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CAUSAS DE LA MORBILIDAD Y MORTALIDAD EN BOLIVIA

En lo que va del siglo XXI, el país experimentó cambios sustanciales en diversos sentidos.
Cambió, por ejemplo, sus dinámicas migratorias, sus características demográficas, sus sistemas
laborales, sus condiciones medioambientales. Con ello, sus habitantes vieron cambiar, entre
otros, sus hábitos alimentarios, sus relaciones sociales y su estabilidad emocional. Y también
cambiaron las causas y las formas en las que hoy mueren los bolivianos.

“En los últimos digamos 10 años ha sido muy notoria la transición epidemiológica que
experimentamos —dice el salubrista Enrique Mendoza Soria—. Es decir, la gente en el país
muere ya no tanto por enfermedades transmisibles, sino por aquellas que son crónicas,
metabólicas o degenerativas. Diversos tipos de cáncer, diabetes, problemas cardiovasculares son
lo que más vemos. Vemos, por ejemplo, niños con cáncer con una frecuencia creciente. Eso
tiene que ver con todo lo que se consume, lo que contamina, los hábitos, etc. Pero no hay
muchas ideas serias de enfrentar o estudiar siquiera esos factores que están matando a los
bolivianos”.

Las cifras son concluyentes, aunque hace más de cuatro años que no hay un riguroso estudio
oficial propio sobre la mortalidad en Bolivia. Los más actuales fueron realizados por
organizaciones internacionales, en varios casos en base a proyecciones. Sin embargo, respaldan
lo que señalan los testimonios de médicos e investigadores sociales. Es más, también se ajustan
a cambios que están sucediendo en todo el planeta en este sentido.
Nuevas causas de muerte

“Desde hace algún tiempo, los patrones de mortalidad y morbilidad de los seres humanos fueron
cambiando en el mundo dice un análisis del investigador de Universidad Católica Boliviana
Boris Branisa. Estos cambios se conocen como transición epidemiológica. La transición
epidemiológica está relacionada con la transición demográfica y la transición nutricional, siendo
parte de una transición más amplia denominada transición de la salud”.

Citando a varios autores, añade que las enfermedades no transmisibles representan en la


actualidad más de la mitad de la carga mundial de morbilidad. Paralelamente, las enfermedades
cardiovasculares representan aproximadamente la mitad de las muertes por enfermedades no
transmisibles. Y la mayoría de las muertes por enfermedades cardiovasculares ocurren en países
de ingresos bajos y medios.

Tal cual, en Bolivia, según registros del Instituto de Métricas y Evaluación de la Salud (IHME)
de la Universidad de Washington, queda claro ese cambio. El IHME suele realizar evaluaciones
entre décadas. Al comparar sus tablas, se observa que entre 2005 y 2019 se acentuaron las
enfermedades no transmisibles y otros factores mortales mientras que disminuyeron las
transmisibles. Por ejemplo, hasta 2005, la décima causa de muerte en Bolivia la constituían las
enfermedades diarreicas, pero en 2016 se hallaban en el lugar 21. Asimismo, la tuberculosis
resultaba en 2009 la novena causa de muerte en el país, y ya en 2019 quedaba ubicada en la
posición 12.

En esa última evaluación de 2019, sólo uno de los principales factores de mortandad en Bolivia
se hallaba en el grupo de las enfermedades transmisibles: las infecciones respiratorias inferiores.
Éstas ocupaban el segundo lugar entre las principales causas de muerte, habían descendido un
puesto en relación, por ejemplo, a la tabla de 2009. Ya desde 2016, la principal causa de muerte
en Bolivia constituyen las cardiopatías isquémicas. Este problema se produce, cuando una
arteria del corazón queda obstruida ya sea progresivamente, angina de pecho, o de manera
acelerada, infarto.
Mala dieta y malos hábitos
La tercera causa de muerte en Bolivia, según el IHME, son los accidentes cerebrovasculares.
Luego se hallan las enfermedades renales crónicas, los problemas neonatales, diabetes, cirrosis,
cáncer de estómago, enfermedades pulmonares obstructivas crónicas y los accidentes de
tránsito. En suma, nueve de los diez principales factores de mortalidad en el país obedecen a los
malos hábitos alimentarios y las tensiones de la vida postmoderna. Un salto que marca avances
y retrocesos en la salud boliviana.

