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En una pequeña ciudad del Imperio Ruso llamada Penza, un 28 de enero de 1874, nació
Karl Fíodor Kasimir Meyerhold. Su padre, Emil Meyerhold, un rico fabricante de
vodka, era de origen alemán. Su madre, Alvina Danilovna, de ascendencia báltica, era
una amante de las artes, sobre todo de la música.
Meyerhold tuvo una infancia normal y bastante acomodada en Penza. Esa ciudad era un
pequeño centro cultural y artístico, y empezó a interesarse por el arte. A los 18 años se
trasladó a Moscú para comenzar la carrera de Derecho, que nunca acabará. La abandonó
porque en realidad deseaba estudiar la carrera de violín, o bien, arte dramático.
Finalmente, no aprobó la audición para ingresar como segundo violinista en la
Filarmónica de Moscú. Por ese motivo, decidió en 1896, estudiar arte dramático en la
escuela de Nemiróvich Danchenko de Moscú, capital del Imperio. La rebeldía comenzó
a los 21 años, cuando decidió cambiarse el nombre per Vsévolod Emílievich,
homenajeando a uno de los escritores decadentes más famosos de la época, Vsévolod
Garshin, un joven que acabó suicidándose. Meyerhold se sentía más ruso que alemán y
más ortodoxo que protestante. Era el principio de una vida más austera y más artística.
Meyerhold empezó su carrera como actor una vez que finalizó sus estudios. Su maestro
era el director teatral Konstantín Stanislavski y consiguió entrar en el Teatro del Arte de
Moscú como actor. Allí representó multitud de personajes, sobre todo, de Hauptmann y
Chejov, con quien mantuvo una relación amistosa muy profunda. El aburrimiento de
encarnar a los personajes según los principios naturalistas o el realismo psicológico de
Danchenko, hicieron que abandonara el Teatro del Arte cuatro años después.
Convencido de que otro tipo de teatro era posible, se centró en desarrollar un método
propio o teoría interpretativa. “La Sociedad del Nuevo Drama” era el nombre de la
compañía que fundó y dirigió, donde actuaba con un total de 16 actores y 11 actrices.
Viajaron a Italia y a Tíflis, actual capital de Georgia, donde llevó un montaje dando más
importancia tanto a la movilidad del escenario como a la concepción plástica y
lumínica. El público no lo entendió y fue un rotundo fracaso.
En los alrededores de los obradores teatrales y demás artes, se comienzan a saborear las
vanguardias y sus corrientes más actualizadas. Revistas como “El mundo del arte”
recogen los nuevos valores estéticos, que ahora son sobre todo formales. Desafían los
antiguos preceptos naturalistas y acarician el movimiento que muchos artistas europeos
seguirán: el Simbolismo. Una búsqueda incesante por encontrar la esencia de la verdad,
de la realidad, como hicieron Meyerhold, Baudelaire, Oscar Wilde, Rimbaud… Artistas
que aprovecharán sus épocas más oscuras y decadentes para transformarlas en arte,
dejando, a veces, la sonrisa encarcelada.
Llegó 1905 y Stanislavski recibió un encargo del dramaturgo Maeterlink. El
Simbolismo iba ganando fuerza y Stanislavski no sabía cómo abordar ese texto. Pero, de
pronto, recordó que uno de sus mejores alumnos, Meyerhold, era capaz de montar el
espectáculo “La muerte de Titangiles”. Así fue cómo el joven director lideró la
construcción del Teatro Estudio del Teatro del Arte de Moscú. Sin embargo, en el
ensayo general, Stanislavski se dio cuenta de que sus actores estaban actuando de una
manera que nada tenía que ver con la formación que él les había dictado; no tenían
técnica para crear personajes no naturalistas y acabaron bloqueados. Así que decidió
cerrar el Estudio y despidió a Meyerhold.
Para Meyerhold el teatro no tenía que acomodarse a la psicología ni tampoco a las ideas,
sino convertirse en un brillante divertimento, un juego alegre similar al cine de Chaplin
o Keaton, a los que admiraba profundamente. La intención de Meyerhold era devolver
al teatro su teatralidad expresiva, en oposición con el naturalismo psicológico que
comenzaba a instalarse en los teatros. Meyerhold proclama: “¡Muerte al psicologismo!
… Ya es hora de acabar de una manera decisiva con la cuestión de los sentimientos
vividos”.
