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Bertrando·Spaventa en el marxismo italiano

Giuseppe·Vacca
Como·es·bien·sabido, fue Antonio Labriola quien situó a·Bertrando Spaventa en los
orígenes del marxismo·italiano. En·su·famosa·carta·a·Engels del·14·de·marzo de·1894,
en la que le devolvía el ejemplar de La Sagrada Familia que Engels le había prestado,
escribía:
He leído, entendido y disfrutado todo. Entenderlo podrán muchos, pero gustarlo como
lo he hecho yo ahora pocos. En Nápoles, privadamente desde 1840-60, y luego
públicamente en la Universidad desde 1960-75, hubo un renacimiento del hegelianismo
[...]. Spaventa (excelente entre todos, y callo sobre los demás)
escribió·sobre·dialéc�ca·de manera exquisita, descubrió de nuevo a Bruno y
Campanella, esbozó la parte ú�l y aprovechable de·Vico·y encontró por sí mismo (¡en
1864!) la·conexión·entre·Hegel y Darwin.
Nací (intelectualmente) en un ambiente así. A los 19 años escribí una invec�va contra
Zeller por su retorno a Kant [...]. Conocíamos toda la literatura·hegeliana·y
post·hegeliana [...] Estudié·a Feuerbach en·1866-68 y luego la escuela de Tubinga;
ich·habe·leider, auch·Theologie·studiert (Desgraciadamente, también yo estudié
teología).
Quizás, de hecho sin quizás, me hice comunista como resultado de mi educación
(estrictamente)·hegeliana habiendo pasado por la psicología de Herbart y
la·Volkerpsychologie de·Steinthal·y más. Así que al leer la heilige·Fomilie me
encontré·muy·fácilmente·en·la·situación·psicológica·de·quien·la·escribió1.

La carta cons�tuye un documento fundamental para iden�ficar el contenido que tenían


en común el i�nerario de Labriola, Gramsci y Toglia�: el énfasis en la Sagrada Familia,
que al elaborar el principio de la traducibilidad de los lenguajes cien�ficos evocaba la
circulación europea de las·filoso�as·italianas del Renacimiento; la preeminencia de
Hegel entre las matrices filosóficas del marxismo; el estudio y la reinterpretación del
marxismo tras la llegada del comunismo. Se trata de recorridos biográficos constatados,
sobre·los·que no·es·necesario volver; aquí me propongo precisar la incidencia del
pensamiento de Spaventa sobre los tres «autores», verificando en qué medida
contribuyó, si no a establecer una tradición en el marxismo·italiano, sí a determinar su
caracterización. Al referirme al «marxismo italiano», no pretendo defender un principio
-giober�ano o gen�liano- de nacionalidad de la filoso�a, sino·seguir·un·criterio
historiográfico bien establecido: el marxismo, se en�enda como se en�enda, no puede
separarse de la existencia y de la acción de los movimientos colec�vos inspirados en él,
que adquieren caracterís�cas y determinaciones par�culares de la vida de las naciones
en las que se desarrollan. Por tanto, no me parece arbitrario privilegiar a las
personalidades más relevantes del socialismo y el comunismo italianos sacrificando a los
«marxistas de cátedra», que merecerían un tratamiento aparte.
1. Antonio Labriola. Me parece significa�vo que Labriola, en una carta a Engels poco
después (13·de junio de 1894), resuma su concepción materialista de·la historia
comentando el Anti-Dühring, que como es sabido, era una síntesis·del·materialismo
dialéc�co. Labriola jus�ficaba sus comentarios con la necesidad·de·introducir el
marxismo en un contexto cultural dis�nto de aquel·en·el que se·había·desarrollado; no
se debe pasar por alto que la «traducción» propuesta desvinculaba su
pensamiento·de·lo que ya entonces era una vulgata del marxismo. «Usted u�liza el
método dialéc�co y el método meta�sico como términos an�té�cos. En Italia, para decir
lo mismo en lugar de·dialéctico·debo decir método genético», tanto porque la palabra
«dialéc�ca» se había «degradado» a sinónimo de sofisma (Scheinbeweis Kumt), como
porque la tradición hegeliana se había evaporado. Pero no se trataba sólo de una
cues�ón de lenguaje, ni siquiera de diferencias entre la situación italiana y la alemana,
pues le parecía que para caracterizar «la forma de pensamiento que concibe las cosas
no en cuanto son (factum, especie fija, categoría, etc.) sino en cuanto devienen»,
método genético traducía mejor el concepto que esa «forma de pensamiento», «en
cuanto pensamiento, debe estar en movimiento». Era la cues�ón nodal de la
historicidad de las categorías, sobre la que afirmaba «creer que la designación de la
concepción genética resulta más clara;·y sin duda es también más comprensible, porque
abarca el contenido real de las cosas que devienen, así como el virtuosismo lógico-
formal de comprenderlas como, devenir».
En realidad, Labriola consideraba errónea la yuxtaposición de dialéc�ca y meta�sica
porque, al reducir la dialéc�ca a un método de indagación separado del progreso del
conocimiento y de la historia, se volvía a plantear la escisión entre sujeto y objeto,
dejando·el·campo·libre·a·la·revisión·neokan�ana·del·marxismo·que se estaba
imponiendo en ese momento. En Ludwig Feuerbach, Engels había proclamado la
«muerte» de la filoso�a; la forma en que volvía a proponer la relación entre ciencia y
filoso�a en el Anti-Duhring confirmaba la matriz posi�vista de esa tesis, repi�endo su
error 2. Recordando, quizás, este punto del Anti-Duhring, Labriola objetaba:
Es muy Cierto lo que dices, que la filoso�a en su conjunto está des�nada a desaparecer:
salvo la lógica y la dialéc�ca (lo que significa, el dominio de las formas de conocimiento).
Sin embargo, hay que señalar dos cosas, no en an�tesis, para completar tu afirmación:
1) Que esto sólo ocurre cuando la ciencia ha alcanzado tal grado de madurez que se
elimina la inves�gación filosófica unilateral [...]. Tal es el caso del Capital de Marx.
2)·Bajo el nombre de lógica y dialéc�ca debe entenderse naturalmente todo el método
especial de las ciencias par�culares; lo que significa el conocimiento formal del acto y
procedimiento de conocer, en toda relación con la experiencia y la observación.

Por obvias razones tác�cas Labriola diploma�zaba el disenso, pero no puede dudarse de
que con estas especificaciones la propuesta de sus�tuir el método dialéc�co por el
método gené�co era en realidad un rechazo del materialismo dialéc�co. ¿De dónde
procedía su concepción de la relación entre ciencia y filoso�a como unidad de
experiencia y concepto? Refiriéndose nuevamente a la «conexión entre Hegel y Darwin»,
que había mencionado en su carta del 14 de marzo, Labriola proporcionaba suficiente
información para remontarse a la crí�ca del posi�vismo desarrollada por Spaventa,
desde los años setenta:
Al decir concepción genética; tanto el darwinismo como la interpretación materialista
de la historia, y cualquier otra explicación del devenir y la formación de las cosas, ocupan
su lugar. Quiero decir, que la expresión método genético deja intacta la naturaleza
empírica de cada formación: lo que no pretenden los generalizadores del darwinismo,
ni los admiradores del Gran Eunuco Spencer.

Establecida así la ecuación entre el «método gené�co» y la filoso�a de la experiencia del


difunto Spaventa, también «el método meta�sico» («el otro término de la an�tesis»)
requeriría también una nueva denominación. Pero para hacer más eficaz la polémica
contra el posi�vismo, por la que «se clama contra la meta�sica·[...]·para comba�r todo
esfuerzo del pensamiento, que se dirige a dar conexión y unidad a los diversos de la
observación», convenía mantenerlo precisando el significado: es decir, introduciendo el-
principio de la historicidad de las categorías:
La palabra meta�sica·[no] ha significado siempre lo mismo·[...]. Por ejemplo, Herbart
llamaba meta�sica a un complejo de inves�gaciones en el que, entre otras cosas,
resolver las categorías en formaciones psíquicas y negar las facultades del
alma·abrieron·el·camino·a·una·verdadera·ciencia·de·la·psicología·gené�ca 3.

Datando en 1864 el descubrimiento spaven�ano de·la «conexión entre Hegel y,


Darwin», Labriola se refería probablemente a la primera·conferencia·del·curso·1864-
1865, que debió haber escuchado 4; pero Spaventa la había retomado en el 67, en
polémica con el posi�vismo por entonces imperante 5 y en·1874, an�cipándose a las
inves�gaciones recogidas tras su muerte en Experienza e Metafisica 6, había dedicado al
tema una breve, pero muy significa�va memoria 7.
La figura de Herbart, a quien Labriola asignó un papel decisivo en su propia formación,
requiere por tanto algunas precisiones. Desde los años setenta del pasado siglo, el
«Herbar�smo» se ha conver�do en un tema cada vez más relevante no sólo en la
reconstrucción de la biogra�a intelectual de Labriola, sino también en la caracterización
de su marxismo. En efecto, en la Prelección al curso de Filoso�a de la Historia de 1887
Labriola había expuesto sistemá�camente las categorías que caracterizarían su
concepción materialista de la historia y el punto nodal de la unidad entre experiencia y
concepto había afirmado:
Por mucho que haya-cambiado en muchos aspectos mi forma de concebir y enseñar
desde que profeso la é�ca y la pedagogía en esta universidad·[desde·1874], siempre me
atengo a la orientación heber�ana de considerar la metafísica, no como una visión del
mundo en su totalidad, sino como una crítica y corrección de los conceptos, que son
necesarios para pensar la experiencia 8.

