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ANTECEDENTES HISTÓRICOS DEL SURGIMIENTO DEL DERECHO DEL

TRABAJO

1.1. EN EL ORBE

“El trabajo humano es una necesidad de la naturaleza. El hombre que no trabaja se


degrada física y moralmente”1. En el devenir de la historia, éste ha asumido formas diversas
y las sociedades lo han regulado tan diversamente como también lo han sido las culturas.

En las civilizaciones antiguas anteriores al mundo grecorromano, el trabajo se


consideraba como algo preferentemente servil. La política, el sacerdocio y las armas se
reservaban exclusivamente para la nobleza y el trabajo era desempeñado predominantemente
por esclavos. Por otro lado, los trabajadores libres eran esclavos manumitidos o nobles que
no prosperaron en las profesiones antes dichas. Por lo anterior, las raíces de las normas de
índole laboral son bastante antiguas, pudiéndose citar el Código de Hammurabi y el
Deuteronomio, los cuales contenías disposiciones acerca del salario mínimo. Lo propio
realizaron los egipcios quienes desarrollaron un corporativismo que posteriormente tuvo
influencia en Roma.

En Grecia, hasta antes de las Guerras del Peloponeso, eran considerados trabajos
reservados exclusivamente a los nobles,-además de las armas y la política- la agricultura, la
actividad comercial y los tejidos. En el apogeo griego, el trabajo manual es desarrollado por
los esclavos, salvo parcialmente el agrícola.

Los romanos no tenían un concepto latino propio para referirse al trabajo como lo
entendemos hoy. Opus es el resultado de una actividad material; operae significa jornada de
trabajo. De allí que por largo tiempo se utilizara la expresión locatio o el arrendamiento de
cosas al trabajo, toda vez que se tomaba en cuenta la obra y no al que la desarrollaba. Con
posterioridad, y dado el desarrollo del trabajo libre, el Derecho Romano fue perfeccionando
sus conceptos, pasando de las normas meramente patrimoniales, las cuales regían el trabajo
esclavo y sus asimilaciones, a un derecho obligacional, que distinguía entre la locatio
conductio operarum, en la cual el arrendador de servicios asumía los riesgos del negocio,

1 Thayer Arteaga, William y Novoa Fuenzalida, Patricio. Manual de Derecho del Trabajo Tomo I. Editorial
Jurídica de Chile, 1993 p. 9.
disponiendo de los frutos del trabajo; versus la locatio conductio operis, el cual corresponde
al contrato de confección de obra por una suma alzada.

El contrato de trabajo parece provenir de la locatio conductio operarum, cuyas bases


provienen del Derecho Romano a través del Código Napoleónico. En general, el antecedente
más preciso del Derecho del Trabajo moderno lo constituiría la situación especial de los
esclavos manumitidos que realizan un trabajo libre, el cual fue protegido de manera especial
por el Derecho. Contrariamente, para quienes continuaban siendo esclavos no existía
protección hasta antes del Cristianismo, pues se les asimilaba a las cosas. Para los
trabajadores libres imperó durante largo tiempo el principio de la autonomía de la voluntad,
el cual entró en conflicto de manera parcial con el Derecho del Trabajo Contemporáneo.

Con la llegada del Cristianismo se impulsó la manumisión de los esclavos y sobretodo


la humanización, espiritualización y dulcificación de las relaciones de trabajo.

Con la caída del Imperio Romano, se produjo un debilitamiento de la autonomía de


la voluntad, dando paso al predominio de las normas locales. Así, durante este período se
celebraban convenciones diversas en las cuales los propietarios de la tierra entregaban ésta
al rey, abad o señor, a cambio de su defensa. Las relaciones recíprocas de amparo, servicios
y provisión de productos fueron dando paso a un nuevo derecho medieval.