Meyerhold sostiene “…el actor aspira al juego tal cómo lo practican los niños. El
actor no puede vivir en una esfera diferente de la alegría; incluso sí, en escena,
debe morir. El actor posee fe. Está enamorad. Unas fronteras separan a lo alegre
de lo fantástico y de lo terrorífico. El pasado se confunde con el presente. Lo
grotesco puede ayudar al actor a hacer sentir el simbolismo último de lo real,
reemplazando la caricatura por una parodia acentuada”
En 1924, el Congreso del Partido pidió a Meyerhold obras que reflejaran la vida
cotidiana. Tres años más tarde, le pidieron prioridad en la dramaturgia e hizo
adaptaciones de los clásicos. Sin embargo, cada vez era más difícil para Meyerhold
poder trabajar a su manera. En 1930, su gran amigo y el único dramaturgo que hablaba
su mismo lenguaje, se suicidó de un disparo al corazón. Murió su hermano, Maiakovski.
La llegada del socialismo, con Stalin en la delantera, prohibió cualquier tipo de teatro y
propuesta artística que no fuera afín al régimen y al realismo socialista. Meyerhold, solo
otra vez, recibió la última ayuda de Stanislavski, dirigir los ensayos de las óperas, pero
murió a los pocos meses. Su ídolo y ángel de la guarda le volvió a abandonar, esta vez,
para siempre.
“Esta cosa indigente, pobre, que se pretende llamar teatro del realismo socialista, no
tiene nada que ver con el arte. ¡Y es que el arte es arte! Y sin arte no hay teatro (…)
Persiguiendo el formalismo han aniquilado el arte”.
Meyerhold envió una carta al fiscal de la Unión Soviética, denunciando los malos tratos
y las presiones que recibía para que pidiese perdón por sus ideas. Tres días después fue
capturado, deportado a un campo de exterminio en Siberia y, torturado. Veinticinco días
más tarde, dos asaltantes entraron en su casa de Moscú y apuñalaron 17 veces, incluidos
ambos ojos, a su segunda esposa, la actriz Zinaida Reich. Fue encontrada agonizando y
consciente, pidiendo que sacaran a sus hijos del apartamento y, después, rogando a su
médico que desistiera y que la dejara morir en paz. Absolutamente nada fue sustraído de
su casa. Presuntamente, el crimen fue perpetrado por el Comisariado del Pueblo de
Asuntos Internos, la NKVD. El apartamento fue adquirido por miembros de ese
comisariado y lo dividieron en dos. Actualmente, es el Museo Meyerhold.
“Hay cosas encerradas dentro de los muros que, si salieran de pronto a la calle y
gritaran, llenarían el mundo”
Antón Chejov fue el primero en hacerle ver una posición fuera del Naturalismo: "La
escena exige cierta convencionalidad. No existe una cuarta pared, no es necesario
introducir en la escena detalles superfluos". (A. Chejov)
Meyerhold centra su trabajo en el actor como la base de la puesta en escena: "El teatro
Naturalista no conoce la belleza de la plasticidad, no obliga a sus actores a adiestrar
su propio cuerpo, no comprende que la Educación Física debe ser la materia
principal si se aspira a poner en escena "Antígona" y "Julio Cesar", obras que por
su musicalidad pertenecen a otro teatro...El teatro Naturalista no admite nunca una
interpretación por indicios, una interpretación que deje conscientemente zonas de
sombra en el personaje". Afirmaba que las zonas oscuras son la oportunidad para que
el espectador se transforme en creador, con su imaginación, al completar el sentido
que el actor no debía terminar de cerrar. Surgía así la idea de la Convención Consciente,
como posibilidad de una dramaturgia antinaturalista, que puede rastrearse en su
aproximación a los simbolistas, invitando a sustituir la "inútil verdad" por una
"consciente convencionalidad". En las puestas de esta época, los actores aparecen como
sobrerrelieves parlantes en la escenografía. En su época de director y actor en los
Teatros Imperiales, desarrolló una labor paralela realizando un trabajo experimental
bajo el seudónimo de Dr. Dapertutto. Va dejando de lado algunos aspectos de la
Convención Consciente, de la que queda su base fundamental y comienza una serie de
trabajos por el Tradicionalismo. Por esta línea, recupera la Comedia dell'arte. De esta
manera el actor pierde su rigidez estatuaria, su hieratismo, propio de su primer época,
para ser un actor rítmico, consciente y sometido a una temporalidad teatral propia, que
