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ACCION DE REPARACION DIRECTA - Falla médica / FALLA MEDICA - De

Centro Hospitalario en procedimiento quirúrgico / FALLA MEDICA


QUIRURGICA - En procedimiento de cesárea / PROCEDIMIENTO QUIRURCO
- Falla médica ocasionó muerte de paciente / DAÑO ANTIJURIDICO - Muerte
de mujer por indebida atención médica y hospitalaria posterior a
procedimiento quirúrgico de cesárea el 7 de julio de 1993 / FALLA MEDICA
POR INDEBIDA ATENCION - En Hospital María Inmaculada de Florencia de
Caquetá / TRABAJO DE PARTO - Falla médica quirúrgica / FALLA MEDICA
OBSTETRICA - En atención de paciente al practicarse cesárea

El acervo probatorio que reposa en la actuación permite establecer que


aproximadamente a las 7:00 a.m. del 23 de junio de 1993, la señora Magnolia
Garzón Rodríguez acudió al servicio del hospital María Inmaculada de Florencia,
para recibir asistencia médica en el parto de su primer hijo. Ese mismo día le
fueron practicadas una cesárea por estrechez pélvica y, minutos más tarde,
histerectomía por atonía uterina. Tres días después de las intervenciones, se le
dio de alta. El 29 de junio de 1993, la paciente reingresó al servicio en mal estado
de salud. Al día siguiente se le hizo valoración por medicina interna, con
diagnóstico de “sepsis abdominal aguda”, atendida en el centro asistencial hasta el
6 de julio siguiente y remitida, a solicitud de sus parientes, al hospital Materno
Infantil de Bogotá (historia clínica 31-67 c-7). En este último centro asistencial se
le hizo diagnóstico de shock séptico, miometritis y falla renal multisistémica y fue
sometida a laparotomía exploratoria (historia clínica) La paciente falleció al día
siguiente, según el registro civil de la defunción.(…) En el presente caso, el acervo
probatorio que reposa en la actuación permite establecer que la muerte de la
señora Magnolia Garzón Rodríguez fue consecuencia directa de una falla en la
prestación del servicio médico suministrado en el Hospital Departamental María
Inmaculada de Florencia.

SENTENCIA EN PROCESO PENAL - No genera efectos de cosa juzgada en


proceso contencioso administrativo / PROCESO PENAL - No hay graduación
de la culpa / PROCESO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO - La negligencia
grave de un servidor público da lugar a la responsabilidad patrimonial del
Estado

Ha señalado la Sala que la decisión que profiera el juez penal en contra de los
servidores estatales no enerva la acción de repetición o el llamamiento en garantía
que se formule en contra de los mismos, a menos que se hubiera dictado a su
favor sentencia absolutoria, con fundamento en una de las causales previstas en
el artículo 57 del Código de Procedimiento Penal vigente al momento de los
hechos (Decreto 2700 de 1991), esto es, que el hecho no existió, el sindicado no
lo cometió, obró en cumplimiento de un deber legal o en legítima defensa.
Además, se ha considerado que, cuando en la sentencia penal se condene a los
servidores estatales al cubrimiento de una indemnización, el juez administrativo
podrá establecer que éstos deban reintegrar a la entidad estatal a la que ellos
prestaban sus servicios una suma superior, pero podrán descontar de esa suma lo
que hubieran pagado, en acatamiento de la sentencia penal, a quienes figuren
como demandantes en el proceso de reparación.

FUENTE FORMAL: CODIGO DE PROCEDIMIENTO PENAL - ARTICULO 57 /


DECRETO 2700 DE 1991

ACCION DE REPETICION - No exonera de responsabilidad a servidores


estatales condenados en proceso penal / PROCESO PENAL - No hay
graduación de la culpa por lo que existe responsabilidad de servidores del
estado y es necesario iniciar en su contra acción de repetición /
RESPONSABILIDAD PATRIMONIAL DE FUNCIONARIO ESTATAL - Se
requiere demostrar la negligencia para su configuración

También se ha señalado que, así en el proceso penal que se adelante en contra


de los servidores estatales se los condene por los mismos hechos que dan lugar a
la acción de reparación, en la modalidad de culposo, esa decisión no impide
exonerarlos de responsabilidad en la acción de repetición o el llamamiento en
garantía, porque en el proceso penal no hay graduación de la culpa, pero para
deducir responsabilidad patrimonial sí se requiere demostrar la grave negligencia.
NOTA DE RELATORIA: Referente al reembolso de la condena por parte del
llamado en garantía a la entidad estatal vencida, consultar sentencia de 05 de
diciembre de 2006, Exp. 15046, MP. Ruth Stella Correa.

CONCILIACION - No debe entenderse como una condena a cargo de la


entidad estatal demandada / LLAMADO EN GARANTIA - Los efectos de la
conciliación no recaen sobre él sino hizo parte de la misma

En sentencia C-037 de 5 de febrero de 1996, la Corte Constitucional precisó que


no era posible equiparar la conciliación a una condena a cargo de la respectiva
entidad pública, comoquiera que se trata de una medida que rebasa el contenido
del artículo 90 superior, en cuanto este condiciona su aplicabilidad, justamente, al
hecho de que el Estado haya sido judicialmente encontrado responsable de un
daño antijurídico, cometido por la acción o la omisión de uno de sus agentes.
Destacó que la conciliación no podía asimilarse a una condena y que, de ser ello
así, también debería aplicarse en esos eventos el artículo 248 del estatuto
fundamental. Anotó, además, que de admitirse la equiparación de que se trata, se
vulneraría el derecho fundamental al debido proceso del servidor público, a quien
se imputa la causación del daño, comoquiera que estaría obligado a pagar la
suma acordada entre las partes, sin haber tenido oportunidad para defenderse. Y,
en sentencia C-338 de 3 de mayo de 2006, la Corte reiteró que, si el llamado en
garantía no participa en la conciliación, no le es oponible el acuerdo al que lleguen
eventualmente las partes. NOTA DE RELATORIA: Referente a los efectos de la
conciliación sobre los llamados en garantía, consultar sentencia C-338 de 03 de
mayo de 2006.

FUENTE FORMAL: CONSTITUCION POLITICA - ARTICULO 248

RESPONSABILIDAD PATRIMONIAL DEL ESTADO - Las actuaciones u


omisiones de agentes, funcionarios o autoridades públicas comprometen la
responsabilidad estatal

El Constituyente de 1991 consagró en el artículo 90, la cláusula de


responsabilidad del Estado, al señalar que "El Estado responderá
patrimonialmente por los daños antijurídicos que le sean imputables, causados por
la acción o la omisión de las autoridades públicas". Al respecto, la Corte
Constitucional se ha pronunciado sobre el fundamento de la responsabilidad
patrimonial del Estado y de sus agentes, señalando que el primero, a efectos de
cumplir sus fines, desarrolla sus funciones por medio de órganos a cargo de
personas que son agentes, funcionarios o autoridades públicas, cuyos actos, en
relación con el servicio, resultan imputables directamente al ente público.
Responsabilidad patrimonial del Estado que se presenta cuando se produce un
daño antijurídico causado por la acción o la omisión de las autoridades públicas.
En este evento tiene como fundamento el "principio de garantía integral del
patrimonio de los ciudadanos, consagrados en los artículos 2, 58 y 90 de la
Constitución.

FUENTE FORMAL: CONSTITUCION POLITICA - ARTICULO 2 /


CONSTITUCION POLITICA - ARTICULO 58 / CONSTITUCION POLITICA -
ARTICULO 90

RESPONSABILIDAD PATRIMONIAL DEL HOSPITAL DEPARTAMENTAL


MARIA INMACULADA DE FLORENCIA - Por falla en atención médica post
operatoria a mujer que dio a luz / RESPONSABILIDAD PATRIMONIAL DE
CENTRO HOSPITALARIO - Por deficiencia en atención ginecobstétrica

El análisis en conjunto de los medios de pruebas que obran en el proceso permite


concluir que a la señora Magnolia Garzón Rodríguez le fue vulnerado su derecho
fundamental a la salud, razón por la cual el Hospital Departamental María
Inmaculada de Florencia fue condenado a responder por el Tribunal y debió
hacerlo, pues en segunda instancia las pretensiones fueron conciliadas y el
convenio aprobado por esta Corporación. Lo anterior, pues, dado el procedimiento
y el estado de salud por el que atravesaba la señora Garzón Rodríguez, tenía que
haber sido observada y tratada en el post operatorio y, como no se observó la
diligencia debida, no queda duda sobre la responsabilidad de la administración.

LLAMAMIENTO EN GARANTIA - La entidad demandada debe acreditar la


culpa grave o dolo del llamado para poder repetir en su contra / CULPA
GRAVE O DOLO - Exigen reproche de la conducta del sujeto y excluyen la
corrección sobre los deberes de conducta impuestos por el ordenamiento

En lo que tiene que ver con la conducta de los agentes, es menester señalar que
corresponde al llamante en garantía probar que incurrieron en culpa grave o dolo,
dando lugar a la condena; al tenor del artículo 177 del C. de P.C. norma que,
siguiendo el principio generalmente aceptado en materia probatoria, dispone que
incumbe a cada una de las partes probar los supuestos de hecho que alega. La
culpa grave o el dolo exigen una manifestación de reproche sobre la conducta del
sujeto y excluyen la corrección sobre los deberes de conducta impuestos por el
ordenamiento, en tanto implican un comportamiento de tal negligencia que se
asemejan a la intención de causar daño, pues las acciones y omisiones son de tal
gravedad que excluyen toda justificación. Se trata, entonces, de adelantar un juicio
que más que descuido, conlleve negligencia de aquella que no admite
comparación ni siquiera con la que emplean las personas de poca prudencia en
los asuntos propios. Se concluye entonces que no cualquier conducta, así fuere
errada, compromete la responsabilidad de los servidores públicos.

FUENTE FORMAL: CONSTITUCION POLITICA - ARTICULO 90 / CODIGO DE


PROCEDIMIENTO CIVIL - ARTICULO 177

LLAMADO EN GARANTIA - Se deben analizar sus actuaciones para


determinar su grado de responsabilidad / LLAMADO EN GARANTIA - Se
acreditó la culpa grave de los médicos que atendieron a la víctima /
MEDICOS LLAMADOS EN GARANTIA - Su conducta fue constitutiva de culpa
grave / CULPA GRAVE DE MEDICOS - Por la negligencia en la atención
brindada a la paciente en el hospital María Inmaculada de Florencia /
RESPONSABILIDAD MEDICA - Al pasar por alto su grave situación médica,
inconcebible dada su condición de especialistas, ante patologías claramente
reconocibles y tratables / RESPONSABILIDAD DE MEDICOS - Por el riesgo
de una salida apresurada y la omisión en el suministro de medicamentos,
práctica de exámenes e intervención urgente para erradicar el foco
infeccioso / FOCO INFECCIOSO QUIRURGICO - Ocasionada en cesárea por
obstetras al no suministrar los medicamentos para controlarla

La Sala ha explicado que para establecer la responsabilidad personal de los


agentes, ex agentes estatales o particulares investidos de funciones públicas, el
análisis de sus actuaciones comporta, necesariamente, el estudio de las funciones
asignadas, para así establecer el incumplimiento y su gravedad. Esta última,
desde la perspectiva del comportamiento del agente. Es decir, se trata de
determinar si el agente comprometido actuó con intención de causar daño, pues
los elementos de convicción dan lugar a establecer una falta de diligencia extrema,
equivalente a la señalada intención. Es decir, al margen de la legalidad o
ilegalidad de la actuación, se habrá de determinar si la conducta de los servidores
se sujetó a los estándares de corrección o los desbordó hasta descender a niveles
que no se esperarían ni siquiera del manejo que las personas negligentes
emplean en sus propios negocios; de manera que lo acontecido no encuentre
justificación. En el caso concreto, considera la Sala que la conducta de los
médicos llamados en garantía fue constitutiva de culpa grave, en tanto actuaron
con gran negligencia en la atención que le brindaron a la señora Magnolia Garzón
Rodríguez, en el hospital María Inmaculada de Florencia, ya que pasaron por alto
su grave situación médica, inconcebible dada su condición de especialistas, ante
patologías claramente reconocibles y tratables. Esto es así porque el desenlace no
habría ocurrido de no haberla expuesto al riesgo de una salida apresurada y, más
adelante, la omisión en el suministro de medicamentos, práctica de exámenes y
de la intervención urgente para erradicar el foco infeccioso. Aunado al retardo en
su remisión a un centro donde se le habría brindado la atención adecuada.
Deficiencias que tornaron ineficaz la atención que finalmente se le brindó en el
hospital Materno Infantil de Bogotá.

CULPA GRAVE DE LOS LLAMADOS EN GARANTIA - Por omitir sin razón


alguna los tratamientos post operatorios que requería la víctima / CULPA
GRAVE DE MEDICOS OBSTETRAS - Llamados en garantía por negligencia
en atención de paciente a quien se le practicó cesárea / CULPA GRAVE DE
MEDICO - Por abstenerse de adelantar la intervención que el estado de la
paciente requería para erradicar foco infeccioso / CULPA GRAVE - De
médico obstetra por no remitir a paciente a cuidados intensivos

Considera la Sala que el médico José Vicente León Carrero actuó con culpa
grave, porque no hizo seguimiento estricto a la señora Magnolia Garzón
Rodríguez en el postoperatorio, a pesar de haberle practicado cesárea, por
estrechez pélvica e histerectomía por atonía uterina y de la evolución desfavorable
en el postoperatorio, dado que, no obstante haber presentado fiebre indicativa de
infección y vómito, en algunas ocasiones con sangre, ordenó su salida sin haberle
suministrado un cuadro de antibióticos, como era de esperarse y tampoco ordenó
la práctica de exámenes para determinar la causa de la coagulopatía
sobreañadida, de la cual se hizo diagnóstico presuntivo y que finalmente se
confirmó en la necropsia. También considera la Sala que la médica Mireya
Mahecha Mahecha incurrió en culpa grave, en tanto tuvo bajo su responsabilidad
a la señora Magnolia Garzón Rodríguez durante la segunda oportunidad en la que
permaneció en el hospital María Inmaculada de Florencia y, sin perjuicio de haber
diagnosticado en razón de la valoración por reingreso “infección puerperal
quirúrgica, falla renal”, se abstuvo de adelantar la intervención que el estado de la
paciente requería para erradicar el foco infeccioso, a pesar de que este era el
indicado, para limitare a tratar con antibióticos, siendo un cuadro que se fue
agravando día a día, omitió revaluar el tratamiento, cuando lo pertinente tenía que
ver con remitirla en forma oportuna a una unidad de cuidados intensivos, siendo
ello necesario para salvar la vida de la señora Garzón Rodríguez y con la cual no
se contaba en el hospital demandado. En síntesis, considera la Sala, de acuerdo
con la historia clínica, el dictamen pericial y el testimonio del médico internista
Jorge Enrique Cubillos Mariño, quien, conjuntamente con la llamada en garantía
diagnosticó a la paciente, que la negligencia de la médica varias veces nombrada,
superó todo límite, al punto de que no quede sino considerarla grave, esto es
cercana al dolo. Esto es así porque diagnosticada la gravedad de la paciente y
conocido el procedimiento, la gineco-obstetra Mahecha Mahecha se abstuvo de
practicar la intervención, sin que aparezca documentado las razones que pudieron
asistirle para su omisión.

RESPONSABILIDAD PATRIMONIAL DE LOS LLAMADOS EN GARANTIA - Por


culpa grave al omitir valoración médica adecuada, prescripción de
medicamentos y práctica de exámenes a paciente que requería atención
médica inmediata

La Sala encuentra acreditada la responsabilidad de los llamados en garantía, por


culpa grave en la atención que brindaron a la señora Magnolia Garzón Rodríguez,
dado que la causa de la muerte de la paciente estuvo relacionada con i) la omisión
del médico León Carrero en valorar adecuadamente a la paciente, a pesar de
conocer los antecedentes, disponer su egreso, sin perjuicio de la desfavorable
evolución; (ii) no prescribir los antibióticos durante el tiempo necesario, a pesar del
riesgo de infección inherente a las mismas intervenciones y (iii) omitir la práctica
de los exámenes pertinentes para establecer las causas de la “coagulopatía
sobreañadida”, las cuales hubieran permitido identificar la leucemia que padecía la
paciente, para brindarle así un tratamiento adecuado.

DECISION EN PROCESO PENAL - No tiene vinculación en proceso


contencioso administrativo

La Sala aclara que aunque las decisiones adoptadas en el proceso penal no


tienen carácter vinculante en este proceso, se comparten los razonamientos que
en las mismas se hicieron en relación con la conducta de los llamados en garantía,
la cual, se insiste, se considera constitutiva de culpa grave.

REEMBOLSO DE CONDENA DEL LLAMADO EN GARANTIA A ENTIDAD DEL


ESTADO - Del cuarenta por ciento del total de la condena

Tal y como se estableció en forma precedente, el acuerdo conciliatorio al que


llegaron la parte actora y el Hospital Departamental María Inmaculada de
Florencia, de 1º de agosto de 2002, no es oponible a los llamados en garantía, en
la medida en que no fueron parte del mismo. No obstante, al margen de dicho
acuerdo, lo cierto es que la responsabilidad del Hospital María Inmaculada de
Florencia está demostrada y, así mismo, la culpa grave de los llamados en
garantía, pues la Sala encuentra que los médicos José Vicente León Carrero y
Mireya Mahecha Mahecha fueron gravemente negligentes, razón por la cual
deberán responder con su patrimonio, cada uno en un 40% del valor acordado por
la entidad con los demandantes, hasta el monto efectivo de la suma pagada por el
hospital accionado, esto, teniendo en cuenta que el demandado convino en la
suma única de SETENTA Y CINCO MILLONES SEISCIENTOS VEINTIOCHO MIL
PESOS MCTE ($75 628 000). Lo anterior, significa que cada uno de los llamados
responderá por la suma de TREINTA MILLONES DOSCIENTOS CINCUENTA Y
UN MIL DOSCIENTOS PESOS MCTE ($30 251 200). Así mismo, la Sala dispondrá
que se descuente de la suma que deban reintegrar los llamados en garantía a la
entidad pública demandada, el valor de lo que hubieran pagado a los
demandantes, en cumplimiento de la sentencia penal proferida por el Tribunal
Superior del Caquetá-Sala Penal, el 4 de octubre de 1996.