El desarrollo de las ciudades marcó el surgimiento y apogeo de la organización


gremial, los cuales tenían por función reglamentar y tutelar la producción artesanal, siendo
un símil de lo que hoy son los colegios profesionales.

Posteriormente, una serie de circunstancias llevaron a la crisis del sistema corporativo


o gremial del Medioevo, dando paso al individualismo liberal, el cual fue recogido por la
Revolución Francesa, suprimiéndose así el derecho de asociación en la Declaración de
Derechos del Hombre y del Ciudadano pues se consideró que a través de él podría regresarse
al sistema corporativo que era atentatorio contra la libertad individual y el derecho autónomo
del trabajo. Las guerras napoleónicas se encargarían de difundir estos principios por toda
Europa.
En ese contexto histórico se desarrolló el industrialismo moderno, donde tiene
relevancia la burguesía, es decir, la clase del ciudadano común, que no es noble ni
eclesiástico, pero que posee tierras, capitales e ingresos que le permiten acceder a los medios
de producción. Lo anterior dio origen al fenómeno de la Revolución Industrial, la cual
requirió un mayor número de trabajadores y consecuencialmente motivó la migración de
personas desde los campos a las ciudades y centros industriales. Esta última circunstancia
fue generalizándose a lo largo de los siglos XVIII y XIX e imbricándose recíprocamente: la
abundancia de oferta de trabajo estimulaba el desarrollo industrial, por los bajos costos; pero
la creación de fuentes de trabajo alentaba a su vez la migración de nuevos contingentes.

Así las cosas, el capital podía organizarse, pero el trabajo no podía asociarse. Cada
trabajador aisladamente era débil e indefenso. Por otro lado, a los poseedores del capital los
amparaba un sistema de derecho que les permitía hacer y deshacer siguiendo las leyes
económicas. El trabajo asalariado fue sometido entonces a la conveniencia y decisión del
propietario, administrador o poseedor del capital, ante la pasividad o respaldo del Estado a
aquel abuso. Ese fue el escenario propicio para el surgimiento de una disciplina jurídica que
finalmente se denominó Derecho Laboral o Derecho del Trabajo.

1.2. EN CHILE

El Derecho del Trabajo como disciplina jurídica autónoma surge en los inicios del
siglo XX, con la dictación de las primeras Leyes Sociales en el año 1924.

Anteriormente, la relación laboral individual se sujeta a la autonomía contractual, la


cual es más una manifestación del poder individual del empresario. Así, esta relación se rige
por normas generales del Código Civil y algunas normas particulares sobre “arrendamiento
de criados domésticos”, “contratos para la confección de una obra material” y el
“arrendamiento de servicios inmateriales”. En ese orden de cosas, distintas teorías plantearon
la posibilidad de enmarcar la relación laboral dentro de algunas de las figuras del Derecho
Civil o Comercial que intercambian trabajo versus retribución, a saber:

a) Teoría del arrendamiento: Sostiene que la cosa arrendada era la fuerza de trabajo del
trabajador, que podía ser utilizada por otro como ocurre con la máquina o la fuerza
animal.
Se critica esta teoría ya que la energía de trabajo del dependiente no formaría parte de
su patrimonio y, por lo tanto, no podría ser objeto de contrato. Sin embargo, este
argumento es débil ya que, si lo extremamos, esta energía no podría ser objeto de
contrato alguno, ni siquiera laboral.

Otra crítica a esta tesis postula que es de la esencia de este tipo de contratos ceder el
uso y goce de una cosa que no se destruye como consecuencia de ello, para ser
devuelta al arrendador cuando expire el contrato, lo que en el contrato de trabajo sería
imposible, ya que la fuerza de trabajo se consume en el acto mismo de la prestación
de servicios.

En el arrendamiento y otros contratos civiles está en juego el haber de las partes, a


diferencia del contrato de trabajo vinculado con el ser del trabajador, irreductible a
un mero contenido patrimonial. Es imposible pensar en un arrendamiento de persona.

