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Los clasificadores distinguen entre dolores primarios y

secundarios. Estos últimos surgen a consecuencia de un daño en


el lugar donde sentimos dolor y los primeros aparecen sin que
podamos detectar nada relevante allí donde duele.
Hay dolores de cabeza primarios (migraña, cefalea tensional) y
secundarios (tumor, hemorragia)

Al dolor primario se le suponen orígenes, aun cuando no sean


tangibles. La migraña, dicen, brota de unos genes que
construyen generadores hipersensibles cerebrales de migrañas.
La cefalea tensional la generan estados de ansiedad, nervios
que contraen excesivamente músculos. El dolor primario es, en
realidad, secundario. El dolor viene de algo. Eso lo sostienen
siempre los padecientes.

Los dolores “de columna” no está claro que puedan ser


primarios, sin causa tangible. Si duele se da por sabido que uno
tiene mal las lumbares o las cervicales. Manda la mecánica, las
cargas, el esfuerzo físico, las posturas, los desgastes, los años.
El “dolor de huesos”, según se mire, es primario o
secundario. Se pone un ejemplo:

– Me duelen los huesos…

La afirmación se sostiene por sí misma. Podría ser un dolor


primario, derivado de la condición propia de los huesos que es la
de doler por sí mismos.

– Los huesos no duelen…

Si quiere uno perder la confianza del paciente no tiene mas que


hacer esa sorprendente afirmación. Sin embargo es así. Los
huesos no duelen. El dolor puede surgir de sucesos dañinos en
huesos; sucesos que generan señales neuronales que llegan a
las áreas cerebrales capacitadas para proyectar la percepción de
dolor en la pantalla consciente del individuo. El “dolor de
huesos” sería, por tanto, siempre secundario.
Algo parecido sucede con el desánimo. La depresión puede ser
primaria, sin motivo aparente, o secundaria a un suceso
deprimente. Los psiquiatras prefieren llamar endógeno a lo
primario y exógeno a lo secundario.

– Tengo un dolor primario, sin motivo. Dicen que es el cerebro,


que tendrá sus motivos para encenderlo pero no los conozco. La
resonancia es normal. Realmente no hay ningún motivo. El
cerebro está equivocado.

– Efectivamente. El dolor primario es un dolor secundario a una


valoración errónea cerebral.

Hay dolores primarios, en ausencia de estados y agentes que


activan la red de nociceptores. Los sentimos pero en el lugar de
la dolencia no hay nada relevante, nocivo.

– ¿Una alucinación?

– Técnicamente es una alucinación pero no lo vaya diciendo por


ahí…

El dolor sin daño, el hambre sin desnutrición, el frío sin baja


temperatura, la soledad en medio de la multitud. Son primarios.
No se da la condición objetiva necesaria y suficiente para ser
explicados y comprendidos.

Hay dolores, desánimos, fríos, hambres, mareos, cansancios


innecesarios, invalidantes, estériles, patológicos por puro error.
Son secundarios a una evaluación errónea de relevancia-
probabilidad, es decir, primarios, según sostienen los
clasificadores.
Hay dolores, desánimos, fríos, calores, hambres, cansancios…
necesarios, convenientes para orientar la conducta del individuo
en una dirección correcta. Secundarios, exógenos, justificados.

El contenido de lo percibido no garantiza su objetividad.


Siempre podrá no haber personas donde las vemos. Siempre
podrá ser la resonancia normal allá donde sentimos dolor.

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