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EL CUERPO Y LA SANGRE DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO

PRIMER ALTAR

1. LECTURA

San Juan Pablo II, en su Encíclica Ecclesia de Eucharistia, nos dice: «La
Iglesia ha recibido la Eucaristía de Cristo, su Señor, no sólo como un don entre
otros muchos, aunque sea muy valioso, sino como el don por excelencia, porque
es don de sí mismo, de su persona en su santa humanidad y, además, de su obra
de salvación. Ésta no queda relegada al pasado, pues «todo lo que Cristo es y todo
lo que hizo y padeció por los hombres participa de la eternidad divina y domina
así todos los tiempos». Cuando la Iglesia celebra la Eucaristía, memorial de la
muerte y resurrección de su Señor, se hace realmente presente este
acontecimiento central de salvación y «se realiza la obra de nuestra redención».
Este sacrificio es tan decisivo para la salvación del género humano, que Jesucristo
lo ha realizado y ha vuelto al Padre sólo después de habernos dejado el medio
para participar de él, como si hubiéramos estado presentes. Así, todo fiel puede
tomar parte en él, obteniendo frutos inagotablemente. Ésta es la fe de la que han
vivido a lo largo de los siglos las generaciones cristianas.

2. ORACIÓN

Dios Todopoderoso y Eterno, Tú que por medio del Misterio Pascual de tu


Unigénito llevaste a plenitud la obra de la salvación de los hombres, haz que
quienes adoramos a tu Hijo, realmente presente en este Santísimo Sacramento,
experimentemos siempre un aumento de salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.

3. ACLAMACIONES

Jesús, Pan vivo, que bajaste del cielo,

R/. Ten piedad de nosotros.

 Dios escondido, y Salvador


 Trigo de los elegidos
 Hostia santa
 Hostia viva
 Hostia que agradas a Dios
 Comida de Ángeles
 Sacrificio perpetuo
 Cordero sin mancha
 Sacrosanto y augustísimo misterio
EL CUERPO Y LA SANGRE DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO

SEGUNDO ALTAR

1. LECTURA

En una carta enviada por el Papa San Juan Pablo II a los sacerdotes del mundo
entero, en el año 2004, leemos estas palabras: «No hay Eucaristía sin sacerdocio,
como no existe sacerdocio sin Eucaristía. La Eucaristía, como el Sacerdocio, son
un regalo de Dios. Por tanto, el pueblo cristiano tiene buenos motivos para, por
un lado, dar gracias Dios por el don de la Eucaristía y del Sacerdocio y, por otro,
rogar incesantemente para que no falten sacerdotes en la Iglesia. Ha de aumentar
en el Pueblo de Dios la conciencia de tener que orar y actuar diligentemente en
favor de las vocaciones al Sacerdocio y a la Vida consagrada. Sí, las vocaciones
son un don de Dios que se ha de suplicar continuamente. Siguiendo la invitación
de Jesús, hay que rogar ante todo al Dueño de la mies para que envíe obreros a su
mies (cf. Mt 9,37-38)».

2. ORACIÓN

Dios nuestro, que en tu providencia das pastores a tu pueblo, infunde en tu


Iglesia el espíritu de piedad y fortaleza, que suscite ministros dignos de tu
altar y los haga valientes y humildes testigos de tu Evangelio. Por Jesucristo,
Nuestro Señor.

3. ACLAMACIONES

Señor, para recibir el perdón de los pecados,

R/. Danos sacerdotes santos.

Señor, para que no nos falte la Sagrada Eucaristía.

Señor, para que prediquen a Cristo tu Hijo.

Señor, para que den testimonio de la Verdad.

Señor, para que los niños conserven la gracia y los jóvenes conozcan a Cristo.

Señor, para que tengamos hogares cristianos.

Señor, para que los enfermos reciban los auxilios espirituales.

Señor, para que nos acompañen a la hora de nuestra muerte, y ofrezcan siempre la
Santa Misa por nosotros.
EL CUERPO Y LA SANGRE DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO

TERCER ALTAR

1. LECTURA

En su viaje a Alemania, en el año 2006, el Papa Benedicto XVI dirigió estas


palabras a los padres de familia: «Queridos padres, quisiera exhortarlos
encarecidamente a ayudar a sus hijos a creer, a acompañarlos en su camino hacia
Jesús y con Jesús. Les pido que vayan con sus hijos a la iglesia para participar en
la celebración eucarística cada domingo. Verán que no es perder el tiempo; al
contrario, es lo que mantiene verdaderamente unida a la familia, dándole su
centro. Si participan juntos en la Misa dominical, el domingo resulta más
hermoso, toda la semana resulta más hermosa. Y, por favor, recen juntos también
en casa: a la mesa y antes de acostarse. La oración no sólo nos lleva hacia Dios;
también nos lleva los unos a los otros. Es una fuerza de paz y de alegría. Si Dios
está presente en ella y se experimenta su cercanía en la oración, la vida en la
familia se hace más feliz».

