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CÓDIGOS DEONTOLÓGICOS EN LA DIRECCIÓN Y GESTIÓN

DE PROYECTOS

J. Félix Lozano Aguilar (p)


Departamento de Proyectos de Ingeniería. Universidad Politécnica de Valencia

Resumen:

La gestión y dirección de proyectos se basa en la libertad del ingeniero para tomar las
decisiones que considera más adecuadas. Tomar decisiones en situaciones de
incertidumbre y de asimetría requiere unos elevados conocimientos y una gran madurez
profesional. Son muchos los problemas éticos que aparecen en estas situaciones (el
conflicto de intereses, la imparcialidad en el juicio, las cuestiones de propiedad de la
información, los problemas de conflicto de lealtades, las cuestiones de abuso de
autoridad por parte de los directores de proyectos), y a los que la normativa jurídica no
puede (ni debe) responder. Así pues la autorregulación de los colectivos profesionales
se presenta como una opción posible, necesaria y conveniente. Como afirma Brien:
“Usar la legislación para regular la conducta ética (...) tiende a desprofesionalizar la
profesión” [Brien, 1998: 393]. Y por otra parte los códigos éticos de conducta se han
manifestado como un buen instrumento para fomentar la responsabilidad y la
independencia profesional “Necesitamos un código ético de conducta internacional para
no ser por más tiempo un puro instrumento de la industria o de los gobiernos” [Max
Born 1944, carta a Einstein].
Nuestro objetivo en este artículo es reflexionar sobre el papel de los códigos
deontológicos en la dirección de proyectos, así como sus posibilidades y limitaciones
para orientar la actuación profesional de los directores de proyectos. Finalizaremos
presentando una propuesta de desarrollo integral de la autorregulación y la promoción
de la responsabilidad en la dirección y gestión de proyectos.

Abstract:

The project Management is based on the freedom that the engineer had to take the
decisions that he/she considers more appropriate. To take decisions in uncertanty
situations and give asymmetry it requires some high knowledge and a great professional
maturity. They are a lott of ethical problems that they appear in these situations (the
conflict of interest, the impartiality in the trial, the questions about confidenciality and
information property, the Wishtle- Blowing, the abuse of authority, etc.), and to those
that the law is not able to (neither it should) to respond. Therefore the self-regulation of
the professional communities it is presented like a possible, necessary and convenient
option. As Brien affirms: "To use the legislation to regulate the ethical behavior (...)
tend to desprofesionalizar the profession" [Brien, 1998: 393]. and on the other hand the
ethical codes have shown as a good instrument to foment the responsibility and the
professional independence. “We Need an international ethical code for not being for
more time a pure instrument of the industry or the governments" [Max Born 1944, letter
to Einstein].
Our aim in this article is to meditate on the paper of the ethical codes in the Project
Management, as well as their possibilities and limitations to guide the professional
performance. We will conclude presenting a proposal he/she gives integral development
he/she gives the self-regulation and the promotion gives the responsibility in the address
and administration gives projects.

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1. INTRODUCCIÓN

Desde que en 1971 Hans Jonas pusiera de manifiesto las amenazas de la tecnología para
la supervivencia de la vida en el planeta y la impotencia de la ética del momento para
responder a este desafío, los esfuerzos dirigidos a incrementar la responsabilidad de los
científicos y los técnicos ha ido en aumento. Uno de los mecanismos más utilizados han
sido los códigos deontológicos profesionales y los códigos éticos. Estos códigos no son
inventos recientes, sino que tienen más de 25 siglos, quizá el más antiguo y digno de
mención es el código hipocrático para la profesión médica, pero también en el código de
Hamurabi [1758 a C.] puede encontrarse referencias explícitas al comportamiento
esperado de los constructores de casas1.

