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1 - ¿Qué es el reino de Dios?

A pesar de vivir en una época donde los avances en transporte, comunicaciones, medicina y otras
ciencias permiten un bienestar impensando hace 1 o 2 siglos atrás; el ser humano sigue lejos de
alcanzar la felicidad y la seguridad. El avance en aspectos filosóficos y derechos humanos tampoco
ha logrado este objetivo. La pregunta acerca del sentido de para qué existe el ser humano, su lugar
en la historia y hacia dónde se dirige sigue sin responderse.

La fe de hebreos y cristianos expresa su esperanza en términos del reino de Dios. Esta esperanza
bíblica está profundamente arraigada en el Antiguo Testamento y está basada en la confianza de que
existe un Dios vivo y eterno, que se ha revelado por sí mismo a los hombres y tiene propósitos para
la raza humana que ha escogido, los que se han de cumplir a través de Israel. Es una esperanza
religiosa de paz, salud y seguridad (Isaías 11:6).

Luego vino Jesús de Nazaret con el anuncio de "arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha
acercado" (Mateo 4:17). El tema de la venida del reino de Dios fue lo central de Su misión: hay que
entrar en él (Mateo 5:20; 7:21), está presente en la oración enseñada (Mateo 6:10), prometió volver
para traer las bendiciones del reino (Mateo 25:31, 34), etc.

La Iglesia Cristiana tiene una aplastante diversidad de explicaciones acerca de que es el reino de
Dios; que van desde una realidad subjetiva relacionada con el espíritu humano; hasta el otro extremo
de definirlo como una realidad apocalíptica futura sobrenatural. Otra interpretación lo relaciona con la
iglesia: cuando ésta se expande, se expande el reino, para proclamar el evangelio que ofrece
salvación. En medio de esto, afecta los órdenes social, económico y político. Aún otra interpretación
muestra al reino como un modelo ideal para la sociedad humana.

Cuando se busca en la Biblia acerca del reino de Dios, se encuentran también muchas
declaraciones, que tocan múltiples aspectos. El reino de Dios es tanto una realidad presente de
justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo (Romanos 14:17); y al mismo tiempo una herencia que Dios
legará a su pueblo cuando Cristo vuelva en gloria (Mateo 25:34). El reino es una realidad en los
seguidores de Jesús que fueron trasladados al reino (Colosenses 1:13) y al mismo tiempo es una
realidad futura, al cual "será otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor
y Salvador Jesucristo" (2 Pedro 1:11). También en (Mateo 8:11, 13:41,43). Y otra referencia a realidad
presente en Lucas 17:20,21 "El reino de Dios no vendrá con advertencia; ni dirán: Helo aquí, o helo
allí, pues el reino de Dios está en medio de vosotros". Aunque el reino afecte al mundo (Lucas
13:18-21) no es de este mundo (Juan 18:36).

Varios otros pasajes pueden citarse para apoyar una u otra interpretación: Mateo 12:28, 1 Corintios
15:50, Romanos 14:17, Juan 3:3, Apocalipsis 11:15, Mateo 8:11, Lucas 12:32, Mateo 10:15. Por lo
que ninguna explicación sencilla alcanza para abarcar su significado completo.

Una posible solución básica es lograr comprender el significado de la palabra “reino”. Éste término
tiene un sentido diferente en los idiomas occidentales modernos respecto de lo que significaba en la
época bíblica. Hoy lo entendemos como “un dominio sobre el cual un rey ejerce su autoridad” o
"territorio o estado con sus habitantes sujetos a un rey." Utilizar estos significados nos lleva a una
errada interpretación de la verdad bíblica.

Algunos definen el reino de Dios como "realidad espiritual que tiene como jefe a Dios."
Esta definición no puede hacer justicia a los versículos que hablan de la venida del reino con señales
de gloria y poder en la segunda venida de Cristo. Y del otro lado quienes sostienen la idea de reino
de Dios es una realidad futura que será inaugurada en la segunda venida de Cristo, no pueden hacer
justicia a las enseñanzas que hablan del reino de Dios como una realidad espiritual presente.
Tampoco hay suficiente base bíblica para fundamentar que el reino es un pueblo o la iglesia.

