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Juzgado de 1a Instancia en lo Civil y Comercial de 3a Nominación de

Córdoba, “Cánovas y Orechia, S. R. L “,18.02.1982

Tribunal: Juzgado de 1a Instancia en lo Civil y Comercial de 3a Nominación de Córdoba

Fecha: 18.02.1982

Partes: Cánovas y Orechia, S. R. L.

Publicado en: LA LEY 1983-B , 472, con nota de Ignacio A. Escuti

Cita online: AR/JUR/514/1982

TEXTO COMPLETO

1ª Instancia. - Córdoba, febrero 18 de 1982.

Considerando: 1) Que la instante, "Cánovas y Orechia S. R. L.", impetra la inscripción del


acuerdo unánime celebrado el 20 de diciembre de 1981, por el que se dispuso reactivar la
misma sociedad, cuyo plazo de duración expiró el día 16 de diciembre de igual año. 2) La
petición impone analizar la viabilidad de la llamada "reactivación" en nuestro derecho,
entendiendo por tal al acto jurídico societario por el que una sociedad respecto de la cual se ha
operado alguna causal de disolución, resuelve dejarla sin efecto recuperando su plenitud
jurídica. Como dice Zaldívar, el problema no sólo se presenta en relación al supuesto tipificado
por el art. 94 inc. 2º de la ley 19.550 -el caso más frecuente-, sino respecto de cualquiera de las
hipótesis disolutorias previstas por la ley de sociedades comerciales (cfr. "Cuadernos de
Derecho Societario", t. IV, p. 317. 3). La doctrina y la jurisprudencia nacional exhiben posturas
encontradas sobre el punto. Mientras autores como Cámara -que desde hace un cuarto de siglo
viene propugnando la Reactivación de Sociedades disueltas- ("Disolución y Liquidación de
Sociedades Mercantiles", p. 365, Ed. Tea, Buenos Aires, 1957), Zaldívar (ob. cit., p. 341), Arecha
(E. D., diario del 25 de julio de 1980, p. 3) y Rouillón (Zeus, diario del 5 de abril de 1979). se
pronuncian decididamente a favor de la reactivación, otros como Fargosi ("Apostilla sobre la
interpretación de la ley de sociedades comerciales y su art. 95", Rev. LA LEY, t. 1977-B, p. 565),
Roimisier ("La reactivación de sociedades con plazo de duración vencido: Un instituto sin
cabida en nuestro régimen societario", Revista del Derecho Comercial y de las Obligaciones,
1977, p. 277) y Migliardi ("Oportunidad de peticionar la prórroga del contrato de sociedad",
Rev. LA LEY, t. 1979-C, p. 142) se inclinan por la tesis negativa. Entre los precedentes
jurisprudenciales, merece citarse el fallo dictado por el Juzgado Nacional de 1ª Instancia en lo
Comercial de Registro con fecha 4 de junio de 1980 en autos: "La Distribuidora Musical, S. R. L."
(Rev. LA LEY, t. 1980-C, p. 446), en el que se admitió la reactivación de la sociedad de plazo
vencido, apartándose el sentenciante del criterio tradicional seguido hasta entonces por los
tribunales del país (cfr. E. D., diario del miércoles 23 de julio de 1980, ps. 2 a 4). Y entre
nosotros, la Excma. Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial de 2ª Nominación de esta
Ciudad, recientemente ha juzgado improcedente la reactivación (autos "Casa Helman, S. R. L.
Insc. Modific. contrato social", 5 de octubre de 1981), razonando en base a los arts. 94, inc. 2º,
95, 98, 99 y 101 de la ley societaria. 4) Pasemos revista sucinta al derecho europeo: a) En
Alemania, la ley de sociedades por acciones de la República Federal del 6 de setiembre de 1965

