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Anita la hormiga

En un pequeño hormiguero, vivía una pequeña hormiga llamada Anita. Era


una hormiga trabajadora y siempre estaba ocupada, pero a menudo se
preguntaba si había algo más en la vida que simplemente trabajar y recolectar
comida.

Un día, mientras estaba en el campo recolectando alimentos, Anita vio a un


grupo de aves volando por el cielo. La belleza y la libertad de las aves la
dejaron maravillada y se preguntó cómo sería ser como ellas.

Anita regresó al hormiguero con una sensación extraña. Se sentía inquieta y


no podía concentrarse en su trabajo. Se acercó a su amiga Lila, otra hormiga
trabajadora y le dijo:
Lila, no sé si ser una hormiga es lo que quiero ser en la vida. Acabo de ver a
un grupo de aves volando y parecían tan libres y felices. ¿Por qué no
podemos ser así?

Lila la miró con una sonrisa y le dijo:

Anita, todos tenemos un propósito en la vida. Nuestra tarea como hormigas es


recolectar comida y cuidar del hormiguero. Las aves tienen su propósito en la
vida y nosotros tenemos el nuestro. Ser una hormiga es algo que debemos
abrazar y estar orgullosos.

Anita entendió las palabras de su amiga, pero aún se sentía inquieta. Durante
los próximos días, Anita continuó trabajando y recolectando alimentos, pero su
mente estaba distraída.
Un día, mientras recolectaba alimentos en un campo de flores, se topó con un
pequeño grillo que había quedado atrapado en una rama. El grillo parecía
asustado y Anita decidió ayudarlo. Después de liberarlo, el grillo le dijo:

Muchas gracias, Anita. No sé cómo agradecerte lo suficiente. ¿Por qué me


ayudaste si no tengo nada que ofrecerte?

Anita sonrió y respondió:

Te ayudé porque sé lo que se siente estar atrapado y asustado. No espero


nada a cambio, solo quiero ayudar cuando alguien lo necesita.

El grillo estaba impresionado por la amabilidad de Anita y le dijo:


Eres una hormiga especial, Anita. No solo eres trabajadora y dedicada, sino
que también eres amable y compasiva. Eso es algo que no todas las hormigas
tienen.

Las palabras del grillo resonaron en Anita y se dio cuenta de que ser una
hormiga no era solo recolectar comida y cuidar del hormiguero, sino también
ayudar a otros y ser amable.

Anita regresó al hormiguero con una nueva perspectiva sobre su vida como
hormiga. Había aprendido que ser una hormiga no era solo su tarea en la vida,
sino también su propósito y su deber. Y que, a pesar de que por sí sola no
podía hacer mucho, si trabajaba en conjunto con su colonia, se podrían hacer
cosas emocionantes con gran impacto. Comenzó a trabajar con más
entusiasmo y dedicación, y también empezó a ayudar a sus compañeras
cuando lo necesitaban.
Desde entonces, Anita se convirtió en una hormiga aún más especial y
respetada por todas las hormigas del hormiguero. Ella sabía que ser una
hormiga era lo suyo porque tenía como todo un papel importante en esta vida,
pero ahora también sabía que podía ser algo más: una hormiga amable y
compasiva que siempre estaba dispuesta a ayudar.

Tommy y la casa embrujada

Había una vez un niño llamado Tommy que vivía en una pequeña ciudad
rodeada de colinas y bosques. Tommy era un niño valiente y aventurero, a
quien le encantaba explorar y descubrir cosas nuevas. Sin embargo, había un
lugar que siempre había evitado: la casa embrujada en la colina.
La casa tenía una larga historia de sucesos extraños y perturbadores. Los
lugareños decían que estaba maldita y que la gente que había entrado nunca
había vuelto a salir. Tommy había oído tantas historias sobre la casa
embrujada que se había prometido a sí mismo que nunca se aventuraría allí.
Pero un día, cuando regresaba a casa de la escuela, escuchó un ruido extraño
que provenía de la casa embrujada.