MEDIDAS DE JUSTICIA RESTAURATIVA - Se dan cuando se afecta


significativamente un derecho fundamental / MEDIDAS DE JUSTICIA
RESTAURATIVA - Excepción al principio de no reformatio in pejus /
MEDIDAS DE JUSTICIA RESTAURATIVA - Pueden decretarse de oficio

Aunque en principio no cabe hacer más gravosa la situación del apelante único,
conforme al principio de la no reformatio in pejus, dicho límite se fisura frente al
deber estatal de reparar en integridad la afectación significativa de un derecho
fundamental, con proyección objetiva, caso en el que resulta posible decretar de
oficio medidas de justicia restaurativa, restringidas a la garantía de no repetición,
dado, además, que las partes conciliaron sus diferencias en materia de
reparación, lo que conlleva la integralidad de la misma. Lo anterior porque en el
presente asunto se vulneró gravemente el derecho fundamental a la salud de una
mujer gestante, que tenía derecho a ser tratada a acorde con su situación y se
hace necesario que lo acontecido no se repita. Cabe advertir que la jurisprudencia
ha señalado que es posible decretar de oficio medidas de justicia restaurativa, al
margen de los principios de congruencia y de no reformatio in pejus, posibilidad
que en este caso cobra mayor fuerza si se considera que se trata de emitir un
llamado de atención respecto de la situación que afrontan las niñas adolescentes
y, en general, las mujeres que requieren atención médica apropiada a su estado y
condiciones.(…) Es que ante la grave vulneración de los derechos humanos, que
compromete a un grupo significativo de la población, no cabe anteponer una
conciliación y así mismo soslayar las medidas de no repetición, pues ha de
señalar la Sala que el derecho de las mujeres, niñas y adolescentes de Colombia,
a recibir la atención médica que merecen, no admite disposición. En el caso
concreto, la Sala observa que la inexcusable negligencia de la entidad pública
demandada y de los profesionales de la medicina que estuvieron a cargo de la
atención de la señora Magnolia Garzón Rodríguez, evidencia la persistencia de
una actitud de menosprecio a los problemas propios de la sexualidad femenina y
la maternidad y, por tanto, de un modelo patriarcal y de discriminación por causa
del sexo.

MEDIDAS DE JUSTICIA RESTAURATIVA - Ordenadas de oficio para resarcir


la discriminación de género en la que incurrió el Hospital Departamental
María Inmaculada de Florencia / MEDIDA DE JUSTICIA RESTAURATIVA -
Pedir excusas a paciente en ceremonia privada / MEDIDA DE JUSTICIA
RESTAURATIVA - Disponer en página web link con encabezado en el que se
pueda acceder el público al contenido magnético de la providencia / MEDIDA
DE JUSTICIA RESTAURATIVA A HOSPITAL DEPARTAMENTAL - Debe
diseñar estrategias eficaces tendientes a crear conciencia sobre la
necesidad de garantizar la atención médica especializada y oportuna a la
mujer embarazada y a los niños recién nacidos / EXHORTACION JUDICIAL A
MUNICIPIO - Para que diseñe políticas públicas tendientes a la garantía de
los derechos de mujeres y embarazadas y recién nacidos y, apoyo al centro
asistencial para que cumpla las órdenes impartidas

La Sala reiterará su jurisprudencia sobre la pertinencia de la aplicación de


medidas de reparación integral en los casos en los que se evidencia
discriminación de género y, por tanto, ordenará al Hospital Departamental María
Inmaculada de Florencia ofrecer excusas a los demandantes en una ceremonia
privada que deberá efectuarse dentro de los tres (3) meses siguientes a la fecha
de ejecutoria de este fallo, siempre que los mismos así lo consientan. Así mismo,
el demandado deberá disponer, en su página web, un link con un encabezado
apropiado en el que se pueda acceder al contenido magnético de esta
providencia. Para tal efecto, la entidad demandada, en el término de tres (3)
meses contados a partir de la ejecutoria de este fallo, subirá a la red el archivo que
contenga esta decisión y mantendrá el acceso al público del respectivo link
durante un lapso de seis (6) meses, que se contarán desde la fecha en que se
realice la respectiva carga de información. Adicionalmente y, teniendo en cuenta
que la deficiencia en la atención en ginecobstetricia ha demostrado ser un
problema recurrente, se ordenará al Hospital Departamental María Inmaculada de
Florencia diseñar estrategias eficaces tendientes a crear conciencia sobre la
necesidad de garantizar la atención médica especializada y oportuna a la mujer
embarazada y a los niños recién nacidos. Así mismo, se exhortará al municipio de
Florencia a diseñar políticas públicas tendientes a la garantía de estos derechos y,
así mismo, a apoyar al centro asistencial en el cumplimiento de las órdenes
impartidas.

CONSEJO DE ESTADO

SALA DE LO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO

SECCION TERCERA

SUBSECCION B

Consejera ponente: STELLA CONTO DIAZ DEL CASTILLO

Bogotá, D. C., tres (03) de mayo de dos mil trece (2013)

Radicación número: 18001-23-31-000-1995-00563-01(22165)

Actor: GONZALO GARZON MEDINA Y OTROS

Demandado: HOSPITAL MARIA INMACULADA DE FLORENCIA

Referencia: APELACION SENTENCIA - ACCION DE REPARACION DIRECTA

Procede la Sala a resolver el recurso de apelación 1 interpuesto por la parte


demandante y por los llamados en garantía, señores José Vicente León Carrero y
Mireya Mahecha Mahecha, contra la sentencia de 2 de noviembre de 2001,
proferida por el Tribunal Administrativo del Caquetá, mediante la cual se dispuso:

PRIMERO: DECLARAR que el Hospital María Inmaculada de Florencia,


Caquetá, es administrativa y patrimonialmente responsable por los perjuicios

1
La entidad pública demandada –Hospital Departamental María Inmaculada de Florencia-
también impugnó la decisión empero no sustentó en oportunidad, razón por la cual el
recurso se declaró desierto (fls. 444, 483-484 cuaderno principal).
morales causados a Gonzalo Garzón Medina (padre), Orlando Forero
Urbano (compañero permanente), Santiago Forero Garzón (representado
por su padre Orlando Forero Urbano), Diana Yamile Garzón Céspedes
(representada por sus progenitores Gonzalo Garzón Medina y Liria
Céspedes Prada), Diomart, Fredy, Ana Isabel, Estella, Joffrey y Ninfa
Garzón Rodríguez, en hechos ocurridos entre el 23 al 26 de junio de 1993 y
el 29 de junio al 6 de julio de 1993 en Bogotá, dentro de las circunstancias
de tiempo, modo y lugar que se dejaron analizadas en los considerandos de
este fallo descritos en esta providencia.

SEGUNDO: Condenar como consecuencia de la anterior declaración al


HOSPITAL DEPARTAMENTAL MARÍA INMACULADA DE FLORENCIA,
CAQUETÁ a pagar a los demandantes por perjuicios, así:

A. Para GONZALO GARZÓN MEDINA (padre de la occisa), ORLANDO


FORERO URBANO (compañero permanente de Magnolia), SANTIAGO
FORERO GARZÓN (hijo menor de Magnolia), representado por su
progenitor, la suma de VEINTE MILLONES OCHOCIENTOS SETENTA Y
OCHO MIL ($20 878 000) PESOS MONEDA CORRIENTE equivalente a
setenta y tres salarios mínimos legales mensuales vigentes año 2011, para
cada uno.

B.- Para DIANA YAMILE GARZÓN CÉSPEDES, representada por sus


progenitores, DIOMART, FREDY, ANA ISABEL, ESTELLA, JOFFREY Y
NINFA GARZÓN RODRÍGUEZ, la suma de DIEZ MILLONES DOSCIENTOS
NOVENTA Y SEIS MIL ($10 296 000) PESOS MONEDA CORRIENTE
equivalentes a treinta y seis salarios mínimos mensuales vigentes año 2001,
para cada uno.

TERCERO: Condenar, como consecuencia de la anterior declaración, al


HOSPITAL MARÍA INMACULADA DE FLORENCIA, CAQUETÁ, a pagar al
menor SANTIAGO FORERO GARZÓN representado por su progenitor
ORLANDO FORERO URBANO por perjuicios materiales la suma de
CINCUENTA Y CUATRO MILLONES TRESCIENTOS SESENTA Y
CUATRO MIL NOVECIENTOS SESENTA PESOS ($54 364 960) PESOS
MONEDA CORRIENTE.

CUARTO: Declarar responsables patrimonialmente a los médicos JOSÉ


VICENTE LEÓN CARRERO y MIREYA MAHECHA MAHECHA, a título de
culpa grave por los hechos ocurridos en las circunstancias de tiempo, modo
y lugar en los cuales falleció la señora Magnolia Garzón Rodríguez.

QUINTO: Como consecuencia de la anterior declaración, se condene a


JOSÉ VICENTE LEÓN CARRERO y MIREYA MAHECHA MAHECHA,
quienes están legalmente vinculados al proceso por llamamiento en garantía
que le hiciera el Ministerio Público y la demandada, a reembolsar a favor del
Hospital Departamental María Inmaculada de Florencia, Caquetá, el
cincuenta por ciento (50%) de la condena, una vez acreditado el pago por
parte de la demandada.

SEXTO: A este fallo se le dará cumplimiento en los términos establecidos en


los artículos 176 y 177 del C.C.A.

SÉPTIMO: Declarar no probadas las excepciones por los motivos expuestos


en esta providencia.
I. ANTECEDENTES

1.1 Síntesis del caso

Mediante escrito presentado el 5 de julio de 1995, por intermedio de apoderado


judicial y en ejercicio de la acción de reparación directa establecida en el artículo
86 del Código Contencioso Administrativo, los señores Gonzalo Garzón Medina y
Liria Céspedes Prada, actuando en nombre propio y en representación de su hija
Diana Yamile Garzón Céspedes; Orlando Forero Urbano, quien actúa en nombre
propio y en representación de su hijo Santiago Forero Garzón; Orlando Forero
Mora; Blanca Lidia Urbano Hoyos; Diomart, Freddy, Ana Isabel, Estella, Joffrey y
Ninfa Garzón Rodríguez presentaron demanda en contra del hospital María
Inmaculada, de Florencia, Caquetá, con el fin de que se le declarara
patrimonialmente responsable de los perjuicios que sufrieron por la muerte de la
señora Magnolia Garzón Rodríguez, ocurrida el 7 de julio de 1993, como
consecuencia de las fallas en el servicio médico que se le brindó en esa entidad
desde el 23 de junio de ese mismo año.

La parte actora sostiene que a las 7:00 a.m. del 23 de junio de 1993, la señora
Magnolia Garzón Rodríguez ingresó al mencionado centro asistencial por trabajo
de parto; que ese mismo día, a las 10:00 a.m. le practicaron una cesárea y nació
su hijo Santiago Forero Garzón; que diez minutos más tarde se requirió a la familia
para que donara sangre para la paciente y una hora después se les informó que
era necesario practicarle histerectomía, para salvarle la vida, por haber presentado
atonía uterina; el día 26 siguiente le dieron salida, a pesar de que presentaba
fiebre, hinchazón en el cuerpo y pérdida de la visión; que su estado de salud siguió
desmejorando, razón por la cual reingresó el día 29 del mismo mes; que a pesar
de que la paciente no presentaba ninguna mejoría, los médicos León y Mahecha
sólo ordenaron su remisión al hospital Materno Infantil de Bogotá hasta el 6 de
julio, con diagnóstico de sepsis abdominal, bridas intestinales, taquicardia,
taquipnea, aleteo nasal y signos de falla cardíaca, falla renal aguda y petequias;
que en dicha institución se intervino de inmediato a la paciente, quien falleció
horas más tarde.
En la demanda se imputa la muerte de la señora Magnolia Garzón Gutiérrez al
hospital María Inmaculada de Florencia, como consecuencia de una serie de
irregularidades administrativas, hospitalarias y médicas que consistieron en i) el
extravío de gran parte de la historia clínica, la que, además, no consigna toda la
información y la que trae no es completa; ii) que a la paciente no se le practicaron
los exámenes diagnósticos indicados, ni recibió tratamiento de antibióticos, al
menos durante 10 días; iii) no fue valorada por gineco-obstetra en el
postoperatorio; pues la única valoración de especialista, según la historia clínica,
fue una opinión telefónica; iv) los médicos internos no supervisaron el tratamiento;
v) que la señora Garzón Rodríguez no fue intervenida, a pesar de que su estado
de salud así lo indicaba, y vi) no haber remitido oportunamente a la paciente a
una unidad de cuidados intensivos (fls. 12-26 c-1).
1. PRIMERA INSTANCIA

1.1 La demanda

1.1.1 Pretensiones

Con base en los anteriores hechos, la parte actora impetra las siguientes
declaraciones y condenas:

PRIMERA.- Que la Unidad de Salud-Hospital María Inmaculada de


Florencia Caquetá es responsable administrativamente por las lesiones y
posterior muerte de la señora Magnolia Garzón Rodríguez ocurridas como
consecuencia de intervenciones médicas y quirúrgicas que le fueron
practicadas en esa unidad hospitalaria desde el día 23 de junio de 1993,
cuando solicitó ayuda médica para el parto que se avecinaba, y que
condujeron a su fallecimiento el día 7 de julio de 1993 pese a recibir
oportunamente atención idónea y especializada en el Hospital Materno
Infantil de Santafé de Bogotá.

SEGUNDA.- Que como consecuencia de lo anterior, se condene a la


entidad demandada a reconocer y pagar por perjuicios morales a los
demandantes de la siguiente manera:

A GONZALO GARZÓN MEDINA, LIRIA CÉSPEDES PRADA, ORLANDO


FORERO URBANO y el menor SANTIAGO FORERO GARZÓN el
equivalente en pesos colombianos de mil (1000) gramos de oro fino…, para
cada uno.

Para ORLANDO FORERO MORA, BLANCA LIDIA URBANO HOYOS y los


hermanos DIOMART, FREDDY, ANA ISABEL, ESTELLA, JOFFREY y
NINFA GARZÓN RODRÍGUEZ y la menor DIANA YAMILE GARZÓN
CÉSPEDES, el equivalente en pesos colombianos de quinientos (500)
gramos oro…, para cada uno.

TERCERA.- Condenar a la UNIDAD DE SALUD-HOSPITAL MARÍA


INMACULADA DE FLORENCIA, CAQUETÁ, a pagar a favor del menor
SANTIAGO FORERO GARZÓN, en la calidad de hijo sobreviviente de
MAGNOLIA GARZÓN GUTIÉRREZ, los perjuicios materiales sufridos con
motivo de la muerte de su señora madre, teniendo en cuenta las siguientes
bases de liquidación:

1º. Un salario básico de ciento veinte mil pesos ($120 000), o en su


defecto, el salario mínimo legal vigente para el día 7 de julio de 1993…

2º. La edad que tenía SANTIAGO FORERO GARZÓN a la fecha del


fallecimiento de su señora madre, y el lapso de tiempo que habrá de
transcurrir hasta que cumpla los 18 años de edad.

3º La vida probable de MAGNOLIA GARZÓN GUTIÉRREZ, según las


tablas de supervivencia aprobadas por la Superintendencia Bancaria.

4º Actualizada la condena, según la variación porcentual del índice de


precios al consumidor…

5º La fórmula de matemáticas financieras aceptadas por el Consejo de


Estado…

Así mismo los demandantes solicitan se disponga el cumplimiento de lo dispuesto


en los artículos 176, 177 y 178 del C.C.A. (fls. 12-13 cuaderno 1).

1.2 La defensa de los demandados

El hospital María Inmaculada de Florencia contestó la demanda y se opuso a las


pretensiones. Formuló las excepciones de: (i) falta de legitimación en la causa por
pasiva, con fundamento en que se demandó a la Unidad de Salud María
Inmaculada de Florencia, sin identidad con el hospital y (ii) enriquecimiento sin
causa, porque demandan personas que no tienen derecho a pedir indemnización
de perjuicios, según la jurisprudencia, para el efecto los suegros y la esposa del
padre. Además, se señala que en el proceso penal que se adelanta por los
mismos hechos se condenó a los médicos a pagar a los herederos de la fallecida
250 gramos de oro por perjuicios morales, de modo que, en caso de accederse a
las pretensiones de la demanda, deberá descontarse ese valor (fls. 32-37 c-1).

1.3 Llamamiento en garantía


El Ministerio Público y el hospital María Inmaculada de Florencia llamaron en
garantía a los médicos José Vicente León Carrero y Mireya Mahecha Mahecha,
quienes intervinieron en el tratamiento y atención brindados a la paciente (fls. 30-
31 y 60-62 c-1). Solicitud admitida por el Tribunal, mediante providencia de 10 de
agosto de 1995 (fls. 67-68 c-1).

Los médicos dieron respuesta oportuna a la demanda y se opusieron al


llamamiento, con las siguientes razones:

La médica Mireya Mahecha Mahecha manifestó que no intervino quirúrgicamente


a la paciente, quien solo recibió atención médica y hospitalaria; que la parte actora
debe acreditar, con pruebas diferentes a las decisiones penales, la
responsabilidad, además que su actuación fue doloso o culposa. También negó
hechos que se afirmaron en la demanda, para concluir que los demandantes no
tienen derecho a reparación alguna (fls. 75-81 c-1).

