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TRIBUNAL: J.N.Com. de Registro.
FECHA: 04/06/1980.
SÍNTESIS: El juez de Registro hizo lugar a lo solicitado por los socios de cierta SRL en
relación a la inscripción del acuerdo unánime de prórroga y reconstitución de la sociedad.
Sostuvo que el requerimiento no podía ser admitido bajo el régimen de la prórroga
contemplado en el art. 95 de la ley 19.550, ya que se requería insalvablemente que la petición
formulada lo hubiese sido antes del vencimiento. Entendió que en el caso de prórroga, los
socios la decidían antes del vencimiento del plazo de duración de la sociedad, operándose la
vida normal del ente societario sin solución de continuidad; mientras que en la reactivación,
existía en los hechos un período intermedio el que transcurría entre la configuración de la
causal de disolución y su revocación. Manifestó que la personalidad de la sociedad en
liquidación se mantenía plenamente, operándose sólo una mutación del objeto social, que
quedaba restringido, por la disolución, a los actos liquidatorios. Juzgó que no se apreciaba
óbice dirimente que impusiera la negación de la posibilidad de mutar nuevamente el objeto: si
los socios habían podido hacerlo antes de la finalización del plazo, era evidente que también lo
podían luego. Consideró que la restricción del objeto a los actos liquidatorios, importaba la
prohibición a los liquidadores y a la propia sociedad de exorbitar la liquidación por actos
aislados; pero ello no excluía decisiones que, con carácter genérico, restituyeran el objeto a su
plenitud, lo cual se ordenaba, en definitiva, a la vigencia del principio de conservación de la
sociedad. Determinó que la hipotética inscripción de un acuerdo de reactivación no importaba
juzgar sobre la responsabilidad que, en caso de tal comienzo tocaría a los socios en los
términos del art. 106 de la ley 19.550. Concluyó que la pretensión inscriptoria del mentado
acuerdo unánime sería admitida; entendiendo dicho acuerdo como de reactivación de la
sociedad disuelta.
Buenos Aires, 4 de junio de 1980.
AUTOS Y VISTOS:
1. La totalidad de los socios de "La Distribuidora Musical, S.R.L.", solicita la inscripción del
acuerdo unánime celebrado el 11.04.80 y a que se refiere el testimonio obrante a fs. 2/7, por el
cual celebraron un "…nuevo contrato social…" y que califican en el libelo de inicio como de
"…prórroga y reconstitución…" de la sociedad cuya prórroga anterior había vencido el 31/3/80;
como así de una cesión de partes sociales de uno de ellos a los restantes.
2. En cuanto a lo primero (inscripción del llamado por los peticionarios, indistintamente, nuevo
contrato, prórroga y reconstitución), el requerimiento no puede ser admitido bajo el régimen de
la prórroga contemplada por el art. 95 de la ley 19.550, este instituto requiere insalvablemente
la petición formulada antes del vencimiento, con claridad que no admite disgresiones; y ya se
ha visto que el término de la prórroga antes acordada; había vencido –por el contrario incluso
antes de la formulación del nuevo acuerdo que ahora se trae a inscribir.
3. Debe analizarse, entonces, si mas allá de los vocablos empleados por los peticionarios ("…
iura novit curia…"), lo ahora pretendido importa hacer valer un acto de naturaleza jurídica
distinta; como así, en caso afirmativo, si dicho acto es legítimo, de lo que se seguiría la
procedencia de la inscripción impetrada (Cód. de Com. arts. 34 in fine; ley 19.550, 6º y
concordantes).
4. Que la prórroga en el sentido del art. 95 de la ley 19.550, por una parte y la llamada
"reactivación", "reconstitución" o "revocación de la disolución" constituyen supuesto ontológica
y jurídicamente diferentes, parece incuestionable: en la prórroga, los socios la deciden antes
del vencimiento del plazo de duración de la sociedad, operándose la continuación de la vida
normal del ente societario, sin solución de continuidad; mientras que en la reactivación, existe
en los hechos un período intermedio o interregno –el que transcurre entre la configuración de
la causal de disolución y su revocación que al margen de los cuales fueren sus efectos
importa suficiente diferencia impeditiva para la asimilación. Pues no se advierten motivos para
asimilar en solo una naturaleza, a fenómenos diversos en su configuración fáctica, al menos
cuando ello no resulte impuesto por los términos de la normativa de aplicación, lo que no
sucede en el caso del art. 95 citado, que solo alude a las condiciones de viabilidad de la
prórroga sin alusiones a situación alguna distinta a la constituida por la resolución social y
petición de inscripción antes del vencimiento.
