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Palabras clave: valores, ética, praxis, significado, compromiso, antropología del desarrollo
Antropología y desarrollo
T
l compromiso de la antropología con el desarrollo
sigue siendo controvertido, polémico y criticado, pero más
desde el punto de vista antropológico que desde el del
desarrollo, un proceso que ha ido adquiriendo un aire de
permanencia, quizá exacerbado por el creciente número de
antropólogos directa o indirectamente implicados en el
desarrollo. La tensa relación que existe entre
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etiquetó el desarrollo como su gemelo malvado: "Un importantes, rara vez aportan "soluciones" prácticas (Escobar
gemelo que aparentemente nunca puede ser abrazado, 1995; Ferguson 1994). Pero otra razón puede ser, como han
aceptado o querido; pero que simplemente no se va" argumentado varios críticos, que el conocimiento antropológico,
(Ferguson 1997:170). La palabra clave aquí es "mal", aunque privilegiado en teoría, la mayoría de las veces cae en
definida por Webster como "moralmente malo o saco roto: la simplicidad y la repetición ganan a la complejidad y
incorrecto;... que causa dolor o problemas; ofensivo o la innovación (Hoben 1989).
repugnante;... que amenaza o trae desgracia". Una vez más,
la antropo- logía del desarrollo es condenada en términos
morales, en parte debido a su incapacidad -quizás sería más
apropiado decir su falta de voluntad- para adaptarse a la
cultura de su propia disciplina. Pero también, se sospecha,
esta condena se debe a su incapacidad para "mejorar" o
"civilizar" el proceso de desarrollo. Si el subcampo hubiera
demostrado claramente que ha marcado una "diferencia a
mejor", es tentador pensar que las críticas desde dentro de
la academia serían más moderadas. Esto es particularmente
cierto, dadas las recientes críticas al campo y el
llamamiento a considerar el conocimiento antropológico
como una forma de intervención situada, "como una forma
de perseguir objetivos políticos específicos mientras se
buscan simultáneamente líneas de propósito político común
con aliados que se encuentran en otros lugares" (Gupta y
Ferguson 1997:38-39).
El mal no es una palabra que se asocie normalmente
con la antropología, académica o aplicada. Al emplear esta
palabra, Ferguson plantea, quizá sin querer, algunas
cuestiones más profundas relacionadas con las diferencias
entre ambas, a saber, la de los valores y la ética, así como
la del significado. En el caso de la antropología del
desarrollo, estas cuestiones, si es que se mencionan, sólo
suelen abordarse ligeramente, y a menudo en términos
humanistas bastante generales. En mi opinión, una forma
de entender mejor -y quizá de apreciar- la antropología del
desarrollo es a través de un análisis crítico de los valores,
en concreto de la ética, que subyace en este subcampo, tal
y como se demuestra en los escritos y prácticas de los
antropólogos que se dedican activamente al desarrollo, y en
qué medida su trabajo ha marcado una diferencia,
presumiblemente para mejor.
Tomaré como punto de partida la designación de la
antropología del desarrollo como perversa. Si bien esta puede
ser la opinión de algunos dentro de la academia, no es
ampliamente compartida fuera de ella. De hecho, intentaré
argumentar lo contrario, que la antropología del desarrollo
es un proyecto moral, que la justificación y racionalidad de
su propia existencia se basan en sólidos principios éticos.
