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¿Cómo empezó la vida?

LO QUE DICEN ALGUNOS: La vida surgió de manera espontánea a partir de materia inerte.
POR QUÉ ESA IDEA NO CONVENCE A TODOS: La ciencia conoce hoy mejor que nunca la composición
química y la estructura molecular de los seres vivos, pero sigue sin poder contestar la pregunta: ¿qué es la
vida? Existe una diferencia abismal entre la materia inerte y la célula más simple.
Los científicos solo pueden especular sobre las condiciones en la Tierra hace miles de millones de años.
Tienen diferentes opiniones sobre dónde comenzó la vida. Unos dicen que fue cerca de una chimenea
volcánica y otros, que fue debajo del fondo del océano. Hay incluso quienes afirman que los elementos
necesarios para la vida se formaron en algún lugar del universo y llegaron a la Tierra en meteoritos. El
problema con esta última teoría es que se limita a decir que la vida comenzó en otro lugar, pero no explica
cómo empezó.
Algunos científicos piensan que en el pasado existieron moléculas que dieron origen al material genético
como lo conocemos hoy. En ese caso, se supondría que esas moléculas tienen más probabilidades de surgir
espontáneamente de la materia inerte, así como de replicarse por sí mismas. Sin embargo, los científicos
no han encontrado pruebas de la existencia de tales moléculas ni han logrado crearlas en un laboratorio.
Algo que distingue a los organismos vivos es cómo almacenan y procesan la información. Las células
transmiten, interpretan y ejecutan las instrucciones contenidas en su código genético. De hecho, algunos
científicos han dicho que la estructura química de la célula es como una computadora y que el código
genético es como el programa que la controla. Sin embargo, la evolución no explica de dónde salió la
información del código genético.
CONCLUSIÓN: Después de décadas de investigación en prácticamente todas las ramas de la ciencia, lo
único que se ha logrado comprobar es que la vida solo puede surgir de vida que ya existe.

¿De dónde salieron los organismos vivos?


LO QUE DICEN ALGUNOS: El primer organismo vivo evolucionó gradualmente hasta producir diferentes
formas de vida, incluido el hombre. Todo esto ocurrió mediante mutaciones aleatorias y selección natural.
POR QUÉ ESA IDEA NO CONVENCE A TODOS: Algunas células son más complejas que otras. Según la
Britannica Online Encyclopedia, la evolución de células simples en células más complejas es el “segundo
misterio más grande de la evolución después del origen de la vida”.
Los seres humanos y los animales se desarrollan a partir de un óvulo fecundado. Dentro del embrión, las
células se multiplican y comienzan a especializarse, es decir, adoptan determinadas formas y funciones
para crear las diferentes partes del cuerpo. La evolución no puede explicar cómo “sabe” cada célula en qué
debe convertirse y dónde debe estar dentro del organismo.
Ahora se sabe que, para que una especie animal evolucionara hasta convertirse en otra, los cambios
tendrían que haber ocurrido dentro de las células, a nivel molecular. Pero los científicos no han logrado
demostrar que la evolución haya producido ni siquiera la más “simple” de las células. Entonces, ¿sería
razonable pensar que las mutaciones aleatorias y la selección natural dieron origen a las especies animales
del planeta? En cuanto a la anatomía animal, el profesor de Biología Michael Behe dijo que, aunque las
investigaciones “han revelado que existe una asombrosa y sorprendente complejidad, no se ha conseguido
comprender cómo se alcanzó esa complejidad sin procesos inteligentes”.
El ser humano tiene consciencia de la realidad que lo rodea y de sí mismo, es capaz de pensar y razonar, y
posee valores morales como la generosidad, el espíritu de sacrificio y el sentido del bien y del mal. Las
mutaciones aleatorias y la selección natural no pueden explicar la existencia de esas capacidades tan
singulares de la mente humana.
CONCLUSIÓN: Para muchas personas, la evolución es un hecho indiscutible. En cambio, a otras no les
convence la explicación que da en cuanto al origen de la vida o cómo se desarrolló esta.

