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Giuseppe·Vacca
Como·es·bien·sabido, fue Antonio Labriola quien situó a·Bertrando Spaventa en los
orígenes del marxismo·italiano. En·su·famosa·carta·a·Engels del·14·de·marzo de·1894,
en la que le devolvía el ejemplar de La Sagrada Familia que Engels le había prestado,
escribía:
He leído, entendido y disfrutado todo. Entenderlo podrán muchos, pero gustarlo como
lo he hecho yo ahora pocos. En Nápoles, privadamente desde 1840-60, y luego
públicamente en la Universidad desde 1960-75, hubo un renacimiento del hegelianismo
[...]. Spaventa (excelente entre todos, y callo sobre los demás)
escribió·sobre·dialéc�ca·de manera exquisita, descubrió de nuevo a Bruno y
Campanella, esbozó la parte ú�l y aprovechable de·Vico·y encontró por sí mismo (¡en
1864!) la·conexión·entre·Hegel y Darwin.
Nací (intelectualmente) en un ambiente así. A los 19 años escribí una invec�va contra
Zeller por su retorno a Kant [...]. Conocíamos toda la literatura·hegeliana·y
post·hegeliana [...] Estudié·a Feuerbach en·1866-68 y luego la escuela de Tubinga;
ich·habe·leider, auch·Theologie·studiert (Desgraciadamente, también yo estudié
teología).
Quizás, de hecho sin quizás, me hice comunista como resultado de mi educación
(estrictamente)·hegeliana habiendo pasado por la psicología de Herbart y
la·Volkerpsychologie de·Steinthal·y más. Así que al leer la heilige·Fomilie me
encontré·muy·fácilmente·en·la·situación·psicológica·de·quien·la·escribió1.
Por obvias razones tác�cas Labriola diploma�zaba el disenso, pero no puede dudarse de
que con estas especificaciones la propuesta de sus�tuir el método dialéc�co por el
método gené�co era en realidad un rechazo del materialismo dialéc�co. ¿De dónde
procedía su concepción de la relación entre ciencia y filoso�a como unidad de
experiencia y concepto? Refiriéndose nuevamente a la «conexión entre Hegel y Darwin»,
que había mencionado en su carta del 14 de marzo, Labriola proporcionaba suficiente
información para remontarse a la crí�ca del posi�vismo desarrollada por Spaventa,
desde los años setenta:
Al decir concepción genética; tanto el darwinismo como la interpretación materialista
de la historia, y cualquier otra explicación del devenir y la formación de las cosas, ocupan
su lugar. Quiero decir, que la expresión método genético deja intacta la naturaleza
empírica de cada formación: lo que no pretenden los generalizadores del darwinismo,
ni los admiradores del Gran Eunuco Spencer.
Pero la reconstrucción cada vez más precisa de las fuentes y de la tonalidad herbar�ana
del marxismo de Labriola ponía en tela de juicio la perdurable y dinámica influencia de
las lecciones de Bertrando Spaventa 9. Algunas de las inves�gaciones se debieron a la
necesidad de refutar y corregir la genealogía de Toglia�, que examinaremos más
adelante. La de Stefano Poggi, en par�cular, tuvo el mérito de insertar la evolución de
Labriola en el movimiento de la filoso�a europea, dando un relieve adecuado al
Herbar�smo en el debate sobre las «ciencias del espíritu». Pero lo mismo habría que
haber dicho de Bertrando Spaventa, que desde principios de los años sesenta había
iniciado una revisión del hegelianismo que culminaba en Esperienza e Metafisica 10. Es
cierto que la meditación de Spaventa fue un cuerpo a cuerpo a menudo muy enconado
con el herbar�smo, pero se llevó a cabo poniendo en tensión a Herbart y Hegel en un
intento de repe�r la operación hegemónica que Hegel había hecho con el kan�smo. El
programa cien�fico de Labriola se injertaba en el posterior a la unificación de Spaventa.
Así, para definir con fundamento la génesis y el carácter de su marxismo, no se debe
prescindir de la estrategia cultural y de la evolución del pensamiento de Spaventa desde
1872 hasta su muerte 11.
Hay que hacer hincapié en el desplazamiento del sujeto moderno del Estado al nexo
polí�ca-sociedad civil y, por tanto, al trabajo, que en Labriola, siguiendo la gesta del
socialismo alemán de los años noventa, se encarnó en la figura del movimiento obrero.