El problema de profesiones como la del ingeniero es que tiene que ejercer su


responsabilidad a varios niveles. El primero sería lo que podríamos llamar nivel técnico,
es decir “hacer bien lo que hace”; el segundo sería el nivel de la finalidad, esto es,
preguntarnos si lo que hace es bueno; y el tercero sería el de los medios o el
instrumental, es decir si lo que hace, lo hace con medios buenos. Estos tres ámbitos de
responsabilidad no se dejan controlar fácilmente por el derecho o la coerción exterior.
Que el ingeniero se guíe por la máxima de “poner su conocimiento al servicio del bien
común y del desarrollo de la dignidad humana”, es cuestión que afecta a su voluntad y
que no se puede imponer jurídicamente.

Esta necesidad de autorregulación junto a la necesidad de mantener la confianza del


público es lo que ha hecho que en las últimas décadas proliferen los códigos de
conducta y los procedimientos de autocontrol profesional.

Conviene aclarar que estos códigos no pretenden, en la mayoría de los casos, suplantar
la legalidad vigente, sino completarla y mejorarla en lo posible. También cabe destacar
que estos códigos, por su propia naturaleza son de adopción voluntaria, lo que significa
que su trasgresión no implica sanciones penales2.

2. ÉTICA Y DEONTOLOGÍA DOS ASPECTOS COMPLEMENTARIOS

Aunque son conceptos que aparecen asociados, no es lo mismo, y no conviene


confundir la ética con la deontología. Sin entrar en sutilezas conceptuales podemos
definir la deontología como el conjunto de normas (deon normas) que debe de cumplir
una persona, mientras que la ética se preocupa de la vida buena, es decir del bien.
Desde esta interpretación la deontología vendría a ser una parte de la ética; aquella parte
que se ocupa de dictar qué normas mínimas deben ser cumplidas y respetadas.

Así pues, no debería identificarse los códigos deontológicos con la ética profesional.
Según Hortal [1994] la ética se centraría en el tema del bien, (¿qué es lo bueno a hacer?,
1
Citado en Martín /Schinzinger [1996], p. 114.
2
La función disciplinaría de los códigos deontológicos es secundario, lo más importante es su valor de
guía e inspiración. Evidentemente se suelen presentar otro tipo de sanciones disciplinarias como la
expulsión del colegio o asociación, pero salvo que las normas del código deontológico coincida con una
norma jurídica, la violación de un código deontológico o ético no implica sanción legal. Ésta es la gran
virtud, a la vez que la gran debilidad de los códigos éticos y deontológicos, que su cumplimiento es
voluntario.
2

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¿cuál es el servicio específico que presta mi profesión?) mientras que la deontología se
ocupa de los deberes y obligaciones. Es decir, los códigos deontológicos son una parte
(importante) de la ética profesional - que se ocupa de los fines de la profesión -, pero se
circunscriben fundamentalmente a la competencia profesional, la responsabilidad de los
profesionales y el ámbito de la competencia de la propia profesión. La deontología
exige normas, exige actuaciones concretas, mientras que la ética propone actuación y
pide motivaciones.

3. LOS CÓDIGOS ÉTICOS EN INGENIERÍA

Una forma clásica, de materializar esta vinculación e interconexión de la ética y las


actividades profesionales son los códigos éticos y los códigos deontológicos.

En el ámbito científico técnico los códigos de autorregulación han venido siendo


reivindicados desde hace años. En una carta que el físico Max Born escribió en 1944 a
su amigo Albert Einstein, le comentaba “necesitamos un código ético de conducta
internacional para no ser por más tiempo un puro instrumento de la industria o de los
gobiernos”, a lo cual Einstein contestaba en septiembre de ese mismo año “con su
código de conducta los médicos han conseguido sorprendentemente poco, y tampoco
podemos esperar muchos efectos éticos de los propios científicos con su mecánico y
especializado pensamiento"3.

Estas dos posturas representan dos actitudes generales ante los códigos y juramentos.
Por una parte se consideran necesarios, pero por otro lado se duda de su eficacia. Es la
eterna discusión en el tema de la ética; la necesitamos imperiosamente, pero apenas
sabemos como potenciarla y además no podemos garantizarla, puesto que el
comportamiento ético depende de la voluntad de las personas, y la voluntad de las
personas no es programable ni manipulable.