Tommy no podía resistir su curiosidad. Sin pensarlo dos veces, se dirigió a la


colina en busca del origen del ruido. Mientras se acercaba a la casa, el miedo
comenzó a apoderarse de él, pero Tommy recordó que era valiente y decidió
seguir adelante.
Cuando finalmente llegó a la casa embrujada, encontró la puerta principal
abierta. Con un suspiro de miedo, entró en la oscuridad y comenzó a explorar.
Todo parecía normal al principio, pero pronto se dio cuenta de que algo
extraño estaba sucediendo. Las puertas se cerraban solas y los objetos se
movían por sí solos.

Tommy comenzó a temblar de miedo y estaba a punto de escapar, pero


entonces escuchó una voz susurrando su nombre. Se giró y vio a una anciana
sentada en una silla en el rincón oscuro de la habitación.

"¿Quién eres tú?" preguntó Tommy, tembloroso.


"Soy la anciana de la casa embrujada", respondió la mujer. "La gente dice que
estoy loca y que mi casa está embrujada, pero en realidad estoy sola y
necesito ayuda".

Tommy sintió empatía por la anciana y decidió quedarse para ayudarla.


Durante los próximos días, trabajó duro para limpiar la casa y hacer que la
anciana se sintiera más cómoda. Al principio, fue difícil, ya que la casa estaba
llena de polvo y telarañas, pero Tommy no se rindió.

Mientras trabajaba, la anciana le contó su historia. Había vivido sola desde


que su esposo había fallecido y no había tenido visitas durante años. La gente
había comenzado a evitar su casa y a contar historias espeluznantes sobre
ella. Se había sentido sola y triste, pero ahora estaba agradecida por la ayuda
de Tommy.
Con el tiempo, la casa se convirtió en un lugar más agradable y acogedor.
Tommy y la anciana se habían convertido en amigos y pasaban tiempo juntos
hablando y haciendo tareas en la casa. Tommy se había dado cuenta de que
la casa embrujada no era tan mala como la gente decía y que la anciana era
una persona amable que necesitaba ayuda y compañía.

Un día, mientras estaban sentados en el jardín, la anciana le dijo a Tommy:


"Gracias por ayudarme y demostrarme que todavía hay personas buenas en el
mundo. Me has enseñado que no debemos juzgar a los demás por su
apariencia o rumores, sino que debemos conocerlos y comprenderlos antes
de hacerlo".
Tommy sonrió y le respondió: "De nada, señora. Pero también aprendí que no
debemos tener miedo de lo desconocido, sino que debemos enfrentarlo y
tratar de entenderlo. Si no hubiera venido a esta casa embrujada, nunca
habría descubierto lo maravilloso que es el mundo de las antigüedades y
nunca habría conocido a una persona tan amable y sabia como usted".

La anciana asintió y le dijo: "Tienes razón, Tommy. A veces, lo desconocido


puede asustarnos, pero si lo enfrentamos con valentía y curiosidad, podemos
descubrir cosas nuevas y maravillosas".

Desde ese día en adelante, Tommy y la anciana pasaron más tiempo juntos,
explorando la casa embrujada y descubriendo nuevas cosas sobre ella.
Tommy aprendió sobre la historia de la casa y la familia que vivió allí antes, y
la anciana compartió sus conocimientos sobre las antigüedades y la vida en
general.

Finalmente, la casa embrujada se convirtió en un lugar especial para Tommy y


la anciana, un lugar lleno de historias, aventuras y amistad. Y Tommy aprendió
una valiosa lección: que no debemos tener miedo de lo desconocido, sino que
debemos enfrentarlo con valentía y curiosidad, y que siempre hay algo nuevo
y maravilloso que descubrir si mantenemos una mente abierta y un corazón
dispuesto a aprender.

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