Y, el médico José Vicente León Carrero, por su parte, también se opuso a las
pretensiones de la demanda. Adujo que i) se autorizó la salida, porque la paciente
se hallaba en condiciones óptimas; ii) se llevó una historia pormenorizada de la
atención brindada y iii) los exámenes paraclínicos practicados estuvieron acordes
con el manejo médico y con la capacidad tecnológica con que se contaba en la
entidad. Puso de presente que, si bien se se contaba con un aspirado de médula
ósea, su lectura correspondía a un patólogo o hematólogo, recurso humano con el
que no contaba el hospital y que el suministro de antibióticos que se echa de
menos no resulta indicado cuando no se cuenta con signos de infección. Agregó
que los médicos pueden dar indicaciones por teléfono, sin que ello implique
desidia o falta de atención y que son los médicos internos quienes diligencian la
historia clínica, bajo la supervisión de los especialistas, al tiempo que sostuvo que
no todo cuadro de abdomen agudo es indicativo de cirugía (fls. 82-86 c-1).

1.4 Alegatos de conclusión

De esta oportunidad hizo uso el representante del Ministerio Público, en el sentido


de abogar por la prosperidad de las pretensiones, dadas las irregularidades
presentadas en la atención médica (fls. 177-186 cuaderno 1).

1.5 Sentencia de primera instancia


Mediante sentencia de 2 de noviembre de 2001, el Tribunal Administrativo del
Caquetá accedió a las pretensiones. Consideró que no había lugar a la
prosperidad de las excepciones formuladas por la entidad demandada (i) en
relación con la falta de legitimación, porque es clara la identidad entre la persona
jurídica que prestó el servicio, aquélla que fue demandada y la que otorgó poder
para que se ejerciera su defensa y (ii) la de enriquecimiento sin causa, porque la
acción de reparación la puede interponer cualquier persona que se crea
perjudicada, tenga o no vínculo de consanguinidad con la víctima directa. Anotó,
también, que el derecho a la reparación es el fondo mismo de la controversia; que
no hay lugar a descontar el monto de la indemnización deducida en el proceso
penal que se adelantó en contra de los médicos llamados en garantía, pues, de
conformidad con lo previsto en el artículo 55 del C.P.P., vigente al momento de
los hechos, “para todos los efectos legales será ineficaz la condena impuesta en
un proceso penal al pago de perjuicios, cuando se ha ejercido
independientemente la acción civil” y que no se demostró que los obligados
hubieran realizado ese pago, aunado a que, como la presente acción se formuló
contra del hospital, este debía pagar integralmente la indemnización y repetir
contra los agentes vinculados.

En cuanto al fondo de las pretensiones, el a quo encontró responsable al hospital


por la muerte de la señora Magnolia Garzón Rodríguez, como consecuencia de las
deficiencias en el servicio médico quirúrgico que le fue prestado y además, porque
no se la remitió de manera oportuna a un centro hospitalario de mayor nivel. En
síntesis, señaló que la entidad no acreditó haber obrado con diligencia y cuidado
en la atención brindada a la paciente, ni demostró que el daño se hubiera
producido por causa extraña.

En relación con los llamados en garantía, el Tribunal puso de presente que su


conducta fue gravemente culposa, porque desatendieron a la señora Magnolia
Garzón, como quedó demostrado en el proceso penal seguido en su contra. En el
caso del médico José Vicente León Carrero, echó de menos los controles
postoperatorios de rigor, antes de autorizar la salida, a pesar del grave estado de
salud en el que se hallaba, si se tiene en cuenta que presentaba un estado febril
con abdomen abierto. Y, en relación con la médica Mireya Mahecha Mahecha,
porque no le suministró a la paciente el tratamiento quirúrgico que la misma
requería para tratar la infección puerperal que la aquejaba y, además, por no
remitirla oportunamente a un hospital con unidad de cuidados intensivos.

Sobre los perjuicios, el Tribunal reconoció setenta y tres salarios mínimos legales
mensuales vigentes, a título de daño moral, para cada uno de los señores Gonzalo
Garzón Medina, Orlando Forero Urbano y Santiago Forero Garzón, padre,
compañero permanente e hijo de la víctima. Así mismo, a los señores Diomart,
Freddy, Ana Isabel, Estella, Joffrey y Ninfa Garzón Rodríguez y Diana Yamile
Garzón Céspedes –hermanos-, la cantidad de treinta y seis salarios mínimos
legales mensuales vigentes, para cada uno de ellos. Al tiempo, los negó para los
señores Liria Céspedes Prada –esposa de su padre-, Orlando Forero Mora y
Blanca Lidia Urbano Hoyos –suegros-, “porque no aparecen dentro de las
diligencias la prueba que lleve al convencimiento sobre la ayuda y la convivencia
pacífica de la occisa con ellos”.

De igual forma, el a quo reconoció perjuicios materiales a favor del menor


Santiago Forero Garzón, “pues (..) habiendo nacido el 23 de junio de 1993 quedó
huérfano el 7 de julio de ese mismo año”. Dispuso, además, que los llamados en
garantía deberían reembolsar a la entidad pública demandada el 50% de la
condena impuesta (fls. 403-441 cuaderno principal).

2. SEGUNDA INSTANCIA

2.1 Recurso de apelación

Inconforme con la decisión, la parte actora y los llamados en garantía interponen


recurso de apelación.

2.1.1 La parte demandante solicita que se incrementen las indemnizaciones


reconocidas por perjuicios morales a favor del padre, compañero, hijo y hermanos
de la fallecida, pues, en su sentir, el Tribunal condenó al pago de valores inferiores
a los que ha establecido la jurisprudencia. Por tanto, solicitó reconocer 100
salarios mínimos legales mensuales vigentes a favor del padre, compañero e hijo
de la víctima y 50 salarios mínimos legales mensuales vigentes a favor de cada
uno de sus hermanos. Por último, pone de presente que “en el resto de la parte
resolutiva de la sentencia no encuentra razones de inconformidad” (fls. 473-474 c-
1).
2.1.2 Los llamados en garantía solicitan que se revoque la sentencia. Consideran
que la responsabilidad que se predica del ente estatal demandado es ajena a la
evaluación que debe hacerse sobre los conceptos de dolo o culpa grave en que
hubieran podido incurrir los llamados. Precisan que, en este caso, la censura
frente a los llamados no puede fundamentarse en consideraciones meramente
objetivas, sino que es necesario probar plenamente “(..) la divergencia entre la
acción realmente realizada y la que debería haberse surtido en virtud del deber de
cuidado objetivo que era necesario observar conforme al ordenamiento jurídico, la
experiencia decantada de la vida y los juicios comparativos”. Alegan, además, que
no está probado en el expediente que hubieran trasgredido las leyes técnicas que
debían seguirse para lograr el resultado deseado, en beneficio de la salud de la
paciente, fundamentalmente porque la señora Magnolia Garzón sufría síndrome
mieloproliferático crónico, por lo que era vulnerable a sufrir hemorragias
espontáneas en diversos órganos, e infecciones de extrema gravedad, por la
deficiencia de células de defensa maduras.

Los recurrentes ponen de presente que la leucemia padecida por la occisa sólo
fue diagnosticada en la diligencia de necropsia y que ésta no sólo influyó en la
evolución de su enfermedad, sino que no le permitió responder al tratamiento de
manera adecuada, comoquiera que fue determinante, al punto que aún siendo el
parto vaginal, la hemorragia y la infección se habrían producido, pues en una
paciente con leucemia la sola extracción de una pieza dentaria puede generar
complicaciones mortales. Sostienen que no es posible esclarecer científicamente
en qué momento se inició la infección que determinó su deceso, porque en un
paciente leucémico las infecciones son frecuentes y pueden generar una evolución
desafortunada, así medie un excelente tratamiento.

Los llamados concluyen que “(..) el resultado fatal de la evolución de este caso
tiene relación con la deficiencia inmunológica de la paciente para luchar contra la
infección” y que dadas las evidencias postmorten, su responsabilidad sólo podría
resolverse en el terreno de las probabilidades y no de las certezas (fls. 457-467 c-
1).
2.2 Acuerdo conciliatorio

En audiencia celebrada en esta Corporación el 1º de agosto de 2002, la parte


actora y la entidad pública demandada -Hospital María Inmaculada de Florencia-
convinieron en:

1. Que el HOSPITAL DEPARTAMENTAL MARÍA INMACULADA DE


FLORENCIA, CAQUETÁ pagará por concepto de perjuicios materiales y
morales a favor de los demandantes relacionados en la parte resolutiva de la
sentencia de primera instancia la suma de CIENTO CINCUENTA Y UN
MILLONES DOSCIENTOS CINCUENTA Y SEIS MIL PESOS ($151 256 000),
monto que corresponde al 80% de la condena impuesta por el Tribunal, la
cual las partes estimaron en la suma de CIENTO OCHENTA Y NUEVE
MILLONES SETENTA MIL PESOS ($189 070 000).

Los señores apoderados de las partes acordaron que la suma conciliada,


esto es, $151 256 000 no devengará intereses y será pagadera así:

A. El primero (01) de noviembre de 2002, la cantidad de CINCUENTA


MILLONES CUATROCIENTOS DIECIOCHO MIL SEISCIENTOS SESENTA
Y SIETE PESOS ($50 418 667).

B. El treinta y uno (31) de marzo de 2003, la cantidad de CINCUENTA


MILLONES CUATROCIENTOS DIECIOCHO MIL SEISCIENTOS SESENTA
Y SIETE PESOS ($50 418 667).

C. El treinta y uno (31) de julio de 2003, la cantidad de CINCUENTA


MILLONES CUATROCIENTOS DIECIOCHO MIL SEISCIENTOS SESENTA
Y SIETE PESOS ($50 418 667).

2. Que las anteriores sumas se distribuyan proporcionalmente a favor de


cada uno de los demandantes, atendiendo la condena impuesta por el
Tribunal (fls. 495-498 c-1).

Mediante providencia dictada el 21 de noviembre de 2002, la Sala aprobó el


acuerdo conciliatorio logrado entre las partes, por considerar que el mismo no
lesiona los intereses de la entidad demandada, “(..) pues existe prueba suficiente
para llegar a las conclusiones que dedujo el a-quo; así mismo, que los extremos
del acuerdo de las partes guardan armonía con las directrices de la Sala sobre
este particular, es congruente con lo pedido en la demanda y que éste se realizó
según lo dispuesto en el artículo 43 de la Ley 640 de 2001”.

Se declaró terminado el proceso por conciliación total respecto del Hospital


Departamental María Inmaculada de Florencia, pero se dispuso continuar en
relación con los llamados en garantía (fls. 499-503 c-1).
2.3 Alegaciones finales
La Procuraduría Quinta Delegada ante esta Corporación solicita confirmar la
sentencia impugnada, en tanto declaró la responsabilidad de los llamados en
garantía porque, en su criterio, si bien se prestó a la paciente una atención
oportuna cuando ingresó al servicio médico del hospital demandado, lo cierto es
que con posterioridad a la práctica de la histerectomía se denota falta de interés
del médico José León Carrero, quien no ordenó en su momento el tratamiento
idóneo, eficaz y oportuno para evitar el progreso de la infección, a pesar de que
las notas de la historia clínica mostraban que la paciente venía presentando
cuadro febril en el postoperatorio y no tuvo en cuenta que se trataba de una
cirugía de abdomen abierto, al punto que decidió darle de alta a los tres días.

Así mismo, la vista fiscal pone de presente la actuación imprudente de la médica


Mireya Mahecha Mahecha, quien atendió a la paciente al reingreso, pues no tomó
medida alguna con el fin de controlar el foco infeccioso, desatendiendo, inclusive,
el diagnóstico del internista, quien señaló que la paciente se encontraba en mal
estado, con cuadro clínico de “irritación peritoneal”, distendida, con sensibilidad
abdominal y aumento de los glóbulos blancos.

Finalmente, precisa que, si bien en el fallo penal de segunda instancia se condenó


a los llamados a pagar una indemnización de 500 gramos de oro, no aparece
demostrado que los demandantes hubieran reclamado esa suma, dado que ni
siquiera se constituyeron en parte civil en ese proceso y que, por lo tanto, debía
mantenerse el monto del reembolso deducido por el a quo (fls. 516-536 cuaderno
principal).

II. CONSIDERACIONES DE LA SALA

2.1 Competencia

Esta Corporación es competente para conocer del presente asunto, en razón del
recurso de apelación interpuesto por los llamados en garantía, en contra de la
sentencia que accedió a las pretensiones, dado que la cuantía de la demanda
alcanza la exigida en vigencia del Decreto 597 de 1988 2, para que ésta Sala
conozca de la acción de reparación directa en segunda instancia.

2.2 Asunto que la Sala debe resolver

Corresponde a la Sala resolver el recurso de apelación interpuesto por los


llamados en garantía, contra la sentencia de 2 de noviembre de 2001, proferida
por el Tribunal Administrativo del Caquetá, con miras a determinar la
responsabilidad del Hospital Departamental María Inmaculada de Florencia y de
los médicos José Vicente León Carrero y Mireya Mahecha Mahecha. Establecida
la primera se procederá a analizar si los galenos actuaron con culpa grave o dolo
en la atención brindada a la señora Magnolia Garzón Rodríguez, habida cuenta
de que los recurrentes insisten en que actuaron conforme los parámetros médicos
que exigía el estado de salud por el que atravesaba la paciente.

También se precisa que, si bien las partes demandante y demandada llegaron a


un acuerdo, aprobado por la Sala, que hizo tránsito a cosa juzgada, como no
intervinieron los llamados en garantía, el mismo no les resulta oponible, de
manera que la Sala estudiará la responsabilidad de la administración, sin perjuicio
de la conciliación, únicamente con el ánimo de resolver de fondo el llamado, para
lo cual, es menester, además, determinar si los médicos León Carrero y Mahecha
Mahecha actuaron con culpa grave o dolo.

Es de anotar que la conciliación se habrá de considerar en todo caso, para


establecer el monto de la condena.

2.2.1 Resolución de excepciones

El Hospital Departamental María Inmaculada de Florencia formuló las excepciones


de: (i) falta de legitimación en la causa por pasiva, con fundamento en que la
2
El 5 de julio de 1995, la cuantía para que un proceso iniciado en ejercicio de la acción de
reparación directa tuviera vocación de doble instancia era de $9 610 000 -artículos 129 y
132 del C.C.A. subrogados por el Decreto 597/88- y la mayor de las pretensiones de la
demanda fue estimada por el actor en $11 433 270, que equivalían 1 000 gramos de oro
para esa fecha, valor solicitado como indemnización por el daño moral a favor de cada
uno de los padres, el compañero e hijo de la fallecida.
entidad demandada fue la Unidad de Salud María Inmaculada de Florencia, que
no tiene identidad con el hospital; y (ii) enriquecimiento sin causa, porque
demandan personas que no tienen derecho a pedir indemnización de perjuicios
según la jurisprudencia, para el efecto los suegros de la occisa y la esposa de su
padre, quienes en el proceso penal adelantado por los mismos hechos, en contra
de los médicos llamados en garantía, habrían sido beneficiarios con 250 gramos
de oro por perjuicios morales (fls. 32-37 c-1).

Al respecto, la Sala considera acertadas las consideraciones a las que acudió el a


quo para declarar infundadas las excepciones propuestas, fundado en i) la
identidad entre la persona jurídica que prestó el servicio, aquélla que fue
demandada y la que otorgó poder para que se ejerciera su defensa, sin que
afectara la legitimación el hecho de que la parte actora se haya referido a la
Unidad de Salud del Hospital María Inmaculada de Florencia; (ii) que en los
términos del artículo 86 del C.C.A., la acción de reparación la puede interponer
cualquier persona que se crea perjudicada, al margen del parentesco, dado que la
causa para exigir no es el vínculo de consanguinidad, sino la condición de
damnificado, además de que, el análisis sobre el derecho de los demandantes a
reclamar la indemnización de perjuicios, corresponde al fondo del asunto y (iii)
que, como los ofendidos entablaron la presente acción en contra del hospital, este
debía pagar integralmente la indemnización y luego repetir contra los funcionarios
en lo que les corresponda.

Ha señalado la Sala que la decisión que profiera el juez penal en contra de los
servidores estatales no enerva la acción de repetición o el llamamiento en garantía
que se formule en contra de los mismos, a menos que se hubiera dictado a su
favor sentencia absolutoria, con fundamento en una de las causales previstas en
el artículo 57 del Código de Procedimiento Penal vigente al momento de los
hechos (Decreto 2700 de 1991), esto es, que el hecho no existió, el sindicado no
lo cometió, obró en cumplimiento de un deber legal o en legítima defensa.

Además, se ha considerado que, cuando en la sentencia penal se condene a los


servidores estatales al cubrimiento de una indemnización, el juez administrativo
podrá establecer que éstos deban reintegrar a la entidad estatal a la que ellos
prestaban sus servicios una suma superior, pero podrán descontar de esa suma lo
que hubieran pagado, en acatamiento de la sentencia penal, a quienes figuren
como demandantes en el proceso de reparación3:

(..) es diferente aquella situación en la que el servidor público ha sido


llamado en garantía dentro del proceso de responsabilidad contra el Estado,
porque en este evento ha tenido la oportunidad de intervenir en el debate
procesal y defenderse de las acusaciones que se le realicen respecto de su
conducta y, en consecuencia, la sentencia que pone fin al proceso no sólo
se pronunciará respecto de las pretensiones de la demanda incoada por la
víctima sino también de la responsabilidad personal del agente llamado en
garantía y la repetición que le corresponda al Estado respecto de aquél, en
cuyo caso de existir prueba de pago total o parcial de la indemnización,
ordenará el juez administrativo las deducciones correspondientes si llegare
a encontrar probada dicha excepción de mérito4.

También se ha señalado que, así en el proceso penal que se adelante en contra


de los servidores estatales se los condene por los mismos hechos que dan lugar a
la acción de reparación, en la modalidad de culposo, esa decisión no impide
exonerarlos de responsabilidad en la acción de repetición o el llamamiento en
garantía, porque en el proceso penal no hay graduación de la culpa, pero para
deducir responsabilidad patrimonial sí se requiere demostrar la grave negligencia.

En consecuencia, así se haya proferido sentencia penal condenatoria en contra de


los médicos José Vicente León Carrero y Mireya Mahecha Mahecha, por el delito
de homicidio culposo y dispuesto que los mismos debían pagar solidariamente una
indemnización de 500 gramos oro a “quienes demuestren tener derecho a ello”, la
Sala deberá revisar su conducta, con el fin de establecer si incurrieron en culpa
grave o dolo, para así resolver el llamamiento, teniendo presente, en todo caso,
que la parte actora no impugnó la decisión.

