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Cahiers d’études romanes

Revue du CAER

32 | 2016 :
Amérique francophone et Amérique latine
Croisements et liens historiques. Rencontres et divergences

Sobre el concepto de América


Latina
¿Invención francesa?
Rubén Torres Martínez
p. 89-98
https://doi.org/10.4000/etudesromanes.5141

Résumés
Français Español
Le concept d’Amérique latine naît comme un terme promu par des intérêts économiques et
politiques de l’empire français de Napoléon III, ainsi que par la nécessité d’imposer la France
comme un contrepoids face à l’influence grandissante des États-Unis ; néanmoins le concept a été
élaboré d’abord par des intellectuels américains de tradition hispanique. Ce sont les circonstances
géopolitiques qui feront naître l’idée selon laquelle l’Amérique latine est une invention française.
En réalité la France sera primordialement promotrice et divulgatrice du concept. Finalement on
observe que le terme Amérique latine est au début un néologisme plutôt défensif qu’identitaire.

El concepto de América Latina surge como un vocablo promovido en gran medida por los
intereses económicos-políticos del imperio francés de Napoleón III y su necesidad de implantarse
en el continente americano como un contrapeso a la enorme influencia que entonces comenzaban
a adquirir los Estados Unidos de América; sin embargo el concepto fue originalmente pensado
por intelectuales americanos de tradición hispana. Serán las circunstancias geopolíticas las que
harán surgir la idea de que América Latina es una invención francesa, cuando en realidad Francia
juega más bien un papel de estimulador y promotor del concepto. Finalmente se argumenta por
qué el vocablo América Latina es en sus albores un neologismo defensivo antes que identitario.

Entrées d’index
Mots-clés : Amérique latine, France, civilisation, histoire, hispanisme, néologisme
Palabras claves : América Latina, Francia, Civilización, Historia, hispanismo, neologismo
Index géographique : Amérique latine, France, États-Unis
Index chronologique : XIXe, XXe
Texte intégral

Introducción
1 Definir el concepto de América Latina es sumamente complejo. Aún cuando hoy en
día se emplea de manera corriente, al detenernos a pensar en la palabra como concepto,
así como su significado y significación, encontramos enormes dificultades. Como
definición el concepto ya ha sido abordado por diversos estudiosos tales como Leopoldo
Zea (1965; 1986), José Carlos Mariátegui (1965), James Petras (1968), Jean Franco
(1970), Tulio Halpering Donghi (1970), Abelardo Villegas (1972), Francois Chevalier
(1977), Pablo González Casanova (1978), Arturo Ardao (1980), Ricaurte Soler (1980),
Alain Rouquié (1987), Miguel Rojas Mix (1991), Octavio Ianni (1997) y más
recientemente Adalberto Santana.
2 Autores como Miguel Rojas Mix y Arturo Ardao se han planteado la pregunta desde
otra óptica: ¿Cómo se llegó al empleo quasi universal del concepto de América Latina?
No sólo qué significa sino, ¿cómo surgió, cómo se elaboró y cómo se terminó adaptando
dicho concepto?
3 La pregunta va más orientada en una lógica histórica que geográfica o cultural,
aunque se reconoce la importancia de ambos elementos. Encontramos que la palabra
fue ya pensada como idea, más aún no como concepto, por varios personajes como
Simón Bolívar, Domingo Faustino Sarmiento, José Martí y José Vasconcelos. Se trata de
la idea de una América, un territorio del continente, que es diferente y distinta a la
América sajona, a lo que hoy comúnmente se suele llamar simplemente America (en
inglés). Estas reflexiones ya giran en torno a un área que es más bien sureña, hispánica,
ibérica o latina.
4 Mucho se ha hablado sobre los ideólogos de Napoleón III y más específicamente de
Michel Chevalier como el formador y forjador del concepto de América Latina. Se hace
referencia a Chevalier por el hecho de que en su libro Des intérêts matériels en France
se enfatiza la importancia de crear una «América Latina» que creara un contrapeso al
hasta entonces muy aceptado y difundido término de «América hispánica», usado desde
el momento mismo de la colonización del nuevo continente hasta prácticamente
mediados del siglo XIX. Paralelamente esta idea de «América Latina» buscaba combatir
y restringir el concepto de «Panamérica» que la llamada doctrina Monroe pregonaba e
impulsaba con el objetivo de que los Estados Unidos de Norte América o America,
impusieran su peso, influencia y control sobre el conjunto del continente desplazando
de una vez por todas los proyectos coloniales europeos. Sin embargo, y antes de
continuar avanzando, vale la pena preguntarnos: ¿Es en verdad el concepto de América
Latina una idea formada, forjada y desarrollada por los ideólogos imperialistas de
Napoleón III con Michel Chevalier a la cabeza?

