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LOS ORÍGENES DE ROMA. EXPLICACIÓN HISTÓRICA Y APROXIMACIONES A


LAS FUENTES.

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Beneharo Guijarro Hernández


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LOS ORÍGENES DE ROMA. EXPLICACIÓN HISTÓRICA Y
APROXIMACIONES A LAS FUENTES.

NATIONAL GEOGRAPHIC (2023) RÓMULO Y REMO

Beneharo Guijarro Hernández. Estudiante de la Universidad de La Laguna, La


Laguna, Facultad de Geografía e Historia (Tenerife, Islas Canarias, España)

1
Los orígenes de Roma han sido muy debatidos por los historiadores y, las fuentes, han sido
el gran problema para dar una explicación con un peso considerable. A día de hoy, el
testimonio que más se suele utilizar para el estudio de la historia de la Roma arcaica es el
que nos proporcionan las fuentes literarias, esto es, los escritos durante el período clásico
(Cornell, T. 1999 y Ruiz de Elvira, A. 1958).

No obstante, no debemos olvidar las aportaciones de la arqueología para la historia de los


orígenes de Roma, pues confirman o niegan lo escrito por los antiguos. Pese a ello, se puede
afirmar que buena parte de nuestro conocimiento sobre los orígenes de Roma, procede de
las fuentes literarias antiguas. (Bravo, G. 1998 y Mendoza, L. 2021) La cerámica es el
elemento arqueológico más común para estudiar ese periodo, es el testigo arqueológico
principal y sirve para obtener referencias cronológicas lo más precisas posibles. (Roca
Roumens, M. Fernández García, M. I. 2005)

Los especialistas suelen utilizar el término genérico «tradición literaria» para englobar la
masa de datos que contienen los textos antiguos, y que representan lo que los romanos de
las épocas tardorrepublicana e imperial, sabían o creían saber, acerca de su pasado (Novillo
López, M. A. 2012 y Ruiz de Elvira, A. 1958). Sin embargo, las excavaciones realizadas en
la ciudad y sus alrededores (estimuladas a menudo por el rápido desarrollo urbano) y la
aplicación de los enfoques y las técnicas más modernas, han venido a modificar
radicalmente el conocimiento que teníamos de la Roma a partir de las fuentes literarias y el
Lacio arcaicos. (Mendoza, L. 2021)

El volumen de noticias de los autores antiguos es muy superior al existente sobre otras
ciudades antiguas, no obstante, el historiador moderno se encuentra con el problema de
comprender el significado preciso de los relatos, y no siempre contamos con pruebas tan
contundentes como la arqueología o la epigrafía (Carandini, A. 2007 y Ruiz de Elvira, A.
1958). Los relatos literarios que se conservan sobre los inicios de Roma se basan muy
probablemente en las leyendas, de lo que los romanos pensaban sobre sus propios orígenes
y cómo les gustaba verse a sí mismos. (Martínez Pinna, J. 1999)

2
La versión desarrollada de la historia contenía dos leyendas principales, las de "Eneas" y
"Rómulo", que fueron combinadas artificialmente en una fecha desconocida (pero
seguramente antes del 300 a.C.). (Gardner, J. 1995) Aunque ambas leyendas son muy
antiguas y bastante poco históricas, algunos detalles incidentales (por ejemplo, la idea de
que Rómulo fundó su asentamiento en el Palatino) son coherentes con los hechos
arqueológicos (Martínez Pinna, J. 2011).

La leyenda de la fundación de Roma por Eneas explica que los romanos se veían a sí
mismos como hijos grandiosos de esta leyenda y se entiende una mezcla étnica y cultural
explicada por Estrabón en su “Geografía” (Martínez Pinna, J. 2011)

Las fuentes literarias nos dan alguna información en torno a los orígenes y la historia
primitiva de los pueblos de Italia, pero la fiabilidad y la utilidad de estos materiales son
bastante cuestionables (Bloch, R. 1962). Todos los relatos que hablan de ello fueron escritos
varios siglos después de que se produjeran los hechos que pretenden describir, y no hay
demasiados motivos serios para suponer que se basaran en testimonios fidedignos (Novillo
López, M. A. 2012 Sancho, L. 1988 y Ruiz de Elvira, A. 1958). Otro problema serio que
plantean las noticias de carácter literario, tiene que ver con la enorme distancia cronológica
que separa los hechos narrados de los primeros escritos. (Ruiz de Elvira, 1958)