2.2.2 Hechos probados

Serán tenidos en cuenta los documentos aportados por la parte actora en las
oportunidades legales, los remitidos por la entidad pública demandada, las
respuestas de diversas autoridades a los requerimientos del tribunal y los
testimonios recibidos en el curso del presente asunto, pues se trata de pruebas
decretadas y practicadas dentro de las oportunidades procesales.

3
Ver, sentencia de 13 de agosto de 2008, exp. 16533, C.P. Ruth Stella Correa
Palacio.
4
Sentencia de 5 de diciembre de 2006, exp. 15046, C.P. Ruth Stella Correa Palacio. En el
mismo sentido, sentencia de 13 de mayo de 2009, exp. 17038, de la misma ponente.
No podrán valorarse las declaraciones que rindieron los médicos en este proceso
(fls. 374-380 y 397-403 y 414-418 c-7), precisamente, porque solo se resuelve el
llamamiento, de ahí que no les está permitido declarar, salvo para provocar la
confesión, a solicitud de la parte contraria, lo que no sucedió en el presente
asunto.

De conformidad con el acervo probatorio que reposa en la actuación, la Sala


encuentra acreditados los siguientes hechos:

2.2.2.1 El 7 de julio de 1993 murió la señora Magnolia Garzón Rodríguez, debido


a una “falla multisistémica-endomiometritis aguda”. De ello da cuenta el registro
civil en el que consta la inscripción de su defunción (fl. 152 cuaderno 1) y el
protocolo de necropsia médico legal, en el que se registran las causas del
deceso:

1. Peritonitis fibrinopurulenta secundaria a infección de histerectomía


(cesárea), practicada por atonía uterina.

2. Síndrome de Waterhouse Friderichsen. Iinsuficiencia suprarrenal aguda


secundaria a necrosis hemorrágica bilateral.

3. Septicemia, peritonitis, hígado con filtración por polimorfonucleares,


insuficiencia suprarrenal aguda.

4. Hemorragias pulmonares alveolares.

5. Daño alveolar difuso.

6. Síndrome mieloproliferativo crónico.

En la necropsia se constató, además, presencia en la médula ósea de “infiltración


leucémica, con presencia de células madres de las líneas mieloide
megacariocitico y eritroide. BAZO: se observa infiltración leucémica” (fls. 358-361
c-7).

2.2.2.2 El acervo probatorio que reposa en la actuación permite establecer que


aproximadamente a las 7:00 a.m. del 23 de junio de 1993, la señora Magnolia
Garzón Rodríguez acudió al servicio del hospital María Inmaculada de Florencia,
para recibir asistencia médica en el parto de su primer hijo. Ese mismo día le
fueron practicadas una cesárea por estrechez pélvica y, minutos más tarde,
histerectomía por atonía uterina. Tres días después de las intervenciones, se le
dio de alta. El 29 de junio de 1993, la paciente reingresó al servicio en mal estado
de salud. Al día siguiente se le hizo valoración por medicina interna, con
diagnóstico de “sepsis abdominal aguda”, atendida en el centro asistencial hasta el
6 de julio siguiente y remitida, a solicitud de sus parientes, al hospital Materno
Infantil de Bogotá (historia clínica 31-67 c-7). En este último centro asistencial se
le hizo diagnóstico de shock séptico, miometritis y falla renal multisistémica y fue
sometida a laparotomía exploratoria (historia clínica, f. 335-361 c-7). La paciente
falleció al día siguiente, según el registro civil de la defunción (fl. 152 C-1).

De la historia clínica manuscrita del Hospital Departamental María Inmaculada de


Florencia, se logran descifrar las siguientes anotaciones -se destaca-:

-23-06-93, 19:00 horas: edema en párpados; a las 24:00: vómito color verde.

-24-06-93, 7:00 horas: calmada, en buenas condiciones. 13:30 horas: paciente


que pasa calmada la mañana, pero en la tarde pasó en muy mal estado, se tomó
temperatura: 38.5º, vomitó, muy decaída; 18:13 horas: temperatura 38º; 19:00
horas: paciente en cama, en regular estado. 7:40: presenta temperatura 38.5º,
presentó vómito con sangre, “se le hace consulta telefónica al Dr. León, el cual
recomienda antitermosis y seguir tratamiento igual”.

-25-06-93: 7:00: paciente calmada, en mejor estado, durmió a intervalos; 12:30: la


paciente manifiesta sentirse mejor y haber presentado vómito, ligeramente pálida,
con mucosas húmedas; temperatura: 37º, evoluciona lentamente; 13:00 horas:
calmada, sin cambios; tolera bien la dieta, no elimina; 19:00 horas: en buenas
condiciones, se observa calmada, pasó la noche sin cambios especiales.

-26-06-93: 7:00 horas: está calmada, fue dada de alta.

El deterioro progresivo que mostró la paciente entre el 29 de junio y el 6 de julio


de 1993, fecha en la cual fue remitida el hospital Materno Infantil de Bogotá, a
solicitud de los parientes, aparece documentado en la historia clínica, así:

La paciente acudió al servicio de urgencias del hospital María Inmaculada de


Florencia el 29 de junio de 1993, a las 5:00 p.m.: se ordenó su traslado a
ginecología. En esa fecha fue examinada a las 18:30, por los médicos Cubillos,
Mahecha y el médico interno. En las hojas de evolución se anotó edema
generalizado y temperatura de 38º; a las 19:00 horas colorada, febril, con edema
generalizado, temperatura 38º C; fue atendida por la médica Mireya Mahecha,
quien al examinarla la encontró con fiebre y secreción fétida vaginal y diagnosticó
“infección puerperal quirúrgica, falla renal”. Se le suministró tratamiento
antitérmico. La paciente presentó vómito y no respondió al tratamiento.

-30-06-93, 7:00: se observó pálida, con edema, se le suministró oxígeno


permanente. A las 13:00 horas presentó hipertermia: 39º; 16:40: fiebre, edema. A
las 19:00: vómito color bilioso y temperatura de 38.8º, bastante regular.

-01-07-93, 7:00 horas: se le vio calmada, se le retiraron puntos y se le hizo


limpieza; a las 14:00: temperatura: 38.5º, pasó mala tarde. Recibió visita del Dr.
Cubillos. A las 19:00: presentó vómito verdoso en poca cantidad.

-02-07-93, 7:00: paciente en mejor estado. Fue valorada por la ginecóloga y por
el internista. A las 13:00: se vio más animada, se le aplicó tratamiento indicado,
no presentó cambios especiales; a las 19:00 horas se observó muy decaída; en la
noche presentó vómito, durmió muy poco.

-03-07-93, 19:00: presentó temperatura de 38.5º, se observó muy pálida.

-04-07-93, 20:00: regulares condiciones, bastante distendida, durmió a intervalos,


presentó vómito alimenticio abundante.

-05-07-93: Recibió visita médica. Se le hizo curación; a las 19:00 horas se


observa el tejido de la herida quirúrgica de color oscuro, muy distendido; febril,
vomitó toda la noche; a las 3:00 a.m. se anotó que la paciente no durmió ni un
momento.

-06-07-93: 14:30: salió paciente por orden médica.

El médico León Carrero, llamado en garantía, consignó en la hoja de resumen de


atención del 26 de junio de 1993, que la evolución de la paciente en los días
subsiguientes a las intervenciones quirúrgicas fue favorable y que por eso ordenó
su salida del hospital:

Paciente femenina de 20 años de edad, a quien se le practica cesárea,


obteniendo producto masculino. Posterior a la cesárea presenta
sangrado genital masivo. Se decide intervenir nuevamente por atonía
uterina y se hace extirpación quirúrgica del útero. La paciente tolera
todo el acto quirúrgico sin ninguna complicación. Ha evolucionado
satisfactoriamente, no ha presentado cefaleas, ni mareos. No sangrado
genital, no fiebre, no vómito…Se decide darle salida a la paciente el día
de hoy.

En el resumen de la evolución de la paciente –epicrisis-, aparece consignada la


evolución desfavorable de la paciente, durante el tiempo en el que permaneció en
el hospital María Inmaculada de Florencia:

La paciente regresó al sexto día postquirúrgico, con cuadro de diarrea,


fiebre, distensión abdominal, dolor abdominal en hipocondrio. Es valorada
por médico internista, quien diagnostica sepsis abdominal. Ya se le había
instaurado tratamiento con ampicilina, gentamicina, prostatilina, keflin,
metrodinazol. Se ordena ecografía abdominal. Se ordenan los siguientes
paraclínicos: cuadro hemático completo…; la paciente presentó falla renal,
se ordena dosificar la garamicina y reducir la dosis; la paciente mejora de su
edema y de su falla renal y comienza a presentar vómito de contenido
bilioso, que no cede a antieméticas, comienza a presentar episodios febriles;
se le ordenan antígenos febriles y gota gruesa en pico febril. Los datos
obtenidos no confirman fiebre tifoidea. La paciente continúa con distensión
abdominal. Posteriormente, la paciente agrava su cuadro. Los vómitos se
hacen herrumbrosos y los familiares piden que se le remita a Bogotá. La
paciente sale en regular estado general, consciente, orientada y disneica.

En la hoja de remisión de la paciente al hospital Materno Infantil de Bogotá se


agregaron las siguientes observaciones:

El día 30 la paciente presenta mejora subjetiva…, aleteo leve, ruidos


cardíacos rítmicos, bien timbrados, escasos estertores tercio medio derecho,
dolor abdominal difuso, defensa voluntaria, fosa ilíaca izquierda y flanco
izquierdo, blúmer insinuado, FIII, íleo flanco derecho. Se le hace diagnóstico
de: (i) sepsis abdominal agudo.

El día 02-07-98, la paciente refiere emesis, fiebre, taquicardia galope,


estertores en bases pulmonares, abdomen blando, edema pretibial y
petequias. Se encuentra insuficiencia ventrículo izquierdo y foco séptico no
identificado. Plan: hemocultivo, cultivo hemático completo, parcial de orina,
pruebas de coagulación…Se obtiene el día 6 resultado de ecografía. La
paciente de su cuadro ginecológico ha evolucionado bien, pero continúa con
fiebre y vómito de aspecto bilioso, resistente a tratamiento.

En la ecografía se reporta: abundante líquido libre en cavidad abdominal,


con presencia de membranas flotantes, hígado tamaño normal, sin lesiones
ocupantes, riñones ecográficamente normales. Continúa con vomito de
aspecto bilioso.

Se hace IDx: Bridas intestinales.

Se remite la paciente por sugerencia de los familiares, quienes quieren que


se trate en Bogotá (f. 97-98 c-3).
La paciente fue recibida en el hospital Materno Infantil de Bogotá, el 06 de julio de
1993, a las 12:50 p.m., según la historia clínica abierta en el servicio de
urgencias, al ingreso presentó edema generalizado, sangrado por bordes,
abdomen distendido, doloroso, en forma difusa; se ordenó hospitalizar en séptica
y preparar para laparostomía. Al examen de ingreso por el especialista, se
consignó: malas condiciones generales, con aleteo nasal, cianosis leve, perfusión
distal lenta, frialdad en rodillas, quejidos, palidez mucocutánea generalizada,
mucosa gingival, no ingurgitación yugular, abdomen blando, distendido, con dolor
generalizado, con bordes necróticos, no supurativos, loquios fétidos, edema
generalizado. Se hizo diagnóstico inicial de: shock séptico, miometritis, falla renal
aguda, falla orgánica multisistémica.

Ese mismo día, a las 20:30 horas fue intervenida quirúrgicamente. Le practicaron
extracción del cuello residual y exploración con resección de infundíbulos
pélvicos. Se confirmó el diagnóstico inicial y además, el de miometritis de cuello
uterino. En el postoperatorio se dejó a la paciente con ventilación mecánica; se
adicionó al tratamiento: dopamina, adrenalina, penicilina cristalina, cloranfenicol;
se solicitó cama en unidad de cuidados intensivos; evolución tórpida, en shock,
oliguria y sangrado por boca y nariz.

El 07 de julio, a las 9:18 horas, la paciente presentó paro cardio-respiratorio. Se


encontró sin signos vitales, pupilas midriáticas bilateral, no reactiva. Se practican
maniobras de reanimación, sin obtener respuesta.

2.2.2.3 La señora Magnolia Garzón Rodríguez fue atendida en el hospital María


Inmaculada por los médicos José Vicente León Carrero y Mireya Mahecha
Mahecha, según lo certificó el director de ese centro asistencial (fl. 66 C-1).

2.2.2.4 El material probatorio evidencia las causas de la muerte:

a).- Prueba testimonial

Sobre el estado y deterioro mostrado por la señora Magnolia Garzón durante el


tiempo en el que permaneció hospitalizada, declararon los señores John Fredy
Torres Cuellar, Justo Rosebelt Muñoz Jiménez, Nubia Yanet Rojas Murcia y
Astrid Hincapié Galeano quienes aseguraron haberla visitado en el hospital María
Inmaculada de Florencia y observado sus malas condiciones y la actitud
displicente de los médicos (fls. 365-367, 385-387-393 y c-7).

En el proceso penal declaró el señor Hernán Gómez Hermida, quien prestaba sus
servicios como especialista en gineco-obstetricia en el hospital demandado y
ayudó al médico León Carrero a practicar la histerectomía a la señora Magnolia
Garzón. Según el criterio del testigo, en razón de las intervenciones practicadas a
la paciente, debía considerarse como crítico su estado de salud y, por lo tanto, se
le debió prestar atención en una unidad de cuidados intensivos y a falta de ésta,
disponer un seguimiento médico muy estricto. Al respecto, se destaca:

(..) considero que es un caso de alto riesgo y es un paciente en estado


crítico que en una institución de nivel superior implicaría encontrarse en una
unidad de cuidado intensivo, que no existe en el hospital María Inmaculada,
lo cual hace que el médico tratante…debe poner al máximo sus capacidades
profesionales con el fin de suplir esa falta de elementos de apoyo para evitar
cualquier complicación mayor o deterioro del estado del paciente y apoyarse
en elementos sencillos, o darle la importancia que ellos tienen como es el
pulso, temperatura, estado de resequedad o humedad de la mucosa, color
de la piel, o los procedimientos previos que haya tenido la paciente, puesto
que las causas de fiebre son bastantes, lo cual se hace que sea necesario
hacer un manejo integral entre los conocimientos del médico y las facilidades
de tecnología para el manejo del paciente…(f. 260-263 c-3).

El señor Jorge Enrique Cubillos Mariño, en la declaración que rindió en este


proceso, aseguró que para la época de los hechos laboraba en el hospital
demandado, como médico internista; que a solicitud del servicio de gineco-
obstetricia valoró a la señora Garzón Rodríguez en dos oportunidades y la
encontró “en mal estado, con un cuadro clínico de irritación peritoneal”, razón por
la cual recomendó la revaluación por la ginecóloga tratante, con el fin de definir si
requería o no reintervención quirúrgica. Señaló que “ninguna enfermedad exime
de una opción quirúrgica a un paciente que está con una irritación peritoneal”;
que la conducta a seguir ante una peritonitis es una exploración quirúrgica (fls.
369-371 c-7) y que, dado su estado, diagnosticó infección peritoneal:

(..) primero: en un postoperatorio inmediato, en donde la fiebre se debe


asociar siempre con una infección postoperatoria, por encima de las 72
horas del postoperatorio; segundo: la paciente estaba febril; tercero: la
paciente estaba distendida; cuarto: tenía una sensibilidad abdominal muy
grande; quinto: tenía una leucocitosis, aumento de los glóbulos blancos y en
esas condiciones se debe siempre considerar la infección como el elemento
prioritario a descartar en forma inmediata.
En la declaración rendida en el proceso penal, el testigo fue más explícito. Señaló
que el cuadro clínico, en el momento de su reingreso al hospital María
Inmaculada de Florencia, develaba peritonitis, lo que requería un drenaje
quirúrgico –se destaca-:
Valoré una paciente en postoperatorio inmediato, con evidencia clínica de
peritonitis y septicemia secundaria; la valoración se hizo seis días después
de haber sido operada. La conducta ante un foco séptico abdominal es el
drenaje quirúrgico y está implícito en el diagnóstico, lo cual no se hizo, de
conformidad con la historia clínica…; el manejo quirúrgico estaba a cargo de
la gineco-obstetra que estaba a cargo de la paciente.. La paciente continuó
con signos de irritación peritoneal, según la nota de epicrisis anexa, hasta
que se produce su remisión; sin embargo, en ese lapso se anota viraje en el
carácter del vómito ‘herrumbroso, aspecto rojizo pardo’, que sugiere
compromiso de mucosa gástrica, secundario a la sepsis infección
generalizada (fl. 124-127 c-3).

b).- Pruebas técnicas

En relación con la necesidad de practicar las cirugías para preservar la vida de la


madre y de la criatura, el perito del Cuerpo Técnico de Investigación de la
Fiscalía, en el dictamen que rindió en el proceso penal, afirmó:

La paciente ingresó a urgencias el 23 de junio de 1993 a las 8:45 y de


acuerdo a la H.C. de urgencias, presentaba un embarazo a término, un
trabajo de parto en fase activa, una desproporción cefalopélvica (por
pelvis estrecha), una tensión arterial en límite superior al normal
(120/90) y un feto vivo en buen estado. La conducta tomada fue la
adecuada y consistió en hospitalizar en sala de partos, aplicar enema,
suspender la vía oral, colocar líquidos endovenosos, reservar sangre y
solicitar valoración por obstetra. De acuerdo a esto y dadas las
características de un servicio de urgencias, ésta HC es adecuada.

(..)

La desproporción pélvica es indicativa de cesárea. Si existe una atonía


uterina que no responde a tratamiento convencional, está indicada la
histerectomía como medida de emergencia (fls. 172-175 c-3).