El neologismo
5 Partimos del principio de que hoy en día el término de «América Latina» es aceptado
y repetido por un amplio número de personas: académicos, políticos, responsables
gubernamentales, y actores legos. Pero esto nos remite al problema mismo de la
conceptualización del término. ¿Cómo se creó y definió en el lenguaje corriente
«América Latina»?
6 Se trata de un sustantivo compuesto que atiende a la parte del continente americano
que comprende desde Tierra de Fuego (Chile y Argentina) en el sur y sube hasta el río
Bravo en la frontera México-estadounidense. Se integra a las islas caribeñas junto con la
parte sur y central del continente. Si hablamos de lo político y social se hace referencia a
los países del continente que se diferencian de la llamada América del norte o Estados
Unidos. Se diferencian al menos en que es autónoma políticamente de esta última y que
culturalmente es distinta. En lo que se refiere a la lengua se trata del conjunto de países
donde se habla alguna lengua latina o romance, en este caso el castellano o el portugués.
7 Sin embargo «América Latina» es esto y mucho más, se trata en realidad del
resultado de contextos y situaciones socio-políticas-económicas-geográficas-culturales
muy complejas y de larga duración para retomar a Fernand Braudel. Por citar sólo tres
ejemplos, la idea y concepto de «América Latina» se fue forjando a pesar y gracias a: 1)
el expansionismo norteamericano; 2) a un intento de reconquista por parte de la corona
española en el siglo XIX; 3) como proyecto de creación de un imperio en territorio
americano impulsado y soportado por Francia y Napoleón III.
8 Antes de ser neologismo o concepto, «América Latina» fue una idea que evolucionó
en los hechos y con el tiempo. Es aquí donde adquiere fuerza la idea de una invención
francesa. El uruguayo Arturo Ardao nos dice que se trata de:

Dos grandes acepciones: la primera alude al orbe cultural del latín en tanto
operó como idioma vivo en la antigüedad y comienzos del Medioevo, con todas
sus variantes internas desde la alta a la baja latinidad… la segunda… alude al
arte cultural generado por los idiomas neolatinos o latinos a secas, que surgen en
la Europa Medieval para expandirse, después del Renacimiento por todos los
continentes… como correspondiente lengua epónima la primera es una latinidad
muerta. Como sus correspondientes lenguas de expresión y significación,
también con todas sus variantes internas, desde las originarias europeas a las
ultramarinas, la segunda es una latinidad viva pero no por ello deja de existir
una estricta continuidad histórica.1

9 Ardao testimonia con lo anterior que una idea de latinidad se comenzaba a forjar y
extender por el mundo occidental, una idea que retomaba la historia de la Roma antigua
y las civilizaciones mediterráneas hasta llegar a la Ilustración francesa. Todo en una
lógica lineal imperialista de donde surgirán otros conceptos como el de «Civilisation»
por ejemplo. Aún cuando el proceso es lento ya está puesto en marcha a partir de un
neologismo de base: la Europa Latina, es decir Portugal, España, Francia e Italia. Una
configuración mucho más antigua que «manifestó en su literal enunciación, la idea de
latinidad – en la moderna acepción – y uso de concepto historiográfico, a la vez que de
categoría de la filosofía de la historia, de la filosofía de la cultura y hasta de la filosofía
política»2.

