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Tema 13 La luz definidora de formas. Luz natural y artificial. Representación bidimensional del volumen. El claroscuro.

Tema 13 La luz definidora de formas. Luz natural y luz artificial. Representación


bidimensional del volumen. El claroscuro.

INTRODUCCIÓN.

A continuación, se procede a la redacción del presente tema, la luz como definidora de formas, y
sus propiedades, el cual se recoge dentro del Bloque de Expresión plástica para el alumnado de
E.S.O, así como en el Bloque La luz, el claroscuro y la textura para el alumnado de Bachiller,
completamente integrado en el Decreto 87/2015, del 5 de junio (DOCV del 10 de junio de 2015) que
establece los contenidos mínimos del currículum de ESO y Bachillerato en la Comunidad
Valenciana.

LA IMPORTANCIA DE LA EDUCACIÓN ARTÍSTICA. APLICACIÓN EN LA FORMACIÓN DEL ALUMNADO

En el mundo actual, el lenguaje visual ha llegado a imponerse a cualquier otro tipo de lenguaje,
tanto por su inmediatez como por su universalidad (condición imprescindible en un mundo
globalizado), hasta el punto de que su desconocimiento supone una desventaja considerable a la
hora de conseguir un mínimo éxito profesional.

La educación artística es una disciplina que permite conocer y reconocer no sólo las obras de arte
y su contexto, sino que también es posible mediante su estudio conectar, relacionar y analizar
diferentes lenguajes establecidos mediante la obra de arte, permitiendo un medio de
comunicación gráfica imprescindible en la sociedad actual.

El mismo carácter comunicativo de la disciplina permite entender esta parte de la materia como
herramienta de lectura y comprensión de las ideas de los demás, e, incluso, como un utensilio de
análisis y crítica contrastada, aplicado al ámbito del arte en general, pero también a la sociedad, a
la publicidad, al diseño…

Además, mediante la educación artística es posible desarrollar un gran potencial en el


pensamiento creativo, la resolución de problemas, los enfoques prácticos… que ayudarán al
alumnado a enfrentarse de manera única, original y potencialmente creativa a cualquier situación,
ya que es con la educación artística como más se potencia el proceso creativo, de cualquier
ámbito.

La perspectiva formal se orienta a ver, reconocer y valorar la materialidad de las formas artísticas
como un lenguaje específico, a descubrir sus procesos y técnicas de creación, la función o
funciones para las que fueron creadas, así como las concepciones estéticas que manifiestan. La

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perspectiva sociológica aborda la relación entre los artistas y los clientes, los destinatarios de la
obra, las formas de mecenazgo, la consideración social del artista, o la demanda y consumo de
arte. En cuanto a la perspectiva iconológica, parte del análisis iconográfico para indagar en el
significado último que el autor de la obra pretende transmitir.

Tampoco hay que olvidar que en la sociedad actual, altamente tecnificada, el ámbito de las artes
plásticas tradicionales se ha visto ensanchado con la aportación de otras manifestaciones
procedentes de las nuevas tecnologías y los medios de comunicación visual, de modo que el
universo de la imagen forma parte de nuestra realidad cotidiana. De este modo, se hace inevitable
la reflexión sobre el uso del ordenador, y específicamente se abre una amplia visión de las
posibilidades que aportan las tecnologías en el ámbito del Arte, su generación y de su concepción.

De esta manera, se posibilita la introducción de la competencia digital para el aprendizaje y el


desarrollo de conocimientos sobre procesos artísticos, contemplando el ordenador como una
herramienta de trabajo y expresión gráfica, así como una herramienta para acercar el arte al
alumnado y conformar una herramienta para el análisis, ya que esta habilidad es necesaria para
conseguir una buena integración en la sociedad actual y garantizar el éxito profesional del
alumnado.

LA NATURALEZA DE LA LUZ

La luz es una radiación electromagnética de diferentes longitudes de onda, las cuales son
percibidas por el ojo humano cuando su tamaño se corresponde con medidas incluidas entre 380 y
770 nm (nanómetros). La luz blanca, identificada con la del Sol, está compuesta por la suma de
todas ellas, que pueden ser separadas mediante un prisma de cristal o cuarzo, dando lugar a los
distintos colores que forman el espectro cromático.

La velocidad con que se propaga es de 300.000 km. por segundo, no influyendo en la misma la
naturaleza de la luz ni la situación de la fuente luminosa.

Los componentes de la luz generan una cierta energía que excita las distintas partes del ojo, y
fundamentalmente los conos y los bastones, que son las células retinianas encargadas de la visión;
a su vez, estas pasan la información recibida a la parte del cerebro que la procesa, dando
entonces lugar a las distintas sensaciones visuales. Los bastones y los conos contienen una sustancia
llamada rodopsina, que se descompone al absorber la luz; por el contrario, se recompone al dejar
de recibir su energía.

La "visión fotópica" es aquella que se produce con luz diurna, por lo que se corresponde con
sensaciones visuales sobre toda la gama de colores, en cuya percepción los conos son los mayores

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responsables. Por otra parte, "la visión escotópica'' es la visión nocturna, acromática y opuesta a la
anterior. En ella participan los bastones, y se caracteriza por la debilidad de la agudeza visual.

La imagen retiniana, proyección óptica en el fondo del ojo producida gracias a la luz, no es más
que un estadio de la visión, que, como se ha dicho, seguirá siendo procesada en el cerebro.

