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CORPUS CHRISTI

PARROQUIA DE SAN MARTIN DE PORRES

PRIMER ALTAR
Se proclama la PALABRA DE DIOS:
Sacerdote: Del evangelio según San Juan (6, 51)
Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan
que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo.» Discutían entre sí los judíos y
decían: «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?» Jesús les dijo: «En verdad, en
verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis
vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le
resucitaré el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera
bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él. Lo mismo que
el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá
por mí. Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron vuestros padres, y
murieron; el que coma este pan vivirá para siempre.
Reflexión: ministro
Cuando tomamos y comemos ese Pan, somos asociados a la vida de Jesús, entramos en
comunión con Él, nos comprometemos a realizar la comunión entre nosotros, a transformar
nuestra vida en don, sobre todos a los más pobres.

La fiesta de hoy evoca este mensaje solidario y nos impulsa a acoger la invitación íntima a
la conversión y al servicio, al amor y al perdón. Nos estimula a convertirnos, con la vida, en
imitadores de lo que celebramos en la liturgia. El Cristo, que nos nutre bajo las especies
consagradas del pan y del vino, es el mismo que nos viene al encuentro en los
acontecimientos cotidianos; está en el pobre que tiende la mano, está en el que sufre que
implora ayuda, está en el hermano que pide nuestra disponibilidad y espera nuestra acogida.
Está en el niño que no sabe nada de Jesús, de la Salvación, que no tiene fe. Está en cada ser
humano, también en el más pequeño e indefenso.

La Eucaristía, fuente de amor para la vida de la Iglesia, es escuela de caridad y de


solidaridad. Quien se nutre del Pan de Cristo ya no puede quedar indiferente ante los que no
tienen el pan cotidiano. Y hoy sabemos es un problema cada vez más grave. (S.S.
Francisco, Angelus 7 de junio de 2013).

Nuestro Señor continúa su discurso: "Yo soy el pan vivo bajado del cielo: el que coma de
este pan, vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne, para la vida del mundo. El
que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día".
Estas palabras de Jesús, tan claras como misteriosas, sólo podían ser acogidas en un clima
de fe. Y es una evidente anticipación de lo que sucedería el Jueves Santo, en aquella hora
solemne y de intimidad con sus apóstoles, cuando instituía la Eucaristía: "Esto es mi
Cuerpo, que se entrega por vosotros. Esta es mi Sangre, derramada por vosotros y por todos
los hombres, para el perdón de los pecados". Ahora, en este momento, estaba cumpliendo
su promesa. Y les invitaba a los Doce a repetir este mismo gesto, de generación en
generación: "Haced esto en memoria mía".

Cada santa Misa, cuando el sacerdote pronuncia estas palabras de nuestro Señor, está
perpetuando su sacramento. Y no se trata de un simple recuerdo, sino de un "memorial". Es
decir, de una celebración que "revive" y actualiza en el hoy de nuestra historia el misterio
de la Eucaristía y del Calvario, por nuestra salvación. En cada santa Misa, Jesucristo
renueva su Pasión, muerte y resurrección, y vuelve a inmolarse al Padre sobre el altar de la
cruz por la redención de todo el género humano. De modo incruento, pero real. ¡Por eso
cada Misa tiene un valor redentor infinito, que sólo con la fe podemos apreciar!.

Seguidamente el sacerdote da la bendición con el Santísimo. Luego se entona un canto y la


procesión avanza hasta el siguiente altar.

SEGUNDO ALTAR

El sacerdote deja la custodia en el lugar dispuesto. Se arrodilla y ora durante unos


momentos ante el Santísimo. El pueblo permanece también en oración. Luego levanta y se
hace la oración. hace la siguiente JACULATORIA EUCARISTICA:
V. Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar.