La omisión de considerar la distinción arriba apuntada, ha llevado a ilustres autores como
Isaac Halperín, a opiniones formuladas en términos absolutos que pudieran interpretarse como
adscripción a la tesis negativa (Halperín; Isaac, "Sociedades Comerciales", pág. 83, parág.76,
Buenos Aires, 1964, opinión repetida en "Curso…", pág. 267, parág. 74, Buenos Aires, 1978) y
que, por ende, no comparto.
5. Sobre tal base, habrá de analizarse entonces la legitimidad de lo pretendido en la especie,
que no es sino la reactivación o "revitalización" de la sociedad, como la califica Héctor Cámara
("Disolución y Liquidación de Sociedades Mercantiles", pág. 365, parág. 173, Buenos Aires,
1959).
6. Juzgo que se impone la respuesta afirmativa.
En efecto: importando la disolución en el régimen societario vigente, el pasaje al estado de
liquidación parece evidente –en orden al consecuente problema de la naturaleza de la
sociedad en dicho estado que la ley ha adoptado el sistema de la identidad. O, dicho en otros
términos, la personalidad de la sociedad en liquidación se mantiene (ley 19.550: art. 101),
importando ello la identidad del ente antes y después de la disolución, hasta consumarse el fin
del contrato con la cancelación de la inscripción (art. 112).
Es cierto que pudiera sostenerse que la personalidad subsistente es limitada, al restringirla
aparentemente el art. 101 cit. "… a ese efecto…" (la liquidación); pero en una concepción que
no derive la personalidad exclusivamente del conferimiento por ley, sino más bien de la
realidad de las relacione preformativas que son su sustento ontológico, parece preferible
interpretar que la personalidad –concepto unívoco se mantiene plenamente, operándose solo
una mutación del objeto social, que queda restringido por la disolución, a los actos
liquidatorios, como la postula alguna doctrina (Zaldívar y otros, "Cuadernos…", volv. IV, pág.
257, parág. 58.1.4.1, Buenos aires, 1978).
Así concluido el razonamiento, no se aprecian óbices dirimentes que impongan la negación de
la posibilidad de mutar nuevamente el objeto: si los socios pudieron hacerlo antes de la
finalización del plazo, parece evidente que también lo puedan luego, en tanto nada impeditivo
se sigue de que la mutación operada por causa de la disolución, haya sobrevenido ministerio
legis. La mentada restricción del objeto a los actos liquidatorios, importará entonces la
prohibición a los liquidadores y a la propia sociedad, de exorbitar la liquidación por actos
aislados; pero ello no excluye decisiones que, con carácter genérico, restituyan el objeto a su
plenitud, según lo antes apuntado. Calificada doctrina admite incluso, la posibilidad lisa y llana
de acordar, vgr., la fusión del ente en liquidación (Alegría, Héctor, "Problemas Teóricos y
Prácticos…", Derecho Empresario, T III, pág. 691 y ss.); todo lo cual se ordena, en definitiva, a
la vigencia del principio de conservación de la sociedad (arg. de los arts. 100, 94, inc. 6°, 8° y
9°, y ccds. de la ley 19.550), que no constituye mera especie del favor negotii, en tanto aunque
parezca necesario no confundir conservación de la sociedad con la de la empresa, no puede
obviarse la índole empresaria del objeto social que determinaría frecuentemente el resultado
de la frustración de la empresa como consecuencia de la de la sociedad titular de la hacienda,
con desfavorable repercusión para el interés general.
Tampoco constituye, en principio, óbice, la posibilidad de que se hubiera comenzado la
liquidación, con repercusión sobre la efectividad del capital social; la hipotética inscripción de
un acuerdo de reactivación no importaría juzgar sobre la responsabilidad que, en caso de tal
comienzo tocaría a los socios en los términos del art. 106 de la ley 19.550, de lo que se sigue
la inexistencia de gravamen para los terceros; ni el derecho a la cuota de liquidación que
nacería para los socios por el hecho de la disolución: sin juzgar en este último aspecto sobre la
posibilidad, sostenida por alguna doctrina, de poderse aún así resolver por mayoría legal en
caso de sociedades anónimas o de responsabilidad limitada de veinte o más socios (así
Zaldivar y otros, op. cit., págs. 337/8), lo cierto es que en la especie concurre acuerdo
unánime, que ha importado, obviamente, renuncia a tal derecho.
