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Capitulo III Derecho a la integridad personal PaB_o Contreras! 1. INTRODUCCION El derecho a la integridad personal es uno de los derechos del catalo- go del articulo 19 de la Constitucién con menor tratamiento dogmatico dentro de la manualistica nacional. En efecto, algunos tradicionales textos de estudio de Derecho Constitucional dedican solo breves lineas para su anilisis, en comparaci6n con otros derechos? y no desarrollan sistematica- mente cuestiones como titularidad, destinatarios, objeto, limites y garantias del mismo. En este sentido, pareciera que la dogmatica nacional trata el derecho a la integridad personal conjuntamente con el derecho a la vida, casi como si fuera un apéndice del mismo. Esta es, por lo demas, la regula- cion positiva de la Constituci6n. Asi, el articulo 19 N® 1 dispone que “[I] a Constituci6n asegura a todas las personas: 1°. El derecho a la vida y a la integridad fisica y psiquica de la persona [sic]”. Algunos autores incluso estiman que el derecho a la vida “comprende”? 0 “implica™ el derecho a la integridad fisica y siquica, lo que es equivalente a negar su separacién a nivel conceptual’. ' Deseo agradecer Ia asistencia bibliografica de Leonardo Ortiz, Alexandra Alamos, Vic~ toria Acevedo, Valentina Hevia y Benjamin Johnsons. Asimismo, agradezco los comen- tarios de Constanza Salgado y Jorg Stippel. El resultado final es de exclusiva responsa. bilidad del autor. Vease, por ejemplo, Molina (2006), pp. 199-201; Verdugo, et al. (2002), pp. 197-199; Henriquez y Nunez (2008), pp. 79-80; Evans de la Cuadra (2004), pp. 115-117; Cea (2008), pp. 102-103; Bronfman, et al, (2012), pp. 92-93. + Ugarte (2006), p. 517. Evans de la Cuadra (2004), p. 115. + En linea similar, Henriquer y Niner (2008), p. 79 (afirmando, respecto del derecho a la vida, que la Constitucién protege el derecho como “un todo integral, comprensivo tanto de la protecciOn de Ia vida y la integridad fisica y siquica, toda vez que esta compnesta de cuerpo y alma, por tanto tales mbitos son inseparables”). Pareial- mente distinto, Verdugo, et al. sostienen que el reconocimiento del derecho a la inte- gridad personal “fue aprobado por via consecuencial” [Verdugo, et al. (2002), p. 198], citando al efecto a la CENC: “[s}i una persona es mutilada 0 torturada, ya sea fisica © psicologicamente, se est atentando en contra de su vida”. Actas de la Comision de persona 100 Pablo Contreras El derecho a la integridad fisica y sfquica es reconocido, como tal, por primera vez en la Constitucién de 1980. Las constituciones de 1925 y de 1833 establecian directamente la prohibicién de tormento en conexion con las reglas que prohibian la autoincriminacion (art. 18, inc. 2° de la Cons- titucién de 1925 y art. 145 de la Constitucién de 1833). La Constitucién de 1833, ademas, establecfa expresamente una prohibicion de penas infa- mantes. En el siglo XIX, la literatura entendia que el articulo 145 realzaba a Chile “entre las naciones cultas y civilizadas” al “prohibir de una manera absoluta la monstruosa aplicacion del tormento”®, Al estar relacionada con el enjuiciamiento criminal, la prohibici6n tenia por objeto proscribir el tormento como “medio de prueba”” que configuraba un “barbaro proce- dimiento” ineficaz’. Sin embargo, algunos autores sostenia la prohibicién de tormento de la Constitucién no debia “confundirse [...] con ciertas formas de penas corporales, camo la de azotes, que no caben dentro de esta disposicion constitucional, pero que también han sido prohi- bidas por la ley nacional”. Esta comprensién reflejaba una interpretacion restrictiva de la prohibicién constitucional. La norma de la Constitucion de 1980, por el contrario, consagra explicitamente el derecho a la integridad fisica y siquica y, ademds, prohibe “la aplicacién de todo apremio ilegiti- mo” en sentido amplio y no circunserito a la persecucién y enjuiciamiento penal??, n incluso que A nivel internacional, el derecho a la integridad personal ha sido discuti- do en sus alcances y respecto a las obligaciones que genera para los Estados. Este derecho no solo ha sido reconocido en los principales tratados inter- Estudios para la Nueva Constitucién, Sesién N° 87, de 14 de noviembre de 1987, Tomo OL © Huneeus (1891), p. 341. En el mismo sentido, Carrasco Albano (1874), p. 181. 7 Silva Bascunan (1963), p. 334 (afirmando que “[eJl tormento aqui condenado es todo dolor causado para obligar a confesar o declarar. Es un medio de prueba que va, sin «luda, contra Ix dignidad de la persona humana y que, con raz6n, lo ha prohibido la legislacién”). * Ravean (1935), p. 76. silva Bascufian (1963). p. nvencién Int para Prevenir y Sancionar la Tortura, ademds, amplia ente los propasitos de la tortura, incluyendo, por cierto, como medio de in vestigacion criminal, pero también como castigo, medida preventiva, como pena, con el in de“anular la personalidad de la victima” o “disminuir su capacidad fisica 0 mental aunque no causen dolor fisico 0 angustia psiquica”, y, en general “con cualquier otro fin” (art. 2). Véase a Galdamez (2006), p. 91. Derecho a la integridad personal 101 nacionales de derechos humanos'", sino que ha sido regulado en tratados especiales? y abordado en comentarios u observaciones generales de los 6rganos de Naciones Unidas, asi como en decisiones de tribunales inter- nacionales™, La Corte Interamericana de Derechos Humanos (en adelante, “Corte IDH™) ha declarado, incluso, que la prohibicién de tortura consti- tuye una regla “absoluta” de ins cogens —es decir, una norma de Derecho Internacional imperativo— cuya infraccién las autoridades nacionales tie~ nen un deber de investigar, perseguir criminalmente, sancionar y reparar!>. Tanto en el plano constitucional como en el internacional, el derecho a la integridad fisica y siquica es uno de los derechos que no puede suspen- derse ni restringirse en el evento de un estado de excepcin constitucional. En efecto, de forma negativa, el articulo 43 de la Constitucion establece los derechos constitucionales que, taxativamente, pueden ser suspendidos © restringidos en los cuatro estados de excepcion constitucional, sin men- cionar el derecho a la integridad personal. En el ambito internacional, de forma positiva, tanto la CADH como el PIDCP disponen expresamente la prohibicion de suspension del derecho a la integridad personal y la prohi- bicién de tortura y de tratos o penas crueles, inhumanas o degradantes (art. 27.2 CADH; art. 4.2 PIDCP). La Convencién Americana sobre Derechos Humanos (en adelante, “CADH”) establece explicitamente un derecho a Ia “integridad fisica, psiquica y moral”, a la par que pro- hibe la tortura y las penas o tratos crueles, inhumanos y degradantes (art. 5 CADH). El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Politicos (en adelante, “PIDCP”) no establece explicitamente un “derecho a la integridad fisica y siquica” sino que establece direc tamente la prohibicidn de tortura y penas 0 tratos crueles, inhumanos o degradantes. Adicionalmente, dispone que “nadie sera sometido sin su libre consentimiento a expe- Fimentos médicos 0 cientificos” (art. 7 PIDCP). Convencion contra Ja Tortura o Penas Crueles, Inbumanos o Degradantes —junto a sus Protocolos— y la Convencién Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura Vease, por ejemplo, Comité de Derechos Humanos (1993); Comité contra la Tortura (1996), (2007), (2012). Sobre la jurisprudencia de la Corte IDH, véase Medina (2014), pp. 89-136; Canosa, et al. (2012), pp. 138-184; Burgorgue-Larsen y Ubeda de Torres (2011), pp. 361-388 Nash (2014), pp. 131-160. Sobre el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, véase Ovey y White (2002), pp. 58-89; Santamaria y Bolano (2015), pp. 54-95. Sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, aso Maritza Urrutia v5. Guatemala, Fondo, reparaciones y costas, Serie C N° 103, de 27 de noviembre de 2003, parr. 92; Sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, Caso Hermanos. mez-Paquiyauri vs. Peri, Fondo, reparaciones y costas, Serie © N° 110, (2004), de 8 de julio de 2004, parr. 92. Sobre este reconocimiento y los deberes asociados, véase Contreras (2012), pp. 72-73; Medina (2014), pp. 92, 122-123; Burgorgue-Larsen & Uheda de Torres (2011), pp. 371-374 y 383-388. 102 Pablo Contreras El objeto de este capitulo es analizar los aspectos conceptuales del de- recho a la integridad personal y sus formas de tutela en el derecho chileno. Para ello, se analiza el concepto de integridad personal, distinguiendo en- tre integridad fisica y siquica (2). Luego, el capitulo examina la regulacion constitucional del derecho (3). Dos materias son tratadas por separado: los limites del derecho (4) y sus garantias (5). 