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Barbosa E. F. y Moura D. G. (2013).

Proyectos
educativos y sociales. Planificación, gestión,
seguimiento y evaluación. Madrid. Narcea. 281 pp.

Cáceres, J., Martínez, A., Rijo, G.

La obra de Barbosa y Moura (2013) tiene como objetivo principal el


abordaje de los conocimientos básicos sobre planificación y gestión de
proyectos. En efecto, ofrece un sistema coherente y organizado respecto a
los conceptos y métodos aplicables al trabajo con proyectos educativos,
contribuyendo a la optimización de los recursos. Presentado como
material didáctico de asequible lectura permite ser utilizado por docentes
de todos los niveles de enseñanza, así como estudiantes, investigadores,
técnicos, etc. Así también, la sistematización de conceptos y métodos para
la elaboración de proyectos convierte a esta obra en un excelente manual
de coordinación y gestión durante todo el recorrido.

El libro está estructurado en tres secciones: la primera parte consta


de cinco capítulos en los que se aborda en profundidad los conceptos y
metodologías básicas para la concepción y planificación de proyectos,
incluyendo métodos de supervisión y evaluación. La segunda parte se
compone de dos capítulos que tratan sobre procedimientos de ejecución,
control y evaluación de proyectos. La tercera y última parte, también
compuesta por dos capítulos, aborda conceptos y cuestiones relacionadas
con la enseñanza y aprendizaje mediante proyectos y con la formación de
los recursos humanos necesarios para planificar y gestionar proyectos
educativos. Por último, los autores presentan un apéndice en el cual a
modo de ejemplo, muestran un proyecto ilustrativo desarrollado por ellos
mismos para la elaboración del libro, siguiendo todo el procedimiento de
principio a fin, aplicando el modelo y metodologías que dan forma a la
obra.
Barbosa y Moura (2013) destacan en primera instancia, la estrecha
relación entre proyecto educativo y la pedagogía de proyectos, o bien, los
proyectos de aprendizaje. Resulta significativo el hecho de que las
actividades puedan ser realizadas por los propios estudiantes, supervisados
y orientados por los docentes; ello facilita la construcción del conocimiento
y la formación de habilidades y competencias, debido a que el aprendizaje
se presenta contextualizado y significativo. En efecto, los autores definen al
proyecto educativo como una

iniciativa o conjunto de actividades con objetivos claramente definidos en


función de problemas, necesidades, oportunidades o intereses, de un
sistema educativo, de un educador, de grupos de educadores o de
alumnos, con la finalidad de realizar acciones orientadas a la formación
humana, a la construcción del conocimiento y a la mejora de los procesos
educativos. (p. 14)

Uno de los objetivos principales que destacan Barbosa y Moura en


cuanto al desarrollo de proyectos educativos es la atención de necesidades
internas o externas, la búsqueda de soluciones, la adquisición de
conocimientos nuevos, así como la mejora del funcionamiento de la
institución educativa. En este sentido, señalan la importancia de implantar
nuevas metodologías de enseñanza, investigar acerca de los resultados del
trabajo pedagógico en la comunidad, la elaboración de recursos didácticos,
el desarrollo de nuevas orientaciones pedagógicas, así como mejorar el
rendimiento escolar de los educandos.

En relación con lo anterior, es de gran relevancia el desarrollo de


proyectos en tanto que requieren una intensa participación humana. No
obstante, cabe aclarar que “todo proyecto implica la realización de un
trabajo, pero no todo trabajo supone, necesariamente, un proyecto”
(Barbosa y Moura, 2013, p. 16). En tal sentido, es realmente necesario
establecer claramente los conceptos y metodologías. La planificación y
gestión de actividades basadas en proyectos difiere en gran medida de
aquellas actividades funcionales. La planificación y gestión de proyectos
requiere el manejo de un conjunto de conocimientos específicos. Esta
diferenciación entre proyecto e investigación es clave para comprender
que un proyecto puede considerarse como una iniciativa que tiene la
finalidad de producir algo nuevo; no obstante, la investigación tiene como
finalidad la producción de un conocimiento.

A partir de lo anterior, Barbosa y Moura (2013) clasifican diversos tipos


de proyectos según los objetivos que implican cada uno de ellos: los
proyectos de intervención tienen la finalidad de promover la introducción
de modificaciones positivas en la estructura o dinámica de la organización
o contexto de trabajo; los proyectos de investigación tienen como objeto
principal la obtención de conocimientos sobre una determinada
problemática, que garantiza la verificación empírica; los proyectos de
desarrollo se enfocan en la producción de nuevos servicios, actividades o
productos, los cuales pueden devenir en nuevos materiales didácticos, el
desarrollo de una nueva organización curricular, asignatura, software, etc.;
los proyectos de enseñanza se llevan a cabo dentro de una o más
disciplinas siguiendo los contenidos curriculares, y están dirigidos a
mejorar el proceso de enseñanza-aprendizaje. Se trata de proyectos que
refieren al área educativa y al ejercicio de la docencia.