El mismo criterio fue compartido por el médico Santiago Emilio Campbell Silva,
internista del hospital, quien aseguró que, a su juicio, la actuación del médico
León fue correcta, porque practicó las cirugías para preservar la vida de la madre
y de la criatura (fls. 381-382 c-7).

No obstante, como pasa a explicarse, hay pruebas que demuestran que no se


hizo seguimiento adecuado a la paciente en el postoperatorio.
En el dictamen rendido en el proceso penal por el perito del Cuerpo Técnico de
Investigación de la Fiscalía (fls. 176-177 c-6), revisada la historia clínica, en la
primera oportunidad en que la señora Garzón Rodríguez estuvo hospitalizada, se
advirtieron las siguientes omisiones:

1.- Folios 46 a 53, control prenatal. El único hallazgo de interés es una


infección urinaria.

2.- Folios 28 a 45, primera hospitalización. Es hospitalizada por orden


del Doctor Rodríguez, el 23 de junio de 1993, el mismo día llevada a
cirugía por estrechez pélvica, presentándose como complicación atonía
uterina, por lo cual se realiza cesárea e histerectomía, siendo el
cirujano el doctor León. Se consideró una posible coagulopatía sobre
agregada, no hay historia clínica de ingreso a piso, no hay notas
de especialista, no hay nota de análisis de los laboratorios
solicitados. Hay una anotación de consulta telefónica al doctor León,
no es presencial. Hay datos de un postoperatorio tórpido, dado por
fiebre cuantificada, vómito verdoso y vómito de sangre. Se da salida el
26 de junio de 1993, después de un día de fiebre.

3.- Folios 1 al 27, segunda hospitalización. Reingresa el 29 de junio de


1993 por edema y fiebre. No aparece reporte ni análisis de
radiografías de abdomen ni de tórax. El 30 de julio del 93, se hace
diagnóstico de abdomen agudo, aunque había indicación, no se
realizó una revisión quirúrgica. La ecografía abdominal del 6 de julio
de 1993 reportó importante cantidad de líquido con membranas.

El 6 de julio de 1993, se remite la paciente con diagnóstico de sepsis


abdominal y bridas intestinales (negrillas fuera de texto).

Según el concepto rendido en el proceso penal por el perito del Cuerpo Técnico
de Investigación de la Fiscalía, “considerando el tipo de cirugía y el que la
paciente presentara las membranas rotas, sí estaba indicado iniciar
antibioticoterapia. Lo normal en los tratamientos en antibióticos es una
administración continua durante un mínimo de diez días”. E interrogado por “en
este caso cuantos días se realizó la antibioterapia”, respondió “durante dos días”.

El perito anotó, además, que en la historia clínica no figuran “valoraciones del Dr.
León ni de ningún otro ginecobstetra. Solo se hace mención a una opinión
telefónica, la cual no se puede considerar como valoración”.

En el dictamen practicado en este asunto por el perito del Instituto de Medicina


Legal y Ciencias Forenses, se destacó también la necesidad de suministrar
antibióticos a la paciente, por un término mínimo de una semana, en
consideración a que el tipo de cirugías a que fue sometida, favorecía la aparición
de infecciones:

(..) el uso de antibióticos profilácticos durante una cesárea no complicada,


aún con una ruptura de membranas de 6 horas es opcional, es decir, su uso
no es obligatorio. En el caso de que ocurran complicaciones, como en este
caso el sangrado masivo, se recomienda el uso de antibióticos terapéuticos
por el término de por lo menos una semana, debido a que el shock
hipovolémico, y más si éste es prolongado, favorece las complicaciones de
orden infeccioso (fls. 465-469 cuaderno 7).

Según el perito del Cuerpo Técnico de Investigación de la Fiscalía, debieron


practicarse a la paciente exámenes de: “cuadro hemático, frotis de sangre
periférica y aspirado de médula ósea”, anotando, además, que “el tratamiento no
fue efectivo”, debió practicarse “un antibiograma el cual no aparece ordenado”.
Sostuvo, por último, que ante la presencia de abdomen agudo “es una indicación
de cirugía” e interrogado por si “(..) hubiera mejorado las posibilidades de vida de
la paciente el manejarla en una unidad de cuidados intensivos o el remitirla antes
de la fecha en que efectivamente se hizo a un centro más especializado”,
respondió que “(..) ambos procedimientos habrían mejorado las posibilidades de
vida de la paciente, siempre y cuando se hubiera aislado el foco séptico
abdominal para lo cual se requería de reintervención”.

El perito del Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses, por su parte, señaló
que, en su criterio, ante el diagnóstico presuntivo de coagulopatía sobreañadida
no era necesario practicar aspirado de médula ósea, ni de frotis de sangre
periférica, porque la mayoría de los sangrados ocurridos en esos casos se deben
a problemas mecánicos por trabajo de parto o expulsivo prolongados; que a la
paciente se le practicó examen de “tiempo parcial de tromboplastia, tiempo de
protrombina y el recuento de plaquetas”; pero que en cambio, el hallazgo de
linfocitos atípicos sí ameritaba estudio hematológico apropiado para la
confirmación o descarte de “cualquier entidad mieloproliferativa”.

Según el perito del Cuerpo Técnico de Investigación de la Fiscalía, “el abdomen


agudo es una indicación de cirugía. Favorecían esa decisión el diagnóstico de
abdomen agudo, el presentar foco séptico a nivel abdominal y el progresivo
empeoramiento de la paciente, a pesar del tratamiento convencional”. Sin
embargo, no obra en el expediente prueba alguna sobre los motivos que pudieron
asistir a la gineco-obstetra Mireya Mahecha Mahecha para abstenerse de realizar
el drenaje quirúrgico.

Sobre este aspecto, se advierte que los peritos del Instituto de Medicina Legal y
Ciencias Forenses, con apoyo en la historia clínica, señalaron, en consideración a
su estado en el segundo ingreso, que como la paciente presentaba abdomen
agudo con foco infeccioso, el tratamiento ha debido ser quirúrgico:

(..) no todo abdomen agudo es de tratamiento quirúrgico. Si el


abdomen agudo es consecuencia de un ‘foco abdominal’, es
mandatoria (sic) la extirpación de dicho foco infeccioso. Es imposible
determinar el por qué no se pensó que el abdomen agudo fuera de
tratamiento quirúrgico y no sólo médico, debido a la pobreza de las
notas existentes en la historia de la segunda hospitalización.

En relación con una posible atención en una unidad de cuidados intensivos, los
peritos del Instituto de Medicina Legal, manifestaron:

(..) el control y manejo de todo paciente con shock hipovolémico e


insuficiencia renal, de origen prerrenal serían de mejor pronóstico en
una unidad especializada en el manejo de pacientes en riesgos. Así
mismo, la vigilancia de una paciente en sepsis, con compromiso de
diferentes órganos (hay constancia de compromiso renal y hepático)
sería ideal en una unidad especializada. La remisión con mayor
anterioridad hubiera asegurado el manejo de esta paciente en una
unidad adecuada al tipo de complicaciones médico- quirúrgicas que
presentaba. Debe tenerse en cuenta que la unidad de cuidado
intensivo que requería esta paciente debería ser altamente
especializada, por lo cual fue remitida a Bogotá.

2.2.2.5 El Director General certificó, el 30 de junio de 1994, que en el hospital


demandado no se contaba con unidad de cuidados intensivos (fl. 294 cuaderno
3).

2.2.2.6 El Tribunal de Ética Médica no encontró culpa en la conducta de los


médicos José Vicente León Carrero y Mireya Mahecha Mahecha, que
intervinieron en el tratamiento de la paciente, pues se abstuvo de llamarlos a
descargos. Consideró que no se contaba con pruebas sobre el desconocimiento
de la lex artis. En palabras del aludido Tribunal:

1. Debe anotarse que la causa de la muerte descrita en el certificado de


defunción no coincide con el estudio anatomopatológico del útero extraído,
en lo que se refiere a la presencia de endomiometritis aguda y
endomiometritis post cesárea.

2. Al analizar la atención médica dispensada a la paciente MAGANOLIA


GARZÓN RODRÍGUEZ de 20 años de edad, en el Hospital María
Inmaculada de Florencia, Caquetá, se encuentra en los siguientes hechos:

-La cesárea practicada a la paciente estaba indicada ante la estrechez


pélvica que presentaba.

-Al presentarse la severa hemorragia existió la necesidad de practicar la


histerectomía, operación que fue efectuada de inmediato.

-Dadas las condiciones clínicas de la paciente, ésta fue remitida a su casa


72 horas después. La historia clínica evidencia condiciones de evolución
satisfactorias.

-72 horas más tarde, la paciente regresa al Hospital María Inmaculada, con
cuadro de infección peritoneal, el cual requería manejo en unidad de
cuidado intensivo y más especializado, razón por la cual la remisión que se
hizo se encuentra dentro de los términos de la prudencia.

-La paciente venía recibiendo la antibioticoterapia que se ordena ante sus


condiciones clínico patológicas.

-Del análisis de todas las pruebas no surge ningún indicio que permita
concluir con carácter de certeza que existió imprudencia, negligencia, o
impericia sancionables a la luz de la ética médica, o de la Ley 23 de 1981
(fls. 543-549 c-7).

2.2.2.7 Con ocasión de la muerte de la señora Magnolia Garzón Rodríguez, la


Fiscalía adelantó investigación en contra de los médicos José Vicente León
Carrero y Mireya Mahecha Mahecha, condenados por el delito de homicidio
culposo, concluidas las etapas procesales correspondientes.

Dentro de la instrucción se destacan, por orden cronológico y entre otras, las


siguientes actuaciones que interesan al proceso así:

a).- El 9 de mayo de 1994, la Fiscalía Décima de Florencia impuso medida de


aseguramiento en contra de los galenos, consistente en detención preventiva,
fundada en la “(..) despreocupación de los sindicados en su actividad médica
profesional respecto de una paciente o la acción tardía por inercia o por no poner
todo el cuidado y aplicación que eran necesarios para evitar la muerte de
Magnolia Garzón Rodríguez”, además, “por grave negligencia en los sindicados al
no realizar cuidadosamente los exámenes paraclínicos exigidos”.
En la decisión, la Fiscalía destacó que el médico León Carrero “(..) no valoró a la
paciente en su postoperatorio siendo él el médico tratante [lo que] equivale a
negarse a brindar una atención médica que realizada en forma oportunidad
hubiera evitado las complicaciones que presentó Magnolia o por lo menos
hubiera habido un diagnostico temprano que habría salvado la vida de su
paciente”.

Respecto de la médica Mahecha, la Fiscalía evidenció su “(..) obstinación en


ordenar la remisión de la paciente a otro centro especializado, que en últimas
ésta obedeció a la insistencia de los propios familiares de Magnolia, que a una
decisión medica, pues a folio 185 se aprecia que la paciente se remite por
sugerencia de los familiares quienes quieren que se trate en Bogotá, cuando ya
presentaba sepsis general y fallas multisistémicas” (fls. 202-216 cuaderno 3).

b).- Con similares argumentos, el 22 de septiembre de 1994, la Fiscalía profirió


resolución de acusación en contra de los sindicados (fls. 319-340 cuaderno 3).

c).- En la sentencia de 4 de julio de 1995, el Juzgado Cuarto Penal del Circuito de


Florencia, Caquetá condenó a dos años de prisión y suspensión de un año en el
ejercicio de la profesión a los médicos José Vicente León Carrero y Mireya
Mahecha Mahecha, por el delito de homicidio culposo, en la señora Magnolia
Garzón Rodríguez, con fundamento en las siguientes consideraciones:

(..) esta judicatura concluye y determina en cabeza del Dr. LEÓN CARRERO
responsabilidad por el hecho punible, de HOMICIDIO CULPOSO, a título de
culpabilidad culposa, puesto que obró imprudentemente al darle la salida a la
paciente MAGNOLIA GARZÓN prematuramente, fue apresurada tal
determinación, amén de no haber hecho un estudio de evolución
postquirúrgico adecuado, máxime cuando la paciente presentó estados
febriles que no fueron anotados oportunamente en la historia clínica y más
aún cuando sus familiares así lo hacían ver.

Hubo negligencia por parte del Dr. LEÓN CARRERO al no solicitar


exámenes prequirúrgicos, como son los más elementales: pruebas de
coagulación, cuadro hemático y parcial de orina, donde dependiendo de
ellos se hubiese procedido adecuadamente a intervenir quirúrgicamente…y
en ninguno de los folios que componen la historia clínica se hicieron
anotaciones respecto de exámenes de laboratorio, entonces nunca se supo
pre y postquirúrgico el estado real de la paciente.

Igualmente, podemos predicar que existió negligencia por parte de la doctora


MIREYA MAHECHA MAHECHA al no haber suministrado el tratamiento
médico adecuado y diligente a MAGNOLIA GARZÓN, cuando reingresó al
centro hospitalario, si se tiene en cuenta que presentaba infección puerperal
quirúrgica, según su diagnóstico, como lo manifestó en su injurada, pues a
pesar de ello, solicitó valoración por medicina interna, la que se llevó a cabo
por el médico internista Dr. CUBILLOS…, anotando él mismo en la historia
clínica, con fecha 30 de junio de 1993, donde refirió sepsis abdominal aguda,
por qué razón no erradicó inmediatamente el foco infeccioso, a partir del
momento de la valoración y más teniendo conocimiento de que necesitaba
una unidad de cuidados intensivos, como lo menciona en su versión de
descargos, máxime cuando, según ella, observando los antecedentes
clínicos de la paciente, había sido intervenida en dos ocasiones,
aumentando el riesgo; entonces por qué no ordenó la remisión a Bogotá,
cuando el hospital María Inmaculada carece de unidad de cuidados
intensivos, como ella misma lo afirma, y aún más si los familiares de la
paciente así se lo solicitaban, manteniendo imprudentemente durante siete
(7) días a MAGNOLIA en el centro hospitalario local, conllevando a su
gravedad por la sepsis abdominal aguda que presentaba, para ordenar su
traslado a Bogotá, cuando ya nada había que hacer, sólo por esperar el
resultado de una ecografía que también solicitó tardíamente (fls. 188-228 c-1
y 461-499 cuaderno 3).

d).- La sentencia fue confirmada por el Tribunal Superior del Caquetá-Sala Penal,
el 7 de octubre de 1996. Los fundamentos de esa decisión fueron los siguientes:

Hubo, pues, descuido o negligencia en el trato a la paciente Magnolia por


parte de los especialistas que la atendieron, porque una remisión a tiempo
hubiera podido prolongar la vida útil de la paciente, pues si no se ha
conseguido el remedio eficaz para la totalidad de los casos, el ochenta por
ciento con leucemia linfoblástica aguda pueden reanudar su vida
normalmente por un tiempo prudencial. Y a pesar de que la leucemia
mieloblástica aguda es mortal, se pueden controlar los síntomas y alargar la
vida del paciente, especialmente en el período vital útil. Entonces, la
sentencia de los defensores y vocero de que la paciente tenía que morir
porque tenía leucemia, no es exculpante de la negligencia como fue tratada
Magnolia Garzón Rodríguez… (fls. 230-334 c-1).

e).- La Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Penal, al abstenerse de


casar la sentencia proferida por el Tribunal Superior de Caquetá, consideró:

(..) no hay motivo para desvincular al procesado LEÓN CARRERO de la


responsabilidad que le corresponde por la muerte de Magnolia Garzón,
porque la infección que invadió sus órganos tuvo origen en la histerectomía
que dicho profesional le practicó, quien no tomó las debidas precauciones
antes y después de la intervención quirúrgica que le garantizara una
completa recuperación a la paciente, con lo cual ocasionó que su salud
desmejorara por la propagación de la infección. Sostener lo contrario, es
desconocer los hechos y las pruebas que sustentan la sentencia y de esa
manera aparece contrario a la lógica, pretender demostrar su ilegalidad…

La negligencia que se le atribuyó a la Dra. MAHECHA MAHECHA, contrario


a lo que piensa su defensor, estuvo cimentada en no haber suministrado el
tratamiento médico adecuado y diligente a la paciente cuando ésta reingresó
al centro hospitalario, porque presentaba infección puerperal quirúrgica,
según su diagnóstico, conforme lo manifestó en su injurada, y según la
valoración que se llevó a cabo por el médico internista DR. CUBILLOS,
quien diagnosticó sepsis abdominal aguda, entonces no erradicó de
inmediato el foco infeccioso. Ni conociendo los antecedentes de la paciente
ordenó la remisión a Bogotá, una vez hizo la valoración, a sabiendas de que
el Hospital María Inmaculada carece de la Unidad de Cuidados Intensivos
como ella misma lo afirmó y aún más si los familiares de la paciente así se lo
solicitaban. Mantuvo a la paciente en el centro hospitalario imprudentemente
durante siete (7) días, lo que condujo a su gravedad por la sepsis abdominal
aguda que presentaba.

Ahora: señala el Tribunal que en la historia clínica no aparecen cultivos a la


sangre y orina de Magnolia Garzón y que si se le hubieran hecho, los
antibióticos habrían controlado la infección, porque ya eran específicos y no
de tanteo. Entonces, el descuido y la negligencia que predica el fallador en el
trato de la paciente, los radica en que una remisión a tiempo hubiera podido
prolongar su vida útil, pues en el ochenta por ciento de los casos de
leucemia aguda se puede reanudar su vida por un tiempo prudencial,
controlando los síntomas. Entonces, la leucemia no sirvió como excusa de la
negligencia con que fue tratada la paciente Garzón Rodríguez (fls. 336-398
cuaderno 1).

2.2.2.8 A tiempo de la atención de la víctima, los médicos José Vicente León


Carrero y Mireya Mahecha Mahecha estaban vinculados al hospital María
Inmaculada de Florencia, como consta en las actas de nombramiento y posesión
de los llamados. El primero fue nombrado el 29 de abril de 1988 y tomó posesión
del cargo de gineco-obstetra el 1º de mayo siguiente. La doctora Mahecha, por su
parte, fue nombrada y posesionada el 20 de abril de 1993, para desempeñarse
en igual especialidad (fls. 62-65 c-1).