Se hace necesario buscar el significado de la palabra “reino” en términos bíblicos. La primordial


enseñanza de la palabra hebrea malkuth del Antiguo Testamento y la palabra griega basileia del
Nuevo Testamento es el rango, la autoridad y soberanía ejercida por el rey. El dominio o los súbditos
sobre quienes se ejerce la autoridad son conceptos secundarios. Ejemplos de reino: Esdras 8:1, 2
Crónica 12:1, Daniel 8:23, Jeremías 49:34, 2 Crónicas 11:17; 12:1; 26:30; Esdras 4:5; Nehemías
12:22, etc. Cuando la palabra menciona el reino de Dios, siempre se refiere a Su señorío, Su
gobierno, Su soberanía, y no a la realidad sobre la cual ejerce autoridad. Ejemplos: Salmo 103:19;
145:11,13, Daniel 2:37; 5:25.
La referencia en Lucas 19:11,12 explica claramente el concepto de “recibir un reino” o “ser coronado
rey”, como recepción de autoridad. Lo mismo habría ocurrido con Herodes El Grande en el 40 A.C.
de parte de los romanos.

El reino de Dios es Su realeza. Su gobierno, Su autoridad. No es por lo tanto un realidad fisica sino el
señorío o reinado de Dios. Para entrar en la futura realidad del reino, uno debe someterse en plena
confianza al gobierno de Dios aquí y ahora (Marcos 10:15). Vemos el mismo concepto en “buscar su
reino y justicia..” (Mateo 6:33) y en pedir "venga tu reino", para que Dios reine, y para que manifieste
Su soberanía y poder.

Sin embargo, un reino sin un dominio sobre el cual ejercer la autoridad carece de significado, por lo
que encontramos que el reino de Dios es una realidad en la cual el reino de Dios puede ser
experimentado; y a veces la Biblia habla del reino como dominio en el cual entramos en la actualidad
(Lucas 16:16; Mateo 21:31); a veces habla como si fuera en el futuro (Marcos 9:47; Marcos 10:23;
14:25; Mateo 7:21)

Por lo expuesto hasta ahora se encuentra un concepto triple: (1) Ciertos pasajes se refieren al reino
de Dios como el gobierno de Dios. (2) Ciertos pasajes se refieren al reino de Dios como dominio en el
cual podemos entrar ahora para experimentar las bendiciones de Su reino. (3) Otros pasajes se
refieren a un reino futuro que vendrá a ser realidad sólo en la segunda venida de nuestro Señor
Jesucristo. Se hace necesario estudiar cada pasaje en su contexto para intentar reunirlas una
interpretación general.

El reino de Dios es el reino soberano de Dios, manifestado en diferentes etapas a través de la


historia de la redención. El hombre ha de entrar en el dominio del reino de Dios en diferentes grados
(y disfrutar de sus bendiciones), siendo la era venidera, popularmente llamado cielo, la perfección de
la plenitud del mismo.

Orar "venga tu reino, sea hecha tu voluntad en la tierra así como en el cielo", significa tanto la
esperanza de una consumación divina futura; como también el pedido de ejecución de la autoridad
de Dios en el presente.

2 - El reino es futuro

Del capítulo anterior obtenemos una descripción básica del reino de Dios, que es básicamente su
gobierno y soberanía divina. Ésto se manifiesta de distintas formas tanto en el presente (por la
primera venida de Cristo, es decir, la Encarnación) como en el futuro. En el presente, la voluntad de
Dios no es realizada de manera perfecta, lo cual ocurrirá en la segunda venida de Cristo (parusía);
pero aún así quienes entran en el reino de Dios comienzan a disfrutar de Sus bendiciones esperando
aquel día. El resto de este capítulo estará enfocado en el aspecto futuro del reino de Dios.