Otra de las consideraciones de gran importancia en el trabajo con


proyectos educativos señaladas en el libro es la necesidad de armonizar la
terminología, los conceptos y los métodos. De este modo, destacan la
estrecha relación de las actividades con la formación en competencias,
como promover el trabajo cooperativo y estimular la iniciativa, la
realización de aprendizajes significativos, la identificación, análisis y
resolución de problemas, la promoción de la creatividad, la comunicación,
etc.

En cuanto al concepto, los autores señalan que es un componente


de envergadura del plan del proyecto, debiendo responder a cuestiones
tales como: de qué trata el proyecto, qué situación o problema dio origen al
mismo, qué significación tiene el destino de recursos, cuáles son sus
finalidades, qué resultados se esperan, qué volumen de recursos requiere,
y quiénes se beneficiarán con ello. En segundo lugar, presentan las
características del plan de acción. Su estructura debe contener todos los
procedimientos y recursos que serán movilizados para su ejecución; debe
especificar las acciones, actividades, tareas, recursos, y enmarcarlas en el
tiempo y espacio de realización. Como tercer aspecto clave, el plan de
control y evaluación es un documento estructurado sobre el seguimiento
de la ejecución del proyecto. Se trata de la supervisión sistemática de los
procesos ejecutados, así como la observación y verificación del estado del
proyecto para evaluar en qué medida se están alcanzando los resultados
esperados.

En cuanto a la definición del problema, Barbosa y Moura (2013)


sostienen que es uno de los requisitos más importantes para el éxito de un
proyecto: la claridad de tal definición respecto a la situación generadora es
la base de la etapa de elaboración de objetivos y de los resultados que
esperan ser alcanzados. Dada su precisión puede determinar la manera de
sistematizarlo, convirtiéndose en un factor decisivo para las siguientes
etapas.

En relación a lo anterior, consideran de suma relevancia la


justificación del proyecto; en tanto que el problema generador se presenta
complejo y poco conocido resulta trascendental su fundamentación
respecto a la descripción histórica, el contexto, diagnóstico situacional, y
todo elemento que contribuya a su comprensión.

Según Barbosa y Moura (2013) los proyectos de enseñanza tienen la


finalidad de producir formas y medios orientados al proceso de
enseñanza-aprendizaje de determinada disciplina o conjunto de
disciplinas. Son desarrollados por los propios estudiantes dentro del
contexto escolar bajo el seguimiento del docente. Su objetivo es el
aprendizaje de contenidos y el desarrollo de competencias y habilidades
específicas. Su elaboración por parte del equipo de docentes debe tener
como meta implantar la metodología de proyectos de trabajo con
estudiantes en un contexto determinado. El método está asociado al
modelo que se pretende implementar en el desarrollo del conjunto de
técnicas. Mario Bunge (1980, en Barbosa y Moura, 2013), define al método
como un procedimiento regular, explícito y susceptible de repetirse para
conseguir alguna cosa, sea material o conceptual.

En tal sentido, el proyecto educativo determina el método didáctico


que va a ser utilizado en el aula en una situación determinada, y constituye
una oportunidad de organización y realización de la labor docente, lo que
contribuye sustancialmente al enriquecimiento de las actividades. A su vez,
Barbosa y Moura (2013) destacan que

Ser profesor experimentador o investigador requeriría adoptar una postura


reflexiva, desarrollando la capacidad de analizar la propia práctica con el
objetivo de producir mejoras en las actividades del aula. Para Stenhouse, la
investigación cotidiana en la escuela no solo debería implicar a los
profesores, sino también a los alumnos y a toda la comunidad escolar.
Surge aquí la idea de la investigación-acción, como un tipo de
investigación que llevar a cabo en colaboración con investigadores
universitarios o, preferentemente, a cargo de los mismos profesores
responsables de las actividades del aula. (p. 208)

Por otra parte, los autores destacan los aportes de una investigación
realizada por Ludke (2001, en Barbosa y Moura, 2013) con respecto al tema.
La autora da detalles sobre un estudio realizado para comprobar la
percepción y la disposición de los docentes de educación básica en
relación con la práctica de actividades de investigación en el trabajo diario
de los docentes. En base a este estudio, la autora señala que entre ellos, se
han encontrado profesores de educación básica de instituciones
consideradas de alto rendimiento, un gran número de trabajos
relacionados con la investigación y también, diferentes tipos de
investigación. El resultado de la misma señala que la mayoría de ellos
están muy dedicados a cuestiones muy prácticas, rutinarias, o básicas,
estas difícilmente corresponde a un concepto más estricto de
investigación.

Por estos motivos es que toma relevancia la posición de un educador


investigador, la propuesta de un proyecto de enseñanza, representa una
brecha más fiel y plausible para el docente en su desempeño en el aula. De
esta manera, se podrían hacer más viables otros proyectos, abarcando un
radio más grande de investigación. Se puede considerar que la actividad
docente al frente del aula es suficientemente estimulante y enriquecedor
como para poner en práctica el conjunto de habilidades y competencias
recomendadas para los docentes, independientemente del tipo de
proyecto que emprendan.

