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El documento describe la evolución de la moda en España desde el siglo XVI hasta principios del siglo XVIII. Resalta que con la instauración de las grandes monarquías en el siglo XVI, cada país desarrolló un estilo de vestir propio, destacando el traje español por su sobriedad y el color negro. A medida que avanzaban los siglos, la moda española se fue estilizando y rigidizando, con prendas como el corsé y el verdugado que distorsionaban la figura femenina. Francia tomó
El documento describe la evolución de la moda en España desde el siglo XVI hasta principios del siglo XVIII. Resalta que con la instauración de las grandes monarquías en el siglo XVI, cada país desarrolló un estilo de vestir propio, destacando el traje español por su sobriedad y el color negro. A medida que avanzaban los siglos, la moda española se fue estilizando y rigidizando, con prendas como el corsé y el verdugado que distorsionaban la figura femenina. Francia tomó
El documento describe la evolución de la moda en España desde el siglo XVI hasta principios del siglo XVIII. Resalta que con la instauración de las grandes monarquías en el siglo XVI, cada país desarrolló un estilo de vestir propio, destacando el traje español por su sobriedad y el color negro. A medida que avanzaban los siglos, la moda española se fue estilizando y rigidizando, con prendas como el corsé y el verdugado que distorsionaban la figura femenina. Francia tomó
VIVIANA ESQUIVEL ABARCA JIMENA VARGAS CUBERO En el siglo XVI, con la instauración de las grande monarquías, se consolida un traje marcado de carácter nacional. Cada país desarrolla un modo de vestir propio. A principios de este siglo, el traje español mezclaba notas nacionales con influencias extranjeras. El emperador traería también consigo las modas alemanas, que triunfaban entonces por toda Europa y qu aquí se hacían sentir sobre todo en el traje masculino: como las braguetas prominentes, las cuchilladas, cierto tipo de gorras, y una capa, el tudesco. En Italia también se hacía presente su influencia en el cabello corto de los hombres, algunas gorras y los escotes de los trajes femeninos. La hegemonía española en el panorama internacional trasciende al campo de la moda; y el traje hispano se empieza a identificar de tal manera con su poderío y prestigio que, a mediados de siglo, vestir “a la española” suponía suprema distinción. El carácter dominante del traje español es su sobriedad, su color es el negro, cuya moda se extiende a Italia, Francia e Inglaterra. El negro proporcionaba más atractivo que cualquier otro color a las prendas de vestir y que en su defecto se debía utilizar, como mínimo, un color oscuro. Con la hegemonía del traje español se empieza la estilización de las líneas del cuerpo, a su reducción a formas rectas y geométricas tanto en el traje masculino como en el femenino. Las prendas principales de la indumentaria varonil son el jubón, las calzas dividas ahora en muslos y medias, y el sayo, un traje con faldas que se vestía directamente sobre el jubón. En la década de los treinta, se sustituye el sayo por prendas más cortas que dejan las piernas al descubierto, como el coleto que es una especie de chaleco sin mangas que apenas pasaba de la cintura y cuera un nuevo modelo del coleto un poco más larga que podía tener mangas cortas. Dentro de las capas destacaban el capuz, el tabardo, la bernia y el capote. El traje femenino abandonan las líneas curvas en favor de formas rectas y rígidas. Esta transformación y distorsión de la anatomía femenina se conseguía gracias a dos prendas, la más característica de su vestuario: el cuerpo y el verdugado. El cuerpo era un corsé rígido que imponía al busto una forma casi geométrica, alargaba el talle y comprimía el pecho hasta casi hacerlo desaparecer. El verdugado permitía a la falda que llevaba encima adquirir una forma acampanada y sin ninguna arruga, acentuando la finura de la cintura. El traje de vestir a cuerpo habitual era la saya, que había reflejado en muchas ocasiones las influencias italianas en el escote redondo o cuadrado y en las anchas mangas abiertas, llamadas mangas de puntas pero a partir de la década de los 30 lo más común fue el sayo alto, ya sin escote, sobre el cuerpo y el verdugado. A mediados del siglo subía al trono Felipe II. Se acentuó la finura de la cintura en los trajes de hombre y mujer, y jubones, cueras y coletos se almohadillaban con guatas y emballenados, moldeando y puliendo así su silueta. Era una militarización del traje con sus formas rígidas y sus superficies pulidas se extendían también a la indumentaria de las mujeres y hacía borrar la sensación de que abajo del traje hubiera un cuerpo femenino. Esta moda mostraba a la mujer como algo inaccesible, encerrado en una preciosa jaula. Curiosamente el traje masculino era lo opuesto y exageraba los atributos viriles con las prominentes braguetas y mostraba a los varones más atractivos al irse acortando los muslos de calzas. El traje se vuelve más sobrio, sus formas geométricas se acentúan y el color negro se hace omnipresente en el vestuario masculino. Los escotes desaparecen por completo, los cuellos se hacen altos y aparecen los cuellos o lechuguillas, que al principio era una pequeña banda de encaje fruncida que se utilizaba como adorno, pero pronto adquirió enormes proporciones. El recato del traje femenino había llegado hasta tal punto que para impedir que los pies quedaran a la vista cuando las damas se sentaban se había provisto a las faldas de un alto pliegue. Con Felipe II el cuero sustituye al raso en el calzado y se ponen de moda las botas altas de cuero negro. Por otro lado, el hecho de que el primer libro escrito sobre indumentaria, aparecido en 1540, se dedicase al traje español constituye una prueba bastante elocuente de su importancia en el contexto europeo. España fue el primer país en editar libros sobre patrones de trajes La influencia de la moda española sobrevivió a la muerte de Felipe II y persistió durante los primeros años del siglo XVII. En el siglo XVII Francia tomaba la antorcha en el liderazgo de la moda, mientras España seguía su curso independiente, apegado a sus prendas tradicionales. Lo más característico del reinado de Felipe III fueron los enormes cuellos o lechuguillas. Las prendad masculinas son las misma que en tiempos de Felipe II, pero se abultan y adquieren mayor riqueza de color y profusión de adornos. Esta tendencia sin embargo se ver cortada al subir al trono Felipe IV. En su lugar el rey Felipe IV, adopta la valona sobre golilla. El traje masculino se hace cada vez más sencillo, está formado básicamente por jubón, ropilla, ferreruelo y calzones, y el cabello peinado en una melena corta y se estila el bigote. Con Felipe IV el traje femenina se hace cada vez más complicado. La moda femenina cambia en el segundo cuarto de siglo.Los corpiños de los trajes se escotan y las faldas o sayas adquieren unas dimensiones enormes, debido al invento de un nuevo armazón de alambre, el guardainfantes. Por otro lado desaparecen las lechuguillas, el cabello se peina en forma de melena, cada vez más abultada y adornada con joyas y lazos. El siglo XVIII comienza con la subida al trono español de Felipe V, el nieto de Luis XIV. Los hombres visten lujosas casacas, chupas, calzón, medias, zapatos con tacón rojo y pelucas blancas. La exagerada preocupación por el vestir dará lugar a los petimetres o currutacos, que decían que eran hombrecillos afeminados y sin sexo, frente al prototipo de hombre varonil hispano el majo fuerte y agigantado. gracias~ !