Comenzar a delinear el aspecto presente del futuro implica contrastar la vida presente (diríamos, en
la tierra) y la futura (en el cielo). La primera es vivida dentro del tiempo; la segunda fuera del tiempo,
o sea, en la eternidad.

El concepto de mundo y tiempo en la Biblía provienen de dos palabras griegas, que según la
traducción utilizada, pueden oscurecer su significado. La primera es “kosmos”, que significa “algo que
está en adecuado orden o armonía” y en su uso más común en griego es el mundo como la suma y
el total de cuanto constituye un universo ordenado. La segunda es “aion”, de donde viene “eon” y
significa “edad” (espacio de tiempo) y se traduce también como “siglo” y “mundo”.

Al profundizar este estudio, se observa que la edad presente y la futura están separadas por la
segunda venida de Cristo y puede deducirse de pasajes como Mateo 24:3 y Lucas 20:34-36.
Precisamente en éste último Jesús dice que quienes resuciten ya no morirán jamás. Entonces, sería
entendible ubicar la segunda venida de Cristo con la resurrección de los muertos en forma conjunta o
muy cercana; y luego el comienzo de la eternidad, es decir, un tiempo sin fin.

Este siglo está dominado por el mal, la perversidad y la rebelión contra la voluntad de Dios, en tanto
que el siglo venidero es la época del reino de Dios. Gálatas 1:4 dice que Cristo "se dio a sí mismo
por nuestros pecados para librarnos del presente siglo malo". Efesios 2 expone esta edad
claramente. Efesios 2:1-3 incluye la frase “en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo”,
donde en el griego se incluyen tanto “aion” como “kosmos”. Aunque son conceptos diferentes, están
relacionados, por estar bajo la influencia del príncipe del aire (Satanás), quien induce a los seres
humanos a vivir desagradando a Dios. Por lo tanto, quienes así viven se mantienen como “hijos de
desobediencia”, sobre los cuales caerá la ira de Dios.

En la parábola del sembrador, las personas representadas por el terreno con espinos (Mateo 13:17)
son justamente aquellas que son “ahogadas” por el afán de este siglo y el engaño de las riquezas,
por lo que quedan sin fruto. El carácter de este siglo es ahogar la obra de la palabra de Dios y su
espíritu es hostil al evangelio.

Existe un conflicto entre la edad y el evangelio del reino, bien expresado en 2 Corintios 4:3,4: "Pero si
nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto; en los cuales el dios
de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del
evangelio de la gloria de Cristo." Este pasaje muestra al enemigo con un gran poder, permitido por
Dios, para ejercerlo a fin de, no arrastrar a los seres humanos al pecado por la fuerza; sino cegarlos
al entendimiento y gloria de Dios. El ser humano sigue siendo, aún así, un agente moral libre por lo
que es responsable ante el juicio de Dios.

Aquí está la raíz del mal: ceguera, tinieblas, incredulidad. El mal ético y moral es secundario frente al
religioso, porque el hombre es responsable primero ante Dios. La raíz del pecado se encuentra en no
querer reconocer con gratitud los dones y la bondad de Dios (Romanos 1:21), que actualmente son
concedidos en Cristo. Entonces, la manifestación primaria de la influencia satánica y del mal está en
la ceguera relacionada con el evangelio de Jesucristo. El deseo básico de Satanás es mantener al
hombre apartado de Cristo.

Que a Satanás se le llame el dios de este siglo no significa que Dios haya sido destronado ni que Su
mano haya sido retirada del control del universo. Por esto la época actual es mala, pero el reino de
Dios, manifestación perfecta del gobierno y de su dominio pertenece al siglo venidero.