La óptica es la parte de la física que trata tanto de las leyes de la luz, como de los fenómenos de la
visión; en ella podemos encuadrar a las anteriores.

La luz es portadora tanto de información sobre su constitución y naturaleza, como de diferentes


tipos de energías; así, por ejemplo, la solar se demuestra como una buena fuente de calor, y a su
vez posibilita reacciones de tipo químico (por ejemplo, en las plantas), pudiendo convertirse
también en energía eléctrica.

REFERENCIA HISTÓRICA SOBRE EL ESTUDIO DE LA LUZ

En la antigüedad los fenómenos de la luz y del color se relacionaban con el ojo, de donde se
pensaba que emanaban unos rayos que, una vez reflejados por los objetos, volvían a él.
Los griegos asimilaban la luz al fuego y la llama, explicando su propagación por el movimiento de
pequeñas partículas. Esta concepción fue ampliamente desarrollada en la Edad Media, cuando se
estableció la hipótesis de que el rayo luminoso provenía del objeto.

Ya Ptolomeo, astrónomo, matemático y físico griego de principios de nuestra era, en un tratado


sobre óptica, habla de la refracción de la luz, y realiza mediciones sobre la desviación de la misma
al pasar del aire al agua o al cristal. Pero hasta el siglo XVII no fueron establecidas las leyes sobre la
misma por Snellius.

A comienzos de dicho siglo, Descartes inicia el tratamiento científico sobre la propagación de la luz,
con una teoría que consideraba la misma como una especie de "sacudida" de la materia, que se
transmitía y propagaba a gran velocidad. Esta materia la califica de "sutil", es decir mínima, por lo
que estamos ante una defensa de la conocida como teoría corpuscular de la luz, o al menos en sus
precedentes.

Las ideas de Descartes fueron retomadas más adelante, y tuvieron gran trascendencia en el estudio
de la luz que posteriormente se diversifica según dos teorías inicialmente rivales, que fueron la
"corpuscular" y la "teoría ondulatoria".

Esta última introducía los conceptos de ondulación y vibración en el proceso de la propagación de


la luz, considerando que cada punto de una superficie luminosa emite una onda que se propaga
de manera semejante a como lo hace el sonido. Tuvieron especial trascendencia los autores

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Huygens, con su Tratado de la luz, y más tarde, a comienzos del siglo XVIII Malebranche, que valoró
de forma más correcta tanto las vibraciones luminosas como su frecuencia, lo que llevó al
reconocimiento de la diversidad de los colores.

Newton desarrolló una teoría corpuscular, en la que explicaba la propagación rectilínea de la luz.
Igual que el anterior dice que los colores varían con la frecuencia, pero que también está
compuesta por corpúsculos.

Los estudios sobre la luz fueron hasta el siglo XIX el punto central sobre el que la óptica basaba sus
contenidos; además, ambas teorías suponían el núcleo de las discusiones sobre la misma. A
principios del siglo XX, el descubrimiento del fotón por parte de Einstein y su teoría ele la relatividad,
así como también el desarrollo de la "física cuántica", supuso la asociación ele las dos teorías
anteriores, pues, definitivamente, la luz participaba de ambas; es onda y corpúsculo.

DIFERENTES TIPOS DE LUZ.

Entendemos por luminosidad la sensación recibida según una determinada cantidad de luz.
Cuando no se es capaz de sentir percepción visual alguna, entendemos que se está en oscuridad.
No obstante, las radiaciones electromagnéticas no se corresponden únicamente con las de la luz
blanca y sus componentes; tanto por debajo como por encima de su medida existen otras que no
puede registrar el ojo humano.

Por tanto, estas ondas, que están por debajo de 380 nm o por encima de 770, configuran diferentes
tipos de luz que han sido llamadas en su conjunto "luz negra".

Son básicamente las conocidas como ondas hertzianas, infrarrojas, ultravioletas, Roentgen y
gamma.
Las hertzianas constituyen el soporte de las transmisiones de radio y televisión, y sus medidas, todas
ellas mucho mayores que las del espectro cromático, van desde milésimas de milímetro hasta varios
kms. Precisamente según su tamaño se denominan ondas cortas, medias o largas.

Mayores de 770 nm. son también las que determinan la luz infrarroja, y, por tanto, invisibles. Las
ultravioletas están por debajo del nivel de los 380. Según parece, estas últimas son visibles hasta
cierta medida (sobre los 185 nm) por insectos que tienen ojos compuestos.

Más abajo estarían las Roentgen. Estas se denominan así gracias a su descubridor, quien observó
cómo determinadas medidas de luz negra (los rayos X) provocan fluorescencia en bastantes
sustancias, produciendo también reacciones químicas específicas y que son capaces igualmente
de impresionar placas fotográficas. Tienen bastantes utilidades en diferentes campos de la ciencia y
la técnica, destacando especialmente su uso en medicina y en restauración de obras de arte.

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Por último, las radiaciones gamma son emitidas por sustancias radiactivas. Excitan, provocando
efectos luminosos, otras sustancias con propiedades fluorescentes y fosforescentes, y en grandes
intensidades son perjudiciales para la salud, pues afectan a las células y a tejidos orgánicos.

