Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Trató de salir de la cama lo más rápido posible, pero sus piernas le fallaron, haciendo que
caiga.
La vista que se llevó fue algo extraña. Ahí estaba Saúl, o bueno, Harston, quien llevaba consigo
una bandeja con comida.
Cuando este la vio en el suelo, depositó rápidamente la bandeja en una mesa cercana y se
aproximó.
- ¿Te encuentras bien? -por inercia el más alto intentó tomarla de los brazos para ayudarla,
pero esta se apartó
- Puedo sola.
- Te traje un poco de comida -anunció con cierta timidez, después de traer aquella bandeja,
entregándosela
- ¿Un poco? Venga, eso parece un banquete -inconscientemente lo dijo, observando con
fascinación lo que ahora tenía en manos
- Ese ruido… es el de una batería, ¿cierto? -el contrario asintió- ¿Quién la está tocando?
- Es Nicolas -su rostro adquirió un gesto de burla- Lo hace bastante mal, ¿no?
Esta curvó con ligereza los labios, en lo que parecía ser una sonrisa. Saúl no pudo evitar
contemplar con curiosidad a la chica.
Por su parte, Sandra cogió el tenedor que reposaba en la bandeja y con ansia metió un pedazo
de fruta a su boca, permitiéndose degustar el sabor.
Harston dudó en si preguntarle o no, le parecía imprudente hacerlo, sin embargo, le interesaba
saberlo
- Dos.
La mencionada asintió.
- Lo entiendo.
1,2,3.
- Sí.
- Porque ese es mi apellido, y la verdad prefiero que sigan llamándome de ese modo. Mi
nombre no me agrada en lo absoluto.
- ¡Pero si es precioso! -un ligero brillo emanó de sus ojos- Ese es el nombre de mi guitarrista
favorito.
Mierda.
- Lo lamento.
Por un momento, Sandra fue capaz de ver como el jovial semblante del chico se tornaba en
uno de aflicción. Se sentía ciertamente culpable por traerle ese recuerdo, así que trató de
cambiar el rumbo de la situación.
- ¿Y a ti te gusta la banda?
- Vaya, creo que empiezas a parecerme una persona interesante, ¿por qué no me cuentas algo
sobre ti?
- Dicen que parezco una señora de cuarenta años con estas ojeras.
Él casi soltó una risa, pero no por burla hacia ella, sino por la estupidez de la gente que le había
dicho aquello.
Eran casi imperceptibles, realmente, pero Sandra siempre solía prestarles más atención a las
opiniones de la gente, tomándoselas muy a pecho.
- Quien sea que te haya dicho eso, esta en un grave error- entonces, sincero, agregó- Y con
ojeras o sin ellas, creo que nunca dejarías de verte tan… bien.
Sandra procesó lo que acaba de oír, no encontraba las palabras adecuadas para responder a lo
que aparentemente era un cumplido.
- Uhm, eh… bueno, solía ser ayudante de cocina, pero no duré ni siquiera un mes. Actualmente
trabajo en una tienda de instrumentos y a veces con los chicos tendemos a presentarnos en
algunos bares.
- No, yo canto.
- Definitivamente no.
Sandra rio.
Comentaban cosas al azar que terminaban extendiéndose, cosa que a Saúl comenzaba a
encantarle, pues empezaba a descubrir ciertas cosas curiosas sobre ella.
- ¡CARAJO, JAKE!
- Nunca en mi vida había visto a una persona pelirroja, pero dicen que estos tienen un aura
maravillosa.
- Ya lo creo.
- Suficiente.
Era una habitación sencilla, pero tenía algunos detalles resaltantes, empezando desde los
diversos posters de bandas hasta un estante viejo lleno de libros.
Terminó de comer lo más rápido que pudo y caminó con un poco de dificultad hacia la puerta.