Siguiendo la línea de trabajo, Barbosa y Moura fundamentan su


postura con diversos autores que han hecho aportes muy importantes en
cuanto al tema, y destacan que los proyectos de trabajos adquieren en la
actualidad gran impulso. Una diversidad de trabajos y experiencias
escolares se refieren al potencial de los proyectos de trabajo como
contribución a la mejora del proceso educativo, principalmente en lo que
se refiere a la promoción de un aprendizaje significativo, en contraposición
al aprendizaje tradicional de tipo verbal, retórico, libresco, con énfasis
teórico y descontextualizado.

Otro aspecto relevante que destacan los autores, deriva del uso
excesivo de recursos virtuales en los procesos educativos, hay que destacar
la cantidad de información a la que tiene acceso los estudiantes en la
actualidad mediante el uso de tecnología, esto incide de manera negativa,
limitando el desarrollo cognitivo de los alumnos. En este aspecto los
autores destacan la importancia de los proyectos de trabajo, estos
contribuyen a la formación del ser humano, de carácter integral, exige el
desarrollo de un equilibrio fundamental entre factores relativos a la
abstracción racional y factores relativos al desarrollo sensible y
sensoriomotor. La propuesta de enseñanza mediante proyectos representa
una forma importante de considerar todos los elementos referentes a la
formación integral del ser humano. En la misma línea, señalan que diversos
estudios revelan un nuevo tipo de trastorno llamado fatiga de información
o sobrecarga de información. Se trata de un problema resultante de la
exposición excesiva y sin control a fuentes de información cuyo contenido
es muy superior a la capacidad de asimilación de los usuarios de sistemas
de información como internet. Con este panorama es que los autores
enfatizan que no es posible para la capacidad humana de absorber el
volumen de información contenida en los medios electrónicos.

Para abordar esta problemática Moura y Barboza destacan los


aportes de Gadotti (1994, en Barbosa y Moura, 2013) que hace referencia al
aprendizaje significativo, y establece un paralelismo con los métodos de los
proyectos, este autor sostiene que aprendizaje significativo se verifica
cuando el estudiante percibe que aquello que estudia se relaciona con sus
propios objetivos y que un aprendizaje significativo obtiene a partir de
acciones propias. El aprendizaje se ve facilitado cuando el alumno participa
de manera empírica en un proyecto.

Podemos pensar que estos aportes están inmersos dentro de un


paradigma que plantea la educación para construir crítica, por así decirlo.
Tal análisis se puede sostener por los autores Hernandez y Ventura (1998,
en Barbosa y Moura, 2013), que los determinados autores mencionan, ya
que su visión de los proyectos está basada en que los mismos tienen que
explorar problemáticas reales de la globalidad.

Para llevar a cabo lo mencionado los autores proponen 3 categorías


para los determinados proyectos: Proyectos constructivo; Proyecto
investigador y proyecto didáctico. Proponiendo, a su vez, 4 pilares para el
desarrollo del mismo:

• La libertad de elección del tema del proyecto por parte de los


alumnos (mediante negociación con el profesor).
• La formación de grupos de alumnos para desarrollar el proyecto
(trabajo en equipo).

• La visión de un laboratorio abierto, sin fronteras, con la utilización de


múltiples recursos, aportados incluso por los mismos alumnos, como
base para la realización del proyecto.

• La socialización de los resultados del proyecto. (p. 212)

Dentro de estos 4 pilares los autores se centran en el primero,


mencionando que suele ser el más complejo de tratar pero el que tiene
más injerencia en el mismo, debido a que la libertad de elección de los
estudiantes sobre el tema hace que el compromiso esté presente en los
mismo. Aunque, ellos mencionan que hay casos donde la libertad de
elección no es posible, debido a diferentes contextos, no es algo a
considerar a la hora de hacer un proyecto. En efecto, la libre elección de un
tema es recomendable para los proyectos, pero se pueden dar casos
donde no sea necesario.

En definitiva, estos puntos se tratados se pueden resumir en:


Determinar la cantidad de participantes por grupo, adecuado a la
experiencia pertinente; determinar un periodo límite de concretación de
un proyecto; elección del proyecto por parte de los alumnos o por
negociación de los estudiantes y el profesor; una finalidad útil para el
mismo, es decir, que el mismo puede ser aplicable por el estudiante;
multiplicidad de recursos para poder desarrollar el proyecto; socializar el
proyecto dentro del aula, la institución o la comunidad, siendo los autores
los que presenten el mismo.

En conclusión, podemos destacar que los autores aunque no


desarrollan de una forma específica la forma de tratar con los proyectos de
trabajo, dejan dibujado un panorama el cual sirve para saber que
consideraciones cada profesor tiene que tener para poder realizar un
exitoso trabajo.
Bibliografía:

BARBOSA E. F., MOURA D. G. (2013). Proyectos educativos y sociales.


Planificación, gestión, seguimiento y evaluación. Madrid. Narcea.

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