R. Sea por siempre bendito y alabado.

SACERDOTE. Padre Nuestro que estas en el cielo……

Dios te Salve Maria, Llena de Gracia …

Se proclama la PALABRA DE DIOS:

Sacerdote: Del evangelio según San Marcos (14,22)


El primer día de la fiesta de los panes Ázimos, cuando se sacrificaba el cordero
pascual, le preguntaron a Jesús sus discípulos: "¿Dónde quieres que vayamos a
prepararte la cena de Pascua?" Él les dijo a dos de ellos: "Vayan a la ciudad,
encontrarán a un hombre que lleva un cántaro de agua; síganlo y díganle al dueño
de la casa en donde entre: "El Maestro manda preguntar: ¿Dónde está la
habitación en que voy a comer la Pascua con mis discípulos?". Él les enseñará
una sala en el piso de arriba, arreglada con divanes. Prepárennos allí la cena".
Los discípulos se fueron, llegaron a la ciudad, encontraron lo que Jesús les había
dicho y prepararon la cena de Pascua.
Mientras cenaban, Jesús tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio,
a sus discípulos diciendo: "Toman: esto es mi cuerpo". Y tomando en sus manos
una copa, de vino, pronunció la acción de gracias, se la dio, todos bebieron y les
dijo: "Ésta es mi sangre, sangre de la alianza, que se derramará por todos. Yo les
aseguro que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día que beba el vino
nuevo en el reino de Dios" después de cantar el salmo, salieron hacia el monte de
los Olivos.

Palabra del Señor.

Reflexión: ministro
Antes de ver este gran don, debemos preguntarnos, ¿qué tal esta mi vida
cristiana? Pues de la respuesta que demos así será el valor y el impacto que
tenga la Sagrada Eucaristía en nuestra vida. ¿Es acaso una vida práctica, de
sentimientos, apagada o al contrario es alegre, tiene sentido, da plenitud lo cual es
bueno tener en cuenta? Porque si tenemos esa visión correcta, podemos ver la
Santa Eucaristía como una gran fuente de la cual proviene gran parte de la gracia
de Dios, ésa que nos abre al amor, que nos da plenitud, que llena nuestro
corazón, pues al recibirla, recibimos al mismo Jesucristo, quien la instauró y quiso
entregarse a nosotros "Tomad, esto es mi cuerpo" "Ésta es mi sangre".

De la Eucaristía brota la paz, la unidad y la caridad y, por ende, es ella donde


culmina nuestra vida como cristianos; a través de su gracia, nuestra vida alcanza
el punto más alto. Podemos preguntarnos con cuánto fervor la recibimos.
Hagamos la experiencia de experimentar los frutos de este inmenso don,
dejémonos amar y amemos hasta el punto de dar nuestra vida por los otros, a
ejemplo de Jesucristo.
La Iglesia vive del Cristo eucarístico, de Él se alimenta y por Él es iluminada.
El Papa Juan Pablo II decía que "La Eucaristía, infundiendo en el corazón del hombre una
nueva energía -el amor sobrenatural-, refuerza, encauza y purifica el afecto humano,
haciéndolo más sólido y auténtico. Cuando tiene a Dios en su pecho, todo el hombre queda
armonizado en sí mismo... En el sacramento divino, el Señor está sumido en el silencio para
escucharnos".
(San Juan Pablo II, Ecclesia de Eucaristía.)

Oremos. Concédenos, Señor y Dios nuestro, a los que creemos y proclamamos que
Jesucristo, el mismo que por nosotros nació de la Virgen María y murió en la cruz, está
presente en el Sacramento, bebamos de esta divina fuente el don de la salvación eterna.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

R. Amén.

Seguidamente el sacerdote da la bendición con el Santísimo. Luego se entona un canto y la


procesión avanza hasta el siguiente altar.

TERCER ALTAR

El sacerdote deja la custodia en el lugar dispuesto. Se arrodilla y ora durante unos


momentos ante el Santísimo. El pueblo permanece también en oración. Luego levanta y se
hace la oración. hace la siguiente JACULATORIA EUCARISTICA:

V. Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar.


R. Sea por siempre bendito y alabado.

SACERDOTE. Padre Nuestro que estas en el cielo……

Dios te Salve Maria, Llena de Gracia …

Se proclama la PALABRA DE DIOS:

Sacerdote: Del evangelio según San Juan (6, 60-69)

En aquel tiempo muchos discípulos de Jesús al oírle, dijeron: Es duro este lenguaje.
¿Quién puede escucharlo? Pero sabiendo Jesús en su interior que sus discípulos
murmuraban por esto, les dijo: ¿Esto os escandaliza? ¿Y cuando veáis al Hijo del hombre
subir adonde estaba antes?... El espíritu es el que da vida; la carne no sirve para nada.
Las palabras que os he dicho son espíritu y son vida. Pero hay entre vosotros algunos que
no creen. Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían y quién era
el que lo iba a entregar. Y decía: Por esto os he dicho que nadie puede venir a mí si no se
lo concede el Padre. Desde entonces muchos de sus discípulos se volvieron atrás y ya no
andaban con él. Jesús dijo entonces a los Doce: ¿También vosotros queréis marcharos? Le
respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna, y
nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios.