Espero demostrar que la antropología del desarrollo es una
narrativa moral: "las historias que contamos para dar
sentido a los lugares desaventajados y explicar por qué
deberíamos implicarnos en su difícil situación" (Ignatieff
1997:97). Ferguson (1997) expresa su profunda
preocupación por el hecho de que la crítica académica del
desarrollo parece tener poco impacto en el mundo del
desarrollo, una crítica que podría ampliarse para incluir un
trabajo antropológico más aplicado. Una razón obvia puede
ser que gran parte de la crítica es condenatoria, interesada y
contraproducente. Aunque los críticos plantean cuestiones
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Invirtiendo a Escobar (1991), argumentaré que trabajo haya suscitado sentimientos tan fuertes indicaría
los antropólogos del desarrollo no necesariamente que sus críticas no sólo se tomaron en serio, sino que
han dado por sentado el desarrollo y lo han aceptado también pueden haber golpeado con fuerza. La crítica más
como el estado normal de las cosas. En muchos casos, reciente (Little 2000) resume sucintamente las principales
su implicación se ha debido más a preocupaciones preocupaciones de la antropología del desarrollo con
éticas que profesionales. Intentaré demostrar que respecto a su enfoque: en primer lugar, el rechazo de toda
estas preocupaciones éticas no son una mera comprensión comparativa de la cultura y la sociedad; en
expresión de altanería farisaica, sino más bien una segundo lugar, el rechazo de toda metodología comparativa
herencia de las raíces de la disciplina en la Ilustración, y sistemática en favor de una etnografía descriptiva y un
por un lado, y la continua aprobación de legislación análisis discursivo "densos"; en tercer lugar, la
"ilustrada" por parte de las Naciones Unidas y
algunos de sus organismos especializados, por otro.
El hecho de que el desarrollo, y en concreto los
proyectos y programas en los que los antropólogos
han decidido participar, no haya cambiado las cosas
para mejor puede decir más sobre el desarrollo y sus
problemas que sobre la antropología y sus supuestas
deficiencias. Aunque puede que no haya "soluciones"
a largo plazo para los problemas del desarrollo, al
menos estos programas pueden haber evitado que la
situación empeore aún más.
Me interesa responder a las siguientes preguntas:
¿Qué valores subyacen a la antropología del
desarrollo? ¿De dónde proceden estas ideas? ¿Qué
confiere a los antropólogos del desarrollo su
"autoridad moral"? ¿Cuál es el significado del
desarrollo? Esperamos que las respuestas parciales a
estas preguntas contribuyan a la petición de Ferguson
(1997) de que emprendamos un trabajo fundacional
para reconfigurar el terreno epistémico sobre el que
se asienta la dividida antropología.
El documento se divide en cuatro partes. En la
primera, sostengo que los distintos "posts" -
postdesarrollo, postmodernismo y postestructuralismo-
pueden hacer una aportación constructiva a la
antropología del desarrollo. En la segunda, discuto lo
que los antropólogos hacen "realmente" en términos
de teoría, política y práctica, haciendo especial
hincapié en los efectos de sus esfuerzos. En la tercera,
presento y analizo los recientes argumentos a favor de
una antropología comprometida. En la última sección,
relaciono estas justificaciones antropológicas de la
intervención con algunas de las cuestiones más
amplias que se plantean en el campo de la ética del
desarrollo y sugiero áreas de interés para una
antropología del desarrollo comprometida.
Postdesarrollo, postmodernismo y
postestructuralismo
El desafío posmoderno al compromiso
antropológico con el desarrollo ha sido planteado con
mayor eficacia por Escobar (1991, 1995), quien, a lo
largo de los años, ha sido objeto de un aluvión de
críticas por parte de sus colegas (véase Edelman
1999: capítulo 1; Grillo 1997; Healy 2001: capítulo
15; y Little y Painter 1995). El hecho de que su
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la incapacidad o falta de voluntad para reconocer que las dominante, a la "mirada del desarrollo" de quienes detentan el
instituciones del desarrollo son extremadamente poder (ibíd.:155).
heterogéneas; y, por último, la falta de alternativas realistas El objetivo principal del discurso sobre el desarrollo es
al desarrollo y el retorno a una forma de populismo de base. "convencer, persuadir, de que ésta (y no aquélla) es la forma
Aunque estos puntos son ciertamente relevantes, me en que el mundo es y debe ser enmendado" (Crush 1995:5).
gustaría mostrar algunos de los puntos fuertes de Escobar y Esto es
sus contribuciones al estudio del desarrollo.