La necesidad de apropiarse del marxismo y traducirlo al lenguaje histórico de la cultura
italiana derivaba de la opción socialista madurada en los años ochenta; en este camino
Labriola se injertaba en la subjetivación del trabajo que había cons�tuido el punto de
llegada de·la reflexión de Spaventa.
Experiencia -escribe Spaventa, resumiendo su inves�gación- es estar seguro de uno
mismo, limitarse a la experiencia es no salir nunca de uno mismo, no tener otra base que
uno mismo, tanto en el pensamiento como en la voluntad [...]·Este es el gran concepto
del trabajo humano y de la historia, que en el fondo son la misma cosa 12.
Me parece evidente que la inspiración de este ar�culo -el célebre Il Sillabo ed Hegel- no
procede del actualismo de Giovanni Gen�le, sino de la visión gramsciana de la
modernidad basada en la tesis de la circulación europea de la filoso�a italiana del
Renacimiento. Pero a efectos de nuestro estudio, el texto más significa�vo es
La·rivoluzione contra il «Capitale», en el que frecuentemente se apoyan los defensores
de la génesis gen�liana de la filoso�a de la praxis de Gramsci. Los pasajes más
destacados son bien conocidos:
Los bolcheviques reniegan de algunas afirmaciones de El Capital, no reniegan de su
pensamiento inmanente […] viven el pensamiento marxista, que nunca muere, que es
la con�nuación del pensamiento idealista italiano y alemán, y que en Marx se había
contaminado con incrustaciones posi�vistas y naturalistas. Y este pensamiento plantea
siempre como mayor factor de·la historia, no los hechos económicos, en bruto, sino al
hombre, a la sociedad de los hombres, de los hombres que se juntan entre sí, se
en�enden, desarrollan a través de estos contactos·(civilización)·una voluntad social,
colec�va, y comprenden los hechos económicos y los juzgan, y los adaptan a su
voluntad, hasta que ésta se convierte en la matriz de la economía, la conformadora de
la realidad obje�va21.
Estas reflexiones resultan familiares a los lectores del Discorrendo de Labriola, pero más
allá de su mediación se vislumbran conceptos �picamente spaven�anos, como el
rela�vo al nexo historia-polí�ca-economía que recuerda a los Principi·di·Etica 22, o la
formulación de un concepto que se conver�ría en el tema fundamental de la filoso�a de
la praxis en los Quaderni. En efecto, la expresión «voluntad colec�va popular» se hace
eco de las reflexiones sobre la nacionalidad desarrolladas por Spaventa en la Prolusión
napolitana 23.
Sin embargo, la Revolución de Octubre inauguró una nueva fase en el pensamiento de
Gramsci en la que comienza a apropiarse sistemá�camente de Marx. Profundiza en los
ensayos de Labriola sobre la concepción materialista de la historia, extrayendo de ellos
el concepto de la realidad de las ideologías. Es un Labriola ligado desde el principio a las
lecciones spaven�anas, que contribuye a transmi�rselas a Gramsci proporcionándole
una lectura original de Marx 24. Una concepción del marxismo que hasta la experiencia
del «Ordine Nuovo» permanece sin embargo anclada a la idea de que el nuevo sujeto
de la historia mundial ya está establecido, por lo que «la doctrina del materialismo
histórico [no es] más que la organización crí�ca del conocimiento sobre las necesidades
históricas que fundamentan el proceso de desarrollo de la sociedad humana» 25.
3. Cambios. Los escritos que van desde el «Ordine Nuovo» hasta la detención de Gramsci
no muestran una reflexión específica sobre los textos de Spaventa, mientras que hay
huellas significa�vas de su influencia en los de Toglia�. Como es bien sabido, la
solidaridad intelectual y polí�ca entre ambos se hizo par�cularmente intensa en la
experiencia del semanario de Turín, a pesar de que Gramsci ya era un líder polí�co por
derecho propio, mientras que Toglia� llegaría a serlo más tarde. Inicialmente, se
organizó una división del trabajo entre ambos en el «Ordine Nuovo», y Toglia� seguiría
más asiduamente las polémicas culturales. Su primer escrito fue una reseña de Guerra
e fede de Giovanni Gen�le en la que, remontándose a los Principi di Etica de Spaventa,
reprochaba al que reconocía como «el más insigne maestro de la escuela filosófica
italiana» el abandono de la inspiración revolucionaria del liberalismo como reacción a la
Revolución Rusa. Su razonamiento pretendía volver contra Gen�le los argumentos que
en Spaventa fundamentan la e�cidad del Estado en su nexo dinámico con la sociedad
civil, según los cuales el «Estado é�co» no puede cristalizarse en ordenamientos
defini�vos, sino que debe permanecer abierto a los cambios de la e�cidad y en
par�cular, al ethos de las clases trabajadoras que plantean el problema de la creación
de un nuevo Estado 26.