Pero la reconstrucción cada vez más precisa de las fuentes y de la tonalidad herbar�ana
del marxismo de Labriola ponía en tela de juicio la perdurable y dinámica influencia de
las lecciones de Bertrando Spaventa 9. Algunas de las inves�gaciones se debieron a la
necesidad de refutar y corregir la genealogía de Toglia�, que examinaremos más
adelante. La de Stefano Poggi, en par�cular, tuvo el mérito de insertar la evolución de
Labriola en el movimiento de la filoso�a europea, dando un relieve adecuado al
Herbar�smo en el debate sobre las «ciencias del espíritu». Pero lo mismo habría que
haber dicho de Bertrando Spaventa, que desde principios de los años sesenta había
iniciado una revisión del hegelianismo que culminaba en Esperienza e Metafisica 10. Es
cierto que la meditación de Spaventa fue un cuerpo a cuerpo a menudo muy enconado
con el herbar�smo, pero se llevó a cabo poniendo en tensión a Herbart y Hegel en un
intento de repe�r la operación hegemónica que Hegel había hecho con el kan�smo. El
programa cien�fico de Labriola se injertaba en el posterior a la unificación de Spaventa.
Así, para definir con fundamento la génesis y el carácter de su marxismo, no se debe
prescindir de la estrategia cultural y de la evolución del pensamiento de Spaventa desde
1872 hasta su muerte 11.
Hay que hacer hincapié en el desplazamiento del sujeto moderno del Estado al nexo
polí�ca-sociedad civil y, por tanto, al trabajo, que en Labriola, siguiendo la gesta del
socialismo alemán de los años noventa, se encarnó en la figura del movimiento obrero.
La necesidad de apropiarse del marxismo y traducirlo al lenguaje histórico de la cultura
italiana derivaba de la opción socialista madurada en los años ochenta; en este camino
Labriola se injertaba en la subjetivación del trabajo que había cons�tuido el punto de
llegada de·la reflexión de Spaventa.
Experiencia -escribe Spaventa, resumiendo su inves�gación- es estar seguro de uno
mismo, limitarse a la experiencia es no salir nunca de uno mismo, no tener otra base que
uno mismo, tanto en el pensamiento como en la voluntad [...]·Este es el gran concepto
del trabajo humano y de la historia, que en el fondo son la misma cosa 12.

Pasando de la perspec�va antropológica del úl�mo Spaventa a la polí�co-filosófica del


Discorrendo, Labriola·escribe·a·Sorel·el·10·de·mayo·de·1997·que·«en el proceso de·la
praxis está la naturaleza, es decir, la evolución histórica del hombre:·y al decir praxis,
bajo este aspecto de totalidad, pretendemos eliminar la vulgar oposición entre prác�ca
y teoría:·porque, en otras palabras, la historia es la historia del trabajo» 13. Pero la
subje�vación del trabajo adquiere en él un sesgo sociológico, encarnado en el
proletariado moderno. Además, aunque introduciendo la cautela de la «previsión
morfológica», Labriola pronos�caba el advenimiento antes o después del comunismo,
incurriendo en·la·severa·crí�ca·de·teleologismo·que·le·dirigió·Giovanni·Gen�le 14. Por
su parte, Spaventa mantuvo una definición estrictamente teórica del argumento y
habría que par�r de aquí para establecer la diferencia entre sus filoso�as; pero
tocaremos este tema más adelante.

2. El joven Gramsci. Reconstruir la influencia de Spaventa en Gramsci no es una tarea


que se pueda realizar aquí. En primer lugar, se plantea el problema de separarla de·la
mediación de Croce y Gen�le, que fueron los principales autores de su juventud;·en
segundo lugar, no disponemos de ninguno de sus escritos sobre Spaventa, sino sólo de
referencias dispersas en sus textos periodís�cos y en las notas de los Quaderni; en tercer
lugar, existe una diferencia sustancial entre sus escritos «juveniles» y los Quaderni, en
los que el programa cien�fico de Gramsci se hace eco, en muchos aspectos, del de
Spaventa antes y después de la unificación: existe una analogía evidente entre el
programa de reconstrucción de la cultura italiana desarrollado por Spaventa después de
1848·y·el·gramsciano·de refundación del marxismo de los Quaderni. Por úl�mo, no es
fácil hacer un inventario de las fuentes spaven�anas de Gramsci 15.
En sus escritos juveniles, la única referencia textual a Spaventa se encuentra en el
ar�culo Abbruciamenti, publicado en «Il Grido del Popolo» el·21 de·julio·de·1917 en el
que, burlándose de·la inauguración de un monumento a Giuseppe·Mazzini oficiada por
la Corona, Gramsci cita libremente el panfleto sobre el Paolottismo 16. Pero la influencia
de Spaventa sobre el joven Gramsci es mucho más profunda que las citas de sus escritos,
que por otra parte, nunca son explícitas. Es una influencia mediada por los ensayos de
Labriola sobre el materialismo histórico pero también autónoma. Los mo�vos
spaven�anos que afloran ya en 1917 recogen no sólo el panfleto de 1868, sino también
la Prolusión napolitana de 1861 17 y·el·prefacio·de·1867·a los Scritti filosofici 18. Un primer
ejemplo es el ar�culo Caratteri italiani 19, pero encontramos una incidencia más decidida
en la amarga crí�ca a la Monarquía socialista de Mario Missiroli de enero de·1916,
donde, an�cipando pensamientos que tendrían un notable desarrollo en los ar�culos
sobre el proyecto wilsoniano de la Sociedad de Naciones, Gramsci concluye:
En la lucha entre el Sillabo y Hegel, ha vencido Hegel, porque Hegel es la vida del
pensamiento que no conoce límites y se postula como algo transitorio, superable, de
siempre renovándose como y según la historia, y el Sillabo es la barrera, es la muerte de
la vida interior, es un problema de cultura y no un hecho histórico 20.

Me parece evidente que la inspiración de este ar�culo -el célebre Il Sillabo ed Hegel- no
procede del actualismo de Giovanni Gen�le, sino de la visión gramsciana de la
modernidad basada en la tesis de la circulación europea de la filoso�a italiana del
Renacimiento. Pero a efectos de nuestro estudio, el texto más significa�vo es
La·rivoluzione contra il «Capitale», en el que frecuentemente se apoyan los defensores
de la génesis gen�liana de la filoso�a de la praxis de Gramsci. Los pasajes más
destacados son bien conocidos:
Los bolcheviques reniegan de algunas afirmaciones de El Capital, no reniegan de su
pensamiento inmanente […] viven el pensamiento marxista, que nunca muere, que es
la con�nuación del pensamiento idealista italiano y alemán, y que en Marx se había
contaminado con incrustaciones posi�vistas y naturalistas. Y este pensamiento plantea
siempre como mayor factor de·la historia, no los hechos económicos, en bruto, sino al
hombre, a la sociedad de los hombres, de los hombres que se juntan entre sí, se
en�enden, desarrollan a través de estos contactos·(civilización)·una voluntad social,
colec�va, y comprenden los hechos económicos y los juzgan, y los adaptan a su
voluntad, hasta que ésta se convierte en la matriz de la economía, la conformadora de
la realidad obje�va21.

Estas reflexiones resultan familiares a los lectores del Discorrendo de Labriola, pero más
allá de su mediación se vislumbran conceptos �picamente spaven�anos, como el
rela�vo al nexo historia-polí�ca-economía que recuerda a los Principi·di·Etica 22, o la
formulación de un concepto que se conver�ría en el tema fundamental de la filoso�a de
la praxis en los Quaderni. En efecto, la expresión «voluntad colec�va popular» se hace
eco de las reflexiones sobre la nacionalidad desarrolladas por Spaventa en la Prolusión
napolitana 23.
Sin embargo, la Revolución de Octubre inauguró una nueva fase en el pensamiento de
Gramsci en la que comienza a apropiarse sistemá�camente de Marx. Profundiza en los
ensayos de Labriola sobre la concepción materialista de la historia, extrayendo de ellos
el concepto de la realidad de las ideologías. Es un Labriola ligado desde el principio a las
lecciones spaven�anas, que contribuye a transmi�rselas a Gramsci proporcionándole
una lectura original de Marx 24. Una concepción del marxismo que hasta la experiencia
del «Ordine Nuovo» permanece sin embargo anclada a la idea de que el nuevo sujeto
de la historia mundial ya está establecido, por lo que «la doctrina del materialismo
histórico [no es] más que la organización crí�ca del conocimiento sobre las necesidades
históricas que fundamentan el proceso de desarrollo de la sociedad humana» 25.