2.2.2.9 Por razón de la muerte de la señora Magnolia Garzón Rodríguez su padre,


compañero, hijo y hermanos resultaron afectados moralmente.

Esto es así, porque los registros civiles que reposan en el plenario demuestran
que la señora Magnolia fue hija del señor Gonzalo Garzón Medina, así como lo
son Stella, Joffrey, Ninfa, Ana Isabel, Fredy y Diomart Garzón Rodríguez y
también Diana Yamile Garzón Céspedes, hija del mencionado con la señora Liria
Céspedes Prada (fls. 6-10 cuaderno 1 y 332-334 cuaderno 7). De igual forma, el
menor –para la fecha de presentación de la demanda- Santiago Forero Garzón
acreditó su condición de hijo de la víctima con el señor Orlando Forero Urbano (fl.
11 cuaderno 1).

Nada le corresponde a la Sala manifestar respecto de las pretensiones de


reparación de los señores Orlando Forero Urbano y Blanca Lilia Urbano Hoyos,
suegros de la víctima, pues el Tribunal no encontró probado el dolor moral alegado
por los mismos y, por este aspecto, no se interpuso recurso. Lo mismo respecto
de la señora Liria Céspedes Prada.

2.2.3 La responsabilidad de la entidad pública demandada, presupuesto de


la prosperidad del llamamiento en garantía

2.2.3.1 Cuestión previa

Debe la Sala considerar la responsabilidad de la administración, con el propósito


de resolver el llamamiento, comoquiera que, de una parte, la conciliación no le es
oponible a los agentes estatales que no concurrieron a la misma, en cuanto nadie
puede ser juzgado sin fórmula de juicio y, de otra, solo establecida la
responsabilidad de la administración procede entrar a estudiar la imputación a los
funcionarios públicos, comprometidos en los mismos hechos.

En sentencia C-037 de 5 de febrero de 19965, la Corte Constitucional precisó que


no era posible equiparar la conciliación a una condena a cargo de la respectiva
entidad pública, comoquiera que se trata de una medida que rebasa el contenido
del artículo 90 superior, en cuanto este condiciona su aplicabilidad, justamente, al
hecho de que el Estado haya sido judicialmente encontrado responsable de un
daño antijurídico, cometido por la acción o la omisión de uno de sus agentes.
Destacó que la conciliación no podía asimilarse a una condena y que, de ser ello
así, también debería aplicarse en esos eventos el artículo 248 del estatuto
fundamental6. Anotó, además, que de admitirse la equiparación de que se trata, se
vulneraría el derecho fundamental al debido proceso del servidor público, a quien
se imputa la causación del daño, comoquiera que estaría obligado a pagar la
suma acordada entre las partes, sin haber tenido oportunidad para defenderse.

5
M.P. Vladimiro Naranjo Mesa. En esta oportunidad, la Corte Constitucional declaró
inexequible el inciso segundo del artículo 71 del proyecto de ley número 58/94 Senado y
264/95 Cámara, “Estatutaria de la Administración de Justicia”, cuyo texto disponía que “lo
pagado por una entidad pública como resultado de una conciliación equivaldrá a
condena”.
6
La norma es del siguiente tenor:

“Artículo 248. Únicamente las condenas proferidas en sentencias judiciales en forma


definitiva tienen la calidad de antecedentes penales y contravencionales en todos los
órdenes legales”.
Y, en sentencia C-338 de 3 de mayo de 2006, la Corte 7 reiteró que, si el llamado
en garantía no participa en la conciliación, no le es oponible el acuerdo al que
lleguen eventualmente las partes. Al respecto, se destaca:

Sin embargo, si el agente generador del daño no participa en el trámite de


la conciliación, es evidente que ninguna decisión vinculante podrán adoptar
las partes intervinientes en la misma, en cuanto atañe específicamente a la
responsabilidad patrimonial de dicho agente, y tampoco en relación con el
dolo o la culpa grave que eventualmente pudieren imputársele, y todos
estos aspectos habrán de ser controvertidos y establecidos a través del
posterior ejercicio de la acción de repetición, en el que debe estar citado
el agente estatal, procedimiento que igualmente está sujeto al cumplimiento
de todas las garantías que conforman el debido proceso.

(..)

Y, si el servidor o exservidor público fue llamado en garantía en el proceso


de responsabilidad patrimonial contra el Estado, es decir, se trata de un
proceso en el que están presentes tres partes, la conciliación que pueda
resultar en éste proceso no le será oponible al agente estatal , salvo
cuando éste hubiere participado en ella y haya aceptado expresamente los
términos de la conciliación. Cabe recordar, que en éste caso, el proceso del
llamamiento continúa para demostrar la culpa o el dolo del agente estatal
hasta culminar con la sentencia respectiva (negrillas y subrayas fuera
del texto).

Acerca de la conciliación como mecanismo de solución de conflictos, ha dicho la


Corte:
Para esta Corte es de meridiana claridad que la conciliación se instituye con
miras a procurar la celeridad procesal y la eficaz solución de los conflictos,
todo lo cual se traduce en una pronta y eficiente administración de justicia.

(..)

Es pertinente anotar que la conciliación es no solo congruente con la


Constitución del 91, sino que puede evaluarse como una proyección, en el
nivel jurisdiccional, del espíritu pacifista que informa a la Carta en su
integridad. Porque, siendo la jurisdicción una forma civilizada y pacífica de

7
M.P. Clara Inés Vargas Hernández. En esta oportunidad, la Corte conoció de la
demanda de inconstitucionalidad contra las expresiones "conciliación u otra forma de
terminación de un conflicto", "conciliación o cualquier otra forma de solución de un
conflicto permitida por la ley" y "hubieren conciliado por una actuación administrativa
originada en culpa grave o dolo de un servidor o ex servidor público que no estuvo
vinculado al proceso respectivo", contenidas en los artículos 2 y 8 de la Ley 678 de 2001 y
31 inciso 2, parcial, de la Ley 446 de 1998, por considerar que desconocen los artículos 4-
1, 29 y 90-2 de la Constitución. Previo análisis del asunto, la Corte declaró exequibles las
normas acusadas.
solucionar conflictos, lo es más aún el entendimiento directo con el presunto
contrincante, pues esta modalidad puede llevar a la convicción de que de la
confrontación de puntos de vista opuestos se puede seguir una solución de
compromiso, sin necesidad de que un tercero decida lo que las partes
mismas pueden convenir8.

Específicamente sobre como la conciliación no enerva la acción de repetición, esa


Corporación se pronunció así:

12.1. Que el Estado demandado en un proceso de responsabilidad


patrimonial realice una conciliación con el demandante, por sí mismo y
mientras esa conciliación se ajuste a la ley y no menoscabe el patrimonio
público, no quebranta la Constitución.

12.2. En ese orden de ideas, si se concilia con respecto a la pretensión


patrimonial ejercida contra el Estado, no se extingue por ello la acción de
repetición ejercitada por éste contra el servidor público que hubiere
procedido con dolo o culpa grave y dado origen con su conducta a aquella
pretensión y, en tal caso, lo que se ajusta a la Constitución es la continuidad
del proceso para que se resuelva con respecto a la obligación del llamado
en garantía de reembolsar al Estado, así termine la otra pretensión en virtud
de la conciliación.

12.3. Siendo esto así, es claro que la pretensión de la víctima contra el


Estado para el resarcimiento del daño si fue objeto de conciliación, puso fin
en ese punto al proceso de manera anormal, con anticipación al
proferimiento de la sentencia respectiva.

12.4. En virtud de ello, no hubo entonces oportunidad de debatir hasta su


culminación en torno a sí la actuación del servidor público llamado en
garantía fue dolosa o gravemente culposa y, entonces, nada se opone a
que sobre el quantum que éste habría de reembolsar al Estado si hubiere
sido condenado, pueda llegarse a una conciliación, sin que ello vulnere la
Constitución Política9.

2.2.3.2 Caso concreto

El Constituyente de 1991 consagró en el artículo 90, la cláusula de


responsabilidad del Estado, al señalar que "El Estado responderá
patrimonialmente por los daños antijurídicos que le sean imputables, causados por
la acción o la omisión de las autoridades públicas".

Al respecto, la Corte Constitucional se ha pronunciado sobre el fundamento de la


responsabilidad patrimonial del Estado y de sus agentes, señalando que el
primero, a efectos de cumplir sus fines, desarrolla sus funciones por medio de

8
Corte Constitucional. Sentencia C-165 de 1993.
9
Corte Constitucional. Sentencia C-484 de 2002.
órganos a cargo de personas que son agentes, funcionarios o autoridades
públicas, cuyos actos, en relación con el servicio, resultan imputables
directamente al ente público.

Responsabilidad patrimonial del Estado que se presenta cuando se produce un


daño antijurídico causado por la acción o la omisión de las autoridades públicas.
En este evento tiene como fundamento el "principio de garantía integral del
patrimonio de los ciudadanos, consagrados en los artículos 2, 58 y 90 de la
Constitución"10.

En relación con dichos presupuestos, la Corte ha señalado:

(..) el sujeto de la imputación de responsabilidad es el Estado, vale decir


que no hay responsabilidad subjetiva del servidor público de manera directa
con la víctima de su acción u omisión, sino una responsabilidad de carácter
institucional que abarca no sólo el ejercicio de la función administrativa, sino
todas las actuaciones de todas la autoridades públicas sin importar la rama
del poder público a que pertenezcan, lo mismo que cuando se trate de otros
órganos autónomos e independientes creados por la Constitución o la ley
para el cumplimiento de las demás funciones del Estado. De la misma
manera, la norma constitucional contenida en el artículo 90 de la Carta,
exige como presupuesto necesario para la existencia de la responsabilidad
patrimonial a cargo del Estado que la acción u omisión de las autoridades
públicas ocasione un daño antijurídico, con lo cual queda fuera de duda que
no es cualquier daño el que acarrea dicha responsabilidad sino única y
exclusivamente el que no se está obligado a soportar, pues, en ocasiones,
puede existir un daño que, sin embargo, jurídicamente constituya una
carga, o una molestia que en beneficio del interés general halle justificación
constitucional11.

En el presente caso, el acervo probatorio que reposa en la actuación permite


establecer que la muerte de la señora Magnolia Garzón Rodríguez fue
consecuencia directa de una falla en la prestación del servicio médico
suministrado en el Hospital Departamental María Inmaculada de Florencia.

En efecto, las pruebas indican que, si bien a la paciente se le practicaron las


intervenciones quirúrgicas que ameritaba su estado de salud, no se adelantaron
los controles postoperatorios que requería la sintomatología que presentaba la
víctima, luego de las cirugías. Así mismo, se evidencian irregularidades en la

10
Sentencia C-832 de 2001. M.P. Rodrigo Escobar Gil.
11
Sentencia C-484 de 2002. M.P. Alfredo Beltrán Sierra.
historia clínica, como la falta de anotaciones respecto de las valoraciones
realizadas por el personal médico, obligados por la ley a hacerlo, dada de alta
cuando la paciente ameritaba atención hospitalaria, así como la ausencia de
práctica de los exámenes que requería el estado de salud de la paciente, la
omisión de practicar una intervención necesaria y la remisión tardía a un centro
asistencial de mayor nivel, que contara con unidad de cuidados intensivos, vital
para el tratamiento y recuperación de la señora Magnolia Garzón Rodríguez.

Está plenamente demostrado que el 23 de junio de 1993, la señora Garzón


Rodríguez ingresó al Hospital María Inmaculada de Florencia para trabajo de
parto, donde fue atendida por el servicio de urgencias de la institución y,
posteriormente, intervenida quirúrgicamente por el doctor José Vicente León
Carrero, quien le practicó cesárea por estrechez pélvica y que, una vez realizada y
debido al sangrado persistente y atonía uterina, fue necesaria una segunda
cirugía –histerectomía o extirpación del útero-.

Luego de las intervenciones, el estado de salud de la paciente empeoró y era


evidente las malas condiciones en las que se encontraba. Presentaba fiebre alta y
vómito. Se le suministró antitérmicos que el médico llamado en garantía
recomendó telefónicamente, también este dispuso seguir con el tratamiento y
dispuso su salida el día 26 siguiete. Pasados tres días la señora Garzón
Rodríguez regresó al hospital en grave estado, habiendo sido atendida por el
internista Jorge Enrique Cubillos Mariño, quien diagnosticó “sepsis abdominal
agudo”, al tiempo que recomendó la reevaluación de la ginecóloga tratante
doctora Mireya Mahecha.
La especialista Mahecha, no obstante el estado febril y distendida con sensibilidad
abdominal, con aumento de los glóbulos blancos y fiebre, no tomó ninguna
medida y, pasando por alto el diagnostico del doctor Cubillos, omitió el suministro
de antibióticos, no intervino a la paciente y retardó su remisión a un centro
hospitalario de mayor nivel, sin perjuicio de que el hospital no contaba con unidad
de cuidados intensivos, la paciente lo requería y los familiares lo exigían, al punto
que se remitió demasiado tarde, cuando la víctima presentada sepsis-peritonitis.
Siendo esta la causa del deceso en el Hospital Materno Infantil de Bogotá.

Complicación esta que, como se señala en la doctrina médica, “(..) es una


situación clínica grave con manifestaciones sistemáticas de una infección (la más
frecuentes, urinarias, peritonitis por perforación, etc.). hay multitud de procesos
sépticos abdominales que pueden producir sepsis, pero los más frecuentes son
las peritonitis por perforación de colon, apéndice o intestino delgado, dado que
estos órganos son los que contienen en su flora normal un número mayor y más
variado de gérmenes agresivos”12. Consistente en“(..) inflamación difusa, o más o
menos localizada del peritoneo visceral y parietal por una infección o irritación de
la cavidad peritoneal. Es una situación grave que, habitualmente, requiere cirugía
urgente para tratar tanto la infección como su causa” 13. Intervención que la médica
tratante no dispuso, no obstante ser el procedimiento indicado.

El análisis en conjunto de los medios de pruebas que obran en el proceso permite


concluir que a la señora Magnolia Garzón Rodríguez le fue vulnerado su derecho
fundamental a la salud, razón por la cual el Hospital Departamental María
Inmaculada de Florencia fue condenado a responder por el Tribunal y debió
hacerlo, pues en segunda instancia las pretensiones fueron conciliadas y el
convenio aprobado por esta Corporación.

Lo anterior, pues, dado el procedimiento y el estado de salud por el que


atravesaba la señora Garzón Rodríguez, tenía que haber sido observada y
tratada en el post operatorio y, como no se observó la diligencia debida, no queda
duda sobre la responsabilidad de la administración.
2.2.4 Responsabilidad de los llamados en garantía

De conformidad con lo establecido en el artículo 90 de la Carta Política, el Estado


responderá patrimonialmente por los daños antijurídicos que le sean imputables,
causados por la acción o la omisión de las autoridades públicas y, también
dispone que la entidad deberá repetir, en el evento de ser condenada a la
reparación patrimonial, como consecuencia de la conducta dolosa o gravemente
culposa de un agente suyo.

Ahora, en lo que tiene que ver con la conducta de los agentes, es menester
señalar que corresponde al llamante en garantía probar que incurrieron en culpa
grave o dolo, dando lugar a la condena; al tenor del artículo 177 del C. de P.C.
norma que, siguiendo el principio generalmente aceptado en materia probatoria,
dispone que incumbe a cada una de las partes probar los supuestos de hecho que
alega.

12
Diccionario de Medicina, Espasa, Siglo XXI, pág. 1097.
13
Diccionario de Medicina, Espasa, Siglo XXI, pág. 958-1097.
La culpa grave o el dolo exigen una manifestación de reproche sobre la conducta
del sujeto y excluyen la corrección sobre los deberes de conducta impuestos por el
ordenamiento, en tanto implican un comportamiento de tal negligencia que se
asemejan a la intención de causar daño, pues las acciones y omisiones son de tal
gravedad que excluyen toda justificación. Se trata, entonces, de adelantar un juicio
que más que descuido, conlleve negligencia de aquella que no admite
comparación ni siquiera con la que emplean las personas de poca prudencia en
los asuntos propios. Se concluye entonces que no cualquier conducta, así fuere
errada, compromete la responsabilidad de los servidores públicos.

Señala respecto de la culpa y el dolo el Código Civil:

Artículo 63. <CULPA Y DOLO>. La ley distingue tres especies de culpa o


descuido.

Culpa grave, negligencia grave, culpa lata, es la que consiste en no manejar


los negocios ajenos con aquel cuidado que aun las personas negligentes o
de poca prudencia suelen emplear en sus negocios propios. Esta culpa en
materias civiles equivale al dolo.

Culpa leve, descuido leve, descuido ligero, es la falta de aquella diligencia y


cuidado que los hombres emplean ordinariamente en sus negocios propios.
Culpa o descuido, sin otra calificación, significa culpa o descuido leve. Esta
especie de culpa se opone a la diligencia o cuidado ordinario o mediano.

El que debe administrar un negocio como un buen padre de familia, es


responsable de esta especie de culpa.

Culpa o descuido levísimo es la falta de aquella esmerada diligencia que un


hombre juicioso emplea en la administración de sus negocios importantes.
Esta especie de culpa se opone a la suma diligencia o cuidado.

El dolo consiste en la intención positiva de inferir injuria a la persona o


propiedad de otro.

Sobre el particular, la doctrina ha sostenido14:

El concepto de culpa hace referencia a un estándar genérico y flexible de la


persona prudente y diligente. La determinación de la regla de conducta que
habría observado esa persona en las circunstancias del caso es una tarea
judicial por excelencia. Sin embargo, esos deberes pueden estar también
tipificados por la ley (como característicamente ocurre con el tráfico
vehicular) o pueden estar establecidos convencionalmente por reglas
sociales, formales o informales. A falta de la ley o de usos normativos, el juez

14
Enrique Barros Bourie. Tratado de Responsabilidad Extracontractual. Editorial Jurídica
de Chile 2009.
no tiene otro camino que discernir como se habría comportado una persona
prudente en las mismas circunstancias.

(..)