2. CONCEPTO DE INTEGRIDAD PERSONAL. Integridad personal es un concepto que se entiende en términos amplios, esto es, como la preservacion del cuerpo y la sique de una persona frente a intervenciones ilegales o arbitrarias perpetradas por terceros. Esta inte- gridad, formulada como derecho, conlleva tanto una esfera de inmunidad frente a agresiones de terceros, como un ambito de autodeterminacién indi- vidual, esto es, una facultad para decidir sobre el propio cuerpo y mente"*. Ambas son expresiones de la inviolabilidad de los individuos!’, como prin cipio fundamental de un Estado Demoeratico de Derecho. Parte de la doctrina entiende que, dentro del concepto de integridad per- sonal, se incluiria la integridad moral, como un concepto que abarcaria la dimensi6n “espiritual”!* 0 el “alma”! de la persona. Esta referencia seria tomada de las actas de la Comision de Estudio para la Nueva Constitu- cidn?® (en adelante, “CENC”) y tendrian asidero en la definicién de bien comtin que establece a Constitucion en el articulo 1, al referirse a la “ma- yor realizacién espiritual y material posible” de las personas. Sin embargo, la Constitucién solo establece la integridad fisica y psiquica. La expresiOn integridad moral si aparece explicitamente en el articulo 5.1 de la CADH. Algunos autores han afirmado que la integridad personal protegida por la Convencién destaca “la visién integral de la persona hu- mana” al comprender no solo la dimension fisica, sino también la sicologica y la moral?, Otros han ido un poco mas alla y entienden que la integridad moral consistiria en “el derecho de cada ser humano de poder desarrollar ‘6 Garcia, e¢ al. (2016), p. 295. ¥ _ Diez-Picazo (2005), p. 229. En términos criticos, vease Canosa (2017), pp. 306-307. "Vivanco (2008), pp. 268-269; Nogucira (2010), p. 392. © Henriquez y Nunez (2008), p. 79. 20 Actas de la Comision de Estudios para la noviembre de 1987, Tomo IIL 21 Nash (2014), p. 135. ‘ueva Constitucién, Sesién N° $9, de 21 de Derecho a la integridad personal 103 su vida de acuerdo a sus convicciones personales”?, En esta dimensi6n, la integridad personal seria un derecho que conecta directamente con la auto nomia y el libre desarrollo de la personalidad de los individuos*. Esta dimensién moral parece ubicarse en la proteccién de la dignidad humana en un sentido amplio. Asi lo ha interpretado la Corte IDH?4. Esto le ha permitido verificar atentados contra la dignidad de las personas que no constituyen una intervencién fisica y que, sin embargo, violan el derecho en cuestién. Por ejemplo, en Castillo Paez vs. Perti, la Corte IDH determind que una persona detenida por la policia y encerrada en la maleta de un automévil constituia una violacion del derecho “ya que, aun cuando no hubiesen existido otros maltratos fisicos 0 de otra indole, esa accién por si sola debe considerarse claramente contraria al respeto debido a la dignidad inherente al ser humano”. No es clara la distincién entre integridad siquica y moral, toda vez. que en diversos casos de afectaciones sicoldgicas, la Corte IDH tiende a usar como sinénimos ambas dimensiones de la integridad personal. Asi, por ejemplo, la Corte estima que se afecta el derecho a la integridad siquica y moral en un caso de “tortura psicolégica” que consiste en la “amenaza de sufrir una grave lesién fisica”?s, En otros casos, la omisién de restituci de tierras ancestrales a pueblos indigenas generé un efecto siquico y moral respecto de los miembros de una comunidad que constituyé una violacién a la integridad personal de éstos””. Para el caso chileno, que no reconoce expresamente la integridad moral, sus afectaciones podrian eventualmente reconducirse dentro de un concep- Galindo (2009), p. 11 Véase cl Capitulo I: “Autonomia y libre desarrollo de la personalidad” 2 Sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, Caso Castillo Péez v5. Peri, Fondo, Serie © N° 34, de 3 de noviembre de 1997; Sentencia de la Corte Intera mericana de Derechos Humanos, Caso Loayza Tamayo ys. Pera, Fondo, Serie C N° 33, de 17 de septiembre de 1997; Nash (2014), pp. 134-135, 25 Sentencia de la Gorte Interamericana de Derechos Humanos, Caso Castillo Paez vs. Pe ri, Fondo, Serie CN® 34, de 3 de noviembre de 1997, pare. 66. En sentido similar, véase Sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, Caso Familia Barrios vs. Venezuela, Fondo, reparaciones y costas, Serie G N° 237, de 24 de noviembre de 2011, parr. 52 y 80. Sentencia de la Corte Inte Castro vs. Pet 2006, parr. 79, Sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, Caso Comunidad Indige- na Xakmok Kasek vs. Paraguay, Fondo, reparaci crie CN® 214, de 24 de agosto de 2010, parr. 242. ericana de Derechos Humanos, Caso Penal Miguel Castro Fondo, reparaciones y costas, Serie © N° 160, de 25 de noviembre de 104 Pablo Contreras to amplio de integridad psiquica. El texto positive de la Constitucién cir- cunscribe el derecho a las dimensiones corporales y sicolgicas. Ambas se explican a continuacién. 2.1 Integridad fisica La integridad fisica es sinénimo de integridad corporal. En el Ambito del derecho, corresponde a la esfera de proteccién del cuerpo de un individuo. Algunos, ademas, agregan la indemnidad genética de los individuos’*. Para ciertos autores, la prohibicién de tortura y de maltratos mas el derecho a la vida constituyen “el nucleo de la nocién de la integridad de la persona”?®. Desde el punto de vista conceptual, parece necesario explicar la integri- dad personal de forma auténoma al derecho a la vida 0 la prohibicién de tortura. La integridad corporal puede verse comprometida por la provo- cacién de dolor fisico, afectaciones a la salud 0 ablaciones o mutilaciones del organismo fisico de un individuo, asi como el impedimento temporal © permanente de una funcién biolégica de una persona™’. Respecto de la relacién con el derecho a la vida, dependiendo del grado de intensidad de la intervencion, podria Hegar a amenazar o privar la vida de una persona, pero esto es una cuestin que debe acreditarse en el caso concreto. Por otro lado, la prohibicién de tortura sélo se hace cargo de proscribir —a nivel de una regla iusfundamental— ciertos tratos cuya lesividad es de la maxima intensidad respecto del cuerpo o mente del individuo, aunque la integridad personal tambien protege otras dimensiones que no alcancen dicho umbral de intensidad. En este punto, el concepto de integridad corporal se superpo- ne con el ambito de proteccién —o contenido iusfundamentalmente prote- gido— de otros derechos, como el derecho a la proteccién de la salud! 0 el derecho a la vida e, incluso, el derecho a vivir en un medio ambiente libre de contaminacién™ Canosa, e¢ al. (2012), p. 141. Asi, por ejemplo, el Tribunal Constitucional ha entendido. que una toma de muestras biolégicas y la inclusién de huellas en un registro de ADN constituira una limitaci6n al derecho a la integridad fisica y siquica, STC Rol N° 1365- 09, cons. 18°. * — Rodiey (2010), p. 210. 8° Kommers y Miller (2012), p. 418. 31 Por ejemplo, en casos donde se discute sobre la cobertura de los planes de ISAPRES. Vease STC Rol N° 1266-08, cons. 9°. rte Suprema, Rol N° 5888-19, cons. 10%, 26%, 32%, 35%, 51°, 52° y 57°. Derecho a la integridad personal 105 Esta es la dimensién original del derecho y responde a las limitaciones del poder del Estado respecto de los cuerpos de los individuos, como for~ ma de racionalizar el ejercicio del ins puniendi estatal. Se trata del pilar, en definitiva, del proyecto ilustrado de un Derecho Penal moderno® y busca disciplinar la coaceién estatal. En esta Ifnea, el Tribunal Constitucional (en adelante, “T'C”) ha afirmado que la politica criminal “esta sujeta a limites provenientes del principio de humanidad y de las normas emanadas de él que han sido consagradas en los textos de derecho positivo nacional e in- ternacional. La prohibicién de la tortura y de las penas o tratos inhumanos o degradantes, asi como las condiciones de dignidad en que los condenados deben cumplir sus penas, representan fronteras nitidas dentro de las cuales se puede mover el establecimiento de la politica criminal en cualquier pais o comunidad civilizada [...]"4. 