En un plano más general, los comentarios de Escobar
deben considerarse en el contexto más amplio de la crítica
posmoderna a la antropología académica, a saber, la
escritura de textos, la cuestión de la representación y el
establecimiento de la autoría, en este caso del desarrollo.1
En el plano más específico del desarrollo, Escobar (1991)
critica la participación antropológica por varios motivos: la
aceptación acrítica de los antropólogos de los paradigmas
de desarrollo imperantes; su apoyo a la preocupación de las
instituciones de desarrollo por el alivio de la pobreza como
medio de calmar situaciones potencialmente explosivas; y,
lo que es más provocativo, la afirmación de que los
antropólogos han optado por convertirse en parte del
problema, en lugar de la solución (ibíd.:667):
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más allá de la profesión. Little (2000) ha demostrado de reasentamiento, uno en la India y otro en Guatemala, para
claramente la contribución de la investigación los que realizó aportaciones antropológicas. En el primer
antropológica a una mejor comprensión de temas como la caso, sus conclusiones fueron rechazadas, mientras que en el
economía doméstica, los sistemas de propiedad común y segundo fueron muy bien aceptadas. Desde su punto de vista,
las economías formal e informal. En su conferencia del estas respuestas contrapuestas no eran en absoluto un
Premio Malinowski, Cernea (1995) profundizó en este tema, obstáculo.
haciendo hincapié en la importancia del estudio de los
patrones de organización social como medio para mejorar la
gestión del desarrollo, así como en las diversas políticas a
las que ha contribuido la antropología: sociales, sectoriales,
socioeconómicas y medioambientales.
Esta creencia en la relevancia práctica del
conocimiento antropológico ha estado -y sigue estando-
muy extendida entre los profesionales del desarrollo
(Gardner y Lewis 1996). Pero hay pocas pruebas empíricas
que confirmen estas afirmaciones, aparte de estudios de
casos aislados de actividades de desarrollo específicas en
las que la contribución antropológica está bien
documentada (Bennett 1996). El Proyecto de Extensión
Agroforestal en Haití es uno de ellos (Murray 1997) y el
Centro Internacional de la Papa en Perú es otro (Rhoades
1986).
Cernea suele referirse a un estudio comparativo muy
citado en el que Conrad Kottak (1991) realizó un análisis
de contenido de las evaluaciones de 68 proyectos de
desarrollo financiados por el Banco Mundial para valorar la
contribución de la "compatibilidad sociocultural" al éxito
del proyecto. La compatibilidad sociocultural se refería a la
medida en que el proyecto encajaba con la cultura local, y
el éxito del proyecto se medía en términos de tasa de
rendimiento eco nómico. Los proyectos considerados
compatibles desde el punto de vista sociocultural, con una
comprensión y un análisis demostrados de las condiciones
sociales, obtuvieron una tasa de rentabilidad más de dos
veces superior a los considerados deficientes en estos
aspectos. Uno de los principales problemas de este análisis
es, sin embargo, la definición tan estrecha de desarrollo,
restringida a la tasa de rendimiento de la inversión del
banco, un dato que no dice nada sobre muchos de los otros
objetivos del desarrollo que pueden interesar a los
antropólogos, como la equidad, la mitigación de la pobreza,
la sostenibilidad medioambiental y la capacitación, por
nombrar los más duraderos.
Creo que nadie cuestiona la afirmación de que el
conocimiento antropológico puede contribuir a mejorar el
proceso de desarrollo.2 La cuestión no es tanto qué puede
ofrecer la antropología, sino cómo puede contribuir
eficazmente. En otras palabras, ¿cómo puede escucharse la
voz antropológica y actuar en consecuencia? En primer
lugar, el "testimonio" personal de dos respetados expertos en
la materia; en segundo lugar, algunas pruebas relacionadas
con la política de otras dos autoridades; y, por último,
material comparativo sobre los efectos del análisis social en
el pensamiento y las acciones de la comunidad de donantes.
Al abordar esta cuestión, William Partridge (1995),
empleado durante muchos años del Banco Mundial, se
centra en la dimensión política, comparando dos programas
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La diferencia radicaba en el gestor que decidía actuar a puede contribuir el conocimiento antropológico, están la
partir de la información: "Nuestro problema no es de gestión de los recursos naturales, las consecuencias
análisis ni de metodología, sino de poner en práctica medioambientales del desarrollo, el tráfico de personas, la
recomendaciones que van en contra de intereses políticos economía informal y la preocupación por las especies en
poderosos" (ibíd.:207). peligro de extinción. Esto se logrará, haciéndose eco de
Horowitz (1999) relata una historia similar sobre la Partridge y Horowitz, a través de la autoridad política, es
participación de la AIF en un estudio a largo plazo sobre el decir, participando activamente.