No solo ello, sino que hubo mucha información que se ha perdido por las distintas batallas
que libró Roma, y los incendios y saqueos que la asolaron, como nos cuenta Livio:

“Durante aquel período eran escasos los testimonios escritos, únicos


guardianes fieles de los hechos históricos; por otro lado, porque, si bien algunos
estaban recogidos en los Comentarios de los pontífices y en otros documentos
públicos y privados, la mayoría de ellos se perdieron en el incendio de la ciudad.”
(Livio, T. 2016, VI, 1, 1-3 trad. J. A. Villar Vidal, BCG)

No obstante, según las fuentes arqueológicas, la presencia humana en Italia data al menos
desde la Edad del Bronce (1500-1400 a.C) en la zona etrusca y del Lacio. En la Primera
Edad del Hierro (1000 a.C) demuestran la presencia romana continuada en el solar romano,
lo que hace difícil pensar que Roma se trate de una nueva ciudad o una ciudad fundada en
primer origen (Carandini, A. (2007).

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Roma está habitada desde comienzos de la Edad del Hierro, y hay evidencias cerámicas que
muestran una visita continuada a estas tierras. (Alessandri, L. 2023) Las pruebas
arqueológicas disponibles en la actualidad demuestran que una o varias aldeas se situaban
en las colinas de Roma (incluido el Palatino) desde finales de la Edad de Bronce. (c.1000
a.C.). Estas comunidades eran similares a otros asentamientos, pero en las colinas que se
han identificados en todo el Latium Vetus, existen una serie de cementerios que
proporcionan evidencia de una forma distinta de cultura material, conocida como cultura
laziale (Bloch, R. 1962). En las fases más tempranas (siglos X y IX a.C.) los asentamientos
latinos eran pequeñas aldeas aisladas formados por unas pocas cabañas de paja. (Cornell, T.
1999)

Durante los siglos VIII y VII, crecieron en tamaño y sofisticación, con el desarrollo del
comercio exterior (incluidos los contactos con el mundo griego), la producción artesanal
especializada y la aparición de una aristocracia rica (Alessandri, L. 2023). En Roma, el
asentamiento palatino se expandió hacia el año 700 para incluir el valle del Foro y
posiblemente el Quirinal, y el cementerio principal se trasladó del Foro al Esquilino
(Carandini, A. 2007).

Hacia finales del siglo VII, el Foro se convirtió en un lugar de encuentro público y centro
clave para el desarrollo de Roma. (Bravo, G. 1998) Los restos sobre el Capitolio de lo que
debió ser un pequeño hábitat perteneciente a la cultura apenínica, conforman la evidencia
más antigua de poblamiento estable en el solar de la futura Roma (Carandini, A. 2007).

Los orígenes de Roma se sitúan en la región del Lacio, en pequeñas colinas del Tíber que
van hacia la costa y permiten una posición privilegiada para su defensa, acceso al mar y
controla las vías de comunicación marítima y terrestre (Mangas Majarrés J. Bajo Álvarez, F.
2006). La arqueología demuestra un asentamiento permanente desde el año 1000 a.C y,
respecto a la literatura, debemos verla como un proceso habitacional, no como una
fundación (Carandini, A. 2007). En sus orígenes, los yacimientos hablan de una forma
sencilla de estructura social de tipo aldea, cuya economía se basaba en los cereales y la
ganadería. En un primer momento, se cree que la ocupación romana fue sobre el 1000 a.C,
alrededor de las colinas Palatinas, Capitolias y Quirinal. (Novillo López, M. A. 2012)

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La Italia romana tenía excelentes pastos, en muchos distritos la ganadería sustituyó a la
agricultura. Italia estaba, pues, bien adaptada a la vida humana y lo hizo desde el paleolítico
(Alessandri, L. 2023). Los productos naturales de Italia eran, por consiguiente, abundantes y
variados: aceitunas, frutas diversas, cereales, madera, etc; aunque algunos productos
típicamente italianos de hoy, por ejemplo, las naranjas y los tomates, eran desconocidos en
la antigüedad (Barceló, P. 2008) La variedad se explica principalmente por el variado clima,
que es templado, si no frío, en las montañas y el norte de Italia, y templado, si no caluroso,
en el sur.