Un código de ética profesional puede ser concebido como un reconocimiento colectivo


de la responsabilidad de los profesionales individuales. Cuando se especifica en una
forma clara y concisa, un código puede ser un factor decisivo en la creación de un
ambiente en el cual la conducta ética sea la norma. "Un código ético para ingenieros
debe ser una declaración concisa de reglas generales para la conducta profesional,
preferentemente de naturaleza positiva."4 En cualquier caso no se debe perder de vista
que la exigencia ética que fundamenta los códigos deontológicos y demás instrumentos
autoregulativos es la responsabilidad5.

La principal función de un código es servir de guía o advertencia para la conducta


en situaciones especificas. Un código debe ser diseñado fundamentalmente para
inspirar, dar coraje y apoyar a los profesionales éticos, tanto como para servir de base
para proceder contra los que actúan mal. En contraposición con los códigos legales, los
éticos no deben sólo prohibir conductas, sino que deben tener un énfasis positivo,
apostando por modelos deseables de conducta profesional. En este sentido, según Hans

3
Citado en : Rophol, G., 1996.
4
Stephen H. Unger, 1982
5
El tema de la responsabilidad en el ámbito de la filosofía moral ha sido uno de los más estudiados en la
últimas décadas. Hay miles de publicaciones sobre ello, pero para una idea genral puede verse H. Jonas
1971, A. Cortina 1985, H. Lenk 1997.
3

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Lenk [1987] podemos distinguir en todos los códigos dos tipos fundamentales de
normas: normas de prohibición y normas de orientación. Ambas deben conjugarse para
formar un documento, que a la vez que marca claramente la línea de lo permitido y no
permitido en el ejercicio de la profesión, señale a las más altas de las cimas de la
excelencia profesional. Evidentemente no se espera el mismo grado de obediencia a
unas normas que a otras, mientras que no hay excusas para quebrantar las normas
prohibitivas, es comprensible y excusable – en determinados casos – no obedecer las
normas de orientación o de consejo.

Según Martin/ Schinzinger los papeles que desempeña un código deontológico son:
Inspiración y guía, apoyo a quienes actúan éticamente, disuasivo y disciplinario,
educativo y de entendimiento mutuo, contribuyen a la credibilidad y a la imagen pública
de la profesión, protegen el estatus quo de los profesionales y promueven el interés
económico.

En la misma línea, aunque con más detalle se pronuncia Elíseo Gómez-Senent [1994].
Según Gómez-Senent, los principales objetivos que persigue un código deontológico
son: mantener el prestigio de la profesión, acotar responsabilidades profesionales,
promover el incremento de los conocimientos científicos y técnicos, definir el
comportamiento correcto del profesional con sus clientes y con otros profesionales,
evitar la competencia desleal, perseguir un constante perfeccionamiento en las tareas
profesionales, atender al servicio público, valorara la confianza como factor importante
y decisivo en sus relaciones públicas, y servir de base para la aplicación de medidas
disciplinadas.

Estos objetivos no siempre se han cumplido, o para ser exactos unos se han cumplidos
mucho más que otros. Probablemente el peor abuso de los códigos deontológicos en el
pasado ha sido el restringir los esfuerzos morales honestos de los ingenieros en pro de
preservar la imagen pública de la profesión. En cualquier caso, los hechos demuestran
que estos códigos han sido un arma de doble filo; por un lado es un documento que ha
garantizado unos mínimos y una legitimidad social, pero ha adolecido de dos errores
fundamentales: han contribuido ha cerrar la organización en sí misma, y se han
quedado sólo en un elemento de control interno. Es decir han carecido de capacidad de
articulación con una ética cívica.
Un problema especial que afecta a los profesionales – médicos, abogados, ingenieros,
etc. – se presenta cuando estos profesionales trabajan en empresas, puesto que: “Los
códigos deontológicos se hacen desde presupuestos de autonomía e independencia en el
ejercicio profesional que en muchas ocasiones no responden a la realidad” [Hortal
1994; p. 60].