En el arrendamiento quien realiza el trabajo es un sujeto independiente y autónomo


que queda obligado a una obligación de hacer, en cuanto intercambio de una obra
material (arts. 1996 y ss. C.C) o servicio inmaterial (arts. 2006 y ss. C.C.) por un
precio; mientras que en el contrato de trabajo el dependiente coloca su capacidad de
trabajo bajo las órdenes del empleador. En suma, el elemento distintivo y
determinante del contrato de trabajo es la subordinación y dependencia.

b) Teoría de la compraventa: Según esta teoría, la relación laboral se trataría de un


contrato de compraventa de energía, similar al contrato de prestación de energía
eléctrica.
Se critica esta tesis por el importante contenido personal del contrato de trabajo,
donde la energía laboral es inseparable de la persona en cuanto sujeto de derecho, por
lo cual no puede enajenarse como una mercancía.

c) Teoría de la sociedad: Para el art. 2053 C.C., la sociedad o compañía es un contrato


en que dos o más personas estipulan poner algo en común con la mira de repartir entre
sí los beneficios que de ello provengan. En consecuencia, los elementos de la sociedad
son: aporte de los socios, participación en las utilidades, contribución a las pérdidas
y la affectio societatis o intención de formar sociedad.
Algunos sostuvieron que el contrato de trabajo era una sociedad en comandita2. Sin
embargo se critica esta postura, ya que el trabajador no participa del riesgo de la
empresa y, en consecuencia, no participa de las pérdidas, buscando de tal forma un
ingreso seguro y la no asunción de riesgos.

Además falta la affectio societatis y en el contrato de trabajo hallamos la


subordinación y dependencia, que no está presente respecto del socio.

d) Teoría del mandato: El art. 2115 C.C. define el contrato en el cual una persona confía
la gestión de uno o más negocios a otra, que se hace cargo de ellos por cuenta y riesgo
de la primera. Así, el objeto del mandato es la realización de actos jurídicos, mientras
que en la relación laboral se presta cualquier servicio intelectual o material, siendo la
realización de actos jurídicos excepcional.
El mandatario puede delegar sus funciones, mientras que el trabajador no, la relación
es más personal, bajo subordinación y dependencia.

Con las Leyes Sociales de 1924 y sus modificaciones, las cuales fueron sistematizadas
en el Código del Trabajo de 1931, se configuró el primer modelo normativo, el cual tuvo
vigencia hasta 1973, año en el cual por la ruptura institucional que se produjo en ese entonces,
se suspende la aplicación de muchas de sus normas y ya a fines de la década de 1970 se
deroga dicho cuerpo de leyes. Ahora bien, las Leyes Sociales de 1924 establecieron el
contrato de trabajo como contrato nominado, surgiendo así un régimen jurídico especial, cuya
particularidad estriba en el establecimiento de dos contratos de trabajo atendiendo al
reconocimiento de dos clases de trabajadores: los obreros y los empleados 3, los cuales eran
regulados por las Leyes N° 4.053 y 4.059 respectivamente. Dicha distinción se mantuvo en
el Código del Trabajo de 1931.

2 La sociedad en comandita en aquella que se encuentra conformada por dos tipos de socios: los socios
gestores y los socios comanditarios. Los primeros son aquellos que participan en la administración de la
sociedad y su responsabilidad en la misma es solidaria, mientras que los segundos sólo participan aportando
el capital de la misma, por lo que su responsabilidad es hasta el monto de sus aportes.
3 La distinción entre obreros y empleados radica en que los primeros desarrollan una actividad principalmente

manual, mientras que los segundos desarrollan una actividad primordialmente intelectual.
Posteriormente, las normas que integraron el Plan Laboral- que corresponde al
modelo normativo de relaciones laborales impuesto durante el régimen militar- unificaron el
régimen jurídico del contrato de trabajo, tal como se mantiene en la actualidad.

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