3. Cambios. Los escritos que van desde el «Ordine Nuovo» hasta la detención de Gramsci
no muestran una reflexión específica sobre los textos de Spaventa, mientras que hay
huellas significa�vas de su influencia en los de Toglia�. Como es bien sabido, la
solidaridad intelectual y polí�ca entre ambos se hizo par�cularmente intensa en la
experiencia del semanario de Turín, a pesar de que Gramsci ya era un líder polí�co por
derecho propio, mientras que Toglia� llegaría a serlo más tarde. Inicialmente, se
organizó una división del trabajo entre ambos en el «Ordine Nuovo», y Toglia� seguiría
más asiduamente las polémicas culturales. Su primer escrito fue una reseña de Guerra
e fede de Giovanni Gen�le en la que, remontándose a los Principi di Etica de Spaventa,
reprochaba al que reconocía como «el más insigne maestro de la escuela filosófica
italiana» el abandono de la inspiración revolucionaria del liberalismo como reacción a la
Revolución Rusa. Su razonamiento pretendía volver contra Gen�le los argumentos que
en Spaventa fundamentan la e�cidad del Estado en su nexo dinámico con la sociedad
civil, según los cuales el «Estado é�co» no puede cristalizarse en ordenamientos
defini�vos, sino que debe permanecer abierto a los cambios de la e�cidad y en
par�cular, al ethos de las clases trabajadoras que plantean el problema de la creación
de un nuevo Estado 26.
Los conceptos fundamentales del elogio dedicado a Arturo Farinelli en el segundo
número del semanario son de cuño spaven�ano 27. Recordando en 1949 a los profesores
del Ateneo de Turín, Toglia� atribuye a Farinelli el mérito de haber inculcado en Gramsci
«una nueva moral [...] cuya ley suprema era la sinceridad hasta el final con nosotros
mismos» y la «abnegación a la causa a la que uno ha consagrado su existencia» 28. En la
lauda�o de 1919, recordando al educador que antes de la guerra había encaminado a
sus alumnos a aprender el principio moderno de nacionalidad, Toglia� u�lizaba algunos
conceptos de la Prolusión napolitana y del prefacio a Logica e metafisica, subrayando
«la contribución de todas las generaciones y de todas las es�rpes en la elaboración de
un patrimonio ar�s�co y civil común» gracias al cual «todo se unifica en el eterno
presente del espíritu»;·definía además el «espíritu» como la unidad de lo múltiple, a la
que parecía que tendiese el mundo de las naciones antes de la-guerra 29.
Incluso en la reseña a las «Pagine sulla la guerra» de Benedetto Croce, el núcleo de·la
argumentación es de matriz spaven�ana: Toglia� cri�ca la reducción crociana del
Estado a puro poder, reconociendo su origen en la fractura entre teoría y prác�ca30;
pero el escrito en el que se declaraba abiertamente la impronta spaven�ana es la reseña
a la «Polemica liberale» de Mario Missiroli de sep�embre de 1919. La ac�tud de Toglia�
es dialogante y, dado el perfil intelectual de su interlocutor, le refuta sobre todo la
filoso�a. El punto sobresaliente de su crí�ca se refiere a la reducción crociana del
marxismo a un canon empírico de inves�gación historiográfica, adoptada por el propio
Missiroli, que le conducía tener a una visión pasiva y escép�ca de la historia. En este
trabajo, Toglia� supera la aplicación del materialismo histórico sólo a la historia pasada
que Gramsci había defendido en su polémica con Treves un año antes:
Conocer la verdad quiere decir contribuir a su creación [...]. Para nosotros adquirir
conciencia histórica significa sen�rnos parte efec�va y ac�va de la historia, conquistar
una conciencia cada vez más clara de la propia finalidad y, por tanto, la conciencia de
uno mismo como parte ac�va. Y no podemos separar el pensamiento del obrar31.

La polémica se basa en el principio de que «la lucha de clases es la consecuencia úl�ma


de la aplicación integral del "libre examen", es el principio revolucionario aplicado como
ley de desarrollo de toda la realidad social»;·y por tanto «los socialistas son los únicos
que con�núan el pensamiento y la acción del liberalismo». La fuente es el Discorrendo
de Labriola, pero la filoso�a de la praxis enunciada por Toglia� no coincide con la
definición de marxismo dada por Gramsci en «Energie Nuove» y la razón me parece que
está en la conciencia de que para llegar a una visión más adecuada del sujeto era
necesario volver a Bertrando Spaventa: «la verdad trascendente -escribía Toglia�- la
hemos destruido en el cielo, ¿por qué debemos seguir reconociéndola y respetándola
cuando se trata de ins�tuciones polí�cas y económicas que se sustancian y nutren de la
voluntad humana?». A con�nuación, revelando su fuente en el breve tratado sobre el
Paolottísmo, afirma:
Destronado el pobre viejo Dios, llegó el turno de las autoridades mundanas. La Divina
Comedia, decía Bertrando Spaventa, una vez representada en el cielo fue representada
después en la �erra, y los reyes subieron a la guillo�na, los parlamentos abolieron los
privilegios, la crí�ca se extendió a los fundamentos mismos de la autoridad y del orden
social, al modo de producción y a la distribución de la riqueza 32.

Aunque la datación de la decadencia italiana a par�r de la Contrarreforma deriva de


Spaventa (sobre todo del esquema de la Prolusión napolitana), la afirmación del carácter
revolucionario del liberalismo de los siglos XVIII y XIX parece hacerse eco de los ar�culos
del «Nazionale» reeditados por Croce junto a la correspondencia entre Silvio y
Bertrando Spaventa en 1897. Por lo tanto, la perentoria afirmación «de que Marx es hijo
directo de Hegel»33, repropuesta después de la guerra y la Revolución de Octubre,
adquiere un aroma diferente a la genealogía de Labriola que la había-precedido más de
veinte años antes.
No sorprenden aliento y los argumento con que Toglia� replicaba a Missiroli. El éxito
de Monarchia socialista, publicado por Zanichelli en 1913, le había conver�do en una
eminente figura del orianismo *; contaba con una rica formación spaven�ana, que
Toglia� volvió pun�llosamente en su contra; además el «Ordine·Nuovo» había
publicado un ar�culo suyo �tulado Il socialismo contra la scienza, que Toglia� había
comentado con argumentos sobre la relación entre ciencia y filoso�a de marcado sabor
spaven�ano. Demostraba un profundo conocimiento de los Scritti filosofici y quizás
también de Esperienza e Metafisica 34. Por úl�mo, y sin descuidar las «buenas maneras»
que requería la postura an�mussoliniana de Missiroli y a la influencia de su rol
periodís�co·(era subdirector del recién creado «Il Tempo» y poco después volvería a
Bolonia como director del «Resto del Carlino»), Toglia� denunciaba el carácter
ín�mamente an�socialista del eclec�cismo anarquizante de Missiroli 35.
En cualquier caso, el problema de la influencia de Spaventa sobre los «ordinovistas»·no
volvería a plantearse hasta finales de 1923. Gramsci estaba en Moscú desde mayo del
22, mientras que en Italia, Toglia� se enfrentaba al ascenso del fascismo y, como es
bien sabido, dedicaba sus energías intelectuales principalmente a analizarlo. Pero
cuando Gramsci comienza en el verano del 23,
a·abordar·el·problema·de·la·«traducción·al·lenguaje·histórico·italiano» de la polí�ca de
la Comintern, desafiando el liderazgo de Bordiga, se comienza a plantear el problema de
la tradición idónea con la que enraizar el PCdI36.
Es�mulado también por el trabajo de reedición de los textos de Marx y Engels que se
desarrollaba en Moscú en medio de enconados conflictos teóricos avivados por la lucha
por la sucesión de Lenin, Gramsci se vio sorprendido por la publicación de una amplia
antología de escritos de Marx y Engels editada por Riazanov y, una vez se traslada a
Viena, propone a Zino·Zini traducirla al italiano 37. En este clima nace la idea de volver a
poner en circulación a Labriola, a quien piensa dedicar un número de la nueva serie del
«Ordine Nuovo»38. En Moscú se había publicado una selección de las cartas de Labriola

*
Orianismo: hace referencia a los seguidores de Alfredo Oriani, uno de los inspiradores del fascismo, cuya
ideología se caracteriza por el ac�vismo, el voluntarismo y el componente nacionalista.
a Engels, y Gramsci pedirá a Terracini que consiguiera una copia para publicarla en
Italia 39. Tenía especial interés en hacer de Labriola un punto de referencia para la
formación del nuevo grupo dirigente del PCdI y de sus cuadros 40. Sin embargo, en
vísperas del Congreso de Lyon, la redacción de la plataforma ideológica del par�do será
confiada a Toglia�. En su famoso ar�culo La nostra ideologia publicado en «l’Unità»,
del 7 de julio de 1925, en el que se reivindicaba para los «odinovistas» el mérito de haber
representado la interpretación más justa del «marxismo revolucionario», Toglia� no
tuvo reparos en afirmar:
Al marxismo se puede llegar por varias vías. Nosotros llegamos a él por la vía que siguió
Karl Marx, es decir, par�endo de la filoso�a idealista alemana, de Hegel [...]. La vía que
seguimos es, comparada con cualquier otra vía, la vía principal, y �ene todas las ventajas
de serlo.

Me parece evidente que esta «vía», mediada por Labriola, no conducía al materialismo
dialéc�co, sino más bien a un historicismo consecuente. «Queda por ver, proseguía
Toglia�, si hemos operado, y si lo hemos operado completamente esa reversión de la
construcción idealista hegeliana necesario para volver a poner en pie el mundo y la
historia, que en el sistema de Hegel se sos�enen y caminan sobre su cabeza». A quienes
deseen hacer esta comprobación les convendría poner atención en la definición de la
dialéc�ca que seguía:
Una de las caracterís�cas de la concepción dialéc�ca de la realidad es [...] la de no aislar
nunca ninguno de los elementos de una situación de los demás elementos de esta y de
la situación misma considerada en su conjunto y su desarrollo, y la de creer que sólo en
esta correlación e interdependencia mutua, completa y con�nua de los elementos en
desarrollo puede captarse el sen�do de la realidad 41.

U�lizando el envoltorio de lemas exquisitamente labriolanos (como la «previsión


morfológica» para excluir el teleologismo) y de metáforas de la vulgata marxista (como
la de poner a Hegel sobre sus pies), la definición de dialéc�ca ponía en circulación la
revisión del hegelianismo de Bertrando Spaventa 42.