4. PROCEDIMIENTO DE ELABORACIÓN DE UN CÓDIGO ÉTICO

El proceso de desarrollar un código ético dependerá en gran medida de la organización,


su historia, su entorno y sus aspiraciones. Para desarrollar un código auténticamente
ético creemos que es imprescindible seguir un proceso lógico y hermenéutico racional.
A nuestro juicio dicho proceso tiene tres fases fundamentales que siguen un orden
lógico y cronológico. Junto a estas tres fases se debe desarrollar una acción transversal
de formación y sensibilización que consideramos esencial.

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PROCESO PARA LA ELABORACIÓN DE UN CÓDIGO ÉTICO

1ª FASE. ANÁLISIS
1ª FASE. ANÁLISIS
Estudio de la organización y su entorno cultural
Estudio de la organización y su entorno cultural

SENSIBILIZACION
SENSIBILIZACION
Y CLARIFICACIÓN
Y CLARIFICACIÓN
CONCEPTUAL
CONCEPTUAL 2ª FASE. ANÁLISIS CRÍTICO
2ª FASE. ANÁLISIS CRÍTICO
(Fomento
(Fomentodedelala Evaluación
autonomía) Evaluación críticadel
crítica delanálisis
análisisoriginal
originalyyprimera
primerapropuesta
propuesta
autonomía) normativa
normativa

3ª3ªFASE.
FASE.PROPUESTA
PROPUESTA
Desarrollo de la propuesta definitiva
Desarrollo de la propuesta definitiva

CÓDIGO
CÓDIGOÉTICO
ÉTICO

Desarrollo:
Desarrollo:
•Difusión---Publicidad
•Difusión---Publicidad
•Explicación Comisión
Comisiónética
ética
•Explicación

Figura 1: Proceso de elaboración de un código ético


Fuente: Elaboración propia

En la primera fase se trataría de hacer un análisis profundo de la realidad de la


organización y su entorno.

- Un análisis de la estructura de la organización y de la profesión en la que se


analicen los documentos legales y constitucionales, los documentos públicos con
información relevante de la profesión. Es importante analizar la historia y
organización de la profesión para no crear un documento separado de la realidad y
que provoque esquizofrenia entre los profesionales que ven como los proyectos
estratégicos y la organización van por un lado y las afirmación del código van por
otro.

- Un análisis de la cultura de la profesión en la que se recojan los valores,


costumbres y “maneras de hacer” de los profesionales, así como su visión. La
aportación de “informantes estratégicos” y de los órganos de gobierno profesional
es decisiva para conocer, por un lado la realidad de la cultura profesional y por
otro la cultura organizativa que quieren y a la que aspiran.

- Un análisis del entorno-social. Se trataría de analizar el entorno sociopolítico y


normativo en el que actúa el profesional. Las normas sectoriales, la legalidad
mercantil y las recomendaciones de organizaciones internacionales (OCDE, OIT,
etc.) y asociaciones profesionales de reconocido prestigio (el Project Management
Institut, Verein des Deutsche Ingenieur) afectan de forma decisiva a lo que la
profesión es y puede llegar a ser. También es muy importante conocer las
opiniones y las aspiraciones de los clientes y otros grupos de afectados por el
ejercicio profesional
5

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- Un análisis del entorno jurídico, político y social de la profesión. Aquí se trataría
de analizar el marco legal y de organización política, así como los rasgos
culturales esenciales del entorno social de la organización. Estos rasgos culturales
nos deben dar una idea del nivel de la conciencia moral de la sociedad en la que la
organización está inserta.