ASPECTOS FÍSICOS DE LA LUZ . EMISIÓN, ABSORCIÓN, REFLEXIÓN Y REFRACCIÓN

Ya se han comentado algunas de las características de la naturaleza de la luz, como son su


velocidad y los componentes que la configuran, ondas de diferentes longitudes. No obstante,
parece interesante valorar cómo, en su aspecto físico, la impresión que produce en los objetos
que son iluminados, viene determinada, entre otras cosas, por las características materiales de
estos, por la manera en que incide sobre ellos y por algunos procesos físicos y/o químicos. Así, hay
elementos que emiten luz, pero la mayoría de los que existen no son fuentes luminosas, sino que
reciben luz y actúan de diversas maneras ante los rayos que los bañan: unos absorben y/o reflejan
la que reciben toda o en parte; sobre otros se produce un efecto de refracción; otros dispersan las
distintas longitudes de onda de que está compuesta la luz; en otros se producen reacciones
químicas determinadas, etc.

Las fuentes luminosas son aquellas que tienen la facultad de emitir luz. Pueden tener orígenes
diferentes según sean naturales o artificiales. Esto, igualmente, hará que la luz tenga distintas
características, influyendo en su intensidad y en los componentes que la definen. Se verán más
adelante.

La mayoría de las cosas actúan ante la luz absorbiendo y reflejando determinadas longitudes de
onda. Según sea su color, así es la medida de aquellas que son reflejadas, de manera que un
objeto rojo refleja las que se corresponden con las que en el espectro cromático tienen tamaños
entre 770 y 620 nm, siendo absorbidas las demás por el material de que está compuesto.

Cuando un objeto se aprecia blanco es porque las refleja todas, mientras que si es negro no
asimilará más del 5% de ninguna de las que reciba. Cuando se ve gris es debido a que la reflexión
es parcial y por igual sobre todas las longitudes de onda.

La intensidad de la luz reflejada es siempre menor que aquella que afectó a la superficie en la
iluminación. La fuente luminosa, en principio, emite todas las longitudes de onda, pero
precisamente por las características materiales de los objetos,estos reflejan solamente algunas de
las que recibieron. Además, esta reflexión puede ser regular o difusa, según sea la textura que
tengan, siendo más difusa cuanto más rugosa es la superficie, pues da lugar a la dispersión de las
ondas reflejadas.

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La cantidad de luz que llega a una superficie dada, es decir, su iluminación, es medida en unidades
que se denominan lux. Un lux es la iluminación producida por un flujo de un lumen, sobre una
,
superficie de 1 m2 siendo esta la unidad utilizada para medir cantidades de energía luminosas
emitidas o reflejadas.

El efecto conocido como refracción es el que se produce cuando las ondas luminosas cambian de
dirección al pasar de un medio a otro, por ejemplo, del aire al agua. La diferente velocidad
alcanzada por la luz en los distintos materiales es lo que da lugar a ese cambio de dirección. La
velocidad de la luz, que en el aire es prácticamente igual que en el vacío (300.000 km./seg.), se
reduce aproximadamente una cuarta parte en el agua, y es de 1/3 menos en el vidrio (200.000
km./seg.). Una vez atravesado un objeto capaz de refractar la luz, si esta vuelve al aire, igualmente
vuelve a coger su anterior velocidad.

La relación de proporción entre las velocidades de la luz en el vacío y en los otros medios es la que
determina el índice de refracción de cada material. Por tanto, en el agua es de 3/4 y en el vidrio de
2/3.

Por otra parte, no todas las ondas luminosas actúan igual ante un objeto capaz de refractar la luz;
así, las largas sufren menos el proceso que las cortas.

Otros efectos luminosos que se producen según distintas circunstancias son la reflexión interna, la
dispersión, la difusión, la difracción, las interferencias, la fluorescencia y la fosforescencia.

Un ejemplo de reflexión interna es el arco iris, donde se produce el efecto de refracción dentro de
las gotas de agua de la lluvia; la dispersión ya ha quedado dicho que es la diversificación de las
longitudes de onda, después de haber sido refractada la luz por un prisma de cristal; se produce
difusión luminosa cuando son dispersadas las ondas, por ejemplo, al atravesar un agujero o ranura,
ya que afecta a las partículas de polvo del ambiente; la difracción es el fenómeno producido con
el cambio de dirección de ondas que inciden en una hendidura; un ejemplo son las irisaciones
percibidas al mirar una fuente luminosa brillante con los ojos entornados, siendo la hendidura el
espacio entre los párpados; las interferencias son producidas por la yuxtaposición de ondas iguales,
lo que produce una intensificación o un debilitamiento de la señal recibida; por último, tanto la
fluorescencia como la fosforescencia son efectos producidos al excitar la luz a determinados
átomos, dando lugar a una nueva energía desatada, con apariencia de luz y color.

FUENTES DE LUZ

La naturaleza de la luz es una de las características que influye tanto en los efectos que produce
como en su percepción. La manera en que incide sobre las cosas, así como los atributos con que
cuenta cada foco luminoso, determina unos valores de intensidad, calidad, y en la medida en que

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puedan ser manipuladas, de dirección, que condicionan las diferentes sensaciones visuales. Según
su origen primero, las fuentes de luz pueden ser naturales y artificiales.