Por su parte, las fuentes literarias también hablaron de la posible ubicación de Roma en sus
comienzos, como es el caso de Estrabón:

“A continuación se encuentra el Lacio y en él la ciudad de los romanos, aunque ha


llegado a comprender un gran número de poblaciones que, antaño, no pertenecían al
Lacio. Ecuos, volscos, hérnicos y aborígenes, que vivían en torno a la propia Roma,
los rútulos que poseían la antigua Ardea, y otros grupos, más o menos considerables,
que vivían en torno a los romanos, existían ya cuando se constituyó la ciudad por
primera vez”. (Estrabón, 2016. Geografía, Libro V, 3, 2-3. Trad. de J. Vela Tejada,
BCG)

Luego, hubo un grupo de aldeas que se fusionaron y formaron grupos más grandes y
unificaron los poblados del Palatino, Capitolio y el Foro, en una tercera parte se aprecian
chozas de paja (Bloch, R. 1962). También, se observa que hay una estructura social más
diferenciada debido a los enterramientos. La mayoría de las fuentes hablan de que Roma fue
fundada por Rómulo y Remo, quienes fueron amamantados por la Loba Capitolina, Rómulo
mató a Remo y fundó Roma. (Mangas Majarrés J. Bajo Álvarez, F. 2006) Acompañado de
estas palabras, Livio nos cuenta que:

“En mi opinión, el nacimiento de tan gran ciudad y el comienzo de la mayor potencia


después de la de los dioses viene de la mano de Rómulo y Remo”. (Livio, T. 2021 p.51) (...)
La tradición sostiene que cuando el agua al ser de poco nivel, depositó en seco la canastilla
a la deriva en que habían sido colocados estos niños, una loba, que había salido de los
montes dio de mamar a estos niños y el pastor Fáustulo los llevó a los establos y su mujer

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Larentia los crió, sin embargo, hay historiadores que creen que Larentia, al prostituir su
cuerpo, fue llamada loba por los pastores y esto dio pie a la leyenda maravillosa (Livio, T.
2021 pp.52-53). (...) Según la tradición más difundida, al crecer, ambos querían fundar una
ciudad en el lugar que habían sido abandonados y criados, entonces Remo, para burlarse de
Rómulo, saltó las famosas nueve murallas y Rómulo enfurecido mató a Remo increpando
que así muera en adelante cualquier otro que franquee mis murallas y la ciudad tomó el
nombre del mismo”. (Livio, T. 2021 pp.54-55)

Por su parte, la grandeza de la historia romana ha tenido diferentes facetas desde sus
orígenes, según las palabras de Tito Livio:

“La historia de los romanos desde la fundación de la ciudad hasta la toma de la


misma, primero, bajo los reyes y, después, bajo los cónsules y los dictadores,
decenviros y tribunos consulares, guerras exteriores y sediciones internas, la he
desarrollado en cinco libros; acontecimientos oscurecidos, en parte, por su excesiva
lejanía en el tiempo, como cuando se vislumbra con dificultad algo que está muy
distante en el espacio”. (Livio, T. 2016. VI, 1, 1-3 trad. J. A. Villar Vidal, BCG)

La importancia que tienen las fuentes primarias para la reconstrucción del pasado romano
es enorme, aunque se debe andar con escepticismo, ya que las fuentes literarias, no son la
única fuente de la que debemos recabar información (Ruiz de Elvira, A. 1958 y Bravo, G.
1998). Por su parte, Etruria nunca constituyó una unidad política, ya que estaba formada
por ciudades-estados, además, Roma nunca fue una ciudad etrusca, sino una comunidad
latina independiente de población cosmopolita y vida similar a los etruscos (Cornell, T.
1999 p.207). Plutarco, al respecto, responde que:

“No hay acuerdo entre los escritores sobre la fecha y el motivo por el que lo ha
recibido la ciudad (el nombre), sino que, según unos, los pelasgos, después de viajar
sin rumbo por casi todo el mundo habitado y de vencer a la mayoría de los hombres,
se establecieron allí y, por su pujanza [en griego rhome] con las armas, así llamaron a
la ciudad, pero, según otros, a raíz de la toma de Troya, algunos, que lograron
escapar y consiguieron naves, arrastrados por los vientos arribaron a Tirrenia y
fondearon a orillas del río Tíber. Mas a sus mujeres, que a duras penas soportaban ya

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el mar, les aconsejó una, que al parecer sobresalía en linaje y era la más sensata,
llamada Roma, que quemaran los barcos. Hecho esto, al principio, los hombres
montaron en cólera; pero, luego, cuando por necesidad se asentaron en el Palatino,
como en poco tiempo iban consiguiendo más de los que esperaban, al comprobar la
calidad de la región y que sus vecinos los aceptaban, entro otros honores que
tributaron a Roma, además tomaron el nombre para la ciudad de ella, como
responsable… Otros dicen que fue Roma, hija de Ítalo y Leucaria (para otros, de
Télefo el de Heracles), casado con Eneas (según otros, con Ascanio el de Eneas), la
que proporcionó su nombre a la ciudad. Otros, en cambio, que fundó la ciudad
Romano, hijo de Odiseo y de Circe; otros, que Romo el de Ematión, expulsado de
Troya por Diomedes, y otros, en fin, que Romis, tirano de los latinos, que rechazó a
los tirrenos, los cuales habían llegado a Lidia desde Tesalia y desde Lidia a Italia. De
todos modos, ni siquiera los que, de acuerdo con la versión más correcta, presentan a
Rómulo como epónimo de la ciudad se ponen de acuerdo sobre su linaje...”.
(Plutarco, 2011. Vida de Rómulo, 1-2 trad. de A. Pérez Jiménez, BCG).

Por su parte, Estrabón, también escribiría lo siguiente sobre los orígenes de Roma y las
diferentes leyendas que la rodean:

“Existe una versión diferente, más antigua y de carácter mítico, que dice que
Roma fue una colonia arcadia fundada por Evandro. Heracles fue acogido como
huésped suyo cuando se llevó las vacas de Gerión. Cuando Evandro supo de su
madre Nicostrata (pues ésta era experta en el arte de la adivinación) que Heracles
estaba destinado a convertirse en dios una vez hubiera dado cumplimiento a sus
trabajos, le hizo saber a Heracles esta predicción, le consagró un recinto sagrado y
le instituyó un sacrificio de rito griego que todavía en la actualidad se mantiene en
honor a Heracles. Al menos el historiador romano Acilio considera como una
prueba de que Roma es una fundación griega este hecho, el que el sacrificio a
Heracles heredado por ésta sea de rito griego”. (Estrabón, 2016. Geografía, V, 3,
2-3, trad. de J. Vela Tejada, BCG)

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Con todo ello, el estado de la cuestión sobre los orígenes de Roma es muy abierto, e incluso,
entre los propios escritores romanos existían serias dudas y escepticismo acerca de esta
problemática. Por su parte, si bien es cierto que las fuentes arqueológicas nos aportan
contundencia, la mayoría de veces los historiadores siguen el rumbo de las redacciones
hechas por los antiguos, así que la dependencia con los documentos es muy grande y, por lo
general, es necesario tener una referencia escrita para realizar una excavación aproximada
en un lugar y conocer si los hechos narrados son verídicos o no. El estado de la cuestión
sobre los orígenes de Roma es complejo, y no debemos caer en la tentación de simplificar
demasiado, o bien, recurrir solamente a un tipo de fuente, sino que se debe conocer la
amplia variedad de medios, como he expuesto en el trabajo, para acercarse al difícil mundo
de los orígenes de Roma.

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