La influencia francesa: «civilisation», y


«Amérique latine»
10 Durante mucho tiempo se pensó que fue en 1836 cuando Michel Chevalier empleó
por primera vez el término América Latina en la Introducción de Lettres sur l’Amérique
du Nord. En dicho texto el autor ya comienza a abordar y dibujar su idea de «América
Latina», pero es hasta Des Intérêts matériels en France, que se puede observar algo
mucho más elaborado cuando afirma que la «Civilisation» moderna tiene una doble
raíz que es complementaria y contradictoria a la vez: la tradición romana y la tradición
germánica. De esta manera el porvenir de la sociedad y la «Civilisation» se encuentra
una vez más en juego pero ahora en un espacio nuevo llamado «América» donde
vuelven a cohabitar y enfrentarse las dos tradiciones mencionadas. De esa manera para
Chevalier en el continente americano existen dos «civilisations» o culturas
complementarias pero confrontadas. Una sajona y protestante, laboriosa, de raza
blanca, apegada y respetuosa de las instituciones que ella misma iba creando, pero
discriminadora y rechazadora de todo lo que es diferente a ella, menospreciante de las
otras culturas y con un destino manifiesto claro; la otra América era latina, católica, de
raza mestiza, europea pero bárbara a la vez (el Facundo de Sarmiento), sin
reconocimiento ni respeto para las instituciones endebles que se están conformando,
pero sin miedo al otro, le gusta conocerlo, confrontarlo, enseñarle y aprender de él. Se
trata de una idea muy romántica de la latinidad versus una idea muy pragmática de lo
sajón.
11 Además de Chevalier, un comerciante y autor como Benjamín Poucel reflexionó hacia
1850 sobre la idea de América Latina en dos de sus obras intituladas De las
emigraciones Europeas en la América del Sur y Estudios de los intereses recíprocos de
la Europa y la América, Francia y la América del Sur. Poucel en realidad hace un
llamado de política internacional a Francia para posesionarse en el continente
americano y contrarrestar el empuje que los Estados Unidos ejercían sobre las nacientes
naciones del resto del continente. Para ello Poucel acude a la idea de latinidad y trata de
mostrar que las naciones del Sur del continente tienen mucho más en común con los
franceses que con los estadounidenses.
12 Junto a estos dos autores franceses aparecen otros autores de origen americano que
tratarán igualmente la idea de América Latina. Nos referimos al dominicano Francisco
Muñoz del Monte y al colombiano José María Torres Caicedo, este último además
considerado como el primer hispanoamericano con conciencia histórica del
pensamiento latino. Lo anterior porque dicho autor emplea el término «América
Latina» en 1856. Hasta 1855 Torres Caicedo había empleado los términos de «América
Española» o simplemente «América».
13 En esa misma trayectoria se inscribe el muy documentado chileno Francisco Bilbao
que siguiendo a Torres Caicedo publica en el mismo año de 1856 un poema intitulado
Las dos Américas, donde realiza la diferenciación de manera clara y sin titubeos. Para
Bilbao se trata de dos Américas cohabitando bajo un mismo continente, una sajona y
otra Latina. Es importante reconocer en este autor la influencia de otro francés l’abbé
Felicités de Lamennais, quien también había ya reflexionado sobre la idea del
panlatinismo pero desde Europa y bajo otras circunstancias y otra lógica3.
14 Desde 1860 y prácticamente hasta nuestros días se considera que la denominación
«América Latina» es una invención francesa, creada y fomentada por los ideólogos
imperialistas de Napoleón III, con el fin de justificar su interés por montar un imperio
en tierras mexicanas; esto último puede que sea cierto pero lo primero que observamos
es que en realidad se trata de una verdad a medias. Sin embargo es gracias a Napoleón
III que a partir de 1870 la denominación «América Latina» es aceptada quasi
universalmente.