nada tiene que ver con la cotidiana. Por el camino del Tradicionalismo, llega a otro
punto clave de su poética: el grotesco. A partir de su estudio de la Comedia dell'arte
estudiará, por un lado, lo grotesco, como la base que ya no abandonará, y por otro, una
reflexión sobre la Comedia dell'arte como una técnica de interpretación propia del actor
rítmico, inicio de un trabajo que lo llevará a su formulación de la "Biomecánica". Hacia
el tiempo de la revolución, Meyerhold ha madurado su técnica, encuentra un
racionalismo que lo fundamenta, una profunda preparación técnica del actor y una
concepción del espectáculo. Esta palanca racional posibilitará la aparición de una
formulación más coherente de la Biomecánica, en donde se podrán encontrar puntos de
contacto con el paradigma de la Física, aplicada al trabajo del actor. La adhesión al
Futurismo aporta un dato más a esa posibilidad:
"De toda una serie de posiciones y estados físicos, nacen los puntos de excitabilidad,
que después se colorean con este o aquel sentimiento. Con este sistema de suscitar
sentimientos, el actor conserva siempre un fundamento muy sólido: las premisas
físicas". (Meyerhold)
En esta frase se condensan los conceptos y las expectativas que había sobre el trabajo, el
arte y la política en un momento histórico determinado, y cómo la búsqueda de las
emociones estaba orientada hacia un lugar político.
Principio de inercia
El actor, como masa o grupo de masas, posee una Inercia que lo hace permanecer en su
estado actual si una fuerza no lo modifica. Si, por ejemplo, se encuentra de pie,
detenido, deberá aplicar fuerzas de distintas intensidades y en distintos puntos de su
cuerpo para que éste rompa su Inercia, o bien, aplicar una en un lugar preciso que
provoque una serie de desequilibrios en un efecto dominó, realizándose la ruptura del
estado en el que se encuentra. El actor debe saber cuales son los puntos exactos donde
aplicar esas fuerzas, y cuáles deben ser las intensidades de las mismas para que el
movimiento sea preciso y económico, es decir, que por un lado no se produzcan
movimientos superfluos, y por otro, el tono muscular sea tal que con el mínimo esfuerzo
se logre el fin buscado.
Al querer romper la Inercia de su propio cuerpo, el actor, aplica las fuerzas (Acción) en
los puntos exactos de su propia masa. Sabiendo que la Masa tiene un peso dado por la
acción de la Fuerza de Gravedad, y que el Peso es una fuerza, esta será la Reacción, por
lo tanto, la Acción debe ser mayor a la intensidad de la fuerza Peso para que la Masa-
actor logre romper su Inercia. Nuevamente volvemos a notar el papel que juega la
tensión muscular en la masa a la que se le aplica la fuerza, ya que de aquella (la tensión)
dependerá la Reacción que la Acción (la fuerza) deberá superar. Casi se podría afirmar,
que la tensión muscular es una fuerza que hace variar el Peso del cuerpo del actor, es
decir, hace variar la Reacción que mantiene la Inercia de su masa.
La Biomecánica
(Meyerhold)
Cotidianidad grotesca
Para cambiar la percepción del espectador y del actor, Meyerhold recurre al género
grotesco que ya estaba instaurado en la literatura, la música y las artes plásticas. En
efecto, encuentra en el género una nueva forma de observar la vida cotidiana, de
profundizarla por medio del contraste, según lo exponía en 1912:
Este nuevo enfoque de lo cotidiano, refleja que Meyerhold –al igual que Stanislavski–
tuvo presentes en su trabajo teatral a los elementos de la vida cotidiana; la diferencia
reside en que Meyerhold lo hacía a través de una estilización de la realidad (la forma
exterior en la que se dilata el cuerpo aculturado), mientras que Stanislavski refleja la
vida cotidiana como un efecto de ilusión, que se inicia con la dilatación de la mente
sobre el cuerpo inculturado:
Pre-expresividad biomecánica
Con este programa de estudio, que en 1922 presenta sus resultados más recientes,
Meyerhold hace el tránsito del “teatro de convención consciente” al método de la
biomecánica, la cual fue definida así: “La ley fundamental de la biomecánica es muy
sencilla: el cuerpo entero participa en cada uno de nuestros movimientos. A
continuación, no hay que hacer más que realizar estudios y una serie de ejercicios de
perfeccionamiento” (Meyerhold, El actor sobre la escena 111).