2.2 Integridad stquica La proteccién de la integridad personal no solo abarca la dimensién corporal, sino tambien sicolgica. Para efectos de un texto como éste, no es necesario dererminar si, desde el punto de vista bioldgico, la sique se encuentra conectada fisiologicamente a unidades organicas radicadas en el individuo. Basta sefialar que la integridad siquica cubre las facultades men- tales del individuo. Dentro de la integridad sfquica se comprende una serie de afectaciones a a igual consideracin de un agente moral. En general, la literatura no define positivamente la integridad siquica, sino que alude a una serie de interfe- rencias que la comprometerian, En este sentido, el derecho protege frente a las interferencias que ocasionen “sufrimiento moral”, “humillacién o envilecimiento”*, “tebaja de la dignidad del sujeto lesionado en su integri- dad moral”2”, 0, en general, una “violacion a la dignidad”®® de la persona. El tipo de interferencia afectaria la estabilidad mental del individuo, com- prometeria su salud mental 0 configuraria una priva facultades mentales, en condiciones de normalidad. on transitoria de sus ‘Véase, con referencias, Ferrajoli (2006), pp. 395-396. * STC Rol N° 825-07, cons. 9° Comité de Derechos Humanos (1992), §5. 3° Canosa, et al. (2012), p. 142. © Ibid. % Nash (2014), p. 135. 106 Pablo Contreras En materia de violencia sexual, por ejemplo, la Corte IDH ha fallado que forzar a internas de un recinto penitenciario a estar desnudas y vigi- ladas por hombres armados es una interferencia que les “ocasioné grave sufrimiento psicolégico y moral”, violando su derecho a la integridad per sonal”. Otras hipétesis de violencia sexual —como “una supuesta ‘inspec- cién’ vaginal dactilar” de una interna— pueden causar daiios no sélo fisicos sino también sicoldgicos"’. La Corte IDH consideré que la penetracién no consentida de “otras partes del cuerpo del agresor” en la vagina de la mujer, constituia una “violacién sexual” que causa “gran dano fisico y psicolégico que deja a la victima ‘humillada ffsica y emocionalmente””, conducta que se califico como tortura en violacion al articulo 5 de la CADH", Finalmente, para que se comprometa la integridad siquica, el tipo de interferencia deberia satisfacer el umbral minimo de trato degradante, en tendida como la conducta prohibida mis leve entre los tratos crueles, inhu- degradantes. Esto no obsta a que el ordenamiento juridico decida tipificar penalmente otros tipos de menoscabos a la integridad siquica de una persona o asignar un régimen de responsabilidad civil por las afectacio- nes que se generen. Sin embargo, determinar ese umbral es algo que, como se revisa mas abajo, dista de ser claro. manos 3. REGULACION CONSTITUCIONAL DEL DERECHO A LA INTEGRIDAD PERSONAL En el ordenamiento juridico chileno, el derecho a Ia integridad personal se encuentra regulado en el articulo 19 N° 1 de la Constitucién. Dicho pre- cepto establece “el derecho a la integridad fisica y psiquica de las personas”, en su inciso 1°, y “prohibe la aplicacién de todo apremio ilegitimo”, en su inciso final. Como se ha sefalado, a doctrina estima que es un derecho inti- mamente vinculado con la clausula de dignidad de las personas, establecida Sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Huma Castro vs. Peri 2006, parr. 308. Sentencia de la Corte Inte Castro vs. Peri, Fondo, 2006, parr. 312. Sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, Caso Penal Miguel Castro Castro vs. Pert, Fondo, y costas, Serie C N° 160, de 25 de noviembre de 2006, parr. 310-312. 08, Caso Penal Miguel Castro Fondo, reparaciones y costas, Serie © N° 160, de 25 de noviembre de ericana de Derechos Humanos, Caso Penal Miguel Castro -paraciones y costas, Serie © N° 160, de 25 de noviembre de Derecho a la integridad personal 107 en el articulo 1°, inciso 1° de la Constitucién, y tiene justificacién en que los individuos no pueden ser tratados como medios u objetos, sino que el Estado debe tratarlos como fines en si mismos. En este apartado se revisan los alcances iusfundamentales de la regulacion constitucional del derecho en cuestion 3.1 Titularidad del derecho El titular del derecho a la integridad fisica y siquica es la persona natural. Las personas juridicas y morales no son titulares de este derecho. Si bien este es un aspecto dogmatico que la mayorfa de los manuales soslaya, no cabe sino entender que el consenso respecto del fundamento del derecho en cuestién —esto es, la dignidad humana— permite entender que sdlo las personas naturales son titulares de este derecho. A pesar de lo anterior, un autor sostiene que, ademas de las personas naturales, el nasciturus —es decir, el que estd por nacer, en los términos que emplea la Constitucién— también seria titular del derecho a la integridad personal. En efecto, Cea sostiene que “parece claro que la disposicién se re- fiere solo a las personas naturales y no a las juridicas™, De acuerdo a este autor, “[d]e las primeras, es necesario advertir que ninguna queda excluida de la titularidad de esos derechos, tratese de varones o mujeres, mayores 0 menores edad, nacidos 0 en proceso de gestacién en el claustro materno, nacionales 0 extranjeros, estén 0 no privados de razén”**. El fin de ampliar la titularidad del derecho al no nacido seria intentar de restringir 0, dere- chamente prohibir, hip6tesis legalmente aurorizadas de interrupeién volun- taria del embarazo. Esta fundamentacién antiguamente tenia asidero en la sentencia del TC que doté de personalidad al nasciturus y, por ende, lo re- conocié como titular de derechos fundamentales**. Sin embargo, lo que ya era criticable dogmaticamente*’, pugnaba con el estandar interamericano de derechos humanos"* y ahora ha sido revertido por el propio Tribunal en Gea (2008), p. 101. Ibid., Si bien no Jo explicita en términos de titularidad, Ugarte sicion al afirmar Ia “[iicitud natural c incosntitucionalidad de los atentacos contra la vida y la integridad del concebido”. Véase Ugarte (2006), p. STC Rol N° 740-07. “© Contreras (2017), pp. 145-149. 4° Chia y Contreras (2014); véase Sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Hu- manos, Artavia Murillo y Otros (Fecundacién in Vitro) vs. Costa Rica, Excepcione: preliminares, fondo, reparaciones y costas, Serie C N° 257, de 28 de noviembre de 2012. sstaria en la misma po- 108 Pablo Contreras la sentencia que declaré constitucional la despenalizacién de la interrupcién voluntaria del embarazo en tres casuales*”, 3.2 Objeto del derecho El derecho a la integridad personal se suele conceptualizar como un de- recho negativo, esto es, como un derecho que establece una esfera de no intervenci6n respecto del titular. El Derecho Internacional de los Derechos Humanos, sin embargo, ha establecido no sdlo una faz negativa sino tam- bién obligaciones positivas. Ambos tipos se examinan a continuacién. 3.2.1 Obligaciones negativas El derecho a la integridad personal tiene una dimensidn de obligaciones negativas, esto es, un deber de abstencién de intervenir arbitrariamente en el cuerpo y Ia psique del titular del derecho. En otros rérminos, el derecho prohibe las intervenciones ilegales y arbitrarias en la integridad personal de los individuos. La dimensién negativa del derecho es tipicamente descrita como el con- tenido iusfundamentalmente protegido. Por ejemplo, para Bronfman, Mar- tinez y Nuinez, el derecho a la integridad personal “[ilmplica el derecho a no sufrir atentados en contra del cuerpo y la psiquis, lo que conlleva la interdiccion de toda forma de tortura, sea ésta fisica o mental”, Algunos entienden la idea de abstencién como “incolumnidad fisica”*”. EI titular del derecho tiene autonomia para tomar las decisiones sobre su cuerpo y mente sin la interferencia del Estado o de terceros, en tanto agente moral. Medina ha resaltado esta dimensién, que conecta el derecho a la integridad personal con la autonomia de las personas. En particular, afirma que el derecho protege el estatus de toda persona de ser merecedora de respeto, previene la interferencia respecto de decisiones individuales y resalta que el individuo es “duefio de si y personalmente auténomo”, con la autoridad de tomar sus propias decisiones®®. Esta conexién es central para entender que el derecho protege tanto el rechazo de intervenciones “STC Rol N° 3729-17. Sobre los aleances de la sentencia, revisese Dere- cho a la vida” y el Capitulo V: “Derechos reproductivos”. "Bronfman, ef al. (2012), p. 92. “Molina (2006), p. 200. 8 Medina (2014), p. 90. 