El rol del bonapartismo y el


expansionismo norteamericano
15 Entendemos que la denominación «América Latina» fue empleada por primera vez y
de manera alterna y simultánea por Francisco Bilbao y Torres Caicedo en 1856 y no
cómo lo quiere el mito en 1860 por los ideólogos de Napoleón III. Es cierto que tanto
Chevalier como Poucet ya habían empleado el término y de hecho existe en ambos
autores una reflexión profunda sobre el mismo, pero son casos aislados y de impacto
muy discutible.
16 Sin embargo es importante reconocer que sí existe, a pesar de todo, una influencia
francesa, pero sobre todo napoleónica en la elaboración del término y en la aceptación
del mismo. Por un lado se busca borrar y eliminar en la medida de lo posible la idea de
una «América Hispánica» o «América Española», para ello se otorga un instrumento de
identidad común que no tenga un vínculo fuerte ni con la antigua metrópoli ni con el
gigante que en el norte comenzaba a surgir. Esto explica paralelamente por qué en
España se continúe hasta hoy en día empleando los términos «Iberoamérica» y
«América Hispánica», así mismo se explica el rechazo por parte de los países latinos a
llamar a los Estados Unidos simplemente «América» o America (en inglés).
17 Recordemos que hacia 1850 Napoleón III se presentaba al mundo como el mayor
defensor de los intereses católicos y protector de los lugares sagrados. Junto con esta
excusa de defensa de la tradición occidental católica surgió la idea del panlatinismo,
idea conservadora y monárquica confirmada por la postura francesa ante la ascensión al
poder de Leopoldo O’Donnel en España entre 1854 y 1856; la intención de Napoleón III
iba en el sentido de terminar de tajo con las reformas liberales que se llevaban a cabo en
la península. Paralelamente Napoleón III motivó una política de desconfianza
internacional hacia el expansionismo norteamericano, lo que consolidaba y justificaba
su proyecto de panlatinismo conservador.
18 Ante este escenario, Michel Chevalier se transforma en el principal promotor y no
solo ideólogo del panlatinismo. Su justificación de la intervención francesa se apoya en
una idea de «civilisation occidentale» de origen cristiano-católica en todo el mundo
latino. Este tipo de argumentos ya existían en personajes como el mismísimo Lucas
Alamán a inicios de los años 50 del siglo XIX4, pero las lecturas de Michel Chevalier
fueron determinantes para inspirar a personajes como José María Gutiérrez Estrada,
José Nepomuceno Almonte y Miguel Miramón para realizar el llamado de intervención
europea en México entre 1860 y 1863.
19 Es importante ver el conjunto del concierto internacional de lo que sucedía alrededor
de mediados del siglo XIX para comprender mejor el rol de la Francia imperial en la
promoción y divulgación del término América Latina. Un autor como Tulio Halpering
Donghi asegura que fue a partir de la mitad del siglo XIX que los Estados Unidos se
consolidan como la potencia continental; paralelamente el conjunto de las nacientes
naciones del sur y centro de América continuaban desagarrándose internamente entre
guerras, conflictos limítrofes y experimentos de formas de gobierno que se desechaban
sin dejarlos madurar.
20 Los Estados Unidos se habían expandido territorial y económicamente, pero también
habían enfrentado una disyuntiva política-social-económica que derivó en su guerra
civil entre 1861 y 1865. El triunfo definitivo del norte industrial y progresista sobre el
sur agrícola y conservador dio un impulso fuertísimo al vecino país del norte que le
permitió consolidar una flota marina militar y comercial contra la que ningún otro país
del orbe podía competir.
21 Las élites dirigentes del resto de los países del continente americano tendieron a
volverse más extremistas en dos sentidos, formando dos corrientes de pensamiento
irreconciliables. Por un lado una corriente orientada a imitar y seguir el ejemplo
norteamericano de expansionismo territorial y desarrollo industrial económico; por
otro lado surge una corriente más orientada a recuperar un pasado espiritual y
civilizatorio que permita el anhelado desarrollo, ese pasado se encontraba en el espíritu
de lo latino.
22 Un autor como Francisco Bilbao reproduce nítidamente estas tensiones y tendencias
al interior de la América no sajona. En una conferencia dictada en 1856 en París
intitulada Iniciativa de la América. Idea de un Congreso Federal de las Repúblicas,
Bilbao adelanta la idea que domina entonces a las élites hispanoamericanas: la
existencia de dos razas, de dos culturas y dos civilizaciones que quieren dominar al
mundo cada una a su manera y por su propio método. Se trata de la cultura
sajona/materialista versus la cultura latina/espiritual.
23 Para Bilbao la solución podía encontrarse en el justo medio entre ambas tradiciones,
ya que según él se trataba de proyectos políticos societales compatibles. Sin embargo, en
el pensamiento de Bilbao ya se nota la influencia del pensamiento francés de Michel
Chevalier. A pesar de ello el autor de la Iniciativa de la América… emplea por última
vez el término «América Latina» debido a que presuponía en él residuos de una Europa
aún colonialista, monárquica y muy antirrepublicana.
24 Paralelamente a Bilbao un autor como José María Torres Caicedo realiza otro tipo de
lectura y con ello una defensa y promoción férrea del término «América Latina». Y es
que se puede observar que aún cuando Torres Caicedo tiene y mantiene una postura
crítica hacia una Europa y Francia conservadoras, es mayor su temor hacia el
expansionismo norteamericano. Vicente Romero dice al respecto:

A partir de 1860 Torres Caicedo comienza a utilizar y difundir la expresión


(América Latina) con el apoyo firme, sostenido y sistemático de la Francia
bonapartista. Con el tiempo Torres Caicedo se transforma en el principal
propagandista de la política panlatinista de la Francia imperial en el continente
americano.5

25 El mismo Romero nos aclara que debido a la rapidez y premura con la que se
desarrolló el decenio de 1860 en todo el continente americano, dos términos tenderán a
fortalecerse de manera acelerada; por un lado la expresión America (en inglés) para
referirse a la parte del continente de tradición y origen sajón; por otro lado «América
Latina», para referirse a la parte del continente que no es la America sajona. Lo latino
se desarrolla y fortalece pero de manera mal orientada según este autor.