Reflexión: ministro
(Ángelus de S.S. Francisco, 16 de agosto de 2015).

A veces, se escucha sobre la santa misa esta objeción: “¿Para qué sirve la misa? Yo voy a la
iglesia cuando me apetece, y rezo mejor en soledad”. Pero la eucaristía no es una oración
privada o una bonita experiencia espiritual, no es una simple conmemoración de lo que
Jesús hizo en la Última Cena. Nosotros decimos, para entender bien, que la eucaristía es
“memorial”, o sea, un gesto que actualiza y hace presente el evento de la muerte y
resurrección de Jesús: el pan es realmente su Cuerpo donado por nosotros, el vino es
realmente su Sangre derramada por nosotros.

La eucaristía es Jesús mismo que se dona por entero a nosotros. Nutrirnos de Él y vivir en
Él mediante la Comunión eucarística, si lo hacemos con fe, transforma nuestra vida, la
transforma en un don a Dios y a los hermanos.

El evangelio trae la parte final del Discurso del Pan de Vida. Se trata de la discusión de los
discípulos entre sí y con Jesús y de la conversación de Jesús con Simón Pedro. Nos muestra
las exigencias de la fe y la necesidad de un compromiso firme con Jesús y con su propuesta.
“Este lenguaje es duro. ¿Quién puede escucharlo?” con esta expresión se refleja cómo
diversos discípulos se volvieron atrás y ya no estaban dispuestos a recorrer el camino de
Jesús. Hoy a nosotros nos puede pasar lo mismo. Estamos en un tiempo en que la vida
cristiana debe ser vivida a la intemperie, a contracorriente, proclamando unos valores que el
mundo entiende como contravalores y podemos ceder a la tentación de cobijar en nuestro
corazón este pensamiento: esto es muy duro, ¿quién puede cargar con esto? Mejor
marcharse. La decisión de quedarse o marcharse dependerá de que hayamos experimentado
fuertemente su “pan de vida” y sus “palabras de vida eterna”.

Me pongo en el lugar de Pedro ante Jesús. ¿Qué respuesta doy a Jesús que me pregunta?:
“¿También tú quieres irte?”

¡Señor Jesucristo! Consérvanos la fe a todos los que creemos en ti, en una fe firme, que es
entrega y es amor. Cuando creemos en ti, la vida se nos hace muy fácil, porque sabemos
que Tú vienes a nuestro lado. Y contigo al lado nuestro, ¡qué seguro que tenemos también
tu Cielo! Señor, no permitas nunca que te llegue a negar. Que ante todos y ante cualquier
circunstancia sepa ser fiel a mi fe. Para lograrlo no me canso de pedirte que me llenes con
tu amor, para que siempre pueda responderte con generosidad y firmeza, especialmente en
los momentos de más dificultad.

Oremos.

Concédenos, te rogamos, Señor y Dios nuestro, celebrar con dignas alabanzas al Cordero
que fue inmolado por nosotros y que está oculto en el Sacramento, para que merezcamos
verle patente en la gloria.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

R. Amén.

Seguidamente el sacerdote da la bendición con el Santísimo. Luego se entona un canto y la


procesión avanza hasta el siguiente altar.

CUARTO ALTAR

El sacerdote deja la custodia en el lugar dispuesto. Se arrodilla y ora durante unos


momentos ante el Santísimo. El pueblo permanece también en oración. Luego levanta y se
hace la oración. hace la siguiente JACULATORIA EUCARISTICA:

V. Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar.