Los conceptos fundamentales del elogio dedicado a Arturo Farinelli en el segundo
número del semanario son de cuño spaven�ano 27. Recordando en 1949 a los profesores
del Ateneo de Turín, Toglia� atribuye a Farinelli el mérito de haber inculcado en Gramsci
«una nueva moral [...] cuya ley suprema era la sinceridad hasta el final con nosotros
mismos» y la «abnegación a la causa a la que uno ha consagrado su existencia» 28. En la
lauda�o de 1919, recordando al educador que antes de la guerra había encaminado a
sus alumnos a aprender el principio moderno de nacionalidad, Toglia� u�lizaba algunos
conceptos de la Prolusión napolitana y del prefacio a Logica e metafisica, subrayando
«la contribución de todas las generaciones y de todas las es�rpes en la elaboración de
un patrimonio ar�s�co y civil común» gracias al cual «todo se unifica en el eterno
presente del espíritu»;·definía además el «espíritu» como la unidad de lo múltiple, a la
que parecía que tendiese el mundo de las naciones antes de la-guerra 29.
Incluso en la reseña a las «Pagine sulla la guerra» de Benedetto Croce, el núcleo de·la
argumentación es de matriz spaven�ana: Toglia� cri�ca la reducción crociana del
Estado a puro poder, reconociendo su origen en la fractura entre teoría y prác�ca30;
pero el escrito en el que se declaraba abiertamente la impronta spaven�ana es la reseña
a la «Polemica liberale» de Mario Missiroli de sep�embre de 1919. La ac�tud de Toglia�
es dialogante y, dado el perfil intelectual de su interlocutor, le refuta sobre todo la
filoso�a. El punto sobresaliente de su crí�ca se refiere a la reducción crociana del
marxismo a un canon empírico de inves�gación historiográfica, adoptada por el propio
Missiroli, que le conducía tener a una visión pasiva y escép�ca de la historia. En este
trabajo, Toglia� supera la aplicación del materialismo histórico sólo a la historia pasada
que Gramsci había defendido en su polémica con Treves un año antes:
Conocer la verdad quiere decir contribuir a su creación [...]. Para nosotros adquirir
conciencia histórica significa sen�rnos parte efec�va y ac�va de la historia, conquistar
una conciencia cada vez más clara de la propia finalidad y, por tanto, la conciencia de
uno mismo como parte ac�va. Y no podemos separar el pensamiento del obrar31.
*
Orianismo: hace referencia a los seguidores de Alfredo Oriani, uno de los inspiradores del fascismo, cuya
ideología se caracteriza por el ac�vismo, el voluntarismo y el componente nacionalista.
a Engels, y Gramsci pedirá a Terracini que consiguiera una copia para publicarla en
Italia 39. Tenía especial interés en hacer de Labriola un punto de referencia para la
formación del nuevo grupo dirigente del PCdI y de sus cuadros 40. Sin embargo, en
vísperas del Congreso de Lyon, la redacción de la plataforma ideológica del par�do será
confiada a Toglia�. En su famoso ar�culo La nostra ideologia publicado en «l’Unità»,
del 7 de julio de 1925, en el que se reivindicaba para los «odinovistas» el mérito de haber
representado la interpretación más justa del «marxismo revolucionario», Toglia� no
tuvo reparos en afirmar:
Al marxismo se puede llegar por varias vías. Nosotros llegamos a él por la vía que siguió
Karl Marx, es decir, par�endo de la filoso�a idealista alemana, de Hegel [...]. La vía que
seguimos es, comparada con cualquier otra vía, la vía principal, y �ene todas las ventajas
de serlo.
Me parece evidente que esta «vía», mediada por Labriola, no conducía al materialismo
dialéc�co, sino más bien a un historicismo consecuente. «Queda por ver, proseguía
Toglia�, si hemos operado, y si lo hemos operado completamente esa reversión de la
construcción idealista hegeliana necesario para volver a poner en pie el mundo y la
historia, que en el sistema de Hegel se sos�enen y caminan sobre su cabeza». A quienes
deseen hacer esta comprobación les convendría poner atención en la definición de la
dialéc�ca que seguía:
Una de las caracterís�cas de la concepción dialéc�ca de la realidad es [...] la de no aislar
nunca ninguno de los elementos de una situación de los demás elementos de esta y de
la situación misma considerada en su conjunto y su desarrollo, y la de creer que sólo en
esta correlación e interdependencia mutua, completa y con�nua de los elementos en
desarrollo puede captarse el sen�do de la realidad 41.