Una opción que merece nuestra atención


Después de analizar las pruebas, muchas personas han llegado a la conclusión de que la vida es producto
de una inteligencia superior. Entre ellas está Antony Flew, profesor de Filosofía que en un tiempo fue
ardiente defensor del ateísmo. Cuando comprendió la enorme complejidad de los seres vivos y las leyes del
universo, cambió de opinión. Refiriéndose a un antiguo razonamiento filosófico, escribió: “Debemos seguir
la argumentación hasta dondequiera que nos lleve”. Para él, las pruebas indicaban que existe un Creador.
Gerard Hertel, a quien mencionamos al comienzo de este artículo, llegó a una conclusión similar. A pesar
de su preparación académica y de ser profesor de Entomología, él dijo: “No encontré pruebas de que la
vida hubiera surgido espontáneamente de materia inerte. La organización y la complejidad de los
organismos vivos me convencieron de que tiene que haber un Organizador y Diseñador”.
Tal como se puede conocer a un artista estudiando su obra, Gerard llegó a percibir las cualidades del
Creador estudiando la naturaleza. Pero además se dedicó a estudiar un libro que muchos consideran obra
del Creador: la Biblia. Allí descubrió respuestas convincentes a las preguntas sobre el origen del hombre y
soluciones a los problemas actuales, y eso lo convenció de que la Biblia también es el resultado de una
inteligencia superior.

¿Qué revelan las pruebas?


La respuesta a la pregunta “¿De dónde vienen los bebés?” está bien documentada y no es polémica. La
vida procede siempre de vida preexistente. Ahora bien, ¿es posible que en un pasado remoto se violara
esta ley fundamental? ¿Pudo surgir espontáneamente la vida a partir de materia inerte? ¿Qué
probabilidades hay de que algo así ocurriera?
Un experimento realizado en 1953 da pie a muchos científicos para creer que la vida se originó
espontáneamente. El químico Stanley L. Miller obtuvo aminoácidos (los bloques básicos de las proteínas)
enviando descargas eléctricas a una mezcla de gases que simulaba la atmósfera terrestre primitiva.
Posteriormente, se detectaron aminoácidos en un meteorito. ¿Significan tales hallazgos que todos los
componentes básicos de la vida se produjeron fácilmente por casualidad? (Stanley Miller (1953).
“Algunos autores —dice Robert Shapiro, profesor emérito de Química de la Universidad de Nueva York—
han imaginado que todos los componentes de la vida se encontraban ya en los meteoritos y podrían
formarse fácilmente mediante experimentos parecidos al de Miller. Pero ése no es el caso.”
¿Qué importancia tienen estos hechos? Pensemos en el reto que afrontan los investigadores que creen
que la vida es fruto del azar: han hallado en un meteorito aminoácidos que también aparecen en las células
vivas; han sintetizado en el laboratorio moléculas más complejas mediante experimentos ideados y
controlados con minuciosidad, y, a la larga, esperan fabricar todas las partes necesarias para construir una
célula “simple”. Podríamos asemejar su situación a la de un ingeniero que transforma sustancias naturales
en acero, plástico, silicona y cables y construye un robot, al que luego programa para que se copie a sí
mismo. ¿Qué demostrará con ello? A lo sumo, que un ente inteligente es capaz de crear una máquina
asombrosa.
Pues bien, si un día los científicos construyeran una célula, sería un logro verdaderamente impresionante;
pero ¿probarían que la célula apareció por azar? En todo caso, probarían lo contrario, ¿no le parece?
¿Qué opina? Hasta la fecha, toda la prueba científica indica que la vida viene de la vida. Creer que una
célula viva “simple” surgió por casualidad a partir de compuestos inanimados es un verdadero acto de fe.

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