R. Sea por siempre bendito y alabado.

SACERDOTE. Padre Nuestro que estas en el cielo……

Dios te Salve Maria, Llena de Gracia …


Se proclama la PALABRA DE DIOS:

Sacerdote: De la primera carta del Apóstol san Pablo a los Corintios (11,17-34)
Abusos en las celebraciones eucarísticas
17 Y ya que les hago esta advertencia, no puedo felicitarlos por sus reuniones, que en lugar
de beneficiarlos, los perjudican. 18 Ante todo, porque he oído decir que cuando celebran
sus asambleas, hay divisiones entre ustedes, y en parte lo creo. 19 Sin embargo, es preciso
que se formen partidos entre ustedes, para que se pongan de manifiesto los que tienen
verdadera virtud. 20 Cuando se reúnen, lo que menos hacen es comer la Cena del
Señor, 21 porque apenas se sientan a la mesa, cada uno se apresura a comer su propia
comida, y mientras uno pasa hambre, el otro se pone ebrio. 22 ¿Acaso no tienen sus casas
para comer y beber? ¿O tan poco aprecio tienen a la Iglesia de Dios, que quieren hacer
pasar vergüenza a los que no tienen nada? ¿Qué les diré? ¿Los voy a alabar? En esto, no
puedo alabarlos.
La Cena del Señor
23 Lo que yo recibí del Señor, y a mi vez les he transmitido, es lo siguiente: El Señor Jesús,
la noche en que fue entregado, tomó el pan, 24 dio gracias, lo partió y dijo: «Esto es mi
Cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía». 25 De la misma manera,
después de cenar, tomó la copa, diciendo: «Esta copa es la Nueva Alianza que se sella con
mi Sangre. Siempre que la beban, háganlo en memoria mía». 26 Y así, siempre que coman
este pan y beban esta copa, proclamarán la muerte del Señor hasta que él vuelva. 27 Por
eso, el que coma el pan o beba la copa del Señor indignamente tendrá que dar cuenta del
Cuerpo y de la Sangre del Señor.
Condiciones para celebrar la Eucaristía
28 Que cada uno se examine a sí mismo antes de comer este pan y beber esta
copa; 29 porque si come y bebe sin discernir el Cuerpo del Señor, come y bebe su propia
condenación. 30 Por eso, entre ustedes hay muchos enfermos y débiles, y son muchos los
que han muerto. 31 Si nos examináramos a nosotros mismos, no seríamos
condenados. 32 Pero el Señor nos juzga y nos corrige para que no seamos condenados con
el mundo. 33 Así, hermanos, cuando se reúnan para participar de la Cena, espérense unos a
otros. 34 Y si alguien tiene hambre, que coma en su casa, para que sus asambleas no sean
motivo de condenación. Lo demás lo arreglaré cuando vaya.

Reflexión. Ministro
El motivo principal para el envío de 1 Corintios es doble: por una parte, Pablo había
recibido noticias de la situación de la comunidad y, en especial, de ciertos abusos. Por otra,
los corintios habían escrito una carta a Pablo para pedirle explicación sobre algunos
aspectos que les creaban problemas. Toda la carta es, una instrucción orientada a corregir
las deficiencias que había y a profundizar más en el mensaje del evangelio que los corintios
ya habían recibido. Teniendo esto en cuenta, se entienden mejor los principales temas
tratados en esta carta.
Como introducción encontramos las partes acostumbradas: el saludo (1.1-3) y la acción de
gracias (1.4-9).
El primer tema se refiere a las divisiones o grupos que se habían formado en la comunidad
(1.10–4.21). Pablo les dice a los corintios que tales divisiones son, en primer lugar,
contrarias a la unidad de Cristo (1.10-17). En seguida les hace ver que ellos todavía no han
aprendido la verdadera sabiduría, la sabiduría de Dios, distinta de la sabiduría del mundo
(1.18–3.4). Y como esas divisiones se han formado tomando como bandera a varios
apóstoles o predicadores, les recuerda cuál es la misión del apóstol (3.5–4.5). Finalmente,
les llama la atención por su comportamiento orgulloso (4.6-21).
Después pasa a tratar otros problemas que se han presentado en Corinto. Critica a la
comunidad por su actitud condescendiente en el caso de uno que sigue una conducta
inmoral (5.1-13), y por recurrir a tribunales paganos en ciertos pleitos entre los propios
miembros (6.1-11). Además, corrige algunas ideas de los corintios sobre la libertad en el
campo sexual (6.12-19).
Luego pasa a responder a las consultas que los corintios le habían hecho en su carta. En
primer lugar, sobre el matrimonio y la virginidad (7.1-40), y, a continuación, sobre lo que se
debía hacer con los alimentos que eran ofrecidos a los ídolos y se vendían en el mercado
(8.1–11.1).
A continuación viene una sección que tiene que ver con el orden en algunos aspectos de la
vida de la comunidad: la conducta de la mujeres en las reuniones (11.2-16) y la manera de
celebrar la cena del Señor (11.17-34).
Después trata de otro tema consultado por los corintios: los dones espirituales o carismas.
Les enseña a valorarlos correctamente, y los instruye acerca de la manera de ejercitarlos,
mostrándoles que por encima de todo está el amor (12.1–14.40).
Finalmente, les da una explicación sobre la resurrección de los muertos: esta es una
consecuencia de la resurrección de Cristo, pero se debe entender correctamente (15.1-58).
La carta concluye con instrucciones sobre la colecta en favor de los cristianos de Jerusalén
(16.1-4), información sobre sus planes de viaje (16.5-12), algunas recomendaciones
concretas (16.13-18), y los saludos y despedida de costumbre (16.19-24).
Aunque algunos de los problemas tocados en esta carta eran muy propios de la situación
particular de la iglesia de Corinto en ese momento, en su mayoría siguen siendo actuales.
Debe señalarse, sobre todo, que los criterios y principios que el apóstol propone a los
corintios para resolver todos esos problemas se derivan del evangelio predicado por Pablo y
tienen, por tanto, valor universal.
Oremos.
Oh, Dios, que nos diste el verdadero pan del cielo, concédenos, te rogamos, que, con la
fuerza de este alimento espiritual, siempre vivamos en ti y resucitemos gloriosos en el
último día.
Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén
MINISTRO
LETANIAS DEL SANTISIMO SACRAMENTO
Señor, ten piedad, Señor, ten piedad