1 Capitulo I: Derecho a la integridad personal 109 ajenas como su aceptacién misma, por parte del titular. Por ejemplo, frente a un mismo procedimiento terapéutico —como puede ser la extirpacion del litero de una mujer—, tanto su rechazo a la intervencién como su consen- timiento respecto de ella constituyen manifestaciones del ejercicio legitimo del derecho. Algo similar se podria argumentar a propésito de la violencia en actos sexuales. Una conducta coactiva no querida por uno de los parti- cipantes puede configurar el tipo objetivo del delito de violacién 0 abuso sexual, mientras que, de haber sido consentidas por los participantes del acto, la violencia puede constituir practicas masoquistas cubiertas por la autonomia en el libre desarrollo de la sexualidad. El derecho a Ia integridad personal prohibe las intervenciones ilegales © arbitrarias. Esto implica que el ordenamiento juridico puede autorizar ciertas intervenciones. Las intervenciones autorizadas por el derecho tienen basicamente dos fuentes: la ley y el consentimiento del titular, En el caso de la ley, estariamos ante una hipotesis de limitacién del contenido iusfunda- mentalmente proregido del derecho. En el caso del consentimiento del titu- lar, estariamos ante el ejercicio mismo del derecho, en razén de una decisi6n aut6noma de su titular o un caso de renuncia al ejercicio del derecho"!. 3.2.2. Obligaciones positivas El derecho en cuestién también conlleva obligaciones positivas. Esta di- mensi6n no parece ser abordada suficientemente por la doctrina constitu- cional chilena®, aunque sf se ha dado a partir de los desarrollos del Derecho Internacional de los Derechos Humanos, en general, y de la jurisprudencia de la Corte IDH, en particular. En primer lugar, el derecho conlleva un deber de proteccin. El deber es una obligacién del Estado de prevenir y sancionar —incluso penalmente, en ciertas hipétesis— los atentados contra la integridad fisica y siquica de las personas. En el caso de la tortura, el Estado debe penalizar la conducta, tal como lo exige el articulo 6 de la y Sancionar contra la Tortura. Respecto de los tratos crueles, inhumanos © degradantes, pareciera que no toda conducta requiere ser criminalizada, Convencion Interamericana para Prevenir © Sobre esto, véase Riffo (2017), p. 369. En efecto, no aparece tratado en autores como Cea (2008), pp. 102-103; Henriques y Niinez (2006), pp. 79-80; Molina (2006), pp. 199-201; Bronfman, et al. (2012), pp. 92- 93. Excepcionalmente, Ia materia se encuentra tratada en Garcia, et al. (2016), p. 296 y,en términos generales, por Coddou (2017). Vease, por todos, Nash (2014); Medina (2014), pp. 11 119. 110 Pablo Contreras aun cuando si deben existir prohibiciones que protejan el derecho™4 (como podrian ser las sanciones administrativas). El derecho, ademas, obliga a los Estados a investigar, acusar y sancionar a los responsables —asi como reparar a las victimas— de los atentados mas graves a la integridad personal. Esta obligacion es parte de la jurispruden- cia histérica de la Corte IDH, que se inicia con su sentencia en Veldsquez Rodriguez vs. Honduras’. El deber de investigar tiene ciertos elementos que han sido detallados por la Corte IDH. La obligacién debe ser cumplida de forma seria “y no como una simple formalidad condenada de antemano a ser infructuosa”**, Se trata de un deber que se debe cumplir de oficio por las autoridades naciona- les y que no depende de la actividad procesal de las victimas, como una de- nuneia o querella’’. La Corte IDH ha reiterado que “la realizacion de una investigacién ex officio, sin dilacion, seria, imparcial y efectiva, es un ele- mento fundamental y condicionante para la protecci6n de ciertos derechos que se ven afectados o anulades por esas situaciones, como los derechos a la libertad personal, integridad personal y vida”5*. 3.3 Destinatarios: el problema de la eficacia horizontal El derecho a la integridad personal tiene como destinatario al Estado. Esto no es mas que la consecuencia de la aplicacién de la teoria general so- bre la relacién juridica iusfundamental referida a los sujetos pasivos de los derechos fundamentales®. Sin embargo, el consenso jurisprudencial y doctrinario dominante en Chile entiende que el derecho también se aplica a las relaciones inter priva- 5! Medina (2014), p. 119. Sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, Caso Velésquez Rodri- guez vs. Honduras, Fondo, Serie C N° 4, de 29 de julio de 1988, % Sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, Caso Velisquez Rodri guez ¥s. Honduras, Fondo, Serie C N° 4, de 29 de julio de 1988, parr. 17: Fondo, Serie C N° 4, de 29 de julio de 1988, parr. 1665 Sentencia de la Corte Interame: ricana de Derechos Humanos, Caso Goibunii et al. vs. Paraguay, Fondo, reparaciones ¥ costas, Serie C N° 153, de 22 de septiembre de 2006, parr. 988; Sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, Caso Penal Miguel Castro Castro vs. Pert, Fon- do, reparaciones y costas, Serie C N° 160, de 25 de noviembre de 2006, parr. 256. +8 Sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, Caso Goiburi et al. vs. Paraguay, Fondo, reparaciones y costas, Serie C N° 153, de 22 de septiembre de 2006, parr. 88. Al respecto, véase Aldunate (2008), pp. 11-224; Marshall (2010); Lovera (201 Derecho a la integridad personal 11 tos. En la jurisprudencia de los tribunales superiores, asi como del TC, el ca- so mais recurrente de eficacia horizontal respecto del derecho a la integridad personal es en relacion a las Instituciones de Salud Previsional (en adelante, “Isapres”), sujetos privados que efecttian prestaciones de salud®®, En efec- to, el TC ha entendido que se afectaria el derecho a la vida ya la integridad fisica y siquica si se eximiese a las Isapres de cubrir algdn tratamiento para la proteccién de estos derechos". La Corte de Apelaciones de Santiago, por otro lado, ha declarado que la negativa de cobertura en forma ilegal, de par- te de una Isapre a un usuario, vulnera no solo el derecho de propiedad sino también el derecho a la vida y a la integridad fisiea y psiquica del titular. 3.4 Apremios ilegitimos El inciso final del articulo 19 N° 1 contiene una regla de prohibicién de todo apremio ilegitimo. A diferencia de otras constituciones y tratados internacionales de derechos humanos, la Constitucién de 1980 no establece explicitamente la prohibicin de tortura y tratos crueles, inhumanos o de- gradantes, sino que ésta se encuentra comprendida en una prohibicion mas amplia como la que tipifica el inciso en comento, aun cuando la jurispru- dencia ha destinado especiales esfuerzos para distinguir entre mandamien- tos de autoridad que son legitimos de los que no. El concepto de apremio ilegitino ha sido entendido de forma amplia por la doetrina y la jurisprudencia®’, La doctrina entiende que el concepto de apremio tlegitimo comprende cualquier conducta constitutiva de tortura y tratos © penas crueles, inhumanas o degradantes**. El TC, por su parte, ha definido apremio ilegitimo en base al Diccionario de la Real Academia de la Lengua Espafiola. Por apremio entiende un “mandamiento de autoridad ju- dicial para compeler el pago de alguna cantidad 0 al cumplimiento de otro acto obligatorio” y por ilegitimo, aquello “carente de legitimidad, esto es, ase el Capitulo XXII: “Derecho a la proteccién de la salud”. *1 STC Rol N° 1266-08, cons. 9°. © Corte de Apelaciones de Santiago, Rol N° 6398-2006. Vease, por todos, Cea (2008), pp. 120-121 (siguiendo la definicién del Diccionario, agregando el concepto de tortura del articulo 1 de la Convencién de Naciones Unidas): (2006), p. 200 (“todo hecho no autorizado por la ley, y que provoque en la persona dolor fisi cualquier otro fin”); Henriquez y Nunez (2008), p. 80 (repitiendo, casi en términos literales, la definicin de Molina). + Véase, por todos, Evans de Ia Cuadra (2004), p. 115; Bronfman, et af. (2012), p. 925 Verdugo, et al. (2002), p. 20: 0.0 moral, y que le es aplicado para obtener una confesion © con 112 Pablo Contreras injusto y atentatorio de los derechos fundamentales”*. EI TC ha conectado la prohibicion de apremios ilegitimos con los limites de la fuerza estatal, en el ambito de las sanciones penales. De acuerdo al Tribunal, las penas deben obedecer “a fines constitucionalmente licitos y [...] que no se vulneren los limites precisos que la misma Carta ha impuesto como, por ejemplo, en el caso del articulo 19 N° 1, que prohibe la aplicacién de apremios ilegitimos [-..]