Una ilustración de ésto se encuentra en la conversación de Jesús con el jóven rico en Mateo
19:16-24. El jóven pregunta por requisitos para la “vida eterna” y Jesús responde que a los ricos le
será dificil entrar en “reino de los cielos” (v.23) y “reino de Dios” (v.24). De este pasaje también se
deduce que se puede intercambiar “vida eterna”, “reino de los cielos” (expresión aramea) y “reino de
Dios” (expresión para público griego). Se puede agregar, por el versículo 25, que la salvación hace
también referencia al reino de Dios, como la misma bendición a recibir en la segunda venida. Los
impedimentos para esta salvación, representados con la gran dificultad de pasar un camello por el
ojo de una aguja por Jesús, son todos los afectos que alejan al ser humano de convertirse en
discípulo de Cristo, lo cual es un milagro.

Pero para los que han experimentado este milagro en sus vidas, Jesús dio hermosas promesas en
los versículos 28 y 29: bendiciones para esta época, aunque mezcladas con persecuciones; y la vida
eterna.

La vida eterna (o reino de Dios) pertenece al siglo venidero. Si fuera lo único que encontráramos en
la Biblia, entonces sólo heredaríamos la vida eterna el día cuando Cristo vuelva nuevamente.
Avanzando en este pensamiento, según 1º Corintios 15, debemos pasar por la resurrección para que
nuestros cuerpos sean transformados y puedan ingresar en el reino de Dios.

Las parábolas del trigo y la cizaña, y la red de Mateo 13, encontramos que justos e injustos crecen
juntos, pero al final del siglo serán separados en el juicio: los justos a disfrutar el reino y los malos al
castigo. La parusía separa esta edad mala de la edad futura, donde el mal será desplazado. La edad
futura, la perfección del reino de Dios, está por lo tanto en un nivel más alto que la edad actual.

Otros pasajes de las Escrituras muestran que el pasaje entre una edad y la otra incluye una
transición, que se denomina usualmente “el milenio”, donde los santos son elevados al rango de
gobernantes con Cristo por mil años luego de la parusía (Apocalipsis 20:1-6).

La interpretación de este pasaje plantea difíciles que no son objetivo de este estudio, y que deben
debatirse en libertad, respeto y amor. En lo referido al reino de Dios, este milenio es un periodo de
tiempo manifestación de la gloria de Cristo, que se entiende posterior (?) a la época de la Iglesia y
previo a la época de soberanía del Padre, cuando Cristo mismo le entregue su reino (1 Corintios
15:24-28).

El problema por el momento está en dónde da cabida a ese intervalo la doctrina del Nuevo
Testamento de los dos períodos. La solución se encuentra en lo que podemos llamar la perspectiva
profética bíblica que se observa por todas las Escrituras proféticas. Comúnmente, los profetas,
conforme visualizaban el futuro, iban hablando de los acontecimientos que habían de ocurrir sin tratar
de dar secuencia temporal a las varias etapas del cumplimiento de los propósitos de Dios. No
solamente es visto el futuro distante como un suceso sencillo aunque, complejo, sino que el futuro
inmediato y el futuro distante se describen como si formaran parte de un mismo acto de Dios.
Ejemplos en Amós 5:18-27; 9:11, y Joel 1:1-20.

Este mismo fenómeno se halla en el Nuevo Testamento: Mateo 24, Marcos 13 y Lucas 21 describen
la destrucción de Jerusalén (66-70 D.C.) con un trasfondo escatológico. Otros ejemplos son
Apocalipsis 13 y 2 Pedro 3:12,13.

En el Antiguo Testamento hay profecías que describen la venida de un mesías sufriente y humilde
(Isaías 53 y Zacarías 9:9, 10); otras que describen un rey victorioso del linaje de David (Isaías 9:6-7),
y aun una profecía de la venida del celestial Hijo del Hombre en Daniel 7. Pero no están relacionadas
ni se refieren específicamente a la época actual, al milenio o al siglo venidero.