4. En los Cuadernos de la cárcel. En su carta a Tania del 13 de enero de 1930, Gramsci,


que estaba a punto de escribir, o acababa de empezar a escribir los párrafos 43 y 44 del
Cuaderno 1, que con�enen el núcleo de su interpretación del Risorgimento, decía que
había leído en aquellos días Dal 1848 al 1861, encontrando «estados de ánimo
semejantes a los que yo le atravesaba»43.
Las comparaciones que siguieron se limitaron al sen�miento de abandono que sen�a y
fueron un mensaje codificado al Par�do para instar a su liberación 44. Pero uno no puede
detenerse ahí. Existe un paralelismo entre el programa de inves�gación de Bertrando
Spaventa, que desde su exilio en Turín pretendía una revisión del idealismo 45, y el
expuesto por Gramsci en los Quaderni, encaminado a una profunda revisión del
marxismo 46: El primero pretendía injertar la filoso�a clásica alemana en la cultura de la
nueva Italia para ponerla al nivel del pensamiento europeo más avanzado; el segundo
pretendía desarrollar la filoso�a de Marx para sacar al socialismo europeo de la crisis en
la que se había sumido con la Gran Guerra y educar a las clases populares en un «nuevo
cosmopoli�smo», «colaborando» en la «formación de una economía según un plan
mundial» 47.
En este sen�do, la influencia de Spaventa sobre Gramsci es mucho más amplia y
profunda de lo que revelan las escasas citas de los Quaderni. En cualquier caso, la
primera referencia explícita a Spaventa es un conocido pasaje del Cuaderno 4
(noviembre de 1930) en el que Gramsci esboza una comparación entre Spaventa y
Hegel. La nota está dedicada a cri�car las reformas del hegelianismo de Croce y Gen�le,
juzgadas como «un paso atrás» respecto a Hegel, pero vale la pena detenerse en el
pasaje rela�vo a Spaventa, que había sido, junto con Vico, «el nexo de unión»:
¿Se puede pensar en Hegel sin la Revolución Francesa y las guerras napoleónicas [...]?
¿Qué podían ofrecer Vico y Spaventa que fuera similar? ¿Incluso Spaventa, que par�cipó
en acontecimientos históricos de alcance regional y provincial, comparados con los que
desde 1789 hasta 1815 que sacudieron a todo el mundo civilizado de la época y
obligaron a pensar «mundialmente»? 48

El juicio fue evidentemente reduccionista, viciado por la polémica contra el


neoidealismo. El 48 napolitano había sido la chispa del 48 europeo, que en términos de
pensar «mundialmente» no fue ciertamente un «paso atrás» respecto a la Revolución
Francesa. Lo mismo puede decirse de la formación filosófica de Spaventa, que en todo
caso, superaba en cosmopoli�smo 49. Pero ese no fue el único juicio de Gramsci sobre
Spaventa. Sus reflexiones sobre el Risorgimento, iniciadas en los días en que había leído
Dal 1848 al 1861, se basaban en la conciencia de la naturaleza desigual del desarrollo
capitalista; pero antes de que la encontrara en los debates de la Comintern, esa visión
había inspirado el Discorrendo y el cuarto Saggio de Labriola, deudores a su vez de la
concepción spaven�ana de la modernidad. Habiendo postulado el «nexo europeo» del
Risorgimento italiano, Gramsci lo insertaba en un proceso diferenciado y global de
formación de la Europa moderna, no muy dis�nto del que Spaventa había esbozado en
el terreno filosófico, y el papel que atribuía a las élites intelectuales debía mucho a la
visión spaven�ana de los filósofos y la revolución. Tomando como referencia el libro de
Raffaele Ciasca, L'Origine del programma per l'opinione nazionale, Gramsci elaboraba
una «concepción del Estado según la función produc�va de las clases» en la que, en
países periféricos como Italia, atribuía un papel fundamental a los grupos intelectuales,
que demostraron estar más avanzados que la burguesía capitalista a la hora de captar
los impulsos modernizadores internacionales y difundirlos por todo el país. El papel que
Gramsci asignaba a los intelectuales y la consiguiente visión del Estado italiano no serían
concebibles al margen de la lección de spaven�ana; y no es descabellado suponer que
la correspondencia entre Silvio y Bertrando Spaventa, leída y meditada durante aquel
periodo, hubiera influido significa�vamente en su pensamiento:
Cuando el impulso del progreso no está estrictamente ligado al desarrollo económico
local, sino que es un reflejo del desarrollo internacional que envía a la periferia sus
corrientes ideológicas (nacidas sobre la base del desarrollo produc�vo de los países más
avanzados), entonces la clase portadora de las nuevas ideas es la clase de los
intelectuales y la concepción del Estado cambia de aspecto. El Estado se concibe como
una cosa en sí, como un absoluto racional 50.

Pero es aún más significa�vo que Gramsci se refiera explícitamente a los Principia di
Etica y al opúsculo sobre el Paolottismo en el Cuaderno·8, en el que la tercera serie de
los·Appunti·di·filosofia·sienta·las·bases·de·una·nueva·concepción del sujeto. Más
adelante hablaremos de ello;·aquí es ú�l dejar constancia del cambio en su juicio sobre
el valor histórico de la filoso�a de Spaventa.
El nuevo juicio se produce al cri�car los residuos posi�vistas del marxismo de Labriola.
Gramsci se refiere a una entrevista de 1903 en la que Labriola, preguntado sobre la
mejor manera de educar a un «papú», había dicho que primero lo haría esclavo. «Se
podría recordar, comentaba Gramsci, lo que dice Spaventa sobre aquellos que nunca
quieren que los hombres salgan de la cuna·(es decir, del momento de autoridad que
educa a los pueblos inmaduros para la libertad) y piensan que toda la vida (de los otros)
es una cuna». -Así, señalando las vetas colonialistas de Labriola, escribe:
Spaventa, que se situaba desde el punto de vista de·la burguesía liberal [...] expresaba,
en su sarcasmo, una posición mucho más progresista y dialéc�ca 51.

Esta es su opinión predominante sobre Spaventa, madurada a través de su estudio de


los Principii di Etica en los que se desarrolló hasta el final la interpretación liberal-
revolucionaria de Hegel 52;·y no se puede excluir la influencia de ese texto en la
concepción del Estado como unidad dialéc�ca de la sociedad polí�ca y la sociedad civil,
a la que Gramsci había llegado precisamente en ese periodo 53.
Del mismo tenor era la cita del paralelismo carducciano entre Kant y
Robespierre·(«Decapitaron a Emmanuel Kant, Dios-Massimiliano Robespierre, el rey»)
que, según Gramsci, había sido an�cipado por Spaventa en su famosa Carta a De Meis54.
Esta cita es tan significa�va como siempre (aunque inexacta, ya que Spaventa había
comparado a Kant con Vico, no con Robespierre), porque está incluida en un párrafo
�tulado Traducibilità reciproca delle culture nazionali.·El vínculo entre La Sacra Famiglia
y la «circulación» de Spaventa procede de Labriola, quien, como hemos visto, también
había tomado de Marx el concepto de realidad de la ideología, fundamental para la
elaboración del concepto gramsciano de hegemonía 55. Hay, por úl�mo,
una·ascendencia·spaven�ana·en·la·declinación·de·la·relación·entre·polí�ca·y religión.
Como es bien sabido, la construcción de la nación de Farneschi conjugaba
estrechamente é�ca, polí�ca y religión, hasta el punto de asumir los rasgos de lo que
para Gramsci -u�lizando la expresión de Romain Rolland- sería la idea de «reforma
intelectual y moral» 56. No es casualidad, por tanto, que en el Cuaderno 15, dedicado a
la elaboración del concepto de «revolución pasiva», Gramsci cite La politica dei gesuiti
nel secolo XVI e nel XIX, subrayando que la fórmula de Cavour de las relaciones «Iglesia
libre en un Estado libre» tenía un valor pragmá�co y, por tanto, se había conver�do en
«permanente», pero en Spaventa la religión tenía un valor social y civil, contribuyendo
a determinar la e�cidad del Estado 57. Por lo tanto, se puede argumentar de forma
fundamentada que la redefinición de Gramsci del «Estado é�co» como «Estado de
cultura» también era deudora de las lecciones de Spaventa.
Dado el marco de este trabajo, nos hemos detenido en aquellas partes de los Quaderni
en los que es el propio Gramsci quien evoca a Spaventa pero, como es bien sabido, éstos
se inscriben en la revalorización del pensamiento de Hegel que cons�tuye un punto de
referencia fundamental en su programa cien�fico. Nuestras inves�gaciones nos llevan a
concluir que el pensamiento de Spaventa fue una fuente esencial dirigida o mediada por
Labriola en la emancipación de Gramsci de las influencias crocianas y gen�linianas de su
juventud y contribuyó significa�vamente a inspirar su reelaboración del materialismo
histórico en clave de «filoso�a de la praxis».
Como hemos señalado, el impacto de Spaventa en la definición de Gramsci de las
caracterís�cas del Risorgimento está mediada por Labriola, pero no por ello es menos
relevante: el Cuaderno 19·y el conjunto de notas dispersas sobre el Risorgimento siguen
el esquema del cuarto Saggio labriolano cuyo punto más destacado está en la
conclusión:
Italia, saliendo de siglos de decadencia efec�va y pasando por la tensión conspira�va y
el ardor de las revueltas, no ha aportado al nuevo orden una experiencia proporcionada
de polí�ca moderna [...]. ¿cuántas garan�as de Estado moderno ofrece ahora Italia para
mantener un lugar como compe�dor ú�l y eficaz en la carrera internacional? […] la vieja
nación italiana, componiéndose como un Estado moderno, ¿cuánto de ella era
adaptable y de cuanto carecía frente a las condiciones de·la polí�ca mundial en
general?58