Pero es aún más significa�vo que Gramsci se refiera explícitamente a los Principia di
Etica y al opúsculo sobre el Paolottismo en el Cuaderno·8, en el que la tercera serie de
los·Appunti·di·filosofia·sienta·las·bases·de·una·nueva·concepción del sujeto. Más
adelante hablaremos de ello;·aquí es ú�l dejar constancia del cambio en su juicio sobre
el valor histórico de la filoso�a de Spaventa.
El nuevo juicio se produce al cri�car los residuos posi�vistas del marxismo de Labriola.
Gramsci se refiere a una entrevista de 1903 en la que Labriola, preguntado sobre la
mejor manera de educar a un «papú», había dicho que primero lo haría esclavo. «Se
podría recordar, comentaba Gramsci, lo que dice Spaventa sobre aquellos que nunca
quieren que los hombres salgan de la cuna·(es decir, del momento de autoridad que
educa a los pueblos inmaduros para la libertad) y piensan que toda la vida (de los otros)
es una cuna». -Así, señalando las vetas colonialistas de Labriola, escribe:
Spaventa, que se situaba desde el punto de vista de·la burguesía liberal [...] expresaba,
en su sarcasmo, una posición mucho más progresista y dialéc�ca 51.
Esta idea de·la filoso�a se adaptaba mucho mejor a la concepción procesual del sujeto
a la que Gramsci había llegado que el materialismo histórico, incluso en la reelaboración
de Labriola 62; y no excluiría que Gramsci tuviera precisamente estas reflexiones en
mente cuando se propuso «rehacer para la concepción filosófica de Croce la misma
reducción que los primeros teóricos de la filoso�a de la praxis [habían] hecho para la
concepción hegeliana 63.
«Preguntas a las que hay que responder», con�nuaba Toglia�, «si se quiere tener una
concepción histórica de la vida»;·y tras afirmar que la respuesta «más sencilla» la da el
marxismo al demostrar que «el movimiento está en la realidad misma de nuestra vida
social», declinaba el concepto en clave �picamente spaven�ana:
Nuestra vida social es la única realidad que podemos conocer, porque es la única que
llevamos como hombres aglu�nados en sociedad. La única historia que nos interesa es
la historia de la sociedad humana en la que el desarrollo histórico es su propia causa, la
causa·sui 64.
No se podía dudar, por tanto, de lo que Gramsci y Toglia� no sólo habían afirmado sobre
su iden�dad teórica, sino también tes�moniado con la acción polí�ca y la estrategia
cultural. En·1981, Garin reiteró la legi�midad de la genealogía de Toglia�, juzgando la
propuesta de la «vía italiana al marxismo» presentada en abril·de·1952 como «una
polí�ca cultural de par�cular agudeza», fundada en una «gran intuición histórica» 91.
Entre los argumentos esgrimidos en apoyo de su visión citaba la recuperación y la
valorización de la correspondencia entre Labriola y Spaventa entre los años cincuenta y
sesenta, y la confirmación que supuso en los años setenta la publicación de las cartas de
Labriola a Croce y la correspondencia entre Croce y Gen�le. No me cabe duda de que la
reedición de los escritos de Labriola y Spaventa, así como el florecimiento de nuevos
estudios e interpretaciones a par�r de los años sesenta, recibieron un impulso decisivo
de esa estrategia cultural 92.
1
A. Labriola, Carteggio, vol. III, 1890-1895, edición de S. Miccolis, Nápoles, Bibliopolis, 2003, p. 378.
2
F. Engels, Anti-Duhring, edición de V. Gerratana, Roma, Editori Riuni�, 1968, IIª edición p. 28: «El
materialismo moderno es esencialmente dialéc�co y no necesita una filoso�a que se sitúe por encima de
las demás ciencias. Desde el momento en que cada ciencia par�cular debe darse cuenta de su posición en
el nexo general de las cosas y de su conocimiento, toda ciencia que tenga por objeto el nexo general se
vuelve superflua. Por consiguiente, lo que sigue en pie, independientemente de toda la ciencia filosófica
que ha exis�do hasta ahora es la doctrina del pensamiento y sus leyes, es decir, la lógica formal y la
dialéc�ca; todo lo demás se resuelve en la ciencia posi�va de la naturaleza y de la historia».