LUZ NATURAL

El Sol es la fuente de luz natural que, además de proporcionar luz a la Tierra, es al mismo tiempo
emisor de radiaciones de la totalidad del espectro electromagnético. Su flujo es máximo alrededor
de los 500 nm. de longitud de onda, por lo que se le identifica, por su aspecto, con el color amarillo.

Prácticamente toda su energía se emite en forma de energía luminosa. La iluminación que tiene, es
decir la intensidad luminosa por unidad de superficie, es la máxima conocida, por lo que, como
todo el mundo sabe, es peligroso para los órganos de la visión mirar hacia él.

La distancia mínima del Sol a la Tierra, o por mejor decir, la situación más favorable para la mayor
iluminación posible, se produce en la estación del verano, por lo que es entonces cuando además
de calentar más, sus rayos caen de manera más perpendicular sobre la misma, lo que da lugar a
que en las horas centrales del día las sombras sean cortas y, en momentos donde las nubes no lo
tapan, sumamente recortadas y contrastadas. Debido a la distancia entre la Tierra y el Sol, sus rayos
inciden sobre las cosas de forma paralela, lo que le diferencia de los focos puntuales y cercanos,
que emiten su haz luminoso con forma cónica.

El reflejo de la luz del Sol producido por la Luna, de una luminosidad muchísimo menor que la
anterior, también puede considerarse como fuente de luz natural. No es ésta, en sentido riguroso, lo
que se denominaría un objeto autoluminoso; no obstante, el efecto de reflexión que realiza con los
rayos que recibe, propicia que ésta actúe como si lo fuese.

El fuego es un proceso de naturaleza química que se produce por la combustión de algunos


materiales y cuando hay presencia de oxígeno. Puede ser debido a acontecimientos de tipo
natural, como la caída de un rayo, y también puede ser propiciado por la acción del hombre,
utilizando distintos procedimientos para generarlo. En este sentido, podría calificarse como una
fuente natural debido a su origen, pero si se le identifica con la manipulación con que se puede
trabajar y por tanto con las diferentes posibilidades expresivas según los distintos aparatos donde
puede participar, lo consideraríamos como una fuente luminosa de tipo artificial.

El fuego ha sido usado por la humanidad tanto como fuente de luz como de energía, hasta el
descubrimiento de la electricidad en el siglo XIX. Desde el hombre prehistórico, hasta las sociedades
avanzadas de la época industrial, ha constituido la expresión principal de forma generadora de luz.

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LUZ ARTIFICIAL

Las fuentes artificiales son aquellas que, creadas por el hombre, pueden ser manipuladas a
voluntad.
Si omitimos aquellas ya apuntadas en que participa el fuego como elemento generador de la luz,
se puede decir que la inmensa mayoría de las mismas deben su origen a la electricidad. Algunos
procesos de características físicas y químicas, aunque bien es verdad que siempre por la
implicación de energías externas, dan lugar también a fuentes luminosas.

La producción de luz se hace básicamente por incandescencia, un proceso de origen térmico, o


bien por luminiscencia, Este último es un fenómeno por el cual se producen emisiones de radiación
electromagnética, cuya intensidad en determinadas longitudes de onda o en campos espectrales
pequeños, es mayor que la radiación térmica producida por dicha materia en las mismas
condiciones de temperatura.
Las lámparas son fuentes de irradiación productoras de luz visible, aunque también las hay que
emiten rayos infrarrojos o ultravioletas. En todas ellas la energía producida se presenta en parte
como calor. En aquellas en que está presente el fuego esto es muy evidente, y dependiendo de las
características de las demás, este "desperdicio luminoso" es mayor o menor.

Las lámparas con fuego han utilizado tradicionalmente combustibles líquidos, como el aceite, el
acetileno, la gasolina, el petróleo, etc., pero también las hay que funcionan gracias a la
combustión de gases de distintos tipos.

Las lámparas modernas funcionan con energía eléctrica, y deben la luminosidad de producen
gracias a procesos de incandescencia de cuerpos refractarios, de luminiscencia cuando se
produce sobre un vapor metálico, y por fotoluminiscencia cuando es sobre una sustancia sólida.

Dependiendo de las características de cada uno de los tipos, bien de intensidades, economía, etc.,
se utilizan en unos u otros lugares. Así, por ejemplo, para la iluminación de viviendas se usan sobre
todo lámparas incandescentes, lo mismo que para los vehículos. Los tubos luminiscentes contienen
un gas o vapor que se ilumina cuando en su interior se produce una descarga eléctrica, los tubos
de neón lo son y emiten una luz rojiza o anaranjada.

Las lámparas tubulares fluorescentes son muy usadas en lugares de trabajo, básicamente por ser
eficaces y fieles en relación con los colores. En las vías públicas y en la industria pesada, las más
corrientes son las de descarga eléctrica y también las de vapor de sodio, que es sometido a alta
presión para aumentar su luminosidad.

Existen otros tipos de lámparas, algunas de las cuales destacan por su fuerte potencia, con las
halógenas, que se usan entre otras cosas para iluminaciones de grandes espacios, y también las

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que se emplean en la industria del cine y en los estudios fotográficos, donde destacaríamos los
distintos tipos de flash, que pueden ser lámparas magnéticas o electrónicas. En ambos casos son
descargas puntuales de luz de fuerte intensidad.