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-vigente desde el 1 de enero de 1966-, en su art. 274, ha contemplado expresamente el instituto
de la reactivación de las sociedades disueltas por cumplimiento del plazo o por acuerdo de la
asamblea, exigiendo que no haya comenzado la distribución del patrimonio social; b) En
Francia, el art. 391, 2º párr. de la ley de sociedades del 24 de julio de 1966 estatuye que: "La
personalidad moral de la sociedad subsiste para las necesidades de la liquidación hasta la
clausura de ésta". A tenor de esta disposición, la doctrina y la jurisprudencia francesa han dicho
que la persistencia de la personalidad durante la liquidación está circunscripta exclusivamente
a tales efectos, quedando vedada la revitalización ("La personalité morale de la société subsiste
pour les besoins de la liquidación jusquà, la cloture de celle-ci ); c) En el derecho italiano, ante
la falta de regulación legal han coexistido las tesis antagónicas, aunque en la actualidad la figura
es aceptada, discutiéndose si se requiere unanimidad o si es suficiente la decisión mayoritaria
(ver Brunetti, "Tratato di diritto della società", t. I, ps. 312 y sigts., Milán, 1948, cit. por Zaldívar
en "La reactivación de sociedades, un tema acertadamente actualizado", Rev. LA LEY, t. 1980-C,
p. 444); d) En España, han surgido también distintas hermenéuticas alrededor del art. 152 de la
ley de sociedades españolas en tanto Pala Berdejo ("La disolución de las sociedades y su
revocabilidad" Revista del Derecho Mercantil, 1952, t. II, ps. 149 y sigts.) y Pérez de la Cruz
("Algunos problemas en materia de prórroga y reactivación de sociedades", en la misma
revista, p. 1968, par.. 247 y sigts.) se pronuncian a favor, otros autores de gran predicamento
como Garrigues ("Tratado de Derecho Mercantil", t. I, p. 1277, Madrid, 1947) y. Broseta Pont
("Manual de Derecho Mercantil", p. 292, Madrid, 1978) se inclinan por la negativa. 5). Veamos
los principales argumentos esgrimidos en basamento de la tesitura contraria al instituto: a) Se
arguye que la redacción del art. 95 del ordenamiento societario, constituye una cortapisa
definitiva para la figura en análisis, al preceptuar dicha norma que "la prórroga debe resolverse
y la inscripción solicitarse antes del vencimiento del plazo de duración de la sociedad". Que en
consecuencia, vencido el plazo contractual sin haberse solicitado la inscripción de la prórroga,
la sociedad "ipso iure" queda disuelta y en estado de liquidación. Esta argumentación ha sido
bien refutada por el juez Butty (fallo citado en autos "Distribuidora Musical, S. R. L.") al señalar
que es menester distinguir el concepto jurídico de "prórroga" en la inteligencia del art. 95 de la
ley 19.550, del de "reactivación" o "revitalización". En la prórroga, los socios la acuerdan antes
del fenecimiento del plazo de duración de la sociedad, mientras que la reactivación presupone
que ya lo sociedad está disuelta por haber operado alguna de las causales de disolución. Y como
dicen Mariano Gagliardo y José Octavio Clariá (h.), al decidir la prórroga en la forma legal, la
sociedad continua sin interposición en su plenitud jurídica. "...Si, por el contrario, no se cumple
con ese imperativo de su propio interés, la sociedad se disuelve y entra en liquidación. Al entrar
en ese estado, la actividad de la sociedad queda restringida y las facultades de sus
administradores también. Y la infracción de éstos a esa limitación, se verá sancionada con la
responsabilidad ilimitada y solidaria de ellos". (cfr. E. D., diario del 31/8/81, ps. 1-5). Como se
ve, prórroga y reactivación son conceptos netamente distintos, y nada justifica aplicar la misma
norma a ambos supuestos. Quede pues en claro que lo proscripto es la aceptación de la
prórroga después del vencimiento. La ley argentina no contempla la reactivación para el caso
del art. 94, inc. 2º, como la ha disciplinado expresamente para las hipótesis disolutorias de los
incs. 6º, 8º. y 9º del mismo artículo.