3
Labriola, Carteggio, vol. III, cit., pp. 411-414.
4
La lección fue publicada por Sebas�ano Maturi en 1901 y nunca fue reimpresa. Cfr. B. Spaventa, Opere,
edición de I. Cubeddu, Florencia, Sansoni, 1972, vol. III, p. 923.
5
B. Spaventa, Logica e metafisica, edición de G. Gen�le, Bari, Laterza, 1911.
Úl�ma obra inacabada, escrita entre 1881 y 1882, y publicada póstumamente por Donato Jaja.
6
7
B. Spaventa, La legge del piu forte, en Id., Opere, cit., vol. I, pp. 531-5446 6.
8
A. Labriola, Il problema della filosofia della storia, en Id., Scritti filosofici e politici, edición de F. Sbarberi,
Turín, Einaudi, 1973, p. 20.
9
S. Poggi, Antonio Labriola. Herbartismo e scienze dello spirito alle origini del marxismo italiano, Milán,
Longanesi, 1978.
10
Spaventa, Logica e metafisica, cit., pp. 4-5. Véase la oportuna reconstrucción de N. Siciliani de Cumis de
las crí�cas y refutaciones spaven�anas de Herbart y sus seguidores, Herbart e herbartiani alla scuola di
Bertrando Spaventa, en «Giornale cri�co della flloso�a italiana», octubre-diciembre 1973, pp. 517-561.
11
Cfr. E. Garin, Tra due secoli. Socialismo e filosofia in Italia dopo l'Unità, Bari, De Donato, 1983, pp. 103 y
105-113: « La relación entre Labriola y Spaventa, así como el hegelianismo y el herbar�smo coexis�endo
dialéc�camente en Labriola y su ac�tud duramente polémica contra el posi�vismo, posteriormente su
movimiento hacia el marxismo, no puede comprenderse sin el magisterio napolitano de Spaventa a par�r
de 1962, tan poco hegelianamente "ortodoxo", pero tan alejado de los caminos recorridos, a través de la
experiencia feuerbachiana, por los "jóvenes hegelianos" alemanes». Sobre el pensamiento de Spaventa
anterior y posterior a 1862 permítanme la referencia de G. Vacca, Politica e filosofia in Bertrando Spaventa,
Bari, Laterza, 1967.
12
B. Spaventa, Esperienza e Metafisica, edición de D. Jaja, Turín, Loescher, 1888, p. 138.
13
Labriola, Scritti filosofici e politici, cit., p. 689.
14
G. Gen�le, La filosofia di Marx, Florencia, Sansoni, 1955, pp. 40-44.
15
La influencia de Spaventa sobre el joven Gramsci está documentada por el catálogo de la biblioteca de
A�lio Carena, «discípulo» de Gramsci «en los años de la guerra y de la posguerra», en el que -siguiendo
el orden de publicación- están presentes Esperienza e Metafisica (Turín, Loescher, 1888); los Scritti di
Filosofia (Nápoles, Morano, 1900); La filosofia italiana nelle sue relazioni con la filosofia europea (Bari,
Laterza, 1908); La libertà d'imegnamento (Florencia, Le Letere, 1920). Según el tes�monio de Alfonso
Leone�, el joven Carena compraba libros por sugerencia de Gramsci, y el catálogo de su biblioteca se
caracteriza por la presencia preponderante de las obras de Croce y Gen�le (G. Bergami, Il giovane Gramsci
e il marxismo 1911-1918, Milán, Feltrinelli, 1977, Appendice, pp. 175-193). A esta lista hay que añadir los
libros citados de fuentes directas o indirectas en los Quaderni: los Scritti filosofici de la edición Jaja-
Spaventa ya mencionada; los Principi di Etica (Nápoles, Morano, 1904); Paolottismo, positivismo,
razionalismo, mencionados en la edición de la «Rivista bolognese» de 1868 reimpresión de los Scritti
filosofici; La politica dei Gesuiti nel secolo XVI e nel XIX, en la edición de Gen�le del 1911; De 1848 al 1861.
Lettere, scritti, documenti, de Silvio Spaventa, de la segunda edición de Laterza de 1923.