Valor de los usos normativos como criterios de diligencia: a) Si se concibe el


derecho como una realidad social de carácter normativo, que excede el
ámbito de la ley, naturalmente se tenderá a concebir los deberes de
conducta como una expresión de usos normativos, de expectativas
recíprocas que señalan lo que asumimos se puede exigir de los demás 15. A
falta de una norma legal que defina el ilícito, se podrá decir que la culpa
consiste en infringir una regla establecida por la costumbre16. El criterio
empírico de “lo normal” se puede justificar por razones de seguridad jurídica,
que remiten a lo que según la costumbre se puede esperar de los demás y,
en consecuencia, cautelan que el derecho de la responsabilidad civil asegura
la protección de la confianza17. Sin embargo, siempre permanece latente que
el juicio relativo a la culpa supone adoptar las perspectivas normativas de
justicia (o de la eficiencia), en cuya virtud es necesario juzgar la
razonabilidad de los usos normativos, antes de darlos por aceptados. b)
Cualquiera sea la doctrina jurídica que asuman los jueces, ocurre que los
usos normativos, especialmente en una sociedad tan diferenciada como la
actual, son en general imprecisos y difíciles de probar. Por ello, lo usual será
que el juez, a falta de reglas legales que definan el ilícito, se vea obligado a
construir prudencialmente el deber de cuidado. En esta tarea, sin embargo,
no se debiera olvidar que una función importante del derecho privado es dar
forma al tráfico espontáneo al interior de la sociedad, de modo que
difícilmente se puede prescindir de aquello que con naturalidad esperamos
de los demás como conducta debida.
En relación con los conceptos de dolo y culpa grave, para efectos de la acción de
repetición, la jurisprudencia de la Sala ha señalado:

Tradicionalmente se ha calificado como culpa la actuación no intencional


de un sujeto en forma negligente, imprudente o imperita, quien de manera
descuidada y sin la cautela requerida deja de cumplir u omite el deber
funcional o conducta que le es exigible; y por su gravedad o intensidad,
siguiendo la tradición romanista, se ha distinguido entre la culpa grave o
lata, la culpa leve y la culpa levísima, clasificación tripartita con
consecuencias en el ámbito de la responsabilidad contractual o
extracontractual, conforme a lo que expresamente a este respecto señale
el ordenamiento jurídico.

(..)

De la norma que antecede [art. 63 del Código Civil], se entiende que la


culpa leve consiste en la omisión de la diligencia del hombre normal
(diligens paterfamilias) o sea la omisión de la diligencia ordinaria en los
asuntos propios; la levísima u omisión de diligencia que el hombre juicioso,
experto y previsivo emplea en sus asuntos relevantes y de importancia; y la
culpa lata u omisión de la diligencia mínima exigible aún al hombre

15
Carbonnier 2000.
16
Carbonnier 2000.
17
Bydlinski 1996.
descuidado y que consiste en no poner el cuidado en los negocios ajenos
que este tipo de personas ponen en los suyos, y que en el régimen civil se
asimila al dolo.

Respecto de la culpa grave señalan los hermanos Mazeaud, que si bien es


cierto no es intencional, es particularmente grosera. “Su autor no ha
querido realizar el daño, pero se ha comportado como si lo hubiera querido;
era preciso no comprender quod omnes intellgunt para obrar como él lo ha
hecho, sin querer el daño”. De acuerdo con jurisprudencia citada por estos
autores incurre en culpa grave aquel que ha “…obrado con negligencia,
despreocupación o temeridad especialmente graves...” (Derecho Civil,
Parte II, vol. II, pág. 110)18 y agregan que “…reside esencialmente en un
error, en una imprudencia o negligencia tal, que no podría explicarse sino
por la necedad, la temeridad o la incuria del agente…” (Mazeaud y Tunc,
Tratado Teórico y Práctico de la Responsabilidad Civil, Delictual y
Contractual, Tomo I, Volumen II, pág 384.)

Ahora bien en cuanto a la segunda modalidad subjetiva con la que se


califica la conducta del agente, esto es, el dolo, debe entenderse por tal,
aquella conducta realizada por el autor con la intención de generar un daño
a una persona o a su patrimonio, o en otra concepción, un comportamiento
antijurídico, habiéndoselo representado y adecuado a sus posibilidades,
con el fin unívoco de obtener un resultado dañino deseado.

Así pues, dentro de los aspectos integrantes del dolo, nuestra doctrina ha
mencionado que “deben estar presentes dos aspectos fundamentales, uno
de carácter intelectivo o cognoscitivo y otro de naturaleza volitiva; o en
palabras más elementales, para que una persona se le pueda imputar un
hecho a título de dolo es necesario que sepa algo y quiera algo; que es lo
que debe saber y que debe querer…”19, de donde los dos aspectos resultan
fundamentales, pues el volitivo es el querer la conducta dañina y
cognoscitivo le entrega al autor aquellos elementos necesarios para
desarrollar la conducta de manera tal que logre u obtenga el fin dañino
deseado.

(..)

Resulta claro, entonces, que el elemento fundamental del dolo radica en el


aspecto volitivo, de manera que obra dolosamente quien conociendo el
daño que con su acción u omisión ha de producir voluntariamente lo
provoca20, es decir, cuando actúa con intención maliciosa de generar un
determinado resultado injusto, que se enmarca dentro de una conducta
jurídicamente reprochable.

En suma, mientras la culpa es la falta de diligencia o de cuidado en la


conducta por imprevisión, negligencia o imprudencia, el dolo como dice

18
[11] Cfr. Sentencia de 25 de julio de 1994, Exp. 8493, C.P. Carlos Betancur Jaramillo. La
jurisprudencia de la Sección antes de la expedición de la Ley 678 de 2001 se apoyó en
esta doctrina para precisar el alcance de la culpa grave.
19
[12] Alfonso Reyes Echandía, Culpabilidad, Tercera Edición, Editorial Temis, 1998, pág
43.
20
[13] Alessandri R., Arturo; Somarriva U, Manuel; y Vodamic H., Antonio, Tratado de la
Obligaciones Volumen II, Segunda Edición, Ed. Jurídica de Chile, 2004, pág. 265.
ENECCERUS “Es el querer un resultado contrario a derecho con la
conciencia de infringirse un derecho o un deber”21.

No obstante, esta Corporación también ha sostenido que para determinar la culpa


y su gravedad, el juez no se debe limitar a las definiciones contenidas en el
Código Civil, sino armonizar las características particulares del caso con lo
previsto en los artículos 6º y 91 de la Constitución Política sobre la responsabilidad
de los servidores públicos, como también la asignación de funciones
contempladas en los reglamentos o manuales respectivos. Así mismo, es
necesario tener en cuenta otros conceptos, como la buena fe, contenido en la
Constitución Política22 y en la ley, a propósito de algunas instituciones.

En consideración a lo anterior, la Sala ha explicado que para establecer la


responsabilidad personal de los agentes, ex agentes estatales o particulares
investidos de funciones públicas, el análisis de sus actuaciones comporta,
necesariamente, el estudio de las funciones asignadas, para así establecer el
incumplimiento y su gravedad23. Esta última, desde la perspectiva del
comportamiento del agente.

Es claro, entonces, que “(..) se trata de establecer una responsabilidad subjetiva


cualificada, en la cual juega un papel decisivo el análisis de la conducta del
agente; por ello, no cualquier equivocación, no cualquier error de juicio, no
cualquier actuación que desconozca el ordenamiento jurídico permitirá deducir la
responsabilidad del agente, ex agente estatal o particular en ejercicio de funciones
públicas y, por ello, resulta necesario comprobar la gravedad de la falla en su
conducta”24.

Es decir, se trata de determinar si el agente comprometido actuó con intención de


causar daño, pues los elementos de convicción dan lugar a establecer una falta de
diligencia extrema, equivalente a la señalada intención. Es decir, al margen de la

21
Consejo de Estado, Sección Tercera, sentencias de 5 de diciembre de 2006, exp.
23953, C.P. Ruth Stella Correa, y de 7 de abril de 2011, exp. 19.801, C.P. Ruth Stella
Correa.
22
El artículo 83 Constitucional reza: “Las actuaciones de los particulares y de las
autoridades públicas deberán ceñirse a los postulados de la buena fe, la cual se
presumirá en todas las gestiones que aquellos adelanten ante estas”.
23
Sección Tercera, sentencia de agosto 25 de 2011, exp. 20117, C.P. Mauricio Fajardo
Gómez.
24
Consejo de Estado, Sección Tercera, sentencias de 27 de abril de 2011, exp. 19.192,
C.P. Mauricio Fajardo Gómez, y 22 de julio de 2007, exp. 16038, C.P. Myriam Guerrero
de Escobar.
legalidad o ilegalidad de la actuación, se habrá de determinar si la conducta de los
servidores se sujetó a los estándares de corrección 25 o los desbordó hasta
descender a niveles que no se esperarían ni siquiera del manejo que las personas
negligentes emplean en sus propios negocios; de manera que lo acontecido no
encuentre justificación26.

En el caso concreto, considera la Sala que la conducta de los médicos llamados


en garantía fue constitutiva de culpa grave, en tanto actuaron con gran
negligencia en la atención que le brindaron a la señora Magnolia Garzón
Rodríguez, en el hospital María Inmaculada de Florencia, ya que pasaron por alto
su grave situación médica, inconcebible dada su condición de especialistas, ante
patologías claramente reconocibles y tratables. Esto es así porque el desenlace
no habría ocurrido de no haberla expuesto al riesgo de una salida apresurada y,
más adelante, la omisión en el suministro de medicamentos, práctica de
exámenes y de la intervención urgente para erradicar el foco infeccioso. Aunado
al retardo en su remisión a un centro donde se le habría brindado la atención
adecuada. Deficiencias que tornaron ineficaz la atención que finalmente se le
brindó en el hospital Materno Infantil de Bogotá.

Se aparta, entonces la Dala del Tribunal de Ética Médica, pues, este,


contrariando las evidencias probatorias sobre su falta de diligencia, se abstuvo de
llamar a descargos a los médicos José Vicente León Carrero y Mireya Mahecha
Mahecha. Consideró que no se contaba con pruebas que demostraran con
certeza que aquellos hubieran contrariado la lex artis, las que sí reposan en la
actuación, pues se cuenta con la historia clínica, testimonios e informes técnicos
trasladados del proceso penal, que sin duda demuestran la culpa grave, cercana
al dolo, de los facultativos, comprometidos con la atención médica de la víctima y,
así mismo, con su deceso.

Ahora, se demostró en el expediente que la conducta inicial del médico José


Vicente León Carrero al practicar la cesárea y la histerectomía a la paciente se

25
JOSÉ LUIS DE LOS MOZOS. El principio de la Buena Fe. Bosch, Casa Editorial
Barcelona.965 Pg. 57 “Por eso la hemos calificado en contraposición a la buena fue
objetiva, de buena fe sub-legítimamente. Refiriéndose a la conducta del sujeto, en
relación con la propia situación, o con la ajena, de la que se deriva su derecho, según los
casos. En el primer supuesto, consiste en la creencia o ignorancia de no dañar un interés
ajeno tutelado por el derecho, lo que se manifiesta en las relaciones no solo de los
derechos reales, sino también en las más diversas (..)”.
26
Sentencia de 28 de febrero de 2013, exp. 23670, con ponencia de quien proyecta el
presente fallo.
ajustó a los requerimientos, conforme al desarrollo de la ciencia y de la técnica de
ese momento y a los recursos con que debiera disponerse en la entidad
hospitalaria, ni que existieran opciones menos gravosas para la misma.

Sobre el particular, el médico Santiago Emilio Campbell Silva, médico internista


del hospital, calificó la actuación del médico León como correcta, porque practicó
las cirugías para preservar la vida de la madre y de la criatura (fls. 381-382 c-7).
De ese criterio fue también el perito del Cuerpo Técnico de Investigación de la
Fiscalía, en el dictamen que rindió en el proceso penal (fls. 172-175 c-1).

No obstante, lo mismo no puede decirse del seguimiento realizado después de


las intervenciones, en el que las pruebas demuestran con certeza que el doctor
León desatendió el post-operatorio infeccioso y la doctora Mahecha no prodigó
los cuidados y el tratamiento adecuado ante el desarrollo del proceso, pasando
por alto el riesgo que se concretó.

De ello dio cuenta el dictamen rendido en el proceso penal por el perito del
Cuerpo Técnico de Investigación de la Fiscalía (fls. 176-177 c-6), en el que se
advirtieron serias omisiones, como la ausencia de historia clínica de ingreso de la
paciente a piso, la falta de notas de especialista y de la realización de análisis de
los laboratorios solicitados. Si bien la historia clínica se registra una anotación de
consulta telefónica al doctor León, ella no fue presencial. El CIT evidenció datos
de un postoperatorio tórpido, “dado por fiebre cuantificada, vómito verdoso y
vómito de sangre”, no obstante se dispuso la salida de la paciente el 26 de junio
de 1993, después de un día de fiebre.

En efecto, no consta en la historia clínica de la señora Magnolia Garzón


Rodríguez, seguida en el hospital María Inmaculada de Florencia que la paciente
hubiera sido valorada por el gineco-obstetra durante los días subsiguientes a las
intervenciones que se le practicaron. Únicamente se dejó consignado que el 24
de junio de 1993 se le consultó telefónicamente, porque presentó cuadro febril y
vómito. En las demás anotaciones que obran en las hojas de evolución sólo
aparece nota de atención de los médicos internos.

Cabe señalar que en relación con esta omisión, el perito del Instituto de Medicina
Legal que rindió dictamen en este proceso señaló que el hecho de que no
existiera anotación de visita alguna en la historia clínica no significaba
necesariamente que ésta no se hubiera realizado; que esa omisión podía
corresponder también a deficiencias relacionadas con la elaboración de la historia
misma. El perito destacó, además, que en la historia clínica obraba constancia de
que al médico León Carrero se le consultó telefónicamente sobre el
procedimiento a seguir con la paciente y que éste dio instrucción, situación que
en su criterio, no significa necesariamente que hubiera omisión o falta de interés,
aunque destacó que, en todo caso, “la valoración médica a cualquier paciente
debe ser preferiblemente de manera personal y directa”.

Considera la Sala que basta que en la historia clínica no figure la valoración, para
concluir que la misma no se realizó, es decir que el médico León Carrero no
actuó con la diligencia exigible, si se tiene en cuenta que fue él mismo quien
intervino a la señora Magnolia Garzón en dos oportunidades el 23 de junio y, por
lo tanto, tenía conocimiento del riesgo que la misma corría, sumado a que
presentó fiebre y vómito. En consecuencia, el especialista, antes de ordenar la
salida de la paciente debió prever que ésta se hallara en óptimas condiciones.
Considera la Sala que la mejoría que presentó la paciente el día 26 debió ser
objeto de verificación por parte del médico tratante, quien no sólo conocía la
relevancia médica de las intervenciones que se le habían realizado, sino también
su evolución desfavorable en los días subsiguientes. Manejo este a todas luces
negligente, pues no se explica cómo ordenar la salida del hospital de una
paciente que el día anterior presentaba las condiciones médicas a las que se
hace referencia.

Al parecer de la Sala, entonces, la responsabilidad del médico León Carrero tiene


que ver con el desarrollo del proceso infeccioso, hasta llegar a una sepsis
abdominal, complicación que, de haberse tratado correctamente, la infección no
se habría presentado.

El inadecuado manejo médico dado a la señora Magnolia Garzón por el gineco-


obstetra León Carrero se concretó, además, en el suministro de antibióticos,
pues, según el concepto rendido en el proceso penal por el perito del Cuerpo
Técnico de Investigación de la Fiscalía, “considerando el tipo de cirugía y el que
la paciente presentara las membranas rotas, sí estaba indicado iniciar
antibioticoterapia. Lo normal en los tratamientos en antibióticos es una
administración continua durante un mínimo de diez días”.
En la prueba pericial practicada en el proceso por el perito del Instituto de
Medicina Legal y Ciencias Forenses, se destacó también la necesidad de
suministrar antibióticos a la paciente, por un término mínimo de una semana, en
consideración a que el tipo de cirugías a que fue sometida favorecía la aparición
de infecciones, empero anotó que en el caso de la señora Magnolia Garzón
Rodríguez solo lo fue por el lapso de dos días.

Las notas de la historia clínica y el criterio de los peritos permite a la Sala concluir
que la antibioticoterapia prescrita a la paciente no fue adecuada, si se considera
el riesgo conocido de las intervenciones practicadas.

Adicionalmente, se reprochó al médico llamado en garantía no haberle practicado


estudios complementarios a la paciente para confirmar la “posible coagulopatía
sobreañadida” diagnosticada, teniendo en cuenta que el cuadro hemático mostró
un 7% de linfocitos atípicos.

Considera la Sala, de acuerdo con los criterios científicos señalados, que si bien
podía prestarse a discusión el tipo de exámenes que debieron ser practicados
para confirmar el diagnóstico presuntivo de “coagulopatía sobreañadida”, hay
acuerdo en que las pruebas de sangre mostró un problema de base relevante,
que finalmente se confirmó en la necropsia, pero al que el médico responsable de
la paciente, llamado aquí en garantía, no prestó importancia alguna, por lo que se
considera que su omisión por este aspecto también fue constitutiva de culpa
grave.

En resumen, considera la Sala que el médico José Vicente León Carrero actuó
con culpa grave, porque no hizo seguimiento estricto a la señora Magnolia
Garzón Rodríguez en el postoperatorio, a pesar de haberle practicado cesárea,
por estrechez pélvica e histerectomía por atonía uterina y de la evolución
desfavorable en el postoperatorio, dado que, no obstante haber presentado fiebre
indicativa de infección y vómito, en algunas ocasiones con sangre, ordenó su
salida sin haberle suministrado un cuadro de antibióticos, como era de esperarse
y tampoco ordenó la práctica de exámenes para determinar la causa de la
coagulopatía sobreañadida, de la cual se hizo diagnóstico presuntivo y que
finalmente se confirmó en la necropsia.
También considera la Sala que la médica Mireya Mahecha Mahecha incurrió en
culpa grave, en tanto tuvo bajo su responsabilidad a la señora Magnolia Garzón
Rodríguez durante la segunda oportunidad en la que permaneció en el hospital
María Inmaculada de Florencia y, sin perjuicio de haber diagnosticado en razón
de la valoración por reingreso “infección puerperal quirúrgica, falla renal”, se
abstuvo de adelantar la intervención que el estado de la paciente requería para
erradicar el foco infeccioso, a pesar de que este era el indicado, para limitare a
tratar con antibióticos, siendo un cuadro que se fue agravando día a día, omitió
revaluar el tratamiento, cuando lo pertinente tenía que ver con remitirla en forma
oportuna a una unidad de cuidados intensivos, siendo ello necesario para salvar
la vida de la señora Garzón Rodríguez y con la cual no se contaba en el hospital
demandado.