Este era el problema que Spaventa se había propuesto abordar en la Prolusión


napolitana y en sus inves�gaciones filosóficas de las dos décadas siguientes,
enfrentándose incesantemente a la evolución del pensamiento europeo tras la guerra
franco-prusiana y la Comuna. Sin embargo, también fue el problema de Gramsci que, en
el curso de la «gran transformación», no se planteó la cues�ón de·la culminación de·la
revolución burguesa mediante la alianza revolucionaria de obreros y campesinos, sino
que volvió a imponer el problema de la «incongruencia italiana» señalando a las clases
trabajadoras las vías de·la internacionalización 59.
Esto exigía repensar ab imis (a fondo) la cons�tución de sujetos capaces de «inicia�va
histórica»: una cues�ón eminentemente filosófica, que en el paso de la primera a la
tercera·serie·de·los·Appunti·di·filosofia·le·indujo·a·reformular·el·problema de la
relación entre estructura y superestructura (tema crucial en la concepción materialista
de la historia) traduciéndolo en el «problema de la formación de una voluntad
colec�va». Abandonando la «metáfora arquitectónica», la cues�ón es «cómo se forman
precisamente las voluntades colec�vas permanentes, y cómo estas voluntades
proponen fines concretos inmediatos y mediatos, es decir, una línea de acción
colec�va» 60. Gramsci se propuso así refundar la concepción del sujeto, no como algo
dado, sino como resultado de combinaciones dinámicas entre ciencia, trabajo y filoso�a.
Este fue el problema que le llevó a cambiar su léxico, sus�tuyendo «materialismo
histórico», por «filoso�a de la praxis»; una filoso�a que evitara los riesgos del
reduccionismo sociológico presente también en Labriola, erradicando toda forma de
trascendentalismo. Gramsci conocía el prefacio de 1867 a Principii di filosafia, en el que
Spaventa, asumiendo el desa�o del posi�vismo y de las nuevas «ciencias del espíritu»,
resumía así su revisión del hegelianismo:
La verdadera naturaleza, el ser, la existencia humana, es el hacer humano. En otras
palabras, el hombre es esencialmente historia;·y quien dice historia, dice posi�vismo,
aposteriorismo. El hombre a priori es el hombre abstracto, no real, el hombre sin historia
[...]. [Pero la filoso�a y esto sólo es filoso�a, quiere comprender las cosas en esa forma
constante, no accidental, eterna, que yo llamo existencia infinita·[...].·La existencia
infinita es el infinito a posteriori61.

Esta idea de·la filoso�a se adaptaba mucho mejor a la concepción procesual del sujeto
a la que Gramsci había llegado que el materialismo histórico, incluso en la reelaboración
de Labriola 62; y no excluiría que Gramsci tuviera precisamente estas reflexiones en
mente cuando se propuso «rehacer para la concepción filosófica de Croce la misma
reducción que los primeros teóricos de la filoso�a de la praxis [habían] hecho para la
concepción hegeliana 63.

5.·La invención de una tradición. En el discurso inaugural del Ins�tuto de Reformas


Sociales «Giuseppe·Mazzini», pronunciado en el Aula Magna de la Scuola Normale de
Pisa el 10 de marzo de 1946, Toglia� dedicaba un reconocimiento excepcional
a·Bertrando Spaventa. Asumiendo que el marxismo es «la única verdadera concepción
histórica posible del mundo italiano», iden�ficaba su sustancia en la dialéc�ca,
añadiendo que la manera de aplicarla a la «renovación de todo nuestro organismo
social» había sido «el problema en torno al cual [se había]·atormentado el espíritu del
filósofo más grande del siglo pasado: Bertrando Spaventa». Merece la pena detenerse
en esta apreciación:
En ese trabajo suyo·[Prime categorie della logica di Hegel, de 1864], que me pareció el
más profundo de los escritos filosóficos [...] plantea el siguiente problema: ¿cómo se
movería Hegel de una a otra de estas tres categorías? ¿De dónde procede el
movimiento?

«Preguntas a las que hay que responder», con�nuaba Toglia�, «si se quiere tener una
concepción histórica de la vida»;·y tras afirmar que la respuesta «más sencilla» la da el
marxismo al demostrar que «el movimiento está en la realidad misma de nuestra vida
social», declinaba el concepto en clave �picamente spaven�ana:
Nuestra vida social es la única realidad que podemos conocer, porque es la única que
llevamos como hombres aglu�nados en sociedad. La única historia que nos interesa es
la historia de la sociedad humana en la que el desarrollo histórico es su propia causa, la
causa·sui 64.

Es el íncipit más apropiado para con�nuar nuestra reconstrucción, ya que confirma la


incidencia de Spaventa en la educación de Toglia� y reafirma la conexión entre la
filoso�a de la praxis de Gramsci y la reforma spaven�ana del hegelianismo sobre la que
nos detuvimos anteriormente. Pero, sobre todo, �ene un marcado carácter
programá�co. En·1946, Toglia� era un dirigente polí�co de rango y un
actor·clave·en·la·reconstrucc�ón·democrá�ca·de·la·nación·italiana. Sus ideas filosóficas
tenían, por consiguiente, una proyección estratégica. Al anunciar que quería recuperar
a Labriola y la inminente publicación de los escritos de Gramsci 65, pretendía construir
una genealogía y establecer una tradición.
No es casualidad que, tras exponer este programa, Toglia� se dedicara a la publicación
de los Quaderni, guardando silencio sobre Labriola·hasta·1952 66: para construir una
genealogía, era necesario dar a conocer primero el pensamiento del hombre que iba a
ser su culminación. Pero hubo también razones polí�cas que obstaculizaron la
realización de su proyecto. Pocos meses después comenzaba la Guerra Fría y la «obra
cultural», confiada a Emilio Sereni, adquirió el carácter de propaganda de·la sociedad
sovié�ca y del materialismo dialéc�co, provocando choques con el mundo cien�fico y
serios daños en la imagen del «nuevo par�do»67. Una vez terminada la publicación de
los Cuadernos, menguada la estrella de la Kominform 68, Toglia� nombró a Cario Salinari
jefe de la Comisión Cultural·(creada en el VI Congreso)·y en su primera reunión
retomaba su proyecto desbaratando la polí�ca cultural de su predecesor. No es éste el
lugar para comentar este famoso documento; en su lugar, merece la pena detenerse en
el modo en que Toglia� concebía la traducción del marxismo al lenguaje histórico de·la
cultura italiana de posguerra.
Afirmando que «una cultura socialista es tal por su contenido, pero es nacional por su
forma», se proponía preparar el terreno para la penetración del pensamiento de
Gramsci desarrollando un ambicioso programa de revisión de la historia cultural de la
Italia moderna des�nado a discernir las corrientes progresistas sobre las que injertar un
marxismo acorde con el programa de renovación de la sociedad italiana al que se
aplicaba el PCI.
Retomando las indicaciones estratégicas de los Quaderni, iden�ficaba a Francesco De
Sanc�s como el referente de la renovación de la cultura literaria y a Labriola como «el
pensador que, enraizado en la cultura italiana de mediados del siglo XIX, con un golpe
de ala abre al pensamiento progresista de nuestro país la vía principal del marxismo» 69.
Poco después moría Benedeto Croce y Toglia� comenzaba un ensayo sobre su obra y
la de Gen�le del que sólo quedan algunas notas publicadas después de su muerte. Por
economía de nuestra reconstrucción, nos limitamos a analizar las referencias a
Spaventa. Toglia� retomaba el juicio de la conferencia de Pisano de 1946 afirmando
que en las «dos úl�mas décadas del siglo XIX», mientras que las «escuelas filosóficas
italianas» se habían «agotado en muchos casos sin dejar rastro», Bertrando Spaventa,
«un gigante del pensamiento», había sido el único que había ido por libre «o al menos·(lo
había intentado)». Así, reiterando la derivación del neoidealismo del hegelianismo
napolitano, reconocía el «espíritu verdaderamente revolucionario» inicial de Croce y,
recordando su propia juventud y la de Gramsci, el haber desempeñado, con «La Crí�ca»,
un papel muy posi�vo en la formación de la «juventud erudita» y de la «intelectualidad
media de la época».
Pero lo más destacado de sus notas es su adhesión a la derivación del actualismo de la
reforma del hegelianismo de Spaventa. El tema es de capital importancia tanto para la
interpretación que Toglia� hace de Spaventa, como para el reconocimiento del papel
de Gen�le en su formación. Retomando el razonamiento sobre la reforma de la
dialéc�ca hegeliana, Toglia� hizo suyo el juicio de Gramsci sobre el carácter regresivo
del neoidealismo al rastrear su origen en el «mentalismo» de Spaventa 70. Pero las Notas
de 1952-53 contenían también el esbozo del ensayo Per una giusta comprensione del
pensiero di Antonio Labriola, publicado por entregas en «Rinascita» al año siguiente. En
la conferencia de Turín de 1949, en la que se esbozaba la crisis de la cultura italiana entre
los siglos XIX y XX, Toglia� había juzgado a Labriola como una «figura aislada»,
atribuyendo la causa a su «temperamento aristocrá�co en el pensamiento y en el
carácter», que le había impedido entrar «más de cerca del movimiento y en la lucha
directa» y «crear, al menos entre los jóvenes, una escuela [...] al mismo �empo, de
pensamiento y de acción» 71. Sin embargo, en el ensayo de 1954 la perspec�va había
cambiado: para contrarrestar el «retorno a Croce» propiciado por las celebraciones tras
su muerte 72, Toglia� promovía un relanzamiento editorial y de estudios sobre Labriola,
considerándolo decisivo en la estrategia cultural del An�Croce 73 y se imponía la tarea
de rescatarlo de la marginación a la que Croce lo había «condenado».
De hecho, la biogra�a de Luigi Dal Pane publicada en 1934, contenía un extenso prefacio
de Gioacchino Volpe que documentaba la perdurable vitalidad del pensamiento de
Labriola incluso bajo el fascismo 74. Si, además, se �ene en cuenta el «duelo»
historiográfico de aquellos años entre Volpe y Croce 75, se comprende mejor la irritación,
la crudeza de palabras y la aser�vidad de Croce sobre Labriola en el ensayo Come nacque
e·come mori il marxismo teorico in Italia con el que, acompañando a la reedición para
Laterza en 1937 de los ensayos sobre la concepción materialista de la historia, ofrecía
un retrato desdeñoso y liquidador de este.
El ensayo de Toglia� se interrumpió en el cuarto capítulo, por lo que no disponemos de
su interpretación de Labriola. Pero la «operación» cultural a la que apuntaba estaba
claramente enunciada en el segundo capítulo: se presentaba a Labriola como el eslabón
intermedio de una cadena que vinculará en Italia al marxismo con Hegel. Refiriéndose a
la carta a Engels con la que par�amos, Toglia� escribía:
Es desde esta [...] posición de la que es necesario par�r. De la educación estrictamente
hegeliana al comunismo. De Hegel a Marx. Este es el camino clásico, y la tarea consiste
en inves�gar cómo se recorrió y, en par�cular, si el punto de llegada ya estaba contenido
en las primeras evaluaciones crí�cas de la doctrina hegeliana y, por lo tanto, los
«pasajes» posteriores no eran «sacudidas» [como escribió Croce en 1907] sino los
momentos necesarios para explicitar una orientación ya originalmente percibida e
indagada como nueva76.