Cristo, ten piedad, Cristo, ten piedad

Señor, ten piedad, Señor, ten piedad

Cristo, óyenos, Cristo, óyenos

Cristo, escúchanos, Cristo, escúchanos

Dios Padre celestial. Ten misericordia de nosotros

Dios Hijo, redentor del mundo. „

Dios Espíritu Santo. „

Santísima Trinidad que eres un solo Dios. „

Cristo, pan de vida, Bendícenos

Señor Dios y hombre verdadero, „

Dios oculto, „

Dios en medio de nosotros, „

Cordero Pascual, „
Sacrificio expiatorio ofrecido por el mundo, „

Fuente de toda gracia, „

Alimento de nuestra peregrinación, „

Fortaleza para los enfermos, „

Consuelo divino de los afligidos, „

Fuerza y viático de los moribundos, „

Esperanza nuestra para el banquete del Reino, „

Por tu Cuerpo, que fue ofrecido por nosotros, „

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, Perdónanos, Señor

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, Escúchanos, Señor

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, Ten misericordia de nosotros

ALMA DE CRISTO
Alma de Cristo, santifícame.
Cuerpo de Cristo, sálvame.
Sangre de Cristo, embriágame.
Agua del costado de Cristo, lávame.
Pasión de Cristo, confórtame.
–Oh, ¡buen Jesús!, óyeme.
Dentro de tus llagas, escóndeme.
No permitas que me aparte de Ti.
Del maligno enemigo, defiéndeme.
En la hora de mi muerte, llámame.
Y mándame ir a Ti. Para que con tus santos te alabe.
Por los siglos de los siglos. Amén
GRACIAS, SEÑOR, POR LA EUCARISTIA
Gracias Señor, porque en la Última Cena partiste tu pan y vino en infinitos trozos, para
saciar nuestra hambre y nuestra sed... Gracias Señor, porque en el pan y el vino nos
entregas tu vida y nos llenas de tu presencia. Gracias Señor, porque nos amaste hasta el
final, hasta el extremo que se puede amar: morir por otro, dar la vida por otro. Gracias
Señor, porque quisiste celebrar tu entrega, en torno a una mesa con tus amigos, para que
fuesen una comunidad de amor. Gracias Señor, porque en la eucaristía nos haces UNO
contigo, nos unes a tu vida, en la medida en que estamos dispuestos a entregar la nuestra...
Gracias, Señor, porque todo el día puede ser una preparación para celebrar y compartir la
eucaristía... Gracias, Señor, porque todos los días puedo volver a empezar..., y continuar mi
camino de fraternidad con mis hermanos, y mi camino de transformación en ti...
Sacerdote: Bendición con el santísimo

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