°%. Desde el punto de vista doctrinario, los apremios han sido clasifi- cados en tres: aquellos previstos ante el incumplimiento de una obligacién pecuniaria, los establecidos para otros tipos de obligaciones incumplidas y aquellos destinados funcionalmente al desarrollo de procesos judiciales’”. estima Pese al concepto amplio de apremio ilegitimo, la jurisprudenci que las formalidades o solemnidades requeridas para un proceso judicial no pueden ser calificadas de apremios. En este sentido, el TC ha fallado que la exigencia de declaracién bajo juramento no constituye “una medida de coaccidn o apremio” sino que debe ser considerada como “una solemnidad necesaria para asentar el valor probatorio de la declaracién de una parte en el proceso” Una de las cuestiones centrales de esta prohibicién es determinar qué constituye ilegitimo. Los apremios legitimos “serfan aquellos que estén au- torizados por el ordenamiento juridico, en virtud de una disposicion legal, una norma administrativa o una sentencia judicial”®, como una detencién por orden judicial previa o una pena privativa de libertad impuesta por de- cisi6n judicial firme. En numerosas oportunidades, el TC ha declarado que el ordenamiento juridico puede autorizar determinados apremios para el cumplimiento de la funci6n jurisdiccional. Medidas como el arresto por no pago de cotizaciones previsionales o el arresto nocturno son considerados apremios legitimos”. En el Derecho Internacional de los Derechos Humanos no se emplea la expresién de apremios ilegitimos, sino que se establece directamente la pro- hibicién de la cortura y las penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes. Esta clase de apremios se analizan a continuacién * STC Rol N° 1518-09, cons. 11° (énfasis en el original). “ STC Rol N* 786-07, cons. 30°. © Femdndez y Boutaud (2018), p. 353. ** STC Rol N° 25-84, © Garcia, et al. (2016), p. 72. % STC Rol N* 576-06, cons, 35°-36° y 38; STC Rol N° 1145-08, cons. 45° 12, cons. 15°. Para la revisi6n de la jurisprudencia, véase Fernandez y Bout pp. 364 y siguientes. STCR. 2265- uucl (2018), Derecho a la integridad personal 113 3.4.1 Tortura La prohibicién de tortura no se encuentra explicitamente en la Consti-~ tucion; de hecho, ninguno de sus preceptos menciona la palabra tortura. Se ha entendido que esta prohibicién se encuentra alojada en el inciso final del articulo 19 N° 1, que prohibe los apremios ilegitimos, siendo la tortura una especie dentro del género de apremios ilegitimos. En los principales tratados de derechos humanos, la prohibicion de tortura esta explicitamente tipifica- da, asi como se detallan una serie de reglas asociadas a esta grave violacién a los derechos humanos”!, Estos instrumentos internacionales establecen no solo la prohibicién aqui anotada, sino también reglas sobre exclusion de prueba ilicita —confesiones obtenidas mediante tortura— o el principio de no devolucion, en materia extradicion y refugio (arts. 10 y 13 CADH) Recientemente, el legislador ha tipificado el delito de tortura, ajustando el ordenamiento nacional a los esténdares internacionales”. El actual arti- Articulo 5.2 CAHD y articulo 7 PIDCP. Adicionalmente, hay tratados especificos sobre esta prohibicién, como la Convencién contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos © Degradantes y la Convencion Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura El articulo 1° de la Convencién de Naciones Unidas define por tortura “todo acto por el cual se inflija intencionadamente a una persona dolores 0 sufrimientos graves, ya sean fisicos o mentales, con el finde obtener de ella o de un tercero informacion o una confesién, de castigarla por un acto que haya cometido, o se sospeche que ha cometido, © de intimidar o coaccionar a esa persona 6 a otras, 0 por cualquier raz6n basada en cualquier tipo de discriminacién, cuando dichos dolores 6 sufrimientos sean infligidos por un funcionario piblico u otra persona en cl ejercicio de funciones piiblicas, a ins- tigacién suya, 0 con su consentimiento o aquiescencia. No se consideraran torturas los dolores 0 sufrimientos que sean consecuencia tinicamente de sanciones legitimas, 0 que sean inherentes 0 incidentales a éstas”. A su vez, la CADH define tortura como “todo acto realizado intencionalmente por el cual se inflijan a una persona penas o sufrimien- tos fisicos 0 mentales, con fines de investigacién criminal, como medio intimidatorio, como castigo personal, como medida preventiva, como pena © con cualquier otro fin. Se entendera también como tortura la aplicacion sobre una persona de métortos ten- dientes a anular la personalidad de la victima oa disminuir su capacidad fisica o men- tal, aunque no causen dolor fisico o angustia psiquica” (art. 2). Este tratado, delimita el concepto excluyendo ciertas conductas del concepto de tortura, El mismo articulo dispone que “[nJo estarin comprendidos en el concepto de tortura las penas 0 sufrimientos fisicos 0 mentales que sean tinicamente consecuencia de medidas legales © inherentes a éstas, siempre que no incluyan la realizaciGn de los actos o la aplicacion de los métodos a que se refiere el presente articulo”. Esta exclusién es coherente con el concepto de apremio legitimo, es decir, aquel que cumple con los requisitos constitucio- nales y legales. Asi lo entiende parte de la doctrina: Cea (2008), p. 121. ® Ley N° 20.968 de 2016, que tipifica los delitos de tortura y de tratos crueles, inhuma- nos y degradantes. 14 Pablo Contreras culo 150 A del Cédigo Penal (en adelante, “CP”) establece la definicién de tortura: “Se entendera por tortura todo acto por el cual se inflija intencional- mente a una persona dolores o sufrimientos graves, ya scan fisicos, sexuales 0 psiquicos, con el fin de obtener de ella o de un ter informacién, declaracién 0 una confesién, de castigarla por un acto que haya cometido, © se le impute haber cometido, o de intimidar 0 coaccionar a esa persona, 0 en raz6n de una discriminacién fundada en motives tales como la ideologia, la opinién politica, la religién 0 creencias de la vietima; la nacién, la raza, la etnia o el grupo social al que pertenezca; el sexo, la orientacion sexual, la identidad de género, la edad, la filiacién, la apariencia personal, el estado de salud o la situaci6n de discapacidad. Se entendera también por tortura la aplicacién intencional de méto- dos tendientes a anular la personalidad de la victima, 0 a disminuir su voluntad 0 su capacidad de discernimiento 0 decision, con alguno de los fines referidos en el inciso precedente. Fsta conducta se sancionar4 con la pena de presidio menor en su grado maximo. No se consideraran como tortura las molestias o penalidades que sean consecuencia tinicamente de sanciones legales, 0 que sean inherentes, © incidentales a éstas, ni las derivadas de un acto legitimo de autori- dad”. De forma idéntica se recoge la misma definicién en la Ley N® 21.154 de 2019, que designa al Instituto Nacional de Derechos Humanos como el mecanismo nacional de prevencin contra la tortura y otros tratos 0 penas crueles, inhumanos 0 degradantes (art. 2, letra a) de Ia citada ley). Finalmente, es conveniente tener presente la jurisprudencia de la Corte ADH que, en esta materia, ha fijado tres requisitos para identificar una con- ducta de tortura: i) inrencionalidad, ii) daio y iii) finalidad”*. Estos requi- sitos han sido adoptados por la literatura mas reciente”’, Respecto del primer requisito, la tortura debe ser un acto intencional, esto es, con deliberadamente infligida “y no producto de una conducta im- prudente, accidente 0 caso fortuito”’*, Nétese que la intencionalidad que Sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, Caso Bueno Alves vs. Argentina, Fondo, reparaciones y costas, Serie C N° 164, de 1 de mayo de 2007, parr. 9-83. 75 Nash (2014), p. 142; Garefa, ef al. (2016), p. 967. 7% Sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, Caso Bueno Alves vs. Argentina, Fondo, reparaciones y costas, Serie C N° 164, de 11 de mayo de 2007, parr. Derecho a la integridad personal 11s exige la Corte IDH tiene efectos para la responsabilidad internacional del Estado, Esta exigencia es distinta de la tipicidad subjetiva de una conducta constitutiva de tortura, bajo el ordenamiento juridico penal. En otros tér- minos, para efectos de la responsabilidad internacional del Estado, no se exige que se configure el dolo, como elemento del tipo subjetivo del delito de tortura, y no requiere una prueba que satisfaga un estandar de convie- cién mas alla de una duda razonable. Sera conforme a las reglas de dere- cho internacional publico que se acredite la intencionalidad —descartando conductas negligentes de actos de tortura—, bajos los estandares de prueba que se establezcan en cada procedimiento internacional especifico. Por lo tanto, del hecho que una persona presuntamente infractora sea absuelta en un juicio penal doméstico, por la comisi6n del delito de tortura, no signifi- ca que la conducta es inocua desde el punto de vista de la responsabilidad internacional del Estado. El segundo requisite exige que la tortura produzca un dario, esto es, “severos sufrimientos fisicos 0 mentales”””, un menoscabo en la integridad fisica o siquica. El dao debe ser grave, conforme al