Para preparar el terreno a la demostración de su tesis, Toglia� dedicaba el siguiente


capítulo a una valiosa lectura de los escritos del «joven» Marx, inusual en la literatura
marxista italiana de aquellos años. A con�nuación, abordaba en profundidad la
interpretación de Spaventa, enmarcándola en el Movimento e crisi del pensiero italiano
nell'Ottocento.
Las fuentes en las que se basaba Toglia� fueron: la Prolusión napolitana del 61;
Paolottismo, positivismo, razionalismo; el prólogo de Principii di filosofia, y Esperienza e
Metafísica. Toglia� iden�ficaba el esquema de la circulación europea como la estrategia
más eficaz para unificar culturalmente el Estado nacional surgido del Risorgimento,
interiormente frágil y minado por las fracturas seculares de la historia de Italia 77. Pero
para argumentar tanto la derivación, como la separación del marxismo de Labriola del
hegelianismo de Spaventa, era necesario despejar el campo no sólo de la lectura que
Croce y Gen�le hacían de uno y otro, sino también de la forma en que Croce y Gen�le
habían construido sus respec�vas reformas de la dialéc�ca para bloquear la influencia
de Labriola. Se trataba de un problema de revisión historiográfica y de reinterpretación
filosófica de Spaventa, para asentar su relación con Labriola sobre una nueva base 78.
Toglia� aprovecha el aspecto revolucionario del hegelianismo de Spaventa de los años
cuarenta y cincuenta, centrado en la conexión entre Hegel y la Revolución Francesa,
observando que después de la crisis del hegelianismo de los años sesenta habría que
esperar a Labriola para ver nuevamente estudiada y valorada la Revolución Francesa;
pero introdujo una discon�nuidad entre Labriola y Spaventa, ya que el primero había
inspirado el desarrollo de una cultura historicista orientada a inves�gar la realidad actual
del país (las primeras inves�gaciones sobre el Mezzogiorno y el nacimiento de la
historiogra�a «económico-jurídica»), mientras que el segundo, trazando la
iden�ficación hegeliana entre filoso�a e historia de la filoso�a, no lograría mantener
unida su propia escuela ni influir en los fermentos culturales de la nueva Italia 79.
Señalaba, por ejemplo, la inclusión de Rosmini y Giober� en el esquema de la
«circulación europea» tras la unificación, y la revalorización de Vico. La primera no había
producido resultados duraderos porque en la Italia y la Europa de la segunda mitad del
siglo XIX Rosmini y Giober�, vinculados de diferente forma al des�no de los Estados
Pon�ficios, habían agotado su función 80. La segunda, también debido a la ambigüedad
del pensamiento de Vico, sólo había servido para jus�ficar un historicismo conservador
y reaccionario 81.
El golpe iba dirigido no sólo contra Croce, sino también contra Gen�le y, en un plano
más exquisitamente filosófico, cues�onaba la conexión Vico-Kant, el «caballo de
batalla» del programa cien�fico de Spaventa 82, reprochándole haber vinculado
unilateralmente el descubrimiento de la «produc�vidad del conocimiento» al
trascendentalismo kan�ano, quedando así bloqueado ante la necesidad de fundar la
unidad de la filoso�a y la polí�ca en la dialéc�ca de Hegel 83. De este modo, Toglia�
argumentaba que la filoso�a spaven�ana no pudo frenar ni el retorno a Kant, ni las
conciliaciones transformistas entre ciencia y fe que marcaron la difusión del posi�vismo.
Por tanto, su pensamiento no había producido los an�cuerpos necesarios para
contrarrestar al actualismo 84.
No obstante,·Toglia� era consciente de las razones históricas y polí�cas de la «crisis del
pensamiento italiano del siglo XIX». Había aprendido precisamente de Spaventa que la
suerte europea del posi�vismo provenía de los problemas planteados a la filoso�a por
los nuevos descubrimientos cien�ficos y sus reverberaciones en el gran debate sobre las
«ciencias de la naturaleza» y las «ciencias del espíritu». En la interpretación de la crisis
de la cultura europea, que desde la conferencia de Pisa de 1946 se había vuelto a
plantear en varias ocasiones, el acento recae tanto en la debilidad interna del
posi�vismo como en la responsabilidad del neoidealismo por atacar la «conexión
sen�mental» entre los intelectuales y las clases trabajadoras precariamente construida
por el socialismo 85. Luego, cambiando bruscamente de postura, llama la atención sobre
la superación del trascendentalismo en la inves�gación filosófica del úl�mo Spaventa,
que dio lugar a Esperienza e Metafisica:
Precisamente porque está limitado por la experiencia -recita el pasaje citado por
Toglia�- el hombre se hace de sí mismo lo que es:·su mundo, su conocimiento y su
felicidad, todo lo que es como hombre es obra suya. Este es en general el gran concepto
y significado del trabajo y de la historia, que en el fondo son la misma cosa. Zeller, si
recuerdo bien [...] dice: al espíritu, que se ha vaciado en lo teórico, sólo le queda la
prác�ca, la acción.
La reducción del hombre y de la historia al trabajo -concluye Toglia�- y de la teoría a la
prác�ca es el punto de par�da del materialismo histórico [...].·Se comprende cómo de
su escuela pudo salir un Antonio Labriola 86.

7.·Conclusión. La inesperada conclusión del capítulo creaba grandes expecta�vas en


cuanto a la forma en que Toglia� habría presentado a Labriola. Pero su ensayo se
interrumpió por razones que desconocemos En·1986 fue encontrado entre sus papeles
una nota de Antonio Banfi, fechada, por Toglia� el 9·de·juliode·1954.
La nota contenía información sobre la filoso�a de Herbart y el Herbar�smo, que Toglia�
había necesitado evidentemente para escribir el capítulo que quería dedicar al
pensamiento de Labriola 87. Probablemente se dio cuenta de que se había precipitado
demasiado, en comparación con lo que el propio Labriola había escrito a Engels, al
reducir el Herbar�smo a un episodio irrelevante de su biogra�a 88.
Además, debió de temer reacciones nega�vas ante el intento de establecer una
tradición demasiado limitadora respecto a la pluralidad de corrientes filosóficas y
culturales presentes en el PCI y en sus áreas de influencia. En la década de 1970, el tema
del Herbar�smo fue el terreno más sólido de las crí�cas a su genealogía 89, pero en 1961
Toglia� ya había redimensionado significa�vamente su propuesta inicial de una «vía
italiana al marxismo» 90.
Lo cual no excluye que situar de Spaventa en los orígenes del marxismo italiano fuera
una operación sustancialmente bien fundada. Como escribía Eugenio Garín en 1964:
Los verdaderos herederos de la filoso�a de la praxis [...] no se encuentran en el círculo
de las vastas influencias, aunque algo subterráneas, ejercidas durante mucho �empo
por Labriola sobre los estudios históricos; hay que buscarlos en el terreno de·la lucha
polí�ca no desvinculada de la reflexión teórica.

No se podía dudar, por tanto, de lo que Gramsci y Toglia� no sólo habían afirmado sobre
su iden�dad teórica, sino también tes�moniado con la acción polí�ca y la estrategia
cultural. En·1981, Garin reiteró la legi�midad de la genealogía de Toglia�, juzgando la
propuesta de la «vía italiana al marxismo» presentada en abril·de·1952 como «una
polí�ca cultural de par�cular agudeza», fundada en una «gran intuición histórica» 91.
Entre los argumentos esgrimidos en apoyo de su visión citaba la recuperación y la
valorización de la correspondencia entre Labriola y Spaventa entre los años cincuenta y
sesenta, y la confirmación que supuso en los años setenta la publicación de las cartas de
Labriola a Croce y la correspondencia entre Croce y Gen�le. No me cabe duda de que la
reedición de los escritos de Labriola y Spaventa, así como el florecimiento de nuevos
estudios e interpretaciones a par�r de los años sesenta, recibieron un impulso decisivo
de esa estrategia cultural 92.