Por otra parte, una cosa es decir que la sociedad queda disuelta si vence el plazo contractual sin
haberse peticionado la inscripción de la prórroga, y otra muy distinta que la sociedad disuelta
queda irremisiblemente condenada a la liquidación, sin que pueda removerse la causal de
disolución. Tampoco puede hacerse alusión a la "intención del legislador", desde que destintos
miembros de la Comisión Redactora sostienen criterios antagónicos (ver Zaldívar y Fargosi,
trabajos citados). En conclusión, estimo que el error de este argumento estriba en asimilar
figuras distintas como son prórroga y reactivación, resultando inaplicable a esta última la
categórica disposición del art. 95 de la ley 19.550. b) También se ha dicho, en base al art. 101
del estatuto societario, que como la sociedad en liquidación conserva su personalidad "a ese

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efecto", carecería de capacidad para resolver la reactivación. Y que si bien el objeto de la
sociedad no se modifica, se restringe a la actividad liquidatoria, sin que puedan adoptarse otras
decisiones extrañas a la realización del activo y cancelación del pasivo social. Pero como señala
Zaldívar, la expresión "a ese efecto", contenida en el art. 101, entraña una limitación temporal,
pero en modo alguno de carácter sustancial; conforme con la "teoría de la identidad" la
sociedad conserva "su" personalidad, "la misma" que tenía antes de la liquidación, por lo que no
le está vedado decidir la remoción de la causal de disolución. Y algo más que parece decisivo:
¿cómo puede ser que la sociedad tenga personalidad para dejar sin efecto algunas causales de
disolución -supuestos de los incs. 6º, 8º y 9º del art. 94- y no la tenga para remover otras?. c)
Tampoco resiste el análisis el argumento de que la reactivación decidida por la mayoría podría
conculcar el derecho a las utilidades del socio contra su voluntad. En primer término cabe
acotar nada empece a que el socio renuncie a su derecho a la cuota de liquidación,
transformándolo en derecho a las utilidades.