“Antes, en Bolivia la gente se moría de enfermedades transmisibles e inmunoprevenibles —


explica el especialista en virología Roger Carvajal—. Nuestras condiciones higiénicas eran
deplorables, a lo que se sumaba la desnutrición que predispone a aquel tipo de enfermedades. La
tuberculosis, enfermedades virales, diarreas, las enfermedades respiratorias agudas generaban
un perfil epidemiológico muy clásico. Ahora cambió esto no sólo porque hayan mejorado las
condiciones dietéticas y sanitarias. Pasa que aumentaron las enfermedades llamadas metabólicas
porque la gente tiene un estilo de vida que descuida el metabolismo, con dietas excesivamente
diabetogénicas”.

Carvajal precisa que el abuso en la ingesta de carbohidratos y grasas lleva a diversos grados de
obesidad la que predispone a las nuevas enfermedades. Junto a las citadas entre las 10
principales surgen otras como las enfermedades autoinmunes y la artritis. El experto señala
cómo, en diversas partes del planeta, la ingesta de alimentos ha derivado en problemas
semejantes a los que afectan a los bolivianos. A ello se añaden otros hábitos y condiciones de
vida.

“Sumemos a esa dieta de pollos broaster, Coca-Cola y pan blanco una sociedad cargada de
rutinaria intolerancia, tensiones y contaminantes —complementa Mendoza—. Entonces, por un
lado, vemos la predisposición psicológica para estos males. Por otro, añadimos una serie de
factores relacionados a la ingesta, impregnación o inhalado de sustancias tóxicas y otros
elementos peligrosos. Se comen o beben metales y micro plásticos rutinariamente, se respira
durante meses no sólo smog sino micropartículas de los chaqueos, polvo; cero protecciones”.
Desprotegidos

El salubrista recuerda que en Bolivia no existen programas para evitar el uso de diversos
productos caracterizados en el exterior por ser cancerígenos. Recuerda que “más del 70 por
ciento de la población económicamente activa, dedicada al comercio informal, se debe resignar
a dietas terribles, escaso ejercicio y nula prevención en salud”. Añade que tampoco se ha
centrado políticas sobre causas de mortalidad que afectan a sectores específicos. Cita en
particular los casos de accidentes viales, niños menores de 5 años y la salud sexual de las
mujeres en edad fértil.

En efecto, si bien las tendencias han ido descendiendo, Bolivia continúa siendo, por ejemplo,
uno de los países latinoamericanos con más alta mortalidad infantil. De acuerdo al IHME, en
1990, de cada mil niños nacidos vivos en Bolivia, 108 morían antes de cumplir los 5 años. Hasta
2019, la cifra bajó a 29 muertes por cada mil nacidos vivos. En 1990, de cada mil niños nacidos
vivos, 72 morían antes cumplir un año; para 2019 la relación cambió a 23 de cada mil.

Sin embargo, según la agencia de Naciones Unidas para la Infancia, esas cifras ubicaron hasta
2017 a Bolivia entre los países más rezagados del continente y el mundo. La tabla de la agencia
lo presenta como último en Sudamérica. Sólo se halla por delante de Haití, Dominica, República
Dominicana y Guyana en el continente. Y a nivel mundial, ocupa el puesto 57 entre 160 países
que fueron evaluados.
Algo similar sucede con los casos de cáncer de cuello uterino. Entre cuatro y cinco mujeres
mueren al día por este mal en Bolivia. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS),
constituye una de las más altas tasas de incidencia y mortalidad a nivel mundial y la más alta de
América Latina. La primera llega 56,55 por cada 100 mil mujeres. Mientras que la tasa de
mortalidad boliviana es de 26,3 por cada 100 mil mujeres.

El problema se agrava si se considera al grupo de las mujeres de entre 25 y 46 años, la


incidencia llega a 151,4 por 100 mil. Ello pese a que según una investigación realizada por la
farmacéutica Roche, 63 por ciento de estos casos resultan prevenibles. En general, la forma de
abordar el propio problema del cáncer en sus diversas manifestaciones ha resultado un fracaso
en Bolivia hasta el presente.

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