Traducción: Fernando Zamorano


Notas:

1
A. Labriola, Carteggio, vol. III, 1890-1895, edición de S. Miccolis, Nápoles, Bibliopolis, 2003, p. 378.
2
F. Engels, Anti-Duhring, edición de V. Gerratana, Roma, Editori Riuni�, 1968, IIª edición p. 28: «El
materialismo moderno es esencialmente dialéc�co y no necesita una filoso�a que se sitúe por encima de
las demás ciencias. Desde el momento en que cada ciencia par�cular debe darse cuenta de su posición en
el nexo general de las cosas y de su conocimiento, toda ciencia que tenga por objeto el nexo general se
vuelve superflua. Por consiguiente, lo que sigue en pie, independientemente de toda la ciencia filosófica
que ha exis�do hasta ahora es la doctrina del pensamiento y sus leyes, es decir, la lógica formal y la
dialéc�ca; todo lo demás se resuelve en la ciencia posi�va de la naturaleza y de la historia».
3
Labriola, Carteggio, vol. III, cit., pp. 411-414.
4
La lección fue publicada por Sebas�ano Maturi en 1901 y nunca fue reimpresa. Cfr. B. Spaventa, Opere,
edición de I. Cubeddu, Florencia, Sansoni, 1972, vol. III, p. 923.
5
B. Spaventa, Logica e metafisica, edición de G. Gen�le, Bari, Laterza, 1911.

Úl�ma obra inacabada, escrita entre 1881 y 1882, y publicada póstumamente por Donato Jaja.
6

7
B. Spaventa, La legge del piu forte, en Id., Opere, cit., vol. I, pp. 531-5446 6.
8
A. Labriola, Il problema della filosofia della storia, en Id., Scritti filosofici e politici, edición de F. Sbarberi,
Turín, Einaudi, 1973, p. 20.
9
S. Poggi, Antonio Labriola. Herbartismo e scienze dello spirito alle origini del marxismo italiano, Milán,
Longanesi, 1978.
10
Spaventa, Logica e metafisica, cit., pp. 4-5. Véase la oportuna reconstrucción de N. Siciliani de Cumis de
las crí�cas y refutaciones spaven�anas de Herbart y sus seguidores, Herbart e herbartiani alla scuola di
Bertrando Spaventa, en «Giornale cri�co della flloso�a italiana», octubre-diciembre 1973, pp. 517-561.
11
Cfr. E. Garin, Tra due secoli. Socialismo e filosofia in Italia dopo l'Unità, Bari, De Donato, 1983, pp. 103 y
105-113: « La relación entre Labriola y Spaventa, así como el hegelianismo y el herbar�smo coexis�endo
dialéc�camente en Labriola y su ac�tud duramente polémica contra el posi�vismo, posteriormente su
movimiento hacia el marxismo, no puede comprenderse sin el magisterio napolitano de Spaventa a par�r
de 1962, tan poco hegelianamente "ortodoxo", pero tan alejado de los caminos recorridos, a través de la
experiencia feuerbachiana, por los "jóvenes hegelianos" alemanes». Sobre el pensamiento de Spaventa
anterior y posterior a 1862 permítanme la referencia de G. Vacca, Politica e filosofia in Bertrando Spaventa,
Bari, Laterza, 1967.
12
B. Spaventa, Esperienza e Metafisica, edición de D. Jaja, Turín, Loescher, 1888, p. 138.
13
Labriola, Scritti filosofici e politici, cit., p. 689.
14
G. Gen�le, La filosofia di Marx, Florencia, Sansoni, 1955, pp. 40-44.
15
La influencia de Spaventa sobre el joven Gramsci está documentada por el catálogo de la biblioteca de
A�lio Carena, «discípulo» de Gramsci «en los años de la guerra y de la posguerra», en el que -siguiendo
el orden de publicación- están presentes Esperienza e Metafisica (Turín, Loescher, 1888); los Scritti di
Filosofia (Nápoles, Morano, 1900); La filosofia italiana nelle sue relazioni con la filosofia europea (Bari,
Laterza, 1908); La libertà d'imegnamento (Florencia, Le Letere, 1920). Según el tes�monio de Alfonso
Leone�, el joven Carena compraba libros por sugerencia de Gramsci, y el catálogo de su biblioteca se
caracteriza por la presencia preponderante de las obras de Croce y Gen�le (G. Bergami, Il giovane Gramsci
e il marxismo 1911-1918, Milán, Feltrinelli, 1977, Appendice, pp. 175-193). A esta lista hay que añadir los
libros citados de fuentes directas o indirectas en los Quaderni: los Scritti filosofici de la edición Jaja-
Spaventa ya mencionada; los Principi di Etica (Nápoles, Morano, 1904); Paolottismo, positivismo,
razionalismo, mencionados en la edición de la «Rivista bolognese» de 1868 reimpresión de los Scritti
filosofici; La politica dei Gesuiti nel secolo XVI e nel XIX, en la edición de Gen�le del 1911; De 1848 al 1861.
Lettere, scritti, documenti, de Silvio Spaventa, de la segunda edición de Laterza de 1923.
16
A. Gramsci, Scritti (1910-1926), vol. II, 1917, edición de L. Rapone, Roma, Is�tuto della Enciclopedia
italiana, 2015, pp. 388-389 (Edizione nazionale degli scri� di Antonio Gramsci). Cfr. L. Rapone, Cinque anni
che paiono secoli. Antonio Gramsci dal socialismo al comunismo (1914-1919), Roma, Carocci, 2011, pp.
120-123
17
B. Spaventa, Della nazionalità della filosofia, probablemente conocido por Gramsci por la reimpresión
de los Scritti filosofici, que también con�enen el folleto sobre el Paolottismo, como veremos analizando la
presencia de Spaventa en los Quaderni.
18
Reimpresión de Gen�le en B. Spaventa, Logica e metafisica, Bari, Laterza, 1911.
19
«Avan�!», 5 marzo de 1917, ahora en Gramsci, Scritti (1910-1926), vol. II, cit., pp. 156-157.
20
A. Gramsci, Il Sillabo ed Hegel, en «Il Grido del Popolo», 15 de enero de 1916, ahora en Id., Cronache
torinesi 1913-1917, edición de S. Caprioglio, Turín, Einaudi, 1980, p. 72. Para los ar�culos sobre el
programa de W. Wilson cfr. A. Gramsci, Il nostro Marx 1918-1919, edición de S. Caprioglio, Turín, Einaudi,
1984, pp. 357-358, 409-414, 455-460, 476-478, 484-487, 538-542. Sobre este tema, véase G. Savant,
Bordiga, Gramsci e la Grande Guerra (1914-1920), Nápoles, La Cità del Sole, 2016, capítulos IV e V.
21
Gramsci, Scritti (1910-1926), vol. Il, cit., pp. 617-618.
22
Cfr. Vacca, Politica e filosofia di Bertrando Spaventa, cit., pp. 193-204.
23 Spaventa, La filosofia italiana nelle sue relazioni con la filosofia europea, cit., pp. 10-12 e 32-33.
24
Rapane, Cinque anni che paiono secoli, cit., pp. 288-293.
25
A. Gramsci, Stato e sovranità, en «Energie Nuove», febrero 1919, en Id., Il nostro Marx, cit., p. 529. En
la polémica con Treves, de un año antes, el mismo concepto se había expresado en términos aún más
claros, limitando el materialismo histórico a un canon hermenéu�co de la historia pasada: A. Gramsci, La
critica critica, en Id., La città futura 1917-1918, edición de S. Caprioglio, Turín, Einaudi, 1982, pp. 555-556.
Sobre el problema del sugeto, permítanme hacer referencia a G. Vacca, Modernità alternative. Il
Novecento di Antonio Gramsci, Turín, Einaudi, 2017, pp. 3-19 e 151-185.
26
P. Toglia�, La politica nel pemiero e nell'azione. Scritti e discorsi 1917-1964, edición de M. Ciliberto y G.
Vacca, Milán, Bompiani, 2014, pp. 1882-1887. La reseña aparece en el primer número del «Ordine Nuovo»
semanal (1° mayo de 1929) y se refería tanto al libro de Gen�le, apenas publicado por Ricciardi, como al
ar�culo Politica e filosofia, publicado en la revista nacionalista «Poli�ca» dirigida por Francesco Coppola y
Alfredo Rocco.
27
P. Toglia�, «Franche parole alla mia nazione» di Arturo Farinelli, en Id., La politica nel pensiero e
nell'azione, cit., pp. 1897-1900. Publicado por Bocca en 1919, junto al discurso L'umanità di Herder e il
concetto della «razza» nella storia dello spirito.
28
P. Toglia�, Pensatore e uomo d'azione, en Id., La politica nel pensiero e nell'azione, cit., pp. 1045-1062,
p. 1054.
29
lvi, pp. 1897-1898
30 lvi, p. 1907: Croce «se mueve "en el campo teórico y cien�fico", el único en el que el espíritu puede
"situarse fuera del tumulto de la prác�ca" [...]. Se parte de una crí�ca de las ideas abstractas de jus�cia y
de libertad, y luego, a medida que se va en busca de la concreción, se llega a separar el Estado de la
conciencia de los individuos y se interpone un abismo entre ambos [...]. El Estado vuelve a ser una
abstracción, porque ha sido privado del apoyo concreto de la voluntad moral de los individuos».
31
lvi, p. 1933
32
lvi, p. 1929.
33
lvi, p. 1930.
34
P. Toglia�, Scienza e socialismo, ivi, pp. 1914-1916.
35 Al volver a publicar en 1971 La Monarchia socialista, Missiroli escribía a Giuseppe Prezzolini: «Como
bien sabes, el socialismo anarquista era para mí una forma de hacer un poco de jus�cia social, pero sobre
todo de luchar contra el socialismo y evitar ir al fondo de los principios del Risorgimento, que, de haberse
desarrollado, habría cons�tuido un "peligro" para el estado monárquico». Cfr. M. Missiroli, G. Prezzolini,
Carteggio 1906-1974, edición de A. Bo�, Roma, Edizioni di storia e leteratura, 1992, pp. 413-414; cit. de
F. Perfe� en la Introduzione a la nueva edición del volumen Le Letere, Florencia, 2015.
36
G. Vacca, Gramsci a Roma Togliatti a Mosca, Torino, Einaudi, 1999, pp. 84 sg.
37 A. Gramsci, Lettere 1908-1926, edición de A. Santucci, Turín, Einaudi, 1992, pp. 172-173. Cfr. F. lzzo, I
Marx di Gramsci, en Id., Democrazia e cosmopolitismo in Antonio Gramsci, Roma, Carocci, 2009, pp. 45-
46.
38
lvi, p. 138.
39
lvi, p. 287.
40 En la Introducción al primer curso de la escuela del par�do (abril de 1925), lo definía como el único
intelectual vinculado al movimiento obrero que había estudiado realmente el marxismo y en octubre de
1926, poco después de su detención, instó a Toglia�, que se encontraba en Moscú, a enviar el «texto
corregido y las cartas de Antonio Labriola, con un prefacio de Riazanov» para ser publicado en el primer
número de una nueva serie del «Ordine Nuovo». Cfr. A. Gramsci, La costruzione del partito comunista
1923-1926, Turín, Einaudi, 1971, pp. 54 y 125.
41 P. Toglia�, La nostra ideologia, in Id., La politica nel pemiero e nell'azione, cit., pp. 1970-1977.
42
Vacca, Politica e filosofia in Bertrando Spaventa, cit., pp. 272-288.
43
A. Gramsci, T. Schucht, Lettere 1926-1935, edición de A. Natoli e C. Daniele, Turín, Einaudi, 1997, p. 438.
44
Vacca, Vita e pensieri di Antonio Gramsci, cit., p. 81.
45
B. Spaventa, Unificazione nazionale ed egemonia culturale, edición de G. Vacca, Bari, Laterza, 1969;
Garin, Tra due secoli, cit., pp. 21-58.
46
A. Gramsci, Quaderni del carcere, edición crí�ca del Is�tuto Gramsci a cargo de V. Gerratana, Turín,
Einaudi, 1975, Q 4, Appunti di filosofia. Materialismo e idealismo. Primera serie, pp. 421-425.
47
Vacca, Modernità alternative. Il Novecento di Antonio Gramsci, cit., cap. III.
48
Gramsci, Quaderni del carcere, cit., p. 504.
49 Labriola, Discorrendo di socialismo e di filosofia, cit., pp. 698-699: «Estos hegelianos escribían,
enseñaban y discu�an como si estuvieran, no en Nápoles, sino en Berlín, o no sé dónde».
50
Gramsci, Quaderni del carcere, cit., pp. 132-133.
51
lvi, pp. 1060-1061.
52
Vacca, Politica e filosofia in Bertrando Spaventa, cit., capítulos III y IV; D. Losurdo, Dai fratelli Spaventa a
Gramsci, Nápoles, La Cità del Sole, 1997, capítulos II y IV.
53
Ver la carta a Ta�ana del 7 de se�embre 1931, en la que resumía la culminación de su reflexión sobre
los intelectuales y el Estado: Gramsci, Schucht, Lettere, cit., p. 791.
54
lvi, p. 1067.
55
Vacca, Modernità alternative, cit., cap. I.
56
Losurdo, Dai fratelli Spaventa a Gramsci, cit., passim.
57
Gramsci, Quaderni del carcere, cit., pp. 1768-1787.
58
Labriola, Scritti filosofici e politici, cit., p. 855.
59
Gramsci, Quaderni del carcere, cit., pp. 1987-1989.
60
Ivi, p. 1057.
61
Spaventa, Logica e metafisica, cit., p. 7.
62
Para que resulte más claro lo que quiero decir, compárese la concepción procesual del sujeto contenida
en el pasaje citado de Spaventa con la concepción materialista de la historia condensada por Labriola en
su carta a Pasquale Villari del 13 de noviembre de 1900: «Siempre he entendido el socialismo italiano
como un medio 1) para desarrollar el sen�do polí�co de las mul�tudes; 2) para educar a aquella parte de
los obreros que es educable para la organización de clase; 3) para oponer a las diversas camorras que se
llaman par�dos un fuerte cuerpo popular; 4) para obligar a los representantes del gobierno a reformas
económicas ú�les a todos. El resto de la propaganda socialista, en el sen�do específico de la palabra, sólo
puede tener un efecto prác�co en Italia para las generaciones venideras» (Toglia�, La politica nel pensiero
e nell'azione, cit., p. 833. Toglia� citó este pasaje en su informe al VIII Congreso del PCI, comparando a
Labriola con Tura�).
63
Gramsci, Quaderni del carcere, cit., p. 1233.
64
Toglia�, La politica nel pensiero e nell'azione, cit., p. 1268.
65
«En pocas semanas publicaremos los escritos filosóficos y cien�ficos» de Gramsci «y todo el mundo se
asombrará de la profundidad de ese pensamiento por la forma en que logra conectar y fusionar
rígidamente marxista con la milenaria tradición italiana» (ivi, p. 1272).
66
La anunciada inminencia de la publicación de los Quaderni en marzo de 1946 fue quizá un homenaje a
Luigi Russo, rector de la Normale e invitado suyo, a quien se había confiado un ejemplar de los Quaderni
para una primera publicación; pero en mayo, Giulio Einaudi se presentó con la propuesta de publicar todos
los escritos de Gramsci y Toglia� la aceptó sin demora. La publicación de las Opere comenzó al año
siguiente con las Lettere dal carcere, mientras que el primer volumen de los Quaderni, Il materialismo
storico e la filosofia di Benedetto Croce, vio la luz en 1948. Véase Togliatti editore di Gramsci, editado por
C. Daniele. Introducción de Giuseppe Vacca, Roma, Carocci, 2005 (Annali della Fondazione Is�tuto
Gramsci, XIII).
67
G. Vacca, Politica e cultura negli anni della guerra fredda, en Paesaggi in trasformazione, edición de G.
Bonini y C. Visen�n, Bolonia, Editrice Compositori, 2014, pp. 39-46.
68
Cfr. S. Pons, Togliatti e Stalin, en Togliatti nel suo tempo, edición de R. Gual�eri, C. Spagnolo, E. Taviani,
Roma, Carocci, 2007, pp. 195-214.
69
Toglia�, La politica nel pensiero e nell'azione, cit., p. 320.
70
Toglia� volvía a Le prime categorie della logica di Hegel afirmando que mientras Hegel había par�do
del «ser» para explicar el «movimiento», Spaventa par�a en cambio del «pensamiento». Esta era la
interpretación gen�liana, naturalmente modificada. Además, recordaba que «la influencia de Gen�le [...]
en el campo del pensamiento» había sido «mucho más profunda» que la de Croce. Véase Toglia�, La
politica nel pensiero e nell'azione, cit., pp. 1132-1133.
71
Toglia�, Pensatore e uomo d'azione, cit., p. 1050.
72
L. Mangani, Pensare i libri. La casa editrice Einaudi dagli anni Trenta agli anni Sessanta, Turín, Bolla�
Boringhieri, 1999, pp. 620-646.
73
Sobre la forma en que Gramsci había previsto el renacimiento de Labriola en los Quaderni cfr. A. Burgio,
L'eredità misconosciuta. Ancora sul rapporto Gramsci-Labriola, en «Il Cannocchiale», 2012, n. 3, pp. 11-
56.
74
L. Da Pane, Antonio Labriola. La vita e il pensiero, Bolonia, Forni, 1934.
75
G. Volpe, L’Italia in cammino, Roma, Donzelli, 2010, con una amplia Introducción de Salvatore Lupo que
reconstruye sus contrastes. Ver también I. Cervelli, Gioacchino Volpe, Nápoles, Guida, 1977, en par�cular
el capítulo sobre Volpe y Labriola. Sobre la historiogra�a económico-jurídica y la escuela romana de los
años treinta, cfr. también D. Can�mori, Note sugli Studi Storici in Italia dal 1926 al 1951, en Id., Storici e
Storia. Metodo, caratteristiche e significato del lavoro storiografico, Turín, Einaudi, 1971, pp. 268-280.
76
Toglia�, La politica nel pensiero e nell'azione, cit., p. 1351.
77
Ivi, p. 1371.
78
Ivi, pp. 1384-1385.