16
A. Gramsci, Scritti (1910-1926), vol. II, 1917, edición de L. Rapone, Roma, Is�tuto della Enciclopedia
italiana, 2015, pp. 388-389 (Edizione nazionale degli scri� di Antonio Gramsci). Cfr. L. Rapone, Cinque anni
che paiono secoli. Antonio Gramsci dal socialismo al comunismo (1914-1919), Roma, Carocci, 2011, pp.
120-123
17
B. Spaventa, Della nazionalità della filosofia, probablemente conocido por Gramsci por la reimpresión
de los Scritti filosofici, que también con�enen el folleto sobre el Paolottismo, como veremos analizando la
presencia de Spaventa en los Quaderni.
18
Reimpresión de Gen�le en B. Spaventa, Logica e metafisica, Bari, Laterza, 1911.
19
«Avan�!», 5 marzo de 1917, ahora en Gramsci, Scritti (1910-1926), vol. II, cit., pp. 156-157.
20
A. Gramsci, Il Sillabo ed Hegel, en «Il Grido del Popolo», 15 de enero de 1916, ahora en Id., Cronache
torinesi 1913-1917, edición de S. Caprioglio, Turín, Einaudi, 1980, p. 72. Para los ar�culos sobre el
programa de W. Wilson cfr. A. Gramsci, Il nostro Marx 1918-1919, edición de S. Caprioglio, Turín, Einaudi,
1984, pp. 357-358, 409-414, 455-460, 476-478, 484-487, 538-542. Sobre este tema, véase G. Savant,
Bordiga, Gramsci e la Grande Guerra (1914-1920), Nápoles, La Cità del Sole, 2016, capítulos IV e V.
21
Gramsci, Scritti (1910-1926), vol. Il, cit., pp. 617-618.
22
Cfr. Vacca, Politica e filosofia di Bertrando Spaventa, cit., pp. 193-204.
23 Spaventa, La filosofia italiana nelle sue relazioni con la filosofia europea, cit., pp. 10-12 e 32-33.
24
Rapane, Cinque anni che paiono secoli, cit., pp. 288-293.
25
A. Gramsci, Stato e sovranità, en «Energie Nuove», febrero 1919, en Id., Il nostro Marx, cit., p. 529. En
la polémica con Treves, de un año antes, el mismo concepto se había expresado en términos aún más
claros, limitando el materialismo histórico a un canon hermenéu�co de la historia pasada: A. Gramsci, La
critica critica, en Id., La città futura 1917-1918, edición de S. Caprioglio, Turín, Einaudi, 1982, pp. 555-556.
Sobre el problema del sugeto, permítanme hacer referencia a G. Vacca, Modernità alternative. Il
Novecento di Antonio Gramsci, Turín, Einaudi, 2017, pp. 3-19 e 151-185.
26
P. Toglia�, La politica nel pemiero e nell'azione. Scritti e discorsi 1917-1964, edición de M. Ciliberto y G.
Vacca, Milán, Bompiani, 2014, pp. 1882-1887. La reseña aparece en el primer número del «Ordine Nuovo»
semanal (1° mayo de 1929) y se refería tanto al libro de Gen�le, apenas publicado por Ricciardi, como al
ar�culo Politica e filosofia, publicado en la revista nacionalista «Poli�ca» dirigida por Francesco Coppola y
Alfredo Rocco.
27
P. Toglia�, «Franche parole alla mia nazione» di Arturo Farinelli, en Id., La politica nel pensiero e
nell'azione, cit., pp. 1897-1900. Publicado por Bocca en 1919, junto al discurso L'umanità di Herder e il
concetto della «razza» nella storia dello spirito.
28
P. Toglia�, Pensatore e uomo d'azione, en Id., La politica nel pensiero e nell'azione, cit., pp. 1045-1062,
p. 1054.
29
lvi, pp. 1897-1898
30 lvi, p. 1907: Croce «se mueve "en el campo teórico y cien�fico", el único en el que el espíritu puede
"situarse fuera del tumulto de la prác�ca" [...]. Se parte de una crí�ca de las ideas abstractas de jus�cia y
de libertad, y luego, a medida que se va en busca de la concreción, se llega a separar el Estado de la
conciencia de los individuos y se interpone un abismo entre ambos [...]. El Estado vuelve a ser una
abstracción, porque ha sido privado del apoyo concreto de la voluntad moral de los individuos».
31
lvi, p. 1933
32
lvi, p. 1929.
33
lvi, p. 1930.