Los movimientos fundados sobre estas bases se distinguen por su carácter de ‘danza’; el
trabajo de un obrero experto recuerda siempre a la danza, y en este punto bordea los
límites del arte (Meyerhold, Meyerhold: Textos Teóricos 230).
Meyerhold plantea que la técnica que utiliza un obrero en su trabajo habitual ha sido
perfeccionada por medio de la disciplina y la repetición en el tiempo, a través de lo cual
deviene un experto, generando una “segunda técnica” distinta a la cotidiana. También
nosotros somos expertos en la esfera del comportamiento cotidiano.
Sin embargo, lo que le interesa a Meyerhold es el proceso físico por el que pasa un
obrero para volverse experto en su ocupación; ahí encuentra la justificación para dar a
entender que el trabajo del actor también está condicionado por el adiestramiento de sus
bases materiales. El cuerpo del intérprete debe tener la capacidad de utilizar de forma
correcta sus medios expresivos, es decir, adquirir una “segunda técnica” que le permita
instantáneamente ejecutar las órdenes del director y del autor sobre su biomecánica:
El actor comprende en sí mismo tanto a quien organiza como a lo que debe ser
organizado, es decir, el artista es el material.
Todo acto físico se pone en marcha por un proceso nervioso, y toda acción puede
tener por respuesta una excitación. El proceso que une la excitación a una respuesta
de movimiento es un proceso nervioso, por tanto psicológico; el comportamiento
humano es visto como una serie de reflejos naturales y condicionados, pues el sistema
nervioso responde en todo momento a las oscilaciones-excitaciones del mundo
exterior o de su cuerpo mismo (Picon-Vallin, Meyerhold 106).
Aquí, cada acción hace partícipe al cuerpo entero, mientras que en la técnica cotidiana
sólo una parte del cuerpo participa. Recordemos que esta última trabaja por la ley del
mínimo esfuerzo, mientras que en las técnicas extracotidianas pasa lo contrario: los
ejercicios que realiza un actor biomecánico están destinados para quien hace teatro y no
para el punto de vista de los espectadores; trabajan en el nivel pre-expresivo y no se
restringen a presupuestos físicos, sino también a una forma de pensar en movimiento.
-La música y el color, la luz del simbolismo, la plástica, los estados del alma
Aporta a su vez su encuentro con los futuristas en los que estaban: Maiakovski –
Chagall y Pasternak
Hay que deslumbrar, y cautivar al público, hacer resurgir una sensibilidad perdida. La
forma predilecta de los futuristas era la síntesis teatral, que permite lo abstracto y lo
irreal. Darán otro significado a los objetos, e incorporaran los nuevos materiales
industriales, el caucho, el neón, el plástico.
Les interesa el music hall, que explica de manera contundente y rápida los problemas
sentimentales más difíciles y los hechos políticos más complicados.
Para Meyerhold la plástica corporal será una palabra clave en su teoría interpretativa
buscando un actor con un diseño preciso en sus acciones, un operario experto. Esta
nueva concepción del trabajo actoral dará lugar a la elaboración de la Biomecánica
como técnica interpretativa, basada en un entrenamiento psicofísico para conseguir el
control de las leyes de movimiento expresivo (Barba/ Savarese, 2008: 170-174). Todo
ello para crear una partitura precisa y eficaz que produzca un efecto sobre el espectador,
captando su atención. Vsevolod Meyerhold quiere provocar en el espectador un reflejo
emocional que no pasa a través del aspecto intelectual, sino a través de la sensibilidad
sensorial y cinestésica. ( CINESTESIA: Conjunto de sensaciones de origen muscular o
articulatorio que informan acerca de la posición de las diferentes partes del propio
cuerpo en el espacio)
“…El arte del grotesco se basa en la lucha entre contenido y forma. El grotesco no
conoce sólo lo alto o sólo lo bajo, sino mezcla los contrastes y crea conscientemente
contradicciones agudas […] El grotesco profundiza en la vida cotidiana para que éste
deje de representar sólo lo que es habitual. El grotesco une en una síntesis la esencia
de contrarios e induce al espectador a un esfuerzo para resolver el enigma de lo
incomprensible. […]Es tarea del grotesco escénico mantener constantemente al
espectador en una doble actitud respecto a la acción teatral sometida a cambios
bruscos y repentinos…”
Según esta teorización del grotesco escénico, el actor durante su acción debe ser capaz
de crear una síntesis que contenga la esencia de contrates a partir de la plástica corporal,
un diseño de movimientos escénicos que Meyerhold denomina también danza. En 1912,
pronunció estas palabras al respecto: «En el método del grotesco se ocultan elementos
de danza, pues sólo mediante ésta el grotesco puede expresarse» (Barba/ Savarese,
2008: 173).
