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Una de las dificultades que a lo largo de los años ha mantenido a Colombia en el foco

internacional, ha sido la violencia, siendo entendida esta según la OMS (2002), como: “El uso
intencional de la fuerza o el poder físico, de hecho, o como amenaza, contra uno mismo, otra
persona o un grupo o comunidad, que cause o tenga muchas probabilidades de causar lesiones,
muerte, daños psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones”. La cual ha trascendido de
generación en generación, llegando al punto en que los actos de esta, no se les da la importancia
que merecen e incluso pasando por alto estos hechos, lo que ha conllevado que, para la sociedad
colombiana, la violencia sea algo de la cotidianidad.
Gran parte de esta violencia se ha visto manifestada a lo largo de los años en contra de la mujer,
que, para la ONU, se concibe como "todo acto de violencia de género que resulte, o pueda tener
como resultado un daño físico, sexual o psicológico para la mujer, inclusive las amenazas de tales
actos, la coacción o la privación arbitraria de libertad, tanto si se producen en la vida pública como
en la privada". Teniendo esto presente, resulta siendo que para nadie es un secreto que la
sociedad colombiana es densamente machista y conservadora, inclusive siendo aceptadas de
manera colectiva muchas conductas de las dos anteriores patologías sociales. Por lo tanto, no
resulta raro que las superestructuras sociales repliquen estos patrones hegemónicos, ya sea de
manera consciente o inconsciente. Un ejemplo perfecto de esto, la música, que para esta
investigación se trabajará con la mayor muestra cultural en el ámbito musical colombiano, es decir,
el vallenato.
El vallenato es un género musical autóctono de la región caribe colombiana, este se caracteriza por
llevar en su composición musical los ritmos del acordeón, guacharaca y la caja, resultando en una
melodía particular, fácil de reconocer para el público. En sus inicios, el vallenato era una categoría
musical relegada a las poblaciones rurales y a las clases bajas de la sociedad, llegando incluso a ser
mal visto quererse dedicar de lleno a ello. No obstante, con el tiempo se fue aceptando un poco
más, pero su auge en el panorama nacional e incluso internacional, se da en los años 70s con las
transformaciones en la estructura social producto de la bonanza marimbera de departamentos
como La Guajira y el Cesar, donde muchas personas de las clases populares en un abrir y cerrar de
ojos, pasarían a pertenecer a la alta sociedad, esto llevó a que muchos de estos nuevos
millonarios, invirtieran en la producción y comercialización del vallenato. Lo que provocó que con
el tiempo se permeara en todas las clases sociales, y en todo el país, llegando incluso a otras
regiones de Latinoamérica.
La popularidad e importancia de la música vallenata se hizo muy evidente, al punto de ser este
símbolo insignia de la colombianidad, ejemplo de esto, fue el nombramiento de este género como
patrimonio inmaterial de la humanidad por parte de la UNESCO en el año 2015. Ahora bien, desde
la fecha en que se realiza esta investigación, el vallenato se puede dividir en dos categorías: la
primera, le podemos llamar vallenato tradicional, el cual se puede definir como aquel que contiene
en sus temáticas lo rural, acontecimientos cotidianos, identidad nacional, relaciones románticas
experimentadas por el propio cantautor, etc. Al segundo, se le puede denominar la nueva ola,
siendo definido como un vallenato cuyo discurso versa festejos nocturnos urbanos, amores
inestables y pasajeros (García Pupo & Vanegas Bello, 2017, P.12).
Para este genero de música de acordeón autóctono del caribe, entre lo que se denominó como
tradicional, y como la nueva ola, ambas categorías llevan la temática del romance, puesto que, en
el vallenato, la mujer tiene un protagonismo en los discursos de sus canciones, no obstante, siendo
siempre estas retratadas desde el ideal de la óptica masculina. Retomemos las dos categorías
anteriormente mencionadas (Tradicional y La nueva ola), cuando estas manifiestan atreves de sus
discursos la presencia de lo femenino, lo hacen de las siguientes maneras, para el Tradicional se le
canta a una mujer “buena”, paciente y hogareña, la cual responde a los comportamientos dictados
por lo patriarcal; por su parte, para la Nueva Ola, los discursos giran en torno a una mujer cuyo
comportamiento se aleja del esperado por el hombre: le gustan los amores pasajeros y sin
compromiso, le gusta salir, tiene voz propia, etc. (García Pupo & Vanegas Bello, 2017, P.12).
En el caso de esta investigación, se trabajará con la categoría de Nueva Ola, en donde con
anterioridad se nos muestra, como hay una ruptura en relación a como eran los discursos del
vallenato tradicional, Hormigos Ruiz nos menciona que la música es un conjunto de
representaciones, creados durante la ejecución y dictados por las necesidades del contexto social.
Si se desliga a la obra de la sociedad que la creó, las representaciones musicales tendrán un
sentido diferente. Esto toma sentido para los nuevos discursos del vallenato, puesto que, en las
últimas décadas, la mujer ha empezado a romper con el rol patriarcal que se le fue asignado, se
creería que, ante tal cambio en la sociedad, acabaría ese machismo explicito en las letras
vallenatas. Sin embargo, solo la dinámica cambio, ahora el machismo se manifiesta según lo que
Florence Thomas (2010) nos afirma, “El vallenato de hoy le canta en realidad al temor de los
hombres ante una profunda transformación de las mujeres en las últimas dos décadas; mujeres
ahora más autónomas, menos pasivas y aguantadoras; más noctámbulas, más presentes en la vida
pública y ya conscientes de ser merecedoras de unos amores libres de engaños y maltratos. Los
temores de los hombres se expresan en las canciones vallenatas a través de estas imágenes
negativas sobre las mujeres, imágenes que en realidad solo parecen un reflejo de ellos mismos y
de lo que temen perder”.
Así pues, las letras de la música vallenata, se han tornado en criticar las conductas de estas nuevas
generaciones de mujeres más autónomas e independientes, resultando esto del temor del hombre
ante la posibilidad de perder su poder hegemónico de dominio a lo femenino. Resultando esto en
canciones que expresan más que una crítica, un cierto grado de discriminación contra las mujeres.
Lo cual resulta preocupante tomando en cuanta nuestro contexto actual, en donde desde 1993, se
aprobó el compromiso a nivel mundial contra la eliminación de la violencia contra la mujer por
parte de naciones unidas, quedando dicho acuerdo presente en la legislación de múltiples países
(entre estos Colombia), y en el campo de la música, dichas políticas no se han visto materializadas,
en donde algunos estudios han demostrado que la música no solo puede alterar el estado de
ánimo y las emociones, sino que también puede afectar el comportamiento humano de múltiples
maneras, incluyendo estas la cooperación social y en una conducta agresiva o pacífica North, A. C.,
& Hargreaves, D. J. (1997).
Por consiguiente, se hace indispensable realizar un análisis de la música vallenata, en su categoría
denominada La nueva ola, de canciones que hayan sido lanzadas en el periodo del 2019 al 2023,
con el fin de comprobar si estas canciones presentan discursos machistas entorno a la violencia de
genero. Puesto que para Foucault (1978) analizar el poder, parte de como se constituyen los
individuos como sujetos y como estos son constituidos por relaciones de poder que operan a
través del discurso.

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