LA LUZ GENERADORA DE ESPACIO Y VOLUMEN

LA LUZ Y LAS FORMAS

Sin la presencia de luz, no es posible percibir ni formas, ni colores, ni espacio, ni movimiento. Por
mucho que dé la impresión de que las cosas tienen luz, que la luminosidad de que hablamos es una
propiedad de las mismas, no se corresponde más que con el fenómeno de la reflexión que sobre
ellas se produce.

El aspecto físico al que da lugar la luz en los objetos, escenas e imágenes en general, nos permite
conocer su forma y propiedades aparentes. No obstante existe otro, el aspecto psicológico, que
constituye una forma de lectura, o en su caso de expresión, que tiene un gran valor
fundamentalmente para quienes trabajan con la imagen.

La luz no sólo representa su variedad mediante efectos lumínicos distintos, sino que también con ella
se demuestran y aprecian sentimientos, estados de ánimo y, en general, efectos psicológicos de
muy distinta índole, que son propiciados por la apariencia formal que adquieren las cosas al ser
iluminadas.
Se nos presentan las formas con todos sus atributos estructurales, como son las texturas, los tonos, los
matices, sus contornos, sus detalles y su ubicación espacial. La interacción de la luz con el resto de
elementos de una composición determina no sólo la estructura de la imagen, sino que, además, le
dota de significado.
Con sus distintas formas de presentarse, la luz contribuye a llamar la atención sobre distintos
aspectos de la forma; sirve también para condicionar una determinada lectura de la misma; para
dibujar o componer; para evidenciar ritmos de distintos tipos, así como efectos dinámicos; para
crear un ambiente o atmósfera, y para evocar significados con carácter simbólico.

Las formas, por tanto, independientemente de su naturaleza y atributos, necesitan la luz para ser
percibidas, y esta además hace que se aprecian sus características espaciales, como ya se ha
apuntado en el apartado de la dirección de la luz. La apariencia tridimensional de las formas que
tienen volumen es posible por los efectos luminosos que ejercen las fuentes emisoras sobre ellas,
dando lugar a contrastes entre zonas iluminadas y otras en penumbra y en sombra.

LUCES Y SOMBRAS. DIFERENCIAS SEGÚN LAS FUENTES

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Las primeras representaciones pictóricas del hombre de las que se tiene constancia, que han sido
descubiertas en cuevas prehistóricas, no representan sino formas planas, generalmente siluetas
rellenas con más o menos detalles, sin expresión de volumen.

En la obra gráfico-plástica de épocas posteriores, como en Egipto y en el arte griego de las


primeras épocas, tampoco los autores parece que se preocuparan por representar en su obra los
efectos luminosos sobre los motivos que dibujan y pintan. Más adelante ya se va viendo un cierto
interés por recoger luces y sombras en murales y pinturas, esto ya es evidente en el imperio romano.

La luz, a lo largo de las distintas épocas, se ha representado tanto en su aspecto físico, como con
carácter simbólico. Nos detendremos aquí en las características físicas de los objetos al ser
iluminados.

Los objetos tridimensionales, al ser iluminados, muestran zonas de diferentes valores lumínicos en
función de su situación con respecto a la fuente emisora. Así se distinguen básicamente tres partes:

- Las zonas de luz.


- Las de sombra propia.
- Las sombras arrojadas.

Las primeras son aquellas que, estando situadas más cerca del punto de luz, reciben la misma
directamente, sin encontrar obstáculo entre la procedencia de los rayos luminosos y su superficie. Si
se trata de planos, son iluminados por igual cuando su situación es perpendicular con la dirección
de dichos rayos, y más fuertemente en sus puntos más próximos si están situados de manera oblicua
con respecto a ellos. Si, por el contrario, las formas tienen volúmenes redondeados, la iluminación
de las mismas va perdiendo fuerza según van cambiando de dirección, es decir, van girando sobre
ellas en sentido opuesto a la fuente de luz. Las partes que más luz reciben son denominadas
también "zonas de brillo", a partir de la cuales se desarrolla una degradación de luminosidad.

Las sombras propias correspondientes a las formas volumétricas iluminadas, son aquellas partes de
las mismas que no reciben directamente los rayos luminosos de la fuente ele luz. Son zonas cuya
situación hace que las iluminadas se interpongan entre ellas y la luz. Sombras propias de cuerpos
con aristas se corresponden con las tonalidades de todas las caras de los mismos a los que no les da
la luz, y en los cuerpos redondeados con las que están diametralmente opuestas a las iluminadas,
llegando a ellas por un proceso de pérdida de luminosidad de las anteriores a base de progresivos
cambios de tonalidad, y cuya frontera generalmente es difusa.

Tanto sobre estas como sobre las arrojadas, pueden apreciarse tonalidades diversas generalmente
correspondientes a valores más claros, que suponen la presencia de reflejos, bien de otras partes de

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la misma figura o, como ocurre más frecuentemente, de otros objetos o superficies próximas a las
que sí alcanza la luz.

Las sombras arrojadas o proyectadas reproducen la silueta de las formas iluminadas, silueta que
viene deformada en su anchura y longitud tanto por la situación del foco luminoso, como por la
clase de luz de que se trate y también por nuestro punto de vista con respecto al conjunto. También
influye la manera en que se proyectan los rayos luminosos, como abajo trataremos.

