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Los orígenes y el equilibro moderno por Angie Geraldine Barreiro

Desde los orígenes del ser humano, este ha cuestionado su existencia en el


universo. A través de este cuestionamiento, surgieron respuestas a través de la
mitología, la cual buscaba dar algún tipo de sustento a las dudas que aquejaban al
hombre. Todas las culturas poseen respuestas a las preguntas que el ser humano
se ha hecho de forma global, y que, desde su origen geográfico y sociocultural, ha
logrado responder.
Con el transcurso de los siglos, el ser humano insatisfecho ha transformado las
creencias de origen en ciencias de estudio basadas en la lógica y la razón, en
prácticas y mecanismos numéricos que, desde su concepción, ofrecen una verdad
más veraz y creíble. Este proceso se ha repetido una y otra vez en busca de
respuestas aún más certeras a las incógnitas que surgen en el pensamiento
humano. Sin embargo, es innegable que, a pesar de los avances tecnológicos y
científicos, no existe una respuesta completamente exacta. Siempre habrá una
parte que aún queda por responder o que no puede alcanzar el éxito del cien por
ciento, como intenta conseguir el ser humano.
Esta búsqueda de homogeneidad y respuesta que abarque una verdad total o
universal ha transformado a la sociedad en un ser que busca la felicidad y la
aceptación a través del consumo voraz y desenfrenado de bienes materiales,
creyendo que pueden suplir ese vacío existencial que trastorna sus vidas. La
sustitución de una fe o creencia ha vuelto al ser humano dependiente de la
búsqueda de la aceptación homogénea de la sociedad que lo rodea, todo con el
fin de sentirse completo y satisfecho.
Sin embargo, este enfoque es imposible. No existe la aceptación exterior
homogénea que busca el ser humano, y la desconexión que persiste ante nuestro
entorno y la relación del ser con el entorno genera el vacío y el desequilibrio que
se reflejan en el aumento de casos de suicidio, homicidios, feminicidios, diferentes
tipos de maltrato, tiroteos, entre otros.
La contemplación es una de las primeras prácticas ancestrales que busca la
creación de conexión, de un tejido espiritual reflejado en las acciones en el
entorno que habitamos y en conjunto con las personas que nos rodean. Pese a
esto, en una sociedad donde impera la ley de demostrarlo todo ante los demás
con acciones, la contemplación se ha malinterpretado como no hacer nada.
Es necesario aclarar este malentendido, ya que la contemplación es la práctica de
la conexión profunda con nuestro ser y nuestro entorno. Solo a través de esa
pausa reflexiva podemos encontrar respuestas a nuestras inquietudes más
profundas y restablecer un equilibrio en nuestras vidas. La contemplación nos
invita a apreciar la belleza que nos rodea, a encontrarnos a nosotros mismos y a
establecer una relación más armónica con el mundo que habitamos.
Esta conexión también es llamada fe. La fe cuenta con dos parámetros: el
consciente y el inconsciente. Centrándonos en el inconsciente, se puede
interpretar como la energía, la sensación de vitalidad que nos sustenta. Algunos
se han dado cuenta de
esta necesidad de reconectarnos con nuestra fe, de la conexión con esa fuerza
interna que nos sostiene para seguir ante los acontecimientos oscuros y
aterradores que pasan en nuestro entorno día a día.
Para concluir, es de destacar que no hay una respuesta completa en la relación de
las prácticas tradicionales y ancestrales frente a lo que definimos como filosofía.
Sin embargo, es irrefutable la conexión y la necesidad que existe en el equilibrio
de la búsqueda lógica y racional con la conexión espiritual y de fe que nos brindan
las creencias ancestrales. Algunas culturas han entendido esta relación y buscan
preservar sus orígenes y prácticas ancestrales a pesar de un gran avance
tecnológico y estructural. Creo que estas no son incompatibles, pero hay que ser
conscientes de que la búsqueda de esa imagen occidental perfectamente
homogénea de una sociedad no existe. Esto se puede denotar en la población que
actualmente busca sustentar esa conexión a través de prácticas no
tradicionalmente occidentales y que resultan muy atractivas al brindar bienestar y
estabilidad al individuo.

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