7. La doctrina de los precedentes "Alezur Sociedad en comandita por Acciones" (CNCom.,
Sala B, 8/07/77) y "Refinería Metalúrgica Campana" (CNCom., Sala D, 14/12/79) resulta
inaplicable: el Superior juzgó allí la inadmisibilidad de la prórroga posterior al vencimiento;
supuesto diferente al de esta causa, según lo concluido sub. 4); sin perjuicio de señalar que
cuanto expresan en el fallo citado en último término los Doctores Bosch y Alberti, más bien
predispone al suscripto a admitir la pretensión formulada en la especie.
8. Parece obvio que la eventual "revitalización " de la sociedad (que debe ser juzgada a la luz
de la normativa vigente, más allá de la interpretación que hubiese correspondido en función del
derogado art. 424, 2ª parte del Código de Comercio) no podría en todo caso ser admitida sino
como tal, esto es, importando la identidad del ente reactivado. Resultaría conveniente
entonces, por motivos incluso de certeza en una registración dirigida al conocimiento de los
terceros, no recurrir al eufemismo de juzgarlo como importando constitución lisa y llana: ello
implicaría, por de pronto, ignorar el estado de liquidación de la sociedad anterior, sujeto distinto
de sus miembros, cuyo derecho al nombre se vería incluso vulnerado por la adopción de su
designación por el nuevo ente.
9. Siguiendo los postulados de una autorizada parte de la doctrina comercialista (cfr. entre
otros, Cámara, Héctor, op. cit.; íd., en Revista del Notariado, núm. 746, pág. 299 y ss.; Zaldivar
y otros, op. y loc. cit.; Malagarriga, C. "Tratado…", T I, pág. 778 y ss., Buenos Aires, 1963;
Pico, A. G., "Nuevo criterio", La Ley 1977C, 729 y ss., ponencia de los Doctores Emilio
Cornejo Costas y Osvaldo Camisar al I Congreso de Derecho Societario realizado en La
Cumbre del 17 el 20 de agosto de 1977 e ilustratorio debate trabado al respecto, "Actas…",
Buenos Aires, 1979, págs. 509 y 695/715; XXI Jornada Notarial Bonaerense realizada en
Bahía Blanca del 16 al 19 de junio de 1977, despacho 9 del tema I, Revista Notarial, 753, pág.
758), la pretensión inscriptoria del mentado acuerdo unánime será entonces admitida;
entendiendo dicho acuerdo como de reactivación de la sociedad disuelta.
10. El control de legalidad implícito en la jurisdicción del suscripto en la especie, se
circunscribe al que conviene al que conviene al acto que se trae a inscribir, en sí mismo (art.
34 del Cód. Com.); pero no implica abrir juicio sobre la naturaleza de los actos cumplidos y
eventual responsabilidad en función de los mismos y por la integridad del capital, por el
período transcurrido entre la disolución y la inscripción de la reactivación; ésta se dispondrá
sólo con tal alcance, de lo que se dejará constancia por nota marginal.
11. En consecuencia, RESUELVO hacer lugar, con el alcance expresado a lo solicitado. Por
ello, téngase a los peticionarios por parte y con el domicilio constituido. Publíquese edicto por
un día en el Boletín Oficial haciendo saber la reactivación social instrumentada a fs. 2/7, la
sede social que se denuncia a fs. 27 vta. y la cesión de cuotas de fs. 9/10. Modifíquese en tal
sentido carátula y libro de entradas respectivo.
Fecho, previo informe de embargos, inscríbanse por su orden los precitados instrumentos en el
libro de Sociedades de Responsabilidad Limitada, bajo la nota marginal –en el caso del
mencionado en primer término aludida en el considerando 10) y dejándose constancia en su
copia protocolar de la ubicación precisa de la sede social.
ENRIQUE MANUEL BUTTY. JUEZ.