Las sombras arrojadas se proyectan sobre las superficies vecinas a los objetos iluminados, y son más
profundas y oscuras que las propias si consideramos que el color tanto del objeto como de estas
últimas es semejante. Se encuentran situadas en el lado contrario a aquel por el que llega la luz en
relación con el sujeto iluminado.

Las fuentes luminosas pueden estar situadas de muchas maneras en relación con las cosas, y a su
vez pueden estar cerca o lejos de ellas, y ser puntuales o grandes superficies. Todo ello da lugar a
distintas apariencias de las formas. Cuando están relativamente cerca, como ocurre con las
artificiales en la mayoría de situaciones, la manera en que inciden los rayos luminosos es de forma
cónica, por lo que las sombras tienden a aumentar en anchura según aumenta también su
alargamiento, lo que da lugar a que cuanto más bajo está el foco más anchas se hacen al final.

Por el contrario, cuando se encuentran muy lejos, como pasa con la luz del sol, se proyectan los
rayos de forma paralela, y aunque cambie la altura del mismo, la anchura de la sombra es siempre
la misma por más alargada que sea.

Cuando la fuente de luz se encuentra muy alta, las sombras arrojadas se reducen, sin embargo
cuando está baja, y por tanto cercana a la base de la forma iluminada, se alarga.

Dependiendo del tipo de luz, la sombra se aprecia también más o menos recortada; así, las
iluminaciones difusas provocan que su contorno no esté muy marcado, mientras que las duras y
contrastadas hacen que la frontera entre la zona iluminada de donde cae, y ella sea muy
marcada.
Según las características formales de los objetos iluminados, hay ocasiones donde se aprecian
formas arrojadas sobre la propia superficie de los mismos. Pensemos, por ejemplo, en una persona
con un brazo extendido, y con la luz situada frente a ella pero alta; el brazo producirá una sombra
que se proyectará sobre el pecho de la misma, que a su vez corresponde a una parte iluminada.
Así como las sombras propias se dice que forman parte integral del objeto, las arrojadas (o como
llama An1heim, las esbatimentadas) no lo hacen, por lo que la percepción de estas, como ocurre
en este ejemplo, sin conocer su procedencia, da lugar a confusión.

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Al igual que las propias, las sombras arrojadas definen espacio. La proyección de las mismas da
lugar a la impresión de que las figuras ocupan una superficie; no las apreciamos como planas, sino
que su visión recuerda a la profundidad; las características que realmente tienen en una
representación plana, que son altura y anchura, se convierten en longitud y fondo. El hecho de que
nuestra experiencia anterior nos diga que las sombras ocupan una superficie no necesariamente
plana, o que caen sobre lugares con características tridimensionales, hace que la lectura de las
mismas tome esas características.

GRADIENTE DE ILUMINACIÓN. LA PROFUNDIDAD.

Como en temas anteriores se ha podido ver, todos los gradientes tienen la propiedad de crear el
efecto de profundidad; los de luminosidad son de los más eficaces para ello.

La iluminación impone diferencias de luminosidades sobre las cosas presentes en una determinada
escena, y también en las distintas partes de un mismo objeto, En este último caso es evidente el que
se presenta en formas con superficies redondeadas, como esferas y cilindros, donde el progresivo
paso de zonas con luz a otras en sombra determina una impresión de volumen muy acentuada.

Por otra parte, lo mismo que ocurre con el tamaño, la progresividad en la apariencia luminosa de
las cosas, crea efectos de profundidad, que se ven rotos cuando se produce un salto "imprevisto”
en la distancia y en la ordenación justa.

El conocimiento previo sobre la iluminación, hace que se la relacione con la orientación de las
formas, de manera que se identifica a las que se ven en luz como situadas "enfrentadas" con las
fuentes de luz, mientras que las que se ven oscuras se entiende que están dispuestas
contrariamente a las anteriores, o bien "lejos" de ellas. Todos estos aspectos no nos hablan más que
de situaciones espaciales, por lo que directamente nos referimos a conceptos que tienen que ver
con la tridimensionalidad. Las luces, en determinadas posiciones, acentúan también la textura de
las formas, haciéndolo de manera más clara con las que se encuentran más cercanas, mientras
que ese efecto tiende a diluirse con la profundidad y la distancia, tanto de aquellas con respecto a
estas, o a las formas con respecto al observador. Además, también la apreciación de rugosidades,
incisiones, arrugas, etc., no hace más que volver a insistir en aspectos con valor espacial o
volumétrico.

La alteración de la iluminación está en la base de la percepción de la profundidad, lo mismo que


del relieve, básicamente por nuestra constitución psicológica. Ante una imagen real o una
fotografía, observamos cómo las diferencias entre claros y oscuros disminuyen con la distancia; el
contraste se anula casi por completo en la lejanía, pues existe una especie de grisalla que termina
por confundir los objetos, mientras en el primer plano se aprecian perfectamente.

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Tema 13 La luz definidora de formas. Luz natural y artificial. Representación bidimensional del volumen. El claroscuro.

Los colores igualmente se ven afectados por la luz, generando distintos valores que los aproximan al
blanco o al negro siendo susceptibles de múltiples grados. Los artistas son conscientes de ello y
utilizan, entre otros recursos, la "perspectiva valorista” para crear la impresión de profundidad.