En síntesis, considera la Sala, de acuerdo con la historia clínica, el dictamen


pericial y el testimonio del médico internista Jorge Enrique Cubillos Mariño, quien,
conjuntamente con la llamada en garantía diagnosticó a la paciente, que la
negligencia de la médica varias veces nombrada, superó todo límite, al punto de
que no quede sino considerarla grave, esto es cercana al dolo. Esto es así
porque diagnosticada la gravedad de la paciente y conocido el procedimiento, la
gineco-obstetra Mahecha Mahecha se abstuvo de practicar la intervención, sin
que aparezca documentado las razones que pudieron asistirle para su omisión.

Tampoco se acreditaron en el proceso los motivos que pudo tener la médica


llamada en garantía para abstenerse de remitir a la señora Magnolia Garzón a un
centro asistencial que contara con una unidad de cuidados intensivos, donde
habrían brindado la atención que requería, teniendo en cuenta el diagnóstico, al
que tanto ella, como el médico internista llegaron; el deterioro progresivo del
estado de salud de la paciente y la carencia de esos recursos en el hospital
demandado.

En relación con las ventajas que hubiera representado para la paciente el hecho
de haber sido atendida en una unidad de cuidados intensivos, los peritos del
Instituto de Medicina Legal aseguraron que el control y manejo de todo paciente
con shock hipovolémico e insuficiencia renal, de origen prerrenal se consideran
de mejor pronóstico en una unidad especializada para su manejo. Así mismo,
determinaron que la vigilancia de una paciente en sepsis, con compromiso de
diferentes órganos –como era el caso de la señora Magnolia Garzón Rodríguez-
requería de una unidad especializada. Anotaron, además, que la remisión
oportuna de la paciente “hubiera asegurado el manejo de esta paciente en una
unidad adecuada al tipo de complicaciones médico- quirúrgicas que presentaba”.

En consecuencia, considera la Sala que la gineco-obstetra Mireya Mahecha


Mahecha, llamada en garantía, incurrió en culpa grave, en tanto omitió
injustificadamente realizar el drenaje quirúrgico a la señora Magnolia Garzón
Rodríguez y/o remitirla a un centro médico donde se contara con unidad de
cuidados intensivos. Más aún, se advierte que dicha remisión se hizo finalmente a
iniciativa de la familia, de manera tardía, por lo que resultó inútil la intervención
que de manera inmediata se le practicó para salvarle la vida.

Los llamados en garantía señalaron que no fueron sus actuaciones u omisiones


las causas de la muerte de la paciente, sino la leucemia que la misma padecía,
que tornaba ineficaz cualquier tratamiento.

Considera la Sala que el hecho de que la paciente padeciera leucemia y por lo


mismo de mayor envergadura su proceso infeccioso, de ello no se sigue que no
fuera tratable, de tal suerte que ello compromete, aún más a los llamados en
garantía. Al doctor León Carrero, dado que diagnosticado una posible
coagulopatía sobreagregada, no se dispuso los exámenes para su confirmación;
el cuadro infeccioso no se trató debidamente y se dispuso la salida. Y a la doctora
Mahecha Mahecha, pues, sumado a lo anterior, ningún interés demostró en
preservar la vida de la paciente.

Omisiones que, al margen de sostener que de haberse procedido correctamente


el desenlace habría sido otro, pues la ciencia médica no permite tal certidumbre,
no se puede desconocer, eso sí, que los llamados en garantía fueron en extremo
negligentes, con su compromiso de procurar, acudiendo al estado de la ciencia,
proteger la vida de la señora Magnolia Garzón Rodríguez. No puede perderse de
vista que según la necropsia, la causa última de la muerte de la paciente fue
“insuficiencia suprarrenal aguda”, secundaria a “peritonitis y cuadro de
Waterhouse Friderichsen”. Cuadro infeccioso presentado casi de manera
concomitante a la intervención cesárea, con fiebre y vómito, que se agravó sin
haber recibido en el hospital demandado la atención adecuada, a tal punto que la
atención que finalmente se le brindó en la clínica Materno Infantil de Bogotá
resultó inútil por lo avanzado del cuadro infeccioso.
De conformidad con lo anterior, la Sala encuentra acreditada la responsabilidad
de los llamados en garantía, por culpa grave en la atención que brindaron a la
señora Magnolia Garzón Rodríguez, dado que la causa de la muerte de la
paciente estuvo relacionada con i) la omisión del médico León Carrero en valorar
adecuadamente a la paciente, a pesar de conocer los antecedentes, disponer su
egreso, sin perjuicio de la desfavorable evolución; (ii) no precribir los antibióticos
durante el tiempo necesario, a pesar del riesgo de infección inherente a las
mismas intervenciones y (iii) omitir la práctica de los exámenes pertinentes para
establecer las causas de la “coagulopatía sobreañadida”, las cuales hubieran
permitido identificar la leucemia que padecía la paciente, para brindarle así un
tratamiento adecuado.

La omisión de la médica Mahecha Mahecha tuvo que ver con el drenaje


quirúrgico, a pesar de que ese procedimiento estaba indicado para la infección
abdominal y haber retardado la remisión de la señora Magnolia Garzón
Rodríguez a un centro médico que contara con unidad de cuidados intensivos
donde pudieran atenderla debidamente, en lugar de aguardar el resultado de un
tratamiento con antibióticos al que la paciente nunca respondió.

La Sala aclara que aunque las decisiones adoptadas en el proceso penal no


tienen carácter vinculante en este proceso, se comparten los razonamientos que
en las mismas se hicieron en relación con la conducta de los llamados en
garantía, la cual, se insiste, se considera constitutiva de culpa grave.

2.2.5 Condena a los llamados en garantía

Tal y como se estableció en forma precedente, el acuerdo conciliatorio al que


llegaron la parte actora y el Hospital Departamental María Inmaculada de
Florencia, de 1º de agosto de 2002, no es oponible a los llamados en garantía, en
la medida en que no fueron parte del mismo.

No obstante, al margen de dicho acuerdo, lo cierto es que la responsabilidad del


Hospital María Inmaculada de Florencia está demostrada y, así mismo, la culpa
grave de los llamados en garantía, pues la Sala encuentra que los médicos José
Vicente León Carrero y Mireya Mahecha Mahecha fueron gravemente negligentes,
razón por la cual deberán responder con su patrimonio, cada uno en un 40% del
valor acordado por la entidad con los demandantes, hasta el monto efectivo de la
suma pagada por el hospital accionado, esto, teniendo en cuenta que el
demandado convino en la suma única de SETENTA Y CINCO MILLONES
SEISCIENTOS VEINTIOCHO MIL PESOS MCTE ($75 628 000).

Lo anterior, significa que cada uno de los llamados responderá por la suma de
TREINTA MILLONES DOSCIENTOS CINCUENTA Y UN MIL DOSCIENTOS
PESOS MCTE ($30 251 200).

Así mismo, la Sala dispondrá que se descuente de la suma que deban reintegrar los
llamados en garantía a la entidad pública demandada, el valor de lo que hubieran
pagado a los demandantes, en cumplimiento de la sentencia penal proferida por
el Tribunal Superior del Caquetá-Sala Penal, el 4 de octubre de 1996.

2.2.6 Medidas de justicia restaurativa27

Aunque en principio no cabe hacer más gravosa la situación del apelante único,
conforme al principio de la no reformatio in pejus, dicho límite se fisura frente al
deber estatal de reparar en integridad la afectación significativa de un derecho
fundamental, con proyección objetiva, caso en el que resulta posible decretar de
oficio medidas de justicia restaurativa, restringidas a la garantía de no repetición,
dado, además, que las partes conciliaron sus diferencias en materia de
reparación, lo que conlleva la integralidad de la misma.

Lo anterior porque en el presente asunto se vulneró gravemente el derecho


fundamental a la salud de una mujer gestante, que tenía derecho a ser tratada a
acorde con su situación y se hace necesario que lo acontecido no se repita.

Cabe advertir que la jurisprudencia ha señalado que es posible decretar de oficio


medidas de justicia restaurativa, al margen de los principios de congruencia y de
no reformatio in pejus, posibilidad que en este caso cobra mayor fuerza si se
considera que se trata de emitir un llamado de atención respecto de la situación
que afrontan las niñas adolescentes y, en general, las mujeres que requieren
atención médica apropiada a su estado y condiciones.

27
Lo aquí expuesto es reiteración de lo decidido en un asunto similar frente a un
procedimiento de extracción de los órganos sexuales femeninos: Consejo de Estado,
Sección Tercera, Subsección C, sentencia del 25 de abril de 2012, M.P. Enrique Gil
Botero.
La Sala ha tenido la oportunidad de pronunciase sobre la mortalidad materna 28 y,
para el efecto, ha traído a colación la publicación que sobre el tema ha realizado
la Comisión Nacional de Género de la Rama Judicial “Mortalidad materna: otra
cara de la violencia contra las mujeres. Un análisis desde la perspectiva jurídica”,
trabajo que incluye la ponencia “La Responsabilidad del Estado por Muerte en el
Parto”, del cual se destacan las siguientes conclusiones:

Las políticas públicas de salud deben garantizar dos principios basilares a


partir de los cuales se disminuirá la producción de daños antijurídicos en
materia de mortalidad materna en el parto:

a).- Garantizar el acceso efectivo de toda la población al servicio de salud,


en términos de alta calidad y servicio.

b).- Asumir la práctica obstétrica como una especialidad que reviste


particulares características de riesgo y que, por lo tanto, amerita la
construcción y destinación de departamentos, unidades y personal médico
altamente capacitado.

Es que ante la grave vulneración de los derechos humanos, que compromete a un


grupo significativo de la población, no cabe anteponer una conciliación y así
mismo soslayar las medidas de no repetición, pues ha de señalar la Sala que el
derecho de las mujeres, niñas y adolescentes de Colombia, a recibir la atención
médica que merecen, no admite disposición.

En el caso concreto, la Sala observa que la inexcusable negligencia de la entidad


pública demandada y de los profesionales de la medicina que estuvieron a cargo
de la atención de la señora Magnolia Garzón Rodríguez, evidencia la persistencia
de una actitud de menosprecio a los problemas propios de la sexualidad femenina
y la maternidad y, por tanto, de un modelo patriarcal y de discriminación por causa
del sexo29.

La Sala reiterará su jurisprudencia sobre la pertinencia de la aplicación de


medidas de reparación integral en los casos en los que se evidencia
28
Consejo de Estado, Sección Tercera, sentencia de 19 de septiembre de 2011, exp.
20138, con ponencia de quien proyecta en el presente fallo. En igual sentido, cabe citar
las sentencias de 9 de febrero, exp. 16934; de 27 de abril, exp. 19761 y de 27 de
septiembre del mismo año, exp. 28860, M.P. Danilo Rojas Betancourth y de 26 de junio
de 2012, exp. 24727, con ponencia de quien elabora la presente providencia.
29
Sobre discriminación de género, la Sala se ha pronunciado en diversas ocasiones, entre
las que se destacan: sentencias de 10 de agosto de 2011, exp. 20209; de 29 de agosto
de 2012, exp. 24093; de 28 de febrero de 2013, exp. 24460 y 26303 con ponencia de
quien proyecta el presente fallo.
discriminación de género y, por tanto, ordenará al Hospital Departamental María
Inmaculada de Florencia ofrecer excusas a los demandantes en una ceremonia
privada que deberá efectuarse dentro de los tres (3) meses siguientes a la fecha
de ejecutoria de este fallo, siempre que los mismos así lo consientan. Así mismo,
el demandado deberá disponer, en su página web, un link con un encabezado
apropiado en el que se pueda acceder al contenido magnético de esta
providencia. Para tal efecto, la entidad demandada, en el término de tres (3)
meses contados a partir de la ejecutoria de este fallo, subirá a la red el archivo que
contenga esta decisión y mantendrá el acceso al público del respectivo link
durante un lapso de seis (6) meses, que se contarán desde la fecha en que se
realice la respectiva carga de información.

Adicionalmente y, teniendo en cuenta que la deficiencia en la atención en


ginecobstetricia ha demostrado ser un problema recurrente, se ordenará al
Hospital Departamental María Inmaculada de Florencia diseñar estrategias
eficaces tendientes a crear conciencia sobre la necesidad de garantizar la
atención médica especializada y oportuna a la mujer embarazada y a los niños
recién nacidos. Así mismo, se exhortará al municipio de Florencia a diseñar
políticas públicas tendientes a la garantía de estos derechos y, así mismo, a
apoyar al centro asistencial en el cumplimiento de las órdenes impartidas.

Sin condena en costas por no aparecer causadas.

En mérito de lo expuesto, el Consejo de Estado, en Sala de lo Contencioso


Administrativo, Sección Tercera, Subsección “B”

FALLA

MODIFICAR la sentencia proferida por el Tribunal Administrativo del Caquetá, el 2


de noviembre de 2001 para, en su lugar, disponer:

PRIMERO: DECLARAR no fundadas las excepciones propuestas por la entidad


pública demandada.

SEGUNDO.- DECLARAR estarse a lo resuelto en la providencia de 21 de


noviembre de 2002, que aprobó el acuerdo conciliatorio de 1º de agosto de 2002,
celebrado entre la parte actora y el Hospital Departamental María Inmaculada de
Florencia.

TERCERO.- DECLARAR, con el objeto de hacer efectivo el llamamiento en


garantía, administrativa y extracontractualmente responsable al Hospital María
Inmaculada de Florencia, Caquetá, por los perjuicios causados a los
demandantes, con ocasión de la muerte de la señora Magnolia Garzón
Rodríguez, en hechos ocurridos entre el 23 al 26 de junio de 1993 y el 29 de junio
al 6 de julio de 1993 en Bogotá, dentro de las circunstancias de tiempo, modo y
lugar que se dejaron analizadas en los considerandos de este fallo descritos en
esta providencia.

CUARTO.- DECLARAR responsables patrimonialmente a los médicos JOSÉ


VICENTE LEÓN CARRERO y MIREYA MAHECHA MAHECHA, llamados en
garantía, a título de culpa grave, por los hechos ocurridos en las circunstancias de
tiempo, modo y lugar en los cuales falleció la señora Magnolia Garzón Rodríguez.

QUINTO.- Como consecuencia de la anterior declaración, CONDENAR a los


señores JOSÉ VICENTE LEÓN CARRERO y MIREYA MAHECHA MAHECHA, a
reembolsar a favor del hospital María Inmaculada de Florencia, Caquetá, cada uno
el 40% del valor pagado por el Hospital Departamental María Inmaculada de
Florencia, Caquetá, esto es la suma de TREINTA MILLONES DOSCIENTOS
CINCUENTA Y ÚN MIL DOSCIENTOS PESOS MCTE ($30 251 200), una vez
acreditado el pago por parte de la demandada.

SEXTO.- DISPONER que se descuente de la suma que deban reintegrar los


llamados en garantía al hospital María Inmaculada de Florencia, Caquetá, el valor
que los mismos hubieren pagado a los demandantes, en cumplimiento de la
sentencia penal proferida por el Tribunal Superior del Caquetá-Sala Penal, el 4 de
octubre de 1996.

SÉPTIMO.- ORDENAR al Hospital Departamental María Inmaculada de Florencia


ofrecer excusas a los demandantes en una ceremonia privada que deberá
efectuarse dentro de los tres (3) meses siguientes a la fecha de ejecutoria de este
fallo, siempre que los mismos así lo consientan. Así mismo, el demandado deberá
disponer, en su página web, un link con un encabezado apropiado en el que se
pueda acceder al contenido magnético de esta providencia. Para tal efecto, la
entidad demandada, en el término de tres (3) meses contados a partir de la
ejecutoria de este fallo, subirá a la red el archivo que contenga esta decisión y
mantendrá el acceso al público del respectivo link durante un lapso de seis (6)
meses, que se contarán desde la fecha en que se realice la respectiva carga de
información.

OCTAVO.- ORDENAR al Hospital Departamental María Inmaculada de Florencia


diseñar estrategias eficaces de información, vigilancia y educación que garanticen
que todas las mujeres que acceden al servicio de ginecología y obstétrica, así
como los recién nacidos, sean atendidos por personal especializado y reciban un
trato acorde con su dignidad.

NOVENO.- EXHORTAR al municipio de Florencia (Caquetá) a adoptar políticas


tendientes a crear conciencia en las instituciones de salud a él adscritos, sobre la
necesidad de garantizar la atención médica especializada y oportuna a la mujer
embarazada y a los niños recién nacidos y, así mismo, a apoyar al centro
asistencial en el cumplimiento de las órdenes impartidas.

DÉCIMO.- Dese cumplimiento a lo dispuesto en los artículos 176, 177 y 178 del
C.C.A. y 115 del C.P.C. Para el cumplimiento de esta sentencia expídanse copias
con destino a las partes, con las precisiones del artículo 115 del Código de
Procedimiento Civil y con observancia de lo preceptuado en el artículo 37 del
Decreto 359 de 22 de febrero de 1995. Las copias destinadas a la parte actora
serán entregadas al apoderado judicial que ha venido actuando.

En firme esta providencia, REMÍTASE la actuación al Tribunal de origen.

CÓPIESE, NOTIFÍQUESE y CÚMPLASE

DANILO ROJAS BETANCOURTH STELLA CONTO DÍAZ DEL CASTILLO


Presidente de la Subsección Magistrada

ROCÍO ARAUJO OÑATE


Conjuez

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