En la segunda fase se debe redactar una primera propuesta para discutirla con
profesionales de prestigio y los órganos de gobierno del colectivo profesional. Esta
propuesta debe presentar de manera estructurada y lo más completa posible la
información recogida en la primera fase. Es importante que en esta fase participen
personas de diversos ámbitos profesionales para que la redacción final recoja el sentir
no sólo de las personas implicadas en el gobierno de la profesión, sino de las personas
que están en las tareas de ejecución diarias. No perdamos de vista que el código debe
ser un “instrumento” útil para todos los profesionales. Aquí la participación del mayor
número de personas responde a la demanda ética y de eficacia.

En la tercera fase se trata de elaborar la redacción definitiva del código de ética. Esta
redacción debe ser elaborada por miembros del colectivo profesional y contando con
una participación activa de los órganos de gobierno y con ayuda de expertos en ética.
En esta redacción se deben sintetizar los rasgos esenciales del carácter de la profesión y
sus compromisos futuros.

Junto a estas tres fases creemos que se debe desarrollar una fase transversal de
sensibilización y formación. Como reconoce Peter Dean: “hay una necesidad obvia de
tener un código ético comprensivo que pueda establecer expectativas de conducta y
servir como criterio de evaluación de la toma de decisión (...); pero también se debe
entrenar en cómo pensar éticamente” [Dean, 1992:286]. Creemos que el proceso de
diálogo es importante pero coincidimos con Lozano y Sauquet cuando afirman que: “se
deben realizar más esfuerzos en pensar en las condiciones bajo las cuales los
participantes pueden participar en un diálogo productivo” [Lozano y Sauquet,
1999:203]. No vamos a detenernos ahora en las condiciones materiales de ese diálogo,
sino en “las personales”. Es decir, qué condiciones se deben dar para que las personas
que participan en el diálogo puedan actuar como interlocutores válidos.

5. APUNTES CRÍTICOS AL CÓDIGO DEONTOLÓGICO DE AEIPRO

El código Deontológico del Ingeniero de Proyectos elaborado por AEIPRO es un


documento en el que se recogen al finalidad y los deberes del ingeniero de proyectos en
relación a los diversos grupos de afectados por su actividad profesional.

Cabe destacar el hecho de que comience reconociendo como la finalidad profesional el


servicio a la sociedad; un servicio que debe prestarse desde los más altos patrones de la
conducta ética. En este sentido la confianza es una condición del ejercicio profesional y
el resultado del comportamiento integro, leal y responsable del ingeniero de proyectos.

En el artículo I se apela a la integridad personal, al sentido crítico y a la perfección


profesional como patrones clave en la actuación del ingeniero de proyectos. Unos
críterios que se concretan de en diversos deberes hacia diversos grupos de afectados. En
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el artículo II se establecen los deberes hacia los colegas, y a nuestro juicio aquí cabe
destacar la consideración explicita al trato justo y no discriminatorio hacia los colegas.
En el artículo III se explicitan las obligaciones del Ingeniero de Proyectos con sus
colaboradores y empleados en el que entre otras cuestiones relevantes se insiste en la
necesidad de prevenir riesgos y consecuencias negativas para los colaboradores. Esta
consideración es una de las que más claramente manifiesta el respeto y el fomento de la
autonomía de las personas. En el artículo IV se tratan uno de los ámbitos que más
problemas está dando en la actividad profesional de los ingenieros, la relación con su
empresa. Temas como la lealtad crítica, la propiedad de la información tácita, la
confidencialidad y los conflictos de interés son cuestiones que no se pueden resolver
desde la aplicación de la ley y que requiere reflexión y madurez ética. Las relaciones
con los clientes ocupa el capítulo V y se centra en la primacia del interés del cliente. En
este punto nos parece controvertida el apartado que le obliga a comprometerse en
trabajos que crea que no son beneficiosos para sus clientes. Aceptar que el cliente no
siempre tiene la razón y que como expertos estamos obligados a hacerle ver los riesgos,
problemas o errores de su iniciativa no implica caer en el paternalismo. El equilibrio
entre el respeto a la autonomía del cliente y el paternalismo tecnocrático es díficil. Y
finalmente, y a nuestro juicio uno de los aspectos más relevantes de este código, es el
reconocimiento de las obligaciones hacia los usuarios y la comunidad. Que se asuma
como parte de las responsabilidades profesionales la satisfacción y seguridad de los
usuarios, y que su conocimiento debe ponerse a disposición de la sociedad nos parece
un gesto admirable y digno de mención.