EL CLAROSCURO

DEFINICIÓN Y REFERENCIA HISTÓRICA

El claroscuro es el arte de distribuir luces y sombras dentro de un cuadro o dibujo, utilizando varios
tonos de un mismo color sobre un fondo distinto, Consiste en la modulación de la luz, de manera
que se creen contrastes sugeridores de relieve y profundidad. Supone una articulación de las luces
y las sombras, como elementos espaciales y compositivos, que, sobre una representación en el
plano, demuestran impresiones de volumen.
El paso de la luz a la sombra en formas con volumen no se produce de manera brusca más que en
presencia de aristas. Entre ambas zonas hay muchos grados y tonalidades que, en su fusión y
degradación, dan lugar al claroscuro. El paso por las zonas de penumbra que lleva desde la
máxima claridad a la máxima oscuridad o sombra, es el fenómeno que en la naturaleza se aprecia
y que los artistas han intentado representar.

Leonardo da Vinci (con su sfumato) y Giorgione fueron los precursores de esta técnica, que más
tarde desarrollaron pintores como Correggio, sus contemporáneos y seguidores, y de manera
espectacular Caravaggio con el Tenebrismo. También cabe citar de manera muy especial a
Tiziano, Rembrandt e incluso Velázquez. Bastantes pintores aplicaron esta técnica en sus obras, y en
movimientos de los siglos posteriores ha sido tratada con diferentes niveles de éxito. En todo caso es
interesante también la contribución de algunos artistas como George la Tour.

El interés por representar bidimensionalmente el volumen ha sido constante a lo largo de toda la


historia de las artes plásticas. Tanto el surgimiento de la perspectiva, como la invención del
claroscuro nacerían del espíritu del hombre del Renacimiento, investigador y gran observador de la
naturaleza y la realidad.

Técnicamente, el claroscuro se consigue trabajando un tono por grados, en dirección de una


parte hacia la luz y de otra hacia la sombra. Desde el siglo XVI hasta el XlX fue aceptado casi
universalmente, y constituyó, como se ha dicho, una de las innovaciones del final del Renacimiento.
No se puede considerar - según dice Berger- como elemento constructor del espacio, sino como un
"añadido" de la escena para subrayar determinados efectos, por lo que, según él, terminó por
cansar a los artistas. Sin embargo, determinados autores, como Rembrandt, usaron su efecto de
"proyector" para animar los personajes desde su interior, para así ser considerado como elemento
estructurador de la obra.

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Tema 13 La luz definidora de formas. Luz natural y artificial. Representación bidimensional del volumen. El claroscuro.

Así mismo, Berger valora la aportación de La Tour al claroscuro. La línea ya no se funde con la
sombra, sino que sirve para recortar las partes iluminadas, suprimiendo detalles realistas para afirmar
la monumentalidad con una simplificada gama de colores.

TÉCNICAS DE SOMBREADO

La representación de la forma con volumen y la expresión de la profundidad tiene en la


representación del claroscuro una de las aportaciones más sugerentes que, a nivel de aplicación
práctica, se ha venido llevando a cabo con distintas técnicas. Los desarrollos de las mismas en
actividades de tipo didáctico contribuyen no ya sólo al conocimiento de las posibilidades de las
que se utilizan, sino también a la valoración de la luz como elemento configurador de las formas,
por lo que se tienen en cuenta en todos los estilios artísticos.

Una de ellas, utilizada en dibujo, es el difuminado. Se trata del proceso de transición de zonas
blancas a otras negras, es decir, de la luz a la sombra, realizada mediante la utilización de una
herramienta de papel con forma cilíndrica y puntas cónicas en sus extremos, que se llama difumino.
El difumino lo que hace es extender el polvillo del lápiz, las barras o las tizas que antes ha sido
depositado sobre alguna zona del papel para efectuar una degradación suave de su mancha. Los
lápices e instrumentos de trazado usados en esta técnica han de ser blandos, es decir, que
permitan que su huella pueda diluirse sobre los contornos de los trazos que hacen.
Difuminados también pueden hacerse con los dedos y otras partes de la mano, incluso con trapos y
otros útiles de textura más bien suave, aunque esta manera, deje de relacionarse con el instrumento
anteriormente dicho.

El difuminado es una técnica que permite, con los lápices apropiados, conseguir una extensísima
gama de grises capaz de crear el efecto de volumen de manera muy realista y expresiva.
Especialmente bien se prestan para el difuminado los lápices de carbón y las tizas y lápices de
sanguina.

Otras técnicas de sombreado consisten en la utilización de elementos gráficos como el punto, la


línea y el plano.

Con relación al primero, el punto, tratado como elemento gráfico de tamaño pequeño, y sin entrar
a valorar las características estructurales, cromáticas y texturales que puede poseer, puede
agruparse o dispersarse creando efectos de volumen. Las imágenes fotográficas de los periódicos
están realizadas de esta manera, y la textura y agrupamiento de los mismos son muy fáciles de
observar incluso a simple vista. Las imágenes de televisión se forman por puntos de color que, al
mezclarse perceptualmente por proximidad, dan lugar a infinitos valores de color, o grises si es en
blanco y negro.

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Tema 13 La luz definidora de formas. Luz natural y artificial. Representación bidimensional del volumen. El claroscuro.

El sombreado por líneas consiste básicamente en la superposición de trazos creando tramas que,
según la proximidad de las mismas, generan más o menos oscuridad. También es interesante la
modulación de los grosores en este tipo de esquemas lineales.

