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Erickson
Con 17 años de edad Erickson contrajo la poliomielitis, una enfermedad que con la
medicina de la época apenas era tratable, cobrándose la vida de muchas personas.
La polio le dejó secuelas graves, perdiendo gran parte de la movilidad hasta el punto
de hacer pensar a sus médicos que no sobreviviría. No obstante, esta vivencia
resultaría fundamental para el desarrollo de su carrera, marcada por un fuerte tesón
y la lucha contra la adversidad. Estando postrado en la cama a causa de la
enfermedad, sin apenas poder moverse ni hablar, Erickson comenzó a darse cuenta
del poder del lenguaje corporal para comunicarse con los demás. Además, Milton H.
Erickson afirmaba que fue en esta época que empezó a tener lo que él denominó
“memorias corporales” de los movimientos que, antes de perder la movilidad, podía
hacer con facilidad. Para hacerle frente a la enfermedad, Erickson empezó a usar
sus propios recuerdos, concentrándose en estas memorias corporales y, poco a
poco, fue recuperando el control de su cuerpo hasta el punto de poder hablar y
mover los brazos con normalidad Su médico le recomendó ejercitar la fuerza del
tren superior y Erickson le hizo caso, tomándoselo muy en serio. Tan en serio que,
para recuperarse lo antes posible, planeó hacer un viaje de ni más ni menos que
1600 kilómetros en canoa, con la intención de reforzar su cuerpo intensamente y
poder asistir a la universidad. Tras esta peligrosa hazaña Erickson pudo volver a
andar con la ayuda de un bastón, y asistir a la Universidad de Wisconsin para
estudiar medicina y psiquiatría.
En 1948 Milton H. Erickson se trasladó a Phoenix por cuestiones médicas, dado que
en esa ciudad podía disfrutar de un clima más saludable. Lamentablemente, al cabo
de un año se vio obligado a impartir terapia desde su propia casa, dado que su
condición física empeoró y acabó teniendo que usar una silla de ruedas, además de
sufrir dolores constantemente. Para combatir estas molestias el propio Erickson
usaba técnicas de autohipnosis cada mañana que reducían la intensidad de su
dolor. Así, podía hacer frente a las tareas de su vida cotidiana de forma adecuada.
Es gracias al uso de estas técnicas y su fuerte tesón que Milton Erickson siguió
perfeccionando sus conocimientos, realizando grandes avances en la psiquiatría.