articulo 1° de la Con- vencién de Naciones Unidas, pero tal exigencia no se encuentra presente en el articulo 2° de la CADH ni en el articulo 150 A del CP. La Corte IDH utiliza criterios objetivos y subjetivos para calificar el dafio. Dentro de los criterios objetivos se encuentran “la duraci6n, el método utilizado 0 el mo- do en que fueron infligidos los padecimientos, asi como los efectos fisicos y mentales que éstos tienden a causar”; dentro de los criterios subjetivos, la Corte incorpora a la “edad, el sexo, el estado de salud asi como toda otra circunstancia personal”, El tercer requisito establece que la tortura debe tener alguna finalidad, como obtener una confesién coaccionada en el marco de un proceso pe- nal”, Sin embargo, la CADH amplia este requisito, abarcando cualquier otro fin (art. 2 CADH). si. Sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, Caso Bueno Alves vs. Argentina, Fondo, reparaciones y costas, Serie C N° 164, de 11 de mayo de 2007, parr. 83. Sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, Caso Bueno Alves vs. Argentina, Fondo, reparaciones y costas, Serie © N° 164, de 11 de mayo de 2007, parr. 83. Sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, Caso Bueno Alves vs. Argentina, Fondo, reparaciones y costas, Serie C N° 164, de 11 de mayo de 2007, pare. 8 116 Pablo Contreras Dentro del concepto de tortura se incluyen conductas que tienen por ob- jeto menoscabar la integridad siquica del individu, conocida como tortura sicologica. Ejemplos de este tipo de tortura se encuentran las amenazas de muerte, de desaparicion de personas, de violacion y de agresién a la victi- ma oa sus familiares, proferidas por agentes del Estado‘. El ahogamiento simulado —o waterboarding— es otro ejemplo de este tipo de técnicas in- tensivas de intimidacién sicolégica proscritas por los tratados internacio- nales*', 3.4.2 Penas 0 tratos crucles, inhumanos o degradantes Una de las mayores dificultades en el Ambiro conceptual de los dere- chos humanos ha sido la diferenciacién entre tortura y otras penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes. En general, la doctrina constitucional incluye, dentro de la noci6n de aprenrios ilegitimos, todo tipo de conductas antijuridicas que afectan la integridad personal®>, El Comité de Derechos Humanos ha afirmado que el PIDCP “no conti ne definicion alguna de los conceptos abarcados por el articulo 7, ni tampo- co el Comité considera necesario establecer una lista de los actos prohibidos 0 establecer distinciones concretas entre las diferentes formas de castigo 0 de trato; las distinciones dependen de la indole, el propésito y la severidad del trato aplicado”**. En el émbito europeo, el criterio que se ha usado es la distincion de grado: las penas 0 tratos crueles serian actos de menor intensi- dad en el dafio y algunos autores han planteado que la tortura constituye una modalidad de comisién agravada de tratos crueles*’. En la misma li nea, la Corte IDH ha adoptado cl critcrio de distincién gradual entre tortura *”_ACNUDH (2019), §63. 8! Kanstroom (2009), pp. 204-205. Desde una perspectiva mas amplia, Waldron (2010), pp. 7, 16, 297 y 303-308 Por ejemplo, Henriquez y Nifiez (2008), p. 80 (“todo hecho no autorizado por ley que provoca ala persona dolor fi aplicado para obtener una conte sin 0 un determinado resultado”); Cea (2008), p. 121 (“[s]on apremios ilegitimos, en tal sentido, las torturas, y tormentos, los suplicios ¥, en general, todo trato cruel, inhu- mano o degradante de la dignidad de la persona, sea psiquica 0 fisicamente aplicado, 0 con ambas expresiones de crueldad para doblegar la personalidad de la vietima”). ®° Comité de Derechos Humanos (1992) §3. ® Sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos Reino Unido (1978) *S Diez-Picazo (2005), p. 229. ico y moral y que le App. N* 5310/71, Irlanda vs. Derecho a la integridad personal 117 ¥ otros tratos crueles. Esto ha levado que sean los tribunales quienes deben determinar, caso a caso, las conductas que caben dentro de esta categoria’. Las penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes incluyen apremios que afectan la integridad fisica siquica pero cuya intensidad no alcanza el grado de tortura. Lesiones fisicas que no alcanzan la magnitud de tortura © ciertas situaciones de humillacién que generan un detrimento moral es- tarian prohibidos bajo esta regla‘”. A modo ejemplar, la Corte Interameri- cana ha estimado como trato cruel, inhumano o degradante las siguientes conductas: encerrar un detenido en la maleta de un automévil, la detencién de una persona bajo condiciones insalubres y sin posibilidad de cambiarse de ropa, la restriccién de los detenidos 0 privados de libertad de salir al patio por un maximo de 30 minutos, mantener privado de libertad a una persona en un recinto a mas de 3.800 metros de altura 0, respecto de los familiares de una victima, cuando se queman e incineran los restos de una persona con el objeto de destruir cualquier antecedentes que pudiere revelar el paradero de la victima’’. Bajo el derecho chileno, la definicién de tratos o penas crueles es la si- guiente: “todo acto que, sin constituir tortura, vulnere el derecho a la in- regridad o dignidad de las personas privadas de libertad” (art. 2°, letra b), Ley N° 21.154), La definicion es de corte negativo, excluyendo los actos de tortura, pero no fija un umbral minimo de lesividad. Para ello, debe inter- pretarse en concordancia con el CP, que dispone que “[nJo se consideraran como apremios ilegitimos u otros tratos crueles, inhumanos o degradantes las molestias 0 penalidades que sean consecuencia tinicamente de sanciones legales, 0 que sean inherentes o incidentales a éstas, ni las derivadas de un acto legitimo de autoridad” (art. 150 D, ine. 3° del CP). Un caso especial de tortura o de trato cruel, inhumano o degradante —dependiendo de su intensidad— es la violencia sexual. De acuerdo a la Corte IDH, por violencia sexual debe entenderse un concepto amplio que comprende “la violencia sexual se configura con acciones de naturaleza se- xual que se cometen en una persona sin sti consentimiento, que ademas de comprender la invasién fisica del cuerpo humano, pueden incluir actos que 8 Nash (2014), p. 146. ** En relacidn a afectaciones de indole moral, véase Comité de Derechos Humanos (1992) * Vease, con referencias a la jurisprudencia de la Corte IDH, Canosa, et af. (2012), pp. 151-1 118 Pablo Contreras no involucren penetracién o incluso contacto ffsico alguno”*?. Un ejemplo reiteradamente denunciado en nuestro pais son los desnudamientos de de- tenidos, incluyendo a nifios, nifias y adolescentes, acompaiiados de revision de cavidades y obligacion de hacer flexiones®, a pesar que desde 2019 se encuentra prohibido en los protocolos de la policfa?!. Otros casos de violen- cia sexual corresponden a focaciones, amenazas de violacién, golpes en los genitales 0, derechamente, la violacion sexual”. 4. LIMITES DEL DERECHO El derecho a la integridad personal no es absoluto y admite limites. El or- denamiento juridico, a través de la autorizaci6n legal, fija los casos en que el Estado esta legitimado para intervenir legitimamente en la integridad fisica © siquica de un individuo. Para verificar la constitucionalidad de un limite, debera determinarse si éste cumple con los presupuestos de una teoria gene- ral de derechos fundamentales, en atenci6n a la aplicacién del principio de proporcionalidad y el contenido esencial del derecho en cuesti6n®?. En este apartado revisaremos dos hipétesis de limitaciones del derecho: la autorizacion legal y el consentimiento del titular. 4.1 Autorizacién legal de intervencion La ley puede autorizar la intervencién en la integridad personal de un individuo. Uno de los casos mas evidentes de autorizacién para limitar la integridad corporal de un individuo se encuentra en el caso de la legitima defensa que regula el articulo 10 del CP. Ademis de ello, la ley puede autorizar intervenciones corporales con distintos fines, que van desde la administracién de justicia hasta fines de i ericana de Derechos Humanos, Caso Penal Miguel Castro erie C N° 160, de 25 de noviembre de Sentencia de la Corte Inte Castro vs. Pert, Fondo, 2006, parr. 306. % Instituto Nacional de Derechos Humanos (2019), p. 47. *\ Ministerio del Interior y Seguridad Publica, Circular N° 1.832 de 2019, sobre Uso de la Fuerza: Actualiza Instrucciones al Respecto: Protocolo 4.5 sobre registro de personas privadas de libertad, Obligacion General 4. 