Estos sombreados se utilizan mucho en técnicas con tinta, como cuando se usa la plumilla, y en
determinados tipos de grabados, donde las planchas son arañadas para que en los surcos se
deposite tinta que coincidirá con partes de la obra que se quiere que queden en sombra.

También a base de planos o manchas con distintos valores tonales, dispuestos convenientemente
sobre una composición bien en forma de tintas planas, o incluso con modulaciones texturales o
cromáticas, pueden crearse impresiones de volumen y profundidad. En ellos pueden intervenir
igualmente cualquiera de los elementos vistos con anterioridad.

SIMBOLISMO DE LA LUZ

La luz ha sido utilizada con significados simbólicos en muchos momentos de la Historia del Arte. Esta
significación no siempre ha respondido a principios estéticos, sino que lo ha hecho en multitud de
ocasiones a aspectos de carácter espiritual.

Además, la luz ha desempeñado una función de potencia activa, direccional, que atribuía impor-
tancia relevante a formas y figuras. Esto es muy patente en las obras de Caravaggio, donde la luz
anima el espacio con movimientos visuales, y además creando contrastes violentos.

Rembrandt fue un pintor que utilizó la luz simbólica de manera excepcional. Procedente del exterior
de la escena, da vida a la misma dentro de las tinieblas, pero, además, cuando procede de una
parte de la obra, la energía interna resplandece emitiendo su mensaje. Es un resplandor misterioso,
dentro de un entorno oscuro.

La iluminación, así mismo, guía la atención selectivamente en función del significado buscado, al
mismo tiempo que se relaciona la claridad y la oscuridad con valores expresivos y simbólicos. En
este último sentido, la luz en el arte se ha relacionado con la vida, mientras la oscuridad ha sido
símbolo de ceguera y muerte.

La luz, fundamentalmente debido a su naturaleza y a la dirección que toma, produce muy variados
efectos dramáticos que han sido explotados por las distintas artes que utilizan la imagen, y sobre
todo la figurativa, para su expresión.

Así, las iluminaciones directas, duras, son definidoras ele grandes contrastes que entroncan
generalmente con el mensaje de la obra; mientras las suaves y difusas tienden a representar formas
y escenas sin grandes tensiones visuales, y por tanto tampoco suele coincidir con temas y
expresiones violentas o dramáticas.
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Tema 13 La luz definidora de formas. Luz natural y artificial. Representación bidimensional del volumen. El claroscuro.

En general, en todas las artes grafico-plásticas, pero de manera muy especial en la fotografía y en
el cine, la luz es una herramienta de incalculable valor, y a la que los grandes autores han sacado
mucho rendimiento. Así mismo, la luz refuerza el mensaje de forma muy evidente en determinados
temas y géneros cinematográficos, recordemos por ser claramente conocido por todos el caso del
cine negro y el cine de terror.

La utilización de iluminaciones forzadas, como los contraluces, las iluminaciones desde abajo (que
crean aspectos siniestros en los personajes), o desde arriba (que tiende a ensalzarlos), así como la
generación de sombras con carácter, incluso protagonistas de planos y escenas en películas muy
importantes de la historia del cine, son buena muestra de la importancia de la luz como
herramienta generadora de dramatismo y mensajes sumamente expresivos.

CONCLUSIONES

Los contenidos del presente tema sobre la luz y sus propiedades, son trascendentales en el ámbito
de la educación artística, debido a la importancia para reconocer o identificar determinados
elementos en obras de arte, así como favorecer su aplicación en el proceso creativo.

Así, cabe recordar que en la etapa de secundaria comienza el desarrollo del pensamiento lógico-
formal de nuestro alumnado. Es el momento de dar importancia a los contenidos conceptuales
para que formen la base de una educación de lo “visual”, de sus códigos de significados y de la
propia sintaxis de este lenguaje.

Es por ello que los contenidos expuestos, utilizados por el alumnado de forma activa, con la
manipulación de información documental y su aplicación, les estimularán en el desarrollo de su
concepción de los valores estéticos, que también ayudan a desarrollar la comprensión gráfica para
conseguir una mejor concreción visual, necesaria a la hora de conocer e interpretar el entorno y
cualquier tipo de espacio y volumen en el que se encuentren, además de favorecer la creación
artística, de manera que pueda emplearla como medio de expresión y comunicación.

De esta manera, se potencian la apreciación, expresión, análisis crítico y creación de imágenes,


fundamentales para asimilar el entorno inmediato, saturado de información visual, con una actitud
reflexiva y crítica y que sean capaces de experimentar y elaborar nuevas propuestas de trabajo. A
ello hay que añadir el desarrollo de aquellas capacidades tradicionalmente asociadas a la
competencia artística como son la imaginación, la creatividad y el sentido estético.

Así, mediante la educación artística, es posible educar al alumnado en la sensibilidad necesaria


para reconocer, interpretar y fomentar la creación artística, con el fin de que el alumnado sea
capaz de adquirir las competencias clave necesarias para su éxito en la vida profesional, así como

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Tema 13 La luz definidora de formas. Luz natural y artificial. Representación bidimensional del volumen. El claroscuro.

ayudarle a consolidar un medio de interpretación y comunicación, basado en la información visual,


tan extendido en la sociedad actual.

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