Ivi, pp. 1384-1385.


79
Ivi, pp. 1380-1384.
80
En cambio, hizo suyo el vapuleo spaven�ano de los años cincuenta (ivi, pp. 1377-1378).
81
Ivi, pp. 1379-1380.
82
B. Spaventa, Paolottismo, positivismo, razionalismo, en Id., Unificazione nazionale ed egemonia
culturale, cit., p. 231.
83
lvi, pp. 1385-1386.
84
lvi, pp. 1387-1388.
85
lvi, p. 1390.
86
lvi, pp. 1388-1389.
87
Las notas de Ban� fueron publicadas por Aldo Zanardo como apéndice del ar�culo Togliatti e Banfi sulla
via di Labriola al marxismo, en «Cri�ca marxista», 1986, n. 5, pp. 125-147.
88
Toglia�, La politica nel pensiero e nell'azione, cit., p. 1349.
89
Antes del ensayo de Stefano Poggi mencionado anteriormente, le habían dado espacio en 1972 Franco
Sbarberi en Il marxismo di Antonio Labriola, Introduzione a Labriola, Scritti filosofici e politici, cit., pp. XI-
XIII.
90
P. Toglia�, Per un'analisi marxista della società italiana, en Togliatti e il centrosinistra, Firenze, Clusf,
1975, p. 700.
91
Garin, Tra due secoli, cit., pp. 145 e 163.
92
El libro de Garín anteriormente citado sigue dando tes�monio de ello.

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