2 Instituto Nacional de Derechos Humanos (2019), p. 48. *_ Véase, por todos, Aldunate (2008), pp. 22: tesse (2017); Bassa y Viera (2017). sparaciones y costas, Salgado (2017); Con- Derecho a la integridad personal 119 interés general. Por ejemplo, en materia sanitaria, la ley puede ordenar la vacunacion obligatoria de la poblacion. En este sentido, el articulo 32 del Cédigo Sanitario establece que el Servicio Nacional de Salud tiene “a su cargo la vacunacién de los habitantes contra las enfermedades wansmisi- bles” y que el Presidente de la Reptiblica, a propuesta del Director de Salud, “podrd declarar obligatoria la vacunacién de la poblacién contra las enfer- medades transmisibles para los cuales existan procedimientos eficaces de inmunizaci6n™. En materia de persecucién criminal, la ley faculta intervenciones corpo- rales que, por regla general, deben ser autorizadas previamente por orden judicial. La toma de muestras biolégicas o genéticas es considerada una restriccién del derecho a la integridad personal”*. EITC ha afirmado que tal restriccién debe estar autorizada por la ley, la que deberd ser determinada y especifica, respetando el principio de igualdad y no afectando el contenido esencial del derecho restringido”’. En su decisién, el TC estimé que la toma de muestras biolégicas autorizadas por la Ley N° 19.970 de 2004, que crea el Sistema Nacional de Registros de ADN, es suficientemente determinada y especifica puesto que “la integridad corporal no puede sufrir otro detri- mento distinto a la toma de muestra indicada y tampoco puede afectar a cualquier persona sino que sdlo a aquéllas previstas por la ley”, Ademas, resolvio que tal autorizacion no afectaba el contenido esencial del derecho ya que “s6lo supone la toma de muestra biolégica sin mayor detrimento corporal ni espiritual” de un individuo’”. En el ambito del ejercicio de la fuerza o la aplicacién de coaccién esta- tal directa®, el estatuto juridico que regula esta materia parece no tener un detalle suficiente para autorizar interferencias con el derecho (cuestién agravada por la falta de una ley general de control del orden puiblico). Las Fuerzas de Orden y Seguridad tienen por finalidad garantizar el orden pui- blico y la seguridad pablica interior, de conformidad con la ley (art. 101 de la Constitucién). Para tales fines legitimos, se encontraria autorizado el uso. de la fuerza que, como consecuencia, podria conllevar una restriccion del derecho a la integridad personal. Este tipo de restricciones requieren de un claro respaldo legal, de acuerdo a la reserva legal que se exige constitucio- *t STC Rol N® 1365-09, cons. 17°. STC Rol N° 1365-09, cons. 23°, citando las STC Rol N° 226-95; STC Rol N°293-99 y STC Rol N° 325-01. 2% STC Rol N° 1365-09, cons. 26°. * STC Rol N® 1365-09, cons. 37°. * rrcia de Enterria y Fernandez (2015). STC Rol N° 280-98; 120 Pablo Contreras nalmente a tal efecto”, Sin embargo, no es posible encontrar disposiciones legales expresas que autoricen y disciplinen la aplicacion de la fuerza. Si bien el ordenamiento juridico considera que las conductas ejecutadas en “cumplimiento de un deber o en el ejercicio legitimo de un derecho, autori- dad, oficio o cargo” estan autorizadas (art. 10 N° 10 del CP), desde el punto de vista constitucional, corresponde a la ley fijar la forma, progresién, me- canismos, alternativas —entre varios otros factores— del uso de la fuerza por parte del Estado. Ello no puede quedar reservado a las circulares 0 pro- tocolos institucionales. Esta omision es particularmente grave en materia de control del orden ptiblico en manifestaciones sociales y protestas en lugares publicos, en donde la regulaci6n del uso de la fuerza ha quedado reducida a unas instrucciones consagradas en una circular del Ministerio del Interior y Seguridad Puiblica!°, En relacion a los estndares interamericanos en materia de uso de la fuerza, es deber de los Estados cumplir con las obligaciones que pesan sobre los organismos a cargo de la seguridad del Estado. La Corte IDH, a su res pecto, ha fijado los siguientes criterios!”'. Primero, el uso de la fuerza fisica es excepcional y debe ser proporcional, es decir, solo es procedente cuando fracasen mecanismos menos lesivos de control. Segundo, el uso de fuerza letal —como las armas de fuego— debe estar prohibido, por regla general, y su habilitacién requiere de un mandato legal expreso, que debe ser inter pretado restrictivamente y exige una proporcionalidad estricta, “en rel con la fuerza o amenaza que se pretende repeler”. Tercero, el uso de la fuer- za debe ser calibrada por los principios de “proporcionalidad, necesidad y humanidad”. No respetar estos principios puede conducir a una privacion arbitraria de un derecho. Finalmente, el mandato legal debe someterse al principio de taxatividad penal, estableciendo “pauras lo suficientemente claras para la utilizacion de fuerza letal y armas de fuego por parte de los agentes estatales, asi como para asegurar un control independiente acerca de la legalidad de la misma”. jacion En nuestro pais, el INDH ha documentado diversos casos de infraccio- nes al uso legitimo de la fuerza ptiblica, afectando la integridad fisica y % Bn términos generales, Garefa (2004) y Guiloff (2017). En relacién con el uso de la fuerza para controlar el orden publico, véase Muiioz (2016), pp. 229-232, Ministerio del Interior y Sepuriclad Publica, Circular N° 1.832 de 2019, sobre Uso de la Fuerza: Actualiza Instrucciones al Respecto. tor Sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, Caso Familia Barrios vs. Venezuela, Fondo, reparaciones y costas, Serie C N° 237, de 24 de noviembre de 2011, parr. 49. Derecho a la integridad personal 121 siquica de las personas. Dentro de las conductas denunciadas en contra de agentes del Estado se encuentran heridas en la cabeza producto de disparos de armas no letales o letales o de bombas lacrimégenas; los disparos a corta distancia; las lesiones oculares; los ataques mientras se esta recibiendo asis- tencia médica o el retraso o denegacién de atencién de salud, entre otras!” Recientemente, las cortes han acogido recursos de amparo en contra del uso de carros lanza agua para dispersar manifestaciones pacificas'””, puesto que Carabineros ha empleado una mezcla de agua con gas lacrimégeno CS, sin un procedimiento reglado, y provocando quemaduras en las personas que afectan su seguridad individual e integridad fisica’®*. 4,2 Renuncia y consentimiento del titular En segundo lugar, se encuentran las hipétesis de renuncia del ejercicio del derecho o la autorizacién del titular del derecho a que la integridad personal sea intervenida. Respecto de la renuncia del ejercicio del derecho, la mayoria de la doc- trina no tematiza este aspecto de la teoria general de los derechos funda- mentales, y los pocos autores que la abordan entienden que se trata de una conducta permitida constitucionalmente, al punto de ser considerado parte del contenido mismo del derecho en el caso de libertades!’, Con claridad, Riffo ha sostenido que la renuncia del ejercicio del derecho a la integridad fisica es una decision que integra las facultades reconocidas por el mismo derecho". En otros términos, es “parte del ejercicio de ese derecho la deci- sin de no gozar, o incluso de sacrificar el bien protegido, por ejemplo, lle- vando una vida insalubre —fumando regular y copiosamente, consumien- do comidas 0 alcohol en exceso—, causando perjuicios al propio bienestar corporal © acortando la propia vida, por despreocupacion o de manera deliberadamente autodestructiva”!°7. La renuncia al ejercicio del derecho a la integridad personal legitimaria, constitucionalmente, conductas como el boxeo, la lucha libre o el sadomasoquismo (sin perjuicio de las reconduc- 'e2 Instituto Nacional de Derechos Humanos (2019), pp. 38-39. 10 Sentencia de la Corte de Apelaciones de Concepcion, Rol 24: sentencia de la Corte Suprema, Rol N° 40.936-2019. Sentencia de ka Corte de Apelaciones de Concepcién, Rol 242-2019, cons. 8° y 9%, con- firmada por la sentencia de la Corte Suprema, Rol N° 40.936-2019. 10s Aldunate (2008), p. 161; Riffo (2017), p. 369. v6 Riff (2017), p. 369. 