En segundo término, es fácil colegir que esta cuestión más se adscribe al problema de las
mayorías necesarias para decidir la reactivación, que a la viabilidad legal del instituto en
estudio (cfr. Gagliardo y Clariá, trabajo cit.). Vemos ahora -complementando lo dicho-, las
razones por las cuales es correcto concluir que la reactivación de sociedades disueltas es
admisible en el derecho positivo argentino: a) La figura no se encuentra prohibida, y en algunos
supuestos -art. 94, incs. 6º, 8º y 9º- está expresamente permitida. b) es la interpretación que
más se compadece con el principio axil de la conservación de la empresa, verdadero dogma
para el legislador argentino (v. gr. arts. 51/53, ley 14.394, art. 3475, bis Cód. Civil agregado por
la ley 17.711, ley 18.832, ley 19.550: Exposición de Motivos. Cap. I., Sec. 3ª., aras. 17, 100, 90, 93
y 94, inc. 8º y 96, y ley 19.551: arts. 25, 42, 61, inc. 2º, 198, 199, etc.). c) Su conveniencia
palmaria desde la óptica del interés comunitario, en cuanto la reactivación se orienta a la
conservación de una empresa en funcionamiento, conlleva la pervivencia de la fuente de
trabajo y su mantenimiento en el ámbito de la actividad productiva. d) La ostensible economía
que significa la posibilidad de reactivar una sociedad disuelta, obviando los dispendiosos
tramites necesarios para concluir la liquidación y posteriormente constituir una nueva
sociedad: Los socios no pueden transmitir inmediatamente los bienes de la sociedad disuelta a
la nueva sociedad, ya que es menester cumplir con carácter previo todo el proceso liquidatorio
y una vez transmitidos los bienes remanentes a los socios, recién éstos podrán aportarlos a la
sociedad a constituir. Pero como apunta Pico: "¿qué empresa de importancia podría soportar el
impacto que representa la circunstancia de tener que hacer frente en un dado momento a todo
su pasivo?" ("Nuevo criterio de la Inspección General de Personas Jurídicas sobre el tema de
reactivación de sociedades comerciales" -Rev. LA LEY, t. 1977-C, p. 729-). El rechazo de la
reactivación -se infiere- no coadyuva a la preservación de la empresa. e) No se atisba perjuicio
para los socios en lo atinente a sus derechos a la cuota de liquidación, máxime cuando la
reactivación -como en la especie- es decidida por unanimidad, sin que este aserto implique
emitir opinión sobre la posibilidad de que en las sociedades anónimas o de responsabilidad
limitada de veinte o más socios, quepa decidirla por mayoría legal. f) No se barrunta gravamen
a terceros: "...si nos referimos a quienes han contratado con la sociedad luego de su disolución,
tratándose de operaciones que excedan el fin liquidatorio, en nada se afecta su derecho
creditorio respecto de los administradores y socios por asimilación a la sociedad irregular, ya
que la reactivación no cubre ni subsana retroactivamente dicha situación" (Ruoillón, Adolfo A.
N., Zeus, t. 16, núm. 1233, 5 de abril de 1979). g) No se avizora menoscabo al derecho de los
acreedores particulares de los socios: "...cierto que ellos tienen un interés especial en la
liquidación, pues corolario obligado de la misma será el reparto de las ganancias y el ingreso de
la cuota de liquidación al patrimonio particular de los socios. Pero es indudable que esa
situación no ha interesado mayormente al legislador, como lo demuestra el hecho que durante
la vida activa de la sociedad, los socios pueden prorrogar indefinidamente la duración de
aquélla, sin derecho de oposición por parte de los acreedores, salvo en las sociedades de interés

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para las cuales la reciente ley 19.550 -art. 57- ha venido a prohibir su prórroga si no se satisface
al acreedor particular embargante (res. núm. 3/76 del 18 de febrero de 1976, de la Inspección
General de Personas Jurídicas de la Nación, que admitió el instituto que estudiamos. El criterio
fue luego modificado por res. núm. 2/77 del 21 de enero de 1977). 6) En lo atinente a la
oportunidad hasta la cual debe juzgarse viable la reactivación, estimo dicha figura es admisible
mientras no haya concluido el proceso liquidatorio con la cancelación del art. 112 de la ley
19.550. 7) Por lo expuesto, ante la inexistencia de una norma legal prohibitiva, y por resultar
conveniente para todos los intereses protegibles en juego, me pronuncio a favor de la
reactivación de las sociedades disueltas. Y arribo a esta conclusión no sólo "de lege ferenda",
sino en el entendimiento de que el instituto tiene cabida en el marco actual de nuestra
preceptividad societaria. 8) Ante ello, corresponde hacer lugar al pedido de inscripción, sin que
ello implique emitir juicio sobre la integridad del capital, y sin que la registración, tenga eficacia
saneatoria desde el punto de vista de la responsabilidad por los actos cumplidos entre la
disolución y la toma de razón de la reactivación.

Por lo expuesto, normas legales citadas, lo informado a fs. 18 de autos por el Registro Público
de Comercio, y habiéndose cumplido lo dispuesto por los arts. 5º, 10, 11, inciso 5º, correlativos
y concordante de la ley 19.550, resuelvo ordenar la inscripción en el Registro Público de
Comercio del acta de Asamblea Extraordinaria Nº 10 del 20 de diciembre de 1981, de "Cánovas
y Orechia, S. R. L.", con el alcance fijado en el consid. 8 de esta Resolución. - Carlos Gavier Tagle.
(Sec.: Laura S. Goytea de Fadel).

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