Humildemente, podríamos aportar tres consideraciones críticas que de tenerse en


consideración mejorarían, a nuestro juicio, el ya de por sí valioso documento.

• La primera es que sería bueno destacar explícitamente los valores centrales y


darles la prioridad que se merecen. Aun cuando aparecen el texto y son
identificables convendría destacarlos de otro tipo de recomendaciones
prudenciales y “civismo” importantes pero no exigibles a nivel profesiona. Por
ejemplo, es exigjble que el ingeniero de proyectos trate a sus colaboradores con:
“con justicia y nobleza evitando discriminarles por razón de raza, religión,
condición física, sexo, edad u origen.” ( Art. II.b), pero no podemos decir que
sea igualmente exigible que aliente a sus colaboradoes a participar activamente
en las asociaciones profesionales. (Art. II. d).

• La segunda consideración crítica que cabría hacer es que se debería explicitar


algún tipo alusión a los mecanismos para el desarrollo de este documento de
autocontrol. Por ejemplo, si se creará una comisión de ética que vele por su
desarrollo y cumplimiento, si se impondrá alguna sanción a quien no cumpla, si
se existe algún órgano al que se pudan dirgir consultas o denuncias, o si el
docuemento se debe ratificar públicamente por parte de los miembros de
AEIPRO. Creemos que una disposición adicional en la que se recogieran estas
cuestiones daría credibilidad e importancia al documento.

• Y la tercera crítica que nos atrevemos a formular tiene que ver con su proceso de
elaboración. Quien lea y asuma este código debería saber quién lo ha elaborado,
cuando, según que procedimiento y por qué. Una breve presentación en la que se
explicará esto también añadaría valor y credibilidad al documento.

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6. CONCLUSIÓN

Resumiendo podemos, decir que los códigos éticos y los deontológico son un factor
decisivo en el desarrollo de la ética en la economía, en la empresa y en las profesiones.
Pero su efectividad y su desarrollo dependen de su capacidad para estar abiertos a la
sociedad que los demanda; y estar abiertos significa estar dispuestos a cambiar. Los
códigos éticos deben ser un proceso más que un resultado, su dinamismo es una
garantía de su vitalidad ética, y de su nivel moral. Lo que se requiere
fundamentalmente es que se integre responsablemente la dinámica empresarial y/o
profesional en la vida y en la sociedad.

El código deontológico de AEIPRO es un buen ejemplo de un código deontológico


profesional que reconoce la finalidad y los valores esenciales del ingeniero de proyectos
en su actividad profesional. A nuestro juicio, si se complementará con algunas
consideraciones sobre su proceso de creación y desarrollo ganaría en credibilidad,
legitimidad y, por tanto, eficacia. Ayudaría más a que los ingenieros en la dirección y
gestión de proyectos tuvieran criterios morales de referencia que les oriente a tomar
decisiones y a realizar su trabajo ya de por sí profundamente complejo.

7. BIBLIOGRAFÍA

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1985.
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research agenda, BUSINESS ETHICS QUARTERLY, volumen 3, Issue 4. 1993.

1. ÁREA TEMÁTICA: Organización y dirección de proyectos.

Correspondencia:

Dr. J. Félix Lozano


Dpto. Proyectos de Ingeniería- ETSII
UNIVERSIDAD POLITÉCNICA DE VALENCIA
Camino de Vera S/n
E - 46022 Valencia

tel. 0034 963877007 ext. 85685


fax. 0034 963879869
e-mail: jlozan@dpi.upv.es

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