Un estilo que juega con los contrastes y desplaza los planos de percepción. Al grotesco
le está permitido aproximarse de manera insólita a la vida cotidiana, dejando de
representar lo que solo es habitual. En la vida, por fuera de lo que vemos hay un
vastísimo sector inexplorado. El grotesco, buscando lo sobrenatural, junta en síntesis la
esencia de los contrarios, crea un cuadro del fenómeno e induce al espectador a la
tentativa de resolver el enigma de lo incomprensible; manteniéndose en el plano realista
aborda desde diversos planos los temas de la vida cotidiana, obligando al espectador a
una doble postura frente a lo que sucede sobre el escenario.
Meyerhold trabaja la partitura de acción a través de una aculturización del cuerpo, una
codificación que el actor compone en cuatro fases: otkas, posyl, tormos y stoika.
Golpe de puñal.
La bofetada.
La cuadrícula.
La cuerda.
Los caballos.
El patinador.
Tropezar.
El puente.
La sierra.
La falta.
Funerales.
El payaso.
La acción de tirar una flecha con un arco permite constatar que el actor biomecánico
tenía muy presente en su trabajo a la vida cotidiana. Como veremos, Meyerhold estiliza
una técnica cotidiana por medio de lo que –en la antropología teatral– se denomina
“principio de equivalencia”
Se empieza erguido, con los pies paralelos manteniendo una separación igual a la de
las caderas y con el peso igualmente distribuido en ambas piernas.
Este impulso se transmite por toda la columna vertebral y por los brazos que, en
consecuencia, se levantan.
Cuando, siguiendo el impulso que ahora va a favor de la gravedad, éstos se dirigen
hacia el suelo, se dan dos palmadas enérgicas: la primera más lenta y amplia, y la
segunda más rápida y reducida. Para esta segunda palmada, se vuelve a tomar
impulso, tal y como se había hecho previamente pero de forma menos expansiva.
Una vez realizado el dáctilo, el actor pasa a realizar los études,25 en este caso el de
tiro con arco:
El actor realiza dos dáctilos (se marca el ritmo y tono muscular para realizar la acción
equivalente a tirar con un arco).
Señalando con el brazo hacia abajo, indica que se ha encontrado un arco (ya desde un
principio la imaginación toma una parte importante en el étude).
Dobla las rodillas lentamente, manteniendo el torso vertical con sus brazos a los lados.
Vuelve a la posición 3.
Con el brazo izquierdo, señala y observa que hay una presa imaginaria.
Voltea y levanta rápidamente ambos brazos hacia arriba, cabeza también arriba, peso
sobre el pie izquierdo y lomo arqueado.
Pareciera, que tanta puntualización técnica sofocara y complicara una tarea artística, que
debiera estar reservada para la espontaneidad, para el impulso emotivo de la acción
teatral y para el hacer sin límites. Sin embargo, todas estas conceptualizaciones teóricas,
que ciñen al actor en el marco de unas referencias conceptuales y técnicas, han logrado
contribuir al incremento de la libertad creadora del actor, propiciando durante el proceso
de aprendizaje y de experimentación de las técnicas, la individuación de los
descubrimientos personales y el arraigo a la identidad construida colectivamente. Estos
procedimientos son una suerte de garantía para la eficacia y el ingenio escénico,
haciendo que el espectador recorra junto al actor el puente trazado hacia el misterio y la
manifestación del mismo.
MATERIAL COMPLEMENTARIO:
https://youtu.be/FVgU1naowL4 ( BIOMECANICA 1)
https://youtu.be/tfi5XDFeiRE ( BIOMECANICA 2)
https://youtu.be/WsGhAVDjMZQ ( BIOMECÁNICA 3)
https://es.rbth.com/cultura/89273-vsevolod-meyerhold-revolucionario-director-teatro
https://www.academia.edu/26996415/
Meyerhold_Eisenstein_Meyerhold_un_trayecto_de_ida_y_vuelta_1