34
P. Toglia�, Scienza e socialismo, ivi, pp. 1914-1916.
35 Al volver a publicar en 1971 La Monarchia socialista, Missiroli escribía a Giuseppe Prezzolini: «Como
bien sabes, el socialismo anarquista era para mí una forma de hacer un poco de jus�cia social, pero sobre
todo de luchar contra el socialismo y evitar ir al fondo de los principios del Risorgimento, que, de haberse
desarrollado, habría cons�tuido un "peligro" para el estado monárquico». Cfr. M. Missiroli, G. Prezzolini,
Carteggio 1906-1974, edición de A. Bo�, Roma, Edizioni di storia e leteratura, 1992, pp. 413-414; cit. de
F. Perfe� en la Introduzione a la nueva edición del volumen Le Letere, Florencia, 2015.
36
G. Vacca, Gramsci a Roma Togliatti a Mosca, Torino, Einaudi, 1999, pp. 84 sg.
37 A. Gramsci, Lettere 1908-1926, edición de A. Santucci, Turín, Einaudi, 1992, pp. 172-173. Cfr. F. lzzo, I
Marx di Gramsci, en Id., Democrazia e cosmopolitismo in Antonio Gramsci, Roma, Carocci, 2009, pp. 45-
46.
38
lvi, p. 138.
39
lvi, p. 287.
40 En la Introducción al primer curso de la escuela del par�do (abril de 1925), lo definía como el único
intelectual vinculado al movimiento obrero que había estudiado realmente el marxismo y en octubre de
1926, poco después de su detención, instó a Toglia�, que se encontraba en Moscú, a enviar el «texto
corregido y las cartas de Antonio Labriola, con un prefacio de Riazanov» para ser publicado en el primer
número de una nueva serie del «Ordine Nuovo». Cfr. A. Gramsci, La costruzione del partito comunista
1923-1926, Turín, Einaudi, 1971, pp. 54 y 125.
41 P. Toglia�, La nostra ideologia, in Id., La politica nel pemiero e nell'azione, cit., pp. 1970-1977.
42
Vacca, Politica e filosofia in Bertrando Spaventa, cit., pp. 272-288.
43
A. Gramsci, T. Schucht, Lettere 1926-1935, edición de A. Natoli e C. Daniele, Turín, Einaudi, 1997, p. 438.
44
Vacca, Vita e pensieri di Antonio Gramsci, cit., p. 81.
45
B. Spaventa, Unificazione nazionale ed egemonia culturale, edición de G. Vacca, Bari, Laterza, 1969;
Garin, Tra due secoli, cit., pp. 21-58.
46
A. Gramsci, Quaderni del carcere, edición crí�ca del Is�tuto Gramsci a cargo de V. Gerratana, Turín,
Einaudi, 1975, Q 4, Appunti di filosofia. Materialismo e idealismo. Primera serie, pp. 421-425.
47
Vacca, Modernità alternative. Il Novecento di Antonio Gramsci, cit., cap. III.
48
Gramsci, Quaderni del carcere, cit., p. 504.
49 Labriola, Discorrendo di socialismo e di filosofia, cit., pp. 698-699: «Estos hegelianos escribían,
enseñaban y discu�an como si estuvieran, no en Nápoles, sino en Berlín, o no sé dónde».
50
Gramsci, Quaderni del carcere, cit., pp. 132-133.
51
lvi, pp. 1060-1061.
52
Vacca, Politica e filosofia in Bertrando Spaventa, cit., capítulos III y IV; D. Losurdo, Dai fratelli Spaventa a
Gramsci, Nápoles, La Cità del Sole, 1997, capítulos II y IV.
53
Ver la carta a Ta�ana del 7 de se�embre 1931, en la que resumía la culminación de su reflexión sobre
los intelectuales y el Estado: Gramsci, Schucht, Lettere, cit., p. 791.
54
lvi, p. 1067.
55
Vacca, Modernità alternative, cit., cap. I.
56
Losurdo, Dai fratelli Spaventa a Gramsci, cit., passim.
57
Gramsci, Quaderni del carcere, cit., pp. 1768-1787.
58
Labriola, Scritti filosofici e politici, cit., p. 855.
59
Gramsci, Quaderni del carcere, cit., pp. 1987-1989.
60
Ivi, p. 1057.
61
Spaventa, Logica e metafisica, cit., p. 7.