En el Nuevo Testamento, encontramos que hay dos etapas escatológicas antes del establecimiento
del reino de Dios. Al analizar 1 Corintios 15:20-28 y particularmente Apocalipsis 20 (especialmente
versículos 2-3, 4-5 y 12-13 muestran una resurrección al principio del milenio, luego del
encadenamiento de Satanás; y luego otra segunda a su fin, cuando Satanás es liberado y de
desarrolla la lucha final, en la cual es derrotado definitivamente y arrojado al lago de fuego.
Sólamente con lo expuesto en Apocalipsis es visible que la derrota de Satanás será en dos etapas
separadas por el milenio.

El milenio no es la manifestación perfecta y final del reino de Dios. Satanás está atado durante este
período. Sólo después del juicio final, la muerte y el sepulcro son destruidos; y la tierra será
renovada.

Concluyendo, la Biblia enseña que jamás experimentaremos las plenas bendiciones del reino de Dios
en este siglo. Quienes tengan la esperanza de un reino que será consumado en este siglo de seguro
serán desilusionados. El reino de Dios perfecto pertenece al siglo venidero. Mientras dure este siglo,
la iglesia podrá atravesar dificultades, hostilidades y persecuciones; pero Dios no la abandona.

3 - El reino es de hoy

Hasta aquí, si sólo consideramos el reino de Dios como algo del siglo venidero únicamente, la
salvación sería sólo una póliza de seguro, que no tiene más efecto en el presente que una sensación
de seguridad. Sin embargo, hemos descubierto que la transición de esta edad al siglo venidero no ha
de ocurrir en un punto único; sino que hay una superposición de este siglo y el siglo venidero (1ra
resurrección, milenio, 2da resurrección, derrota final de Satanás y tierra nueva).

Si este fuera el programa completo de la redención, tendríamos solamente una religión de promesas,
un evangelio de esperanzas. Pero el Nuevo Testamento declara que las bendiciones del siglo
venidero pueden, y de hecho son, experimentadas parcialmente en la época actual (Hebreos 6:5: “...
gustaron… los poderes del siglo venidero”). Esto no es pleno, tampoco una promesa, sino algo
parcial pero real. En Gálatas 1:4, se nos dice que ese mismo poder del siglo venidero, o sea de
Cristo, nos libra del presente siglo malo. También en Romanos 12:2, vemos que la instrucción de “no
conformarse a este siglo” es posible mediante una “transformación de la mente”, y ésta es sólo
posible con el poder del siglo venidero. Así, mientras el reino de Dios es cosa futura, su poder se
traslapa con la época actual para librarnos y poder conocer en parte sus beneficios.

En 1 Corintios 15:22-26, Pablo describe las varias etapas mediante las cuales Dios cumplirá Su
propósito redentor: vivificación, destrucción de los enemigos y entrega del reino por parte de Cristo al
Padre. La conquista del reino, según este pasaje, encuentra su más alta expresión en la derrota de la
muerte (versículo 26). Pero se lleva a cabo en tres etapas: 1) la resurrección de Cristo, que es las
primicias, 2) la resurrección de los que pertenecen a Cristo en la parusía (primera resurrección de
Apocalipsis 20) y luego 3) el fin, con la derrota final de la muerte con la entrega del reino de Cristo al
Padre.

Profundizando el pensamiento, encontramos que la resurrección de nuestro Señor Jesucristo es el


comienzo de la resurrección final. Ésto es lo que imparte la esperanza al cristiano, Jesús diciendo:
"Porque yo vivo, también vosotros viviréis" (Juan 14:19). El cielo ya ha tenido su inicio en el hecho de
que la resurrección ya ha comenzado a tener efecto. "Cristo las primicias, luego los que son de
Cristo" en su Parousia. "Luego el fin".
Una etapa previa a la conquista de la muerte ocurre al comienzo del milenio. Esta se declara tanto en
Apocalipsis 20 y en 1 Corintios 15:23, "Luego los que son de Cristo, en su venida". Esto es lo que el
reino de Dios designa como "la derrota de los enemigos de Dios". Que investigar cuales son estos
enemigos. Aunque ya sabemos cual es el último: la muerte.

