con esta hipótesis explica la “falsa maternidad” que para él algunas mujeres desarrollan en la cárcel por la ausencia de
obligaciones que implica ser madre en ese contexto, “si tan solo gozan de sus ventajas, como las de acariciar o mecer un niño,
es natural que demuestren en ello un vivo interés”.

Además, decía que las mujeres madres simulaban interés maternal para obtener beneficios, como compasión o para
distraerse en la cárcel.

También asocia la “falsa maternidad” a la histeria, a la inmoralidad y a la lujuria. “y aquí debo comunicar un hecho curioso y
de difícil explicación si no fuera por las contradicciones del histerismo: Todas las mujeres –al menos las que he encontrado en
la cárcel condenadas por servicias horribles contra sus hijos y que, por tanto, demostraban ser anómalas en cuanto a la
maternidad- eran sin embargo de una delicadeza de habitudes y de tratos extraordinarios en la cárcel (…) Tuve un caso en
que el afecto de la maternidad lo fue en un grado excepcional pero turbado por la criminalidad. Se trata de una histérica
quizá, e indudablemente inmoral y lujuriosa, que mientras prefería a un hijo joven y pervertido incitándolo a matar a su
padre (…) no sentía afecto alguno por sus otros dos hijos a quienes descuidaba por completo” (LOMBROSO, 1899, p.202).

Lombroso aportó con el concepto de “dis-maternidad”, un análisis sobre la falta de atributos maternales en las mujeres que
implicarían transgresiones morales y penales por parte de estas.

Los delitos cometidos por mujeres son más bajos que en el caso de varones, pero las mujeres tienen una naturaleza “más
cínica, más cruel, más brutal”.

La criminalidad femenina la asocia a rasgos físicos y factores hereditarios, y también a la falta de instinto maternal y falta de
una sexualidad ordenada.

Monstruos físicos y morales, fieras humanas que daban muerte a los hijos de su bestial prostitución, las infanticidas eran
clave para la construcción de una teoría sobre la criminalidad femenina
[…] siendo la maternidad un sentimiento esencialmente normal y común a casi todos los seres, es natural que resida ante
todo en las mujeres criminaloides que forman la mayoría en la cárcel y aun en las criminales natas cuando se colocan en
condiciones de aparentar un sentimiento cuya falta es una inmensa vergüenza. […] Muchas veces el sentido de la maternidad
es simulado para provocar compasión o para proporcionarse una distracción en la cárcel.

En La mujer delincuente, LOMBROSO Y FERRERO (1893;2004) señalaron que las mujeres están menos inclinadas
congénitamente al delito que los hombres. En este trabajo, articulado con otros en los que desarrollaron categorías como
“monstruosidad” o “criminal nato”, planteaban que si bien la inferioridad biológica de la mujer la convertía en sujeto con
poca habilidad para planificar un delito, eso no la hacía menos criminal que el hombre. Sostenían que las mujeres cometían
menos delitos que los hombres, pero con mayor perversión y crueldad por su insensibilidad al dolor, que eran celosas y
vengativas, y deficientes morales con comportamientos similares a los niños.

Se demoniza/criminaliza la biología femenina, porque el control social inquisitorio del siglo XV que produjo la persecución de
miles de mujeres, y su confinamiento a la esfera privada del hogar, en un rol de producción de recursos humanos, y el
mandato de maternidad y cuidado. Toda conducta que no se ajuste a ese mandato, incluso el silencio, es lo que Lombroso
define como “aversión a los hijos”, denominada como “dismaternidad”.

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