62
Para que resulte más claro lo que quiero decir, compárese la concepción procesual del sujeto contenida
en el pasaje citado de Spaventa con la concepción materialista de la historia condensada por Labriola en
su carta a Pasquale Villari del 13 de noviembre de 1900: «Siempre he entendido el socialismo italiano
como un medio 1) para desarrollar el sen�do polí�co de las mul�tudes; 2) para educar a aquella parte de
los obreros que es educable para la organización de clase; 3) para oponer a las diversas camorras que se
llaman par�dos un fuerte cuerpo popular; 4) para obligar a los representantes del gobierno a reformas
económicas ú�les a todos. El resto de la propaganda socialista, en el sen�do específico de la palabra, sólo
puede tener un efecto prác�co en Italia para las generaciones venideras» (Toglia�, La politica nel pensiero
e nell'azione, cit., p. 833. Toglia� citó este pasaje en su informe al VIII Congreso del PCI, comparando a
Labriola con Tura�).
63
Gramsci, Quaderni del carcere, cit., p. 1233.
64
Toglia�, La politica nel pensiero e nell'azione, cit., p. 1268.
65
«En pocas semanas publicaremos los escritos filosóficos y cien�ficos» de Gramsci «y todo el mundo se
asombrará de la profundidad de ese pensamiento por la forma en que logra conectar y fusionar
rígidamente marxista con la milenaria tradición italiana» (ivi, p. 1272).
66
La anunciada inminencia de la publicación de los Quaderni en marzo de 1946 fue quizá un homenaje a
Luigi Russo, rector de la Normale e invitado suyo, a quien se había confiado un ejemplar de los Quaderni
para una primera publicación; pero en mayo, Giulio Einaudi se presentó con la propuesta de publicar todos
los escritos de Gramsci y Toglia� la aceptó sin demora. La publicación de las Opere comenzó al año
siguiente con las Lettere dal carcere, mientras que el primer volumen de los Quaderni, Il materialismo
storico e la filosofia di Benedetto Croce, vio la luz en 1948. Véase Togliatti editore di Gramsci, editado por
C. Daniele. Introducción de Giuseppe Vacca, Roma, Carocci, 2005 (Annali della Fondazione Is�tuto
Gramsci, XIII).
67
G. Vacca, Politica e cultura negli anni della guerra fredda, en Paesaggi in trasformazione, edición de G.
Bonini y C. Visen�n, Bolonia, Editrice Compositori, 2014, pp. 39-46.
68
Cfr. S. Pons, Togliatti e Stalin, en Togliatti nel suo tempo, edición de R. Gual�eri, C. Spagnolo, E. Taviani,
Roma, Carocci, 2007, pp. 195-214.
69
Toglia�, La politica nel pensiero e nell'azione, cit., p. 320.
70
Toglia� volvía a Le prime categorie della logica di Hegel afirmando que mientras Hegel había par�do
del «ser» para explicar el «movimiento», Spaventa par�a en cambio del «pensamiento». Esta era la
interpretación gen�liana, naturalmente modificada. Además, recordaba que «la influencia de Gen�le [...]
en el campo del pensamiento» había sido «mucho más profunda» que la de Croce. Véase Toglia�, La
politica nel pensiero e nell'azione, cit., pp. 1132-1133.
71
Toglia�, Pensatore e uomo d'azione, cit., p. 1050.
72
L. Mangani, Pensare i libri. La casa editrice Einaudi dagli anni Trenta agli anni Sessanta, Turín, Bolla�
Boringhieri, 1999, pp. 620-646.
73
Sobre la forma en que Gramsci había previsto el renacimiento de Labriola en los Quaderni cfr. A. Burgio,
L'eredità misconosciuta. Ancora sul rapporto Gramsci-Labriola, en «Il Cannocchiale», 2012, n. 3, pp. 11-
56.
74
L. Da Pane, Antonio Labriola. La vita e il pensiero, Bolonia, Forni, 1934.
75
G. Volpe, L’Italia in cammino, Roma, Donzelli, 2010, con una amplia Introducción de Salvatore Lupo que
reconstruye sus contrastes. Ver también I. Cervelli, Gioacchino Volpe, Nápoles, Guida, 1977, en par�cular
el capítulo sobre Volpe y Labriola. Sobre la historiogra�a económico-jurídica y la escuela romana de los
años treinta, cfr. también D. Can�mori, Note sugli Studi Storici in Italia dal 1926 al 1951, en Id., Storici e
Storia. Metodo, caratteristiche e significato del lavoro storiografico, Turín, Einaudi, 1971, pp. 268-280.
76
Toglia�, La politica nel pensiero e nell'azione, cit., p. 1351.
77
Ivi, p. 1371.
78
Ivi, pp. 1384-1385.