¿De dónde proviene la muerte? Romanos 6:23 dice: "La paga del pecado es la muerte". Por tanto el
pecado también es uno de los enemigos de Dios y también será destruido. Y el pecado y la maldad
provienen de Satanás. El triunfo del reino de Dios será sobre este triunvirato infernal.

Ahora bien, la derrota de Satanás será al final del milenio y la muerte es el último enemigo a ser
derrotado. ¿Serán todos los enemigos derrotados en el futuro; o hay alguna victoria inicial ya
cumplida? Volviendo a 1 Corintios 15, el triunfo sobre la muerte es en "tres" etapas, y la primera de
ellas ya ha sido lograda, con la resurrección de Cristo. Y esto lleva a pensar si no existe alguna otra
intervención del reino de Dios en esta época sobre el poder de Satanás.

Al leer detenidamente Hebreos 2:14,15 encontramos que Jesús destruyó, a través de su muerte, al
que tiene poder sobre la muerte, que es el diablo. El término utilizado en este pasaje para “destruir”
significa “inutilizar” o “poner fuera de acción”. La muerte de Cristo produjo esta derrota del diablo.

Tenemos ahora "tres" etapas en la derrota de Satanás: al final del milenio, el lago de fuego; al
comienzo del milenio, el abismo; y en la cruz la derrota inicial; coincidentes con las tres etapas en su
victoria sobre la muerte.

En los evangelios se encuentra el mismo principio. La predicación de Jesús acerca del reino estuvo
siempre acompañada de sanidades y liberación de personas de los demonios (Mateo 4:23-24,
Marcos 1:23-27). Él proclamó las buenas nuevas del reino de Dios y demostró las buenas nuevas del
reino de Dios mediante la liberación de los hombres del dominio de Satanás. Y Mateo 12 muestra
claramente que la expulsión de demonios es obra del reino de Dios (v.28). El poder de Jesús sobre
los demonios fue la revelación de que los poderes del siglo venidero han invadido la perversa edad
presente.

El versículo 29 entonces explicaría que Satanás es el hombre fuerte, la casa es este siglo, y sus
bienes son los seres humanos poseídos por los demonios. La expresión “atar” es metafórica puesto
que no se puede atar un ser espiritual como Satanás. Tampoco se podría considerar que se
encuentra “atado” ya que sigue rondando como león rugiente buscando a quien devorar. Pero sí que
su poder ha sido roto por la obra de Cristo en la Encarnación. Por lo ya declarado en el versículo 28,
no podría concebirse que el versículo 29 describe el mismo momento de Apocalipsis 20:2.

En el envío de los 70 discípulos por parte del Señor en Lucas 10 se observa el mismo patrón. Jesús
les dice “Sanad a los enfermos… y decidles: El reino de Dios se ha acercado a vosotros" (Lucas
10:9). Si ellos no eran recibidos, debían sacudir el polvo de sus pies en protesta contra la ciudad,
porque el reino de Dios se había acercado a ellos y lo habían rechazado. Y esto acarrea juicio y
castigo (v. 10-14). Pero el resultado es el mismo, cuando vuelven los discípulos, decían que los
demonios se les sujetaban en Su nombre (v.17) a lo que Jesús responde que Él veía a Satanás caer
como un relámpago (v.18). Esto significaba que había sido derribado del pináculo de su poderío
mientras las personas eran liberadas de su poder.

El reino de Dios quiere decir que lo divino triunfó sobre Sus enemigos, una victoria que ha de ser
cumplida en tres etapas; y la primera de ellas ya ha acontecido (y demostrada en la expulsión de
demonios). El poder del reino de Dios ha invadido los dominios de Satanás, el presente siglo malo.
Las bendiciones de la edad mesiánica actualmente están al alcance de los que abracen el reino de
Dios aunque parcialmente hasta la Segunda Venida, donde se consumará la obra redentora de Dios.

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