reasentamiento de la población del embalse situado sobre
la presa de Manantali, en uno de los principales afluentes
del río Senegal, en Malí. El Gobierno de Senegal,
principal actor entre los tres países implicados, modificó
su plan director para incorporar las principales
recomendaciones de la AIF. Esta acogida inusualmente
positiva se debió a diversos factores: la composición
multinacional e interdisciplinaria del equipo de
investigación; la estrecha colaboración con el gobierno
nacional; y la distribución del informe de la IDA a la
población local, traducido a su lengua, entre otros. Pero el
Banco Mundial, el principal donante implicado, se negó a
apoyar los cambios a pesar de las protestas directas de las
partes implicadas en Washington, como la Agencia de
Protección Medioambiental, el Departamento del Tesoro
y USAID (Horowitz 1998). Horowitz explica la
intransigencia del banco como resultado de dos factores:
la presión de los franceses, que querían que las empresas
francesas participaran en la ejecución del proyecto en sus
antiguas colonias, y la afirmación del banco de que la
presa en cuestión había mejorado las condiciones de vida
de la población local. Como se pregunta con razón:
¿Dónde estaban los antropólogos del Banco Mundial? En
un tono más optimista y con una mentalidad más
progresista, Robert y Beverly Hackenberg (1999), en su
conferencia del Premio Malinowski, repasaron los distintos
niveles sociales en los que ha intervenido la antropología
aplicada: la comunidad, la ciudad en desarrollo, las zonas
fronterizas y el "mapa poscolonial", descrito este último
como una perspectiva más global de las zonas fronterizas,
caracterizada por el descentramiento, la
desterritorialización, la diáspora, la deslocalización y el
transnacionalismo (Kearney 1995).3 Basándose en su
propia y considerable experiencia de trabajo en Estados
Unidos y en el mundo en desarrollo, los Hackenberg
adoptan un enfoque más inductivo de la cuestión del
efecto del conocimiento antropológico, argumentando en
su lugar que el conocimiento y la experiencia, la praxis si
se quiere, adquiridos mediante el diseño y la ejecución de
proyectos aplicados, pueden constituir la base para la
creación de un "mapa postcolonial".
formulación de políticas.
A nivel del mapa posnacional, que existe como
concepto más que como realidad dimensional, se centran
en las zonas fronterizas, "que son un 'punto de articulación'
-quizá un punto de colisión lo describiría con más
precisión- en el que la intersección de factores no
identificados ni planificados produce un caleidoscopio de
consecuencias impredecibles" (ibíd.:9). Entre las
cuestiones que abordan, y a cuyas soluciones creen que
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en la elaboración y promoción de políticas, y la autoría el que examina más de cerca los posibles problemas de ejecución,
moral: "El intento de impulsar una cuestión política en la mostraba la relación más estrecha con el éxito del proyecto, la
dirección de un resultado favorable descansa relación global no era tan fuerte como se preveía.
principalmente en nuestra capacidad para implicar y Rew (1997) informa sobre una revisión documental similar,
manipular valores humanos universales y centrarlos en pero mucho más amplia, llevada a cabo en el Reino Unido,
cuestiones específicas" (ibíd.:11). utilizando informes de proyectos fácilmente disponibles de cinco
Cernea ha acogido con entusiasmo este creciente instituciones de desarrollo, una multilateral y cuatro bilaterales, en
énfasis en la contribución potencial de la antropología a la cinco sectores -naturaleza, medio ambiente, salud y seguridad- y en
formulación de políticas. En su conferencia del Premio el Reino Unido.
Malinowski, se centra en la cuestión de la política de
reasentamiento, a la que tanto él como el Banco Mundial
han contribuido de forma significativa. Lo que no se
aborda, sin embargo, es lo problemática que ha resultado la
aplicación de las políticas, como demuestran los resultados
del estudio mundial del Banco sobre sus propios programas
de reasentamiento, que concluyó que "la falta de atención a
las repercusiones sociales del desplazamiento provocó un
empobrecimiento a largo plazo de las poblaciones
afectadas" (Banco Mundial 1994:9, citado en Horowitz
1996b:6).