2. ORACIÓN

Oh, Dios, que nos has propuesto a la Sagrada Familia de Nazaret como
maravilloso ejemplo, concédenos, con bondad, que, imitando sus virtudes
domésticas, su unión en el amor y su profunda fe, lleguemos a gozar de los
premios eternos en el hogar del cielo. Por Jesucristo, Nuestro Señor.

3. ACLAMACIONES

Santa Familia de Nazaret, imagen de la Santísima Trinidad en la tierra.

R/. Ven en nuestra ayuda.

Santa Familia, modelo perfecto de todas las virtudes.

Santa Familia, fidelísima a las leyes del Señor.

Santa Familia, modelo de las familias que saben acoger el amor de Dios.

Santa Familia, llena de esperanza en las dificultades.

Santa Familia, patrona y protectora de todas las familias cristianas.

Santa Familia, siempre agradecida por las bondades de Dios.

Santa Familia, nuestro refugio en la vida y nuestra esperanza en la hora de la muerte.


EL CUERPO Y LA SANGRE DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO

CUARTO ALTAR

1. LECTURA

En la fiesta del Corpus Christi del año 2015 el Papa Francisco afirmó: «No basta
afirmar que en la Eucaristía Jesús está presente, sino que es necesario ver en ella la
presencia de una vida donada y participar de ella. Cuando tomamos y comemos este
Pan Santo, somos asociados a la vida de Jesús, entramos en comunión con Él, nos
comprometemos a realizar la comunión entre nosotros, a transformar nuestra vida en
don, sobre todo a los más pobres. La fiesta de hoy evoca este mensaje solidario y nos
impulsa a acoger la invitación íntima a la conversión y al servicio, al amor y al
perdón. Nos estimula a convertirnos, con la vida, en imitadores de lo que celebramos
en la liturgia. El Cristo, que nos nutre bajo las especies consagradas del pan y del
vino, es el mismo que viene a nuestro encuentro en los acontecimientos cotidianos;
está en el pobre que tiende la mano, está en el que sufre e implora ayuda, está en el
hermano que pide nuestra disponibilidad y espera nuestra acogida. Está en cada ser
humano, también en el más pequeño e indefenso. La Eucaristía, fuente de amor para
la vida de la Iglesia, es escuela de caridad y solidaridad. Quien se nutre del Pan de
Cristo no puede quedar indiferente ante los que no tienen el pan cotidiano. Que la
fiesta del Corpus Christi inspire y alimente cada vez más en cada uno de nosotros el
deseo y el compromiso por una sociedad acogedora y solidaria».

2. ORACIÓN

Señor Dios nuestro, enciende nuestros corazones con tu Espíritu de amor, para
que podamos pensar siempre lo que es de tu agrado y amarte sinceramente en
nuestros hermanos. Por Jesucristo, Nuestro Señor.

3. ACLAMACIONES

Jesús, hijo de Dios vivo,

R/. Enséñanos a amar.

Jesús, esplendor del Padre.

Jesús, rey de la gloria.

Jesús, sol de justicia.

Jesús, hijo de la Virgen María.

Jesús, amable y admirable.


EL CUERPO Y LA SANGRE DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO

Jesús, manso y humilde de corazón.


BENDICIÓN Y RESERVA

1. ORACIÓN

V. Les diste pan del cielo. .


R. Que contiene en sí todo deleite.

Oremos.
Oh Dios, que en este admirable sacramento nos dejaste el memorial de tu
Pasión, te pedimos nos concedas venerar de tal modo los sagrados misterios de
tu Cuerpo y de tu Sangre, que experimentemos constantemente en nosotros el
fruto de tu redención. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

2. BENDICIÓN EUCARÍSTICA

3. ALABANZAS

Bendito sea Dios.


Bendito sea su santo Nombre.
Bendito sea Jesucristo, Dios y Hombre verdadero.
Bendito sea el Nombre de Jesús.
Bendito sea su Sacratísimo Corazón.
Bendita sea su Preciosísima Sangre.
Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar.
Bendito sea el Espíritu Santo Paráclito.
Bendita sea la excelsa Madre de Dios, María Santísima.
Bendita sea su Santa e Inmaculada Concepción.
Bendita sea su gloriosa Asunción.
Bendito sea el nombre de María Virgen y Madre.
Bendito sea San José, su castísimo esposo.
EL CUERPO Y LA SANGRE DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO

Bendito sea Dios en sus Ángeles y en sus Santos.

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