17 Ibid. 019, confirmada por 122 Pablo Contreras ciones dogmaticas que efecttie, al respecto, la doctrina penal o civil sobre estas conductas). Una forma de renuncia, visto desde otra perspectiva, es la autorizacion © consentimiento del titular del derecho a ser sometido a una intervencién corporal 0 siquica. El consentimiento es particularmente relevante en ma- teria sanitaria. En nuestro pais, los tribunales tuvieron que lidiar con la aplicacién directa de reglas constitucionales cuando no existfa norma legal expresa que protegiese el consentimiento. Los casos emblematicos fueron las transfusiones de sangre forzadas 0 los casos de alimentacién forzada en huelgas de hambre"*. Solo hace algunos afios atras, el legislador regulo el consentimiento en materia sanitaria, a partir de la Ley N° 20.584 de 2012, que establece de- rechos y deberes de los pacientes y regula la atencién en salud. El articulo 14 consagra la regla del consentimiento: “[t]oda persona tiene derecho a otorgar o denegar su voluntad para someterse a cualquier procedimiento © tratamiento vinculado a su atencién de salud”, con las limitaciones que establece la ley. El consentimiento, en este caso, no solo habilita a efectuar la intervencion sanitaria sino que, en ejercicio de la autonomia protegida por el derecho a la integridad personal, legitima la denegacién frente a tra- tamientos procedimientos. La misma ley establece limites al objeto del consentimiento. El articulo 16 de la Ley N® 20.584 establece que “[e]n ningtin caso, el rechazo de tra- tamiento podra implicar como objetivo la aceleracién artificial del proceso de muerte”. Otros limites fijados tienen por objeto el resguardo de la salud publica, conforme al Cédigo Sanitario (art. 16, inc. 2 de la Ley N° 20.584). 5. GARANTIAS DEL DERECHO El concepro de garantia de un derecho es amplio y comprende aquellos mecanismos de proteccion de un derecho, sean 0 no jurisdiccionales!®*. El derecho a la integridad personal esta protegido por ambos tipos de garan- tias. 108 Sobre estos casos, véase, entre otros, Nogueira (2007), pp. 26 pp. 280-281 y 291; Precht y Paundes (2013). 10% Vease, por todos, Garcia, ef al. (21016), pp. 511-513; Paredes (2014), pp. 15 y siguientes. 289; Figueroa (2008), Derecho a la integridad personal 123 S.1 Garantias jurisdiccionales A nivel constitucional, las principales garantias del derecho son dos: el recurso de proteccién y el recurso de amparo. Otras garantias jurisdiccio- nales, a nivel legal, se encuentran en la cautela de garantias en el marco del proceso penal (art. 10 del Codigo Procesal Penal, en adelante, “CPP”), la exclusién de prueba ilicita en materia de procedimiento penal (art. 276 CPP) o la exigencia de autorizacion legal para ciertas diligencias probato- rias (art. 9 CPP), por mencionar algunas. En el ambito laboral, la accién de tutela de derechos fundamentales del trabajador ha sido el mecanismo id6neo para garantizar la integridad fisica y siquica de los trabajadores, incluyendo la proteccién frente al acoso laboral!!®. Respecto del recurso de proteccién, el derecho a la integridad personal es uno de los derechos taxativamente incluidos dentro del catalogo protegido por esta accidn. El recurso procede frente a acciones u omisiones, ilegales © arbitrarias, que priven, perturben o amenacen el ejercicio legitimo del derecho a la integridad personal (art. 20 de la Constitucién). El recurso procede ranto respecto de afectaciones a las obligaciones negativas como las positivas que derivan del objeto del derecho en cuestién, y los tribunales superiores de justicia tienen amplias facultades para restablecer el imperio del derecho por la amenaza o vulneracion constatada. A través de la jurisprudencia del recurso de proteccién, por ejemplo, se ha podido proreger el derecho a la integridad fisica 0 siquica de las perso- nas, en conexién al derecho a la proteccion de la salud. Por ejemplo, las cortes han obligado a financiar medicamentos 0 tratamientos cuando no existe cobertura ante enfermedades carastroficas que pueden impedir la so- brevivencia de un individuo o afectar severamente sus capacidades motrices o de mayor sobrevida!!. Por otro lado, el derecho se encuentra indirectamente protegido por el recurso de amparo o habeas corpus. Conforme al articulo 21 de la Consti- tucidn, el recurso de amparo es una accidn especial que garantiza el ejer cio legitimo de la libertad personal y la seguridad individual. Aun cuando el texto del articulo 21 especifica el derecho a la libertad personal y seguridad individual —establecido en el articulo 19 N° 7 de la Constitucion— el tipo de tutela que la practica jurisprudencial ha brindado en materia de integri- 110 Véase, en general, Ugarte (2018), pp. 120-139. '1_ Véase, con referencias jurisprudenciales, Direccién de Estudios de la Corte Suprema (2019), pp. 24-26. 124 Pablo Contreras dad fisica y siquica —bajo la proteccién de la seguridad individual— ha permitido ampliar la garantia hacia otros derechos y frente a apremios ile- gitimos. Este empleo del recurso de amparo con el objeto de tutelar la integridad personal ha sido particularmente relevante en el ambito penitenciario. Co- mo bien demuestra Stippel, los reclusos han interpuesto recursos de amparo con el objeto de resguardar sus derechos frente a maltratos —abusos fisicos 0 sicolégicos—, atencién médica, abusos por otros reos, sanciones disci~ plinarias, condiciones penitenciarias —incluyendo condiciones relativas al alojamiento, hacinamiento o la higiene—, entre varias otras materias'. 5.2. Otras garantias Ademis de los recursos jurisdiccionales establecidos directamente en la Constitucién, es necesario atender a otros mecanismos estatales de resguar- do del derecho. Mediante la Ley N° 21.154, se designa al Instituto Nacio- nal de Derechos Humanos como el Mecanismo Nacional de Prevenci6n contra la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos y Degradan- tes (“Mecanismo”). Esta ley viene a ejecutar el Protocolo Facultativo de la Convencién contra la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos 0 Degradantes (“Protocolo”), ratificado por Chile el afio 2008. El Mecanismo es un 6rgano de visitas para la prevencién de la tortura otros penas o tratos crucles (art. 3 del Protocolo; art. 1° de la Ley 21.154). Tal como exige la normativa internacional, estos érganos deben ser inde- pendientes del gobierno'. El INDH asegura una autonomia funcional res pecto del gobierno. Sin embargo, la ley publicada tuvo un severo retroceso en materia de independencia ¢ imparcialidad respecto del Mecanismo. A partir del control preventivo de constitucionalidad de la Ley N° 21.154, el TC declaré inconstitucional el fuero procesal establecido a favor de los Expertos del Comité de Prevencidn contra la Tortura, por estimar que cons- tituia un privilegio incompatible con el principio de igualdad ante la ley establecido en el articulo 19 N° 2 de la Constitucién! "+ Las atribuciones del Mecanismo permiten entender por qué se trata de una garantia no jurisdiccional. En general, el Mecanismo cuenta con las facultades de examinar periddicamente la situacién y condiciones de las 42 Stippel (2013), pp. 187 y siguientes. 445 Blengio (2010), p. 295. §4 STC Rol N* 5965-19, cons. 36°. Derecho a la integridad personal 125 personas privadas de libertad, efectuar visitas y monitorear los recintos de privacion de libertad, requerir informacion a las autoridades y servicios a cargo de la ejecucién de penas y, en general, informar sobre el estado de la poblacién penitenciaria en el ejercicio de sus derechos (art. 3° de la Ley N° 21.154). En otros términos, el Mecanismo contempla atribuciones. inspectivas que tienen por objeto velar por los derechos de los privados de libertad. De esta forma, se tiene un objetivo de prevencién de la tortura en dos niveles: “reduciendo los factores de riesgo y eliminando las posibles causas” (prevencidn directa) asi como de “crear un ambiente en el que no existan condiciones que faciliten los malos tratos y torturas” (prevencién indirecta). Alestar radicado en el INDH, el Mecanismo tiene una importante ven- taja en términos de enforcement. Al constatarse afectaciones a los derechos de las personas privadas de libertad, el INDH esta facultado para ejercer las acciones constitucionales de proteccion y/o amparo a favor de ellas (art. 3° N° 5 de la Ley N° 20.405). De esta forma, las facultades inspectivas y de monitoreo se encuentran radicadas en el mismo organismo que cuenta con legitimaci6n activa para accionar a favor de los afectados en el ejercicio legitimo de su derecho a la integridad personal. 4S” Pino (2013), p. 10. 126 Pablo Contreras Bibliografia citada ACNUDH, 2019: “Informe sobre la misién a Chile. 30 de octubre - 22 de noviembre de 2019”, Disponible en: hetps://www.ohehrorg/Documents/CountrieCL/Report_ Chile_2019_SP.pdf. Fecha de consulta: 6 de enero de 2020. Atpunate, Eduardo, 2008: Derechos fundamentales, Santiago, Legal Publishing, Bassa, Jaime y Vieka, Christian, 2017: “Contenido esencial de los derechos fundamen- tales”, en Conrreras, Pablo y SarGapo, Constanza (eds.), Mammal sobre derechos fundamentales. Teoria general, Santiago, LOM ediciones. 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