A menudo se considera que el análisis social es una de las
principales contribuciones de la antropología al desarrollo
apoyado por los donantes (Nolan 2002:167-171), aunque se
puede afirmar con rotundidad que el éxito o el fracaso en el
desarrollo tiene poco que ver con la calidad del análisis
social en particular, o con el diseño de los proyectos en
general, que son básicamente documentos de promoción
para obtener fondos, no documentos de planificación para
facilitar la ejecución. Algunos críticos sostienen que la
planificación seria sólo comienza una vez aprobados los
fondos (Grindle 1980). Basándose en dos décadas de
trabajo en el Banco Mundial, Cernea (1996:10, énfasis en
el original) afirma categórica y pragmáticamente que: "Por
todas estas razones -económicas, sociales, morales,
financieras- el análisis social no sólo es instrumental sino
que, en mi opinión, es indispensable. Aumenta
directamente el éxito de los programas". Pero las revisiones
comparativas de los efectos de tales análisis tienden a
cuestionar este supuesto.
Una revisión de 1989 de las experiencias de USAID
con el análisis social se basó en entrevistas, estudios de
casos y una revisión de la documentación de proyectos de
1975 a 1989 en los campos de la sanidad, la agricultura y el
sector privado (Gow et al. 1989). Aunque los entrevistados
señalaron que la introducción del análisis social había tenido
un impacto positivo en la sensibilidad de USAID hacia las
cuestiones humanas, culturales e institucionales, también
señalaron varias deficiencias: la necesidad de una mejor
integración con otros análisis; la necesidad de abordar el
espectro más amplio de las prioridades de la agencia; y la
necesidad de ofrecer soluciones y alternativas prácticas
concretas. El material de los estudios de caso corroboró
estas conclusiones: el análisis social era más eficaz cuando
ofrecía soluciones prácticas y alternativas a los posibles
problemas, tanto en la fase de diseño como en la de
ejecución. Aunque la revisión de la documentación
indicaba que el componente de viabilidad, que en teoría es
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de proyecto quiere hacerlo, encuentra el dinero. A
recursos, carreteras, educación y formación, sanidad y
veces, aunque el dinero esté ahí, no quieren hacerlo.
cuestiones urbanas (Rew y Bunting 1992). El estudio
se centró en los informes de evaluación final de los Una de las principales críticas al enfoque de análisis
proyectos terminados en la década de 1980 y trató de social del Banco es la falta de atención a los factores
determinar el grado de interés de los factores estructurales, como la distribución de bienes, ingresos y
socioculturales en el texto, concretamente el grado en poder en función de la clase, el género y la etnia, que
que se reconocían y utilizaban dichos factores. Para pueden afectar gravemente al bienestar humano (Francis,
sorpresa de los investigadores, el 75% de los informes 2001; Horowitz, 1996b). Estas observaciones se vieron
mencionaban los factores socioculturales de un modo u corroboradas en un estudio posterior del Banco Mundial
otro, pero a menudo como una especie de categoría (1999) sobre 100 proyectos y su progreso en la consecución
residual para los problemas que no podían explicarse de los Objetivos de Desarrollo del Milenio.
mediante análisis técnicos o económicos. En general,
se consideró que las consideraciones culturales y
sociales quedaban fuera del ámbito del diseño y la
ejecución de los proyectos, aunque esto no impedía la
inclusión de un científico social en los equipos de
asistencia técnica. No obstante, al igual que en el caso
de USAID, resultó difícil determinar el alcance de la
influencia de los especialistas en ciencias sociales en
el diseño o la ejecución.4
Las evaluaciones de la actuación del Banco Mundial
en el campo del análisis social varían considerablemente.
Un estudio de los antropólogos que trabajaban en el
Banco en la década de 1990 reveló que ni siquiera entre
ellos había consenso (Kaminskis 2000:41):
Notas
8En
una nota a pie de página, Chambers (1997b:1752) justifica la
inclusión de "diversión" entre tal colección de palabras "serias y
morales" por ser el manantial de la creatividad, la risa y la
ruptura de barreras: "Que esto esté fuera del alcance de tantos
es una barbaridad".
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