Discusión
26 En los hechos y la realidad tangible el concepto de latino y más específicamente el
término «América Latina» no convenía, y sigue sin convenir ni convencer, a grandes
partes del continente, más allá del territorio sajón, por ejemplo las comunidades
indígenas que de latino no tenían nada, o bien los territorios franceses que parecían no
pertenecer a ninguna de las dos grandes «Américas», o incluso todas las poblaciones de
afrodescendientes que desde entonces ya vivían en el continente.
27 Sin embargo no debemos perder de vista que nos encontramos en los albores del
positivismo en América6, una ideología que trata de recuperar, y adaptar, de manera
muy poco ortodoxa muchos de los principios de aquel liberalismo republicano que se
había frustrado durante la primera mitad del siglo XIX; pero que al mismo tiempo
buscaba un orden y un progreso que continuaban a ser promesa incumplida de la
«civilisation»; un positivismo que al adaptarse a las circunstancias de la América no
sajona encontró en la formulación de lo latino una especie de cohesión identitaria y de
escudo filosófico espiritual común contra el gigante vecino del norte. Si seguimos esta
línea de pensamiento entonces tendremos que aceptar que el concepto de «América
Latina» fue en sus orígenes más bien defensivo y de repliegue antes que propositivo.

Bibliographie
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Notes
1 Arturo Ardao, Génesis de la idea y el nombre de América, México, CECYDEL/UNAM, 1993,
p. 12.
2 Ibid.
3 Vicente Romero, « Du nominal « latin » pour l’Autre Amérique. Notes sur la naissance et le sens
du nom « Amérique latine » autour des années 1850 », HSAL, no 7, premier semestre, 1998, p. 57-
86 ; Álvaro García San Martín, « Francisco Bilbao. Entre el proyecto latino-americano y el gran
molusco », Latino América Mirador latinoamericano CIALC, 2013/1, p. 141-162.
4 Hay que recordar que justo un año antes de su muerte, ocurrida en 1953, Lucas Alamán
presentó públicamente su Ideología política que resumió en 7 puntos, el séptimo y último de los
principios versaba : « Estamos definitivamente perdidos si Europa no llega suficientemente
pronto para ayudarnos ». Ver : Luis González, « III. El periodo formativo », in Varios autores,
Historia Mínima de México, El Colegio de México, México, 2000, p. 105.
5 Romero, op. cit., p. 82.
6 Recordemos a personajes tales como Juan Bautista Alberdi (1810-1884), Domingo Faustino
Sarmiento (1811-1888) en Argentina ; Luis Pereira Barreto (1840-1923) en Brasil ; Rafael Nuñez
(1825-1894), Salvador Camacho Roldán (1827-1900), José María Samper (1828-1888) en
Colombia ; José Victorino Lastarria (1817-1888), Francisco Bilbao (1823-1865), Valentín Letelier
(1852-1919), Jorge Lagarrigue (1854-1894) en Chile ; José Antonio Saco (1797-1879), José de la
Luz y Caballero (1800-1862), Enrique José Varona ( 1849-1933) en Cuba ; José María Luis Mora
(1794-1850), Gabino Barreda (1820-1881), Justo Sierra (1848-1912), Porfirio Parra (1855-1916) en
México ; Justo Arosemena (1817-1898) en Panamá ; Eugenio María Hostos (1839-1903) en Puerto
Rico.

Pour citer cet article


Référence papier
Rubén Torres Martínez, « Sobre el concepto de América Latina
¿Invención francesa? », Cahiers d’études romanes, 32 | 2016, 89-98.

Référence électronique
Rubén Torres Martínez, « Sobre el concepto de América Latina
¿Invención francesa? », Cahiers d’études romanes [En ligne], 32 | 2016, mis en ligne le 07 avril
2017, consulté le 09 mars 2022. URL : http://journals.openedition.org/etudesromanes/5141 ;
DOI : https://doi.org/10.4000/etudesromanes.5141

Auteur
Rubén Torres Martínez
Centro Peninsular en Humanidades y en Ciencias Sociales, Universidad Nacional Autónoma de
México.

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